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lunes, 12 de junio de 2017

Bitcoin: profesionales vs. timadores.

Este texto lo publico para agradecer a la gente de Bit2Me su profesional hacer y buen servicio, y para que todas esas personas que no saben dónde comprar o vender Bitcoins, tengan al menos una referencia fiable. Bit2Me es una empresa que hace las cosas bien, llevaba por gente que sabe lo que hace: seguro que hay sitios más baratos, pero no tan seguros como ese. :))

Así mismo lo publico para advertir a toda la gente que ahora entra en este ecosistema de las criptomonedas sobre un timador-estafador, Jesús Corral Pérez, que ha robado a varias personas ya y sobre el que existen denuncias y órdenes de búsqueda, ya que el tipo gusta de jugar al escondite. Simplemente, ha dado con quien no debía: un perro que no va a soltar a su presa y que la cazará con la alegría de todos los estafados por él. :))

Espero que sea útil y os guste.




Bit2Me: 
La importancia del prestigio,
correctamente ganado.


En estos turbulentos días en el mundo de las criptomonedas se ha ganado mucho dinero, por parte de quienes ya estaban dentro. Eso se ha traducido en que las carteras de algunas personas se han visto fuertemente abultadas de repente... ¿y quién le amarga un dulce? Muchos hemos aprovechado para hacer algo de cash y cubrir huecos que teníamos pendientes, pagar alguna deuda y darse algún capricho.

Claro que para hacer eso, todavía, hace falta hacerlo en euros (si vives en Europa) y no es posible -salvo excepciones puntuales- pagar en Bitcoin (menos aún en otras monedas). Aparte, las salvajes tarifas cobradas por los mineros (por encima de 5 euros en muchos casos) debido al cuello de botella derivado del bloqueo ante el límite de 1 MB, han hecho que Bitcoin deje de ser útil en estos momento para efectuar pagos inferiores a 500 euros. Así que me tocó cambiar Bitcoin a dinero fiat, euros. ¿Cómo lo hice? Pues con la gente de Bit2Me, que son de fiar y perfectamente conocidos por nosotros desde sus inicios.

Así que me tiré unos días sacando bloques de 600 euros (el máximo permitido antes, ahora el límite son 400 euros) pero el éxito de Bitcoin había hecho que la demanda que tenían fuera altísima, así que los últimos días del mes habían superado sus propios límites y la opción de sacar dinero vía Hal-Cash (vía cajero de forma inmediata) estaba fuera de servicio. Sólo se podía vender mediante trasferencia bancaria, así que a ello me puse.



Primero hablé con los responsables, en su servicio de atención al cliente en Telegram, y me dijeron que no había ningún problema y me informaron de todas las dudas que pudiera tener. Previamente, había intentado hacer un pago de unos 200 euros, en el que al poner la tarifa de forma equivocada (10 veces más baja del nivel actual) el sistema la aceptó pero no la confirmó (quedó en el mempool esperando para ser rechazada).

Por alguna razón que no soy capaz de entender, mi cartera Electrum, cuando fue a enviar los Bitcoin para la gente de Bit2Me, ignoró la transacción que se encontraba “pendiente de confirmar” (aunque no fuera a ser confirmada). Así que cuando le di la orden de enviarle el pago de una fuerte cantidad para la gente de Bit2ME, mi wallet intentó usar esas monedas y -como es lógico- los mineros detectaron un doble gasto y -esa vez sí- rechazaron esa segunda transacción.

El problema se planteaba cuando por un lado, tenía una 1ª transacción para pagar unas cosas que no se iba a confirmar pero que tardaría al menos 10 días en “morir” y dejar las monedas libres. Y por otro lado, tenía una cartera que estaba dando una orden que, si las primeras monedas dejaban de estar “pendientes de confirmación”, se podía ejecutar... 10 días después.

Así que por un lado, estaba tranquilo. En Bitcoin las monedas siempre vuelven a su dueño original. No me preocupaba el funcionamiento de Bitcoin sino de lo que mi cartera hubiera hecho o haría -esa 2ª transacción- si tenía oportunidad. 

Así que me fui al canal de soporte de Electrum en el IRC de Freenode, y plantee mi duda. Nada. Un semana preguntando, y nadie se atrevía a decirme si cuando “muriera” la 1ª transacción, se efectuaría la segunda. Nadie.

Así que, siendo ese mi miedo y la cantidad de Bitcoin en juego era una cantidad generosa, me di cuenta que si eso ocurría, el dinero se enviaría a la dirección que Bit2Me me dio para hacer el proceso de la “Transferencia vía SEPA”. Así que recé, y me puse en contacto con ellos, para preguntarles si guardaban las claves privadas de todas las direcciones que su sistema ofrecía, aunque no se llegasen a usar en el momento, para asegurarme de que en caso de que la transacción se efectuase 10 o 15 días después, al menos tuvieran acceso, y me dijeron que sí. Yo seguí rezando, para que la transacción no ocurriera y para que si eso ocurría, fuera cierto que tenían las claves.

Y pasaron 10 días de espera angustiosa (no de morirse, pero de unos miles de euros) hasta que ocurrió: el mempool finalmente descartó esa 1ª transacción para pagar en una tienda a la q puse -sin querer- una tarifa (Fee) demasiado baja. Y como temía -sin entender muy bien por qué si el mempool había rechazado totalmente la 2ª transacción al implicar un “doble gasto” no debía de producirse de nuevo- se produjo esa 2ª transacción que había intentado con Bit2Me unos 10 días antes.

Cuando lo vi, inmediatamente, me puse en contacto con ellos. Me atendieron en todo momento con calma, y asegurándome que si los fondos habían ido a parar a una cuenta que su programa hubiera facilitado, ellos tenían acceso a dichos fondos. Ahora, sólo quedaba comprobar que estaba, comprobar que eran míos, y tras asegurar -como es lógico- todas esas base, recibí un envío de los Bitcoin que habían ido a parar a una de las cuentas de Bit2Me, a mi cuenta de Kraken. 

En ese momento, solté el aire que había estado aguantando desde que esos casi 3000 euros se habían quedando “en el hiperespacio de la mempool” y respiré tranquilo.

Me imagino la angustia y la desesperación de quienes, como yo, por una razón u otra pusieron una tarifa baja en la transacción y se quedaron 10 días esperando para poder usar su dinero: las tasas de transacciones no confirmadas se han disparado, tanto como los ingresos (por tarifas) de los mineros. 

Realmente, como usuario de Bitcoin desde hace años y persona que ha iniciado a muchos otros, me da mucha rabia que para que 4 listos puedan seguir ordeñando “la vaca artificial del 1MB como dogma inmutable” hayamos perdido un montón de cualidades , y que de eso estén sacando clara ventaja otras monedas. No es que me importe que haya otras monedas y que exista competencia en el mercado monetario: creo que es una suerte. Me importa que mucho de ese dinero que les está cayendo encima (ha habido momentos en que daba igual en que moneda de los 10 primeras en capitalización de mercado pusieras tus fondos ya que todas subían y subían) esté entrando hacia ellas porque los problemas que la comunidad Bitcoin no ha sabido resolver de forma consensuada estén sirviendo de razón para saltar a otras criptomonedas.



El caso del timador-estafador:
Jesús Corral Pérez , DNI 44810416E
AKA @NexusCrypto 



Yo, pude respirar tranquilo, como digo. Pero semanas antes, había aconsejado a un viejo amigo que ha aparecido en estas páginas, Gorka de “El Jardín de la Alegría” que fue el primer grow-shop que acepto pagos con Bitcoin, que vendiera los BTC que tenía. Le dije también que yo trabajaba con Bit2Me para sacar el dinero, que registrarse era muy sencillo y su servicio funcionaba impecablemente.



Pero él no me hizo caso. Intentó una venta, esta de aquí, con un particular, que resultó ser un conocido estafador del ecosistema Bitcoin y de las criptomonedas: Jesús Corral Pérez, que aquí tiene una sentencia en que fue condenado en rebeldía

Al parecer este tipo, que usa varios nicks como @Mega_Bitcoin o @Nexuscrypto en Twitter, también NexusAKAChus y otros varios, dice trabajar como DJ en Ibiza. Tiene también Facebook desde donde se anuncia para cazar más incautos como que vende material informático y móviles por Bitcoin. 



Es cierto que tiene una residencia -a nombre de una mujer, no de él- en una localidad de las Islas Baleares (Soler). En otras ocasiones el tipo cuando ha de dar un domicilio, fija su residencia en Santiago de Compostela. 

También tiene una página en Blogspot, https://megabitcoin.blogspot.com.es en la que intenta trincar más incautos que, desorientados por la novedad de este mundillo, caen en su trampa.



Fue expulsado de LocalBitcoins por estafador, y existen varios hilos de comentarios en foros de gente que ha sido estafada por él, a lo largo de varios años. Opera con un teléfono que -como no- está a nombre de una mujer.

En esta ocasión, tuvimos la precaución de encargar a unos profesionales que descargasen toda la información que de él existiera en la red y, aunque borró prácticamente todo su Facebook tras esta estafa (tenía fotos de su cara, su gato, su casa, etc.) pudimos hacernos antes con un download completo de todo lo que allí había, y de las relaciones con otras personas (nombre y apellidos, lugar de residencia y conversaciones con el estafador).

Ahora, vamos a iniciar el proceso por la vía judicial. Poner una denuncia por la estafa de este tipejo, y fijar la deuda de forma legal. Luego, cobrarla. Si no la cobra él, ya la cobrará “El Cobrador del Frac” u otros similares (o peores en sus formas, podremos primarles por un trabajo completito) que seguro que saben tratar con gentuza miserable como Jesús Corral Pérez, el timador del Bitcoin. Pero, eso ya es iniciar un proceso que -de haber hecho la venta de esos 0'8 BTC a Bit2Me, tal y como yo le dije, se habría evitado- le va a consumir tiempo, recursos y a generar mala sangre, al menos hasta que pueda tener delante al sujeto, ante un tribunal de justicia.


Por eso, ahora que la demanda de gente que quiere comprar o vender Bitcoin, más que nunca es importante asegurarse de que aquella gente con la que trabajamos, es profesional, conoce el negocio, sabe tratar al cliente y calmarle en caso de tener un problema, y dar la cara hasta el final: en mi caso, a día de hoy y pesar de que su servicio tiene unos costes notables, entiendo que Bit2Me son el mejor servicio para ese tipo de asunto, al menos en España y a día de hoy.

Usadles, usad empresas serias como Bit2Me; no caigáis en manos de estafadores como Jesús Corral Pérez, con un historial de robos y engaños que fue tan largo, que el tipo hizo una página simulando ser una de Bitcointalk.org pero con un dominio falso y llena de malware para que la gente se infectase al buscar información sobre él.

Es un gran momento para las criptomonedas, no dejemos que un julai como el timador ese u otros, lo jodan.

PS: Cualquier información sobre el sujeto, su residencia actual, fotos, datos, etc, es bienvenida. Y si has sido estafado por él, tenemos información que seguramente te interese tener (de cara a poder denuciarle, claro)
;)

martes, 18 de abril de 2017

Amsterdam pierde el título de "Meca del Cannabis".

Este texto fue escrito tras una visita (20 años después de la última) a Amsterdam, para encontrarme cómo se había degradado la ciudad en el plano cannábico, cómo se trataba a los fumadores de tabaco como apestados y como se permitía ahora mezclar alcohol y cannabis en nuevos bares que -sin embargo- no podían venderte cannabis, ni permitirte fumar tabaco ni siquiera dentro de tus porros. La yerba no era mala, pero siempre era cara. Bueno, había alguna que sí era mala, y le ponían de nombre "orgánica" y la pagaban igual los pardillos amantes de "lo natural".

Lo cierto en es que cualquier CSC de España, eso que se esconde bajo el modelo asociativo -prostituyéndolo- y donde los "socios" desconocen siquiera lo que es una Asamblea General, hay mayor variedad de marihuana, de hash, así como extracciones tipo BHO o Shatter que en Holanda se consideran "droga dura" directamente (y te piden 200 euros por un gramo y cosas así) así que considerar  Amsterdam "la meca del cannabis" es una bonita mentira nostálgica: la meca del cannabis a día de hoy se llama España, y todos los saben ya.

El texto fue publicado en Cannabis.es, y esperamos que os sirva de aviso para los que tengáis pensando en ir a gastar vuestro dinero allí. ;))

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¿Quién no ha soñado con irse unos días a Amsterdam

¿Qué fumeta no ha deseado nunca ir a ese mágico lugar donde la yerba se vende legalmente -al por menor- y donde la policía no disfruta acosando hostilmente a quien se fuma un porro o toma otras drogas?

Yo creo que todos los amigos del cannabis -de una u otra forma- han idealizado el viaje a esa ciudad, paraíso de la marihuana y ejemplo ofrecido ocasionalmente a seguir para el resto de países como modelo regulador. Seguramente todos hemos argumentado a favor de un modelo de “normalización” como el holandés, a pesar de sus fallos ya que no cubre todo el proceso relativo a la planta y sus derivados sino sólo a su venta al por menor, pero era bastante para el usuario que simplemente compra y consume, se viera fuera del circuito legal de represión mediante prisión o multa. Y sí, es cierto: el modelo holandés es mejor que no tener modelo o que la prohibición a secas, aplicada además con torpeza.
Pero... ¿hasta dónde está dando de sí el modelo holandés? Decía Javier González, en su estupendo análisis sobre “el supremazo” contra los CSC, que el modelo CSC en España era -jurídicamente- un “traje al que se le revientan las costuras”. Pues al traje holandés no es que le vaya mucho mejor, y menos cuando sigue basándose en “hacer la vista gorda” con el mercado negro por un lado, mientras asfixian la parte legal con un modelo ultra-regulador. ¿Suena mal? Pues sienta peor.
Al llegar a Amsterdam, vía Schiphol que es su aeropuerto internacional, lo primero que me llamó la atención (que no había visto en viajes anteriores) al desembarcar del avión fue una “smoking area” dentro del propio aeropuerto, en la zona de seguridad-tránsito. Me llamó la atención porque -aunque estaba “adosada” a una oportuna cafetería- no era un servicio que prestase la cafetería sino el propio aeropuerto. 

Me pareció un detalle inteligente lo de no olvidar que hay bastante gente que fuma tabaco, que no deja de ser una droga adictiva, y que es mejor que haya un lugar donde poder fumar que tener que ver a la gente, en tránsito y esperando horas otro avión, escondida en los servicios para poder echarse un pitillo (una vez que cruzas el control de seguridad, no puedes salir a fumar a ningún lado). Lo que ya me sorprendió más, y no tan agradablemente, es que al salir de cualquier puerta de dicho aeropuerto te indicaban más “smoking areas” que estaban pegadas a las puertas de salida: ¿si estoy en la calle, a cielo abierto, necesito una zona de fumadores para encenderme un cigarro? 





No me quedó nada claro el propósito de esas “smoking areas” pero no le di mucha bola al tema, y agarramos el primer tren hacia Amsterdam Central Station que tuvimos a mano: teníamos ganas de ir a meternos en el fregao del Barrio Rojo y ver cómo estaba la zona, y eso hicimos tras un breve check-in en el hotel.
Llegamos a la entrada del Barrio Rojo en unos minutos, para comprobar (con bastante tristeza y nostalgia) que el Grasshopper -posiblemente el más reconocible y bonito de los coffeeshops para cualquiera que haya visitado la ciudad, por su colocación privilegiada y gran tamaño- había dejado de ser un coffeeshop para convertirse en... un bar para turistas sin nada que ver con el cannabis.
Aunque el Grasshopper era un lugar que tenía un excelente servicio con el cannabis -disponían de microscopios potentes para poder ver el cogollo con extremo lujo de detalles como parte del servicio- y que su calidad siempre fue muy alta, era también uno de los sitios que a la vez tenía los precios más altos. Por eso casi nadie lo tenía como su coffeeshop de referencia, una vez que conocías un poco el lugar. Así que sacudiéndome la nostalgia, tiré calle hacia delante para ir al “Speak Easy” que, también, había sido reconvertido en una especie de bar y en una tienda que hacía dulces: no existía ya. Y metros más adelante, pude ver el coffeeshop donde solía desayunar, totalmente cerrado y en un estado lamentable de conservación: el Baba, otro de los más conocidos coffeeshop del lugar, había muerto también (ya sólo existe como tienda de souvenirs en otro lugar).
Los 3 primeros coffeeshops que intentaba visitar en Amsterdam, y que había conocido durante años en mis viajes allí, habían desaparecido. ¿Qué estaba pasando? 





Quise pensar que sería una mala casualidad y nos zambullimos más en el Barrio Rojo buscando otras opciones, tirando también hacía la zona de clásicos ya bien metidos en los canales del Red Light, como The Bulldog (el original primer coffeeshop de Amsterdam y toda su franquicia actual de tiendas y hoteles).

Vimos algunos lugares que hacían uso de la palabra coffee, que invitaban a pasar a fumar porque tenían una “smoking room” e incluso que te dibujaban hojas de marihuana y te dejaban claro que, allí dentro, podías fumar tu cannabis: muy muy parecidos -solo en apariencia- a un coffeeshop pero sin serlo, porque allí no se venden cannabis y sí cerveza y otros alcoholes. Al final nos decidimos a entrar en un coffeeshop, que aunque nos trataron con amabilidad y corrección, podía inspirar poca confianza a primera vista: un sitio pequeño en el que se veía trasiego de gente constante, pero apenas sin barra (pequeña) y con un par de sitios para sentarse, gestionado por inmigrantes escuchando gangsta rap a toda hostia y viendo combates de artes marciales mixtas en la tele. El material que vendían no debía ser malo, porque no paraba de entrar gente -más residentes que turistas- a pillar. Pero eso de entrar, tomarse un café o un refresco y ver la carta, elegir, hacerte tu canuto y fumártelo tranquilamente charlando con quien te tocase al lado, era algo inexistente: no me extraña porque cada vez son menos acogedores esos lugares.
Pillé un clásico de la zona, Northern Lights, que estaba a “buen precio” si miraba los demás: a 8 euros el gramo cogiendo 2 gramos. Fue mi primer contacto con la nueva carta de precios, que se extendía desde esos 8 euros al gramo hasta los 20 euros el gramo que pedían por el 25% de las variedades con nombres más nuevos. ¿¿20 euros el gramo?? Ya podían ser cogollos de Swarosky para valer eso.
No quise irme sin echar un vistazo al hash, y vi un par que estaban baratos (unos 8 euros el gramo) y decidí llevarme un par de gramos de un hash, afgano de nombre, que dudo que tenga nada que ver con dicho país. Una calidad mucho más baja de que la estoy acostumbrado a fumar en mi propio barrio de ciudad española, a más del doble de precio. 

Pero no era lo único llamativo, porque tenías diferentes hash que oscilaban entre los 20 euros el gramo y los 90 euros el gramo. Sí, 90 euros el gramo de algunas variedades de “supuesto ice-o-lator”. A mí eso de pagar un gramo de hash más caro que un gramo de cocaína, es algo que me supera. Puestos a ver hasta donde había llegado la escalada de precios, pregunté por extracciones tipo BHOWax o Shatter, pero son ilegales (aunque se venden bajo cuerda en algunos lados) para la ley holandesa que las considera “droga dura” (allí siguen con la división de duras/blandas y no parece que se muevan). 

Al final, los encargados del local me facilitaron la dirección de un coffeeshop -y el nombre de la persona- que “tenía extracciones” pero cuyos precios empezaban allá por el infinito, de mucho más de 100 euros el gramo. Llegaron a hablar de 200 euros por gramo de algunas extracciones vendidas, pero que la demanda de dicho producto era entre muy baja y bajísima, quedando prácticamente reservada a los pirados que busquen “la última experiencia con el THC” y sean capaces de soltar 200 euros por un gramo. Con esos precios es normal que consideren que son “drogas duras”, sobre todo para el bolsillo.




Durante los 7 siguientes días, estuve con un buen ritmo de unos 3 o 4 coffeeshop distintos al día, pero lo que vi sólo fue empeorando el panorama. Encontré algunos coffeeshop que vendían “shaken” y que te lo explicaban como que eran los restos que habían ido rompiéndose al manejar los cogollos, pero dadas las cantidades que tenían sumados al estado, olor y apariencia de los mismos restos, parecían cogollos troceados que habían sido “pasados por mallas” para retirar parte de su resina, y la rebaja de precio (unos 2 euros menos que las yerbas medias) no compensaba ni el intento. Encontré el añorado “skuff”, que es una especie de hash hecho con restos de Super-Skunk prensados y que tiene un color verde claro, pero a un precio que era más de 5 veces superior a lo que había pagado por él en otras ocasiones y pasé de pagar semejantes precios.
También es cierto que encontré, en una yerba de 16 euros el gramo (no lo más caro del menú; el precio de una buena variedad “cheese” que ahora es moda allí como lo fueran hace décadas el Skunk y derivadas) de la que me dieron un cogollo que, aparte de que me causó tos hasta hacerme un desgarro muscular, era lo más lleno de resina que he visto en mucho tiempo, por dentro y por fuera. Realmente ese sí que parecía una pieza de cristal de Swarosky en sus tricomas, tanto que le perdoné la vida esa noche, y me lo fui fumando con calma a lo largo de mi estancia. Y no era “lo más caro” pero era sin duda lo mejor que he visto esta ocasión: realmente una excepción, esa en que te toca el cogollo perfecto. También vi mucha “mariwarra” que pretendían que pagases a 14 euros el gramo porque era bio-orgánica, o porque era una thai de exterior, o por cualquier otra presunta razón pero “mariwarra”. Y lo que no vi, en general, es una cultura del cannabis ni entre sus propios “profesionales”.
Tuve la suerte de toparme -una noche al volver de un museo- con un coffeeshop llamado Utopia, que fue el primer coffeeshop donde estuvimos realmente a gusto. Ninguna yerba superaba unos razonables 14 euros y eran todas primeras calidades, indicas y sativas. Pero sobre todo, la música no estaba puesta para echarte -la chica que regentaba el local en fines de semana tenía un gran gusto musical, nada estridente- ni te obligaban a encerrarte en una sala aparte -he estado en fumaderos de crack con mejor presencia que muchas de esas salas- si querías fumarte tu porro con tabaco. No es una exageración, ahora a los coffeeshops les están apretando las clavijas -a base de multas cuantiosas y sanciones que incluyen el cierre pero por permitir fumar tabaco en los porros. Incluso en esos cafés, que sin ser coffeeshop te permiten fumar cannabis, te ponen encima de la mesa una mezcla herbal para que no uses tabaco, porque está prohibido. Suena un poco a que el regulador ha perdido el norte: ¿me puedo fumar aquí un canuto de marihuana, pero le meten 3000 euros de multa al local si me lo hago con un cigarro? Vale que puedas aspirar a un lugar libre de humos, pero eso de perseguir el tabaco donde está permitido fumar cannabis, me parece otro ejemplo de ultra-regulación asesina.

Ese tema fue el inicio de la excelente conversación que tuve con la chica que llevaba el Utopia, y en el que me contó que estaban sobreviviendo como podían, diezmados por nuevas regulaciones que impedían nuevas aperturas, forzaban mayores cierres, restringían horarios y con un permiso para seguir funcionando por 6 meses más, que esperan -por costumbre- que se alargue. Pero el supremo de dicho país ya ha dicho que eso de venderle drogas a los turistas, no. Que las drogas sólo para los residentes en el país, y aunque la norma -de momento- no se aplica en Amsterdam, es otra espada de Damocles colgando sobre los coffeeshop, que van cerrando por distintas razones (forzosas por nuevas regulaciones locales o económicas por asfixia impositiva) y que no se volverán a abrir. 




La opinión más sólida que escuché sobre la situación, fue que el gobierno seguirá dando prorrogas hasta que llegue una legalización regulada, que permitirá cultivar solo unas determinadas variedades con control estatal, como en el tabaco. Un modelo estanco que ya auguran que no funcionará, porque esa restricción de variedades, posiblemente basadas en la potencia medida en THC, aumentará el mercado negro ya alimentado -por los propios residentes- debido a los excesivos precios finales que fuerza “el modelo holandés”.
Lo que más gratamente me sorprendió de lo visto es que, a pesar de los abusivos precios del cannabis allí, por más que busqué en los distintos smart-shops el menor rastro de cannabinoides sintéticos, e incluso pregunté insistentemente a varios dependientes y dueños que se prestaban a la charla, no pude encontrar nada. Y sólo una persona -en una de esas tiendas de “otras drogas legales”- conocía algo de lo que le estaba hablando, y le sonaba de UK pero no de Holanda.
Ni rastro de la marihuana sintética con sus tremendos riesgos para la salud: el cannabis sigue siendo la mejor barrera de salud público contra esas drogas, incluso pagando 10 euros por cada porro que te vas a fumar.



jueves, 21 de julio de 2016

Jeffrey Pendleton: otro jodido negro indigente...

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que no os guste, que os desagrade profundamente y que ello os mueva a hacer algo, a salir de la inacción sorda que permite cosas así o como esta otra de ayer mismo, antes de que una ola de miseria humana aderezada con cadáveres bajo custodia policial, nos alcance también en España.

No hemos tocado fondo aún... y siempre se puede cavar.

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Jeffrey Pendleton: Jodido Negro Indigente.


Hola, me llamo Jeffrey y soy un negro indigente, sin casa ni trabajo, que no tengo derecho a existir. O tal vez sólo tengo derecho a existir... si existo sin tener derechos. 

Eso ha intentado hacerme creer la policía a lo largo de mi vida, daba igual dónde porque la historia era siempre igual: ellos mandan y si no les gusta cómo obedeces -o si no obedeces- se desahogarán contra ti, con una paliza en el calabozo, o usando el sistema legal de forma leguleya para causar intencionalmente daño. A veces también aunque obedezcas, te hacen el saco de los golpes con el que se divierten.

En realidad no soy lo que ellos quieren que sea, y eso no lo han soportado nunca. Pueden hacerme daño físico o pueden echarme encima al sistema, pero no han conseguido romperme y hacer de mí un animal asustado que resultase domesticable y adiestrable para sus fines. De hecho, fui un chico como tú. Tuve una infancia difícil, porque era uno de los muchos hijos de una madre negra soltera en la pobreza de “la pesadilla americana”. Pero nos crió y nos sacó adelante. Terminé el instituto e incluso llegue a recibir formación universitaria. Y hasta me casé con una compañera, pero el matrimonio nos superó a ambos y acabamos -como otros tantas parejas jóvenes- separados al poco tiempo.



La ruptura de la pareja, junto con los empleos de baja calidad a los que podía tener acceso, con salarios miserables y abusos constante, fueron la rampa cuesta abajo que se me presentó como vida y que, a pesar de que no he dejado nunca de luchar, me llevó a tener que perder hasta mi techo y convertirme en un “homeless” más. 

Al principio viví un año en una tienda de campaña, pero aunque intentes mantener una vida normal, vivir en la calle te pasa un factura que no se casa con comodidades como esa. Después, he tenido que sobrevivir como otros muchos, luchando cada día y pidiendo ayuda (ya que trabajo no me dan), pero nunca he cometido un delito porque considero que ser pobre no me da derecho a ello.

Es feo pedir, pero peor es robar, dicen... 
Lo cierto es que a la policía de la pequeña ciudad donde “resido” no le parecía bien que pidiéramos, ellos preferían que nos muriéramos de hambre en la puta calle




Pero a mí que, aunque soy un negro lo soy con inteligencia, formación y coraje, no me parecía bien eso de que unos pistoleros armados a sueldo del estado fueran a forzarnos a desaparecer para su comodidad. Ellos nos acosaron, durante meses, por pedir dinero para comer de forma pacífica en la calle. Mi cartel decía “estoy sin casa y buscándome la vida”, como forma de indicar al viandante, de forma pacífica y no invasiva, que era un ser humano -negro, sí, pero humano a pesar de los maderos y el sistema- solicitando ayuda básica en una situación de extrema necesidad.

Fui detenido, golpeado, insultado, amenazado, robado, sufrí cacheos arbitrarios que incluían  "registro de orificios” (en el que unos policías te sujetan y otro con guantes te mete dos dedos dentro de tu culo y busca dentro, por si escondes una caja fuerte ahí) y todo tipo de humillaciones, que no sirvieron para doblegarme. De hecho me crecí. Y sin miedo les denuncié. 

Yo, el negro indigente, denunciando a la policía de la ciudad. 

Y lo mejor todo, ganando la batalla y forzando a la policía a que dejase en paz a aquellos que tenemos la mala suerte de tener que pedir para sobrevivir. Ellos quisieron llegar a un acuerdo que incluía una nueva política de trato para estas personas, y yo cedí porque había conseguido que ganase la comunidad: todos habíamos ganado con una policía que dejase de perseguir, acosar, robar y violar mendigos por el simple hecho de ser pobres y sin recursos. Incluso tuvieron que pagarme unos cuantos miles de dólares que, obviamente, no disfruté ya que fueron para los abogados que llevaron el caso.

No era la primera vez que me había enfrentado a los abusos policiales, porque ya en otra ocasión había sido denunciado por la policía, encarcelado y encausado, por negarme a obedecer una orden verbal, por la que una pareja de policías decidía prohibirme pasar por una zona de acceso público. ¿La razón? Ja, pues la de siempre, un JNI: jodido negro indigente. 




Pero no quise rendirme y aceptar el castigo, así que planté cara y el asunto sentó un precedente legal sobre la capacidad de la policía a dictaminar, a su antojo, sobre el acceso a lugares públicos. Y también acabaron pactando y entregando otra suma de dinero que, de nuevo, se quedaron los abogados por su trabajo. Y es que ser pobre en USA es muy caro. Me encanta ver -cuando tengo acceso- el programa de John Oliver por sus mordaces y honestos enfoques, y no consigo olvidar el día que contaba nuestra realidad y la de la justicia americana: cómo éramos encarcelados -con el coste que eso supone para el estado y los contribuyentes- por el simple hecho de no tener dinero para pagar los costes legales de la defensa legal que, en teoría es un derecho constitucional, tienen que facilitarte si has de enfrentar un juicio. Todo eso es mentira y sólo sirve para que los ricos que están en sus casas de barrios protegidos, crean que la justicia es igual para todos. Es parte de nuestra pesadilla, porque vivimos en un sistema que mientras considera que eres suficientemente pobre para recibir “bonos para comida”, no eres suficientemente pobre para acceder a la justicia con abogado de oficio. Y a veces creo que es mejor, porque ahora mismo hay 43 estados de USA en los que se te cobran los gastos legales de tu defensa y si no tienes dinero para pagarlos, vas a la cárcel aunque no seas declarado culpable por el juez.

A un amigo que estaba con una enfermedad terminal del pulmón, le detuvieron por no poder pagar los gastos de un juicio anterior y le metieron en la cárcel, pero estaba tan mal que fue llevado al hospital. 

Detenido por no tener dinero, además de la cárcel, le metieron una multa mayor, que si no pudo pagar -ni a plazos- su defensa legal anterior ahora lo haría ya imposible. ¿Cuántas veces consecutivas te pueden detener por no tener dinero para pagarles por la detención anterior, y además volver a facturarte por ello? Sé que al que no sea de aquí y conozca la realidad, esto le sonará a chiste, pero de broma no tiene nada y ésta es la realidad con la que nos hacen vivir.




La última de mis aventuras no elegidas con la policía, ésta desde la que todavía os hablo, se debió a unos gramos de marihuana. Ya sé que es legal en medio país, y que se vende en lujosas tiendas a precios espectaculares, pero la ley nunca fue igual para todos y esto es sólo otra excepción más. Me cogieron con unos porros en una bolsa y, además de quitármelos, mis queridos 'hamigos' de la policía me esposaron, me metieron a golpes -como siempre que pueden- en el coche patrulla y sin dejar de meterme codazos durante el camino, me llevaron al calabozo para presentar cargos contra mí. Fui puesto ante el juez, quien decretó mi libertad bajo fianza de 100 dólares. ¿Bien, no? NO.

Para ti puede que 100 pavos sea algo asequible -y que si no los tienes puedas pedirlos- para evitar entrar en la cárcel. Pero no para mí, no ahora. Al ganar aquel proceso contra la policía, gané el derecho a pedir en la calle pero eso no te pone en un nivel en el que puedas tener 100 dólares para pagar una fianza. Y como dije antes, los pobres vamos a la cárcel por el simple hecho de no tener dinero, aunque eso sea totalmente inconstitucional, ya que de algo hay que mantener el sistema de prisiones privadas y todo el entramado de parásitos que viven de él. Y aunque nosotros no podamos pagar, somos la excusa para que el contribuyente pague: ni siquiera les interesamos para explotarnos, sólo somos cebo en su pesca deportiva de dinero público para fines privados.




La cosa es que aquí estoy, preso, sin nada que hacer y sometido físicamente a los antojos del grupo de carceleros que, se supone, están pagados para cuidarme entre otras cosas. Aunque algo ha debido de pasar en algún momento, porque me siento extrañamente ligero, y con un gran sentimiento de paz. 

Y eso no tiene sentido, porque lo último que recuerdo ahora mismo es que entraron en la celda los carceleros y recuerdo que me dijeron entre risas: “ahora te vas a enterar de lo que es denunciar a la policía, negro de mierda”

Recuerdo un golpe cerca de mi cabeza y un sonido agudo que precedió a mi pérdida de conciencia, y a esta sensación de felicidad que me embriaga ahora en este estado en el que ya no siento dolor, ni odio o rabia, ni miedo, ni nada negativo. Aquella luz -que veo sin abrir mis ojos- es el lugar al que ahora ya me dirijo...





lunes, 25 de enero de 2016

PSOE es prohibición

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que os guste, o al menos, os ayude a comprender cómo hemos llegado aquí con el cannabis y estos políticos de mierda.

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PSOE es prohibición.

Este domingo hay elecciones, y todavía no he conseguido decidir si me voy a dejar caer por el colegio electoral o no. De los candidatos que apoyan la regulación del cannabis -aunque sea de boquilla o a última hora, como Ciudadanos y Podemos- no me gusta ninguno, y las perspectivas del partido que siempre ha apoyado la regulación (hasta el último momento con una PNL o “proposición no de ley” en la Comisión Mixta de Congreso y Senado para el asunto de las drogas) como son la gente de Izquierda Unida, no son muy buenas en mi zona con lo que mi voto -debido al sistema electoral- iba a tener nulos efectos. Y ante ese panorama no me siento muy llamado a perder mi tiempo el domingo, en alguna escuela o instituto de secundaria convertidos en colegio electoral, para celebrar “la fiesta de la democracia”

Tengo además la impresión de que vivimos en un mundo de ideas sin nexo con la realidad, sobre todo en ciertos estereotipos en la política hispana y especialmente en los que atañen al PSOE, ese supuesto partido socialista y obrero. A primera vista, cuando pensamos en lo que es represión y política de recorte de libertades -a muchos entre los que me incluyo- lo primero que nos viene a la cabeza es el Partido Popular. Y no voy a ser yo el que rompa una lanza a favor de esa gentuza, a los que deseo la peor de las suertes posibles, todo eso siempre sin acritud: así revienten pronto.





Sin embargo, tal vez porque algunos ya somos más viejos y hemos visto alguna cosa más, sabemos que esa pretendida diferencia por la que el PP es mucho más depredador de las libertades individuales que el PSOE -incluido el consumo de cannabis u otras drogas- es falsa. Un espejismo. Tan real como los unicornios rosas. Que el PSOE sea un partido “más amigo de la libertad” que el PP, es mentira. Es una mentira como decir que a un pastor alemán le gusta más la carne que a un dóberman: ambos son perros muy parecidos en lo esencial y, desde luego, con el mismo gusto por un buen bistec de roja carne.

Es posible que seáis muy jóvenes, e incluso que vayáis a votar por primera vez. Si queréis saber como ha ido traicionando el PSOE al cannabis en España, no dejéis de leer este breve resumen que acaba con un candidato a presidente que mete en el mismo saco al cannabis, la cocaína y la MDMA y sigue con un discurso propio del siglo pasado, convirtiéndose en el nuevo enemigo del cannabis en España: Pedro Sánchez Castejón.

Vamos a ir de un salto -sólo por un instante y no durante 4 años como con el gobierno de Rajoy- al año 1985. En aquellos años, una España incipiente en su estrenada democracia se enfrentaba con los primeros escenarios creados por las drogas y su régimen de prohibición y, aunque se promulgaban las primeras leyes endureciendo las condenas por tráfico de drogas, todavía se entendía que el consumo no era objeto de reproche penal ni administrativo, más allá de la incautación de la droga y de las ganas de meterse con el usuario que tuvieran los policías de turno. 

En ese año de 1985, el PSOE monta lo que sería el Plan Nacional Sobre Drogas o PNSD. Sólo un año después, nace su “hermano gemelo privado”: la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción o FAD. Si sois un poco mayores, recordaréis el anuncio de la cocaína en el que un gusano entraba reptando por la nariz de una persona: eso es la FAD. Es una fundación, lo que le otorga un tratamiento fiscal especial y ventajoso, pero mantiene un carácter privado. Privado para los derechos pero público para chupar dinero de los impuestos de todos: su gran fuente de financiación han sido siempre los presupuestos públicos. 




La FAD fue fundada por un general franquista que llegó a político demócrata, Gutiérrez Mellado, pero hoy día está compuesta por una florida representación de “lo mejorcito” en España: Telefónica, Banco Santander, REPSOL, Caja Madrid – BANKIA, ONCE, La Razón, la COPE, Onda Cero, Telecinco y Mediaset, Antena3 y Atresmedia, ENDESA, la CEOE, Grupo Vocento, Tuenti, Twitter y Google, entre otros muchos. Vamos, que están la banca, las energéticas y los medios de comunicación. ¿Así cómo no van a vivir del dinero público y de esas campañas de “educación” forzosa contra las drogas?

Las actuaciones de la FAD  y el PNSD no ayudaban tampoco a nada -a nada que no fuera a crispar el tenso ambiente social en torno a las drogas- y en el año 1991 en España saltan las “patrullas vecinales contra la droga”, que no eran sino masas de cafres con palos que salían a la caza del yonki por diversas ciudades (para ellos, yonki era tanto el que se “chutaba los porros” como el que se “fumaba un tripi”), en mitad de un escenario de crisis económica y alto paro. Con algo había que divertirse y, lo de apalear yonkis en grupo, llegó a cuajar. Al final el Gobierno del PSOE, encargo a su flamante ministro del interior -un electricista venido a más, apellidado Corcuera- la elaboración de una nueva ley. Ahora es tertuliano a sueldo de 13TV... 

Habéis acertado: la “Ley Corcuera” o Ley de Seguridad Ciudadana, por la que -todavía hoy- se te quita tu cannabis y se te multa por el simple hecho de llevarlo encima para tu consumo. Dale gracias al PSOE por ello.Esa ley se llamó durante años “Ley de la patada en la puerta”, porque incluía un artículo que permitía el acceso de la policía a cualquier domicilio sin orden del juez, siempre y cuando “el policía sospechase...” que había un delito de tráfico de drogas. Aunque ese artículo lo eliminó en 1993 el Tribunal Constitucional -provocando la dimisión de Corcuera que, como era un chulito sin control, se apostó el ministerio a que “no le cambiarían ni una coma”- sirvió para quedara patente la idea subyacente de que el narcotráfico y las drogas eran suficiente motivo para que se violasen las garantías constitucionales: la “ley de la patada en la puerta” sólo servía para el narco, y no servía -por ejemplo- para un caso de prostitución infantil o de trata de seres humanos.





Puede que ahora os suene demasiado “heavy”, pero el supuesto 'PSOE de las causas justas' no tenía problema en meter años en prisión a gente que no había causado daño alguno a otros, y éramos el único país de Europa donde existían auténticos presos de conciencia condenados a 2 años, 4 meses y 1 día de cárcel por negarse a hacer el servicio militar obligatorio: “la puta mili”. Y por si fuera poco, en caso de que tuvieras una plaza de trabajo del estado, ganada por oposición, la perdías de por vida. ¡La represión del PSOE tenía un intenso sabor a talego! Sonará horrible, pero tuvimos que esperar que llegase un Aznar que -presionado por sus socios catalanes- acabó definitivamente con la mili y, muerto el perro, con el tema de los presos insumisos. 

En el año 1994, el que entonces era el Delegado del Gobierno para el PNSD (con rango de secretario de estado) Carlos López Riaño, propuso en TV y algunos medios que se abriera un debate orientado a la legalización del cannabis. ¡Coño! ¿El PSOE proponiendo la legalización en el año 1994? ¿Y qué han hecho hasta ahora al respecto? Aunque Carlos López Riaño lo propuso sin pelos en la lengua, la respuesta social estimulada por el discurso de la FAD -que se corría haciendo campañas con ideas de Nancy Reagan, tipo “¿Drogas? DI NO”- fue poco favorable y muy polarizante. Tenía más peso e influencia sobre la opinión pública una llorosa “madre contra la droga” que todos los argumentos lógicos y científicos, que evidenciaban que el cannabis no debía ser tratado de la misma forma que el resto de drogas ilegales, sino de forma similar al tabaco y el alcohol. Y el PSOE rápidamente hizo callar a López Riaño, que había llegado en sustitución del juez Garzón, quien abrió la Audiencia Nacional -de cuestiones de terrorismo, a los delitos de narcotráfico- para su honor y gloria mediática. El único representante inteligente del PSOE en el PNSD, López Riaño, fue silenciado y olvidado mientras se iniciaba la etapa ultra-prohibicionista de mano de los socialistas.




Riaño en el PNSD sustituyó a Garzón, y de ahí se acabó llegando al PP de Aznar que puso al frente a Gonzalo Robles, que aseguraba que “el porro terapéutico no existe, ni siquiera para el enfermo terminal” y del resto ni hablamos. Recuperó su control el PSOE con una señora, de nombre Carmen Moya, que decía que “consumir drogas es una enfermedad crónica” y que “legalizar las drogas era utópico por no decir imposible”, para terminar en manos de una amiga de Leire Pajín, llamada Nuria Espí, que fue la que se encargó de torpedear los procesos de regulación que, durante el gobierno de Zapatero, se estaban dando -de forma local- en algunos lugares del estado como Euskadi. 

Aunque si hubo algo que sí hizo el gobierno de Zapatero en materia de drogas, fue multiplicar el número de sanciones relativas a la tenencia y consumo en lugar público, disparándolas a los niveles actuales con una policía depredadora y recaudatoria. Esto es el currículum del PSOE en materia de cannabis y otras drogas, lejos de palabras y atendiendo a los hechos. Eso y haber intentado meter los videojuegos, las redes sociales e Internet, como nueva categoría llamada "drogas sin sustancia" en el PNSD, idea que tuvieron que comerse con patatas. Desde entonces, año 2011, apenas habían vuelto a tocar el tema.




Pero llegó Pedro Sánchez Castejón -a falta de algo mejor entre los del puño y la rosa- y decidió escenificar en TV la hipocresía del PSOE en materia de cannabis. Así pues, mientras hace un par de meses una diputada suya mentía -sin perder la sonrisa- a la revista Interviú, afirmando que el PSOE quería “regular los clubs de cannabis y liderar el debate de la regulación en Europa”, su candidato a presidente se convertía en el enemigo de los usuarios de cannabis en España, haciendo gala de sus posturas retrógradamente prohibicionistas y de un desconocimiento absoluto de la realidad referente al cannabis. En el programa “El Hormiguero”, Pedro Sánchez soltó algunas perlas como:


“El tema de la legalización es suficientemente complejo como para que lo saquemos de la campaña electoral” 

“En España se consume muchísima droga y no sólo marihuana, también cocaína y éxtasis”

“Hay muchísima gente joven que 'está cayendo en el consumo de las drogas' y eso tenemos que evitarlo”

Acaba rematando con que “se compromete a abrir un debate sobre el asunto de la legalización” -aunque personalmente no quiere que las drogas sean legalizadas- pero es otra mentira más: no va a abrir nada, simplemente sabe que el debate internacional en el 2016 lo va a marcar la propia ONU con su reunión de la UNGASS donde, presuntamente, se cambiará la fracasada guerra contras las drogas por algún intento de política inteligente. Por otro lado, el debate en España lleva abierto ya años, sin que el PSOE haya hecho nada salvo oponerse y despreciar a los usuarios de cannabis.

Pedro Sánchez no quiere hablar del asunto en campaña electoral pero no porque lo considere demasiado importante, como dice, sino porque le da miedo que parte de su grupo de votantes, los más prohibicionistas y retrógrados, acaben por irse con el voto a otro lado. Lo que no ha calculado bien Pedrito es el porcentaje de personas a favor de un legalización del cannabis en España. En realidad no debe haber hablado ni con los prohibicionistas de la FAD, que hasta ellos reconocen que un 52% de los ciudadanos ve con buenos ojos una legalización de la venta y consumo privado del cannabis. 




Además, el líder socialista -con permiso de Susana Díaz-  no parece hacer distinción entre cannabis, cocaína y MDMA, igualándolo todo en un anacrónico “las drogas” que no permite escrutinio del asunto ni diferenciación útil para encontrar soluciones donde fueran necesarias. Se escuda en un argumentario propio de los años 80, que sólo puede ser explicado desde la ignorancia.

Por último, habla de que él quiere proteger a esos jóvenes que están “cayendo” en el consumo de las drogas: poco más y nos cuenta que hay traficantes que regalan droga a la puerta de los colegios para que los niños se enganchen, o que se comienza por un porro y se salta a la heroína intravenosa. Tirando de los mitos y el argumentario más obtuso y atrasado disponible, Pedro Sánchez se muestra incapaz de articular una respuesta fundada, coherente con la realidad y sigue estancado en un discurso con 30 años de retraso. No alcanza a entender que el consumo de una droga -ni siquiera el consumo frecuente- no es equivalente a una adicción en la que “haber caído”, y que hoy día los patrones de consumo de drogas en la sociedad demandan respuestas realistas y prácticas, no sermones y moralinas dadas por un candidato de tercera pasado por lavadora.

No sé si finalmente votaré, pero no olvidaría que lo socialistas han estado jugando un doble juego con las necesidades y las esperanzas de los usuarios de cannabis, para acabar traicionándolos -una vez más- a las puertas de las elecciones. El PSOE se ha acabado revelando como lo que siempre fue: lo mismo que el PP, pero con cierto “tinte rojo” ya totalmente descolorido.

Desgraciadamente -hoy más que nunca- votar al PSOE es votar prohibición.

No lo olvides.