viernes, 23 de octubre de 2015

Elecciones y cannabis en España: las propuestas de los partidos

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.

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Legalización del cannabis: las propuestas hispanas.


“No existe el porro terapéutico, ni para el enfermo terminal.” son palabras que resuenan en mi cabeza a veces. He violado la ley centenares de veces en mi vida, si me atengo al cannabis y sus asuntos con enfermos al menos algunas decenas de veces. He cultivado cannabis y he entregado cannabis a enfermos; desde unos porros para aliviar dolores óseos a un amigo anciano a medio kilo a otro enfermo para que pudiera tener suficiente para un año. A veces lo he hecho yo sólo y a veces con algunas personitas más (amigos delincuentes también) que estaban dispuestas a ayudar, pasándose la ley por el arco del triunfo y jugándose -a veces- unos años de cárcel. ¿Y resulta que era todo mentira? ¿No existe el porro terapéutico? ¿Se hacían pasar por enfermos para darnos pena y fumarse la cosecha ajena?

Esa bonita frase -junto con otro montón de sandeces más- la dijo Gonzalo Robles, hace como una década, cuando era el figurín que el Partido Popular había puesto al frente del Plan NaZional Sobre Drogas. Nunca quedó claro si, cuando lo dijo, estaba expresando un deseo personal o lo que el creía una realidad. No era médico ni tenía experiencia alguna con el tema. Él era licenciado en “antropología social y cultural” y trabajaba para/con el PP, porque según se ve en su currículum lo único que ha sido, desde que terminó de estudiar antropología, es “político profesional”. Sigue siéndolo a día de hoy y ha pasado a ocupar desde cargos sobre drogas, como el mencionado, donde montó la vía legal para poder meter mano el dinero que la droga movía -lo vendieron al gran público como que iban a rehabilitar yonkis con ese dinero para “reparar” el daño que la droga causaba, y coló- a otros como secretario de estado del PP para Extranjería e Inmigración, o coordinador de la Cooperación al desarrollo o responsable de participación social: todos esos temas en los que el PP y el gobierno “brillan por su atención al ciudadano y por su cuidado a los grupos más desfavorecidos”. Y aunque él es de Salamanca, ha sido hasta concejal del ayuntamiento de Madrid.

Gonzalo Robles, el crack charro.


Antes que él, al frente de los temas de drogas por parte del gobierno de turno, estuvo Carlos López Riaño -que sustituyó al entonces juez Garzón tras su berrinche por no obtener de Felipe González lo que le prometió- y que tuvo el coraje de proponer algo que resultaba necesario: abrir un debate sobre la legalización del cannabis en España. Eso lo hizo allá por el año 1994, cuando 4 de cada 5 personas encuestadas estaban en contra y cuando “la droga” era uno de los grandes referentes de “preocupación” de los ciudadanos -a nivel del terrorismo- según los datos que nos servía el CIS.

Durante esos años, hubo multitud de intentos de conseguir por las vías políticas una regulación que sacase al cannabis de las draconianas listas sobre drogas y del juego de las sanciones injustas. Los usuarios de cannabis, organizándose en asociaciones de carácter local (nunca llegó a existir una de nivel nacional) combatieron las leyes, plantaron cara al asunto, formaron a muchas personas en el activismo cannábico y se estructuró una cierta forma de respuesta ante la prohibición estatal. Los cannábicos fueron consiguiendo logros a nivel local y autonómico. Por ejemplo los chicos de Pannagh que, dentro del modelo asociativo para consumidores, fueron objeto de la incautación de su cosecha en el 2005 y que tras 2 años de lucha, consiguieron que un tribunal ordenase la devolución de las plantas incautadas. Las plantas no valían ya para nada, pero el hecho de que el tribunal ordenase la devolución resultaba un empujón sin precedentes para los intereses de los usuarios cannábicos. Y desde ese momento, lo que habían sido asociaciones de personas que se juntaban con un interés común, que se defendían del estado demostrando que su actividad les alejaba del mercado negro y no resultaba en perjuicio para la salud pública se pasó al modelo de los CSC o Clubs Sociales de Cannabis, que venían a ser el gran salto cualitativo del asociacionismo activista local al modelo de cliente-no-activista.




Pasamos de asociaciones de un centenar de personas o menos, que se conocían entre ellas y cuya voluntad era la del activismo, a CSC con miles de “socios”. En ese momento, lo que había comenzado siendo una aventura activista para defenderse de unas leyes injustas, había mutado en una gran mayoría de casos hasta no tener nada que ver con el activismo y mucho con el negocio económico.

Cuando este pasado año las autoridades decidieron meter mano en estos lugares de venta de cannabis, se encontraron con “juntas directivas de asociaciones” que manejaban 60 cuentas bancarias con algunos millones de euros, derivados de la venta de cannabis, con curiosos lazos y vínculos entre los “bancos de semillas de cannabis” y estos centros de venta. Muchos de estos CSC ni siquiera tienen un cultivo de cannabis asociado con el que abastecer las necesidades de sus socios: cuando los “socios” son miles de clientes, el único cultivo que te puede abastecer es el del mercado negro negrísimo. 

Si además vendes derivados del cannabis como las extracciones y concentrados (BHO, wax, shatter, etc.) las cuentas todavía se complican más, dada la cantidad de marihuana necesaria para conseguir un gramo de estos productos. La venta de semilla de cannabis en España es legal y está registrada como excepción en las leyes sobre drogas, pero lo que no es legal es la producción de semilla y eso sigue siendo delito, aunque la abundancia de bancos de semillas españoles haga a veces olvidar que ese pequeño detalle. Llegados a este punto, ya no hablamos de activismo ni de derechos, sino de negocio puro y duro: la venta de cannabis y derivados con el dineral que mueve.

Ante este panorama, por parte de los actores políticos, tenemos al PP que sigue con su obtusa postura negacionista: todo esto es delito y no hay nada que hablar. Tenemos al PSOE que, dependiendo de lo que le convenga en cada lugar, dirá una cosa u otra, pero que no hará nada por cambiar la situación. 



Teníamos a UPyD que había incluido en su programa el asunto del cannabis y una tímida alusión a que había que regularlo como alcohol o tabaco, aunque ya sólo tenga un interés testimonial tras haber sido engullido por “naranjito Rivera”. Los de Ciudadanos incluyeron en su programa el asunto del cannabis con un enfoque regulador, aunque sin demasiado entusiasmo cuando vieron que les podían atacar por ahí. 



Izquierda Unida han sido los únicos que siempre estuvieron al lado del sentido común y apostando por sacar al cannabis y sus usuarios del entorno criminal en el que las leyes les sumergían, y en especial Gaspar Llamazares con sus intervenciones en la comisión mixta sobre drogas del Congreso y Senado. 

Y nos queda Podemos, que si bien recibieron por activa y por pasiva peticiones de que atendieran ese asunto, se han hecho los suecos y se han negado a entrar en el tema. Lo máximo que se ha conseguido de este “gran partido renovador” es un comentario en campaña electoral, de su líder Pablo Iglesias que decía haber charlado del asunto con Mujica -presidente de Uruguay- y que aunque no estaba en sus prioridades (no lo habíamos notado, eh) es un tema que “había que trabajarlo”. Una forma “elegante” de pasar del tema como de la mierda y no quedar muy mal con los fumetas: es lo bueno del cannabis, que se les olvida todo a sus usuarios.



A la vista de la inacción de la clase política, las propuestas de regulación han surgido de los propios colectivos de usuarios. En Navarra, a finales del pasado año, la ILP conocida como “Tu Papel Importa” consiguió 10.000 firmas (el doble del requisito legal) para que se pudiera tramitar la iniciativa, que busca dar seguridad jurídica a los CSC pero que está limitada por las competencias autonómicas. En Islas Baleares, la Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC) llegó a un acuerdo con varios partidos (los que ahora gobiernan en coalición) para que se desarrollasen futuras propuestas encaminadas a avanzar en este sentido, aunque escudándose únicamente en “los usuarios terapéuticos” y sin mención alguna a los usuarios recreativos. Y ahora en Cataluña se está intentando otra ILP que necesita conseguir 50.000 firmas para poderse tramitar, y que estaría igualmente limitada por las competencias autonómicas.

Aunque sin duda, el más brillante de estos trabajos por el cambio de la realidad del cannabis, es el de Regulación Responsable. Este colectivo, formado por los principales grupos en España con intereses en el cannabis, está trabajando en la elaboración de una propuesta sólida que abarque todos los aspectos del cannabis, desde los clubs a las personas que cultivan para su propio consumo, desde el usuario con necesidades médicas al usuario que consume por razones lúdicas

Y dentro de este colectivo, la propuesta que me parece más interesante y mejor fundada es la conocido como “A por los 3 kilos!!” en la que, aunque a muchos les parezca una reivindicación exagerada, se argumenta punto por punto y en base a las sentencias existentes que han ido haciendo jurisprudencia en nuestro país, el derecho a cultivar o a disponer de lo que los jueces han estimado como una cantidad de consumo diario que llega a los 10 gramos de cannabis por día. Y las cuentas salen solas: si los jueces estiman que hay quienes consumen 10 gramos al día sin incurrir en tráfico, eso nos da un total de más de 3 kilos de marihuana al año por persona, sin ser narcotraficantes.



A muchos les puede sonar exagerado que alguien consuma 10 gramos de cannabis al día, a otros no. Es cierto que en el consumo recreativo es raro alcanzar esas cantidades, aunque para nada es algo imposible. Es raro porque normalmente las personas no tienen acceso a cantidades que les permitan dicho nivel de consumo y de gasto si tienen que recurrir al mercado negro. Pero no lo es tanto en el caso de los usuarios de tipo médico, en los que se conocen casos en los que el consumo alcanza los 25 gramos de cannabis al día. Y el grupo de Regulación Responsable aspira a ofrecer una propuesta de regulación estatal (a diferencia de las distintas intentonas locales a través de ILPs) para el cannabis que no deje a nadie fuera y que establezca un sendero sobre el que trabajar, a nivel estatal.

¿Qué partido tomará la ventaja y dará la cara para enfrentar la regulación del cannabis a nivel estatal? 
No lo tengo nada claro a estas alturas, porque realmente de los políticos -los de la casta y la neocasta- no espero nada, ni siquiera que intenten aparentar inteligencia. Pero que llevamos décadas con una prohibición sobre el cannabis que causa más daño social, humano y económico que la propia droga, es algo que no se puede discutir ya. 


Robe Iniesta, maestro de maestros y yonki de pro.


De momento lo mejor, en el fumeteo, es que sigas aplicando el consejo de Robe Iniesta: “podéis hacer lo que queráis, estáis en un país libre.... eso sí, que no os vean!”


viernes, 16 de octubre de 2015

Sacando drogas del baúl de los recuerdos: la MBDB

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.


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La MBDB.

¿Qué droga -de las que conoces- no es fácil de conseguir y te encantaría volver a tener a mano?

No es fácil pensar en alguna droga que fuera más fácil conseguir en el pasado que ahora, con la desmedida oferta que tenemos de sustancias legales e ilegales. Me vino a la cabeza por un momento el Khat, una planta que contiene un estimulante de uso común en ciertas zonas de África y que aparecía entre los bienes de los piratas que asaltaban el barco de Tom Hanks en “Náufrago”. Fue interesante tomarla, pero no fue una experiencia magnifica que quisiera repetir y no pudiera hacerlo; fue divertido y curioso. En UK donde era legal y muy barata hasta hace poco, se hacían batidos (puag) con la planta entera y se los bebía antes de salir de casa a modo de "MDMA natural".

Pero no eran esas plantas medio mustias que viajaron -desde Yemen a UK y de UK a Madrid. El mejor recuerdo lo tengo de una sustancia totalmente sintética, que surgió en el mercado cuando empezaron las restricciones y prohibiciones que pondrían en problema el abastecimiento de MDMA: la MBDB o Edén.




Edén, no parece una mala descripción para sus efectos. Dice la RAE que edén, aparte del paraíso primigenio antes de la desobediencia de Adán y Eva, es un “lugar muy ameno y delicioso”. Y el nombre, quien quiera que se lo puso -ya citado en 1991 por Shulgin en PIHKAL junto con el nombre de Metil-J que le puso Sasha- había tenido contacto con sus efectos. Resulta algo complejo describir los efectos sin caer en los tópicos propios de la MDMA, porque son realmente similares, pero no iguales. Su creador es el avezado químico David Earl Nichols, padre de otras sustancias psiquedélicas como la MDAI. También quien acuñó el término “entactógeno” que describe el efecto de estas sustancias, que tienen como característica común el facilitar el contacto profundo entre sujetos -o con partes poco accesibles de uno mismo- a nivel emocional.

En una ocasión que me preguntaba un conocido psiconauta por la diferencia entre ambas, la metáfora que resultó más oportuna fue la siguiente: “Imagina como te sientes cuando, tras meses o años de espera y trabajo, estás en una gran noche a punto de acostarte por primera vez con una pareja que has deseado de forma intensa. Esa sensación, con todo lo que tiene de estimulante, sería la MDMA. 

Ahora imagina como te sientes cuando ya has pasado la intensa emoción de 'estar a punto de' y reposas al lado del cuerpo de tu pareja deseada, tras un par de orgasmos mágicos: eso es la MBDB!!

¿Te gusta más que el éxtasis o MDMA? Sí. Me gusta mucho más, o mejor dicho, me gustó mucho más. ¿Dónde la puedo comprar? ¿Tengo que irme a los recónditos mercados de la darknet y pagar con Bitcoin para no ser rastreado? 

Pues creo que, a día de hoy, no tengo fácil respuesta para ello. Ni tampoco una explicación que me convenza, sobre la falta de esta droga en el mercado negro o blanco, porque es -a día de hoy- una sustancia totalmente legal en prácticamente todo el planeta y, desde luego en Europa.

La MBDB o Edén es una de la variantes más lógicas de la MDMA, químicamente hablando, y no es más que un MDMA al que se le ha añadido un carbono más al grupo metil de la estructura anfetaminoide del éxtasis. Esa variación mínima, tiene su correlato en los efectos. Pero no deja de ser algo “muy parecido”. 




Cuando los sistemas de detección de nuevas drogas, que se pusieron en marcha en todo el mundo tras la prohibición de la MDMA y la subsiguiente explosión de este compuesto por todos los rincones del planeta, empezaron a detectar los primeros cambios sobre la molécula. Pronto encontramos variedad en esas sustancias, que venían a imitar o a sustituir a la prohibida MDMA. Entre las primeras que aparecieron estaba la MDE o Eva, la MDA que era el precursor no metilado de la MDMA y que resulta más psiquedélico -ilegal desde 1970- aunque sin perder su parte “entactógena”, y la MBDB que sintetizó Nichols y dio a probar a Shulgin, quien difundió sus propiedades. La MDA y la MDMA estaban ya prohibidas, la MDE fue pronto incluida en las listas negras de sustancias, y la MBDB se puso bajo observación.

¿Cómo que bajo observación? Pues sí, fue la primera sustancia que el EMCDDA -Comité Científico del Centro para Monitorización de Drogas y Adicciones de Europa- tuvo a bien en 1998 someter a su evaluación tras que le fuera requerido por el Reino Unido, en aquel momento ocupando la presidencia de la Unión Europea, sobre si era necesario prohibirla y con qué rapidez. La respuesta no fue lo que se esperaba: dicho organismo estudió lo que se conocía de la MBDB o Edén, y acabó por determinar que no veía necesaria la prohibición de la misma, ya que ni se había podido probar que fuera especialmente adictiva ni peligrosa, y que de serlo lo era por debajo de los niveles de la MDMA en las mismas áreas.

No fueron los únicos. Tras eso, se intentó algo similar en USA y también a nivel internacional, en el que intervinieron con una carta desde el Centro de Libertades Cognitivas personajes como Shulgin, Jonathan Ott o Thomas Szasz, haciendo hincapié en la falta de buenas razones para prohibirla (realmente las mismas que se podrían argumentar para la MDMA). 


El resultado fue poco común, ya que los expertos de la OMS dijeron que: “aunque la MBDB es, tanto estructural como farmacológicamente hablando, similar a la MDMA, los limitados datos disponibles indican que sus efectos estimulantes y euforizantes son menos pronunciados que los de la MDMA. No ha habido informes sobre efectos tóxico o adversos a la MBDB en humanos. Los datos de las fuerzas de seguridad sobre el tráfico ilícito [¿?] de MBDB en Europa apuntan que la disponibilidad y abuso puede estar declinando tras un pico en la última mitad de los años 90. Por estas razones, el comité no considera que el peligro por abuso de la MBDB constituya un riesgo a la salud pública, por lo que NO RECOMIENDA SU PROHIBICIÓN.

Sí, aunque suene raro, la OMS no recomienda que se prohíba. No la ve peligrosa como para ello. Y eso es una gran noticia de cara al utópico día en que se planteen una regulación sensata de las drogas, porque esas sustancias que todavía no han sido prohibidas, serán las que tengan una mayor posibilidad de ser puestas en juego. Y creo que la MBDB, el Edén de Nichols, es una gran sustancia y que no necesita “ser parecida al MDMA” para que pueda ser valorada en sí misma. 

Si la MBDB es legal (no está prohibida) y tiene unos efectos similares a los del prohibido MDMA, ¿cuál es la razón de que no esté en el mercado? Tenemos sustancias de todo tipo, mucho más peligrosas la mayoría, vendiéndose como “legal highs”. Pero no encontramos, ni en los mercados de la darknet, la poco dañina MBDB. De hecho, cuando se encuentra, se vende como MDMA.

Mi primera experiencia con el Edén o MBDB fueron unas cápsulas vendidas como “Californianas” con un compuesto de color entre crema y marrón claro, algo grumoso y sin olor. El sabor era similar al de la MDMA pero con un aspecto que recordaba humedad, como si estuviera escondida dentro de la propia molécula. Tiempo después un amigo sintetizó unos gramos de MBDB y pude recibir otras dosis de regalo. 

La última vez que pude conseguirla fue a través de un proveedor chino, un químico fino filipino, que tanto te sintetizaba el mejor 2C-B ilegal como te hacía unas dosis de MBDB legal y te lo hacía llegar, tras pago vía Western Unión, discretamente entre documentos con una empresa de mensajería. No existía Silk Road, pero había otras cosas similares (foros privados). 

¿Por qué me gustaría mucho tenerla a mano de nuevo? Era una puta gozada. Recuerdo haber pensado bajo su efecto que algo tenía que estar pasando en mi cerebro que fuera similar a lo que hace que los gatos o los perros se retuerzan de gusto con unas caricias. 

Aunque la MDMA me gusta, tiene una parte que me tira para atrás: el subidón. No me va el rollo estimulante, no me gustan las taquicardias, no me tiro a la pista a bailar. La MBDB subía mucho más suavemente, no te hacía perder la cabeza -no se te iba la pelota- como se te puede ir con MDMA, sino que era mucho más manejable. 

Creo que la MBDB es la droga perfecta para darle a la gente mayor que no ha experimentado nunca con MDMA. Pero no invoca un gran espacio de comunicación, de revelación de secretos nunca dichos, de sinceridad torrencial. La MBDB o Edén es la droga más “tacto” que conozco. Se podía tomar estando solo pero no tardabas mucho en estar metido en la cama, frotándote de gusto contra las sábanas. Necesitas tocar. Es una droga para tocar, y tomada con una pareja que esté acostumbrada a ese tipo de drogas entactógenas, es realmente algo parecido al edén: todo muy ameno y delicioso. El tema sexual no va mejor que con la MDMA, no es una droga genital y no ayuda al tema fisiológico, pero en la esfera de la intimidad y sobre todo para personas que -más que usar la boca para hablar- lo que necesitan es aprenderse los mapas de su piel y de la de su pareja, me parece que es una droga que no tiene rival.


Perfecta para amantes, para los que no tienen nada que decirse con palabras, pero no quieren dejar de usar la boca y la lengua sobre el otro. Perfecta para hacer del cuerpo de tu pareja una gran geografía lúdica. Qué bien suena que te digan el oído: “...déjame que chupe todos los centímetros de tu piel, porque estoy empapada de MBDB...” 

¿Algún químico inteligente nos está escuchando? 
Sin duda es una gran sustancia, legal y bastante segura.
Y está pidiendo ser “desenterrada”.

viernes, 9 de octubre de 2015

Cáncer y cannabis: Rick Simpson y su aceite

Este texto fue publicado en Revista Yerba y esperamos que os sea útil y os guste.

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Cáncer y cannabis.


La planta del cannabis es una fuente farmacológica natural con miles de años de uso, que ha ido adaptando su relación con los humanos (como han hecho otras plantas) a través de la selección y la cría de variedades escogidas para distintos fines con razones farmacológicas (de distintos efectos sobre fisiología de la persona) principalmente en ciertas variedades de cannabis -el psicoactivo- y buscando la producción de fibra en otros casos -como el cáñamo no psicoactivo.

En la selección que el cannabis psicoactivo -el farmacológicamente más activo- ha ido teniendo en su cría por el hombre, se seleccionaron ejemplares resistentes y productivos aclimatados a las zonas de cultivo pero al mismo tiempo con necesidad de una buena calidad, que le otorga un valor especial a nivel económico. Variedades más aptas para producir hashís, otras para la yerba. Unas más “cerebrales” y otras más “físicas”. Unas más estimulantes y otras más narcóticas.

Esas diferencias genéticas se expresan en su fenotipo y también en la fitoquímica de la planta. Cambia su coloración y sus pigmentos de una variedad a otra, pero también su principal producto de interés, que son los cannabinoides naturales. Son los responsables de que los efectos psíquicos y fisiológicos cambien de una planta a otra. Los más conocidos son el THC o tetrahidrocannabinol, el CBN o cannabinol y el CBD o cannabidiol.




Los usos terapéuticos que el hombre ha ido dando al cannabis a lo largo de su historia son de lo más variado y nos han llegado -muchos de ellos- a través de las investigaciones de antropología y etnomedicina relacionadas con esta planta, así como de cierta tradición oral que quedó bastante soterrada tras el inicio de la cruzada prohibicionista.

El cannabis se ha usado contra el dolor -con especial mención al de origen neuropático- de todo tipo, para frenar las náuseas y los vómitos, contra la espasticidad, haciendo frente a la anorexia por sus propiedades estimulantes del apetito, para el glaucoma que va dejando ciego aumentando la presión dentro del globo ocular, como ayuda frente a adicciones, ante el insomnio, para la epilepsia -campo en el que está cosechando grandes éxitos en tratamientos con niños resistentes a otros fármacos- o para el prurito o picor derivado de una función deteriorada por daño hepático, por poner algunos ejemplos que son ampliamente conocidos aunque no todos ellos estén soportados por pruebas científicas consistentes. Esta falta de datos realmente fiables, en buena medida, se debe a la prohibición sobre la planta que ha lastrado décadas de investigación y aplicación médica.


Y se ha usado para el cáncer.

Todos sabemos que el cannabis se usa “para el cáncer”; es uno de los “conocimientos asumidos” por el común de la sociedad. Algunas personas, enfermos a los que he facilitado el acceso a una correcta administración, tenían frente al cannabis un miedo similar al que la gente tiene a la morfina. Lo tenían asociado -injustamente- con la imagen de una sustancia tan adictiva y potente que sólo se “autorizaba” a los que iban a morir. Prácticamente el mismo mito que con la morfina, salvo que ésta sí es adictiva y que suele acompañar procesos terminales, recetándose con escasez para problemas de otra índole.

Otras personas piensan -más acertadamente- que se da para mejorar el apetito y reducir las náuseas en personas que, si bien tienen un proceso que es oncológico, necesitan de la ayuda del cannabis para soportar los efectos secundarios -muy groseros en ocasiones- que provocan los fármacos usados en quimioterapia a algunos pacientes (no a todos).



Y existe un grupo, dentro del colectivo global de usuarios de cannabis, que afirman propiedades curativas sobre el cáncer. Dentro de este grupo, hay personas que han mezclado muchas informaciones distintas y se han hecho una idea equivocada de las actuales posibilidades del cannabis en ese campo. Estudios y trabajos que, hace casi 10 años ya, afirmaban la capacidad de los cannabinoides para inducir la apoptosis celular -suicidio celular programado- en células cancerosas del tipo de los tumores pancreáticos, o en los agresivos glioblastomas cerebrales humanos o gliomas en animales como los que estudió el español Manuel Guzmán en un trabajo -conectado originalmente con un estudio de 1974 sobre células cancerosas y cannabis. Dicho estudio se llevó a cabo en un hospital de Canarias donde varios pacientes que habían sido operadores de tumores, fueron preparados para llevar un catéter a la zona operada que posibilitase la administración de los compuestos experimentales, algunos naturales y otros sintéticos y creados por farmacéuticas. Aunque parecía existir más interés por los métodos de administración de compuestos que son lipófilos (se disuelven en grasas pero no en agua) a las distintas zonas de acción de los tumores, sin provocar efectos secundarios graves, pero dentro de un dispositivo totalmente hospitalario y experimental. Fases de lo estudios que, con suerte, consiguen ofrecer algo nuevo y su forma de aplicación con grandes esfuerzos y años de trabajo.

Estos estudios saltaron a los medios hace años cuando se supo que ciertos cannabinoides -administrados en ensayos experimentales- parecían acabar con algunos tipos de células de cánceres que, en muchos casos, una vez diagnosticados su pronóstico suele rápidamente fatal. El que muchos enfermos tuvieran acceso a esa noticia científica les hizo adoptar la esperanza que eso suponía para su enfermedad, pero no para su tiempo: eran estudios experimentales aún y no fármacos aplicables a humanos, por los riesgos y problemas éticos que hacer eso conlleva. Pero muchos enfermos quisieron ver su esperanza en ello, llegándose a ver casos de personas que se ofrecían como cobayas, sin esperanza de sobrevivir pero con la voluntad de servir -al menos- como ayuda a la cura de otras personas con su mismo mal. No es raro si pensamos que muchas de estas personas medían ya el resto de sus vidas en meses o semanas, y sentían que no tenían nada que perder. No eran pacientes siquiera aceptables como cobayas sabiendo que iban a morir, ya que la ética médica y legal del momento ni lo llegaba a considerar. Una paradoja: condenados a una muerte segura pero con el impedimento legal de donar su cuerpo -y su vida- a un estudio médico que salve a futuros pacientes.



Es cierto que los cannabinoides -los que se sacan del cannabis, son unos 85 distintos, pero no sólo ellos- pueden resultar útiles para tratar experimentalmente ciertos tumores con grandes resultados, pero el salto de lo experimental, in vitro o in vivo, a lo clínico es un salto de muchos años y grandes costes. Sobre todo -en este caso- porque los cánceres suelen ser de tipo interno y eso hace complicada la administración efectiva de estos fármacos, sin causar mayores daños que los que se pretenden subsanar.

El cannabis no cura el cáncer. Los compuestos que actúan sobre los receptores cannabinoides -naturales o sintéticos- tienen propiedades útiles sobre algunos tipos de esas formaciones tumorales que llamamos genéricamente cáncer. Pero, como regla general y válida por el momento, el cannabis no cura el cáncer en humanos hasta donde sabemos -científicamente- a día de hoy.


El caso de Rick Simpson y su aceite.

Rick Simpson es un canadiense que en el año 1997 llevaba 25 años trabajando en un hospital como personal de mantenimiento. Su trabajo era cubrir amianto -un material muy tóxico para el ser humano- con una cinta mediante la ayuda de un aerosol que permitía la unión de ambos materiales. La pega es que dicho aerosol era muy tóxico si se producía una inhalación lo suficientemente profunda, y aquello acabó ocurriendo. Rick aspiró una cantidad alta del aerosol y eso le dejó inconsciente en segundos y colgando de unas tuberías que, de haber estado encendida la caldera que las alimentaba, le hubieran causado la muerte por abrasión al estar inconsciente. Cuando despertó, se arrastró como pudo y pidió ayuda, siendo llevado al hospital inmediatamente y tratado con oxígeno por los daños en el sistema respiratorio.

Aunque no era lo único dañado. Rick fue dado de alta en horas y enviado a casa, cuando a los pocos días empezó a sentir un ruido en el oído. El ruido fue in crescendo hasta alcanzar los 93 decibelios de sensación y fue la primera señal de que el gas del aerosol había dañado el sistema nervioso causando daños de tipo neuropático, en los que se envían señales sensitivas o motoras a distintas partes del cuerpo y sentidos que no corresponden con lo que se vive en el entorno, como un ruido insoportable sin origen en el exterior. En pocas horas estaba en el hospital de nuevo y lo trataron con carbamacepina (Tegretol), un fármaco común para dolor y problemas neuropáticos.




Tratado pero no solucionado el problema, Rick en el año 2001 era un zombi por los efectos de la medicación que le daban. Acudió a su médico, el cuál le había denegado, años atrás, el acceso al cannabis terapéutico bajo la premisa de que dañaba el tejido y la función pulmonar al fumarse. Rick le planteó la posibilidad de usar cannabis como aceite para no dañar al pulmón, cosa que el médico aceptó como menos nociva que fumar pero siguió negándose a recetarle cannabis terapéutico. La situación de Rick no parecía tener más abordajes posibles, así que una vez que había explorado lo que la medicina clásica le ofrecía, decidió por su cuenta y riesgo abandonar toda medicación y empezar a tomar únicamente un aceite de cannabis.

El resultado fue notable: el ruido que escuchaba no desapareció pero se hizo tolerable, bajó peso que le sobraba, mejoró su sueño -que estaba muy deteriorado- y bajó su presión sanguínea. El aceite de cannabis se hizo parte de su dieta inmediatamente por la calidad de vida que le aportaba.

Poco después, en el 2003, Rick se enfrentaba a su cáncer. Un melanoma, un cáncer de piel, que en principio se enfrentó con cirugía. Rick tenía 3 puntos peligrosos en su piel, 2 en la cara y 1 en el pecho. Se retiró uno de la cara, que tras la operación no cicatrizaba bien y supuraba pus, y los otros dos se retirarían más adelante. Pero Rick recordó el estudio de 1974 sobre cáncer y cannabis, y ya que lo tenía a mano pensó en darle a sus dos puntos afectados de melanoma una aplicación tópica. Así lo hizo, y las cubrió con venda. A los 4 días cuando retiró los vendajes, las dos zonas afectadas habían hecho desparecer el daño. Tan impresionado quedó que, al cabo de unas semanas, cuando el melanoma que había sido retirado quirúrgicamente se reprodujo, volvió a probar el mismo método y en pocos días estaba curado. Un cáncer de piel.

Lo primero que quiso hacer Rick fue compartir su descubrimiento y acudió a su médico y siendo atendido por su esposa, quien al escuchar hablar de “aceite de cannabis” rápido despachó a Rick diciendo que el doctor ni le daría eso, ni hablaría con él sobre ello, muy alterada. Rick comprendió que estaba solo con su descubrimiento. De ahí trató con el aceite a su madre para problemas de piel crónicos que sanaron rápidamente y pronto estaba compartiendo su conocimiento y su aceite con más de 50 personas para distintas dolencias, siempre de piel y uso tópico. Era sólo cuestión de tiempo que probase con cánceres internos, y así lo hizo, consiguiendo grandes mejorías y aumentos en la calidad de vida de las personas que lo recibían. Hasta que trató con éxito a una mujer con un cáncer de cuello de útero que quiso contarlo a los médicos. La agradecida paciente quiso contarlo y lo hizo ante la “Royal Canada Legion” que es una organización que cuida de los veteranos militares en el país. Pero lo que en principio fue bien, terminó mal con los dirigentes de dicha organización y la cosa empeoró mucho cuando, empeñado en compartir su conocimiento, envió un vídeo a las autoridades sanitarias que provocó una redada en su casa de donde le quitaron más de 1500 plantas de su jardín y fue acusado formalmente de cargos penales por cultivo y tráfico de cannabis, por primera vez.

El juicio en 2007 estaba sentenciado. A pesar de las declaraciones de 48 pacientes que Rick aportaba y no fueron admitidas, a pesar de que no se les dejó testificar, a pesar de que los expertos en cannabis enviados por el gobierno fueron desacreditados suficientemente por él ante la sala, fue condenado. El juez a la hora de imponer la sentencia dijo: “En mis 34 años de experiencia en el sistema legal no he visto jamás un caso como este. No hay intención criminal.” y aceptó que existía una evidencia médica que respaldaba lo que Rick estaba llevando a cabo. Pasó de enfrentar 12 años de prisión a pagar una multa de 2000 dólares, gracias a que el juez había ganado algo de conciencia durante el juicio. Rick, ante la situación que se le planteaba al magistrado le preguntó: “Si su hijo mañana recibiera un diagnóstico de cáncer... ¿le gustaría tener esta opción disponible?” y el juez no pudo sino agachar la cabeza y dar la sentencia menos dañina posible. Aún así Rick afirmó, tras ser condenado, que si alguna vez ser ciudadano de Canadá había significado orgullo para él, esto ya no sería así nunca más. Pero su método se hizo tan popular que, incluso en los mercados de bienes prohibidos que hay en la darknet -como el extinto Silk Road- invisible al Internet normal, es sencillo encontrar en venta preparaciones de este aceite con el nombre comercial de aceite de Rick Simpson.


¿Entonces el cannabis puede curar el cáncer o no? 
¿Qué dice la ciencia?

Pues la ciencia lleva muchos años demostrando que los cannabinoides pueden curar o mejorar varios tipos de cáncer, al menos actuar inhibiendo su crecimiento o incluso provocar su muerte celular o apoptosis. Los cánceres son patologías muy distintas que tienen orígenes y desarrollos totalmente distintos unos de otros, y lo que puede ser bueno para un tipo de células cancerosas puede ser malo para otras. Esto lleva ocurriendo muchos años ya, pero el clima prohibicionista y la íntima relación entre financiación de estudios y autoridades estatales han hecho que los resultados positivos fueran siempre minimizados y desincentivados, buscando siempre justificaciones para mantener la guerra contra las drogas y su hipercostosa maquinaria.

Hasta que este abril, el NIDA o “National Institute on Drug Abuse” de los USA dejó pasar, como correcto, un estudio que reconocía la capacidad de dos compuestos del cannabis, el THC y el CBD, para combatir algunos de los tipos más agresivos de cáncer cerebral. En experimentos con ratones tratados a la vez con radioterapia, no en humanos aún. Pero abre la puerta al aceptar las posibilidades médicas de dichos avances. Parece poca cosa, pero decir NIDA en materia de drogas, es como mentar a la Santa Inquisición en casa de un hereje, o así ha sido hasta ahora: el enemigo más fiel y mejor financiado de todo el prohibicionismo científico. Es un logro, signo de los tiempos, ese paso o descuido por parte del temible NIDA.

Y para rematar la expectación se publicaba a final de mes un estudio realizado en el 2014, llevado a cabo por el Laboratorio de Dermatología experimental del Departamento de Dermatología y Alergia de la Universidad de Bonn en Alemania, que revelaba datos importantes sobre la patogénesis de los cánceres y el rol de los cannabinoides en algunas de ella. Lo primero que comprobaron es que el THC no influía ni tenía que ver en el desarrollo y formación del cáncer del piel químicamente inducido in vitro. Pero al mismo tiempo que el THC resultaba útil para inhibir el crecimiento y desarrollo in vivo de melanomas trasplantados a ratones, actuando de forma antagonista sobre el microentorno protumoral inflamatorio, aplicado de forma tópica (sobre la piel de la zona).




Eso viene a dar la razón -o al menos a sentar las bases para la explicación- sobre los casos de cáncer de piel, u otros problemas de la dermis, y a abrir a los científicos a una vía de administración que para estos compuestos es muy interesante porque se evitan los efectos psicoactivos que tienen sobre el SNC. Es muy posible que de estudios como estos salgan las primeras aplicaciones “científicamente justificadas” para tratar el cáncer de piel con un fármaco que hasta ahora se ha mostrado esencialmente inocuo en su administración transdérmica. Y, tal vez, que abran paso a la evidencia de curación de estos problemas usando una elaboración casera, de una planta que es accesible a cualquiera.

¿Que es lo que no quiere decir esto? No quiere decir que a partir de ahora ya podamos decir que el cannabis cura el cáncer, porque es mentir. Algunos cannabinoides tienen efectos terapéuticos sobre ciertos tumores, pero de la misma forma que en este caso mejoran el diagnóstico del cáncer de piel, en otras lineas celulares de cáncer -como pueden ser el de pulmón y el de mama- los agonistas de los receptores CB1 y CB2 -los cannabinoides- estimulan el crecimiento del tumor, empeorando el pronóstico.

No es lo mismo la planta del café que la cafeína pura, ni sus efectos son iguales en el cuerpo.
Tampoco la planta de cannabis y el cannabinoide THC puro, no son iguales en sus efectos una cosa y la otra aunque compartan un porcentaje de su química.
Si bien parece claro que el cannabis es un remedio para innumerables dolencias, con unos problemas derivados de su uso que son casi nulos frente a los efectos secundarios de otros fármacos, no parece que podamos afirmar que la planta cura el cáncer (con todo lo que eso significa).

La historia también nos enseña que, en ocasiones, los médicos son los últimos en enterarse de algo importante. No hace falta más que recordar cómo los anuncios de tabaco en USA hace 50 años venían con un médico representado que te decía que el tabaco “de tal marca” era sano y seguro. O la vergonzosa historia de la talidomida del laboratorio Grünenthal , recetada para “las molestias del embarazo” como fármaco seguro, que provocó el nacimiento de miles de niños con deformidades físicas y un número incontable de abortos. Y si tengo que contestar con honestidad a la pregunta que Rick Simpson hizo a quienes juzgaban sus acciones por ayudar a otros con sus enfermedades, si yo -o un hijo mío o cualquier amigo o familiar- tuviera un cáncer de piel “accesible” desde el exterior estaría aplicándome aceite de cannabis tan pronto saliera de la consulta del oncólogo que me confirmase el diagnóstico.

Tan serio es el asunto, que en Oregon (USA) a pesar de tener una ley que prohíbe a los estudiantes usar ningún fármaco comprado sin receta (over the counter, OTC) salvo los autorizados -ni un paracetamol sin receta- en una lista hecha por las autoridades, han aceptado cambiar dicha ley en la cámara del estado. ¿Para qué? Pues para permitir que los escolares puedan usar, en horas de colegio, crema protectora contra el sol. ¿Suena de locos, no? Lo es. Sólo es otra consecuencia más de la guerra contra las drogas, el temor a que las escondan incluso estudiantes y hasta en los envases de crema solar. Pero a pesar de su paranoia han votado de forma unánime para permitir que los niños no se quemen con el sol al salir al exterior, y todo debido al cáncer de piel con tasas en creciente aumento.

El cáncer de piel es una forma de cáncer que suele ser tratable y tener un buen pronóstico, aunque en ocasiones es muy agresivo y se extiende por todo el cuerpo haciéndolo intratable. De esta forma, el cáncer de piel llega a matar a 10.000 personas al año sólo en USA; varias veces más que todas las drogas ilegales juntas. Y estamos muy poco concienciados sobre este tipo de cáncer, que aumenta las posibilidades de aparecer con cada insolación no buscada que nuestro cuerpo sufre o con cada exceso de dosis que le metemos a la piel buscando un color más moreno.

El cannabis al fin ocupa el rol destacado que debía haber tenido desde hace décadas dentro de la investigación médica de nuevas terapias, esta vez contra el cáncer de piel y en fases todavía tempranas pero prometedoras, por derecho propio.


DROGOTECA.