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miércoles, 18 de junio de 2008

Ayahuasca. La poción patrimonio cultural de Brasil.

Antes de tirarme a la piscina, voy a frenar un poco y a recordarme a mi mismo que este lugar sigue teniendo la intención de servir de divulgación de conocimientos veraces sobre diversos temas, en especial aquellos que tienen que ver con manifestaciones de la conciencia humana y sus herramientas.

A veces olvido que mucha de la gente que llega aquí, llega buscando información bastante básica, y que si quiero que la utilidad de este lugar llegue a todos los que vienen, la información a veces debe de partir de lo más básico (cosa que se nos olvida cuando nos ponemos a comentar entre amigos más o menos conocedores de estos temas).

Así que esta vez, empezaré despacito, y haciéndome a la idea de que quien puede leer esto, no tiene porque saber nada de lo que yo pueda dar por supuesto. A ver que tal.

Ya el título de la entrada puede resultar algo extraño, desde el nombre de la ayahuasca a que una bebida sea "cultural". Espero que a nadie le queden dudas tras un poco de lectura.

¿Qué es la ayahuasca?

Pues la ayahuasca es una poción. Un cocimiento, una especie de infusión, una bebida preparada con plantas.
Esta poción es una bebida que produce importantes efectos en la psique humana, y también su consumo prolongado parece tener repercusiones físicas positivas en muchos casos.

La bebida o preparado, es originario de la cuenca del Amazonas, donde hace milenios se comenzó a utilizar por los habitantes de aquellos parajes, y donde hoy se sigue utilizando.

Sus efectos son los de un enteógeno (alucinógeno, coloquial pero incorrecto), que algunas personas toman, bien dentro de un marco ritual o de forma individual, con diversos fines que pueden abarcar desde la curación de una enfermedad a la generación de experiencias espirituales de alta intensidad.

Si bien durante siglos este preparado estuvo restringido a los pueblos amazónicos y a otros que podían conocer y disponer de las plantas necesarias (pues son al menos dos).

El nombre, ayahuasca, se traduce como soga o liana de los muertos o los espiritus, aludiendo tanto a la forma de una de las dos plantas -la liana trepadora Banisteriopsis Caapi- y al efecto psíquico de la experiencia (tal y como la entendían sus primeros usuarios).

El nombre es una metonimia en la que hay una relación todo-parte, ya que es la liana la que da el nombre final a la poción, pero no es la que tiene los efectos psíquicos propiamente dichos.
La liana, contiene alcaloides como la harmina o la harmalina, que son inhibidores de la enzima Mono-Amino-Oxidasa (IMAO's), encargada de desactivar ciertos compuestos químicos en nuestro cuerpo y regular el nivel de otros, como algunos de los neurotransmisores más comunes, con un grupo amino en su estructura química.
La liana aporta la llave que permite a otro compuesto, que no es activo por vía oral, desplegar sus efectos en la mente humana.

Este otro compuesto es la DMT o dimetiltriptamina, una sustancia que fue sintetizada allá por los años 30 y se creyó que no existía en el mundo vegetal hasta que se fue encontrando en cientos de especies de plantas y en algunos animales, incluido el ser humano.
Este compuesto se añade a la poción a través de alguna planta que lo contenga, como podría ser la chacruna -Psychotria Viridis- u otras según la disponibilidad de las mismas.

Si bien estos son los dos componentes básicos de la ayahuasca, no son excluyentes, y existen muchos otros vegetales con actividad psíquica que son agregados a la poción, aportando sus efectos a la experiencia.

El químico Jonathan Ott, considera que la ayahuasca, por su mecanismo de acción tan avanzado es uno de los mayores descubrimientos de los pueblos indígenas: encontrar una planta que logre, por inhibición de una enzima, hacer activa a otras que no lo son. Es desde luego impresionante un logro así en sociedades que aún hoy viven de forma similar a como vivían sus antepasados hace miles de años, y que acumula un saber farmacológico sorprendente, más teniendo en cuenta que el entorno es selvático y que existen miles y miles de especies vegetales.

Aclarado qué es la ayahuasca y cómo funciona -la complementación de dos plantas distintas- vamos a ver que pinta la cultura y Brasil en todo esto.
Al estar situada la fuente original de esta bebida en la cuenca amazónica, mayoritariamente perteneciente a Brasil, es este el país donde existe un mayor consumo de esta bebida enteógena.

En Brasil se han ido desarrollando grupos de tipo religioso, que han adoptado como sacramento la ayahuasca. Eso no ha planteado ningún problema, incluso al contrario, ya que tras 18 años de estudios el gobierno brasileño decidió levantar cualquier tipo de prohibición sobre el consumo de ayahuasca, en vista de los efectos beneficiosos para los miembros y usuarios de estas agrupaciones, como son el Santo Daimé, la Unión do Vegetal, Barquinha y algunas otras.

Algunas de ellas, son sociedades religiosas con una integración total en el espectro cotidiano del país, en las que sus ceremonias están abiertas a todos los miembros en los que se encuentran personas de todos los estratos y condición social. Otras, como la Unión do Vegetal, parecen tener un carácter algo más elitista y en ella se puede encontrar a practicantes que forman parte del gobierno del país.

La sustentación teológica de cada una de ellas es diferente, pero todas comparten ciertos valores de referencia, en especial aquellos a la cercanía, respeto y contacto con la naturaleza, y al crecimiento y mejora personal.

¿Y la cultura? Sin pensar que todo lo anterior no es ya una expresión y un rasgo cultural, el título hace alusión a la propuesta del Ministro de Cultura de Brasil, Gilberto Gil, de proponer al Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional de Brasil la inclusión de la ayahuasca como patrimonio cultural del país, con las consecuencias que ello tendría.

Como cualquier otro bien cultural (que Brasil ha definido unos cuantos en los últimos años, que van desde ritmos musicales a expresiones de fiestas histórico-religiosas como el Cirio de Nazaré) es de imaginar que serán potenciadas las medidas de protección de ese patrimonio, estimulación de su conocimiento y arraigo como parte de la identidad común de un pueblo.

¿Qué relevancia tiene esto?
Mucha. Por primera vez en la historia, un país y su gobierno quiere reconocer un enteógeno y su consumo como señas de identidad cultural.
En un contexto mundial de guerra contra las drogas, aceptar a ese nivel que una droga que está en las listas de prohibición internacional (la DMT lo está), y que no es diferente a otras del mismo tipo, como podrían ser la LSD o los cactus con mescalina, es una patada en la barriga de una prohibición que hace tiempo dejó de buscar justificaciones racionales o científicas, para pasar a ser un "modus operandi" bajo el que se esconden los mas variopintos intereses.

Hay un gobierno que está enviando un mensaje con su acto: este enteógeno, no nos da problemas, nos ayuda, y es parte de nuestra cultura. Nos hace bien.

Fuera de Brasil, algunas de esas iglesias como el Santo Daimé han salido y tienen cierta presencia en otros países, entre ellos España, Reino Unido o USA.
De hecho el gobierno usano -el esquizoide creador de una guerra contra la libertad del individuo- tuvo que reconocer hace un par de año el derecho a los miembros de estas agrupaciones religiosas en su país, el derecho a acceder y consumir ayahuasca como sacramento de su manifestación religiosa, del mismo modo que lo hizo con el peyote y la mescalina para los miembros de las iglesias peyoteras de nativos americanos.

En otro contexto, el uso de la ayahuasca como enteógeno se ha expandido.
No sé si ese hecho responde a cuestiones de disponibilidad o a propiedades específicas, pero ha entrado en los círculos de investigación psicológica, como una herramienta de autoconocimiento, o como herramienta para tratar otras problemáticas que curiosamente incluyen el uso de drogas adictivas y destructivas en el mal uso que muchos les dan.

Hay en marcha interesantes investigaciones sobre la ayahuasca a varios niveles, desde el puramente farmacológico, al trabajo de campo con adictos. El primer estudio sobre sus propiedades farmacológicas y el consumo en contexto occidental lo llevo a cabo el farmacólogo Jordi Riba, y puede ser consultado en MAPS.
Otro de esos estudios relacionados con su consumo en contextos urbanos (como es el que se da en esas agrupaciones religiosas basadas en el uso de ayahuasca) lo publicó Manuel Villaescusa, psicólogo especializado en el uso de dicha poción, en el año 2006. Puede descargarse y leerse aquí.

Cabe recordar que si bien la ayahuasca, como otros enteógenos y drogas, pueden resultar de utilidad para ciertas personas en ciertos contextos, no quiere decir que sean una panacea.
Las experiencias que afectan de forma intensa al "yo" no son bien toleradas por todos y pueden ser peligrosas para algunas personas con ciertos desordenes mentales, para las que de momento no resulta aconsejable acceder a estas experiencias que les pueden causar más mal que bien.

Los grupos responsables que usan esta "medicina, sacramento, o simplemente enteógeno" suelen contar con filtros que evitan que accedan las personas a quien les puede dañar la experiencia. En nuestro contexto occidental, la figura que debe dirigir estas experiencias y guiarlas, así como prevenir que en ellas participen potenciales afectados, es la del psicólogo, psicoterapéuta o psiquiatra. Y no cualquiera, sino sólo aquel que haya tenido formación al respecto, lo que implica haber pasado la experiencia en muchas ocasiones.

Como todo lo que a veces rodea a lo exótico, lo que viene de lejos, las medicinas mágicas y los remedios secretos, hay quien hace un uso incorrecto de ellos y particularmente centrado en obtener dinero de esas sesiones.
Como con cualquier instrumento de gran potencia, lo que se puede esperar de su uso en manos de un imprudente, es un desastre peligroso.

A este panorama no ayuda la situación de prohibición que se mantiene sobre las sustancias psicoactivas, y que favorece el secretismo y el acceso de cualquiera siempre y cuando pueda pagar a algún autoproclamado chamán. Por mucho que impresione la palabra (chamán) a ciertas personas, los conocimientos de estos tienen su ámbito de aplicación en la cultura que los ha generado. La "magía", las fuerzas de la naturaleza que explican los fenómenos que perciben los integrantes de una tribu amazónica, y esos enfoques con una cierta carga romántica, no tienen demasiado lugar en la mente y construcción de la realidad de un occidental -y son totalmente válidos para el indígena-.

Seguro que la imagen de un psicólogo de corte analista clásico, con su diván, tumbando en él a un indio con la cara pintada, la carcasa con flechas y los adornos propios de su grupo, preguntándole sobre como se desarrolló su infancia, la relación con su padre y su madre o sus pulsiones sexuales, nos parecería a todos ridícula y risible. Con toda razón, eso le es ajeno.

De la misma forma deberíamos contemplar, la exportación de contextos que no son significativos para nuestras vivencias como occidentales, por muy bonitos que nos puedan parecer.

Haber dado el paso de aceptar un enteógeno como parte de la cultura de un país (no sólo de la cultura indígena) es un paso valiente, que de ser bien llevado e imitado con las correspondencias adecuadas, puede y ayudará a situar el acceso a las experiencias útiles con enteógenos en el marco del ser humano occidental en la búsqueda de su propia espiritualidad o autoconocimiento.

P.S: Esperemos que esta vez, Gilberto Gil tenga más éxito que cuando ha pedido la legalización del consumo de cannabis. Es de esperar que así sea.

miércoles, 30 de abril de 2008

Muere Albert Hofmann

El químico suizo, padre de la LSD y de otros compuestos de muy diversa clase, como la psilocibina o la reserpina, ha fallecido ayer a la edad de 102 años en su casa, a las 9 de la mañana, víctima de un ataque al corazón.

La persona que con sus ojos y sus manos, abrió los ojos y las manos de muchas, muchísimas personas, y aún hoy día eso sigue siendo así, nos ha dejado... con una importante tarea por delante.

Tras sobrevivir a su esposa, a su hermano y a varios hijos, al final ha tomado el último viaje.
Y el mundo algún día tendrá que sentir la vergüenza de no haber reconocido la valía de semejante ser y sus aportaciones. Ya no el premio Nobel, lo que el brindó a la humanidad no tiene precio ni pago posible... excepto la gratitud de millones de personas.

Que cada cual le rinda su personal tributo, los que fueron agraciados por su hijo problemático.
Yo ya lo hago y ya lo haré. E intentaré recoger lo que los medios publiquen, y actualizar esta entrada.

De momento, copio unas letras de Rick Doblin, presidente de M.A.P.S.:

"Albert murió a las 9 de la mañana según la hora en Basilea de un infarto de miocardio, rápido y relativamente indoloro. Dos cuidadores estaban con él en ese momento. Las únicas personas a las que se les dijo eran las gentes de Burg, el pueblo donde residía, y Peter y los otros están sorprendidos de como la noticia de su muerte ha viajado tan rápidamente. Es la era de internet...

Albert había estado pensando de forma creciente en la muerte en estos últimos meses. Había dejado de salir de casa, donde decía que podía sentir el espíritu de Anita, su mujer, que murió el 20 de Diciembre del pasado año. No asistió al Foro Psiquedélico Mundial hace un mes, pero atendió a algunos visitantes en su casa. Hablamos por teléfono el día siguiente a la conferencia en Basilea y se sentía feliz y lleno. Había visto la renovación de la LSD en psicoterapia e investigación con sus propios ojos, como lo hizo Anita. Le dije que deseaba comentar los resultados del estudio con él dentro de un año y medio, y él se río y dijo que trataría de ayudar con la investigación donde quiera que estuviese, tanto desde este lado, como desde "el otro lado".

Ahora recae más sobre las generaciones jóvenes conseguir la transformación de la LSD en una medicina de uso legal, y más allá como herramienta para el crecimiento personal disponible para todos.

Rick"

GRACIAS DOCTOR HOFMANN!!

lunes, 30 de abril de 2007

¿Terapia con LSD? Mejor no escribas sobre ello.

Hace unos días a través de Manuel Villaescusa, que es uno de los psicólogos españoles más preparados en el uso de enteógenos y de estados modificados de conciencia, me llego una reseña de un articulo publicado en un periódico canadiense, en el que se cuenta la odisea que le toca pasar a un terapeuta de ese mismo país, cuando iba a visitar a un amigo en los EEUU.

Todo gracias a que había escrito sobre la terapia con LSD y a Google, con el añadido de las nuevas leyes usanas y de la pobre capacidad cognitiva de los agentes de la ley en ese país a la hora de aplicar las normas, y sobre todo, de detectar un peligro para la seguridad nacional.

Voy a contar lo ocurrido simplemente traduciendo el artículo.
El original se puede encontrar en http://thetyee.ca/News/2007/04/23/Feldmar/


Andrew Feldmar, un conocido psicoterapeuta de Vancouver, se acercó a la frontera en Blaine con los USA el pasado verano, como había hecho antes cientos de veces durante su carrera.
Con sus 66 años, su pelo gris, sus gafas y su barba poblada, le dan el aspecto de un maduro intelectual.

En la el puesto fronterizo, le dio su pasaporte al guardia y se relajó pensando que pronto estaría en Seattle con el amigo al que iba a visitar.

El guardia fronterizo tras coger el pasaporte, se dio la vuelta y en un ordenador escribió su nombre en Google, el conocido buscador.

El mundo del psicoterapeuta estaba a punto de dar una bizarra vuelta.

Nacido en Hungría de padres judíos en el momento en que los Nazis estaban llegando al poder, Feldmar fue ocultado a los Nazis durante el Holocausto cuando tenía sólo 3 años de edad, tras haber sido sus padres condenados a ir a Auschwitz. Milagrosamente, sus padres fueron de los pocos que pudieron salir de allí vivos y volvieron a Hungría en 1945 cuando fue liberada por el ejercito soviético.

Feldmar escapó del comunismo hungaro en 1956 cuando el tenía 16 años y emigró a Canadá.
Se casó allí hace 37 años, tiene dos hijos con su esposa Meredith, y viven en Vancouver.
Sus hijos, viven en los USA, uno en Denver y el otro en Los Angeles.

Feldmar ha viajado a los USA unas 5 o 6 veces anualmente, bien por cuestiones de trabajo o bien para ver a su familia. Ha trabajado para la ONU en Sarajevo y en Minsk con victimas de la explosión nuclear de Chernobyl.

Volviendo al presente....
El guardia al que le había dado su pasaporte le explicó que había sido apartado a una zona de controles aleatorios. El guardia parecía amable, incluso cuando tomo el pasaporte y quitó las llaves del coche de Feldmar.
Mientras el interior de su coche era registrado, Feldmar y el guardia hablaron, y el guardia le preguntó a que se dedicaba.

Cuando Feldmar le dijo que era psicólogo, el guardia escribió su nombre en el buscador de internet y pronto dio con un articulo que Feldmar había publicado sobre una ocasión en la que había tomado LSD, en Ontario y Londres, hace 40 años.
También decía en el articulo como había usado enteógenos como vía para comprenderse a si mismo y que en ciertos casos, podía ser preferible a tener que acudir al psiquiatra.

Todo pareció venirse abajo sobre Feldmar, y lo que iba a ser un día tranquilo, se convirtió de inmediato en una pesadilla.

Se le le hizo sentarse en una silla plegable y durante horas estuvo preguntándose donde iba a terminar este asunto. Miraba continuamente la hora en su reloj, pensando en que su amigo estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Seattle y el no estaría allí para recogerle.
Tres horas después se le hizo pasar a un pequeño habitáculo con una bandera de los USA, donde el guardia le explicó que bajo las leyes de Seguridad Nacional, se le denegaba la entrada en los USA debido al uso de narcóticos (¡¡daba igual que hubiera sido hace más de 30 años!!).

Feldmar intentó explicarle al guardia que la LSD no era un narcótico sino un enteógeno, pero el guardia no estaba interesado en tecnicismos.
Le pidió a Feldmar una declaración de su uso de LSD y acto seguido le tomo las huellas para la base de datos del FBI.

En ese momento, Feldmar, no creyendo que pudiera ser real que le estaban prohibiendo la entrada a los USA para siempre, consulto al guardia, el cual le dijo que podía recurrir al Departamento de Seguridad Nacional, y le dio un paquete con los formularios.

El guardia le escoltó hasta su coche y se aseguro de que diera media vuelta y volviera hacia Canadá.

Cuenta Feldmar como tras graduarse con honores en matemáticas, física y química, y haber cursado un master en psicología en Ontario, conoció a Zenon Pylyshyn que había sido uno de los primeros en experimentar junto con Abram Hoffer y Duncan Blewett, en los primeros experimentos con LSD.
Y que hacía 33 años recibió una dosis de LSD que el propio Zenon le proporcionó.
Esa fue su iniciación en el campo de los enteógenos
Tras ese viaje, había conocido y probado infinidad de sustancias que le habían permitido viajar a lugares de su mente y su ser que de otra manera nunca hubiera podido conocer.

Y estaba siendo castigado por eso, negándosele la entrada a los USA, donde residen sus hijos y varios amigos.

Feldmar no se resignó a que esto quedará así, y se negaba a que no pudiera visitar a sus hijos en sus casas.
Contactó con el cónsul de los USA en Vancouver para protestar, y se le dijo de nuevo que buscase un abogado para que le concedieran una exención.
Consultó con un abogado en Vancouver que le dijo que le costaría unos 3000 Euros, sin contar imprevistos, y que tendría un 90% de posibilidades de que se la concedieran, pero sería un permiso de un año y que cada vez que quisiera cruzar la frontera, necesitaría iniciar ese proceso de nuevo.

Cada vez que quisiera ir a visitar a sus hijos a los USA, necesitaría un documento que dijera que ya se había rehabilitado de su uso de LSD.
Pensó en demandar al gobierno de los USA, pero se dio cuenta de que eso le costaría los ahorros de toda una vida, y que la balanza estaba tan inclinada en su contra que sería casi un milagro que pudiera ganar.

De nuevo, el psicoterapeuta acudió al consulado. No se le hizo caso, ni se le devolvieron las llamadas, pero en un email, el consulado le explicaba su posición.

El email decía esto:
"Nuestros dos países tienen regulada de forma muy similar los asuntos de visados para ciudadanos que han violado la ley. El tema no es haber escrito un articulo sino el haber tomado una sustancia legalmente controlada.
Llevo años escuchando a ciudadanos americanos que tienen prohibida la entrada en Canadá y que llevan décadas sin antecedentes, y deben conseguir una exención para poder entrar.
Aplique el mismo caso aquí.
La exención es el único camino."

El simple hecho de haber tomado hace décadas una sustancia prohibida, aunque no exista ni denuncia ni ningún tipo de ficha criminal, es suficiente para ser considerado peligroso para la seguridad de los USA.
De la misma forma que se prohíbe la entrada a cualquier persona con SIDA, tuberculosis o cualquier otra enfermedad infecciosa.

Con la excusa del aumento de la vigilancia y el recorte de libertades a consecuencia de los ataques del 11-S, se ha disparado el número de personas que están trabajando en las fronteras usanas, combinando datos y métodos que hacen casi imposible entrar en el país a muchísimas personas que nada tienen que ver con ser un peligro para la seguridad nacional.
Músicos, científicos, políticos de otros países... cualquier que ideológicamente agradable a los ojos de el estado usano.

De hecho, la Unión por las Libertades Civiles en América, ha denunciado ya el uso ideológico que se hace de la conocida y restrictiva Patriot Act, de manera que se esta convirtiendo en un muro ideológico oculto tras justificaciones de seguridad nacional.

Nueve meses después de haber sido devuelto en la frontera, Andrew Fledmar sabe que su exclusión es permanente.
El proceso para conseguir una exención es agotador, muy costoso y carente de sentido. Una situación tipo David y Goliath.
Esto es devastador para la familia y amigos que el tiene en los USA.
Como dice uno de sus amigos, un profesor de Filosofía de la Universidad de Pensilvania, la idea de que él o alguno de sus trabajos pudiera herir a alguien es aberrante, y él es una víctima de la escandalosa incompetencia burocrática de los responsables implicados en este casto.

Cuando Feldmar finalmente revisa todo lo ocurrido, llega la la conclusión de que el estaba trabajando en un ambiente de seguridad y tranquilidad que caducó en el 11-S.
Su error fue realmente el haber escrito sobre sus experiencias con drogas y el haberlas puesto en la web, aunque fuera en una respetada publicación.
Feldmar reconoce que nunca se planteó el riesgo que podía suponer, compartir como otros muchos de su generación, las experiencias y el conocimiento que había adquirido gracias a estas sustancias, y compartirlo con otros.
Ahora sin embargo, advierte a sus amigos, que se lo piensen dos veces antes de escribir nada personal en internet.

Dice Feldmar:
"No hice caso del viejo dicho de los Alquimistas: Haz, arriésgate, y se silencioso.
Y la experiencia de ser tratado como un indeseable es chocante. La ausencia de amparo, lo inútil de intentar que se te vea como lo que eres y como lo que los demás saben que eres, la reducción de mi persona a un indeseable criminal fue realmente aterradora.
Me volví consciente de la fragilidad de mi identidad.

Recuerdos de haber sido el objeto de la necesidad de etiquetar pueblan mi mente.
He sido visto y etiquetado como judío, comunista, persona desplazada, como estudiante, como paciente, como hombre, húngaro, refugiado, emigrante, inmigrante... Y ahora soy visto como uno de esos usuarios de drogas, tal vez un adicto, tal vez un camello, no puedo estar seguro.
En cuestión de segundos quedé desarmado, nada de lo que dijera iba a ser tomado en serio.
Fui etiquetado, colocado, y desposeído de mis derechos. Simplemente despachado."


Poco cabe añadir a esas palabras. Pero me pregunto que pasará, cuando quieran o necesiten entrar en los USA, con todos aquellos científicos y personas que están apoyando la investigación con enteógenos, con organizaciones enteras como MAPS, o con personalidades como el químico y etnobotánico Jonathan Ott, y que en ocasiones así queda muy clara la razón por la que eligió vivir en México.
Dejo como guinda final las palabras de Manuel Villaescusa sobre este asunto y refiriéndose a los USA: "Y el país de la libertad lo llaman...."