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jueves, 13 de octubre de 2022

Sexo y drogas: afrodisíacos

Desde que el ser humano tiene consciencia de su existencia, limitada temporalmente y regida en buena parte por la búsqueda del placer, ha separado la sexualidad de la procreación.
De forma diferente que casi todos los animales, que buscan o aceptan relaciones sexuales como vía para perpetuar su especie, nosotros y unos pocos animales evolutivamente avanzados, como algunos primates y los delfines, tenemos una conciencia del placer sexual, que buscamos de forma activa y no dependiente de su función biológica.

Sabemos que tras las necesidades básicas de supervivencia, como el respirar, beber y comer, tenemos una serie de necesidades igualmente importantes para el desarrollo de la persona.
Son las necesidades de relación, a todos los niveles, como la del lenguaje, la de sentirse parte de un grupo, la del contacto físico, y las relaciones sexuales que implican intimidad y placer.




No puedo ponerme a analizar lo que ha sido el sexo en cada momento histórico, las prohibiciones que han pesado (y pesan) sobre él o el uso ritual que se le ha dado en cada momento y cultura.
Pero todas las culturas y las épocas, parecen tener en común un hecho: han buscado afrodisíacos. Podían ser comestibles o bebibles, objetos, o actos mágicos. Pero han agradecido la existencia de esas etéreas ayudas que les permitían mejorar su deseo sexual o la realización de sus actos.
El origen del término "afrodisíaco" se encuentra en la dios griega Afrodita, diosa de la lujuria, la belleza y el amor carnal.

Hace poco ha caído en mis manos el libro "Las plantas de Venus" (Venus es la equivalente romana de Afrodita), que está editado por Ediciones Cañamo, y ha resultado decepcionante su lectura. Podría ser un libro que hiciera un repaso histórico del uso de ciertas plantas, o un manual de uso de las opciones actuales, para aquellos que quieran probar las posibilidades vegetales que se nombran. Pero no es más que un compendio de algunas plantas que por una u otra razón, se les han atribuido poderes afrodisíacos a lo largo de la historia. No sirve pues como guía para el uso, ya que no habla de como usar ni de las dosis a emplear de manera que pudieran ser útiles.
Por si eso no bastase, el libro incluye algunas plantas que son bastante peligrosas de usar, porque más que otra cosa son tóxicas y mortales si uno se excede en la dosis (casi todas solanáceas). Y no parece seguir más que la lógica ya mencionada, la de nombrar y comentar por encima algo sobre cada planta, ya que mezcla en su oferta de plantas afrodisíacas vegetales que sus principios activos son totalmente opuestos: narcóticos como el de la adormidera del opio, estimulantes como los de la efedra y la coca, psiquedélicos como el del san pedro o las semillas que contienen ergina o amida del ácido lisérgico, y alucinógenos puros como los del estramonio.

Si un farmacólogo ve el orden que sigue el libro, diría que no tiene ni pies ni cabeza, al ofrecer sustancias tan dispares para conseguir un mayor deseo sexual o una mayor potencia. Y así es.
Pero a lo largo de la historia se le han atribuido propiedades afrodisíacas a todo aquello que fuera capaz de provocar un cambio mayor o menor en nuestra conciencia, en nuestros sistemas psíquicos de autocontrol o en nuestra percepción.

¿Por qué esto es así?
Pues porque a falta de conocer con precisión cuales son los mecanismos que regulan nuestro deseo y nuestro impulso sexual, podía servir casi cualquier cosa que provocase un efecto y que nosotros creyéramos que dicho efecto nos convertiría en dioses del sexo. Es decir, casi todas ellas han funcionado en algún momento y con alguna persona, por ser un placebo que químicamente estaba apoyado por un ligero efecto sobre nuestra psique.

Sería arriesgado decir que no existe ningún afrodisíaco en realidad, más que la propia creencia de que existe. Pero aunque es arriesgado, no está lejos de ser verdad del todo.

Si atendemos a nuestra cultura actual, el mayor afrodisíaco es el alcohol, que se toma con facilidad en cualquier evento social y que cumple además la función de ser una especie de lubricante social. Dadas las características complejas de los efectos del alcohol en nuestro cuerpo, que incluyen desde una leve alegría, a una efervescente exaltación de la amistad, y puede acabar con una perdida de control y desinhibición total, puede a algunas personas resultarles un afrodisíaco.
A una persona reprimida y tímida, que desea tener relaciones sexuales pero lo reprime por vergüenza o por otras cuestiones culturales, tal vez dos o tres copas de vino pueden hacerle saltar por encima de esas barreras autoimpuestas. No es la mejor manera, ya que al día siguiente recordará lo que ha hecho, y sera presa de la culpa ante su propio "pecado".
A una persona que le falte autoestima, tal vez bajo los efectos de un estimulante como la anfetamina o la cocaína, se pueda creer durante unas horas el rey de la pista, y sus actos más arriesgados o atrevidos pueden brindarle una noche de conquista, pero no hacen del estimulante un afrodisíaco.
Aunque no hay que olvidar, que esa "temeridad", puede tener consecuencias dependiendo del grado alcanzado, y una muy común es la de tener relaciones sexuales sin protección.
Así podríamos seguir con cada tipología de persona, y la sustancia que dada su barrera o bloqueo, podría ayudarle a lograr los favores de Afrodita, o más bien los favores de una súper breve terapia de autoayuda que le permitan superar los distintos miedos.

¿Quiere eso decir que no hay afrodisíacos de verdad? ¿Que no existen sustancias que si alguien las tomase se convirtiera en una persona ardorosa, excitada y abierta a cualquier relación sexual que pueda saciar ese desbocado apetito despierto?
Pues no. No los hay.
Al menos si entendemos de esa forma lo que es un afrodisíaco.

Alguien podría decirme que no es cierto, que sí que existe... y ponerme como ejemplo la famosa Viagra. En el mejor de los casos, le dará al varón una erección fuerte y duradera. Pero no le dará ni afectará en modo alguno al deseo sexual que pueda tener. No le excitará, ni le volverá ardoroso.

Si hablamos de Afrodita, no hablamos de tener un "músculo" duro. Hablamos de encender la pasión de alguien, o de una pareja que quiere un estímulo nuevo. Si los párrafos anteriores han logrado convencer al lector de que no existe la "cachondina" de las leyendas urbanas, podrá sacar algo provechoso de los siguientes.

Cada persona es un mundo, fisiológicamente, psicológicamente, y emocionalmente. Y si una pareja son dos personas, eso casi se convierte en tres mundos. No, la cuenta está bien echada.
Una pareja son dos personas con sus dos mundos, más un tercero que es el resultado de esa relación. De hecho, en diferentes relaciones con diferentes parejas, adoptamos diferentes roles.
Y no sería raro que lo que en una pareja nos excita, en otra pareja nos pueda dejar en "fuera de juego".

Cada pareja, en atención a lo que es y a sus integrantes, debería buscar sus propios afrodisíacos. Pero por norma, ni estimulantes ni narcóticos, ni enteógenos ni delirógenos, servirán para ese fin.

Hay una curiosa excepción a la que quería llegar.
Hay algunas sustancias, y alguna planta cuyos principios activos han sido calificados como entactógenos. ¿Qué quiere decir eso? La definición del término es algo así como "generadores de contacto profundo entre sujetos". Hablando en plata, producen un efecto en el que la persona busca el contacto profundo (psicológicamente hablando) con los demás.
Son la familia de la MDMA, que es la que mejor reproduce esos efectos.
No son enteógenos ya que no producen modificaciones de la percepción ni cambios anímicos tan fuertes e impredecibles como los que podría provocar la LSD o la mescalina.
Pero bajo su efecto ocurren ciertos cambios: eliminan la ansiedad, favorecen la comunicación, la confianza, la formación de lazos, y convierten el contacto físico en una experiencia muy grata, ya que se percibe de una forma diferente. Se podría decir que son las drogas del amor químico.
Aunque se ha promocionado el éxtasis o MDMA como un afrodisíaco genital, esto no es cierto.
No sólo no ayuda a conseguir una buena erección en el hombre, sino que la dificulta, y también hace difícil o imposible el alcanzar el orgasmo.

Una pena, ¿no?
Digamos que estas sustancias hacen que se generen momentos de una intimidad especial y casi mágica con las personas con las que la compartimos, y si esa persona es de otro sexo y nos resulta atractiva, las posibilidades de que se busque un encuentro físico, aumentan espectacularmente. Como todo, eso depende mucho el contexto, pero el efecto subjetivo facilita ese halo de "noche mágica" si las dos personas buscan un experiencia de comunicación más profunda, o un nuevo enfoque tal vez en sus relaciones.

Lo ideal en un afrodisíaco es que fuera capaz de unir esa sensación de deseo por el otro, junto a una estimulación sexual aumentada, o al menos, no limitada. Pero en este caso, no es tan simple como tomar una Viagra y tener una erección, sino que la experiencia con MDMA te hace pasar por una compleja observación de ti mismo, y no puede ser usada como algo para un "aquí te pillo y aquí te mato".
Existe una sustancia, creada por Shulgin en 1974 que produce un estado de alteración de la percepción, a dosis bajas parece resultar un entactógeno, y no sólo no molesta a los mecanismos sexuales del hombre para la erección y el orgasmo, sino que los potencia tanto en hombre como en mujer. Es la llamada 2C-B, que también existe en el mercado negro, y de la que otro día hablaré con más dedicación.

En el ámbito de lo vegetal, parece que los efectos de algunos Lotos y Nenúfares resultan también unos efectos muy agradables, suaves y que favorecen la comunicación y la intimidad, sobre todo si van con una pequeña dosis de alcohol, o macerados en un vino.
Pero este es un terreno del que aún se sabe poco, y no parece que haya interés en investigar ahí, así que la información procede de las experiencias de las personas que lo prueban.

En cualquier caso, ni bajo el efecto de la droga más avanzada, una persona conseguiría que otra que no le presta atención o no es de su agrado, se vuelva loca de deseo y sacie su apetito con quien sin droga no lo haría.
Seguramente y por mucho que se avance en este campo, no existirá nunca mejor afrodisíaco que el tener una buena autoestima, una agradable conversación, ser detallista y cuidadoso, y sobre todo nunca perder el sentido del juego y la provocación inteligente.

Quien pretenda cambiar la seducción por una pastilla, seguirá condenado al fracaso. Y siempre teniendo en cuenta que hacer que una persona tome CUALQUIER SUSTANCIA sin su conocimiento y su consentimiento, es un acto repugnante, cobarde, y con suerte penalmente sancionado.


P.S.: Aprovecho la ocasión para preguntaros a vosotros, los que leéis este blog, ¿cuáles son vuestros afrodisíacos preferidos? ¿alguna sustancia? ¿algún alimento?
Podéis dejar vuestras ideas y respuestas como un comentario más, pinchando en el link para comentarios al final de este texto.

viernes, 16 de octubre de 2015

Sacando drogas del baúl de los recuerdos: la MBDB

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.


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La MBDB.

¿Qué droga -de las que conoces- no es fácil de conseguir y te encantaría volver a tener a mano?

No es fácil pensar en alguna droga que fuera más fácil conseguir en el pasado que ahora, con la desmedida oferta que tenemos de sustancias legales e ilegales. Me vino a la cabeza por un momento el Khat, una planta que contiene un estimulante de uso común en ciertas zonas de África y que aparecía entre los bienes de los piratas que asaltaban el barco de Tom Hanks en “Náufrago”. Fue interesante tomarla, pero no fue una experiencia magnifica que quisiera repetir y no pudiera hacerlo; fue divertido y curioso. En UK donde era legal y muy barata hasta hace poco, se hacían batidos (puag) con la planta entera y se los bebía antes de salir de casa a modo de "MDMA natural".

Pero no eran esas plantas medio mustias que viajaron -desde Yemen a UK y de UK a Madrid. El mejor recuerdo lo tengo de una sustancia totalmente sintética, que surgió en el mercado cuando empezaron las restricciones y prohibiciones que pondrían en problema el abastecimiento de MDMA: la MBDB o Edén.




Edén, no parece una mala descripción para sus efectos. Dice la RAE que edén, aparte del paraíso primigenio antes de la desobediencia de Adán y Eva, es un “lugar muy ameno y delicioso”. Y el nombre, quien quiera que se lo puso -ya citado en 1991 por Shulgin en PIHKAL junto con el nombre de Metil-J que le puso Sasha- había tenido contacto con sus efectos. Resulta algo complejo describir los efectos sin caer en los tópicos propios de la MDMA, porque son realmente similares, pero no iguales. Su creador es el avezado químico David Earl Nichols, padre de otras sustancias psiquedélicas como la MDAI. También quien acuñó el término “entactógeno” que describe el efecto de estas sustancias, que tienen como característica común el facilitar el contacto profundo entre sujetos -o con partes poco accesibles de uno mismo- a nivel emocional.

En una ocasión que me preguntaba un conocido psiconauta por la diferencia entre ambas, la metáfora que resultó más oportuna fue la siguiente: “Imagina como te sientes cuando, tras meses o años de espera y trabajo, estás en una gran noche a punto de acostarte por primera vez con una pareja que has deseado de forma intensa. Esa sensación, con todo lo que tiene de estimulante, sería la MDMA. 

Ahora imagina como te sientes cuando ya has pasado la intensa emoción de 'estar a punto de' y reposas al lado del cuerpo de tu pareja deseada, tras un par de orgasmos mágicos: eso es la MBDB!!

¿Te gusta más que el éxtasis o MDMA? Sí. Me gusta mucho más, o mejor dicho, me gustó mucho más. ¿Dónde la puedo comprar? ¿Tengo que irme a los recónditos mercados de la darknet y pagar con Bitcoin para no ser rastreado? 

Pues creo que, a día de hoy, no tengo fácil respuesta para ello. Ni tampoco una explicación que me convenza, sobre la falta de esta droga en el mercado negro o blanco, porque es -a día de hoy- una sustancia totalmente legal en prácticamente todo el planeta y, desde luego en Europa.

La MBDB o Edén es una de la variantes más lógicas de la MDMA, químicamente hablando, y no es más que un MDMA al que se le ha añadido un carbono más al grupo metil de la estructura anfetaminoide del éxtasis. Esa variación mínima, tiene su correlato en los efectos. Pero no deja de ser algo “muy parecido”. 




Cuando los sistemas de detección de nuevas drogas, que se pusieron en marcha en todo el mundo tras la prohibición de la MDMA y la subsiguiente explosión de este compuesto por todos los rincones del planeta, empezaron a detectar los primeros cambios sobre la molécula. Pronto encontramos variedad en esas sustancias, que venían a imitar o a sustituir a la prohibida MDMA. Entre las primeras que aparecieron estaba la MDE o Eva, la MDA que era el precursor no metilado de la MDMA y que resulta más psiquedélico -ilegal desde 1970- aunque sin perder su parte “entactógena”, y la MBDB que sintetizó Nichols y dio a probar a Shulgin, quien difundió sus propiedades. La MDA y la MDMA estaban ya prohibidas, la MDE fue pronto incluida en las listas negras de sustancias, y la MBDB se puso bajo observación.

¿Cómo que bajo observación? Pues sí, fue la primera sustancia que el EMCDDA -Comité Científico del Centro para Monitorización de Drogas y Adicciones de Europa- tuvo a bien en 1998 someter a su evaluación tras que le fuera requerido por el Reino Unido, en aquel momento ocupando la presidencia de la Unión Europea, sobre si era necesario prohibirla y con qué rapidez. La respuesta no fue lo que se esperaba: dicho organismo estudió lo que se conocía de la MBDB o Edén, y acabó por determinar que no veía necesaria la prohibición de la misma, ya que ni se había podido probar que fuera especialmente adictiva ni peligrosa, y que de serlo lo era por debajo de los niveles de la MDMA en las mismas áreas.

No fueron los únicos. Tras eso, se intentó algo similar en USA y también a nivel internacional, en el que intervinieron con una carta desde el Centro de Libertades Cognitivas personajes como Shulgin, Jonathan Ott o Thomas Szasz, haciendo hincapié en la falta de buenas razones para prohibirla (realmente las mismas que se podrían argumentar para la MDMA). 


El resultado fue poco común, ya que los expertos de la OMS dijeron que: “aunque la MBDB es, tanto estructural como farmacológicamente hablando, similar a la MDMA, los limitados datos disponibles indican que sus efectos estimulantes y euforizantes son menos pronunciados que los de la MDMA. No ha habido informes sobre efectos tóxico o adversos a la MBDB en humanos. Los datos de las fuerzas de seguridad sobre el tráfico ilícito [¿?] de MBDB en Europa apuntan que la disponibilidad y abuso puede estar declinando tras un pico en la última mitad de los años 90. Por estas razones, el comité no considera que el peligro por abuso de la MBDB constituya un riesgo a la salud pública, por lo que NO RECOMIENDA SU PROHIBICIÓN.

Sí, aunque suene raro, la OMS no recomienda que se prohíba. No la ve peligrosa como para ello. Y eso es una gran noticia de cara al utópico día en que se planteen una regulación sensata de las drogas, porque esas sustancias que todavía no han sido prohibidas, serán las que tengan una mayor posibilidad de ser puestas en juego. Y creo que la MBDB, el Edén de Nichols, es una gran sustancia y que no necesita “ser parecida al MDMA” para que pueda ser valorada en sí misma. 

Si la MBDB es legal (no está prohibida) y tiene unos efectos similares a los del prohibido MDMA, ¿cuál es la razón de que no esté en el mercado? Tenemos sustancias de todo tipo, mucho más peligrosas la mayoría, vendiéndose como “legal highs”. Pero no encontramos, ni en los mercados de la darknet, la poco dañina MBDB. De hecho, cuando se encuentra, se vende como MDMA.

Mi primera experiencia con el Edén o MBDB fueron unas cápsulas vendidas como “Californianas” con un compuesto de color entre crema y marrón claro, algo grumoso y sin olor. El sabor era similar al de la MDMA pero con un aspecto que recordaba humedad, como si estuviera escondida dentro de la propia molécula. Tiempo después un amigo sintetizó unos gramos de MBDB y pude recibir otras dosis de regalo. 

La última vez que pude conseguirla fue a través de un proveedor chino, un químico fino filipino, que tanto te sintetizaba el mejor 2C-B ilegal como te hacía unas dosis de MBDB legal y te lo hacía llegar, tras pago vía Western Unión, discretamente entre documentos con una empresa de mensajería. No existía Silk Road, pero había otras cosas similares (foros privados). 

¿Por qué me gustaría mucho tenerla a mano de nuevo? Era una puta gozada. Recuerdo haber pensado bajo su efecto que algo tenía que estar pasando en mi cerebro que fuera similar a lo que hace que los gatos o los perros se retuerzan de gusto con unas caricias. 

Aunque la MDMA me gusta, tiene una parte que me tira para atrás: el subidón. No me va el rollo estimulante, no me gustan las taquicardias, no me tiro a la pista a bailar. La MBDB subía mucho más suavemente, no te hacía perder la cabeza -no se te iba la pelota- como se te puede ir con MDMA, sino que era mucho más manejable. 

Creo que la MBDB es la droga perfecta para darle a la gente mayor que no ha experimentado nunca con MDMA. Pero no invoca un gran espacio de comunicación, de revelación de secretos nunca dichos, de sinceridad torrencial. La MBDB o Edén es la droga más “tacto” que conozco. Se podía tomar estando solo pero no tardabas mucho en estar metido en la cama, frotándote de gusto contra las sábanas. Necesitas tocar. Es una droga para tocar, y tomada con una pareja que esté acostumbrada a ese tipo de drogas entactógenas, es realmente algo parecido al edén: todo muy ameno y delicioso. El tema sexual no va mejor que con la MDMA, no es una droga genital y no ayuda al tema fisiológico, pero en la esfera de la intimidad y sobre todo para personas que -más que usar la boca para hablar- lo que necesitan es aprenderse los mapas de su piel y de la de su pareja, me parece que es una droga que no tiene rival.


Perfecta para amantes, para los que no tienen nada que decirse con palabras, pero no quieren dejar de usar la boca y la lengua sobre el otro. Perfecta para hacer del cuerpo de tu pareja una gran geografía lúdica. Qué bien suena que te digan el oído: “...déjame que chupe todos los centímetros de tu piel, porque estoy empapada de MBDB...” 

¿Algún químico inteligente nos está escuchando? 
Sin duda es una gran sustancia, legal y bastante segura.
Y está pidiendo ser “desenterrada”.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Síntesis de la 2C-B o Nexus en castellano por A.Shulgin en PiHKAL


Esta síntesis casera de 2C-B o Nexus es la traducción de la publicada por Alexander Shulgin y Ann Shulgin en su libro PiHKAL.
Otras ya publicadas antes aquí: la síntesis de la Mescalina y la síntesis de la MDMA o éxtasis.



Volvemos a aclarar qué significa casera: no industrial. Esta receta de síntesis está pensada para producir una cantidad pequeña de dosis (aunque generosa y suficiente para más de una persona durante toda la vida) en un laboratorio que no requiere de especial instrumental ni de mucho espacio, pero eso no significa que la cocina de tu casa haya pasado a ser un laboratorio casero capaz de hacerte químico clandestino. Si no tienes conocimientos previos de química ni experiencia alguna en el laboratorio, es mejor que no juegues a ser lo que no eres.  Esta traducción tiene un propósito educativo.

Esperamos que os guste. :)

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Síntesis de la 2C-B 
por Alexander Shulgin 
en PiHKAL.





Una solución de 100 g de 2,5-dimetoxibenzaldehído en 220 g de nitrometano fue tratada con 10 g de acetato amónico anhidro y calentada en baño de vapor durante 2.5 horas, agitándolo ocasionalmente. 

La mezcla en reacción, de un color rojo intenso, fue liberada del exceso de nitrometano al vacío, cristalizando el residuo de forma espontanea. Este nitroestireno en bruto fue purificado triturándolo bajo alcohol isopropílico, filtrado y secado al aire, para rendir 85 g de 2,5-dimetoxi-beta-nitroestireno en un producto de color amarillo-naranja con la pureza adecuada para el siguiente paso. Una mayor purificación se puede conseguir mediante recristalización desde alcohol isopropílico hirviendo.

En un matraz de 2 L de fondo redondo equipado con un agitador magnético y colocado en atmósfera inerte se añadieron 750 mL de tetrahidrofurano anhidro conteniendo 30 g de hidruro de litio y aluminio. Luego se añadieron en disolución de tetrahidrofurano, 60 g de 2,5-dimetoxi-beta-nitroestireno.

La solución final tenía un sucio color amarillo-marrón y se dejó a temperatura de reflujo durante 24 horas. Tras enfriarse, el exceso de hidruro fue destruido con la adición gota a gota de alcohol isopropílico. 

Después se añadieron 30 mL de hidróxido sódico al 15% para convertir los sólidos inorgánicos en una masa filtrable. Se filtró la mezcla de la reacción y el producto resultante se lavó con tetrahidrofurano y luego con metanol. El combinado de los lavados y los licores madre se pusieron al vacío para retirarles los solventes, y el residuo se puso en suspensión en 1,5 L de agua. Se acidificó con ácido clorhídrico, se lavó 3 veces con 100 mL de diclorometano, se hizo fuertemente básico con hidróxido sódico al 25% y se extrajo con 4 porciones de 100 mL de diclorometano. 

Los extractos reunidos fueron puestos al vacío para eliminar el disolvente rindiendo 26 gramos de un residuo aceitoso que destilado a 120-130ºC a 0,5 mm / Hg de presión dieron 21 gramos de un aceite blanco, 2,5-dimetoxifeniletilamina (2C-H) que toma el dióxido de carbono del aire con mucha rapidez.

A una solución bien agitada de 24,8 g de 2,5-dimetoxifeniletilamina en 40 mL de ácido acético glacial se añadieron 22 g de bromo elemental disueltos en 40 mL de ácido acético. Tras un par de minutos se da la formación de sólidos junto a la evolución de la reacción con importante calor. La mezcla en reacción se dejó enfriar a temperatura ambiente, se filtró, y los sólidos se lavaron con poca cantidad de ácido acético frío. 

Así se obtuvo la sal bromhidrato. Existen muchas formas complicadas de sales, tanto polimorfas como hidratadas, que pueden hacer del aislamiento y caracterización de la 2C-B algo traicionero. 

La ruta más simple es formar la sal de clorhidrato, insoluble en agua, por vía de la base libre. Toda la masa de la sal húmeda del ácido acético se disolvió en agua caliente, se hizo básica hasta un mínimo de pH 11 con hidróxido sódico al 25% y se extrajo con 3 lavados de 100 mL de diclorometano. 

La eliminación del disolvente dio 33'7 gramos de un residuo que se destiló a 115-130ºC a 0,4 mm / Hg de presión. Del aceite blanco 27,6 gramos fueron disueltos en 50 mL de agua contiendo 7 gramos de ácido acético. La solución transparente fue agitada con fuerza y se trató con 20mL de ácido clorhídrico concentrado. Se dio la formación inmediata de la sal anhidra de clorhidrato de 2,5-dimetoxi-4-bromofeniletilamina (2C-B). La masa de cristales se recogió por filtrado (que puede ser facilitado considerablemente por la adición de 60 mL de agua), se lavó con un poco de agua y con varias porciones de 50 mL de éter etílico.

Cuando estuvo totalmente seco al aire se obtuvieron 31'05 gramos de finas agujas blancas, con un punto de fusión de 237-239ºC con descomposición. Cuando hay demasiada agua presente en la adición final del ácido clorhídrico concentrado, se produce una forma hidratada de la sal de 2C-B. El bromhidrato funde a 214'5-215ºC. Se ha reportado un punto de fusión de 208-209ºC para la sal de acetato.

Dosis: de 12 a 24 miligramos.
Duración: de 4 a 8 horas.





viernes, 29 de agosto de 2008

Test de Marquis. Probando 2C-B y 2C-I de forma comparada.

Ya se ha hablado alguna vez en esta página de la conveniencia de que las personas que consumen sustancias, apliquen medidas dirigidas a que su experiencia sea lo más positiva posible y al mismo tiempo, implique los menores riesgos.

Es la llamada política de Reducción de Riesgos, o como también se le llama ahora Gestión de Placeres y Riesgos, siempre asociado al consumo de drogas -legales o no- y a comportamientos asociados a esos contextos.

En muchas ocasiones se ha insistido en que lo primero que debe tener un consumidor, es responsabilidad para asumir sus actos, en todo momento.
Y eso comienza por algo muy sencillo (hoy día): conseguir información sobre dosis, efectos y otros aspectos de la sustancia que se vaya a consumir.

El segundo paso, sería siempre estar seguro de que la sustancia que se posee, que se compra, que alguien te ofrece, es la que crees que es. Alguna de las muertes asociadas a sustancias que usadas correctamente no presentarían ese riesgo, se debe a que las han confundido con otras.

Tomar una dosis de cualquier sustancia, implica elegir de acuerdo a lo que se busca, la vía por la que se tomará y la cantidad que se usará.

Ahí nos topamos con el primer gran problema. La información la adquirimos sin problema, pero ¿cómo saber que sustancia tienes en tus manos?
Cuando alguien compra cualquier droga en una farmacia, no tiene que preocuparse de ello: puede tener la seguridad de que -salvo gravísimo error- es lo que dice ser, y que contiene la cantidad que dice contener. Esto es equivalente a conocer la sustancia y la pureza, sabiendo que no lleva otros añadidos que puedan modificar su efecto y resultar tan peligrosos o más que la propia droga.

Los consumidores de drogas ilegales, pagan (además de grandes precios subvencionados por el gobierno) el pato de tener que comprar sin la certeza de qué es lo que compran.
La confianza en el vendedor, el que sea conocido, el que hayamos probado lo que vende otras veces, son los parámetros de referencia en los que nos movemos cuando se trata de sustancias ilegales. Es decir, ponemos nuestra salud en juego, y en manos de alguien.

Ese riesgo es el primero que se debe minimizar, o eliminar siempre que sea posible.

La única forma es saber que tenemos lo que queríamos tener. Y para ello, la mejor opción es usar los servicios de análisis de sustancias que ofrecen varias ONG, como Energy Control o Ai Laket!, aunque en ocasiones eso resulta imposible (y de hecho si todos los consumidores de drogas lo hicieran, necesitarían más personal para análisis que jueces hay en este país).

Cuando eso no es posible, en especial haciéndolo con antelación (lleva siempre algo de tiempo), deberíamos recurrir a otros métodos legales que nos permiten saber algunas cosas.
Son los test cromáticos. Y el más común para las sustancias psicoactivas es el test de Marquis.

Lo que un test como el Marquis nos puede decir, es qué tipo de sustancia tenemos delante.
Su uso es simple, aunque requiere ciertas precauciones. Y no tiene la fiabilidad de un análisis por otros métodos de laboratorio, pero ya ofrece un margen de error para la persona muchísimo más bajo que si sólo toma decisiones confiando en que lo que le den, es lo que dicen.

Según reacciona el reactivo de Marquis (que es una combinación conteniendo entre otras cosas ácido sulfúrico y formaldehido), cada sustancia da un color. O no lo da.
O comienza reaccionando en un color y luego va cambiando a otro, más rápido o más lento.
Eso nos sirve para poder descartar muchas cosas, y aproximarnos con un grado de fiabilidad aceptable a saber si tenemos la sustancia que creemos.
Y combinando la reacción de varios de estos test, se puede afinar casi hasta el 90% en alguna ocasión. Pero sólo con Marquis ya podremos descartar muchas cosas, aunque eso es para otro tema muy largo (en otra ocasión será).

Esta entrada es un ejemplo de su uso, sin entrar a explicar como se realiza correctamente, pero para que cualquiera se pueda hacer una idea de sus resultados.
Para el ejemplo se usan imágenes y datos de dos sustancias que son muy parecidas: 2C-B y 2C-I.
Una contiene un átomo de bromo (la 2C-B con sus famosos y supuestos efectos afrodisíacos y potenciadores del orgasmo) y la otra de yodo (ambas con efectos entactógenos a dosis bajas, y usadas en encuentros sexuales), en el mismo lugar en los dos casos. El resto de su estructura es idéntica. Podéis leer sobre ellas en el libro llamado "Pihkal", sobre feniletilaminas de A. Shulgin.

Para que el Marquis pueda ofrecer conclusiones aceptables, no sirve únicamente observar el color final (¿final en qué momento?). Hay varios "finales" en algunas sustancias, como en estas dos.

Aparte de que aún conservándolo en condiciones, en frío y sin luz, un test de marquis empieza a perder validez algo después de los 2 meses (se recomienda no pasar de 3, aunque a veces algunos vendedores digan que hasta 6 meses), muchos aspectos pasan desapercibidos si no se hace de forma adecuada.

Lo primero es que la luz sea suficiente y si no es natural, lo más neutra posible.
Lo segundo, que se haga sobre cristal -recordad que es ácido sulfúrico- y que bajo este, se coloque un material totalmente blanco, que permita ver la transparencia y matices de la reacción.

La concentración del marquis, también es importante. De hecho, en este caso, si el marquis hubiera estado menos concentrado y hubiera tenido mayor proporción de retardante que hiciera más lenta su reacción, se hubieran podido ver más diferencias.

Aún así, se han tomado secuencias de 3 fotos por segundo con trípode durante diferentes puntos de la reacción. Y se han seleccionado algunas para ilustrar.

Una vez preparada la pieza de cristal -llamada "porta" en ocasiones- sobre la que se va a hacer reaccionar la sustancia -una pequeñísima cantidad es suficiente- y el marquis, se dejan caer dos o tres gotas de marquis sobre la sustancia... y comienza la reacción en el acto.

Comenzamos el test con la 2C-B.
Esta primera foto es el instante en que la primera gota de marquis toca el 2C-B:

Lo más notorio de esta imagen es que apenas han transcurrido 0'3 segundos.
El color, viéndolo con los ojos y no con la cámara, es un amarillo con toque muy ligeramente verde.



La segunda gota cae sobre el 2C-B:


Ocurre lo mismo, un amarillo con ligero tono verdoso, pero la gota anterior, ya ha pasado a un verde oscuro.
Aquí han pasado 0'3 segundos desde la anterior gota.
La reacción es DEMASIADO RÁPIDA. Sobre todo si se pretende diferenciar dos sustancias con tanto parecido, habría que prestar muchísima atención.


Resultado del marquis sobre 2C-B en unos 10 segundos:



Este es el color que alcanza y que tiene cierta estabilidad, la reacción se ralentiza mucho pero NO desaparece del todo. Sigue reaccionando como veremos después. Luego se ve cual es el final de la misma.


En otro "porta" de cristal, limpio, colocamos la muestra de la otra sustancia, que en este caso es 2C-I. Y repetimos el proceso.

Marquis sobre 2C-I. Segunda imagen de una serie de 3 disparadas automáticamente en 1 segundo:


Es aquí donde se observa la mayor diferencia entre la 2C-B y la 2C-I.
La 2C-I en lugar de dar un tono amarillento con matiz verde en el primer instante, lo que da es un color marrón oscuro que muy rápidamente se va a un tono casi negro.
En la imagen se ven las dos primeras gotas sobre 2C-I, y la tercera cayendo sin tocar aún la sustancia.
Mientras que la primera gota que cayó, está ya casi negra, la que acaba de tocar la sustancia tiene el color marrón que adquiere inmediatamente.


Resultado "estable" de la 2C-I en unos 10 segundos:


Aquí se ve que el color es más oscuro que el que da la 2C-B. Un verde mucho mas oscuro (se nota más con la vista, pero fijaos en los bordes para notarlo aquí).
Como la gota ha quedado menos esparcida, los matices se perciben menos y hay que fijarse ayudándose del contraste sobre el papel blanco que está bajo el porta de cristal.


Comparación de las dos sustancias, poniendo juntos los dos "portas" con la reacción:


Colocando una plaqueta sobre el borde de la otra, tras haberlas inclinado un poco para poder observarlas bien.
El color azul, corresponde a la continuación de la reacción del 2C-B. En ese momento, puede llevar unos 5 minutos de reacción... y por eso ha llegado a ser azul.
El color verde es la gota del 2C-I, estirada sobre el cristal. En ese momento lleva algo así como 2 minutos de reacción.
Aunque sería bueno ver como han evolucionado las dos reacciones a la vez, de haberlo hecho así no se habrían captado los detalles que más diferentes las hacen en este test.


Otra foto tomada de ambas reacciones:


La plaqueta superior, con la gota desplazada al borde de un azul oscuro, es el 2C-B.
La otra, con la gota centrada, es el 2C-I continuando la reacción (se nota como el verde se va convirtiendo en azul), a los 4 minutos.
Aunque se ve la diferencia, cada vez tienden a igualarse más.


Imagen final de ambas reacciones (final absoluto, pasados ya más de 10 minutos):


Y aquí se ve como acaba la cosa.
Ambos compuestos, si uno se atiene simplemente al color de un punto temporal en la reacción, pueden no ser distinguibles en absoluto.
En este caso, cuando se metieron las plaquetitas -portas- en la solución con bicarbonato para eliminar el ácido sulfúrico sobrante, excepto por la diferencia de tamaño de ambas piezas de cristal y ambas gotas, no se podía distinguir que compuesto era cada uno.

El acostumbrarse a observar, medir tiempos, usar instrumental adecuado y la experiencia, facilitarán mucho el saber qué puede ser una sustancia. Y si se usa un marquis de igual concentración siempre, a la misma temperatura (este estaba a 3º grados), uno puede darse cuenta de que haya algo extraño, una mayor concentración (pureza) o menor, diluyentes, etc, aunque la única prueba segura para eso, no se puede realizar en casa y sin material y maquinaria especial. Pero esas son las pruebas que SÍ realizan las ONG's antes mencionadas, como Energy Control.

Lo ideal ahora, y teniendo sólo un método como éste de análisis (da igual marquis que otro de reacción cromática), sería poder hacer dos o tres preparaciones más de marquis, con distintos grados de concentración y retardante, para poder observar con más calma la reacción.

Como todo lo artesano y técnico a la vez, es una cuestión de práctica y método.
Pero cualquier persona, puede aprender en menos de 1 hora, y eso puede ser la diferencia entre una noche de fiesta, o una en el hospital.

Esta entrada no pretende enseñar a nadie a usar el test de marquis, aunque es muy sencillo, pero sí animar a la gente que consume a que si no pueden enviar las sustancias a analizar, por falta de tiempo, que compren un bote de test de marquis, y aprendan a hacerlo.
Otras sustancias que no son casi exactas entre sí, como estas dos, tienen reacciones mucho más claras y sencillas, como por ejemplo el MDMA, que al fin y al cabo es la droga de síntesis más consumida, bien sea en forma de pastillas o en forma de "cristal".

Y de esa forma, con cualquiera pastilla que probaseis con este test (un bote de 15 euros os sirve para 100 veces o más) podríais saber, si al menos lleva MDMA o MDA, o si por el contrario os están vendiendo otras drogas, más peligrosas, o incluso si os están dando una pastilla de azúcar.

Espero que os guste, os pique la curiosidad y os animéis a probar...
QUE NO OS ENGAÑEN!!

De que los consumidores aprendan a usar métodos para probar la calidad de lo que se les vende, depende en buena medida que lo que se vende, sea de mayor pureza, y de que muchos timadores, se queden sin posible negocio.


Symposion.

jueves, 15 de noviembre de 2007

¿Por qué MDMA para la psicoterapia?


He recibido dos correos estos días, uno de un terapeuta interesado en el uso de MDMA en España que me pedía datos concretos sobre quién podría adiestrarle para su uso, dado lo que había leído de la sustancia, y otro de una persona relacionada con la psiquiatría, criticando el tema por no entenderlo -a mi parecer- y no comprender la capacidad de esta sustancia para ayudar a ejercer cambios sobre sujetos con altas cargas de sufrimiento y ansiedad, y haciendo una acusación de querer convertir -con las opiniones favorables como la mía- una droga en una panacea psíquica "capaz de competir con fármacos eficaces y probados como el prozac".


Pues les voy a contestar desde aquí.
Al primero, decirle que por desgracia no hay ninguna escuela ni lugar donde pueda ser adiestrado en el uso de la MDMA. Y recordarle además que esta es la opción más ética de cuantas existen, ya que ningún terapeuta debería dar a un paciente una sustancia con la que no estuviera profundamente familiarizado.
Tal vez la ayuda en este caso la tenga que buscar en terapeutas jóvenes que conocen la sustancia, para poder iniciarse y así calibrar las aplicaciones que él podría conseguir mejorar con su uso. También leyendo mucho, por supuesto, en especial todo el material que hay en www.maps.org sobre la MDMA Research y algunos libros que tocan el tema de los terapeutas underground como Leo Zeff . Y conseguir ponerse en contacto con las pocas personas que han podido trabajar con esa sustancia en este país en ese ámbito para conseguir información valiosísima de primera mano.

Al trabajar con una sustancia prohibida por ley, la cantidad de riesgos que se asume es muy alta.
Y la MDMA no convierte a sapos en princesas, ni a malos terapeutas en buenos, aunque per se ofrezca experiencias muy especiales, no es una poción mágica.

En cuanto al otro terapeuta o futuro terapeuta, me decía que si no era una forma cómoda y una sencilla trampa el hacer creer que prácticamente todas las sustancias que han sido prohibidas "tras largos años de estudio sobre su peligrosidad" (textual), ahora resultaban buenas cada una para una cosa y algunas como la MDMA las pretendemos hacer pasar por la panacea de los problemas emocionales, que casualmente todos tenemos en mayor o menor grado en algún momento de nuestra vida. Me daba a entender si no estábamos luchando por que se aceptase nuestro placer químico, o peor aún si además de eso estábamos creando nuevas enfermedades con tal de que encajasen el el perfil de la acción de estas sustancias. A esta persona la emplazo para cuando escriba la entrada sobre las farmacéuticas y ese aspecto de su negocio.

Personalmente tiendo a pensar que uno de ellos, el primero, es una persona que en un momento dado experimentó con la MDMA, seguramente en un contexto lúdico, y busca ahora seria formación.

Y que el otro no ha experimentado los efectos de una generosa dosis de MDMA, pues creo que de ser así no haría tales preguntas.
También al segundo e interrogante proto-terapeuta, que me bombardea con preguntas de corte psicoanalítico y parece estar muy convencido de que todo al final se reduce a ese paradigma, le aconsejaría leer algunos libros, no de opinión y ensayo sino de ciencia, y alguno más de historia de la prohibición, si me acepta el consejo, al menos para que tenga información real sobre cómo y por qué se prohibieron cada una de las sustancias prohibidas.

Podría dar una respuesta con lo que yo pienso, con argumentos basados en la propia experiencia y en la ajena, pero creo que viene de perlas la descripción que hace Alexander Shulgin de una "sesión" con MDMA en su libro "Pihkal" (Phenetilamines I Have Known And Loved, o Feniletilaminas Que He Conocido Y Amado), que aunque de momento sus dos grandes obras, "Pihkal" y "Tihkal", sólo se encuentran disponibles en inglés, creo que en un tiempo vamos a poder disponer de ellas en castellano, ya que según me ha comentado un amigo, la gente de la Editorial Amargord están ya traduciendo estas dos joyas únicas de la psicofarmacología, y al parecer cuentan incluso con el visto bueno de su autor, con quien se pusieron en contacto.
Espero que el resultado sea bueno y ayude a expandir toda la magia que se encierra en ese par de mundos de las Feniletilaminas y las Triptaminas, al mundo de habla no inglesa y sí hispanohablante.

Cuenta Shulgin en Pihkal que la mujer de un conocido suyo, que sabía de su trabajo con psicoactivos y de su interés como investigador, le llamó un día preguntándole si ella y su hijo mas joven podrían tener unas horas de su tiempo, para poder hacerle algunas preguntas.
La mujer, a la que llama Janice, era la que tenía interés o necesidad en hacerle esas preguntas, y su hijo la acompañaba para darle un poco de apoyo moral ya que él estaba un poco más puesto al día en el tema de drogas.
Shulgin propuso que se reunieran esa misma tarde y ellos aceptaron. Dice Shulgin, en base a su experiencia, que cuando ha llegado el momento, se hace inconfundiblemente evidente que es la ocasión oportuna.

Janice, su hijo y Shulgin se reunieron y tomaron 120 miligramos de MDMA, y el hijo se fue por su cuenta a disfrutar la experiencia, dejándoles solos a Janice y a Shulgin.
Al cabo de 30 minutos, que es el punto en el que se notan las primeras señales de actividad de la sustancia, Janice no daba muestras de estar bajo el efecto de nada, e igualmente ocurría a los 40 y 50 minutos posteriores a la ingestión.
Janice se quejo de tener la garganta seca, y aunque Shulgin le trajo un vaso de agua no mejoró.
Luego se quejó de tener algo de dificultad al respirar, y su anfitrión le dijo que respirara lo mejor que pudiera, pero se dio cuenta por la imagen reflejada en una ventana que ella no tenía problema en respirar cuando él no la estaba mirando.

Salieron a caminar por una colina cercana que se usaba para almacenar leña. Había varios carteles con el aviso de la prohibición de fumar como advertencia para evitar incendios.
Janice preguntó: ¿Crees que yo fumo demasiado?
Shulgin le contestó: ¿Tú crees que fumas demasiado?
Ella le dijo que no, que no lo creía, y él le dijo que entonces lo más probable es que no fumase demasiado.

Había pasado una hora desde la toma de la MDMA y no había ni rastro de la actividad de la droga.
Entonces apareció la pregunta no esperada, la que rompía los diques de contención.
Janice dijo: ¿Es correcto estar viva?
A lo que él le contestó: ¡Por supuesto que es correcto estar vivo! ¡Es una bendición estar vivo!

Ahí estaba la bomba... Janice cayó en picado dentro del efecto de la MDMA y comenzó a correr por la colina, gritando que era correcto estar viva!!
Shulgin se acercó hasta ella y vio como su cara estaba radiante. Ella le contó parte de su historia personal, que ambos conocían ya, pero con la que ella nunca había conseguido sentirse en paz.

Janice había nacido mediante cesárea, y su madre había muerto durante el parto. Y durante sus 50 años de vida había convivido con el sentimiento de culpa y el trauma de que para que ella estuviera viva, su madre tuvo que morir.
Janice llevaba en terapia unos 3 años, básicamente tratando este problema, y aparentemente lo único que necesitaba era ser consciente de que era correcto estar viva, que no era culpable de nada.
Shulgin no supo de ella en un par de meses tras esa tarde, y entonces recibió una llamada de ella en la que le contaba como se sentía increíblemente en paz consigo misma, y que había abandonado la terapia que previamente había estado siguiendo.

Hasta aquí, la historia que cuenta Shulgin en su libro.
Y retomo la pregunta inicial de esta entrada: ¿Por qué MDMA para la psicoterapia?
La primera cosa que me viene a la cabeza, es que seguramente Janice, había escuchado de cualquiera a quien se lo hubiera contado, terapeuta incluido, que era totalmente correcto estar viva y que ella no tenía ninguna culpa de las circunstancias de su nacimiento.
Pero eso que es tan elemental y que parece que cualquiera sería capaz de ver, posiblemente estaba siendo manejado en un plano exclusivamente racional: es la respuesta lógica.

Aunque lo que marcó la diferencia fue que en esa ocasión, la MDMA permitió a esa mujer sentir, entender con una plenitud que superaba el simple razonamiento, descubrir con cada átomo de su cuerpo, que era una bendición estar viva.
Y que lejos de sentirse mal por ello, debía dar gracias con cada paso por el milagro de la vida que ella tenía, y ser feliz.

La MDMA creó un estado en el que todo eso que estaba hirviendo dentro de Janice encontró, en un contexto adecuado y dentro de un objetivo que ella misma se había propuesto, la salida y además la respuesta. Una respuesta que no se basaba en palabras sino en la experiencia de la maravilla de vivir, del regalo que era y lo afortunada que se podía sentir por ello.

Esta historia no pretende justificar, ni de lejos, todas las posibles aplicaciones que puede tener la MDMA en diversos problemas, personales, de pareja, afectivos, de ansiedad, de sufrimiento por diversas causas, y de personas que se encuentran afrontando el momento de su muerte.

Sólo quiere ofrecer una idea de lo que una tarde de charla en ese estado, puede llegar a obrar en la vida de una persona, y no es más que un solo ejemplo.

Esto tampoco pretende negar su capacidad lúdica, o cuestionar su uso en ese aspecto (ni tampoco promocionarlo), que es el más común y que en condiciones inadecuadas puede traer problemas.

Quede como grito de alguien -yo- que no alcanza a comprender cómo mientras aún hay personas que están sufriendo psíquicamente por diversas razones susceptibles de ser "curadas" con ayuda y esta sustancia, su uso terapéutico y la investigación en sus posibilidades no hace más que ser una simple anécdota.

Y ojalá esta entrada sirva para que algunas personas, terapeutas o futuros terapeutas, se pregunten sobre ello y se imaginen por un momento las posibilidades que tendrían si pudieran usar una sustancia que puede hacer que la gente "viva en sus carnes, en todo su ser" aquello que normalmente sólo les llega como palabras, que se estrellan tantas veces en los mecanismos defensivos de las neurosis que están generando el sufrimiento de tantos pacientes que no son capaces de despegarse de esa capa de dolor que les cubre.

Tal vez unos cuantos de esos terapeutas, lleguen a interesarse lo suficiente como para investigar más, y ojalá algunos lleguen a tener el valor de usarla cuando el convencimiento de su utilidad sea una fuerza ética que les mueva a utilizar cualquier recurso que crean que puede aliviar el sufrimiento, por encima de consideraciones menos importantes... y mucho menos humanas.

Gracias Shulgin (y otros muchos).

lunes, 15 de octubre de 2007

Empatógenos y entactógenos

Todo estaba ya vendido tras la explosión de los años del movimiento hippie.

Aquella revolución, más emocional que de otro tipo, que absorbía como una esponja todo lo que pudieran suponer nuevas formas de vivir, de percibir las cosas, de pararse y pensar en la vida que realmente querían llevar sus protagonistas, había hecho que el mundo occidental comenzando desde el país más industrializado y armado del mundo se encontrase ante generaciones de jóvenes contestatarios que defendían unos valores que al ciudadano medio le sonaban casi marcianos, y al establishment (gobierno, ejército y otras instituciones) no les hicieran ninguna gracia.
Hablar del flower power en mitad de un guerra como Vietnam, era un absurdo tan colosal para el paradigma existente que sólo las mentes menos endurecidas, por los patrones de comportamiento imperante, parecían capacitadas para llegar a él.

Sería arrogante decir que aquella explosiva mezcla de juventud, idealismo, liberación en lo sexual y el querer buscar verdades absolutas nutriéndose en culturas lejanas con enseñanzas propias de iniciados, místicos y trascendentes, fue algo provocado por una droga como la LSD en principio y otras similares posteriormente. Pero hay una parte de verdad en ello.
Esas sustancias llegaron al gran público en un momento concreto, en que las bases para un gran movimiento que hiciera cara a los obsoletos valores impuestos, estaban ahí.



El descontento vital, la falta de motivación, la ausencia de una verdadera espiritualidad en una sociedad medible en dolares y misiles, ya estaban ahí. Ya sabíamos que habíamos roto el átomo, y que disponíamos de poder para destruir el mundo varias veces. Por primera vez en la historia del ser humano, se había llegado a una situación en la que una sola especie, era capaz de terminar con toda la vida en el planeta, con un equilibrio tremendamente frágil como hemos sabido después las muchas veces que estuvimos cerca de un final.

Hasta entonces habían estado a disposición del pueblo, de forma legal o no, varios embriagantes. Alcohol para todos tras la Volstead Act, cocaína que era el lujo y lo exclusivo, anfetaminas para acelerar cualquier evento, y opiáceos, barbitúricos y otros depresores para frenar, relajar y dormir. Todas ellas drogas que hacen que todo corra más rápido o más lento, algunas con una añadida euforia.
Pero aparte de la floja marihuana que venía de México (en los USA), no había a disposición del gran público ninguna sustancia que actuase sobre la esencia misma del ser humano: su alma.

Aunque se conocía el peyote, algunas solanaceas, y tal vez la ayahuasca por algunos intrépidos viajeros como Richard Evan Schultes, no pasaban de ser materiales que estaban reducidos a curiosidades que había en círculos académicos e intelectuales, de forma minoritaria.

Allí llego la LSD, que saltó de los laboratorios a la calle sin pedir permiso, dadas su espectaculares propiedades por las que 1 gramo de sustancia era suficiente para provocar un viaje al centro de su mente a 10.000 personas. Si aquel substrato era gasolina sobre papel, el hijo de Albert Hofmann fue la cerilla que prendió esa revolución, extendiéndola a millones de personas, a las artes, las ciencias, y el espíritu que dejo de ser cuestión de sacerdotes o pastores intermediarios, para ser algo que le era revelado a uno mediante un cubito de azucar con una gota de su LSD.

Tras esos años, la prohibición, la represión, y la perdida de fuerza y vitalidad del mayor movimiento contracultural que nuestra historia moderna haya conocido, todo estaba vendido.
A esas drogas que aceleraban, a las que frenaban, a las que desinhibían, se les añadió una nueva familia de sustancias y plantas que fueron los mal llamados "alucinogenos". Pronto surgieron voces que negaban ese nombre en base a sus efectos, y se barajaron decenas de ellos, de los que finalmente quedaron neologismos como psicodélicos, que se cambió a psiquedélicos para evitar lo peyorativo y alusivo a enfermedad mental de la raíz "psico", y el último y más acertado: enteógenos.

Todas las drogas que se creaban por los magos de la química y sustancias que se encontraban en diversas fuentes vegetales y animales, encontraban acomodo en alguna de las categorías ya establecidas. Cada una con sus matices, pero en lo básico encajaban en una u otra etiqueta.

Había una unica excepción, y esta era la MDA (podría decirse que la madre del MDMA). Si bien sus efectos llegaban a ser enteógenos, tenía el presagio de algo suave. Podía y provocaba visiones, pero al mismo tiempo había algo diferente en su acción sobre los afectos humanos. Se la llamó "droga del amor" y también "la droga mas suave de América" (Mellow Drug of America), posiblemente esto último aprovechando el acrónimo de sus siglas químicas.

Cuando se dio el paso de ilegalizar los enteógenos, se ilegalizaron todos los conocidos, y la MDA entre ellos.

Pero en los círculos químicos y psiconaúticos de la época, algunos valientes seguían sintetizando y probando diferentes sustancias. Y algunas personas habían resintetizado una creación de final del siglo XIX y posteriormente patentada por los laboratorios Merck, que había sido un hallazgo circunstancial y al que no le dieron utilidad.
Era la versión N-Metil de la MDA, la ahora conocida MDMA.

Shulgin la sintetizó en los 60, pero tardó algo en probarla. Los informes sobre sus efectos eran extraños, y no encajaban con las drogas enteógenas en muchas cosas, pero al mismo tiempo todos indicaban que la sustancia tenía "algo mágico".

Los atrevidos que tomándola e informando allanaron el camino, fueron pequeños grupos en un principio, de químicos, psicoterapeutas y aficionados a la psiconaútica.
Y fueron estos grupos reducidos quienes expandieron su uso, sobre todo entre psicoterapeutas, habiendo uno de ellos que fue la persona que inició en el uso de esta sustancia a más gente: Leo Zeff. Él fue el más apasionado defensor y usuario de la MDMA en psicoterapia, por supuesto de forma "underground" ya que asumía un riesgo al usar un compuesto que no estaba autorizado como medicamento, aunque no había sido prohibido aún.

¿Qué tenía de mágico la MDMA?
No dejaba de ser un psiquedélico en cierta forma, ya que su efecto sobre la conciencia era indudable, pero lejos de provocar colosales viajes a las raíces del subconsciente, provocaba en el sujeto un estado de relajación psicológica, deshacía las barreras que contienen nuestros "lugares problemáticos", creaba un estado de empatía entre los que compartían el momento, favorecía especialmente la comunicación y eliminaba el miedo al "juicio ajeno", permitiendo alcanzar niveles de autoconocimiento y sinceridad con uno mismo y con el terapeuta desconocidos hasta entonces (sin tener que pasar por todo lo que implicaba una sesión con LSD), y se centraba la experiencia en todo aquello que tuviera que ver con los afectos. Era una experiencia esencialmente relacionada con el amor en todas sus facetas.
Todo eso en un clima tranquilo, manejable y de duración media-corta.

Como metáfora se podría decir, que frente al LSD y otros similares, que actuaban sacudiendo como un terremoto la casa desde los cimientos al techo, la MDMA iba limpiando habitación por habitación, sin esconder nada bajo la alfombra.

Tenían en sus manos una clase totalmente nueva de compuesto en lo que a efectos se refiere. No existía una etiqueta en la que poder incluirlo.
Y lo que era y es peor aún: no existe ninguna sustancia capaz de mimetizar los efectos de la MDMA que este disponible en el arsenal terapéutico.

Es posiblemente la mayor joya de la psicofarmacología, hasta el punto que se la llamó "la penicilina del alma".

El primer nombre que se acuñó para referirse a este compuesto, y a los futuros compuestos similares en efectos, fue el de empatógeno. Basada en el griego, esa palabra venía a indicar que generaba un estado en el que la persona era puesta en contacto con su "patho", que quiere decir sensaciones, sentimientos, percepciones y también sufrimiento.
Expresaba al mismo tiempo la capacidad de provocar empatía de la sustancia, aunque este no es su único efecto.

Y así fue en un principio conocida esta nueva familia psicofarmacológica.

Pero si bien en los años 70 su uso estuvo restringido a pequeños grupos, en los 80 se expandió junto con ciertas nuevas corrientes de pensamiento, llegando a ser conocida por un publico mayor, y con esas deliciosas propiedades, consumida por mucha más gente.
Eso motivó que la DEA pusiera sus ojos sobre ella y la prohibiera, haciendo uso de poderes especiales que le permiten prohibir algo, y tiempo después, explicar las razones.

Ese acto fue el equivalente, como en otras tantas sustancias, a asegurar su éxito en el mercado negro. Mientras que había sido un fenómeno localizado, tras su prohibición se disparó su consumo, y la síntesis de otras moléculas de efectos similares -buscando evitar la ley- como la MDE, MBDB, y otras variantes anfetamínicas que tuvieran alguna semejanza. Esto llevó a su vez, años después, a la promulgación de la Ley de Análogos, por la que quedan prohibidas todas las sustancias que se puedan considerar análogas químicamente (con una manga muy ancha para los prohibicionistas), existan o no, y también cualquier sustancia que pueda ser usada para buscar una analogía en sus efectos.
Es decir, una ley tan abierta e inconcreta que, si quisieran, podrían prohibir el chocolate.

Mientras en España, apenas habían llegado algunas cápsulas de MDA a Ibiza y Valencia, vendidas como droga del amor, mescalinas, mescalinas orgánicas y otros nombres promocionales diversos, que tenían el precursor de la MDMA y una buena dosis de cafeina.
Pero en menos de 5 años, se pasó de eso, a tener MDMA circulando por toda España, dándole a una juventud que no había tenido relación con sustancias que actuasen sobre el alma (aparte del hashis marroquí), una droga perfecta para salir de fiesta al ritmo de una música pensada y usada para potenciar los efectos de esta droga.
No sólo les daba estimulación por su parte anfetamínica, sino que les otorgaba un sentimiento de comunión grupal, de rito colectivo, de unidad en definitiva, que era la versión actualizada y sin complicaciones de los años dorados de la LSD en los USA.

Aunque actualmente se han sintetizado muchas moléculas relacionadas con la MDMA - últimamente la familia de las beta-ketonas como la Methylona, bk-MBDB, bk-MDE y sus variantes, ninguna ha conseguido reunir la sinfonía de efectos que esta tiene.
Ciertamente algunas aumentan la empatía, otras estimulan, otras te hacen tener buenos momentos de reflexión pero sin comunicación... no hay ninguna que mejore la complejidad y magia de la MDMA.

Volviendo a la cuestión inicial, sobre la forma de llamar a estas sustancias, el termino inicial de empatógenos fue cuestionado por algunas personas, entre ellas David Nichols, uno de los mejores activos en el estudio y creación de nuevas sustancias enteógenas.

Había dos razones que se argumentaban al respecto.
La primera, como en el caso de psicodélico vs. psiquedélico, era evitar la connotación peyorativa que el termino "patho" podía añadir, ya que en medicina se usa principalmente para referirse a la enfermedad o al agente causante del mal (patología, cardiopatia, etc.), y la segunda se refiere a la pluralidad de acciones que causa la MDMA, y que si bien suele provocar empatía, no es ni la única ni la más importante de sus acciones, siendo considerada por algunos como una especie de "efecto secundario".

Nichols propuso el término entactógeno, también de origen griego pero con la raíz "tacto" argumentando entre otras cosas, que la sustancia generaba un estado en que el sujeto se ponla en contacto con su material psicológico interno, sacándolo a flote y facilitaba los estados introspectivos.

En la actualidad, parece que el término entactógeno ha ido ganando aceptación frente a empatógeno, si bien ambos términos son equivalentes ya que se usan para referirse a las mismas sustancias y efectos, pero en la literatura científica parece ajustarse mejor el neologismo acuñado por Nichols. Tal vez en un futuro, la ingeniería química nos brinde moléculas que encajen en un grupo y no en otro, dejando así de ser sinónimos en la práctica.

Es la historia de una curiosidad lingüística que al mismo tiempo nos trae a la realidad de un mundo en el que los profesionales de la salud, y en último término los pacientes, no pueden disponer de ningún fármaco que tenga esos efectos. Mientras en cualquier país europeo, se consumen cientos de miles de pastillas de éxtasis o similares cada fin de semana, probando de facto su seguridad, ya que a pesar de los peligros de un mercado negro y de la falta de control sobre esas sustancias, los casos de muerte o problemas son anecdóticos estadísticamente y no responden normalmente a situaciones de consumo inteligente, en el que se maximizan los placeres y se minimizan los riesgos.

En el plano médico, por último, hay sustancias que controlan los síntomas y otras que actúan sobre las causas. Unas tapan y otras curan.
Posiblemente los mayores enemigos de una hipotética legalización de la MDMA, sean aquellos que se hacen de oro vendiendo antidepresivos.