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miércoles, 24 de octubre de 2018

Pies de cannabis.

Pies de cannabis.


Flipé un rato cuando lo vi. El ataque era real y el enfermo era un niño convulsionando, no con convulsiones al estilo “gran mal” pero sí con convulsiones evidentes: no era una broma ni un montaje. 



El chico yacía en su cama mientras su cerebro dispara “incoherentemente” impulsos eléctricos que provocan las convulsiones que se observan. Esas chispas en tu cerebro que hacen que todos los músculos de tu cuerpo se muevan sin tu voluntad y, mientras, dicha “tormenta eléctrica en tu cerebro” te está dejando frito el coco, tu cuerpo hace lo posible por seguir manteniendo las funciones vitales -básicas- como seguir respirando, para no morir: eso es convulsionar así.

Convulsionar es un síntoma común a muchos males, y cuya etiología varía en cada caso, pero el mecanismo final por el que ocurre siendo el mismo siempre. Lo hemos visto en los casos de niños con distintos trastornos que presentan epilepsia, siendo posiblemente el más conocido el Síndrome de Dravet en el que los que lo sufren (1 de cada 16.000 a 21.000 niños) son aquejados de casi continuos ataques epilépticos, con los daños de todo tipo que esa situación causa en el crecimiento y desarrollo, a nivel físico y a nivel cognitivo. 

Gracias a la lucha que han mantenido los padres de niños aquejados con dicho mal, en la búsqueda de soluciones para sus hijos, el conocimiento de que los extractos de cannabis eran un remedio tremendamente útil para esos casos (y que podía serlo para muchos otros) es ahora algo que ya empieza a ser “conocido por todos”. Y no es para menos, porque las imágenes de dichos casos no dejan a nadie impasible.




También hemos podido ver lo que el tratamiento con cannabis podía devolver de calidad de vida a esos niños, y a sus padres. La mención no es espuria: esos niños tienen una horrible calidad de vida, pero eso queda transmitido a todo la familia y en especial a sus cuidadores, que son en la mayoría de los casos sus propios padres. Imagina lo que es no poder separarte de tu hijo porque en cualquier momento puede sobrevenirle otro ataque epiléptico.

O que tu sueño está roto y fragmentado desde hace años, por cuidar a un paciente de este tipo, con lo que ello tiene de dañino y de patógeno para el cuidador: cosas como el “síndrome del cuidador quemado o con burnout” a problemas de sueño y mentales, en memoria, concentración y estado de ánimo que pueden destrozarle la vida al más pintado. Es decir, la calidad de vida de los que cuidan es un elemento básico pero poco atendido entre las variables que definen la vida del enfermo al que prestan sus cuidados. Y en muchos casos, sin cuidador o sin un cuidador funcional y agotado por desgaste, el futuro que espera a esos pacientes es mucho más duro.

Sin embargo, lo más llamativo de este curioso caso que nos muestra el vídeo, no es sólo lo bien y rápido que los cannabinoides -que contiene el remedio que su cuidador le aplica- actúan sobre las convulsiones, sino la vía de administración usada: la planta de los pies.

Nunca había visto administrar una sustancia así, aunque sí conocía de la posibilidad. En concreto, tenía conocimiento de una persona -mujer- que tenía cierta práctica en el uso de algunas plantas muy tóxicas (lo contrario que el cannabis) que se administraba haciendo uso de dicha zona del cuerpo, entre otras. Sin embargo, en el caso del cannabis, no tenía la menor idea que pudiera ser administrado de dicha forma, o que se hubiera experimentado con ello: cannabis por la planta de los pies.

¿Y aparte del hecho curioso -y gracioso o inesperado- de algo así, qué tiene de relevante?

Pues mucho. Y os lo explico claramente con un ejemplo que saco de mi propia experiencia, al cuidar a personas que sufrían ataques convulsivos de uno u otro origen. Estuve como coordinador (de Ocio y Tiempo Libre) en un “campamento urbano” que desarrolló una asociación de Valladolid que trabajaba con chicos síndrome de Down y otros problemas médicos, en Cádiz, con el objeto de darles unas mejores vacaciones (y cierto alivio temporal a sus familias, para que pudieran descansar del agotador trabajo). Entre esos chavales, había varios que además sufrían ataques epilépticos, y los había en distintos grados: de la convulsión como las de ese vídeo, a las de tipo “gran mal” con violentos movimientos descontrolados. En esos casos, sólo puedes hacer una cosa (cuando estás entrenado para ello y dispones de lo necesario) y es sujetar a la persona -evitando en la medida de lo posible que un golpe de su rodilla, piernas, codos o cabeza, te rompa las narices o los dientes- y administrarle, por vía anal, un pequeño enema líquido que contiene una benzodiacepina, normalmente diazaepam. En los casos más graves, en que las convulsiones adquieren dicha magnitud, no hay otra forma de momento. 

En las menos graves, existen ya dispositivos que permiten administrar -de forma relativamente segura para el paciente y el cuidador- una dosis de midazolam (en el caso del Buccolam) que haga desaparecer o reducirse el ataque convulsivo, pero se hace administrando con una jeringa preparada para tal fin en la boca del paciente. Lo otro que puedes hacer, es esperar a que se le pase mientras llamas al 112 y procuras que no se haga daño extra. Nada más... hasta ahora.

Cuando vi que la forma de administrar el remedio era la planta de los pies, flipé mucho tanto porque no esperaba que la sustancia se absorbiera tan bien y rápido, a nivel químico y de permeabilidad de la piel, como porque pudiera causar efecto tan rápidamente. Esto no es tema menor: cuanto menos tiempo pasa una persona bajo esos estados convulsivos, menos daño sufre su cerebro y menos posibilidades hay que daños secundarios y permanentes. Es esencial reducir el tiempo de afectación en esos casos, y este remedio de cannabis administrado por los pies lo hacía.

Me imaginé a mí mismo en alguno de los casos en los que tuve que actuar ante algo así, haciendo uso de mi mayor tamaño y fuerza física junto con una preparación para ello, e imaginé lo sencillo que hubiera sido inmovilizar solamente un pie o los dos en uno de esos casos, frente a tener que sujetar a alguien lanzando sus extremidades involuntariamente mientras le desnudas lo suficiente para acceder a su ano, y con una mano q tienes que mantener libre y sin que sea golpeada, administrarle como enema la ampolla de plástico que contiene el remedio. ¿Lo imagináis? Es mucho más sencillo “controlar” simplemente los pies que tener que hacer todo eso. Más sencillo y mucho más seguro para los cuidadores.

Este tipo de ruta de administración para el cannabis, posiblemente, sea estudiada en el futuro pero a día de hoy, no tenemos noticias de que se haya estudiado. ¿Por qué? Pues porque entre las víctimas de la guerra contra las drogas, no sólo están sus usuarios voluntarios sino que también podemos contar a aquellos enfermos que no reciben la mejor opción farmacológica en su tratamiento por cuestiones derivadas de unas nefastas políticas de drogas mundiales que han impedido -y siguen en gran medida haciéndolo- el estudio de las aplicaciones médicas de centenares de sustancias que han sido prohibidas, y entre ellas el cannabis.

No es que esa opción sea mala, o que no merezca la pena estudiarla. Es que aunque sea la mejor y la que más promete, el arduo camino que debe seguir a día de hoy una investigación médica con cualquiera de las sustancias fiscalizadas en la guerra contra las drogas, es desalentador hasta para grandes organizaciones que pueden -económicamente- permitirse intentarlo. Para los investigadores en entornos más modestos, simplemente es algo que no se pueden ni plantear.

Un gramo de psilocibina, por ejemplo, que es la sustancia que hay en las llamadas “setas mágicas”, para un investigador autorizado ya (tras años de papeleos) cuesta 10.000 euros. Tú mismo podrías obtener un gramo de esta sustancia, cultivando las setas en tu propia casa, con un coste ridículo y desde luego, muy muy inferior al que le piden al investigador. O puedes comprar un gramo de buen MDMA con alto nivel de pureza por menos de 50 euros sin salir de tu barrio, pero un investigador autorizado puede ver como la factura le sube a miles de euros por gramo. Eso sí que es “abuso de drogas” y del serio, del que causa daño a la sociedad en general y a personas concretas: los pacientes que ya podrían estar beneficiándose y sus cuidadores. Ya son otras víctimas de dicha guerra ignorante y repudiable contra el conocimiento y la libertad de las personas.

En palabras de David Nutt -que fue el “zar anti-drogas” de UK durante un año, justo hasta que empezó a decir la verdad sobre las drogas con datos reales- la cosa es tajante: “Estamos ante uno de los mayores ejemplos de censura científica de los tiempos modernos”. Y es que no es para menos, porque es un fracaso total que el que más difícil lo tenga para trabajar con drogas, sea precisamente el científico preparado para ello.

Hace poco, un amigo me comentaba que había gente en ciertos foros que decía que “el cannabis medicinal es una mentira inventada por los yonquis para legalizar las drogas”. A todos ellos y a los políticos responsables de que la población sea víctima de sus leyes, les dedico este texto y su vídeo: espero que nunca tengan un hijo que necesite una medicación que las leyes restrinjan injustamente.

Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 

domingo, 30 de julio de 2017

Policía sin ética; ética para yonquis.

Este texto fue publicado hace tiempo en el portal Cannabis.es y abordaba el problema de la rampante drogofobia y falta de respeto a los derechos humanos por parte de la policía de medio planeta a la hora de tratar a los usuarios de drogas.

La cosa no ha mejorado desde entonces.

Esa línea en la que algunos deciden que un yonqui no es un ser humano... esa: drogofobia y policía.




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¿Imaginas leer en la portada de un periódico “ASESINADA UNA PUTA, ANOCHE, EN IRÚN”?
Yo no. No lo imagino. Y mirad que le tengo gato a la mierda de la prensa “seria” pero aún -debe ser por viejo y porque ya chocheo- creo que hay ciertas líneas que, aunque sea por mera estética, la prensa no va a cruzar. Esa sería una, por ejemplo: referirse a una prostituta como puta, centrando la atención más en ello que en su asesinato.
Pero a la fuerza ahorcan, y empiezo a creer que todo es ya posible en un juego de prensa-todo-vale, donde hasta el posible escándalo que pueda generar un mal titular, un enfoque claramente tendencioso o el amarillismo mas chirriante, son también objetivos -secundarios- porque un “escandalito” siempre genera visibilidad y polarización.
Hace unos días, en Ohio (USA), se produjo un suceso desagradable y triste. En Ohio ocurrió uno, y luego fue elevado a la enésima potencia de la viralización mundial. El hecho al que me refiero, fue la toma, por parte de un policía, de unas fotografías realizadas -sin consentimiento ni derecho alguno- a dos personas que estaban inconscientes en un coche (una de ellas siendo el conductor) y en el que se encontraba un niño de corta edad en el asiento trasero.
¿Qué hacen dos personas inconscientes, con un niño como pasajero, en un coche en movimiento? Pues puede que sea por una amplia variedad de razones que oscilan desde la borrachera común al ataque cardíaco. Nadie lo sabe, al menos cuando está sucediendo, y tampoco el policía que llega al lugar y actúa: ¿proteger y servir? ¿a quién, al ciudadano? ¡¡CHISTACO!! Seguro que alguno piensa que me voy por los cerros de Úbeda cuando -para quien conozca ya la noticia- esto tiene las letras muy gordas -tanto como las puso nuestra "prensa seria"- pero que, como yo soy un sátiro vicioso, estoy escribiendo esto para defender o justificar mi uso de heroína y otras drogas. 

Y no es el caso...


Observa este vídeo, en el que un hombre (¿PUEDO DECIR “UN NEGRO”?) está, igual que en la noticia que nos ocupa, prácticamente inconsciente en un coche en movimiento por una vía pública. Observa cómo es manejado el asunto por VARIOS POLICÍAS.

Observa cómo se acercan con cuidado, con las armas fuera, mientras otros les “cubren” con más armas desde posición segura.


Observa cómo gritan a ese hombre que está casi inconsciente, le ordenan que pare el coche y que salga con las manos en alto.


Observa cómo le apuntan con varias armas a su cuerpo.


Cómo -por no hacerles caso a los señores policía- sacan el bote de gas pimienta y le echan un poco de picante en su vida, para darle alegría a sus comidas.


Observa cómo le vuelven a echar.


Observa cómo ya, envalentonados al ver que no parece ser capaz de moverse demasiado, se atreven a abrir la puerta del conductor (sin dejar de apuntarle con armas de fuego).


Observa cómo entonces, con la puerta abierta, le disparan con una pistola eléctrica o TASER. 


Observa cómo después de gritarle, amenazarle, gasearle, y electrocutarle un ratito, esos policías echan la bronca a un hombre, ya en el suelo y rodeado, cuyo único pecado es estar sufriendo un derrame cerebral...


Como suena, el tipo estaba en mitad de un ataque, bastante incapacitante, que suele evolucionar a mortal. Y ya, no hizo nada más para recibir dicho trato. Pero como somos la policía (esta vez en USA) pues amenazamos, gaseamos y disparamos cables con pinchos que conducen altas corrientes eléctricas a un hombre que, obviamente, lo que necesitaba simplemente era ayuda. Y sí, ese hombre podía estar también borracho, drogado con heroína, cansado de no dormir en 3 días, o con una reacción negativa a un medicamento o una alergia que le estuviera causando asfixia... nadie puede saberlo.
¿Alguien cree que le vienen bien el gas pimienta y las descargas eléctricas a los a derrames cerebrales? Y encima le echaron la bronca por no obedecerles: con 2 cojones esa policía.
Ahora, situados en este punto, volvamos a nuestro asunto: dos personas, conductor y copiloto, que no responden de forma consciente en un coche. Llega la policía y lo primero que hace -nada de sacarles del coche, y ejecutar maniobras básicas de seguridad para sus vidas, noooo... que eso va a ser mucho trabajo- es sacar unas fotos del asunto, para subirlas a las redes sociales y demostrar así “lo dura que es su profesión y lo que tienen que enfrentar por culpa de las drogas”. Como si se saca la chorra y le aplauden, así de a gusto se quedó el policía, con su acción ejemplarizante y sin derecho alguno, que además viola claramente los más elementales derechos a la intimidad y la privacidad. El policía además, se permite el lujo de trincar por la cabeza a la copiloto, para que su cara salga mejor en la foto...
¿Te imaginas que la policía te encontrase borracho en un portal y te hicieran fotos sujetándote partes del cuerpo para que se te viera mejor y así mostrar lo dura que es su vida profesional? Pues eso mismo. Pero además, con un niño consciente, despierto, atento y presenciando todo, en el asiento de atrás. Y sí, además subieron las fotos sin pixelar ni quitar la cara del ese menor de edad en dicha horrible situación, ya que sale bastante bien en cámara y queda terrorífico para el “cuadro general” que se quiere conseguir.
¿Los derechos del menor? ¿Y a mí qué cojones me cuentas, si yo soy policía? Aquí todo vale, porque es CONTRA LAS DROGAS, y si hace falta joder a un niño para proteger a los niños, pues se hace: si total, el puto crío ese iba a acabar como sus padres, así que es un sacrificio necesario, una víctima de las drogas (pero no de mi cámara y mis intenciones...¿eh?) que puedo y debo exponer al mundo. Y esperad, que para eso está la prensa con su sana visión.
Y llegó. La prensa de USA se echó encima de la noticia, que para ellos se convirtió en otro ejemplo de lo malas que son las drogas y lo que son capaces de hacer: que los padres se droguen delante de los hijos hasta quedar inconscientes y conduciendo. ¿Acaso eso no es suficiente prueba de la depravación moral que produce tomar drogas, joder? ¿Es que nadie piensa ya en los niños, por el amor de Dios?
La madre, por cierto, es una chica que trabaja bailando y que había dejado al niño con su abuela, y que ahora quiere recuperar a su hijo (dado a otra familia por los servicios sociales). Ella también sufre la drogofobia asfixiante: se la cuestiona por su pasado, aunque haga años que no consume droga alguna, y jamás consumió heroína.
En España, como no podíamos ser menos, llegó la mente viva y profunda del editor de “El Confidencial” *** (prensa seria, dicen) y en un alarde de ignorancia, mala prensa y falta de ganas de hacer un mínimo de trabajo, se permitió titularlo todo -publicando incluso la cara del niño, sin pixelar- como “la historia de la foto de los PADRES YONQUIS...
conficendial
¿Cómo? ¿Perdón? ¿YONQUIS?
¿Y por qué no un titular hablando de lo colorido de la Marcha del Orgullo MARICÓN? ¿O de la problemática de los “MORACOS Y SUDACAS” en el país? Noooooo, eso no..... que está mal visto, pero lo de los yonquis... tiene un pase y hasta gracia, eh? Pues se llama DROGOFOBIA y es de esas enfermedades -nacidas del núcleo de la intransigencia- en las que el agente patógeno no se alberga en quien lo sufre, que es simple víctima (da igual si es porque toma drogas, ejerce la prostitución, su opción sexual es la homosexualidad, o porque nació en un lugar distinto o con un color distinto) circunstancial: el yonqui, el moraco, la puta, el maricón.... y sus pecados de no querer ser como tú.
Todo lo demás, los derechos del niño, de los fotografiados, de todos los ciudadanos pisoteados en esa miserable acción a manos de un policía, quedaban justificados cuando se sabía que “había acertado” (ya que en el lugar no había pruebas de consumo de drogas ni restos o marcas que pudieran hacerle pensar eso) porque al darles -cuando ya vinieron los servicios de emergencias- “la droga que es el antídoto de la heroína”, dicha medida se mostró eficaz para devolverles a la vida. Así que la cosa estaba clara, ¿no? Si administras naloxona a alguien inconsciente y recupera la consciencia, es que estaba puesto de heroína y a punto de morir: así que moralmente todo se hizo por una buena causa, y además, correcta como prueban esos hechos y el que los dos adultos fueran detenidos por “conducción bajo influencia de drogas”.
Sin embargo, esos dos adultos no eran los padres del niño. Era su abuela, la copiloto, y el novio de esta el hombre que conducía (o intentaba conducir) sorprendidos ambos por una sobredosis de opioides u opiáceos. ¿Eso nos permite concluir que estaban cometiendo un delito? Tampoco. Os sorprendería saber que una de las formas más comunes de morir en USA por culpa de una sobredosis, es de gente que tomaba la medicación que les había mandado el médico y se quedan dormidos -sin darse cuenta- al volante de su coche. Y no hablo de yonquis como yo, que nos gusta drogarnos y lo hacemos sin escondernos ni vergüenza alguna, sino de gente corriente que le dolía la espalda y el médico le recetó una cosa muy buena, hasta que se quedaron dormidos al volante.
¿Sobredosis, accidentes u homicidios negligentes... todo para el beneficio económico de las empresas farmacéuticas? Pues sí. Al igual que los coches, los fármacos y su formato se piensan para poblaciones concretas, y se valoran sus pros y sus contras en grandes números. Y al igual que con los coches, se valoran esas “víctimas colaterales” que se estrellarán contra un árbol al quedarse dormidas VS. El coste económico de las demandas derivadas de ello. ¿Suena horrible o es que no me expliqué bien? Esto no es nuevo, ni pertenece sólo a la BIG PHARMA: leed y temblad con la ética para empresas... historia viva!!
Sin embargo, el grado de descaro ya es absoluto. Antes, estas cosas se hacían con cierto silencio y procurando mantener la formas de cara al público y su peligrosa opinión. Ahora ya no. Ahora llega una empresa que vende fentanilo -droga 100 veces más potente que la heroína, la que mató a Prince en un ascensor hace meses- y que es en realidad el principal asesino de la crisis de opioides que asola USA y Canadá, y dona 500.000 dólares para que el cannabis NO sea legalizado (o lo sea pero de forma mucho más lenta). ¿A qué viene eso? ¿Se han vuelto locos? ¿Qué les hemos hecho los fumetas a esta gente, cojones? En justicia podemos decir que el narco ha donado medio millón de “farmadólares” (en este caso, “fentadólares”) para mejorar su posición en un mercado de drogas complejo.
Nada chavales, no es por nosotros.
En realidad la marihuana y el cannabis -o la cocaína absorbida analmente en una lavativa de LSD- se la traen floja flojísima. Ellos sólo quieren dinero: no es nada personal, simplemente son negocios. Los muertos que vamos dejando en el camino, son daños previamente valorados en una proyección empresarial. Y pueden hacerlo, porque ellos venden medicinas que curan y salvan, y no drogas que matan... como la marihuana, que para algo somos la BIG PHARMA.
*** No debemos omitir que parece que esta vez, quejarse y levantar la voz, tuvo cierto efecto y consiguió que “El Confidencial” modificase el vergonzoso titular, pero Internet tiene memoria y esos fallos (si es que fue un fallo o simple drogofobia destapada que se escapó) dejan ver la carencia de calidad humana en la prensa española en el trato de todo lo relacionado con drogas y sus usuarios.
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No olvidéis proteger a los niños de las drogas, y de sus padres yonquis...

domingo, 7 de mayo de 2017

Ballena azul, reto paracetamol y otras mongoladas de la prensa

Este texto fue publicado en la revista VICE cuando ciertos medios en el extranjero empezaron a difundir información sobre un supuesto reto que consistía en tomar paracetamol hasta casi matarse (lo cual es sencillo, hace falta poco) y que en realidad era una invención de los propios medios, como siempre ávidos de noticias chorra y clickbait.

Lo mismo que ha pasado hace unos días en España con el supuesto reto de la ballena azul: aquí hay niños a los que les hace falta un buen tortazo, padres que no deberían tener la potestad y editores que son responsables de difundir ideas que, por desgracia, entre adolescentes movidos por las redes sociales, tienen su público. Lo mismo ocurre con las noticias escandalosas que llevan mezcla de hechos reales e inventados, como el inefable karkubi al que el más inefable Lucas de la Cal ha rebautizado como "pastilla roja" relanzando sus cuentos en prensa. Una desgracia como otra cualquiera.

Esperamos que os guste.


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El “Reto Paracetamol” puede matarte pero, ¿es real?

Tenemos prisa. Mucha prisa.
El consumo de noticias escandalosas en los medios empieza a alcanzar proporciones epidémicas, empujado por un público que ya no lee en profundidad sino que rasca la superficie rebotando de un titular curioso a otro titular más llamativo aún. Eso ha generado una cultura del "todo vale" en algunos medios del Reino Unido que, sumada a la guerra contras las drogas -en la que todo vale-, está dando rienda suelta a las fantasías más estúpidas de algunos "periodistas". La última es el "Reto Paracetamol".
De primeras no llama mucho la atención; con ese nombre me suena a promoción de medicamento, como si fuera pasta de dientes o un yogur para ir al WC como un reloj. Pero es "la nueva locura entre adolescentes" descubierta por los medios de UK. Descubierta y redescubierta, porque a la primera no se explotó bien el asunto.
El "Reto Paracetamol" o #ParacetamolChallenge es una leyenda urbana de reciente creación. En este caso, como en el de otros conocidos hoax, se alerta a los padres sobre comportamientos peligrosos de sus hijos en edad escolar. En España, hace unos años, circuló con fuerza una leyenda urbana sobre niños de escuela consumiendo LSD en pegatinas con una estrella azul, que incluía hasta un informe -falso- de un médico de un servicio de pediatría de Sevilla. La gente suele cooperar con la difusión del mismo en base a que pretenden alertar a otros de un mal que acecha a sus hijos y que tal vez no conozcan, provocando el efecto de una profecía autocumplida: creando tendencia.
Por supuesto que la historia de la estrella azul y la LSD no hizo que ningún escolar lo consumiera por la moda de la noticia: no venden LSD en las puertas de los colegios a los niños. Pero en este caso es distinto: ¿quién no tiene a su alcance paracetamol?
La cosa parece arrancar de unos comentarios de un responsable educativo de Ayrshire en Escocia, que supuestamente recibió el aviso de la policía de que había jóvenes retándose unos a otros a tomar sobredosis de analgésicos comunes a través de las redes sociales.Todo surgía a raíz de un supuesto caso de sobredosis de paracetamol en un adolescente, lo cual no debe sorprender a nadie: es la primera causa de fallo hepático por sobredosis de medicamento en buena parte del mundo.
Desde que los tabloides publican la noticia en el mes de marzo, no volvemos a tener noticia de nada semejante relacionado con el paracetamol hasta el día 5 de mayo, cuando una radio local anuncia en Twitter que va a hablar, entre otras cosas, del #ParacetamolChallenge que está poniéndose de moda en las redes sociales que usan los jóvenes. Y una policía que dice haber oído hablar de ello, les sigue la corriente. La última locura adolescente, dicen.

La cosa consiste, según cuentan, en algo muy simple y estúpido: tomar paracetamol en dosis superiores a las seguras. ¿Para qué? Para nada. El paracetamol no coloca, no produce ningún efecto agradable, sedante, estimulante o psiquedélico. No hace nada salvo bajarte la fiebre si tienes y quitarte algún dolor leve, y si lo tomas en dosis excesivas, pues destrozarte el hígado ofreciéndote una muerte segura en unos días como mucho. Según argumentan, la base del asunto es el reto en sí mismo y no la búsqueda de efectos psicoactivos, en una especie de juego impuesto por la presión grupal. Un juego similar a correr con una bicicleta contra un muro y ver quién es el último que frena -el más valiente se supone- o a reírse de cómo "los valientes" se estampan contra el muro con ayuda de sus bicis. ¿Realmente tenemos una juventud tan gilipollas? Yo creo que no. Lo que tenemos es mucho gilipollas trabajando en medios, necesitando algo que contar que atraiga incontables visitas, lectores u oyentes.
Esta última locura de adolescentes -que no parece tener base real alguna- no es una cosa aislada. Los medios crean y manipulan, convirtiendo cosas simples en supuestas tendencias que, de ser ciertas, indican que la selección natural está obrando con aceleración. ¿Recuerdas haber jugado en tu infancia a "algún juego para marearte o perder el conocimiento"? No es tan extraño, muchos hemos jugado a esas cosas en nuestros años de escuela. El que yo recuerdo haber probado, consistía en hiperventilarse en clase de gimnasia y hacer al mismo tiempo ciertos ejercicios con los brazos hasta no poder más: en ese momento te tumbabas en el suelo, estirabas los brazos y entre el cansancio provocado más el aturdimiento por una respiración poco fructífera, la sensación era que tu cuerpo se hundía en una pesada carga plomiza mientras tus brazos parecían alzarse sin peso alguno sin que pudieras evitarlo. Un juego de niños, no muy recomendable, pero que jugábamos delante de los profesores en la escuela como parte de la búsqueda de efectos psicoactivos a nuestro alcance. Por supuesto, de estos mismos juegos existen versiones mucho más peligrosas en que no se trata de hacer un sobre-esfuerzo sino de provocar la asfixia o el corte del riego sanguíneo a la cabeza, provocando la pérdida de consciencia inmediata.
De un juego así se trataba cuando los mismos medios sensacionalista inventaron -a raíz de una muerte real- la locura adolescente del mes de abril: la locura del "Dormilón" o "Sleeper Craze". El terror que recorría todas las escuelas del país, provocando que los niños jugasen a asfixiarse unos a otros. ¿Es cierto que hay niños que se implican en estos juegos? Sí, es cierto en casi todos los lugares y muchas veces provoca resultados fatales. Pero de ahí a que sea una tendencia viralizándose, en la que los jóvenes enloquecen por ahogarse, hay mucha distancia.
Aunque lo de las "locuras" cíclicas no solo llegan del mundo real. Un sacerdote de la Iglesia Católica en EE.UU. se ha apresurado a advertir que la locura de "Charlie Charlie" -sí, también locura: "Charlie Charlie Craze" le dicen- es peligrosa para quien la practique. Corre el riesgo de atraer espíritus y demonios al convocarlos sobre un papel, dos lapiceros y las palabras "SÍ" y "NO" escritas. Al parecer la cosa es tan simple como convocar a "Charlie", un ocupado espíritu, diciendo "Charlie, Charlie, estás ahí?" y a continuación preguntándole a los dos lápices cruzados si tu novio te pone los cuernos, si vas a ganar la lotería o si te vas a casar con la chica de tus sueños. Y parece ser que el condescendiente espíritu te contesta. Flipa.Sobre todo porque Charlie se supone que es un espíritu mexicano. Y porque el medio que lo publica invitaba a sus lectores a probar esa locura: en este caso era claro que no tenían ningún escrúpulo en darle bombo al estúpido juego.
En el caso del #ParacetamolChallenge existe un aspecto preocupante: dar ideas a los chavales. Muchos dirán que hablarles de drogas -en un contexto de reducción de riesgos- es también darles ideas, por darles información útil sobre cómo colocarse. Bueno, puede ser.
Desde luego la información que se facilita a los jóvenes -cuando se les forma sobre las drogas que hay en su medio- busca dar herramientas para que, respetando sus decisiones, se puedan evitar los daños asociados a consumos "poco sensatos" de drogas. Pero crear de la nada una tendencia, que se lanza el día 5 de mayo, pasan semanas sin escuchar nada al respecto, y hace dos días vuelve a resurgir con fuerza, es inmoral. Lo es porque es falsa, porque no hay adolescentes hablando del Reto Paracetamol en las redes y menos aún retándose a tomar sobredosis de analgésicos accesibles a cualquiera. Si alguien se toma la molestia de leer el hashtag #ParacetamolChallenge verá que precisamente lo que falta en él, son los supuestos protagonistas de dicha tendencia viralizándose.
No es parece creíble que haya nadie buscando ingerir fármacos sin esperar una recompensa psicoactiva por ello -aunque no esté acertado en su elección- en un contexto adolescente y nada terapéutico. Pero mezclando unas locuras y otras, no resulta descabellado pensar que en este caso los medios están induciendo una tendencia que, si se imita o si se malinterpreta pensando que dosis altas de paracetamol tienen un efecto agradable, puede acabar llegando a oídos de algún poco informado adolescente, y en ese caso acabar provocando daños reales o la muerte.
La muerte por sobredosis de paracetamol no es agradable. Y es común, bastante. En USA se producen unas 56.000 intervenciones de emergencia por sobredosis de paracetamol, de las que se derivan 2.600 hospitalizaciones y unas 460 muertes por fallo hepático agudo, cada año. Ahora imagina el resultado de jugar al Reto Paracetamol: molestias estomacales, sensación de malestar, tu hígado deja de funcionar, los metabolitos de la bioquímica de tu cuerpo dejan de ser procesados, tu hígado se muere a gran velocidad mientras caes en un estado extraño producido por toda la mierda no procesada por el hígado, sopor, picores por todo el cuerpo, delirio y movimientos incontrolados incluso durante el coma que acaba por llevarte a la muerte.
El Reto Paracetamol, además de ser otra invención de los medios, puede matarte.
No tengas duda de que tomadas de golpe, unas pocas pastillas de esa medicación presente en todas las casas, lo harán. 
Si tienes apego a la vida, no hagas tonterías.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Chucherías con drogas para los niños.

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que os gusten las chucherías con drogas para los niños que nos prepara la farmacia.

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La cosa tiene su gracia.
Media vida viendo a los que iban ciegos de MDMA, o de anfetamina en cualquiera de sus variantes estimulantes, que no podían parar con la mandíbula quieta por el subidón, mascando chicle para “suavizar” el bruxismo generado por la ansiedad que produce, y ahora algún genio del marketing ha tenido la gran idea: “coño, vamos a ponerlos juntos y así podremos cobrar una nueva patente...”.
Exacto. De eso va este texto, de patentes y dinero. De población usada como objetivo contable, de políticas de salud y criterios médicos que se han prostituido para servir -sin esconderse demasiado al hacerlo- para servir al interés del que, al final, hace caja: la industria farmacéutica (que no es más que una de las muchas caras de la industria química).


Es importante hablar las cosas en orden, y lo primero es recordar por qué estamos aquí: por dinero.
Y que lo que en realidad importa bastante menos -no me atrevo a decir que no importa del todo- es lo que tenga que ver con la salud. Por supuesto, que nadie crea que la industria farmacéutica (entiéndase en este artículo como “los jerarcas de la BIG PHARMA internacional”) quiere personas enfermas, porque eso no es así.
Una persona enferma compra fármacos que -aquí en España- subvenciona el estado con impuestos de todos, pero una persona enferma es un cliente que “no es productivo”. Lo ideal, es conseguir una población de gente sana y feliz, y ser tú quien les des los productos necesarios. Ya, farmacia y enfermedad, hace tiempo que quedaron desvinculadas, y no pensamos que alguien esté enfermo cuando va a la farmacia a por condones o a por el anillo anticonceptivo. El modelo del cliente, sano y productivo, renta mucho más a la larga.

Y el otro gran target u objetivo, son los niños. 
¿Por qué? ¿Y por qué no? 

Todos los padres de buen corazón a quienes el médico les recomiende una medicación para un hijo o hija, se quitarán de comer si hace falta para comprarla. Si el que se lo recomienda, es un médico convencido de que está haciendo lo correcto, todo irá mucho mejor (nuestros cerebros reconocen cuando alguien dice lo que cree o miente, aunque no nos demos cuenta conscientemente). Y si rematas con un dependiente de farmacia, que ha estudiado como un animal para tener ese trabajo, y él simplemente tiene como función la dispensación del fármaco y la información referente a su uso, que también es labor del médico, complementada con el farmacéutico como apoyo.

Los niños molan.
Lo saben los de la BIG PHARMA, tanto como lo sabía Michael Jackson aunque sean lo mismo. En este caso, lo niños les molan por eso: sus padres SIEMPRE PAGAN el rescate. Así que, como empresas que son, cuando se les fueron acabando los beneficios de las patentes de los “realmente nuevos” fármacos que desarrollaban, buscaron otros nichos y dieron con el de los niños y el TDAH.
Hace 30 años, el número de niños en todo el planeta, diagnosticados de TDAH (o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) eran un chistecito. Yo, en toda mi vida (en entorno educativo), no creo que haya visto más de 5 casos de personas que sí necesitaban realmente una ayuda química, porque realmente tenían un problema que era INTOLERABLE y denigraba sus vidas a puntos insoportables.
Conviví -durante años- con uno de los primeros casos diagnosticados de España, en el aula y también fuera de ella. La diferencia en su caso, era como la de tener un gorila nervioso frente a ti (no era grande, era su actitud) a tener una persona amable, calmada, educada... y feliz porque no sufría.
Al resto, a los que no sufríamos de una forma desmedida y sintomática del problema que sí tenían quienes -realmente- sufren ese trastorno, nos llamaban otras cosas mas comunes: revoltosos, traviesos, superdotados, cabrones, insoportables, malditos-críos-de-mierda-quién-me-mandaría-hacerme-maestro.... etc, pero en ningún caso nos consideraban enfermos. Eso era por los años 80 en España.
Con el desembarco y abordaje de la TDAH, en USA se ha llegado a hablar de un 15% de la población que sufría ese trastorno. ¿Cómo es eso? ¿Cómo se pasa de que algo sea un trastorno (idiopático, propio e innato) muy poco frecuente, a que sea tan frecuente como es el porcentaje de personas con alguna clase de problema relacionado con ansiedad (de fobia social a insomnio)?
El porcentaje de personas que sufren un trastorno, severo y crónico, de tipo psicótico como la esquizofrenia -si no me equivoco, ya que cito de memoria- viene ser constante e igual a través de las distintas culturas, y está entre el 2 y el 3% de la población. ¿Cómo hemos pasado de que hubiera muchos menos casos de TDAH (en niños y en adultos, que fue la siguiente jugada) que de esquizofrenia y, en apenas 20 años, ahora sea el diagnóstico rey en las consultas pediátricas?
No existe una explicación cómoda y dentro del marco de la salud para este asunto, y la explicación es económica. Las enfermedades también se crean y fabrican. En este caso, se usó el TDAH para el target de los niños de la misma forma que se usa otro trastorno - que es, cuanto menos, muy dudoso para vender “la viagra rosa” o “Trastorno de deseo sexual hipoactivo premenopáusico” (flipa con el nombre e imagínalo en la boca de un médico) o, abreviando también, TDSHP para las amigas que se lo crean.
De hecho, aunque los padres no dudan en dar lo que el médico diga a sus hijos, algunos de ellos empezaron a preguntarse sobre el sentido de dar “anfetaminas” (el metilfenidato, compuesto principalmente usado en el TDAH, no es una anfetamina ni en su estructura química ni en su mecanismo de actuación, que es más parecido al de la cocaína) a niños en desarrollo, cuando la teoría siempre dice que como norma general, hasta que no se es adulto, no se deben usar drogas psicoactivas potentes, y el metilfenidato lo es. RubifenConcertaRitalin, son los nombres de esa droga que, actualmente, decenas de miles de padres dan -por orden médica- a sus hijos todos los días. Todos. Y existe un gran mercado negro de él, estimulado por la facilidad de acceso
¿Eso es peligroso para un adulto y no para un niño? ¿El uso continuado de un fármaco en edad de crecimiento, no pasa una factura que se tendrá que pagar? ¿Cuál es ese precio? ¿Qué estamos haciendo realmente al dar metilfenidato a los niños? ¿Qué hacemos? ¿Estoy haciendo bien o soy un mal padre? ¿Hago caso a la maestra y le digo al médico lo que me indicó para que drogue a mi hijo y ella se encuentre más cómoda en el aula? ¿Estamos locos o qué?
Esas preguntas, y otros cientos similares, son las que pasan por la cabeza de los padres que se informan antes de aceptar dar a su hijo -sin necesidad, porque sí hay casos necesarios- el metilfenidato. Lo de los maestros que les indican a los padres cosas, como que le pidan al médico esa medicación para el niño porque lo ha recomendado el maestro, es algo más frecuente de lo que se puede imaginar. Gente sin formación alguna para evaluar un trastorno semejante, sin tiempo para su trabajo, con un aula con demasiados niños, y que se da cuenta de que aquellos que toman “la droga de la infancia” están más tranquilos y atentos, dan menos guerra...... uy, esa droga es buena!! E inducen -a veces hasta el chantaje emocional y la amenaza- a que se les dé la droga a los niños, la necesiten o no. Esto no es broma, ni una exageración sino que pone los pelos de punta a cualquier padre que sepa leer y ver un vídeo.
Llevo años escuchando casos semejantes, que ponen los pelos de punta, pero el sistema está tan bien engrasado que -en pocos años- dar “cocaína” o anfetamina a los niños de forma crónica, se ha convertido en algo ya no normal, en algo necesario para la salud.... de los niños y de la BIG PHARMA.
Desde hace unos años, también anfetamina, sí. Aunque la anfetamina desapareció de las farmacias hace unos 20 y pico años en España, ha vuelto. Escondida, sí, pero ha vuelto. Y ha vuelto, precisamente, para los niños.... para su TDAH. Ahora se llama “lisdexanfetamina” porque es una PRODROGA que se activa ya dentro del cuerpo, evitando que se pueda esnifar. Pero una vez dentro se separa en dos cosas: lisina y dextro-anfetamina. La lisina no hace nada, y la dextro-anfetamina, es el isómero más potente y agradable de la anfetamina original. Y ya está aquí, sí.
Pero ni metilfenidato ni anfetamina son fármacos nuevos, ambos son fármacos fuera de patente ya hace tiempo, así que serían poco rentables a la industria: no cobran derechos extra. Y los de marketing y sus ideas, argumentaron que si la droga no es patentable, el método de administración sí. De esa forma, consiguieron que drogas como el metilfenidato o la anfetamina (pero también como los analgésicos, opioides, etc) fueran de nuevo muy rentables. Unos porque su producto lo liberaba durante 12 horas, otros porque el suyo se activa dentro, otros porque es con un trozo de parche que se pone en la piel, etc...
No sólo el “qué” (la sustancia) es patentable, sino el “cómo. Y es ese “cómo” el que le está dando el dinero a la BIG PHARMA en todo el mundo -occidental en su mayor parte- con sustancia que ya no eran muy rentables para ellos. El que el margen de beneficios aumente escandalosamente, las hace de nuevo rentables para ellos, a lo que como empresa reaccionan estimulando sus ventas.
¿Cómo? Más publicidad, más charlas y “congresos pagados o viajes” para médicos relevantes, más presión política y, también, presión en el ámbito científico, para hacer comulgar a base de dinero a todo el mundo “con ruedas de molino”. Y así, cambiando unas cosas en un libro llamado DSM y que usan -en exceso- los trabajadores en “salud mental” y otros criterios en otras áreas, modificando protocolos para que tu producto llegue más lejos, convenciendo a quien haga falta para que sanidad apruebe algunas indicaciones nuevas para tu droga (nuevos motivos para recetarlo a la gente), o lo que es igual, haciendo de “PHARMA-lobby” y consiguiendo el control de quien sea necesario, porque el dinero con muchos ceros todo lo puede.
Y así es como llegamos al titulo y final de esta historia.
En un último giro de tuerca, por encontrar nuevas formas de obligar a la población a usar sus productos aunque sea drogando a los menores de edad, han llegado al “chicle* con anfeta para niños”. No es coña, se llama Adzenys y viene en muchas dosis distintas y, seguramente, también en colores distintos. Especialmente diseñado para niños.... desde 6 años de edad.
Y su compuesto es anfetamina pura. Exactamente la misma por la que si te cogen con 1 pastilla, te multan y la misma que si has tomado, das positivo en los controles de drogas actuales que se encuentra en carretera. La misma que esos locos fiesteros se comían en los 80 mientras bebían ríos de cerveza, sin emborracharse apenas, y la misma que después esnifaban en los 90 mientras descubrían la empatía con el MDMA en la pista de baile. Es la misma droga, que no te mientan.
Anfetamina, sí.
Pero en chicle (patentada) y para niños desde los 6 años de edad, para que estudien bien y no den guerra en casa o a la maestra. El presidente de “Neo Therapeutics” que en este caso es la farmacéutica que lo lanza, ha dicho que “estamos lanzándola (la anfeta en chicle) a toda leche, porque va a empezar la temporada de escuela”.
Se les puede acusar de ser avariciosos, lo cual parece que en la BIG PHARMA es una norma o virtud, pero nadie puede decir que no habla claro: para vender mis chicles con anfeta, necesito que se me llene el local y que pueda hacer nuevos clientes, y eso es lo que es la escuela, una fuente de ingresos. Igual que un camello con una bolsa de pastillas de éxtasis esperando a que la discoteca se llene para hacer la noche. Pero legales, y con ayuda de todo el sistema.
Recordad, lo hacen por el bien los niños.
(*): Quien dice chicle, dice gominolas, grageas masticables, chucherías para los niños...

jueves, 29 de septiembre de 2016

Del sombrero mágico de la Farmacia, salen anfetaminas.

Este texto fue publicado en la revista VICE... y esperamos que os guste (el texto, golosos). En la incansable búsqueda de nuevos nichos de mercado, los niños de nuevo son el objeto de deseo, y esta vez es con la común anfetamina de toda la vida, camuflada con una forma que además de darle un dineral por tener patente, no asusta a los papás cuando van a comprarla. Y como ya se sabe que cualquier medicamento resulta más efectivo cuanto más caro es.... o era el placebo? ;)

120 euros por 30 pastillas, se llama robo. 
Y se están especializando en niños.

¿Esto es como lo de los caramelos a la puerta del colegio, pero con papá y mamá comprándolos con receta que le da el médico sonriente?

Viva el TDAH!!
Qué gran descubrimiento para la ciencia (económica) de la farmacia y relacionados, claro.

Todo por los niños, eh?

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La anfetamina regresa:
farmacia y mercado negro hispanos.

Hace unos meses recibí una consulta -de una famosa cuenta de Twitter especializada en música- sobre una droga que -para mi gusto- es la reina de lo que existe ahora mismo en la farmacias españolas: la lisdexanfetamina. ¿Suena a algo? ELVANSE es el nombre. Y sí, anfetamina pura y dura. El “lis” que va delante, indica que es una nueva molécula -por lo tanto patentable y económicamente rentable- formada por una de lisina y una de dextroanfetamina (el isómero más potente y agradable de los 2 que forman la anfetamina común).






Ese es el concepto de pro-droga: una sustancia que no es activa en sí misma, y que se activa en el interior del cuerpo por una determinada ruta metabólica. Esto lo que quiere decir, es que como hasta que no te comes (vía oral) las cápsulas o pastillas de lisdexanfetamina no se convierten en anfetamina de la rica, pues se supone que “no se puede abusar de ellas”. A mí, que me encanta la dextroanfetamina y me gusta -precisamente- por vía oral, me es totalmente indiferente su método anti-abuso: me meto la cantidad que quiero, y tarda en subirte pues como una horita en vez de los 20 ó 30 minutos que tarda en subirte una anfetamina por vía oral.





Para los que conocimos las “Dexedrinas”, que era esta misma droga (sin la lisina, que no aporta nada al efecto) y que se vendía en las farmacias hasta principio de los años 90, es el regreso de una vieja amiga, de una íntima compañera de buenos y malos momentos: nuestras amadas “dexes”. La misma dosis y formato que le dan a los pilotos de los cazas, la famoso “GO! Pill”, que servía igual para un roto que para un descosido. ¿Gripe y estabas jodido? Una dexe y se pasaba. ¿Tenías que currar y llevabas 30 horas de empalmada? Una dexe y a tirar millas. ¿Ibas a salir, a pasártelo como un lemur, y a beber hasta que se secase el río... pero sin emborracharte mucho? 

¡¡La dextroanfetamina era tu mejor amiga!!





Además, no te pone taquicárdico -en el mismo grado que la cafeína- ni nervioso, ni nada molesto o tenso, si la dosis es la apropiada para tu constitución y tolerancia. Pero como desde hace 20 años no las tenemos ya entre nuestras farmacias, la única forma de verlas era en foto o pagando altísimos precios en los mercados de drogas -tipo Silk Road- de la Darknet.

La consulta que me hicieron, versaba sobre esta “nueva” droga (pro-droga siendo estrictos) y su uso de forma lúdica. Pregunté a la persona por la fuente y, amablemente, decidió compartir un pedido conmigo. ¿De qué? De Elvanse, la “anfetamina lisiada” (perdón, con lisina) que ahora venden en farmacias. 

¿En qué cambia con respecto a la Dexedrina? En que no la puedes esnifar ni inyectar, y en que tarda en subir como una hora, en lugar de media hora. Eso es todo.





Por lo demás, la nueva reína de la farmacia hispana en materia de drogas (por sus magníficos efectos, pero sobre todo por su elevadísimo precio) es exactamente igual que nuestra vieja novia. Igual, simplemente ahora tarda unos minutos más en prepararse, y ya. La misma.

¿Y si la quitaron hace 20 años, para qué la ponen otra vez?
Pues para que abusemos de las drogas, todos.

Para empezar, la farmacéutica que cobra un precio posiblemente más de 100 ó 200 veces superior al de coste de fabricación (en muchos productos, gracias a las patentes). Eso hace que, en farmacia y de forma legal -con la receta de un médico psiquiatra -de esos que las recetan sin hacer preguntas estúpidas, si les pagas la consulta- te salga por unos 120 euros la caja.




Para que quede claro que el precio es algo que ponen de forma totalmente independiente, respecto al coste de fabricación del fármaco o droga de turno, en el caso del Elvanse no se han cortado ni un pelo: valen todas las dosis igual en la farmacia, 30 cápsulas de lisdexanfetamina a 120 euros y da igual si es de 30, 50 o 70 miligramos. 

Eso más el precio de la “consulta” al especialista de turno para que se lleve su tajada en el mercado de la droga, y nos permita acceder de forma segura (farmacéuticamente segura) a una excelente sustancia.





Una maravillosa molécula que, en el mercado negro, no se sintetiza: es demasiado trabajo y material necesario separar dos isómeros de una molécula sintetizada, para dejar el más interesante. Se podría hacer -posiblemente sin necesidad de separar nada- llegando a una síntesis que rindiera únicamente dextroanfetamina, pero por los precursores y el proceso a seguir, los químicos del mercado negro lo ven como algo que ni se plantean.




Así que la hay en 3 dosis (30, 50 y 70 mgs por cápsula) pero el precio de 30 capsulitas se te va, entre la parte para el que te lo receta -la otra vía el es mercado negro, totalmente negro- y lo que te mete la farmacéutica, te sale por cerca de 200 pavos la tontería de un botecito de anfetamina de farmacia. La misma que durante décadas se vendió libremente en medio planeta y que se publicitaba su uso contra “el aburrimiento del ama de casa”, entre otras muchas cosas que se entendían como “indicaciones apropiadas” para el uso de anfetamina.




A mi madre, que nunca ha tomado ninguna “droga” más allá de café, tabaco o vino, me contó que la primera anfetamina que vio se la ofreció una profesora suya. Una monja de la orden religiosa del “Amor de Dios” (un colegio católico de señoritas en los años 50-60), en época de exámenes le ofreció -imagino que viéndola apurada en horas para estudiar- con total normalidad, “de la misma forma que actualmente te pueden decir que si quieres un café para estudiar mejor” me dijo, cuando ella me lo contó. Es decir, es la misma cosa que antes una monja daba a una alumna para que estudiase un poco mejor, en una ocasión puntual. La misma con la que toda una generación, que ahora es la que está arriba, sacaron sus carreras a base de anfetamina -dexedrinas y centraminas, principalmente- y no pasó nada grave.






Ahora la prohibición, abusa directamente del precio ridículamente desorbitado que pone a ciertas drogas en la farmacia. Ese “precio de farmacia” sube a cerca de 300 cuando vas al mercado negro. Curiosamente, el mercado negro sí ha sacado partido de que todas las presentaciones valgan igual en farmacia (la única fuente posible y conocida para dicho fármaco), y hacen que la presentación de Elvanse de 30 miligramos no sea rentable pedirla, pero la de 50 y 70 miligramos presentan una diferencia de precio de más de 100 euros. Es decir -en el mercado negro- sin receta- un bote de Elvanse de 70 miligramos y con 30 pastillas, te puede costar hasta cerca de 400 euros (dependiendo de tu fuente y tus tratos, como todo).




Eso sí. Debo decir que me han sorprendido mucho las maneras que he encontrado en el dealer, tanto como para enviar varios cientos de euros -con confianza- a alguien “desconocido” para mí (aunque recomendado) y al día siguiente, tener en mis manos exactamente aquello que habíamos acordado y de la forma que lo habíamos acordado.

Además, durante el proceso -breve- de solicitar “el producto” y acordar cómo iban las cosas, tuve en todo momento confirmación de cada paso que se iba dando, y en qué punto se encontraba. Y también, un servicio de atención al cliente que -puntualmente- comprobó que “el pedido” había llegado tal y como se habló. Dicho de otra manera: profesionalidad y seriedad (accountability, que dicen los ingleses sobre dar la cara).





La droga más interesante que ha salido de la farmacia española, junto con un mercado perfectamente adaptado a las circunstancias y que te trata -como debe ser, por otro lado- como una empresa trataría a un cliente, y con la atención comprensible en una “primera transacción de este tipo”, son los dos grandes descubrimientos. Por fin puedo olvidarme del efecto incompleto -y no anfetamínico en realidad- del metilfenidato, del Rubifen o Concerta que se usa para la misma indicación médica (el más que cuestionable Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH), y ya puedo tomar una sustancia mucho más efectiva, más segura en su dosis útil (a mi juicio), con menores efectos secundarios molestos y mucho más agradable que me ayuda mejor a trabajar, o a salir de fiesta y beber unas cervezas.

La anfetamina de verdad, la buena, sin haber sido cortada con sacos de cafeína en las manos de algún “dealer” en forma de speed, ha vuelto a nuestras manos y bocas -como el sacramento que, de verdad, sí funciona cuando necesitas energía, claridad y capacidad- y lo ha hecho con su mejor cara: la derecha o dextroanfetamina. Eso sí, recordándonos desde el primer momento mediante un precio que es desorbitadamente alto con respecto a su coste de producción, que el abuso de drogas existe y es real, pero que no es el del que se fuma unos porros: es lo que hace tener el monopolio legal de la distribución de una buena droga que mucha gente usa si está disponible. Y sí. Ya está aquí de nuevo.




Ya está en las farmacias, en los mercados, en Internet, entre nosotros...

Bienvenida -otra vez- vieja amiga.
:)


PD: ¿He dicho ya que están robando a manos llenas con el cuento del TDAH en la mayoría de los casos? ;)
Todo por los niños, sí.
xD