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jueves, 13 de octubre de 2022

Sexo y drogas: afrodisíacos

Desde que el ser humano tiene consciencia de su existencia, limitada temporalmente y regida en buena parte por la búsqueda del placer, ha separado la sexualidad de la procreación.
De forma diferente que casi todos los animales, que buscan o aceptan relaciones sexuales como vía para perpetuar su especie, nosotros y unos pocos animales evolutivamente avanzados, como algunos primates y los delfines, tenemos una conciencia del placer sexual, que buscamos de forma activa y no dependiente de su función biológica.

Sabemos que tras las necesidades básicas de supervivencia, como el respirar, beber y comer, tenemos una serie de necesidades igualmente importantes para el desarrollo de la persona.
Son las necesidades de relación, a todos los niveles, como la del lenguaje, la de sentirse parte de un grupo, la del contacto físico, y las relaciones sexuales que implican intimidad y placer.




No puedo ponerme a analizar lo que ha sido el sexo en cada momento histórico, las prohibiciones que han pesado (y pesan) sobre él o el uso ritual que se le ha dado en cada momento y cultura.
Pero todas las culturas y las épocas, parecen tener en común un hecho: han buscado afrodisíacos. Podían ser comestibles o bebibles, objetos, o actos mágicos. Pero han agradecido la existencia de esas etéreas ayudas que les permitían mejorar su deseo sexual o la realización de sus actos.
El origen del término "afrodisíaco" se encuentra en la dios griega Afrodita, diosa de la lujuria, la belleza y el amor carnal.

Hace poco ha caído en mis manos el libro "Las plantas de Venus" (Venus es la equivalente romana de Afrodita), que está editado por Ediciones Cañamo, y ha resultado decepcionante su lectura. Podría ser un libro que hiciera un repaso histórico del uso de ciertas plantas, o un manual de uso de las opciones actuales, para aquellos que quieran probar las posibilidades vegetales que se nombran. Pero no es más que un compendio de algunas plantas que por una u otra razón, se les han atribuido poderes afrodisíacos a lo largo de la historia. No sirve pues como guía para el uso, ya que no habla de como usar ni de las dosis a emplear de manera que pudieran ser útiles.
Por si eso no bastase, el libro incluye algunas plantas que son bastante peligrosas de usar, porque más que otra cosa son tóxicas y mortales si uno se excede en la dosis (casi todas solanáceas). Y no parece seguir más que la lógica ya mencionada, la de nombrar y comentar por encima algo sobre cada planta, ya que mezcla en su oferta de plantas afrodisíacas vegetales que sus principios activos son totalmente opuestos: narcóticos como el de la adormidera del opio, estimulantes como los de la efedra y la coca, psiquedélicos como el del san pedro o las semillas que contienen ergina o amida del ácido lisérgico, y alucinógenos puros como los del estramonio.

Si un farmacólogo ve el orden que sigue el libro, diría que no tiene ni pies ni cabeza, al ofrecer sustancias tan dispares para conseguir un mayor deseo sexual o una mayor potencia. Y así es.
Pero a lo largo de la historia se le han atribuido propiedades afrodisíacas a todo aquello que fuera capaz de provocar un cambio mayor o menor en nuestra conciencia, en nuestros sistemas psíquicos de autocontrol o en nuestra percepción.

¿Por qué esto es así?
Pues porque a falta de conocer con precisión cuales son los mecanismos que regulan nuestro deseo y nuestro impulso sexual, podía servir casi cualquier cosa que provocase un efecto y que nosotros creyéramos que dicho efecto nos convertiría en dioses del sexo. Es decir, casi todas ellas han funcionado en algún momento y con alguna persona, por ser un placebo que químicamente estaba apoyado por un ligero efecto sobre nuestra psique.

Sería arriesgado decir que no existe ningún afrodisíaco en realidad, más que la propia creencia de que existe. Pero aunque es arriesgado, no está lejos de ser verdad del todo.

Si atendemos a nuestra cultura actual, el mayor afrodisíaco es el alcohol, que se toma con facilidad en cualquier evento social y que cumple además la función de ser una especie de lubricante social. Dadas las características complejas de los efectos del alcohol en nuestro cuerpo, que incluyen desde una leve alegría, a una efervescente exaltación de la amistad, y puede acabar con una perdida de control y desinhibición total, puede a algunas personas resultarles un afrodisíaco.
A una persona reprimida y tímida, que desea tener relaciones sexuales pero lo reprime por vergüenza o por otras cuestiones culturales, tal vez dos o tres copas de vino pueden hacerle saltar por encima de esas barreras autoimpuestas. No es la mejor manera, ya que al día siguiente recordará lo que ha hecho, y sera presa de la culpa ante su propio "pecado".
A una persona que le falte autoestima, tal vez bajo los efectos de un estimulante como la anfetamina o la cocaína, se pueda creer durante unas horas el rey de la pista, y sus actos más arriesgados o atrevidos pueden brindarle una noche de conquista, pero no hacen del estimulante un afrodisíaco.
Aunque no hay que olvidar, que esa "temeridad", puede tener consecuencias dependiendo del grado alcanzado, y una muy común es la de tener relaciones sexuales sin protección.
Así podríamos seguir con cada tipología de persona, y la sustancia que dada su barrera o bloqueo, podría ayudarle a lograr los favores de Afrodita, o más bien los favores de una súper breve terapia de autoayuda que le permitan superar los distintos miedos.

¿Quiere eso decir que no hay afrodisíacos de verdad? ¿Que no existen sustancias que si alguien las tomase se convirtiera en una persona ardorosa, excitada y abierta a cualquier relación sexual que pueda saciar ese desbocado apetito despierto?
Pues no. No los hay.
Al menos si entendemos de esa forma lo que es un afrodisíaco.

Alguien podría decirme que no es cierto, que sí que existe... y ponerme como ejemplo la famosa Viagra. En el mejor de los casos, le dará al varón una erección fuerte y duradera. Pero no le dará ni afectará en modo alguno al deseo sexual que pueda tener. No le excitará, ni le volverá ardoroso.

Si hablamos de Afrodita, no hablamos de tener un "músculo" duro. Hablamos de encender la pasión de alguien, o de una pareja que quiere un estímulo nuevo. Si los párrafos anteriores han logrado convencer al lector de que no existe la "cachondina" de las leyendas urbanas, podrá sacar algo provechoso de los siguientes.

Cada persona es un mundo, fisiológicamente, psicológicamente, y emocionalmente. Y si una pareja son dos personas, eso casi se convierte en tres mundos. No, la cuenta está bien echada.
Una pareja son dos personas con sus dos mundos, más un tercero que es el resultado de esa relación. De hecho, en diferentes relaciones con diferentes parejas, adoptamos diferentes roles.
Y no sería raro que lo que en una pareja nos excita, en otra pareja nos pueda dejar en "fuera de juego".

Cada pareja, en atención a lo que es y a sus integrantes, debería buscar sus propios afrodisíacos. Pero por norma, ni estimulantes ni narcóticos, ni enteógenos ni delirógenos, servirán para ese fin.

Hay una curiosa excepción a la que quería llegar.
Hay algunas sustancias, y alguna planta cuyos principios activos han sido calificados como entactógenos. ¿Qué quiere decir eso? La definición del término es algo así como "generadores de contacto profundo entre sujetos". Hablando en plata, producen un efecto en el que la persona busca el contacto profundo (psicológicamente hablando) con los demás.
Son la familia de la MDMA, que es la que mejor reproduce esos efectos.
No son enteógenos ya que no producen modificaciones de la percepción ni cambios anímicos tan fuertes e impredecibles como los que podría provocar la LSD o la mescalina.
Pero bajo su efecto ocurren ciertos cambios: eliminan la ansiedad, favorecen la comunicación, la confianza, la formación de lazos, y convierten el contacto físico en una experiencia muy grata, ya que se percibe de una forma diferente. Se podría decir que son las drogas del amor químico.
Aunque se ha promocionado el éxtasis o MDMA como un afrodisíaco genital, esto no es cierto.
No sólo no ayuda a conseguir una buena erección en el hombre, sino que la dificulta, y también hace difícil o imposible el alcanzar el orgasmo.

Una pena, ¿no?
Digamos que estas sustancias hacen que se generen momentos de una intimidad especial y casi mágica con las personas con las que la compartimos, y si esa persona es de otro sexo y nos resulta atractiva, las posibilidades de que se busque un encuentro físico, aumentan espectacularmente. Como todo, eso depende mucho el contexto, pero el efecto subjetivo facilita ese halo de "noche mágica" si las dos personas buscan un experiencia de comunicación más profunda, o un nuevo enfoque tal vez en sus relaciones.

Lo ideal en un afrodisíaco es que fuera capaz de unir esa sensación de deseo por el otro, junto a una estimulación sexual aumentada, o al menos, no limitada. Pero en este caso, no es tan simple como tomar una Viagra y tener una erección, sino que la experiencia con MDMA te hace pasar por una compleja observación de ti mismo, y no puede ser usada como algo para un "aquí te pillo y aquí te mato".
Existe una sustancia, creada por Shulgin en 1974 que produce un estado de alteración de la percepción, a dosis bajas parece resultar un entactógeno, y no sólo no molesta a los mecanismos sexuales del hombre para la erección y el orgasmo, sino que los potencia tanto en hombre como en mujer. Es la llamada 2C-B, que también existe en el mercado negro, y de la que otro día hablaré con más dedicación.

En el ámbito de lo vegetal, parece que los efectos de algunos Lotos y Nenúfares resultan también unos efectos muy agradables, suaves y que favorecen la comunicación y la intimidad, sobre todo si van con una pequeña dosis de alcohol, o macerados en un vino.
Pero este es un terreno del que aún se sabe poco, y no parece que haya interés en investigar ahí, así que la información procede de las experiencias de las personas que lo prueban.

En cualquier caso, ni bajo el efecto de la droga más avanzada, una persona conseguiría que otra que no le presta atención o no es de su agrado, se vuelva loca de deseo y sacie su apetito con quien sin droga no lo haría.
Seguramente y por mucho que se avance en este campo, no existirá nunca mejor afrodisíaco que el tener una buena autoestima, una agradable conversación, ser detallista y cuidadoso, y sobre todo nunca perder el sentido del juego y la provocación inteligente.

Quien pretenda cambiar la seducción por una pastilla, seguirá condenado al fracaso. Y siempre teniendo en cuenta que hacer que una persona tome CUALQUIER SUSTANCIA sin su conocimiento y su consentimiento, es un acto repugnante, cobarde, y con suerte penalmente sancionado.


P.S.: Aprovecho la ocasión para preguntaros a vosotros, los que leéis este blog, ¿cuáles son vuestros afrodisíacos preferidos? ¿alguna sustancia? ¿algún alimento?
Podéis dejar vuestras ideas y respuestas como un comentario más, pinchando en el link para comentarios al final de este texto.

jueves, 5 de mayo de 2016

Entrevista a Antonio Escohotado: frente al miedo.

Esta entrevista que realicé a Antonio Escohotado por encargo de VICE, fue publicada en dicha web. La recojo tal y como se sacó, no añadiendo nada a lo ya existente. Esperamos que os guste.

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Frente al miedo: 
charlando con Antonio Escohotado.


Hace unas semanas salía al mercado el libro Frente al miedo del ensayista y profesor Antonio Escohotado, publicado por la editorial Página Indómita

Se trata de un conjunto de textos -de muy diversa factura en lo temporal y recorrido en lo conceptual- que nos dan a conocer una selección de los mejores escritos, de todas esas distintas personalidades que se integran en el genial pensador. 



La mirada que aportó el criterio, para separar grano y paja, en esta equilibrada y honesta composición “a dos mentes” fue la de Guillermo Herranz. El quién no es casual, tratándose del editor habitual de Escohotado. Guillermo, con el vasto material producido ya por Antonio -y algún texto inédito- ha sido capaz de trenzar conceptualmente (en forma de caminos sencillos de transitar para el lector) una útil visión del pensamiento, en varios aspectos, de este prolífico autor. 

La estructura que sostiene el libro tiene cuatro grandes partes -todas al trasluz del cristal del miedo- en las que se tratan aspectos relativos a pensar sin miedo -en libertad- y las implicaciones del miedo a nosotros mismos expuesto como miedo a las drogas, el miedo a los demás y las cuestiones de la política y, por último, el miedo al mundo como reservado para las indagaciones en la religión, el más allá, la ciencia y la filosofía. 


Para aquellos que tenemos el placer de conocer previamente la obra de Escohotado, la estructura de la obra y elección de los pasajes resulta tan oportuno como un “diccionario sobre el autor”, que ayuda a ubicar con facilidad el lugar donde se encuentra tal o cual idea, previamente publicada.

Sin embargo, el libro no arrastra una pretensión exhaustiva ni antológica. Según nos comentó Antonio, dentro de la selección realizada por Guillermo Herranz, quedaron excluidos (con vistas a la producción de otra obra) aquellos textos referentes a sexo y salud. 

Posiblemente esta otra selección de escritos verá la luz en un futuro cercano, también de la mano de Página Indómita
Tras haber degustado el plato que Guillermo nos cocinó -con la amplia despensa de las ideas de Escohotado- tuvimos ocasión de hacerle algunas preguntas al profesor, y esto es el resultado.






Pregunta: Discúlpeme que empiece así, pero hace unos días he leído que el Ministerio de Hacienda le había dado un “premio por ser el mejor cliente de Amazon: 5.000 euros de multa por desgravarse el IVA de los libros que compra”. ¿Es cierto? En su caso, los libros son su herramienta de trabajo y como tal debería poder desgravarse de forma similar a otros autónomos. ¿Piensa pelear contra esta resolución o no cabe recurso?

Respuesta: Es totalmente cierta la multa, y que no admitieron desgravar un solo euro por compra de libros. Al parecer, debería haberlo presentado "en hoja Excel". Ya felicité al joven jefe de la Delegación por "quitarle a un anciano el pan ganado", y contestó a mi gestora que chitón o podría ser peor, sin perjuicio de quedarse con los tomos 1 y 2 de “Los enemigos del comercio”, solicitados como "información".

P: Profesor, su libro comienza con una impresionante exposición de méritos académicos, que no le evitó cosechar 7 ceros como calificación por parte de 2 tribunales universitarios. Ese hecho resulta mucho más inaudito que obtener la máxima calificación posible. ¿Qué es lo que no le perdonan? ¿Qué fue capaz de unir a esas dos salas -separadas por más de 20 años- contra usted?

R: Ni idea, porque se trata de 14 personas distintas. La verdad es que acabé tomándomelo como un homenaje.

P: Afirma dar gracias a haber ido preso en la encerrona que le montó la policía -un año a la cárcel de Cuenca- porque de no haber sido así, hubiera sido considerado el chivato o el delator, y eso hubiera tenido un coste muy peligroso para usted y los suyos. ¿Qué más aprendió de ese año “a la sombra”?

R: Recuerdo el año de Cuenca como uno de los más felices, porque me van los retos y ese fue uno de los primeros.


P: El gobierno hizo llover a la policía nacional una paga por productividad, para repartirse entre todos, de 50 millones de euros justo antes de las elecciones. Me recuerda a los pasajes de “Los enemigos del comercio” en que nos cuenta cómo cada nuevo César en Roma debía asegurar su posición -y la fidelidad de sus soldados- con abundantes pagos.
¿Ha mejorado la policía, desde que usted la sufrió, o sigue fiel a su antigua substancia? 

R: La policía es incomparablemente más de fiar en regímenes democráticos. 




P: En “Rameras y esposas”, al analizar los papeles de la mujer en 4 mitos y momentos históricos, nos llegó a hablar de una “virgen” María, que podría haber sido preñada por Herodes siendo una niña “santa” y casada urgentemente con un José -escogido entre los solteros del pueblo por ser el que tenía la verga más pequeña- que termina como “padre putativo” ninguneado por el niño dios y su madre. ¿No tenemos ningún mito más moderno que nos pueda servir para superar el estancamiento en ese modelo patológico de familia?

R: Al enumerar esos cuatro modelos arquetípicos me propuse sondear fantasmas inconscientes ante todo, para abrir una perspectiva no convencional a la relación entre géneros. No hay nada normativo en ese libro. La obsesión de María -y de los Evangelistas- es el sexo como personificación de la impureza, y si algo se deduce de los apócrifos es una milagrosa forma de evitarlo. De ahí, mucho más tarde, el dogma de la inmaculada, según el cual siguió siendo virgen incluso tras el alumbramiento.

P: ¿Es el salto de lo puro (pyros) a lo inmaculado (sine macula)? 

R: Exactamente, del pyros al sine macula.


P: “Frente a la tentación de convertir todo en mercancía, el ser humano cuenta con el antídoto de que el hecho de amar es infinitamente superior al de ser amado”, nos dice en ese mismo libro. 

¿Sólo el hecho de amar queda fuera del mercado? 

R: Como pensionista con servicios médicos gratuitos, debo reconocer que buena parte de mi existencia es extramercado. Por lo demás, no tengo nada contra la fijación de precios por concurso espontáneo de oferta y demanda, y me alegro de que los Estados de tipo europeo combinen providencia y competencia. 

P: ¿Es compatible el amor como vida de pareja con plenitud, con una vida de investigación científica o de estudio profundo? 

R: Nunca he tenido problema con mis parejas a cuenta de ello.

P: ¿Es la monogamia una mentira impuesta o esconde suficientes ventajas evolutivas como para adoptarla?

R: Las instituciones tienen lógica propia, como el resto de los seres de tercer tipo, ni subjetivos ni objetivos exclusivamente.

P: ¿Qué le parece el papel que parece que adopta el feminismo de ir contra los intereses manifestados por las propias trabajadoras sexuales, argumentando “que lo hacen por su bien”?

R: Me parece ridículo. Hay rameras vocacionales, sin duda alguna, y pretender salvarlas de sí mismas por medios coactivos es sencillamente un crimen. Un capítulo de Frente al miedo aborda monográficamente la diferencia entre delitos con y sin víctima concreta. 

P: Hace un par de décadas le vi decir -en el auditorio de un bar de copas en Salamanca- que “quien no tomaba drogas era porque tenía miedo a lo que albergaba dentro”. ¿No ha encontrado personas que no tomen drogas y cuya razón no sea el miedo a un interior horrendo? ¿Tan malo es el ser humano por defecto?

R: No hasta ahora. Pero eso no quiere decir que el ser humano sea "tan malo", sino con alguna frecuencia "tan rígido", tan afecto a la idea fija.

P: Si ya tenemos marihuana kosher... ¿para cuándo un Papa que tome MDMA en sus ejercicios espirituales? 

R: La experiencia es la madre de la ciencia. Cualquier cosa conocida de primera mano enseña mucho más que de segunda o tercera.

P: Recuerdo un coloquio de TV, con usted preguntando si una sustancia podía ser acaso mala o buena -como si tuviera un alma- en el que Javier Nart le contestó irritadísimo: “¡Sí! ¡La heroína! ¡La heroína es mala 'per se'!”. ¿Se sigue creyendo en la magia de las drogas, sea blanca o negra?

R: No descarto que los opiáceos conviertan el cáncer en enfermedad crónica, al reducir drásticamente la tasa reproductiva de los tumores. 

Si así fuera, tendremos ocasión de reír hasta las agujetas.


P: Siempre le he leído que los opiáceos eran sustancias que soportaban bien el esfuerzo intelectual, y que veía razonable su uso en la adultez tardía y tercera edad. Su capacidad de trabajo -ateniéndonos a los hechos- es asombrosa y no parece que el uso de los derivados mórficos le produzca demérito alguno. ¿A qué achaca esa capacidad de estas drogas para el largo plazo en el trabajo intelectual?

R: Son fármacos de paz.

P: También como fármacos de paz usted incluye -entre otros- a benzodiacepinas, barbitúricos o neurolépticos. ¿Cree que estos soportan bien el desarrollo de trabajos de tipo intelectual?

R: Las benzos y los ata-nervios solo son fármacos de paz en el sentido de amortiguadores de la vida psíquica, unos, y evitadores de la camisa de fuerza, los otros.

P: También incluye el esa clasificación el alcohol, que es la droga con mayor presencia en actos violentos de todo tipo, y a la heroína que -por la naturaleza de sus efectos- es poco o nada proclive a la violencia. ¿Cómo se debe entender entonces esa “paz” asociada a la palabra fármaco? 

R: Por ahora solo los opiáceos son fármacos de paz en sentido literal. 

P: En estos años, tras su último anexo al libro “Para una fenomenología de las drogas” que lo convirtió en “Aprendiendo de las drogas”, ¿ha tenido ocasión de probar -conscientemente- fentanilo o sus derivados? 

R: Tengo parches de Duragesic [fentanilo], pero no noto nada con los de 25 microgramos/h. Veremos qué tal me sientan dos.

P: Cuenta en “Sesenta semanas en el trópico” cómo no fue capaz de tomar psiquedélicos puros durante un largo tiempo, por el momento emocional que atravesaba en su vida. Superadas ya esas aguas, ¿tienen los psiquedélicos cabida en la organización de su actual tiempo o quedaron atrás las grandes excursiones psíquicas?

R: Acabo de conseguir cuatro dosis de 2C-B, y un día de estos caerán.

P: Hablando de la Nexus o 2C-B... ¿sabe usted por qué esta droga acabó afortunadamente en la lista II, en lugar de en la más restrictiva lista I de nuestro país? ¿Hubo algo de voluntario en ello o fue puro azar?

R: Ni idea.

P: ¿Conoce esos proyectos que buscan la inmortalidad mediante un volcado de conciencia y recuerdos en soportes digitales? ¿Lo ve factible? Si nuestra conciencia acabase simulada o clonada en una maquina, ¿seguiríamos necesitando la experiencia de la embriaguez y por lo tanto “drogas hechas de código” que pudieran proporcionarla?

R: Lo veo factible. Pero no veo por qué vía esos espíritus desencarnados podrían colocarse. 

P: Hay un texto en su libro -publicado en 1991 bajo el título “¿Votar?”- en el que concluye diciendo que “no votar -o votar en blanco- es lo único que puede contribuir a desnudar la farsa”. ¿Cómo se conjuga eso con apoyar con su voto y simpatía pública a un partido como Ciudadanos? ¿Acaso le parecen ese “Partido de la Humilde Reforma” que se esboza como idea en su libro?

R: Lo verdadero llega siempre a posteriori. En principio, el partido de Rivera es el único no pringado todavía con la autoperpetuación de una casta -ojo, el término es mío, no de Podemos, como demuestra leer “Majestades, crímenes y víctimas”(1983)- , ni con la simpleza de ignorar la interdependencia de ingresos y gastos. 

Llevo casi veinte años estudiando ese capítulo, cada día más convencido de que la complejidad no puede esquivarse sin desembocar de inmediato en inopia. El populismo tiene milenios de existencia, y un público cautivo desde sus principios, aunque la historia concreta de cada empeño suyo resulta instructiva. Sin excepción registrada hasta ahora -y estoy hablando de 71 ensayos concretos referenciados en Los enemigos del comercio, algunos con más de 80 años para fructificar- su promesa de atender al desfavorecido ha logrado lo inverso. ¿Que por qué? Pues genéricamente porque el analfabeto es mal maestro de lectura, y para controlar la naturaleza no hay otra senda que la humildad de estudiar muy de cerca y con paciencia sus regularidades.

P: Tengo un viejo amigo que, cuando yo le cito a usted, me dice con malicia “¿ya estás sacando al 'Vestrynge libertario'?” en alusión al vuelco del pensamiento político de ustedes dos, aunque ocurriera en sentido contrario. En su caso, ¿cómo se pasa de pedir en una embajada que le alisten para ir a luchar contra USA en Vietnam a despiezar conceptualmente el credo comunista?

R: No pretendo despiezar el credo comunista sino entenderlo. Y he descubierto algunas cosas que ignoraba por completo. La información solo se le indigesta al que a veces llamo mandobediente, para darle un toque castizo al sadomasoquista.

P: No sería su pretensión, pero con el análisis que realiza del asunto, queda expuesto a la luz de una forma “irrecuperable” para quien pretenda seguirlo, en una base de racionalidad y no de creencia. ¿Realmente no intuía lo que se iba a encontrar al poner su particular microscopio en este asunto de la “fe comunista”? 

R: Nunca imaginé que su fondo fuese el tabú de la impureza desplazado a "la mercancía", aunque así lo demuestran pruebas irrefutables.

P: Su definición del “idiota” -ciudadano q no se ocupa de los asuntos públicos- en contra posición al “polita” es un clásico ya. Pero ¿cree que la actividad de tipo política debe ser encauzada en el modelo de partidos o ve que pueda existir un cambio de paradigma a otros modelos?

R: Internet promete muchísimo.

P: ¿Ve usted algún grupo político que apoye de forma efectiva el desarrollo de una democracia de ejercicio telemático?

R: Sería estupendo poder charlar sobre eso y otras cosas en alguna tele con [Pablo] Iglesias.

P: La democracia telemática que usted ha propugnado en ocasiones, ¿no es lo que debería proceder como evolución natural para una sociedad que se expresa telemáticamente? ¿Cree que ejercer el voto de esta forma bastaría para reducir la densidad de parásitos en el sistema público?

R: Reducir la densidad de parásitos es una gran meta política. Deberá en todo caso coordinarse con una sistema educativo que vaya al fondo, y enseñe desde pequeño hasta el diploma final la misma verdad sencilla: 

"Serás un parásito hasta descubrir un trabajo vocacional que resulte útil a los demás".

P: ¿Cree que alguien debe ir a la cárcel por escribir un tuit que no es de buen gusto o que se caga en la majestad de turno? ¿Neocrímenes sin víctima? 

R: Neocrímenes sin víctima.

P: Usted definió el vuelco electoral tras los atentados del 11M como “un país bajándose los pantalones”

¿Cree que si algo así volviera a suceder ahora, el país habría alcanzado la madurez -serenidad de ánimo tal vez- que no tuvo entonces?

R: Me temo que no.

P: En el año 1996 apoyaba públicamente un referéndum en el País Vasco y el derecho de secesión de los pueblos, pero parece que cambió de opinión cuando Fernando Savater le cuestionó los limites que definían al pueblo a consultar. Finalmente acabó pensando que el asunto de ETA sólo tendría un final policial y penalmente. 

¿Y frente a la actual Cataluña independentista? ¿Apoya el derecho a un referéndum sobre la secesión catalana en su escenario de ausencia de violencia armada? ¿Qué prevé que ocurra cuando el tren del llamado “proceso” intente dar algún paso que vaya más allá de los gestos o las palabras?

R: Quizá proceda un doble referéndum, local y nacional. Fernando me reprocharía, probablemente con razón otra vez, que seguir consintiendo el “yo me lo guiso y yo me lo como” de la inmersión lingüística y el mangoneo sufragado con dinero público condena a innumerables catalanes disconformes con que el castellano se destierre, y prospere un complejo de inferioridad paleto, pues no otra cosa late en desear que el mundo hable su lengua, en vez de disfrutar hablando otras, como me pasa a mí por ejemplo con el inglés, el francés, el portugués, el italiano y en menor medida el alemán. Pero comprobaremos que los catalanistas no quieren en realidad referéndum, pues intuyen que lo perderán si no media alguna trampa. Es el mismo ánimo que convocó la Semana Trágica de 1909, y las Jornadas de Mayo de 1937. Odiar mucho, y pensar nada.

P: ¿Cree que vamos sin remedio a unas elecciones anticipadas o al final nos veremos abocados a una “gran coalición” de algún tipo? ¿Qué le inspiran los actuales candidatos? ¿Cambiaría algo sustituyendo a Rajoy por Soraya o a Pedro Sánchez por Susana Díaz?

R: Por mucho que la mona se vista de seda... 
Es asombroso cómo el PSOE ha ido degradándose desde Zapatero y su equipo. Ojalá haya nuevas elecciones, y el cuerpo social se aclare.

P: ¿No se anima a pronosticar un resultado del juego de pactos que estamos presenciando?

R: Soy alérgico a la profecía.

P: La utopía de un liberal es una existencia sin la coerción de un estado. ¿Le parece realizable o es una aspiración a la que es mejor renunciar, en pos de obtener una cierta paz negociada con la realidad?

R: El liberalismo doctrinario sigue confundiendo Estado y Gobierno, cosa muy bienvenida por las cliques que se apoderan del segundo. No hay otra paz que la realidad misma, teniendo entereza para sufrir lo inmodificable, energía para reformar y conciencia para distinguir males con y sin remedio en cada instante. Para mí no es coerción, por ejemplo, el principio do ut des (doy para que des, doy porque diste) o cualquier otra regla cuya observancia aumente la capacidad de obrar. La coerción empieza cuando aspirantes a domadores de personas te venden oficios mesiánicos de algún tipo, y transforman el lenguaje en un grupito de claves para identificar sectarios y adversarios. Con las sectas ¿negociamos? 

P: Discúlpeme, no alcanzo a ver a quién llama sectas exactamente. ¿De quiénes estaríamos hablando?

R: Secta es cualquier grupo homogéneamente convencido sobre la veracidad indiscutible de ciertas tesis, que se juramenta -hasta la victoria siempre- y antepone el fin a los medios.

P: Me ha fascinado descubrir en su libro que la definición de la RAE de “curiosidad” pasó -en algún momento entre la edición de 1976 y la digital- a ser “deseo de saber o averiguar una cosa” a ser “deseo de saber o averiguar alguien lo que no le concierne”. Toda una modificación ideológica que, vistas las fechas, es posterior a la etapa franquista. ¿Quién decide la inclusión de semejante añadido? 

R: La Academia cambió muy recientemente en la dirección oportuna, llevándose la primera acepción a segunda. Más que conspiraciones podría haber imitaciones, con un foco mimético definido nuevamente por simplezas como sistema y antisistema. Hace mes y pico comprobé de manera imprevista que precisamente a mediados de los años 50, cuando Wiener, Bateson, von Foerster y otros estudiaban sistemas concretos, y descubrían los primeros teoremas de ese campo, Marcuse prefería llamar Sistema al fetichismo de la mercancía, manteniéndose ajeno a lo concreto para todo tipo de procesos sistemáticos o de retroalimentación, que es si atienden a no a señales del medio. 

Cuando el medio se descarta -como hacen los relojes, los dogmas y toda suerte de cosas rígidas- la noción insiste en autoafirmarse pese a quien pese, y describe círculos viciosos. Para pasar de ideas coaguladas a conceptos realistas la autoafirmación debe convertirse en rectificación constante, que es la espiral virtuosa.

P: La ciencia sigue su avance imparable, y su búsqueda de la inmortalidad de una u otra forma. ¿Le parece una búsqueda legítima o una aberración en su fines? ¿Tiene que ver la “borrachera tecnológica” del último siglo con nuestro fracaso como sociedad para aceptar la eutanasia -el suicidio asistido- como un derecho del individuo derivado de la propia vida?

R: No entiendo llegar a mi edad sin haber educado al impulso de supervivencia, aunque conservo bastante energía y padezca achaques mínimos si los comparo con otras personas de tercera edad. Morirme con 20 o 30 años hubiese sido una tragedia, y morirme en dos o tres horas sería óptimo, aunque mejor aún terminar en segundos, ahora mismo. 

Hice lo fundamental que quería hacer -buscarme, y encontrar algo que hiciese con alegría constante-, y eso me mantiene contento en la brecha. 

Pero la condición es conservar dignidad física, una vida básicamente grata para mí y los míos. Miro con pena a semejantes de los cuales se ha despedido la vida, y solo entonces parecen dispuestos a luchar por ella. Siendo bien posible que a última hora se me olvide el noble ejemplo de una “mors tempestiva”, lo que me asombra es no ver siquiera ese propósito en la mayoría, y menos aún tener organizado el botiquín oportuno. 

Naturalmente, me parece el colmo de la abyección castigar el suicidio asistido. Por esa puerta podría colarse algún asesino, pero solo si la ley tipificó como crimen ese acto piadoso, haciendo inútil la declaración verbal o escrita: se lo pedí yo.

P: En este punto -que ha quedado excepcionalmente claro- quiero plantearle el caso de la degeneración de nuestro cerebro como final vital: las enfermedades del olvido como las demencias degenerativas tipo Alzheimer.
Cuando el sufrimiento insufrible o el deterioro agudo llegan mientras “conocemos”, tenemos aún cierta capacidad de respuesta voluntaria. ¿Pero cómo construir nuestro derecho a una buena muerte elegida en torno al estado de una mente que ya “no rige”? ¿Deberíamos prever ese posible desenlace y actuar antes de que perdamos la capacidad propia de acción? 

R: Muy probablemente.

P: El avance tecnológico y criptográfico ha alumbrado los mercados tipo Silk Road -de los que usted es público usuario- y que entre otras cosas despachaban drogas “para la eutanasia activa” como los barbitúricos. ¿El crimen de Ross Ulbricht es un crimen ideológico? ¿Ve usted alguna opción de que ese joven no muera en la cárcel? 

R: Una forma excelente de palmar sería emprendiéndola a tiros con quienes han hecho posible esa condena. ¡Qué filántropo tan eminente, el joven y heroico Ross Ulbricht! 

No descarto devolver terror por terror, en ejercicio de la legítima defensa ajena, aunque plantarme con un fusil de asalto en su penal dejaría impunes a los culpables. Ser pacíficos con el belicoso no es ser pacíficos sino cobardes, y quien acata una ley injusta es cómplice suyo en vez de buen ciudadano. 

P: No puedo evitar preguntarle cuál es su opinión sobre el Bitcoin, no ya como pasarela de pago, sino en sus aspectos más monetarios. ¿Qué le parece Bitcoin como moneda tras sus años de estudio sobre la historia de la economía? ¿Servirá una moneda sin dueño, como Bitcoin, para que el ser humano pueda desembarazarse del estado? 

R: Por ahora ha funcionado admirablemente, y se diría que su difícil logro es mantener una correlación entre valor fungible y esfuerzo, en este caso la criptominería que desemboca en redes virtuales de confianza. Por otra parte, desembarazarnos del Estado es tirar al niño con el agua de la bañera. Las instituciones que componen el mecanismo estatal transforman el familismo atávico de la sociedad civil en un límite objetivo al egoísmo particular. Preocupémonos más bien de que no resulten pervertidas por listillos y redentores autonombrados.

P: Usted achacaba la existencia de las religiones al hecho del miedo atávico del ser humano ante la muerte. Ahora que por el transcurrir de la edad se encuentra usted más cerca de ese momento, ¿ha hecho acto de presencia la religión en su vida? ¿Tiene miedo? ¿Sigue siendo ateo o ha encontrado alguna forma de dios que le convenza?

R: Bueno, ya contesté en parte. Por lo que respecta a lo divino, o es una superstición lastimosa o es el arco de bóveda para la colosal maravilla del cosmos, insondablemente profunda en cada mínimo detalle. Siempre he atribuido la espontaneidad de la naturaleza a regalos de información que vienen postergando la ley de entropía. Cuáles sean más en concreto, y de dónde vengan, no lo sé. Sin embargo, tampoco desespero de averiguar algo al respecto.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Drogas y sexo: la 2C-B o Nexus

Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Sirve como natural sendero para continuar tras la publicación de la síntesis de la 2C-B del Pihkal de Shulgin y Ann Shugin.
Esperamos que os guste.

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Drogas y sexo: la 2C-B o Nexus.


Casi todas las drogas han tenido en algún momento una reputación como afrodisíaco, como sustancias que ayudaban al sexo en alguna de sus necesidades fisiológicas -como la erección- o de voluntad y libido. Y casi nunca ha sido verdad.

Hemos escuchado historias de personajes que poniéndose una determinada cantidad de cocaína en el glande durante la cópula, realizaban proezas dignas del mejor actor porno. No es raro cuando en su prohibición se mantenía que “incitaba a los negros a violar mujeres blancas” pero no hay nada real en ello. 



También se dijo de la LSD, el propio Tim Leary a modo de venganza contra el establishment, cuando se aseguró que una mujer bajo sus efectos alcanzaría decenas de orgasmos. ¿Alguien más ha vuelto a escuchar algo del poder afrodisíaco de la LSD? 

Se dijo del opio y del cannabis, de la mandrágora y del escarabajo de la cantárida, aunque el insecto sí que tenía algo que era capaz de provocarte una erección tan intensa que te duela, antes de acabar matándote si te has pasado con la dosis.

Todas las drogas actúan sobre el sexo y sus mecanismos. Todas ellas desde que alteran nuestra percepción, nos estimulan, relajan, desinhiben... pero ello no quiere decir que todas las drogas sean afrodisíacas o sean “buenas para el sexo”. Hay personas que se sienten más desinhibidas con una benzodiacepina y son capaces de disfrutar más de las relaciones -algo muy poco distinto a tomarse una o dos copitas antes del juego sexual- y no por ello nadie considera que el valium sea un afrodisíaco. De todas las drogas conocidas, si somos justos, tendríamos que decir que el mayor afrodisíaco es el alcohol, ya que es la droga más presente entre personas a la hora de mantener relaciones sexuales, a modo de lubricante social que facilita la desinhibición, y en muchos casos la pérdida de control y de sentido crítico. Cabe recordar que es también la droga más frecuente en las violaciones.



Sin embargo sí es cierto que hay sustancias, como la MDMA, que producen un intenso contacto emocional entre los sujetos, y que eso se traduce muchas veces en intimidad sexual, con o sin cópula. Si bien se puede decir que la MDMA ayuda bastante a meterse en la cama con alguien, no ayuda nada al atletismo sexual: te será difícil tener una erección, y si la tienes, será más difícil aún que puedas llegar al orgasmo. Para facilitar -por la vía rápida- el asunto con la MDMA, surgió una combinación llamada “séxtasis” que no era otra cosa que MDMA y Viagra, para combatir los efectos de flacidez que causa el éxtasis, pero que presenta mayores riesgos al mezclar distintas drogas al mismo tiempo afectando a tu cuerpo.




De entre las nuevas drogas que fueron saliendo de los matraces de los químicos como Shulgin, saltó una que pronto ganó reputación en la esfera sexual: la 2C-B también llamada Nexus en el mercado negro. Fue sintetizada en 1974 y explorada en 1975 por el grupo de los Shulgin. Hay que entender que en este grupo existían unas normas de comportamiento entre miembros que prohibían la actividad sexual entre quienes no eran previamente pareja -para evitar malos rollos al día siguiente, por ejemplo- pero que a la vez alababan los informes que les entregaba la gente sobre la actividad de la droga que estaban probando en todas las esferas donde actuaba, y eso incluye el sexo en personas sanas. 

Pronto se dieron cuenta que, sin ser un afrodisíaco genital (algo que provocase erección y deseo, por ejemplo), la droga resultaba muy útil ya que a diferencia de otras, la 2C-B no interfería tan negativamente con los mecanismos fisiológicos del sexo: no impedía la erección y el orgasmo en el varón como suelen hacerlo otras drogas de ese tipo. Eso la hacía un instrumento muy útil para poder explorar el aspecto sexual de la experiencia psiquedélica sin la dificultad -o imposibilidad- que otros psiquedélicos y enteógenos aportan.



En los 80 saltó por primera vez al mercado, cuando todavía no estaba prohibida (ni siquiera lo estaba la MDMA) en unos lotes que pretendían ser lotes de pastillas de MDMA. Lo cierto es que el efecto de dosis bajas de 2C-B puede ser experimentado como similar a la MDMA, pero si sobrepasas cierto margen, se convierte en una droga tan psiquedélica o visionaria como la mescalina. De hecho, uno de los nombres de la 2C-B es bromomescalina, ya que la molécula es una modificación de la mescalina con un átomo de bromo sustituyendo un grupo metoxi, y cuando se sobrepasa cierto punto, es una molécula que tiende a crear experiencias de miedo especialmente en personas no acostumbradas a sus efectos. No es bueno pasarse con ella: con muchas de estas drogas, menos es más y mejor, y no conviene creer que por aumentar la dosis aumentarás lo placentero que puedas sentir.

Una forma que se ha popularizado de tomar la 2C-B o Nexus es en combinación con MDMA, especialmente cuando los efectos del éxtasis empiezan a bajar, para aprovechar el estado emocional que queda, como se hace en ocasiones con otras drogas como los hongos o la LSD. Otros prefieren tomarlo junto. En todo caso hay que advertir que la 2C-B y la MDMA parecen potenciarse mutuamente, con lo que si se van a tomar en combinación, deben rebajarse las dosis de ambas para que la experiencia no sea algo que sobrepase a la persona en los efectos que espera encontrar.



Pero más allá de no dificultar lo coital, hay algo extrañamente sexual en esta sustancia, que en ocasiones incluso se manifiesta fuera del contexto donde uno puede esperarlo. Echen un vistazo a esta experiencia:


Esa noche salí de fiesta con 2 pastillas de MDMA de unos 125 mgs cada una y 3 pastillas de 2C-B de 5 mgs cada una, flojitas pero suficientes si iban a tomarse mezcladas.

Empecé la velada comiéndome una pastilla de MDMA, tomando alguna cerveza, y disfrutando de una graciosa noche calurosa de fin de verano. Pasaban las horas e iba mezclando poco a poco la MDMA con la 2C-B. Tomé una dosis de 5 mgs de 2C-B. Al cabo de un par de horas tomé media pastilla de MDMA y otra de 2C-B, y otro par de horas después, la otra mitad que me quedaba de una pastilla de MDMA.

Ya era de día cuando viendo que sólo me quedaba una pastilla de 2C-B de 5 mgs, pues me la tomé mientras acompañaba a un amigo a su lugar de trabajo -un bar- donde nos tomamos otra cerveza.
Y estando relajados y tranquilos, en un bar cerrado para nosotros dos, súbitamente me empezó a latir el corazón con fuerte taquicardia, y empece a sentir miedo.



Puro miedo, sólo miedo.
Salí de allí dejando la cerveza a medias, casi sin decir nada, casi corriendo.
En la calle mi corazón se aceleró más aún: veía a la gente de día y me entraban ganas de correr, de evitar a todo el mundo con un chasquido de dedos.

Iba andando a toda prisa hacia mi casa, que no estaba lejos, con la idea de que si me pasaba algo, que me ocurriera allí. A lo mejor no era la mejor idea del mundo, pero era la que tenía en ese momento en mi cabeza: protegerme en mi casa.

Aun así tuve el valor de pararme en la calle a hacer una llamada desde una cabina -no existían los móviles como ahora- para decir a una persona que no me encontraba bien, y que no iría a recibir otra llamada que tenia que recibir esa tarde (antes la gente quedaba para llamarse, aunque suene raro).

Desde ese momento, la experiencia cambió radicalmente:

Estaba a escasos 200 metros de mi casa y todo el miedo y la paranoia se habían convertido, de golpe, en un extremo sentimiento de paz y de comprensión.
El pecho me explotaba de satisfacción. Una satisfacción extraña que sólo había conocido en ocasiones con los enteógenos más fuertes, pero nunca saliendo de fiesta, sino en momentos más relajados y preparado para ello.



Decidí de todas formas seguir hacia mi casa.
El calor empezaba a ser agobiante y pensé que igual que se me había pasado ese mal momento, bien me podía pasar lo contrario de nuevo.
Así que llegue a casa, entré en mi habitación y me desnudé.
No había casi luz, y si cerraba los ojos y me sentaba, empezaba a meterme en una espiral interminable de ideas, insights y visiones. Estuve un rato disfrutando de ese estado, hasta que el calor me hizo ir a ducharme.



Y allí ocurrió.
Me duché con agua fresquita. Las sensaciones eran muy agradables: recordaban el saciar una necesidad grande, como beber con sed o comer con mucha hambre.
Terminé la ducha, cerré el grifo.
Me dejé escurrir el agua por un instante en la bañera, ya que no tenia intención de secarme con una toalla.



Fue la primera gota.
Descendió de mi cuerpo y chocó sobre la cerámica de la bañera.
Produjo un sonido simple, pero en mi interior se escuchó como si crujieran todos los arboles de un bosque al mismo tiempo.
Simultáneamente al sonido me golpeó brutalmente una sensación a la que en muchas ocasiones he llamado orgasmo... pero ahora pienso que era superior a él.
Me agarré con fuerza y algo asustado a la pared y el mando de la ducha, pero el asunto sólo acaba de comenzar.



La siguiente gota chocó provocándome la misma sensación de un orgasmo casi interminable y no había pasado más que una fracción de segundo...
Otro orgasmo me sacudía mientras desde mi pelo, desde todo mi cuerpo empezaron a descender gotas, que caían desde mi pecho, mi estómago, mi pene.... a estrellarse contra el suelo de esa bañera.

Cada gota me hacia romperme por dentro de placer. Me agarraba con fuerza a donde podía: nunca había experimentado algo así. Era el sonido que provocaba la gota, lo que me abría un nuevo orgasmo cada vez...




Dios. Me estaba muriendo literalmente de placer.
Mi respiración oscilaba entre la quietud absoluta y el tomar aire como si me estuviera ahogando!!
Caían todas las gotas que se escurrían de mi pelo y cada una llevaba en sus átomos un orgasmo demoledor.

Llegó el momento cumbre, en el que había mayor numero de gotas rompiéndose contra el suelo, y mi cuerpo se tensó y arqueó como si me fuera a partir en dos.
No era posible tanto placer: me iba a reventar el alma de gusto!!



Con los ojos cerrados sentí como se abrían dentro de mi decenas de orgasmos que, si pudieran ser dibujados, eran concéntricos unos con respectos a otros. Acaba de empezar uno, cuando rompía otro en el centro de ese. Cada vez más y más profundo.

Y el tiempo por un instante se detuvo: sólo existía el más íntimo placer alargado hasta el infinito. El ritmo empezó a disminuir porque ya casi no quedaban gotas de agua sobre mi cuerpo estático y descendían más lentamente.

Yo las veía bajar con la promesa escrita de volver a escuchar el crujido de cien arboles, y volvían a provocarlo. Pero cada vez menos; se distanciaban más unas de otras en el tiempo.
Volvía a recuperar esa consciencia perdida por instantes, y empezaba a sentir una inmensa pena.

Llegó el final: la última gota rompió regalándome un último orgasmo brutal, íntimo y profundo como nunca esperé sentir.
Con los músculos tensos como si estuviera siendo atravesado por una corriente eléctrica, sin ser capaz de soltarme aun de la pared y de los grifos de la ducha, rompí a llorar. Llore por unos instantes con desesperación y rabia: quería sentir más de lo que me habían regalado!!



No intenté que ocurriera de nuevo. Sabía que no sería así.
Aún hoy en día, cuando lo recuerdo, sé que cambiaría sin dudarlo toda la sexualidad de mi vida pasada, presente y futura, por un solo instante así. Nunca jamás volví a experimentar algo remotamente parecido. Sólo me pude llevar un inmenso sentimiento de gratitud y de pena por no poder volver a visitar -a voluntad- un lugar tan inmensamente lleno de placer.

La experiencia da datos sobre las dosis, que en el caso de la MDMA no pasó de 250 mgs en toda la noche y 15 mgs, en 3 tomas, de 2C-B. La cantidad de 2C-B parece pequeña, casi rozando el borde de lo que sería una dosis efectiva de la sustancia, pero debido a la sinergia con el éxtasis, sus efectos correspondían a los de dosis más altas de dicha sustancia.

La 2C-B es una feniletilamina que parece ser sencilla de manejar en sus efectos en el rango de dosis más bajas, que su autor cifra en el rango de los 12 miligramos a los 16, considerando los 24 miligramos como una dosis alta, y hasta 35 miligramos las muy altas. Sin embargo se han llegado a consumir, por error, cantidades hasta 4 veces superiores a la dosis considerada como alta, produciendo espectaculares experiencias de miedo intenso en diversas formas, pero no poniendo en riesgo la vida de quienes las han experimentado.

Cabe mencionar un hecho curioso sobre la 2C-B que tal vez ayude en el futuro a su aprovechamiento como posible fármaco. Mientras que en la inmensa mayoría de los países que la prohibieron hace unos años, como USA o Reino Unido, se encuentra en la categoría más restrictiva para una droga, conocida como Lista I y cuyas sustancias están prohibidas para uso con humanos, en España se encuentra en la Lista II, lo que la hace una sustancia que podría ser solicitada por su menor fiscalización para investigaciones con mayor facilidad que otras drogas


No hemos podido encontrar una razón convincente para que la 2C-B esté en la Lista II mientras la 2C-I (su hermana iodada, por ejemplo) está en la Lista I. Tal vez tenga algo que ver el hecho de que durante un tiempo, en España, tuvimos un laboratorio llamado Drittewelle que producía esta droga, de forma legal, y la vendía por diversos países del mundo, también de forma legal hasta que fue prohibida.

La 2C-B se llegó a vender en Sudáfrica a los “sangomas”, fabricada por dicha empresa y distribuida por otra llamada Inkwazi, que son los brujos de ciertas comunidades que usaban otros enteógenos de origen vegetal de sus zonas para llevar a cabo sus ceremonias, y fue acogida muy favorablemente hasta que fue prohibida. Aunque en este caso, se insistía en el prospecto del producto en que el principal componente era la catina, un estimulante extraído del khat, cuando la 2C-B tiene un origen totalmente sintético



El mismo error que sigue reproduciéndose hoy día en distintas webs, que achacan incorrectamente un origen vegetal a dicha sustancia. El nombre que le dieron fue Ubulawu Nomanthotholo que en el idioma local quería decir “la medicina de los espíritus que cantan”.

Si bien es cierto que el nombre de Nexus fue el que le puso la empresa Drittewelle para lanzarlo al mercado, en alusión a sus supuestas propiedades sexuales, no parece que se hiciera con la 2C-B nada distinto a lo que se hizo con otras muchas sustancias, de origen vegetal como el kava-kava o de origen sintético como otras variantes de feniletilaminas, lanzándola como afrodisíaco ya que prácticamente todas las sustancias en aquella época se lanzaban al mercado aludiendo a sus propiedades sexuales. Ellos vendían, como otras tantas empresas, lo que el cliente quería escuchar. Y al hacerlo en dosis bajas, pues sus pastillas eran de 5 mgs nada más, evitaron en buena medida que sus clientes tuvieran malas experiencias: la misma dosis daban en Europa como Nexus, el afrodisíaco, que como Ubulawu Nomanthotholo para que los chamanes sudafricanos se pusieran en contacto con sus ancestros.

Pero en esta ocasión resultó ser cierto, que la sustancia que había dejado el genio salido del matraz de Shulgin, era una sustancia que ofrecía oportunidades maravillosas a la hora de explorar, entre otras cosas, la experiencia sexual bajo el influjo de un psiquedélico, que sin llegar a ser LSD, abre unas cuantas puertas más que la MDMA. Una sustancia notable que fue, sin duda, una de las favoritas de Shulgin y posiblemente su creación más preciada. El mercado negro tomó buena cuenta de ella, de manera que cuando se prohibió es de esas sustancias que han seguido existiendo porque cuentan con una demanda de un público estable. No era sólo mito, había escondida una curiosa realidad detrás.