No sufras más:
yo te receto heroína.
yo te receto heroína.
Tenía algo más de 22 años cuando
tuve mi primera -y única- sobredosis "potencialmente letal" con opioides. En aquella
época tenía un bar; un reducto antiprohibicionista (donde se
consumían todo tipo de drogas sin restricción) y con la única norma de no molestar a otros clientes, consumieran drogas o no.
Uno de mis clientes -el dueño de otro bar, preso ahora por tráfico de drogas- un viernes se presentó y me dijo: “toma, este bote de metadona es para ti, que sé que te gustan mucho estas cosas de las drogas”. Yo le pregunté por qué me lo daba, y cómo es que no lo necesitaba él si estaba en un tratamiento de mantenimiento con metadona, y me dijo que ese finde iba “a ponerse” y pasaba de la metadona teniendo heroína a mano.
Uno de mis clientes -el dueño de otro bar, preso ahora por tráfico de drogas- un viernes se presentó y me dijo: “toma, este bote de metadona es para ti, que sé que te gustan mucho estas cosas de las drogas”. Yo le pregunté por qué me lo daba, y cómo es que no lo necesitaba él si estaba en un tratamiento de mantenimiento con metadona, y me dijo que ese finde iba “a ponerse” y pasaba de la metadona teniendo heroína a mano.
Aunque alocado por la edad, yo era
bastante responsable en mis tomas de drogas sobre todo cuando eran
“nuevas”, le interrogué sobre la dosis de metadona que había en
dicho bote con un líquido transparente, y él no me supo contestar
salvo con un dato: “es para una persona que tome mil duros (5.000
pesetas, 30 euros) de caballo [heroína] al día”.
En menos de 30 minutos estaba vomitando
hasta el alma -cosa que probablemente me salvó- y entrando en un
estado de sobredosis de opioides intenso, en el que me costaba
mantenerme despierto y en condiciones adecuadas. Avisé a mi
cuidadora y le pedí salir a la calle (no existían los teléfonos
móviles como ahora) para acercarnos a una cabina a llamar por
teléfono a Cruz Roja y dar el aviso.
Así lo hicimos y al cabo de 10 minutos, una ambulancia -sin médico- operada por voluntarios me estaba atendiendo. Yo, que era consciente de que lo que tenía era una sobredosis, estaba obsesionado por saber qué dosis era la que había en el bote, pero esas personas no podían acceder a dicha información tampoco y resolvieron con lo que su formación -o la falta de ella- les dictaba: “no creemos que estés en peligro porque la metadona la dan para curar heroinómanos, lo único que puedes tener un síndrome de abstinencia dentro de 3 días”.
Así lo hicimos y al cabo de 10 minutos, una ambulancia -sin médico- operada por voluntarios me estaba atendiendo. Yo, que era consciente de que lo que tenía era una sobredosis, estaba obsesionado por saber qué dosis era la que había en el bote, pero esas personas no podían acceder a dicha información tampoco y resolvieron con lo que su formación -o la falta de ella- les dictaba: “no creemos que estés en peligro porque la metadona la dan para curar heroinómanos, lo único que puedes tener un síndrome de abstinencia dentro de 3 días”.
Cuando escuché eso, de boca de alguien
que venía en una ambulancia de Cruz Roja, me di cuenta de que
carecían de formación para comprender que la metadona
era un opioide mucho más potente y por ende más peligroso que la heroína, y que ni
siquiera entendían el funcionamiento de los programas de
mantenimiento con metadona ni la farmacología de esta sustancia.
Viendo esto en quienes tenían que atender una urgencia por
sobredosis de opioides, es fácil comprender esa sensación de “cura
para la heroinomanía” con la que se percibía a la metadona, sin
entender el mecanismo de esa “supuesta cura”.
Posteriormente pasé de los “voluntarios de la Cruz Roja” y me fui en un taxi al hospital, en el que un médico me estuvo viendo y aunque determinó lo obvio (una intoxicación por opioides, metadona en ese caso) estimó, que gracias al vómito, no había absorbido una cantidad mortal de necesidad, y si bien no parecía tener necesidad de ser tratado con un antagonista (sobre todo por lo poco útil del corto efecto de la naloxona, el antídoto, que no llega a la media hora de duración en su efecto frente a las 72 horas de efectos de la metadona) necesitaba vigilancia por si evolucionase de forma imprevista.
Me tiré 3 días -vigilado casi las 24 horas- que cada vez que me fumaba un porro (por sinergia entre los cannabinoides y los opioides), caía dormido encima de la cama sin poder hacer nada para evitarlo. Fue el colocón más largo de mi vida y el que más cerca estuvo de matarme: metadona, la “cura” para la heroína.
Posteriormente pasé de los “voluntarios de la Cruz Roja” y me fui en un taxi al hospital, en el que un médico me estuvo viendo y aunque determinó lo obvio (una intoxicación por opioides, metadona en ese caso) estimó, que gracias al vómito, no había absorbido una cantidad mortal de necesidad, y si bien no parecía tener necesidad de ser tratado con un antagonista (sobre todo por lo poco útil del corto efecto de la naloxona, el antídoto, que no llega a la media hora de duración en su efecto frente a las 72 horas de efectos de la metadona) necesitaba vigilancia por si evolucionase de forma imprevista.
Me tiré 3 días -vigilado casi las 24 horas- que cada vez que me fumaba un porro (por sinergia entre los cannabinoides y los opioides), caía dormido encima de la cama sin poder hacer nada para evitarlo. Fue el colocón más largo de mi vida y el que más cerca estuvo de matarme: metadona, la “cura” para la heroína.
¿Que busco señalar al contar esto? El
común error de pensamiento de que dicha “cura” es inocua o algo
distinto a lo que “pretende curar”. La metadona y la heroína son -en esencia- la misma cosa y producen -en esencia-
los mismos efectos, pero mientras que los de la heroína duran unas
horas, los de la metadona duran varios días.
La metadona es mucho más potente,
peligrosa y de difícil manejo que la heroína como fármaco (en
Reino Unido, la heroína se emplea como la morfina, pero la llaman diamorfina) por su alta impregnación y
duración en el cuerpo humano. Su ventaja es precisamente esa misma:
la larga duración, de días, que evita que la persona tenga que
“drogarse” cada pocas horas, dándole una droga que dura muchas
más horas y hace esencialmente lo mismo en tu cuerpo.
Pero recuerde esto el lector: aparte de su duración -y de que se administra en un centro y tratamiento (es pura)- no tiene ventajas frente a la heroína -mucho más segura a nivel orgánico como fármaco- sino desventajas (empezando por su duración).
Pero recuerde esto el lector: aparte de su duración -y de que se administra en un centro y tratamiento (es pura)- no tiene ventajas frente a la heroína -mucho más segura a nivel orgánico como fármaco- sino desventajas (empezando por su duración).
Dicho de otra forma, cuando damos
metadona a un adicto a la heroína, es equivalente a suministrar
vodka a un adicto a beber vino, o de mantener lejos de la cerveza a
una persona a base de tenerla saturada de ginebra. ¿Tiene ventajas?
Sí, para algunas personas muchas porque cada caso es único y, en
algunos casos, un tratamiento de mantenimiento con metadona puede ser
la clave para encauzar la vida de una persona (permitirle tener
horarios y vida normales, sin tener que buscarse la
vida para pagarse la droga y no entrar en un doloroso "mono"), pero en otros casos no es así y no
basta con ese opioide y esa pauta de administración.
Para esos casos que parecían no tener
salida con los tratamientos más habituales (metadona y buprenorfina
mayormente) se crearon los programas de mantenimiento con heroína,
en los que la sustancia usada como fármaco es la propia heroína de
manera que ir a comprar la sustancia al mercado negro, carece de
sentido. De esa forma, el paciente recibe una serie de dosis
controladas de diacetilmorfina (nombre farmacéutico de la heroína
actualmente) de la misma forma que a otros les dan su metadona o su
buprenorfina.
Esos programas han sido llevados a cabo en diversos puntos del planeta, España incluida como una de las pioneras gracias al trabajo de Joan Carles March en Granada. Los resultados de los ensayos clínicos llevados a cabo con heroína como fármaco, han sido muy positivos en todos los casos donde se han permitido, y eso llevó a algunos médicos que trabajaban con adictos a opioides/opiáceos en Canadá que, igual que su vecino USA está sufriendo tasas altísimas de sobredosis y problemas con este tipo de drogas, a pedir heroína para un grupo determinado de pacientes.
Esos programas han sido llevados a cabo en diversos puntos del planeta, España incluida como una de las pioneras gracias al trabajo de Joan Carles March en Granada. Los resultados de los ensayos clínicos llevados a cabo con heroína como fármaco, han sido muy positivos en todos los casos donde se han permitido, y eso llevó a algunos médicos que trabajaban con adictos a opioides/opiáceos en Canadá que, igual que su vecino USA está sufriendo tasas altísimas de sobredosis y problemas con este tipo de drogas, a pedir heroína para un grupo determinado de pacientes.
Esto no pasó de la noche a la mañana.
Se pidió el acceso a la heroína para 21 participantes que
resultaban “adecuados” de un estudio de 202 adictos (de nombre
SALOME)
a los que se había estado manteniendo -en condiciones de doble
ciego- bien con heroína o bien con hidromorfona
inyectable, cuyo efecto es muy similar al de la heroína, que se les
administraba 3 veces al día bajo estricto control médico.
Aún así, desde el estudio ya concluido se pedía que se abriera el abanico de opciones terapéuticas para que los médicos tuvieran herramientas útiles, como la hidromorfona inyectable, para quienes no resultaban beneficiados por otros tratamientos. Como prueba del buen funcionamiento del tratamiento, el equipo activó una línea de rápida de teléfono para cualquier tipo de problema (médico, criminal, legal) relacionado con el estudio SALOME o cualquiera de sus participantes: nunca recibieron ni una sola llamada.
Aún así, desde el estudio ya concluido se pedía que se abriera el abanico de opciones terapéuticas para que los médicos tuvieran herramientas útiles, como la hidromorfona inyectable, para quienes no resultaban beneficiados por otros tratamientos. Como prueba del buen funcionamiento del tratamiento, el equipo activó una línea de rápida de teléfono para cualquier tipo de problema (médico, criminal, legal) relacionado con el estudio SALOME o cualquiera de sus participantes: nunca recibieron ni una sola llamada.
Tras el estudio, se cursaron una serie
de peticiones bajo la cláusula SAP o Programa de Acceso Especial por el que los médicos de Canadá,
cursando unas solicitudes que deben ser aprobadas con mucho trámite
pueden solicitar fármacos que no tienen en su farmacia, cuando una
condición o enfermedad ponga en peligro la vida del paciente.
Los expertos médicos consideraron que el riesgo de recaída en el uso de heroína callejera, especialmente en estos momentos que la heroína les llega adulterada con fentanilo, era una condición que ponía en peligro la vida del paciente, y dieron el paso de cursar esas 21 peticiones para que sus pacientes fueran tratados con heroína farmacéutica o diacetilmorfina.
Los expertos médicos consideraron que el riesgo de recaída en el uso de heroína callejera, especialmente en estos momentos que la heroína les llega adulterada con fentanilo, era una condición que ponía en peligro la vida del paciente, y dieron el paso de cursar esas 21 peticiones para que sus pacientes fueran tratados con heroína farmacéutica o diacetilmorfina.
Y aquí llegó el problema. Esas
peticiones, de largo trámite, repentinamente fueron aprobadas por la
maquinaria burocrática de Canadá: se iba a dar heroína -como
tratamiento de mantenimiento no experimental (eso es importante)- a
21 pacientes.
Los departamentos del ministerio sanitario del país dieron curso a la petición, tras comprobar los requisitos, y entonces ocurrió lo que no es sencillo de entender sin una aproximación “moralista e ignorante” por parte de sus principales actores: la entonces ministra y actual jefa de la oposición -Rona Ambrose- bloqueó el acceso a la heroína farmacéutica como tratamiento, haciendo una modificación en la ley de manera que esa sustancia no pudiera utilizarse.
Los departamentos del ministerio sanitario del país dieron curso a la petición, tras comprobar los requisitos, y entonces ocurrió lo que no es sencillo de entender sin una aproximación “moralista e ignorante” por parte de sus principales actores: la entonces ministra y actual jefa de la oposición -Rona Ambrose- bloqueó el acceso a la heroína farmacéutica como tratamiento, haciendo una modificación en la ley de manera que esa sustancia no pudiera utilizarse.
¿Quién es una político para tomar
una decisión médica, contra sus propios expertos? La dama en
cuestión es la bulldog del partido conservador por aquellos lares -ahora en la
oposición- que antes de irse del convento, como dice el dicho, se
cagó dentro. Le quedaban unas semanas para tener que dejar paso al
nuevo gobierno de Justin Trudeau, y con un par de ovarios emitió una
declaración que textualmente decía: “El primer ministro [Harper]
y yo no creemos que sea actuar en beneficio de quienes sufren
adicción a las drogas, darles las propias drogas a las que son
adictos.”
¿Y qué culpa tienen los adictos, los
participantes en los ensayos médicos, los doctores y los expertos en
este área de que tú -y el primer ministro conservador de turno-
creáis algo que sólo demuestra que sois completos ignorantes?
Ninguna, pero aquí es donde colisiona la política con la ciencia:
aceptar que dar heroína a una persona es un tratamiento adecuado
para salvarle la vida, contradice todos los postulados conservadores
contra las drogas, a través de la sustancia más mitificada y
demonizada de todas: la heroína.
Con intención de sacar rédito político, esa meapilas ignorante y su jefe, quisieron dejar una piedra prohibicionista que alargase la interminable agonía de la guerra contra las drogas, incluidas para su uso médico; les dio igual que por medio se llevasen las esperanzas de 21 enfermos de recibir un tratamiento correcto y que les evitase entrar en situaciones que pusieran en peligro sus vidas.
Con intención de sacar rédito político, esa meapilas ignorante y su jefe, quisieron dejar una piedra prohibicionista que alargase la interminable agonía de la guerra contra las drogas, incluidas para su uso médico; les dio igual que por medio se llevasen las esperanzas de 21 enfermos de recibir un tratamiento correcto y que les evitase entrar en situaciones que pusieran en peligro sus vidas.
De esas 21 personas privadas de lo que
sus médicos creen que es su mejor opción, 5 de ellos se decidieron a demandar al estado por bloquearles el acceso a la heroína farmacéutica como medicación necesaria en un
trastorno que les pone en peligro real de muerte. Y este es el punto
en que se encuentra el intento canadiense de iniciar el tratamiento
de mantenimiento con diacetilmorfina, a pesar de que es un fármaco
sobradamente conocido y con menores riesgos a nivel farmacológico y
claras ventajas en el proceso de adicción a opiáceos frente a la
metadona.
Son cinco adictos crónicos, refractarios a otros tratamientos, que no quieren morir un día de un mal chute. Y esto es lo que les exige el sistema, tener que demandar al estado para que -un día, que deseamos cercano- su médico les pueda decir:
Son cinco adictos crónicos, refractarios a otros tratamientos, que no quieren morir un día de un mal chute. Y esto es lo que les exige el sistema, tener que demandar al estado para que -un día, que deseamos cercano- su médico les pueda decir:
"No sufra más,
yo te receto heroína."
Este texto fue publicado en Cannabis.es originalmente.
Me gusta su información también que dan a conocer lugares de apoyo
ResponderEliminarTienes toda la razón, de hecho yo hace años vi un Documental donde en Sevilla creo recordar a 21 toxicómanos se les iba a dar heroína en un programa piloto para ver sus resultados, después de superar odas las adversidades como la de conseguir la susodicha heroína ya que al parecer solo hay tres laboratorios en el mundo que estén autorizados a producirla, y a conseguir a los adictos, los cuales debían de reunir entre otros requisitos el hecho de haber fracasado en varios y múltiples tipos de terapias para dejar la droga este comenzó, no sin antes asegurarse de que pasara lo que pasase con esta prueba las personas incluidas en el no dejarían de recibir sus dosis tanto si el programa era un exito como si no, algo que es muy de tener en cuenta para la persona que lo diseñó.
ResponderEliminaruna vez comenzado el proframa no tardo en demostrarse la mejoria de los pacientes que no tenian que pasarse mab del 75% del dia buscandose la vida para conseguir su dosis, mas adelante mejoraron fisicamente y al final alguno consiguio hasta trabajo, de encomio es decir que para los que se inyectaban tenian alli un ats para ayudarles en ello.
Con esto quiero aclarar que la mayoria del problema del toxicomano no son las drogas en si, sino la incertidumbre de si hoy me podre poner o no, la adulteracion de la droga y el no tener apenas tiempo para cosas que harian si se las facilitase, como comer, ducharse, estudiar, trabajar,etc, y la ausencia de esto es lo que luego hace que se les estigmatice y ello conlleve mayor dificultad para abrirse camino en la vida, tanto si se han recuperado como si no, ya que normalmente se suelen mover en las mismas zonas lo que acrecienta mas aun si cabe su integracion.
P.D. de el resultado del programa no tengo conocimiento de cual fue, probablemente incocluso ya que si no probablemente hubiera tenido conocimiento de el implante de el en otros sitios, hasta que no hagamos ver que es mas perjudicial lo que rodea a la droga que esta en si no adelantaremos nada.