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viernes, 17 de mayo de 2024

Entrevista a "El Coleta", RAP KINKI!!

 Entrevista a "El Coleta", pope del RAP KINKI!!


Alrededor del año 2011, un amigo me pasó un vídeo de un artista llamado “El Coleta”. El tema era la canción “Olé” y tras escucharla -hipnotizado- durante todo el día, quedé enganchado a la propuesta artística de este creador. Aunque usaba los esquemas del rap (estilo musical que nunca había explorado), sus temas iban cargados de menciones a los años finales del siglo XX y a los personajes que poblaron la recién nacida España de la democracia: los kinkis. 





Esos referentes comunes, me sirvieron para explorar su obra más a fondo, y posteriormente probar con otros autores; jamás habría buscado nada en el rap de no haber sido por ese providencial encuentro con su música. Junto con unas bases llenas de sintetizadores -sonando en busca de la distorsión más macarra- desfilaba el curioso universo de este chico, cantándole a los “alegres bandoleros” de su infancia, allá por los años 80.





P: “Soy el mordisco de Mike a Evander, soy el humo del polen virgen, soy un tirón desde una Scooter y moviendo ficha soy Bobby Fischer”. ¿Quién es "El Coleta"?


R: El Coleta soy yo, y es tanto el nombre por el que me empezaron a conocer en mi barrio -cuando me dejé coleta- como mi nombre artístico. Artísticamente, prefiero que me definan otros.


El único tipo del mundo que no tiene un smartphone y aún usa cabinas....


P: ¿A qué edad comenzaste en esto?

R: Pues relativamente tarde, con algo más de 20 años.


P: Entonces no había un político de pelo largo haciendo de “okupa” con tu apodo... ¿Te molesta esta sobre-explotación de tu nombre artístico?

R: Siempre da para el chiste fácil. A veces me molesta y a veces me hace gracia; preferiría que le hubieran puesto otro apodo, pero no me quita el sueño tampoco.





P: ¿Qué te movió a dedicarte a la música? ¿Qué necesidad cubría?

R: Cuando empecé a hacer música, lo hice medio de coña. La persona con la que empece, el Junior AKA Dr.Tube, era un amigo de la adolescencia que siempre estaba diciendo de montar un grupo. A mí me hacia gracia, porque no teníamos ni puta idea de música ninguno y eramos unos perlas más que nada.

Tiempo después cuando descubrimos programas para hacer música por ordenador yo empece a escribir y le metí a él el gusanillo de hacer ritmos, también con el ordenador. Y así empece de coña; luego poco a poco me fue entrando el veneno hasta ahora. Supongo que en su momento, hacer música me servía para descargar violencia y mala ostia, de una manera menos peligrosa para mí y para el resto de la gente





P:¿Qué es el Quinqui-Rap o Kinki-Rap? ¿Ambos términos definen lo mismo?

R: Yo siempre he definido mi rap como “Rap Makarra”. Dentro de “lo makarra”, entre otras cosas, está lo “Quinqui” y lo “Kinki” (separo estos dos términos para remarcar que lo “Quinqui” seria lo quinqui ochentero, y lo “Kinki” seria lo quinqui contemporáneo). La peña hacía en un principio rap "delictivo" con mucha influencia de lo yanqui , pero algunos empezamos a llevarlo al rollo kinki de aquí. Habrá gente que me deje por ahí, pero los primeros que podían hacer un rap que se pudiera denominar quinqui, fueron “HinchuBoys”, un grupo de la vieja escuela. Luego -mucho después- gente de Madrid como Toscano, Javier Petaka o yo mismo.

Ahora mismo, en la escena del rap, ya es normal usar este recurso pero al principio no lo era. Luego, la particularidad que tiene mi rap es que yo -aparte de lo Kinki- empece a usar muy a saco lo Quinqui, con todos lo referentes estéticos y de contenido del “cine Quinqui”. La peña estaba flipando con Tony Montana y yo empece a fliparlo con el Torete y el Pirri. Ahí fui el primero y prácticamente el único. Tan solo Jarfaiter -que yo sepa- con su propio estilo y particularidades, va por lo mismos caminos en cuanto a referentes.




P: ¿Qué te hizo flipar de esos “alegres bandoleros” como El Jaro, El Pirri, El Pera, El Torete, El Nani o El Vaquilla?

R: Cumplieron la máxima de “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” (algunos más que otros). No es lo que quiero para mí o para lo míos, pero tiene cierto romanticismo. También tiene la parte atractiva de que algunos saltaron al cine, directamente desde el barrio. El fliparlo temáticamente -en mi música- también es por darle el toque “iberiko” al asunto.


P: ¿Es preferible acabar como El Jaro o El Nani, o terminar pasándote al enemigo como El Pera?

R: Ni una cosa ni otra, la verdad.


P: ¿Qué es ser macarra?

R: Hay una parte estética y también una de actitud que, evidentemente, están ligadas. Si eres un macarra, aunque te pongas un traje caro, te quedará “macarrilmente”.

También puede estar en la forma de hablar, en el propio contenido de lo que dices, o en la manera de actuar ante la vida. En cualquier caso es un concepto muy abierto, del que cada cual puede tener su significado en la cabeza.






P: ¿Macarra se nace o se hace?

R: Pues un poco de las dos, la chulería muchas veces es genética, jaja.


P: ¿Cómo casan RAP y delito?

R: El rap empezó como una música más festiva, pero fue tornando a un música que contaba lo que pasaba en los barrios bajos. Entre otras cosas hablaba de la delincuencia, y posteriormente surgió un genero temático en sí, el “GanstaRap”. Delito y rap están relacionados, aunque no es obligatorio que hable de ello.



P: ¿Te han detenido? ¿Has “tocado el piano” para las FFCCSE?

R: No. He estado alguna vez a punto y he tenido juicios pero, por suerte, no.


P: ¿Qué opinión te merece la policía como institución? ¿Es factible una sociedad sin dichos cuerpos?

R: Las fuerzas de represión del estado están al servicio de los gobiernos, no de los ciudadanos. Partiendo de eso, son en cierta manera, enemigos del pueblo. A ti te esposan por nada, y a Rodrigo Rato le detienen con mucha delicadeza. Para llegar a una sociedad sin esos cuerpos habría que hacer muchos cambios, muchísimos, pero creo que sí que se podría.




P: Quiero perros que muerdan al amo, y no perro-flautas levantando las manos...¿Cómo ves la realidad de la relación entre la policía y el ciudadano hoy en España?

R: Pues creo que entre la gente que está en la calle, y no me refiero a que esté delinquiendo, sino que sepa de qué va la vaina (gente normal trabajadora), hay división de opiniones. Una gran parte de ella desconfía totalmente de la madera, sin tener nada que ocultar ni ser delincuentes potenciales. Y eso se palpa.



P: Cuando grababas el vídeo de M.O.torsport... ¿se presentó la policía nacional en medio del rodaje?

R: Sí pero, sin que sirva de precedente, confieso que esa vez no nos tocaron mucho la polla.




P: Si tienes que elegir pasar por un control con nacionales, civiles, o municipales... ¿cuál consideras que es la mejor opción?

R: Las Guardias Civiles de mi vídeo de “Siempre”.


P: ¿La música acerca o aleja del delito?

R: Yo creo que cualquier cosa que te mantenga ocupado -y te dé motivaciones- te aleja de caer en adicciones, que te pueden llevar al delito al tener que cubrirlas económicamente. En el caso de la música, poder decir lo que quieras te sirve de válvula de escape: te puede ayudar a soltar lo malo y ser menos agresivo. Y si además lo escucha gente y les mola pues te vas a sentir bueno en algo, te va dar confianza en ti mismo y te va alejar de la frustración. Ya si puedes ganar pasta con ello, pues te debería alejar del delito porque no te vas a tener que buscar la vida de mala manera.


P: ¿Son las drogas algo intrínseco al RAP?

R: Puede parecerlo, pero no tiene por qué; las drogas son consustanciales a todos los ámbitos de la vida. Se ve droga por todos los lados: en la política, en el deporte, en todo. De estilos musicales no hace falta que ponga ejemplos, desde el punk, al flamenco pasando por cantautores...

No quiere decir que todo el mundo se drogue, evidentemente, pero muchos sí lo hacen. Y si incluimos el alcohol que -evidentemente- es una droga legal, ni te digo ya.




P: ¿Y cuál es tu opinión sobre el cannabis y su actual situación legal?

R: Mi opinión sobre el hachís y la hierba, es que como con toda sustancia su uso moderado puede ser positivo, pero su abuso y estar enganchado, no es bueno; depender o necesitar cualquier sustancia te hace débil.

Evidentemente estoy en contra de su prohibición y marginación, estando el consumo de alcohol normalizado, cuando su abuso es infinitamente mas dañino y peligroso que el abuso de la hierba. El alcohol causa mayores daños derivados para sus usuarios, y no digamos ya para la sociedad; sólo tienes que tratar con personas que sean unos auténticos fumetas y otra que sean unos borrachos para comprobarlo .

Y no sólo alcohol o las sustancias ilegales: hay montones de anuncios en la tele -a cualquier hora- anunciando casas de apuestas. Salen famosos anunciándolas, te meten cuñas en la radio y los propios comentaristas deportivos promocionándolas, diciendo que las cuotas ofrecidas son la ostia. Los barrios obreros se llenan de casas de apuestas mientras tú no puedes bajarte a un parque a fumarte un canelo, o ni siquiera llevarlo encima.

No sé si estoy a favor de un modelo legal para el cannabis, porque eso llevaría a la regulación y seguramente el estado lo monopolizaría. Lo que sí estoy a favor -sin duda- es de la despenalización del autocultivo para el propio consumo. En todo momento estoy hablando de fumarla, porque sus otras vías de consumo y propiedades medicinales me parecen de puta madre pero realmente no tengo grandes conocimientos sobre ello como para opinar con propiedad.

Igualmente que me parece bien controlar que la gente no conduzca fumadísima, me parece una vergüenza y un ataque a la libertad personal los “drogotest” con los que le están encalomando multones a la peña, por haber fumado días o semanas antes. Eso ni es justicia ni es seguridad vial.



P: Desde tu tema con Jarfaiter -“El Pico 3”- grabado casi como un homenaje a la serie de “El Pico” de Eloy de la Iglesia, si hay una droga que se distingue en tus temas, es la heroína. Y siempre con un mensaje negativo al respecto como “el caballo sólo te lleva al hoyo”. ¿Por qué?

R: Porque de pequeños vimos a los yonkis y los estragos que causaba en la peña. A mí se me grabó a fuego que sería la droga que nunca probaría, aunque la cocaína es igual de peligrosa y encima, al estar mejor vista, es mas peligrosa aún.





P: Hace poco has colaborado en un tema de los Narco -”Dame Argo”- en el que sales parafraseando el tema “Caballo Galopando” de Queco. También has sacado un tema con Vinnie Dollar con el título de “Yonki”, que dice: “Yonki no naces, yonki te haces. Y si te haces pues yonki te mueres”. ¿Un mensaje preventivo?

R: En ese tema estoy hablando principalmente de los yonkis de heroína y cocaína. Y viene a decir eso: que nadie es yonki de nacimiento -aunque pueda tener tendencia a consumir drogas- y que una vez que uno se engancha, aunque se quite, siempre sera yonki.



P: Sé que apoyas la tesis de que la heroína fue usada -de forma intencional y directa- para “controlar” el País Vasco en la época de ETA. ¿Por qué?

R: Aun no he leído el libro de JC Usó sobre ese tema -cuando caiga en mis manos lo leeré- pero sí he leído el de "A los pies del Caballo" de Justo Arriola. Mi opinión ya era esa misma, antes de leerlo, y su argumentación la refuerza. Mi padre siempre ha sido bastante "conspiranoico" en todos los temas políticos, le gusta mucho la historia -como a mi- y sabiendo de historia (que obviamente nos llega ya manipulada) se puede aprender cómo funcionan los estados y los mecanismos del poder.



P: ¿Qué paso en “Cuéntame” con la señora del tercero?

R: Solo se la metí pa' dentro (la bombona).




P: ¿Cómo se gestó tu aparición (como butanero) en dicha serie?

R: Tras publicar con Cecilio G. el tema de “Antonio Alcántara”, desde la cuenta oficial de la serie nos lo agradecieron. Yo les contesté diciendo que a ver si me sacaban en algún episodio. Tras eso, se pusieron en contacto, lo hablamos y se pudo hacer al final, aunque hubo suspense, jajaja.





P: Hace unos días ha salido un tema de Tangana en cuyo vídeo participas y, podemos añadir que das cojonudamente en cámara. ¿Cómo surgió? ¿Difería mucho de lo que suele rodear a un vídeo tuyo?

R: Conocía al Tangana de hace tiempo (de antes de que fuera Tangana) y en lo que habíamos coincido me llevaba bien con él. A través de un colega común me contactó, me contó el proyecto, lo pensé y lo hice. Estuvo bien el rodaje, yo ya tenia algo de experiencia en otro rodaje serio. No tiene nada que ver con un rodaje mio, eso es un vídeo hecho con medios y a través de una productora; sólo tienes que ver los títulos de crédito para ver cuánta peña esta detrás e imaginarte el presupuesto. Mis rodajes son muchos mas familiares, más vertiginosos (siempre nos falta tiempo) y sacarlos adelante es toda una experiencia. Desde aquí aprovecho para agradecer a toda la peña que lío para mis vídeos y que siempre lo dan todo.





P: Al mismo tiempo que salía el tema de “Bien Duro” de C.Tangana, sacaste tú un tema llamado “Yo quiero ser Tangana” que es una versión del “Yo quiero ser Alaska” de Siniestro Total. ¿Cómo se conjugan estas dos cosas al mismo tiempo?

R: Ese tema lo tenia pensado de hace tiempo. Alguna vez he cantado en directo la versión original de Siniestro Total con "Novedades Carminha" y de ahí se me ocurrió . Entonces, al salir este vídeo, se daba el momento perfecto para sacarlo. El tema es un vacile, no dice ninguna mentira y no es un ataque personal a Tangana. Como te he dicho, a Tangana como persona le conozco, y me cae bien. El tema puede criticar su figura artística, pero también denuncia la hipocresía de criticarle cuando muchos harían lo mismo que él para estar en su lugar. C Tangana no me ha dicho nada del mismo, pero lo ha retuiteado desde su cuenta, jajaja. Todo bien con él. ¡Desde aquí le mando un saludo!




P: ¿Te has planteado abrir nuevos horizontes fuera de lo musical y dentro de la pantalla? Eres un tipo que tiene una imagen realmente peculiar y eso tiene un mercado.

P: Claro que me lo he planteado, estoy en ello . He rodado una película como protagonista "Quinqui Stars", que es una peli medio documental pero actuó bastante. Hay alguna otra cosa abierta por ahí, y espero que después del estreno de la peli me salga algún papel más, aunque lo que me fliparía en el futuro es dirigir.


P: ¿Practicas la autocensura al escribir tus letras?

R: Al final no somos ajenos a la sociedad, y alguna vez te puedes plegar a ser políticamente correcto. Aunque la autocensura que me pueda aplicar, siempre va ser de palabras y no de ideas, lo cual es bueno porque te lleva a decir lo quieres decir con metáforas o dobles sentidos y eso enriquece las letras.


P: En tu serie X, en temas “bakalaeros” como el de “Bakaluti Durruti” o con Muéveloreina en “Camaradas Cañeros”, hay una clara tendencia a la denuncia social. ¿El bacalao se presta mejor a ello musicalmente? ¿Pedirá el pueblo, en su hartazgo, que salven a Barrabás?

R: Hice “Vota al Partido de la Ruta - PDR” con “Niño de Elche” y, de ahí, se me ocurrió hacer una serie de temas, con música bakalaera pero con contenido político; entre otras cosas porque me parecía curiosa la mezcla. La labor de los poderosos es que se salve siempre Barrabas y, de momento, hacen bien su trabajo.




R: Me encanta la canción de “Las kinkis son guerreras” -un canto a la mujer activa- pero... ¿el rap hecho por varones es irremediablemente machista, salvo puntuales excepciones?

P: Eso está bastante en la idiosincrasia del propio género musical, como también ese machismo ha estado en la sociedad. Y al igual que la sociedad avanza -o eso nos hacen creer- el propio género evoluciona e imagino que, cada vez más, se irá despojando de ello.


P: ¿Y homófobo? No es difícil encontrar lenguaje que lo parece en el rap y es tan difícil encontrar un rapero varón que sea abiertamente homosexual, como un futbolista o un torero que lo haga público.

R: Bueno, van saliendo raperos que se declaran homosexuales y que hacen gala de ello en las letras explícitamente, bastante más que futbolistas y toreros, creo que yo .



P: De los últimos temas que has sacado en vídeo está “Siempre”, una rumba canalla de tu próximo disco. ¿Es una advertencia sobre lo que vamos a encontrar? ¿Se puede pisar con soltura en el Rap, el neo-bakalao hispano y la Rumba Quinqui al mismo tiempo?

R: Bueno, es una confirmación más que una advertencia. Mi próximo trabajo se llama Neokinki, y lleva tres EP's de distintos géneros: el ya publicado "La Ruta de los X's", "RumbaPop" y un tercer EP de otros 4 temas titulado "Flamenko & Knife Fight"





P: Otra de las características más relevantes de tu trabajo es el uso de términos que no encontramos con facilidad en el lenguaje actual. ¿Que es un kelebra? ¿Bima equivale a coche? ¿Qué son “Etruscos y Questras”? ¿Aros y riñones?

R: Kelebra viene del hebreo y significa “perro malo” (o eso dicen en la peli del "Caso Slevin", de donde lo he sacado, jajaja). Bima es un BMW , viene de Bimmer -pronunciado “bima”- y sería un anglicismo “acastizao”. Etrusco's y Questra's son los balones oficiales de los mundiales de fútbol de Italia 90 y U.S.A. 94 . Los aros son el símbolo de Audi, mientras que los riñones son los cromados con forma de riñón en la rejilla de la delantera de los BMW.



P: ¿Por qué ese gusto por los coches antiguos y por el oro? ¿Qué coche antiguo escogerías?

R: El oro brilla, es hipoalergénico y se lo puedes dejar a tus descendientes o empeñarlo si lo necesita para comer. Los coches antiguos son preciosos, es imposible escoger uno sólo, pero un Bmw 850CSi no estaría mal.





P: ¿Eres de los afortunados que puedes decir que vives de la música o eso queda aún lejos?

R: Se puede decir que sobrevivo, pero al menos hago lo que me gusta y puedo llevar mis niños al cole e ir a recogerlos, casi todos los días.




domingo, 31 de marzo de 2019

Cambio de paradigma: del yonqui negrata a la abuelita yonqui blanquita.



Del joven yonqui-negrata 
a la abuelita yonqui-blanquita. 



En la prohibición de las drogas durante el siglo XX, los estereotipos sobre sus consumidores fueron vehículos esenciales a la hora de propagar desinformación y de esconder, bajo una cruzada farmacológica, el hecho de darle forma legal a prejuicios raciales. 

En la cruzada de la prohibición de la cocaína, se argumentó que esta droga provocaba que los negros se pusieran a violar blancas. En el caso del cannabis, introducido mayormente por trabajadores mexicanos, se dijo que esta planta incitaba a los mexicanos a matar, y se hizo una ley que se utilizó directamente para controlar al grupo citado (más que al compuesto a fiscalizar). Y el opio, prohibido primero en San Francisco a finales del siglo XIX y luego en 1909 a nivel estatal en USA, pero no prohibieron “la droga en sí misma” sino la forma de consumirla: el opio fumado era propio de los inmigrantes chinos. Sólo prohibieron el fumar opio, pero no el opio en tinturas tipo láudano y otras especialidades, que causaban furor entre los hombres blancos pudientes.

Estos tres casos primigenios de la prohibición de las drogas, provienen del mismo lugar: USA.
Sin embargo, mientras los primeros movimientos prohibicionistas surgían en dicho país (primero contra el alcohol y luego contra otras drogas y/o formas de consumo) y se prohibía el consumo de opio fumado, gente como los grandes médicos y cirujanos (blancos, por supuesto) eran consumidores crónicos de morfina y cocaína puras (de la destinada para uso médico).

Un caso muy conocido de un gran cirujano que estuviera enganchado a todo lo que cayó en las manos, fue William Stewart Halsted, que tras conocer la capacidad anestésica de la cocaína en el ojo a través de los estudios de otro médico (Karl Koller), se dedicó a experimentar con ella de forma tópica y también inyectada, hasta desarrollarla como método fiable de anestesia local para intervenciones. 

De ahí que Halsted acabase enganchado a inyectarse cocaína (la forma más agresiva de consumo conocida), y que un amigo suyo le planease “una cura de desintoxicación” al estilo de 1884, cuando tenía 32 años: le montó en un barco que cruzaba el océano, y se tuvo que comer “el mono” a pelo. De nada sirvió; nada más tocar tierra se volvió a enganchar a la cocaína inyectada.

Tuvieron que mandarle a un “hospital psiquiátrico” (un sanatorio de la época) donde le intentaron quitar el vicio de la cocaína inyectada, a base de morfina inyectada. Y bueno, la cosa funcionó, así que -tras haber sido lo que ahora coloquialmente llamaríamos “un yonqui de cocaína en vena”- acabó entregándose a la morfina en vena, que no provoca el desajuste y los daños que causa la cocaína -u otros estimulantes- en su consumo crónico. En ese momento, en que le dieron de alta en el “sanatorio”, tenía 34 años, su carrera médica -en Nueva York- había terminado para siempre.

Sin embargo, la historia de este joven cirujano yonqui (que era más común en ese grupo laboral de lo que se querría admitir) no terminó ahí, no. Fue uno de los más grandes cirujanos de la historia y siguió usando “enormes” cantidades de morfina inyectada hasta el día de su muerte, aunque no por ello dejar de ser el mejor en su campo. 

Entre otros avances, a Halsted se le reconocen cosas como haber sido el primero en diseñar y usar guantes de plástico en el quirófano, haberse dado cuenta de que el cáncer se podía extender por la sangre, haber practica la primera mastectomía radical (ahora llamada “Cirugía de Halsted” en su honor) en una mujer con cáncer de mama, y haber contribuido de manera decisiva a la asepsia de entorno y útiles, a la cirugía del tiroides y paratiroides, a la cirugía vascular, cirugía del tracto biliar, de hernias y de aneurismas. Entre otras muchas cosas: casi nada para un tipo que se pasaba el día (cada 4-6 horas) chutándose morfina en vena.




En 1890 fue nombrado jefe del servicio de cirugía del recién inaugurado hospital de la Universidad Johns Hopkins, y en 1892 pasó a ocupar el cargo de Primer Profesor de Cirugía de la Escuela de Medicina. Murió de una complicación pulmonar 30 años después, en 1922, sin haber interrumpido nunca su consumo de morfina ni haber bajado -jamás- de 200 miligramos intravenosos al día (equivalente a más de 5 gramos de opio oral, al día).

Es decir, tenemos en la propia literatura oficial un montón de consumidores de drogas que -en contra de lo que la creencia indica- eran personas plenamente integradas socialmente e incluso algunas de las mejores mentes en sus campos. Consumir drogas hasta el momento, no tenía el estigma asociado que, con raciales intenciones, se les creó a partir de las primeras campañas contra cocaína (como producto de uso libre), opio fumado, y cannabis fumado ya que en la farmacia seguía estando presente en tinturas y otras presentaciones.

Desde su inicio en el siglo XIX, estas fueron campañas de acoso racial y persecución de ciertos grupos y minorías, escondidas como cruzadas farmacológicas para el bien público a través de una moral anti-embriaguez. Cuando llegó la hora de oficializar la guerra contra las drogas como paradigma, de la mano de Nixon en los años 70, el motivo de plantear semejante absurdo que ha costado millones de vidas fue el control de “negros y hippies” o en sus propios términos, “dos enemigos: la izquierda pacifista y la comunidad negra”.




¿Qué pasó desde los 70 hasta ahora?

Durante el inicio de la fase más dura y militarizada de la guerra contra las drogas lanzada por el gobierno Nixon, las drogas (bien fuera la heroína del sudeste asiático o la cocaína sudamericana) pasaron a ser un elemento clave, con el peso de un actor geopolítico de primer orden. Su producción y tráfico pasaron a ser motivo de injerencia en la soberanía de terceros países, con la falsa argumentación de que era la oferta la que impulsaba la demanda, culpando de esta forma a los países productores de los apetitos de sus propios ciudadanos.

Se impusieron colaboraciones militares y policiales (con la DEA principalmente) a casi todos los países al sur de USA. Por supuesto estas colaboraciones eran “voluntarias”, pero sin ellas no había pruebas de buena voluntad en la cooperación contra el narcotráfico, con lo que quien no aceptase quedaba expuesto a dos castigos; el primero el de la opinión pública, donde se le retrataba al gobernante como un narcotraficante o alguien integrado en estos grupos, y el segundo el castigo de verte fuera de los acuerdos de cooperación y desarrollo, de los tratados de comercio y del acoso en los organismos internacionales hasta que el país y sus gobernantes, doblaran el cuello y aceptaran lo que USA les exigía. 

Muchas veces, estos acuerdos con los países productores, incluían la fumigación de extensas áreas con potentes herbicidas, muchos cuyo uso estaba prohibido en USA por ser demasiado tóxicos para personas y medio ambiente. Estas fumigaciones causaron, además de desplazamientos en busca de otras áreas de cultivo y daños a las comunidades que allí vivían, la aparición de variedades de planta de coca que eran resistentes a estos compuestos (y rápidamente los narcos les dieron uso, volviéndose inmunes a las fumigaciones).

Y de esa forma, los servicios de inteligencia de USA -junto a otros organismos afines poco conocidos- se vieron dirigiendo las rutas de transporte de cocaína y heroína en medio planeta, con el único propósito de generar fondos no controlados, para operaciones no legales en cualquier país

De aquellos días aún nos queda el recuerdo del hombre fuerte de USA en Panamá, el militar Manuel Antonio Noriega que, tras ser durante unos años la marioneta de USA en dicho país, se creció demasiado y empezó a creerse intocable, volviéndose contrario a los intereses de USA a finales de los años 80. Esto desembocó en la invasión de Panamá y en su captura, siendo trasladado a los USA y juzgado en el año 1992, pasando prácticamente 25 años encarcelado y liberado poco antes de su muerte por motivos de salud. Sirva como ejemplo de lo que el “nuevo actor geopolítico” era capaz de justificar.


A nivel doméstico, en USA, esa época post-Nixon y con los Reagan al mando, fue la de la profecía autocumplida con ayuda de medios, policía y el sistema de justicia. Consiguieron grabar en la cabeza de la población toda una serie de estereotipos raciales sobre consumo de drogas que han estado bien vigentes hasta hace relativamente poco. Si Nixon quería la “guerra contra las drogas” -en su versión de consumo interno- como un juguete que le permitiera violar los derechos elementales de ciertas minorías y grupos, el colectivo afroamericano se llevó lo peor. Los hippies pacifistas habían desaparecido ya y sólo quedaban ellos, encarnando el mito del yonqui.

La imagen predominante en esos años, en el cine y los medios, era la del joven de raza negra que traficaba y además consumía drogas. Cuando eran blancos quienes aparecían en el juego, eran meros traficantes al estilo de Fernando Rey en “French Conection” que no tocaban la droga, salvo como mercancía de interés económico. Pocos eran los modelos negros de “calidad” semejante, como pudo ser el narcotraficante de heroína en USA, Frank Lucas, que fue llevado al cine por Denzel Washington en “American Gangster”, años después.




A la llegada masiva de la heroína en el final de los años 70, le siguió la entrada a sangre y fuego de la cocaína y el crack. La cocaína, en su forma de sal clorhídrica (HCl) se puede esnifar, tomar oralmente, analmente o inyectada, pero no se puede fumar. Para poderse fumar, la cocaína en sal debe pasar un breve proceso químico (calentándola con un álcali -como el amoniaco- que desplace la molécula de ácido) que la deja en la forma de “base libre de cocaína” (freebase) y que sí es susceptible de fumarse, ya que el calor no la destruye -como ocurre con la forma en sal- lo que permite fumarla en una pipa o sobre un papel de plata con el calor de un mechero.




Las distinción no es ociosa, ya que mientras el consumidor de cocaína en sal era el prototipo del encorbatado yuppie (para algunos, la evolución del hippie), en la forma fumable la consumían principalmente las personas con menor poder adquisitivo, ya que su efecto era mucho más intenso y adictivo pero al mismo tiempo, el precio por dosis era mucho menor. 

El crack, como mezcla de base libre de cocaína y bicarbonato sódico (como residuo de elaborarla y al mismo tiempo como vehículo portador, ya que al darle fuego en una pipa permite evaporar la cocaína hecha roca con esa sal sódica). Hay quien afirma incluso que el nombre de “crack” surgió del crepitar que hace la cocaína en esa presentación, al darle fuego en la pipa.

¿Cómo y por qué surgió el crack 
como epidemia 
entre la comunidad negra?

El crack fue la respuesta química a las restricciones sobre ciertos compuestos, necesarios para transformar la base libre de cocaína -extraída de la planta- en clorhidrato de cocaína. Ante la escasez en los países productores de productos para refinar la cocaína hasta ese punto, se modificaron las formas de envío (no sólo a USA, también a Europa) y la cantidad de clorhidrato que se enviaba disminuyó brutalmente, para aumentar la de “base libre de cocaína” sin refinar.

La teoría era que, como ocurría en España, esa base libre sin refinar se refinase haciéndola sal (una forma de purificar un compuesto, cristalizarlo como sal) y se vendiera como tal, ya que conseguir esos compuestos en países no-productores de drogas, no supone ningún problema. Pero la picaresca del mercado se activó y, al poderse fumar en un producto muy potente, en pequeña cantidad y con un intenso efecto inmediato (la vía pulmonar es más rápida que la intravenosa) estaba preparado el cebo de una nueva epidemia entre los grupos de menos poder adquisitivo y cuyo denominador común (además del color de piel) era la pobreza. Mientras que un gramo de cocaína podía costarte 100 dólares y no ser gran cosa, el crack apenas costaba 5 dólares y te asegurabas el efecto (lo contrario arruinaría el plan de ventas en el acto).

Con ese planteamiento, no había que enfrentar el proceso de conseguir compuestos y convertirla químicamente, sino que directamente -con un poco de bicarbonato sódico- estaba lista (en forma de rocas) para ser vendida. Eso eliminaba muchos de los riesgos asociados a tener que hacer esa labor química de purificación, y abría la puerta del mercado tan pronto se recibía la mercancía: todo ventajas. 

El precio barato y el entorno de paro y pobreza, fueron dos de sus principales variables de expansión. Pero hubo otra que era tan importante como estas dos: creer que la cocaína no era adictiva. Hasta el momento, los mayores marcadores de adicción se podían observar en el uso intravenoso de opiáceos, heroína principalmente, y en el alcohol que -al estar socialmente integrado- no despertaba estigma en esos años al tenerse como normal la figura del alcohólico funcional a nivel social.

En parte era cierto; la cocaína no es adictiva de la misma forma que lo es la heroína. La abstinencia de cocaína no precipita un síndrome de abstinencia físico como en el caso de la heroína o morfina, no presenta un cuadro físico demasiado complejo al suspender su uso bruscamente. Pero no por eso era menos adictiva que la heroína; su abstinencia provoca un cuadro psicológico que puede ser tanto o más difícil de superar que el de la abstinencia de la heroína. Y esto es especialmente cierto en las formas de consumo de cocaína más agresivas, como es la inyectada (sólo propia de usuarios de heroína IV en forma de “speedball”) y como es la pulmonar o fumada en el caso del crack o base libre. Es decir, el conocimiento popular de esos años sobre drogas ya había integrado los peligros de la adicción a la heroína, pero estaba aún muy perdido en la forma en que los estragos de la cocaína se iban a presentar.




De aquellos días de la “epidemia de crack” nos quedaron películas como “New Jack City” (traducido en español a “La Fortaleza del Vicio”) en las que podemos ver cómo los propios traficantes que mueven el crack, acaban mezclándose con él hasta su destrucción. En una épica escena de esta película, podemos ver como un personaje del grupo de narcos (un joven negro), se sitúa frente a una pipa de crack cargada y -antes de darle la primera calada- hace profesión de matrimonio con dicha droga, para entregarse a fumarla por primera vez. No sólo eso llamaba la atención, ya que la película termina con el asesinato del narcotraficante fuera del tribunal donde se le juzgaba y -sin pudor alguno- la película cierra con un epílogo en que se dice a los espectadores que “se tienen que tomar acciones decisivas para acabar con los camellos en la vida real”, sentando de nuevo la repetida idea de que “contra las drogas, todo vale, incluso violar la ley y matar”.

No distaba mucho del tipo de mensajes FUD (Fear, Uncertainty, Doubt) que se venían esparciendo sobre la heroína, por los cuales esta sustancia tenía poderes mágicos y bastaba probarla una vez para caer en una espiral descendente sin remisión. No era así, ni en la heroína ni en la cocaína ni en el crack, y culpar a la sustancia de la degradación moral de algunos sujetos no hizo ningún bien en los enfoques que se tomaron para enfrentar la situación, ya que eliminaba el concepto de responsabilidad en el usuario de drogas. Esta misma ausencia de responsabilidad (social, laboral, legal, afectiva) asociada al consumo de drogas más hardcore, sigue siendo una de las motivaciones subyacentes en muchos consumidores de drogas, y perpetuar dicho mito no ayuda a estas personas ni al resto de la sociedad. 

Esa clase de mensajes sobre sustancias con el poder de arrebatarte la voluntad, condujeron a paradojas tan estúpidas como que la cocaína -en forma de sal- tuviera una sanción (por posesión o posesión para tráfico) mucho menor que la del crack o la base libre de cocaína, siendo la misma molécula activa: hasta para drogarse hay clases y no es lo mismo una blanco triunfador esnifando cocaína, que un negro perdedor fumando crack, tampoco para la ley.

Y en esa corriente se llegó a la cristalización de un mito que durante décadas se trato como cierto, los “crack babies” o niños del crack. Estos eran los hijos de mujeres consumidoras de crack, que nacían con bajo peso y trastornos diversos, dando mayores puntuaciones en todo tipo de mediciones de problemas en su desarrollo. 




Por supuesto, la inmensa mayoría de esos “bebés del crack” eran de raza negra o latina y desde su nacimiento se dijo de ellos que “iban a suponer una dura carga a la sociedad” por sus taras y desviaciones, llegándose a financiar campañas de esterilización de usuarias de drogas en edad fértil -vendidas como voluntarias- en las que se les pagaba una pequeña cantidad simbólica a las madres (en su mayoría negras) que no superaba los 500 dólares, a cambio de aceptar la esterilización quirúrgica. Esta idea de esterilizar a usuarios de drogas, no es algo que haya desaparecido: sigue periódicamente saliendo a flote en las peores manos.




La realidad, como muchos imaginábamos y el tiempo se encargó de demostrar, es que los males achacados a la cocaína consumida por las madres de aquellos bebés del crack, eran males que seguían apareciendo prácticamente en la misma proporción si quitábamos el crack de la ecuación. Los problemas achacados al crack, no eran sino correlaciones mal establecidas en que se apuntaban al consumo de una droga, los males de todo un entorno desfavorable de pobreza, falta de formación, higiene defectuosa, falta de expectativas laborales y problemas de salud mental. Los “crack babies” eran otra mentira más, pero que se consideró verdad -mediática y médica- sin que existieran estudios reales que permitieran afirmar que fuera el crack el responsable de lo señalado. Pero la guerra contra las drogas y sus usuarios, siempre se valió de que la narrativa tenía más fuerza que la contra-narrativa, y así quedó el poso en el ciudadano.

El personaje de Dr. House 
como prototipo del nuevo yonqui.

No fue el único pero sí el primero que claramente hacía alarde de usar drogas, especialmente opioides de farmacia, pero no dudaba en usar otras consigo mismo o con otros para los más variados propósitos (desde “research chemicals” a heroína, de hongos psilocibe a ketamina). 




Esta versión médica de Sherlock Holmes -que había sustituido la cocaína inyectada del novelesco detective por las pastillas de farmacia- nos presentaba a un hombre con dolores físicos derivados de un trauma muscular, que había hecho del ser borde y desagradable una forma de vida. Por supuesto, ser un gilipollas no da de comer, así que esa mala actitud se encajaba en un perfil de personaje único con capacidades únicas razonando, que salvaba vidas mientras la suya la calmaba a base de pastillas narcóticas y rompecabezas. Un adicto de alta funcionalidad que, a pesar de su discapacidad motora, era capaz de seducir a las mujeres más bellas que paseaban por su campo visual. ¿Acaso no es un personaje que lo tiene todo como anti-héroe romántico?

Si nos fijamos un poco en las características del personaje, bien podría ser el Doctor Halsted en su siglo XIX, cuya relación con las drogas no fue un impedimento para su alta funcionalidad y para que se le deban creaciones y protocolos que han salvado millones de vidas, en el campo de la medicina. Pero si bien Halsted supo reconducir sus apetitos -una vez que se topó con la horma de su zapato como cocaína en vena- y ser un médico que sólo destacaba por su trabajo, en el caso del Doctor House esto no era así; su sello identificativo -tanto como su bastón- era también la transgresión verbal y la provocación por encima de las normas convencionales de relación social. A ese personaje usuario de drogas le unían ese “estar por encima de las leyes” y una notable falta de “responsabilidad”: estaban dibujando al neo-yonqui de los años 2000 en USA.

Pero no podemos echar la culpa de todo un constructo social (como el del modelo dominante de yonqui) a una sola película o serie. En cierta manera, la serie de House MD que comenzó en el año 2004, mostró durante varias temporadas -que duraron hasta el año 2012- el cambio en la percepción social de las drogas y el nuevo patrón de usuarios: personajes blancos de clase media o media-alta, adictos de opioides de farmacia, eran los principales consumidores de drogas en la serie.




También en “Breaking Bad” (2008-2012) pudimos ver un nuevo paradigma del usuario de drogas, que correspondía al de la zona más rural de los USA, donde la fabricación casera de metanfetamina es el principal vector de uso de drogas ilegales y donde la adopción de los opioides resultó superior a otras partes del país. En esta serie -si bien existe una fuerte presencia “latina” que tiene lógica temática- se vuelve a desdibujar ese retrato del joven negro como principal usuario de drogas, y se apunta a usuarios de raza blanca como impulsores de la demanda (y del comercio) de la metanfetamina en USA.

Debemos recordar en este punto que en USA el consumo de alcohol es algo vetado hasta los 21 años de edad y que no existían otras drogas legales que pudieran ser adquiridas con normalidad. Esto tiene cierta importancia al evaluar cómo muchos grupos de jóvenes -de buena familia- se juntaban para colocarse con las pastillas que les habían robado a sus padres del botiquín o la mesita de noche. 

Prácticamente en todas las casas de las personas que -por su status- podían permitirse tener una correcta atención médica, encontrábamos las mismas cosas que podíamos encontrar en España, recetadas sin especial problema, y alguna más. En lugar de Trankimazin se llama Xanax, en lugar de Stilnox se llama Ambien, y otras como el Valium se llaman igual. A la vez, a los jóvenes en USA se les medica en el contexto escolar -doping cognitivo, doping escolar- con los fármacos "anfetamínicos" del TDAH o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, casi por rutina.




Para muchos padres, la pregunta no era si a su hijo le hacía falta una droga para funcionar con normalidad, sino si darle una droga le iba a hacer rendir mejor en el competitivo entorno de los estudiantes. De esa forma, y con muchos profesores apoyándolo ciegamente porque les hace más cómodas las clases, los chicos tenían en su medio -entre iguales- acceso al Ritalin (metilfenidato) y al Adderall (anfetamina y dextro-anfetamina); ambos compuestos son estimulantes dopaminérgicos como lo es la cocaína, pero más potentes y duraderos. Y en ese contexto de “botiquines escolares” llenos de anfetaminas y “botiquines caseros” llenos de calmantes, cayeron los opioides (el equivalente en pastillas a la heroína). Todo esto en manos de personas cuyo contacto con cualquier embriagante está legalmente prohibido hasta los 21 años de edad, era un canto a la catástrofe.

Muchos de los ahora consumidores problemáticos de opioides en USA eran chicos y chicas, de familias sin otras problemáticas notables, que comenzaron hace 10 o 15 años, cuando los opioides eran extremadamente ubicuos y estaban -prácticamente- en todas las casas del país donde hubiera un adulto mayor de 35 o 40 años que tuviera una buena atención médica en su seguro. 

Y cuesta un poco culparles por ayudarse en su día a día con el consumo de una droga como los opioides cuando, en su etapa escolar, les trufaron a fármacos para mejorar su rendimiento y les sometieron a una presión impropia para jóvenes en desarrollo. Desde niños, aprendieron a solucionar con pastillas (desde la normalidad y la legalidad del acto) y ese aprendizaje no es nada fácil de revertir.


La abuelita yonqui y blanquita.

La imagen que dejó patente que el paradigma del yonqui -en USA- había cambiado, hasta abarcar grupos y edades que nunca antes habían tenido comportamientos de búsqueda de drogas, fue esta: una pareja de raza blanca por encima de los 50 años de edad, aparecían en un coche casi inconscientes. En el coche (además de las dos personas que necesitaban atención médica urgente) había un niño de menos de 10 años de edad, en el asiento trasero, observando todo.

¿Qué hicieron los dos policías que atendieron ese aviso? Pues en lugar de prestar los cuidados de primeros auxilios necesarios mientras llegaban los servicios médicos, se divirtieron cogiendo a la mujer por los pelos desde atrás, y levantando su cabeza para poder hacerle fotografías que no tardaron en subir a las redes sociales, buscando el escarnio público. Y por desgracia, funcionó...




La gente olvidó de golpe los derechos de ese menor de edad, cuya imagen sin ningún tipo de protección se divulgó y es accesible ya para siempre. La gente olvidó -también- que esas personas que estaban inconscientes, podían estarlo por muchos motivos distintos y no todos ilegales (como otros casos conocidos). Y la gente ni siquiera pensó que, aunque fuera cierto lo que se presumía de aquella escena, todas esas personas tenían derecho a que su intimidad se viera respetada y a no sufrir un castigo (que no estuviera dictado judicialmente) por decisión de una pareja de policías.

No sólo en USA se olvidaron de todas esas cosas. En España, el periódico que dio la noticia con más bombo fue “El Confidencial”. El título que le pusieron fue “La historia tras la foto de los padres yonquis que escandaliza USA”, y se quedaron tan a gusto. Llamar en un titular yonquis a unos supuestos consumidores de drogas, parecía estar justificado como ensañamiento por el hecho de que tenían a un niño con ellos (que en realidad era el nieto de la mujer, su abuela que lo cuidaba mientras la madre trabajaba, pero nunca se molestaron en conocer realmente la historia).

Me pareció un abordaje ofensivo -además de totalmente falto de respeto para el menor- y así se lo hice ver, mediante un tuit, a los responsables de dicho medio. Sólo entonces, tras mi recriminación a su titular, decidieron cambiarlo; pasaron en un golpe de click de ser “padres yonquis” a ser “padres con sobredosis de opiáceos”.




A nadie más pareció molestarle y la noticia nunca llegó a ser lo vergonzoso que aquella pareja de policías habían hecho, con aquellos seres humanos que necesitaban ayuda urgente.

El cambio de paradigma, con toda su drogofobia y estigma, estaba ya servido.