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jueves, 18 de octubre de 2018

Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!


Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!

Disculpen los lectores el título -poco serio, como el autor- pero desde que mi editor me pidió un texto explicando esta nueva fiebre por la ketamina como antidepresivo, no puedo evitar recordar (cada vez que escucho el nombre de la droga) el “famoso” vídeo que muchos ya conocerán y que, precisamente, hace una clara alusión a las virtudes claramente “antidepresivas” del efecto de esta curiosa sustancia. 



He aquí esa obra del yonkarreo hispano que todos pudimos ver por TV y que incluye a dos sujetos en pleno efecto “antidepresivo”.



Y ahora poniéndonos serios ya. ¿Qué pasa con la ketamina? ¿Por qué llena -ahora- páginas en los medios no especializados? ¿Qué hace una droga recreativa en la prensa sin que se escuchen insultos y barbaridades ni la saquen en 'Callejeros Yonkarreo' en la Cuatro? Pues en realidad mucho menos de lo que parece, pero es cierto que todo este movimiento trae cierta esperanza a algunos tipos de depresiones (muy concretas y poco frecuentes).

El tipo de paciente que se puede beneficiar del tratamiento con ketamina -en caso de que se llegase a instaurar de forma accesible como lo está siendo en USA- es básicamente un paciente con un tipo de depresión no-reactiva (ajena a las “causas externas”) y que no tiene mucho que ver con el tipo de estado que tiene alguien cuando entre amigos comentamos que “Menganito está deprimido desde que rompió con Almejita”. Es difícil explicar lo que es la experiencia de la depresión cuando sobrepasa lo que puede ser clínicamente leve o moderado (que ya es alto ese nivel, hablando entre nosotros), pero es un estado que no permite a la persona vivir con normalidad las experiencias de la vida y verse sometida a un sufrimiento constante -implacable- que no se alivia con nada, ni medicinas ni que te toquen 1000 millones a la lotería. Y que ese sufrimiento es algo tan físico como el propio dolor (cuando directamente no existe al mismo tiempo un dolor físico que sea ya una fuente). Nada, nada te hace sentir bien: cuando abres los ojos por la mañana sólo desearías no haberlos abierto. 

Cada día. Todos los días. Sin tregua. Sin pausas.... 
Sin algo que te alivie aunque sea unos minutos, salvo no estar inconsciente o dormidos... ¿Cogéis la idea?

Alguien que está en semejante hoyo, es el tipo de persona que puede beneficiarse de la ketamina -o de otros fármacos similares- ya que parece que la administración de este anestésico disociativo -de forma puntual- revierte esos síntomas. Y lo mejor de todo: lo hace en minutos y de forma relativamente duradera. 

Ya sé que esto es jodido de creer, pero el que quiera ver lo que siente una persona que tiene depresión resistente mientras le administran ketamina, que juzgue por sí mismo: ver a en directo la mujer describiendo los efectos en su mente resulta impresionante. Ver a la mujer decir como inicio de su explicación “me siento humana de nuevo” es la forma que tiene de describir el alivio de su sufrimiento, en este caso provocado por la infusión de ketamina y sólo han pasado 45 minutos desde que se le comenzó a administrar el fármaco a una mujer que mostraba un nivel enorme de sufrimiento.



La dosis que se usan están muy lejos de resultar peligrosas, ya que son dosis mucho más bajas que usadas para anestesia. ¿Entonces por qué no estamos usando esto ya? Recordad que el mundillo de las drogas legales y su administración, está controlado por unos grandes “drogo-empresarios” que hacen lo que les da la gana con el mercado junto con unos legisladores -y todo el sistema médico asociado- que les firman todo lo que ellos piden, a cambio de dinero. La pregunta es justa: si esto está disponible para esas personas por qué no usarlo ya, si -como con otros medicamentos- los beneficios superan los inconvenientes. Es justa, pero si te estás preguntando eso ahora, es porque la industria quiere que lo hagas. Presta atención.

Para empezar, esta droga fue creada en el año 1962 en una universidad usana y un laboratorio farmacéutico, en la búsqueda de nuevas moléculas que sirvieran para algo (que es como funciona la industria farmacéutica). Tras las reglamentarias pruebas con animales, pasaron a probarlo con humanos. 

¿Y qué mejor que humanos en jaulas para experimentos médicos? 

Pues eso, que en USA se les olvidó -como tantas otras veces- eso tan coñazo de los derechos humanos y se pusieron a probarla con presos de sus cárceles. Todo muy ético. La cosa fue bien, y de los humanos enjaulados, pasaron a repartirla en humanos no-enjaulados-pero-que-tengamos-controlados: el ejército, que por entonces se hallaba metido en mitad de Vietnam recibiendo golpes en una selva y enganchándose a la heroína de alta calidad que había por esos lugares. Y no fue mal: resultó ser un gran anestésico para situaciones de combate (donde no puedes intubar y dar respiración asistida a una persona) y de emergencia




Mejoraba -o igualaba- el original en el que se inspiraron, que era la injustamente temida y difamada PCP o fenciclidina, y con eso bastaba. Curiosamente, los primeros informes sobre su uso lúdico y como enteógeno disociativo, datan de esos años en que se probó con los jóvenes del ejército.

Es totalmente falso el enfoque que está dando la prensa, con titulares que hablan de la droga que pasa ahora del mundo de las drogas recreativas al mundo de la medicina: ahora mismo hay ketamina en todos los hospitales correctamente abastecidos del mundo, sean del país que sea siempre y cuando esté integrado en la OMS. ¿Por qué? La ketamina es un gran fármaco, y además muy seguro y de bajo coste. Carece de patente y es seguro y efectivo. Y sobre todo, porque está incluida en la lista de drogas esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace mucho años. Esta droga es de todo menos nueva y casi desde su creación ha estado dentro del sistema médico mundial.

Lo que resulta relativamente nuevo, es el uso “off-label” que se le da fuera del común anestésico. Aunque el hecho de que eso se esté probando ahora no es algo desconectado de ese uso: muchos médicos se dieron cuenta de que tras operar -de cualquier cosa- con ketamina a pacientes que además sufrían depresión severa, sus síntomas mejoraban. Y también los pacientes con dolor crónico experimentaban mejoras, ya que todo el proceso del dolor crónico tiene aspectos físicos y psicológicos que se veían aliviados también. ¿Esto es nuevo? ¡Que no!

Seguramente muchos habéis visto la serie “House”, la de un médico cabrón con un bastón que se dedica -cuando no cura enfermos- a putear al resto del planeta. El bastón era un elemento esencial del personaje ¿verdad? ¿Qué pasó en la tercera temporada que House dejó de usar bastón, de sufrir su cojera y dolor crónico que le hacían ser adicto a los opioides? Ketamina. Tras ser tiroteado por un paciente agradecido -mientras se desangra y le llevan corriendo a operarle a vida o muerte- House balbucea “...quiero ketamina...” y van y se la dan. No tendría ocasión de tomar ketamina que no fuera en ese momento. Pero la cosa es que funciona temporalmente, y House recupera la movilidad de su pierna y desaparece el dolor. Temporalmente, recordad como termina la serie: con House y su bastón chutándose heroína en una casa en llamas. Todo un aviso a navegantes.

Estos nuevos usos han hecho que, dentro del sistema médico-legal de los USA, proliferen las clínicas que están dando tratamientos con ketamina la depresión severa (y/o abuso de opioides y/o dolor crónico y/o lo que se nos vaya ocurriendo) como si fueran dentistas. ¿Por qué? ¿Tan deprimidos están allí todos? No, es sólo parte del marketing de “nuevas enfermedades y nuevos remedios” que la industria de la droga legal de farmacia desarrolla en aquel país. 

La ketamina es segura, puede ser administrada fuera de un quirófano sin que requiera intubación, no suele dar problemas y estos son fácilmente manejables por alguien adecuadamente entrenado. Y para colmo, se adquiere con total facilidad por parte de un médico titulado ya que su estatus de droga esencial para la OMS evita que, a pesar de las pretensiones de los prohibicionistas usanos, esta droga pase a estar más controlada (al nivel de los opioides).

Si pones en la ecuación a la industria farmacéutica buscando nuevas vías para antidepresivos -porque no encuentran nada realmente nuevo- con un escenario como el de USA, con una población epidémicamente enganchada a la “heroína en pastillas” y que también “podría beneficiarse del uso de la ketamina” (lo cual es lógico, dado que es un anestésico y analgésico), pues estamos creando otro nuevo nicho de mercado para esa industria que primero los engancha y luego les ofrece otros tratamientos. 

¿Quiénes son realmente los grandes narcos cobrando a 600 dólares la dosis de ketamina al usuario final?

El interés que tienen las farmacéuticas es que se apruebe de forma extendida su uso, que se incluyan nuevas patologías como diana de su droga para que aumente su mercado, y eso sólo lo puede hacer la FDA, que con el suficiente soborno lo acaba haciendo siempre. 

Que el tratamiento pase a estar contemplado dentro de lo “comúnmente prescribible” haría que los seguros de salud tuvieran que pagar por él, lo cual extendería su uso como ocurrió cuando consiguieron que se extendiera el mercado para sus opioides, generándoles nuevos ingresos. 

Desafortunadamente la molécula de la ketamina es muy vieja como para tener patente y eso hace que les paguen menos, pero no se preocupen: igual que los vendedores de legal-highs, están “tuneando la molécula” para que sea nueva y, por tanto, patentable costando más dinero

Como eso lleva tiempo, mientras desarrollan nuevas formas de administración (ya hay una en forma de inhalador, lo que es igual que esnifar ketamina) que les permitan cobrar más caro un producto que les cuesta céntimos.

Todo un avance, si realmente llegase de forma correcta, para pacientes con depresión severa y otros con ciertos tipos de dolor crónico y neuropático. Todo un avance -en manos de una industria con “visión de túnel” fijada sobre el precio de las acciones en bolsa- que de salir adelante hará que el porcentaje de los enfermos que podrían beneficiarse de esta droga, crezca enormemente en unos años. 

Ellos están por la pasta; son profesionales de la salud... :P



Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 





jueves, 5 de julio de 2018

Psicosis y cannabis: ¿asociación real?


Psicosis y cannabis.

Siempre nos dijeron que el cannabis te podía volver loco, pero nunca que podía ser usado para rescatar personas en la locura y el sufrimiento de distintas enfermedades mentales. El mantra fue -y es- aún algo constantemente repetido: el cannabis crea esquizofrenia. Pero no era cierto, sino que era la interpretación torticera de unos datos que tenían sencilla explicación.

La esquizofrenia -palabra que viene del griego schizein que significa “dividir” y phren que quiere decir “mente”- es un trastorno que aparece casi en el mismo porcentaje en toda la especie humana: aproximadamente entre un 1% y un 2%, dependiendo de los criterios diagnósticos. 

Es una “constante” que aparece en todas las civilizaciones y que parece ser algo menor en los países menos desarrollados, y en los desarrollados alcanza el máximo exponente entre las personas “sin hogar” que llegan a arrojar cifras en torno al 30-40%.

El término incluye varios trastornos distintos pero que tienen en común que resultan en trastornos mentales de tipo grave, crónicos, y que alejan a la persona del contacto con la realidad por los problemas perceptivos y de autoconciencia que genera en el sujeto. 



Este trastorno suele debutar -ese es el término clínico- en la adolescencia tardía y adultez temprana. ¿Por qué? La falta de ajuste de la persona con la realidad que vive, es más difícil de conciliar en la medida en que la persona va ganando roles de adulto (autonomía) frente a los de menor (receptor de cuidados), siendo llevado con más facilidad por los acontecimientos -intrínsecos en la propia existencia- a ese punto de ruptura que se conoce como “brote psicótico”.

¿Qué puede hacer que una persona llegue al brote? 
¿Todas somos susceptibles?

Pues no todos llegan a ello, y como decimos sólo un pequeño porcentaje de personas se ven arrojadas a la psicosis y la dura batalla de la enfermedad mental, y es que para que ocurra debe existir una predisposición que es idiopática (o propia del sujeto) más un contexto favorable para la aparición del brote. 

Ese contexto puede ser desde una noticia emocionalmente intensa, como la muerte de un familiar, amigo o mascota, la ruptura de una relación afectiva, el ejercicio físico extenuante y la falta de reposo a cualquier alteración grave que “descoloque” al sujeto frente a la realidad que tiene que gestionar. Eso incluye el uso de drogas, desde alcohol a cannabis, desde cocaína a LSD.

Por supuesto que unas sustancias tendrán un mayor potencial que otras para descolocar al sujeto en función de su farmacología y efectos. Atendiendo a ese punto, sí se puede considerar que las sustancias con un perfil psiquedélico como la LSD, los hongos psilocibe o la DMT, sí son sustancias más complejas de manejar en los aspectos perceptivos, y por lo tanto son más proclives a ser “la gota que colma el vaso” de una mente que sólo esperaba el momento adecuado para manifestar su condición.

Dentro de ese grupo de sustancias, se incluye el cannabis también. El cannabis no sólo tiene efectos como depresor, ansiolítico y analgésico. Los efectos psíquicos del cannabis -los agudos para quienes no están acostumbrados- son de tipo psiquedélico, aunque incomparablemente más suaves que los de drogas como la LSD.

¿Por qué se dice eso del cannabis entonces?

Dado que la edad de inicio de consumo de cannabis suele coincidir con la adolescencia y primera adultez, es un hecho que coincide temporalmente con la edad de manifestación de estos trastornos. Y como el cannabis es la sustancia más frecuentemente usada como “fetiche de adolescencia” con el que violar alguna norma, las posibilidades de que en un grupo de jóvenes que consuman cannabis haya alguno que pueda desarrollar psicosis, no son cero por desgracia.

Pero culpar del trastorno a algo que -simplemente- ha provocado su manifestación, es rizar el rizo. Los psiquedélicos lo llevan escrito en su nombre: expanden el alma o mente. Simplemente, no todas las mentes necesitan “ser expandidas” ni responden bien a dicha experiencia; no todas las personas gustan de las mismas drogas, como tampoco de las mismas películas, relaciones o situaciones, en los distintos momentos de su existencia.

Lo que la ley frenó: cura para muchos males.

Ahora resulta que la vinculación de la palabra psicosis con el cannabis no es exclusivamente negativa. Hace unos días, el presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEP), Miguel Casas, salía rompiendo una lanza a favor del cannabis, cuando dijo que se estaban esperando avances en la farmacología de derivados del cannabis con resultados espectaculares. Apuntó también que hay derivados del cannabis, como también de la cocaína o el tabaco, que actuaban “mil veces más rápido” que los fármacos con los que se tratan actualmente las dolencias en salud mental.

Así mismo remarcó que a pesar de que desde la antigüedad se usaron de forma terapéutica la mayoría de las sustancias actualmente calificadas como drogas, la prohibición provocó que durante más de 50 años la investigación con estas sustancias estuviera detenida en la práctica, por lo que a día de hoy no se conoce tanto como nos gustaría los efectos terapéuticos aplicables a los pacientes de distintas patologías.

El reconocimiento textual que hacía Miguel Casas al cannabis no es menor, tratándose de quien se trata y teniendo en cuenta el habitual sesgo prohibicionista en los profesionales de la “patología dual”; su presidente lo dejaba meridianamente claro con sus palabras: El cannabis tiene entre 60 y 200 sustancias y sólo conocemos cuatro, al igual que del tabaco o de la coca. El opio ha sido el medicamento de la humanidad y se ha prohibido durante 50 años investigar sobre el efecto que tiene. Esto lo tiene que hacer la industria farmacéutica, pero existe un miedo a plantear esta investigación, que es muy cara, porque hay una parte religiosa y semi-política en toda ella

Levantar el dedo para señalar los miedos de todo un colectivo como el sanitario y apuntar a cuestiones políticas y religiosas, es no tener miedo a decir las verdades. Hace unos días
exponíamos el caso de un niño convulsionando que cesaba de convulsionar y volvía a estar “normal” en unos segundos tras la aplicación de un extracto de cannabis en la planta de los pies. Lo contamos porque si bien es conocido el poder del cannabis para detener las convulsiones, no lo es que la vía de administración pudiera ser esa con las ventajas que presenta, tanto para el paciente como para sus cuidadores.

No es apunte ocioso, ya que señala directamente situaciones en las que un daño orgánico (en ese caso por las convulsiones) y el daño subjetivo o sufrimiento podía estar siendo paliado de forma efectiva por una sustancia cuyo único pecado es haber sido prohibida y no estudiada, como señala Miguel Casas, por razones políticas y religiosas. Eso que es claro para este tipo de pacientes, parece que se irá viendo como una evidencia en el futuro de otras patologías.

Es muy posible que en la medida en que se siga avanzando en el conocimiento de estas sustancias, y de las puertas que nos abren al posibilitarnos conocer los sistemas subyacentes que se ven afectados por su funcionamiento, abra puertas en campos tan poco esperados como el control del apetito, no sólo para pacientes que tienen problema a la hora de comer por falta de hambre como ocurre en varias patologías en las que la planta de cannabis -en sí misma- resulta efectiva: también en sentido contrario, o para eliminar un apetito excesivo que pueda llevar a un sobrepeso u obesidad. Sí, a pesar de que a todos (nosotros los fumetas) la idea nos puede resultar chocante, no lo es para el ojo de la ciencia que bien sabe que aquel interruptor que provoca un aumento de una función, también puede ser “tocado” para producir una disminución de la misma, y que por lo tanto los mecanismos subyacentes en el aumento del apetito con el cannabis abrirán la puerta a fármacos mucho más precisos, con menos efectos secundarios.

Hoy por hoy la investigación reabre la senda de lo que le estuvo vetado durante años, de forma injusta y causando daño a la población. Cuando esos caminos estén bien desbrozados, no nos extrañaría ver al cannabis como protagonista en la cura de las distintas manifestaciones psicóticas o de otros procesos en salud mental, pero tampoco como estrella farmacológica para conseguir ese tipo deseado de cara a la “operación bikini”. 

Las posibilidades son inmensas, y en este campo veremos un importante avance de los usos posibles del cannabis como planta, también, gracias a las variedades CBD que se están sacando al mercado: colocar “no colocan” tanto, pero funcionan terapéuticamente de maravilla y es lo buscado en este caso.

Y es que cuando se abren las puertas del conocimiento, todo puede ser posible con el cannabis: de enemigo a aliado de la salud mental. 


Texto publicado en Cannabis.es originalmente.

domingo, 7 de enero de 2018

¿Crisis de sobredosis por opioides? Negocio para la farmacia.

Este texto fue publicado hace más de un año en el dominio Cannabis.es y esperamos q os ayude a comprender que no todos los que parecen buenos, en esta historia de los opioides en USA, lo son. A veces la abuelita ya no existe y es el lobo con su camisón pero ni el lector ni nadie se da cuenta hasta que es demasiado tarde...

Demasiadas veces, y en demasiados campos.

*.*.*

Nuevos fármacos, nuevos presos, nuevos negocios...
(Vivitrol y coleando).

Puede sonar algo fuerte -entrar con la pierna por delante y a la rodilla- este título por el que he optado para encabezar este texto, que será desagradablemente veraz, pero necesario. Todos los esfuerzos que se puedan hacer para alertar a la población de cómo se les está mintiendo y usando -en las peores formas de entender dicha palabra- para ser simplemente “ganado al que ordeñar económicamente”, son pocos a estas alturas.


 La farmacia como enemigo público de primer orden
Desde esta web hemos denunciado -una y otra vez- lo que la  BIG PHARMA hace y es: esos tipos -con mucho dinero y ningún escrúpulo- que prefieren ver morir a hombre, mujeres y niños por millones en beneficios, antes que bajar sus precios. Si no les das dinero, no les interesa tu bienestar: no seas tonto y creas que trabajan por tu salud, ya que no es así.
Ante este panorama, en el que el enfermo (y también el no-enfermo) es el objetivo de la voracidad farmacéutica -en su faceta de negocio que mueve muchos millones- debemos empezar a formarnos en áreas que antes considerábamos restringidas a médicos y farmacéuticos: nuestra salud y sus remedios. Evidentemente, no se puede esperar que todo el mundo esté capacitado para saber que la “viagra femenina” es un absoluto timo y un peligro para la salud de quien la usa, o que los fármacos que le estamos dando a los niños con la excusa de la gran enfermedad “creada e inventada para las masas” del TDAH, son exactamente los mismos por los que metemos en la cárcel a adultos que los utilizan -también de forma correcta, pero además, de forma libre y consciente- y que las nuevas grandes salvadoras contra la "epidemia de opioides" que nos llegan de manos de las farmacéuticas son la naloxona y la naltrexona (también la buprenorfina pero de otra forma y ya se han dado cuenta del timo económicoy que en realidad son dos viejas conocidas, que no traen ninguna cosa , pero “las están peinando” para que sean presentadas masivamente como un recurso necesario, en un volumen tan disparatado como el de los opioides. Han logrado una ciudadanía con 2 millones de adictos (sólo en USA) y una población reclusa -hasta en cárceles privadas- que está enganchada a los opiáceos en un histórico récord del 15% de los reclusos. Genios.
Olé. Lo han clavado estos narcos legales de la BIG PHARMA a la hora de conseguir tener una clientela rehén, y con la bendición de los poderes del estado, a quienes compran de la misma forma que -por ejemplo- Boiron ha comprado una cátedra de homeopatía en una facultad de Medicina, para darse brillo y lustro mientras dicha facultad ha prostituido su metafórico ojete por pasta, simple y llanamente. Es todo culpa del papel moneda, que engrasa que te cagas...
¿Qué más puedo decir? Si son los mejores hay que reconocerlo, y punto.
Primero han enganchado a una buena tajada de la población (transversal, de jóvenes a ancianas) a tomar drogas de alta potencia narcótica (y por lo tanto, ADICTIVA) como la morfina, el fentanilo y otras similares, asegurándose así la clientela; si era moralmente correcto, como veréis, es algo que no importa en esta historia. Posteriormente, cuando esa criminal acción ha empezado a rendir muertos -que no eran “yonquis” sino población común- se han llevado las manos a la cabeza e incluso han susurrado un cierto “mea culpa” pero era sólo fachada: estaban preparando la segunda fase. Comprobaron que se les empezaban a matar los clientes, algunos quedándose dormidos mientras iban conduciendo y otros en casita, cuando no se lo esperaban (porque a diferencia de estos usuarios nuevos, los viejos usuarios de drogas saben lo que hacen en mayor grado que estos nuevos “enganchados por la farmacia”) así que dijeron que tal vez se les había ido la mano con las prescripciones y con el “estímulo que habían imprimido al mercado”, pero que estaban trabajando en una rápida solución.
Cabe recordar que “solución”, para la industria farmacéutica de la época, fue lanzar la heroína como un fármaco no-adictivo y que, además, era capaz de hacer perder todo el interés por la morfina a los morfinómanos. ¿No hace falta que explique lo que pasó, verdad?
Estimulando el mercado, como eufemismo de “vamos a usaros como a ganado hasta que os exprimamos en vida, de niños a ancianos”, y funciona. En USA y Canadá se lo creen todo, y no es extraño ya que los medios de comunicación que dibujan su realidad, pertenecen todos a los mismos bolsillos que invierten en esos pelotazos “farmacéuticos”, con nivel del escándalo moral, pero que se olvidan pronto de la memoria colectiva. Los ciudadanos no pueden saber lo qué pasa, porque el mismo que les está robando es quién les hace de guía, en un entorno en el que han sido -previamente- privados de conocimientos que les permitan darse cuenta de lo que está sufren y lo que le están haciendo... a sus hijos, hermanos, padres, abuelos... a todos.
Y vamos con “la solución”  AKA remedio mágico: la naltrexona. Un fármaco de los años 70 y que se lleva usando décadas, y es de todo menos nuevo. Naltrexona, además de la naloxona que llevan promocionando años ya. ¿Por qué? Como todo: porque da dinero. Ahora mismo tanto naloxona, como naltrexona -la nueva invitada, que no es tan nueva- son fármacos de abuso: el abuso que comete la BIG PHARMA al aumentar cientos de veces sus precios, si motivo alguno, salvo el interés económico.
Por supuesto, la solución -que no lo es en realidad- representa ingresos desmedidos para la industria farmacéutica, y esta vez lo hacen mediante el asalto a las arcas públicas, vendiéndole a los estados ingentes cantidades de los antagonistas opioides a precios que superan con creces el mayor de los márgenes del narcotráfico en las drogas clásicas.
Ellos lo bordan, mirad: “No solo para los médicos: la droga antídoto para las sobredosis de opioides -naloxona- está siendo lanzada a las masasAsí de claro calificaba -la revista de temas médicos- STAT el asunto de la naloxona, dándonos datos como que en la última década el uso de naloxona (la demanda de la misma) se ha multiplicado por 4, sin contar el actual momento con el pico que se está viviendo en la adquisición de este recurso. En Ohio incluso están animando a los ciudadanos a que lleven naloxona encima -para tratar posibles sobredosis que encuentren en su quehacer- y en Carolina del Norte y Pensilvania, se ha emitido una orden por la que la naloxona se puede adquirir libremente en farmacias. También en Carolina del Norte y Nuevo México se está dando naloxona a todos los presos que salen de prisión, ya que las sobredosis en ellos son desgraciadamente frecuentes y en especial en las primeras 48 horas tras su salida de prisión.
Desde el lobby de la BIG PHARMA se desea “penetrar presupuestariamente” y de forma completa a la policía, pero ahora el objetivo se ha ampliado y apuntan a otros profesionales como pueden ser el personal de los aparcamientos, guardias de seguridad y otros miembros relevantes de las comunidades. Naloxona y cursos de entrenamiento, que vienen de mano de la misma industria que fabrica la sustancia, la misma que cobra a cargo de los presupuestos generales salidos del bolsillo de todos, y la misma que ha creado un problema que ellos mismos califican de “epidémico” y que ahora requiere de una solución que -oh, casualidad- nos trae la BIG PHARMA.
¿Pero de verdad que a nadie más le suena sospechoso todo esto?
El último gran asalto al bolsillo ha comenzado con la “nueva” medicación -vendida como panacea- para un sistema penitenciario saturado y que, como ya hemos dicho, es la naltrexona de toda la vida y no es una mágica solución. Lanaltrexona, es un antagonista opioide que bloquea los receptores, haciendo que el consumo de opioides resulte inútil, y no causan efecto alguno en la persona. En nuestro país se ha usado y se usa para los tratamientos “libres de drogas” en los que resulta preferible, para el paciente, saber que aunque consuma no va a conseguir efecto alguno. Se puede comprar en la farmacia “casi sin receta”. Digo casi porque en teoría no te pueden dar nada sin ella, pero al no tener efecto alguno psicoactivo (o tenerle incluso negativo) ni posibilidad de abuso, la dan. Yo obtuve una caja llena de botellas de dicho fármaco por menos de 80 euros. La naltrexona es barata y accesible; siempre lo ha sido. Y se consume por vía oral (la naloxona no es activa por vía oral y para ello se usa naltrexona, aunque es la naloxona el antagonista usado en sobredosis vía inyección o nebulizador nasal). Ahora, la industria farmacéutica ha obrado su magia y, de una molécula que no les daba prácticamente ningún beneficio (como les ocurría con la naloxona), han creado “nuevas presentaciones” que les permiten cobrar LO-QUE-LES-SALGA-DEL-HUEVO por viejas sustancias; la patente ya no sólo es el compuesto y su química, y con ese enfoque juegan. En este caso, han creado una inyección intramuscular profunda -una aguja larga de cojones y ya- que te deja el cuerpo (vía culito y pinchazo) impregnado de naltrexona durante un mes, haciendo inútil consumir heroína, fentanilo o  morfina. Eso sí, otras drogas como la cocaína  y los  barbitúricos o el  alcohol  y la  anfetamina, te seguirán haciendo efecto. Si lo que quieres es “drogarte” lo harás, aunque no sean con una en concreto.
Naltrexona y similares sólo sirven para los opiáceos y opioides, pero tiene un gran “público potencial”: los presos que salen de las cárceles a quienes se les ha comenzado a facilitar un par de chutes de naloxona, por si tienen ese mismo día una sobredosis (algo tremendamente normal a día de hoy ya que salen como saldría un toro encerrado y sin tolerancia porque no han tomado opiáceos en meses y, entre las ganas y el mayor efecto con menor cantidad, suelen irse para el otro barrio). Con la naltrexona -y su duración “reformulada” de un mes y por el injustificable precio (robo) de 1000 dólares, ahora podrán tener un bloqueo para opioides de más duración, que una vez inyectado la persona no podrá hacer nada para revertirlo.
Yo, como usuario de opiáceos y opioides, agradezco la existencia de algo que me puede salvar la vida. Pero no puedo evitar preguntarme si realmente el número de consumidores justifica tan salvaje aumento de dispensación de estos fármacos. A pesar de esas leyes para que cualquier ciudadano y sin explicación pueda comprar estos fármacos, creo -como usuario- que nos iría mejor si reformasen las leyes que convierten en un acto criminal el uso de drogas (en España es un derecho, aunque limitado en el espacio público) y que eso acabase con el mercado negro... de una santa vez.
Y aunque suene conspiratorio, tengo que rendirme al final ante la evidencia: mercado negro y farmacia se complementan y se necesitan para justificar muchas de sus acciones. Llevo mucho tiempo preguntándome cómo pudo llegar la W-18 a la calle, o con los nuevos muertos en Canadá, quién sintetizó carfentanil con el peligro que eso supone. Y siempre me viene la BIG PHARMA a la cabeza (son los que pueden, eso no se hace en un garaje con 4 matraces) que es la que al final sale siempre ganando. Es muy arriesgado decir que ellos los sintetizaron y lo pusieron en el mercado, para aumentar la histeria con la epidemia de opioides y el número de muertos, así que lo dejo en una “ida de pelota mía” pública (pero ahí queda).
Ahora, cuando veo que les van a vender naltrexona a 1000 dólares por inyección -bajo el nombre de “Vivitrol”- vuelvo a pensar por dentro: “¡¡joder, qué putos genios!!” ¿Qué narco es capaz de conseguir eso y que, además, se lo vaya a pagar el estado y a presentarle ante todos como un salvador de la sociedad y las drogas? No excluyo que le den la medalla del congreso de los USA o algo así, sobre todo si hacen donaciones como los fabricantes de fentanilo allí. Esto de la  BIG PHARMA es nivelón a la hora de prepararla gorda, y no lo de Pablo Escobar o El Chapo Guzmán.
Han construido una cárcel alrededor de toda una sociedad, que asiste incrédula a la violación de sus propios derechos elementales, sin llegar a ser conscientes de lo que está sucediendo, ni de quién es el agresor y quién es la víctima.
Volviendo al título de este texto, habrá que repensar con quién nos estamos jugando la salud.



miércoles, 22 de marzo de 2017

Chucherías con drogas para los niños.

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que os gusten las chucherías con drogas para los niños que nos prepara la farmacia.

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La cosa tiene su gracia.
Media vida viendo a los que iban ciegos de MDMA, o de anfetamina en cualquiera de sus variantes estimulantes, que no podían parar con la mandíbula quieta por el subidón, mascando chicle para “suavizar” el bruxismo generado por la ansiedad que produce, y ahora algún genio del marketing ha tenido la gran idea: “coño, vamos a ponerlos juntos y así podremos cobrar una nueva patente...”.
Exacto. De eso va este texto, de patentes y dinero. De población usada como objetivo contable, de políticas de salud y criterios médicos que se han prostituido para servir -sin esconderse demasiado al hacerlo- para servir al interés del que, al final, hace caja: la industria farmacéutica (que no es más que una de las muchas caras de la industria química).


Es importante hablar las cosas en orden, y lo primero es recordar por qué estamos aquí: por dinero.
Y que lo que en realidad importa bastante menos -no me atrevo a decir que no importa del todo- es lo que tenga que ver con la salud. Por supuesto, que nadie crea que la industria farmacéutica (entiéndase en este artículo como “los jerarcas de la BIG PHARMA internacional”) quiere personas enfermas, porque eso no es así.
Una persona enferma compra fármacos que -aquí en España- subvenciona el estado con impuestos de todos, pero una persona enferma es un cliente que “no es productivo”. Lo ideal, es conseguir una población de gente sana y feliz, y ser tú quien les des los productos necesarios. Ya, farmacia y enfermedad, hace tiempo que quedaron desvinculadas, y no pensamos que alguien esté enfermo cuando va a la farmacia a por condones o a por el anillo anticonceptivo. El modelo del cliente, sano y productivo, renta mucho más a la larga.

Y el otro gran target u objetivo, son los niños. 
¿Por qué? ¿Y por qué no? 

Todos los padres de buen corazón a quienes el médico les recomiende una medicación para un hijo o hija, se quitarán de comer si hace falta para comprarla. Si el que se lo recomienda, es un médico convencido de que está haciendo lo correcto, todo irá mucho mejor (nuestros cerebros reconocen cuando alguien dice lo que cree o miente, aunque no nos demos cuenta conscientemente). Y si rematas con un dependiente de farmacia, que ha estudiado como un animal para tener ese trabajo, y él simplemente tiene como función la dispensación del fármaco y la información referente a su uso, que también es labor del médico, complementada con el farmacéutico como apoyo.

Los niños molan.
Lo saben los de la BIG PHARMA, tanto como lo sabía Michael Jackson aunque sean lo mismo. En este caso, lo niños les molan por eso: sus padres SIEMPRE PAGAN el rescate. Así que, como empresas que son, cuando se les fueron acabando los beneficios de las patentes de los “realmente nuevos” fármacos que desarrollaban, buscaron otros nichos y dieron con el de los niños y el TDAH.
Hace 30 años, el número de niños en todo el planeta, diagnosticados de TDAH (o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) eran un chistecito. Yo, en toda mi vida (en entorno educativo), no creo que haya visto más de 5 casos de personas que sí necesitaban realmente una ayuda química, porque realmente tenían un problema que era INTOLERABLE y denigraba sus vidas a puntos insoportables.
Conviví -durante años- con uno de los primeros casos diagnosticados de España, en el aula y también fuera de ella. La diferencia en su caso, era como la de tener un gorila nervioso frente a ti (no era grande, era su actitud) a tener una persona amable, calmada, educada... y feliz porque no sufría.
Al resto, a los que no sufríamos de una forma desmedida y sintomática del problema que sí tenían quienes -realmente- sufren ese trastorno, nos llamaban otras cosas mas comunes: revoltosos, traviesos, superdotados, cabrones, insoportables, malditos-críos-de-mierda-quién-me-mandaría-hacerme-maestro.... etc, pero en ningún caso nos consideraban enfermos. Eso era por los años 80 en España.
Con el desembarco y abordaje de la TDAH, en USA se ha llegado a hablar de un 15% de la población que sufría ese trastorno. ¿Cómo es eso? ¿Cómo se pasa de que algo sea un trastorno (idiopático, propio e innato) muy poco frecuente, a que sea tan frecuente como es el porcentaje de personas con alguna clase de problema relacionado con ansiedad (de fobia social a insomnio)?
El porcentaje de personas que sufren un trastorno, severo y crónico, de tipo psicótico como la esquizofrenia -si no me equivoco, ya que cito de memoria- viene ser constante e igual a través de las distintas culturas, y está entre el 2 y el 3% de la población. ¿Cómo hemos pasado de que hubiera muchos menos casos de TDAH (en niños y en adultos, que fue la siguiente jugada) que de esquizofrenia y, en apenas 20 años, ahora sea el diagnóstico rey en las consultas pediátricas?
No existe una explicación cómoda y dentro del marco de la salud para este asunto, y la explicación es económica. Las enfermedades también se crean y fabrican. En este caso, se usó el TDAH para el target de los niños de la misma forma que se usa otro trastorno - que es, cuanto menos, muy dudoso para vender “la viagra rosa” o “Trastorno de deseo sexual hipoactivo premenopáusico” (flipa con el nombre e imagínalo en la boca de un médico) o, abreviando también, TDSHP para las amigas que se lo crean.
De hecho, aunque los padres no dudan en dar lo que el médico diga a sus hijos, algunos de ellos empezaron a preguntarse sobre el sentido de dar “anfetaminas” (el metilfenidato, compuesto principalmente usado en el TDAH, no es una anfetamina ni en su estructura química ni en su mecanismo de actuación, que es más parecido al de la cocaína) a niños en desarrollo, cuando la teoría siempre dice que como norma general, hasta que no se es adulto, no se deben usar drogas psicoactivas potentes, y el metilfenidato lo es. RubifenConcertaRitalin, son los nombres de esa droga que, actualmente, decenas de miles de padres dan -por orden médica- a sus hijos todos los días. Todos. Y existe un gran mercado negro de él, estimulado por la facilidad de acceso
¿Eso es peligroso para un adulto y no para un niño? ¿El uso continuado de un fármaco en edad de crecimiento, no pasa una factura que se tendrá que pagar? ¿Cuál es ese precio? ¿Qué estamos haciendo realmente al dar metilfenidato a los niños? ¿Qué hacemos? ¿Estoy haciendo bien o soy un mal padre? ¿Hago caso a la maestra y le digo al médico lo que me indicó para que drogue a mi hijo y ella se encuentre más cómoda en el aula? ¿Estamos locos o qué?
Esas preguntas, y otros cientos similares, son las que pasan por la cabeza de los padres que se informan antes de aceptar dar a su hijo -sin necesidad, porque sí hay casos necesarios- el metilfenidato. Lo de los maestros que les indican a los padres cosas, como que le pidan al médico esa medicación para el niño porque lo ha recomendado el maestro, es algo más frecuente de lo que se puede imaginar. Gente sin formación alguna para evaluar un trastorno semejante, sin tiempo para su trabajo, con un aula con demasiados niños, y que se da cuenta de que aquellos que toman “la droga de la infancia” están más tranquilos y atentos, dan menos guerra...... uy, esa droga es buena!! E inducen -a veces hasta el chantaje emocional y la amenaza- a que se les dé la droga a los niños, la necesiten o no. Esto no es broma, ni una exageración sino que pone los pelos de punta a cualquier padre que sepa leer y ver un vídeo.
Llevo años escuchando casos semejantes, que ponen los pelos de punta, pero el sistema está tan bien engrasado que -en pocos años- dar “cocaína” o anfetamina a los niños de forma crónica, se ha convertido en algo ya no normal, en algo necesario para la salud.... de los niños y de la BIG PHARMA.
Desde hace unos años, también anfetamina, sí. Aunque la anfetamina desapareció de las farmacias hace unos 20 y pico años en España, ha vuelto. Escondida, sí, pero ha vuelto. Y ha vuelto, precisamente, para los niños.... para su TDAH. Ahora se llama “lisdexanfetamina” porque es una PRODROGA que se activa ya dentro del cuerpo, evitando que se pueda esnifar. Pero una vez dentro se separa en dos cosas: lisina y dextro-anfetamina. La lisina no hace nada, y la dextro-anfetamina, es el isómero más potente y agradable de la anfetamina original. Y ya está aquí, sí.
Pero ni metilfenidato ni anfetamina son fármacos nuevos, ambos son fármacos fuera de patente ya hace tiempo, así que serían poco rentables a la industria: no cobran derechos extra. Y los de marketing y sus ideas, argumentaron que si la droga no es patentable, el método de administración sí. De esa forma, consiguieron que drogas como el metilfenidato o la anfetamina (pero también como los analgésicos, opioides, etc) fueran de nuevo muy rentables. Unos porque su producto lo liberaba durante 12 horas, otros porque el suyo se activa dentro, otros porque es con un trozo de parche que se pone en la piel, etc...
No sólo el “qué” (la sustancia) es patentable, sino el “cómo. Y es ese “cómo” el que le está dando el dinero a la BIG PHARMA en todo el mundo -occidental en su mayor parte- con sustancia que ya no eran muy rentables para ellos. El que el margen de beneficios aumente escandalosamente, las hace de nuevo rentables para ellos, a lo que como empresa reaccionan estimulando sus ventas.
¿Cómo? Más publicidad, más charlas y “congresos pagados o viajes” para médicos relevantes, más presión política y, también, presión en el ámbito científico, para hacer comulgar a base de dinero a todo el mundo “con ruedas de molino”. Y así, cambiando unas cosas en un libro llamado DSM y que usan -en exceso- los trabajadores en “salud mental” y otros criterios en otras áreas, modificando protocolos para que tu producto llegue más lejos, convenciendo a quien haga falta para que sanidad apruebe algunas indicaciones nuevas para tu droga (nuevos motivos para recetarlo a la gente), o lo que es igual, haciendo de “PHARMA-lobby” y consiguiendo el control de quien sea necesario, porque el dinero con muchos ceros todo lo puede.
Y así es como llegamos al titulo y final de esta historia.
En un último giro de tuerca, por encontrar nuevas formas de obligar a la población a usar sus productos aunque sea drogando a los menores de edad, han llegado al “chicle* con anfeta para niños”. No es coña, se llama Adzenys y viene en muchas dosis distintas y, seguramente, también en colores distintos. Especialmente diseñado para niños.... desde 6 años de edad.
Y su compuesto es anfetamina pura. Exactamente la misma por la que si te cogen con 1 pastilla, te multan y la misma que si has tomado, das positivo en los controles de drogas actuales que se encuentra en carretera. La misma que esos locos fiesteros se comían en los 80 mientras bebían ríos de cerveza, sin emborracharse apenas, y la misma que después esnifaban en los 90 mientras descubrían la empatía con el MDMA en la pista de baile. Es la misma droga, que no te mientan.
Anfetamina, sí.
Pero en chicle (patentada) y para niños desde los 6 años de edad, para que estudien bien y no den guerra en casa o a la maestra. El presidente de “Neo Therapeutics” que en este caso es la farmacéutica que lo lanza, ha dicho que “estamos lanzándola (la anfeta en chicle) a toda leche, porque va a empezar la temporada de escuela”.
Se les puede acusar de ser avariciosos, lo cual parece que en la BIG PHARMA es una norma o virtud, pero nadie puede decir que no habla claro: para vender mis chicles con anfeta, necesito que se me llene el local y que pueda hacer nuevos clientes, y eso es lo que es la escuela, una fuente de ingresos. Igual que un camello con una bolsa de pastillas de éxtasis esperando a que la discoteca se llene para hacer la noche. Pero legales, y con ayuda de todo el sistema.
Recordad, lo hacen por el bien los niños.
(*): Quien dice chicle, dice gominolas, grageas masticables, chucherías para los niños...