lunes, 30 de abril de 2007

¿Terapia con LSD? Mejor no escribas sobre ello.

Hace unos días a través de Manuel Villaescusa, que es uno de los psicólogos españoles más preparados en el uso de enteógenos y de estados modificados de conciencia, me llego una reseña de un articulo publicado en un periódico canadiense, en el que se cuenta la odisea que le toca pasar a un terapeuta de ese mismo país, cuando iba a visitar a un amigo en los EEUU.

Todo gracias a que había escrito sobre la terapia con LSD y a Google, con el añadido de las nuevas leyes usanas y de la pobre capacidad cognitiva de los agentes de la ley en ese país a la hora de aplicar las normas, y sobre todo, de detectar un peligro para la seguridad nacional.

Voy a contar lo ocurrido simplemente traduciendo el artículo.
El original se puede encontrar en http://thetyee.ca/News/2007/04/23/Feldmar/


Andrew Feldmar, un conocido psicoterapeuta de Vancouver, se acercó a la frontera en Blaine con los USA el pasado verano, como había hecho antes cientos de veces durante su carrera.
Con sus 66 años, su pelo gris, sus gafas y su barba poblada, le dan el aspecto de un maduro intelectual.

En la el puesto fronterizo, le dio su pasaporte al guardia y se relajó pensando que pronto estaría en Seattle con el amigo al que iba a visitar.

El guardia fronterizo tras coger el pasaporte, se dio la vuelta y en un ordenador escribió su nombre en Google, el conocido buscador.

El mundo del psicoterapeuta estaba a punto de dar una bizarra vuelta.

Nacido en Hungría de padres judíos en el momento en que los Nazis estaban llegando al poder, Feldmar fue ocultado a los Nazis durante el Holocausto cuando tenía sólo 3 años de edad, tras haber sido sus padres condenados a ir a Auschwitz. Milagrosamente, sus padres fueron de los pocos que pudieron salir de allí vivos y volvieron a Hungría en 1945 cuando fue liberada por el ejercito soviético.

Feldmar escapó del comunismo hungaro en 1956 cuando el tenía 16 años y emigró a Canadá.
Se casó allí hace 37 años, tiene dos hijos con su esposa Meredith, y viven en Vancouver.
Sus hijos, viven en los USA, uno en Denver y el otro en Los Angeles.

Feldmar ha viajado a los USA unas 5 o 6 veces anualmente, bien por cuestiones de trabajo o bien para ver a su familia. Ha trabajado para la ONU en Sarajevo y en Minsk con victimas de la explosión nuclear de Chernobyl.

Volviendo al presente....
El guardia al que le había dado su pasaporte le explicó que había sido apartado a una zona de controles aleatorios. El guardia parecía amable, incluso cuando tomo el pasaporte y quitó las llaves del coche de Feldmar.
Mientras el interior de su coche era registrado, Feldmar y el guardia hablaron, y el guardia le preguntó a que se dedicaba.

Cuando Feldmar le dijo que era psicólogo, el guardia escribió su nombre en el buscador de internet y pronto dio con un articulo que Feldmar había publicado sobre una ocasión en la que había tomado LSD, en Ontario y Londres, hace 40 años.
También decía en el articulo como había usado enteógenos como vía para comprenderse a si mismo y que en ciertos casos, podía ser preferible a tener que acudir al psiquiatra.

Todo pareció venirse abajo sobre Feldmar, y lo que iba a ser un día tranquilo, se convirtió de inmediato en una pesadilla.

Se le le hizo sentarse en una silla plegable y durante horas estuvo preguntándose donde iba a terminar este asunto. Miraba continuamente la hora en su reloj, pensando en que su amigo estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Seattle y el no estaría allí para recogerle.
Tres horas después se le hizo pasar a un pequeño habitáculo con una bandera de los USA, donde el guardia le explicó que bajo las leyes de Seguridad Nacional, se le denegaba la entrada en los USA debido al uso de narcóticos (¡¡daba igual que hubiera sido hace más de 30 años!!).

Feldmar intentó explicarle al guardia que la LSD no era un narcótico sino un enteógeno, pero el guardia no estaba interesado en tecnicismos.
Le pidió a Feldmar una declaración de su uso de LSD y acto seguido le tomo las huellas para la base de datos del FBI.

En ese momento, Feldmar, no creyendo que pudiera ser real que le estaban prohibiendo la entrada a los USA para siempre, consulto al guardia, el cual le dijo que podía recurrir al Departamento de Seguridad Nacional, y le dio un paquete con los formularios.

El guardia le escoltó hasta su coche y se aseguro de que diera media vuelta y volviera hacia Canadá.

Cuenta Feldmar como tras graduarse con honores en matemáticas, física y química, y haber cursado un master en psicología en Ontario, conoció a Zenon Pylyshyn que había sido uno de los primeros en experimentar junto con Abram Hoffer y Duncan Blewett, en los primeros experimentos con LSD.
Y que hacía 33 años recibió una dosis de LSD que el propio Zenon le proporcionó.
Esa fue su iniciación en el campo de los enteógenos
Tras ese viaje, había conocido y probado infinidad de sustancias que le habían permitido viajar a lugares de su mente y su ser que de otra manera nunca hubiera podido conocer.

Y estaba siendo castigado por eso, negándosele la entrada a los USA, donde residen sus hijos y varios amigos.

Feldmar no se resignó a que esto quedará así, y se negaba a que no pudiera visitar a sus hijos en sus casas.
Contactó con el cónsul de los USA en Vancouver para protestar, y se le dijo de nuevo que buscase un abogado para que le concedieran una exención.
Consultó con un abogado en Vancouver que le dijo que le costaría unos 3000 Euros, sin contar imprevistos, y que tendría un 90% de posibilidades de que se la concedieran, pero sería un permiso de un año y que cada vez que quisiera cruzar la frontera, necesitaría iniciar ese proceso de nuevo.

Cada vez que quisiera ir a visitar a sus hijos a los USA, necesitaría un documento que dijera que ya se había rehabilitado de su uso de LSD.
Pensó en demandar al gobierno de los USA, pero se dio cuenta de que eso le costaría los ahorros de toda una vida, y que la balanza estaba tan inclinada en su contra que sería casi un milagro que pudiera ganar.

De nuevo, el psicoterapeuta acudió al consulado. No se le hizo caso, ni se le devolvieron las llamadas, pero en un email, el consulado le explicaba su posición.

El email decía esto:
"Nuestros dos países tienen regulada de forma muy similar los asuntos de visados para ciudadanos que han violado la ley. El tema no es haber escrito un articulo sino el haber tomado una sustancia legalmente controlada.
Llevo años escuchando a ciudadanos americanos que tienen prohibida la entrada en Canadá y que llevan décadas sin antecedentes, y deben conseguir una exención para poder entrar.
Aplique el mismo caso aquí.
La exención es el único camino."

El simple hecho de haber tomado hace décadas una sustancia prohibida, aunque no exista ni denuncia ni ningún tipo de ficha criminal, es suficiente para ser considerado peligroso para la seguridad de los USA.
De la misma forma que se prohíbe la entrada a cualquier persona con SIDA, tuberculosis o cualquier otra enfermedad infecciosa.

Con la excusa del aumento de la vigilancia y el recorte de libertades a consecuencia de los ataques del 11-S, se ha disparado el número de personas que están trabajando en las fronteras usanas, combinando datos y métodos que hacen casi imposible entrar en el país a muchísimas personas que nada tienen que ver con ser un peligro para la seguridad nacional.
Músicos, científicos, políticos de otros países... cualquier que ideológicamente agradable a los ojos de el estado usano.

De hecho, la Unión por las Libertades Civiles en América, ha denunciado ya el uso ideológico que se hace de la conocida y restrictiva Patriot Act, de manera que se esta convirtiendo en un muro ideológico oculto tras justificaciones de seguridad nacional.

Nueve meses después de haber sido devuelto en la frontera, Andrew Fledmar sabe que su exclusión es permanente.
El proceso para conseguir una exención es agotador, muy costoso y carente de sentido. Una situación tipo David y Goliath.
Esto es devastador para la familia y amigos que el tiene en los USA.
Como dice uno de sus amigos, un profesor de Filosofía de la Universidad de Pensilvania, la idea de que él o alguno de sus trabajos pudiera herir a alguien es aberrante, y él es una víctima de la escandalosa incompetencia burocrática de los responsables implicados en este casto.

Cuando Feldmar finalmente revisa todo lo ocurrido, llega la la conclusión de que el estaba trabajando en un ambiente de seguridad y tranquilidad que caducó en el 11-S.
Su error fue realmente el haber escrito sobre sus experiencias con drogas y el haberlas puesto en la web, aunque fuera en una respetada publicación.
Feldmar reconoce que nunca se planteó el riesgo que podía suponer, compartir como otros muchos de su generación, las experiencias y el conocimiento que había adquirido gracias a estas sustancias, y compartirlo con otros.
Ahora sin embargo, advierte a sus amigos, que se lo piensen dos veces antes de escribir nada personal en internet.

Dice Feldmar:
"No hice caso del viejo dicho de los Alquimistas: Haz, arriésgate, y se silencioso.
Y la experiencia de ser tratado como un indeseable es chocante. La ausencia de amparo, lo inútil de intentar que se te vea como lo que eres y como lo que los demás saben que eres, la reducción de mi persona a un indeseable criminal fue realmente aterradora.
Me volví consciente de la fragilidad de mi identidad.

Recuerdos de haber sido el objeto de la necesidad de etiquetar pueblan mi mente.
He sido visto y etiquetado como judío, comunista, persona desplazada, como estudiante, como paciente, como hombre, húngaro, refugiado, emigrante, inmigrante... Y ahora soy visto como uno de esos usuarios de drogas, tal vez un adicto, tal vez un camello, no puedo estar seguro.
En cuestión de segundos quedé desarmado, nada de lo que dijera iba a ser tomado en serio.
Fui etiquetado, colocado, y desposeído de mis derechos. Simplemente despachado."


Poco cabe añadir a esas palabras. Pero me pregunto que pasará, cuando quieran o necesiten entrar en los USA, con todos aquellos científicos y personas que están apoyando la investigación con enteógenos, con organizaciones enteras como MAPS, o con personalidades como el químico y etnobotánico Jonathan Ott, y que en ocasiones así queda muy clara la razón por la que eligió vivir en México.
Dejo como guinda final las palabras de Manuel Villaescusa sobre este asunto y refiriéndose a los USA: "Y el país de la libertad lo llaman...."

jueves, 19 de abril de 2007

Análisis de sustancias y reducción de riesgos

La guerra contra las drogas parte de varios presupuestos de carácter dogmático y se aplica, diseña y ejecuta en base a ellos. Uno de sus presupuestos es que todas las drogas psicoactivas son malas, tanto en una categoría moral como en una perspectiva médica.
Esto, además de ser falso, se sostiene muchas veces en las consecuencias de la propia prohibición que pesa sobre estas sustancias. Por ejemplo: la heroína te puede matar al inyectártela por las sustancias con las que la adulteran. O el muy socorrido dicho, de unos años a esta parte, de que cuando te comes una pastilla de éxtasis, no sabes lo que te estás comiendo.

Si no fuera algo admitido a ciegas que hay que luchar contra la droga, cualquiera que tenga dos dedos de frente se daría cuenta rápido de la falacia que encierran esas dos frases.
No te están diciendo que te mate la sustancia que buscas consumir, sino lo que le añaden para aumentar la ganancia en un mercado ilegal, o para evitar la ley al venderte sustancias no ilegales. Es la prohibición la que hace imposible que puedas comprar heroína, cocaína o éxtasis con su debida pureza y en condiciones higiénicas.

Pero en ningún caso los gobernantes están dispuestos a admitir que la prohibición hace que en lugar de proteger la salud pública, se subvencione el mercado de la droga, y se desproteja al consumidor, haciendo que tenga que arriesgarse en mayor o menor medida a consumir sustancias de dudosa calidad y desconocidos riesgos.

Frente a esta postura, mezcla de estupidez, mentiras, y ceguera, han ido surgiendo alternativas realmente útiles y eficaces para reducir los daños que van parejos a la situación que sostienen los gobiernos. Son las llamadas alternativas de REDUCCIÓN DE RIESGOS.

Actualmente es posible adquirir varias sustancias enteógenas como las 2C-I o la 5MeO-DMT en formas puras y provenientes de laboratorios legales, o drogas en forma vegetal como la mescalina del peyote, o la ergina de la rosa lisérgica o del dondiego de noche. Para mas información sobre esto, véanse las entradas "Como comprar drogas legales en internet"(para sustancias puras) o la del mismo nombre y segunda parte para sustancias vegetales.

Pero aunque esto está disponible para cualquier que se haya molestado un poco en buscar esas opciones, lo mas habitual es que los consumidores compren drogas en la calle, sin ningún tipo de control de calidad. Las drogas mas compradas son la MDMA, bien en pastillas o bien como cristal, y la cocaína.
Aún no existe una cultura de molestarse en comprobar la calidad del producto, tal vez porque no es conocido por la mayoría que esto es posible y además, legal.

Asociaciones como la estupenda Energy Control ponen a disposición del usuario de drogas, un servicio de análisis de sustancias, tanto de forma presencial como mediante un envío de correo. Con una pequeña muestra que se envíe, basta para conocer la pureza y los posibles adulterantes de una muestra. Y esto nos debe servir para elegir correctamente a quién y qué compramos o a quién no lo hacemos.
Se puede leer cómo acceder a estos análisis, que son gratuitos, a través de esta web: www.energycontrol.org/jml y una vez allí en el apartado de "Análisis de sustancias" (a la izquierda de la página).
Por si alguien tiene dudas, añado que es un servicio anónimo y que es una organización que nada tiene que ver con ninguna institución estatal.
Analizan cualquier tipo de droga mediante un método de total fiabilidad como es la cromatografía de capa fina, y te ofrecen resultados para MDMA, speed o anfetamina, ketamina, heroína, cocaína, 2C-B y otras feniletilaminas, y LSD y otras triptaminas.

Lo que hace esta asociación SÍ es velar por la salud pública. Conscientes de que el ser humano en todas sus culturas ha tendido a buscar la embriaguez, no solo religiosa o ritual, sino también con el animo de divertirse y disfrutar, ofrecen a quien quiera la posibilidad de saber con precisión que sustancia tiene en sus manos.
Además ofrecen información detallada sobre los riesgos parejos al consumo de cada sustancia y consejos para minimizarlos, y hacer que una noche de diversión no sea una noche de problemas.

Conscientes de que causa más daño la desinformación (o la falsa información) que se da por buena desde los mass-media, son los propios consumidores los que pasan a ser gestores de la calidad que desde el estado se les niega a través de la prohibición.

Actualmente otras opciones de reducción de riesgos en otros países como Nueva Zelanda o Australia, van por otro lado y se centran en el aspecto legal, ofreciendo drogas que no estén prohibidas aún como sustitutos de las drogas mas consumidas. Allí se venden las llamadas piperazinas legales.

Este es el caso de las piperazinas, un grupo de compuestos que pueden tener desde efectos similares al éxtasis a efectos mucho más psiquedélicos, pero que no resultan mejores para la salud y que pueden tener un mayor riesgo.
De hecho son junto con la cafeína los principales adulterantes del MDMA que circula en nuestro país. Aunque estas pueden ser adquiridas sin problema por internet en páginas como www.purebzp.com donde se venden 5 sustancias de esta familia, así como pastillas con combinaciones de estas a precios bastante bajos, y en las que cualquier puede comprar 100 gramos de algunas de ellas y que serían mas de 2000 ó 3000 dosis en algunos casos.

Un pequeño cambio en las costumbres de los consumidores, que acostumbran a comprar la misma noche que van a consumir, en malas condiciones y sin posibilidad de comprobar qué compran, haría que los vendedores se vieran forzados a mejorar la calidad de lo que venden.

Incluso si alguien no quiere seguir todo el proceso que implica enviar una muestra por correo y esperar los resultados, tiene a su disposición diferentes test que sirven para detectar cuál es la sustancia que puede tener o no tener una pastilla o un poco de cristal que posean, con el simple test de Marquis.
Con una pequeña cantidad de la sustancia y una gota o dos de este reactivo que pueden comprar legalmente, por el color que obtienen, pueden saber bastante sobre la composición de aquella sustancia que van a consumir.
En esta página hay test para diversas drogas, incluido uno para la pureza de la cocaína, que se pueden comprar y tener en casa, y servirán para hacer cientos de test sobre lo que uno compre.
La página es www.eztest.com/web/ y pueden comprar no sólo ese reactivo, sino también otros para complementar sus análisis, como son el test de Mandelin y el de Mecke. Hay otras páginas donde se puede comprar el test, pero esta es la más completa. También hay páginas españolas que lo venden, como www.psiconautica.org donde por 15 euros puedes conseguir el kit para hacer las pruebas con instrucciones.

¡¡Hazlo tú mismo!! Pero hazlo.

En nuestro país los principales partidos políticos siguen cerrando los ojos a una realidad que no cambiará, y tan sólo algún atrevido por ahí se intenta apuntar el tanto del cannabis y los fumadores de hachís o marihuana, que es la droga no legal mas consumida en nuestro país.

Sin embargo en otros países más avanzados (en todos los sentidos) hay partidos que ya están apostando de una forma clara por el consumo responsable y por mejorar las condiciones del mismo. Por ejemplo, el Partido Verde en Inglaterra tiene una web solo para el tema de las drogas y la fiesta, en la que hablan sin problemas del tema, recomiendan libros o venden test para drogas. merece la pena echarles un vistazo y ver a que distancia están nuestros políticos de la realidad. Esta es su web http://drugs.greenparty.org.uk/.

Antes existían páginas en los USA como www.ectasydata.org donde se analizaban las pastillas de diferentes partes del país, y se ofrecía después esa información públicamente con una descripción (y foto) de la pastilla, información sobre la zona donde se vendía, etc. También existían esas alternativas a nivel europeo, pero parece que acaban abandonándose por falta de recursos económicos. Actualmente y para España lo más cercano que tenemos son las listas que Energy Control nos ofrece con análisis de las últimas pastillas que encuentran en el mercado.

Todo esto no ha sido más que un repaso por encima de las posibilidades que tienen los consumidores de drogas españoles para poder hacer un consumo más seguro, responsable y reducir los riesgos asociados a ello.
No está de más recordar la frase de Escohotado que dice:
"No mata la droga, mata la ignorancia."


Y ya sabéis, si estáis esperando a que el estado se preocupe por la calidad de vuestra salud, que también es pública, no estáis en el buen camino. Si consumís drogas, ocupaos vosotros mismos de una forma activa de vuestra salud, informaos de lo que consumís y no dejéis que os vendan lo que no queréis comprar.

Analizad lo que tomáis. ¡¡Que es gratis y anónimo!!
¿Qué más se puede pedir, en esta situación esquizoide de negación de la realidad?

miércoles, 11 de abril de 2007

Valium y otras benzos: muletas sociales

Seguro que ninguno de los lectores que por aquí pasan habrá oído hablar jamás de un tal Leo Sternbach. No es un nombre conocido, no está asociado a nada e incluso se podría pensar que suena a nombre de músico.
Pero seguro que todos han oído hablar de una de las mayores contribuciones que la sociedad le debe a este químico: el Valium.
Esa otra palabra ya pertenece a nuestra iconografía cultural y escucharla a todos nos evoca algo, posiblemente diferente y parecido al mismo tiempo, según sea la relación que hemos tenido con esa sustancia. Tal vez la hayamos tomado por orden del médico, o simplemente conozcamos de su existencia a través de la literatura, el cine, la música o el hablar popular.

Leo Sternbach, su creador y creador de otras muchas benzodiacepinas (su familia química) así como de otros cientos de compuestos -su historia cuenta con 241 patentes químicas- era un químico de los de la vieja escuela. Nacido en Opatija, que hoy pertenece a Croacia, pero pertenecía al imperio Austro-Húngaro en el momento de su nacimiento en 1908. Era hijo de un judío polaco que regentaba una farmacia en esa localidad, y fue a estudiar farmacia a Cracovia donde tenía parientes. Con 21 años ya tenía una licenciatura en farmacia, y dos años después obtenía el doctorado en la especialidad de química orgánica, la cual era su pasión.
Tras pasar unos años como ayudante de investigación en la universidad, se mudó a la ciudad de Basilea -en Suiza y en la misma ciudad que trabajaba Albert Hofmann, padre de la LSD- para seguir en la universidad pero poco después fue contratado por una de las empresas farmacéuticas de aquel lugar, la Hoffmann-La Roche como químico e investigador superior.
En 1941, con 33 años, fue trasladado a los USA en una operación de su empresa para poner a salvo a todos sus investigadores de origen judío ante el peligro frente a una Alemania dirigida por Hitler en plena guerra.

Su empresa jamás pudo imaginar que esa sería la mejor inversión de toda su historia.

Sternbach continuó con sus investigaciones en Upper Montclair, New Jersey, donde vivió con su esposa Herta hasta un par de años antes de su muerte en el 2005.
Una muerte que paso desapercibida, pero que se llevaba al hombre que había hecho uno de los mayores aportes a la psicofarmacología de la historia. Y es una historia que también tiene sus entresijos casuales.

La dirección de la empresa, ordenó a Sternbach abandonar el estudio y desarrollo químico de las benzodiacepinas por considerarlo falto de interés. Pero Leo, como buen químico que se había apasionado con una familia de compuestos, siguió con las investigaciones por su cuenta, hasta dar con la primera benzodiacepina que se comercializó en un tiempo record: el clordiacepoxido, o Librium.
Había abierto todo un campo para la medicina.
Hasta el momento los únicos tranquilizantes de los que se disponía eran o bien opiáceos o lo que en aquel momento estaba en su punto álgido de uso: los barbitúricos.
A diferencia de estos, el descubrimiento de Leo, tenía unos margenes de seguridad en su uso increíblemente mayores, y además no provocaba los groseros efectos de desinhibición y conductas temerarias que producían los barbitúricos en cuanto la dosis se excedía ligeramente.
Y tras el clordiacepoxido vino el diacepam, el Valium que convirtió a su empresa en un gigante farmacéutico.

Justo aquello que le ordenaron dejar de investigar, hizo que los laboratorios Roche tuvieran en su poder el medicamento más vendido durante 13 años en los USA, y que aún a día de hoy significa el 28% de la ganancias de esta multinacional de la farmacia. Todo por el placer de investigar de una persona que dedicó su tiempo libre a ello.

Las benzodiacepinas, entre las que se encuentran el diacepam o Valium, el Tranxilium o clorazepato, el Orfidal o lorazepam, y otros 20 ó 30 compuestos, pertenecen al grupo de los tranquilizantes menores. Actúan sobre unas receptores cerebrales llamados receptores GABA, que son los encargados de modular el nivel de alerta y ansiedad de una persona. También los barbitúricos lo hacen, pero a diferencia de las benzodiacepinas que actúan preferentemente en las zonas subcorticales del cerebro, los barbitúricos actúan sobre los receptores en la zona del tallo cerebral, que controla funciones mucho más primarias y por eso su peligrosidad es mucho mayor.

Los médicos las recetan hoy día con total soltura, en parte por el margen de seguridad que ofrecen ya que es muy difícil poder suicidarse usando benzodiacepinas, y en parte por la demanda que tienen frente al estrés por parte de los pacientes.

Junto con el café, el alcohol -que también actúa sobre los receptores GABA- y el tabaco, son una de las muletas de nuestra sociedad. Escohotado las ha llamado drogas-bastón, ya que nos sirven para completar nuestra rutina diaria de forma más cómoda.
Son la pastilla para dormir al insomne, la píldora que tranquiliza al nervioso, la que relaja los músculos de alguien que la tensión acumulada le provoca trastornos, la que hace desaparecer una dermatitis nerviosa o una calva en el pelo provocada por cualquier forma de ansiedad.
Y realmente nuestra sociedad sabe bastante de ansiedad.

Lo que antes se trataba con alcohol de forma casera -tomándose un par de copas- o con barbitúricos, ahora se trata con Valium o sus parientes.
Los barbitúricos nacieron en una sociedad que pretendía demonizar a los opiáceos, y que los pusieron en circulación argumentando que al contrario que estos, no producían adicción.
No sólo la producían, sino que esta era peor y mas difícil de tratar. De hecho, los dos descubridores de los barbitúricos murieron por sobredosis tras años de consumo.

Con las benzodiacepinas pasó algo similar. Se lanzó la idea de que no eran adictivas.
El propio Leo Sternbach comentó una vez que le parecía ridícula la idea de que se hablase de adictividad en las benzodiacepinas, ya que para que algo fuera adictivo tendría que tener un efecto placentero.
Seguramente Leo nunca sufrió de ansiedad, e hizo ese comentario en una época en que la idea de adicción se basaba en la falta de fuerza de voluntad de la persona y de propensión al vicio y al placer.
Pero hoy en día sabemos que hay una sorprendente similitud entre el comportamiento de una madre que al llegar la noche busca mitigar su ansiedad y poder dormir con una de esas pastillas, y el comportamiento de un heroinómano intentando paliar dolor, ansiedad o sufrimiento. Ambos buscan un alivio para un trastorno.

Se ha considerado a las benzos como pastillas que no tienen potencial lúdico, y realmente no son drogas que aporten un placer activo. Aunque a personas que sufren de ansiedad generalizada y no lo saben, o que nunca han podido sentirse en paz y no saben porqué, esos fármacos les proporcionen el placer de una paz que de otra forma no pueden alcanzar.
Yo he visto a algunas personas expresar tras su primera toma de una benzodiacepina, concretamente Tranxilium, que se sentían felices y en paz por primera vez en sus vidas, con una expresión de felicidad en el rostro que les resultaría difícil de creer a muchos farmacólogos.

Años después de que Leo dijera que era ridículo hablar de efectos placenteros y adicción en las benzodiacepinas, él mismo comentó que el Valium era un medicamento con unos efectos secundarios muy agradables y un somnífero bastante bueno, y que por esa razón se tendía a abusar de él... y que por ello su mujer no le dejaba tomarlo!!

Hoy día sabemos que sí son drogas adictivas, pero que usadas correctamente en manos de un buen profesional, presentan pocos riesgos y un manejo sencillo.
No hay casi un mercado negro de benzodiacepinas, y el que hay suele ir dirigido a los consumidores de heroína cuando no tienen otra cosa para consumir, ya que algunas de las benzos más fuertes, como el flunitracepam o Rohipnol, pueden lograr darles algo de alivio frente a un momento de abstinencia o pueden ser usadas para potenciar lo que como heroína les venden en el mercado negro.

No tiene sentido buscar diversión en las benzos, ni mezclándolas con alcohol (que además supone un riesgo importante) ya que sólo puede ocurrir que la persona acabe dormida, o que por el contrario entre en un estado de desinhibición temeraria acompañada de amnesia, y es por lo que hace tiempo algunos delincuentes las usaban para robar, ya que no sentían miedo ni tenían una conciencia clara de la gravedad de sus actos.

También se han usado por las mismas razones para facilitar violaciones, en las que un individuo droga a una víctima para que caiga en un estado de sopor y amnesia, y le permita forzarla sin que la víctima a veces ni recuerde que ha ocurrido.

Por último cabe mencionar un nuevo uso que han encontrado estas sustancias en el uso legítimo de algunas personas. Cada vez más jóvenes (o no tan jóvenes) que pasan el fin de semana tomando estimulantes de todo tipo, como cafeína, anfetamina, MDMA o cocaína, toman después benzodiacepinas para poder "bajarse el pedo" y la sobre-estimulación de su sistema nervioso a la hora de ir a dormir. Antes era una práctica frecuente en los consumidores de cocaína por vía intravenosa, fumada en base libre o como crack, pero ahora y por esa misma razón de frenar la ansiedad y calmar al cuerpo su uso está más extendido.

En cualquier caso, me resulta imposible imaginar hoy día una sociedad sin esos fármacos.
Si ahora las personas que mitigan la ansiedad mediante ellos se vieran privados de los mismos, aparte del síndrome abstinencial que tendrían, se tirarían a conseguir el mismo efecto por otras vías. El ama de casa o el padre de familia mediante el alcohol, y los consumidores de drogas ilegales, mediante el alcohol y los opiáceos, especialmente el más accesible de todos que sigue siendo la heroína.

Así que mientras sigamos viviendo una sociedad ansiógena para muchos, bienvenido sea el Valium para aquellos que buscan la paz.


P.S: Dedico esta entrada a mi amiga Rocio, porque me la pidió ella y por el estupendo libro que me ha regalado: "Colocados. Una historia cultural de la intoxicación." de Stuart Walton.