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domingo, 6 de diciembre de 2015

Marihuana sintética: los "spice boys"

Este texto fue publicado en la Revista VICE, esperamos que os guste.

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Marihuana sintética

Hubo un tiempo en que, como “drogas legales”, se vendían algunas mezclas de plantas que tenían efectos psicoactivos (suaves y poco relevantes). Plantas como la Damiana o el Loto Azul, servían para que quienes quisieran un poco de excursión psíquica legal intentasen encontrarla sin recurrir a opciones que la ley prohibía. Fue cuando nacieron los “productos herbales” o las mezclas de hierbas para fumar (aunque también las había para tomar oralmente, como el “éxtasis vegetal”) que en su origen no contenían más que plantas que no estaban prohibidas. Pero eso cambió hace casi una década.

En algún momento cercano al año 2006 alguna mente “creativa” pensó que, si bien el cannabis era una droga prohibida en prácticamente todo el planeta, había otras drogas que -en teoría- imitaban el efecto del cannabis y que eran totalmente legales en todo el planeta: los cannabinoides sintéticos. Estos compuestos que actuaban sobre los receptores del cannabis en el cuerpo humano, habían sido desarrollados dentro de la investigación médica, farmacéutica y química pero nunca habían sido probados ni pensados para que la gente hiciera uso de ellos. El primero en ser detectado en mezclas herbales, en el que se añadía a la materia vegetal para convertirla en una droga potente, era el JWH-018.




Las iniciales de ese compuesto, como las de otros muchos, corresponden al químico que los sintetizó en la década de los 90: John W. Huffman. Este buen hombre, un competente químico, presume de no haber roto la ley nunca, ni para una multa de exceso de velocidad, y que la única vez que se vio con la policía, tenía 15 años y fue por un fuego provocado -junto a un amigo- por un experimento de química en la calle. Les dieron un paseo en coche, con luces y sirenas, y tras asustar a los dos jóvenes químicos, les dejaron en casa. Durante muchos años, hay una frase que no quería decir: 


“¡¡FUMEN MARIHUANA!!”.

No la quería decir porque era una invitación a romper la ley, pero se ha hartado de repetir que "quien quiera que tome uno de esos compuestos, es como poco un descerebrado que es está exponiendo a sí mismo a una serie de peligros que ni siquiera se conocen por completo". 

Quien usa esa falsa marihuana o los cannabinoides sintéticos que son su principio activo, se convierte a sí mismo en un conejillo de indias que puede desde sufrir una muerte por fallo multiorgánico a que tenga suerte y no absorba una cantidad realmente peligrosa de compuesto terriblemente peligrosos.

Finalmente, y con el cambio de aires sobre la marihuana en USA, se atrevió a decir que: “los cannabinoides sintéticos son drogas dañinas y peligrosas, mientras que la marihuana o cannabis no lo es y eso nos lleva a la conclusión de que legalizar la marihuana es lo mejor que podemos hacer frente a estas drogas.”

A sus 81 años, ya retirado, sigue recibiendo emails de gente que le pide ayuda para hacer drogas. Directamente borra los emails. También ha recibido correos de personas que se han visto afectadas por familiares que se suicidaron tras tomar las drogas que él creo, y que han terminado siendo la falsa marihuana. Pero cómo dice él: no se puede ser responsable de la estupidez ajena.

En USA la población más afectada son las personas con más bajos recursos. Hay quien compra un paquete de esta falsa marihuana, hace varios “porros” con ello y los vende sueltos en la calle, a un dólar. El precio es ridículamente bajo, y técnicamente no están vendiendo nada que sea ilegal. Aparte, el otro gran nicho de consumidores son aquellos que o bien están en libertad condicional y sujetos a test de drogas, o bien por su trabajo también se ven sometidos a estos controles.

¿Pero qué es lo que te hacen esas drogas? Echémosle un vistazo al relato de uno de sus ex-consumidores.

“Al principio lo fumé durante meses. No era tan malo como ahora. Entonces te podías colocar con cuidado y aunque había casos extraños, parecía que eso sólo le ocurría a los que ya estaban mal de la cabeza. Para mí era una forma barata y legal de fumar porros, porque aunque podía conseguir marihuana no podía pasar las pruebas de drogas si fumaba cannabis, y así comencé a fumar Spice.

Pero hace unos meses las cosas empezaron a cambiar, los efectos eran mucho más fuertes y tenían cada vez más partes incontrolables o en las que no se recuerda que ha ocurrido exactamente. Algunas veces desperté inconsciente en el suelo o me encontraba en un entorno en el que no recordaba como había llegado hasta él. Hasta que me ocurrió aquello.

Esa noche había comprado una de las nuevas marcas que se estaban vendiendo en la gasolinera al lado de mi casa, y al principio todo fue como siempre pero al cabo de unos minutos el efecto empezó a ser desagradablemente intenso y en ese momento pensé que había ido demasiado lejos y que iba a morir. Avisé a mi madre y le pedí que me llevase al hospital, pero el tiempo se me hacía eterno: ella se vestía demasiado despacio y el hospital estaba demasiado lejos.

Nunca me había sentido así, era como estar profundamente enfermo en lo físico y en lo psicológico. Por dentro sentía como si mis entrañas ardieran, no era capaz de retener nada en mi estómago sin vomitarlo en el momento, y es la sensación más cercana que he tenido a que tu propio cuerpo fuera a decirte: se acabó y hasta aquí llegué. Mis pensamientos eran horribles, en los que se mezclaba el miedo hacia todo y todos con una serie de ideas paranoides que me advertían de las maliciosas intenciones de aquellos que me estaban ayudando: realmente querían hacerme daño, o eso creía mi mente.

Ya en el hospital, yo era incapaz de hablar correctamente o de rellenar mis datos en un formulario, así que lo tuvo que hacer mi madre. Según lo entregó, la persona que lo recogió desapareció y volvió con médicos y una camilla en la que me llevaron a una habitación. Pensé que querían hacerme desparecer y destruir mi cuerpo, lo que me hizo intentar huir y defenderme de cualquiera que se intentase acercar, pero es lo último que recuerdo.

Mi madre y los médicos me contaron que había pasado de ese estado de agresividad -donde rompí intentando escapar una puerta de madera a patadas- a un explosivo ataque convulsivo que me dejó inconsciente en el suelo, en donde permanecí catatónico varios minutos hasta que volví a despertar de golpe, para perder la conciencia poco después otra vez. Unas horas después, parecía que todo había terminado.

No volvería a fumar marihuana sintética aunque fuera la única droga disponible en el planeta.”


La revista VICE en UK ha elaborado un excelente documental de título "Spice Boys" sobre los efectos de estas drogas sobre las personas, contado por los propios usuarios.




Los efectos pueden ser tan variopintos como ansiedad, vómitos, miedo, agitación, alucinaciones desagradables, ideas paranoides como ser víctima de algún complot, psicosis, ataques epilépticos, catatonia, parálisis, infartos cerebrales y/o cardíacos y ocasionalmente la muerte tras un fallo multiorgánico. Una joyita de efectos secundarios, y todo eso para intentar conseguir el mismo efecto que el de un buen porro de marihuana. ¿Compensa?

A día de hoy, se han detectado en el mercado unos 140 cannabinoides sintéticos en mezclas herbales, aunque sólo el químico antes mencionado sintetizó más de 450. Por supuesto, según la lógica de la guerra contra las drogas, en cuanto esos compuestos se detectaban se intentaban prohibir, pero lo que se conseguía es que el fabricante variase la fórmula y se saltase la ley con un pequeño cambio químico. Esos pequeños cambios precedidos de prohibiciones estilo ratón-y-gato hicieron que se prohibieran los primeros compuestos usados, y que los que se incluyeran fueran menos conocidos y mucho más peligrosos. Por eso el riesgo que supone esa falsa marihuana: ni siquiera conoces el nombre del compuesto que estás tomando, y el mismo envoltorio o producto, dependiendo de cuando fuera preparado, contendrá una droga u otra.

Y no sólo cannabinoides sintéticos, también se han encontrado opioides -sustancias similares a la morfina- legales de alta potencia en esas mezclas, para aumentar el efecto que producen.

La situación en España es distinta, de momento, a la de otros países como USA o UK que sufren una epidemia de problemas derivados de estos consumos. En UK se ha dado la voz de alarma por el alarmante número de presos que han tenido que ser atendidos por estas drogas, ya que se pueden pasar fácilmente mezcladas con el tabaco y no dan positivo en los test, por eso son las drogas de elección para los presos en UK. 

Con todo esto la Reina inglesa, en un discurso de apertura del parlamento, dejó claro que iban a intentar poner un “blanket ban” o prohibición absoluta contra cualquier sustancia que coloque, como forma de atajar el problema. 

Y nadie parece recordar que es precisamente la prohibición -estúpida e irracional- de una planta esencialmente inofensiva como el cannabis, lo que nos ha traído hasta aquí.

En vista de que UK va a dejar de ser el paraíso de los legal highs (se consumen más donde más duras son las leyes contra las drogas ilegales) los distribuidores ingleses han empezado a poner sus ojos en el mercado español. Tienen un enorme stock que va a ser prohibido en breve, y están buscando salidas para sus productos. En ese intento por seguir haciendo negocio, han implicado a los grow-shop hispanos, que son esos sitios donde se vende semilla de marihuana y todo lo necesario para su cultivo. Están enviándoles -sin ser solicitado- grandes sobre con decenas de muestras de drogas de este tipo, desde los “legal highs” tipo “polvo blanco para esnifar” o las mezclas de falsa marihuana en paquetitos inofensivos con bucólicas imágenes de playas con palmeras, o con icónicos elementos alusivos al cannabis como la cara de Bob Marley. Su objetivo es que sus drogas se vendan “en el entorno del cannabis” ya que les presta su imagen de “droga sana y poco nociva”.

En una feria celebrada en la ciudad de Málaga -en su palacio de congresos dependiente de su ayuntamiento- entre los stands de los bancos de semillas de cannabis y otros productos relativos, se encontraban 2 stands de esta falsa marihuana y otras drogas legales. Uno pertenecía a una empresa llamada “Charge Products” y otro a una llamada “Subidón legal” (subidón LETAL desde entonces). 

Esta segunda "empresa" estuvo incluso animando a través de redes sociales como Twitter a que la gente pasase a probar sus productos, "sanos y seguros y no detectables en los test de drogas" (así lo vendían).



Por desgracia, esta oferta encontró receptores, y un par de chicos que aceptaron la invitación y probaron sus productos, se encontraban instantes después “bailando capoeira por el suelo” para terminar uno con un ataque epiléptico y otro con parálisis

Estos hechos fueron publicados en el periódico El Mundo, sección de Málaga, el 28 de septiembre del 2015.




Aunque existen testigos presenciales, es un asunto sobre el que hay corrido un tupido velo -nadie parece interesado en que se sepa- y poca información contrastable existe de momento, pero podría ser el primer caso -público- de daños derivados del consumo de marihuana sintética en España

A raíz de este lamentable incidente, tanto la organización de dicha feria, como las de otras que se celebran en el país, han dicho que no permitirán ya que esas empresas estén en dichos eventos. Un buen paso, aunque algo tarde: poderoso caballero es Don Dinero.

No quiero dejar sin mencionar la consulta que me hizo una persona hace un mes. Esta persona trabaja en un organismo oficial en una CCAA de España, y recibió una consulta que no supo atender

Desde un centro de menores (donde están bajo tutela del estado) le preguntaban “qué podía ser una droga que se fumaba, tenía efectos parecidos a los del cannabis, era legal, y que no daba ningún resultado en los test de drogas”. Sí, era esa falsa marihuana y los menores de edad en dicho centro la estaban usando, principalmente porque no es detectable en sus test y porque su tenencia o compra no es delito. 

Lo llamaban ingenuamente “tabaco feliz”.

Seguramente hasta que no tengamos algún muerto por estas drogas, no parece que aquí le vayan a prestar mucha atención al asunto. 

De momento lo mejor es que recuerdes que vale más la pena ser un consumidor de drogas ilegales vivo....... que uno de drogas legales pero muerto.



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Falsa Marihuana

Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.

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Falsa marihuana



¿Qué tienen en común la cafeína, la morfina, la cocaína, la mescalina y la psilocibina de los hongos mágicos pero no tiene el THC del cannabis? Todas son sustancias naturales, todas ellas son psicoactivas aunque cada una tiene efectos distintos. Algunas son legales en unos lugares y otras no, pero eso tampoco separa al THC de las demás.

¿Qué es entonces? El THC no tiene nitrógeno en su molécula. Parece una simple curiosidad química, pero no es así. Este hecho está -en parte- en el origen de que algunas de las drogas más nuevas -y peligrosas- que nos encontramos en el mercado legal sean los cannabinoides sintéticos o falsa marihuana.

Molécula de THC.


Cuando la ciencia se dio cuenta de que podía extraer los principios activos de las plantas, formularlos químicamente y reproducirlos o mejorarlos, lo hizo partiendo del primer compuesto de este tipo que estudió: el opio. Del opio sacó la morfina, y de la morfina y su carácter ligeramente alcalino al ser un base débil surgió el término alcaloide

La morfina era un alcaloide, porque cumplía ciertas normas químicas y contenía nitrógeno. Ese tipo de formato, el del alcaloide, a la hora de buscar el resto de principios activos en las plantas funcionó muy bien: la mayoría de los principios activos, especialmente los que afectaban al sistema nervioso central, eran sustancias que contenían nitrógeno.

Diversos alcaloides, nitrogenados.


Así la ciencia fue encontrando los principios activos de las plantas, como la cocaína o los cactus como la mescalina. Y todos eran alcaloides, hasta el punto que todavía hoy son muchas personas que asimilan la palabra alcaloide al concepto de principio activo, y no todos los principios activos son alcaloides ni tienen nitrógeno, y como ejemplo vale el mismo alcohol del vino.

Sin embargo había una planta que se resistía a entregar sus secretos a los químicos: el cannabis. No existía duda alguna sobre la psicoactividad del cannabis y sobre muchos de sus efectos beneficiosos, pero por más que los químicos se empeñaban en buscar no daban con el aislamiento del responsable principal de sus efectos. Hasta el año 1964 que en una universidad israelí, Raphael Mechoulam, un químico orgánico y profesor de química medicinal dilucidó el asunto con el aislamiento y la síntesis parcial -lo que dejaba clara la estructura- del principal constituyente activo del hashís derivado del cannabis: el responsable de los efectos era el THC o Tetrahidrocannabinol. Y no contenía nitrógeno.


Raphael Mechoulam, de tú a tú con la planta. 


Tras el descubrimiento y caracterización del principio psicoactivo esencial del cannabis, venía lo lógico: encontrar su receptor. Todas las drogas que tienen un efecto sobre el cuerpo humano, desde la cafeína a la morfina, de la mescalina al THC, funcionan porque imitan otras sustancias que el cuerpo humano produce y para las que tiene un sistema de receptores.

El siguiente paso por tanto era encontrar el receptor y su ligando endógeno: la sustancia que creaba nuestro cuerpo para activar esos mismos receptores. Con esto no sólo se estudiaban los efectos de una droga, sino que se aprendía sobre los sistemas que regulan el cuerpo humano afectados por esa droga, de donde se podían sacar otras compuestos para usar contra dolencias específicas.

Teniendo un compuesto claro con el que trabajar, el THC, actuar sobre los receptores con otros compuestos fue más sencillo. Tanto que se conocían los receptores CB1 y CB2 y se trabaja con nuevos compuestos sobre ellos (con animales o pruebas de laboratorio) pero todavía no se había encontrado qué compuesto producía el cuerpo humano para dichos receptores hasta que apareció, en un equipo guiado por el mismo profesor de química, la anandamida: el ligando endógeno de los receptores no se encontró y determinó su estructura hasta 1992. Y curiosamente, este ligando sí tenía nitrógeno.

Hasta el final del S.XX no tuvimos demasiado claro el esquema aparentemente simple que nos permitía relacionar un receptor con un compuesto y de ahí estudiar las funciones y acciones que tenía sobre el ser humano en el caso del cannabis. El sistema cannabinoide endógeno, el que regulan los receptores CB1 y CB2 (que de momento sepamos) y que es sobre el que actúa el cannabis, es uno de los más desconocidos, porque es de los últimos en ser descubiertos.

Receptores CB1 y CB2.


Se podría inferir erróneamente que al no conocer profundamente el sistema cannabinoide endógeno, no podemos conocer las consecuencias del consumo de cannabis. Es un error, porque el consumo de cannabis tiene miles de años de uso que lo han probado una planta poco o nada tóxica. Tal vez no conociéramos qué teclas pulsaba el humo de los porros en nuestro interior, pero ya conocíamos lo que provocaba, y no era malo. Ni un muerto en toda su historia es un récord notable.


De la ciencia a la leyes y sus consecuencias

No hace falta exponer la vigente e injusta prohibición que sufre el cannabis, pero sí convendría señalar algunos de los peores males que nos ha traído, y tal vez algunos estén por descubrir. 

En los años 80 la farmacéutica Pfizer experimentó con un compuesto sintético llamado 47,497 -entre otros muchos- que resultaba ser agonista de los receptores CB1 y CB2, algunos de esos compuestos con cientos de veces la potencia del THC, y además con la característica importante de ser agonistas totales, y no sólo parciales como los naturales, de dichos receptores. 

También en otro laboratorio, otro químico creaba y daba sus iniciales a los compuestos agonistas de los receptores cannabinoides: se llamaba John William Huffman y de su laboratorio salieron otros dos de los primeros cannabinoides sintéticos detectados en el mercado, el JWH-073 y JWH-018, que fueron creados en el año 1995.

Estos tres compuestos fueron los que ostentan el dudoso honor de ser los primeros detectados en mezclas herbales que simulaban un producto con propiedades similares al cannabis. Eso ocurría entre el 2008 y el 2009 en Alemania. Era la primera vez que se tenía una respuesta a la pregunta de qué compuesto era responsable de los efectos de la falsa marihuana que se vendía bajo el nombre de Spice o K2.

El padre de las criaturas de la familia JWH.


Hubo una época previa, allá en los años 90, en los que se vendían algunos tipos de “cogollos legales” que eran básicamente una mezcla de algunas plantas con mínima psicoactividad combinada, pero en ningún caso contenían agonistas de los receptores del cannabis ni llevaban añadidos químicos. 

Fue precisamente a esos “cogollos legales” de diversas plantas a los que añadieron estos nuevos -y totalmente desconocidos- productos químicos cuyos efectos imitaban algunos del cannabis pero sus consecuencias negativas iban cientos de veces más lejos. Son de las pocas drogas cuya primera aparición se da en Europa en 2004, en concreto en el Reino Unido, que tiene una de las leyes más represivas contra el cannabis.

Las políticas aplicadas contra el cannabis y sus usuarios, distintas en cada país, pero de momento -salvo honrosas excepciones- todas de tipo represivo crearon un mercado para los productos legales. Nadie en su sano juicio compraría un producto que es imitación de otro, si puede comprar el original. En este caso la diferencia es que el original puede conllevar multas o prisión y el otro, no. Las leyes crean y abren un mercado específicamente para este tipo de sustancias, cuya demanda sería inexistente de poder utilizar las versión segura y natural: el cannabis.

Rápidamente, como se ha hecho con otros compuestos, los legisladores se apresuraron a prohibir dichas drogas, lo que también hace inviable cualquier tipo de estudio con ellas y con seres humanos, pero no imaginaron la respuesta: daba igual qué droga prohibieran porque los vendedores tenían una nueva, sin prohibir, más desconocida y más peligrosa casi siempre esperando para sustituir a la sustancia prohibida. 

Y así sucesivamente. Tú prohíbes, pero la química crea fuera de tu prohibición más y más compuestos. Así ocurrió: tras la prohibición de los primeros cannabinoides, aparecieron otros, mucho más peligrosos y totalmente nuevos con los que los vendedores de esos productos estaban usando de conejillos de indias a sus usuarios, esta vez detectados primero en Japón.

El asunto se estaba mostrando intratable cuando Nueva Zelanda tuvo la ocurrencia de iniciar una regulación legal de las drogas partiendo de las que -todavía- no estaban prohibidas. Para ello primero prohibió cualquier sustancia existente que no estuviera explícitamente permitida y luego aceptó que hubiera un mercado para estos compuestos, en clara desventaja para el cannabis que seguía sufriendo el estigma de la ilegalidad, la persecución y las sanciones económicas. 




Los resultados no se hicieron esperar: la alerta sanitaria provocada por los efectos secundarios de los cannabinoides sintéticos vendidos legalmente y con el permiso del gobierno, hizo que se suspendiera dicho experimento que estuvo mal planificado y alejado de criterios científicos desde el momento de su concepción. Lejos de ayudar, eligieron la peor de las opciones: permitir compuestos sintéticos que no tenían historia de uso sobre el ser humano -afectando además a uno de los sistemas endógenos menos conocidos- frente a la planta de cannabis con su excepcional seguridad histórica.

¿Por qué son tan peligrosos los cannabinoides sintéticos o falsa marihuana?

La primera razón médica es que los compuestos, aunque sean ambos agonistas del receptor CB1 que es el responsable de los efectos psíquicos, actúan de forma diferente sobre esos mismos receptores. Mientras que el natural THC de la planta de cannabis se une al receptor y lo estimula hasta cierto punto al ser un agonista parcial -no lo hace con todos sus efectos ni toda su potencia- la falsa marihuana y sus compuestos son agonistas totales: cuando se unen al receptor lo hacen de una forma que provoca que despliegue todos los efectos que puede desplegar y desconocemos.

Una segunda razón es que, como decía Paracelso, “sólo la dosis hace al veneno” y estos compuestos pueden llegar a ser centenares de veces más potentes que el compuesto original al que pretenden imitar, por lo que con cantidades iguales en peso, se pueden estar consumiendo ciento de veces dosis activas de dichas drogas con un par de caladas de un falso porro.

La tercera razón médica de peso es la enorme ubicuidad de los receptores CB1 en todo el cuerpo humano. En el cerebro humano, el receptor cannabinoide CB1 es el “receptor acoplado a proteínas-G” que más tenemos en nuestra base de control del sistema nervioso -como hizo saber el doctor Nichols en una reciente conferencia- sólo superado por el receptor GABA-A que no pertenece a la misma tipología de receptores. Se podría argumentar que la existencia de receptores CB1 en gran número en el cerebro humano plantea el mismo peligro al usar cannabinoides naturales que sintéticos, ya que eso no varía en función de la droga ingerida. Pero esto no es así, ya que no afectan de la misma forma ni en su intensidad ni en sus efectos aunque usen el mismo receptor los compuesto naturales y los sintéticos.


Nichols, otro químico con grandes manos para hacer drogas.


Un ejemplo de este mismo supuesto lo podemos extraer de las diferencias entre dos conocidas familias de compuestos que actúan con efectos “parecidos”: las benzodiacepinas que son fármacos tipo Valium, y los barbitúricos como el Tiopental o el Pentotal, usados en las ejecuciones que seguían el 'Protocolo Chapman' de inyección letal. Tanto una dosis de Valium como una de un barbitúrico cualquiera se unen a los mismos mismos receptores GABA-A de formas diferentes -también el alcohol común- y en lugares del cuerpo diferentes, ya que cada compuestos tiene sus propias rutas farmacocinéticas y metabólicas. Aunque actúan sobre la misma cerradura, no abren exactamente las mismas cosas. Mientras que ambas familias de drogas son sustancias que relajan, sedan e incluso duermen (también como el alcohol), las benzodiacepinas son drogas con un gran margen terapéutico ya que la distancia entre la dosis mínima activa y la dosis mortal es muy amplia.  , y además el uso frecuente no extiende por tolerancia la dosis necesaria para matar. Los cannabinoides sintéticos vendrían a ser frente al natural y seguro THC lo mismo que son los ultrapotentes y mortales barbitúricos frente a sustancias relativamente suaves como el Valium.


Sobredosis por cannabis y 
sobredosis por cannabinoides sintéticos

Todo fumador, e incluso muchos no fumadores, conoce lo que es una sobredosis por cannabis: puede darte un blancazo, pasar un mal rato de ansiedad que suele irse como vino, tener mucha hambre y dormir profundamente. Todos conocemos bien esos síntomas, incluso los médicos que empezaron a atender a personas que, supuestamente, habían consumido cannabis y que no parecían responder de la forma normal, como otros pacientes lo harían a dicho consumo.

Al principio, las urgencias médicas, se vieron desbordadas por la facilidad que tenían los productores de estas drogas de engañar a los test que buscaban sustancias psicoactivas, burlando cualquier posible freno legal y otorgándole a esas drogas una posición de no-prohibidas ni detectables que las hizo competir contra el natural cannabis en ese aspecto: la gente buscaba evitar positivos en pruebas de drogas realizadas en su trabajo -muy común en USA- o al ir a pedir uno nuevo, así como las pruebas que la policía o los médicos pudieran realizar, ya que el simple consumo de cannabis es delito (al menos aún en la mayoría de los estados). La gente prefería consumir una sustancia desconocida de efectos desconocidos antes que enfrentarse a las consecuencias legales del consumo de cannabis, aunque sea de las sustancias más seguras que conoce la humanidad. 

La ley está lanzando a fumadores de marihuana a convertirse en conejillos de indias con sustancias increíblemente potentes y peligrosas, ya que sin esos enfoques represivos nadie tendría que buscar un “legal high” o “colocón legal” arriesgando su vida cuando lo único que quiere sea un poco de inofensivo cannabis.

Los síntomas que mostraban los pacientes en urgencias tenían poco o nada que ver con el cannabis que los médicos conocían, y aún sabiendo posteriormente que se enfrentaban a versiones sintéticas de agonistas cannabinoides, les costaba creer que se pudiera tratar de imitaciones de cannabis natural por lo exagerado de la sintomatología que veían: una hipertensión desbocada, taquicardias de carrera de galgos, infartos de miocardio, nerviosismo extremo, vómitos, alucinaciones, psicosis tóxica, ataques convulsivos y también epilépticos, psicosis permanente e infartos cerebrales que pueden desde matarte a dejarte ciego, sordo y paralizado de por vida en una silla de ruedas, más o menos consciente de que todavía existes.

Y esos sólo eran los síntomas de las sobredosis en su fase aguda de la falsa marihuana, ya que poco o nada sabemos de su uso crónico, excepto que sus peligros no son ni remotamente parecidos a los de el original natural. 



Otra de las explicaciones que los especialistas ofrecen a la hora de comparar los desmedidos peligros de los cannabinoides sintéticos con los del cannabis natural, es que la planta incorpora sus propios compuestos “moderadores”: no todos los cannabinoides del cannabis tienen efectos psicoactivos, algunos no tienen e incluso algunos sirven para moderar los efectos que produce el principal compuesto activo o THC

Mientras que la planta tiene esa ayuda natural a que las cosas no se desmadren, el consumir agonistas totales sintéticos sin que esos otros cannabinoides “de freno” -que de forma natural están presentes en la planta- nos deja una situación mucho más problemática a la hora de afrontar sus efectos sobre el cuerpo humano.


La situación legal en España y Europa

Para estas nuevas drogas que vienen escondidas bajo la apariencia de falsa marihuana, el campo en nuestro país está totalmente abierto. Son legales, porque no están prohibidas. La única trampa que le piden al vendedor, es que ni lo venda ni lo publicite para consumo en humanos, lo que se arregla con una nota en el paquete que diga eso mismo: NO PARA CONSUMO HUMANO.

Paradójicamente los dependientes de los lugares que venden estas drogas legales, nos cuentan que una gran parte de su clientela sobre esos productos son policías de diversos cuerpos que quieren tomar drogas pero no quieren perder su trabajo por un análisis que dé positivo. Eso deja claro que a buena parte de la policía que pagamos le interesa más la ley del estado que la propia salud.


Aquí un madero de color (los usan para las fotos)
apoyando una "campaña de salvación del mundo
persiguiendo drogas y usuarios".


Algunos países de Europa iniciaron prohibiciones de diversos de estos compuestos, pero se encontraron con que obtenían la misma respuesta que cuando prohibieron otras drogas: el mercado se encargaba de producir otras nuevas, legales, desconocidas en sus efectos y más peligrosas. El mercado nunca ha quedado desabastecido y, por el contrario, son cada día más las sustancias de este tipo a las que se puede acceder legalmente en una tienda o a través de internet.

Lo último en consumo de cannabinoides sintéticos se ha encontrado en UK, concretamente en la ciudad de Glasgow, donde se ha encontrado que hay tiendas donde se venden los conocidos e-liquid para los e-cigs -dispositivos electrónicos para fumar sin combustión- y al mismo tiempo te ofrecen, de forma legal, si te quieres colocar. Si dices que sí, que quieres colocarte, te venden viales de 10 ml, empaquetados y etiquetados correctamente, con nombres como “Blueberry Bud” o “Magic Mushrooms” que contienen una disolución -para usar con estos dispositivos- de los cannabinoides sintéticos.




Antes, compartir un porro era una señal de socialización que no solía implicar un grave riesgo.
Ahora, fumar de algo que no tienes claro qué es, puede ser lo último que hagas en tu vida.
Los cannabinoides sintéticos tienen una especial capacidad para dañar seriamente e incluso matar.

El cannabis, la planta natural y amiga que todos conocemos, no ha matado nunca a nadie.

Elige salud, siempre.