domingo, 2 de diciembre de 2018

Breve historia del Bitcoin: el renacimiento de la moneda de Satoshi.

En estos días tras el el fork y split que ha separado a Bitcoin en BitcoinSV y BitcoinABC, publicamos la última parte sobre el fork de 2017que partió Bitcoin en una moneda (BTC) que no tiene que ver ya con Bitcoin como protocolo y en BCH, que mantenía la idea original de Satoshi y su WhitePaper al crear Bitcoin en el 2008.

Ahora mismo, aunque no está en el texto que solo cubre hasta el fork y split de 2017 (para que quede constancia de lo que ha ido ocurriendo en este inestable y siempre cambiante mundo de las criptomonedas), hemos vivido otro fork y split similar en formas al que aquí narramos, en que de lo que era hasta ahora Bitcoin CASH han salido 2 monedas, una con nuevas ideas y con planes de desarrollo sobre la idea original del Bitcoin de Satoshi llamada ABC (aunque siga teniendo el nombre BCH en los exchanges), y otra moneda de nombre BitcoinSV o Bitcoin Satoshi Vision (BSV en los exchanges).

Esperamos que os guste el final de la serie y que comprender el pasado os ayude a entender el actual presente en Bitcoin.

Drogoteca.


PS: El texto que precede a este, que es el final de esta mini-serie, podéis leerlo aquí...  https://drogoteca.blogspot.com/2018/11/breve-historia-del-bitcoin-secuestrando.html



---


¿Qué es lo que puede desear de una criptomoneda un nuevo adoptante en este 2018?


Pues que su manejo y uso resulte sencillo, que enviar dinero a otra persona con dicha moneda tenga un coste muy bajo (mucho más que una transferencia bancaria o un Western Union) que la haga funcional como para pagar el café en un bar. De la misma forma, querrá que la moneda sea aceptada en el mayor número de lugares y por el mayor numero de personas, y que sus movimientos económicos queden fuera de los ojos de las codiciosas haciendas de cada país, ya que la base de la idea de Bitcoin creado por Satoshi fue -siempre- devolverle la “soberanía económica” al individuo, empezando por la absoluta privacidad de sus datos y el control directo y real sobre su dinero, no mediante terceros en los que “hay que confiar” por obligación del sistema vigente y falta de otras opciones, hasta el nacimiento de Bitcoin.




Cómo digo, el usuario final, representado ese gran grupo de legos que aún no han entrado en estas nuevas formas de dinero, que han venido para quedarse y -posiblemente- sustituir al dinero tal y como lo conocemos hoy, querrá cosas muy simples: bajo coste, rapidez, seguridad y privacidad.


¿Puede Bitcoin Core-Blockstream -BTC- ofrecer esa experiencia a su usuario?

No. Y no sólo no puede sino que su planteamiento -de cara al -futuro- dista mucho de lo que la idea original de Bitcoin predicaba. 

Como contaba al principio del texto, Core-Blockstream se opusieron al aumento del tamaño del bloque para sacar partido -ellos únicamente- del problema. En su nuevo modelo de moneda, las transacciones directamente escritas en la blockchain, llegarán a costar cientos de euros. 

Para Core-Blockstream, que la ausencia de espacio en su tamaño de bloque “capado” genere una escalada en las tarifas que cobra la red por cada transacción, no es un problema sino algo incluso deseable: ellos aportan una falsa solución, gestionada por ellos mismos y centralizada en dicho grupo, que viola completamente la idea de Bitcoin pero les permite secuestrar dicha moneda y sacar beneficio, ya que quien no quiera pagar esas enormes tarifas -derivadas de su bloqueo- tendrá que usar el camino secundario (una segunda capa) que ellos han diseñado, patentado y que controlan de forma centralizada -llamado “Lightning Network”- y que prometen que será funcional en algo más de un año y pico: promesas...

Huelga decir que nadie bien informado y educado en estas lides de las criptomonedas, cree que dicho modelo sea -ni siquiera- funcional, y que el lego que se acerque a estos nuevos mundos hará bien en no creerse nada, verificar todo lo que lea, y nunca fiarse de promesas futuras que acaban siendo “Vaporware”.

Para empezar, el modelo de Core-Blockstream, destruye todo lo que podía ser el desarrollo de la moneda y de sus estructuras subyacentes (la cadena de bloques) para otras aplicaciones, debido a esos altos costes de transacción: nadie va a pagar 1 café en un bar con una moneda cuyo coste de transferencia es de varias decenas de veces el precio de lo que se pretende pagar. 

Si el café me vale 1 euros, pero pagarte con Bitcoin Core o BTC me cuesta varias veces lo que es el precio del café, está claro que Bitcoin Core no sirve para pagos del día a día, y mucho menos para que zonas enteras de África o Asia (con paupérrimas rentas per cápita) puedan acceder a un nuevo modelo de moneda, funcional, de bajo coste e incensurable. Con costes prohibitivos para escribir en una blockchain artificialmente limitada, todas las aplicaciones que se estaban desarrollando para Bitcoin en estos años de existencia previa quedan en la práctica destrozadas: el uso de la blockchain para otros fines, como puede ser la certificación de registros inmodificables, tiene como requisito elemental que el coste de transacción sea ínfimo -casi nulo- permitiendo así su uso y acceso a toda la población a nivel mundial.

Por otro lado, una vez que los costes de transacción en BTC-Core usando la blockchain de forma directa sean totalmente prohibitivos, quienes quieran hacer uso de esos pseudo-Bitcoin marca Core-Blockstream, deberán hacerlo por la vía secundaria creada para su único beneficio, so pena de perder enormes cantidades de dinero en pago de tarifas, en cualquier transacción que no vaya por esa vía privada. Al ser una segunda capa, que imita la función de los apuntes contables “fuera del libro” y por lo que sólo se escriben los resultados finales en la cadena de bloques, todo ese proceso lo realiza una estructura superpuesta a Bitcoin que nada tiene que ver con Bitcoin, y que a diferencia de lo que originalmente era Bitcoin, detrás de quienes gestionan dicho sistema privado hay personas y personajes con nombres y apellidos a quien poder pedirles todo tipo de cosas desde el estado.

Información fiscal, datos sobre los clientes, seguimiento y control de transacciones pudiendo ser anuladas o revertidas en dicho proceso, lo que es igual a centralización y a la aparición de la posibilidad de censura a dichas transacciones; imagine el lector como ejemplo que un juez determina que unas monedas de la blockchain están implicadas en un delito, y emite una orden por la que ordena a estos gestores sobrevenidos de la “segunda capa”, que capturen, retengan, bloqueen o cierren el paso a su sistema a esas cuentas, y estarán legalmente obligados a hacerlo

Ese escenario no bloquearía la posibilidad de mover dichas monedas, pero la trazabilidad de BTC más unas tarifas de transacción directa sobre la blockchain de cientos o miles de euros (como especulan en sus sueños más húmedos), las volvería virtualmente inútiles en el futuro que Blockstream ha diseñado. Resumiendo, se podría decir que Bitcoin Core de la mano de Blockstream y Adam Back, es lo que queda del prestigio ganado durante estos años por Bitcoin pero sin las cualidades que hacían a Bitcoin lo que era y luchando en dirección opuesta a la libertad de una moneda imparable.

¿Y Bitcoin CASH? 
¿Puede ofrecer 
una mejor experiencia 
al usuario?

Sí, sin duda alguna. Bitcoin CASH mantiene tarifas de transacción por debajo de 1 céntimo de dólar, y el aumento de tamaño del bloque para dar cabida hasta 24 transacciones por segundo -que será ampliado dentro de unos días, el 15 de mayo, para llegar casi a las 100 transacciones por segundo- aseguran un espacio suficiente para el momento en el que vivimos, para no frenar la adopción de la moneda por parte de viejos y nuevos proyectos que la usan o usan su blockchain, y sin modificar en nada la idea de Satoshi, en este 2018. 

La experiencia del usuario con Bitcoin CASH [Nota del autor: hasta la nueva ruptura de esta moneda en noviembre de 2018, BCH] es la del Bitcoin de toda la vida, el de siempre: barato, instantáneo y totalmente seguro. También sus propiedades como moneda descentralizada, resistente a la censura y que protege la privacidad de sus usuarios, siguen todas en su sitio; exactamente igual que desde el primer día de la existencia de Bitcoin. 

Resumiendo también la historia de Bitcoin CASH, se podría decir que es el Bitcoin originalmente diseñado por Satoshi Nakamoto, ya que retiene todas las cualidades que tenía y vuelve a incluir entre sus potenciales usuarios a todos aquellos que fueron expulsados de Bitcoin por el modelo que Core-Blockstream implantó. Y son muchos, tantos como todos los que quieren un Bitcoin que cueste menos de 1 céntimo por transferencia. Con todos estos datos, es justo decir que Bitcoin ha sido preservado en su forma original -únicamente- en la cadena de Bitcoin CASH.

¿Si Bitcoin CASH es el Bitcoin “de verdad”,
 por qué su precio a día de hoy
es menor que el de BTC?

Todos esos acontecimientos anteriormente expuestos, que abarcan desde el nacimiento de la idea de Bitcoin hasta el día de hoy, y que se vieron precipitados este último año culminando con la bifurcación de la Blockchain de Bitcoin en dos monedas distintas, Bitcoin Core-Blockstream (BTC) y Bitcoin CASH (BCH), dejaron en manos de los mercados decidir quién es Bitcoin en esta lucha. Y los mercados lo primero que observan es la historia precedente, que en el caso de BTC hasta el momento del divorcio era el que había llevado las ganancias de todo lo que era e implicaba la idea de Bitcoin. Ese hecho principalmente -el llamado prestigio de marca, que es más una sensación en el consumidor que algo verificable en realidad- junto con algún otro episodio de ataques a Bitcoin CASH organizados por quienes buscaban secuestrar la idea, favorecieron que los mercados en 2017 percibieran a BTC como el más seguro, ya que era el que nominalmente tenía mayor tiempo de vida.

Pero en este 2018 el escenario ya es otro. Toda esta información es aún muy nueva para el gran público, a quien todo esto le viene un poco grande. Ese gran público que, como decía antes, son los nuevos inversores y adoptantes de criptomonedas que aún no han tenido experiencia directa con ellas pero están próximos a hacerlo. El mercado potencial es quien decidirá, de forma final, quién se queda con la corona de Bitcoin. Y esa elección derivará, finalmente y de forma similar a otras disyuntivas, en la opción más cómoda y con menor coste para el usuario final.

Es en este punto cuando me vuelvo a acordar del gran mercado eligiendo el formato VHS frente a otras opciones que -cualitativamente- eran mejores en el ámbito audiovisual. ¿Cuál es mi hipótesis en este caso del pasado reciente en cuanto a la adopción de una nueva tecnología, hoy ya desfasada? 

Mi hipótesis es simple: creo que el gran mercado -de entre las opciones que estaban en juego- cogió la que le resultaba más cómoda y menos costosa, sacrificando para ello otros aspectos como una mejor calidad de imagen o sonido. 

El coste del formato VHS resultaba ligeramente menor y el número de vídeo-clubs que apostaban por ese formato era mayor que el que apostaba por otros formatos como Beta y 2000, lo que aumentaba la comodidad de uso de un gran mercado generalista que (en su inmensa mayoría) sólo quería poder ver una película -alquilada fácilmente- en la tranquilidad e intimidad de su casa, y el resto de cuestiones eran secundarias. Es decir, el VHS cubría de sobra lo que el mercado demandaba en calidad de un formato de vídeo, en sencillez, coste y comodidad de uso.

A quien en este punto le parezca extraño -sacrificar calidad de imagen o de sonido, pudiendo no hacerlo- que se pregunte por qué la mayoría de música que escuchamos hoy día lo hacemos en el formato MP3: es un formato propietario (patentado) de compresión de datos, que prescinde de ciertas frecuencias poco audibles cambio de reducir el espacio necesario para el archivo. 

Y lo mismo se podría decir para cualquiera de los formatos de vídeo (AVI, MP4, XVID) en que solemos ver nuestras series y películas descargadas de Internet, a no ser que las descarguemos y veamos en calidad Blue-Ray o similar, lo cual es y sería siempre altamente infrecuente a nivel estadístico entre la población común, aunque los más fanáticos del cine y televisión lo hicieran siempre.

Aplicando el símil ahora al panorama competitivo del mercado de las criptomonedas -en el que se están dirimiendo grandes cuestiones en estos momentos en que se compite por alcanzar una mayor adopción de nuevos usuarios- cuando una persona común se enfrente al dilema de qué moneda usar y decida tras el estudio de las distintas monedas, o tras una pequeña prueba con algunas de ellas...¿qué preferirá? ¿Una moneda con costes altos o prohibitivos por cada transacción o una moneda cuyo coste por envío sea casi despreciable por ínfimo? ¿Una moneda censurable o una moneda que nadie pueda controlar? ¿Una moneda que es cada vez más aceptada y con la que puede pagar hasta un café en el bar, o una moneda que ha perdido el favor incluso de los comerciantes que antes la aceptaban? 

Atendiendo a los parámetros del menor coste, la seguridad, la rapidez (0-Conf) y el nivel de adopción, la ganadora es fácil de ver en función de esa mejor experiencia en sus usuarios y mayor grado de aceptación por comerciantes que brinda a todos Bitcoin CASH. Y realmente no ha inventado nada nuevo, porque Bitcoin CASH no es otra cosa que el Bitcoin de toda la vida, nuevamente liberado.

Finalmente... ¿qué nos espera en el futuro respecto a este asunto de la batalla mediática y mercantil (la lógico/matemática ya la ganó Bitcoin CASH) sobre la corona que supone llevar por derecho el nombre de Bitcoin?

Lo único que ha cambiado en Bitcoin CASH con respecto al Bitcoin que había existido hasta su creación, fue que el tamaño de bloque aumentó su tamaño sin más consecuencias para el protocolo Bitcoin original. Lo que en la metáfora del “libro de cuentas” público (en el que los bloques son las hojas de ese libro donde van anotadas todas las transacciones) equivale a usar una hoja más grande para anotar más transacciones en el mismo espacio de tiempo y así, que sea más fácil (con costes bajísimos, inferiores a 1 céntimo) enviar dicha moneda. De momento, por este lado del Bitcoin CASH, no parece que haya nada que se salga de la ruta que Satoshi había planteado para la moneda que creó.

Sin embargo, en los que es Bitcoin Core o BTC, poco después del fork de Bitcoin CASH en que la comunidad salvó la idea original de Satoshi, en Bitcoin Core implementaron Segwit, que era un mecanismo que para nada tiene que ver con el Bitcoin original y que viola la integridad de la Blockchain tal y como fue concebida. En ese momento, BTC realmente dejó de ser Bitcoin para convertirse en un instrumento en manos de Blockstream.

Mientras que en el modelo de Bitcoin CASH, el modelo de negocio se basa en crear la mejor moneda posible para el usuario en todo el planeta (incluyendo África y Asia) en abierta competencia de distintos equipos que aseguren distintas opciones a la comunidad, en el caso de Bitcoin Core / BTC esto no es así.

Bitcoin Core/Segwit/Blockstream basa su modelo en explotar al usuario de la moneda, bien sea forzando con un modelo “artificialmente capado” que provoca que para usar directamente la cadena de bloques tengas que pagar tarifas de altísmo valor (para conseguir entrar en competición con otros usuarios en los siguientes bloques y poder realizar le transacción) o que tengas que usar -si no puedes permitir pagar esas tarifas por transacción- un teórico mecanismo centralizado (porque aún no funciona Lightning Network y sólo es una promesa de futuro, poco o nada creíble de momento) que viola totalmente lo que es la propia esencia del Bitcoin y le hace perder varias de sus propiedades -inherentes a sus mecanismos originales- para la ganancia económica de un grupo privado que ha intentando secuestrar el nombre de Bitcoin y destruir la moneda original.

Ante estas dos disyuntivas, que ahora quedan en manos del mercado en el sentido más amplio, en la que una se basa en hacer algo mejor para todos y sin apenas coste, y la otra se basa en explotar a quien use dicha moneda (algo que, obviamente, va contra la propia moneda y su uso), pues a largo plazo se verá que es una batalla que está ya decidida.

El usuario optará en primer lugar por la forma más barata de enviar el dinero, la más segura y rápida (que no tenga que competir por su transacción con nadie), y la que sea más aceptada en el conjunto de lugares con los que interactúa económicamente. Y eso, a día de hoy ya está claro que es Bitcoin CASH, por un simple motivo: Bitcoin es Bitcoin CASH.

¿Cuánto tiempo tardará en rendirse a esta evidencia todo el mercado? ¿Cuánto tardará la gran masa en verlo y pasarse masivamente a las criptomonedas? ¿Quién empezará a caer primero y provocará un efecto dominó acelerado en el resto, el yen, el euro o el dólar? ¿Cuánto tardará el sistema de reserva fraccionaria -basada en deuda emitida entre bancos centrales- en quebrar de forma catastrófica para sus usuarios?

Recuerda qué escribió Satoshi en el bloque génesis: 

"El primer ministro 
a punto de conceder 
el segundo rescate a los bancos".



Ya no puede quedar demasiado: esta vez, no te quedes fuera...

:))




domingo, 11 de noviembre de 2018

Breve historia del Bitcoin: secuestrando a Bitcoin.

El texto que precede a este trozo se encuentra en: https://drogoteca.blogspot.com/2018/11/breve-historia-del-bitcoin-el.html 

EL SECUESTRO DE BITCOIN.


¿Entonces todo lo que se ha escrito y predicho sobre Bitcoin, a quién le corresponde ahora?

Este es el quid de la cuestión, que no resulta sencillo de contestar a corto plazo pero resulta mucho más sencillo de evidenciar a largo plazo. ¿Por qué? Porque cuando la cadena se bifurcó (hard-fork Y split contencioso), de las dos monedas que surgían de la misma, una de ellas -Bitcoin Core o BTC- retuvo el nombre y la mayor parte de su valor económico, al menos de forma inicial. 

La otra, de momento, retenía la verdadera esencia de Bitcoin sin hacer cambios esenciales en su estructura: Bitcoin CASH era y es el Bitcoin que mantenía la visión que Satoshi Nakamoto diseñó a la hora de crear la primera criptomoneda. Bitcoin CASH era y es Bitcoin en realidad, atendiendo a la matemática pura y fuera de opiniones interesadas.



En realidad, en el año 2017 salieron todo tipo de imitaciones o productos totalmente inversos a la idea original, de la blockchain de Bitcoin. ¿Por qué? Sólo había que coger una copia de la cadena y a partir de un determinado momento, escribir en esa nueva cadena bajo un nuevo protocolo (nuevas normas de juego). 

Así pudimos y podemos ver esperpentos como Bitcoin Private, Bitcoin Diamond, Bitcoin Titanium, Bitcoin Gold, Bitcoin Rhodium, y algunas aberraciones similares cuyo único valor residía en copiar el nombre comercial de un producto de éxito en plena burbuja expansiva, como era Bitcoin en el mercado de las criptomonedas al final del año pasado. 

Más que monedas a considerar, son meras anécdotas en un libro sobre fraudes y cripto-engaños, basados únicamente en la fuerza del nombre Bitcoin, para el oído poco conocedor de la situación real.

Obviando todos esos timos monetarios crecidos al calor del Bitcoin, quedan 2 monedas en disputa por ser Bitcoin, a los ojos del mercado que no tiene por qué entender qué es lo que ha estado pasando, o cómo funcionan cada una: Bitcoin Core o BTC vs. Bitcoin CASH o BCH. 

La primera, BTC o Bitcoin Core, es la que recibe la herencia de “todo lo bueno y lo malo” acaecido en el universo Bitcoin desde su creación hasta el hard-fork o separación, ya que ella (como nombre) existió primero. De ahí que sea la que recibió ese gran impulso en su valor durante el año pasado, ya que no tenía contrincante “conocido” a nivel de mercado.

En aquel momento que nacía Bitcoin CASH como cadena que respetaba el protocolo Bitcoin y aumentaba a 8MB permitiendo hasta 24 transacciones por segundo, pero aún este mismo enunciado era complicado de pronunciar para la mayoría de sujetos, sin que sonara como un trabalenguas. 

Y en mitad de la eclosión de un montón de monedas-basura (como las anteriormente nombradas) resultaba una época complicada para que un nuevo inversor, o alguien interesado por las criptomonedas que se dispusiera a entrar en ese mercado, se fuera a arriesgar por una moneda con unos pocos meses de vida; la mayor parte del “hype” comprador del 2017 fue para BTC, cosechándolo tras 8 años de existencia previa al divorcio.

La otra contrincante Bitcoin CASH o BCH, que la matemática nos muestra que es el auténtico Bitcoin, ya que mantiene el protocolo original Bitcoin quitando una limitación temporal, tal y como se había previsto en sus etapas germinales. Esta moneda “nace” en agosto del pasado año, en mitad de un clima tremendamente hostil en Internet y las redes sociales, con miles de cuentas con perfiles falsos haciendo campaña a favor de BTC con el nuevo modelo centralizado y de altos costes para el usuario. A pesar de este panorama distorsionador, esperando para hacer mella en la recién nacida con varios intentos en los mercados de hundir a la nueva moneda (la que sí retenía el protocolo Bitcoin original) mediante ventas masivas de la moneda Bitcoin CASH (engañados por propagandistas que les convencieron de que vendían “dinero gratis”, que en pocos días no tendría valor) a precios muy bajos, en menos de 4 meses Bitcoin CASH había llegado a valer más de 3000 euros por unidad, en el pico más alto de su corta existencia.


¿Acaso es esto una cuestión 
de propaganda y publicidad?

Los que llevamos en esto del Bitcoin desde hace ya muchos años, tenemos claro que el valor de una moneda en estos nuevos mercados (que no responden a los parámetros de otros mercados conocidos sino que suponen un nuevo paradigma) está en relación directa con su uso

Bitcoin ganó tracción y adopción popular cuando se empezó a usar en el año 2011 en el mercado anónimo de Silk Road, creando un paradigma hoy día plenamente vigente al combinar el pago anónimo de Bitcoin con la navegación anónima proporcionada por la red TOR, para saltarse la moribunda e inmoral “guerra contra las drogas” y recibiendo lo que pidas -cómodamente- en el buzón de tu casa. 

Unos meses después de la creación de dicho paradigma, eran varios los mercados anónimos (de drogas y otros bienes) que usaban con éxito -y siguen usando hoy día- el mismo esquema que el instaurado por Ross Ulbricht en el diseño de Silk Road.

Si bien la mayoría del público tomó a Silk Road por un mercado de drogas, lo cierto es que su creador, Ross, nunca lo definió así sino que adoptaba una definición mucho más distante de un sólo tipo de producto: era un experimento radical de mercado libre. 



Se prohibieron cuestiones como la pornografía infantil -ya que implicaban la existencia de una víctima- y aquello que para su obtención hubiera generado un daño a otros, como materiales y y bienes procedentes de robos. Por supuesto, nunca hubo contratos de asesinos a sueldo en Silk Road -aunque eso se repita en la prensa continuamente- y aunque Ross Ulbricht fue acusado de haber contratado a unos sicarios que eran supuestos policías en realidad, la acusación jamás se formalizó ante un tribunal pero sí que fue usada de forma instrumental por la fiscalía para conseguir que a Ross se le denegase una libertad bajo fianza en la primera vista ante la juez, como paso previo a condenarle a 2 cadenas perpetuas y 35 años consecutivos.

Para alguien como Ross Ulbricht -jamás causó daño a otra persona, no tiene víctimas directas- que carece de delitos de sangre o de daños a terceros, y aun aceptando la tesis de que Silk Road era simplemente un mercado de drogas, dicha condena resulta una atrocidad de una crueldad extrema y no parece responder -siquiera- a una condena a una persona con responsabilidad real en el tráfico de drogas. La condena de Ross es más dura que la de asesinos, traficantes de alto vuelos y violadores en dicho país, sin un motivo claro que la sostenga o explique.

El papel de Silk Road en el desarrollo de Bitcoin fue tan claro, que el día que dicho mercado fue clausurado por el FBI, el precio del Bitcoin en minutos perdió 1/3 de su valor. Poco a poco recuperó niveles similares a los previos, en los días y semanas siguientes, a la vez que otros actores en la red TOR ocupaban el lugar dejado por Silk Road y volvían a tener al Bitcoin como única forma de pago posible en dichos mercados anónimos que asentaban el paradigma.

Aunque fueran drogas, a los Bitcoiners les quedó claro que para que la moneda se desarrollase hasta dar de sí todo lo que podía dar, necesitaba comerciantes que la aceptasen como pago. El uso real -como dinero para pagos- de Bitcoin determinaba la adopción del mismo más que ninguna otra cosa, y con la adopción debida a que nuevas empresas la aceptaban como pagos para sus bienes o servicios, el precio comenzaba a mostrarse en un continuo alza desde que bajó -sólo por un día- de los 200 dólares, a principio del año 2015. A más grupos que aceptaban el uso de Bitcoin en sus plataformas, mejor que se veía el horizonte y mejor iban todos los indicadores.

Hasta que ocurrió lo que hemos contando al principio: se alcanzó el límite de 1MB en cada bloque y eso empezó a repercutir de forma brutal en la experiencia del usuario. Lo que hasta el momento habían sido transacciones instantáneas y totalmente seguras a un coste bajísimo, dejaron de ser “seguras” y dejaron de ser baratas: dejaron de ser Bitcoin como había sido conocido hasta ese día. Bitcoin dejó de ser “usable” en el mismo grado que lo había sido hasta entonces, porque se había alcanzado un límite temporal que -interesadamente- unos secuestradores del proyecto se habían empeñado (a golpe de talonario) en mantener creando nuevos problemas, para los que -casualmente- ellos ya tenían una solución patentada.

Este hecho coincidió prácticamente en el tiempo con la explosión -al dispararse la demanda- de una burbuja de interés por Bitcoin (y de una brutal subida de precios en muchas monedas, como Ethereum o Monero) y con un inversor que se acercaba, en la mayoría de los casos buscando unas altas rentas y e intereses rápidos en base a la mágica historia del precio de Bitcoin, en aquellos iniciales años.

Este inversor no tenía tiempo, ganas ni capacidad en la mayoría de los casos para saber si estaba poniendo su dinero en una moneda que tenía unas características u otras, y tampoco planeaba darle uso ya que enfrentaban el asunto como una mera inversión especulativa. Eso benefició durante todo el 2017 a Bitcoin CORE, ya que inicialmente retuvo el nombre de Bitcoin en la mayoría de lugares para no inducir a error a personas que no estuvieran muy al día, tras lo que había ocurrido con el nacimiento (más bien liberación) de Bitcoin CASH.

Sobre la cuestión de si un mercado elige siempre la mejor de las opciones, me gusta recordar el momento en que nuestra sociedad tuvo que elegir entre 3 modelos de cinta de vídeo: eran 2000, Beta y VHS. 

Por orden de calidad, eran esos: el mejor era el vídeo 2000 y el peor, en calidad, era el vídeo VHS. Sin embargo, fue VHS quien ganó la batalla (con algo de resistencia por parte de Beta, finalmente aplastada) de los estándares y las patentes, y al gran mercado comprador se le vendió VHS -el peor de los 3 candidatos, a nivel de calidad de imagen y sonido- como el vídeo que debía adquirir. Y funcionó.

¿Por qué triunfó la peor de las opciones? ¿El mercado es idiota? Sí y no. El mercado tiene sus propios intereses que no siempre son fácilmente escrutables para los ejecutivos, que toman las decisiones desde la trinchera de sus cómodos despachos. A mi modo de ver, las mismas razones que finalmente asentaron el uso de VHS (siendo la opción de menos calidad en competición) son -salvando las distancias- las que harán que triunfe Bitcoin CASH, aunque en este caso, paradójicamente, sea la mejor opción técnica. 



No será su superioridad en diseño o ser la que respeta el Bitcoin original. Más simple que todo eso, será la comodidad de la experiencia de su uso con tarifas inferiores a 1 céntimo de dólar y tan segura como para que los comerciantes acepten pagos confirmados e irreversibles de forma inmediata, gracias al sistema 0-Conf de Bitcoin CASH.

Quienes compren como inversión económica cualquier criptomoneda, centrarán su interés en el precio que alcance esencialmente, sin entrar en demasiadas disquisiciones sobre su funcionamiento; al inversor de tipo “especulador” le interesa el beneplácito del mercado en general, no la perfección de una idea, la integridad de las estructuras subyacentes o la mecánica que hace que funcione

A ese inversor, que la moneda tenga un uso real o no, le da igual. A ese inversor, que la moneda esté centralizada o no, le da igual. A ese inversor la única variable que le interesa es el precio, en la inmensa mayoría de los casos; le da igual que el ganador de esta contiendan sea la opción deforme presentada por Core-Blockstream, que la idea original defendida por Bitcoin CASH, siempre y cuando él haya puesto su dinero en dicha cesta.

Pero hay otro tipo de usuario, que podríamos llamar "Bitcoiner" en contraposición al mero inversor especulativo, que sí estuvo preocupado desde el principio de la existencia de esta moneda, por una serie de cuestiones que eran básicas y que atendían a conseguir la inclusión -en el manejo y posesión del Bitcoin- de todos los habitantes del planeta y no de unos pocos privilegiados. 

Se preocupó porque el sistema fuera resistente a cualquier tipo de ataque, porque las transacciones (para bien y para mal) fueran irreversibles e incensurables, y porque tuvieran un coste tan bajo que permitieran su uso a quienes viven con menos de 1 dólar al día y carecen de cualquier posibilidad de acceder a una cuenta bancaria o a servicios de este tipo. 

Este es el usuario que podríamos llamar como “idealista”, ya que parece que aspira a una serie de sucesos positivos para una gran parte de la población: aspira a mejorar su entorno.

Y en el medio de estos dos extremos, existe lo que es el mercado potencial: todas esas personas, posiblemente como tú, que han escuchado ya sobre Bitcoin y empiezan a interesarse por el asunto. Entre los que sólo quieren dinero rápido y los que quieren cambiar el mundo con esta creación, hay toda una paleta de colores intermedios; tantos como razones tiene cada individuo para entrar en contacto con este mercado. 

Muchos le prestaron atención cuando su precio se disparó, pero investigaron un poco más y descubrieron ese otro lado -mucho más interesante que el simple dinero fácil- y entraron por ambos motivos: económicamente es una gran inversión y además, la calidad de este dinero -por sus propiedades intrínsecas- es superior a la del dinero Fiat.


(Continuará...)

jueves, 8 de noviembre de 2018

Breve historia del Bitcoin: el nacimiento de la criptomoneda.

A lo largo de esta semana, hasta el día 15 de noviembre de 2018 en que existe una tentativa de causar un split en la cadena de Bitcoin Cash, aprovechando uno de los hard-forks programados en su roadmap, publicamos este texto que cuenta la historia más relevante del Bitcoin desde su nacimiento hasta este momento.

Esperamos que os sea útil, porque quien olvida su historia está condenado a repetirla...

Drogoteca.


El nacimiento de la primera criptomoneda.


Estando ya a mediados del 2018 resulta complicado encontrar una persona que use habitualmente Internet, y que no haya oído hablar -como poco- de Bitcoin. Nacía la primera criptomoneda -espiritualmente- hace ya una década, con la publicación (por parte de su misterioso autor) del “White Paper”, el documento en el que se define qué es y cómo funciona el protocolo Bitcoin, en el año 2008.

En no más de 8 páginas, de una simpleza asombrosa y una consistencia que se ha revelado como casi monolítica, Satoshi Nakamoto firmaba el diseño de lo que era Bitcoin y su “Blockchain” o cadena de bloques.



Es un documento que -personalmente- recomiendo leer (a cada cuál hasta donde sus recursos intelectuales le den para entender) porque contiene muchas de las respuestas implícitas que, con el complejo transcurso de su historia hasta hoy día, es necesario conocer y comprender para poder aventurar con cierto grado de acierto, el suelo que se está pisando en este complejo asunto.

La red Bitcoin, formada por nodos y mineros que se unen a ella de forma libre, comenzó a funcionar en el año 2009. En concreto el día 3 de Enero de 2009, y su creador tuvo a bien dejar una “misteriosa” inscripción asociada a ese bloque génesis: “The Times 03/Jan/2009 Chancellor on brink of second bailout for banks.”

Fuera quien fuera ese Satoshi Nakamoto, además de haber tenido una de las ideas más revolucionarias del siglo, estaba muy atento a lo que las autoridades políticas estaban haciendo vía rescates bancarios: entregándoles el dinero de todos o, dicho finamente, socializando las pérdidas en que habían incurrido por su forma de intentar hacer negocios.

¿Fue Bitcoin la primera moneda digital? No. No lo fue. Antes que ella estuvieron otras, pero no eran monedas en sí mismas, sino que eran la representación digital de un bien que una “entidad central” emitía, respaldado por algo (o no). Ese fue el caso de la tristemente conocida “Liberty Reserve” que en el año 2013 fue clausurada por los USA, precisamente porque tenía una “cabeza central” a la que dirigirse, y eso hicieron dándole una condena final de 20 años de cárcel a su creador, detenido en el aeropuerto de Barajas en Madrid.

Lo que sí es Bitcoin es la primera criptomoneda que prescinde de la “tercera parte de confianza”, resolviendo un problema que -hasta su nacimiento- no había tenido solución práctica, ni parecía despertarle interés alguno a las autoridades monetarias, muy cómodas con su actual sistema de reserva fraccionaria basada en deuda de dinero tipo Fiat (bendecido por el estado).

La importancia de la “descentralización” en el esquema de Bitcoin es primordial desde sus entrañas, ya que la forma de hacer desaparecer a la “tercera parte de confianza” (bien sea un banco u otra entidad) de la ecuación clásica de la transferencia de fondos, era hacer que dicha transferencia de fondos fuera conocida por todos los miembros implicados en la red. En lugar de tener a un banco o a una compañía de envío de dinero manejando tus fondos, la transferencia es pública y verificada por todos los actores mediante un juego de firmas basado en criptografía, y esos actores ya no son bancos o estados, sino usuarios que se incorporan -de forma voluntaria- a la red Bitcoin.

El conjunto de las transacciones ocurridas durante un cierto tiempo (aproximadamente 10 minutos de media), todas ellas previamente validadas con respecto al saldo existente en cada cuenta para evitar la posibilidad de un doble gasto, pasan a “empaquetarse” en un bloque de información que es añadido a la cadena. Ese bloque, que no es en esencia distinto a una serie de apuntes contables en un libro de cuentas público y visible para todos, es escrito por un minero (que ha ganado ese derecho mediante competición matemática abierta -no arbitrada por ninguna autoridad central- con otros mineros) como la última anotación del libro y así es retransmitido a todos los usuarios de la red, iniciándose de nuevo el proceso para la creación de un nuevo bloque con las siguientes transacciones.

La suma de esas anotaciones y otros datos asociados empaquetados en forma de bloque, vinculados entre sí por operaciones matemáticas que certifican la integridad y corrección de dichas anotaciones, es lo que se conoce como Blockchain o “Cadena de Bloques”. El minero que resuelve el “acertijo matemático” y adquiere el derecho de escribir el bloque, se lleva a su vez la recompensa que haya establecida en ese momento (es menguante desde su creación) en Bitcoin, más la suma de las tarifas cobradas a los usuarios por las transacciones.

Eso, descrito con extrema simpleza, es el protocolo Bitcoin. Integra varios avances que se habían ido logrando en el campo de la criptografía y la programación, orientadas a la creación de un dinero digital que lo fuera realmente, y no una mera representación del mismo con sistemas digitales.

¿Por qué ahora existen -aparentemente- varios tipos de Bitcoin?

En el año 2009, cuando se empezó a minar Bitcoin, aunque era y es algo abierto a lo que podía acceder cualquiera, lo especializado del asunto y los contextos alejados de lo “mainstream” en los que todo esto se movía (entre criptógrafos, matemáticos y programadores informáticos de ciertas listas de Internet), permitieron un desarrollo gradual del asunto. Para que la red Bitcoin fuera una realidad, debía desarrollarse desde la idea original y pasar todo un chequeo a fondo, basado en el entorno real, que depurase errores y fuera solventando los problemas que pudieran ir apareciendo.

Así se hizo. Se mejoraron unas cosas, se arreglaron otras y se comenzaron a pensar otras, aunque todo eso ocurría en un grupo abierto pero reducido de personas implicadas en el desarrollo de ese proyecto, que seguía liderado por Satoshi Nakamoto hasta mediados del año 2010. A mediados de ese año, Satoshi entrega el control del proyecto a un desarrollador llamado Gavin Andresen. E igual que surgió de la nada dos años antes, desaparece oficialmente, con lo que se calcula que son 1 millón de Bitcoin minados en las etapas iniciales del proyecto y que se encuentran -aún- en direcciones conocidas como pertenecientes a Satoshi en su despedida. Volvió a romper su silencio, en 2014, cuando los periodistas creyeron que un hombre llamado Dorian Nakamoto era el creador de la moneda, y la prensa empezó a acosarle. Publicó un mensaje que simplemente decía: “No soy Dorian Nakamoto” y volvió a su silencio.

Cerrada esa primera etapa en la que el propio creador estaba implicado en el desarrollo del protocolo Bitcoin, la cosa quedó en manos de un equipo liderado por Gavin Andresen, en un equipo que era el que desarrollaba el cliente de Bitcoin más conocido por entonces: “Bitcoin Core”. Era un cliente pesado, que te obligaba a descargar toda la cadena de bloques previa y era una descarga que podía tardar días (dependiendo de tu conexión y ordenador), pero era el cliente de Bitcoin “más oficial” en el anarquista entorno natural del Bitcoin; era la marca más conocida.

Este grupo de trabajo, el de “Bitcoin Core”, en el año 2014 -coincidiendo con la salida de Gavin del proyecto- empieza a ser “penetrado” por el capital tradicional. Una organización llamada “Blockstream”, cuyo único trabajo ha sido patentar todo lo patentable en relación con las cadenas de bloques como estructura y financiada especialmente por el grupo AXA, toma progresivamente el control del grupo y de sus recursos, contratando (sobornando) a quien se pone por medio y puede resultarles de interés.

En el año 2015, los foros de Reddit donde se hablaba sobre Bitcoin (los que habían sido “los oficiales y oficiosos” hasta entonces) sufrían ya una brutal censura basada en la siguiente norma: “Este lugar es para tratar asuntos sobre Bitcoin y no sobre otras monedas.”

¿Parece una norma razonable, verdad? Pues si consideras que cualquier cambio que se propusiera sobre el Bitcoin, a ojos de esta moderación, era como estar hablando de otra moneda y eso se castigaba con la expulsión del lugar de debate, ya no parece tan razonable. Es así como se aplicó una censura dictatorial en esos foros, provocando la huida y expulsión de sus principales usuarios y de los personajes más relevantes del universo Bitcoin, como fue el caso de Roger Ver (conocido como el “Jesucristo del Bitcoin” por su activa evangelización en este tema) y con el tiempo, incluso de desarrolladores del propio grupo que se salían de la asfixiante y censora línea marcada por “los nuevos propietarios”.

Al frente de ese grupo, Blockstream, se encuentra Adam Back, un turbio personaje que me recuerda al Salieri, el compositor clásico que Milos Forman dibujó en su oscarizada “Amadeus” sobre la vida y obra de Mozart. Salieri era el músico de la corte que envidiaba -hasta el odio- a Mozart, viéndose incapaz de rozar su genialidad o fama, conspirando contra él hasta su muerte. 



Y no es para menos dicha comparación, ya que Adam Back fue uno de esos personajes con los que Satoshi contactó en sus inicios -cuando se procuró rodear de gente que hubiera trabajado ya en este campo, para desarrollar en equipo la idea de Bitcoin- pero no recibió sino desprecio de Adam Back

Mientras que Satoshi quiso incluirle entre aquellos que estaban desarrollando la moneda, él negó cualquier tipo de cooperación o ayuda al desarrollo inicial de Bitcoin, criticándolo como una idea estúpida. Un personaje resentido y mezquino, que en lugar de aceptar el honor de trabajar con la mente creadora de esta idea, se negó a hacerlo y ahora es el “empleado” de los enemigos de Bitcoin, escondidos tras la imagen de “Blockstream” y la cara de Adam Back.

Habiendo parasitado el grupo de desarrolladores de “Bitcoin Core”, empezaron a bloquear cualquier intento de solventar el problema de la escalabilidad de Bitcoin: el tamaño del bloque fue fijado en un máximo de 1MB de tamaño, en las etapas iniciales del desarrollo de Bitcoin como forma de combatir posibles ataques de SPAM en la red. El asunto no era menor: el modelo del Bitcoin tal y como estaba sólo podía procesar 3 transacciones por segundo, debido a ese límite puesto de forma temporal y para un escenario totalmente distinto. El tamaño del bloque ya no daba más de sí y se iba a alcanzar su límite en poco tiempo debido al crecimiento exponencial de la adopción y uso del Bitcoin.

No retirar esa limitación era equivalente a morir de éxito, ya que el aumento de uso se convertía inmediatamente en problemas con su uso, por las altas tarifas que había que pagar para conseguir que tu transacción se confirmase (compitiendo por marcar entre los mejores pagadores para estar entre esos 3 elegidos por segundo, llevando a una escalada de las tarifas de transacción de más de 50 dólares por envío) y los largos tiempos de confirmación en que tu transacción podía quedar “perdida” durante un par de semanas, en un nuevo purgatorio conocido como “Mempool”, a la espera de ser procesada o rechazada por la red Bitcoin. Además, todo el mundo había tenido claro que era un límite temporal, hasta que hicieron de este asunto del tamaño del bloque limitado, el "casus belli" al que agarrarse para escenificar lo que vino a continuación.

La comunidad y los distintos equipos de desarrollo que había en el ecosistema Bitcoin, empezaron a buscar formas de superar el asunto y a hacer propuestas, pero todo lo que pasase por retirar el límite al tamaño de bloque en 1 MB era rechazado y castigado en sus foros (controlados por contratados de “Blockstream”) con la censura y la expulsión. Y a la vez, la gente de Adam Back empezó a buscar una forma de sacar partido a la escasez de espacio en Bitcoin que había sido generada de forma artificial, e idearon un sistema de segunda capa (fuera del protocolo Bitcoin en sí mismo) que monetizase el crecimiento por encima de 3 transacciones al segundo, creando canales privados para pagos.

Dicho de otra forma: habían planeado y ejecutado el secuestro -y asesinato- de Bitcoin (tal y como había existido) para poder sacar un beneficio artificial del mismo.

Ellos aseguraban el problema y ellos aportaban “la falsa solución”, que en lugar de ser código abierto en una red descentralizada -como lo es Bitcoin- se pasaron al lado del código propietario y con patentes que, curiosamente, ya eran suyas desde 2014. 

Definitivamente habían secuestrado el proyecto Bitcoin, y lo estaban destrozando para beneficio propio hasta que del original sólo quedaba el nombre, con un equipo encabezado por ese mediocre personaje, Adam Back, que se negó a ver la brillantez de la idea detrás del Bitcoin y ahora su vida la dedica a luchar activamente contra el Bitcoin, que Satoshi creó.

Con ese escenario, y sufriendo ya las consecuencias directas de la falta de espacio en el bloque de Bitcoin, la comunidad original del Bitcoin y los Bitcoiners que defendían el modelo ideado por Satoshi Nakamoto con todas sus implicaciones, bifurcaron la cadena o Blockchain, con un simple cambio tal y como el propio Satoshi había previsto: quitando el límite de 1 MB y aumentándolo a 8 MB (de forma inicial). 

Ese divorcio a las malas dio lugar a dos monedas, radicalmente distintas en sus propiedades, el 1 de agosto de 2017. Todos los poseedores de Bitcoin -lo que había sido Bitcoin hasta ese instante- pasaron a tener el mismo saldo en BTC y en BCH: la riqueza de Bitcoin había quedado separada en dos monedas distintas.

Una era Bitcoin Core o BTC, cuyos cambios hicieron de ella algo totalmente distinto a lo que definía el protocolo en el “White Paper” original de Bitcoin. La otra era Bitcoin CASH o BCH, que no tenía cambio estructural alguno pero ejecutaba una ampliación del tamaño máximo del bloque a 8MB, tal y como se había previsto inicialmente por Satoshi Nakamoto.




miércoles, 24 de octubre de 2018

Pies de cannabis.

Pies de cannabis.


Flipé un rato cuando lo vi. El ataque era real y el enfermo era un niño convulsionando, no con convulsiones al estilo “gran mal” pero sí con convulsiones evidentes: no era una broma ni un montaje. 



El chico yacía en su cama mientras su cerebro dispara “incoherentemente” impulsos eléctricos que provocan las convulsiones que se observan. Esas chispas en tu cerebro que hacen que todos los músculos de tu cuerpo se muevan sin tu voluntad y, mientras, dicha “tormenta eléctrica en tu cerebro” te está dejando frito el coco, tu cuerpo hace lo posible por seguir manteniendo las funciones vitales -básicas- como seguir respirando, para no morir: eso es convulsionar así.

Convulsionar es un síntoma común a muchos males, y cuya etiología varía en cada caso, pero el mecanismo final por el que ocurre siendo el mismo siempre. Lo hemos visto en los casos de niños con distintos trastornos que presentan epilepsia, siendo posiblemente el más conocido el Síndrome de Dravet en el que los que lo sufren (1 de cada 16.000 a 21.000 niños) son aquejados de casi continuos ataques epilépticos, con los daños de todo tipo que esa situación causa en el crecimiento y desarrollo, a nivel físico y a nivel cognitivo. 

Gracias a la lucha que han mantenido los padres de niños aquejados con dicho mal, en la búsqueda de soluciones para sus hijos, el conocimiento de que los extractos de cannabis eran un remedio tremendamente útil para esos casos (y que podía serlo para muchos otros) es ahora algo que ya empieza a ser “conocido por todos”. Y no es para menos, porque las imágenes de dichos casos no dejan a nadie impasible.




También hemos podido ver lo que el tratamiento con cannabis podía devolver de calidad de vida a esos niños, y a sus padres. La mención no es espuria: esos niños tienen una horrible calidad de vida, pero eso queda transmitido a todo la familia y en especial a sus cuidadores, que son en la mayoría de los casos sus propios padres. Imagina lo que es no poder separarte de tu hijo porque en cualquier momento puede sobrevenirle otro ataque epiléptico.

O que tu sueño está roto y fragmentado desde hace años, por cuidar a un paciente de este tipo, con lo que ello tiene de dañino y de patógeno para el cuidador: cosas como el “síndrome del cuidador quemado o con burnout” a problemas de sueño y mentales, en memoria, concentración y estado de ánimo que pueden destrozarle la vida al más pintado. Es decir, la calidad de vida de los que cuidan es un elemento básico pero poco atendido entre las variables que definen la vida del enfermo al que prestan sus cuidados. Y en muchos casos, sin cuidador o sin un cuidador funcional y agotado por desgaste, el futuro que espera a esos pacientes es mucho más duro.

Sin embargo, lo más llamativo de este curioso caso que nos muestra el vídeo, no es sólo lo bien y rápido que los cannabinoides -que contiene el remedio que su cuidador le aplica- actúan sobre las convulsiones, sino la vía de administración usada: la planta de los pies.

Nunca había visto administrar una sustancia así, aunque sí conocía de la posibilidad. En concreto, tenía conocimiento de una persona -mujer- que tenía cierta práctica en el uso de algunas plantas muy tóxicas (lo contrario que el cannabis) que se administraba haciendo uso de dicha zona del cuerpo, entre otras. Sin embargo, en el caso del cannabis, no tenía la menor idea que pudiera ser administrado de dicha forma, o que se hubiera experimentado con ello: cannabis por la planta de los pies.

¿Y aparte del hecho curioso -y gracioso o inesperado- de algo así, qué tiene de relevante?

Pues mucho. Y os lo explico claramente con un ejemplo que saco de mi propia experiencia, al cuidar a personas que sufrían ataques convulsivos de uno u otro origen. Estuve como coordinador (de Ocio y Tiempo Libre) en un “campamento urbano” que desarrolló una asociación de Valladolid que trabajaba con chicos síndrome de Down y otros problemas médicos, en Cádiz, con el objeto de darles unas mejores vacaciones (y cierto alivio temporal a sus familias, para que pudieran descansar del agotador trabajo). Entre esos chavales, había varios que además sufrían ataques epilépticos, y los había en distintos grados: de la convulsión como las de ese vídeo, a las de tipo “gran mal” con violentos movimientos descontrolados. En esos casos, sólo puedes hacer una cosa (cuando estás entrenado para ello y dispones de lo necesario) y es sujetar a la persona -evitando en la medida de lo posible que un golpe de su rodilla, piernas, codos o cabeza, te rompa las narices o los dientes- y administrarle, por vía anal, un pequeño enema líquido que contiene una benzodiacepina, normalmente diazaepam. En los casos más graves, en que las convulsiones adquieren dicha magnitud, no hay otra forma de momento. 

En las menos graves, existen ya dispositivos que permiten administrar -de forma relativamente segura para el paciente y el cuidador- una dosis de midazolam (en el caso del Buccolam) que haga desaparecer o reducirse el ataque convulsivo, pero se hace administrando con una jeringa preparada para tal fin en la boca del paciente. Lo otro que puedes hacer, es esperar a que se le pase mientras llamas al 112 y procuras que no se haga daño extra. Nada más... hasta ahora.

Cuando vi que la forma de administrar el remedio era la planta de los pies, flipé mucho tanto porque no esperaba que la sustancia se absorbiera tan bien y rápido, a nivel químico y de permeabilidad de la piel, como porque pudiera causar efecto tan rápidamente. Esto no es tema menor: cuanto menos tiempo pasa una persona bajo esos estados convulsivos, menos daño sufre su cerebro y menos posibilidades hay que daños secundarios y permanentes. Es esencial reducir el tiempo de afectación en esos casos, y este remedio de cannabis administrado por los pies lo hacía.

Me imaginé a mí mismo en alguno de los casos en los que tuve que actuar ante algo así, haciendo uso de mi mayor tamaño y fuerza física junto con una preparación para ello, e imaginé lo sencillo que hubiera sido inmovilizar solamente un pie o los dos en uno de esos casos, frente a tener que sujetar a alguien lanzando sus extremidades involuntariamente mientras le desnudas lo suficiente para acceder a su ano, y con una mano q tienes que mantener libre y sin que sea golpeada, administrarle como enema la ampolla de plástico que contiene el remedio. ¿Lo imagináis? Es mucho más sencillo “controlar” simplemente los pies que tener que hacer todo eso. Más sencillo y mucho más seguro para los cuidadores.

Este tipo de ruta de administración para el cannabis, posiblemente, sea estudiada en el futuro pero a día de hoy, no tenemos noticias de que se haya estudiado. ¿Por qué? Pues porque entre las víctimas de la guerra contra las drogas, no sólo están sus usuarios voluntarios sino que también podemos contar a aquellos enfermos que no reciben la mejor opción farmacológica en su tratamiento por cuestiones derivadas de unas nefastas políticas de drogas mundiales que han impedido -y siguen en gran medida haciéndolo- el estudio de las aplicaciones médicas de centenares de sustancias que han sido prohibidas, y entre ellas el cannabis.

No es que esa opción sea mala, o que no merezca la pena estudiarla. Es que aunque sea la mejor y la que más promete, el arduo camino que debe seguir a día de hoy una investigación médica con cualquiera de las sustancias fiscalizadas en la guerra contra las drogas, es desalentador hasta para grandes organizaciones que pueden -económicamente- permitirse intentarlo. Para los investigadores en entornos más modestos, simplemente es algo que no se pueden ni plantear.

Un gramo de psilocibina, por ejemplo, que es la sustancia que hay en las llamadas “setas mágicas”, para un investigador autorizado ya (tras años de papeleos) cuesta 10.000 euros. Tú mismo podrías obtener un gramo de esta sustancia, cultivando las setas en tu propia casa, con un coste ridículo y desde luego, muy muy inferior al que le piden al investigador. O puedes comprar un gramo de buen MDMA con alto nivel de pureza por menos de 50 euros sin salir de tu barrio, pero un investigador autorizado puede ver como la factura le sube a miles de euros por gramo. Eso sí que es “abuso de drogas” y del serio, del que causa daño a la sociedad en general y a personas concretas: los pacientes que ya podrían estar beneficiándose y sus cuidadores. Ya son otras víctimas de dicha guerra ignorante y repudiable contra el conocimiento y la libertad de las personas.

En palabras de David Nutt -que fue el “zar anti-drogas” de UK durante un año, justo hasta que empezó a decir la verdad sobre las drogas con datos reales- la cosa es tajante: “Estamos ante uno de los mayores ejemplos de censura científica de los tiempos modernos”. Y es que no es para menos, porque es un fracaso total que el que más difícil lo tenga para trabajar con drogas, sea precisamente el científico preparado para ello.

Hace poco, un amigo me comentaba que había gente en ciertos foros que decía que “el cannabis medicinal es una mentira inventada por los yonquis para legalizar las drogas”. A todos ellos y a los políticos responsables de que la población sea víctima de sus leyes, les dedico este texto y su vídeo: espero que nunca tengan un hijo que necesite una medicación que las leyes restrinjan injustamente.

Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 

jueves, 18 de octubre de 2018

Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!


Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!

Disculpen los lectores el título -poco serio, como el autor- pero desde que mi editor me pidió un texto explicando esta nueva fiebre por la ketamina como antidepresivo, no puedo evitar recordar (cada vez que escucho el nombre de la droga) el “famoso” vídeo que muchos ya conocerán y que, precisamente, hace una clara alusión a las virtudes claramente “antidepresivas” del efecto de esta curiosa sustancia. 



He aquí esa obra del yonkarreo hispano que todos pudimos ver por TV y que incluye a dos sujetos en pleno efecto “antidepresivo”.



Y ahora poniéndonos serios ya. ¿Qué pasa con la ketamina? ¿Por qué llena -ahora- páginas en los medios no especializados? ¿Qué hace una droga recreativa en la prensa sin que se escuchen insultos y barbaridades ni la saquen en 'Callejeros Yonkarreo' en la Cuatro? Pues en realidad mucho menos de lo que parece, pero es cierto que todo este movimiento trae cierta esperanza a algunos tipos de depresiones (muy concretas y poco frecuentes).

El tipo de paciente que se puede beneficiar del tratamiento con ketamina -en caso de que se llegase a instaurar de forma accesible como lo está siendo en USA- es básicamente un paciente con un tipo de depresión no-reactiva (ajena a las “causas externas”) y que no tiene mucho que ver con el tipo de estado que tiene alguien cuando entre amigos comentamos que “Menganito está deprimido desde que rompió con Almejita”. Es difícil explicar lo que es la experiencia de la depresión cuando sobrepasa lo que puede ser clínicamente leve o moderado (que ya es alto ese nivel, hablando entre nosotros), pero es un estado que no permite a la persona vivir con normalidad las experiencias de la vida y verse sometida a un sufrimiento constante -implacable- que no se alivia con nada, ni medicinas ni que te toquen 1000 millones a la lotería. Y que ese sufrimiento es algo tan físico como el propio dolor (cuando directamente no existe al mismo tiempo un dolor físico que sea ya una fuente). Nada, nada te hace sentir bien: cuando abres los ojos por la mañana sólo desearías no haberlos abierto. 

Cada día. Todos los días. Sin tregua. Sin pausas.... 
Sin algo que te alivie aunque sea unos minutos, salvo no estar inconsciente o dormidos... ¿Cogéis la idea?

Alguien que está en semejante hoyo, es el tipo de persona que puede beneficiarse de la ketamina -o de otros fármacos similares- ya que parece que la administración de este anestésico disociativo -de forma puntual- revierte esos síntomas. Y lo mejor de todo: lo hace en minutos y de forma relativamente duradera. 

Ya sé que esto es jodido de creer, pero el que quiera ver lo que siente una persona que tiene depresión resistente mientras le administran ketamina, que juzgue por sí mismo: ver a en directo la mujer describiendo los efectos en su mente resulta impresionante. Ver a la mujer decir como inicio de su explicación “me siento humana de nuevo” es la forma que tiene de describir el alivio de su sufrimiento, en este caso provocado por la infusión de ketamina y sólo han pasado 45 minutos desde que se le comenzó a administrar el fármaco a una mujer que mostraba un nivel enorme de sufrimiento.



La dosis que se usan están muy lejos de resultar peligrosas, ya que son dosis mucho más bajas que usadas para anestesia. ¿Entonces por qué no estamos usando esto ya? Recordad que el mundillo de las drogas legales y su administración, está controlado por unos grandes “drogo-empresarios” que hacen lo que les da la gana con el mercado junto con unos legisladores -y todo el sistema médico asociado- que les firman todo lo que ellos piden, a cambio de dinero. La pregunta es justa: si esto está disponible para esas personas por qué no usarlo ya, si -como con otros medicamentos- los beneficios superan los inconvenientes. Es justa, pero si te estás preguntando eso ahora, es porque la industria quiere que lo hagas. Presta atención.

Para empezar, esta droga fue creada en el año 1962 en una universidad usana y un laboratorio farmacéutico, en la búsqueda de nuevas moléculas que sirvieran para algo (que es como funciona la industria farmacéutica). Tras las reglamentarias pruebas con animales, pasaron a probarlo con humanos. 

¿Y qué mejor que humanos en jaulas para experimentos médicos? 

Pues eso, que en USA se les olvidó -como tantas otras veces- eso tan coñazo de los derechos humanos y se pusieron a probarla con presos de sus cárceles. Todo muy ético. La cosa fue bien, y de los humanos enjaulados, pasaron a repartirla en humanos no-enjaulados-pero-que-tengamos-controlados: el ejército, que por entonces se hallaba metido en mitad de Vietnam recibiendo golpes en una selva y enganchándose a la heroína de alta calidad que había por esos lugares. Y no fue mal: resultó ser un gran anestésico para situaciones de combate (donde no puedes intubar y dar respiración asistida a una persona) y de emergencia




Mejoraba -o igualaba- el original en el que se inspiraron, que era la injustamente temida y difamada PCP o fenciclidina, y con eso bastaba. Curiosamente, los primeros informes sobre su uso lúdico y como enteógeno disociativo, datan de esos años en que se probó con los jóvenes del ejército.

Es totalmente falso el enfoque que está dando la prensa, con titulares que hablan de la droga que pasa ahora del mundo de las drogas recreativas al mundo de la medicina: ahora mismo hay ketamina en todos los hospitales correctamente abastecidos del mundo, sean del país que sea siempre y cuando esté integrado en la OMS. ¿Por qué? La ketamina es un gran fármaco, y además muy seguro y de bajo coste. Carece de patente y es seguro y efectivo. Y sobre todo, porque está incluida en la lista de drogas esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace mucho años. Esta droga es de todo menos nueva y casi desde su creación ha estado dentro del sistema médico mundial.

Lo que resulta relativamente nuevo, es el uso “off-label” que se le da fuera del común anestésico. Aunque el hecho de que eso se esté probando ahora no es algo desconectado de ese uso: muchos médicos se dieron cuenta de que tras operar -de cualquier cosa- con ketamina a pacientes que además sufrían depresión severa, sus síntomas mejoraban. Y también los pacientes con dolor crónico experimentaban mejoras, ya que todo el proceso del dolor crónico tiene aspectos físicos y psicológicos que se veían aliviados también. ¿Esto es nuevo? ¡Que no!

Seguramente muchos habéis visto la serie “House”, la de un médico cabrón con un bastón que se dedica -cuando no cura enfermos- a putear al resto del planeta. El bastón era un elemento esencial del personaje ¿verdad? ¿Qué pasó en la tercera temporada que House dejó de usar bastón, de sufrir su cojera y dolor crónico que le hacían ser adicto a los opioides? Ketamina. Tras ser tiroteado por un paciente agradecido -mientras se desangra y le llevan corriendo a operarle a vida o muerte- House balbucea “...quiero ketamina...” y van y se la dan. No tendría ocasión de tomar ketamina que no fuera en ese momento. Pero la cosa es que funciona temporalmente, y House recupera la movilidad de su pierna y desaparece el dolor. Temporalmente, recordad como termina la serie: con House y su bastón chutándose heroína en una casa en llamas. Todo un aviso a navegantes.

Estos nuevos usos han hecho que, dentro del sistema médico-legal de los USA, proliferen las clínicas que están dando tratamientos con ketamina la depresión severa (y/o abuso de opioides y/o dolor crónico y/o lo que se nos vaya ocurriendo) como si fueran dentistas. ¿Por qué? ¿Tan deprimidos están allí todos? No, es sólo parte del marketing de “nuevas enfermedades y nuevos remedios” que la industria de la droga legal de farmacia desarrolla en aquel país. 

La ketamina es segura, puede ser administrada fuera de un quirófano sin que requiera intubación, no suele dar problemas y estos son fácilmente manejables por alguien adecuadamente entrenado. Y para colmo, se adquiere con total facilidad por parte de un médico titulado ya que su estatus de droga esencial para la OMS evita que, a pesar de las pretensiones de los prohibicionistas usanos, esta droga pase a estar más controlada (al nivel de los opioides).

Si pones en la ecuación a la industria farmacéutica buscando nuevas vías para antidepresivos -porque no encuentran nada realmente nuevo- con un escenario como el de USA, con una población epidémicamente enganchada a la “heroína en pastillas” y que también “podría beneficiarse del uso de la ketamina” (lo cual es lógico, dado que es un anestésico y analgésico), pues estamos creando otro nuevo nicho de mercado para esa industria que primero los engancha y luego les ofrece otros tratamientos. 

¿Quiénes son realmente los grandes narcos cobrando a 600 dólares la dosis de ketamina al usuario final?

El interés que tienen las farmacéuticas es que se apruebe de forma extendida su uso, que se incluyan nuevas patologías como diana de su droga para que aumente su mercado, y eso sólo lo puede hacer la FDA, que con el suficiente soborno lo acaba haciendo siempre. 

Que el tratamiento pase a estar contemplado dentro de lo “comúnmente prescribible” haría que los seguros de salud tuvieran que pagar por él, lo cual extendería su uso como ocurrió cuando consiguieron que se extendiera el mercado para sus opioides, generándoles nuevos ingresos. 

Desafortunadamente la molécula de la ketamina es muy vieja como para tener patente y eso hace que les paguen menos, pero no se preocupen: igual que los vendedores de legal-highs, están “tuneando la molécula” para que sea nueva y, por tanto, patentable costando más dinero

Como eso lleva tiempo, mientras desarrollan nuevas formas de administración (ya hay una en forma de inhalador, lo que es igual que esnifar ketamina) que les permitan cobrar más caro un producto que les cuesta céntimos.

Todo un avance, si realmente llegase de forma correcta, para pacientes con depresión severa y otros con ciertos tipos de dolor crónico y neuropático. Todo un avance -en manos de una industria con “visión de túnel” fijada sobre el precio de las acciones en bolsa- que de salir adelante hará que el porcentaje de los enfermos que podrían beneficiarse de esta droga, crezca enormemente en unos años. 

Ellos están por la pasta; son profesionales de la salud... :P



Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es