lunes, 28 de mayo de 2018

Una pelea interesada: THC vs. CBD

Este texto fue publicado en Cannabis.es al respecto de la falsa pelea que se pretende establecer entre los terapéutico de un compuesto del cannabis frente al otro, una situación que no deberíamos aceptar ya que ambos compuestos pueden tener un uso terapéutico o uno lúdico. La droga que para uno es un placer, para otro es un infierno. El sentido de lo terapéutico es tan subjetivo como la propia percepción.

Esperamos que os guste y os aclare las dudas al respecto.
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THC vs. CBD: falsa dicotomía.

Hace unos días mi editora me preguntó mi opinión sobre el “muro” que parece estar levantándose para separar al THC del CBD, y básicamente coincidía en dicha apreciación: es cierto que algo pasa con esos dos compuestos que no era demasiado comprensible ya que ambos compuestos son cannabinoides naturales que la planta de cannabis produce, y que para más INRI, tienen exactamente los mismos átomos -C21H30O2- prácticamente con igual colocación salvo en un pequeño detalle (que es suficiente para que el THC sea una cosa y el CDB sea otra distinta, como una mano izquierda no es igual a una mano derecha... aunque se le parece muchísimo!).

Me puse a echar un largo vistazo sobre lo que hay escrito, en concreto de unos tres años a esta parte, y he podido ver que desde que se ha dado la explosión comercial del CBD (que se encontraba sin una regulación que le afectase negativamente) se ha creado -en muchos casos de forma intencionada y tendenciosa- un artificial muro que sitúa a un compuesto “en el lado bueno” y al otro “en el lado malo”. Me explico; los vendedores de CBD en buena parte del mundo, se han apoyado en una serie de hechos para potenciar sus ventas según lo que el mercado demandase y si al mercado (por ejemplo al de USA o UK) le viene bien la idea de que el CBD está alejado de lo que es “la droga marihuana”, pues se lanza esa idea y se apoya con medias verdades.



Y estas “medias verdades” en algunos casos llegan a “mentira completa”, pero si atendemos a lo que ocurre con la publicidad de otros productos (incluidos los alimenticios, que son los más controlados tras los fármacos) no parece que lo que los vendedores de CBD estén haciendo sea peor que lo que hace cualquier otra empresa en el campo de la publicidad.

Vamos a ver algunas de esas “perlas” cuestionables sobre el CBD y el THC, y las ventajas de uno y otro, que han sido manipuladas hasta decir algo que sencillamente, no es verdad.

La primera y más notoria es que “el CBD es medicinal” y el “THC es lúdico o recreativo”, lo cual es totalmente falso. Tanto CBD como THC son compuestos activos en el cuerpo humano, independientemente de si el efecto de uno de ellos es más agradable o notorio psíquicamente para unas personas que para otras. Seguramente habrá quien piense que no quiero decir que el THC es el lúdico y el CBD el medicinal, pero no es eso: ¿qué es lo lúdico en una persona que sufre de ataques de ansiedad y le das una buena dosis de THC? ¿Ver cómo tiene un ataque más?

Seguramente, si consultas a una persona que sufre de ansiedad, huirá del THC y abrazará el CBD como vehículo para sus momentos de relax y recreativos, ya que le facilitará la relación con otros gracias a su efecto y no le inducirá paranoia ni esos pensamientos molestos sobre si te están mirando o hablando de ti, casi siempre injustificados en realidad. Lo que es lúdico para unos, puede ser un infierno para otros y viceversa.

La siguiente “mentirijilla” es una que seguramente has escuchado muchas veces ya si te has interesado por estos temas: el THC coloca pero el CBD no te coloca. Dicho así, y ya que “colocar” es un verbo que habría que definir, podría colar. Pero cuando se usan términos científicos para el asunto, la cosa cambia: el THC es psicoactivo y el CBD no es psicoactivo. ¡¡MEEC!! FALSO!!

Tanto THC como CBD son ambos psicoactivos, pero siendo dos sustancias distintas presentan efectos y farmacología distintas. El THC es el responsable de la mayor parte de los efectos psíquicos -de los que somos conscientes- cuando fumamos cannabis, y el CBD suele ser retratado como un “modulador a la baja” para el THC. Eso es en parte cierto, ya que el CBD modula el efecto del THC y lo hace “a la baja” pero para los efectos psíquicos, ya que para otros (como su capacidad anti-inflamatoria, por ejemplo) se produce una sinergia que aumenta dichos efectos únicamente medicinales, entendiéndose estos como “no psicoactivos”.

Pero mientras el efecto del THC es claro en la psique de una persona, el del CBD es más difuso y sutil. A mí me resulta fácil de explicárselo a quien me pregunta usando la “analogía del Valium”: ¿si tomas una pequeña dosis de Valium u otra benzodiacepina, te colocas?
A esa pregunta la mayor parte de la gente -que ha experimentado alguna vez dicho efecto- contesta que no, que no te colocas con una benzodiacepina y que más bien te hace lo contrario: quitarte el colocón y relajarte, a veces hasta darte sueño. Pero “colocar”, no coloca (salvo extraños casos que pueden darse en un pequeño porcentaje de la población) y sin embargo todos saben que está haciendo un efecto, y precisamente un efecto sobre su psique induciendo “calma” al acoplarse como agonistas a los receptores GABA, los mismo a los que se une el alcohol (ese que en una dosis pequeña, no nos “coloca” pero en una dosis mucho mayor puede matarnos). Si un compuesto está induciendo calma, o provocando relajación al liberar tensiones o, como ocurre con los niños afectados por epilepsias complejas como el Síndrome de Dravet, haciendo que pasen de sufrir 30 ataques epilépticos al día a estar “estables y con muchos menos ataques”... ¿podemos decir que no es psicoactivo?

Si un compuesto tiene actividad psíquica, aunque no se pueda identificar puntualmente su efecto (como ocurre con un antidepresivo, por ejemplo, que has de tomar durante muchos días para que desarrolle todo su potencial) es psicoactivo. Incluso los temibles neurolépticos -lo que le dan a quien sufre un brote esquizoforme o tiene una psicosis tóxica, por ejemplo- que son llamados “camisas de fuerza químicas” o “lobotomizadores químicos”, son psicoactivos aunque la actividad sobre la psique no resulte demasiado agradable (especialmente si buscas diversión, o colocarte).

Ya que lo de que “el CBD no es psicoactivo” es algo repetido como un mantra, quise preguntar a Hugo Madera, conocido activista hispano, director de un medio cannábico de máxima difusión desde hace lustros y un defensor de las virtudes del CBD en sus aspectos medicinales, pero también en los lúdicos y que actualmente mantiene la web CBDCANNABIS.ORG, dedicada especialmente a tratar todos los aspectos de la planta del cannabis desde el prisma del CBD.

Me confirmó que si bien “se dice que no es psicoactivo” eso no es cierto, sino que más bien parece que para que tenga una psicoactividad perceptible, tiene que tomarse en cantidades muy altas para llegar a notarse, y que se experimenta como una intensa relajación y no como un estimulante mental de tipo enteógeno como es el efecto habitual del cannabis fumado. Eso mismo me confirmaron otras personas que habían hecho pruebas con cantidades medidas (a partir de 400 mgs) de CBD, aunque una de ellas (que tiene un negocio legal de venta de comestibles con CBD en USA) en el momento en que vio que la conversación le hacía reflexionar sobre lo que había dicho de su efecto -que si bien no te ponía “high” si te daba un “efecto calmante”- y que le señalaba que si tenía efecto perceptible entonces el CBD era claramente psicoactivo, prefirió no contestar más (lo de colocarse, aunque sea relajado, en USA, está muy mal visto y los vendedores temen que les vinculen con esas ideas, así que prefieren decir que el CBD no coloca nada).

Después de esa “media verdad” de que el CBD no tiene efectos, vino la consecuencia inmediata: “el CBD es bueno y el THC es malo”. Esa idea ha sido muy apoyada por los sectores que entienden que cualquier efecto psíquico perceptible es algo con lo que hay que acabar, y aceptan que el CBD tiene un claro valor medicinal mientras se lo niegan al THC. De entrada, hablar de buenos y malos cuando nos referimos a “estructuras atómicas en el espacio” como son las moléculas, suena a chiste de locos. Ni uno es bueno y el otro malo, ni el que una sustancia tenga un efecto psíquico es intrínsecamente bueno o malo, y son divisiones artificiales que tratan de mantener el mercado del CBD lejos de la batalla “aún no del todo ganada” por la marihuana. No es de extrañar: desde hace más de un siglo llevan mintiendo sobre el cannabis, y no pueden reconocer ahora que todo era mentira sin perder todo un sector “limpio” de potenciales clientes que no quieren nada que tenga que ver con “marihuana” y sí con algo totalmente permitido.

Y esto era así hasta hace poco, cuando la DEA irrumpió en el mercado del CBD con una divertidísima ocurrencia: meter los extractos de cannabis (aparte de los realizados con su resina, que esos tienen “pena propia”) dentro de la lista I, la más restrictiva posible, y dejar a una sustancia como el CBD como “sin aplicaciones medicas con humanos” y con un “alto potencial de abuso”. Lo nunca visto. Esto lo hizo tras la recomendación preceptiva de la FDA que no quiso hacerla pública, y que VICE Magazine les forzó a entregar mediante una FOIA (Freedom of Information Act, un mecanismo que no tenemos en España por el que las agencias del gobierno están obligadas a dar la información de lo que han hecho con el dinero de todos los ciudadanos, respondiendo con los documentos de forma obligatoria, aunque cara económicamente).

El motivo de estos extraños movimientos, ya que una agencia como la DEA está hecha para “reforzar la ley” sin potestad para crearla y su acción ha generado una encendida respuesta, lejos de responder a cuestiones morales entiendo que responde a cuestiones meramente económicas. Tanto la DEA como otras instituciones de la obsoleta guerra contra las drogas, están buscando cómo mantener su trabajo y agarrándose a un clavo ardiendo -como es el hecho de incluir en la lista I una serie de compuestos y extractos de la planta- aunque según ellos, esto es sólo para poder tener un mejor control y prever las necesidades ya que no tenían un código para los extractos de marihuana, aunque sí para la marihuana y para los cannabinoides, pero de paso dejan los extractos de la planta en la más restrictiva lista.

Parece que los lobbys que se oponen a la legalización absoluta del cannabis, y en especial el farmacéutico que mientras fabricaba fentanilo, financiaba campañas contra la legalización de la marihuana, están moviendo sus hilos para que estas agencias que están quedando huérfanas y vacías de función, terminen sus días siendo colonizadas por intereses ajenos a su función, como es el caso. Poniendo el acceso a los extractos de cannabis sin THC más difícil tanto para pacientes como para productores, no están sino retrasando un poco más lo que ya parece inevitable: que a medida que el cannabis se haga más y más prevalente en la sociedad, muchos de los males para los que la BIG PHARMA ha estado vendiendo remedios (a veces mortales) pasarán a ser tratados directamente por las personas con cannabis, y eso es algo que cualquiera puede producir en su casa.

El CBD no dará dinero a la industria farmacéutica y sí que se lo quitará; de hecho ya lo estaba haciendo gracias a sus condición de sustancia legal -hasta la broma de la DEA- a diferencia del THC.

Pero todo esto es, volviendo al inicio de este texto, una falsa dicotomía en la que parece que haya que tomar partido por uno de los dos compuestos, CBD o THC, y declararse en coherencia con el compuesto. Esa es la trampa, hacernos bajar a elegir en una disyuntiva artificiosa, modulada por una historia de aberraciones morales y legales llamadas “Guerra contra las drogas y sus usuarios” y que a día de hoy seguimos sufriendo.

No piques: si tienes que elegir algo, que sea la variedad de cannabis que te sienta mejor a ti para el uso que le quieras dar.

Elige vida: elige cannabis y que no te engañen.

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