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jueves, 18 de octubre de 2018

Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!


Ketamina... ¡¡la droga ke-ta-niiii-ma!!

Disculpen los lectores el título -poco serio, como el autor- pero desde que mi editor me pidió un texto explicando esta nueva fiebre por la ketamina como antidepresivo, no puedo evitar recordar (cada vez que escucho el nombre de la droga) el “famoso” vídeo que muchos ya conocerán y que, precisamente, hace una clara alusión a las virtudes claramente “antidepresivas” del efecto de esta curiosa sustancia. 



He aquí esa obra del yonkarreo hispano que todos pudimos ver por TV y que incluye a dos sujetos en pleno efecto “antidepresivo”.



Y ahora poniéndonos serios ya. ¿Qué pasa con la ketamina? ¿Por qué llena -ahora- páginas en los medios no especializados? ¿Qué hace una droga recreativa en la prensa sin que se escuchen insultos y barbaridades ni la saquen en 'Callejeros Yonkarreo' en la Cuatro? Pues en realidad mucho menos de lo que parece, pero es cierto que todo este movimiento trae cierta esperanza a algunos tipos de depresiones (muy concretas y poco frecuentes).

El tipo de paciente que se puede beneficiar del tratamiento con ketamina -en caso de que se llegase a instaurar de forma accesible como lo está siendo en USA- es básicamente un paciente con un tipo de depresión no-reactiva (ajena a las “causas externas”) y que no tiene mucho que ver con el tipo de estado que tiene alguien cuando entre amigos comentamos que “Menganito está deprimido desde que rompió con Almejita”. Es difícil explicar lo que es la experiencia de la depresión cuando sobrepasa lo que puede ser clínicamente leve o moderado (que ya es alto ese nivel, hablando entre nosotros), pero es un estado que no permite a la persona vivir con normalidad las experiencias de la vida y verse sometida a un sufrimiento constante -implacable- que no se alivia con nada, ni medicinas ni que te toquen 1000 millones a la lotería. Y que ese sufrimiento es algo tan físico como el propio dolor (cuando directamente no existe al mismo tiempo un dolor físico que sea ya una fuente). Nada, nada te hace sentir bien: cuando abres los ojos por la mañana sólo desearías no haberlos abierto. 

Cada día. Todos los días. Sin tregua. Sin pausas.... 
Sin algo que te alivie aunque sea unos minutos, salvo no estar inconsciente o dormidos... ¿Cogéis la idea?

Alguien que está en semejante hoyo, es el tipo de persona que puede beneficiarse de la ketamina -o de otros fármacos similares- ya que parece que la administración de este anestésico disociativo -de forma puntual- revierte esos síntomas. Y lo mejor de todo: lo hace en minutos y de forma relativamente duradera. 

Ya sé que esto es jodido de creer, pero el que quiera ver lo que siente una persona que tiene depresión resistente mientras le administran ketamina, que juzgue por sí mismo: ver a en directo la mujer describiendo los efectos en su mente resulta impresionante. Ver a la mujer decir como inicio de su explicación “me siento humana de nuevo” es la forma que tiene de describir el alivio de su sufrimiento, en este caso provocado por la infusión de ketamina y sólo han pasado 45 minutos desde que se le comenzó a administrar el fármaco a una mujer que mostraba un nivel enorme de sufrimiento.



La dosis que se usan están muy lejos de resultar peligrosas, ya que son dosis mucho más bajas que usadas para anestesia. ¿Entonces por qué no estamos usando esto ya? Recordad que el mundillo de las drogas legales y su administración, está controlado por unos grandes “drogo-empresarios” que hacen lo que les da la gana con el mercado junto con unos legisladores -y todo el sistema médico asociado- que les firman todo lo que ellos piden, a cambio de dinero. La pregunta es justa: si esto está disponible para esas personas por qué no usarlo ya, si -como con otros medicamentos- los beneficios superan los inconvenientes. Es justa, pero si te estás preguntando eso ahora, es porque la industria quiere que lo hagas. Presta atención.

Para empezar, esta droga fue creada en el año 1962 en una universidad usana y un laboratorio farmacéutico, en la búsqueda de nuevas moléculas que sirvieran para algo (que es como funciona la industria farmacéutica). Tras las reglamentarias pruebas con animales, pasaron a probarlo con humanos. 

¿Y qué mejor que humanos en jaulas para experimentos médicos? 

Pues eso, que en USA se les olvidó -como tantas otras veces- eso tan coñazo de los derechos humanos y se pusieron a probarla con presos de sus cárceles. Todo muy ético. La cosa fue bien, y de los humanos enjaulados, pasaron a repartirla en humanos no-enjaulados-pero-que-tengamos-controlados: el ejército, que por entonces se hallaba metido en mitad de Vietnam recibiendo golpes en una selva y enganchándose a la heroína de alta calidad que había por esos lugares. Y no fue mal: resultó ser un gran anestésico para situaciones de combate (donde no puedes intubar y dar respiración asistida a una persona) y de emergencia




Mejoraba -o igualaba- el original en el que se inspiraron, que era la injustamente temida y difamada PCP o fenciclidina, y con eso bastaba. Curiosamente, los primeros informes sobre su uso lúdico y como enteógeno disociativo, datan de esos años en que se probó con los jóvenes del ejército.

Es totalmente falso el enfoque que está dando la prensa, con titulares que hablan de la droga que pasa ahora del mundo de las drogas recreativas al mundo de la medicina: ahora mismo hay ketamina en todos los hospitales correctamente abastecidos del mundo, sean del país que sea siempre y cuando esté integrado en la OMS. ¿Por qué? La ketamina es un gran fármaco, y además muy seguro y de bajo coste. Carece de patente y es seguro y efectivo. Y sobre todo, porque está incluida en la lista de drogas esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace mucho años. Esta droga es de todo menos nueva y casi desde su creación ha estado dentro del sistema médico mundial.

Lo que resulta relativamente nuevo, es el uso “off-label” que se le da fuera del común anestésico. Aunque el hecho de que eso se esté probando ahora no es algo desconectado de ese uso: muchos médicos se dieron cuenta de que tras operar -de cualquier cosa- con ketamina a pacientes que además sufrían depresión severa, sus síntomas mejoraban. Y también los pacientes con dolor crónico experimentaban mejoras, ya que todo el proceso del dolor crónico tiene aspectos físicos y psicológicos que se veían aliviados también. ¿Esto es nuevo? ¡Que no!

Seguramente muchos habéis visto la serie “House”, la de un médico cabrón con un bastón que se dedica -cuando no cura enfermos- a putear al resto del planeta. El bastón era un elemento esencial del personaje ¿verdad? ¿Qué pasó en la tercera temporada que House dejó de usar bastón, de sufrir su cojera y dolor crónico que le hacían ser adicto a los opioides? Ketamina. Tras ser tiroteado por un paciente agradecido -mientras se desangra y le llevan corriendo a operarle a vida o muerte- House balbucea “...quiero ketamina...” y van y se la dan. No tendría ocasión de tomar ketamina que no fuera en ese momento. Pero la cosa es que funciona temporalmente, y House recupera la movilidad de su pierna y desaparece el dolor. Temporalmente, recordad como termina la serie: con House y su bastón chutándose heroína en una casa en llamas. Todo un aviso a navegantes.

Estos nuevos usos han hecho que, dentro del sistema médico-legal de los USA, proliferen las clínicas que están dando tratamientos con ketamina la depresión severa (y/o abuso de opioides y/o dolor crónico y/o lo que se nos vaya ocurriendo) como si fueran dentistas. ¿Por qué? ¿Tan deprimidos están allí todos? No, es sólo parte del marketing de “nuevas enfermedades y nuevos remedios” que la industria de la droga legal de farmacia desarrolla en aquel país. 

La ketamina es segura, puede ser administrada fuera de un quirófano sin que requiera intubación, no suele dar problemas y estos son fácilmente manejables por alguien adecuadamente entrenado. Y para colmo, se adquiere con total facilidad por parte de un médico titulado ya que su estatus de droga esencial para la OMS evita que, a pesar de las pretensiones de los prohibicionistas usanos, esta droga pase a estar más controlada (al nivel de los opioides).

Si pones en la ecuación a la industria farmacéutica buscando nuevas vías para antidepresivos -porque no encuentran nada realmente nuevo- con un escenario como el de USA, con una población epidémicamente enganchada a la “heroína en pastillas” y que también “podría beneficiarse del uso de la ketamina” (lo cual es lógico, dado que es un anestésico y analgésico), pues estamos creando otro nuevo nicho de mercado para esa industria que primero los engancha y luego les ofrece otros tratamientos. 

¿Quiénes son realmente los grandes narcos cobrando a 600 dólares la dosis de ketamina al usuario final?

El interés que tienen las farmacéuticas es que se apruebe de forma extendida su uso, que se incluyan nuevas patologías como diana de su droga para que aumente su mercado, y eso sólo lo puede hacer la FDA, que con el suficiente soborno lo acaba haciendo siempre. 

Que el tratamiento pase a estar contemplado dentro de lo “comúnmente prescribible” haría que los seguros de salud tuvieran que pagar por él, lo cual extendería su uso como ocurrió cuando consiguieron que se extendiera el mercado para sus opioides, generándoles nuevos ingresos. 

Desafortunadamente la molécula de la ketamina es muy vieja como para tener patente y eso hace que les paguen menos, pero no se preocupen: igual que los vendedores de legal-highs, están “tuneando la molécula” para que sea nueva y, por tanto, patentable costando más dinero

Como eso lleva tiempo, mientras desarrollan nuevas formas de administración (ya hay una en forma de inhalador, lo que es igual que esnifar ketamina) que les permitan cobrar más caro un producto que les cuesta céntimos.

Todo un avance, si realmente llegase de forma correcta, para pacientes con depresión severa y otros con ciertos tipos de dolor crónico y neuropático. Todo un avance -en manos de una industria con “visión de túnel” fijada sobre el precio de las acciones en bolsa- que de salir adelante hará que el porcentaje de los enfermos que podrían beneficiarse de esta droga, crezca enormemente en unos años. 

Ellos están por la pasta; son profesionales de la salud... :P



Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 





viernes, 1 de agosto de 2008

Cocasex y el timo de la fórmula secreta.

Hace unos días contábamos en esta página el descubrimiento que había hecho un asiduo al foro de la ONG Energy Control, dedicada a la Reducción de Riesgos en materia de consumo de drogas.
Había encontrado una página que vendía una supuesta sustancia legal y que se publicitaba como un estimulante imitador de la MDMA y que además servía como supuesto potenciador sexual.



La historia completa de lo que había pasado desde ese momento, en un intento generalizado de conseguir saber qué demonios era lo que se vendía dentro de esas cápsulas, se puede leer aquí y en el foro de Energy Control.

Resumiendo la historia, la cuestión es que resultaba extraño que un producto que aseguraba ser legal y con esas propiedades, no resultase conocido, y mucho más extraño que su vendedor asegurase no saber qué era lo que tenían dichas cápsulas.

Tras conseguir algunas de las cápsulas del producto en cuestión, se pusieron en manos de los encargados del servicio de análisis de sustancias de Energy Control. Y se esperó a salir de dudas.
Curiosamente, y a la vez que este tema se iba tratando en ese foro y en otros lugares, la web que vendía las cápsulas, modificó ligeramente sus contenidos, e incluyo unas frases que contradecían lo que el supuesto vendedor comentaba por email: afirmaba que el contenido de las cápsulas eran minerales y aminoácidos.

La cosa se fue poniendo interesante hasta que hoy, finalmente los análisis dieron sus resultados (esos que otro supuesto laboratorio que las analizó no pudo revelar... la fórmula secreta).

¿Qué es "cocasex"? La mezcla de dos sustancias: Metilefedrina y Fentermina. Una variación de un medicamento para los procesos catarrales y un fármaco que se usa básicamente para quitar el hambre en personas que tienen sobrepeso, bajo control médico.

Ni minerales ni aminoácidos, señor vendedor.
Y por supuesto, esas dos sustancias ni están exentas de riesgos ni producen efectos como los del MDMA, ni la cocaína. Y menos aún, resultan ser afrodisíacos para "orgasmos escandalosos". El timo de la estampita.

Ahora que ya sabemos de mano de un laboratorio cuál es la composición de lo que venden, resulta más llamativo aún lo irresponsable y peligroso de la despreocupada campaña de ventas que esa web está haciendo (para la salud del cliente-consumidor).

¿Recomienda esnifar metilefedrina y fentermina? Eso sólo provoca que sus efectos sean más rápidos y breves, además de aumentar los riesgos.

Ambos producen liberación de catecolaminas y actúan sobre el corazón, provocando taquicardias, aumento de la presión sanguínea, la ansiedad y todas las respuestas corporales que dependen del sistema de respuesta que el cuerpo tiene para situaciones de emergencia, también conocido como respuesta "fight or fly" (lucha o huye). Y ambas tienen una larga lista de contraindicaciones, y de sustancias con las que producen efectos peligrosos para la salud de quien las consuma.

¿Cómo se puede aconsejar que se combine con cocaína? De ninguna forma. Aunque esa sea la forma de apoyar químicamente un efecto placebo creado por las expectativas del usuario.

Hay otros aspectos que han resultado ser también puro humo.
En la web se asegura que el producto no da positivo en ningún control de drogas y es falso.
Las dos sustancias que lleva, darían positivo en cualquier control antidopaje que se hiciera en el ámbito deportivo, ya que las dos están controladas y prohibido su uso.

También se asegura que lo que vende es un producto legal.
Esto sólo es cierto si consideramos que la fentermina que contiene su producto, está en la misma lista de fármacos controlados a nivel internacional que la anfetamina, la ketamina o los barbitúricos.
Es legal, sólo cuando un médico la receta y la vende un farmacéutico autorizado para ello.
Es ilegal, como lo serían las anfetaminas, si se poseen o se venden sin que haya una prescripción médica que lo autorice.

No se puede creer todo lo que se lee, ni que una página de internet diga algo hace que sea verdad.


Al final de la historia, lo esperado.
Las cápsulas no eran lo que decían que era, y su mayor ventaja que era la supuesta legalidad (arriesgado afirmar eso si no se sabe lo que se vende), ha resultado ser falsa.
Y de los efectos, esa supuesta imitación del mágico MDMA, ha terminado quedándose en un anticatarral que te quita el hambre (en el mejor de los casos).

Desde esta web apoyamos e insistimos (hasta la pesadez) en que los consumidores de cualquier sustancia, legal o ilegal, debe ejercer un consumo responsable de la misma, y por su propio bienestar debe aplicar en el mayor grado posible aquellos consejos que van destinados a reducir los riesgos que puedan derivarse de los consumos de esas sustancias.

Y sobre todo, que se aproveche la oportunidad que tenemos en este país, en el que hay varias asociaciones que ofrecen servicios gratuitos de análisis de sustancias, como pueden ser Energy Control o Ai Laket!!.

Nunca debemos olvidar que cuando ingerimos un alimento o una sustancia en nuestro cuerpo, estamos poniendo nuestras vidas en manos de quien nos facilita aquello que vamos a tomar.

Y si no podemos saber, con un mínimo de seguridad, qué es lo que vamos a consumir, o quien nos ofrece un producto no puede asegurar su calidad y composición, es un riesgo que resulta mejor no asumir.
El riesgo nunca es divertido, aunque parece que hay quien sólo recuerda eso cuando sufre sus consecuencias.

Con cuidado, por el camino que cada cual decida, pero siempre con cuidado.

domingo, 30 de diciembre de 2007

"Heroína", la otra historia. Entrevista a Eduardo Hidalgo Downing.

Acabo de terminar de ver la última gran película del año, "American Gangster". Con un par de buenos actores como Denzel Washington y Russell Crowe, Ridley Scott nos cuenta un trozo de historia real, de como eran los años 70 en el Harlem neoyorquino de las bandas, mafias, y sobre todo de como se repartió el pastel de la heroína en ese lugar, que durante un tiempo dominó un hombre con buenas ideas llamado Frank Lucas.

Digo buenas ideas, porque mientras la mafia de los USA conseguía la heroína de la CIA que se financiaba así aprovechando la guerra de Vietnam y sus contactos posteriores, este hombre se fue directamente a comprarla a sus productores al sudeste asiático. Eliminó la cadena de intermediarios que encarecía y degradaba el producto que les era vendido prácticamente por la misma policía que luego les detenía.

El resultado fue que eliminó la competencia, vendiendo una heroína con "marca registrada", llamada Blue Magic, que tenía el doble de pureza y la mitad de precio. Es decir, cuatro veces mejor.
Un policía de esos que hace mucho que no se ven, se empeñó en no dejarse comprar, y acabó dándole caza. Se llamaba Richie Roberts, y cuando atrapó a Lucas, y dejándole sin negocio le forzó a cooperar con él, resultó que tuvieron que procesar y condenar al 75% de los policías de (anti-)narcóticos de la ciudad de Nueva York (la actual D.E.A.).

Ya entonces era algo evidente que todo aquello que era prohibido y al mismo tiempo apetito humano, estaba destinado a ser la fuente de ingresos de los que se atrevieran a cruzar la barrera de la ley.
Y que su dinero, era infinitamente más poderoso que los recursos de los organismos estatales.
De hecho, la heroína de Lucas se la traía el ejército de los USA en los ataúdes de los soldados muertos. ¿Alguien está pensando en Iraq o Afganistán? No, eso sería imposible hoy día... ¿verdad?

Todo país occidental ha tenido una época de relación con esta sustancia, más o menos en esos años o posteriores, y el tratamiento que se le dio a esta situación, sirvió para grabar en el imaginario colectivo una imagen de la droga, siempre como ente inespecífico, que aún hoy perdura y se ha transmitido incluso a personas que han nacido años después de esa supuesta epidemia.
Fue la época de la desinformación absoluta y el miedo, del que se aprovecharon tanto los yonkis que explotaron como nadie el papel de víctima, como los estados para implantar políticas restrictivas de ciertas libertades, que dejaron de pertenecer al individuo para ser sacrificadas en nombre de un bien común:
¿Quién no recuerda a Maradona jugando los partidos CONTRA LA DROGA?

Todos conocemos más o menos una parte de la historia. O tal vez ni eso.
Muchos sólo conocen lo que les quisieron contar, y siguen aceptándolo y aplicándolo sin que medie la razón a todas las sustancias psicoactivas cuyo estatus sea ilegal.

Hasta ahora no había ningún libro que tocase el tema de la heroína y su historia, fuera y aquí, de forma completa, abordando sin ningún complejo los temas y las preguntas que casi nadie se atreve a formular, y mucho menos a mostrar con la claridad que llega a plasmar, los riesgos y los placeres, los pros y los contras, la verdad enseñando las dos caras de la moneda, el libro "Heroína" del autor que se ha prestado a contestar todas mis impertinentes preguntas.
Ahora ya lo hay, de mano de Eduardo Hidalgo Downing, el coordinador de Energy Control en Madrid y psicólogo experto en drogodependencias.

Agradezco el tiempo que me ha prestado para esta entrevista, y la sinceridad con la que ha hablado. Me parece un estupendo cierre de la temporada 2007 (y primera) de este blog, y un regalo a sus lectores que pueden conocer algunas de las peculiaridades que nos definen como personas, en este caso a alguien muy presente y activo en el panorama farmacófilo español.

Con mis mejores deseos para todos en este año que empieza, os dejo ya con la entrevista.



Ahora sí. En esta última entrada del año, tengo la oportunidad de cerrarla con el escritor del último libro (uno de ellos) que me estoy zampando. Siempre es un lujo poder preguntar a un creador por sus intenciones o motivaciones, pero en este caso, además es un drogófilo, activista, un chico malo reconvertido a adulto travieso, y el encargado de que Energy Control "Sección Madrid" siga operativa.

Aprovecho y pido disculpas a su Coordinadora General, Nuria Calzada, por haberle "quitado" el puesto en otra entrada y habérselo dado a Eduardo... cosas de mi ignorancia.


Aparte del libro de "Ketamina", y otro recién editado sobre datos de análisis y pureza de drogas en España, se ha echado pa'lante y como si le sobrase el tiempo, ha escrito una biblia sobre la "Heroína" en la que te muestra sin pudor alguno todo lo que debes saber sobre ella, todo lo que debes temer, y todo lo que buenamente puedes hacer para gestionar su uso con un máximo de placeres y un mínimo de riesgos: desde cómo desengancharse con un poco de voluntad y alguna ayuda a cómo preparar una inyección intravenosa en las mejores condiciones posibles, aparte de su historia, curiosidades, y otras mil pequeñas cosas. Como no, todos ellos editados por la Editorial Amargord.

Y esto es lo que nos ha salido:


Drogoteca (Pregunta): Dígame usted su nombre completo, para ir haciéndole la ficha.

Eduardo (Respuesta): Eduardo Hidalgo Downing.


P: ¿Qué edad tiene?

R: 37 años.


P: ¿Seguro que no me engaña? Parece mayor...

R: Es curioso que me diga eso. En mis años más duros desde el punto de vista psicoactivo la gente acostumbraba a echarme unos cuantos años de menos. En cuanto me bajé del burro me empezaron a clavar la edad o echarme unos añitos de más. Burroughs tenía una teoría un tanto peregrina sobre esto, pero al final va a resultar que el viejo loco tenía razón.


P: ¿Y cuál es su estado civil?

R: Soy soltero arrejuntao, con mi pareja y tengo un hijo.


P: ¿Y qué hay de su ocupación?

R: Trabajo como coordinador de la sede de Madrid de Energy Control.


P: Con esta foto-rápida ya nos hacemos una idea. Nada de familia tradicional, y seguramente viva en pecado y rodeado de gente que anda con drogas. ¿Cómo ha llegado a esto? ¿Cómo fue su infancia?

R: Mi infancia, como está "mandao", fue un gustazo. Era el menor de cinco hermanos (tres niñas y dos niños), con la peculiaridad de que compartía rango con mi mellizo, de modo que nunca me faltó compañía de la buena para ir explorando y conociendo el mundo. En cuanto a si era conflictivo o buenin, baste decir que nos llamaban "los monstruitos".

El primer día que fuimos a la guardería los dos organizamos una fuga masiva, sacando a todos los niños por la ventana del baño. El segundo día, según nuestro padre nos entregaba a las manos de la profesora, cada uno de nosotros se encargó de morderle oportunamente los dedos y de salir corriendo como almas que lleva el diablo. No hubo tercer día. De modo que esos primeros años los disfrutamos jugando completamente a nuestra bola, entre nosotros y con nuestro perro Timoteo (luego vendría Mocsha, la tortuga Panoramix y tantos otros...).

Más tarde llegaría el colegio, en el que seguiríamos conservando el puesto en el Top-Ten de "lo mejor de lo peor", en este caso cada cual ya con su propia identidad. La mía en concreto era la de "El Hombre Lapo", por mis buenas artes en esta ancestral técnica de defensa y ataque. En este punto he de decir que, de haber sabido dibujar, con el tiempo me hubiese encantado sacar un comic con las aventuras y desventuras de un antihéroe punk dotado con el superpoder de unos corrosivos e hiperdestructivos lapos destinados a combatir a las verdaderas fuerzas del mal y esparramar todo lo habido y por haber. Pero no sé dibujar...



P: ¡La vida nos ha librado! Menuda generación. Lo de "los monstruitos" era un apelativo muy cariñoso, ¿verdad? Y a pesar de todo le dejaron seguir estudiando...

R: Bueno, más que dejarme, llegó un punto en el que ya no tuve escapatoria. El primer día de colegio, lo recuerdo perfectamente, mi padre nos llevó a cada uno de una mano. Los dos íbamos gritando por el pasillo como energúmenos y revolviéndonos como posesos. Llegábamos tarde a clase (lo cual pasaría a convertirse en toda una costumbre). Al abrir la puerta, con todos los alumnos ya sentaditos y la profesora soltando su rollo, entramos los tres con nuestro numerito. Mi padre nos dio un buen cachete en el culo (no recuerdo ninguno más en toda mi vida), la profesora grito "¡Bravo, Bravo!" e instantáneamente se acabó la función.


P: ¿Para siempre?

R: Tampoco es eso, pero si es cierto que en el colegio cambiaron mucho las cosas. Hubo mil peleas, travesuras y notas diarias de mala conducta dirigidas a los padres, pero, en última instancia, ahí es donde mi infancia quedó estrangulada definitivamente y con ella el pequeño e inocente salvaje que llevaba dentro. De hecho, podría decirse que recuerdo a la perfección el día en que ocurrió: Fue en tercero de EGB. Estábamos todos con el uniforme, dispuestos para entrar en clase después del recreo. Yo era el último de la fila y empecé a mirar a unos niños de parvulitos que seguían jugando y jugando. Me quedé completamente absorto pensando que jamás volvería a gozar de esa libertad, que ya no había mordiscos que pegar ni ventanas por las que saltar, que me habían jodido pero bien y que ya no había vuelta atrás. De repente noté que me acariciaban el pelo. Alcé la vista y ahí estaba mi profesora, mirándome con una cara de pena y ternura que no olvidaré jamás. El resto de la clase hacía tiempo que había entrado en el aula mientras yo me había quedado en medio del patio, solo, firme, con la cabeza volteada hacia los del babi y la mirada perdida en tales oscuros pensamientos. A partir de ese día ya nada volvería a ser lo mismo…


P: Es decir, que una vez abortado todo posible plan de fuga con mordiscos y ventanas traseras, no tuvo más remedio que seguir estudiando. ¿Cómo le fue la cosa?

R: Pues como la vida misma, dando tumbos y bandazos. Terminé el graduado escolar recibiendo un premio al mejor alumno del colegio (galardón que, según tengo entendido, no se había concedido antes o al menos en muchos años, que yo sepa, vamos). En el bachillerato me fui aburriendo soberanamente, hasta llegar a sentir el desinterés más absoluto por todo lo que se cocía en el colegio. En COU seguramente fueron más los días de pellas que de asistencia a clase. Los exámenes los dejaba en blanco aunque los colegas que pilotaban me los pasaban enteritos para copiarlos.

Al final del curso la plana mayor del colegio se reunió con mis padres para comunicarles que su hijo consumía drogas. Mi progenitor me llevó a cenar por ahí, le conté que fumaba algún porrillo y bebía y todos tan tranquilos. Poco después me pegué un buen batacazo con las sustancias psicoactivas y mis consumos terminaron por ser de dominio público en la familia.



P: Entiendo, ¿y de ahí, del batacazo, el interés por la psicología?

R: Efectivamente. La verdad es que desde que iba al colegio mis planes consistían en estudiar historia y luego dedicarme a la antropología, pero el varapalo que acabo de contar me despertó el interés por la psicología y eso es lo que acabé haciendo. Al terminar me dije que no volvería a estudiar en mi vida, pero poco después cursé un master en drogodependencias. En este caso el interés venía de lejos, ya que, cuando comencé la carrera llevaba ya seis o siete años consumiendo todo lo psicoactivo que caía en mis manos. Pensé que un poco de teoría tampoco me vendría mal.


P: Y con ese curriculum de niño bueno, fue a para a Energy Control. ¿Cómo fue eso?

R: Si, allí fui a dar. Me gano la vida como coordinador de la sede de Madrid de este colectivo creado en 1997 en Barcelona por Josep Rovira y unos pacientes que acudían al centro de atención a drogodependientes de la asociación a la que pertenece EC (Asociación Bienestar y Desarrollo).

En 1999 lo fundamos en Madrid. Ese año terminé el primer curso del master en drogodependencias de la Complutense y con una compañera (Elena) decidimos poner en marcha un proyecto de reducción de riesgos en entornos festivos (con información y asesoramiento para consumidores, análisis de drogas, etc.). Fuimos por las distintas administraciones (Plan Nacional Sobre Drogas, Plan Municipal Sobre Drogas...) consultando sobre el tema de las subvenciones, hasta que entramos en contacto con la ya extinta Coordinadora de ONG's que intervienen en Drogodependencias. En esta asociación nos atendió Virginia, una chica que cuando le explicamos lo que queríamos hacer nos comentó que eso ya lo estaban haciendo en Barcelona y que ella conocía personalmente a quien lo estaba llevando a cabo y que, de hecho, esa persona (Josep Rovira) le había comentado en algún momento que estaban interesados en crear una delegación en Madrid. Así es que Virginia llamó a Josep, éste vino a vernos y, en el verano del 99, el grupo, (compuesto por Elena, su novio, Virginia, mi novia y yo), estaba ya perfectamente operativo.


P: Todo entre amigos. No suena mal. Pero, ¿Por qué dedicarle la vida laboral a un proyecto relacionado con las drogas y reducción de riesgos?

R: Quedaría muy bien si hablara de motivaciones altruistas, de la voluntad de dar respuesta a un grave problema social, de compromiso, de activismo, de salvar al mundo en general y a la juventud en particular de las garras inmisericordes de la droga… pero no soy Nacho Cano ni sigo los pasos de la Madre Teresa de Calcuta, de tal manera que, aun cuando pueda haber un poco de todo lo anterior, la razón principal de esta dedicación se remite a una cuestión tan sencilla como que no tengo más narices que currar en algo y esto es lo que más me gusta.

Estaría muy bien viajando por ahí, disfrutando eternamente de la dolce vita y haciendo obra social al estilo de cómo lo hacen los famosos, es decir, donando periódicamente diez millones de dólares a colectivos como Yonkis Sin Papelas y similares, pero no es el caso. Tengo que ganarme el pan de algún modo y el tema de las drogas me interesa en muchas de sus vertientes, por lo que, llegado el momento de tener que trabajar, pensé que al menos debería hacer un intento en esto de las "drogodependencias", y tuve suerte. De todos modos, puestos a darnos algo de autobombo por qué no afirmar que, además de suerte, también tuve la coherencia y la integridad de hacerlo según los planteamientos que a día de hoy considero más adecuados y oportunos, que no son otros que los de la reducción de riesgos. Sé de algunos que le echan bastante más morro e hipocresía a la vida.


P: Esto de la reducción de riesgos suena bien, suena como ponerse en cinturón antes de salir con el coche, o el condón antes de meterla en algún sitio, pero en su caso... ¿No cree que la reducción de riesgos es una opción minoritaria, con respecto al grupo y cantidad de consumidores de drogas "desconocidas" en su composición, dosis y adulterantes?

R: Creo que la reducción de riesgos o más exactamente la gestión de placeres y riesgos es algo que todo consumidor de drogas practica en una u otra medida. Hasta el usuario más "destroy" tiene en cuenta determinadas cosas, por mínimas que sean, para no hipotecar su integridad más de la cuenta. De igual manera que el consumidor más prudente tendrá, por necesidad si quiere ser consumidor, que asumir un cierto riesgo por mínimo que sea, si pretende disfrutar de las sustancias psicoactivas. A fin de cuentas, los usuarios de drogas no son, por término general, ni kamikaces suicidas y descerebrados ni timoratas monjitas Adoratrices del Sagrado Templo del Cuerpo Libre de Toxinas y Alcaloides.

Como digo, considero que la gestión de placeres y riesgos, la búsqueda de un equilibrio personal entre el factor seguridad y el factor gratificación que acompaña a todo consumo de drogas, es la norma, es universal entre los usuarios. De hecho, la inmensa mayoría no tiene problemas significativos con el consumo ni realiza usos marcadamente abusivos o compulsivos. Otra cuestión es que dicha gestión de placeres y riesgos podría ser más eficaz si en lugar de depender del mero sentido común y de la espontaneidad de los consumidores, fuese potenciada, favorecida, facilitada y apoyada por unas políticas sobre drogas que les aportasen la información y los medios necesarios y oportunos para ello.


P: ¿Cómo ve al grupo de consumidores de drogas actual? ¿No cree que es casi imposible explicarle a alguien que analice una sustancia, para evitar intoxicaciones, o que use material estéril, si desconocen en la práctica cosas como lo que es medir una dosis de forma segura, o las consecuencias que puede tener compartir un billete para esnifar?

R: Creo que la gente es bastante receptiva a la información que aporta respuestas a sus preguntas y que no viene acompañada del lastre de los juicios de valor -negativos, por lo general-. Opino, además, que la mayor parte de las sustancias psicoactivas son de un uso relativamente sencillo. Es decir, no creo necesaria una licenciatura específica en la Sorbona para poder manipularlas y consumirlas. Me parece que unos pocos conocimientos básicos (acompañados de una pizca de sentido común y un mínimo apego a la vida) son más que suficientes para que la inmensa mayoría de las personas puedan manejarse con ellas de manera competente. Aun así, me parece evidente que, a día de hoy, la figura del consumidor ilustrado es mucho más frecuente que antaño, y probablemente siga creciendo y expandiéndose, lo cual me parece muy positivo.

Sin embargo, ya digo que no creo necesario que todo el que tenga intención de consumir drogas deba convertirse (antes, durante o después) en un especialista en el asunto. Repito: con cuatro cosillas basta para manejarse con cierta desenvoltura y seguridad, y estas cuatro cosillas las entiende cualquiera, sólo es necesaria la voluntad de explicarlas, y mas aún si tenemos en cuenta que hasta hace tres días nadie tenía dicha voluntad, pues en estos temas no había quien quisiera ir más allá del "Simplemente Di No". Esa era toda la información sobre drogas que hace años un joven podía recibir.


P: ¿Qué porcentaje de consumidores cree que acuden a servicios de reducción riesgos y al servicio de análisis de sustancias?

R: Según mi experiencia, los consumidores que acuden a servicios de reducción de riesgos y análisis de sustancias son muchos. Evidentemente, en un estand en una fiesta no acudirá a informarse y a analizar el 100% de los asistentes, ya que es material y humanamente imposible (a no ser que sea un evento muy pequeño). Acudirá quien se tope con el estand, quien sienta la necesidad, quien tenga una demanda concreta, etc. En unos sitios será el 50%, en otros el 20% y en muchos el 2%, pero gotita a gotita, con el paso de los años, terminan acudiendo cientos de miles de usuarios. Ahora bien, en este punto he de decir que lo que no se puede esperar del consumidor de drogas es que sea un héroe del consumo responsable. Es decir, lo que no se puede hacer es concienciar a las personas sobre la necesidad de hacer determinadas cosas pero olvidarse de ofrecerles las más mínimas facilidades para que las hagan.

Esto sucedió, por ejemplo, con el tema del reciclaje, en el que una parte importante de la ciudadanía al mismo tiempo que comprendió lo oportuno del reciclado de papel se veía obligada a recorrerse medio barrio o media ciudad para encontrar un triste contenedor. Con los servicios de análisis y los estands de información y asesoramiento estamos ahora en esas condiciones: se conciencia a los usuarios sobre la responsabilidad en el consumo y sobre la importancia de analizar, pero al mismo tiempo, un fin de semana cualquiera no encontrarás más de diez estands o puestos de análisis en todo el territorio español.


P: Le ha dedicado un libro a la Ketamina, y su último monográfico sobre una sustancia, es sobre la Heroína: el santo grial de los horrores y los placeres, la droga que nos han enseñado como el paradigma de la adicción, degradación, marginalidad... todo eso a cambio de un supuesto placer indescriptible. ¿Por qué hacer una Biblia sobre esta sustancia?

R: Básicamente porque se me brindó la oportunidad de escribirla, es decir, más que nada para darme el gustazo de contar mi propia versión de los hechos. Todo un lujo, a mi modo de ver.


P: ¿Crees que los usuarios de la misma se pararían a leerla, o era por cubrir un relleno que faltaba en el panorama de publicaciones con información veraz sobre sustancias psicoactivas de consumo?

R: Dudo mucho que se convierta en el libro de mesa del consumidor de heroína. Seamos realistas: entre meterse un chute y leerse un tocho de quinientas páginas hay que ser muy freaky para decantarse por la segunda opción. No obstante es bien cierto que hay algunos capaces de compatibilizar ambas dedicaciones. En España deben ser poco menos de mil, pues las editoriales dedicadas a sacar libros sobre estos temas coinciden en afirmar que, salvo honrosas excepciones, es casi imposible vender más del millar de ejemplares de un libro sobre drogas dirigido al público usuario de las mismas.

Este escaso número de lectores podrá achacarse a mil y una cuestiones, pero personalmente considero que una de las principales guarda una relación directa con el tipo y la calidad de los libros que se les ha venido ofreciendo hasta ahora. No nos engañemos: si la gente no lee lo que se escribe en gran parte es debido a que lo que se escribe no responde a sus intereses, inquietudes y necesidades. En este sentido he de decir que tengo bien claro que mi libro sobre la heroína no es en modo alguno una excepción. A alguno le interesará y a muchísimos otros no. En última instancia, que los usuarios se paren o no a leerlo dependerá, fundamentalmente, de si consideran que su lectura les aporta o no algo de interés y utilidad, y no me cabe la menor duda de que a la mayoría les resultará un coñazo insufrible. Lo importante, en cualquier caso, es que todos habrán tenido la opción de leerlo. De nuevo, todo un lujo del que una generación entera no pudimos disfrutar, pues lo más extenso y elaborado que tuvimos ocasión de leer sobre esta sustancia fue aquel célebre "Engánchate a la Vida".


P: Como psicólogo seguramente opine y coincida conmigo, que la información no se ha de restringir, pero sí de dosificar en función de lo que cada persona puede asimilar e integrar. ¿No le asustaría que, por ejemplo siendo padre, su hijo cuando tuviera 14 años leyera esos libros, pero sólo tomase de ellos la parte que le interesase para justificar un comportamiento?

R: Los padres nos asustamos por todo, queremos mucho a nuestros hijos y quisiéramos evitarles cualquier tipo de problema y sufrimiento, de tal manera que, si la vida en general, con todas sus diversas y variadas relaciones sociales, se desarrollase en los mismos términos en que se desarrollan las relaciones padres-hijos, esto sería insufrible. Seguramente habría listas de libros prohibidos, personas prohibidas, horas prohibidas... (como de hecho los ha habido y los hay en tantos y tantos regímenes dictatoriales y autoritarios). Afortunadamente, para bien y para mal, progenitores sólo tenemos dos, los nuestros, y son más que suficientes como para, además, admitir intrusismos desleales por parte del Estado, del vecino, del amigo, del editor, del escritor o de quien sea. Es comprensible que en casa siempre vayamos a ser los hijos, los niños de nuestras mamis, aunque tengamos cincuenta tacos, pero fuera de casa lo que hemos de ser es ciudadanos, personas, unas menores de edad y otras mayores, cada cual con sus respectivos derechos y obligaciones, que no serán otros sino aquellos que dicten las leyes que todos habremos decidido que regulen nuestras vidas.

Gracias al cielo, en España no hay ley que prohíba publicar un libro sobre la heroína en la línea de la reducción de riesgos. Así que todos podemos estar tranquilos. Por otra parte, se trata de una obra para adultos, dirigida a consumidores y potenciales consumidores de jako. No tiene sentido que un niño la lea y, de hecho, si aún está por ver que se la lea algún adulto, no creo que un crío lo llegue a hacer jamás (a fin de cuentas, tienen bastante más sentido común del que creemos, de modo que, pudiendo disfrutar de Harry Potter dudo mucho que a ninguno se le ocurriese enfrascarse en la lectura de quinientas páginas sobre el jamaro, menos aún si quien las ha escrito es su propio padre).

Por último, en cuanto a la posibilidad de que el libro fuese mal interpretado en el sentido de convertirse en una carta blanca para hacer lo que a cada cual le venga en gana, he de decir que no tengo miedo ninguno. Entiendo que los lectores están en su completo derecho de obtener de él lo que les interese y de actuar en consecuencia. Que consuman o que no, que lo hagan así o asá, es su decisión. Yo he tratado de exponer los modos más seguros y menos problemáticos de consumir, pero no soy quien para pontificar sobre como cada cual ha de gestionar su vida o sobre como ha de tomar esta o aquella sustancia. Es su vida, que hagan con ella lo que quieran, que, siempre y cuando no comprometan la integridad y el bienestar de los demás, no creo que tengan que justificarse ante nadie por sus comportamientos, y menos aún ante mí, pues, a fin de cuentas, para bien y para mal, no son mis hijos.


P: Bien, pero ¿qué hay del riesgo de despertar curiosidades y apetitos en quien antes no los tenía? Además, en cierto sentido estos libros pueden ser peligrosos dependiendo de en qué manos caigan y de cómo interpreten las cosas, sobre todo si se tiene 14 años, aunque según la persona también siendo más mayorcito.

R: De entrada, considero que las curiosidades suelen despertarse de formas más sutiles y livianas, por ejemplo, mediante alusiones en películas, en los medios de comunicación, en libros en los que determinado tema es tratado de forma tangencial, en la calle, en conversaciones con amigos y conocidos... No creo que sean muchos los que así, a bocajarro, se leen un mamotreto sobre una cuestión respecto a la cual jamás habían tenido interés alguno. Es decir, me parece que, para leer un libro como el de Heroína de la Colección Psiconáutica, ha de existir un interés previo por la sustancia en concreto o por las drogas en general. Es cierto, no obstante, que podría tratarse de un interés meramente intelectual, y que la lectura llegase a despertar el apetito de pasar de la teoría a la práctica. ¿Y qué? No veo el problema. Personalmente no tengo intención alguna de hacer proselitismo del consumo de drogas y creo que nunca lo he hecho, pero tampoco veo nada negativo en que a alguien se le despierte la curiosidad de tomarlas. Me parece que este es un miedo exagerado y del que todos deberíamos liberarnos de una vez por todas. Quienes practican, hablan y escriben sobre otras actividades tan placenteras y peligrosas como el consumo de muchas drogas (escalada, parapente, esquí...), no tienen reparo alguno en despertar curiosidades, apetitos y aficiones. No veo porqué en este caso tuviese que ser distinto.

Por otra parte, resulta evidente que el uso de sustancias psicoactivas puede resultar muy peligroso, una vez más, como hacer parapente o escalar. Es por ello, de hecho, que los libros de la Colección Psiconáutica dedican buena parte de su contenido a exponer las claves del consumo de menor riesgo (y mayor placer). Es decir, la intención, precisamente, es la de evitar problemas a los usuarios y a los potenciales usuarios, lo cual no excluye la posibilidad de que algunos de ellos acaben pasando serias dificultades, como también las pasarán algunos de los que practiquen escalada y se hayan ocupado de informarse a fondo en los manuales oportunos. Así es la vida.

Por último, en cuanto a los infantes, coincido plenamente en que la información ha de suministrarse de modo acorde a la edad de la persona. Igual que no tiene sentido explicar a un niño de 12 años los secretos del fist-fucking o las muchas posibilidades del gang-bang, tampoco lo tiene explicarle al detalle como ha de prepararse un chute de heroína. Es por ello que estos libros están dirigidos a un público adulto. Si viese a mi hijo leerlo con 14 años, no me haría mucha gracia, opinaría que le viene grande y así se lo haría saber, de modo que le diría que si le interesan las drogas, sería más adecuado que fuese leyendo otras cosas y éste lo dejara para más tarde. Si aún así quisiera leerlo, me encargaría de comentárselo y explicárselo pasito a pasito. En última instancia, si mi hijo, con la edad que fuera, estuviese interesado en documentarse extensamente sobre la heroína, preferiría que lo hiciera con mi libro en lugar de con cualquier otro.

De todos modos, considero que el miedo a que los niños y adolescentes lean y escuchen estas cosas es otro de los muchos miedos de los que deberíamos desprendernos inmediatamente. Dejemos ya de engañarnos: los niños de 14 años ni consumen jako ni leen libros de 500 páginas sobre el jako. Estas son cosas de adultos, y como tal permitámonos, de una vez, hablar de ellas entre nosotros, con naturalidad, con sinceridad, con tranquilidad y sin miedos ni complejos.


P: Si piensa que le voy a preguntar cuándo va a sacar un libro sobre el fist-fucking, va usted apañado. Ahora que le hemos dado un repaso a la obra, vamos a ver que nos cuenta del autor. ¿Que personaje histórico le gustaría conocer? ¿Y cuál es la razón?

R: Pues me encantaría compartir un ratillo, en su medio y su momento, con Lucy, la australopithecus, o acompañar durante un trecho de su marcha a los tres de Laetoli. En ambos casos por aquello del apego a la familia, por conocer a los recontratatarabuelos.

Desde niño me interesó la paleontología y, aunque es una afición que actualmente cultivo poco (aún cuando es posible que en cualquier momento la retome en plan dominguero) es algo que sigue despertando mi curiosidad. Creo que aprendería y disfrutaría mucho más compartiendo unas horas con estos homínidos que con cualquier otro personaje histórico. Me desvelarían muchos más interrogantes, aunque sólo fuera por la sencilla razón de que las obras, circunstancias y modos de vida de la prehistoria están bastante menos documentados que los de la historia.


P: ¿Y personaje vivo?

R: Pues, sinceramente, no me muero por conocer a nadie en concreto. De una parte soy muy poco mitómano y, de otra, creo que lo mejor de los grandes mitos ya lo conocemos por sus obras. Lo que hay detrás de ellas son personas, más o menos majas y agradables. Me encantaría seguir conociendo a muchas, sobre todo de éste último tipo, pero en principio, me es indiferente el relieve histórico que tengan.


P: ¿Que libro cree que le ha influido más en su vida? ¿Por qué?

R: Supongo que el que más me ha influido, como a medio mundo, ha sido la Biblia, aun cuando, yo mismo, como medio mundo, no la haya leído, pero es indudable que los pocos que se le la leyeron se encargaron pero que muy bien de que nos influyera a todos. Curiosamente, además y a pesar de mi enciclopédica incultura religiosa, es, de lejos, el libro que más cito. Me encanta soltar esas frases demoledoras y trasnochadas ("parirás con dolor y servirás a tu marido"), esa lírica punk al estilo de La Banda Trapera del Río ("fornicarán los gatos y los perros"), y ese manejo del lenguaje gracias al cual hasta lo más nimio adquiere una resonancia especial ("Pedid y os será dado"). Aparte de esta obra magna no consigo identificar un libro que me haya marcado especialmente (seguramente sea debido a que no he leído lo suficiente), aun cuando son muchos los que me han gustado. En su momento libros de aventuras amazónicas, como "I Fiumi Scendevano a Oriente" (no sé el título en español), de Leonard Clark, o las expediciones por Papúa del controvertido Heinrich Harrer (Vengo de la Edad de Piedra). Más tarde obras como "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (Oliver Sacks) o "Leopardo al sol" (Laura Restrepo), por citar algunos…


P: ¿Cuál lee ahora o el cual es el último leído?

R: Estoy terminando "Blanca Doble: Los cuentos de la cocaína", de un amigo, José María de la Quintana, y el último que he leído es "El Derecho a la Ebriedad" (Manifiesto libertario contra la prohibición), de un simpático y reciente conocido, Javier Esteban.


P: Si se tuviera que definir, presentar o explicar quién o cómo es, ¿qué pieza musical o que canción usaría?

R: Me parece una labor complicadísima, no obstante estoy de suerte: hace poco me enviaron un mail en el que tenía que ir apuntando canciones, animales, personas, etc. Luego, al final del mensaje, cada respuesta quedaba asociada con un aspecto de la vida: tu relación con los demás, con tu pareja... y una de ellas era, precisamente, la definición de lo que era uno mismo y su vida. En mi caso, al parecer, todo quedaba resumido en la canción "Necesito Droga y Amor" (Extremoduro). En cierto modo podríamos darla por buena, a fin de cuentas el título no deja de reflejar dos motivaciones vitales que en mi caso han tenido y tienen una relevancia primordial.


P: ¿Cuál cree que será el status de las hoy ilegales drogas en 50 años?

R: Difícil respuesta. Ni siquiera Nostradamus quiso mojarse en este tema. De todos modos, echándole un poco de cuento e imaginación cabría considerar que, de una parte, cincuenta son muchos años, y de otra, que la situación actual está llegando a rozar lo insostenible, de modo que no me extrañaría lo más mínimo que para entonces, e incluso para mucho antes, la producción, distribución y venta de las sustancias psicoactivas hoy prohibidas y más habitualmente consumidas pasase de estar en manos de redes mafiosas y criminales a estar regulada por el Estado en cualquiera de las muchas fórmulas posibles.


P: ¿Cuál es su droga de consumo favorita? ¿Por qué?

R: Mi droga favorita es el alcohol. Me parece muy versátil. A lo largo de mi vida he tenido otras drogas favoritas (los porros, la LSD, la heroína...), pero algunas ya no las tomo o las tomo muy poco, unas me sientan mal, otras me han cansado, otras las sigo tomando, pero el alcohol siempre está ahí. Es cierto que para grandes ocasiones prefiero acompañarla de otros aditivos, pero como digo, debido a su versatilidad, si me dijeran que mañana desaparecerían todas las drogas del mundo a excepción de una que yo escogiera, elegiría, sin dudarlo, el alcohol (y si puede ser whisky, mejor).


P: Por último, ¿si le pidiera un consejo genérico una persona que empieza a interesarse por la alteración de la conciencia mediante psicoactivos (cualesquiera), qué le diría que más le pudiera ayudar en ese camino? ¿Cuál sería su consejo?

R: Aparte de lo obvio: informarse, manejar bien las dosis y el espaciamiento de las tomas, cuidar los contextos de consumo, estar atento a las señales de alarma, observar la evolución del consumo, estar presto a corregir posibles desvaríos...

Le diría que se guiase por sus propios gustos e intereses y, sobre todo, que escuchase a su propio cuerpo y a sus reacciones, fundamentalmente cuando las cosas se tuercen de una u otra forma, ya que, independientemente de lo que digan los expertos y los eruditos, sean de la tendencia que sean, si por ejemplo, uno mismo siente que los porros le rallan o que la MDMA le deja empanao, creo que es a su propio cuerpo a quien debería hacer caso, por mucho que toda una pila de estudios a doble ciego hayan sido incapaces de relacionar lo que a él le pasa con la sustancia que consume.

Eso sí, mucho cuidado también con tragarse a pies juntillas la galería de horrores que a diario se nos vende desde los medios de comunicación y las instituciones preventivas al uso como si fueran el pan nuestro de cada día en lo que a la toma de drogas de refiere.


P: Llegó el final. ¿Le apetece saludar o enviarle un mensaje a alguien por si le está leyendo?

R: Pues ya que me da lo oportunidad no la dejaré pasar. Si hay alguien que, sin falta, leerá esta entrevista, no podrá ser otro que el ubicuo y omnipresente cibervigilante DDAA, de modo que aprovecho para felicitarle las navidades y para volverle a preguntar lo que en privado no ha querido contestarme (va sin acritudes, que ya sé que es norma de la casa): Querido, ¿Te ha llegado el libro que te comenté o te lo hago llegar para Reyes?

Por lo demás, mil gracias a usted, Symposion, por concederme esta entrevista, por sus amables atenciones, por su paciencia, su buen rollito y por sus interesantes conversaciones privadas. Enhorabuena por su estupendo blog. Le deseo lo mejor.

Fin.


Sangre y sudor nos costó sacar tiempo y terminarla, pero ha sido muy interesante (al menos para mi, y espero que para los demás también). Y ya veo que no tengo que preocuparme cuando DDAA tarda 15 días en contestar un email.
Muchas gracias Eduardo por tus palabras y tus buenos deseos.
Suerte con todo, y con el libro también. Y ya que son Reyes en breve, gastaos los dineros en algo interesante, y que cuando menos, os aportará una visión totalmente distinta de ese "fantasma de la droga" que algunos, como el señor Megías desde la FAD, apuesta por resucitar.

jueves, 19 de abril de 2007

Análisis de sustancias y reducción de riesgos

La guerra contra las drogas parte de varios presupuestos de carácter dogmático y se aplica, diseña y ejecuta en base a ellos. Uno de sus presupuestos es que todas las drogas psicoactivas son malas, tanto en una categoría moral como en una perspectiva médica.
Esto, además de ser falso, se sostiene muchas veces en las consecuencias de la propia prohibición que pesa sobre estas sustancias. Por ejemplo: la heroína te puede matar al inyectártela por las sustancias con las que la adulteran. O el muy socorrido dicho, de unos años a esta parte, de que cuando te comes una pastilla de éxtasis, no sabes lo que te estás comiendo.




Si no fuera algo admitido a ciegas que hay que luchar contra la droga, cualquiera que tenga dos dedos de frente se daría cuenta rápido de la falacia que encierran esas dos frases.
No te están diciendo que te mate la sustancia que buscas consumir, sino lo que le añaden para aumentar la ganancia en un mercado ilegal, o para evitar la ley al venderte sustancias no ilegales. Es la prohibición la que hace imposible que puedas comprar heroína, cocaína o éxtasis con su debida pureza y en condiciones higiénicas.

Pero en ningún caso los gobernantes están dispuestos a admitir que la prohibición hace que en lugar de proteger la salud pública, se subvencione el mercado de la droga, y se desproteja al consumidor, haciendo que tenga que arriesgarse en mayor o menor medida a consumir sustancias de dudosa calidad y desconocidos riesgos.

Frente a esta postura, mezcla de estupidez, mentiras, y ceguera, han ido surgiendo alternativas realmente útiles y eficaces para reducir los daños que van parejos a la situación que sostienen los gobiernos. Son las llamadas alternativas de REDUCCIÓN DE RIESGOS.

Actualmente es posible adquirir varias sustancias enteógenas como las 2C-I o la 5MeO-DMT en formas puras y provenientes de laboratorios legales, o drogas en forma vegetal como la mescalina del peyote, o la ergina de la rosa lisérgica o del dondiego de noche. Para mas información sobre esto, véanse las entradas "Como comprar drogas legales en internet"(para sustancias puras) o la del mismo nombre y segunda parte para sustancias vegetales.

Pero aunque esto está disponible para cualquier que se haya molestado un poco en buscar esas opciones, lo mas habitual es que los consumidores compren drogas en la calle, sin ningún tipo de control de calidad. Las drogas mas compradas son la MDMA, bien en pastillas o bien como cristal, y la cocaína.
Aún no existe una cultura de molestarse en comprobar la calidad del producto, tal vez porque no es conocido por la mayoría que esto es posible y además, legal.

Asociaciones como la estupenda Energy Control ponen a disposición del usuario de drogas, un servicio de análisis de sustancias, tanto de forma presencial como mediante un envío de correo. Con una pequeña muestra que se envíe, basta para conocer la pureza y los posibles adulterantes de una muestra. Y esto nos debe servir para elegir correctamente a quién y qué compramos o a quién no lo hacemos.
Se puede leer cómo acceder a estos análisis, que son gratuitos, a través de esta web: www.energycontrol.org/jml y una vez allí en el apartado de "Análisis de sustancias" (a la izquierda de la página).
Por si alguien tiene dudas, añado que es un servicio anónimo y que es una organización que nada tiene que ver con ninguna institución estatal.
Analizan cualquier tipo de droga mediante un método de total fiabilidad como es la cromatografía de capa fina, y te ofrecen resultados para MDMA, speed o anfetamina, ketamina, heroína, cocaína, 2C-B y otras feniletilaminas, y LSD y otras triptaminas.

Lo que hace esta asociación SÍ es velar por la salud pública. Conscientes de que el ser humano en todas sus culturas ha tendido a buscar la embriaguez, no solo religiosa o ritual, sino también con el animo de divertirse y disfrutar, ofrecen a quien quiera la posibilidad de saber con precisión que sustancia tiene en sus manos.
Además ofrecen información detallada sobre los riesgos parejos al consumo de cada sustancia y consejos para minimizarlos, y hacer que una noche de diversión no sea una noche de problemas.

Conscientes de que causa más daño la desinformación (o la falsa información) que se da por buena desde los mass-media, son los propios consumidores los que pasan a ser gestores de la calidad que desde el estado se les niega a través de la prohibición.

Actualmente otras opciones de reducción de riesgos en otros países como Nueva Zelanda o Australia, van por otro lado y se centran en el aspecto legal, ofreciendo drogas que no estén prohibidas aún como sustitutos de las drogas mas consumidas. Allí se venden las llamadas piperazinas legales.

Este es el caso de las piperazinas, un grupo de compuestos que pueden tener desde efectos similares al éxtasis a efectos mucho más psiquedélicos, pero que no resultan mejores para la salud y que pueden tener un mayor riesgo.
De hecho son junto con la cafeína los principales adulterantes del MDMA que circula en nuestro país. Aunque estas pueden ser adquiridas sin problema por internet en páginas como www.purebzp.com donde se venden 5 sustancias de esta familia, así como pastillas con combinaciones de estas a precios bastante bajos, y en las que cualquier puede comprar 100 gramos de algunas de ellas y que serían mas de 2000 ó 3000 dosis en algunos casos.

Un pequeño cambio en las costumbres de los consumidores, que acostumbran a comprar la misma noche que van a consumir, en malas condiciones y sin posibilidad de comprobar qué compran, haría que los vendedores se vieran forzados a mejorar la calidad de lo que venden.

Incluso si alguien no quiere seguir todo el proceso que implica enviar una muestra por correo y esperar los resultados, tiene a su disposición diferentes test que sirven para detectar cuál es la sustancia que puede tener o no tener una pastilla o un poco de cristal que posean, con el simple test de Marquis.
Con una pequeña cantidad de la sustancia y una gota o dos de este reactivo que pueden comprar legalmente, por el color que obtienen, pueden saber bastante sobre la composición de aquella sustancia que van a consumir.
En esta página hay test para diversas drogas, incluido uno para la pureza de la cocaína, que se pueden comprar y tener en casa, y servirán para hacer cientos de test sobre lo que uno compre.
La página es www.eztest.com/web/ y pueden comprar no sólo ese reactivo, sino también otros para complementar sus análisis, como son el test de Mandelin y el de Mecke. Hay otras páginas donde se puede comprar el test, pero esta es la más completa. También hay páginas españolas que lo venden, como www.psiconautica.org donde por 15 euros puedes conseguir el kit para hacer las pruebas con instrucciones.

¡¡Hazlo tú mismo!! Pero hazlo.

En nuestro país los principales partidos políticos siguen cerrando los ojos a una realidad que no cambiará, y tan sólo algún atrevido por ahí se intenta apuntar el tanto del cannabis y los fumadores de hachís o marihuana, que es la droga no legal mas consumida en nuestro país.

Sin embargo en otros países más avanzados (en todos los sentidos) hay partidos que ya están apostando de una forma clara por el consumo responsable y por mejorar las condiciones del mismo. Por ejemplo, el Partido Verde en Inglaterra tiene una web solo para el tema de las drogas y la fiesta, en la que hablan sin problemas del tema, recomiendan libros o venden test para drogas. merece la pena echarles un vistazo y ver a que distancia están nuestros políticos de la realidad. Esta es su web http://drugs.greenparty.org.uk/.

Antes existían páginas en los USA como www.ectasydata.org donde se analizaban las pastillas de diferentes partes del país, y se ofrecía después esa información públicamente con una descripción (y foto) de la pastilla, información sobre la zona donde se vendía, etc. También existían esas alternativas a nivel europeo, pero parece que acaban abandonándose por falta de recursos económicos. Actualmente y para España lo más cercano que tenemos son las listas que Energy Control nos ofrece con análisis de las últimas pastillas que encuentran en el mercado.

Todo esto no ha sido más que un repaso por encima de las posibilidades que tienen los consumidores de drogas españoles para poder hacer un consumo más seguro, responsable y reducir los riesgos asociados a ello.
No está de más recordar la frase de Escohotado que dice:
"No mata la droga, mata la ignorancia."


Y ya sabéis, si estáis esperando a que el estado se preocupe por la calidad de vuestra salud, que también es pública, no estáis en el buen camino. Si consumís drogas, ocupaos vosotros mismos de una forma activa de vuestra salud, informaos de lo que consumís y no dejéis que os vendan lo que no queréis comprar.

Analizad lo que tomáis. ¡¡Que es gratis y anónimo!!
¿Qué más se puede pedir, en esta situación esquizoide de negación de la realidad?