lunes, 16 de febrero de 2015

Holanda y el cannabis: la rebelión de Heerlen

Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.

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Amsterdam se rebela.



Amsterdam... ¿qué te dice la palabra cuando la escuchas?

A la mayoría de nosotros, la alusión a Amsterdam es la alusión a un reino mágico donde las leyes de un mundo que no era capaz de entender algo tan inofensivo como el cannabis se veían hechas papel mojado. Es la ciudad de los sueños para muchos, donde incontables (cada vez menos) coffee-shops ponían a tu disposición las más exquisitas variedades de marihuana y de hashís, a precios también bastante exquisitos. De hecho esto era algo que pasaba en todo Holanda, prácticamente hasta hace pocos años. 

Otras ciudades, fronterizas con países donde la adquisición y tenencia de cannabis no está tolerada, tenían el mismo sistema implantado y servían de mercado de abastos para todos los fumadores de las zonas cercanas. Fue así hasta que la presión política internacional hizo que empezasen a cambiar las cosas a peor, y las exigencias al gobierno holandés hicieron de lo que había sido una buena política de drogas, una extraña situación con grandes diferencias en las distintas ciudades del país.





¿Cómo se gestó todo esto? ¿Por qué Amsterdam es distinto?
En los finales de los años 60 en Amsterdam y otras ciudades se desarrolló el movimiento Provo, que era una respuesta contracultural no violenta a un sistema opresor. Las influencias de los Provo venían desde el anarquismo al dadaismo pasando por el Marqués de Sade o Marcuse.

El panorama entonces no tenía mucho que ver con el actual, porque aún no se había establecido una guerra abierta (como fundó Nixon) contra las drogas, y aunque existían leyes, buscaban más evitar el gran tráfico y la delincuencia asociada que criminalizar al individuo, pero la tendencia estaba en cambio. Una de las grandes acciones que los Provos hicieron fue la de provocar a la policía y conseguir que les arrestasen por fumar té, manzanilla, heno, o cualquier hierba legal para demostrar la absoluta falta de conocimiento de los legisladores sobre el tema del cannabis. Y lo consiguieron: consiguieron arrestos que tenían que ser desechados por no haber cometido ningún delito con la consiguiente vergüenza para las fuerzas de la policía, que realmente no tenían ni puñetera idea del tema. También fueron los primeros en abrir un lugar que vendía marihuana, conocido como “Afrikaanse Druk Stoor”.

En los años 70, algunos responsables de grandes salas de conciertos y discotecas, empezaron a encargar de la venta de drogas a personas de confianza, para evitar problemas con material adulterado, de baja calidad y mejorar la experiencia del cliente que acudía, siempre, a disfrutar de la libertad reinante.

Los ciudadanos de Amsterdam, así como sus autoridades, se dieron cuenta de que el modelo era menos malo que el de tener “camellos callejeros” aunque resultaba obvio que no era algo legal, pero que resultaba preferible. Así fue calando la idea de que un cierto control y permisividad con drogas que no eran especialmente peligrosas o dañinas resultaba beneficiosa para toda la comunidad. Amsterdam ha sido un puerto de importancia mundial, y a lo largo de su historia han conocido las prohibiciones y gravámenes que han estado ligados a las drogas (café, té, tabaco, cannabis, opio) pero al mismo tiempo, su privilegiada situación en el comercio naval del planeta, les abastecía con una gran variedad de bienes extranjeros.

Esa historia de contacto con personas de otras culturas a través del comercio naval, tiene buena parte de la responsabilidad de que Amsterdam sea distinta, una ciudad con espíritu propio y del que se sienten orgullosos sus habitantes, con toda razón.


Tiempos modernos.

Hemos vivido décadas con el modelo holandés para el cannabis funcionando sin dar problemas, y con claras muestras de que su política de drogas era la mejor del continente europeo y, en algunos momentos, del mundo entero. Todos los que hemos viajado a Amsterdam sabemos que comprar marihuana o hashís, o incluso fumarlo tranquilamente en la calle, no genera ningún problema con la policía. De hecho, el cambio tuvo que ser intenso para el cuerpo, porque ahora mismo su reacción ante las drogas mientras sean en cantidades de consumo y no de tráfico, es nula. 

Cuando paseas por los canales de Amsterdam, no ves venir muchas veces a la policía porque se desplazan el bicicleta. Hace años pude comprobar, con unos amigos ingleses, cómo esto era así: paseando iban a tomarse un par de pastillas de MDMA y en el momento en que el que las llevaba sacó la bolsa con ellas, un policía en bicicleta torció la esquina y les pilló en el acto.

Ellos se asustaron, porque en cualquier país eso sería un problema. Pero el policía sólo quería comprobar que esas pastillas no eran para la venta y que lo que había podido ver no era un intento de venta. Comprobó los pasaportes, nos preguntó qué hacíamos y para qué eran las pastillas, y cuando se vio satisfecho comprobando que no éramos más que turistas disfrutando, nos devolvió las drogas y se marchó dándonos los buenos días, y aconsejándonos dejar en el hotel lo que no fuéramos a consumir en el momento, para evitar problemas. ¿Un policía devolviéndonos las drogas que nos ha pillado y deseándonos un buen día? Sí, eso es Amsterdam.

Cuando volví al hotel, yo solo porque mis amigos se habían ido de fiesta en pleno subidón del MDMA, tuve la oportunidad de hablar con la encargada del mismo. En realidad el hotel era un cubículo, bien acondicionado pero sin ningún lujo, donde la gente pagaba por estar en pleno Red Light District o Barrio Rojo e iban a fumar cannabis con la libertad que no tenían en sus países de origen

Le conté mi reciente experiencia con la policía, y cómo me había sorprendido que, tratándose de drogas distintas a las vendidas “legalmente” en los lugares permitidos, nos las devolvieran y no supusiera un problema para nadie, hecho que en mi país hubiera acabado con una mala tarde para los intervenidos.

La mujer, una señora de cerca de 60 años, cansada de ver fumetas y más fumetas todos los días en su trabajo (dudo que viera alguien que no fuera un fumeta empedernido, como poco) tuvo la amabilidad de explicarme que los ciudadanos de Amsterdam se sienten tremendamente orgullosos de una palabra que consideran que les define: TOLERANCIA.





Ellos no aspiran a que todo el mundo viva de acuerdo a sus normas, sino a que todo el mundo pueda convivir sin tener que regularse constantemente por legislación impuesta, cuando es algo innecesario. Me explicó que ellos conocían el cannabis muy bien, y que como yo mismo podía observar en el Barrio Rojo, los problemas que se veían no eran por consumo de drogas ilegales sino por consumo de alcohol. Era cierto: los únicos gritos, movimientos bruscos, algaradas y jaleos que se escuchaban en aquellas calles, eran hordas de guiris (de todos los países) que se movían en manadas y que bebían más que hablaban. El triste espectáculo de ver a una piara de 10 borrachos de un mismo grupito haciendo cola para poder entrar unos minutos con la prostituta más llamativa de la zona, mientras lanzaban gritos jaleando a quién ya había accedido a la copula -previo pago- con la meretriz deseada. No eran los porros, era el alcohol. Muy cierto.

Me explicó lo que ya sabíamos por lo que leíamos del allí: que la tasa de consumo de drogas y alcohol en la juventud de su ciudad era mucho más baja que la de cualquier país, y que eso mostraba como una “política de tolerancia” en la que se obviaban algunas leyes para hacer más fácil la vida de las personas cuando no había daños a terceros, era la opción más inteligente. Pero no sólo en el cannabis, sino en otros muchos aspectos también. Así, en aquel momento, se podía comprar 2C-B en el mercadillo de flores (por ejemplo) y otras drogas hoy prohibidas en la Smart-Shops que había por toda la ciudad. Y lo hacían con publicidad, no se escondían, y te informaban adecuadamente sobre la sustancia, dosis, usos y efectuaban una labor de reducción de riesgos en el consumo de drogas que, realmente, es impensable en los camellos instalados en el mercado negro. Y eso repercutía positivamente a la hora de tratar con los problemas que se pudieran derivar del uso de drogas, abordados lejos de un enfoque criminal.

Eso resultaba fácil de comprender cuando se trataba de drogas que aún no habían sido prohibidas internacionalmente, como ocurrió con la MDMA hasta que se prohibió, o con la 2C-B y otras sustancias de nuevo cuño. ¿Pero cómo podía Holanda saltarse los tratados firmados sobre drogas a nivel mundial? No lo hacían.

Las mismas leyes que regulan el cannabis en España están vigentes a nivel nacional en Holanda. Existe una prohibición sobre la sustancia y su producción no destinada a usos médicos o científicos, pero sin denunciar esa ley, los habitantes de la tolerante Amsterdam prefirieron, dentro del marco de las competencias locales que la estructura legal en el país les otorga, enfocar el asunto de otra forma. Respetarían la prohibición internacional y no serían productores de cannabis, pero no castigarían la tenencia de pequeñas cantidades destinadas al consumo personal. Al mismo tiempo decidieron no perseguir la venta de esas pequeñas cantidades, y fijaron unos límites en los que no les interesaba actuar, porque los costes eran mayores que los beneficios.

De esos límites se extrapolaron las “leyes no escritas” que regían los puntos de venta o Coffee-Shop, por los que si no querían ser acusados de tráfico, no podían superar la posesión de cierta cantidad (en aquel momento eran 500 gramos) y las ventas no podían superar los 5 gramos por persona y día, pero sin que existiera una fiscalización real del asunto. Dejaron rodar la pelota y se terminó consolidando el sistema, que prácticamente sacaba a los usuarios de cannabis de todo contacto criminal, y siendo la droga ilegal más consumida resultó ser un acierto. Pero las leyes nacionales, de aplicación sólo donde otras locales no las suavizaban, siguieron vigentes con la prohibición en los mismos términos que otros países firmaron en su día.

Como yo le comenté a mi interlocutora, existía una cierta doble moral en esa forma de proceder ya que si resultaba mejor no prohibirlo, mantener una prohibición a otros niveles superiores era algo obviamente errado. Me dio la razón, pero me volvió a recordar la importancia de las decisiones locales en su país, donde la democracia se vive de otra forma y se respeta con tolerancia al diferente y al discrepante.


La situación a día de hoy.

La realidad del comercio de cannabis en Amsterdam tiene un fallo principal: las leyes no permiten el cultivo y producción, por lo que la sustancia debe llegar a los puntos de venta sin un camino legal, ya que no existe. De esa forma llegan variedades de hashís de distintas partes del mundo (a través del narcotráfico) y existe una demanda de marihuana que se abastece desde distintos puntos de Europa, siendo España uno de los más relevantes con grandes cultivos que están destinados a abastecer aquel mercado, sin que se desvíe ni un gramo en el lugar de producción, por razones de seguridad y por razones de precio: esa legalidad mixta hace que los precios allí sean más altos que en otras partes de Europa.

Tuve la ocasión de preguntar a un par de encargados de Coffee-Shop cómo hacían, ya que resultaba obvio que en una mañana, en muchos de ellos, se vendía más de medio kilo de yerba. Muchas personas van a desayunar y a la vez a coger su cannabis como quien compra tabaco en España y las cuentas no salían. Así me explicaron y pude observar, como el abastecimiento de esos locales está asegurado y a un ritmo constante: pude observar como en uno de los locales mejor situados del Barrio Rojo se recibía cada 3 horas la visita de un coche de alta gama, del que bajaba un hombre con un paquete (sin el menor intento de esconderlo) y entraba al establecimiento, lo entregaba al camarero o dependiente, y se iba como si fuera lo más normal. Varias veces al día. Obviamente ese cannabis viene de un cultivo ilegal y escondido en Holanda o del tráfico internacional de drogas, lo cual es una incongruencia a varios niveles, desde el criminal al económico.







El avance de la presión prohibicionista hizo a Holanda tener que plantear medidas más duras, para igualarse con sus vecinos, de manera que se empezaron a cerrar establecimientos y a restringir más la apertura de los mismos. Aunque en Amsterdam es todavía posible a los turistas comprar cannabis en los Coffee-Shop, esto es algo que podría cambiar, ya que el modelo que se les plantea de cara al futuro es el de los Clubs Sociales de Cannabis o CSC, con condición de membresía limitada a 2000 miembros residentes y reglada por ley. 

Eso redundará en una pérdida de ingresos al vetar la venta a los extranjeros y de la afluencia de turistas que sufre la ciudad. Para muchos, esos turistas acuden por los museos. Para otros, por el sexo legal con prostitutas, pero para muchos más la razón de ir a visitar Amsterdam pasa invariablemente por los Coffee-Shop, y ese ese caudal de dinero -no sólo en drogas sino en servicios, hoteles, hostelería y todo lo asociado al turismo- lo perderían para entregarlo a las mafias.


La rebelión de Heerlen.

Heerlen es una ciudad a menos de 200 kms de Amsterdam, que se ha posicionado también -junto con otros 55 ayuntamientos holandeses- a favor de permitir el cultivo de cannabis para uso interno. Amsterdam ha aceptado experimentar nuevas regulaciones que afecten al cultivo para la venta a Coffee-Shops. Esto ha ocurrido por el fuerte conflicto entre las políticas centrales y las locales y ha sido espoleado por la sentencia de un tribunal de Groningen, que absolvía a dos cultivadores de un delito contra la salud pública por producción de estupefacientes, argumentando que la realidad de la venta legalmente no sancionada en establecimientos conocidos que no tienen una fuente de abastecimiento regulada, es surrealista y sólo favorece a quienes se encuentran fuera de ley.

La sentencia abre la puerta a una serie de nueva posibilidades que los ciudadanos deben plantearse, al decir textualmente que: “El que se tolere la venta de droga blanda en los 'coffeeshops' implica que éstos necesitan ser suministrados y que se practique el cultivo, siempre y cuando se haga en favor de ese suministro. La política no aclara cómo debe ser ese suministro”





De esta forma se pretende cerrar el círculo de la producción y venta de cannabis dentro del país, evitando la interacción con grupos criminales y la pérdida de ingresos, y al mismo tiempo implicar de una forma más directa a los futuros CSC o Coffee-Shop en todo lo que es la reducción de riesgos en el uso de cannabis, haciéndoles formar parte de un sistema que tolera, pero educa sobre los riesgos y sus consecuencias de mano del propio vendedor. Al fin y al cabo son los primeros interesados en que sus clientes estén satisfechos y no tengan problemas, y dentro de esta idea ya había varios lugares que ofrecían desde análisis realizados a sus variedades de cannabis a microscopios y lupas especiales para poder observar la perfecta maduración -o no- de los tricomas cargados de deliciosa resina. 

Asimismo en muchos de estos lugares se pueden encontrar avisos para novatos y turistas, advirtiendo de que el cannabis no es un juguete por ser “legal” y de cómo capear un mal rato, de su duración y de las mejores formas de disfrutar del producto sin malos rollos.

El rostro más visible de esta nuevo movilización es Paul Depla, alcalde de Heerlen y quien ha echado en cara al gobierno el fracaso absoluto de sus políticas represivas en materia de drogas y se ha propuesto acabar con lo que se ha dado en llamar “la puerta trasera de los coffee-shop” aunque sea bien visible para cualquiera. Armado con la razón, la sentencia del tribunal reconociendo la necesidad de abastecimiento legal y con los otros 54 ayuntamientos firmantes a su lado, está plantando batalla en el reino del cannabis “casi-legal” para poder sacar del circuito a aquellos fuera de la ley.

Con la idea muy clara Depla afirma sin rubor que “cuando se regula la producción de cannabis, se puede crear un sistema cerrado. Un sistema desde la producción hacia la venta y finalmente, de compra de cannabis. Ya no necesitas de un mercado ilegal” con lo que las preocupaciones y quejas de los países vecinos por la distinta disponibilidad del cannabis se verían atenuadas ya que sólo productores con permiso oficial podrían cultivar y vender cannabis a los Coffee-Shop, y estos sólo podrían comprar los productos generados por estas empresas de nuevo cuño, permitiendo un control absoluto de la producción y distribución que evite que el 80% del cannabis producido en Holanda se venda a terceros países.





Los movimientos en la política de drogas han sido siempre pasos de tortuga dados con dificultad, pero tal vez con los nuevos aires que corren en torno al cannabis, pronto podamos ver en Europa un modelo sostenible y legal, de producción y venta de cannabis y derivados, que pueda ser exportado a otros lugares dentro del cambio previsible en las políticas represivas que hasta ahora han sido la norma en todo el planeta. Parece que la evidencia acaba siendo tan pesada y tan obvia, que no queda más remedio que asumirla: al narcotráfico y al crimen no se le quita el negocio con nuevas leyes que violar, sino tomando su mercado de forma que no pueda competir en él. 

Esa parece ser la apuesta de Heerlen y de otros 54 ayuntamientos en Holanda, a los que deseamos la mejor de las suertes implantando esta medida que mejorará la economía local y apartará a mafias, bien sea dentro del modelo de CSC o del anterior esquema basado en Coffee-Shop: el tiempo nos lo dirá.


miércoles, 11 de febrero de 2015

Final del juicio a Silk Road y a la espera de sentencia


Este texto fue publicado en www.elbitcoin.org
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Fin del juicio a Ross Ulbricht – Silk Road.

“Yo declaro que la justicia 
no es otra cosa que 
la conveniencia del más fuerte”
Platón

Hace unos días comentábamos aquí cómo se habían comenzado a desarrollar los asuntos relativos al juicio contra Ross Ulbricht como responsable del mercado de drogas de Silk Road, en su primera versión.

Nos quedamos en el momento en que la defensa de Ross, el abogado Joshua Dratel, iniciaba la linea sobre Karpeles como un posible Dread Pirate Roberts, entre otros ya que no era el único que podía ser sospechoso del asunto. Pero como todo ello se basaba en las primeras lineas de investigación seguidas por el FBI y su agente estrella, la juez decidió reventar el asunto.



La juez instruyó al jurado para que omitieran en su proceso toda alusión a Karpeles y a los otros sospechosos tanteados por los investigadores, y cerró la puerta a que Dratel pudiera seguir esa vía, que era la base para plantear una duda razonable sobre las acusaciones. En palabras de Dratel, que se mostró indignado por cómo la juez “evisceraba” o destripaba las mejores posibilidades en la defensa de Ross, dejándoles en ese instante con una mano delante y otra detrás.

Con el asunto de la autoría del código de Silk Road y del inicio de funcionamiento como dueño del mismo aceptada como real por la propia defensa de Ross el primer día de juicio, la cosa parecía ponerse más cuesta arriba. Y así era.


Un trozo de papel con notas sobre Silk Road, 
que la policía recogió de la papelera de Ross. 
¿No tenía para una destructora de documentos o qué?


Poco después pudimos ver a un amigo de Ross -Richard Bates- entrar en la corte a punto de saltársele las lágrimas, para declarar como testigo de la acusación. Cuando los federales allanaron la vida de Ross, encontraron logs de varios chats hablando con Bates -programador en Ebay- en los que estaba claro que le prestaba ayuda técnica. Con esa amenaza colgando de su cabeza, la acusación sentó a Bates delante de Ross y su familia, para decir que Ross le había contado sobre Silk Road y que él conocía su implicación. Bates, usuario de drogas de forma recreativa, no ha podido decir que no a “esa oferta que no se puede rechazar” por parte de un gobierno: o hablas o a la cárcel. Y cuando le preguntaron qué le daba Ross a cambio de su confianza y ayuda, tuvo que contestar con la voz rota y sin poder mirar a los Ulbricht en ningún momento, que nada, que “simplemente su amistad”. Hemos visto a un hombre tener que traicionar la confianza de un amigo con una espada de Damocles colgando de su cabeza. Muy gratificante el espectáculo... :P

La siguiente parte digna de mención fue cómo el gobierno de los USA gastó 50.000 $ contratando a un experto para hacer una presentación que ligase los Bitcoin de Silk Road con la cuenta de Ross, viniendo de mano de la firma LTI Consulting que es, casualmente, dónde se encuentra trabajando el ex-agente del FBI Chris Tarbell, que fue el director de orquesta en la caza humana de Ross-DPR, con la ayuda de los hackers que él ha ido cazando y convirtiendo en sus esclavos: o cárcel o eres mío y trabajas para mí. El experto se llamaba Ilhwam Yum, y aunque fue quien presentó el asunto en la corte, no era la persona que había elaborado las pruebas. Esto se hizo sin avisar a la defensa sobre este testimonio, por lo que se pidió su anulación o, al menos, tiempo suficiente para procesar la enorme cantidad de información que les echaban encima. 

La juez pasó totalmente de darles ni el tiempo para gestionarlo adecuadamente, pero no era raro a esa alturas, ya que la actitud de la juez fue de bloqueo a toda las acciones por parte de la defensa y de una enorme manga ancha con la acusación, a quien sin embargo les indicó que jamás había visto un proceso con semejante nivel de objeciones y protestas por parte de la acusación, y que si bien algunas tenían base, lo otro era usar el recurso de la protesta como balas de una ametralladora: constantes y sin tregua.


El esquema que mostró la acusación sobre el mecanismo Silk Road y los Bitcoin.


El testimonio de ese experto ligaba ganancias de Silk Road al wallet de Bitcoin que Ross tenía en su poder. La defensa de Ross intentó presentar a un experto en seguridad y Bitcoin, Andreas Antonopoulos, pero la acusación presentó una solicitud para que no se permitiera su testimonio en la corte por ser irrelevante para el caso. 

Sí, irrelevante después de su testigo de 50.000$ sobre la misma materia: curiosa forma de medir “las relevancias”. Lo divertido es que la juez aceptó la solicitud, dejando a Dratel cercano al abismo en cuanto a recursos.

Para más INRI, la acusación retiró a “Inigo” -uno de los moderadores de Silk Road detenidos en USA- de la lista de testigos de manera que no pudiera ser sometido a un interrogatorio por parte de la defensa. Y ya lo único que quedaba era saber si Ross iba a sentarse en el estrado para testificar, cosa que finalmente no sucedió posiblemente para evitar que la acusación le hiciera más daño. Da la impresión de que de todo este juicio hay mucho más que no se sabrá nunca que lo que sí sera conocido en tiempo y forma.

Hojas de cálculo con los movimientos de dinero bien explicados... 
¿Ross quería que le cogieran?


Como plato final, la acusación tenía los logs de Ross -supuestamente- contratando asesinatos por encargo a tipos de los “Ángeles del Infierno” que -ahora que hemos visto el texto y el lenguaje- eran menos que poco creíbles, como asesinos y como todo lo que decían ser; en materia de drogas cometían serios errores al hablar de ellas cuando DPR pretendía que usaran Silk Road como vía de distribución, errores propios de los “scammers” de la red, en los que te aseguran que venden y producen productos totalmente ilegales junto a otros que se pueden comprar legalmente por internet.



También presentaron notas manuscritas -de su propia papelera física- que hablaban de asuntos de Silk Road y lo más increíble: un diario de sus aventuras como DPR. La verdad es que si todo esto es cierto, no entiendo cómo no pillaron a Ross mucho antes, con grandes errores de seguridad que violaban constantemente sus propios protocolos, fijados para comunicarse y actuar de forma segura entre todos los moderadores de Silk Road. 

Las pruebas de varios documentos de identidad y tráfico falsificados con la foto de Ross, que fueron intervenidos vía correo antes de su captura, son otro de esos golpes demoledores para la imagen de Ross frente al jurado, o incluso una foto de una mesa llena de drogas y útiles para el manejo y pesado en la que -supuestamente- un traficante le mostraba sus productos al lado de una pizarra en la que se podía ver un corazón dibujado y las letras DPR.

Guardar una foto así en tu ordenador no es delito, 
pero es peor: 
una grave torpeza si realmente eres Dread Pirate Roberts - DPR.


Da que pensar que alguien con la capacidad de imaginar, diseñar, crear, hacer funcionar e inaugurar un paradigma como Silk Road, que afecta a todo el tráfico de drogas como lo conocíamos, haya sido tan torpe a la hora de ir dejando un reguero de pistas. Da que pensar. Tal vez es cierto que existen ese tipo de “delincuentes” que obtienen un placer especial retando las normas pero que a la vez albergan un deseo interno de que les atrapen, para poder “recibir” la loas por la autoría de sus acciones... junto al inevitable castigo. Desde luego, yo no imagino guardar hojas de cálculo con datos sobre compra-venta de drogas en un portátil junto con mi diario como “violador de la ley y genio en mi tiempo libre”. Y con una cartera llena de dinero, aunque sea Bitcoin. No me cabe en la cabeza tanta torpeza si alguien no quiere que se sepa lo que ha hecho, de forma consciente o inconsciente. ;)

Las identidades falsas que Ross 
había encargado por la red 
y que fueron interceptadas en las aduanas del servicio postal.


Finalmente, cuando tras los 11 días de juicio el jurado se retiró a deliberar -tras las instrucciones de la juez para que suprimiesen las partes rechazadas- le bastaron unas pocas horas para declararle culpable de los 7 cargos de que le acusaban y que le pueden dejar en la cárcel de por vida. La sentencia será conocida el día 15 de mayo, y será el inicio de una larga carrera de apelación para evitar que Ross pase su vida entre rejas. ¿Se ha hecho justicia?


¿Dónde están las víctimas de este crimen?

jueves, 5 de febrero de 2015

Inicio del juicio a Ross Ulbricht y Silk Road

Este texto fue publicado en elbitcoin.org
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Juicio a Ross Ulbricht



“-¿Ha llamado a la manicura?

+ No, pero adelante!! No se me había ocurrido llamarla pero ahora pienso que en un viaje como éste no debe uno privarse de ninguna comodidad.

- ¿Quieres usted las uñas largas o cortas?

+ Déjemelas cortas porque aquí ya va faltando sitio...”



Tras leer y escuchar un montón de material sobre el juicio iniciado el martes 13 de Enero contra Ross Ulbricht y lo acontecido en esta primera semana del show, no he podido evitar ir a ver la conocida escena del camarote de los hermanos Marx, porque me parecía un resumen interesante en una linea. Demasiadas cosas y demasiada gente en el mismo cuarto.



Vamos a ver si podemos darle algo de luz al asunto.
El juicio en su primera sesión comenzó mostró las primeras lineas de actuación de acusación y defensa. En el alegato inicial de la acusación se presentó Silk Road como ese lugar del inframundo digital en el que se vendían drogas y armas, con la habitual liturgia que acompaña este tipo de cuestiones (las de drogas, no las de armas) en USA dentro de su paradigma obsoleto de guerra contra las drogas. Se habló del Bitcoin como “eso en lo que conviertes tus dólares para usar en la red y luego se vuelven a convertir en dólares” lo cuál es una explicación que como poco da pena, pero entendemos las prisas aunque quedó claro el objetivo de la acusación de que no quedara duda para el jurado que esos Bitcoin eran “dinero real” -supongo que en previsión de conseguir cimentar los cargos contra Ross por lavado de dinero.




La defensa de Joshua Dratel inició su partida con un movimiento que parecía no ser esperado: lo primero que hizo fue aceptar públicamente que Ross era el creador de Silk Road. Oh!! ¿Dándole el trabajo hecho a la acusación? No, sembrando una buena duda razonable, como una de las posibles vías de salida del juicio. ¿Duda mientras lo reconoce abiertamente? La defensa de Ross aceptó que es el creador de Silk Road pero como parte de un experimento y que luego puso en manos de otras personas cuando vio que le superaba el volumen del asunto.

En concreto lo dicho por su abogado fue esto: “Ross Ulbricht creó Silk Road como un experimento económico de libre mercado”. Para los partidarios de la acusación esto busca empatizar con el jurado y con sus posiciones más liberales, y abrir la puerta a formas más complicadas de evitar la condena (o al menos dejar preparado el camino por si otras vías se cerrasen).




En las siguientes jornadas se abordaron cuestiones para el jurado como el uso de un foro (supongo necesario para fundamentar algún relación) y el sistema de enrutamiento de Tor. Esto empieza a mostrarse como algo imposible de seguir para el jurado en su parte técnica. Incluso para los acostumbrados a esta red, seguir todos los pasos lógico-informáticos necesarios simplemente para poder explicarla de forma correcta es algo que está fuera de alcance en la mayoría de los casos. Y no, los miembros del jurado no son hackers y expertos informáticos. Así que les dieron una versión “de andar por casa” de lo que era Tor, una versión tan pobre que no gustó ni a la jueza y ya advirtió que esas explicaciones pachangueras debían cambiarse por una adecuada formación hacia el jurado.
El asunto de la falta de cualificación técnica del jurado puede convertirse en un obstáculo para la velocidad y la limpieza de un proceso debido.

La siguiente parte comenzó con la exposición por parte de un agente infiltrado -de nombre “Cirrus” en la red- que fue quien orquestó la captura de Ross. Llevaba 1 año tras Silk Road y en los últimos 3 meses había trabajado cobrando 1000$ a la semana como administrador de Silk Road. Este agente había hecho a Ross conectarse a una página para mirar un mensaje en el foro y Ross fue a hacerlo primero desde un café cercano a casa, pero al verlo demasiado lleno se fue a la biblioteca y allí se conectó al chat con “Cirrus” y a la web del foro para revisar un mensaje. En ese momento el agente dio la orden a sus compañeros de que le detuvieran.

Así quedó la cosa sentada hasta la siguiente sesión en que el abogado de Ross interrogó al agente, poniendo en evidencia que Ross Ulbricht había sido una opción que apareció en los 3 últimos meses, y que aunque el agente ahora creía que Ross era Dread Pirate Roberts (DPR desde ahora) durante muchos meses estuvieron creyendo que era Karpeles, el CEO del extinto Mt Gox, el fundador y mente creadora del asunto. Lo creyeron hasta el punto de que el agente pidió poder pinchar su correo electrónico (cosa curiosa, porque ahora lo pide cuando ya lo han leído y tienen algo) y aunque el agente no era partidario de contactar con Karpeles de momento, unos agentes de una investigación iniciada en otro lado quisieron contactar con él, y lo hicieron con sus abogados, los cuales le ofrecieron el supuesto nombre real de DPR a cambio de algún tipo de acuerdo de favor con su cliente, el capo Karpeles. 

¿Cómo es que Karpeles tenía esa información meses antes de la captura de Silk Road?




Huelga decir que Karpeles ya ha negado que él fuera DPR ni que tenga relación con Silk Road... ¿qué iba a decir si no? ¿que era él? Para el agente Jared, Silk Road fue montado como un dispositivo para poder influir en el precio del Bitcoin desde un lugar que nada tuviera que ver con la moneda de forma directa, bajo las órdenes de Karpeles. Hasta tal punto que el agente llegó a escribir que tenía un montón de pruebas para sentar que Karpeles era DPR, y que es de donde la defensa de Ross está tirando.

Al mismo tiempo que se supo eso de Karpeles, se supo también por parte de otra persona que había pruebas sobradas de que Karpeles había realizado amenazas de muerte sobre empleados suyos, y quien aseguraba tenerlas públicamente también aseguraba que al igual que él, las tenía la policía japonesa al cargo de la investigación del robo de Mt Gox. 




¿Karpeles haciendo amenazas de muerte repetidamente a trabajadores? 
Vaya con el cártel de MtGox!! ;)

Esa historia viene a aupar de posible a probable el hecho de que Ross haya sido el menos listo, o el menos inmoral, de una cadena de personajes que se han podido ir pasando las responsabilidades hasta dejarlas todas apuntando a él. Ahora ya tienen una duda razonable para el jurado... si es que les dejan usarla.

¡Pasen todos al camarote!