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viernes, 24 de marzo de 2023

Matar con una libélula.

 

Matar con una libélula.


Hace unos días, en una charla de un grupo de amigos, no recuerdo cómo salió el tema de qué forma elegiríamos su tuviéramos que matar a alguien. 

Era una pregunta sin propósito específico, en la que los presentes ponían pegas a las respuestas que los demás daban. Llegado mi turno, yo dije que si tuviera que matar, mataría con alguna sustancia en una dosis suficientemente letal. Y los demás inmediatamente me pusieron como pega que si le hacían la autopsia al cadáver, inmediatamente saldría la sustancia responsable y eso podría llevar a la policía hasta mí. 

Yo repliqué que en parte era cierto, pero que había cientos de sustancias que se podían usar con el fin de matar a alguien, y que no aparecerían en la autopsia ni en los análisis de un forense, ya que sólo se encuentra lo que se busca, y muchas de las sustancias a las que yo (y cualquiera que se lo curre un poco en Internet) tienen acceso -de forma legal- son indetectables porque son tan nuevas que ni sospechando el uso de una sustancia, era nada fácil que dieran con ellas.

Esto les sorprendió. Todos asumían que con un simple análisis de sangre de una autopsia, aparecían las sustancias que había en el cuerpo y que podían hacer causado algún efecto, que no existían sustancias que no se pudieran encontrar (como si algo así fuera sólo propio de algún veneno secreto ruso) y que, si era como yo decía, todo el mundo mataría con alguna de esas sustancias que se podían comprar legalmente por Internet.

Y les conté a los que no tenían conocimiento del tema, lo que eran los research chemicals y cómo funcionaba el asunto: cómo primero aparecían en el mercado, y en muchos casos, eran sustancias derivadas de otras conocidas pero no “existían” en las bases de datos que detectaban las sustancias que había en una muestra de sangre, porque eran demasiado nuevas y desconocidas. De hecho, por eso hablamos de research chemicals: sustancia químicas de (o en) investigación. De hecho todo lo que tomamos ha sido un research chemical hasta que ha dejado de serlo, pero hace décadas ya que se convirtió en un eufemismo al mismo tiempo para referirse a drogas psicoactivas legales, porque no habían sido todavía prohibidas (en la mayoría de los casos).


A algunos de los presentes les sonaba demasiado a película todo eso, incluso el que existieran drogas que eran legales y que se podían comprar por Internet, así que les mostré algunas webs y sus catálogos. Y en ello andaba cuando recordé una excepcional charla que tuve con una persona hace casi una década: una persona que había usado una de esas sustancias para matar (más bien diría para ejecutar), y cómo me lo contó cuando nos conocimos. Y les conté la historia.




El sujeto, un joven de unos 30 años que pululaba por los foros de drogas más avanzados y que usaba como nick “Libélula”

En esos foros, sus integrantes nos conocemos perfectamente, porque somos pocos y especialmente los que tenemos un conocimiento exhaustivo de esos asuntos (normalmente porque además, somos los que asumimos los riesgos de probar esas drogas “sin apenas historial de uso humano” y compartimos la información, ya que es nuestra mayor protección al exponernos a un comportamiento de riesgo semejante). Y resultó que el sujeto, era de una ciudad cercana a la mía, otra capital de provincia de tamaño pequeño, donde no existen círculos sociales de personas que anden metidas en estos temas. 

Así que eso hizo que hiciéramos algo de trato, compartiéramos alguna cosa y mantuviéramos comunicación vía email. Pero además, por motivos personales, ese chico -Libélula, le llamaremos, aunque también nos presentamos, llegado el momento, por nuestros nombres reales- tenía que pasar por mi ciudad y me ofreció quedar para tomar un café y charlar un rato cara a cara. Algo que siendo “Drogoteca” me ha pasado muchas veces, pero normalmente he rechazado el asunto porque valoro mi privacidad y porque los proponentes no resultaban suficientemente interesantes, sino que simplemente les apetecía conocerme (y no me mola nada ser “la mujer barbuda” en el circo de la vida y las drogas).


Pero en su caso, y dado el nivel de conocimiento que tenía en diversos campos, de la farmacología, la fisiología, la química y otros relacionados con las drogas y los asuntos que nos habían “unido”, acepté quedar en un bar cerca de mi casa para conocernos y charlar. Sabía que si el personaje no me gustaba o que si era alguien con intereses raros, me valía con poner una excusa y desaparecer. Pero no fue así. 

Quedamos y, a la tarde, tras comer, nos conocimos en una cafetería y nos sentamos a charlar. No recuerdo la charla en sí, entiendo que iría en general sobre drogas y todo su complejo mundo. No la recuerdo, porque llegó un momento en que la charla entró en un tema que superaba con creces todo lo que podía esperar.


Entró en el bar el típico tío mayor de 65 años, físicamente mal cuidado, bravucón y faltón, chillón... Vamos, uno de esos que si lo tienes al lado, te vas. Y yo le vi el gesto de desprecio que se le puso en la cara al ver al tipo. Por un lado no me sorprendió, porque era despreciable, pero por otro me extrañó, ya que él no vivía en esta ciudad y no era posible que le volviera a ver (y por supuesto, ni se le ocurrió venir a molestarnos a nosotros).


Le pregunté qué pasaba, y ahí comenzó la conversación que no olvidaré.

La voy a relatar de la forma más fiel que recuerdo, aunque como digo, hacen unos 10 años de ella.


-Yo: ¿Qué te pasa?


-Libélula: Nada. Que ese payaso me ha recordado a alguien de quien prefiero no acordarme.


Al decir eso, no pudo evitar mirar para abajo y disimular una breve sonrisa con cierto punto de satisfacción.


-Y:¿Por qué sonríes? ¿Qué te ha hecho gracia de eso que te ha recordado?


-L:Es una historia un poco fuerte. No sé si me apetece hablar de ella realmente...


-Y:No creo que me vaya a asustar a estas alturas de mi vida. Pero no quiero forzarte a entrar en temas que te puedan hacer sentir incómodo. Hemos venido a disfrutar de un café, así que olvida la pregunta.


-L:No, no es que me haga sentir incómodo. Simplemente, no es algo que haya compartido con nadie, salvo con mi pareja, porque aparte de que me podría ir la vida en ello, creo que muy poca gente entendería lo que hice, y me considerarían algo que no soy. No tengo claro si tú podrías entenderme -aunque no busco aprobación- pero de nada vale hablar de un tema así con ciertas mentes que, de entrada, están cerradas a entender que alguien dé ciertos pasos que entran muy dentro de lo ilegal, y no hablo de crímenes sin víctimas como serían las cuestiones de drogas.


-Y:¿Me hablas de un crimen con víctima? No será para tanto, hombre...


Dije yo intentando quitar hierro al asunto.


-L:Te hablo de verte moralmente obligado a matar a una persona, y actuar en consecuencia....


Se hizo un silencio extraño, no incómodo, curioso en cuanto a que era eso de “verse obligado moralmente a matar a una persona”. Y me pudo absolutamente la curiosidad. Debo decir que de entrada no me podía esperar algo así del tipo que tenía delante: para nada era alguien con matices violentos o agresivos, ni en el lenguaje ni en sus maneras. Era alguien educado y agradable, considerado, que sabía manejar las formas y los tiempos. ¿Matar? No pude evitarlo....


-Y: Cuéntamelo. Te doy mi palabra de que no saldrá de este lugar y de que no te voy a juzgar ni a emitir opiniones sobre lo que me digas si no las pides. Pero ahora, no me puedes dejar así....


Libélula juntó las manos, ligeramente escondió su cabeza tras ellas, y desde esa posición me miró a los ojos. Se quedó callado mirándome fijamente durante unos largos segundos, que podría ser medio minuto tal vez, y entonces dijo:


-L:Muy bien. Voy a hacer una excepción y espero no arrepentirme de ello. Aunque por lo que ahora mismo conozco de ti, creo que si ni hubieras actuado como yo, no hubiera sido por falta de ganas sino por las limitaciones morales y éticas que cada persona tiene con respecto a quitar una vida. Creo que eres de las pocas personas que lo puede entender, además de por su lado técnico, por su lado ético.


Y esta fue la narración de aquel acto, complejo de evaluar, al que una persona que no era un “justiciero” que fuera buscando “malos a los que castigar”, se vio compelido a ejecutar.


Al parecer, en su ciudad, frecuentaba un bar hacía la hora de comer ya que su pareja trabajaba a turno completo y no podían comer juntos, así que comía con una cerveza y unas tapas en un bar de barrio de su ciudad, también cerca de su casa. Un día, estando en el borde de la puerta fumando un cigarro, tras haber comido y con un café en el mano, se le acercó uno de esos clientes que conoces de vista del bar pero con quien no tienes el menor interés en relacionarte. Un cliente que, por lo que me describió, era muy similar al gorila descerebrado que había entrado momentos antes en donde nos encontrábamos. Es la socialización que provoca el tabaco, que al estar prohibido dentro de los bares, todos los fumadores salen a consumirlo a la misma puerta, y eso genera relaciones casuales, normalmente intrascendentes, pero en esta ocasión no fue así.


El tipo en cuestión, un gordo jubilado que había sido camionero toda su vida según contaba, empezó a desbarrar sobre cualquier cosa: era un borrachuzo que iba buscando atención de bar en bar y cuya opinión valía mucho menos que el silencio. La cosa no iba más allá de ser otro cafre que se metía con los inmigrantes, con los jóvenes, con los nuevos tiempos en general. Hasta que presenció una situación que le hizo saltar: una mujer conduciendo, había pitado a un coche que se le había cruzado de golpe y casi le hace chocar con él. 

En ese momento, el borrachuzo dijo en voz clara y alta: “...otra puta a que habría que matar!!”, refiriéndose a la conductora que, justamente, era la víctima de la mala conducción del otro coche y tenía toda la razón del mundo para pitarle por su acción.


Libélula no se inmutó ante el comentario, y siguió allí mientras el tipo iba a por otro botellín de cerveza. Y al volver a la puerta con el nuevo botellín, fue cuando le hizo la confesión que nunca debió haber hecho: “A las putas como esa había que prohibirles conducir, o sacarlas de la carretera a la primera oportunidad. Cuando aún conducía el camión, hubo una zorra que llegando a la altura de **ponga el lector aquí el nombre de un pueblo pequeño cercano a su capital de la provincia** se puso a pitarme porque no conseguía adelantarme con el camión. ¡¡Una polla le iba a dar paso a una guarra así!! 

Hasta que llegamos a una recta donde se puso a acelerar y a adelantarme. No me lo pensé dos veces: empecé a echar el camión contra el otro carril, viendo que no venía nadie ni había nadie detrás, y la saqué de la carretera. El coche dio más vueltas de campana que un bombo de lotería, y a tomar por culo la hija de puta. Una zorra menos.”


En ese momento Libélula se quedó helado. En primer lugar porque alguien fuera capaz de hacer algo así a otra persona, simplemente porque te están adelantando con el coche, En segundo lugar, porque la ruta que había mencionado el camionero, era la que su mujer tomaba cada día para ir y venir del trabajo. Libélula me dijo que en ese momento sintió algo que nunca había sentido jamás: como si un espíritu no deseado se hubiera metido en su cuerpo, y le estuviera generando emociones de odio e ira que nunca antes -ni después- había experimentado.


Libélula le preguntó al camionero qué le pasó a esa mujer. Y este le contestó con toda la calma: “Allí murió la marrana. Y me alegro. Además, el delito ya prescribió, así que no me pueden hacer nada.”


Libélula se metió para dentro del bar, terminó de un sorbo el café, pagó y se fue rápidamente. Caminó en cierto estado de shock intentando asumir lo que acababa de escuchar: el asesinato de una persona por pura diversión, y el asesino jactándose de ello y de su impunidad legal por los años transcurridos.


Cuando llegó a casa intentó tranquilizarse y pensó que posiblemente la historia era mentira, que era una fantasmada de un tarado que pretendía hacerse el gorila ante un desconocido en el bar. Pero la historia escuchada siguió atormentándole, sobre todo en su cabeza resonaban las palabras del tipo cuando disfrutando decía “Además, el delito ya prescribió y no me pueden hacer nada.”.


Intentó borrar todo aquello de su cabeza y olvidarlo como si fuera todo mentira. Pero como decía, escuchar aquello, tal y como lo dijo aquel tipo, hizo que un espíritu se le metiera dentro y no le dejase descansar, haciendo que la escena se repitiera una y otra vez en su cabeza. Además, empezó a pensar en su pareja, que precisamente a esas horas debía estar volviendo a casa, por esa misma carretera. Y el mero hecho de imaginar que alguien podía hacerle algo así a su chica, le hacía levantarse nervioso y empezar a moverse de un lado a otro como si quisiera hacer algo.... sin saber qué hacer.


Así pasaron unos días, y no había podido quitárselo de la cabeza. De hecho, había empezado a hacer una búsqueda en Internet y en periódicos locales sobre los accidentes acaecidos en ese tramo de carretera, que hubiera ocurrido hace más de 20 años (que sería el periodo necesario para que un delito de asesinato prescribiera, tal y como se jactaba el camionero). 

La carretera ya no era la misma que hace 20 años, porque en este tiempo se había desdoblado en una autovía. Pero esto era así desde hacía poco más de una década. Anteriormente era una carretera con dos carriles, como la mayoría de carreteras de la red general en el país. Y era cierto que era una tramo de carretera que contaba con un alto número de accidentes, por las curvas que tenía y porque era una ruta usada por conductores portugueses, que tenían fama merecida de conducir temerariamente y provocando todo tipo de siniestros.


Y tras mucho buscar, repasando años de periódicos locales, encontró 2 accidentes en un periodo de 5 años, que podían encajar con lo que contó el camionero. ¿Todo aquello sería cierto o no era más que una paranoia que él se había montado a raíz de un comentario de un borrachuzo? Tenía que saberlo, habiendo dedicado el tiempo que había dedicado a aquello, no podía quedarse ahí. 

Y la única forma de poder salir de dudas, por desgracia, era volver a tratar con ese tipo y tirarle de la lengua. La idea le repugnaba, pero mucho más le alteraba la idea de dejar el asunto en ese punto y tratar de olvidarlo, sabiendo que no lo conseguiría. Así que, haciendo de tripas corazón, empezó a coincidir más con el camionero en el bar, a salir a fumar cuando el otro salía, y a ir labrando cierta “amistad” en la que se presentaba como un tipo totalmente diferente a sí mismo: alguien que era afín a la forma de pensar del borrachuzo. Y poco a poco, en unas semanas y pagando unos cuantos botellines y alguna tapa, el camionero según le veía en el bar iba disparado a su lado como su se encontrase con su mejor amigo. Y de esa forma, dejándole hablar y sacándole ciertos temas casualmente, varias veces le volvió a contar el asunto (parecía que era de lo que más orgulloso se sentía en su trayecto vital), y eso le dio pie a Libélula para meter alguna pregunta que le ayudara a discernir si la historia era cierta, y de serlo, cuál era el accidente mortal que había provocado él. 

Hasta que en esas conversaciones que parecían casuales, dio algunos datos que sirvieron para determinar cuál era el que decía haber causado, como el tramo horario en el que ocurrió, el modelo de coche y el color, y la edad aproximada de la conductora que tan grave pecado cometió como para merecer la muerte.


¿Y ahora qué? Era cierto, y lo había comprobado consultando a la policía y a un par de abogados amigos, que el delito ya no era procesable aunque se pudiera demostrar, ni siquiera aunque lo declarase bajo juramento el propio asesino. Así son las cosas. Prescripción y se acabó. ¿Dónde quedaba la justicia en algo así? ¿Puede una persona matar a otra de esa forma e ir contándolo como hecho divertido a los conocidos del barrio con lo que coincidía en un bar? ¿Nadie podía hacer nada? ¿Era justo?


Libélula pasó días dando vueltas a esas preguntas en su cabeza, incluso llegó a soñar con el accidente en sí, y me contó que siempre despertaba cuando el coche paraba de dar vueltas de campana y los ojos de la conductora -ya muerta- quedaban mirándole como si él estuviera presente en aquel lugar. Según me dijo era torturante, e incluso, aunque la carretera ya era una autovía, el tiempo en el que su pareja estaba en camino hacia o desde el trabajo, sufría una ansiedad creciente que sólo controlaba a base de ansiolíticos, alcohol u otras drogas. Aquello, le estaba pasando una factura que no sabía cómo manejar.


Hasta que le planteó la historia a algunos conocidos por Internet, en forma de dilema moral, para ver qué harían ellos si se vieran en dicha situación: saber a ciencia cierta que una persona era un asesino y que la ley no podía hacer nada ya. Me dijo que todos contestaron como si fueran a hacer algo, desde pegarle una paliza a empapelar las calles del barrio con carteles con la historia y su foto, hasta que alguien dijo que la cuestión era simple para él: “Se merece la muerte.” Y esa persona añadió: “Es más, si no tuvo problema en matar a una mujer sin motivo alguno... ¿qué impide que haga daño de otras formas a otras personas que tampoco puedan defenderse?”


Libélula estaba de acuerdo con que había que hacer algo, que uno no podía vivir tranquilo tras haber recibido una información semejante sin hacer nada. Y aunque lo de darle una paliza o empapelar las calles con la denuncia pública de lo acontecido, eran ideas que no le desagradaban...¿era buena idea generarle más odio interno a un desgraciado de ese tipo? ¿No podría ser el desencadenante de otra acción de consecuencias imprevistas para una tercera persona?


Quedaba una opción. Matarle.


En este punto del relato, Libélula paró. Se quedó callado mirando hacia abajo, y cuando levantó la mirada, clavó sus ojos en los míos y me preguntó:


-L:¿Alguna vez te has planteado, hasta las últimas consecuencias, matar a alguien?


Me quedé en silencio. En mi mente busqué ocasiones en que hubiera deseado matar a alguien, y mentiría si dijera que no las encontré, pero eran todas personales. Todas respondían a una venganza propia, y no eran equiparables al supuesto que se me planteaba. Le contesté:


-Y:No de esa forma. Me lo he planteado pero era satisfacer el deseo de venganza personal, y no el dilema ante el que me has llevado. Pero ahora te pregunto yo a ti... ¿cuál era tu ganancia en llevar a cabo algo así? ¿Qué sacabas tú de todo ello?


No dudo ni un segundo en contestarme.


-L:Paz. Que aquello que se me había metido dentro cuando, sin yo elegirlo, me hicieron poseedor de dicho conocimiento, quedase en paz. No tengo vocación de justiciero, nunca he empleado la violencia física salvo para defenderme si me atacaban, y posiblemente eso haya ocurrido 3 o 4 veces en toda mi vida. Es más, si hubiera podido pagar todo lo que tenía porque nunca me hubieran revelado esa información y hubiera podido seguir con mi vida normal y mis preocupaciones habituales, lo hubiera pagado de buen grado. Pero no podía ser ya. Me sentía una víctima más al conocer esa historia por el estado en el que me había hecho entrar, pero no hacer nada en absoluto, me hacía sentirme como cómplice. Y no acepto ser una víctima de los actos de un miserable que no merece el aire que respira, pero menos aún acepto sentirme cómplice con mi silencio o mi inacción. Aunque la ley diga que semejante acto ha prescrito... ¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Qué sólo Dios puede juzgarlo? No creo en Dios ni en la justicia divina, no creo en el karma. Pero sí creo en tener pesadillas con un asesinato, ver al asesino reírse de ello, y en tener que tupirme a ansiolíticos para que mi cerebro no explote sabiendo que ese tipo se pasea jactándose mientras una persona ha muerto y sus familiares experimentan durante décadas un dolor que no puedo ni imaginar, y son aseteados por preguntas sin respuesta que nadie va a poder contestarles.


Se relajó, se reclinó en la silla, me miró y me preguntó:


-L: ¿Si un día tu pareja, tu hermana o tu madre, mientras conducen tocan el claxon a un coche, y el conductor se baja y le mete una paliza a tu familiar... qué harías?


-Y: Lo buscaría sin cesar hasta encontrarlo y posiblemente lo mataría sin pensarlo demasiado. Y sin importarme las consecuencias.


-L: ¿Y si en vez de una paliza, lo que hiciera fuera matarlas.... entonces qué harías?


Me quedé callado. Como si me hubieran atrapado con un razonamiento cuya conclusión es inevitable por mucho que no te acabe de gustar. La respuesta hubiera sido la misma que a la pregunta anterior, lo cual adolecía de cierta lógica por ser distinto el daño y por ende, la proporción en el castigo. Pero sabía que era así. Por primera vez en toda la tarde, sentí un odio intenso, seguramente similar al que atormentó durante un tiempo a Libélula. Por primera vez, no pude pensar, sino sólo sentir... y desear la muerte a aquel desconocido camionero del que me habían contado la historia. Es más, la muerte no me parecía ya un castigo suficiente. La muerte se me hacía pequeña comparado con el dolor que su acción debió causar a toda su familia, su gente, sus amigos.... todo por tocar el claxon a un psicópata mientras conducía. No contesté a su pregunta. Ya sólo quería saber qué había pasado. Realmente, lo que quería saber era que lo había matado.


-Y:¿Qué hiciste? ¿Lo hiciste? ¿Y si lo hiciste, cómo lo hiciste para evitarte las consecuencias?


Su rostro ya había perdido toda la tensión que había ido acumulando mientras me contaba la historia. Tenía la expresión plácida, contenida y elegantemente alegre de un jugador de ajedrez que ha conseguido darle la vuelta a una partida que iba perdiendo y que había terminado por encontrarle la forma de ganarla.


-L: ¿Qué iba a hacer? No tenía otra opción. Había llegado a un punto en que todas las opciones eran complicadas y podían tener consecuencias, algunas terribles. Pero la peor de todas, era no hacer nada. Yo no sé si hubiera podido vivir con eso el resto de mi vida. Verle pasear por mi barrio de bar en bar y por la noche despertarme empapado, temblando viendo los ojos muertos de alguien que, aunque no fuera de mi familia, podía haberlo sido. Podía haber sido cualquiera. Ese era el problema. Ese tipo no era un loco vengativo, no era alguien peligroso con quien más vale no meterse. Ese tipo era un cobarde que nunca se hubiera atrevido a plantar cara a nadie, pero que seguía experimentando placer sabiendo que había asesinado a alguien que ni conocía, por puro placer... o si lo quieres ver de otra forma, por el “terrible pecado” de que le hubieran tocado el claxon mientras conducía. Yo no quería saber nada de aquello, me lo volcó encima sin preguntar: me introdujo en esa historia sin permiso, y también sin saber las consecuencias que eso iba a generarle. No me gusta la violencia, me repele. Pero menos aún me gusta la injusticia. Y lo siento mucho, señor juez, pero si para la ley ha prescrito, que sea la ley la que lidie con todo lo que me provocó. Nadie podía hacer nada, nadie podía ayudarme. Nadie, excepto yo mismo. No tuve elección si quería recuperar mi vida, que aunque suene poético, es totalmente prosaico. Tuve que tomar la medicina que contrarrestase el virus infernal que había entrado aquel día por mis oídos. Y por supuesto que lo hice. No siento orgullo por ello, ni placer por haber quitado del mundo a una escoria semejante. No siento nada con respecto a ello. Como mucho, siento que hice lo único que podía hacer. Y no me arrepiento de haberlo hecho. Pero me estaría arrepintiendo para siempre de haber sido un cómplice en el silencio.


-Y:¿Cómo lo hiciste? Si es que puedes contestarme, porque entiendo que no lo hagas: asumiste la posibilidad de unas consecuencias brutales para tu vida si te hubieran cogido, y aún estás en riesgo legal. Tu acto no ha prescrito para la ley...


-L:Te lo voy a decir. Primero porque me ha quedado claro que has entendido todos los matices de la historia, y segundo porque tengo la sensación de que si hubieras sido tú el que hubiera recibido ese veneno, seguramente también hubieras acabado tomando una opción radical.


Se tomó unos segundos, inspiró, expiró. Miró hacia los lados y se acercó hacía mí con los codos sobre la mesa, y con un volumen de voz más bajo me preguntó:


-L:¿Cuál es mi nick en el foro donde nos conocimos?


-Y: Libélula... ¿no?


-L:No siempre fue ese. Antes usaba otro. Pero lo había “quemado” buscando información sobre research chemicals que fueran potencialmente mortales a dosis muy bajas, de menos de 25 mgs. Y tú sí sabes lo que significa “Libélula”, aparte de un insecto... ¿verdad?


Me dijo con cierto aire malicioso, como si su mayor secreto fuera algo que siempre había estado a la vista.


-Y: Creo que sí sé a qué te refieres. Es el sobrenombre traducido al castellano del compuesto Bromo-Dragonfly... ¿te lo cargaste con una sobredosis de Bromo-Dragonfly?


-L: Con el tiempo que me tocó pasar con él hasta que tuve claro qué accidente era el que cometió, sabía todo lo que bebía y lo que comía en el bar. Echarlo en una bebida, aunque fuera disuelto, me parecía una mala idea, porque me parecía que era más sencillo para que no se notase demasiado su sabor que fuera disuelto en una salsa. El día anterior, me llevé a casa una ración de las albóndigas con salsa que el tipo devoraba cada vez que iba a ese bar. Retiré una pequeña cantidad de la salsa, la calenté y disolví el producto. Lo guardé en una jeringuilla que congelé hasta el día siguiente a la hora de ir al bar. El resto fue sentarme en el lugar apropiado antes de que él llegase, y tener la suerte de que todo fuera como un día normal. Y lo fue. Se sentó a mi lado derecho, pidió bebida y su tapa de albóndigas, y cuando se giró a mirar la televisión, apreté la jeringuilla que llevaba en la mano en la salsa de su tapa. Pensé que notaría el sabor metálico que dicen que tiene, pero no pareció darse cuenta. Lo tragó como cualquier otro día, e incluso rebañó bien con pan. Luego el camarero, metió el plato con el resto de vajilla y vasos en el lavavajillas y todo resto desapareció.


-Y: ¿Y después qué pasó? Ese compuesto tarda más de una hora en hacer efecto...¿no?


-L: Después había que tragar saliva, y comportarse como cualquier otro día. No sabía si funcionaría, aunque tenía la esperanza de que al ser un tipo viejo con un montón de patologías pre-existentes, aquello fuera más que suficiente. Pedí un café, salí a tomarlo fumando mi cigarro a la puerta. Él salió como los demás días a que le hicieran caso, y yo estaba tan nervioso que no recuerdo ni de qué hablamos. Sólo recuerdo que me costaba no sonreír con alegría. Entré, pagué y como otros días, me fui. Sólo pensaba en ir hasta un callejón que hay a unos 50 metros del bar, que discurre entre una tapia de una escuela y las ventanas traseras de un viejo edificio, y en el que hay una alcantarilla donde podía deshacerme de la jeringuilla. Y así lo hice. Luego seguí hasta mi casa y me lavé bien las manos por si algo me había salpicado. Me cambié de camisa, la metí a lavar con el resto de la ropa. Habían pasado unos 45 minutos, y la tensión del momento no me dejaba estar quieto. Así que me bajé a la calle a dar un paseo, por la zona de los siguientes bares que visitaba, ya que este tipo hacía la misma ruta cada día, esperando ver o escuchar algo, un ambulancia, gritos, alboroto.... algo!!


-Y: ¿Y qué pasó?


-L: Pues lo que tenía que pasar. En el siguiente bar al que el tipo solía ir, tras pedir un botellín y sentarse, en un momento dado parece ser que cayó a plomo. No estaba muerto, pero al caer se había golpeado brutalmente en la cabeza, dado su peso y que parece ser que ni reaccionó intentando parar el golpe con las manos. Al parecer instantes antes había hecho algunos comentarios sin sentido para los presentes, y tras la caída y el golpe, empezó a echar espuma por la boca. Pensaron inicialmente que era un ictus o un derrame cerebral. La ambulancia se escuchaba llegar casi al mismo tiempo que yo me acercaba al bar. Cuando entraron estaba en parada, y le intentaron hacer la RCP para resucitarlo. La calle se llenó de gente que miraba desde la otra acera. Al cabo de menos de media hora, detuvieron las maniobras de resucitación y le taparon con una manta térmica de esas. Game over. Ahora sí había prescrito.


-Y: ¿Y le hicieron autopsia?


-L: Lo dudo mucho. Al día siguiente, los bares de la zona y el portal de la casa donde vivían tenían su esquela puesta. Dada la edad y su estado, más la ostia en la cabeza, lo darían por muerte natural. La historia había terminado, nunca más volví a saber nada del tipo.


Nos quedamos en silencio los dos, mirándonos y con una sonrisa que se dibujaba en la cara. No puedo saber qué sentía él, pero yo tenía la extraña sensación de que con un envenenamiento intencional se había hecho justicia a un crimen que la ley ya no podía ni juzgar. No me atrevería a decir que estaba bien, pero tenía la profunda impresión de que no estaba mal. Por último le pregunté:


-Y:¿Cómo te sentiste? ¿Conseguiste la paz que buscabas?


-L: Si te soy sincero, primero me sentí aliviado. Durante todo el asunto me había centrado en el proceso en sí mismo y había obviado las posibles consecuencias para mí. Pero una vez hecho, esa fue mi mayor tensión durante los momentos siguientes. Y una vez que fui consciente de que todo había pasado y que nadie iba a mover ni un dedo en dicho asunto, porque no había motivos para ello, me invadió una extrema sensación de paz y cierta felicidad, similar a la que tienes cuando terminas un trabajo que te ha implicado mucho tiempo y por fin se ha terminado satisfactoriamente. En cuanto a mis pesadillas, desaparecieron desde el primer día. Dormí como un niño, y en poco tiempo dejé de usar ansiolíticos. Aunque de todo esto sí me ha quedado algo de miedo a la carretera, da igual en ciudad que fuera: hay mucho psicópata que sólo necesitan del volante para dar salida al monstruo que llevan dentro. ¿No has visto el otro día lo de un guardia civil que por un accidente de tráfico ha ejecutado con 5 balazos en la cabeza al otro conductor, un marroquí que intentó huir corriendo cuando le vio con el arma? Un primer balazo en la cabeza y otros 4 estando ya en el suelo.... ¿Cuántos psicópatas hay que van con un volante en las manos en las carreteras?




La conversación se desvió ya por otros derroteros a partir de ese punto, y poco después habíamos llegado al límite de tiempo que teníamos para ese café. Nos despedimos amistosamente, y reconozco que disfruté conociendo al tipo y esa historia. Nunca más volvimos a vernos aunque alguna vez más cruzamos algún email, pero hace ya años que no tengo noticias de él. Espero que esté bien, y sobre todo, que siga en paz.


Y que esa paz nunca prescriba.


PS: Esto es una historia de ficción, y cualquier parecido con la realidad en las situaciones o los personajes, es fruto de la mera casualidad. No hay que buscarle más pies al gato, la moraleja es la que es en cada historia, sea fábula o hecho histórico.





viernes, 1 de febrero de 2008

Un nuevo research chemical: la MDPV o MDPK


Desde hace unos días vengo leyendo sobre una curiosa sustancia, que ha entrado en el mercado legal de los research chemicals, la MDPV que también es llamada en algún sitio MDPK.

Y parece algo que puede ser realmente interesante, y en la misma medida, puede ser peligroso.

Su nombre completo es Metilenodioxipirovalerona, y al menos hace 40 años que ya fue sintetizado y estudiadas sus propiedades como estimulante. No parece que lo fuera de forma extensiva, aunque dentro de su familia química resultó ser la más potente y la menos tóxica o con menos efectos secundarios.

No la había visto antes en el mercado legal, al menos con ese nombre, y parece que empieza a tener una demanda creciente. Eso tiene varias razones posibles.

La primera y más evidente es parte de su estructura química, que contiene el grupo metilenodioxi pegado a un anillo de benzeno, y eso da pie a todo tipo de especulaciones pseudo-químicas sobre sus efectos, al compararlo inevitablemente con la prohibida MDMA.

La siguiente, es que la poca información que hay sobre esta nueva sustancia, parece indicar que tiene interesantes efectos estimulantes, similares para algunos a la cocaína, y no es extraño ya que actúa bloqueando la recaptación de la dopamina y la noradrenalina -es decir, de forma muy parecida a la que actúa la cocaína- al menos hasta donde se conoce su mecanismo de acción, siempre recordando que es una sustancia experimental. Además, estructuralmente, no le falta parecido con esta vieja sustancia. Otros la comparan con el metilfenidato o Ritalín.

Y la última, es que parece ser una sustancia bastante adictiva y que genera rápida tolerancia. Los informes que hay sobre su consumo apuntan a reacciones muy diferentes según sus consumidores, con efectos que parecen variar entre las 3 y las 5 horas, o con otros que se van redosificando cada cierto tiempo en dosis que son muy distantes entre sí: algunos tomando de 3 en 3 miligramos, y otros redosificándose cada poco con dosis de 15 mgs y 10 mgs, hasta haber consumido en 5 o 6 horas, 80 miligramos de esta sustancia, y además por una vía más potente que la oral como es la de esnifarlo.

Para rematar la publicidad que puede estar recibiendo este compuesto y que puede que se haga conocido en menos tiempo que otros, es que hay quienes aseguran que produce sensaciones de excitación sexual y afectiva (tipo empatógeno) como la MDMA, y a la vez la estimulación de una metanfetamina.
Eso lo convertiría en una especie de afrodisíaco de nueva creación y un rápido best-seller.

Si las drogas siempre venden, el sexo aún más.
Y si a una viagra le añadimos semejante compuesto, si eso que aparece como información en la wikipedia fuera cierto, tendríamos el deseo, los momentos de ternura y comunicación afectiva, el estímulo general asegurado y una erección de piedra. Una bomba sexual.

Posiblemente esta última parte del tema sexual y afrodisíaco puede que sea sólo en parte algo cierta para algunas personas, como para otras lo es la 5-MeO-DiPT, o la 2C-B, pero desde luego no parecer ser algo que se pueda generalizar. Y contando tan sólo con 4 reportes en Erowid, no se puede saber hasta que punto alguno o más de uno pueda ser un interesado vendedor haciendo publicidad.

El precio de la MDPV es ahora mismo realmente bajo. Se puede conseguir por 35 euros 1 gramo de la misma, comprando 10. Y como hemos dicho sus dosis están muy por debajo de lo que es habitual para los compuestos de la familia de las MD.

Todo eso hace que, a mi entender, sea una sustancia que puede tener bastante interés, desde por razones de su estructura química, por sus efectos. Pero también que puede irrumpir en el mercado, aprovechando que es legal, simulando ser cocaína, metanfetamina, MDMA, o lo que el vendedor sin escrúpulos quiera hacer creer a su comprador que es.

Y como siempre, al tomar un RC, se está siendo un conejillo de indias, y como mínimo se ha de tomar en condiciones de seguridad y conocimiento de la sustancia y cantidad de la misma. Eso no ocurriría si fuera usada para suplantar a alguna de las ya prohibidas, y que tienen una demanda asegurada.

Aunque tal vez, dentro de 30 años, se conozca ampliamente, y se haya mostrado generosamente inocua (que lo dudo), y esto sea sólo exceso de precaución. Pero mejor quedarse corto de dosis y largo de cuidado, que viceversa.

Hay otra cosa que creo que es importante comentar.
También tiene que ver con otro RC, el Bromo-DragonFly, que es una anfetamina enteógena de muy alta potencia y larguísima duración, y algo errática en su respuesta según personas.
Si hasta ahora, y debido al cuidado que había que tener al manejarla, no se le vendía a cualquiera en todos los sitios, ahora hay proveedores que han comenzado a venderla sobre secantes o blotters, con una dosis de 500 microgramos. Y esto, para una sustancia de larga duración, aún no del todo conocida, y que sus dosis se suponen entre los 200 y los 800 microgramos, es una muy generosa cantidad.

Ponerlo tan fácil puede venir bien para quien la quiera usar sin tener que disponer de material de precisión, pero también la puede servir en bandeja para impresentables con ganas de timar a otros, con el riesgo de la salud ajena.

Ante todo, mucha calma -decía Siniestro Total- y de paso, ante todo, mucho ojo.
Más vale prevenir que curar, y más cuando no siempre hay una cura -y siempre "curas"- para un mal final.

Quede esta entrada como noticia, pero también como aviso. Cada vez, los consumidores de sustancias, tienen más y más motivos para analizar cualquier cosa antes de consumirla.

Symposion.



miércoles, 19 de diciembre de 2007

La mosca mágica: el 2C-B y su 2C-B-FLY

El reverenciado abuelo Shulgin (cuesta llamarle abuelo viéndole y pensando que aun le queda tiempo para llegar a los 102 años que el día 11 de Enero cumplirá Albert Hofmann con envidiable salud) creó en 1974 una maravillosa molécula a la que bautizo como 2C-B.
Estaba jugando con las fenetilaminas de 2 carbonos en la cadena, de ahí el 2, y esta llevaba un átomo de Bromo en la 4ª posición del anillo benzénico, de ahí la B.
Algo se ha contando ya en este blog al respecto de esa sustancia, como por ejemplo su especial suavidad en dosis bajas, y su curiosa capacidad para no enturbiar el aspecto sexual del varón como hacen otros enteógenos.

Eso, su aspecto benigno y su potencial para lo sexual han sido lo que le dieron fama, y el resto ya se encargo la prohibición de hacerlo.
Pero quede como dato curioso, que esa 2C-B, que había salido del laboratorio de un químico en los USA, es tal vez el primer compuesto que se ha usado por chamanes tradicionales de forma habitual en sustitución de sus plantas de poder.
En Sudáfrica, se le dio el nombre de Ubulawu Nomathotholo, que significa algo así como "medicina con la que nuestros ancestros nos cantan".

Los sangomas sudafricanos, que por el cambio en los modos de vida se habían trasladado a la gran ciudad, habían perdido el recurso de usar las plantas que conocían para curar, para meditar, para ayudar a sus enfermos. Y una empresa, antes de la prohibición, sacó al mercado esa sustancia con ese nombre, y esos chamanes que no tenían recursos, empezaron a usarla masivamente para ayudar a los que a ellos acudían en busca de consuelo físico o espiritual.

Evidentemente, y ya que los enteógenos no son una película de cine en la que todo el mundo ve lo mismo, ellos veían animales que les hablaban, y a sus deidades que les comunicaban cosas.
Ellos veían lo que correspondía a su bagaje cultural y forma de estructurar la visión del mundo.

No todo podía ser perfecto. Llego la prohibición, y debido a la demanda, posiblemente Sudáfrica sea uno de los países con mas Nexus o 2C-B en el mercado negro. Pero ahora ya de forma ilegal, y con los riesgos de adulteración y contacto con mafias y entorno criminalizado para poder obtenerlo.

Volvemos a la 2C-B y a su mosca.
Muchas drogas han sido creadas solo por químicos, como ejercicio digamos de tipo gimnástico.
A veces ha quedado descrita su síntesis, y algunas veces se las ha enviado a ser evaluadas con animales (como paso con la MDA o la MDMA).
La 2C-B fue testada con humanos deseosos de hacerlo.
Y para el resto valió la estúpida prohibición de la D.E.A. (Dando Estupendamente por el Ano), pasando de ser algo de pocos, a ser algo de muchos que tal vez algunos no deberían tocar.

Ya entonces algunos habían comenzado a atisbar que en matraz del químico había infinitas posibilidades, más desde luego que en la naturaleza con su limitado campo.
Aquí, el límite está en la imaginación y la pericia.

Otro señor, físicamente parecido a Shulgin, llamado David E. Nichols, llevaba un tiempo trabajando con nuevas moléculas, que nunca habían sido probadas en humanos, pero si en animales bajo el paradigma de la comparación con la LSD. Desde lisérgicos compuestos de potencias superiores a la propia LSD, a nuevos núcleos que imitaban caprichosas formas pero que tenían en común la activación de ciertos receptores serotoninérgicos.

Y aunque no fue una síntesis suya, si no me equivoco, la nueva creación salió de su laboratorio y de su grupo de trabajo. El 2C-B-FLY, llamado así por su parecido con una mosca, al tener dos anillos heterocíclicos con un oxígeno cada uno, pegados al esqueleto original de la 2C-B.
Ojo, existen muchas variaciones de esta misma nueva familia de triple anillo, que incluso para los habituados a estas cuestiones resultan difíciles de comprender.
Por ejemplo, existe la 2C-B-FLY, y también la 2C-B-DragonFLY, o la Bromo-DragonFLY (Libélula, que lleva a su vez un tercer carbón que lo convierte en anfetamina), y la diferencia, es que existe un doble enlace en los grupos heterocíclicos (cuando el nombre lleva el grupo "Dragon"), pero eso hace que no sea la misma molécula y que sus diferencias puedan ser abismales.

Existen poquísimos informes de su uso en humanos. Incuso páginas como Erowid, apenas cuentan con información sobre ellos. Y de hecho, no hay un claro consenso en cuanto a la dosis a usar en el caso del Br-Dragon-FLY, en el que según la partida que había en el mercado, la dosis era de entre 100 microgramos y 800 microgramos (millonésimas de gramo), o de 500 a 1600 microgramos, con una duración de sus efectos de entre 12 y 24 horas, con un tiempo de "recuperación mental" de unas 36 horas.
Como veis hablamos de usar entre 2 y 5 veces más según una partida de la sustancia u otra.
Y eso con una sustancia que apenas ha sido probada en humanos.

Esa sustancia ya está en el mercado.
Ahora mismo se pueden comprar 50 miligramos de Br-Dragon-FLY por 250 dólares, que son 174 euros. ¿Caro? Ridículo. 50 miligramos serían entre 500 y 100 dosis, así que cada una sale entre 1'7 euros y 40 céntimos (y hablamos de forma legal).
Pero ésta es una de los pesos pesados de la enteogenia, por suerte, y la gente en general huye de estas sustancias de potencia descomunal.

Volviendo a la más suave 2C-B-FLY, esta sustancia cuyo margen de uso es más sencillo ya que la dosis mínima empieza a los 10 miligramos y sus efectos son muchísimo más suaves que los de sus otros primos, contó con un apoyo imprevisto hace años que aún perdura en la memoria colectiva.
La investigadora y terapeuta Ann Shulgin (la exposa de Shulgin, Shasha) comentó en una ocasión que a ella le había resultado una sustancia deliciosa, y con un potencial erótico tremendo.
Eso, en boca de esa persona, y sumado a la sugestión pseudo-química que produce que sea una variación compleja de la prohibida 2C-B, ha hecho que sea una sustancia muy buscada en determinados círculos.
Sin embargo, los informes que hay sobre su uso, hablan de que es una sustancia suave, e incluso que no es muy interesante.

La propia Ann Shulgin comentaba hace unos meses el efecto que causaron sus palabras sobre la 2C-B-FLY, y haciendo hincapié en la importancia que tiene la individualidad en este terreno, contando como por ejemplo para ella era algo estupendo, pero para otros no merecía la pena.
Y eso en boca de la mujer que posiblemente más drogas enteógenas ha probado.
Como ejemplo también citaba sus experiencias con ayahuasca, en las que siendo una sustancia increiblemente prometedora y usada por miles de personas en diferentes contextos legales, y que en nuestro país cuenta con grandes defensores como el psicólogo Manuel Villaescusa o el farmacólogo Jordi Riba, a ella y a su marido es una sustancia que nunca les ha sentado bien, y que incluso narra como bajo los efectos de la misma, escucho en dos ocasiones una voz que le "decía" que no volviera a acercarse a ella... Y eso tratándose de un enteógeno, es para tomarlo en serio.

Pues también en breve va a haber 2C-B-FLY en el mercado. Hay que tener siempre en cuenta que estamos tratando con research chemicals, y que eso implica asumir unos riesgos por su uso nada despreciables, en los que actuamos como auténticos conejillos de indias.
Se puede comprar ya al precio de 500 miligramos por 525 dólares, que son 365 euros.
Eso 50 dosis mínimas, que saldría cada una por unos 7 euros y poco.
En este caso no, pero en el caso de la Bromo-Dragon-FLY, valdría con respirar cerca de la sustancia para tomar una dosis más que efectiva. Cuidado, que esto NO ES UN JUEGO.

Son delicadezas que la gente que ha probado muchas sustancias, tiene ganas de probar, como si fuera una peregrinación buscando, en palabras ajenas, "esa droga que tal vez no exista", y que sea la que a ellos les hace sentir mejor, o les resulta más útil para sus propósitos.

Realmente lo que se nos viene encima es algo que no alcanzamos a imaginar en el ámbito de la química cerebral. Se calcula que las sustancias disponibles, incluidos los research chemicals, se van a multiplicar por 10 en pocos años. Shulgin está escribiendo su tercera gran obra, que será un index al estilo Pihkal con más de 800 sustancias y sus rutas de síntesis.

Y aún con ese Index mágico de la enteogenia, seguirán abriéndose nuevos campos con otras moléculas según se vaya avanzando en el conocimiento de la química cerebral.¿Vamos a seguir manteniendo una prohibición estúpida que cuesta millones de euros a cada estado para intentar detener la lluvia que la propia prohibición ha provocado?¿O por fin vamos a poner las sustancias en manos de quien deben estar, como médicos, terapeutas, farmacólogos, y adultos con libre capacidad de elección que no sean criminalizados por las opciones que elijan para su mente?

Alguien tenía la mosca detrás de la oreja... ahora la tienen todos delante de las narices, y con esa cara de bobos que gastan, boquiabiertos, acabará metiéndoseles en la boca.

P.S: Parecen iguales... ? Encuentre las dos diferencias. Para ver más variaciones, WIKIPEDIA.

P.P.S: LA FAMILIA xC-B Y LA FLY AL COMPLETO, IMPRESCINDIBLE IMAGEN (que por tamaño no puedo incluir). Pincha arriba y llévatela a casa, por Navidá.

viernes, 1 de junio de 2007

Nuevos Research Chemicals en el mercado legal

Como era de esperar, la prohibición sobre sustancias como la MDMA y otras análogas está haciendo que se abran nuevas vías para obtener compuestos que sin vulnerar la ley, procuren efectos similares a quién los busca.

Hace relativamente poco la beta ketona de la MDMA, o Methylona saltó como alternativa viable al prohibido -y mucho más barata- éxtasis. Un simple átomo de oxigeno en la posicion beta de la cadena de carbonos de la MDMA convertía a la sustancia en legal.

Por supuesto, la sustancia no tiene exactamente los mismos efectos, y es infinitamente menos conocida, con los riesgos que ello conlleva, pero ya que se obtiene de fuentes legales al menos permite conocer su exacta dosificación y pureza.

Ahora se está dando el mismo paso con los análogos de la MDMA, como la MDE, MBDB y esta pauta seguirá en un futuro próximo.

La beta ketona de la MDMA fue bautizada como Methylona, y ahora le llega el turno a la Ethylona, que es la beta ketona de la MDE (bk-MDE). Ya está en el mercado a unos 200 euros el gramo, que vendrían a ser unas 5 dosis. Pero con el riesgo de consumir un compuesto que apenas tiene historia de consumo humano, de momento.

También esta la beta ketona de la MBDB (bk-MBDB), que se puede conseguir en grandes cantidades a algo menos de 150 euros el gramo.

Y hay otra sustancia que apenas ha tenido experimentación en humanos, que es una curiosa formación con un núcleo de benzeno y dos anillos furánicos acoplados a los lados, que es una variación compleja del potentísimo DOB, y que al contrario que la mayoría de los derivados que se están sacando al mercado de otras sustancias prohibidas, este es más potente que el compuesto de referencia.
Es el llamado Bromo-Dragonfly o Libélula, por la forma que tiene la molécula.
Sus dosis para humanos oscilan entre los 100 microgramos o millonesimas de gramo para una dosis mínima y los 800 microgramos para una experiencia de máxima intensidad, cuando la sustancia es pura.
El precio de esta sustancia es bajo debido a la cantidad necesaria para producir sus efectos.
Ahora mismo por unos 350 euros se pueden comprar 100 miligrámos de Br-Dragonfly, lo cual serían unas 1000 dosis suaves.

Es importante decir que este año se ha comunicado una muerte en la que esta sustancia se ha visto implicada en Suecia. Un hombre de 20 años murió tras tomar una cantidad desconocida de esta sustancia y otro amigo que también la tomó sobrevivió tras ser tratado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital.
El peligro que supone ingerir estas sustancias de por sí casi desconocidas, en este caso se multiplica al tener que ingeniárselas para medir dosis tan extremadamente pequeñas, y que sólo se pueden medir con precisión con material profesional y de muy alto coste.

Hay otra variante de esta misma sustancia, que sería la "libélula" equivalente al 2C-B, y su nombre es 2C-B-FLY, y que también es más potente que la sustancia de comparación, pero que su margen se encuentra en miligramos y no en millonesimas de gramo. También se puede encontrar ocasionalmente en el mercado legal de RC's.

Ahora mismo hay en la webs más accesibles las siguientes sustancias:
Methylona o bk-MDMA, Ethylona o bk-MDE, bk-MBDB, DIPT, 5-MeO-DET, 5-MeO-DMT, 2C-I, 2C-E, 2C-T-2, y Br-Dragonfly.

Todos ellos research chemicals, que con toda seguridad casi nadie usaría si tuviera a su disposición de forma legal otras sustancias mucho mas conocidas, estudiadas y seguras para el hombre.

Consecuencia de esta guerra perdida contra las drogas.