Cierra la SERIE DROGOTEST que publiqué bajo el pseudónimo de "Drogodogo" en dicho medio.
Resume toda la serie de aberraciones científicas y estadísticas usadas para justificar lo injustificable: un sistema pensado para la seguridad vial que sanciona a los conductores sin tener en cuenta su estado para la conducción. Es el abuso administrativo con objetivo recaudatorio basado en la química interpretada por policías y políticos sin formación, que llamamos ya coloquialmente "drogotest".
Esperamos que os sea de utilidad para comprender lo que el estado hace ignorando la ciencia con tal de quitar el dinero al ciudadano bajo el rótulo de "seguridad vial" y de "lucha contra las drogas", un cuento chino para robaros.
Precisamente esta semana, los recaudadores armados, han lanzado una campaña para intensificar los sancionados y la recaudación, aumentando víctimas inocentes y beneficios para ellos... cuidado!!
Drogoteca AKA Drogodogo
;)
PS: El texto anterior de esta serie está publicado en http://drogoteca.blogspot.com/2018/02/recurreitor-la-mejor-respuesta-contra.html
--
Violando ciencia y justicia con el drogotest
(para robarte mejor).
En nuestros anteriores textos hemos ido
desgranando los aspectos que, a día de hoy y en base a los datos de
que disponemos, podemos considerar graves errores -tanto en el
enfoque legal como en la instrumentación elegida- en el desarrollo
de la actual normativa sobre seguridad vial en nuestro país, en lo
que a la detección de drogas mediante fluidos corporales en
conductores en tránsito (drogotest) se refiere.
Hemos querido formar
a nuestros lectores de manera íntegra, en estos artículos sobre los
drogotest, para que sepan la realidad de aquello a lo que se
enfrentan. Algunos, por desgracia, hemos sido ya víctimas de este
sistema y otros muchos, también de forma totalmente injusta, lo
serán en el futuro inmediato si nade remedia la actual situación.
El año 2017 ha sido el año de la
“normalización” en el uso del drogotest, una herramienta de
recaudación totalmente injusta y arbitraria que ha sido alegremente
acogida por la inmensa mayoría de fuerzas y cuerpos de seguridad del
estado. En España se realizaron unos 30.000 drogotest en 2014, unos
75.000 en 2015, y unos 100.000 por año en 2016 y 2017.
Curiosamente,
la medida no parece haber repercutido -para nada en absoluto- sobre
los hábitos de consumo de drogas y conducción entre la población
hispana, ya que el número de multas en todos los años permanece
fiel a una mágica proporción: 1/3 de los drogotest realizados
desembocan en sanción por positivo.
A lo largo de mi vida, como conductor,
he pasado en dos ocasiones la conocida prueba. La primera vez -con la
Guardia Civil- di positivo en cannabis, pero no di en morfina o
benzodiacepinas que había consumido un par de horas antes (soy
usuario con prescripción médica).
Eso fue algo que no pude explicar
de forma alguna, salvo pensar que los test no buscaban realmente las
sustancias que decían buscar (benzodiacepinas y opiáceos) y estar
especialmente “preparados o dopados” para encontrar otras (como
el THC del cannabis o sus metabolitos).
En esa ocasión, los propios
agentes de la benemérita que me hicieron las pruebas, me contaron
cómo tenían orden de “ir a por los de los porros” aunque ellos
no entendían dicha preferencia ya que, aseguraban los guardias
civiles, que los usuarios de cannabis eran conductores que rara vez
causaban accidentes”. Añadieron además que nuestra actitud -la de
los usuarios de cannabis- a la hora de tener que someternos a sus
pruebas (dentro de una furgoneta de la pestañí o similar) era mucho
más amable y cooperativa que la de un borracho de alcohol, o una
persona bajo el efecto de cualquier otra droga.
Fue un detalle que me quedó marcado:
los propios profesionales de la seguridad vial -como son precisamente
los agentes de la Guardia Civil de tráfico- remarcaban lo absurdo de
las órdenes que tenían que seguir, en función de la peligrosidad
real que unos y otros suponían para la carretera y el resto de
conductores.
¿Por qué era eso así? Era por aquel entonces el año
2014, y la respuesta más lógica parecía la obvia: los fumadores de
cannabis somos una presa más rentable -por la razón que sea- para
este sistema. Recuerdo también como por aquel entonces, el uso que
hacían de los drogotest era algo mucho más puntual que ahora, ya
convertido en el pasatiempo favorito de todas las policías locales
(batallones armados de recaudadores al servicio municipal) donde a la
menor te encuentras con un uniformado a tu lado y ordenándote que
chupes “una cosita que te van a dar”. Y eso se debía al coste de
cada drogotest y prueba secundaria en caso de resultar positivo en la
primera, que era bastante alto sin que existiera un motivo para ello
asociado a su fabricación o materiales. Y es que entonces la demanda
creciente y desorbitada de drogotest estaba iniciándose, pero los
precios por unidad no habían bajado tanto como los recaudadores
deseaban.
La siguiente vez ya fue el año 2016, y
fue a manos de la policía local de Salamanca, cuando el negocio del
drogotest saltó masivamente a manos de las policías de las
corporaciones locales, ya que el negocio se había vuelto muy
rentable, con las brutales e injustificadas tasas de detección que
arrojaban.
En esa ocasión pude enterarme de que el precio de los
aparatos para hacernos las pruebas -los drogotest en sí mismos- se
había rebajado enormemente, y también me dio (sin querer,
ciertamente) una pista que me permitió comprobar cómo los niveles
de corte que habían establecido para el THC y sus metabolitos, eran
la clave del asunto y lo que hacía que todo el negocio de los
drogotest fuera tan rentable para todos los implicados, salvo para la
víctima.
En aquella ocasión, ya dentro de una furgoneta y con un
agente al lado que me decía “¿si tú has violado la ley... por
qué tenemos que respetarla nosotros contigo?” mientras me miraba
amenazante al lado de otros 6 como él riéndole las gracias, pude
sonsacarle -al agente que hacía el drogotest- que el punto de corte
más bajo que habían alcanzado con ese dispositivo era de 2 ng/ml
para el THC.
Luego pude rastrear ese dato hasta el informe donde
aparecía, ya que el agente sólo conocía el número “dos” pero
no las unidades en que se expresaba, y dada de esa forma no parecía
una información “científicamente fiable”). En esa ocasión, y a
pesar de tomar en ese momento benzodiacepinas y unas 4 veces más morfina que en el drogotest anterior, tampoco di positivo en opiáceos ni en
benzodiacepinas.
Cuando pedí explicaciones, me dijeron que habría
tomado poca morfina y pastillas, dando por aclarado el asunto: les
daba absolutamente igual con tal de haber conseguido la multa por
positivo en THC, que ya tenían. Les daba igual que les estuviera
mostrando la morfina que había tomado y que les indicase que era un
enfermo de dolor crónico, a quien el uso de cannabis le hace tener
que usar mucha menos morfina, que a la postre resulta una droga más
peligrosa que el cannabis (en usuarios crónicos o totalmente
habituados) en cuanto a lo que afecta a la conducción de un
vehículo.
¿Control? ¿Diez tíos armados dándote
el STOP? No es por seguridad; es por recaudación.
La Dirección General de Tráfico (DGT)
ha sido la principal impulsora de este tipo de medidas que, como ya
hemos señalado, no parecen tener influencia alguna ni sobre el
número de muertos en carretera (al contrario: aumentaron un 2'6% en
el último año) ni en el número de supuestos conductores drogados
que circulan, ya que la tasa de sancionados se mantiene con una
sorprendente constancia por encima de 1/3 de todos los test
realizados (un 39% en los datos de la Guardia Civil del último año).
Esta tasa es, cuando menos, algo sorprendente e inexplicable si
comparamos la tasa de conductores que al ser sometidos al test de
alcoholemia dan positivo: sólo un 1'5%.
Incluso al observar la tasa de
conductores implicados en un accidente que dan positivo en
alcoholemia -un 4'5 % de los analizados- y compararla con el número
de conductores que dan positivo en el drogotest, que es de un 27%,
salta a la vista que los números están intentando dibujar una
realidad sin pies ni cabeza.
Si estos manojos de malos datos fueran
correctos, se podría inferir que entre los conductores accidentados
hay menos drogas que entre aquellos que no tienen accidentes, y eso
no parece que sea un postulado muy razonable.
También resulta
sorprendente que cuando se realizan test de alcoholemia a los
conductores que cometen una infracción sin víctimas al volante, la
tasa sea la más baja de todos los supuestos con un ridículo 0'8% de
positivos en alcohol, mientras que el mismo grupo estadístico, al
pasarle el drogotest, da un sorprendente 63% de positivos en drogas.
Todos estos datos en el último informe de la Guardia Civil publicado
en la web de la DGT.
Eso es tanto como decir que si una
persona comete una infracción al volante, hay casi 80 veces más
probabilidades de que vaya drogado frente a las que hay de que vaya
alcoholizado, y eso en la realidad de un país como España -donde el
propio “Plan Nacional Sobre Drogas” regala medallas a los
fabricantes de bebidas alcohólicas en premio a su supuesta labor
preventiva- es una imagen grotesca y totalmente falsaria.
Los números
con los que la DGT intenta adoctrinar al país -con la gentil ayuda
de una prensa torpe, atontada y sumisa que no es capaz ni de razonar
los datos que le dan y repite como un loro- son un esperpento que
reafirma la sensación de que esta gente que tendría que estar
velando por nuestra seguridad, en realidad nos está tomando el pelo
y que son plenamente conscientes de que están mintiendo y engañando
a la población con el único propósito de recaudar.
¿Un tercio de todos los conductores
menores de 30 años va bebido?
¿Uno de cada diez va drogado?
Así de dramática nos pintaban la cosa
la propia DGT, en su revista de enero de 2016, usando para ello un
estudio de la Fundación MAPFRE y la inefable Fundación de Ayudacontra la Drogadicción (FAD). El ejecutivo turno de la Fundación
MAPFRE, Jesús Monclús regalaba esta perla para dicha ocasión: “Un
conductor drogado deja de pensar con claridad y ya no tiene marcha
atrás. Por ello es tan importante que entre todos impidamos que
alguien que haya consumido drogas se ponga al volante”.
A las
compañías de seguros -con MAPFRE a la cabeza- parece que les
interesa mucho que no se distinga entre “conductor bajo el efecto
de las drogas” y “conductor que ha consumido drogas en algún
momento del pasado”, para lo que tienden a igualarlo groseramente
apoyando una política de ignorancia y uso recaudatorio de los
recursos de seguridad vial. En este caso, MAPFRE lo hizo de la mano
de la FAD -encarnada en el siempre presente Eusebio Megías- y ante
la presencia de María Seguí y de Bartolomé Vargas, Directora
General de Tráfico y Fiscal de Sala de Seguridad Vial,
respectivamente, como padrinos del acontecimiento.
Pero incluso dando esos esperpénticos
números por válidos, no se pueden olvidar los datos ofrecidos por
el primer dispositivo montado por la DGT en el tema de detección de
drogas en nuestro país, cuando no tuvieron reparo alguno en decir
que había 2'5 veces más conductores drogados en la carretera que
conductores borrachos. Y eso era el año 2007, en el que según ellos
mismos un 3% de los conductores daban positivo en alcohol mientras
que un 8% de los conductores daban positivo en drogas.
Teniendo en
cuenta que, a día de hoy, la propia DGT mantiene el número de
conductores drogados prácticamente en el mismo porcentaje que hace
10 años, pero ha multiplicado (al menos en sus titulares) por 10 el
número de conductores que van borrachos , debemos felicitarles por
su excelente trabajo y pedir más medallas -al PNSD- para los
productores de alcohol en nuestro país.
No son esos -los de los titulares
escandalosos de la DGT y la prensa afín- los únicos datos en los
que algo salta a la vista para advertirnos que no pueden ser
correctos. Acudimos al informe DRUID (que hemos mencionado en textosanteriores), base de todo lo desarrollado sobre conducción bajo el
efecto de las drogas en Europa, y nos sorprende un dato extrañamente
abultado: mientras que en toda Europa la prevalencia de uso de
cannabis en la conducción marca un máximo cercano al 2%, en España
roza el 7%.
Teniendo en cuenta que los datos incluyen a países de
nuestro entorno y latitudes, no existe una razón que pueda
justificar dicha prevalencia de uso en España -abultada
un 300% por encima del país con el dato siguiente más alto- salvo
que lo que se esté comparando no sea en realidad la misma cosa y,
por lo tanto, la comparación carezca de sentido, careciendo de
validez sus datos y conclusiones.
Cuando acudimos a ver el número de
sanciones -positivos en drogas- para todas las sustancias del estudio
DRUID, encontramos que el país con más sanciones es España y que
el siguiente es Portugal, pero que apenas llega a un 20% de los casos
que España dice detectar y sancionar.
El siguiente en la lista sería
la República Checa, con un triste 10% de las sanciones que nosotros
alcanzamos. La mayoría de los países del estudio apenas hacen un 5%
en comparación a nuestros datos. ¿Tiene esto algún sentido? ¿Somos
los españoles tan especialitos estadísticamente o lo es la forma en
que nuestra policía hace las cosas? ¿Qué es lo que realmente nos
diferencia del resto con esos datos tan demenciales?
Nos dirigimos a los datos del PNSD en
cuanto a prevalencia de uso de drogas ilegales, entre los 15 y los 64
años en España, y vemos que son (año 2015) de un 9'5% en el último
año, un 7'3% en el último mes, y un 2'1% en las últimas 24 horas.
Esos datos -los más fiables con los que podemos contar de mano del
estado- nos hacen pensar que, de ser ciertos los ofrecidos por la DGT
a la hora de justificar ante la opinión pública sus drogotest, la
actividad favorita de cualquier persona que tome cualquier droga
ilegal es la conducción de vehículos a motor. De otra forma resulta
casi imposible explicar que la DGT sea capaz de encontrar un 39% de
drogados cuando pasa el drogotest (ya que lo hace sin pruebas
indiciarias previas) y que nos asusten diciendo que el 10% de los
jóvenes que conducen, lo hacen drogados, cuando sólo el 2'1% de la
población toma drogas de forma diaria.
Esos números son aún más
inexplicables si tenemos en cuenta que, según lo manifestado por la
DGT, el drogotest sólo detecta drogas consumidas en las últimas 6
horas. Con dichas diferencias, la única forma de explicar que la
prevalencia de uso de drogas ilegales en las últimas 24 horas sea
del 2'1% pero que en las últimas 6 horas sea del 39%, es que estamos
hablando de dos países o grupos totalmente distintos: no es posible
de otra forma y lo dice la matemática, oiga.
¿Qué falla en el drogotest
y en los
estudios realizados?
La media europea de la prevalencia de
uso asociado a conducción es de 1'9% para todas las drogas ilegales
estudiadas frente al 3'5% del alcohol (sacando los datos del propio
informe DRUID) aunque señala las grandes diferencia entre distintos
países, sin entrar a explicarlas. Para entender estas diferencias
-que son esenciales- hay que meterse a bucear en la realización de
cada uno de los estudios hecho por cada país, llegando a descubrir
que en realidad se están estableciendo (como sospechábamos)
comparaciones que no son válidas.
Por ejemplo, los datos que Italia
aportó al estudio se centraban sólo en “conductores sospechosos”
y hacer el drogotest era obligatorio; en Portugal se centraba en
“zonas de alto riesgo” y también resultaba obligatorio. Pero en
el resto de los países, hacer el drogotest era opcional y no
obligatorio. E incluso en Países Bajos, los datos que enviaron
procedían de los drogotest realizados de forma voluntaria, con
gratificación económica de 10 euros, realizados a la salida de los
coffeeshops donde se vende y consume cannabis, y sin el riesgo de ser
multado a pesar del posible resultado positivo del drogotest.
¿Parecen ahora comparables los resultados de dichos ejemplos? Para
rematar la cuestión, España hizo los test a toda la población, sin
discriminación alguna, mientras que otras policías europeas lo
hacían sólo si tenían motivos de sospecha por el estado
psicofísico del conductor, con lo que las muestras ya no sirven -de
entrada- para establecer comparaciones.
Como último detalle del mal chiste que
son los datos enviados por España -en materia de detección de
drogas en conductores- cabe destacar que, mientras en el resto de
países el número de conductores que dan positivo en drogas durante
el fin de semana se multiplica por dos o tres con respecto a la
semana, en España ocurre un fenómeno extraño e inexplicable: es
mayor el número de conductores que dan positivo a drogas durante
drogotest realizados en días laborales, que los que dan positivo a
drogas durante fines de semana.
Todo ese cúmulo de conclusiones o
resultados -que salen fuera de la lógica y de la realidad
observable- debería haber bastado para plantear la corrección del
estudio que se estaba llevando a cabo, pero eso no fue así. ¿Por
qué? Porque mientras que lo que se vendía a la opinión pública
era una infatigable lucha por la seguridad vial -financiada con sus
impuestos y multas- lo que estaba ocurriendo en realidad es que
habían encontrado la forma de justificar el asalto económico
mediante sanción de seguridad vial (que es algo que todo el mundo
desea que exista y se proteja, porque nadie quiere pirados al
volante) al nicho social de “personas que toman drogas”,
aprovechándose del desconocimiento general sobre cuestiones
científicas, más la drogofobia y desinformación en materia de
drogas propagadas en España -por la FAD y el PNSD- durante más de
30 años. De todos los actores presentes, a ninguno de ellos le
favorecía decir la verdad mientras que resultaban favorecidos
simplemente “no dándose cuenta” de nada: favorecidos a 1.000
euros por resultado positivo, en las cuentas de ayuntamientos que
buscan nuevas y urgentes formas de financiación, una vez que el
endeudarse eternamente pidiendo préstamos se les prohibió -por ley-
en el año 2010.
La gran trampa española en el
drogotest.
Como nos contó el abogado Carlos
“Recurreitor” Nieto, nunca se ha fijado de forma oficial una
cantidad determinada a la que sancionar, y a la que no sancionar
cuando simplemente haya presencia de drogas en cantidades
ridículamente bajas. Esto queda en manos del fabricante de turno y
de los requerimientos que le haya hecho su cliente, la policía.
Durante la fase de desarrollo de estos drogotest -contamos en textos
anteriores existió un íntimo compadreo entre empresas y evaluadores
(amén de infinitas trampas) que terminó con las empresas ofreciendo
“datos privados sobre detección mejorada de cannabis” en sus
dispositivos.
¿Qué quiere decir esto? Pues que mientras que muchas
dicen que el punto de corte para el THC es de 25 ng/ml, es una
falsedad que aprovecha el lenguaje técnico: ese 25 ng/ml es el punto
en el que la mayoría de infractores serán atrapados, pero por las
pruebas posteriores se sabe que el 70% de los positivos están por
debajo de esa cifra que maliciosamente nos venden como umbral de
corte. No buscan conductores afectados sino víctimas químicas.
De hecho la realidad es que el umbral
de corte que emplean -policía y organismos oficiales- es mucho
menor: un misero e ilógico 1 ng/ml e igual en sangre que en otro
fluido corporal, lo cual es un sinsentido médico. El propio estudio
DRUID, recomienda como valor de corte para el THC en fluido (saliva)
un valor de 27 ng/ml. España ignora dicha recomendación y la sitúa
en 1 ng/ml, o 27 veces menos de lo que aconseja la propia Europa en
su informe. Esta ilógica práctica, la extienden también (¡oh
casualidad!) a la cocaína, a quien le dan 10 ng/ml tanto en sangre
como en fluido, aunque el informe DRUID recomienda un punto de corte
de 170 ng/ml: 17 veces superior.
¿Es un error o es malicia? El “error”
está perpetuado después en la mayoría de textos producidos por las
dos universidades “asociadas”, en que se mencionan valores de
corte recomendados por DRUID que son totalmente falsos. También el
“error” se perpetúa en publicaciones de la DGT (EDAP-2015), en
que se repite -como un mantra- la recomendación de unos valores de
corte falseados. Es curioso, además, que el error afecte
concretamente a las 2 sustancias ilegales más detectadas en nuestro
país, y que al poner -“por error”- valores de corte decenas de
veces más bajos que los que se recomiendan, en lugar de atrapar
conductores en mal estado, sea una caza química indiscriminada y
sin sentido para la seguridad vial.
Por si el lector quiere hacerse una
idea de lo poco que puede ser 1 ng/ml de THC en su saliva, un estudio
noruego del año 2011 sobre fumadores pasivos de cannabis y fluidos
orales, establecía que el 50% de los sujetos pasivos daban por
encima de 4 ng/ml... 3 horas después de haber estado expuestos al humo de cannabis!!
Eso es 4 veces más cantidad que el
valor de corte real que usa España, según sus propios datos, de 1
ng/ml. Pero era un total del 70% de los fumadores pasivos quienes -a
las 3 horas- daban (como mínimo) 2 ng/ml en su saliva, lo que
hubiera hecho que con el drogotest “tuneado a la spanish”
hubieran sido víctimas -7 de cada 10 fumadores pasivos- del afán
recaudatorio disfrazado de seguridad vial. ¡Y sin haber consumido
droga alguna!
La propia policía local que me hizo el test, me
contaba cómo había visto dar positivo a gente que era claro que no
fumaba y que simplemente estaban al lado de un fumador. Es decir, la
policía sabe de sobra que los drogotest no sirven para detectar
personas que estén “colocadas”, pero su bajo coste (menos de 20
euros cada drogotest) unido a los 1.000 euros que consiguen por multa
y con una superlativa tasa de casi un 40% de sancionados finales, los
hace un elemento inigualable de recaudación económica a base de
sanciones pero completamente inútil para la seguridad vial.
Y dando positivo por ser fumador pasivo
de cannabis con el “drogotest a la spanish”, en 7 de cada 10
casos incluso 3 horas después... ¿alguien se puede creer lo que
dice la DGT de que “el drogotest sólo detecta la droga consumida
en las últimas 6 horas”?
Por supuesto que esa afirmación, de la
que nunca presentan prueba alguna, es totalmente falsa: en el estado
actual, el método español está detectando “trazas” de
sustancias ilegales (pero no en cantidades científicamente
compatibles con estar bajo el efecto de ellas) que pueden haber sido
consumidas no ya hace más de 6 horas, sino hasta semanas antes. Por
supuesto que -con esa “extrema sensibilidad”- también cazan a
quien acaba de consumir drogas.
Paradójicamente, el único estudio
aportado que ofrece unos valores para el THC del cannabis,
equiparables a los 2 tipos de sanciones que hay contra el alcohol en
la conducción -multa administrativa o sanción penal con posibilidad
de cárcel- en nuestro país, nos dice que el equivalente de dar 0'5
g/L de alcoholemia (multa) para el cannabis en fluido oral, sería un
valor igual o mayor que 205 ng/ml de THC. Y el equivalente al delito
penal, 1'2 g/L de alcoholemia, en el caso del cannabis y su THC sería
igual o mayor de 954 ng/ml.
Sin embargo sancionamos con un “falso
umbral declarado” de 25 ng/ml, que en la práctica real es 12 veces
menor: en torno a 2 ng/ml como cantidad suficiente para dar positivo
en el drogotest y con la mitad de esa cantidad -1 ng/ml-en el test de
confirmación posterior.
Como sociedad, actualmente, nos
dirigimos a un escenario de regulación en el que el cannabis dejará
de ser ilegal pasando a ser una sustancia más de consumo, y de uso
terapéutico para millones de personas. Los usuarios de cannabis no
queremos unas carreteras inseguras ocupadas por conductores borrachos
o drogados: al contrario.
Somos los primeros interesados en que se
empleen los recursos de seguridad vial contra quienes son un peligro
real, y no entendemos que España siga ignorando las recomendaciones
de la propia Unión Europea en esta materia, mientras leguleyamente
se recauda dinero mediante sanciones clara y científicamente
injustas: las impuestas gracias al “trucado” drogotest.
A día de
hoy ya son unas 100.000 multas injustas desde el año 2014, cuando se
modificó expresamente la ley para permitir a la policía
sancionarnos económicamente sin tener demostrar afectación o
peligro en la conducción.
¿Es incapaz el estado español de actuar
eficazmente en materia de seguridad vial sin violar a la vez la más
elemental justicia y ciencia?
Para más datos sobre el fraude del drogotest en España, eer el excelente trabajo de @DrogotestDGT, que podéis encontrar aquí:
Enhorabuena por la serie de artículos, esclarecedores.
ResponderEliminarSabes si el metilfenidato y derivados dan positivo?
Saludos