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domingo, 7 de enero de 2018

¿Crisis de sobredosis por opioides? Negocio para la farmacia.

Este texto fue publicado hace más de un año en el dominio Cannabis.es y esperamos q os ayude a comprender que no todos los que parecen buenos, en esta historia de los opioides en USA, lo son. A veces la abuelita ya no existe y es el lobo con su camisón pero ni el lector ni nadie se da cuenta hasta que es demasiado tarde...

Demasiadas veces, y en demasiados campos.

*.*.*

Nuevos fármacos, nuevos presos, nuevos negocios...
(Vivitrol y coleando).

Puede sonar algo fuerte -entrar con la pierna por delante y a la rodilla- este título por el que he optado para encabezar este texto, que será desagradablemente veraz, pero necesario. Todos los esfuerzos que se puedan hacer para alertar a la población de cómo se les está mintiendo y usando -en las peores formas de entender dicha palabra- para ser simplemente “ganado al que ordeñar económicamente”, son pocos a estas alturas.


 La farmacia como enemigo público de primer orden
Desde esta web hemos denunciado -una y otra vez- lo que la  BIG PHARMA hace y es: esos tipos -con mucho dinero y ningún escrúpulo- que prefieren ver morir a hombre, mujeres y niños por millones en beneficios, antes que bajar sus precios. Si no les das dinero, no les interesa tu bienestar: no seas tonto y creas que trabajan por tu salud, ya que no es así.
Ante este panorama, en el que el enfermo (y también el no-enfermo) es el objetivo de la voracidad farmacéutica -en su faceta de negocio que mueve muchos millones- debemos empezar a formarnos en áreas que antes considerábamos restringidas a médicos y farmacéuticos: nuestra salud y sus remedios. Evidentemente, no se puede esperar que todo el mundo esté capacitado para saber que la “viagra femenina” es un absoluto timo y un peligro para la salud de quien la usa, o que los fármacos que le estamos dando a los niños con la excusa de la gran enfermedad “creada e inventada para las masas” del TDAH, son exactamente los mismos por los que metemos en la cárcel a adultos que los utilizan -también de forma correcta, pero además, de forma libre y consciente- y que las nuevas grandes salvadoras contra la "epidemia de opioides" que nos llegan de manos de las farmacéuticas son la naloxona y la naltrexona (también la buprenorfina pero de otra forma y ya se han dado cuenta del timo económicoy que en realidad son dos viejas conocidas, que no traen ninguna cosa , pero “las están peinando” para que sean presentadas masivamente como un recurso necesario, en un volumen tan disparatado como el de los opioides. Han logrado una ciudadanía con 2 millones de adictos (sólo en USA) y una población reclusa -hasta en cárceles privadas- que está enganchada a los opiáceos en un histórico récord del 15% de los reclusos. Genios.
Olé. Lo han clavado estos narcos legales de la BIG PHARMA a la hora de conseguir tener una clientela rehén, y con la bendición de los poderes del estado, a quienes compran de la misma forma que -por ejemplo- Boiron ha comprado una cátedra de homeopatía en una facultad de Medicina, para darse brillo y lustro mientras dicha facultad ha prostituido su metafórico ojete por pasta, simple y llanamente. Es todo culpa del papel moneda, que engrasa que te cagas...
¿Qué más puedo decir? Si son los mejores hay que reconocerlo, y punto.
Primero han enganchado a una buena tajada de la población (transversal, de jóvenes a ancianas) a tomar drogas de alta potencia narcótica (y por lo tanto, ADICTIVA) como la morfina, el fentanilo y otras similares, asegurándose así la clientela; si era moralmente correcto, como veréis, es algo que no importa en esta historia. Posteriormente, cuando esa criminal acción ha empezado a rendir muertos -que no eran “yonquis” sino población común- se han llevado las manos a la cabeza e incluso han susurrado un cierto “mea culpa” pero era sólo fachada: estaban preparando la segunda fase. Comprobaron que se les empezaban a matar los clientes, algunos quedándose dormidos mientras iban conduciendo y otros en casita, cuando no se lo esperaban (porque a diferencia de estos usuarios nuevos, los viejos usuarios de drogas saben lo que hacen en mayor grado que estos nuevos “enganchados por la farmacia”) así que dijeron que tal vez se les había ido la mano con las prescripciones y con el “estímulo que habían imprimido al mercado”, pero que estaban trabajando en una rápida solución.
Cabe recordar que “solución”, para la industria farmacéutica de la época, fue lanzar la heroína como un fármaco no-adictivo y que, además, era capaz de hacer perder todo el interés por la morfina a los morfinómanos. ¿No hace falta que explique lo que pasó, verdad?
Estimulando el mercado, como eufemismo de “vamos a usaros como a ganado hasta que os exprimamos en vida, de niños a ancianos”, y funciona. En USA y Canadá se lo creen todo, y no es extraño ya que los medios de comunicación que dibujan su realidad, pertenecen todos a los mismos bolsillos que invierten en esos pelotazos “farmacéuticos”, con nivel del escándalo moral, pero que se olvidan pronto de la memoria colectiva. Los ciudadanos no pueden saber lo qué pasa, porque el mismo que les está robando es quién les hace de guía, en un entorno en el que han sido -previamente- privados de conocimientos que les permitan darse cuenta de lo que está sufren y lo que le están haciendo... a sus hijos, hermanos, padres, abuelos... a todos.
Y vamos con “la solución”  AKA remedio mágico: la naltrexona. Un fármaco de los años 70 y que se lleva usando décadas, y es de todo menos nuevo. Naltrexona, además de la naloxona que llevan promocionando años ya. ¿Por qué? Como todo: porque da dinero. Ahora mismo tanto naloxona, como naltrexona -la nueva invitada, que no es tan nueva- son fármacos de abuso: el abuso que comete la BIG PHARMA al aumentar cientos de veces sus precios, si motivo alguno, salvo el interés económico.
Por supuesto, la solución -que no lo es en realidad- representa ingresos desmedidos para la industria farmacéutica, y esta vez lo hacen mediante el asalto a las arcas públicas, vendiéndole a los estados ingentes cantidades de los antagonistas opioides a precios que superan con creces el mayor de los márgenes del narcotráfico en las drogas clásicas.
Ellos lo bordan, mirad: “No solo para los médicos: la droga antídoto para las sobredosis de opioides -naloxona- está siendo lanzada a las masasAsí de claro calificaba -la revista de temas médicos- STAT el asunto de la naloxona, dándonos datos como que en la última década el uso de naloxona (la demanda de la misma) se ha multiplicado por 4, sin contar el actual momento con el pico que se está viviendo en la adquisición de este recurso. En Ohio incluso están animando a los ciudadanos a que lleven naloxona encima -para tratar posibles sobredosis que encuentren en su quehacer- y en Carolina del Norte y Pensilvania, se ha emitido una orden por la que la naloxona se puede adquirir libremente en farmacias. También en Carolina del Norte y Nuevo México se está dando naloxona a todos los presos que salen de prisión, ya que las sobredosis en ellos son desgraciadamente frecuentes y en especial en las primeras 48 horas tras su salida de prisión.
Desde el lobby de la BIG PHARMA se desea “penetrar presupuestariamente” y de forma completa a la policía, pero ahora el objetivo se ha ampliado y apuntan a otros profesionales como pueden ser el personal de los aparcamientos, guardias de seguridad y otros miembros relevantes de las comunidades. Naloxona y cursos de entrenamiento, que vienen de mano de la misma industria que fabrica la sustancia, la misma que cobra a cargo de los presupuestos generales salidos del bolsillo de todos, y la misma que ha creado un problema que ellos mismos califican de “epidémico” y que ahora requiere de una solución que -oh, casualidad- nos trae la BIG PHARMA.
¿Pero de verdad que a nadie más le suena sospechoso todo esto?
El último gran asalto al bolsillo ha comenzado con la “nueva” medicación -vendida como panacea- para un sistema penitenciario saturado y que, como ya hemos dicho, es la naltrexona de toda la vida y no es una mágica solución. Lanaltrexona, es un antagonista opioide que bloquea los receptores, haciendo que el consumo de opioides resulte inútil, y no causan efecto alguno en la persona. En nuestro país se ha usado y se usa para los tratamientos “libres de drogas” en los que resulta preferible, para el paciente, saber que aunque consuma no va a conseguir efecto alguno. Se puede comprar en la farmacia “casi sin receta”. Digo casi porque en teoría no te pueden dar nada sin ella, pero al no tener efecto alguno psicoactivo (o tenerle incluso negativo) ni posibilidad de abuso, la dan. Yo obtuve una caja llena de botellas de dicho fármaco por menos de 80 euros. La naltrexona es barata y accesible; siempre lo ha sido. Y se consume por vía oral (la naloxona no es activa por vía oral y para ello se usa naltrexona, aunque es la naloxona el antagonista usado en sobredosis vía inyección o nebulizador nasal). Ahora, la industria farmacéutica ha obrado su magia y, de una molécula que no les daba prácticamente ningún beneficio (como les ocurría con la naloxona), han creado “nuevas presentaciones” que les permiten cobrar LO-QUE-LES-SALGA-DEL-HUEVO por viejas sustancias; la patente ya no sólo es el compuesto y su química, y con ese enfoque juegan. En este caso, han creado una inyección intramuscular profunda -una aguja larga de cojones y ya- que te deja el cuerpo (vía culito y pinchazo) impregnado de naltrexona durante un mes, haciendo inútil consumir heroína, fentanilo o  morfina. Eso sí, otras drogas como la cocaína  y los  barbitúricos o el  alcohol  y la  anfetamina, te seguirán haciendo efecto. Si lo que quieres es “drogarte” lo harás, aunque no sean con una en concreto.
Naltrexona y similares sólo sirven para los opiáceos y opioides, pero tiene un gran “público potencial”: los presos que salen de las cárceles a quienes se les ha comenzado a facilitar un par de chutes de naloxona, por si tienen ese mismo día una sobredosis (algo tremendamente normal a día de hoy ya que salen como saldría un toro encerrado y sin tolerancia porque no han tomado opiáceos en meses y, entre las ganas y el mayor efecto con menor cantidad, suelen irse para el otro barrio). Con la naltrexona -y su duración “reformulada” de un mes y por el injustificable precio (robo) de 1000 dólares, ahora podrán tener un bloqueo para opioides de más duración, que una vez inyectado la persona no podrá hacer nada para revertirlo.
Yo, como usuario de opiáceos y opioides, agradezco la existencia de algo que me puede salvar la vida. Pero no puedo evitar preguntarme si realmente el número de consumidores justifica tan salvaje aumento de dispensación de estos fármacos. A pesar de esas leyes para que cualquier ciudadano y sin explicación pueda comprar estos fármacos, creo -como usuario- que nos iría mejor si reformasen las leyes que convierten en un acto criminal el uso de drogas (en España es un derecho, aunque limitado en el espacio público) y que eso acabase con el mercado negro... de una santa vez.
Y aunque suene conspiratorio, tengo que rendirme al final ante la evidencia: mercado negro y farmacia se complementan y se necesitan para justificar muchas de sus acciones. Llevo mucho tiempo preguntándome cómo pudo llegar la W-18 a la calle, o con los nuevos muertos en Canadá, quién sintetizó carfentanil con el peligro que eso supone. Y siempre me viene la BIG PHARMA a la cabeza (son los que pueden, eso no se hace en un garaje con 4 matraces) que es la que al final sale siempre ganando. Es muy arriesgado decir que ellos los sintetizaron y lo pusieron en el mercado, para aumentar la histeria con la epidemia de opioides y el número de muertos, así que lo dejo en una “ida de pelota mía” pública (pero ahí queda).
Ahora, cuando veo que les van a vender naltrexona a 1000 dólares por inyección -bajo el nombre de “Vivitrol”- vuelvo a pensar por dentro: “¡¡joder, qué putos genios!!” ¿Qué narco es capaz de conseguir eso y que, además, se lo vaya a pagar el estado y a presentarle ante todos como un salvador de la sociedad y las drogas? No excluyo que le den la medalla del congreso de los USA o algo así, sobre todo si hacen donaciones como los fabricantes de fentanilo allí. Esto de la  BIG PHARMA es nivelón a la hora de prepararla gorda, y no lo de Pablo Escobar o El Chapo Guzmán.
Han construido una cárcel alrededor de toda una sociedad, que asiste incrédula a la violación de sus propios derechos elementales, sin llegar a ser conscientes de lo que está sucediendo, ni de quién es el agresor y quién es la víctima.
Volviendo al título de este texto, habrá que repensar con quién nos estamos jugando la salud.



miércoles, 23 de julio de 2014

La cara oculta de la farmacia: el negocio de la salud

Este texto fue publicado por la Revista Yerba en Junio de 2014.


La cara oculta de la farmacia: el negocio de la salud.


Desde el principio de la existencia -del hombre como especie- hemos contado con remedios que utilizábamos para tratar nuestras dolencias y ayudarnos en el quehacer diario, en principio siempre atendiendo a lo que teníamos en nuestro entorno en flora y fauna. Al igual que otras especies, hemos usado las plantas que recolectábamos y los animales que cazábamos -e incluso los minerales de nuestra tierra- no sólo para alimentarse sino también para hacer frente a la enfermedad y a sus síntomas físicos y psíquicos.




Tal vez resulta difícil para el ser humano actual entender de la misma forma lo que era la enfermedad para el hombre de hace unos miles o cientos de años, pero ese concepto ha sido distinto en las distintas culturas y en los distintos momentos de la historia. Muchas de las patologías que hoy reconocemos y tenemos descritas se entendían como parte del proceso normal de envejecimiento y decadencia de la persona, que hace un par de miles de año tenía como expectativa de vida algo cercano a los 40 años de edad (la mitad de nuestra actual expectativa).

A pesar de las diferencias entre las distintas culturas, tenemos cuestiones que nos son comunes como especie y en todos los lugares el ser humano ha buscado por ejemplo no sufrir dolor o tener herramientas para poder tratarlo, siendo por esa razón plantas como la adormidera valoradas en todo el planeta. Hacia el tercer milenio antes de Cristo se empiezan a sistematizar grupalmente los conocimientos referentes a la medicina y a los remedios usados, y al mismo tiempo en Mesopotamia empezamos a encontrar los primeros casos documentados en que se emplea a humanos para experimentar con los remedios y las dosis antes de usarlos en pacientes. Está claro que los humanos con los que se experimentaba, no se consideraban ni humanos en ciertos aspectos porque eran esclavos, por lo que sus vidas pertenecían a sus dueños.

Es el principio del desarrollo de una farmacia incipiente en que el que se tratan las dolencias de acuerdo con unos síntomas y unos remedios considerados oportunos por quienes ejercían esas labores, que son distintos personajes en las distintas culturas que tenían acceso a los conocimientos escasos que existían -comparados con hoy día- de medicina y de farmacia, junto con un carácter sagrado o chamánico en algunas zonas, en parte dado el origen mágico que tenía en muchas ocasiones la enfermedad. A nosotros hoy día nos puede resultar motivo de chanza, pero a quien sufría una dolencia en aquella época, esas creencias manejadas apropiadamente por el brujo, curandero, chamán o médico (elija el lector la etiqueta) eran las herramientas con las que se contaba para luchar contra la enfermedad, en muchas ocasiones por falta de otras opciones a usar.




En esa farmacia incipiente se entremezclan remedios de todo tipo, desde los que provienen de la botánica como rama que va experimentando con las plantas, a los que usan animales por razones de supuesta utilidad de ciertos órganos (como la medicina tradicional china) pero también a otros remedios -ya sean vegetales o animales- en los que la base de su función como remedios sobre las dolencias que aquejaban al hombre no se basaban en algún tipo de evidencia (como el hecho de que al tomar una planta el dolor desaparezca) sino en el pensamiento mágico.


¿Qué es exactamente el pensamiento mágico y qué tiene que ver con la farmacia actual?

El pensamiento mágico es un pensamiento que difiere del lógico -con el que razonamos de forma consensuada- y basado en hechos no verificables. El pensamiento mágico es, por ejemplo la superstición, la creencia en dios, o pensar que por comerte los testículos de un tigre vas a follar como si fueras un actor de película porno.

El pensamiento mágico está en el origen del ser humano como grupo y en su desarrollo y muchos postulan que sin él, no hubiéramos podido evolucionar a otros modelos más funcionales de pensamiento y que fue imprescindible para nuestra supervivencia como especie. Es cierto que tras muchas supersticiones existen causas lógicas pero simplemente desconocidas, aunque tras otras no existe más que la invención o la explicación humana de un hecho que le supera, y es por eso que parte de dichas supersticiones pudieron tener un papel esencial para la supervivencia humana cuando no existían medios que explicasen de forma satisfactoria nuestro mundo.




En la farmacia el pensamiento mágico estuvo presente desde los inicios y discurrieron juntos durante muchos siglos. Algunas de las ideas de aquel pensamiento, aún sobreviven entre nosotros. 

Por ejemplo había frutos que se recetaban para un órgano por la similitud con el mismo (como la nuez con el corazón) y cuya creencia se mantiene. 

A día de hoy es posible encontrar en varias zonas del planeta animales disecados como los puerco-espines que son usados para combatir el 'mal de ojo' y que son vendidos en las “farmacias” que usa la población. Y si existe un mercado de los mismos es porque hay una demanda y consumo de dicho bien: se usan y la gente paga por ellos como remedio ante un mal que les aqueja, funcionen o no según nuestra ciencia y creencias.





Seguramente con nuestra mentalidad occidental nos resultará cuanto menos pintoresco pensar que se usan puerco-espines disecados para combatir algo que ni siquiera creamos que existe, aunque es esta misma mentalidad la que -con el mismo patrón del pensamiento mágico antes referido- sostiene, estimula y usa los mal llamados remedios homeopáticos: ni remedian ni curan nada. 


El salto al método científico de la farmacia: el paso a la era moderna e industrialización.

Con el desarrollo de la química y el despegue en el conocimiento más exhaustivo del medio natural y de la materia se llega a la extracción del principio activo por primera vez en la historia con el aislamiento y venta de la morfina del opio -a principio del Siglo XIX- por Friedrich W.A. Sertüner, que era un ayudante de farmacia o botica. Dicho descubrimiento y el carácter alcalino del compuesto permitieron formular años después, por primera vez en la historia, el concepto de alcaloide, y este hecho está intrínsecamente vinculado al desarrollo de ciertas prácticas, buenas y malas, por parte de la farmacia en su nacimiento como industria.

No fue casualidad que el primer alcaloide aislado fuera la morfina, ya que el opio en todas sus formas había sido usado por todos los grupos humanos que lo habían conocido, y ya existían preparados como el láudano que eran disoluciones de opio en alcohol que debían ser administradas con cuidado por la potencia de las mismas. Pero el extraer y purificar el principio activo era un salto cualitativo de consecuencias imprevisibles.




Aunque las propiedades adictivas del opio eran de sobra conocidas, no resultaban por lo general un problema de salud más que en esporádicos casos de abuso que se resolvían en un mayor consumo de opio en la botica o en el cultivador y proveedor correspondiente, ya que no estaba sujeto a ningún tipo de control o fiscalización en aquel momento en Europa. Pero el uso del alcaloide puro inauguró un tipo de abuso distinto, mucho más intenso y de problemas que no se conocían.

Los mecanismos de la adicción eran desconocidos en aquel momento y coincidió históricamente con el lanzamiento de la jeringuilla para la administración de sustancias, que era percibida como “un adelanto científico” y por lo tanto más seguro y selecto dentro de la medicina y farmacia. Y esta convergencia de factores nos lleva al primer gran fiasco de la farmacia como industria sobre la población consumidora de sus productos.



El primer escándalo de la era moderna: el caso de la morfina y la heroína de Bayer.


La morfina había convertido en lugares de paz los hospitales de guerra, pero con el coste de una adicción al fármaco que se conocía como “el mal del soldado” y que era lo que conocemos por adicción yatrogénica o “médicamente causada por el tratamiento”.

La adicción a la morfina tenía sus propias características distintivas a otras adicciones ya existentes (como el alcohol) o posteriores (como los barbitúricos o las benzodiacepinas) pero entonces una empresa de tintes llamada Bayer saltó al mercado farmacéutico con una creación que aseguraban que tenía grandes propiedades como “hacer desaparecer todo rastro de interés de los morfinómanos por dicha sustancia” y sobre todo, carecer de propiedades adictivas.
La nueva sustancia que Bayer lanzaba al mercado prometía no causar adicción y ser un remedio para la adicción de otras sustancias.


Puede parecer de broma esta publicidad, pero no lo es.
Es la original de la casa Bayer vendiendo heroína.
Los textos en los bocadillos de los personajes 
si son una broma... o no.


Esa fue la promoción que la nueva industria farmacéutica hizo de su nueva droga: la heroína.
Bayer se hizo un gigante farmacéutico desde ese momento y gracias a dicha sustancia. Hoy no hace falta ya explicar que la heroína es una droga tan adictiva como la morfina y que si era capaz de hacerles perder el interés a los morfinómanos, es porque resultaba mucho más placentera al uso y porque ocupaba los mismos receptores dentro del cuerpo humano.

Tras el escándalo y la vergüenza de ver que habían creado una sustancia adictiva que vendían incluso en jarabes para la tos de niños, la Bayer fue variando la promoción y empezó a centrarse en el otro fármaco sintetizado a la vez que la heroína, y el que no causaba adicción aunque no poseía las propiedades heroicas de su primo: era el ácido acetilsalicílico, de nombre comercial “Aspirina”.



A día de hoy las muertes al año en USA por Aspirina superan en más de 10 veces a las producidas por la heroína.



La homeopatía o la venta -como remedio- de agua con azúcar.


A finales del siglo XVIII y principios del XIX una especie de químico, farmacéutico y médico (lo que se pudiera entender por ello) crea una nueva rama dentro de la farmacopea basada en un principio que carece de validez -y es un ejemplo del pensamiento mágico- cuyo nombre en latín es “similia similibus curantur” y que quiere decir en castellano que “lo semejante cura a lo semejante”.
Dicho de otra forma: si tomar un producto causa un síntoma, ese mismo producto servirá para tratar las enfermedades que también provoquen dicho síntoma. ¿En qué se basó? En nada real: se lo inventó.

Este personaje creó el negocio perfecto y lo perfeccionó al afirmar que no sólo la homeopatía era una técnica correcta, sino que sus productos ejercían más y mejor efecto cuanto más diluidos estuvieran en agua. Eso contradice todo principio lógico a la hora de aplicar un fármaco, y llega a hacerlo en tal grado que muchas de los preparados homeopáticos que se venden en las farmacias muchas veces es imposible (dado el número y dosis usadas en las diluciones) que contenga ni un solo átomo de la sustancia que dice representar.
No sólo falla en su fundamentación metodológica (el principio de similaridad) sino también en lo que la ciencia nos ha ido mostrando, por eso sus partidarios -principalmente los laboratorios- impulsaron la “teoría de la memoria del agua”.

Con dicha teoría los homeópatas explican (inventan) el mecanismo de actuación de sus remedios, argumentando que el agua, el agua común que hay en el grifo y en la lluvia, tiene memoria.

Una verdad impepinable.


Para ellos el agua tiene memoria y se activa al diluir los productos sucesivamente hasta que no hace falta que exista el producto, sólo el agua con su “inventada memoria”. Y una vez que han hecho tantas diluciones del producto como para que fuera el que fuera no tenga ningún tipo de efecto sobre el cuerpo humano, añaden una gota de dicha agua con memoria a una perlita de azúcar, que al final es el producto que te venden en la farmacia: azúcar en perlitas con una gota de una disolución que no tiene ningún principio activo ni son distinguibles unos remedios de otros mediante la ciencia conocida.

Los remedios homeopáticos no funcionan, ni tienen efecto alguno, positivo o negativo, más allá de los que se produzcan en la mente de quien cree que al tomar una píldora de azúcar consigue un efecto terapéutico contra una enfermedad. Pero ese hecho de que no hacen nada, y de que no pueden causar daño, son lo que ha hecho que puedan ser vendidos a precio de medicina sin ningún tipo de receta médica porque no entrañan ningún riesgo ni ningún beneficio.

El mercado de los productos homeopáticos es uno de los de mayor expansión para la farma-industria, con una estimación global anual de unos 50.000 millones de Euros en ventas, de momento muy superiores a lo que la industria puede obtener del cannabis medicinal (en cuanto a beneficios económicos).

Esos dos, casos opuestos en cierta forma -el de la “sustancia sin peligro” llamada heroína y el de las “sustancias sin efecto” de la homeopatía- esbozan una industria farmacéutica que parece guiada por lo que el resto de las industrias: las cuentas de beneficios económicos. No parece haber lugar para valorar dentro de su comportamiento los resultados que sus acciones provocan sobre la población ni el aspecto ético y moral de las mismas como puede ser el hecho de vender algo que se sabe que no contiene nada ni tiene utilidad.

No queda ahí la cosa. La industria farmacéutica en alianza con otros grupos ha estimulado en los últimos años la recolocación de medicamentos que habían perdido su función y habían quedado sin patologías a los que ser aplicados. 

También ha modificado los valores que se consideraban “normales o sanos” para ciertas variables que aparecen en los análisis (como el colesterol) consiguiendo que amplias capas de población que no consumían por no estar “enfermos” tengan que consumir porque un valor de laboratorio se ha bajado unos puntos para aumentar las ventas de un producto concreto en un país. 




Asimismo ha tomado como nuevo rehén a la población más infantil con enfermedades de diseño (sobre-diagnosticadas) como el TDAH y ha creado un nuevo nicho de mercado: niños que tienen que tomar varias pastillas al día por el trastorno de “ser revoltoso” y que pueden ser desde variantes de las anfetaminas o por el contrario fármacos adictivos para mantenerlos sedados.


¿Hasta dónde llega la farma-industria para hacer dinero?

Pues el último “logro” del sector es la creación de nuevas enfermedades. No se trata de crear nuevos patógenos (virus o bacterias) que curar, sino de definir comportamientos o estados normales del ser humano como patológicos.

El luto por un ser querido ha pasado de ser un estadio normal que todo ser ha de pasar a ser objetivo de la intervención farmacológica y médica, juntos en alianza. También el bajo deseo sexual en la mujer -se considera cuando hay menos de una cópula al mes- ha pasado a ser un “trastorno” que se puede tratar con un fármaco (testosterona) que tiene riesgos en especial para el sexo femenino, pero que dicho tratamiento no conseguía un aumento estadístico ni siquiera de 1 sola cópula más cada mes.

Testosterona para mujeres con pocas ganas de fiesta en la cama.
No servía para nada, pero seguro que hay un mercado para ella.


Debemos empezar a cambiar nuestra percepción de “la farmacia” como industria.
Como ciencia es nuestra aliada, pero como industria deja mucho que desear: con la salud no se negocia y ellos nos han tomado por rehenes.