martes, 17 de julio de 2007

La etnobotánica y otros research "chemicals"

El término research chemicals se viene aplicando desde hace tiempo para referirse a los productos químicos de nuevo cuño que aún no están suficientemente investigados como para poder tener una imagen completa de ellos.
No se suele conocer ni su dosis letal media, sus mecanismos de actuación, ni la farmacocinética y otros muchos aspectos de los mismos.
Esto es así por falta de estudios suficientes, porque solo se han realizado sobre animales, porque falta experimentación en humanos y porque las muestras que puede haber de auto-experimentación no están controladas y son insuficientes.

El arriesgarse a experimentar con estos compuestos de nueva síntesis, exige a quién pretenda hacerlo, unos cuidados superiores a los que se deberían tomar con otras sustancias de sobra conocidas y utilizadas. El uso de básculas de precisión, correctos cálculos a la hora de dosificar productos en disolución, una buena y exhaustiva investigación previa sobre lo que otras personas que hayan usado el compuesto puedan indicarnos sobre sus efectos, intensidad duración, así como cualidades de los mismos, puede evitarnos desagradables sorpresas.

Dada la falta de interés oficial, a nivel mundial, por estudiar todos aquellos compuestos que pueden brindarle al ser humano experiencias de apertura de la conciencia o los sentidos y sus usos en humanos, los que deciden experimentar con estas sustancias se pueden considerar exploradores en el límite de la química y el alma, y con el mismo cuidado que quién pisaría una capa de agua helada en un territorio desconocido deberían moverse.

Esto que digo parece obvio para aquellas sustancias que son nacidas de la síntesis química, pero existe una mayor despreocupación, o una falsa sensación de mayor seguridad cuando las sustancias son de origen natural.
Esa sensación viene de la errónea concepción de que lo natural es preferible y mas sano que lo que esta sintetizado en un laboratorio. Esa distinción, la realiza sólo nuestra mente (la de algunas personas) pero no nuestro organismo. A nuestro hígado, riñones, o cerebro le da exactamente igual la procedencia de la sustancia con la que entra en contacto, y es incapaz de distinguir cual viene de un matraz y cual de un jugoso chuletón.
Por más que dedicásemos una vida entera a intentar que nuestro cerebro distinguiera entre un aminoácido salido de la carne o de una síntesis, no conseguiríamos nada.

Resulta pues, para lo bueno y para lo malo, que parecidas precauciones deberíamos emplear a la hora de probar sustancias que provengan del mundo vegetal.
Desde que en la década de los 60 se expandiera de forma incontrolada el uso de sustancias enteógenas y sobreviniera a ese uso una irracional prohibición, que dejaba fuera del mercado legal y fuera del posible uso en humanos de las mas conocidas y posiblemente las más seguras, como la LSD, mescalina o psilocibina, los interesados en este tipo de experiencias empezaron a buscar nuevas fuentes que de otra forma no habrían despertado mucho interés, ya que la mayoría aspiran a poder emular lo que las prohibidas pueden lograr con certeza.

La búsqueda de embriagantes de todo tipo en el mundo vegetal resultó ser la otra vía, la no-química, para evadir prohibiciones. De ahí a que un campo como la etnobotánica, que era privilegio exclusivo de unos pocos valientes, como Richard Evan Schultes y otros personajes de corte más académico que hippie y que fueron los que acercaron al conocimiento occidental los primeros enteógenos que habían sido usados durante milenios por otras culturas, resultó ser un nuevo mundo por descubrir para todos aquellos a los que las prohibiciones habían cortado las alas en el terreno de la psiconáutica.

También para aquellos que quedaron sorprendidos por las experiencias que les brindaban los compuestos ya ilegales en las últimas décadas del siglo XX, se tornó en un campo de interés que a primera vista parece inagotable fuente de nuevas sustancias, con el principal atractivo de que resultan ser legales, aunque la estupidez humana se sigue empeñando en convertir en frutos prohibidos.

Ya en los años 80, antes del auge de internet, existían en la redes BBS, documentos que hablaban de largas colecciones de plantas y también de algunos compuestos químicos, todos ellos bastante exóticos por aquel entonces, que ahora se pueden encontrar en cientos de páginas en la red con información al respecto o para su venta por correo.

Ahora conseguir Salvia Divinorum, kits para hacer ayahuasca, hongos psilocibios, o una miriada de plantas con los compuestos más curiosos resulta bastante sencillo.
Muchas de esas plantas, han tenido un uso ancestral y está bien documentado, y son por lo general bastante seguras -siguiendo las pautas que vienen marcadas por su uso tradicional- pero que no por ello son inofensivas, o hay que perderle el respeto a combinarlas o a usar extractos concentrados de las mismas.

Una de las mejores páginas en cuanto a surtido de materiales exóticos he conocido es www.ethnogarden.com que no sólo vende lo que otras páginas habituales suelen tener, sino que incluye en su selección de extractos y productos concentrados algunos casi únicos.

Venden por ejemplo un compuesto que nunca ha sido fiscalizado, pero que su precio resultaba prohibitivo, que es el muscimol extraido de la Amanita Muscaria y Pantherina. Su extracto de alcaloides, con un 90% de muscimol y entre un 5-10% de ácido iboténico, se encuentra a un precio bastante asequible de unos 80 euros por 25 miligramos o 240 euros por 100 miligramos, y pretenden bajar aun más su precio si les es posible.
Esto permite experimentar con uno de los alcaloides de efectos más curiosos, y cuyo mecanismo de acción, a diferencia de la mayoría de enteógenos, no está relacionado con la serotonina.

También tienen un importante surtido de alcaloides relacionados con uno de los vegetales que ha sufrido la prohibición en algunos países hace pocos años, y es el Kratom o Mitragyna Speciosa.
Esta planta, que se encuentra principalmente en algunos países del sudeste asiático, ha sido utilizada como sustituto del opio, y también comparte muchas de las propiedades del mismo.
Si bien no tiene opiáceos en su composición, sus alcaloides, son agonistas de los receptores opióides en el cuerpo humano. La mitragyna es su principal alcaloide, y tienen un extracto del 91% de pureza de su clorhidrato.
Incluye su catálogo, en forma de tinturas, otros dos alcaloides más, la 7-acetoxy mitragyna y la 7-hidroxi mitragyna, y un grupo de soluciones con diferentes proporciones de estos alcaloides para uso como analgésico. Todos estos alcaloides, están comenzando a ser objeto de estudio más serio ya que parecen prometedores en terapias de tratamiento de adictos a opiáceos, pero deberían ser considerados, por el momento, como research chemicals, aunque su origen sea natural.

Estos alcaloides poseen un núcleo indólico y bastante parecido con los alcaloides de la Voacanga Africana y de la Tabernanthe Iboga. De estas dos plantas también tienen sus alcaloides en venta, con un clorhidrato de ibogaína del 98% de pureza, y con un extracto con un 95% de alcaloides de la Voacanga, íntimamente relacionados con los de la iboga.
La ibogaína y su fuente vegetal, son los sacramentos del culto Bwiti, y su efecto resulta ser estimulante y enteógeno, pero con una fuerte carga de toxicidad para el cuerpo. Si bien han sido y son usados en terapias de dependencia de opiáceos, hay casos de muerte con dosis altas o muy altas de la planta o sus principios activos.

La lista de extractos y concentrados que venden es muy grande, con productos típicos como un concentrado de yohimbina, aceite esencial de ajenjo (que contiene las tujonas que hacen psicoactiva a la absenta), la teobromina del cacao (98%), la alfa asarona (98%) o el bromhidrato de arecolina (99%), etc. Todos ellos psicoactivos de una u otra clase.

Tienen dos nootrópicos, el piracetam en forma pura y un compuesto menos conocido como el fenibut, con efectos similares tanto al diacepam como al piracetam.

Como curiosidad, decir que también venden aceite esencial de sasafrás, que contiene hasta un 80% de safrol, y que resulta una de las mejores rutas para la síntesis de MDMA.
Pero suele estar siempre agotado... ¿por qué será?

Para terminar esta entrada y volviendo a su título, la etnobotánica puede brindarnos muchas cosas aún por descubrir, y bienvenido sea todo lo que amplíe el espectro de sustancias que pueden usarse para inducir cambios voluntarios en nuestro estado y conciencia, pero en el caso de algunas plantas o de formas muy refinadas de sus principios activos, de las que no existe suficiente experimentación e información, ni tienen miles de años de uso en humanos como el opio o el cannabis, cabría tratarlas como se debería tratar a los research chemicals de origen sintético.

Que la psiconáutica avanza gracias a los pasos de aquellos valientes que se atreven a explorar lo desconocido es un hecho, pero no por ello debemos aventurarnos sin las debidas precauciones.
Si una máxima heredada del derecho romano es "in dubio pro reo" (en caso de duda, a favor del acusado), aquí podríamos establecer que en caso de duda, la dosis más baja.

Siempre habrá tiempo así de ir más allá.

jueves, 5 de julio de 2007

El termómetro moral de Rush. De aquellos polvos, estos lodos.

Posiblemente uno de los más grandes errores que la sociedad actual ha asumido como cierto, y que hace muy difícil que se pueda razonar de forma conjunta sobre las drogas, y alcanzar consensos basados en la lógica, es la idea de que las sustancias -o al menos algunas de ellas- poseen propiedades morales. Y más allá, son capaces de secuestrar la voluntad de quién las tome.

Ninguna de nuestras culturas "madre" como pueden ser griegos o romanos, jamás inculcó nada en sus enseñanzas en este sentido. Al contrario, si algo hicieron fue dejar claro que un fármaco era una sustancia que podía "curar o matar" -que sería la carga semántica del termino "pharmakon"- y que como en otras tantas cosas, todo dependía del uso que se hiciera de la misma.

Si buscamos el origen de ese error de base, que parece tatuado en la tabla de axiomas que maneja la mayoría de la gente, nos tendríamos que remontar a la época del siglo XVIII, donde se gestaron las peligrosas Movimientos para la Templanza y que son el origen de los actuales prohibicionistas.

En aquella época, y en asociación con las diferentes iglesias, se inició el desarrollo de dos ideas. La primera que el alcohol era desagradable ante los ojos de Dios, cuando no estaba transmutado en la sangre de Cristo, y por lo tanto, le daba a los ministros de estas confesiones una vía para prohibir el único embriagante totalmente lícito que había sobrevivido al cristianismo, y a los estados para gravarlo con suculentos impuestos.

La segunda, y de consecuencias mucho más graves que llegan hasta nuestros días, es que el ser humano perdía la voluntad al exponerse al alcohol. Sobre esta segunda idea, que aún la podemos ver de forma aberrante como cuando en un juicio se le rebaja la pena a un asesino por hallarse bajo los efectos del alcohol (u otras drogas), se ha basado el grueso de la argumentación prohibicionista, que de una forma u otra ha ido dibujando a lo largo del tiempo a honrados padres de familia o futuras amas de casa, convertidos en esclavos de una sustancia, bien por una supuesta adicción o bien por sus supuestos devastadores efectos sobre la psique de la persona.

Benjamin Rush nació en el año 1745, en los USA. Se le considera una de las grandes figuras históricas del país, uno de los llamados "Padres Fundadores" y además es uno de los firmantes de la Declaración de Independencia. Su rostro se puede ver en la insignia de la Asociación Psiquiátrica Americana, ya que se le considera el padre de la psiquiatría en ese país, y es además el responsable de acuñar el término "adicción" como hoy lo conocemos, y cuya única cura, era por supuesto la total abstinencia.

También acuñó dos nuevos términos médicos relativos a la moral: micronomia y anomia. Uno implicaba una moral reducida y el otro la ausencia total de moral.
Actualmente "anomia" tiene otro significado completamente distinto.

Cuando se busca información sobre él, parece que estuviéramos ante un genio bondadoso y adelantado a su tiempo. Todo lo que le rodea parecen ser parabienes. Aunque en su historia encontremos cosas como que era alguien contrario a la esclavitud de los negros, y que no los consideraba una raza inferior. Para él simplemente eran personas enfermas, afectadas de una enfermedad llamada "negrismo", cuya cura se conseguía al volver su piel blanca.
Pero mientras no estuvieran "curados", no se debía de tener contacto con ellos ni descendencia conjunta para no propagar la "enfermedad".

Fue uno de las personas que más hizo por darle poder a la clase psiquiátrica, siendo un completo entusiasta y defensor de los internamientos forzosos de personas en centros para su tratamiento mental. Lo fue tanto, que internó contra su voluntad a uno de sus hijos durante 27 años, y no se sabe si habría sido más gracias a su muerte y puesta en libertad de su hijo.
¡¡27 años en una institución para desórdenes mentales!! Poco eficiente era el tratamiento en vista de los resultados, o tal vez sea uno de los primeros casos en la historia en la que un médico se vale de su poder para deshacerse de alguien molesto.

También fue un apasionado defensor y practicante de la llamada "medicina heróica". Este nombre lo recibe no por su praxis médica, sino por el valor que suponía para el paciente someterse a ella. Se piensa que ese termino se uso por primera vez a principios del siglo XX para referirse a las salvajadas que durante los años de 1780 a 1850, la llamada "Era de la Medicina Heroica", algunos practicaban de forma agresiva con sangrías (extracciones enormes o continuas de sangre), estimulación del vomito mediante tóxicos, provocar mediante calor sudores masivos, purgas intestinales, etc.
Uno de esos pacientes heroicos fue George Washington, que murió tras caer en shock provocado por una sangría, junto con un cuadro de deshidratación.

Sus ideas le llevaron a casarse cuando tenía 29 años, con una niña de 16, de nombre Julia. Pero aunque pregonaba la abstinencia como virtud en varios aspectos, su mujer tuvo 13 hijos, más algunos que fallaron por el camino.

Era desde luego, una persona altamente reconocida (consejero del gobierno en materia de salud) y no un vendedor ambulante de remedios caseros. Y, por desgracia, muchas de sus aportaciones siguen estando vigentes a día de hoy en la mentalidad de muchos profesionales de la salud y responsables políticos en materia de drogas. Especialmente la idea de que el alcohol era el responsable de los actos de quienes lo bebían, carentes de voluntad y juicio, habiéndose convertido en una de las fuentes de donde beben prohibicionistas de todo el mundo.

Y de acuerdo con estas ideas, en una de sus obras más relevantes - "An inquiry into the effects of spirituous liquors on the human body"- incluyó lo que llamó "Termómetro Físico y Moral" para que todo el mundo conociera las consecuencias de beber alcohol, según cada tipo de bebida.

El termómetro de Rush oscila desde +70 hasta -70, y advierte sin ambages de qué es lo que ocurre con cada pócima que bebemos.

Con +70 se encuentra el agua, cuyo consumo aporta "riqueza y salud".
En +60 está la leche aguada, vaya usted a saber porque hay que aguarla para que sea saludable.
En el +50 aparece la "cerveza clara", que no supera los 2'5º de alcohol, y que según los médicos usanos de la época era una bebida con la que uno no se podía emborrachar.
Moralmente en esta zona de bebidas podemos esperar: "serenidad de espíritu, buena reputación, larga vida y felicidad".

Sería curioso que el prohibicionista de Rush, encontrase que las leyes de nuestro país hoy día no le permitirían decir esas cosas de una bebida alcohólica. ¡¡Lo que ha avanzado el prohibicionismo!!

Con +40 tenemos a la sidra, con +30 el vino (en el que no establece diferencias), con +20 la cerveza negra típicamente irlandesa y con +10 las cervezas fuertes (en teoría más fuertes que el vino).
De este grupo se nos advierte que su consumo ha de ser en pequeñas cantidades y con las comidas, y si nos mantenemos en ese margen, moralmente obtendremos "alegría, fuerza y energía".

Y llegamos a la barrera de los puntos positivos, de lo saludable y moralmente correcto.
A partir de aquí Rush deja claro lo que no hay que tocar.

El primer negativo es un -10 para los ponches, esa bebida que al parecer en los USA cada cual hacía de una manera y era una especie de sangría con frutas y licores. El peligro que acecha a los bebedores de ponche es "la holgazanería, la enfermedad y las deudas". Ya me imagino en el año 1790 a un depravado bebedor de ponche que tiene que vender sus tierras para poder seguir pagándose el vicio.

En el -20, el termómetro sitúa a un par de bebidas llamadas "Toddy y Egg Rum", hechas con whisky o ron, azúcar, huevo, etc., y que solían beberse calientes. Esto llevaba a que el consumidor le diera por "el juego, la irritación, y ser pendenciero", y en exceso produce a la mañana siguiente "temblor de manos, vómitos y abotargamiento". Y todo esto tiene un probable desenlace: la cárcel.
¡Ni más ni menos! Da miedo, ¿eh?

Hay una bebida llamada "Grog", que es un brandy aguado, que tiene -30 puntos.
Consumirlo nos lleva directamente a "pelear", los síntomas del que lo bebe son "ojos hinchados y nariz y cara enrojecidas", pero el castigo en este caso es menor que en el anterior, se limita a tener los ojos morados y ojeras.
No se como veían la cárcel en aquella época, pero a la vista de estas advertencias, yo me pasaría de la droga del -20 a la del -30 sin dudarlo.

En los -40 negativos tenemos dos bebidas llamadas "Flip y Shrub".
El Flip es una mezcla de whisky, brandy y oporto o jerez con azúcar y huevo batido.
Y el Shrub es el nombre que le daban a lo que aquí se conoce como Limoncello, típico de Italia, que es un aguardiente con sabor a limón y dulce.
El efecto de estas dos bebidas es de lo más sorprendente, sobre todo pensando que esto sale de boca de un científico de máximo prestigio en su época. Si las bebes, "te crearán afición a las carreras de caballos", las consecuencias serán "piernas doloridas e hinchadas" y lo más probable es que el castigo sea "acabar en algún hospital o asilo".
Teniendo en cuenta el gusto de este hombre por meter gente en hospitales contra su voluntad -¿Qué haría su hijo para que le internase 27 años?- y las cosas que allí hacía, prefiero la cárcel.

Llegando a los -50 tenemos las "bebidas amargas mezcladas con licores o tónicos". Los vicios que crean las de esta categoría son "la mentira y la blasfemia" y provocaran en el consumidor "ictericia".
No hay quién le comprenda, no le gustan las bebidas dulces, tampoco las amargas, y ahora incluye a los tónicos.

Y ya en los -60 y -70 están los que toman "copitas de brandy, ginebra y ron por la mañana y por la tarde, o peor aun, día y noche".
Beber estos licores te mete de lleno en la delincuencia ya que provocan "robo, estafa, perjurio, allanamiento de morada, y asesinato".
¡Asesinato! Lo demás son menudencias... ¿cómo iban a permitir la venta de este tipo de drogas, que incitan a matar entre otras cosas?
Ademas, al consumidor le provocan "dolores y picor en las manos y en los pies, hidropesía, epilepsia, melancolía, parálisis, apoplejía, locura y desesperación".
¿Hay algo que no esté en la lista? ¿Que clase de masoquista bebería algo así?
Evidentemente, para esta categoría solo hay un par de castigos a su altura: "cadena perpetua y pena de muerte en la horca".

Eso sí, aunque se le hacía caso en todo esto, esas bebidas que provocaban asesinatos y locura, no fueron prohibidas. Sólo pasaron a ser una jugosa forma de recaudar dinero al gravarlas con impuestos, en teoría para evitar su consumo.

Esto es básicamente el termómetro moral y físico de Rush, que fue el ingeniero prohibicionista más eficaz que parece haber tenido la historia con nombre propio y apellidos.
Pero hay en su curriculum una curiosidad a pesar de todo esto que ahora nos suena tan surrealista como triste.
Recomendaba y recetaba opio turco contra el nerviosismo. Y eso no le planteaba ningún problema, tanto que iba incluido en el equipaje y botiquín de los soldados de los Cuerpos de Descubridores que tenían que llegar a la costa del Pacífico norteamericano. Opio turco, y vino...medicinal.

Para terminar con esta entrada, copio unas palabras de Stuart Walton sobre este asunto, de su libro "Colocados", y que ilustran bien las consecuencias de este tipo de pensamiento hasta hoy día.

"De este modelo de comportamiento alcohólico -el paradigma de la pendiente resbaladiza- se han servido los prohibicionistas durante los dos siglos transcurridos desde que se publicó el tratado de Rush.

Aunque el modelo ha fracasado ampliamente en el terreno del alcohol desde la perdida de credibilidad del proyecto de la templanza, sí ha sido aparatosamente aireado cada vez que se han defendido las leyes antidroga en los últimos cien años.

Empieza con el cannabis y pronto pasarás a los estimulantes y a los opiáceos adictivos, deslizándote por una cuesta que lleva de fumar a picarse en lavabos públicos pasando por esnifar, todo ello acompañado de aterradoras historias sobre amigos enloquecidos, familias rotas, delincuencia callejera y dudosa higiene personal."

Se puede decir más alto, pero no más claro.
¿Qué te ha parecido el "termómetro de Rush"? ¿Grotesco, surrealista, demencial?

Cuando se leen estas cosas que grandes eminencias decían y hacían hace más de 200 años puede dar la risa, pero no creo que la reacción sea muy diferente a la que tendrán nuestros tataranietos cuando lean lo que durante este siglo pasado y este presente se está haciendo desde los gobiernos en materia de drogas.

Porque ya veis: de aquellos polvos... estos lodos.