Esperamos que os guste.
:)
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Bienvenidos a OpenBazaar:
el sueño del
mercado
totalmente libre e indestructible.
Recuerdo la primera vez que entré en
el primer Silk Road.
El original. El del condenado Ross Ulbricht
-engañado y manipulado por los agentes de policía que le
investigaban, según hemos sabido hace poco- que enfrenta ahora un
destino nada envidiable, aunque le sigo reconociendo unas pelotas de
acero. Fue el primero en hacer algo, y eso tiene una importancia
capital: algunos hombres son una ayuda imprescindible porque su
creación abre un paradigma nuevo ante todos.
Pero lo primero que recuerdo -tras la
alegría de ver que podía comprar de todo- es que pronto empezaron
los problemas con los scammers, los vendedores que caían y
desaparecían, los grandes timos, y los hackeos o robos del dinero de
los usuarios de ese germen experimental del libre mercado en
Internet.
La implementación de un sistema de escrow, en el que tanto comprador como vendedor se someten a una autoridad (que en este caso era el propio dueño y su staff de trabajadores) que tiene que resolver las disputas, fue la primera novedad: “te he pagado y no me ha llegado la droga...” dice uno; “pues yo sí que te la he enviado...” contesta el otro. Y alguien tiene que pedir pruebas, cotejarlas, y un montón de cosas más porque la reputación -como vendedor en esto de los mercados de drogas en Internet- lo es todo: no se puede dañar así como así. Este sistema de escrow resolvía parcialmente el problema, pero abría otro: la autoridad que controla, posee el dinero -en este caso los Bitcoin- hasta que las dos partes están de acuerdo, o toma una decisión al respecto. Bueno, abre más de un problema: ahora tenemos que controlar el dinero de los pagos, y conseguir que no nos hackeen y nos roben: ya sean ladrones externos o internos.
La implementación de un sistema de escrow, en el que tanto comprador como vendedor se someten a una autoridad (que en este caso era el propio dueño y su staff de trabajadores) que tiene que resolver las disputas, fue la primera novedad: “te he pagado y no me ha llegado la droga...” dice uno; “pues yo sí que te la he enviado...” contesta el otro. Y alguien tiene que pedir pruebas, cotejarlas, y un montón de cosas más porque la reputación -como vendedor en esto de los mercados de drogas en Internet- lo es todo: no se puede dañar así como así. Este sistema de escrow resolvía parcialmente el problema, pero abría otro: la autoridad que controla, posee el dinero -en este caso los Bitcoin- hasta que las dos partes están de acuerdo, o toma una decisión al respecto. Bueno, abre más de un problema: ahora tenemos que controlar el dinero de los pagos, y conseguir que no nos hackeen y nos roben: ya sean ladrones externos o internos.
Empezaron a ocurrir tanto robos como
hackeos, pero no sólo en estos mercados de drogas de la darknet,
sino en todo el “ecosistema Bitcoin” en el que los exchanges (las
casas de cambio que te pasan de tu moneda a Bitcoin y viceversa) eran
asaltados o robados por sus propios dueños, como parece ser que
ocurrió con el más grande de todos: el gigante (por volumen en
Bitcoin) de MtGox.
Y SilkRoad no fue una excepción. Además de eso, Dread Pirate Roberts tuvo que lidiar con una policía mafiosa que le extorsionaba y metía mano en la caja llevándose Bitcoin. Uno de los arrestados, agentes del estado, ahora daba consejos fiscales sobre como invertir en Bitcoin. Cosas del sistema.
Y SilkRoad no fue una excepción. Además de eso, Dread Pirate Roberts tuvo que lidiar con una policía mafiosa que le extorsionaba y metía mano en la caja llevándose Bitcoin. Uno de los arrestados, agentes del estado, ahora daba consejos fiscales sobre como invertir en Bitcoin. Cosas del sistema.
Algunos mercados de los que nacieron
después, como Atlantis, desaparecieron al poco de abrir, y otros
muchos desaparecieron -desde la creación del primero- con la caja
del dinero de sus usuarios o en las manos de la policía.
Aunque ahora existe un florido ecosistema de mercados para comprar drogas -e incluso vendedores específicos que anuncian sus productos con publicidad pagada en la red Tor- el problema de que la policía dé contigo (a nivel de mercado, no hablo de los vendedores) y se caiga toda la infraestructura, como ha pasado con los sucesivos golpes que han dado a distintos mercados ya, está sin resolver.
Si existe un punto central, es golpeable. Esto es así, y podremos proteger mejor el anonimato, dar medidas y contramedidas de seguridad, pero si “existes” te pueden golpear.
Aunque ahora existe un florido ecosistema de mercados para comprar drogas -e incluso vendedores específicos que anuncian sus productos con publicidad pagada en la red Tor- el problema de que la policía dé contigo (a nivel de mercado, no hablo de los vendedores) y se caiga toda la infraestructura, como ha pasado con los sucesivos golpes que han dado a distintos mercados ya, está sin resolver.
Si existe un punto central, es golpeable. Esto es así, y podremos proteger mejor el anonimato, dar medidas y contramedidas de seguridad, pero si “existes” te pueden golpear.
Esto no es muy distinto a lo que pasó
durante “las guerras del copyright” entre Internet y la industria
de la música y el cine.
Si alguien subía a un servidor una película o el disco del tirinene de turno, se ganaba una demanda por derechos de autor. De ahí se pasó a alojar los servidores en países donde España no tuviera capacidad de hacer nada (y aún se hace para evitar algunos asuntos), pero no bastó: la presión y el dinero compraron las modificaciones legales necesarias para poder joder el asunto.
Hasta que llegaron los chicos del P2P. ¿Quienes? Pues los primeros que pensaron en sistemas distribuidos como forma de evitar un servidor central. ¿No te suena? Pero seguro que te suenan cosas como Emule o Torrent. Gracias a ese cambio de paradigma, todavía a día de hoy seguimos contando con la posibilidad de bajar música o películas siempre que se compartan sin ánimo de lucro: no es que sean tan buenos que han cedido, es que no podían perseguir a todos a la vez.
Ésa, y no otra, es la idea que ha venido a sumarse al combo, iniciado por SilkRoad, de la red de anonimización de Tor más el pago con Bitcoin (por sus características). Si a un modelo como el de SilkRoad, con anonimato y un pago que da cierto grado de privacidad... ¿Qué pasaría si le sumamos el potencial de NO tener un servidor central? ¿Qué pasa si hacemos un mercado libre y anónimo con la tecnología del P2P a través de Tor?
Si alguien subía a un servidor una película o el disco del tirinene de turno, se ganaba una demanda por derechos de autor. De ahí se pasó a alojar los servidores en países donde España no tuviera capacidad de hacer nada (y aún se hace para evitar algunos asuntos), pero no bastó: la presión y el dinero compraron las modificaciones legales necesarias para poder joder el asunto.
Hasta que llegaron los chicos del P2P. ¿Quienes? Pues los primeros que pensaron en sistemas distribuidos como forma de evitar un servidor central. ¿No te suena? Pero seguro que te suenan cosas como Emule o Torrent. Gracias a ese cambio de paradigma, todavía a día de hoy seguimos contando con la posibilidad de bajar música o películas siempre que se compartan sin ánimo de lucro: no es que sean tan buenos que han cedido, es que no podían perseguir a todos a la vez.
Ésa, y no otra, es la idea que ha venido a sumarse al combo, iniciado por SilkRoad, de la red de anonimización de Tor más el pago con Bitcoin (por sus características). Si a un modelo como el de SilkRoad, con anonimato y un pago que da cierto grado de privacidad... ¿Qué pasaría si le sumamos el potencial de NO tener un servidor central? ¿Qué pasa si hacemos un mercado libre y anónimo con la tecnología del P2P a través de Tor?
¿Qué pasaría si cualquier persona o
grupo del mundo pudiera efectuar tratos comerciales con cualquier
clase de bienes sin el control ni las regulaciones de los estados en
un mercado sin autoridad central?
Bienvenidos a OpenBazaar:
el sueño del
mercado totalmente libre e indestructible.
El proyecto original comenzó en manos
del revolucionario programador Amir Taaki y bajo otro nombre -no
quiso seguir implicado en su desarrollo cuando inició el proyecto
“DarkWallet” con Cody Wilson (el de las pistolas hechas con
impresora 3D)- y luego tomado por otro equipo bajo la dirección de
Brian Hoffman.
No es un proyecto que sea fácil: para empezar cuenta con la oposición frontal de los reguladores -como es lógico- y hay que asegurarse de que no se saca un software con fallos que puedan permitir romper el anonimato de compradores y vendedores, lo cual haría bastante daño a una idea, que en sí, es realmente indestructible.
No es un proyecto que sea fácil: para empezar cuenta con la oposición frontal de los reguladores -como es lógico- y hay que asegurarse de que no se saca un software con fallos que puedan permitir romper el anonimato de compradores y vendedores, lo cual haría bastante daño a una idea, que en sí, es realmente indestructible.
El primer anuncio de release de un código -que ya no
estuviera a nivel experimental- se hizo para fin del año pasado, y
aunque el equipo sigue trabajando y participando en muchos eventos,
la cosa se ha ido retrasando, aunque aseguran que está ya bastante
cerca pero que el trabajo es descomunal.
¿Todo eso para comprar drogas en
Internet? No.
El mercado de drogas es interesante, y mueve un
considerable flujo de dinero. Pero en Internet, es una pequeñez:
vende más cocaína un solo “punto” -casas de venta y consumo de
cocaína y heroína- en mi ciudad que el mayor vendedor de cocaína
vía darknet.
Los ojos del equipo de Hoffman están centrados en una presa más grande: el comercio mundial, a cualquier volumen, para competir con megaempresas como Alibaba. ¿Por qué no? ¿Acaso los mercados anónimos -por la vía que sean- sólo sirven para comprar y vender drogas? El pastel al que aspira el proyecto OpenBazaar es mucho mayor si esto no va sólo de drogas: inmensamente mayor.
Los ojos del equipo de Hoffman están centrados en una presa más grande: el comercio mundial, a cualquier volumen, para competir con megaempresas como Alibaba. ¿Por qué no? ¿Acaso los mercados anónimos -por la vía que sean- sólo sirven para comprar y vender drogas? El pastel al que aspira el proyecto OpenBazaar es mucho mayor si esto no va sólo de drogas: inmensamente mayor.
Tanto es así que, sin entrar en un
enfrentamiento explícito con los que estamos a favor del libre
comercio de drogas entre adultos, el equipo de OpenBazaar se ha
mostrado siempre reacio a este campo de trabajo.
Incluso alguna vez han dicho que “no permitirían que los vendedores de drogas les diseñasen el lugar” lo cual es bueno, porque atendiendo a los resultados de algunos no es nada fiable cómo lo han hecho esos mercados hasta ahora. Eso además tiene un peso específico en USA, donde viven sus programadores, ya que allí el pensar que alguien está desarrollando una herramienta que “puede servir” -entre otras cosas- para vender drogas, les pondría en el ojo del huracán y seguramente en alguna demanda de algún ambicioso fiscal.
Así que aunque de forma oficial “no quieren saber nada de drogas”, de forma no oficial reconocen que el esquema sirve igual para drogas que para lapiceros y que ellos no van -ni pueden- entrar en lo que allí se venda: no son un servidor central, sólo programadores que liberan un programa. Ellos no cobran comisión de lo que allí se venda; de hecho nadie la cobra porque el mercado es libre de tener una autoridad central.
Incluso alguna vez han dicho que “no permitirían que los vendedores de drogas les diseñasen el lugar” lo cual es bueno, porque atendiendo a los resultados de algunos no es nada fiable cómo lo han hecho esos mercados hasta ahora. Eso además tiene un peso específico en USA, donde viven sus programadores, ya que allí el pensar que alguien está desarrollando una herramienta que “puede servir” -entre otras cosas- para vender drogas, les pondría en el ojo del huracán y seguramente en alguna demanda de algún ambicioso fiscal.
Así que aunque de forma oficial “no quieren saber nada de drogas”, de forma no oficial reconocen que el esquema sirve igual para drogas que para lapiceros y que ellos no van -ni pueden- entrar en lo que allí se venda: no son un servidor central, sólo programadores que liberan un programa. Ellos no cobran comisión de lo que allí se venda; de hecho nadie la cobra porque el mercado es libre de tener una autoridad central.
Es el paradigma del mercado P2P sobre
Tor: anónimo, sin cabeza a la que golpear y siendo código abierto
(sin trucos que no veamos). Realmente un gran salto evolutivo, que
aún no hemos podido probar, pero que tiene que estar al caer en los
próximos meses bajo el nombre de OpenBazaar.
No es el único equipo que ha estado
trabajando en algo así. Antes de nacer formalmente, ya le salió
otro competidor en su área: BitXBay. Los chicos de BitxBay tienen
una imagen mucho más agresiva
que los otros, como podemos ver en su vídeo teaser de anuncio del
proyecto. La cara de Guy Fawkes haciendo una doble peineta expresa
una intenciones mucho más claras que las de OpenBazaar, pero si bien
el equipo existe y el proyecto también, contamos con mucha menos
información del mismo aunque existen partes del código accesibles a
cualquiera.
No podemos estar seguros de si dicho equipo ha abandonado
su propia versión de lo que sería un mercado en el que los estados
o la policía no pudieran meter la zarpa, o si por el contrario han
decidido seguir de una forma mucho más clandestina.
Lo que sí sabemos, es que el paradigma
del mercado P2P ya está dando sus primeros pasos, y que dará igual
si los primeros en lograrlo será OpenBazaar o BitXBay, o incluso un
tercer grupo o programador que nadie conozca, de la misma forma que
nadie conoce a Satoshi Nakamoto pero sí a su hijo, el Bitcoin.
Llega el ciber-libre-mercado;
ya nadie
podrá evitarlo.