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lunes, 27 de noviembre de 2017

SERIE DROGOTEST: ¿Cómo funciona y qué es?

A finales del año 2016, inicié esta serie en la Revista Soft Secrets, con la que fuimos repasando de forma exhaustiva todos los aspectos relativos a las pruebas de drogas en carretera, desde su funcionamiento a la compleja historia que existe detrás de su desarrollo y de los "estudios" (por ser generoso y llamarles algo que no sea un insulto) que se suponen que los fundamentan.

Cuando acepté el encargo, no esperaba que fuera a encontrarme tanta mierda. Tras haberme pasado meses leyendo textos relativos a los drogotest en España, tengo claro que si no hay una serie de artículos en la portada de algún periódico explicándole a los ciudadanos "el fraude de los drogotest" pero no sólo en su defectuoso uso y mal funcionamiento, sino la de mierda que hay detrás asociada a las compras de estos dispositivos y las elecciones relativas a estos asuntos, y que se ha extendido por toda España cuando las policías locales -con el beneplácito de los ayuntamientos- han visto en el drogotest la máquina perfecta para recaudar dinero salvajemente, y a ella se han entregado.

Y como todos estamos concienciados de que en la carretera no se puede conducir cuando no se está en condiciones, y eso implica a la mayoría de las drogas en las primeras horas de consumo al menos (pero no a todas ni a todas las personas), nadie se atreve a levantar mucho la voz, no siendo que además de la sanción administrativa le caiga también la sanción social...

No es coña; hace poco leí un estudio que explicaba que la primera razón para no beber alcohol al volante en un país del norte de Europa, eran no ya las sanciones y multas, sino la sanción social (lo mal que la gente lo ve y percibe). Y eso, claro, se consigue con educación y no con represión.

Aquí está el inicio de la serie cuyo último capítulo, el sexto, sale en la revista de este mes. Esperamos que os guste y os aclare las ideas sobre este asunto, turbio y poco claro como forma de que el ciudadano no pueda defenderse de una agresión calculada y premeditada como es el drogotest usando a la española.

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¿Qué es y cómo funciona un drogotest?

Iniciamos en Soft Secrets una serie de artículos -con datos e información exclusiva- sobre uno de los instrumentos de represión y extorsión económica más empleado contra los usuarios de cannabis: los test de drogas -usados por las distintas policías del estado (por seguridad, dicen)- y conocidos coloquialmente como “drogotest”. Teníamos la seria sospecha de que el asunto de los test de drogas sobre el cannabis, resultaban en miles y miles de sanciones totalmente injustas y en daños causados por falsos positivos. Ellos, en base a esos test, retienen tu coche y pasas a ser propuesto para sanción mientras te ves forzado a dar tus fluidos corporales, sin importar si tu madre está muriendo y vas al hospital o si nace tu hija y vas al parto.

Así que soltamos a Drogodogo, uno de los sabuesos más obstinado que conocemos, tras la pista de este asunto -que huele realmente mal- y volvió impresionado de todo lo que encontró y sigue encontrando, especialmente ahora que existe un plan para dotar a todas las policías locales de España con estos instrumentos de recaudación coercitiva del estado. Los drogotest son vendidos a las instituciones como “una maquina segura para recaudar grandes cantidades de dinero de los usuarios de cannabis especialmente” -es lo que son- mientras que las instituciones que los adquieren, nos las venden al gran público como un ímprobo esfuerzo por darnos seguridad en la carretera, siendo totalmente falso como iremos probando a lo largo de esta serie.

Somos cientos de miles los sancionados cada año en España por la simple tenencia de un canuto (aunque incluso les vale que el grinder tenga restos) y, desde el último cambio en las regulaciones y sanciones relativas al tráfico de vehículos, también por haber consumido horas o días antes (incluso por haber estado sentado respirando al lado de un fumador) aunque no tengamos el menor rastro de efecto. 

Este punto, encontrarse bajo sus efectos de forma incapacitatoria para la conducción, era un requisito para poder ser sancionado, que el gobierno del Partido Popular se encargó de eliminar con la modificación del código que sufrimos hace un par de años. Desde ese día, no es necesario que estés afectado por cannabis o THC y, aunque la policía reconozca -a mí me lo puso la propia Guardia Civil de Tráfico, por escrito tras hacerme el test y emitir la “propuesta para sanción de 6 puntos y 600 euros” de multa- que estás en perfecto estado para la conducción, da igual: serás sancionado. 




¿Qué sentido tiene sancionar a alguien que la propia Guardia Civil -suponemos que capacitados para reconocer esas cosas- admiten que estás bien y te entrega el coche para que sigas conduciendo? ¿Nos hemos vuelto locos? No. Es que no es por seguridad, es por recaudación...

Una compleja recaudación, que en vista de los resultados, está siendo más que interesante de aplicar, para rellenar -a base a asaltos sin ética alguna- las arcas públicas, vaciadas previamente -también- a base de asaltos. Desde Soft Secrets estamos dispuestos a exponer a la luz, con sus propios documentos -disponibles a todo el público- y con algunos “no tan disponibles” que hemos conseguido y que son “material sensible” (del que esperamos conseguir mucho más). 

Como no somos amigos de lanzar opiniones sin respaldo claro -buscamos manejar exclusivamente datos- os iremos explicando, desde ahora y en las sucesivas entregas, todo lo que está implicado en el proceso del “drogotest” en sí mismo (su funcionamiento, sus fallos, sus trampas, sus malas intenciones, etc.) y también de las cuestiones que son ajenas al proceso “técnico” en sí mismo, y que constituyen un flagrante engaño a toda la ciudadanía es víctima del mal uso -intencional- de estos drogotest. Por último -antes de meternos de lleno a destripar la fraude económico y moral de estos drogotest- queremos hacer notar que encontrar información relevante -sobre este preciso asunto que, sin embargo, nos afecta a todos- es complejo porque está “enterrada” entre datos poco útiles y cuando existen estudios, que podrían aportar datos capitales, resultan provenir de “parte interesada” o realizados por “científicos en nómina mediante subvención” o directamente los cuerpos de policía que quieren usarlos, y para más INRI dichos resultados no se encuentran disponibles al gran público, pero son un argumento clave en los dossier con los que seducen a las administraciones, en una compleja historia de amor por el dinero público y el poco que queda aún en el bolsillo del ciudadano-víctima.

Empecemos, pues, por el principio: ¿qué es un drogotest exactamente? Un drogotest es un dispositivo preparado para que se produzca en él una reacción química, al contacto con nuestra saliva o sudor, que denotará si en el fluido usado hay una “cantidad suficientemente alta para ser detectada” de la droga que sea, en este nuestro caso, el THC del cannabis.

Los drogotest más usados ahora mismo por las distintas FFCCSE son dos modelos distintos, conocidos como el Dräger 5000 y el DrugWipe, del que existen distintos modelos “ajustados oportunamente” a las necesidades de cada lugar. Para entendernos mejor, el Dräger 5000 era el modelo “antiguo” y cuyo coste resultaba -supuestamente- algo prohibitivo, por lo que aunque sigue en nuestras carreteras este armatoste con impresora (su mejor funcionalidad) iremos viendo cómo se extingue poco a poco, dando paso a su competidor barato.  

Por el contrario, el DrugWipe -sea de la marca y modelo que sea, porque ya existen varias en dura competencia- resulta bastante asequible económicamente y va a ser el método de detección de drogas en carretera que se extenderá en pocos meses por las policías de prácticamente todo el país, con especial énfasis en las policías locales o municipales (en futuras entregas, explicaremos el porqué de ese y otros detalles).




Los drogotest actuales funcionan mediante una serie de reacciones químicas dentro del tipo de análisis conocido como inmunoensayo. Fue una técnica que ganó el premio Nobel y que tenía un alto grado de precisión (cuando es aplicada correctamente y en comparación con lo que eran los estándares de la época) pero que -como todos los test de tipos reactivos- tiene un margen de errores conocidos como “falsos positivos”, en los que otra molécula que no es la buscada, produce una reacción similar a la esperada para la droga. 

Estos falsos positivos, por los que cualquier ciudadano pasa a verse envuelto dentro de un proceso en el que se le retiene, se le priva del derecho a conducir y, como ya hemos dicho, procan cosas como que aunque pase un día y esté en perfecto estado para conducir (en caso de que no lo estuviera 24 horas antes) tampoco le devolverán el coche porque su cuerpo seguirá dando positivo, hasta que presente a otra persona que se haga responsable -legalmente- de la retirada del mismo, previo pago de la parte de “sanción” que corresponde a la grúa y retención del automóvil, y que va “aparte” siendo pagada tanto si el análisis final determina que era una sustancia prohibida, como si determina lo contrario. 

Aunque es cierto que -en caso de un falso positivo- tendríais el derecho a pleitear para que os devuelvan dicho dinero, los posibles costes legales superan con mucho el daño económico causado, de manera que es algo que posiblemente quede en la más absoluta teoría sin aplicación práctica.

Este porcentaje de errores de los drogotest, conocidos como “falsos positivos” oscila sobre 2% de casos -datos ofrecidos en la revista “Autopista”, septiembre del 2012- y el algo menos del 5% (el producto Wipe asume un “éxito” superior al 95%, que es otra forma de decir lo mismo) y no varía esencialmente entre uno y otro método de análisis (no existe un test de este tipo que no tenga un margen de fallos, es inherente al propio método), a pesar de notables las diferencias técnicas entre ambos dispositivos. 

Dicho de otra forma: de cada 50 personas a las que inmovilizan su coche, una o dos personas según sus datos lo son “en falso positivo”. 

También al contrario ocurre: puedo dar fe -médicamente probada- de que los 2 controles que yo he pasado -y en los que el THC dio positivo, no dieron a opiáceos, lo que resulta “imposible” siendo paciente en tratamiento crónico de morfina desde hace lustros, ni a benzodiacepinas, ni en una de las ocasiones, a anfetamina farmacéutica (composición garantizada) que había tomado 2 horas antes, y cuyo pico plasmático (el valor más alto de la droga en el cuerpo) debía estar ocurriendo durante el test

A pesar de que en las 2 ocasiones referí que en los resultados FALTABAN DROGAS que debían estar presentes, obtuve respuestas vagas, como “será que tomas poca morfina”. Este punto esconde serios defectos, que nos ponen en riesgo a todos por primar la caza económica en lugar de la caza del peligro en la carretera, y que expondremos en el futuro.

Como los falsos positivos iban a ser el primer problema evidente, las empresas se adelantaron convirtiendo el obstáculo en ventaja: “nos preocupamos porque no te culpen injustamente y, en caso de que des positivo, tomaremos una muestra de saliva para analizarla 'bien analizada' en nuestros laboratorios especializados”. Ese segundo análisis, que realmente es el que puede probar que tienes una determinada droga en tu cuerpo, es el que tiene validez técnica y su resultado impera sobre el previo, pero con unos costes que disparan mucho la factura. Sin embargo, este segundo contra-análisis, es tan necesario legalmente como económicamente rentable para las empresas implicadas: ¿de todo este asunto quiénes nos ayudan a cuadrar las cuentas? Los que dan positivo y pagan desorbitadas multas al final.

Así que, manos a la obra, los fabricantes de estos test rápido se dieron cuenta de que la policía les demandaba una “mayor tasa de recuperación económica” (más pasta para sus arcas), estas empresas no rebajaron sus costes: rebajaron -aún más- los límites de detección de la primera droga por numero de detecciones para que se atrapase a más ciudadanos. Sí, efectivamente: la base del sistema de costes de este farragoso asuntos somos los usuarios de cannabis.

Esto que había sido una sospecha, ampliamente extendida entre los afectados cannábicos, ha dejado de serlo para volverse evidencia, de forma objetiva e inapelable, utilizando los propios datos que estas empresas manejan y que será objeto de un profundo análisis. Somos el gran premio, como en la lotería de Navidad: el gordo de los recaudadores de los caminos, porque nosotros (con el THC) ya no fallamos.

En el año 2005, la primera revisión de estos test más ligeros, situaba la cifra de corte para la detección del THC en 30 ng/ml (30 nanogramos por mililitro de fluido) y así está recogido en la red, pero en el propio material que Dräger maneja podemos ver como ese umbral necesario para dar positivo, se dividió por 3 al cabo de 5 años situándose en 10 ng/ml, y actualmente sus propios prospectos y material, nos indican que su gran capacidad de detección contra el cannabis, ha bajado -al menos- hasta el 5% en su caso y, gracias a la pista que se le escapó a un policía municipal mientras me realizaba la prueba, he podido comprobar que el límite actual es de 2'1 ng/ml, encontrándose este dato en varios estudios existentes en la red y ahora también en Wikipedia. Pregunte al policía el límite de detección y me dijo orgulloso “eso sí que lo sé: 2 nanogramos”, pero cuando le pregunté que 2 nanogramos por qué cantidad, ya no supo responder más: ¿serían gramos, serían litros, serían decímetros cúbicos? ¡Qué más da, si te hemos cazado! ¿O no?

Ese es el nivel de un policía especialmente formado, en un curso de 20 horas que incluye toda la teoría y práctica que parece ser que es la necesaria para cumplir con la ley. Ah, y por supuesto, a estas alturas, ya debéis imaginar quienes dan -y cobran- esos cursos de formación: las misma empresas. Todo queda entre amigos.




Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos y vosotros -los cannábicos- lo pagáis. 
No es por seguridad, es por recaudación: no es nada personal, sólo son negocios... ;))


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La siguiente parte de esta serie (compuesta por varios textos), la podéis leer aquí: http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-ii-la-quimica-del.html