domingo, 16 de septiembre de 2018

¡¡Ayuda!! Me está dando un mal viaje...


Hace unos días, una pareja de amigos que habían tomado "leche de marihuana" -una infusión de cannabinoides en leche- aprovechando los recortes de cosecha, se vieron envueltos en una experiencia difícil: un mal viaje de cannabis por vía oral.

Uno de ellos pidió ayuda por un canal privado de comunicación que tenemos en un pequeño grupo, y la atendimos como pudimos, sobre todo a calmarles y a asegurarles que estaban bien, que era sólo un rato difícil. Y poco a poco pasaron el susto...

¿Pero y si no hubieran tenido a quién recurrir?
Eso me trajo a la cabeza este texto que escribí hace un tiempo, sobre una ONG que se dedica a hacer eso mismo: dar apoyo en el momento a quienes están pasando un mal viaje de algún psiquedélico.

La ONG se llama Tripsit y tiene cuenta en Twitter @TeamTripsit.
Espero que os sea útil por si en algún momento tenéis un mal viaje -con psiquedélicos u otras drogas- y necesitáis que alguien os eche un lazo.




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“La noche lo pedía. Una de esas noches en que el aire te acaricia y se oye cantar a los bichos del campo como si fueran una orquesta. 

Estábamos todos los amigos de siempre juntos y decidimos probar con esas setas mágicas que había traído Fausto de su estancia 'Erasmus' en Amsterdam. Eran las setas mágicas, esas de la risa, las de siempre, que no son venenosas pero colocan. Y los 6 que éramos, convencidos y contentos, nos tomamos aquella bolsa de setas que se suponía que tenía 6 dosis “para reírse un ratito y ya", según nos dijo Fausto, que fue quien hizo la compra al dependiente del Smart-Shop holandés. 

Sólo la mitad de nosotros teníamos experiencia con esa droga, pero nos creíamos suficientemente hábiles como para controlar cualquier situación que pudiera sobrevenirnos.

Pero estas cosas se sabe cómo y cuándo empiezan, pero no el resultado final. Al cabo de media hora, a todos nos empezaban a hacer efecto las setas, pero resultaba agradable. Todo brillaba, reíamos, había fractales de colores formados por la arena del suelo de la playa bajo nuestros pies. 

Al cabo de una hora manteníamos conversaciones entre nosotros que no llegábamos a comprender el idioma en el que se encontraban, aunque creíamos entender el mensaje que transmitían. Una hora después, nos comunicábamos con los murciélagos, los peces, los árboles de unas lomas cercanas y hasta con las rocas del camino, que no éramos capaces de hacer de pie debido a las agujetas que teníamos de reírnos. 

Todo iba maravillosamente, hasta que al cambiar de lugar y quedar en un momentáneo silencio, Marga (la pareja de Fausto) se empezó a sentir mal y a decir que estábamos en un "bucle temporal". Al principio nos lo tomamos a broma, hasta que la vimos empezar a llorar muerta de miedo. ¿Por qué? Ni idea, pero la noche se torció.

Cuanto más hacíamos por atender a Marga, que lo estaba pasando muy mal y apenas era capaz de comunicarse hablando, más empeorábamos la situación. El ambiente se enrareció y Greta (la hermana de Marga) empezó a sufrir sensaciones incómodas que desembocaron en un mal viaje también, viendo a su hermana llorar, sumado a nuestras caras de susto y preocupación. 
¡¡No podíamos para la bola de nieve del mal rollo!! 

La cosa cada vez iba a peor y nos habíamos convertido en un ovillo de gente pasándolo mal, que intentaba ayudar a otros, pasándolo mal, sin conseguirlo. Hasta que llegaron aquellos pareja de hippies metiéndose mano y fumando un porro de yerba que se olía por toda la zona. 

Al principio nos preocupamos, sobre todo de en qué estado nos iban a ver cuando se acercaron al escuchar llorar a Greta y a Marga, y nos entró la paranoia de que pudieran pensar algo malo y que llamasen a la policía. Pero tuvimos suerte, y pronto nos vieron las caras desencajadas de la situación y se dieron cuenta: la mujer estuvo serenando a las dos hermanas y el tipo estuvo distrayéndonos -mientras no paraba de liar canutos- sin que nos diéramos mucha cuenta de cómo lo hacía. 

La cosa es que al cabo de más de media hora, estábamos todos sentados juntos viendo el amanecer y todo se había -casi- pasado y todos parecíamos recuperar el control de nuestras mentes, tras haber pasado un buen susto que podría haber sido peor si no es por esos dos hippies que nos sacaron del hoyo, cuando creíamos estar volviéndonos locos.

¿Te suena esta historia? Es la misma que casi todos hemos escuchado 100 veces, de distinta forma, con otros personajes, en diferentes lugares y con finales que pueden cambiar mucho: es la historia de un viaje con drogas que -por la razón que sea- se tuerce hasta volverse difícil de manejar sin ayuda. 

A veces pasa con un tripi, otras con una pastilla, otras con una setas, otras con unas rayas de... da igual. Es pasarlo mal y necesitar ayuda, pero sabiendo que por haber tomado drogas “no puedes” recurrir prácticamente a nadie...

¿...a nadie? ¡¡MEEC!!

Llegó TRIPSIT.ME a tu vida y a tus viajes con drogas. TRIPSIT ME es un lugar en la red -lleno de información desde el ángulo de la reducción de riesgos, manuales y guías de uso de drogas- para charlar, para comentar o para pedir esa ayuda que nadie que no haya estado en esa situación, complicada y fea del mal viaje, podría siquiera intentar darte.

Eso es lo que hace especial a este grupo de voluntarios que dedican su tiempo y esfuerzos a algo que nadie hace, a día de hoy, en la red: ayudarte -vía CHAT desde su web- a controlar una situación que se va de las manos, da igual por qué y con qué droga te suceda. ¿Necesitas ayuda estando drogado/a y no sabes a quién pedírsela? Para eso está TRIPSIT.ME :))

Seguro que algunos pensáis que “de poco vale una web si te está dando un mal viaje”, pero no es así. A lo largo de las décadas que llevo tomando drogas he tenido que vivir varios “malos viajes” (no son malos, sino más difíciles simplemente) y he tenido que asistir a muchas personas en esos estados: sintiendo que pierden la cabeza y no pueden evitarlo. Algunos eran amigos, otros eran desconocidos: eso no importa. 

La vez que mejor recuerdo, recibí una llamada de un amigo a más de 600 kms para pedirme ayuda para otro amigo -que yo no conocía de nada- que estaba empezando a perder la cabeza por unos cartones de DOB/DOC que se habían tomado... :P

¿DOB/DOC? ¿Un par de drogas que pueden durar -a gusto- más de 24 horas y no dejarte dormir en dos días? ¿No había nada mejor para elegir? Un tipo desconocido en un mal viaje a 600 kms y un teléfono móvil fueron suficientes para calmar a la persona, conseguir su atención, sugestionarla hacia otro punto de interés (le puse a jugar con lo primero que tenía a mano: una naranja y así se tiró varias horas) y hacer que ese camino cuesta abajo al infierno del “bad trip” recuperase y volviera a un cauce más agradable y manejable por el usuario.




Diréis que hace falta que te escuchen la voz, pero tampoco ha de ser necesario. Lo necesario es saber que tienes alguien con quien comunicarte, que está pendiente de ti y sabe cómo te encuentras: una “niñera de drogas” o babbysitter. Desde Internet, sin voz, usando desde el chat al email pasando por cualquier servicio de mensajería he hecho muchas veces de “niñera” para amigos que probaban una droga por primera vez y querían hacerlo estando en contacto con alguien. Así he acompañado viajes de mescalina, LSD, 2C-B, MDMA, psilocibes... etc.

Y como el movimiento se demuestra andando, ayer me fui a probar su servicio de atención a malos viajes vía chat. Al llegar a la página (en inglés, es la única pega) tienes varias opciones y yo -que soy bastante torpe en lo visual- me metí en la sala de chat incorrecta, a pesar de que hay un cartel que pone “ASISTENCIA INMEDIATA” en el que pinchar. Donde yo me metí no era la de atención urgente a personas bajo efecto de las drogas, sino la de charla amigable. Entré y sólo dije “hola”. Ni caso. Volví a decirlo y parece que ya me vieron, pero repito que era YO el que estaba en el sitio erróneo.

Así que eché un vistazo a la lista de operadores (los que controlan la sala de chat) y así, a ojo, intenté adivinar qué nick se pondría el que estuviera al frente de toda esa historia. Había una docena de ops en el canal, pero había uno con el nick “Reality” que digamos que me parecía el más probable, y no me equivoqué.

Ya en un privado entre “Reality” y yo, simulé tener un mal viaje de LSD durante sus inicios, para ver cómo sabían manejar esa situación. Y quedé gratamente sorprendido. Lo primero calma: “hola”. Me dejó hablar, me observó, me preguntó qué me pasaba, me aseguró que al ser LSD no tenía que preocuparme mucho y que procurase relajarme. Me dio conversación, a pesar de que yo me hacía el “tripado que apenas podía escribir” y supo tener en cuenta mi entorno para que lo ajustase con una música -de máxima importancia en esos estados- que no me provocase nada que no fuera relajación, y me pasó el link para que la pusiera. El tipo sabía lo que hacía. :))

Cuando quedé satisfecho, le dije la verdad y le agradecí el tiempo dedicado. Estas personas que dan su tiempo para ayudar a desconocidos, bien dando información bien “cogiéndoles de la mano” aunque sea virtualmente para pasar un mal trance, me merece el mayor de los respetos. Y “Reality”, del que desconozco su nombre y no es relevante ahora, me pareció un gran personaje con una gran idea que está sacando adelante.

Ahora que todo es virtual, que hasta tu abuela lleva Internet encima, puede ser difícil imaginar cómo eran otros tiempos no tan lejanos; hace 25 años no existían los móviles. Ojalá cuando yo comenzaba a experimentar con drogas hubiera tenido un recurso -en mi bolsillo o en casa- para poder tener atención -especializada, gratuita y funcional- en caso de tener un mal viaje con drogas. 

En grandes festivales han existido “grupos y personas” que hacían esta misma función con aquellos que necesitaban que les “echasen un cable desde La Tierra”, pero era presencial. Ahora, si estás pasándolas putas -y eres capaz de explicarte en inglés- tienes un lugar en el que agarrarte desde la web, accedas como accedas.

Seguro que muchos de vosotros -sanos fumetas de sano cannabis- no tomáis otras drogas (ni falta que os hace). Pero eso no os excluye de la experiencia del mal viaje. El site tiene un lista de las drogas que han causado las atenciones “de ayuda” y las 5 primeras son LSD, anfetaminas, MDMA, alcohol y cannabis. A la zaga les siguen la cocaína y sus ansiedades cometechos, las setas mágicas y -curiosamente- el alprazolam, "Xanax" o “Trankimazin”, una benzodiacepina.

Todas las drogas pueden producir un mal trago, por elegir mal el momento o las sustancias, incluso a usuarios que se consideran experimentados. Nunca estamos a salvo de sorpresas, y menos si jugamos con psicoactivos.

Y si alguna vez, has tomado algo cuyo efecto ves que te supera y necesitas alguien te que ayude, ya sabes: TRIPSIT.ME, ese grupo de gente que hacen -gratis- un trabajo impagable. :))


Texto publicado originalmente en Cannabis.es 


lunes, 3 de septiembre de 2018

No sufras más: yo te receto heroína.



No sufras más: 
yo te receto heroína.



Tenía algo más de 22 años cuando tuve mi primera -y única- sobredosis "potencialmente letal" con opioides. En aquella época tenía un bar; un reducto antiprohibicionista (donde se consumían todo tipo de drogas sin restricción) y con la única norma de no molestar a otros clientes, consumieran drogas o no.

Uno de mis clientes -el dueño de otro bar, preso ahora por tráfico de drogas- un viernes se presentó y me dijo: “toma, este bote de metadona es para ti, que sé que te gustan mucho estas cosas de las drogas”. Yo le pregunté por qué me lo daba, y cómo es que no lo necesitaba él si estaba en un tratamiento de mantenimiento con metadona, y me dijo que ese finde iba “a ponerse” y pasaba de la metadona teniendo heroína a mano.

Aunque alocado por la edad, yo era bastante responsable en mis tomas de drogas sobre todo cuando eran “nuevas”, le interrogué sobre la dosis de metadona que había en dicho bote con un líquido transparente, y él no me supo contestar salvo con un dato: “es para una persona que tome mil duros (5.000 pesetas, 30 euros) de caballo [heroína] al día”


¿Qué sabía de la metadona yo? Pues mucho, había leído de ella, conocía la opinión de gente como Escohotado y en esencia, entendía su mecanismo de actuación (el mismo que el de heroína, morfina o codeína). Aún así cometí la terrible imprudencia de tomarme el botecito de un trago -con una persona haciendo de “niñera”, siempre parte de mi protocolo de seguridad a la hora de experimentar- pensando que, con mi experiencia en opiáceos (conocía opio, morfina, codeína y heroína) no me metería en una situación peligrosa; me equivoqué.

En menos de 30 minutos estaba vomitando hasta el alma -cosa que probablemente me salvó- y entrando en un estado de sobredosis de opioides intenso, en el que me costaba mantenerme despierto y en condiciones adecuadas. Avisé a mi cuidadora y le pedí salir a la calle (no existían los teléfonos móviles como ahora) para acercarnos a una cabina a llamar por teléfono a Cruz Roja y dar el aviso. 

Así lo hicimos y al cabo de 10 minutos, una ambulancia -sin médico- operada por voluntarios me estaba atendiendo. Yo, que era consciente de que lo que tenía era una sobredosis, estaba obsesionado por saber qué dosis era la que había en el bote, pero esas personas no podían acceder a dicha información tampoco y resolvieron con lo que su formación -o la falta de ella- les dictaba: “no creemos que estés en peligro porque la metadona la dan para curar heroinómanos, lo único que puedes tener un síndrome de abstinencia dentro de 3 días”.

Cuando escuché eso, de boca de alguien que venía en una ambulancia de Cruz Roja, me di cuenta de que carecían de formación para comprender que la metadona era un opioide mucho más potente y por ende más peligroso que la heroína, y que ni siquiera entendían el funcionamiento de los programas de mantenimiento con metadona ni la farmacología de esta sustancia. Viendo esto en quienes tenían que atender una urgencia por sobredosis de opioides, es fácil comprender esa sensación de “cura para la heroinomanía” con la que se percibía a la metadona, sin entender el mecanismo de esa “supuesta cura”


Posteriormente pasé de los “voluntarios de la Cruz Roja” y me fui en un taxi al hospital, en el que un médico me estuvo viendo y aunque determinó lo obvio (una intoxicación por opioides, metadona en ese caso) estimó, que gracias al vómito, no había absorbido una cantidad mortal de necesidad, y si bien no parecía tener necesidad de ser tratado con un antagonista (sobre todo por lo poco útil del corto efecto de la naloxona, el antídoto, que no llega a la media hora de duración en su efecto frente a las 72 horas de efectos de la metadona) necesitaba vigilancia por si evolucionase de forma imprevista. 

Me tiré 3 días -vigilado casi las 24 horas- que cada vez que me fumaba un porro (por sinergia entre los cannabinoides y los opioides), caía dormido encima de la cama sin poder hacer nada para evitarlo. Fue el colocón más largo de mi vida y el que más cerca estuvo de matarme: metadona, la “cura” para la heroína.

¿Que busco señalar al contar esto? El común error de pensamiento de que dicha “cura” es inocua o algo distinto a lo que “pretende curar”. La metadona y la heroína son -en esencia- la misma cosa y producen -en esencia- los mismos efectos, pero mientras que los de la heroína duran unas horas, los de la metadona duran varios días.

La metadona es mucho más potente, peligrosa y de difícil manejo que la heroína como fármaco (en Reino Unido, la heroína se emplea como la morfina, pero la llaman diamorfina) por su alta impregnación y duración en el cuerpo humano. Su ventaja es precisamente esa misma: la larga duración, de días, que evita que la persona tenga que “drogarse” cada pocas horas, dándole una droga que dura muchas más horas y hace esencialmente lo mismo en tu cuerpo. 

Pero recuerde esto el lector: aparte de su duración -y de que se administra en un centro y tratamiento (es pura)- no tiene ventajas frente a la heroína -mucho más segura a nivel orgánico como fármaco- sino desventajas (empezando por su duración).

Dicho de otra forma, cuando damos metadona a un adicto a la heroína, es equivalente a suministrar vodka a un adicto a beber vino, o de mantener lejos de la cerveza a una persona a base de tenerla saturada de ginebra. ¿Tiene ventajas? Sí, para algunas personas muchas porque cada caso es único y, en algunos casos, un tratamiento de mantenimiento con metadona puede ser la clave para encauzar la vida de una persona (permitirle tener horarios y vida normales, sin tener que buscarse la vida para pagarse la droga y no entrar en un doloroso "mono"), pero en otros casos no es así y no basta con ese opioide y esa pauta de administración.





Para esos casos que parecían no tener salida con los tratamientos más habituales (metadona y buprenorfina mayormente) se crearon los programas de mantenimiento con heroína, en los que la sustancia usada como fármaco es la propia heroína de manera que ir a comprar la sustancia al mercado negro, carece de sentido. De esa forma, el paciente recibe una serie de dosis controladas de diacetilmorfina (nombre farmacéutico de la heroína actualmente) de la misma forma que a otros les dan su metadona o su buprenorfina

Esos programas han sido llevados a cabo en diversos puntos del planeta, España incluida como una de las pioneras gracias al trabajo de Joan Carles March en Granada. Los resultados de los ensayos clínicos llevados a cabo con heroína como fármaco, han sido muy positivos en todos los casos donde se han permitido, y eso llevó a algunos médicos que trabajaban con adictos a opioides/opiáceos en Canadá que, igual que su vecino USA está sufriendo tasas altísimas de sobredosis y problemas con este tipo de drogas, a pedir heroína para un grupo determinado de pacientes.

Esto no pasó de la noche a la mañana. Se pidió el acceso a la heroína para 21 participantes que resultaban “adecuados” de un estudio de 202 adictos (de nombre SALOME) a los que se había estado manteniendo -en condiciones de doble ciego- bien con heroína o bien con hidromorfona inyectable, cuyo efecto es muy similar al de la heroína, que se les administraba 3 veces al día bajo estricto control médico

Aún así, desde el estudio ya concluido se pedía que se abriera el abanico de opciones terapéuticas para que los médicos tuvieran herramientas útiles, como la hidromorfona inyectable, para quienes no resultaban beneficiados por otros tratamientos. Como prueba del buen funcionamiento del tratamiento, el equipo activó una línea de rápida de teléfono para cualquier tipo de problema (médico, criminal, legal) relacionado con el estudio SALOME o cualquiera de sus participantes: nunca recibieron ni una sola llamada.

Tras el estudio, se cursaron una serie de peticiones bajo la cláusula SAP o Programa de Acceso Especial por el que los médicos de Canadá, cursando unas solicitudes que deben ser aprobadas con mucho trámite pueden solicitar fármacos que no tienen en su farmacia, cuando una condición o enfermedad ponga en peligro la vida del paciente

Los expertos médicos consideraron que el riesgo de recaída en el uso de heroína callejera, especialmente en estos momentos que la heroína les llega adulterada con fentanilo, era una condición que ponía en peligro la vida del paciente, y dieron el paso de cursar esas 21 peticiones para que sus pacientes fueran tratados con heroína farmacéutica o diacetilmorfina.

Y aquí llegó el problema. Esas peticiones, de largo trámite, repentinamente fueron aprobadas por la maquinaria burocrática de Canadá: se iba a dar heroína -como tratamiento de mantenimiento no experimental (eso es importante)- a 21 pacientes

Los departamentos del ministerio sanitario del país dieron curso a la petición, tras comprobar los requisitos, y entonces ocurrió lo que no es sencillo de entender sin una aproximación “moralista e ignorante” por parte de sus principales actores: la entonces ministra y actual jefa de la oposición -Rona Ambrose- bloqueó el acceso a la heroína farmacéutica como tratamiento, haciendo una modificación en la ley de manera que esa sustancia no pudiera utilizarse.

¿Quién es una político para tomar una decisión médica, contra sus propios expertos? La dama en cuestión es la bulldog del partido conservador por aquellos lares -ahora en la oposición- que antes de irse del convento, como dice el dicho, se cagó dentro. Le quedaban unas semanas para tener que dejar paso al nuevo gobierno de Justin Trudeau, y con un par de ovarios emitió una declaración que textualmente decía: “El primer ministro [Harper] y yo no creemos que sea actuar en beneficio de quienes sufren adicción a las drogas, darles las propias drogas a las que son adictos.”





¿Y qué culpa tienen los adictos, los participantes en los ensayos médicos, los doctores y los expertos en este área de que tú -y el primer ministro conservador de turno- creáis algo que sólo demuestra que sois completos ignorantes? Ninguna, pero aquí es donde colisiona la política con la ciencia: aceptar que dar heroína a una persona es un tratamiento adecuado para salvarle la vida, contradice todos los postulados conservadores contra las drogas, a través de la sustancia más mitificada y demonizada de todas: la heroína. 

Con intención de sacar rédito político, esa meapilas ignorante y su jefe, quisieron dejar una piedra prohibicionista que alargase la interminable agonía de la guerra contra las drogas, incluidas para su uso médico; les dio igual que por medio se llevasen las esperanzas de 21 enfermos de recibir un tratamiento correcto y que les evitase entrar en situaciones que pusieran en peligro sus vidas.

De esas 21 personas privadas de lo que sus médicos creen que es su mejor opción, 5 de ellos se decidieron a demandar al estado por bloquearles el acceso a la heroína farmacéutica como medicación necesaria en un trastorno que les pone en peligro real de muerte. Y este es el punto en que se encuentra el intento canadiense de iniciar el tratamiento de mantenimiento con diacetilmorfina, a pesar de que es un fármaco sobradamente conocido y con menores riesgos a nivel farmacológico y claras ventajas en el proceso de adicción a opiáceos frente a la metadona. 

Son cinco adictos crónicos, refractarios a otros tratamientos, que no quieren morir un día de un mal chute. Y esto es lo que les exige el sistema, tener que demandar al estado para que -un día, que deseamos cercano- su médico les pueda decir: 


"No sufra más,
yo te receto heroína."


Este texto fue publicado en Cannabis.es originalmente.