Mostrando entradas con la etiqueta Escopolamina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Escopolamina. Mostrar todas las entradas

miércoles, 8 de febrero de 2017

Burundanga Madness y sumisión química

Este texto fue publicado en plena fiebre histérica de los medios con la Burundanga en el portal Cannabis.es. Aprovecho para citar el excelente trabajo de Anna Pacheco para Broadly sobre el mismo tema, y con un enfoque realista del que otros medios carecieron esos días.

--


Cuando mi móvil empieza a sonar notificándome privados de mucha gente distinta, suele ser que algo nuevo -o presentado como tal- referente de alguna forma a “las drogas” (desde un parricida al que vinculan con la “droga porro”, a un estudio de ciencia-ficción o TodoACienCia sobre el krokodil ruso, que veranea en levante) ha explotado en los mass-media, como la TV y la radio.
Eso es lo que pasó ayer, que teníamos nuevo protagonista que presentar o, mejor dicho, teníamos la primera vez CON PRUEBA DE TÓXICOS que la tan traída y llevada “burundanga” había sido detectada en una persona (con rol de víctima involuntaria) en España.
¡Por fin! No es que me alegre de que este suceso haya ocurrido, sino que al fin tenemos algo real y tangible de lo que hablar y que incluye una prueba de tóxicos de antemano, lo cual es muy de agradecer. Una mujer de 36 años acudió -en un grave estado de confusión- a un hospital, acompañada de una amiga que alertó que su ex-marido le podía haber echado un fármaco en la bebida, y tras aplicarle un protocolo especial para casos de “sumisión química” se pudo probar.
Y tal vez se pregunte el lector qué es eso de la burundanga, y qué es eso de la sumisión química. Pues vamos por partes. La burundanga es el nombre “popularizado” de un compuesto químico, conocido hace más de un siglo, llamado escopolamina. Este nombre, que originalmente proviene de las Américas, lleva asociada una leyenda -ahora ya no tan leyenda- de uso como herramienta “casi mágica” para todo tipo de actos delictivos y que abarcan desde violaciones a robos (la leyenda negra cuenta en su haber hasta robos de órganos sobre personas vivas, aunque esto por supuesto nunca ha sido detectado en realidad). ¿Por qué proviene de allí? Pues porque la planta de la que se extrae dicho principio activo, recibe ese nombre también. Es una planta conocida y ornamental, de bonitas flores, pero ese compuesto -la escopolamina- se puede encontrar en una amplia variedad de plantas (especialmente de la familia de las solanáceas) como en nuestro conocido “estramonio. El compuesto es de origen natural, cosa que me gusta recordar especialmente a aquellos que confunden “natural” con “sano”, y “no natural” con “no sano”: ese error puede matar ya que muchos de los más potentes venenos son naturales.
¿Qué efectos tiene la burundanga o, más concretamente, la escopolamina? Es un compuesto anticolinérgico que -de la misma forma que la atropina y otros fármacos similares- bloquea los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor que existe en nuestro cerebro, provocando una serie de efectos que -dependiendo de la dosis absorbida y de la idiosincrasia de la persona- pueden oscilar entre la simple molestia ante la luz (por la midriasis que provocan) al delirio con alucinaciones, entendido como la incapacidad de nuestro cerebro para discernir entre lo que es real y lo que no (producto de su mente). También pueden matar, y lo hacen con facilidad dada su alta potencia, si la dosis es excesiva. Por supuesto, han tenido y tienen uso en terapéutica y la escopolamina era parte de las primeras anestesias, de las que se fue retirando -con la aparición de compuestos más eficaces- debido a que provocaba -precisamente- alucinaciones y un tipo de amnesia químicamente inducida, llamada amnesia anterógrada.
¿Anula la voluntad la escopolamina? No, no como parece que se quiere plantear, como si fuera capaz de obrar milagros sobre la voluntad de otra persona: si eso fuera cierto, no sería algo que descubriríamos ahora. La escopolamina, como otros muchos fármacos, produce un estado en el que la persona es más vulnerable porque no puede fiarse de sus sentidos y porque sus sistemas de alerta ante los peligros (incluida la manipulación física, la emocional o la psíquica) se ven debilitados de una forma similar al estado que se puede alcanzar en una gran borrachera, o bajo el efecto de las comunes benzodiacepinas o pastillas para dormir, con las salvedades y matices propios del desarrollo de los efectos en cada sustancia y persona.
En este caso, siendo un fármaco que puede dejar inconsciente y, además, provocar amnesia sobre los momentos previos a la pérdida de conciencia, tiene en manos con intenciones criminales un potencial claro para su uso, asociado a unos peligros muy elevados para la víctima (y desgraciadamente podemos decir, que cuanto menos experiencia en su uso tenga el delincuente, más peligroso resultará). Pero no. No es una sustancia mágica que administrada a alguien sin que se dé cuenta, nos dará acceso a todo lo que su voluntad -en estado base- quiera mantener guardado.
Fue, como otras tantas drogas, una más de las sustancias que se probaron o emplearon en algún momento como “suero de la verdad”, con el mismo poco éxito que el resto de cosas que probaron a tal fin dentro del proyecto MK-Ultra en los USA y que incluyó cosas como la LSD o la MDA. Pero, repito, la escopolamina no hace que la voluntad de otra persona pase a nuestras manos (ni tampoco ocurre esto en la hipnosis, aunque sea algo cuya creencia está extendida) sino que deteriora su capacidad normal de actuación.
¿Entonces por qué se usa y a qué viene lo de sumisión química?
Se usa porque como ya hemos dicho, es uno más de los muchos compuestos que deterioran -en distinto grado- el juicio crítico y nuestras defensas, como también lo hace el alcohol y otras muchas drogas. Pero su uso es más habitual en países sudamericanos, y tremendamente infrecuente en nuestro país. Tan infrecuente, que a pesar de llevarse hablando de la burundanga y los peligros de la burundanga durante años, se detecta por 1ª vez ahora en nuestro país. Desde aquí recomiendo a periódicos como “El País” o “El Mundo” que echen un vistazo a las tonterías previamente publicadas por ellos mismos, o no tan previamente como en el caso de “El País” quienes en su artículo “internacional” sobre el asunto, dicen cosas que no son ciertas como:
- la escopolamina anula la voluntad
- se extrae de la Datura stramonium (a la que cita, incorrectamente, como “Datura Estramonio”)
- es fácil de conseguir
- sume a la víctima en la complacencia y pasividad (cuando también puede provocar agitación y terror, por ejemplo)
- la burundanga no es una sola sustancia sino una mezcla de narcóticos
- el producto no tiene ni color, ni sabor, ni olor (es decir, que no existe....)
- según el texto, basta con que sacudan un trozo de tela a tu lado y se absorbe mejor inhalando “humos mezclado con tabaco” (lo cual implica que se fume y eso es un acto consciente) o por ingestión... ¿mejor que cómo, mejor que inyectado o en enema?
- en ocasiones se administra “poniéndolo cerca de la nariz cuando se va a besar para que la víctima inhale” (¿y el que se lo pone, es inmune a la droga o es anaerobio y no respira?)
Y otras cuantas majaderías, como es habitual en la “prensa seria” cuando habla de drogas, pero en esta ocasión coronando su ignorancia internacionalizada con una bella imagen de una Brugmansia arborea a la que el pie de página bautiza como “Datura Estramonium” (sic). Cierto es que, más abajo, tiene otra foto DE OTRA PLANTA CON FLOR BLANCA que en este caso, parece ser de la especie de las daturas. Es decir, el bueno de Jacobo García de “El País” en México, no tenía ni puta idea del tema sobre el que se puso a escribir y lo remató dejándolo claro con una bonita imagen EPICFAIL junto con una colección de topicazos comunes que se pueden leer en cualquier articulo de hace 10 años sobre el tema. ¿Esto es el periodismo que nos ofrecen supuestos medios respetables? ¡¡Pero si cualquier estudiante de la ESO con Google lo haría mucho mejor!!
¿Alguien tiene el teléfono del jefe de personal de “El País”? Es para un amigo....
Lo curioso es que si bien el “periodista” no tiene reparo en poner esas afirmaciones, en un momento dado del texto, cuela que los médicos no se ponen de acuerdo en eso de la “pérdida de la voluntad” (así que para eso ya está él, que hizo periodismo).
La cosa es que con todo el ruido que montan, consiguen lo que por defecto han buscado siempre: desinformar y asustar. Y una cosa más que en este caso tiene su importancia: estimular y provocar estas acciones, basadas en esa mala información. Esta vez, la droga como nos venían contando no salió de una planta, sino que fue comprada en Internet, y no la dio ningún extraño a la víctima sino alguien muy conocido: su ex-marido. ¿Para qué? Pues fuera de la especulación no creo que tengamos datos, pero dado que tenía acceso a ella (a través de sus bebidas o alimentos) es muy posible que intentase conseguir esa “anulación de la voluntad”, de la que hablan desde hace años los medios, y que habitualmente y en otros hechos probados se cometía con alcohol, benzodiacepinas (recordamos los casos del violador de Ciudad Lineal, aunque en este lamentable texto del periódico “20 minutos se cita el “Orfidal” -lorazepam- como un opiáceo, y así de gorda la siguen teniendo porque “nunca pasa nada si va de drogas e inventan datos”), GHB, o cualquier otra droga psicoactiva, ya que el protocolo que se activa por “sumisión química” no hace distinción entre sustancias, legales o no.
Aunque el hombre, que parece ser que reconoció a la víctima haberle suministrado “escopolamina comprada a escondidas en Internet” y que su fin, era simple y extrañamente causarle daño (inespecífico en la declaración, aunque da la impresión de que prefirió no revelar la teleológica intención que le guiaba) no explicó por qué eligió esa sustancia -escopolamina- y no otra, si su objetivo era causar simplemente daño, cuando en el mismo mercado donde compró la escopolamina, podría comprar cosas mucho más dañinas (en realidad, puede hacerlo en la farmacia).
¿Qué le hizo elegir escopolamina y comprarla por Internet? Pues sin poder aseverarlo, da la impresión de que si se tomó tantas molestias (comprar estas cosas por Internet no resulta tan sencillo como parece leyendo y hay que saber manejar moneda digital, Bitcoin por ejemplo) es porque esperaba de dicho producto un rendimiento y efectos que eran muy superiores a las cosas que podía conseguir con menor esfuerzo. ¿Es razonable pensar que ese tipo -como otros- pudiera haberse creído la mala información de la prensa en esta materia y buscase “burundanga” para conseguir algo que dependiera de la voluntad de otra persona, en ese caso su ex-mujer? A mí no me parece nada extraño: lo que me parece extraño es que esto mismo (o algo peor) no haya sucedido antes, dada la salvaje promoción que hace la prensa a este tipo de información defectuosa.
Una de las cosas más asquerosas que me ha tocado ver durante años -como administrador de un blog sobre drogas- es la cantidad de preguntas que iban dirigidas expresamente a conseguir violar mujeres. Muchas de las preguntas (que podía observar con los instrumentos de análisis de datos de la web) llegaban a ser tan directas como: “¿Qué droga usar para violar a dos mujeres?”. Y en el caso de palabras como “cachondina” (la mítica droga afrodisíaca) o en el caso de “burundanga” las búsquedas de información solían y suelen ir asociadas a la evidencia de la preparación (o tanteo) de un delito, contra la libertad sexual de una o varias mujeres.
A pesar de que los drogófilos somos personas con tendencia a coleccionar diversas drogas, y con más celo cuanto más infrecuentes sean, sólo he conocido a una persona que haya comprado escopolamina en Internet, y es un loco (dicho con cariño) que ha demostrado ya ser capaz de meterse lo que nadie más se ha metido, y que adquirió para -si llegase el caso- usar consigo mismo (tras analizar químicamente para asegurarse de lo que tiene). Pero, aparte de un “loco coleccionista de drogas”... ¿qué clase de persona buscaría “burundanga” en Internet?
No es algo que se podrá nunca probar, pero da la impresión de que sin los cuentos y leyendas narrados durante más de 10 años por la prensa en España sobre la burundanga, nadie habría acudido a Internet a buscar esa sustancia con el fin de administrársela a otra persona. Y eso sí que merece una reflexión, por parte de la prensa, sobre el precio que conllevan sus historietas típicas de drogas.

domingo, 3 de enero de 2016

Estramonio, la manzana del Diablo.

Este texto fue publicado originalmente en la revista VICE, esperamos que os guste.

---


Estramonio: la manzana del Diablo.


Hace unos 20 años me encontraba pasando el verano en un “campo de trabajo internacional” en la maravillosa Isla de Ons, en Pontevedra, un zona protegida de la actividad humana más dañina pero que seguía recibiendo visitantes y personas que deseaban acampar en la zona permitida, en gran número cada año.

Ese hecho había provocado la inevitable exposición a los residuos humanos (mayormente latas, plásticos y colillas, pero también condones, tampones, y restos de papel de WC por toda la isla) y para rematar el asunto, casi nunca se dedicaba presupuesto para limpiarla y también desbrozar los caminos originales de maleza que los hacían intransitables sin un machete. La formula de un campo de trabajo no era mala del todo: el estado (o la Xunta o la Unión Europea) te daba alojamiento en tiendas de campaña y comida, un médico temporal para atender insolaciones y un seguro por si te rompías la crisma, más la posibilidad de juntarte con chicos y chicas de tu edad, venidos de todos los países. Tú a cambio, currabas unas horas al día, en grupo y sin ser nada realmente parecido a un trabajo de verdad. Pero ese intercambio funcionaba y tenía un claro efecto en la isla y su estado de conservación.



En dicha isla, famosa por no tener ni guardia civil ni policía en ella, se encontraba uno de los camping más frecuentado por hippies de todo el país y de fuera. Un solo bar, una sola tienda, unas pocas casas de los nativos de la isla y todo lo demás era naturaleza. Un bello lugar, mucho menos conocido que sus hermanas las islas Cíes. El camping era un trasiego de gente, a cada cual más pintoresco, con provisiones traídas de forma específica -aunque era Galicia, allí no podías pillar ni farlopa- aunque lo que más pude ver fue hashís, opio y LSD traído para su consumo allí mismo.

Interesado por estos asuntos de las drogas como estaba ya en esa época, procuré agenciarme trabajos cerca de esa gente y pronto establecí trato con ellos. Unos porros de mal hashís que había llevado para esos días hicieron que pronto se me abrieran las puertas de sus reuniones nocturnas. No eran muy distintas a otras: mucha gente joven -algunos sólo de espíritu- drogándose juntos en paz y armonía.

Una mañana me tocó ir a desbrozar la parte trasera de la iglesia de la isla, el antiguo cementerio que estaba desatendido, y me encontré un campo de plantas con flores blancas y con una especie de fruto similar a manzana verde pequeña llena de pinchos. La planta me resultaba conocida, pero entre los libros que me había llevado no había ninguno que tuviera una ilustración o una foto que la identificase. Lo que sí note al empezar a arrancar y cortar esas plantas, es que el olor que despedían era realmente desagradable.

Como pensaba llevarme muestras de plantas -me llevé de esa isla un “té de roca” delicioso y que jamás he podido volver a probar- recogí algunas para subirlas a mi tienda. En los 15 minutos que tardaba en subir a la zona de las tiendas, 3 mujeres de la isla me pararon al ver que llevaba esa planta conmigo para advertirme: era venenosa. No supieron decirme "cuánto" de venenosa, pero me dieron referencias de una mujer que -siendo curandera- la sabía utilizar, en cigarrillos contra el asma, dijeron. Me relataron también algún uso curioso de la misma -de tipo cosmético, para quitar granos dijeron- que conocían de oídas, pero nadie que la hubiera usado se encontraba en la isla que ellas supieran. La llamaron “manzana espinosa” y “manzana del diablo”. Era la Datura Stramonium o estramonio, pero con exactitud no lo supe hasta la noche cuando subí a ver a los hippies y a drogarme un rato con ellos: llevé una planta y me dijeron el nombre rápidamente. Todos coincidían en que era muy peligrosa, mortal, pero también insistían en que se podía usar como droga lúdica. Eran charlas de hippies sin más y no parecía prudente fiarse más que de que era muy peligrosa.



Temerario como era, se me metió en la cabeza la idea de probarla. Y la única referencia que tenía era la mención que hace Escohotado a las solanáceas y a su experiencia de joven con amigos, que no parece que fuera muy agradable y que por sensatez nunca repitió. Así que indagué entre los que conocían la planta para ver si alguien realmente la había usado, y di con dos viejos hippies que sí decían haberla probado. 

Les interrogué intentando hacerme una idea de sus efectos, pero no hablábamos un lenguaje que nos permitiera entendernos en ese aspecto y seguí con la curiosidad, hasta que uno de ellos me dio una pista que me permitió atreverme con la temeridad, pensando que estaba a salvo de sus peligros. Me contó que paralizaba ciertas musculaturas del cuerpo como primer efecto perceptible junto con el calor que te daba, y en concreto que lo podía notar porque rápidamente se hacía imposible tragar bajo su efecto. Me dijo que fuera muy muy despacio y que cuando notase que empezaba a costarme tragar mi propia saliva, parase y no tomase ni una gota más.

Hice una pequeña infusión, con mucho agua y muy poca cantidad de planta. Elegí además las partes que me dijeron que eran menos potentes. Y llegado el momento, con mi compañera avisada y con instrucciones para que cuidase de mí, empecé a tomar cucharaditas de esa infusión cada 10 o 15 minutos, esperando a ver qué pasaba antes de tomar más. Seguramente el tener miedo, y el estar muy alerta a cualquier señal de acción, evitó que me matase. Tan pronto como noté la molestia para tragar, dejé de tomar, lo notifiqué a mi compañera y nos deshicimos del resto de infusión.

Sinceramente no recuerdo mucho más después de eso, excepto que el calor -especialmente en la cara- que me estaba provocando era desagradable (no como el de los opiáceos) y que el no poder beber era muy agobiante en ese estado. Recuerdo una fuerte somnolencia y que mi cuidadora y yo decidimos que nos encontraríamos más cómodos en nuestra tienda, pero ya no recuerdo nada del camino del camping con los hippies a la zona del “campo de trabajo”. Ni nada más, hasta que desperté al día siguiente. Sé tan sólo lo que me han contado, y aparte de algunos comentarios mientras hacíamos el camino de vuelta que indicaban que mi mente estaba percibiendo alguna cosa irreal y que no me encontraba nada orientado, parece que caí en un profundo sueño nada más llegar a la nuestro campamento. Sin alguien cuidándome y evitando que me perdiera en mitad de la noche con un colocón amnésico, es casi seguro que no hubiera terminado bien el asunto.




Era una planta muy potente, pero no tenía el menor uso lúdico o recreativo para quien la toma. No tenía mucha gracia no recordar nada de lo que había hecho, aunque lo que me contaban que hice o dije pudiera ser gracioso: estaba delirando, no disfrutando. No le di más importancia al tema de la Datura Stramonium, sobre todo porque apareció un nuevo grupo de hippies que traían opio y estaban dispuestos a hacer intercambios. Así que mi interés se fue al opio, que probé por primera vez allí también. Pero aquel lugar era un campo de experimentación, y cuando nos avisaron de que iba a venir un helicóptero a la isla porque un chico “se había caído por un acantilado”, no sabía que iba a asistir por primera vez a una experiencia con plantas solanáceas -datura, beleño, mandrágora, belladona- que había acabado en catástrofe (no mortal, por suerte).

El helicóptero tuvo que hacer filigranas para poder acceder con un especialista en rescate hasta donde se encontraba el chico herido, con varios huesos rotos y más de 10 horas entre piedras inaccesibles por otros caminos. Sufría un shock provocado por las horas sin beber ni comer y el golpe tremendo que se dio. Pero no era lo único: el chico había tomado la noche anterior una infusión de estramonio y, aunque estaba con sus compañeros, en algún momento de la noche se debió separar del grupo para acabar delirando en un entorno peligroso hasta tirarse por el acantilado. 




Dos días después nos llegaron noticias de su recuperación en el hospital, traídas a la isla por el médico: él sólo recordaba que tenía mucho calor, sed y que “creyó ver una lata o una botella de Coca-Cola y fue a por ella”, acantilado abajo. Tal vez esa caída y rotura de huesos, que le dejó inmovilizado, le salvó la vida. De haber seguido su instinto por el calor agobiante que le produjo el estramonio, seguramente hubiera acabado metiéndose en el mar, de noche, delirando y solo.

Desde entonces ha sido raro el verano que no he leído en la prensa casos de envenenamiento -varios mortales- con esta planta, casi siempre por parte de alguien que creía que al ser un planta, no era peligrosa. O por alguien que ha leído que las brujas se colocaban con ella, masturbándose sobre un palo de escoba -untado con una pomada de solanáceas- apoyada en el quicio de una ventana. No es de extrañar que los inquisidores que pillaban a “brujas” desnudas y en ese estado de trance, creyeran que en su delirio intentaban huir volando en la escoba por la ventana. Y que de ahí nos haya llegado esa imagen, nacida de una paja con apoyo químico y consolador casero.

No conozco a nadie que haya tenido experiencia con esa planta y haya disfrutado. De hecho, cuando un amigo mexicano conoció la historia -en su país llaman a esta planta “toloache”- me dijo: “la mejor es la que crece sobre la calavera de un antepasado tuyo, porque sólo de esa forma la planta no te mata o te vuelve loco para siempre, aunque sólo la puede usar el curandero chamán”. No la había probado -ni quería- pero conocía su uso tradicional y sus peligros.




Los efectos de la datura son provocados por la atropina -sustancia de efectos similares a los de la escopolamina de la “burundanga” pero más potentes aún- y aparte de provocar un delirio en el que la persona no mantiene el contacto con la realidad de su entorno, hipertermia, perdida del reflejo de deglución y parálisis de la musculatura lisa, provoca una amnesia que hace que ni seas consciente de lo que estás viviendo en tu delirio ni puedas recordar nada después. Imagina tomarla, y si tienes la suerte de que la dosis sea insuficiente para matarte, que dejes de recordar ni saber lo que haces y aparezcas horas (o días) después en otro punto distinto -normalmente desnudo por el calor y la sed- y sin saber lo que has podido hacer. ¿Tiene pinta de ser divertido? No para mí, gracias.

Si no eres una bruja medieval, experta en pócimas y ungüentos por vía vaginal, o un chamán mexica entrenado en su uso durante décadas, no te acerques a esta planta buscando diversión porque lo más probable es que acabes encontrando tanatorio o psiquiátrico. 

Y si no te interesa acabar tirándote por un acantilado para conseguir una lata de tu refresco favorito, no confundas “natural” con “seguro” a la hora de elegir con qué colocarte.



viernes, 16 de marzo de 2007

De falsas amistades y otros parásitos

Esta entrada es en cierta manera la continuación de la anterior, en la que narraba como la inspiración llego a la mente de un genio por el camino menos esperado.
Hoy toca contar algo sobre sus trabajos, sus relaciones y el castigo recibido por haber hecho algo, que no estaba dentro de lo correcto para la ideología de sus antiguos "amigos": negarse a restringir el conocimiento y la información.

Sasha, que es el apodo cariñoso por el que llaman sus amigos a Alexander Shulgin, tras sus años de estudios en diversos campos, acabó por trabajar para la Dow Chemical Company principalmente, aunque siempre siguió en contacto de una u otra forma con la universidad.

A la Dow Chemical Company, le hizo un "regalo": el mexacarbato.
Era el primer pesticida biodegradable sintético del mundo. Como es de suponer, además del increíble potencial medioambiental que ese hecho brindaba, ese producto supuso una gran entrada de beneficios para la Dow Chemical.
Era un excelente producto y toda una mina de oro.

Aunque Sasha ya había tenido su experiencia con mescalina, las posibilidades para investigar y trabajar con estas sustancias eran muy limitadas. Pero la Dow Chemical le premió dándole libertad de investigación. Eso era el equivalente a darle un laboratorio y a ser pagado por hacer lo que más le gustaba: investigar con nuevas sustancias y crear.

De esos años, en los que la opinión pública estaba siendo ya polarizada ante la existencia de esa nueva familia de sustancias que no eran narcóticos ni estimulantes, sino fármacos que permitían ampliar las barreras habituales de la percepción y el pensamiento -con la LSD a la cabeza-, Sasha sacó grandes provechos para su trabajo.

Partiendo de la molécula de la mescalina, inició sus investigaciones. Buscó otros compuestos familiares que ya hubieran sido sintetizados, ensayó otros nuevos, y creó en el año 63 a su particular "hijo problemático": el DOM o STP.

Esas siglas, DOM, son la abreviatura de 2,5-dimetoxi-4-metilanfetamina. Y el nombre que recibió su creación en la jerga de la calle, STP (otra abreviatura), tiene según que fuentes se consulten, diferentes orígenes. Para algunos la palabra STP viene de Serenity-Tranquility-Peace (Serenidad, tranquilidad y paz) o de Super-Terrorific-Psychedelic (Psiquedélico Superterrorífico) por su potencial y los efectos de la sustancia. Según otros el origen es Stop-The-Police (algo así como "Alto! La policía!" o "Parad a la policía"). La verdad es que esto no tiene mucha relevancia y la cosa no está clara, simplemente los químicos clandestinos y los traficantes necesitaban una "marca" para el nuevo producto, y escogieron esa.

Para Sasha, fue el gran descubrimiento. Una anfetamina que copiaba en parte la estructura de la mescalina con un cambio en el 4º carbono del anillo de benceno, y que resultó ser de una potencia estruendosa y una duración mayor a la de otros enteógenos conocidos. Su rango de dosificación oscila entre los 3 y los 10 miligramos para una experiencia de entre 14 y 20 horas de duración, aunque con menos de 3 miligramos ya resulta activa.
La posición del 4º carbono fue el gran descubrimiento en cuanto a bioquímica y metabolismo, y la otra de sus grandes creaciones también se basa en él, la conocida 2C-B -también llamada Nexus, Bromomescalina o Erox- y toda su familia de semejantes químicos.

Por primera vez, una sustancia creada por él, irrumpía poco después en las calles. No se sabe si porque copiaron su patente, o porque se hicieron con la idea en una seminario que Sasha dio en la universidad John Hopkins. Tal vez porque otro químico había seguido el mismo razonamiento, aunque parece improbable.
Lo grave es que esta sustancia, cuya dosificación era muy baja comparada con otras drogas similares, tenía un tiempo de subida muy largo. Podían pasar hasta 3 ó más horas sin que diera señales de su actividad.
Al mercado clandestino llego en pastillas que contenían hasta 20 miligramos.
Si 4 ó 5 miligramos eran suficientes para producir una experiencia colosal, de larguísima duración, 20 miligramos era sin duda una cantidad salvajemente desmedida.
Eso ocasionó que muchos usuarios de drogas, que estaban acostumbrados al rápido efecto de drogas como la LSD o la psilocibina de los hongos psilocibe, tomasen sobredosis de DOM, pensando que tras pasar dos horas sin efectos, les habían vendido algo de poca potencia o que la cantidad era insuficiente (ventajas del mercado negro y la guerra contra las drogas...).
Eso llenó las salas de urgencias de los hospitales de personas aterrorizadas en experiencias que sobrepasaban a todas luces lo que podían esperar, y en manos de médicos que no sabían a que se enfrentaban, y que pensaron en un principio que era alguna sustancia de la familia de la escopolamina (alucinógenos en sentido estricto).

No fue la única molécula con ese potencial. Luego vinieron otras que superaban en potencia por unidad de peso y en duración a ésta, siendo la más potente de este grupo la DOI, que tiene un átomo de Yodo en su 4º carbono, y el margen de dosificación está entre 1 y 3 miligramos, que provocan una experiencia de entre 18 y 30 horas de duración.

Años después, Sasha tuvo su mágico encuentro con la MDMA, a la que apadrinó, y más tarde, en 1974 creó la ya mencionada 2C-B.

Pero volviendo al inicio y sentido de esta entrada, Sasha tras esos años se había convertido ya en un referente para el mundo químico y en especial para el de las drogas enteógenas.
Durante el tiempo que las restricciones legales no impedían investigar como actualmente ocurre con esas sustancias, o incluso con sustancias que aún no han sido creadas pero pueden ser parecidas (con lo que eso conlleva), Sasha dispuso de su laboratorio en Dow Chemical, o de otros en universidades.

Pero el tiempo hizo que conociera a un jefe local de la DEA, la organización usana que decide lo que es malo y lo que es bueno en el mundo de los fármacos y los vegetales. La buena relación con este, sumado a que colaboró con esta organización facilitándole muestras de diferentes sustancias que él sintetizaba a petición de ellos, hizo que le concedieran una licencia de investigación del máximo grado, con la cual podía investigar y trabajar con cualquier compuesto, prohibido o no, así como sintetizar aquello que se le antojara.

Esa relación en la que Shulgin llegó incluso a escribir en el año 88 el manual que sería el libro de cabecera de los agentes de la DEA en materia de sustancias -un magnífico trabajo llamado "Controlled Substances: A Chemical and Legal Guide to Federal Drugs Laws"- o a participar en juicios como perito químico para la DEA, se truncó de la forma más inesperada, en la que posiblemente Sasha había pecado de ingenuidad.

En su casita, Sasha tiene un cobertizo donde trabaja con estas sustancias. No las vende, no hace negocio con ellas. Solamente investiga, sintetiza, estudia, crea.
Pero en el año 1991, Sasha y su segunda y actual esposa, Ann, publicaron un libro único hasta el momento en el mundo.
Era "Pihkal". Un compendio en el que, de forma novelada para evitar problemas, contaba su vida y sus experiencias con las sustancias, su pensamiento -claramente liberal frente al del gobierno-, y además la mitad del libro contenía información exacta sobre como sintetizar, los efectos, las dosis y otros comentarios, referentes a 179 feniletilaminas psicoactivas.
Entre ellas, la MDMA, la 2C-B, la DOM... y otras muchas.

La mayoría de las rutas de síntesis que él publica en ese momento, ya estaban descritas en la bibliografía existente, y las otras eran conocidas o iban a ser publicadas en breve en las revistas especializadas.
Shulgin ponía a disposición del mundo todo su conocimiento en el área de una familia química de sustancias, dándonos junto con ello el relato de su vida e información de incalculable valor para campos como la química, psicología, psicoterapia, farmacología y filosofía también.

La DEA, aquellos que habían sido sus "amigos", y el gobierno usano que encabeza la guerra contra las drogas (y contra todo lo que se mueva), no podían permitir semejante afrenta.
¡Poner ese conocimiento a disposición del resto de seres humanos!

La reacción no tardó mucho en llegar.
Menos de tres años después, la DEA sin previo aviso, se presentaba en su casa para una inspección (ya que tenía esa licencia mágica que permitía a ese hombre avanzar en el conocimiento para todos). Pero esta inspección no fue como las otras dos anteriores que había ya pasado.
Fueron buscando la forma de castigarle, y hombres vestidos con trajes de seguridad, como los de los equipos de guerra nuclear-bacteriológica-química arrasaron aquel lugar en busca de algo que poder usar como prueba contra él. Tomando muestras de todo, y destrozando las plantas y cactus que Sasha cultivaba en su jardín, algunos peyotes que tardan mas de una década en crecer, y que gracias a su licencia podía poseer tranquilamente.

Finalmente lo encontraron.
Ya que la licencia que Sasha tenía le autorizaba a poseer cualquier tipo de sustancia, él realizaba pruebas sobre diferentes muestras de drogas que le enviaban.
Había normas que habían cambiado en esos dos años, se había endurecido más aún la política sobre esas cosas. Y aunque tenía en su casa varios gramos de drogas que eran ilegales, material que en los USA se considera probatorio del consumo de drogas (como poseer una jeringuilla), y otras cosas más que evidentes en el laboratorio de un genio de la química, fueron esas muestras que le enviaban anónimamente las que le costaron el disgusto.

Según las nuevas normas, él no tenía derecho a analizar muestras de drogas que le enviasen otras personas. Para eso, hacía falta una licencia simplemente diferente.
Así que mientras algunos agentes de la DEA arrasaban con su laboratorio intentando encontrar pruebas de un mal uso de su licencia, otros se acercaban a él para pedirle si les hacía el honor de firmarles en sus libros sobre sustancias, el mismo que él había escrito y que la DEA aún usa.

Finalmente fue llevado a juicio y condenado a pagar 25.000 dólares, que era el máximo posible por la falta que había cometido. Pero eso no era suficiente.
También, naturalmente, le retiraron la licencia que le permitía investigar sin limitaciones sobre la química de esas sustancias. La argumentación que se dio, por parte el agente que había encabezado el registro, es que al día siguiente de hacerlo se había sentido mal, decía haberse encontrado intoxicado e indispuesto. Y aunque Shulgin facilitaba a la DEA mucho del material que necesitaban para diversas cuestiones, la falta de un ventilador de suficiente potencia (al gusto de estos señores) en el laboratorio, lo convertía en un peligro para la salud.
Daba igual que ninguna de las otras personas que entraron y respiraron en aquel lugar, o que ni Sasha ni Ann, ni nadie más se hubiera sentido indispuesto, ni ese día ni al día siguiente.

La multa era de menos de 4 millones de pesetas, pero curiosamente y para ser un genio único en su campo, era prácticamente el total de sus ahorros.
Alguien que podría haber tenido millones si hubiera dedicado un par de semanas de trabajo a alguna actividad ilegal, y que había sido quien había formado en varios campos a esa propia organización, apenas podía pagar la multa, que de no ser pagada le llevaría a la cárcel.

El mundo cercano (en el corazón) a este mundillo de las sustancias, se movilizó inmediatamente. Sabían que de nada valía protestar, pero que por una vez podían ayudar a la persona que había sido clave para que muchos conocieran la MDMA, o para que otros hayamos podido probar las creaciones químicas que él ingenió.
Así que es comunidad se movilizó y reunió el dinero de la multa rápidamente, de forma que los Shulgin no tuvieran que perder el poco dinero que tenían, por el antojo egoísta y dogmático de aquellos que no comparten la misma visión de ciertas cuestiones.

Cuenta la mujer de Sasha, la terapeuta Ann Shulgin, que desde ese día no ha vuelto a trabajar con la sensación de estar en absoluta libertad.
Pero eso no les amedrentó, sino que sirvió de animo para que en el año 1997, publicasen "Tihkal", un libro exactamente igual a "Pihkal", pero dedicado a la familia de las triptaminas, como la LSD, la DMT o la psilocibina, con las rutas de síntesis de 55 compuestos.

Actualmente los Shulgin trabajan en un nuevo libro, que será una especie de gran enciclopedia sobre las sustancias psicoactivas.
Entre otras cosas.