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jueves, 24 de octubre de 2019

Fernanda de la Figuera y la garrapata que la está parasitando.



Fernanda de la Figuera 
y la garrapata que la está parasitando.


Hace meses que este blog dejó de publicar material -dentro de un parón elegido por mí mismo- ya que mi trabajo y actividades se encuentran ahora enfocados en otros campos. 

Sin embargo, por una causa que considero inexcusable y de fuerza mayor, rompo el silencio de este blog para explicar -a quien quiera saber- una situación lamentable y degradante que se cierne sobre Fernanda de la Figuera (y no, no estoy hablando del juicio que en menos de una semana tiene que enfrentar), aprovechándose de ella y su situación y, por extensión, contra el activismo -real y de buena fe- del cannabis en España.




A Fernanda de la Figuera la acusan de un delito por cultivo de cannabis para una asociación, pena por la que puede enfrentar varios años de prisión. Se la juzga en la “Ciudad de la Justicia” de Málaga el día 30 de noviembre de este mismo año, 2019. Fernanda es, sin lugar a dudas, la activista más antigua de España en el movimiento asociativo cannábico, desde hace muchas décadas (cuando las asociaciones eran asociaciones de verdad y no meros puntos de venta de drogas, camuflados tras un paraguas legal).

Yo, no he tenido nunca contacto con Fernanda, ni para bien ni para mal. La considero una persona de una gran valía y de las pocas activistas que realmente tiene las manos limpias, es decir, que no se ha lucrado ni montando falsas asociaciones -que hacen caja en connivencia con el mercado negro- ni de ninguna otra forma usando el cannabis para ello. De hecho, Fernanda es una de las grandes defensoras del autocultivo y fue de las primeras personas posicionadas para defender activamente cifras de hasta 10 gramos diarios por persona consumidora, ya que muchos enfermos que usamos cannabis para nuestras dolencias, no consumimos como los usuarios recreativos a quienes les puede valer con cantidades mucho menores para abastecer su consumo. 

Fernanda es, ante todo, una luchadora que ahora requiere el apoyo de la comunidad cannábica y de todo aquel que esté a favor de la justicia frente a los crímenes sin víctima, como puede ser cultivar cannabis para otros enfermos sin ánimo de lucro.




Sin embargo, aprovechándose de la situación de debilidad, necesidad de apoyo y ayuda en que se encuentra Fernanda de cara a su juicio, un nefasto personaje está sacando partido de esas circunstancias, pretendiendo ser el responsable de organizar el apoyo a Fernanda de cara al proceso.

Él se presenta como una fuente de INFO sobre CANNABIS, y finge ser el cabecilla de un grupo activista, ficticio e inexistente (el grupo es “él solito”), que dice luchar por la legalización del cannabis en España. Pero la realidad es que este personaje tiene un largo historial de diversas estafas a toda clase de personas, vinculadas casi siempre al mundo del cannabis, donde Fernanda no es más que su última víctima... 

La prensa generalista -como boba que es- le ha dado hueco y le muestran como organizador de la movilización que va a dar apoyo a Fernanda. Desde esa prensa, ignorante y desinformada, han caído en la trampa dando cancha a que este estafador se exhiba ante los lectores como si fuera realmente un activista, blanqueando así su imagen ante la gente más joven, que desconocen los fraudes y engaños de este tipejo.

Por supuesto, la prensa especializada (y las empresas cannábicas que están detrás), no solo no quieren saber nada de él, sino que el hecho de que él esté mostrándose como el organizador de la ayuda a Fernanda de la Figuera -en este trance legal que está pasando- hace que muchas empresas, así como las publicaciones cannábicas, se nieguen a colaborar en este asunto. Como me han contado los profesionales del sector, este parásito está aprovechándose ya del tema, exigiendo dinero para sus acciones y chantajeando a las empresas diciendo que no ayudarle a él y sus planes, es igual que dejar tirada a Fernanda de la Figuera.

Hace ya unos tres años, recibí la petición de escribir un texto sobre este parásito. La idea surgía de un muy conocido activista con décadas de lucha a sus espaldas, que quería que se supieran la clase de cosas que este tipejo le hacía a sus víctimas. Dicha acción fue respaldada por la directora del medio para quien yo trabajaba en ese momento, dando su autorización sin problema. 

Así pues, recibí el encargo de escribir una pequeña historia de semi-ficción, donde el nombre de este estafador quedaba ligeramente velado, pero de forma que cualquiera que conociera mínimamente las andanzas del tipo, podría darse cuenta de que se hablaba de él y de sus muchos fraudes realizados. 

El texto, aún publicado en la web original, es este:


Mi vinculación previa con este personaje, y anterior al texto que me pidieron sobre él, era muy simple. A principios del año 2014, recibí una llamada telefónica de este parásito. Yo ya tenía sospechas de que no era un tipo del todo limpio, pues ya me habían llegado algunos datos de sus chanchullos -siempre con dinero y/o cannabis de por medio- por los que le tenían "sentenciado" en varios lugares, de Internet así como del mundo real.

En esa llamada, el tipo me dijo que estaba muriendo de SIDA en fase terminal (que contrajo, según él me contó, inyectándose heroína con jeringuillas usadas) y que estaba intentando -como épico gesto final- hacer una última acción activista en su vida. Me dijo que no estaba tomando medicación alguna, que la rechazaba y se negaba a ser tratado, y que no le quedaba más de un año y medio de vida. Me juró y aseguró que todo era cierto, y que incluso era posible que no llegase a ver finalizada la acción que quería llevar a cabo, sino que era probable que muriese antes de completarla. Y aseguraba querer limpiar "sus errores" y dejar un buen legado, para sus hijos y para la lucha por el cannabis, tras su inminente muerte....

Me pidió ayuda para organizar en las redes sociales un movimiento que apoyase dicha acción sobre la regulación del cannabis en la ciudad de Alicante, y para ello se usó el hashtag #AlicanteRegulaCannabis en Twitter y otras redes sociales. La acción finalmente no consiguió sus objetivos, pero sí que sirvió -por desgracia- para dañar a las asociaciones de cultivadores de Alicante y enfrentarlas a graves situaciones, que ponían en riesgo de cárcel a sus responsables. Varias de estas asociaciones terminaron siendo chantajeadas por este personaje -amenazándolas con meterles la policía dentro de sus clubs- para que siguieran sus órdenes y se amoldasen a sus intereses, cosa que afortunadamente nunca llegó a lograr.

Yo en aquel momento, tras su llamada, me planteé con cuidado lo que iba a hacer, porque no me hacía ninguna gracia que este tipo estuviera estuviera allí donde hubiera manejo de dinero. No supe valorar que -aparte del dinero- hay cosas, como la publicidad gratuita en los medios y la visibilidad en las redes sociales, que pueden monetizarse de varias formas: pequé de ingenuo, ya que él sí sabía muy bien lo que estaba haciendo. Pero lo que más pesó en mi decisión, es que -según él- su muerte por SIDA no ocurriría más tarde de 18 meses tras esa llamada, y el hecho de que aparentemente no había ninguna clase de dinero por medio: era sólo movimiento en redes sociales y presión a los políticos.

En esos días, había salido publicada la foto de un cargo político del PP, preparándose unas rayas de cocaína, y eso lo usó este parásito para amenazar a los distintos grupos políticos con que, si no colaboraban con él, era posible que otras fotos de ese tipo salieran a la luz. Les hizo creer que él tenía acceso a más fotos de ese tipo, que afectaban a diversas formaciones políticas. 



De esta forma, aprovechando la ayuda bienintencionada de miles de personas en las redes sociales, el montajista consiguió sentarse en la mesa con Ciudadanos, con el PSOE, pasar por el despacho del PP, y sobre todo engancharse a la gente de Izquierda Unida, a quienes convenció para llevar ante el pleno del ayuntamiento, su propuesta regulatoria. De todo esto, el tipejo iba sacando nuevos contactos, información, fotos y vídeos para su álbum particular, que -al estilo del “Pequeño Nicolás”- servía luego para engañar, a más personas y colectivos, al mostrar imágenes donde aparecía con todo tipo de personajes públicos, artistas y políticos. 

Reconozco que, en aquel momento, yo no era consciente del objetivo real de ese comportamiento -la búsqueda obsesiva de personajes públicos y de espacio en los medios de comunicación- ya que el parásito siempre la justificaba como “acciones para poner el asunto del cannabis en el candelero”.

¿Qué había de malo en darle a un moribundo la oportunidad de llevar a cabo una última acción en su vida, que además fuera positiva para el activismo cannábico? 

Nada. O eso creí yo.... que como un completo pardillo, accedí a colaborar con él y a organizar en redes sociales un movimiento que fuera visible y tuviera apariencia de fuerza, aunque en realidad no había nada detrás (la asociación activista que él decía representar no tenía miembros reales): todo era simple ruido en las redes.

No vi nada de malo en ello y así comenzó la única colaboración que yo he tenido con este parásito. En aquella época, una chica de nombre Raquel -con un conocido nick cannábico en Twitter (D...conWeed)- y que trabajaba en Valencia para una empresa cannábica, me insistía mucho en organizar algo dentro del activismo cannábico. Cuando todo este movimiento se puso en marcha con las acciones en redes sociales para darle fuerza, ella me pidió que la conectase con este tema. Así pues, la puse en contacto con este tipejo, para que le ayudase con las cuestiones organizativas. Y fue a través de ella cuando me di cuenta de que algo no iba bien....

La primera señal me llegó, fue cuando el parásito organizó un sorteo para quien colaborase en redes sociales e hiciera difusión de sus mensajes, cuyo premio consistía en 2 saltos en paracaídas con una empresa que -teóricamente- colaboraba en el asunto. El sorteo fue falso: el propio estafador decidió a quienes darle el premio y, casualmente, se lo dio a Raquel y a otra persona que él mismo eligió. Cuando se intentó cobrar el premio, nunca fue entregado y nunca se realizaron dichos saltos en paracaídas, ni fueron sustituidos por nada. Era todo puro paripé....

Eso me lo contó la propia premiada, Raquel, pero lo pasó por alto como si fuera “aceptable” que el sorteo estuviera amañado, para darle los premios a aquellos que más colaboraban. Sin embargo, lo que no pasó por alto -aunque no me contó hasta haber finalizado su colaboración con este tipejo- es que el falso activista se dedicaba a tratarla como a una “chacha” (en el sentido más despectivo del término). La explotaba con exigencias y malos tratos, haciéndola sentir como un cacho de carne a la que le podía pedir lo que quisiera, al estilo “jefe abusando de la secretaria acosada en el entorno laboral”.

Lo cierto es que Raquel era una chica muy joven y guapa, pero de todo lo que yo sabía de este tipo no se incluía que tratase a las personas como a esclavas sumisas, nunca lo sospeché y conmigo jamás dio señales de algo así: el tipejo sabía elegir a sus víctimas. Cuando ella me contó como la humillaba y le exigía las cosas, mi pregunta inmediata fue: “¿Por qué no me lo has dicho desde el primer momento? Sabes que jamás hubiera tolerado ni la menor falta de respeto a tu persona...”

Ella me contestó:No sé. Como era tu conocido y fuiste tú quien me pusiste en contacto con él.... al principio pensé que sería un mal día o una mala época, siendo alguien que se estaba muriendo... en teoría. Luego ya me di cuenta de que no, de que estaba abusando de mí, haciendo que trabajase para él como su criada, entre comentarios inapropiados, abusos verbales y todo tipo de improperios y exigencias”.

Cuando Raquel me informó de esos hechos, todo había terminado ya, y la relación entre este acosador y su víctima ya se había roto, por suerte, para siempre. La acción llegó al pleno del ayuntamiento, aunque el tipo hizo el payaso con un discurso que a nadie engañó. Convenció a 3 grupos políticos para firmar unos papeles inútiles y hacerse "la foto" -hablando de montar una mesa de diálogo sobre el cannabis- y aquí paz y después gloria. Ya no había nada que hacer, salvo tomar nota e informar a la gente de mi confianza de lo que este tipo había hecho a una activista que se había ofrecido para ayudar, de buena fe y sin cobrar nada por ello.

Cuando yo llamé al tipejo para pedirle explicaciones -sobre el acoso y los abusos a esta joven chica- él lo minimizó todo y lo planteó como que Raquel era una niñata que no sabía trabajar y que se ponía a la defensiva por cualquier comentario o palabra en tono más alto de lo normal. Dijo que "al activismo se venía llorado de casa" y que si la chica no era capaz de soportar la presión, que se hubiera largado en vez de quejarse y de andar dando pena con sus cuentos. 

Pero no le creí, porque yo ya había empezado a acumular información sobre lo que realmente había pasado en torno al falso grupo activista que decía encabezar, sus verdaderas acciones y las estafas de las que se sirvió en el pasado: las huellas de los daños en otras víctimas de este tipejo, recogido todo ello de una forma mucho más seria, profunda y sistemática. Ni un acosador sexual o laboral, ni un maltratador, ni un estafador aparecen sorpresivamente un buen día: siempre han dejado un largo rastro previo, que encuentras si te tomas la molestia de buscar.

Para empezar, la falsa asociación activista (que tenía un local físico, usado sólo por él), resultó ser -en origen- el intento de montar un punto de venta de cannabis tipo CSC. El dinero necesario, ya que el tipejo no tenía ni oficio ni beneficio, lo había logrado engañando a una mujer que conoció mientras estuvo unos meses en un CSC catalán, donde la víctima acudía a comprar cannabis. 

Esta mujer, socia de ese mismo CSC, cayó en su trampa, y mediante engaños consiguió que le diera 12.000 euros, para montar otro punto de venta en Alicante, copiando el modelo ya conocido: funcionando mediante la compra-venta de cannabis, comprado al narcotraficante de turno y vendido a clientes que figurasen como “falsos asociados”.

Cuando el tipo vio que no tenía hueco ni fuerza para montar ese tipo de negocio en la ciudad, quiso instalarse como “grupo activista”. Con ese disfraz y sin grupo alguno que no fuera él mismo, intentó que las ya existentes asociaciones cannábicas de Alicante, respaldasen sus pretensiones y asumieran sus planteamientos. 

Lejos de conseguirlo, hizo que todos los grupos cannábicos de la ciudad coincidieran absolutamente en una cosa: en huir de todo lo que tuviera que ver con él. Esto fue así, hasta el punto en que el día del pleno en el Ayuntamiento, los representantes de las asociaciones, acudieron para expresar de forma pública que no querían saber nada del tipejo, ni de sus formas, sus pretensiones y sus amenazas.

Lo que sí terminó consiguiendo, fue llamar la atención de la policía, y de la peor forma. El tipo tenía la fantasiosa idea de que cuando él escribía algo en Twitter, por ejemplo “¡¡Acción cannábica a las 20.00 horas en la plaza tal o cual!!”, la gente iba a responder acudiendo a su llamada, como si fuera el caudillo del ejército del cannabis. Pero en realidad, aparte de verse siempre tan solo como la una, los únicos que parecían responder a sus convocatorias, eran los agentes de policía de calle, quienes al observar su huidizo deambular y sus pintas de yonqui demacrado, sí terminaban respondiendo a su presencia: pidiéndole la documentación y regalándole un cacheo. 

Él fabulaba con que todo se debía a que la policía estaba pendiente de él en las redes sociales y de sus mensajes sobre activismo cannábico, y que por ello su mera presencia ya les "preocupaba y alertaba", en previsión de lo que él podría organizar con su fingido grupo activista.

Esto que cuento, lo he vivido yo mientras él -por teléfono, en directo- me iba narrando cómo la policía aparecía por un lado, él se iba por otro, aparecían otros agentes por otro lado, él huía por otra calle... así sucesivamente hasta que le cazaban e identificaban. No era -en ese momento- nada más que el habitual control de la seguridad en las calles, por parte de la policía. Pero incluso esas patochadas -provocadas por su propio comportamiento y aspecto- él las vendía como si fuera un mártir, perseguido y acosado por la policía debido a su lucha por el cannabis. 

Finalmente, la policía había empezado a mostrar un interés más concreto sobre el local del presunto grupo activista, donde extrañamente sólo era usado por este tipejo. Lo que hacía el parásito, era entrar y encerrarse dentro del local,  permaneciendo dentro sin responder a las llamadas de la policía. En cuanto el tipejo vio que la cosa se complicaba más, y le comentaron que la policía ya preguntaba por él en las tiendas y bares de la zona, dejó de ir por el local hasta que creyó que todo había pasado. Sin embargo, la policía consiguió cazarle mientras entraba  días después en el local, acceder con él al interior, y documentar todo lo que allí había. 
¿Por qué hicieron esto? 

Pues porque el tipo había sido denunciado por estafa, por un total de 12.000 euros, por parte de la “socia catalana” a la que había engañado prometiéndole ganancias rápidas con su inversión. Se había montado su chiringuito personal, con el dinero de una mujer enferma y usuaria de cannabis, que había sido brutalmente estafada. Una vez que trincó el dinero de esta mujer, había desaparecido de Cataluña y dejó de contestar a sus llamadas, emails y mensajes.

La policía le requirió que pasase al día siguiente por comisaria a declarar al respecto (ya se habían iniciado diligencias por la estafa) pero el tipo, muerto de miedo, no tuvo el menor reparo en gastar 180 euros del dinero estafado para llevar un abogado con él: abogado que -en declaración ante la policía- no puede hacer nada, salvo decir que no contestes o darte “apoyo moral”. Todo al módico precio de 180 euros, que podía permitirse gracias al dinero de la mujer estafada. Pagando por no tener el valor de ir solo a declarar, o negarte a hacerlo si no es ante el juez. 

Lo que ante la policía -en comisaria- contó fue que no había engaño alguno, y que la denunciante le había dado 12.000 euros para montar un club de activismo y nada más, y que él había hecho simplemente lo acordado.... Es decir, aseguraba que la mujer le había dado 12.000 euros -por la cara- sin esperar nada a cambio. Un dineral que él intentó justificar con dudosas facturas de las compras y obras que había hecho -se había montado hasta una sala de proyecciones, para ver cine- y había acondicionado el local como si fuera su oficina, con unas instalaciones que nunca nadie usó (salvo él mismo, claro). 

Los datos sobre el dinero estafado y el coste del abogado, me los facilitó el propio timador cuando volvió a llamarme para pedirme ayuda con ese asunto, ocasión en que yo ya no piqué y le mandé a pasear un rato. Por supuesto, de esta víctima de los 12.000 euros me decía que era una "enferma mental e histérica, una loca del coño" que, si bien reconocía que le había dado el dinero, argumentaba que se habría arrepentido porque no quería ser ya "activista como él, viendo lo duro que era ese trabajo"

Yo, sin creerme ya nada y escuchaba cómo me reconocía la estafa a esta mujer con excusas que daban risa, no dejaba de preguntarme cuánto iba a durar la vida de “ese enfermo de SIDA en fase terminal que se moría y rechazaba ser tratado”, pero que sin embargo estaba sacando provecho directo de todo lo que se había organizado, teóricamente para apoyar una buena causa.

El montaje del parásito era simplemente una cuestión de estética, para vender su imagen aunque, en el inicio, su intención fuera la de montar un CSC para vender cannabis comprado al mercado negro. Este tipejo nunca ha cultivado realmente ni su propio cannabis, sino que fumaba de lo que le sacaba a la gente, empresas y asociaciones con distintas excusas, y si no conseguía que “le donasen”, compraba hachís (chocolate en argot) en la calle a los camellos. Por esto, esos porros de mala calidad de hachís que fumaba, los activistas que le conocían de tiempo atrás -a él y a los métodos de sus primeras estafas- le llamaban “PAQUITO EL CHOCOLATERO”, entre otras cosas peores siempre asociadas a su largo historial de fraudes.

Tras la acción en las redes sociales, la información empezó a llegarme a chorro, a través de un montón de activistas y estafados. Al susodicho, había quien decía tenerle preparada “una cuneta en barbecho” (palabras textuales) para cargárselo en cuanto pudiera, ya que en su haber se contaban estafas a asociaciones, engaños a muchísimas personas e incluso robos, justificados por él mismo -ante mi persona vía teléfono- como “cobros de lo que le debían por su asesoramiento cannábico”, como fue el caso en una asociación cercana a Santander. Había dejado víctimas de estafas, timos y robos en varios puntos del estado, de Euskadi a Andalucía, de Cataluña a Cantabria. Incluso había llegado a robar toda una cosecha, de una asociación catalana que había plantado cannabis no psicoactivo para la extracción y uso del CBD. Para mas INRI, en redes solía mostrarse con fotos en mitad de una plantación: precisamente la que se encargó de hacer “desparecer”. Aprovechando que la asociación se enfrentó a problemas legales y judiciales, y cuando los socios no estaban en condiciones de ocuparse de nada más, decidió "ocuparse" él de aquel cannabis, para finalmente desaparecer de la zona, mudándose y reapareciendo en Alicante. Aunque como me indicaron las víctimas del robo, es una deuda que no caduca y que tienen pendiente hacerle pagar, tarde o temprano.

Una de las primeras estafas que el tipo había llegado a organizar hace ya décadas, fue una falsa empresa que defendía a los consumidores y cultivadores de cannabis, con un "carnet cannábico" que -obviamente- no servía para nada. Mediante el engaño del carnet, consiguió sacarle a mucha gente bastante dinero dinero que -llegado el momento de responder- cuando los cultivadores o consumidores tenían problemas con la policía y los jueces, nadie les prestaba la ayuda que teóricamente habían contratado con este timador, con ese inútil carnet y los inexistentes servicios que estas víctimas pagaron para esas situaciones.

Esta fue su estafa económica más masiva, allá por primeros años del siglo, y la que menos le costó, ya que detrás no había nada, ni organización ni abogados.... tan sólo una foto pegada en un cartón, vendida como conjunto de servicios contratados, por la que mucha gente habían estado financiando -sin saberlo- el tren de vida de este mangante en los años 2000.

La más cruel de las estafas que montó, fue un supuesto “Banco de Cannabis Medicinal”, con el que teóricamente abastecía y asesoraba a enfermos que necesitaban cannabis. Muchos cultivadores de buena fe quisieron colaborar, pero no sabían en manos de quién estaban cayendo y, como había conseguido que la prensa difundiera el montaje, muchos creyeron (como yo mismo en aquel momento) que era real. El resultado fue claro: el cannabis donado nunca llegó a ningún enfermo. Nunca hubo un solo enfermo o enferma que se viera beneficiada por dicha acción... sino que las donaciones desinteresadas de los cultivadores, desaparecieron en los pulmones y la cartera de quien ya podéis imaginar

A raíz de ese “Banco Medicinal de Cannabis”, que fue publicitado en la prensa -de la misma forma que ahora se hace publicidad a costa del proceso contra Fernanda de la Figuera- fue como yo le conocí y contacté con él, allá por el año 2009. 

Sin conocerle de nada, conseguí su teléfono y me puse en contacto con él para informarme directamente de la actividad del supuesto "banco de cannabis", y para preguntarle por qué no estaban ayudando a Juanma, el llamado “Ramón Sampedro” de la marihuana,tetrapléjico y activista en un centro del Ferrol

Él me contestó que es que “su banco” sólo actuaba en Euskadi, y cuando le pregunté cómo podía escudarse en eso ante un caso tan crítico y necesitado de ayuda como era el de Juanma, su respuesta fue: 
“¿Y por qué no le ayudas tú? 
¿Por qué tengo que hacerlo yo?”






Yo no era nadie, no pertenecía a ninguna asociación, ni tenía relación alguna con el activismo del cannabis. Pero no dude a la hora de responder a aquel fantasma: “No sabes con quien estás hablando. Pero tranquilo tú en tu Euskadi, que ya me encargo yo de ayudarle”, mientras no podía creer que un tipo que se publicitaba en los medios como el gestor de un banco de cannabis para enfermos, negase a un enfermo -en situación crítica- la ayuda, sólo por ser de otra comunidad autónoma. No daba crédito a lo que escuchaba a este “pseudo-activista”, aunque entonces yo aún no tenía ni puta idea de que dicho banco de cannabis -aunque saliera publicitado en la prensa, incluida la nacional- era un absoluto fraude. 

Y por mi parte -tal y como dije que haría- me encargué de organizar la ayuda que necesitaba este tetrapléjico que vivía en Ferrol y a quien yo no conocía de nada. Meses después, tuve la suerte de conocer a Juanma, tras un viaje por media España donde 2 personas se arriesgaron a caer en varios años de cárcel para llevarle -de forma 100% gratuita-, medio kilo de marihuana y entregarla a Juanma en su residencia de El Ferrol, sin ayuda de aquel falso “banco de cannabis para enfermos"

Los hechos aquí narrados, son sólo una pequeña parte del largo historial de este tipo, que es como una infección recurrente, causando daños una y otra vez, siempre sobre el mundo del cannabis... 

¿Qué conseguía, además de dinero de los estafados y fumar de gratis por los donantes? Visibilidad y posicionamiento para su nombre con su falso grupo activista, de cara a seguir medrando a costa del colectivo cannábico. La gente habitualmente no tiene tiempo para investigar a fondo algo -ni siquiera las noticias que les interesan- pero quienes llevan décadas en el activismo real (o incluso en el pseudo-activismo, ese que tiene afán de lucro) ya sabían de él y de sus engaños; el objetivo -preferente pero no único- del parásito eran los más jóvenes, ya que por edad no están en condiciones de saber, les falta experiencia y carecen de contactos que les informen y prevengan de esta garrapata cannábica.

Hay escenas tan esperpénticas -y al mismo tiempo tan clarificadoras- como cuando este tipejo -tras la acción de Alicante -gracias a la visibilidad que su nombre había adquirido en las redes- llegó a presentarse en las oficinas de un conocido grupo editorial y empresarial del sector del cannabis, exigiendo ver al dueño para demandarle una cuota de 500 euros al mes, por su labor como activista

La argumentación para pedir dicho dinero, es que según él las empresas del sector se beneficiaban de sus acciones, por lo que debían costearle las mismas y su tren de vida. En esa ocasión, se presentó precisamente en la empresa donde trabajaba Raquel -la activista de quien había abusado y maltratado- y por supuesto no consiguió ver al jefe sino a un empleado que, tras escuchar su charla y sus majaderías, le mandó con viento fresco por donde había venido. 

Esto fue algo que no sólo intentó en esa empresa, sino que lo repitió en otras muchas, de semillas, de material de cultivo, de publicaciones cannábicas: debéis pagarme por ser un “activista”. Así funcionaba monetizando su visibilidad, ganada a costa de la buena voluntad de las personas que creímos apoyar una causa cannábica, y no a un parásito del cannabis.

Su último “logro”, fue trabajar para una desaparecida revista cannábica y la empresa que había detrás. Lo hizo consiguiendo el teléfono de la persona que era dueña de la misma, justo en el momento en que la empresa acababa de cambiar de manos. El tipejo se dedicó a llamar a casa de este empresario, sin éxito al principio ya que no le pasaban con dicha persona, pero finalmente consiguió hablar con él y convencerle de que era la persona que necesitaba para navegar el mundo del cannabis en España, por los contactos que decía tener. Finalmente el empresario -alguien que afirma que su único porro lo fumó en 1984- tragó con el engaño y le dio un puesto en comunicaciones y redes sociales, del que en el menor tiempo posible le tuvo que despedir al darse cuenta del trepa acosador que había metido dentro de su empresa (el tipejo no tuvo problemas en acosar incluso a familiares directos del dueño). 

Tras su despido, una persona de esa empresa me envió unas fotos del estafador en una cama de hospital y con cara de estar muy enfermo. Se las había enviado el propio parásito, que añadió junto a la foto un mensaje: que estaba muy grave por un cáncer, y que estaba a punto de morir.

“¡Anda! ¡Pero si ha cambiado de enfermedad!
Mi reacción no pudo ser más escéptica, y aunque el trabajador que me pasó la foto me aseguraba -convencido- que el tipejo estaba muy jodido, que estaba ya muriéndose y que no saldría vivo del hospital, le dije que no se preocupase: “le verás resurgir en breve sin el menor problema, vivo y dispuesto a parasitar a otros”. 

Desde aquel momento, en que además de SIDA (como me contó a mí) se moría de cáncer en un hospital (como intentó hacer creer a otras personas), han pasado ya unos 4 años, y no: ni ha muerto ni parece que lo vaya hacer en un tiempo prudencial, para todas esas enfermedades que dice acumular. Lo de dar pena -con enfermedades reales o falsas, le da igual- sigue funcionándole especialmente en personas con buen corazón, por desgracia.

Para colmo, esa empresa -radicada en Andalucía- que le contrató y le tuvo que despedir rápidamente, se dio cuenta, pasados varios meses tras su despido, que el tipo seguía utilizando de forma oculta sus comunicaciones y redes sociales: les controlaba las comunicaciones y ofrecía a los clientes conseguirles lo que pedían, pero de forma más barata con otras empresas de la competencia (quienes le pagaban una comisión por los clientes robados). 

Sí, tú te ponías en contacto con la empresa y terminabas recibiendo una oferta mejor, enviada por el parásito despedido, robándoles poco a poco la cartera de clientes a quienes tuvieron la nefasta idea de darle trabajo. Cuando le pillaron -porque vieron un mensaje en los privados de una red social que olvidó borrar- y le enfrentaron con los hechos, el tipejo no tuvo escrúpulos en decir que había sido cosa de hijo... que lo había hecho jugando y sin querer. 

Cazado con las manos en la masa robándoles clientes, precisamente por una de las personas a las que envío esa foto desde el hospital diciendo que se moría de un cáncer, no dudó en echarle toda la culpa mierda a su propio crío -un niño menor de edad- como si eso fuera creíble. La empresa, como ya sabía que el parásito es un muerto de hambre sin un duro (y por la pena que les daban los familiares del tipejo) finalmente pasó de denunciarle, a condición de no volver a saber nada de él, nunca jamás.

A día de hoy, este parásito está volviendo a hacer su jugada, aprovechándose de la miserable situación que vive Fernanda de la Figuera. Según la información que me han facilitado, se presentó en una fase previa del juicio y consiguió llegar hasta Fernanda, a quien convenció de que él iba a hacerse cargo de todo e iba a organizar la respuesta del activismo cannábico. 

Fernanda se lo tragó, no sabemos lo que le contó o cómo lo hizo, pero no hay que dejar de tener en mente que hablamos de una señora que ya tiene 76 años y que -a pesar de su excelente y desinteresado trabajo como activista- puede que su lucidez y capacidad para ver cuando alguien se arrima por interés, no esté tan activa y eficaz como debería, siendo por ello una víctima propicia para este parásito, versado en todo tipo de fraudes y engaños a toda clase de personas.

Hay varios activistas que -procurando ser lo más delicados posible- se han puesto en contacto con Fernanda para preguntarle por esta fraudulenta situación, en la que este estafador se ha presentado como el “ángel salvador” que va a darlo todo por ella. 

Lejos de ayudar a Fernanda, la perjudica porque hace que una gran parte del activismo cannábico del país (el más potente y con más medios, el de verdad) no quiera saber nada del asunto. Esto no es por ella, obviamente, sino por no darle oxígeno a esa garrapata humana que ha conseguido parasitar a esta nueva víctima por su una alta visibilidad en los medios de comunicación, debido a ser quién es y el proceso que enfrenta. 

Nadie que conozca el historial de este parásito quiere mancharse con él, lógicamente, y eso hace que muchas empresas y asociaciones se vean en un punto complicado: no piensan intervenir en el “circo” que este estafador está montando, se dan perfecta cuenta de que está usando a una persona en una situación de necesidad, y aunque quieren colaborar con Fernanda no saben cómo hacerlo sin favorecer el blanqueamiento público de este timador. 

Sobre todo, como hacer algo sin permitir que el dinero y los recursos sean gestionados por este personaje, únicamente orientado a sacar beneficio de la terrible situación de que vive esta mujer. Tienen claro que, a este viejo artista del timo, le importan poco los cadáveres que deje a su paso, siempre y cuando él sea quien saca beneficio del asunto, de una forma u otra.

Algunas personas me han hecho saber que el tipejo que ahora parasita a Fernanda de la Figuera, está consiguiendo dinero de diversas fuentes y presionando a otras (empresas cannábicas, mayormente) para que aporten más dinero, con el argumento de que “no colaborar con él, es no ayudar a Fernanda”. Este hecho -el chantaje, usando a Fernanda como palanca para abrirse las puertas y los bolsillos de empresas cannábicas- ha puesto en alerta a una buena parte de las mismas, que ahora se ven inmersas en una situación muy complicada.

Ahora mismo -a una semana del juicio- no hay mucho que se pueda hacer. Sobre todo porque Fernanda ha caído en la trampa de esta garrapata humana, y resulta muy complicado intervenir sin que sea Fernanda la que sufra las consecuencias, ya que en gran medida es una rehén del parásito, quien la usa para volver a darse publicidad, manejando el dinero y recursos que la gente -con toda su buena fe- están aportando para ayudar. 




Sin embargo, la situación de Fernanda en este punto, no es un problema que se resuelva con dinero; no el problema de Fernanda, pero sí los intereses de su particular garrapata cannábica, que está usando la movilización del colectivo para presentarse como lo que no es, blanqueando sus imagen y re-escribiendo la historia de sus estafas y fraudes sobre cientos de personas que acabaron siendo sus víctimas, en lo económico y en otros aspectos.


Resulta muy sencillo, y es totalmente habitual en el "modus operandi" de este tipejo, hacer que una empresa te facture con una determinada cifra, mientras te da una comisión (oculta) por el servicio que contratas, y así la garrapata se lo lleva calentito mientras los donantes y colaboradores de buena fe, no se enteran de lo que hay. Esto es algo que el parásito maneja perfectamente, desde hace muchos años, y es algo que ya ha hecho anteriormente para justificar estafas previas (como la de los 12.000 euros a la enferma en Cataluña) y otros engaños. Con una pagina web y un par de papeles impresos simulando apariencia de factura, es suficiente para que muchas personas de buena fe, caigan en la trampa. También para que la prensa, desinformada y amarillista, trague con el fraude y presente a un montajista como el organizador del activismo cannábico en España.

¿Por qué yo escribo este texto y lo publico,
 si reconozco que 
ya no hay mucho que se pueda hacer?

La razón es simple: nunca me he callado al saber de ningún fraude, estafa o injusticia, y no tengo ninguna intención de comenzar a hacerlo ahora. Menos aún si me toca presenciar -sin reaccionar, como un cobarde- cómo se utiliza a la activista cannábica más grande que ha tenido nuestro país, como método de blanqueamiento de una garrapata que, por donde ha pasado, sólo ha causado daño y lo ha hecho precisamente a la gente más inocente y con mejor corazón que encontraba en su camino. Callar o mirar para otro lado en este momento -ya que yo ni soy parte del activismo del cannabis, ni quiero serlo- no me resultaba excusa suficiente para mi inacción (por muy tarde que haya sido consciente de todo ello e independientemente de lo que decidan hacer otros).

Me he informado directamente sobre cómo están actuando otras personas, dentro del activismo cannábico real en España, frente a este asunto y parece ser que el miedo a quedar mal les ha dejado bloqueados, sin saber cómo enfrentar el tema. Por lo que me han dicho, es posible que los pocos que tienen capacidad real de respuesta -los medios y las empresas que realmente pudieron y podrían hacer algo- no vayan a hacer nada, salvo ponerse de perfil. 

Y me han dejado muy claro que no piensan levantar la voz, e informar al colectivo cannábico, sobre lo que hay detrás de este estafador usando la situación de Fernanda para unos fines que nada tienen que ver con el interés de esta mujer.




Habiendo sido informado de todo esto, a día de hoy no tenía mas opción que -como poco- contar lo que sé sobre este parásito y su nueva víctima, si quiero seguir durmiendo con la conciencia tranquila y sabiendo que yo, al menos, he hecho lo que estaba en mi mano para no callarme ante otro fraude de la misma garrapata cannábica. Seguramente ya es tarde para que se reclame el dinero entregado, o para que una acción coordinada -desde el activismo real- pueda arreglar el engaño que está sufriendo el colectivo cannábico y la propia Fernanda. 

La inacción previa, por parte de los que ostentan capacidad efectiva para actuar, es la que ha permitido que el mismo parásito -que ha ido dejando un reguero de víctimas por donde ha pasado- esté sacando provecho de la injusta situación que sufre esta anciana activista, que ha pasado su vida luchando, sin ánimo de lucro, por los derechos de todos y la planta de cannabis.

Así pues, aquí tenéis un montón de información que podéis molestaros en comprobar, preguntando a aquellos con más años de experiencia en el cannabis y por ende con más conocimiento sobre este parásito, para que aunque estéis ya implicados en las acciones que este tipejo ha organizado, no acabéis siendo cómplices ciegos -y futuros estafados- de alguien que nunca hizo nada positivo en el activismo, salvo usar el cannabis y a las personas cercanas a esta planta para engañar, timar, robar y beneficiarse él mismo.

Más cara que  espalda: esa es la marca imborrable que os permitirá detectar -siempre- a esta garrapata.


Ahora ya, vosotros también sabéis lo que hay...


Drogoteca.

miércoles, 15 de octubre de 2014

El indulto en España: de drogas, tortura policial y agresiones sexuales


Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.





El indulto en España.



Cuando escuchamos el término “indulto” evoca para cada uno de nosotros un hecho con distintas facetas. En todas ellas encontramos la cualidad del perdón: del gladiador que en la arena del Coliseo romano está a punto de morir y el gesto del César con el pulgar hacia arriba le salva la vida, al toro que tras haber pasado un trance de tortura semejante al del gladiador se le salva de la muerte y además se le destina a una vida de semental, comiendo y copulando mientras sea capaz de ello.

Asimismo nos hace observar que hay -siempre- una autoridad o majestad que es la que hace de transmisora del acto por haber sido capacitada, por ley o de facto, para perdonar. En teoría -de la que no llega a hacerse ni papel- el acto del indulto es un acto de gracia, de humanidad, motivado por razones de excepcionalidad que escapan al simple transcurrir lógico del sistema.




Por poner un ejemplo, un robo con fuerza en las cosas, que aunque suena muy aparatoso es un “delito contra el orden socio-económico” en el que alguien coge algo que no es suyo, y que para ello pues escala una pared, usa una ganzúa para no romper la cerradura o se apropia de unas claves informáticas para hacerlo. 

Sé que suena un poco a chiste, pero es así: son ejemplos de robo con fuerza en las cosas. Te pueden caer de 1 a 3 años de cárcel, pero si el hecho se produce en lo que se entiende por un “lugar habitado o público” la cosa sube de 2 a 5 años. 

Entrar a robar una gallina trepando una tapia, al huerto de tu vecino del pueblo, tiene una pena de 2 a 5 años de privación de libertad, sin contar otros costes.



Imaginemos un sujeto que ha cometido 2 robos, de 2 gallinas, trepando una tapia del vecino.
La ley procesal hace que se juzguen los delitos por separado y se aplique la fundición de las penas, lo que hace que aunque hubiera tenido la tremenda suerte de toparse con los 2 jueces más benevolentes del planeta, ambos le habrían tenido que condenar a 2 años mínimos cada uno

Con una sola condena sin antecedentes, existe la posibilidad de suspender la aplicación de la pena privativa de libertad si no supera los 2 años, pero no cuando se supera en el total de penas impuestas esa barrera. El ladrón con fuerza en las cosas y el agravante de cometer el delito en un lugar habitado -aunque el vecino esté de vacaciones en Colorado- que robó dos gallinas, ha de cumplir 4 años de cárcel.




¿Tiene sentido eso? ¿El robo de dos gallinas sin causar daños ni a personas ni a materiales puede justificar 4 años de pérdida de libertad? No parece muy inteligente que el estado se encargue de retener, vestir, alimentar y custodiar a una persona durante 4 años por algo así. Pero ocurre. Muchas más veces de las que creemos, aunque no sea con gallinas de por medio, la aplicación estricta de ley crea monstruos que acaban aplastando ciudadanos en kafkianas odiseas.

El indulto, ya como facultad del poder ejecutivo o gobierno, se nos presenta a los ciudadanos como una vía en la que aplicar clemencia cuando la situación así lo justifique. Pero aunque ocasionalmente esto pueda ser así, en realidad es una mentira que tampoco reviste demasiado maquillaje. Veamos como se sostiene el asunto.


Orígenes en España de la “facultad de gracia”.


Cuando uno intenta discernir los orígenes legales de esta medida en España, se topa con que es complicado saber qué pasaba en esa época de 1870 -año de nuestra ley del indulto- en nuestro país. En el año 1868 triunfó la revolución del General Serrano -conocida como 'La Gloriosa'- y que sacó a la reina Isabel II del país. 

El general convocó elecciones para el año siguiente lo que dio el voto a unos 4 millones de votantes (únicamente varones) de los que aproximadamente la mitad no sabían leer ni escribir, y que dieron el gobierno a un conglomerado de partidos entre los que estaba el del General Prim y el del General Serrano mientras se conseguía un nuevo regente que fuera del agrado de todos. Todos querían un rey que siguiera gobernando el imperio, y nos enviaron a Amadeo de Saboya

La cosa es que la ley del indulto se sancionó de forma legal en el año 1870 con la reina exiliada en París y una semana después firmando su abdicación al trono. Tiempos realmente convulsos.

¿A quién acogía la ley? La ley la firmaba el “Ministro de Gracia y Justicia” y cubría todo tipo de delitos salvo algunos muy concretos relativos a la traición al estado por parte de sus dirigentes. El indulto es aplicable a los reos de cualquier tipo de delito, siempre que tengan sentencia firme (ya no recurrible) y que estén bajo control de la autoridad (no fugados).

Al mismo tiempo la ley prohíbe su aplicación en reincidentes: si te han condenado ya robando, pues no te vamos a perdonar que sigas robando. Y a la vez la primera excepción: eso será así a no ser que el ministro de turno decida que es de justicia indultar aunque sea reincidente. ¿Para qué una norma que puede saltarse expresamente quien aplica la medida? Un poco extraño.

El indulto puede ser total o sólo parcial, lo que equivale a la conmutación de penas que aún no han sido cumplidas. Este es un hecho que a día de hoy se presta a engaño. Hace un año leía en un medio “cercano al gobierno” que la mayoría de los 113 indultos que había concedido Rajoy en el 2013 eran por tráfico de drogas, sin mencionar el asunto de los narcobarcos y la jurisdicción internacional que ha liberado a tanto mafioso, pero eso ha sido después. 



Seguramente, en sentido legal, se puede pintar como indultos al tráfico de drogas, pero la realidad es que esos indultos son conmutaciones de pena en las que las drogas eran un factor determinante a la hora de explicar el comportamiento, y que se entiende que es mejor intentar tratar por una vía no represiva sino asistencial, modificando sus condenas en prisión de forma condicionada al cumplimiento de otros programas de control y reinserción social.

También hay otro punto curioso: el indulto de una pena no sirve para quedar exento de la inhabilitación accesoria para cargo público, a no ser que se haga expresa mención de que así es. Tomen nota que esto tiene su interés y luego lo verán.



Para terminar con ese breve repaso, cabe hacer mención expresa de cómo percibe el tema del dinero la ley del indulto. Puedes ser indultado, pero eso no te quita la multa que te hayan impuesto. Sólo te la quita si expresamente lo indica (como otros asuntos) pero debes saber que la parte que ya hayas pagado no te será devuelta. Asimismo tampoco puedes ser indultado de pago de las costas judiciales aunque te indulten la pena, pero podrás ser indultado si por insolvencia no puede pagar las costas.

Dicho de otra forma: te podemos perdonar pero no nos pidas ni un duro, no te devolvemos ni lo que era tuyo. Misterios de la administración de justicia: una cosa es el perdón y la otra la pasta, amigo.


Manejo del indulto en la España actual.

La vieja ley del indulto de 1870 fue renovada -sólo por encima, sin cambiar nada esencial- por el gobierno de Felipe González en el año 1988. No sería justo decir que un espectro político ha abusado más que otro del indulto, porque lo han explotado y explotan casi por igual los gobiernos socialistas como los populares, en el que el indulto pasa a ser un mecanismo más complejo y con más largo recorrido. 

El indulto pasa a ser utilizado con excesiva frecuencia por razón de estado. Realmente el indulto no necesita ser motivado (argumentado) y es una potestad del gobierno concederlo o no. Se concede a quien el gobierno quiere, se niega de la misma forma y no hay nada más que explicar: lentejas, si quieres las comes y si no las dejas. 




Eso viene bien a los estados para “solucionar por una vía distinta” cuestiones de las que viven en las tan conocidas “alcantarillas del estado”. Por ejemplo, durante la guerra sucia contra ETA, hubo un operativo de agentes que -ensayando una operación- decidieron probar una inyección anestésica con un mendigo que escogieron al azar en la calle. La inyección le mató. ¿Conoce alguien un condenado por esos hechos?

Otro ejemplo: tenemos en el territorio nacional a un traficante de armas que va a vender 400 kilos de C4 para un atentado en un aeropuerto. Si le detenemos, la operación se va al garete y los compradores desaparecerán pero no tenemos posibilidad de controlar y utilizar al traficante a nuestro favor. Tácticamente lo mejor puede ser matar al traficante y hacerlo desaparecer para que sus compradores no sospechen que están siendo vigilados o encauzados en una trampa. Matar y enterrar “desaparecidos” en cal viva no es legal. Pero se hace. Eso es en cierta forma la “razón de estado”. 

Otra forma de decir “es que había que hacerlo porque no hacerlo era peor” con la que los estados pueden saltarse las normas que se supone rigen para todos.

Una opinión formada sobre lo que se hace con el indulto en España es la de quien fue “el superministro del PSOE” Juan Alberto Belloch, llamado así por aunar las carteras de Justicia e Interior bajo su mando.


Esto contaba Belloch sobre el indulto al periodista Jordi Évole en una entrevista publicada en televisión en el año 2013.



“Yo creo que el indulto es de las cosas que debe cambiarse decididamente.
Creo que es inconstitucional. No el que el gobierno tenga ese derecho.
Lo inconstitucional es que lo ejerza sin motivar, sin explicar las razones por las que lo concede.
Creo que si tuvieran -los gobiernos- que argumentar las razones, el número de indultos bajaría bruscamente”.

Preguntado sobre la conveniencia de que los políticos indulten a políticos, opina que no es bueno, pero cuando fue ministro firmó el indulto a Jesús Gil y Gil aunque aduce no recordar ni el expediente ni las razones. Gil fue condenado por un delito de estafa que recibía una pena baja (no de cárcel) pero que le inhabilitaba para el ejercicio de cargo público y de gestión en sociedades mercantiles

¿Recordáis que el indulto no cubre automáticamente la anulación de la inhabilitación? Ese indulto permitió, expresamente, a Jesús Gil poder seguir actuando a nivel político y económico. Aunque el ministro de lo propuso y lo firmó, no es capaz de recordar las razones.

También Belloch arguye que en su época no se indultaba delitos de tráfico de drogas ni de torturas. Lo primero puede ser cierto. Lo segundo queda en clara evidencia cuando Évole le recuerda otro indulto firmado por él, en el que anulaba la pena a un guardia civil condenado por torturas a un alcalde de un pueblo en Euskadi. En este caso, el guardia civil, era reincidente además (que es una de las excepciones del indulto) y recibió la medida de gracia, según el ministro por “la impotencia que sufrían en la policía cuando sus mujeres les llamaban calzonazos”

¿Suena convincente? Tanto como el presidente Zapatero explicando las razones del indulto al banquero Alfredo Saenz en televisión.




Pero eso son épocas pasadas, podríamos decir. La justicia se ha modernizado considerablemente en España y ya no somos la cabeza de África. Somos Europa y ahora la democracia nos ha dado otro ministro de justicia que dice esto sobre el indulto.



Adelante Gallardón, explicándole a la prensa las razones del indulto a 4 mossos condenados por torturas:

“Desde 1870 en España la facultad de gracia es algo que corresponde al poder ejecutivo.
Así lo establece la propia constitución y así ha venido siendo durante más de un siglo en España.
Es sin duda ninguna una de las tradiciones más señeras de nuestro derecho, y que le otorga al gobierno de España la facultad de poder modular lo que es la aplicación concreta de la ley en aquellos supuestos en que está justificado.
Es la Constitución de España la que da ese poder al ejecutivo.”

Dicho en castellano: esto es así desde hace mucho, es tradición como los toros, es derecho del gobierno, sirve para follarnos la aplicación de la ley cuando nos dé la gana y que no se os ocurra pensar que los jueces tenéis nada que opinar.

Lo de “aplicar el indulto en los supuestos en los que está justificado” es una mentira dicha a la cara de la prensa ya que no es necesario justificar el indulto. Y así se indulta a 4 policías que torturaron a un tipo, que ni siquiera era al que querían torturar, incluso contra la opinión de todos los jueces que les han juzgado. Además de criminales, estúpidos.

Hay otro “indulto” de que merece la pena hablar. El indulto religioso: no es moco de pavo. En cada semana santa, esa otra tradición en España, en una mezcla de religión y poder que es anterior a la propia ley del indulto, se liberan presos recordando el indulto a Barrabás. Unos 20 presos por cada año es más o menos lo que liberamos, porque lo piden las hermandades para que el folclore general siga la pauta tradicional. Pero esos indultos, aunque son posiblemente de los que se conceden a presos que realmente tienen una fácil reinserción y sin delitos graves, tienen el sesgo de que han de contar con los vistos buenos del centro penitenciario, con lo que ese indulto es un premio condicionado (a participar en la procesión) que le dan a algunos para adelantar su salida normalmente cercana. Pero obviamente es más complicado de obtener para un presos musulmán que para uno que sea católico, siendo más sencillo si eres amigo del capellán de la prisión, entre otros funcionarios.


¿Somos todos iguales ante el indulto?


Vamos a terminar este esperpéntico viaje bajando a dos indultos concedidos en España, uno parcial y otro total, a dos tipos de personajes muy distintos.

El primero era un yonky, un usuario de heroína adicto a ella, que se sacaba unos euros para pagarse su dosis trapicheando con papelinas. El más marginal de los tipos incluso entre los marginales, donde tiene menos prestigio que un atracador de bancos. Podría ser el que te vendía 3 porros malos por “un talego” hace unos años. Pues este primer caso, había sido atrapado dos veces en delitos de tráfico de drogas, con sentencia mínima de 3 años por cada uno. La suma de las drogas incautadas juntando las dos ocasiones apenas llegaba a 30 euros, pero el delito no era la tenencia sino que le habían pillado en un trapicheo con ellas. Como la justicia va lenta, cuando ya tenía las dos sentencias firmes que le enviaban 7 años a la cárcel, el chico había cambiado su vida y hasta trabajaba rehabilitando y ayudan a personas con problemas con drogas en una asociación.




El asunto suscitó el apoyo popular a final del 2012 y movilizó a toda su familia para evitar que entrase en prisión a cumplir 7 años sin sentido alguno. Finalmente entró en prisión y pasó un tiempo allí, mientras el ministerio llegó a un acuerdo de indulto parcial sobre las penas de manera que sin ser indultado totalmente, el reo pudo salir de prisión bajo ciertas condiciones que “mezclaban un segundo y un tercer grado penitenciario” como forma de sacar al preso de la cárcel. Un indulto que llegó tarde y se quedó corto. 
El penado se llamaba David Reboredo.




El segundo caso es seguramente -por desgracia- mucho más popular y desagradable. Es la historia de dos amigos de vacaciones dentro de un tren. Van juntos. Uno de ellos ve a una señora de 60 años de edad. Y la agrede sexualmente con tocamientos forzosos mientras le dice todo tipo de cerdadas a la pobre víctima. Su compañero observa desde su sitio, sin parar de reírse, la agresión y a la vez grabándolo en vídeo para poder disfrutarlo luego. 

El tipo que grabó la agresión sexual a la mujer, sin parar reír y amigo del agresor, era Guardia Civil e hijo de un concejal del Partido Popular. 



No indico nada con el nombre del partido, porque en la petición de indulto que se cursó, se encontraba la firma del alcalde del pueblo que en este caso pertenece a Izquierda Unida. La excusa: nos convencieron para firmar sin saber qué firmábamos. Da igual chicos, no hace falta justificar el indulto que le permitirá seguir en la guardia civil. Un ejemplo de indulto que nunca debió llegar: el penado se llamaba Manuel Arbesú.

Esto es España.
Esto es nuestra señera tradición del indulto.

Juzguen ustedes.