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domingo, 4 de noviembre de 2007

Polimorfismos genéticos y medicación individualizada.

Hace unos días, en la anterior entrada y sus comentarios, hablábamos de qué variables había que tener en cuenta a la hora de dosificar un fármaco. En un comentario yo hacía mención a las más habituales y aplicables a día de hoy.

Y hacía también una mención a las que serían de esperar al día de mañana, en un futuro que yo pensaba más lejano. Esas eran las variables que dependían de la carga genética de cada individuo, sus genes, y de las consecuencias de las diferentes expresiones a nivel proteico de ese material.
Genotipo y fenotipo, que son los que nos llevaban a hablar de terapias individualizadas en función de los polimorfismos genéticos que en cada persona provocasen que las medicaciones y otras drogas provocasen reacciones diferentes, o de diferente intensidad, duración y efectos secundarios.

Aunque ese hecho es conocido y estudiado desde hace mucho tiempo -al menos desde que se fueron descifrando partes de nuestro genoma- no parecía probable que se llegasen a aplicar sus descubrimientos dado que para ello, hacían falta estudios genéticos de los receptores de cada medicación, y esto de momento acarrea unos costes que son demasiado fuertes como para que eso se extienda a toda la población de consumidores de fármacos.

Aunque esta opción es a todas luces la que se seguirá cuando económicamente sea viable, de momento pocos estudios prácticos se habían llevado a cabo, y casi siempre habían estado centrados en los aspectos genéticos de ciertas patologías, y en la investigación y lucha contra el cáncer.

Pero hoy me alegra traer a esta página una buena noticia, que lo será aún más si pasa de ser una excepción a una costumbre.

El servicio de Bioquímica Clínica y el de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario "Virgen Vega" de Salamanca, ha comenzado a desarrollar un estudio médico para adaptar, en base a nuestra carga y expresión genética, la medicación que se le da a pacientes psiquiátricos.

De momento se han tomado como muestra para el estudio a dos grandes grupos, uno formado por pacientes que son tratados con neurolépticos o antipsicóticos, y otro compuesto por personas que reciben medicación antidepresiva.

Al frente del estudio esta la doctora e investigadora María Isidoro García, con amplia experiencia en otros estudios de las diversas expresiones genéticas, y que ya puede poner en marcha gracias a la llegada de material puntero en investigación, como es una plataforma de genotipado de alto rendimiento.

Tal vez alguien se pregunte que relación tiene esta noticia con el contenido habitual de esta página. Por un lado, ya estamos hablando de fármacos, y más concretamente de fármacos psicoactivos.
Pero además, lo que a algunos -los mas curiosos en esto de la farmacofilia- nos puede interesar, es que dicho estudio está básicamente centrado en el citocromo P450 y sus subtipos.

¿Qué es eso del citocromo?
Los citocromos son estructuras proteicas que cumple diversas funciones en el metabolismo animal y vegetal. Desde procesos como la fotosíntesis en las plantas a procesos como la acumulación de energía química en la ATP (adenosina trifosfato) animal, que es nuestra mayor moneda de intercambio energético.
Otros de esos citocromos tienen funciones enzimáticas, catalizando modificaciones químicas en diversas moléculas de todo tipo.

Pero el citocromo P450 y sus variantes, son de especial relevancia para los consumidores de psicofármacos, ya que son responsables de la metabolización y desactivación de más del 90% de los productos con actividad psíquica.
De esta forma, cualquier cambio en su estado, función, inhibición o potenciación, tiene como resultado que una sustancia sea más o menos activa, tenga más o menos efectos secundarios, y pueda oscilar entre provocar una sobredosis o no resultar útil para el fin que era administrada.

Y esto cobra mayor relevancia aún cuando se trata de medir las interacciones entre distintos fármacos, o entre fármacos y ciertos alimentos que actúan aumentando o incapacitando la actividad enzimática de este importante desconocido.

Este estudio nos dará sin lugar a dudas más información sobre la delicada relación de ciertos genes, como se han expresado, y las consecuencias prácticas sobre ello.
Todo esto, claro, basándose en estudios genéticos, que si ahora no son la norma, en el futuro sí lo serán, y posiblemente un ordenador que se conecte a un chip donde tengamos nuestra estructura genética almacenada nos diga que tomar, o que evitar tomar.

Yo hablaba hace unos días de futuro, pero aunque faltan muchos estudios en ese aspecto, es algo disponible ya, pero con la eterna traba económica.

Más datos sobre el estudio.
Con una pequeña muestra de ADN de la persona, y tras ser sometida a una multiplicación de la misma por la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y secuenciada, esta sera colocada en un pequeño chip que será leido por un ordenador, que traducirá mediante un software específico las implicaciones que ese ADN tenga con respecto a el citocromo P450 y subtipos.

Para eso se usará el "Amplichip cyp450" de los laboratorios Roche, que podéis ver en ese link junto con una explicación de su utilidad y objetivos. La versión en inglés de la web da alguna información más, como por ejemplo sobre que substratos actúa dicho citocromo y algunas de sus variaciones o mutaciones.

Después de haber visto tan cerca el uso de estas nuevas tecnologías, me inclino por pensar que tal vez en menos de dos décadas, sean de uso común. Y que las próximas generaciones de psiconautas no sólo tendrán que leer y buscar información sobre dosis y pureza de sustancias, sino que podrán estar mejor preparados disponiendo de su información genética y con medios para acceder a saber como esta les influye con una u otra substancia, mejorando la reducción de riesgos asociados al consumo y la calidad de sus experiencias.

Y me gustaría terminar esta entrada aquí, con una buena noticia nada más.
Pero creo que no debo dejar de hablar de un tema que ha afectado a toda la familia de usuarios de enteógenos: la prohibición total de venta de hongos psilocibios (con psilocibina/psilocina) en los Países Bajos.

La noticia ha caído como un jarro de agua fría hace unos días, haciéndose eco de ella los medios con su habitual desinformación en este tipo de asuntos.
Casi todos ellos han dado la noticia como si fuera la consecuencia del trágico suceso en el que una chica francesa menor de edad, se había arrojado por un puente en Amsterdamn tras consumir, entre otras cosas, supuestamente estos hongos.

La verdad es que ese hecho no ha tenido mucho que ver en su prohibición, que era algo perseguido por ciertos sectores conservadores, proclives al manejo de drogas desde el punto de vista de la prohibición en lugar de apoyar la reducción de riesgos.

Uno de los argumentos esgrimidos es que las llamadas a ambulancias y asistencias a hospitales por malos viajes (ya que no hay casos de muerte por esos hongos) habían pasado de 70 en el 2005 a 128 en el 2006.
Pero no parecía importarles que 9 de cada 10 casos era protagonizado por un turista, en su mayoría de origen inglés. Y además, esto ocurría curiosamente, desde que se clasificaron como droga tipo A (equivalente a las peores condenas penales) en el Reino Unido.
Es decir, la política de educación y tolerancia ha dado sus frutos en Holanda, que consumía miles de kilos de hongos frescos cada año.
Pero el mal uso de algunos turistas que huyendo de la prohibición en su país los buscaban allí ha acabado por darles una excusa a los legisladores para complacer al resto de fracasados países que con la prohibición como bandera, no les queda sino envidiar la ausencia de problemas que tienen los ciudadanos holandeses con respecto a las drogas.

He estado atento a los cambios que eso podía producir en la venta de hongos a través de internet, y aunque se han hecho eco de la noticia, prácticamente siguen estando disponibles donde antes lo estaban.

Personalmente no creo que esta prohibición vaya a afectar a los hábitos de consumo de los amigos de las setas. A día de hoy y como dijo Escohotado, la oferta es tan amplia y accesible, que el consumo ya no se elige en función de su legalidad. Es sólo la fachada de la "guerra perdida contra las drogas".

Pero sí soy consciente de que precisamente los menos experimentados, los menos informados y por lo tanto los más vulnerables, si se ven privados de un acceso fácil y sin criminalizar a estas setas, pueden inclinarse por otras opciones que les sean más cómodas, a la hora de comprar.

Y en lugar de acceder a una sustancia cuyos efectos son, dentro de los enteógenos clásicos, unos de los más benignos y de menor duración, pasen a vérselas con otras drogas cuyos efectos son más duraderos, intensos, desconocidos en su totalidad por ser research chemicals como el DOB, o imposibles de dosificar con certeza por su status y presentación, como la LSD.

Para el profano todo esto puede sonar parecido, pero no se equivoquen porque no lo es.
Es un paso atrás en detrimento de los derechos y la salud de muchas personas.