lunes, 27 de mayo de 2019

Tanatorio Fentanilo: abierto 24 horas.

Tanatorio Fentanilo 24/7




De la prehistoria a la alquimia.

Hubo una época en que las únicas drogas disponibles para humanos (y animales, porque también se drogan) salían de plantas y -como mucho- de ciertas fermentaciones, naturales o preparadas. Se tardaron unos cuantos miles de años -tras conocer el vino y alcohol de uva- en aprender a hacer “destilados”, en purificar el espíritu que había en el vino para hacerlo más concentrado, incluso hasta llegar a su pureza práctica. Tuvo que llegar el alambique (un invento árabe) para poder dar ese salto y, desde entonces hasta la aparición de la química aplicada a los productos naturales, parece que no hubo grandes momentos en lo que a creación y refinado de drogas se refiere.

La gran química del siglo XIX, que saltaba lejos de la “irracionalidad alquímica” y buscaba -de forma sistemática- las leyes que regían las interacciones entre ciertas materias, llegaba a la farmacopea. Donde antes había ácido salicílico, sacado de la corteza del sauce, ahora había “Aspirina (Marca Registrada)”. Y exactamente con el mismo proceso químico (acetilación) pasábamos de la morfina sacada del opio a la “Heroína”. 


Supongo que “Bayer” -fabricante y vendedor de ambas sustancias- también registró en 1890 la marca de “Heroin” o “Heroína”, aunque es de esas cosas que no querrá recordar y que -seguramente- olvidó renovar la patente allá por los inicios del siglo XX, para evitar que asocien su buen nombre a algo con tan mala prensa como la heroína, que ellos crearon y vendieron como remedio “heroico” por sus grandes virtudes.



Poco después, comenzaron los tratados internacionales contra las drogas en los que USA dictaba y los demás copiaban y adaptaban a sus corpus legales (muy en la línea de lo que se sigue haciendo, en realidad, a día de hoy). Pero con la “Guerra contra las drogas”, en los 70 de Nixon y 80 de Reagan, llegó el gran problema: la subvención directa del tráfico de drogas en una guerra que se sabía imposible de ganar. Si hasta entonces subir un kilo de cocaína de un país productor a USA (el gran consumidor de cocaína del planeta) costaba 10x, con los fondos destinados a luchar contra las drogas (y que eran una excusa para el intervencionismo en terceros países, atacando la oferta externa en lugar de la demanda interna), costaba 1000x. Esos precios se repercutían posteriormente al consumidor, en calidad y coste. Si USA destruía plantaciones de cocaína, sólo conseguía que los cultivadores (gente pobre que planta lo que le compren) migrasen a otras zonas y -como mucho- una imperceptible escasez puntual en el mercado.

Pero el incentivo de las desmedidas ganancias moviendo drogas, ya estaba ahí. Para aquella generación y las que vinieron después, ya que la cosa no mejoró sino que empeoró. Lejos de plantearse que, sus acciones de guerra contra las drogas, sólo conseguían hacer al narco más rico y poderoso, decidieron insistir y perseverar en la misma estrategia: aumentar los castigos hasta hacerlos surrealistas, sin darse cuenta que eso ni disminuía la demanda, ni rebajaba los precios sino todo lo contrario (esos costes se reflejaban en el precio y la demanda los ignoraba). Creo que no hace falta hacer leña mostrando el brutal crecimiento del consumo de drogas -en todo el planeta- desde el inicio de la “opción militar” a final de los 70 contra las drogas, sus usuarios, y sus mercaderes. Esto último, lo de castigar mercaderes y grandes narcos, sólo lo hacían si no les eran de utilidad, en cuyo caso la consideración cambiaba como cambió con Noriega (hasta que se negó a obedecer) y otros sátrapas o dictadores de la latino-América de aquellos años, guerrillas y demás actores que, ahora vamos sabiendo, recibían parte de sus fondos del tráfico y venta de drogas: narcopolítica.

No sólo no habían conseguido los objetivos que se suponía debían conseguir con esa guerra contra las drogas sino que, a pesar de que el experimento de la prohibición de las drogas demostraba que provocaba resultados peores que los que se perseguía evitar, se producía una paradoja por la que ante los nefastos resultados se esgrimía el argumento de “la falta de recursos” frente al narco, con lo que una enorme masa de funcionariado y policía (en todo el planeta) recibía más y más dinero presupuestario, ya que “tenían que luchar en una guerra en la que el enemigo les superaba en todo”. Y esto era cierto, porque con las draconianas medidas contra las drogas, habían aumentado el riesgo de moverlas o venderlas, aumentando el precio y -de esa forma- sus beneficios.

Quienes al final iban al talego, casi nunca eran grandes capos, sino pobres desesperados consumidores que daban el salto al trapicheo para poder pagarse el vicio y mantener el ritmo de vida. Y los narcos tenían los mejores medios que el dinero puede pagar (porque literalmente no sabían qué hacer con tanta pasta como acumulaban), los mejores hombres incluso los entrenados por el estado; en México llegaron a colocar carteles ofreciendo trabajar para "el narco" frente a los centros de reclutamiento estatales y ante las mejores unidades militares de países con intensa implicación en el tráfico de drogas, con un número de teléfono como reclamo. Todos los soldados o policías que lo veían, sabían que con una llamada a ese número, ganarían mil veces más que su sueldo de ese mes: no se puede combatir contra semejante desventaja.

Colombia lo supo bien, de la mano de Pablo Escobar. A mi juicio, no fue el terrorismo casi indiscriminado de los atentados con explosivos lo que le enseñó el rostro del miedo a Colombia. Fue el precio a la cabeza de los policías molestos, o no molestos incluso; en ciertos momentos de dicha época, se pagaba directamente según el grado militar o policial del muerto, en caso del que el finado no tuviera una bolsa o prima mayor. El precio a la cabeza de cualquiera que osase cruzarle, era el precio del miedo de todo un país usado como rehén y, a la vez, como mano ejecutora.



¿Por qué? Coño, porque podían. Podían enterrarte a ti y tu familia en plata o en plomo, y se podían permitir el lujo de darte a elegir si querías seguir vivo: ¿por qué matar a alguien que -una vez manchado- puede sernos útil? Y podían pagar ejércitos, armas, aviones, sicarios, barcos, islas privadas y lo que quisieran o imaginaran.

Un solo hombre era capaz de pagar la deuda externa de Colombia, y así se mantuvieron negociaciones con un monto económico en juego equiparable (la cifra exacta ofrecida por Escobar nunca se ha confirmado oficialmente) como me reconoció -en conversación privada- Ernesto Samper (entonces ya expresidente de Colombia) que fue quien llevó personalmente el control de dichas conversaciones, que no tuvieron el final deseado para el narco, ya que finalmente Colombia desbloqueó legalmente las extradiciones . Pocos años después, Samper, se hacía presidente de Colombia.

Los narcos podían, porque las consecuencias (imprevistas o no) de “la guerra contra las drogas” les habían hecho inmensamente ricos. De hecho, es la prohibición la que crea la figura del “narco” tal y como lo conocemos hoy. Y no tenía pinta de acabarse la orgía, de dinero y poder, que las drogas (prohibidas como nunca nada se había prohibido y perseguido, hasta ese momento) moverían en el futuro inmediato. Todo gracias a la subvención directa de sus precios y costes, mediante una prohibición que ellos franqueaban -sin demasiados problemas ni escrúpulos- a base de cuerpos muertos o de presos encarcelados: la conocida “carne de cañón” de la miseria.


La era de la química moderna.

Hasta esa parte de la historia, las drogas “ilegales” como la heroína o la cocaína, se movían en el rango de los miligramos en sus dosis humanas. Incluso la mescalina que fue el primer enteógeno caracterizado y sintetizado químicamente -tras su aislamiento en el cactus Peyote- era activa sólo tomando cientos de miligramos y no menos. La anfetamina y sus variantes simples como la metanfetamina, también son activas en ese rango de dosis (miligramos) y de la misma forma las anfetaminas de anillo sustituido, como pueden ser la MDMA (producto de síntesis química que tiene más de 1 siglo de vida ya), se encuentran también en ese tipo de dosificación expresada en miligramos. ¿Qué importancia tiene que algo esté expresado en miligramos?

Normalmente expresamos y estimamos en la unidad de medida más manejable por nuestro cerebro, podemos decir medio kilo de carne o 500 gramos de carne, pero nadie pedirá “medio millón de miligramos” de carne, aunque sea técnicamente correcto. Hasta entonces, las drogas de uso lúdico (las que tenían una demanda que se suplía con el mercado negro perseguido con esa nueva guerra) se podían estimar “a ojo”. Los usuarios de drogas estaban acostumbrados a manejar sustancias similares y a tantear incluso cuando no conocían la potencia y efecto de una sustancia, ya que salvo una excepción como eran la LSD y alguno de sus parientes químicos, ninguna sustancia era psicoactiva en el ser humano en dosis de milésimas de miligramo o microgramos. De hecho, estos compuestos lisérgicos han mantenido esa “excepcionalidad” durante muchas décadas de creación y descubrimiento de nuevos compuestos psicoactivos, nacidos con el avance de la química.

En el mercado recreativo, salvo algunas drogas de síntesis que venían ya distribuidas en blotters (tripis), micropuntos o cápsulas, que permitían manejar las dosis adecuadamente, el resto eran compuestos que se vendían sin un formato de dosificación predeterminado como el de los cartones de la dietilamida del ácido lisérgico. El resto de drogas, cannabis aparte, eran básicamente la cocaína y la heroína cuyo denominador común es que necesitan del cultivo previo de materia vegetal.

No es que no se pueda hacer cocaína 100% sintética, morfina o heroína 100% sintética: se puede. Pero sale mucho más caro que dejar que la naturaleza (sol y agua) sintetice por nosotros un precursor casi directo de la droga que buscamos, como ocurre con la base de cocaína en la planta de coca y con la morfina en la adormidera del opio. Comercialmente sintetizar -desde cero- cocaína o heroína, es un sinsentido que a día de hoy nadie ha intentado de forma seria y creíble (más allá del mero experimento).



La dependencia necesaria de los cultivos de opio para la producción de morfina, heroína y otros opiáceos necesarios para usos legítimos (médicos), hizo por ejemplo que Alemania durante la II Guerra Mundial buscase compuestos totalmente sintéticos que pudieran reemplazar a los opiáceos que -hasta el momento- se conocían, y diera con uno que aunque funcionaba (era un potente agonista de los receptores opioides) y era de fácil producción, prefirió no usar con su población porque consideró que los riesgos eran superiores a los beneficios; se llamaba “Metadona” y fue parte del botín de guerra científico que los USAnos se llevaron de su excursión europea en la guerra. Luego esa misma metadona, un doctor llamado Avram Goldstein que era uno de los descubridores de las endorfinas, la “vendió” a Nixon como droga anti-adicción, y así es como la metadona llegó hasta nuestros días y nuestras calles.

El mito de que el nombre dado a la metadona en Alemania se debía a “Adolf Hitler”, es no comprender nada de latín ni tener interés por la verdad. Aún hay escritores, como el propio Antonio Escohotado, que han dado por bueno el mito de que su nombre inicial-“Dolofina”- provenía de un halago al dictador, cuando en realidad fue un fármaco desechado y cuyo nombre sólo evoca “poner fin al dolor”.

La metadona fue uno de esos compuestos sintéticos que surgieron de la necesidad de no depender de cultivos o de suministros extranjeros variables, pero no fue el único. Y al abrir esa puerta de la búsqueda de remedios de síntesis, en los años 50, un notable químico llamado Paul Janssen, dio con el fentanilo. En una sencilla síntesis química -de un puñado de pasos y bajo coste- había creado un analgésico opioide que era unas 100 veces más potente en relación al peso que la morfina o heroína: el fentanilo. 

Los miligramos quedaban fuera de juego, salvo para anotar las dosis letales: 3 miligramos de fentanilo se estiman como dosis letal para una persona sin tolerancia. ¿Sabes cuánto son 3 miligramos de algo? ¿Sabes siquiera si se ven a simple vista? Pues lo que sí está claro es que las dosis activas de estas nuevas drogas como el fentanilo, medidas en microgramos (millonésimas de gramo) no están hechas para que puedan ser “estimadas” o manejadas por el simple ojo humano.

Diez gramos de fentanilo puro equivalían a un kilo de morfina pura -en cuanto a potencia analgésica- y sus efectos, si bien no eran exactamente los mismos, eran bastante parecidos ya que ambos compuestos activan los mismos receptores, como llaves que abren las mismas cerraduras. Y además -drogas con tanta potencia en relación a su peso- cumplían bien con el precepto farmacológico por el que en caso de tener que optar entre dos remedios que nos van a aportar lo mismo, siempre es preferible el que tenga un menor coste orgánico y metabólico: casi siempre será el compuesto de menor peso a dosis activa equivalente. Acababa de nacer un best-seller.


La boda del mercado negro y la familia del fentanilo.

Este increíble salto cuantitativo -en la potencia de un compuesto como el fentanilo y sus derivados- hacía posible por un lado prescindir de las fuentes naturales para sintetizar opioides funcionales, y por otro lado vender como heroína un producto que realmente se había sintetizado con un coste infinitamente menor. A la vez que el fentanilo, otros derivados más potentes aún se habían descubierto. Entre ellos están el remifentanilo -que tiene 2 veces la potencia que el fentanilo- y el sufentanilo que tiene 5 veces la potencia del compuesto padre. Dos gramos de sufentanilo vienen a “equivaler” a un kilo de morfina en cuanto a potencia. No son compuestos difíciles de sintetizar y todavía los había más potentes, como veremos.




En 1978 y en 1988, en California y Pensilvania, tuvieron algunos muertos por un compuesto llamado 3-metil-fentanil (varios cientos de veces más potente que la morfina) que posteriormente fue conocido como “China White” y que quedó como denominación genérica de los derivados del fentanilo vendidos como si fueran heroína. En 1991, en la costa este de Nueva York y New Jersey, conocimos a “Tango & Cash”. El nombre, esta nueva droga lo tomó del envoltorio (“stamp bags”) en el que había sido vendida y, presumiblemente, este a su vez de la película homónima. El compuesto era alfa-metil-fentanil, y las noticias en su día hablaban de una droga “600 veces más adictiva que la heroína” (como si eso pudiera medirse universalmente) a la hora de referirse a la potencia del compuesto.

Pero en todos esos casos no sumaban en total medio centenar de muertos, y son los 3 brotes más destacables en el tema de los derivados de fentanilo. Sin embargo en el año 2005, el tema del fentanilo y sus derivados irrumpió en el mercado negro como problema a nivel nacional, contabilizando en 2 años más de 1000 muertes. ¿Por qué eso no ocurrió en los años anteriores? ¿Por qué entonces?

La demanda de opiáceos en el mercado negro, durante los años 80 y 90, se mantuvo estable. Por un lado eran los años del crack y la cocaína y de la expansión de la MDMA, otro nuevo tipo de drogas que nada tenían que ver en sus efectos. Por otro lado, se iniciaba un proceso de “modernización farmacológica” por el que los opioides empezaban a ser recetados de una forma mucho más rutinaria, para enfermedades no terminales. 

La abundancia y ubicuidad repentina de los opioides de farmacia -junto con la extrema facilidad que existía en aquel momento para conseguirlos- hacía que muchas de las personas que en otras circunstancias hubieran buscado esas drogas en el mercado negro, las buscaban en las consultas médicas. E incluso a quienes no las buscaban, les eran ofrecidas -desde la “mano amiga” de su médico- para casi cualquier condición que conllevase dolor (como una simple lumbalgia). No había necesidad -para una gran parte de la población- de exponerse al mercado negro, tener que entrar en contacto con ese entorno y arriesgarse a tomar algo sin control alguno, cuando podía recibirlo de su médico con toda clase de controles de seguridad, asociadas al mercado regulado de fármacos. No había necesidad, en aquel momento... pero el panorama cambió radicalmente en pocos años.

La química había creado los compuestos, buscando no depender de plantas ni recursos ajenos. Lejos de ser algo negativo, el fentanilo fue un salto que permitió avanzar en distintas áreas que iban desde la anestesia a los paliativos y que, a día de hoy, existe en cualquier hospital. Aunque esos mismos compuestos en el mercado negro, dada su potencia y su parecido en efectos a los de la heroína, ya habían tenido breves incursiones, ninguna cuajó en realidad: el equilibrio era frágil y era sencillo equivocarse en una mezcla y cargarse a los clientes, haciendo poco viable el negocio. Además, la huella química de esos fentanilos y derivados, su huella de síntesis (lo que el producto final nos dice sobre cómo se ha elaborado) era fácil de rastrear por ser única -en un mercado abastecido de forma tradicional- y eso presentaba un problema extra que, a la larga, acabaría llevando a la cárcel a los químicos que lo sintetizaban. Y de 1978 al año 2005, la presencia de fentanilo y análogos (medida en muertos causados) fue casi anecdótica.


La tormenta perfecta.

Pero en alrededor del ese año, 2005, se dio la unión de dos vectores que complicaron la situación tremendamente. Por un lado, la prescripción desaforada de opioides por parte de los médicos en USA, había empezado a dejar muestras evidentes del daño que ese modelo estaba causando en la población. 

Las muertes debidas a opioides legales, aumentaron dada la facilidad con la que se prescribían a personas que realmente no los necesitaban, generando un sobrante que iba al mercado negro. Ese fue el primer reflejo de lo que la compañía Purdue -y otras farmacéuticas- habían conseguido con sus campañas agresivas de venta de opioides, toleradas por gobierno y legisladores.



La reacción a esos primeros datos que apuntaban que estaba empezando a verse afectados, por sobredosis de opioides, usuarios con un perfil que hasta ahora no era común y que no tenía que ver con el uso “ilegal” de drogas, fue cerrar parcialmente el grifo de las recetas y hacer un poco más difícil el que fueran recetadas para cualquier cosa. Los primeros pacientes a quienes les retiraron -forzadamente y sin ningún plan serio de tratamiento sustitutivo o seguimiento- de los opioides que les daba su propio médico, eran aquellos que no tenían patologías que realmente justificasen su uso. Era muy común que gente que había tenido un accidente o una cirugía y que necesitaban opioides unos días para controlar el dolor, se veían consumiendo opioides durante mucho más tiempo del necesario, porque valía con pedírselos al médico, quien solícitamente se los prescribía de nuevo.

Todo ese primer grupo de personas que estaban siendo abastecidas legalmente de opioides y que, debido a la circunstancias, iban a ver su acceso a los opioides de farmacia cortado de golpe, se encontraron en un nuevo y desconocido escenario.  Tuvieron sólo dos opciones: dejar de consumir opioides “a pelo”, o pasar al mercado negro a comprar... lo que pudieran comprar.

De ahí vino el primer vector: un montón de nuevos clientes en el mercado negro, reclamando opiáceos u opioides para calmar lo que antes calmaban con pastillas de farmacia recetadas por su médico. Fue un enorme regalo al mercado negro: gente sin experiencia previa con “las drogas y lo ilegal” saltando de un mercado perfectamente regulado a nivel farmacéutico a uno como el actual mercado negro, en que en la mayoría de las ocasiones resulta imposible saber lo que se está consumiendo realmente -el régimen de ilegalidad sólo beneficia a quien vende las drogas- con el riesgo que eso conlleva.

El segundo vector fue la entrada del “fentanilo mexicano” en la heroína que se vendía en USA. ¿Cómo ocurrió eso? México es un país con un papel clave en el tráfico de drogas hacía USA y el tráfico de armas en dirección contraria. Pero excepto por algo de marihuana, México nunca fue un productor de drogas como lo eran otros países de la zona: en las condiciones climáticas de México no se puede cultivar la planta de la coca. Con ese panorama, México estaba condenado a ser un mero intermediario pero atendiendo a sus posibilidades y la demanda de USA, empezaron a plantar opio y a producir heroína, para vender a USA.

Producir heroína desde el opio, exige cosechar la planta mediante un trabajo específico sobre cada uno de los ejemplares, recolectar el latex -segregado en gotitas por cada amapola- y con el opio obtenido, extraer posteriormente la morfina, para acetilarla y convertirla en di-acetil-morfina o heroína. Y luego, si se desea llegar a producir heroína pura en forma de sal clorhídrica, quedaría un proceso de purificación que no suele abordarse en ciertas áreas de producción -como Afganistán o México- por la escasez y el alto coste de los materiales necesarios, así que se deja en forma de “base libre de heroína” de una pureza que no suele superar el 55% en origen. Heroína marrón, que le dicen coloquialmente.




México llevaba ya unos años introduciendo heroína de producción propia en USA – que hasta ese momento tenía una demanda baja en el mercado negro, porque estaba bien abastecida por el mercado blanco- pero cuando los usuarios (que habían pasado de la consulta del médico que les recetaba, a la del camello que les vendía las mismas pastillas a unos precios desorbitados) vieron que no podían seguir pagando 80 dólares por una pastilla de 80 miligramos de OxyContin, y que la heroína era al menos 10 veces más barata, el camino estaba hecho: poco a poco esos usuarios acabaron rompiendo sus propios tabús y estigmas relativos a la heroína, y accedieron a su consumo.

Como la mayoría de esta nueva hornada de consumidores no venían de un entorno marginal, donde las drogas y su uso fueran algo habitual, carecían del aprendizaje que un yonqui ha realizado con respecto a esas sustancias; eran los más débiles de todo el mercado. Muchos eran niños de papá que comenzaron robando opioides en el botiquín de sus casas, pasando más adelante a ser recetados por un médico con cualquier excusa para verse (tras meses o años de consumo, sostenido por sus galenos) arrojados al mercado mas descontrolado de drogas que ha existido jamás. Otros eran adultos cuando comenzaron, pero que tampoco venía del mundo de las drogas, sino que venían de otros mundos que nada tenían que ver (como los veteranos del ejército de USA, muchos de ellos con heridas graves y serios problemas de dolor). Echad un vistazo a este vídeo y haceos una idea del nuevo perfil.... ;)




Al principio, una gran parte de los usuarios que fueron abandonados por sus médicos -tras haberles convertido en dependientes de opioides, dando rienda suelta a patrones de en ellos que denotaban adicción y abuso al fármaco- cuando tuvieron que aceptar el pase a la heroína, lo hicieron esnifándola. La heroína, como casi todos los opiáceos y opioides, puede ser esnifada, inyectada, fumada (como base libre), consumida oralmente o analmente. La mayoría comenzaron esnifándola, ya que es la forma de consumo más habitual allí y con menor estigma asociado ya que es poco visible la marca de su consumo. Luego, cuando vieron que para mantener el hábito, esnifar la heroína (o el opioide que consumieran preferentemente) no bastaba sin comprar y usar grandes cantidades, empezaron a pasarse a la aguja porque el efecto es mayor con menor dosis y bajo coste; pero también es mayor el grado de dependencia, el comportamiento adictivo descontrolado -porque el efecto de recompensa es mayor y más intenso- y las marcas de consumo, imposibles de esconder en dichos estadios de abuso intravenoso.

La mayoría de las personas -que no han probado una dosis de heroína o de otro opioide equivalente- creen que, tras sus efectos, existe un mundo de enormes placeres que hacen que la persona subordine toda su vida a la obtención repetida de ese “subidón”: eso es falso. En los opiáceos y opioides, lo que se denomina “euforia” (como efecto secundario placentero), se da solamente en las épocas iniciales de consumo y desaparece relativamente pronto con el consumo cronificado. La realidad es que la inmensa mayoría de las personas que presentan un patrón de búsqueda de opioides u opiáceos, buscan alivio para un sufrimiento físico, psíquico o de ambos tipos. No existe placer en ser un consumidor crónico de opiáceos, como mucho podréis encontrar analgesia y ansiolisis.

Todo esos “nuevos consumidores” -de perfil totalmente distinto al habitual hasta ese momento- que saltaron a la aguja con la heroína y/o con otros opioides disponibles, fueron las primeras víctimas del fentanilo mexicano cuando hizo su aparición en el mercado. Por un lado, el fentanilo es sencillo de sintetizar y, en un entorno en el que la demanda de heroína por parte de USA estaba siendo artificialmente incrementada, al volcar al mercado negro lo que antes eran “pacientes médicamente abastecidos” hubo que competir en condiciones más duras, y el fentanilo añadido a la heroína (de no mucha calidad) que se producía en México, fue el camino por el que llegó en principio.

El efecto del fentanilo y el de la heroína, para alguien que no esté acostumbrado a reconocerlos individualmente, se parecen pero no son los mismos. No lo son en su intensidad, en su mecanismo de acción (el fentanilo induce a redosificar con frecuencia, porque actúa sobre la liberación de dopamina además de sobre los receptores opioides), en sus riesgos y en lo extremadamente fácil que es “pasarse”.

Resultaba curioso, al principio de esta epidemia de muertos por fentanilo, ver a familiares directos de las personas que habían muerto por esta droga, abogar por el fin de la prohibición de las drogas con el aplastante argumento de que, de haber sido legales, sus seres queridos hubieran consumido oxicodona, morfina o heroína, pero no fentanilo. Y de haber consumido heroína en lugar de fentanilo, ahora las probabilidades de que estuvieran vivos (atendiendo a sus riesgos) serían enormes. 

Ese mismo enfoque es el que ha mantenido desde hace años la madre de una quinceañera que murió por sobredosis de MDMA: su hija y sus amigos sólo querían divertirse, y de haber sido legal la MDMA, hubieran podido hacerlo sabiendo la pureza de lo que tomaban y la dosis adecuada. Su hija murió porque, siendo la primera vez que consumía MDMA, ingirió una cantidad que ella estimó correcta pero era claramente excesiva, y la mató. Paradójico: padres y madres dándose cuenta (demasiado tarde) de que la falta de educación sobre drogas, y el oscurantismo con que hasta el momento se tratan esos temas, es peor que los efectos negativos de las propias drogas de las que pretenden protegernos.



De la misma forma, todo tipo de personas de distintos grupos y extractos sociales, se empezaron a ver afectadas por el fentanilo que estaba entrando con la heroína mexicana y que convertía una sustancia que ya de por sí es peligrosa y compleja de usar, en algo mucho más tóxico y que no daba aviso alguno al respecto (la dosis en proporción es tan baja que no notas un cambio en sus cualidades organolépticas y la única forma de detectarlo es el test químico). De repente, esa heroína o esa droga que habían comprado en el mercado negro, que ellos esperaban que tuviera una potencia X, resultaba ser 10X más potentede lo que esperaban... con lo que iban directos a la sobredosis por opioides, que por cómo transcurre (te quedas dormido, dejas de respirar, mueres) si no había alguien al lado que pudiera administrarte el antídoto (naloxona) o que pudiera avisar a los servicios de emergencia, era una muerte casi segura.

Lo de “alguien que pueda avisar a los servicios de emergencia” no es cosa menor. En USA, el mero consumo de drogas es un delito (no como en España, por ejemplo, que es una mera falta administrativa la posesión en lugar público, pero el derecho a consumir la droga que quieras es tuyo) y consumir drogas conjuntamente, es cometer un delito conjuntamente. Con esa carga penal sobre el consumo de drogas, te arriesgabas a que si llamabas al servicio de emergencias para salvar la vida de esa otra persona, te veías perseguido criminalmente después.

Ante ese panorama punitivo, muchos no llamaban aunque estuvieran viendo morir a otra persona, porque hacerlo equivalía a salvar una vida ajena pero entregar la suya a la destrucción programada por el sistema en USA. Hasta tal punto llegaba este sinsentido humano, que se tuvieron que promulgar leyes por las que “no serías perseguido por haber consumido drogas si eso era conocido porque hubieras llamado al 911 para salvar una vida”, conocidas como “Good Samaritan 911 Laws”.

Todo el escenario, sus actores, el aprendizaje alrededor de la situación de las drogas en el mercado y las leyes que regulaban las interacciones, parecían estar puestas a medida para que quienes se vieran afectados por una sobredosis, fuera de lo que fuera, no recibiera ayuda y además resultasen ser un problema a explicar para quienes se encontrasen a su lado. Parecía que todo estaba colocado para dejar morir a miles y miles de personas, y así ocurrió con el fentanilo y sus derivados, que en poco tiempo pasaron a ser las drogas que mataban a una mayor cantidad de personas: decenas de veces por encima de los muertos por el consumo tradicional de heroína, en cualquier tiempo de la historia.


El nuevo narco vive en China y Canadá.

El fentanilo mexicano, no fue el peor de los males que teníamos que ver aún. Al menos, la el compuesto que usaban era el compuesto padre, y no uno de sus primos más brutos. Sus primos llegaron, y lo hicieron por donde menos se podían esperar: de la vía legal y de un país como China. Así irrumpió el carfentanil, que tiene una potencia de 100 veces la del propio fentanilo: 1 gramo de carfentanil (creado también por Paul Janssen) equivale a potencia narcótica de 10 kilos de morfina o 5-7 de heroína. Y el carfentanil lo comprabas directamente a China, a una de las 100 empresas que te lo sintetizaban y te lo enviaban de forma discreta, por unos 3000 euros el kilo de carfentanil, que equivale a 10 toneladas de morfina. Sí, el equivalente narcótico a 10 toneladas de morfina, o 100 toneladas de opio, metidos en un paquete de 1 kilo y por un precio ridículo.



¿Y cómo podía ser esto? Pues simple: las leyes sobre drogas no son iguales en todo el mundo ni evolucionan a la misma velocidad, y en China esos compuestos no estaba fiscalizados. Eran compuestos que no tenían una prohibición nacional en China, o internacional, que impidiera su comercio. Dicho de otra forma, hasta mediados del año 2017 cuando es prohibido en China junto con otros cuantos compuestos similares, el carfentanil era un “legal high” que estaba atrayendo el interés de un mercado negro azuzado por la demanda extra de consumidores que querían opioides en USA. Y se podía comprar sin moverse de la pantalla de cualquier ordenador con una tarjeta de crédito...

De esta facilidad para conseguir compuestos de una potencia inimaginable, con un mercado que demandaba mayoritariamente drogas narcóticas, nacieron muchos “nuevos emprendedores” que pensaron matemáticamente: si un kilo de carfentanil me cuesta 3000 euros, pero equivale a 10 toneladas de morfina o a 5 de heroína.... ¿cuánta ganancia puedo sacar usando esa sustancia (muy rebajada y diluida por su altísima potencia) preparándola y vendiéndola como si fuera alguno de los opioides demandados en el mercado? 

Con 1 euro de carfentanil, obtenías cantidad equivalente a 1 kilo de heroína o compuestos con el mismo rango de dosis en miligramos (oxicodona, hidrocodona, morfina, desomorfina, hidrocodona, etc.) y si 1 gramo de heroína lo vendo por 50 euros (casi la mitad del precio de mercado habitual en USA), con 1 euro de inversión se podían obtener 50.000 euros de beneficios. Jamás se habían visto semejantes márgenes de ganancia teórica, en ninguna droga ni en nada que se pudiera traficar con semejante sencillez: por paquetería postal.

Así que no tardaron en aparecer pastillas que simulaban ser algunas de las más buscadas (como la OxyContin de 80 mgs), que estaban producidas localmente (USA y Canadá) con los fármacos que se compraban por Internet a otros países, como el brutal carfentanil. Se podían elaborar en cualquier sitio -con un molde y una máquina de prensar pastillas, inversión mínima- pero no contenían nada de lo que se suponía que debían contener con respecto a la apariencia que les daban.

Una de las víctimas más conocidas de esta nueva modalidad de fraude en drogas, fue el cantante y compositor Prince. Murió por sobredosis de un compuesto de fentanilo, tirado en un ascensor,tras haber consumido unas pastillas falsas que simulaban ser otro opioide (y que, lógicamente, compró en el mercado negro porque su médico se negaba a darle opioides de farmacia como se había hecho sin problema hasta poco antes).



Fue una muerte anunciada, ya que días antes, el avión en que viajaba tuvo que hacer una parada de emergencia y llevar a Prince a un hospital. En principio, los mánager del cantante, dijeron que era por deshidratación pero posteriormente se supo que habían tenido que aterrizar de emergencia para administrarle naloxona y revertir una sobredosis que estaba sufriendo en pleno vuelo. Prince ya era un consumidor de opiáceos u opioides, y la mejor opción -para él o para cualquiera que esté en esa situación- es que tenga un suministro controlado por un médico de los opioides que necesite -hasta estabilizar su estado, como se hace en España con la metadona, por ejemplo- y no entregarle los pacientes al mercado negro.

En USA han llegado -como consecuencia de sus sucesivas acciones, que casi parecen coordinadas para crear estos resultados- a encontrarse con el peor escenario imaginable: un montón de “civiles” que van a comprar sus medicinas a un mercado que, al carecer de cualquier control, les engaña con compuestos que no son los que esperan sino muchísimo más potentes y peligrosos. De esta forma, se ha generado la mayor ola de muertos por drogas de toda su historia, multiplicando por más de 10 los peores registros del consumo de heroína, antes de que el monstruo del fentanilo encontrase su hueco para expandirse -y seguir manteniendo absolutamente enganchados- a millones de personas.

A día de hoy, morir de sobredosis de opiáceos es la 1ª causa de muerte en USA para menores de 50 años de ambos sexos, por delante del cáncer, de los accidentes del tráfico o de las muertes por armas de fuego. Y por cómo siguen manejando el asunto allí, no podemos esperar que vayamos a ir a mejor, sino que la falta de ayuda para quienes se encuentran con una adicción de este tipo junto con las nuevas medidas restrictivas contra los opioides de farmacia (precisamente los que no están matando de sobredosis a la gente) y seguir generando una mayor masa de personas que se ven desatendidas en su medicación -y abandonadas a una kafkiana situación, por los mismos médicos que antes les recetaban alegremente opioides- sólo puede rendir más beneficios para los narcos del mercado negro y más muertos para la sociedad de USA.




Mientras, los muertos por sobredosis, han pasado de ser menos de 17.000 en 1999 a ser más de 70.000 en el año 2017.

Y puede que lo peor aún esté por venir.


*Texto publicado originalmente en Disidencias.net

martes, 9 de abril de 2019

La mafia de Podemos y el cannabis.



“Aquí con la bandera [de España], no. 
No. Esa foto no te la doy.”

Así reaccionaba María Concepción Palencia García, senadora del estado español -por un partido de ámbito estatal (Podemos)- cuando al hacer las fotos para una entrevista, se dio cuenta de que tenía la bandera nacional detrás de ella. Saltó de golpe, apartándose como si le diera alergia la bandera del país, negando de forma clara y tajante la posibilidad de que se le hiciera dicha foto.

Conchi Palencia: la senadora de Podemos, "alérgica" a la bandera de España.


¿Por qué había una bandera española detrás de la senadora al sacar las fotos de esa entrevista? Pues no debería resultarle raro a nadie, ya que la entrevista se estaba realizando en la Sala Argüelles del Congreso de los Diputados. Nada más terminar la entrevista, les pedí unas fotos para ilustrarla y la contestación de la senadora, que luego se negó posar con la bandera de España cerca de ella, fue: “Donde tú digas. Tú mandas.”

Y yo sólo quería hacer 2 ó 3 fotos que no tuvieran todas el mismo fondo. De hecho, no me molesté en elegir el lugar, sino que resultó fruto del azar. Las fotos se fueron a realizar -directamente- en la misma esquina de la sala, donde estuvimos durante más de una hora sentados. En primer lugar, yo buscaba suficiente luz de calidad, ya que la ventana de dicha sala estaba en la misma esquina y, en segundo lugar, variar el fondo de la foto. Tras tirar un par de fotos con el mismo fondo (la pared central de la sala), les pedí que se movieran un par de metros hacia la otra pared de la misma esquina, con tan “mala suerte” que había una bandera de España, en la que yo ni siquiera había reparado.

Tras ese áspero “aquí con la bandera, no” de Kontxi Palencia (el nombre que usa en Twitter), el otro senador presente -Joan Comorera de “Iniciativa per Catalunya Verds”- dijo, con un tono mucho más cálido y explicativo: “Un catalán y una vasca... aquí...”, como si no fuera procedente dicha foto. 

Lo que posiblemente Joan no recordaba en ese momento, es que Kontxi Palencia, aunque lo escriba con “K”, no es vasca sino castellano-leonesa. Y que mientras él estaba en representación de una formación política circunscrita únicamente al entorno catalán, Conchi Palencia estaba en representación de un partido de ámbito nacional.

Sala Argüelles en el Congreso de los Diputados, 
foto previa a la entrevista.

Inmediatamente antes de este suceso, mientras preparaba la cámara para hacer las fotos, Conchi Palencia me preguntaba ávidamente sobre cuánta edición tenía nuestra revista y cuántos lectores, al parecer sin saber ni a quién le había concedido la entrevista ya que era para una página web -Cannabis.es- que no tenía nada que ver con ninguna revista. 

Le aclaré ese punto, y ella insistió en preguntar “¿un montón [de lectores], no?”, y su cara denotó frustración cuando le dije que no era así, y que era una web que estaba prácticamente iniciando su andadura, en comparación con cualquier otro medio del sector. El resto de medios cannábicos -a los que previamente se había ofrecido la entrevista- no tenían el menor interés en publicarla.

La pegatina que te regalan 
con la entrada al Congreso de los Diputados.

Una vez acabado el trámite de las fotos, me hice yo una foto con ambos y abandonamos la Sala Argüelles para subir a la cafetería del Congreso. Yo iba a tomar un café y ellos iban a comer. Compartí la comida con los dos senadores y esta se convirtió en un aburrido mitín, verbigracia de Conchi Palencia, dónde no hizo más que atacar a los medios de comunicación y decir que no eran medios libres, que trataban mal a su grupo político, que había un complot para borrar los éxitos de Podemos, etc. Esto resulta de lo más paradójico, viendo el acoso al que posteriormente el medio y yo fuimos sometidos, al no ceder a ciertas pretensiones. 

En muchas ocasiones -durante dicho acoso- pensé que lo que buscaban anular desde Podemos, era el tema de la negativa a la foto cerca de la bandera de España, que había quedado grabado en el móvil con el que recogí la entrevista completa. En sí misma, la entrevista no contenía más que respuestas cobardes -evitando contestar a lo preguntado- derivando el asunto “al futuro debate que Podemos quería abrir sobre el cannabis”. Tampoco resultaba sorprendente la ausencia de ideas claras sobre el asunto del cannabis, cuando ni su compañero ni ella habían estado jamás dentro de un CSC (los mal-llamados Clubs Sociales de Cannabis) y ni siquiera conocían el funcionamiento real de estos puntos de venta de cannabis. Son falsas asociaciones que compran en el mercado negro, y lo venden más caro -al menudeo- a falsos socios (clientes en realidad).

Al terminar la comida, ella se fue y yo me quedé con Joan Comorera, aprovechando para ir a tomar algo a un bar cercano, donde pude pasar un estupendo rato charlando -a solas- con él. Joan Comorera me pareció una persona honesta, sincera, inteligente y de agradable trato, con quien resultaba fácil dialogar a pesar de no coincidir ideológicamente. Fue lo único interesante que me deparó aquel día, antes de que -sin saberlo- disparase con una foto, subida a las redes sociales, una marabunta de acusaciones falsas contra mí y de presiones contra el medio que iba a publicar la entrevista.


Podemos y su acoso 
a los medios de comunicación.

Tras la realización de la entrevista, unos días después, me iba con mi mujer de vacaciones fuera de España. Al cabo de un par de días tras haber partido, recibí una comunicación de mi editora con una rara petición: me pedía que le jurase (no le valía con que se lo aclarase, sino que quería un juramento) que yo no tenía denuncias por “violación, acoso ni malos tratos a mujeres”. Tras jurarle que nunca había tenido denuncia alguna, ni por violación, ni por acoso, ni por malos tratos ni por ningún otro concepto similar o relacionado, le pedí que me explicase qué era lo que sucedía como para interrumpir mis vacaciones con semejante requerimiento.

La editora se justificó diciendo que había recibido una llamada de “el responsable de prensa de Podemos por el Senado” en la que le daban esa falsa información. ¿Realmente podía haber alguien tan lerdo como para no realizar su trabajo antes de la entrevista (siendo supuestamente responsable de prensa), y a la vez permitirse la payasada de presionar a un medio de comunicación con semejante maniobra? Así fue como el asunto comenzó, derivando posteriormente en un acoso contra mi persona mediante las redes sociales.

Al volver a España, lo primero que hice fue contactar con los dos entrevistados, a ver qué problema había y por qué se habían dirigido a la editora con esa serie de acusaciones inventadas contra mi persona. Conchi Palencia ni se molestó en contestar, se hizo la sueca y miró a otro lado

Por el contrario, Joan Comorera sí dio la cara y me explicó que cuando subí a las redes sociales la foto en que aparecía con ellos dos, fue “como si se hubieran hecho una foto con el mismo Hitler”: los teléfonos empezaron a sonar como locos y les dijeron que habían caído en una trampa con esa entrevista, ya que yo era un enemigo de Podemos o algo similar, añadiendo que él no podía hacer nada al respecto, ya que no pertenecía a Podemos sino a ICV.Por supuesto yo ni era un enemigo de Podemos ni nada por el estilo, y esa no era la primera entrevista que había realizado a un miembro de dicha formación. 

Aproximadamente un año antes, había hecho una entrevista a Juan Ignacio Moreno de Acevedo Yagüe, conocido en las redes sociales como “Hackbogado”, que fue el primer cargo electo de Podemos que se prestó a dar una entrevista sobre el tema del cannabis a un medio del sector, en este caso publicada en la revista “Cannabis Magazine”. En aquellos días del año 2016, varios medios del sector cannábico habían intentado conseguir una entrevista con algún miembro relevante de Podemos. Era una misión que se antojaba imposible, en la que incluso algunos de los políticos abordados llegaron a decir que sí a la entrevista, para posteriormente desdecirse, no cumplir su palabra y no dar la cara más. Al parecer, habían recibido orden del partido de no hablar con los medios sobre el asunto del cannabis.

Hackbogado había aceptado finalmente la entrevista, y yo había tenido la precaución de advertirle que -hasta donde sabíamos- Podemos no quería que nadie hablara del tema en los medios. Con la dignidad que le caracteriza me contestó: “Yo no he entrado en Podemos para tener que pedir permiso a nadie para hablar”. En su caso, la entrevista se realizó en un CSC o “club cannábico” de Madrid, donde aproveché (por voluntad propia) para ponerle en contacto con algunos activistas cannábicos. Hackbogado sí sabía de qué hablaba, y sus ideas eran la primera aproximación sólida y honesta de un miembro de Podemos (que ya abandonó dicha formación) al cannabis.

Sin embargo, cuando la entrevista fue publicada, empecé a recibir el acoso por las redes sociales del llamado “Podemos cannábico”: un grupo minúsculo de turbios personajes que buscan sacar partido del cannabis para sus propios intereses. En esa ocasión, me acusaron de vender drogas

La primera ocasión en que dicha gentuza 
me acusó en falso de un delito.


No me sorprendió demasiado, ya que dicho grupúsculo (con apenas una decena de integrantes) había intentado desde su formación gestionar las relaciones de los medios cannábicos con Podemos. Por supuesto, cuando hicieron el intento conmigo les mandé a paseo, y les dije que “se enterarían por la prensa y no antes” en aquellos trabajos que conmigo tuvieran que ver. Y así fue, cosa que pareció sentarles bastante mal, dadas las intenciones de controlar a los medios y lo que publicaban. Pero yo no estaba (ni nunca estaré) por la labor de que un grupo de parásitos del cannabis intente controlar a quién entrevisto, qué preguntas hago o intervenir las respuestas que no les gustaría que diera el entrevistado.

Es decir, no era la primera vez que recibía imputaciones de delitos por parte de esta gentuza, y en el caso de la entrevista a Conchi Palencia como miembro de Podemos, colocada artificialmente a responder sobre cannabis, parece que el detonante fue el mismo: no podían soportar que, por segunda vez, se enterasen tarde y no hubieran podido meter mano presionando al medio de turno para que les dieran voz en el asunto. Sin embargo el acoso continuó en dicha ocasión, hasta en las vísperas a la publicación de la entrevista, con la pretensión de que se les facilitase antes de que fuera publicada.

Por supuesto me negué a cualquier tipo de componenda con semejantes tarados, y no podía evitar sentir vergüenza ajena ante el comportamiento cobarde de una editora que permitía (y transmitía) semejante tipo de presiones, por parte de acosadores que provenían de dicho grupo político. Cualquier profesional, ante semejantes acusaciones contra un trabajador de la empresa, hubiera pedido pruebas de las acusaciones vertidas y -de tener cierta dignidad profesional- no hubiera tolerado que le pidieran la entrevista antes de ser publicada, ni hubiera hecho llegar dicha petición coactiva al trabajador. Aunque eso era el problema de tener como editora a alguien sin una adecuada capacitación profesional, que buscaba quedar bien con todos y que no supo reaccionar adecuadamente ante el acoso y las demandas de estos tipejos.


Si no podemos contigo, 
iremos a por tu mujer...

Tras la publicación de la entrevista, el acoso no cesó sino que aumentó seriamente. Al cabo de pocos días, me informaron de que el cabecilla de esa farsa llamada “Podemos Cannábico” (un ex-soldado profesional con un preocupante historial que, cuando se vio fuera del ejército, acabó trabajando para la banca de inversión -Banco Santander y BBVA-, la misma que ahora atacan desde su partido) de nombre Manuel Hernández González, estaba pidiendo información sobre mi mujer, con intenciones bastante turbias.

La información al respecto era sólida y recibí varias llamadas alertándome de ello, una por parte del director de un conocido medio cannábico que me dijo: “Ten cuidado, el Manuel ese está pidiendo información sobre tu mujer, y ha llegado incluso a pedírmela a mí”

Yo flipé un poco en ese momento, ya que tácticas de ese tipo son normales entre mafiosos, pero semejante acoso a una mujer, originado entre las filas de un partido como Podemos que lleva por bandera un discurso feminista y de defensa de las mujeres, me parecía algo delirante. ¿No pueden controlar a alguien que trabaja para los medios del sector cannábico y van a intentar amedrentarle con veladas amenazas que convertían en objetivo su pareja? Sí, exactamente eso estaba pasando.

Como dicho asunto me parecía de una gravedad enorme, me puse en contacto de nuevo con Joan Comorera para contarle lo que estaba sucediendo, ya que su compañera Conchi Palencia seguía haciéndose la sorda, dando así cuartel a los acosadores que continuaban sus acciones con total impunidad. En esa ocasión Joan me volvió a dejar claro que no podía hacer nada, ya que él no era de Podemos. Así que no tuve otra opción que intentar de nuevo que la senadora podemita diera la cara, con la esperanza se encargase del asunto ya que los acosadores pertenecían a Podemos. En esos momentos, el acoso lo habían ampliado a través de las redes sociales, con ayuda de sus troles y de cuentas creadas “ad hoc”, y se organizaban desde un canal de Telegram con el nombre “Círculo Podemos Cannábico”, donde llegaban a jactarse de que esa búsqueda de información sobre mi mujer, fuera capaz de provocar tensas respuestas por mi parte.

Escribí 2 veces al correo electrónico de Conchi Palencia en el Senado, para que quedase una huella clara de que se le había comunicado lo que estaba sucediendo, de manera que dicha señora no pudiera decir que no sabía nada del asunto. La informé una vez más de la campaña de acoso que estaban llevando a cabo desde su organización, y de cómo dicho acoso llegaba ya a un punto mafioso en que se intentaba amedrentar a alguien usando a su mujer como objetivo. No sirvió de nada, y la senadora volvió a dar la callada por respuesta, ignorando el tema y permitiendo que esa gentuza -salida de su partido y encabezados por el tal Manuel Hernández González- siguieran con el mafioso comportamiento que amenazaba a una mujer, sólo por el hecho de ser mi pareja.

Dos de los emails enviados a Conchi Palencia, 
informándola que de sus subordinados estaban pidiendo información sobre mi mujer 
y pidiéndole que interviniera: la tipa se hizo la sorda y miró a otro lado...


Tras este aviso, mi mujer fue víctima de una salvaje paliza por parte de un desconocido que -sin mediar palabra alguna- la asaltó y agredió a base de puñetazos en la cara y, tras conseguir tirarla al suelo, continuó agrediéndola dándole patadas en el estómago.

El violento agresor lo primero que buscó fue dejarla sin visibilidad, de manera que no pudiera defenderse ni captar de forma precisa de los rasgos del sujeto. Mi mujer quedó con la cara hinchada llena de hematomas, sangrando por la boca y la nariz, con los ojos totalmente morados de los puñetazos que recibió en ellos (que le rompieron las gafas y causaron también lesiones en nariz y labio), así como hematomas en el vientre y dolores en gran parte del cuerpo. El agresor, tras propinarle dicha paliza, salió corriendo y huyó sin mediar palabra, sin intentar robar nada ni dejar ver el motivo de la salvaje agresión.

Fue atendida en el mismo lugar de la agresión por la Guardia Civil y posteriormente trasladada al hospital en ambulancia, teniendo que estar varios días de baja por las secuelas de la paliza. A pesar de la rápida intervención de la Guardia Civil, ellos no han podido aún identificar al violento agresor...


Manuel Hernández González, 
el tipejo sobre el que me dieron el aviso 
de que estaba pidiendo información sobre mi mujer, 
"casualmente" antes de que un violento 
agresor la asaltara y le diera una paliza, 
sin mediar ni palabra. 


Dicha agresión, curiosamente, fue llevada a cabo en la primera ocasión en que mi mujer se quedó sola en la ciudad durante algo más de 24 horas, debido a que yo tuve que viajar a Madrid por motivos de trabajo. ¿Casualidad? ¿Una agresión tan violenta y grave a una mujer, por parte de un completo desconocido -sin mediar palabra alguna ni otro interés que dar una paliza- en la primera ocasión en que se encontraba sola?

No se puede ser tan ingenuo como para creer en las casualidades cuando se trata de una agresión aparentemente gratuita (sin intento de robo o delito sexual), contra una mujer que “casualmente” era el objeto de turbios comportamientos mafiosos, por parte de un grupo de tipejos, organizados en torno a Podemos, buscando conseguir información sobre dicha víctima. Este criminal agresor aún tiene pendiente que se haga justicia con él.

Otras víctimas de acoso 
desde el satélite cannábico de Podemos.

Los métodos indignos de esta gente han tenido otras víctimas. Hace pocos meses, la abogada y activista cannábica Beatriz Macho, representante de la Confederación de Asociaciones Cannábicas (ConFAC), tuvo que ponerse en contacto conmigo a raíz del acoso que estaba sufriendo en las redes.


La activista y abogada Beatriz Macho, 
víctima también del acoso del mismo personaje.


No era la primera vez que las tácticas mafiosas del grupúsculo podemita iban dirigidas contra ella (así como contra otros miembros del activismo cannábico hispano), a pesar de que ideológicamente se encuentra en el entorno de la misma izquierda. De hecho, ella y la gente a quien representa, habían sido “purgados” de Podemos Cannábico, a manos de este mismo tipo. Resulta paradójico que un grupo minúsculo de caraduras escondidos en Podemos, para sacar tajada de una futura regulación del cannabis, estuvieran purgando a la mayor agrupación cannábica del país, que reúne a quienes son la primera línea de frente en este tema.

Cualquiera de las asociaciones a las que representa esta confederación, cuenta (como poco) con diez veces más miembros que ese pseudo-círculo podemita. Sin embargo, cualquier disensión en los artificiales postulados de esta gentuza, desembocaba en la expulsión ya que el grupo era controlado por el mismo engendro y su entorno más cercano. Esto incluye a una mujer de avanzada edad, con pocas luces y un perfil bastante pobre formativamente hablando -así como alejado del activismo cannábico- de nombre Lourdes Ciria, que les sirve de marioneta con la que aparentar no estar al frente de dicha cueva de Alí Babá.

En la mencionada ocasión, Beatriz me contactó y me mostró el perfil de una nueva cuenta recién creada en Twitter, en el que se apuntaba contra ella, mofándose de su aspecto físico y donde se podía leer “Cuenta parodia de la conocida activista anticapitalista no muy lista”, y que figuraba como radicada en la misma ciudad donde vive esta abogada: iban de nuevo a por ella.

Perfil de la cuenta de Twitter 
usada en el acoso a la abogada Beatriz Macho.


Al mismo tiempo me informó de que el propio acosador se había comunicado con ella, intentándola hacer creer que dicha agresión provenía de mi persona. Para ello, no tuvo el menor reparo en inventar una serie de imbecilidades como que había rastreado dicha cuenta de Twitter hasta mi ciudad, e incluso hasta una dirección física concreta. 

No era la primera vez que dicho tarado intentaba engañar a la gente con lenguaje pseudo-técnico, intentando que sus invenciones pudieran colar gracias a la falta de conocimiento informático del usuario medio en redes sociales. Por supuesto, ni es posible rastrear una cuenta de Twitter, si no lo hacen desde los servicios técnicos de dicha red social, y mucho menos dar una dirección física vinculada, si no eres el ISP que proporciona Internet a la dirección IP asociada. Pero eso no quitó para que intentasen engañar a Beatriz y a otras personas, con falsos datos e invenciones sin fundamento alguno a nivel informático.

De forma coordinada en el tiempo, las cuentas de Twitter de esta gentuza, intentaron difundir que el autor de dicha agresión y acoso era yo. Tampoco engañaron con esa chapucera maniobra, en la que acabaron pinchando en hueso. Beatriz Macho señaló al acosador -Manuel Hernández González y sus marionetas de Podemos Cannábico- en un tuit que no dejaba lugar a dudas. 

Tuit de Beatriz Macho 
señalando al responsable del acoso en redes, 
así como su integración 
en el satélite cannábico de Podemos.


Y no sólo eso, sino que Beatriz tuvo el detalle de indicarle a la gente que se estaba dejando engañar por dichas cuentas acosadoras, que estaban equivocados si pensaban que yo era el responsable de dicha acción.


Tuit de Beatriz Macho, 
expresando que era falso que fuera yo el acosador, 
y señalando al entorno de Podemos.


Beatriz y yo mantenemos una cordial relación -desde el respeto a las diferencias ideológicas- que en ese momento no era conocida por nadie. Gracias a ese hecho, este nuevo acoso contra otra mujer no pudo serme imputado, y el tipejo que intentó difundir dicha falsa acusación, quedó nuevamente en evidencia. 

Todo ello gracias a ese segundo mensaje que publicó Beatriz Macho aclarando que yo no tenía nada que ver y que, en realidad, era un nuevo ataque del mismo personaje contra otra mujer más. Una práctica que parece ser ya totalmente rutinaria, dentro de este grupúsculo de comportamiento mafioso, a la hora de enfrentar a quienes no se pliegan a sus exigencias y pretensiones.

A día de hoy, en abril de 2019, este tipejo sigue acosando a Beatriz a través de diversos perfiles que va creándose en las redes, con el silencio cómplice de la senadora -puesta por Podemos al frente del tema del cannabis- y del resto de acosadores que le siguen el juego a este agresor. Y Podemos, mirando a otro lado...




La triste realidad de Podemos 
y sus mentiras sobre el cannabis.

A día de hoy, no parece haber duda de que el interés de Podemos con respecto al cannabis es simplemente un engaño de tipo electoral. Desde el año 2014 -cuando se creó esta nueva agrupación política- cada vez que se les preguntaba sobre el cannabis, la única respuesta que se obtenía era un “ahora no toca”. La cínica repetición de esa misma respuesta -por parte de los miembros y simpatizantes de dicho grupo- acabó llevando a que fuera usada en una campaña creada para presionar a los partidos que no daban la cara con el asunto del cannabis, que tomó como nombre “Si no toca, no hay voto”.
Logotipo de la campaña "Si no toca, no hay voto"


Cuando en el año 2015 tuve la oportunidad de entrevistar a Gaspar Llamazares, que había sido quien encabezaba la “Comisión Mixta para el Estudio del problema de las Drogas” y el principal valedor político (hasta ese momento) de los derechos de los usuarios, pude comprender gracias a su explicación que Podemos no tenía ni tiene el menor interés en el asunto del cannabis. Como atentamente me hizo ver, para Podemos el cannabis era un tema que en realidad no le podía dar apenas votos y sin embargo resultaba polarizante, con el consiguiente riesgo electoral en ese aspecto. Al preguntarle sobre cuál tendría que ser el camino para seguir luchando por los derechos de los usuarios de cannabis, me indicó que la vía era “interpelar a los distintos grupos parlamentarios y exigirles que se posicionasen frente al cannabis”. No le faltaba razón al experimentado político, y ya no valía con posicionarse y sacarse la foto en periodo electoral con promesas, vacías de cualquier acción real.

Finalmente la campaña “Si no toca, no hay voto” consiguió hacer que Pablo Iglesias, en un chat público con internautas, tuviera que dar una respuesta sobre el tema. 


El día que Pablo Iglesias se encontró con la activista 
de "Si no toca, no hay voto" en un chat público, 
donde no tuvo más remedio que contestar a su pregunta.


La única declaración previa de este político -hasta ese momento- sobre el cannabis, había sido un tuit en el que decía preferir el whisky y tildaba al cannabis de “lumpen-drug” (droga propia de grupos socialmente marginados, como indigentes, mendigos, etc.).


Pablo Iglesias insultando a los usuarios de cannabis, 
antes de que tuviera que inventarse otro discurso 
para no perder votos.

En las siguientes elecciones, Podemos introdujo en su catálogo de promesas electorales un punto sobre el cannabis, donde hablaba simplemente de abrir el debate sobre el tema pero no de acciones concretas que pudieran conducir a la despenalización del mismo. Siguieron durante dicha legislatura ninguneando el tema del cannabis, con la honrosa excepción de Hackbogado (por entonces diputado del Parlamento Andaluz), quien se esforzó en sacarlo adelante y dio siempre la cara en ese aspecto.

Por desgracia, Hackbogado acabó siendo víctima de la miseria y la envidia dentro del partido tras presentarse como candidato en 2017 a la secretaría general de Podemos, con la noble pretensión de que se hablase de temas que eran necesarios, de manera que las batallas internas de Podemos no eclipsasen los asuntos realmente importantes para el ciudadano de a pie. No buscaba ganar, y así lo explicó desde el primer día, pero el hecho de presentarse candidato -al mismo tiempo que Pablo Iglesias- fue algo que los sectores más orgánicos del partido, manejados por “el líder”, no le perdonaron jamás. Si Hackbogado ya se había granjeado el odio de los sectores más izquierdistas dentro de esa formación, al expresarse con libertad sobre cualquier tema (por ejemplo en la muerte del dictador Fidel Castro) y tener la dignidad de llamar a las cosas por su nombre, aquello fue algo que no le perdonaron ni Pablo Iglesias ni su cohorte de adoradores.


Hackbogado, autor del borrador de una ley sobre cannabis, 
expresándose con la honestidad que Podemos no tenía, 
sobre el tirano dictador de la isla de Cuba.


De hecho, cuando conseguí la entrevista con la senadora de Podemos y su compañero de ICV -año 2017- antes de realizarla pregunté a Hackbogado sobre ellos y me dijo que no les conocía. Y en la entrevista con la senadora Conchi Palencia y su compañero senador de ICV, pude comprobar que ni siquiera existía comunicación en los temas comunes de trabajo: Podemos nombraba “encargados del tema del cannabis” que no hablaban con la única persona del partido que realmente estaba trabajando en el tema del cannabis. Eso da una idea de la ausencia de interés en que los asuntos del cannabis progresasen realmente, siendo esos nombramientos sólo un parche cutre, buscando engañar a quienes les reclamaban acciones reales al respecto.

Hackbogado terminó por abandonar Podemos, tras completar la legislatura andaluza en 2018. Como se había comprometido -de forma personal- con los usuarios de cannabis, elaboró un borrador de ley sobre cannabis (mientras seguía siendo objeto de ataques por parte de los simpatizantes de Podemos, incluido su satélite cannábico), que es el que ahora pasean, de chiringuito en chiringuito, los mismos que otrora le atacaban. Es de agradecer que su coherencia y dignidad le llevasen a completar ese esfuerzo, pero parece que dicha propuesta -elaborada sin contar con los grupos que representan a la mayor parte de los interesados, como por ejemplo ConFAC- no tiene mucho futuro, ni dentro ni fuera del partido. Esto no debe resultar extraño, cuando Podemos ha abandonado el asunto del cannabis en manos del oscuro grupúsculo pseudo-cannábico que pretende usar el tema para sacar beneficio propio, atacando y acosando a quienes realmente llevan lustros luchando por conseguir avances en esta materia.

De hecho, los propios engendros que controlan Podemos Cannábico, esconden el propio tema del cannabis a sus compañeros de partido. Un par de buenos ejemplos de esto: la candidatura a primarias del propio dictador del grupo -Manuel Hernández González- o el discurso de su marioneta -Lourdes Ciria Roselló- cuando se presentó como candidata al “Consejo Ciudadano Estatal” de Podemos.

El primero, en la presentación de su candidatura a primarias por Madrid, omitió por completo su relación con el tema del cannabis y la ocultó a aquellos a quienes pedía el voto. Ni una referencia, ni mención sobre cannabis ni nada relacionado, como cualquiera puede comprobarlo acudiendo a la web de Podemos, donde se postuló como representante sin éxito alguno.

La segunda, la tal Lourdes Ciria, cuando subió al escenario de Vistalegre a exponer las razones por las que se presentaba candidata al mencionado órgano interno de Podemos, omitió también cualquier referencia al cannabis, la marihuana o los derechos de consumidores y cultivadores. Se limitó a hacer un discurso que hablaba de todo menos del cannabis -no siendo que fuera a molestar a algún jerarca del partido- y se quedó tan ancha como es. También cualquier persona puede comprobarlo, viendo el vídeo de aquel lamentable espectáculo donde quedaba claro que el cannabis era la menor de sus preocupaciones, y que simplemente lo usaban para intentar trepar en el organigrama del partido, buscando un sillón.


Manuel Hernández González y Lourdes Ciria Roselló, 
los dos trepas que intentan hacer carrera política en Podemos, 
aprovechándose del cannabis para buscar sillón.

Aparte de los dos esperpentos anteriormente citados, recordemos que los nombrados por Podemos para tratar el tema del cannabis son un abogado de otro partido -cuya actividad laboral no tenía que ver con este área- y una señora, sin carrera universitaria ni relación alguna con este tema, que lo más cerca que ha estado del cannabis debió ser cuando regentó un nocturno bar de copas, careciendo de formación real o conocimientos sobre este asunto.

Como me indicó un periodista que había preguntado directamente (a altos cargos de Podemos) cómo tenían a esta gente al frente de su sucursal pseudo-cannábica, en lugar de tener a otras personas con un conocido historial de activismo y sin otros oscuros intereses, le contestaron lo siguiente: “es que esas otras personas, son más verdes [vinculados a la planta de cannabis] que morados [en alusión al color corporativo del partido], y nosotros queremos a alguien de nuestro color”

Hablando en plata: la formación quería que cualquier bicho que tuviera más lazos con Podemos -como aparato político- que con el activismo cannábico real, ocupase el espacio asociado. Eso les aseguraba la obediencia y el control de dicho grupúsculo, para que se mantuviera en una cómoda irrelevancia que no entorpeciera -con el asunto del cannabis- el desarrollo de la imagen pública de los altos jerarcas del partido y sus intereses.

Ante de terminar, cabe recordar que no existe posibilidad alguna de que Podemos (con su escaso peso político en la aritmética de la votación de leyes), pueda realizar cambio alguno. Todo el mundo es consciente de que sin el PSOE (y/o el PP), no parece existir ningún recorrido que permita modificar la situación del cannabis. 

Y a pesar de ser “socios preferentes” del PSOE, no han hecho la más mínima labor para modificar la postura prohibicionista de Pedro Sánchez, que se niega siquiera a hablar del tema. Precisamente, en lo único que podían resultar útiles, han evitado hacer nada para no molestar a su socio. De los acuerdos arrancados al PSOE -que luego los socialistas se suelen pasar por el arco del triunfo- no existe la más mínima mención al cannabis ni lucha alguna por cambiar la posición de dicho partido. El PSOE es prohibición y sigue siéndolo, pero a Podemos no le importa eso con tal de “tocar moqueta”.


PSOE es prohibición, y el socio de Podemos.


Y es que, recodando un comentario de Pablo Iglesias sobre otro dirigente político (con el que, sin querer, se definió muy bien a sí mismo) no conviene olvidar que...


“Podemos no es cannábico: 
es lo-que-haga-falta 
con tal de engañar al votante”.






* El autor de este texto no pertenece a ninguna agrupación política, no simpatiza con ningún partido, no pide el voto para ninguno, ni dará su voto a ninguna de las formaciones existentes.