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miércoles, 24 de octubre de 2018

Pies de cannabis.

Pies de cannabis.


Flipé un rato cuando lo vi. El ataque era real y el enfermo era un niño convulsionando, no con convulsiones al estilo “gran mal” pero sí con convulsiones evidentes: no era una broma ni un montaje. 



El chico yacía en su cama mientras su cerebro dispara “incoherentemente” impulsos eléctricos que provocan las convulsiones que se observan. Esas chispas en tu cerebro que hacen que todos los músculos de tu cuerpo se muevan sin tu voluntad y, mientras, dicha “tormenta eléctrica en tu cerebro” te está dejando frito el coco, tu cuerpo hace lo posible por seguir manteniendo las funciones vitales -básicas- como seguir respirando, para no morir: eso es convulsionar así.

Convulsionar es un síntoma común a muchos males, y cuya etiología varía en cada caso, pero el mecanismo final por el que ocurre siendo el mismo siempre. Lo hemos visto en los casos de niños con distintos trastornos que presentan epilepsia, siendo posiblemente el más conocido el Síndrome de Dravet en el que los que lo sufren (1 de cada 16.000 a 21.000 niños) son aquejados de casi continuos ataques epilépticos, con los daños de todo tipo que esa situación causa en el crecimiento y desarrollo, a nivel físico y a nivel cognitivo. 

Gracias a la lucha que han mantenido los padres de niños aquejados con dicho mal, en la búsqueda de soluciones para sus hijos, el conocimiento de que los extractos de cannabis eran un remedio tremendamente útil para esos casos (y que podía serlo para muchos otros) es ahora algo que ya empieza a ser “conocido por todos”. Y no es para menos, porque las imágenes de dichos casos no dejan a nadie impasible.




También hemos podido ver lo que el tratamiento con cannabis podía devolver de calidad de vida a esos niños, y a sus padres. La mención no es espuria: esos niños tienen una horrible calidad de vida, pero eso queda transmitido a todo la familia y en especial a sus cuidadores, que son en la mayoría de los casos sus propios padres. Imagina lo que es no poder separarte de tu hijo porque en cualquier momento puede sobrevenirle otro ataque epiléptico.

O que tu sueño está roto y fragmentado desde hace años, por cuidar a un paciente de este tipo, con lo que ello tiene de dañino y de patógeno para el cuidador: cosas como el “síndrome del cuidador quemado o con burnout” a problemas de sueño y mentales, en memoria, concentración y estado de ánimo que pueden destrozarle la vida al más pintado. Es decir, la calidad de vida de los que cuidan es un elemento básico pero poco atendido entre las variables que definen la vida del enfermo al que prestan sus cuidados. Y en muchos casos, sin cuidador o sin un cuidador funcional y agotado por desgaste, el futuro que espera a esos pacientes es mucho más duro.

Sin embargo, lo más llamativo de este curioso caso que nos muestra el vídeo, no es sólo lo bien y rápido que los cannabinoides -que contiene el remedio que su cuidador le aplica- actúan sobre las convulsiones, sino la vía de administración usada: la planta de los pies.

Nunca había visto administrar una sustancia así, aunque sí conocía de la posibilidad. En concreto, tenía conocimiento de una persona -mujer- que tenía cierta práctica en el uso de algunas plantas muy tóxicas (lo contrario que el cannabis) que se administraba haciendo uso de dicha zona del cuerpo, entre otras. Sin embargo, en el caso del cannabis, no tenía la menor idea que pudiera ser administrado de dicha forma, o que se hubiera experimentado con ello: cannabis por la planta de los pies.

¿Y aparte del hecho curioso -y gracioso o inesperado- de algo así, qué tiene de relevante?

Pues mucho. Y os lo explico claramente con un ejemplo que saco de mi propia experiencia, al cuidar a personas que sufrían ataques convulsivos de uno u otro origen. Estuve como coordinador (de Ocio y Tiempo Libre) en un “campamento urbano” que desarrolló una asociación de Valladolid que trabajaba con chicos síndrome de Down y otros problemas médicos, en Cádiz, con el objeto de darles unas mejores vacaciones (y cierto alivio temporal a sus familias, para que pudieran descansar del agotador trabajo). Entre esos chavales, había varios que además sufrían ataques epilépticos, y los había en distintos grados: de la convulsión como las de ese vídeo, a las de tipo “gran mal” con violentos movimientos descontrolados. En esos casos, sólo puedes hacer una cosa (cuando estás entrenado para ello y dispones de lo necesario) y es sujetar a la persona -evitando en la medida de lo posible que un golpe de su rodilla, piernas, codos o cabeza, te rompa las narices o los dientes- y administrarle, por vía anal, un pequeño enema líquido que contiene una benzodiacepina, normalmente diazaepam. En los casos más graves, en que las convulsiones adquieren dicha magnitud, no hay otra forma de momento. 

En las menos graves, existen ya dispositivos que permiten administrar -de forma relativamente segura para el paciente y el cuidador- una dosis de midazolam (en el caso del Buccolam) que haga desaparecer o reducirse el ataque convulsivo, pero se hace administrando con una jeringa preparada para tal fin en la boca del paciente. Lo otro que puedes hacer, es esperar a que se le pase mientras llamas al 112 y procuras que no se haga daño extra. Nada más... hasta ahora.

Cuando vi que la forma de administrar el remedio era la planta de los pies, flipé mucho tanto porque no esperaba que la sustancia se absorbiera tan bien y rápido, a nivel químico y de permeabilidad de la piel, como porque pudiera causar efecto tan rápidamente. Esto no es tema menor: cuanto menos tiempo pasa una persona bajo esos estados convulsivos, menos daño sufre su cerebro y menos posibilidades hay que daños secundarios y permanentes. Es esencial reducir el tiempo de afectación en esos casos, y este remedio de cannabis administrado por los pies lo hacía.

Me imaginé a mí mismo en alguno de los casos en los que tuve que actuar ante algo así, haciendo uso de mi mayor tamaño y fuerza física junto con una preparación para ello, e imaginé lo sencillo que hubiera sido inmovilizar solamente un pie o los dos en uno de esos casos, frente a tener que sujetar a alguien lanzando sus extremidades involuntariamente mientras le desnudas lo suficiente para acceder a su ano, y con una mano q tienes que mantener libre y sin que sea golpeada, administrarle como enema la ampolla de plástico que contiene el remedio. ¿Lo imagináis? Es mucho más sencillo “controlar” simplemente los pies que tener que hacer todo eso. Más sencillo y mucho más seguro para los cuidadores.

Este tipo de ruta de administración para el cannabis, posiblemente, sea estudiada en el futuro pero a día de hoy, no tenemos noticias de que se haya estudiado. ¿Por qué? Pues porque entre las víctimas de la guerra contra las drogas, no sólo están sus usuarios voluntarios sino que también podemos contar a aquellos enfermos que no reciben la mejor opción farmacológica en su tratamiento por cuestiones derivadas de unas nefastas políticas de drogas mundiales que han impedido -y siguen en gran medida haciéndolo- el estudio de las aplicaciones médicas de centenares de sustancias que han sido prohibidas, y entre ellas el cannabis.

No es que esa opción sea mala, o que no merezca la pena estudiarla. Es que aunque sea la mejor y la que más promete, el arduo camino que debe seguir a día de hoy una investigación médica con cualquiera de las sustancias fiscalizadas en la guerra contra las drogas, es desalentador hasta para grandes organizaciones que pueden -económicamente- permitirse intentarlo. Para los investigadores en entornos más modestos, simplemente es algo que no se pueden ni plantear.

Un gramo de psilocibina, por ejemplo, que es la sustancia que hay en las llamadas “setas mágicas”, para un investigador autorizado ya (tras años de papeleos) cuesta 10.000 euros. Tú mismo podrías obtener un gramo de esta sustancia, cultivando las setas en tu propia casa, con un coste ridículo y desde luego, muy muy inferior al que le piden al investigador. O puedes comprar un gramo de buen MDMA con alto nivel de pureza por menos de 50 euros sin salir de tu barrio, pero un investigador autorizado puede ver como la factura le sube a miles de euros por gramo. Eso sí que es “abuso de drogas” y del serio, del que causa daño a la sociedad en general y a personas concretas: los pacientes que ya podrían estar beneficiándose y sus cuidadores. Ya son otras víctimas de dicha guerra ignorante y repudiable contra el conocimiento y la libertad de las personas.

En palabras de David Nutt -que fue el “zar anti-drogas” de UK durante un año, justo hasta que empezó a decir la verdad sobre las drogas con datos reales- la cosa es tajante: “Estamos ante uno de los mayores ejemplos de censura científica de los tiempos modernos”. Y es que no es para menos, porque es un fracaso total que el que más difícil lo tenga para trabajar con drogas, sea precisamente el científico preparado para ello.

Hace poco, un amigo me comentaba que había gente en ciertos foros que decía que “el cannabis medicinal es una mentira inventada por los yonquis para legalizar las drogas”. A todos ellos y a los políticos responsables de que la población sea víctima de sus leyes, les dedico este texto y su vídeo: espero que nunca tengan un hijo que necesite una medicación que las leyes restrinjan injustamente.

Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 

jueves, 18 de octubre de 2018

Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!


Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!

Disculpen los lectores el título -poco serio, como el autor- pero desde que mi editor me pidió un texto explicando esta nueva fiebre por la ketamina como antidepresivo, no puedo evitar recordar (cada vez que escucho el nombre de la droga) el “famoso” vídeo que muchos ya conocerán y que, precisamente, hace una clara alusión a las virtudes claramente “antidepresivas” del efecto de esta curiosa sustancia. 



He aquí esa obra del yonkarreo hispano que todos pudimos ver por TV y que incluye a dos sujetos en pleno efecto “antidepresivo”.



Y ahora poniéndonos serios ya. ¿Qué pasa con la ketamina? ¿Por qué llena -ahora- páginas en los medios no especializados? ¿Qué hace una droga recreativa en la prensa sin que se escuchen insultos y barbaridades ni la saquen en 'Callejeros Yonkarreo' en la Cuatro? Pues en realidad mucho menos de lo que parece, pero es cierto que todo este movimiento trae cierta esperanza a algunos tipos de depresiones (muy concretas y poco frecuentes).

El tipo de paciente que se puede beneficiar del tratamiento con ketamina -en caso de que se llegase a instaurar de forma accesible como lo está siendo en USA- es básicamente un paciente con un tipo de depresión no-reactiva (ajena a las “causas externas”) y que no tiene mucho que ver con el tipo de estado que tiene alguien cuando entre amigos comentamos que “Menganito está deprimido desde que rompió con Almejita”. Es difícil explicar lo que es la experiencia de la depresión cuando sobrepasa lo que puede ser clínicamente leve o moderado (que ya es alto ese nivel, hablando entre nosotros), pero es un estado que no permite a la persona vivir con normalidad las experiencias de la vida y verse sometida a un sufrimiento constante -implacable- que no se alivia con nada, ni medicinas ni que te toquen 1000 millones a la lotería. Y que ese sufrimiento es algo tan físico como el propio dolor (cuando directamente no existe al mismo tiempo un dolor físico que sea ya una fuente). Nada, nada te hace sentir bien: cuando abres los ojos por la mañana sólo desearías no haberlos abierto. 

Cada día. Todos los días. Sin tregua. Sin pausas.... 
Sin algo que te alivie aunque sea unos minutos, salvo no estar inconsciente o dormidos... ¿Cogéis la idea?

Alguien que está en semejante hoyo, es el tipo de persona que puede beneficiarse de la ketamina -o de otros fármacos similares- ya que parece que la administración de este anestésico disociativo -de forma puntual- revierte esos síntomas. Y lo mejor de todo: lo hace en minutos y de forma relativamente duradera. 

Ya sé que esto es jodido de creer, pero el que quiera ver lo que siente una persona que tiene depresión resistente mientras le administran ketamina, que juzgue por sí mismo: ver a en directo la mujer describiendo los efectos en su mente resulta impresionante. Ver a la mujer decir como inicio de su explicación “me siento humana de nuevo” es la forma que tiene de describir el alivio de su sufrimiento, en este caso provocado por la infusión de ketamina y sólo han pasado 45 minutos desde que se le comenzó a administrar el fármaco a una mujer que mostraba un nivel enorme de sufrimiento.



La dosis que se usan están muy lejos de resultar peligrosas, ya que son dosis mucho más bajas que usadas para anestesia. ¿Entonces por qué no estamos usando esto ya? Recordad que el mundillo de las drogas legales y su administración, está controlado por unos grandes “drogo-empresarios” que hacen lo que les da la gana con el mercado junto con unos legisladores -y todo el sistema médico asociado- que les firman todo lo que ellos piden, a cambio de dinero. La pregunta es justa: si esto está disponible para esas personas por qué no usarlo ya, si -como con otros medicamentos- los beneficios superan los inconvenientes. Es justa, pero si te estás preguntando eso ahora, es porque la industria quiere que lo hagas. Presta atención.

Para empezar, esta droga fue creada en el año 1962 en una universidad usana y un laboratorio farmacéutico, en la búsqueda de nuevas moléculas que sirvieran para algo (que es como funciona la industria farmacéutica). Tras las reglamentarias pruebas con animales, pasaron a probarlo con humanos. 

¿Y qué mejor que humanos en jaulas para experimentos médicos? 

Pues eso, que en USA se les olvidó -como tantas otras veces- eso tan coñazo de los derechos humanos y se pusieron a probarla con presos de sus cárceles. Todo muy ético. La cosa fue bien, y de los humanos enjaulados, pasaron a repartirla en humanos no-enjaulados-pero-que-tengamos-controlados: el ejército, que por entonces se hallaba metido en mitad de Vietnam recibiendo golpes en una selva y enganchándose a la heroína de alta calidad que había por esos lugares. Y no fue mal: resultó ser un gran anestésico para situaciones de combate (donde no puedes intubar y dar respiración asistida a una persona) y de emergencia




Mejoraba -o igualaba- el original en el que se inspiraron, que era la injustamente temida y difamada PCP o fenciclidina, y con eso bastaba. Curiosamente, los primeros informes sobre su uso lúdico y como enteógeno disociativo, datan de esos años en que se probó con los jóvenes del ejército.

Es totalmente falso el enfoque que está dando la prensa, con titulares que hablan de la droga que pasa ahora del mundo de las drogas recreativas al mundo de la medicina: ahora mismo hay ketamina en todos los hospitales correctamente abastecidos del mundo, sean del país que sea siempre y cuando esté integrado en la OMS. ¿Por qué? La ketamina es un gran fármaco, y además muy seguro y de bajo coste. Carece de patente y es seguro y efectivo. Y sobre todo, porque está incluida en la lista de drogas esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace mucho años. Esta droga es de todo menos nueva y casi desde su creación ha estado dentro del sistema médico mundial.

Lo que resulta relativamente nuevo, es el uso “off-label” que se le da fuera del común anestésico. Aunque el hecho de que eso se esté probando ahora no es algo desconectado de ese uso: muchos médicos se dieron cuenta de que tras operar -de cualquier cosa- con ketamina a pacientes que además sufrían depresión severa, sus síntomas mejoraban. Y también los pacientes con dolor crónico experimentaban mejoras, ya que todo el proceso del dolor crónico tiene aspectos físicos y psicológicos que se veían aliviados también. ¿Esto es nuevo? ¡Que no!

Seguramente muchos habéis visto la serie “House”, la de un médico cabrón con un bastón que se dedica -cuando no cura enfermos- a putear al resto del planeta. El bastón era un elemento esencial del personaje ¿verdad? ¿Qué pasó en la tercera temporada que House dejó de usar bastón, de sufrir su cojera y dolor crónico que le hacían ser adicto a los opioides? Ketamina. Tras ser tiroteado por un paciente agradecido -mientras se desangra y le llevan corriendo a operarle a vida o muerte- House balbucea “...quiero ketamina...” y van y se la dan. No tendría ocasión de tomar ketamina que no fuera en ese momento. Pero la cosa es que funciona temporalmente, y House recupera la movilidad de su pierna y desaparece el dolor. Temporalmente, recordad como termina la serie: con House y su bastón chutándose heroína en una casa en llamas. Todo un aviso a navegantes.

Estos nuevos usos han hecho que, dentro del sistema médico-legal de los USA, proliferen las clínicas que están dando tratamientos con ketamina la depresión severa (y/o abuso de opioides y/o dolor crónico y/o lo que se nos vaya ocurriendo) como si fueran dentistas. ¿Por qué? ¿Tan deprimidos están allí todos? No, es sólo parte del marketing de “nuevas enfermedades y nuevos remedios” que la industria de la droga legal de farmacia desarrolla en aquel país. 

La ketamina es segura, puede ser administrada fuera de un quirófano sin que requiera intubación, no suele dar problemas y estos son fácilmente manejables por alguien adecuadamente entrenado. Y para colmo, se adquiere con total facilidad por parte de un médico titulado ya que su estatus de droga esencial para la OMS evita que, a pesar de las pretensiones de los prohibicionistas usanos, esta droga pase a estar más controlada (al nivel de los opioides).

Si pones en la ecuación a la industria farmacéutica buscando nuevas vías para antidepresivos -porque no encuentran nada realmente nuevo- con un escenario como el de USA, con una población epidémicamente enganchada a la “heroína en pastillas” y que también “podría beneficiarse del uso de la ketamina” (lo cual es lógico, dado que es un anestésico y analgésico), pues estamos creando otro nuevo nicho de mercado para esa industria que primero los engancha y luego les ofrece otros tratamientos. 

¿Quiénes son realmente los grandes narcos cobrando a 600 dólares la dosis de ketamina al usuario final?

El interés que tienen las farmacéuticas es que se apruebe de forma extendida su uso, que se incluyan nuevas patologías como diana de su droga para que aumente su mercado, y eso sólo lo puede hacer la FDA, que con el suficiente soborno lo acaba haciendo siempre. 

Que el tratamiento pase a estar contemplado dentro de lo “comúnmente prescribible” haría que los seguros de salud tuvieran que pagar por él, lo cual extendería su uso como ocurrió cuando consiguieron que se extendiera el mercado para sus opioides, generándoles nuevos ingresos. 

Desafortunadamente la molécula de la ketamina es muy vieja como para tener patente y eso hace que les paguen menos, pero no se preocupen: igual que los vendedores de legal-highs, están “tuneando la molécula” para que sea nueva y, por tanto, patentable costando más dinero

Como eso lleva tiempo, mientras desarrollan nuevas formas de administración (ya hay una en forma de inhalador, lo que es igual que esnifar ketamina) que les permitan cobrar más caro un producto que les cuesta céntimos.

Todo un avance, si realmente llegase de forma correcta, para pacientes con depresión severa y otros con ciertos tipos de dolor crónico y neuropático. Todo un avance -en manos de una industria con “visión de túnel” fijada sobre el precio de las acciones en bolsa- que de salir adelante hará que el porcentaje de los enfermos que podrían beneficiarse de esta droga, crezca enormemente en unos años. 

Ellos están por la pasta; son profesionales de la salud... :P



Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 





lunes, 3 de septiembre de 2018

No sufras más: yo te receto heroína.



No sufras más: 
yo te receto heroína.



Tenía algo más de 22 años cuando tuve mi primera -y única- sobredosis "potencialmente letal" con opioides. En aquella época tenía un bar; un reducto antiprohibicionista (donde se consumían todo tipo de drogas sin restricción) y con la única norma de no molestar a otros clientes, consumieran drogas o no.

Uno de mis clientes -el dueño de otro bar, preso ahora por tráfico de drogas- un viernes se presentó y me dijo: “toma, este bote de metadona es para ti, que sé que te gustan mucho estas cosas de las drogas”. Yo le pregunté por qué me lo daba, y cómo es que no lo necesitaba él si estaba en un tratamiento de mantenimiento con metadona, y me dijo que ese finde iba “a ponerse” y pasaba de la metadona teniendo heroína a mano.

Aunque alocado por la edad, yo era bastante responsable en mis tomas de drogas sobre todo cuando eran “nuevas”, le interrogué sobre la dosis de metadona que había en dicho bote con un líquido transparente, y él no me supo contestar salvo con un dato: “es para una persona que tome mil duros (5.000 pesetas, 30 euros) de caballo [heroína] al día”


¿Qué sabía de la metadona yo? Pues mucho, había leído de ella, conocía la opinión de gente como Escohotado y en esencia, entendía su mecanismo de actuación (el mismo que el de heroína, morfina o codeína). Aún así cometí la terrible imprudencia de tomarme el botecito de un trago -con una persona haciendo de “niñera”, siempre parte de mi protocolo de seguridad a la hora de experimentar- pensando que, con mi experiencia en opiáceos (conocía opio, morfina, codeína y heroína) no me metería en una situación peligrosa; me equivoqué.

En menos de 30 minutos estaba vomitando hasta el alma -cosa que probablemente me salvó- y entrando en un estado de sobredosis de opioides intenso, en el que me costaba mantenerme despierto y en condiciones adecuadas. Avisé a mi cuidadora y le pedí salir a la calle (no existían los teléfonos móviles como ahora) para acercarnos a una cabina a llamar por teléfono a Cruz Roja y dar el aviso. 

Así lo hicimos y al cabo de 10 minutos, una ambulancia -sin médico- operada por voluntarios me estaba atendiendo. Yo, que era consciente de que lo que tenía era una sobredosis, estaba obsesionado por saber qué dosis era la que había en el bote, pero esas personas no podían acceder a dicha información tampoco y resolvieron con lo que su formación -o la falta de ella- les dictaba: “no creemos que estés en peligro porque la metadona la dan para curar heroinómanos, lo único que puedes tener un síndrome de abstinencia dentro de 3 días”.

Cuando escuché eso, de boca de alguien que venía en una ambulancia de Cruz Roja, me di cuenta de que carecían de formación para comprender que la metadona era un opioide mucho más potente y por ende más peligroso que la heroína, y que ni siquiera entendían el funcionamiento de los programas de mantenimiento con metadona ni la farmacología de esta sustancia. Viendo esto en quienes tenían que atender una urgencia por sobredosis de opioides, es fácil comprender esa sensación de “cura para la heroinomanía” con la que se percibía a la metadona, sin entender el mecanismo de esa “supuesta cura”


Posteriormente pasé de los “voluntarios de la Cruz Roja” y me fui en un taxi al hospital, en el que un médico me estuvo viendo y aunque determinó lo obvio (una intoxicación por opioides, metadona en ese caso) estimó, que gracias al vómito, no había absorbido una cantidad mortal de necesidad, y si bien no parecía tener necesidad de ser tratado con un antagonista (sobre todo por lo poco útil del corto efecto de la naloxona, el antídoto, que no llega a la media hora de duración en su efecto frente a las 72 horas de efectos de la metadona) necesitaba vigilancia por si evolucionase de forma imprevista. 

Me tiré 3 días -vigilado casi las 24 horas- que cada vez que me fumaba un porro (por sinergia entre los cannabinoides y los opioides), caía dormido encima de la cama sin poder hacer nada para evitarlo. Fue el colocón más largo de mi vida y el que más cerca estuvo de matarme: metadona, la “cura” para la heroína.

¿Que busco señalar al contar esto? El común error de pensamiento de que dicha “cura” es inocua o algo distinto a lo que “pretende curar”. La metadona y la heroína son -en esencia- la misma cosa y producen -en esencia- los mismos efectos, pero mientras que los de la heroína duran unas horas, los de la metadona duran varios días.

La metadona es mucho más potente, peligrosa y de difícil manejo que la heroína como fármaco (en Reino Unido, la heroína se emplea como la morfina, pero la llaman diamorfina) por su alta impregnación y duración en el cuerpo humano. Su ventaja es precisamente esa misma: la larga duración, de días, que evita que la persona tenga que “drogarse” cada pocas horas, dándole una droga que dura muchas más horas y hace esencialmente lo mismo en tu cuerpo. 

Pero recuerde esto el lector: aparte de su duración -y de que se administra en un centro y tratamiento (es pura)- no tiene ventajas frente a la heroína -mucho más segura a nivel orgánico como fármaco- sino desventajas (empezando por su duración).

Dicho de otra forma, cuando damos metadona a un adicto a la heroína, es equivalente a suministrar vodka a un adicto a beber vino, o de mantener lejos de la cerveza a una persona a base de tenerla saturada de ginebra. ¿Tiene ventajas? Sí, para algunas personas muchas porque cada caso es único y, en algunos casos, un tratamiento de mantenimiento con metadona puede ser la clave para encauzar la vida de una persona (permitirle tener horarios y vida normales, sin tener que buscarse la vida para pagarse la droga y no entrar en un doloroso "mono"), pero en otros casos no es así y no basta con ese opioide y esa pauta de administración.





Para esos casos que parecían no tener salida con los tratamientos más habituales (metadona y buprenorfina mayormente) se crearon los programas de mantenimiento con heroína, en los que la sustancia usada como fármaco es la propia heroína de manera que ir a comprar la sustancia al mercado negro, carece de sentido. De esa forma, el paciente recibe una serie de dosis controladas de diacetilmorfina (nombre farmacéutico de la heroína actualmente) de la misma forma que a otros les dan su metadona o su buprenorfina

Esos programas han sido llevados a cabo en diversos puntos del planeta, España incluida como una de las pioneras gracias al trabajo de Joan Carles March en Granada. Los resultados de los ensayos clínicos llevados a cabo con heroína como fármaco, han sido muy positivos en todos los casos donde se han permitido, y eso llevó a algunos médicos que trabajaban con adictos a opioides/opiáceos en Canadá que, igual que su vecino USA está sufriendo tasas altísimas de sobredosis y problemas con este tipo de drogas, a pedir heroína para un grupo determinado de pacientes.

Esto no pasó de la noche a la mañana. Se pidió el acceso a la heroína para 21 participantes que resultaban “adecuados” de un estudio de 202 adictos (de nombre SALOME) a los que se había estado manteniendo -en condiciones de doble ciego- bien con heroína o bien con hidromorfona inyectable, cuyo efecto es muy similar al de la heroína, que se les administraba 3 veces al día bajo estricto control médico

Aún así, desde el estudio ya concluido se pedía que se abriera el abanico de opciones terapéuticas para que los médicos tuvieran herramientas útiles, como la hidromorfona inyectable, para quienes no resultaban beneficiados por otros tratamientos. Como prueba del buen funcionamiento del tratamiento, el equipo activó una línea de rápida de teléfono para cualquier tipo de problema (médico, criminal, legal) relacionado con el estudio SALOME o cualquiera de sus participantes: nunca recibieron ni una sola llamada.

Tras el estudio, se cursaron una serie de peticiones bajo la cláusula SAP o Programa de Acceso Especial por el que los médicos de Canadá, cursando unas solicitudes que deben ser aprobadas con mucho trámite pueden solicitar fármacos que no tienen en su farmacia, cuando una condición o enfermedad ponga en peligro la vida del paciente

Los expertos médicos consideraron que el riesgo de recaída en el uso de heroína callejera, especialmente en estos momentos que la heroína les llega adulterada con fentanilo, era una condición que ponía en peligro la vida del paciente, y dieron el paso de cursar esas 21 peticiones para que sus pacientes fueran tratados con heroína farmacéutica o diacetilmorfina.

Y aquí llegó el problema. Esas peticiones, de largo trámite, repentinamente fueron aprobadas por la maquinaria burocrática de Canadá: se iba a dar heroína -como tratamiento de mantenimiento no experimental (eso es importante)- a 21 pacientes

Los departamentos del ministerio sanitario del país dieron curso a la petición, tras comprobar los requisitos, y entonces ocurrió lo que no es sencillo de entender sin una aproximación “moralista e ignorante” por parte de sus principales actores: la entonces ministra y actual jefa de la oposición -Rona Ambrose- bloqueó el acceso a la heroína farmacéutica como tratamiento, haciendo una modificación en la ley de manera que esa sustancia no pudiera utilizarse.

¿Quién es una político para tomar una decisión médica, contra sus propios expertos? La dama en cuestión es la bulldog del partido conservador por aquellos lares -ahora en la oposición- que antes de irse del convento, como dice el dicho, se cagó dentro. Le quedaban unas semanas para tener que dejar paso al nuevo gobierno de Justin Trudeau, y con un par de ovarios emitió una declaración que textualmente decía: “El primer ministro [Harper] y yo no creemos que sea actuar en beneficio de quienes sufren adicción a las drogas, darles las propias drogas a las que son adictos.”





¿Y qué culpa tienen los adictos, los participantes en los ensayos médicos, los doctores y los expertos en este área de que tú -y el primer ministro conservador de turno- creáis algo que sólo demuestra que sois completos ignorantes? Ninguna, pero aquí es donde colisiona la política con la ciencia: aceptar que dar heroína a una persona es un tratamiento adecuado para salvarle la vida, contradice todos los postulados conservadores contra las drogas, a través de la sustancia más mitificada y demonizada de todas: la heroína. 

Con intención de sacar rédito político, esa meapilas ignorante y su jefe, quisieron dejar una piedra prohibicionista que alargase la interminable agonía de la guerra contra las drogas, incluidas para su uso médico; les dio igual que por medio se llevasen las esperanzas de 21 enfermos de recibir un tratamiento correcto y que les evitase entrar en situaciones que pusieran en peligro sus vidas.

De esas 21 personas privadas de lo que sus médicos creen que es su mejor opción, 5 de ellos se decidieron a demandar al estado por bloquearles el acceso a la heroína farmacéutica como medicación necesaria en un trastorno que les pone en peligro real de muerte. Y este es el punto en que se encuentra el intento canadiense de iniciar el tratamiento de mantenimiento con diacetilmorfina, a pesar de que es un fármaco sobradamente conocido y con menores riesgos a nivel farmacológico y claras ventajas en el proceso de adicción a opiáceos frente a la metadona. 

Son cinco adictos crónicos, refractarios a otros tratamientos, que no quieren morir un día de un mal chute. Y esto es lo que les exige el sistema, tener que demandar al estado para que -un día, que deseamos cercano- su médico les pueda decir: 


"No sufra más,
yo te receto heroína."


Este texto fue publicado en Cannabis.es originalmente.


viernes, 13 de julio de 2018

Mercurio, cannabis y el silencio como cómplice necesario.


Mercurio, cannabis
y silencios cómplices.

A petición de muchos usuarios de cannabis y gente del mundo del cannabis en España, publico esta información sobre mercurio en productos derivados de cannabis que están siendo vendidos a enfermos en todo el país.

Hace ya más de un año, una conocida lobbista del cannabis (que tiene además una fundación privada, camuflada como “observatorio del cannabis”) recibió la confirmación analítica de que varios productos (que habían mandado a analizar, para comprobar si eran ciertos los porcentajes que ofrecían en su publicidad) no sólo no cumplían con las cantidades que decían tener de compuestos como el CBD, sino que además estaban CONTAMINADOS CON METALES PESADOS, y concretamente los altos niveles de MERCURIO se llevaban la palma.


Esa información, en lugar de agradecerla y divulgarla para que los enfermos pudieran protegerse y los productores, dejar de vender productos que contenían compuestos tóxicos, no fue recibida con agrado. Lo cierto es que el análisis que se buscaba -parece ser- sólo requería comprobar y cuantificar algunos compuestos, pero que el laboratorio (en un impecable trabajo) había realizado otros análisis a mayores con esas mismas muestras y había analizado la presencia de metales pesados, saltando la alarma sin esperarlo.

En ese momento, eran 4 muestras de 5 totales (un escandaloso 80%) las que no eran aptas para consumo humano

Lo lógico hubiera sido informar a los usuarios en ese mismo momento, pero no se hizo. ¿Por qué? La trepa que controla dicha información ha construido su nueva carrera sobre el cannabis, mostrándose en los medios como si su vida fuera la lucha por los enfermos que usan la planta. En realidad (podéis preguntar que siempre es bueno) esta tipa sólo trata con su grupo de “clientes acólitos” y -como reza en la fundación privada que controla- no atienden a enfermos y que sólo aceptan donaciones en dinero.

El problema es que si contaba lo que sabía (que hay vendedores que están sacando al mercado productos con mercurio, que es un contaminante y tóxico del primer orden) iba a recibir el aplauso de los enfermos que están siendo engañados... pero también el desprecio y cabreo de las empresas y los grandes grupos dentro del cannabis que están implicados. Y eso, cuando dependes de las donaciones que te hacen esas mismas empresas, no es una buena idea, porque pueden cerrarte el grifo.

Así que esta "mantis religiosa" del cannabis, en lugar de poner por delante a los enfermos que están siendo envenenados con un producto que contiene MERCURIO y divulgar la información, optó por callarse y dejar que los vendedores siguieran con el negocio mientras los enfermos recibían más mercurio en sus cuerpos.



¿Cómo justificó el silencio ante la gente que también conocía la información?

Esa información, en principio, iba a ser divulgada hace un año en un congreso sobre cannabis. Pero no se hizo, y la justificación que inventó esta lobbista era que esos análisis químicos no eran válidos porque “no se habían realizado bajo un protocolo de DOBLE CIEGO”. Un excusa falsa y vergonzante, porque equivale a decir que “el laboratorio miente” y que necesitas que otro laboratorio lo compruebe. ¿Por qué? Porque el entorno de doble ciego en un estudio (no en un análisis químico de una muestra) está hecho para que ni quien administra una sustancia ni quien la toma, sepa si administra o toma un placebo (inerte) o toma realmente un compuesto activo o droga, ya que las expectativas -tanto del investigador como del sujeto- pueden influir en los resultados, y de esa forma se elimina esa posibilidad.

Como puede imaginar el lector, nada tiene que ver analizar químicamente una muestra con administrarle drogas o placebo a un sujeto, y el método de doble ciego (que era la excusa que utilizó para no revelar los escandalosos resultados) no se puede aplicar más que a la interacción entre seres vivos. Que tú pienses que en una muestra hay oro y creas que lo vas a encontrar cuando lo analices químicamente, no crea oro ni interfiere con la composición de la muestra; ese es el equivalente a lo que la lobbista cannábica argumentaba para no revelar que se vendían productos con mercurio.

Eso ocurrió hace más de un año ya, y el silencio cubrió el asunto: sólo 1 de la muestras analizadas podía sentirse orgullosa de vender un producto sin tóxicos. Las demás no, pero prefirieron callar....

En este año de silencio cómplice, en el que se siguió vendiendo a enfermos productos con mercurio, uno podría imaginar que (al menos) habrían hecho lo que fuera necesario para dejar de sacar al mercado un producto de cannabis con mercurio. 

¿Sería lo lógico, no? Pues no. De eso nada, monadas.

Este año se repitieron las pruebas (no podían seguir haciendo como que no había pasado nada), se pidieron a dos laboratorios diferentes (para fingir el paripé del falso “doble ciego”) y se incluyeron otras muestras a analizar. En concreto fueron 14 muestras las que se analizaron y... a que no imagináis lo que pasó? Exacto, la mayoría de las muestras contenían mercurio, como el año pasado. 

¡¡Cerca de 2/3 de todas las muestras no resultan aptas para ser consumidos por humanos o animales por la presencia de MERCURIO!!

¿Y ahora qué? ¿Se habrán publicado inmediatamente esos resultados, que afectan a un montón de inocentes que están intoxicándose con productos de cannabis defectuosos llenos de MERCURIO?




Pues no. No se ha publicado esa información y es posible que no se publique, ya que está en manos de la lobbista del cannabis (sí, la del falso observatorio que funciona como fundación privada) y vuelve a tener el mismo problema: sus ingresos y su juego mediático dependen de que un montón de cómplices, en el cannabis hispano, la sigan apoyando. 

Si revela que un montón de productos de cannabis que se están vendiendo y recomendado (ella no vende, directamente) a enfermos, está disparando al corazón de los que le hacen jugosas donaciones económicas. Si calla, por otra parte como lleva haciendo ya más de un año, los únicos perjudicados son los enfermos (porque ella sabe qué productos contienen mercurio y cuáles no, pero los enfermos no lo saben).

Así que, como parece ser, ha optado porque se jodan los enfermos y que sigan metiéndose mercurio.

Y digo que parece ser porque esta información, comencé a recibirla hace 20 días mientras estaba de vacaciones (es decir, no estaba buscándola yo) y desde entonces, la cantidad de información que me han facilitado distintas personas es mucha; todos con la esperanza de que fuera yo quien la publicase ya que -como me aseguran- desde el entorno del cannabis en España no lo van a publicar si no les obligan....

Una última cosa.
Sé que hay muchos grow-shops en España ahora mismo que son conscientes de esta información, y que están preguntando desesperadamente cuáles de las cosas que venden llevan mercurio y cuáles no, porque no quieren vender veneno a sus clientes... pero eso sólo tienen una forma de evitarlo de verdad. Me explico y con esto termino.

Tal vez, en esta ocasión (porque algunas buenas personas estaban realmente preocupadas del daño que se hace a los enfermos al permitir que tomen productos con mercurio y dieron la alerta, aunque fuera a escondidas) se llegue a saber, de esos productos analizados, quiénes sobran por ser tóxicos. Tal vez esta vez puedan llegar a saberlo, ya que parece que hay cierto “ruido” con el tema y tal vez termine por conocerse totalmente. Pero lo normal es que no lo sepan si no se encargan ellos mismos de hacer los análisis...

Preguntarle al vendedor, o al distribuidor, no vale de nada. Os dirán lo que quieren que escuchéis, como han hecho hasta ahora ocultándoos que compráis venenos con mercurio. 

Esperar que una lobbista (aunque vaya de enfermita activista, fake para dar pena) que vive y recibe donaciones de los grandes grupos del cannabis, cuente la verdad, es igual de inútil; no le ha costado estar un año callada permitiendo que muchas personas se intoxiquen con mercurio....

Como conjunto de empresas, como sector, los grow-shops debéis empezar a agruparos para ofrecer ese valor extra que -por definición- nunca podrá daros quien esté implicado y viva del cannabis. Ese valor extra es poder decirle a tus clientes que el producto que les vendes, está libre de mercurio y otros metales pesados, porque VOSOTROS MISMOS HABÉIS ANALIZADO LOS PRODUCTOS.

Para esto, no hace falta que lo haga cada grow-shop, sino que con un análisis que se haga, la información vale para todos, con lo que los costes disminuyen mucho si eso se hace como colectivo y poder decirle al cliente -con certeza química- que no le estás vendiendo venenos como hacen otros.

Es algo que muchos valoraríamos fuertemente. Pensadlo.

Mientras tanto, recordad que tenéis (muchos de vosotros posiblemente) las despensas de ciertos productos, llenas de mercurio y otros metales pesados. De vosotros y vuestras decisiones dependerá que esté suceso del mercurio (aún sin resolver) no vuelva a suceder, porque sea imposible.

Mi apoyo a todos los afectados por el mercurio en productos derivados del cannabis.

Drogoteca.


-+-+-

PD: Hoy, tras este fin de semana en el que la gente parece haber tomado conciencia -de lo del tema del mercurio en los aceites y otros productos de cannabis- he recibido innumerables peticiones y llamadas para que "liberase todos los datos que tenía" o para que dijera qué marcas (muchas de ellas son marcas de 1a fila, de esas que patrocinan todos los eventos cannábicos y no quieren que se publiquen esos datos) son las que están vendiendo productos contaminados con mercurio.


Y he explicado, de nuevo, por qué no lo he hecho ya: aunque tenga las analíticas de las muestras con todos los datos del análisis, esas cosas no llevan el nombre de la empresa escrito sino que se identifican como "Muestra-1", "Muestra-2" o algo similar, dependiendo de cada técnico y laboratorio. Es decir: YO NO SÉ CUÁLES SON LAS MUESTRAS VENENOSAS..... sé cuántas hay, sé que hay otras que no están contaminadas, pero no sé cuáles son las tóxicas y cuáles las limpias.


Otras personas, del entorno de la reducción de riesgos y de los análisis a drogas, me han pedido que -aunque no tenga la relación de los nombres de las muestras- libere los resultados de los análisis POR SER UNA CUESTIÓN DE INTERÉS PÚBLICO ya que se sigue envenenando a enfermos, sin informarles de que les están vendiendo productos tóxicos. Es una de las cosas que pensé en hacer, pero cuando lo comenté con mi informante, este me dijo que no lo hiciera (y siempre respeto a mis fuentes). Cuando le pregunté por qué, me hizo ver algo que era cierto y no había caído (y que incluso yo mismo hago a veces): si liberaba los datos, podía dejarle con el culo al aire...


Aunque no era el único que tenía acceso a esos datos y los conocía, a veces (precisamente para perseguir filtraciones) en dos emails o informes exactamente iguales, se cambia una coma, o una tilde, o un número por otro parecido. ¿Para qué? Para que si se filtra el documento, quien ha dejado esas marcas puede saber quién lo ha filtrado. Así que como ante publicar algo o dejar con el culo al aire al "whistleblower" que ha dado la voz de alarma, siempre elegiré proteger a quien se la ha jugado... no hay nada que hablar en ese tema de liberar los emails con los análisis que tengo: no lo haré, y no es mi papel hacerlo (recuerdo y añado).

Desde que estando de vacaciones en Marruecos recibí el chivatazo de este asunto (recibí información por varios lados, pude consultar a otros y recibir más información estando allí), ha habido un montón de gente del cannabis hispano que han contactado conmigo para hablar de este tema. Y del inicio de todo esto (desde que yo lo sé) han pasado más de 3 semanas ya. Que yo sepa, personas que saben esta información ANTES QUE YO -mucho antes que yo- debe haber como unas 10 personas (que supieran hasta lo de los análisis del año pasado, que fueron los que levantaron la liebre de la intoxicación por mercurio).

Que sepan esta información sin contar lo de los análisis del años pasado (este año se analizaron casi el triple de muestras) hay mucha más gente, muchos implicados como vendedores que no quieren que esta información se libere y otros que quieren que se dé, por ser una cuestión ética de primer orden: no se puede seguir envenenando personas desde un silencio cómplice, por mucho dinero que pueda producir...

Así que calculo "a ojo de buen cubero" que debe haber -como poco- unas 30 personas que saben, en distintos grados (algunos toda la información con nombres de marcas y otros sólo los resultados) esto que yo he contado en esta entrada.

Todos ellos, salvo tal vez un par de personas que pueden ser meros "químicos analíticos o técnicos de laboratorio", son cannábicos de renombre, tienen empresas, grupos de interés, productos en el mercado y también todos ellos, capacidad para abrir un blog, una red social o la web de alguna de sus empresas y contarle a los usuarios de cannabis qué les están haciendo con el mercurio en muchos productos, y sobre todo, cuáles son.


Por si no ha quedado claro, simplifico: presionarme, amenazarme o chantajearme a mí no puede conseguir que revele qué marcas venden veneno y cuáles no, porque ese dato no lo tengo (o ya lo habría liberado el primer día). Normalmente esos métodos conmigo suelen surtir el efecto contrario, pero en este caso es una imposibilidad absoluta: no puedo dar el dato que no tengo, y no tengo los nombres con su número de muestra... aún.


Si realmente alguien quiere saber qué productos están envenenados con mercurio y se llevan vendiendo todo este tiempo -con el concurso silencioso de las empresas y personas que tienen los resultados de estos análisis- deberían exigirlos a quienes legalmente son sus dueños; ¿quiénes tienen esos análisis desde hace 1 año ya? Pues quienes los encargaron, y seguramente, las marcas que estaban siendo estudiadas y analizadas.

¿Y los análisis actuales con más datos y más marcas? 
Pues lo mismo: quienes los encargaron, y seguramente las marcas que estaban siendo analizadas.

Y como ya he comentado, se me hace raro que las marcas (y las que de ellas reciben apoyo y donaciones) liberen información contra ellas mismas.... pero algunas sí podrían hacerlo: justo las que no estaban en los primeros análisis de hace 1 año y sí están en los de ahora.... Esas marcas no han estado callándose lo de los enfermos intoxicándose con mercurio, así que son las únicas que -si son inteligentes- en cuanto puedan liberarán esa información (o parte de ella) para dejar claro que ellas no son responsables de 1 año de fraude y envenenamiento con mercurio de enfermos a quienes les vendían productos teóricamente "analizados y controlados".

Sólo esas marcas (en el primer análisis creo que hubo 5 muestras y en los segundos 14 muestras), esos 9 que no son cómplices de 1 año de envenenamiento a los enfermos, pueden (y deberían hacerlo cuanto antes) liberar todos o parte de los datos, hasta que los usuarios podamos completar el puzzle.

Mientras, si ni tu grow-shop ni tu distribuidor puede asegurarte QUÍMICAMENTE que sus productos no tienen mercurio y otros tóxicos, abstente de comprar (y empieza a autocultivarte tu cannabis).

:))









jueves, 5 de julio de 2018

Psicosis y cannabis: ¿asociación real?


Psicosis y cannabis.

Siempre nos dijeron que el cannabis te podía volver loco, pero nunca que podía ser usado para rescatar personas en la locura y el sufrimiento de distintas enfermedades mentales. El mantra fue -y es- aún algo constantemente repetido: el cannabis crea esquizofrenia. Pero no era cierto, sino que era la interpretación torticera de unos datos que tenían sencilla explicación.

La esquizofrenia -palabra que viene del griego schizein que significa “dividir” y phren que quiere decir “mente”- es un trastorno que aparece casi en el mismo porcentaje en toda la especie humana: aproximadamente entre un 1% y un 2%, dependiendo de los criterios diagnósticos. 

Es una “constante” que aparece en todas las civilizaciones y que parece ser algo menor en los países menos desarrollados, y en los desarrollados alcanza el máximo exponente entre las personas “sin hogar” que llegan a arrojar cifras en torno al 30-40%.

El término incluye varios trastornos distintos pero que tienen en común que resultan en trastornos mentales de tipo grave, crónicos, y que alejan a la persona del contacto con la realidad por los problemas perceptivos y de autoconciencia que genera en el sujeto. 



Este trastorno suele debutar -ese es el término clínico- en la adolescencia tardía y adultez temprana. ¿Por qué? La falta de ajuste de la persona con la realidad que vive, es más difícil de conciliar en la medida en que la persona va ganando roles de adulto (autonomía) frente a los de menor (receptor de cuidados), siendo llevado con más facilidad por los acontecimientos -intrínsecos en la propia existencia- a ese punto de ruptura que se conoce como “brote psicótico”.

¿Qué puede hacer que una persona llegue al brote? 
¿Todas somos susceptibles?

Pues no todos llegan a ello, y como decimos sólo un pequeño porcentaje de personas se ven arrojadas a la psicosis y la dura batalla de la enfermedad mental, y es que para que ocurra debe existir una predisposición que es idiopática (o propia del sujeto) más un contexto favorable para la aparición del brote. 

Ese contexto puede ser desde una noticia emocionalmente intensa, como la muerte de un familiar, amigo o mascota, la ruptura de una relación afectiva, el ejercicio físico extenuante y la falta de reposo a cualquier alteración grave que “descoloque” al sujeto frente a la realidad que tiene que gestionar. Eso incluye el uso de drogas, desde alcohol a cannabis, desde cocaína a LSD.

Por supuesto que unas sustancias tendrán un mayor potencial que otras para descolocar al sujeto en función de su farmacología y efectos. Atendiendo a ese punto, sí se puede considerar que las sustancias con un perfil psiquedélico como la LSD, los hongos psilocibe o la DMT, sí son sustancias más complejas de manejar en los aspectos perceptivos, y por lo tanto son más proclives a ser “la gota que colma el vaso” de una mente que sólo esperaba el momento adecuado para manifestar su condición.

Dentro de ese grupo de sustancias, se incluye el cannabis también. El cannabis no sólo tiene efectos como depresor, ansiolítico y analgésico. Los efectos psíquicos del cannabis -los agudos para quienes no están acostumbrados- son de tipo psiquedélico, aunque incomparablemente más suaves que los de drogas como la LSD.

¿Por qué se dice eso del cannabis entonces?

Dado que la edad de inicio de consumo de cannabis suele coincidir con la adolescencia y primera adultez, es un hecho que coincide temporalmente con la edad de manifestación de estos trastornos. Y como el cannabis es la sustancia más frecuentemente usada como “fetiche de adolescencia” con el que violar alguna norma, las posibilidades de que en un grupo de jóvenes que consuman cannabis haya alguno que pueda desarrollar psicosis, no son cero por desgracia.

Pero culpar del trastorno a algo que -simplemente- ha provocado su manifestación, es rizar el rizo. Los psiquedélicos lo llevan escrito en su nombre: expanden el alma o mente. Simplemente, no todas las mentes necesitan “ser expandidas” ni responden bien a dicha experiencia; no todas las personas gustan de las mismas drogas, como tampoco de las mismas películas, relaciones o situaciones, en los distintos momentos de su existencia.

Lo que la ley frenó: cura para muchos males.

Ahora resulta que la vinculación de la palabra psicosis con el cannabis no es exclusivamente negativa. Hace unos días, el presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEP), Miguel Casas, salía rompiendo una lanza a favor del cannabis, cuando dijo que se estaban esperando avances en la farmacología de derivados del cannabis con resultados espectaculares. Apuntó también que hay derivados del cannabis, como también de la cocaína o el tabaco, que actuaban “mil veces más rápido” que los fármacos con los que se tratan actualmente las dolencias en salud mental.

Así mismo remarcó que a pesar de que desde la antigüedad se usaron de forma terapéutica la mayoría de las sustancias actualmente calificadas como drogas, la prohibición provocó que durante más de 50 años la investigación con estas sustancias estuviera detenida en la práctica, por lo que a día de hoy no se conoce tanto como nos gustaría los efectos terapéuticos aplicables a los pacientes de distintas patologías.

El reconocimiento textual que hacía Miguel Casas al cannabis no es menor, tratándose de quien se trata y teniendo en cuenta el habitual sesgo prohibicionista en los profesionales de la “patología dual”; su presidente lo dejaba meridianamente claro con sus palabras: El cannabis tiene entre 60 y 200 sustancias y sólo conocemos cuatro, al igual que del tabaco o de la coca. El opio ha sido el medicamento de la humanidad y se ha prohibido durante 50 años investigar sobre el efecto que tiene. Esto lo tiene que hacer la industria farmacéutica, pero existe un miedo a plantear esta investigación, que es muy cara, porque hay una parte religiosa y semi-política en toda ella

Levantar el dedo para señalar los miedos de todo un colectivo como el sanitario y apuntar a cuestiones políticas y religiosas, es no tener miedo a decir las verdades. Hace unos días
exponíamos el caso de un niño convulsionando que cesaba de convulsionar y volvía a estar “normal” en unos segundos tras la aplicación de un extracto de cannabis en la planta de los pies. Lo contamos porque si bien es conocido el poder del cannabis para detener las convulsiones, no lo es que la vía de administración pudiera ser esa con las ventajas que presenta, tanto para el paciente como para sus cuidadores.

No es apunte ocioso, ya que señala directamente situaciones en las que un daño orgánico (en ese caso por las convulsiones) y el daño subjetivo o sufrimiento podía estar siendo paliado de forma efectiva por una sustancia cuyo único pecado es haber sido prohibida y no estudiada, como señala Miguel Casas, por razones políticas y religiosas. Eso que es claro para este tipo de pacientes, parece que se irá viendo como una evidencia en el futuro de otras patologías.

Es muy posible que en la medida en que se siga avanzando en el conocimiento de estas sustancias, y de las puertas que nos abren al posibilitarnos conocer los sistemas subyacentes que se ven afectados por su funcionamiento, abra puertas en campos tan poco esperados como el control del apetito, no sólo para pacientes que tienen problema a la hora de comer por falta de hambre como ocurre en varias patologías en las que la planta de cannabis -en sí misma- resulta efectiva: también en sentido contrario, o para eliminar un apetito excesivo que pueda llevar a un sobrepeso u obesidad. Sí, a pesar de que a todos (nosotros los fumetas) la idea nos puede resultar chocante, no lo es para el ojo de la ciencia que bien sabe que aquel interruptor que provoca un aumento de una función, también puede ser “tocado” para producir una disminución de la misma, y que por lo tanto los mecanismos subyacentes en el aumento del apetito con el cannabis abrirán la puerta a fármacos mucho más precisos, con menos efectos secundarios.

Hoy por hoy la investigación reabre la senda de lo que le estuvo vetado durante años, de forma injusta y causando daño a la población. Cuando esos caminos estén bien desbrozados, no nos extrañaría ver al cannabis como protagonista en la cura de las distintas manifestaciones psicóticas o de otros procesos en salud mental, pero tampoco como estrella farmacológica para conseguir ese tipo deseado de cara a la “operación bikini”. 

Las posibilidades son inmensas, y en este campo veremos un importante avance de los usos posibles del cannabis como planta, también, gracias a las variedades CBD que se están sacando al mercado: colocar “no colocan” tanto, pero funcionan terapéuticamente de maravilla y es lo buscado en este caso.

Y es que cuando se abren las puertas del conocimiento, todo puede ser posible con el cannabis: de enemigo a aliado de la salud mental. 


Texto publicado en Cannabis.es originalmente.