Esperamos que os guste.
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Falsa marihuana
¿Qué tienen en común la cafeína, la
morfina, la cocaína, la mescalina y la psilocibina de los hongos
mágicos pero no tiene el THC del cannabis? Todas son sustancias
naturales, todas ellas son psicoactivas aunque cada una tiene efectos
distintos. Algunas son legales en unos lugares y otras no, pero eso
tampoco separa al THC de las demás.
¿Qué es entonces? El THC no tiene
nitrógeno en su molécula. Parece una simple curiosidad química,
pero no es así. Este hecho está -en parte- en el origen de que algunas de las
drogas más nuevas -y peligrosas- que nos encontramos en el mercado
legal sean los cannabinoides sintéticos o falsa marihuana.
Molécula de THC.
Cuando la ciencia se dio cuenta de que
podía extraer los principios activos de las plantas, formularlos
químicamente y reproducirlos o mejorarlos, lo hizo partiendo del
primer compuesto de este tipo que estudió: el opio. Del opio sacó
la morfina, y de la morfina y su carácter ligeramente alcalino al
ser un base débil surgió el término alcaloide.
La morfina era un
alcaloide, porque cumplía ciertas normas químicas y contenía
nitrógeno. Ese tipo de formato, el del alcaloide, a la hora de
buscar el resto de principios activos en las plantas funcionó muy
bien: la mayoría de los principios activos, especialmente los que
afectaban al sistema nervioso central, eran sustancias que contenían
nitrógeno.
Diversos alcaloides, nitrogenados.
Así la ciencia fue
encontrando los principios activos de las plantas, como la cocaína o
los cactus como la mescalina. Y todos eran alcaloides, hasta el punto
que todavía hoy son muchas personas que asimilan la palabra
alcaloide al concepto de principio activo, y no todos los principios
activos son alcaloides ni tienen nitrógeno, y como ejemplo vale el mismo
alcohol del vino.
Sin embargo había una planta que se
resistía a entregar sus secretos a los químicos: el cannabis. No
existía duda alguna sobre la psicoactividad del cannabis y sobre
muchos de sus efectos beneficiosos, pero por más que los químicos
se empeñaban en buscar no daban con el aislamiento del responsable
principal de sus efectos. Hasta el año 1964 que en una universidad
israelí, Raphael Mechoulam, un químico orgánico y profesor de
química medicinal dilucidó el asunto con el aislamiento y la
síntesis parcial -lo que dejaba clara la estructura- del principal
constituyente activo del hashís derivado del cannabis: el
responsable de los efectos era el THC o Tetrahidrocannabinol. Y no contenía nitrógeno.
Raphael Mechoulam, de tú a tú con la planta.
Tras el descubrimiento y
caracterización del principio psicoactivo esencial del cannabis,
venía lo lógico: encontrar su receptor. Todas las drogas que tienen
un efecto sobre el cuerpo humano, desde la cafeína a la morfina, de
la mescalina al THC, funcionan porque imitan otras sustancias que el
cuerpo humano produce y para las que tiene un sistema de receptores.
El siguiente paso por tanto era
encontrar el receptor y su ligando endógeno: la sustancia que creaba
nuestro cuerpo para activar esos mismos receptores. Con esto no sólo
se estudiaban los efectos de una droga, sino que se aprendía sobre
los sistemas que regulan el cuerpo humano afectados por esa droga, de
donde se podían sacar otras compuestos para usar contra dolencias
específicas.
Teniendo un compuesto claro con el que
trabajar, el THC, actuar sobre los receptores con otros compuestos
fue más sencillo. Tanto que se conocían los receptores CB1 y CB2 y
se trabaja con nuevos compuestos sobre ellos (con animales o pruebas
de laboratorio) pero todavía no se había encontrado qué compuesto
producía el cuerpo humano para dichos receptores hasta que apareció,
en un equipo guiado por el mismo profesor de química, la anandamida:
el ligando endógeno de los receptores no se encontró y determinó
su estructura hasta 1992. Y curiosamente, este ligando sí tenía
nitrógeno.
Hasta el final del S.XX no tuvimos
demasiado claro el esquema aparentemente simple que nos permitía
relacionar un receptor con un compuesto y de ahí estudiar las
funciones y acciones que tenía sobre el ser humano en el caso del
cannabis. El sistema cannabinoide endógeno, el que regulan los
receptores CB1 y CB2 (que de momento sepamos) y que es sobre el que
actúa el cannabis, es uno de los más desconocidos, porque es de los
últimos en ser descubiertos.
Receptores CB1 y CB2.
Se podría inferir erróneamente que al
no conocer profundamente el sistema cannabinoide endógeno, no
podemos conocer las consecuencias del consumo de cannabis. Es un
error, porque el consumo de cannabis tiene miles de años de uso que
lo han probado una planta poco o nada tóxica. Tal vez no
conociéramos qué teclas pulsaba el humo de los porros en nuestro
interior, pero ya conocíamos lo que provocaba, y no era malo. Ni un
muerto en toda su historia es un récord notable.
De la ciencia a la leyes y sus
consecuencias
No hace falta exponer la vigente e
injusta prohibición que sufre el cannabis, pero sí convendría
señalar algunos de los peores males que nos ha traído, y tal vez
algunos estén por descubrir.
En los años 80 la farmacéutica Pfizer
experimentó con un compuesto sintético llamado 47,497 -entre otros
muchos- que resultaba ser agonista de los receptores CB1 y CB2,
algunos de esos compuestos con cientos de veces la potencia del THC,
y además con la característica importante de ser agonistas totales,
y no sólo parciales como los naturales, de dichos receptores.
También en otro laboratorio, otro químico creaba y daba sus
iniciales a los compuestos agonistas de los receptores cannabinoides:
se llamaba John William Huffman y de su laboratorio salieron otros
dos de los primeros cannabinoides sintéticos detectados en el
mercado, el JWH-073 y JWH-018, que fueron creados en el año 1995.
Estos tres compuestos fueron los que
ostentan el dudoso honor de ser los primeros detectados en mezclas
herbales que simulaban un producto con propiedades similares al
cannabis. Eso ocurría entre el 2008 y el 2009 en Alemania. Era la
primera vez que se tenía una respuesta a la pregunta de qué
compuesto era responsable de los efectos de la falsa marihuana que se
vendía bajo el nombre de Spice o K2.
El padre de las criaturas de la familia JWH.
Hubo una época previa, allá en los
años 90, en los que se vendían algunos tipos de “cogollos
legales” que eran básicamente una mezcla de algunas plantas con
mínima psicoactividad combinada, pero en ningún caso contenían
agonistas de los receptores del cannabis ni llevaban añadidos
químicos.
Fue precisamente a esos “cogollos legales” de diversas
plantas a los que añadieron estos nuevos -y totalmente desconocidos-
productos químicos cuyos efectos imitaban algunos del cannabis pero
sus consecuencias negativas iban cientos de veces más lejos. Son de
las pocas drogas cuya primera aparición se da en Europa en 2004, en
concreto en el Reino Unido, que tiene una de las leyes más
represivas contra el cannabis.
Las políticas aplicadas contra el
cannabis y sus usuarios, distintas en cada país, pero de momento
-salvo honrosas excepciones- todas de tipo represivo crearon un
mercado para los productos legales. Nadie en su sano juicio compraría
un producto que es imitación de otro, si puede comprar el original.
En este caso la diferencia es que el original puede conllevar multas
o prisión y el otro, no. Las leyes crean y abren un mercado
específicamente para este tipo de sustancias, cuya demanda sería
inexistente de poder utilizar las versión segura y natural: el
cannabis.
Rápidamente, como se ha hecho con
otros compuestos, los legisladores se apresuraron a prohibir dichas
drogas, lo que también hace inviable cualquier tipo de estudio con
ellas y con seres humanos, pero no imaginaron la respuesta: daba
igual qué droga prohibieran porque los vendedores tenían una nueva,
sin prohibir, más desconocida y más peligrosa casi siempre
esperando para sustituir a la sustancia prohibida.
Y así
sucesivamente. Tú prohíbes, pero la química crea fuera de tu
prohibición más y más compuestos. Así ocurrió: tras la
prohibición de los primeros cannabinoides, aparecieron otros, mucho
más peligrosos y totalmente nuevos con los que los vendedores de
esos productos estaban usando de conejillos de indias a sus usuarios,
esta vez detectados primero en Japón.
El asunto se estaba mostrando
intratable cuando Nueva Zelanda tuvo la ocurrencia de iniciar una regulación legal de las drogas partiendo de las que -todavía- no estaban prohibidas. Para ello primero prohibió cualquier sustancia
existente que no estuviera explícitamente permitida y luego aceptó
que hubiera un mercado para estos compuestos, en clara desventaja
para el cannabis que seguía sufriendo el estigma de la ilegalidad,
la persecución y las sanciones económicas.
Los resultados no se
hicieron esperar: la alerta sanitaria provocada por los efectos
secundarios de los cannabinoides sintéticos vendidos legalmente y
con el permiso del gobierno, hizo que se suspendiera dicho
experimento que estuvo mal planificado y alejado de criterios
científicos desde el momento de su concepción. Lejos de ayudar,
eligieron la peor de las opciones: permitir compuestos sintéticos
que no tenían historia de uso sobre el ser humano -afectando además
a uno de los sistemas endógenos menos conocidos- frente a la planta
de cannabis con su excepcional seguridad histórica.
¿Por qué son tan peligrosos los
cannabinoides sintéticos o falsa marihuana?
La primera razón médica es que los
compuestos, aunque sean ambos agonistas del receptor CB1 que es el
responsable de los efectos psíquicos, actúan de forma diferente
sobre esos mismos receptores. Mientras que el natural THC de la
planta de cannabis se une al receptor y lo estimula hasta cierto
punto al ser un agonista parcial -no lo hace con todos sus efectos ni
toda su potencia- la falsa marihuana y sus compuestos son agonistas
totales: cuando se unen al receptor lo hacen de una forma que provoca
que despliegue todos los efectos que puede desplegar y desconocemos.
Una segunda razón es que, como decía
Paracelso, “sólo la dosis hace al veneno” y estos compuestos
pueden llegar a ser centenares de veces más potentes que el
compuesto original al que pretenden imitar, por lo que con cantidades
iguales en peso, se pueden estar consumiendo ciento de veces dosis
activas de dichas drogas con un par de caladas de un falso porro.
La tercera razón médica de peso es la
enorme ubicuidad de los receptores CB1 en todo el cuerpo humano. En
el cerebro humano, el receptor cannabinoide CB1 es el “receptor
acoplado a proteínas-G” que más tenemos en nuestra base de
control del sistema nervioso -como hizo saber el doctor Nichols en
una reciente conferencia- sólo superado por el receptor GABA-A que
no pertenece a la misma tipología de receptores. Se podría
argumentar que la existencia de receptores CB1 en gran número en el
cerebro humano plantea el mismo peligro al usar cannabinoides
naturales que sintéticos, ya que eso no varía en función de la
droga ingerida. Pero esto no es así, ya que no afectan de la misma
forma ni en su intensidad ni en sus efectos aunque usen el mismo
receptor los compuesto naturales y los sintéticos.
Nichols, otro químico con grandes manos para hacer drogas.
Un ejemplo de este mismo supuesto lo
podemos extraer de las diferencias entre dos conocidas familias de
compuestos que actúan con efectos “parecidos”: las
benzodiacepinas que son fármacos tipo Valium, y los barbitúricos
como el Tiopental o el Pentotal, usados en las ejecuciones que
seguían el 'Protocolo Chapman' de inyección letal. Tanto una dosis
de Valium como una de un barbitúrico cualquiera se unen a los mismos
mismos receptores GABA-A de formas diferentes -también el alcohol
común- y en lugares del cuerpo diferentes, ya que cada compuestos
tiene sus propias rutas farmacocinéticas y metabólicas. Aunque
actúan sobre la misma cerradura, no abren exactamente las mismas
cosas. Mientras que ambas familias de drogas son sustancias que
relajan, sedan e incluso duermen (también como el alcohol), las
benzodiacepinas son drogas con un gran margen terapéutico ya que la
distancia entre la dosis mínima activa y la dosis mortal es muy
amplia. , y además el uso frecuente no extiende por tolerancia la dosis
necesaria para matar. Los cannabinoides sintéticos vendrían a ser
frente al natural y seguro THC lo mismo que son los ultrapotentes y
mortales barbitúricos frente a sustancias relativamente suaves como
el Valium.
Sobredosis por cannabis y
sobredosis
por cannabinoides sintéticos
Todo fumador, e incluso muchos no
fumadores, conoce lo que es una sobredosis por cannabis: puede darte
un blancazo, pasar un mal rato de ansiedad que suele irse como vino,
tener mucha hambre y dormir profundamente. Todos conocemos bien esos
síntomas, incluso los médicos que empezaron a atender a personas
que, supuestamente, habían consumido cannabis y que no parecían
responder de la forma normal, como otros pacientes lo harían a dicho
consumo.
Al principio, las urgencias médicas,
se vieron desbordadas por la facilidad que tenían los productores de
estas drogas de engañar a los test que buscaban sustancias
psicoactivas, burlando cualquier posible freno legal y otorgándole a
esas drogas una posición de no-prohibidas ni detectables que las
hizo competir contra el natural cannabis en ese aspecto: la gente
buscaba evitar positivos en pruebas de drogas realizadas en su
trabajo -muy común en USA- o al ir a pedir uno nuevo, así como las
pruebas que la policía o los médicos pudieran realizar, ya que el
simple consumo de cannabis es delito (al menos aún en la mayoría de
los estados). La gente prefería consumir una sustancia desconocida
de efectos desconocidos antes que enfrentarse a las consecuencias
legales del consumo de cannabis, aunque sea de las sustancias más
seguras que conoce la humanidad.
La ley está lanzando a fumadores de
marihuana a convertirse en conejillos de indias con sustancias
increíblemente potentes y peligrosas, ya que sin esos enfoques
represivos nadie tendría que buscar un “legal high” o “colocón
legal” arriesgando su vida cuando lo único que quiere sea un poco
de inofensivo cannabis.
Los síntomas que mostraban los
pacientes en urgencias tenían poco o nada que ver con el cannabis
que los médicos conocían, y aún sabiendo posteriormente que se
enfrentaban a versiones sintéticas de agonistas cannabinoides, les
costaba creer que se pudiera tratar de imitaciones de cannabis
natural por lo exagerado de la sintomatología que veían: una
hipertensión desbocada, taquicardias de carrera de galgos, infartos
de miocardio, nerviosismo extremo, vómitos, alucinaciones, psicosis
tóxica, ataques convulsivos y también epilépticos, psicosis
permanente e infartos cerebrales que pueden desde matarte a dejarte
ciego, sordo y paralizado de por vida en una silla de ruedas, más o
menos consciente de que todavía existes.
Y esos sólo eran los síntomas de las
sobredosis en su fase aguda de la falsa marihuana, ya que poco o nada
sabemos de su uso crónico, excepto que sus peligros no son ni
remotamente parecidos a los de el original natural.
Otra de las
explicaciones que los especialistas ofrecen a la hora de comparar los
desmedidos peligros de los cannabinoides sintéticos con los del
cannabis natural, es que la planta incorpora sus propios compuestos
“moderadores”: no todos los cannabinoides del cannabis tienen
efectos psicoactivos, algunos no tienen e incluso algunos sirven para
moderar los efectos que produce el principal compuesto activo o THC.
Mientras que la planta tiene esa ayuda natural a que las cosas no se
desmadren, el consumir agonistas totales sintéticos sin que esos
otros cannabinoides “de freno” -que de forma natural están
presentes en la planta- nos deja una situación mucho más
problemática a la hora de afrontar sus efectos sobre el cuerpo
humano.
La situación legal en España y
Europa
Para estas nuevas drogas que vienen
escondidas bajo la apariencia de falsa marihuana, el campo en nuestro
país está totalmente abierto. Son legales, porque no están
prohibidas. La única trampa que le piden al vendedor, es que ni lo
venda ni lo publicite para consumo en humanos, lo que se arregla con
una nota en el paquete que diga eso mismo: NO PARA CONSUMO HUMANO.
Paradójicamente los dependientes de
los lugares que venden estas drogas legales, nos cuentan que una gran
parte de su clientela sobre esos productos son policías de diversos
cuerpos que quieren tomar drogas pero no quieren perder su trabajo
por un análisis que dé positivo. Eso deja claro que a buena parte
de la policía que pagamos le interesa más la ley del estado que la
propia salud.
Aquí un madero de color (los usan para las fotos)
apoyando una "campaña de salvación del mundo
persiguiendo drogas y usuarios".
Algunos países de Europa iniciaron
prohibiciones de diversos de estos compuestos, pero se encontraron
con que obtenían la misma respuesta que cuando prohibieron otras
drogas: el mercado se encargaba de producir otras nuevas, legales,
desconocidas en sus efectos y más peligrosas. El mercado nunca ha
quedado desabastecido y, por el contrario, son cada día más las
sustancias de este tipo a las que se puede acceder legalmente en una
tienda o a través de internet.
Lo último en consumo de cannabinoides sintéticos se ha encontrado en UK, concretamente en la ciudad de
Glasgow, donde se ha encontrado que hay tiendas donde se venden los
conocidos e-liquid para los e-cigs -dispositivos electrónicos para
fumar sin combustión- y al mismo tiempo te ofrecen, de forma legal,
si te quieres colocar. Si dices que sí, que quieres colocarte, te
venden viales de 10 ml, empaquetados y etiquetados correctamente, con
nombres como “Blueberry Bud” o “Magic Mushrooms” que
contienen una disolución -para usar con estos dispositivos- de los
cannabinoides sintéticos.
Antes, compartir un porro era una señal
de socialización que no solía implicar un grave riesgo.
Ahora, fumar de algo que no tienes
claro qué es, puede ser lo último que hagas en tu vida.
Los cannabinoides sintéticos tienen
una especial capacidad para dañar seriamente e incluso matar.
El cannabis, la planta natural y amiga
que todos conocemos, no ha matado nunca a nadie.
Elige salud, siempre.
Pues debo felicitarlos por tan excelente y completo artículo, tiene información muy buena, particularmente pienso muy fuera de contexto tal vez, que el cannabis es una planta realmente milagrosa, cada vez son más los países que apuestan a su legalización porque saben que se puede conseguir solución a muchos dolres.
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