domingo, 7 de enero de 2018

¿Crisis de sobredosis por opioides? Negocio para la farmacia.

Este texto fue publicado hace más de un año en el dominio Cannabis.es y esperamos q os ayude a comprender que no todos los que parecen buenos, en esta historia de los opioides en USA, lo son. A veces la abuelita ya no existe y es el lobo con su camisón pero ni el lector ni nadie se da cuenta hasta que es demasiado tarde...

Demasiadas veces, y en demasiados campos.

*.*.*

Nuevos fármacos, nuevos presos, nuevos negocios...
(Vivitrol y coleando).

Puede sonar algo fuerte -entrar con la pierna por delante y a la rodilla- este título por el que he optado para encabezar este texto, que será desagradablemente veraz, pero necesario. Todos los esfuerzos que se puedan hacer para alertar a la población de cómo se les está mintiendo y usando -en las peores formas de entender dicha palabra- para ser simplemente “ganado al que ordeñar económicamente”, son pocos a estas alturas.


 La farmacia como enemigo público de primer orden
Desde esta web hemos denunciado -una y otra vez- lo que la  BIG PHARMA hace y es: esos tipos -con mucho dinero y ningún escrúpulo- que prefieren ver morir a hombre, mujeres y niños por millones en beneficios, antes que bajar sus precios. Si no les das dinero, no les interesa tu bienestar: no seas tonto y creas que trabajan por tu salud, ya que no es así.
Ante este panorama, en el que el enfermo (y también el no-enfermo) es el objetivo de la voracidad farmacéutica -en su faceta de negocio que mueve muchos millones- debemos empezar a formarnos en áreas que antes considerábamos restringidas a médicos y farmacéuticos: nuestra salud y sus remedios. Evidentemente, no se puede esperar que todo el mundo esté capacitado para saber que la “viagra femenina” es un absoluto timo y un peligro para la salud de quien la usa, o que los fármacos que le estamos dando a los niños con la excusa de la gran enfermedad “creada e inventada para las masas” del TDAH, son exactamente los mismos por los que metemos en la cárcel a adultos que los utilizan -también de forma correcta, pero además, de forma libre y consciente- y que las nuevas grandes salvadoras contra la "epidemia de opioides" que nos llegan de manos de las farmacéuticas son la naloxona y la naltrexona (también la buprenorfina pero de otra forma y ya se han dado cuenta del timo económicoy que en realidad son dos viejas conocidas, que no traen ninguna cosa , pero “las están peinando” para que sean presentadas masivamente como un recurso necesario, en un volumen tan disparatado como el de los opioides. Han logrado una ciudadanía con 2 millones de adictos (sólo en USA) y una población reclusa -hasta en cárceles privadas- que está enganchada a los opiáceos en un histórico récord del 15% de los reclusos. Genios.
Olé. Lo han clavado estos narcos legales de la BIG PHARMA a la hora de conseguir tener una clientela rehén, y con la bendición de los poderes del estado, a quienes compran de la misma forma que -por ejemplo- Boiron ha comprado una cátedra de homeopatía en una facultad de Medicina, para darse brillo y lustro mientras dicha facultad ha prostituido su metafórico ojete por pasta, simple y llanamente. Es todo culpa del papel moneda, que engrasa que te cagas...
¿Qué más puedo decir? Si son los mejores hay que reconocerlo, y punto.
Primero han enganchado a una buena tajada de la población (transversal, de jóvenes a ancianas) a tomar drogas de alta potencia narcótica (y por lo tanto, ADICTIVA) como la morfina, el fentanilo y otras similares, asegurándose así la clientela; si era moralmente correcto, como veréis, es algo que no importa en esta historia. Posteriormente, cuando esa criminal acción ha empezado a rendir muertos -que no eran “yonquis” sino población común- se han llevado las manos a la cabeza e incluso han susurrado un cierto “mea culpa” pero era sólo fachada: estaban preparando la segunda fase. Comprobaron que se les empezaban a matar los clientes, algunos quedándose dormidos mientras iban conduciendo y otros en casita, cuando no se lo esperaban (porque a diferencia de estos usuarios nuevos, los viejos usuarios de drogas saben lo que hacen en mayor grado que estos nuevos “enganchados por la farmacia”) así que dijeron que tal vez se les había ido la mano con las prescripciones y con el “estímulo que habían imprimido al mercado”, pero que estaban trabajando en una rápida solución.
Cabe recordar que “solución”, para la industria farmacéutica de la época, fue lanzar la heroína como un fármaco no-adictivo y que, además, era capaz de hacer perder todo el interés por la morfina a los morfinómanos. ¿No hace falta que explique lo que pasó, verdad?
Estimulando el mercado, como eufemismo de “vamos a usaros como a ganado hasta que os exprimamos en vida, de niños a ancianos”, y funciona. En USA y Canadá se lo creen todo, y no es extraño ya que los medios de comunicación que dibujan su realidad, pertenecen todos a los mismos bolsillos que invierten en esos pelotazos “farmacéuticos”, con nivel del escándalo moral, pero que se olvidan pronto de la memoria colectiva. Los ciudadanos no pueden saber lo qué pasa, porque el mismo que les está robando es quién les hace de guía, en un entorno en el que han sido -previamente- privados de conocimientos que les permitan darse cuenta de lo que está sufren y lo que le están haciendo... a sus hijos, hermanos, padres, abuelos... a todos.
Y vamos con “la solución”  AKA remedio mágico: la naltrexona. Un fármaco de los años 70 y que se lleva usando décadas, y es de todo menos nuevo. Naltrexona, además de la naloxona que llevan promocionando años ya. ¿Por qué? Como todo: porque da dinero. Ahora mismo tanto naloxona, como naltrexona -la nueva invitada, que no es tan nueva- son fármacos de abuso: el abuso que comete la BIG PHARMA al aumentar cientos de veces sus precios, si motivo alguno, salvo el interés económico.
Por supuesto, la solución -que no lo es en realidad- representa ingresos desmedidos para la industria farmacéutica, y esta vez lo hacen mediante el asalto a las arcas públicas, vendiéndole a los estados ingentes cantidades de los antagonistas opioides a precios que superan con creces el mayor de los márgenes del narcotráfico en las drogas clásicas.
Ellos lo bordan, mirad: “No solo para los médicos: la droga antídoto para las sobredosis de opioides -naloxona- está siendo lanzada a las masasAsí de claro calificaba -la revista de temas médicos- STAT el asunto de la naloxona, dándonos datos como que en la última década el uso de naloxona (la demanda de la misma) se ha multiplicado por 4, sin contar el actual momento con el pico que se está viviendo en la adquisición de este recurso. En Ohio incluso están animando a los ciudadanos a que lleven naloxona encima -para tratar posibles sobredosis que encuentren en su quehacer- y en Carolina del Norte y Pensilvania, se ha emitido una orden por la que la naloxona se puede adquirir libremente en farmacias. También en Carolina del Norte y Nuevo México se está dando naloxona a todos los presos que salen de prisión, ya que las sobredosis en ellos son desgraciadamente frecuentes y en especial en las primeras 48 horas tras su salida de prisión.
Desde el lobby de la BIG PHARMA se desea “penetrar presupuestariamente” y de forma completa a la policía, pero ahora el objetivo se ha ampliado y apuntan a otros profesionales como pueden ser el personal de los aparcamientos, guardias de seguridad y otros miembros relevantes de las comunidades. Naloxona y cursos de entrenamiento, que vienen de mano de la misma industria que fabrica la sustancia, la misma que cobra a cargo de los presupuestos generales salidos del bolsillo de todos, y la misma que ha creado un problema que ellos mismos califican de “epidémico” y que ahora requiere de una solución que -oh, casualidad- nos trae la BIG PHARMA.
¿Pero de verdad que a nadie más le suena sospechoso todo esto?
El último gran asalto al bolsillo ha comenzado con la “nueva” medicación -vendida como panacea- para un sistema penitenciario saturado y que, como ya hemos dicho, es la naltrexona de toda la vida y no es una mágica solución. Lanaltrexona, es un antagonista opioide que bloquea los receptores, haciendo que el consumo de opioides resulte inútil, y no causan efecto alguno en la persona. En nuestro país se ha usado y se usa para los tratamientos “libres de drogas” en los que resulta preferible, para el paciente, saber que aunque consuma no va a conseguir efecto alguno. Se puede comprar en la farmacia “casi sin receta”. Digo casi porque en teoría no te pueden dar nada sin ella, pero al no tener efecto alguno psicoactivo (o tenerle incluso negativo) ni posibilidad de abuso, la dan. Yo obtuve una caja llena de botellas de dicho fármaco por menos de 80 euros. La naltrexona es barata y accesible; siempre lo ha sido. Y se consume por vía oral (la naloxona no es activa por vía oral y para ello se usa naltrexona, aunque es la naloxona el antagonista usado en sobredosis vía inyección o nebulizador nasal). Ahora, la industria farmacéutica ha obrado su magia y, de una molécula que no les daba prácticamente ningún beneficio (como les ocurría con la naloxona), han creado “nuevas presentaciones” que les permiten cobrar LO-QUE-LES-SALGA-DEL-HUEVO por viejas sustancias; la patente ya no sólo es el compuesto y su química, y con ese enfoque juegan. En este caso, han creado una inyección intramuscular profunda -una aguja larga de cojones y ya- que te deja el cuerpo (vía culito y pinchazo) impregnado de naltrexona durante un mes, haciendo inútil consumir heroína, fentanilo o  morfina. Eso sí, otras drogas como la cocaína  y los  barbitúricos o el  alcohol  y la  anfetamina, te seguirán haciendo efecto. Si lo que quieres es “drogarte” lo harás, aunque no sean con una en concreto.
Naltrexona y similares sólo sirven para los opiáceos y opioides, pero tiene un gran “público potencial”: los presos que salen de las cárceles a quienes se les ha comenzado a facilitar un par de chutes de naloxona, por si tienen ese mismo día una sobredosis (algo tremendamente normal a día de hoy ya que salen como saldría un toro encerrado y sin tolerancia porque no han tomado opiáceos en meses y, entre las ganas y el mayor efecto con menor cantidad, suelen irse para el otro barrio). Con la naltrexona -y su duración “reformulada” de un mes y por el injustificable precio (robo) de 1000 dólares, ahora podrán tener un bloqueo para opioides de más duración, que una vez inyectado la persona no podrá hacer nada para revertirlo.
Yo, como usuario de opiáceos y opioides, agradezco la existencia de algo que me puede salvar la vida. Pero no puedo evitar preguntarme si realmente el número de consumidores justifica tan salvaje aumento de dispensación de estos fármacos. A pesar de esas leyes para que cualquier ciudadano y sin explicación pueda comprar estos fármacos, creo -como usuario- que nos iría mejor si reformasen las leyes que convierten en un acto criminal el uso de drogas (en España es un derecho, aunque limitado en el espacio público) y que eso acabase con el mercado negro... de una santa vez.
Y aunque suene conspiratorio, tengo que rendirme al final ante la evidencia: mercado negro y farmacia se complementan y se necesitan para justificar muchas de sus acciones. Llevo mucho tiempo preguntándome cómo pudo llegar la W-18 a la calle, o con los nuevos muertos en Canadá, quién sintetizó carfentanil con el peligro que eso supone. Y siempre me viene la BIG PHARMA a la cabeza (son los que pueden, eso no se hace en un garaje con 4 matraces) que es la que al final sale siempre ganando. Es muy arriesgado decir que ellos los sintetizaron y lo pusieron en el mercado, para aumentar la histeria con la epidemia de opioides y el número de muertos, así que lo dejo en una “ida de pelota mía” pública (pero ahí queda).
Ahora, cuando veo que les van a vender naltrexona a 1000 dólares por inyección -bajo el nombre de “Vivitrol”- vuelvo a pensar por dentro: “¡¡joder, qué putos genios!!” ¿Qué narco es capaz de conseguir eso y que, además, se lo vaya a pagar el estado y a presentarle ante todos como un salvador de la sociedad y las drogas? No excluyo que le den la medalla del congreso de los USA o algo así, sobre todo si hacen donaciones como los fabricantes de fentanilo allí. Esto de la  BIG PHARMA es nivelón a la hora de prepararla gorda, y no lo de Pablo Escobar o El Chapo Guzmán.
Han construido una cárcel alrededor de toda una sociedad, que asiste incrédula a la violación de sus propios derechos elementales, sin llegar a ser conscientes de lo que está sucediendo, ni de quién es el agresor y quién es la víctima.
Volviendo al título de este texto, habrá que repensar con quién nos estamos jugando la salud.



lunes, 1 de enero de 2018

SERIE DROGOTEST II: La química del drogotest.

Este texto fue publicado en la revista Soft Secrets dentro de la serie Drogotest, bajo el pseudónimo "Drogodogo" (al parecer mi trabajo era bien recibido pero no que firmase con mi nombre, pero aún así el proyecto me resultaba inicialmente interesante y acepté usar "Drogodogo"), y esperamos que os guste y os ilustre.

Este 2018 va a ser un año complicado en todos los aspectos del cannabis, y los que más lo vamos a sufrir somos los usuarios y cultivadores. La persecución policial del cannabis, la engañosa imagen que la "prensa seria" da del asunto, la también engañosa imagen que la "prensa especializada" (prensa cannábica) da también de los "avances" producidos en la evolución legal (cómo nos venden la moto), y el asalto económico al bolsillo del ciudadano vía drogotest, son algunos de los frentes que sufrimos y que no tienen pinta de mejorar, salvo tal vez el asunto del drogotest ahora llevado hasta el Tribunal Constitucional y pendiente de resolución.

Mis mejores deseos para dicha iniciativa: hay que acabar con esa perversión que policía y estado nos venden como seguridad vial aprovechándose de la falta de conocimiento en estas áreas de la mayoría de la gente.
Y pronto.

Empezamos este 12º año de blog, y esperemos que en el 13º podamos decir que ha muerto el monstruo en alguna sala del Constitucional.

El primer texto de esta serie, publicada íntegra en Soft Secrets España, lo podéis leer aquí:
Serie Drogotest I.


*.*.*

Como ya comentamos en el número anterior, el desembarco de los drogotest en nuestro país -especialmente de la forma en que se está produciendo en estos momentos en que grandes cantidades de estos dispositivos están siendo adquiridas por las policías municipales de pueblos y ciudades- no se debe a cuestiones meramente relacionadas con la seguridad vial y la necesidad de rebajar el número de accidentes, sino a un objetivo claramente recaudatorio en el que se obvia la función de control por seguridad y se prima la de “acertar con el positivo”, provocando esto que los usuarios de cannabis (y también sus acompañantes o quienes convivan con ellos, según me indicó la policía en una de sus incursiones con drogotest sobre mi persona) sean el target preferente en la caza del “ciudadano dopado”.




Apuntando con precisión, el abogado -especialista en derecho y drogas- Héctor Brotons, señalaba en la pasada edición que la constitucionalidad de este Real Decreto Legislativo 6/2015 de 30 de octubre que aprobaba el texto refundido sobre la Ley de Tráfico, está abierta y puesta en cuestión desde que un juez advirtió que un par de artículos (los esenciales) no podían ser garantizados por el drogotest, ya que este determina la presencia de droga en el organismo pero no la afectación del mismo y en la misma ley se observa cómo el consumo queda permitido a otros, sancionando solo la afectación si es determinable. Eso sitúa -como bien dice el jurista- en el “principio del fin” el momento de esta ley: es sólo cuestión de tiempo que otros afectados de forma injusta por esta norma se rebelen contra ella y apelen a su inconstitucionalidad para poder defenderse de forma justa.





Y vamos a ver, sin más dilación, cómo se “estira” la química -hasta casi lo infinito- para hacer la magia que suena bien en todos los sistemas de recaudación: que llueva dinero, que para eso se invierte primero...


¿CUÁNDO DARÉ POSITIVO EN UN DROGOTEST?

Vamos con la pregunta del millón -o de los 1000 euros y 6 puntos- para ir aclarando las cosas. Dar positivo en un drogotest, de tipo reactivo como los usados hoy día por las policías, no equivale a estar afectado por una droga y tampoco haberla consumido de forma directa, ya que lo que se detecta es la presencia de un compuesto similar al buscado (de ahí los falsos positivos químicos de esos test, no son 100% exactos y necesitan análisis posteriores). 

Al menos en dos ocasiones, la propia policía me ha confirmado que han vivido casos en que los acompañantes daban positivo también sin ser consumidores y tampoco podían hacerse cargo del coche, ya que para ello debían estar “legalmente limpios” de toda molécula prohibida o parecida en sus cuerpos, y el drogotest decía que no era así.

Darás positivo en un drogotest cuando en tu cuerpo, bien sea por consumo crónico o puntual, elegido o inadvertido, prescrito por un médico o no prescrito, existan cantidades detectables de alguna sustancia buscada. En el caso que nos ocupa, el cannabis, los límites de detección comenzaron estando establecidos en 30 nanogramos por cada mililitro de saliva como concentración mínima para que se iniciara el procedimiento, dentro del cual se realizaba una segunda toma que conllevaba una segundo análisis para determinar la cantidad exacta y, de esta crucial forma, vincular de forma presuntamente objetiva esa tasa con una afectación concreta.

¿Y qué es un nanogramo? Pues un nanogramo es la millonésima parte de un miligramo, y en un grano de sal habrá unos 50.000 nanogramos, para que te hagas una idea. 

Es una medida muy pequeña, pero como podremos observar las hay mucho menores, como el picogramo con el que ya nos amenazan desde algunas instituciones de rol colaboracionista con estos neo-recaudadores: una milésima parte de un nanogramo como nuevo campo de juego para el nivel de detección... ¿eres siquiera capaz de imaginarlo?

Hace unas semanas se publicaba en los periódicos locales de Salamanca una noticia que advertía de la enorme inversión que estaban realizando desde la policía del Ayuntamiento de Salamanca y la Universidad de Salamanca (USAL), para adquirir una maquinita conocida como “espectrómeto de masas de triple cuadrupolo” y que vale 215.000 euros nada más. Digo nada más, porque eso se paga con 215 multas simplemente... a 1000 euros la multita: ¿vais pillando cómo va el asunto?






Volviendo a nuestra querida planta, el límite de 30 nanogramos, que si bien no era algo ideal -ya que no implica una afectación tampoco- parecía ya suficientemente sensible, de repente -y en especial desde hace una década- se les quedó pequeño. 

De ahí se saltó en pocos años a una sensibilidad 3 veces más grande, con lo que se empezaron a detectar muchos más positivos químicos que nada tenían que ver con la realidad de lo perseguido por una ley de seguridad vial: 10 nanogramos por mililitro de saliva. ¿Y qué supone esto? Un engaño, ya que se está forzando la química y los análisis para conseguir tasas de sancionados que alimenten económicamente las arcas de los que disponen estas pruebas usadas de forma indiscriminada y torpe.

Si antes resultaba posible dar positivo por THC en un control de drogas, simplemente por haberse fumado un porro la noche antes (en el caso del THC, su naturaleza química le hace ser muy lento de eliminar del cuerpo aunque no presente efecto alguno), ahora esa posibilidad se volvía tremendamente real. Los gráficos con los que los vendedores de estos aparatos se mostraban “legítimos” indicando que sólo perseguían ciertos consumos inmediatos y relacionados temporalmente con la conducción resultaban venirse abajo de golpe, ya que el periodo ventana del que hablaban de 6 horas, quedaba extendido ampliamente por el aumento de precisión del drogotest.

Pero eso ocurría antes del año 2010, y el límite de 10 nanogramos por mililitro se les volvió a quedar pequeño, ya que si aumentaban el nivel de detección para el THC perdían clientes porque recaudaban menos, así que en una clara estrategia empresarial y que nada tiene que ver con la seguridad vial, rebajaron aún más el nivel para pillar a más inocentes ciudadanos (inocentes porque no violaron ningún precepto ni el positivo en el test implicaba afectación alguna, ahora ya menos que antes) y lo dejaron en los "oficiosos pero no oficiales" 5 nanogramos por mililitro de saliva.

Sin embargo es público -por los informes emitidos de su propia mano empresarial- que el producto es capaz de detectar concentraciones tan bajas como 2'1 nanogramos por mililitro de saliva, mientras la Unión Europea recomiendo fijar el punto de corte para el cannabis en 27 ng/ml.

Hablando claro: hoy día si eres sometido a un drogotest traidor, podrás dar positivo en THC con 15 veces menos cantidad de THC que hace 10 años con la misma prueba

Si en origen se afirmaba que estos test sólo afectaban a un periodo no superior a las 6 horas en su detección, es bastante lógico comprender que este periodo posible de detección en saliva se haya ampliado también de forma descomunal, y más si atendemos a errática naturaleza de los principios activos del cannabis en los diferentes organismo humanos. 

Si antes decían 6 horas, ahora es razonable pensar que abarcan más de 24 horas dada la farmacocinética del THC. ¿Daré entonces positivo con el porrito de buenas noches al día siguiente? Sí, es muy probable que así sea si el test que te aplican resulta ser de los de última adquisición por parte de las policías.

Y también tu pareja puede dar positivo si estaba en la misma habitación y respiraba el mismo aire, ya que el nivel de detección bajado hasta esos límites de la química extrema es capaz de detectar lo indetectable hace unos años. Pero no olvidéis que lo que detectan no es la afectación, y eso es lo que originalmente persigue la ley de seguridad vial, ahora abierta en su constitucionalidad.


¿POR QUE EL DROGOTEST 
NO ES FIABLE 
NI PARA INDICAR EL TIEMPO?


El cuerpo humano es una maquina químicamente muy compleja, que por ello sus procesos biológicos y químicos resultan diferentes en diferentes sujetos, si bien dentro de ciertos patrones generales que nos unen como especie. 

La forma de metabolizar las distintas sustancias en nuestros organismos varía por cuestiones de idiosincrasia individual derivadas de la dotación genética, del medio en que se encuentra y de sus circunstancias puntuales como “bio-laboratorio”. 

En dicho laboratorio humano se realizan millones de reacciones químicas al segundo, que van desde el intercambio de gases realizado en los pulmones y que nos permite seguir respirando a la transformación del alimento en energía y nuevos bloques para construir tejidos, y que se afectan unos a otros indefectiblemente. 

Por eso, existen alimentos que pueden interaccionar con algunos fármacos o drogas, aumentando o disminuyendo su efecto al aumentar o disminuir las concentraciones disponibles en los fluidos corporales. También esto puede ocurrir entre distintos fármacos, o incluso sin el concurso de un agente externo -bajo fiebre o enfermedad- y en muchas otras circunstancias en que nuestro cuerpo decide actuar de otra forma, como puede ser ante una noticia traumática en el que nuestro propio comportamiento se ve alterado, y eso tiene un correlato bioquímico.

Por ello, la eliminación del THC -y la velocidad y tiempos a la que esto ocurre en tu cuerpo- no tiene porque nada que ver con la de otra persona, y se ve afectada por factores que no se pueden ni medir ni tener en cuenta a la hora de evaluar una conducción bajo la influencia de una droga, como es el caso.

Esto quiere decir que la ley afecta de forma distinta a mujeres que a hombres, a usuarios puntuales que a usuarios crónicos, a usuarios lúdicos o terapéuticos, e incluso a grupos tan llamativos como personas más gordas y personas más delgadas, ya que el tejido adiposo o graso juega un papel fundamental en la cadena de eliminación de los metabolitos del THC. 

Las diferencias químicas entre personas, convertidas en diferencias prácticas ante las leyes sancionadoras: esto no puede obviarse si se pretende legislar con justicia y no con arbitrariedad.

Esto ha llevado a que los fallos que no reconocen los propios interesados -las policias de cada país en su estudio ESTHER, que afirman que el producto tiene un 100% de aciertos- se hayan visto expuestos por boca del propio “Omsbudman” o “Defensor del Pueblo” en Finlandia con una realidad bien distinta que mostraba que “como mínimo un 10% de los positivos eran falsos” (ya sólo a nivel químico y sin entrar en lo incorrecto de lo detectado). 

Esto se produjo tras recibir cientos de quejas de ciudadanos-víctima sancionados injustamente y usando el test como base para un castigo que afirmaban que los resultados estaban fuera de toda lógica, y el Instituto Nacional de Salud finés se encargó de comprobar que los resultados no tenían demasiada validez científica haciéndolo notar en su preceptivo informe y señalando así mismo lo errático de los resultados para cannabis, cocaína y opiáceos que quedaban al desnudo cuando se aplicaban análisis de calidad y no drogotest rápidos y poco fiables como los actuales test rápidos usados por la policía.

En el propio mensaje emitido por el representante finlandés se aconseja a los cuerpos de policía que usen dicho aparato que no confíen demasiado en él a la hora de establecer una “conducción bajo la influencia” o afectación de drogas, ya que el aparato se entiende allí que es un aporte indiciario pero no probatorio y es el policía quien evalúa la afectación para el tráfico. Y resulta obvio que si el drogotest es un saquito de errores y falsos positivos químicos, que no sirven para establecer con certeza una conducción afectada por las drogas allí, tampoco lo son aquí en nuestro país por mucho que los que “hicieron sus propios estudios” al respecto se empeñen en repetirlo.


De hecho, la aportación hispana a dicho estudio, vino de la mano de un conocido policía -especialmente de unos años a esta parte, por su apoyo a la violencia usada contra ciudadanos en las fuerzas de policía- y cuyo currículum no es precisamente el de un científico, ni tampoco el de una persona que inspire confianza alguna, pero llegamos al final y eso os lo contaremos el próximo número.


PS: Acabo de ver que la revista Soft Secrets, esta REPUBLICANDO mis textos en digital, pero que está cambiando el autor por alguien totalmente desconocido, de nombre "Kevin", y que nada tiene que ver con la realidad.




Si es porque les da miedo que les relacionen con Drogoteca -de ahí lo del nick Drogodogo que tuve que usar- el miedo es libre...

Pero no la legislación al respecto.
Que se atengan.


 


PS: El siguiente texto, de esta serie, lo podéis encontrar aquí... http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-iii-quien-es-el.html

jueves, 30 de noviembre de 2017

To trade or not to trade: el dilema del poseedor de Bitcoin

Este texto fue una reflexión personal, publicada en la web sobre Bitcoin de ElBitcoin.ORG hace unas semanas, en lo referente al tema del trading (andar comprando y vendiendo criptomonedas). Creo que contiene algunas reflexiones que son de lo más acertado y que según pasa el tiempo, veo que más fundamento tienen.

Espero que os guste y os sea útil en este proceloso mundo del Bitcoin y las criptomonedas... ;)

--

To trade or not to trade.



Cuando uno pasa el suficiente tiempo en el universo Bitcoin, tarde o temprano se llega a enfrentar a este dilema. El trading, la actividad de comprar y vender moneda a cambio de otra, es esencial a la hora de fijar el valor de la moneda en un momento dado, ya que a diferencia de otros usuarios (como quienes usan Bitcoin en un mercado de la darknet para adquirir un determinado bien, pero no “retiene” la moneda) los traders son quienes evalúan -con sus compras y ventas- el precio real de una moneda o un valor en el mercado.



Mi primer contacto con el trading -con control directo e inmediato de mis monedas frente a otras varias- fue hace pocos meses. Por suerte, y digo suerte porque eso fue en gran medida, sucedió justo antes de la burbuja que vivimos en la primavera. En previsión del fork de Bitcoin, y preocupado por ese dinero -que iba ganando en valor con el tiempo, hasta ser una variable imposible de no tener en cuenta- quise proteger lo que hasta ese momento había guardado en Bitcoin, y busqué otras posibles monedas para una mala situación -esperaba- en Bitcoin. Suerte fue que, si bien mi predicción de fork iba muy anticipada, el conjunto de decisiones lo tomase en esos días: mutipliqué varias veces aquello que coloqué en otras monedas, porque tuve la suerte de pillar ese momento.

Los planteamientos generales de mi decisión eran “buenos”, porque derivaban de un análisis de largos plazos que no buscaba dinero rápido sino protección. Pero el hecho que temía, el fork, no se produjo hasta meses después y aunque Bitcoin no se había inflado de precio tanto como otras monedas en ese tiempo, había doblado prácticamente su valor: me había equivocado, pero había acertado. 

Darme cuenta de ese hecho de forma tan tajante (mi predicción era errónea, al menos en ese momento) me ayudó a no creerme -por efecto de la suma de dinero ganada con la suerte del momento- un experto en el tema, capaz de predecir tan espectaculares escenarios de crecimiento. Esa ocasión fue suerte, y lo tuve muy claro desde el principio.

Aunque yo ya he tomado la SANÍSIMA decisión de no asesorar a nadie ni ayudar a nadie -sin cobrar por mi tiempo- con el tema de las criptomonedas (es muy pesado cargar con todo lo que la gente no sabe e intentar que comprendan todo esto con un muro de desconocimiento delante, defendido por otro de prejuicios detrás) mantengo un pequeño grupo de Telegram en el que varios personajes, compartimos cripto-asuntos. 

[[Actualización: dicho grupo aunque sigue siendo privado, ha abierto un "supergrupo" (así lo llama Telegram) para quienes tengan dudas y quieran charlar sobre estos temas. En enlace de acceso para la Cripto-escuela de Salamanca es este: https://t.me/joinchat/BG_IqkwgfFi8adD_W0Ok7A ]]

En él hay algún ilustre entrevistado de esta web (ElBitcoin.org) y otras personas totalmente desconocidas que se han ido “agregando” en momentos distintos: personas con formación en Bitcoin muy distinta, pero todos dentro del límite del usuario de nivel medio, como máximo (como yo). En el grupo, que paso de ser “Cryptoboyz & Girlz” a “Escuela de Salamanca” (recuerdos a Palamedes) nos echamos una manita y nos ayudamos.




Y todos nosotros -todos sin excepción- hemos caído en el trading. ¿Por qué? Está claro que cuando llevas un tiempo en esto, ciertas noticias sabes que van a tener repercusión (positiva o negativa) y sueles ver que puedes tomar ventaja de lo que va a suceder (si eres capaz de interpretar bien el escenario y su resultado en un momento puntual). 

Yo suelo decir que, con esto de las criptomonedas, pasa algo similar a lo que ocurre con algunas partículas observadas con el prisma de la física cuántica: puedes determinar su vector de dirección y velocidad o su posición exacta, pero no ambas cosas a la vez. 

Puedes acertar en el escenario y errar en la conclusión, y puedes hacer la jugada inversa también (lo que sería acertar de casualidad, como yo). Lo que está claro es que es también, el trading de criptomonedas y de otros valores, un campo probabilístico y no determinístico. Si eres muy de la mecánica clásica y te da “yuyu” eso del gato vivo-muerto, a lo mejor esto te supera. Si quieres saber lo que tienes y cuánto vale con una precisión pre-establecida, lo tuyo es la moneda fiat y no la criptomoneda (al menos, de momento).



Todos hemos visto la posibilidad de ganar dinero rápido, y hemos tentado a la suerte con diferente fortuna. Lo único que nos salvaría a todos (hablo especialmente del grupo mencionado, pero puede ser aplicado a otros muchos fuera de él) de nuestros propios errores en el trading, es que hablamos de un mercado en un brutal alza. En alza hasta el punto de que a veces da impresión de que “da igual en qué inviertas, porque todo sube siempre”: ojo, esto no es así y aunque lo sea -temporalmente- llegaremos en breve al momento en que no sea así.

No todo sube siempre, ni todo sube, pero es cierto que -de los principales criptovalores- si se mira su precio 1 año atrás son todo ganancias, en cualquiera. Y este mercado “inflado de interés” por un lado y que, por otro, va llegando a nuevos niveles de adopción de las criptomonedas, es un mercado que tiende a perdonar errores a todo el mundo porque los valores de referencia siguen subiendo

Pero no conviene fiarse, al menos demasiado, de las dotes de “speculatori” que nos han salido repentinamente, ya que lo nuestro no es invertir sino que todos nosotros (en el grupo) trabajamos en campos totalmente alejados de lo que serían los mercados de inversión. Somos meros aficionadillos, de momento, con mucha suerte.

Y tal vez sea ese el problema, hoy a señalar: exceso de suerte. Todos nosotros, en distintos grados pero todos, hemos entrado en el juego de comprar en un momento y vender en otro, para sacar provecho de la diferencia. Y debo reconocer que, a pesar de nuestra ausencia de experiencia previa, no se nos ha dado tan mal. Pero ahora debo considerar que la simple inercia de unos mercados fuertemente ascendentes ayudó mucho. 

Hasta gente tan ajena a este mundo, como resulta ser mi madre, me dio una cantidad para invertirla en su nombre. Cuando le pregunté qué quería que hiciera con ello, si “jugar en los mercados” o “hacer una buena inversión y dejarla quieta”, me contestó lo primero: jugar con ello, hacer trading activo. Cuando -extrañado- le pregunté cómo me daba esa respuesta, me dijo que no era mucho dinero [nota del autor: si yo lo hubiera tenido la primera vez que miré el precio Bitcoin, ahora tendría 100 Bitcoins, que hoy día equivalen a una comprar una muy buena casa, en mi país]. Ese tipo de actitud en una persona que es ajena a este mundo y cuya principal fuente de información son “los mass media” y alguna cosa que me escucha decir a mí, da una importante señal de lo que al personaje medio, que aún no ha entrado en esto de las criptomonedas, le atrae: no es la calidad del dinero, sino las ganancias rápidas haciendo trading.


Y nuestro “trading” que comenzó siendo “la necesidad de realizar un par de movimientos lógicos de compra y venta” ante una situación puntual (incluso forzada), acabó siendo “cazar al dragón durante horas y días”, persiguiendo estadísticas de precio en los mercados, para sacar provecho rápido de la volatilidad en las monedas y los diferentes exchanges. 

Uso a propósito la expresión “cazar al dragón”, porque es la que se usa en inglés, a modo de “slang” o jerga, para estar persiguiendo y aspirando el humo que se evapora de una pequeña cantidad de cocaína base, o heroína (o ambas, speedball), que se evapora con la llama de un mechero sobre papel de plata. 

Realmente las sensaciones, comparando el “juego” que se establece entre la persona y la actividad en este caso, pueden llegar a ser bastante similares a las del yonqui dándole fuego a la “cola del dragón”, pero eso es una visión subjetiva del asunto y, entiendo que poco común, ya que si bien hay mucha gente que hace trading de criptomonedas, no hay tanta que se entregue a esos otros placeres del consumo de psicoactivos.

A este punto quería finalmente llegar, antes de ofrecer un consejo basado en la experiencia tenida haciendo trading con criptomonedas: placer, consumo

Hay algunas personas -la inmensa mayoría- a quienes les das una inyección de heroína y no les resulta agradable. Otras quedan maravilladas y -de poder conseguirla- se hacen adictas a esa droga. Donde puse heroína, puede poner usted mismo cualquier otra sustancia (cocaína, cannabis, hongos psilocibes, mescalina, MDMA, anfetamina, morfina, etc.) y otras cuantas actividades humanas: comer, dormir, masturbarse, besar, ligar, jugar a las cartas, ir de compras, echar dinero a las tragaperras, trabajar sin descanso aun teniéndolo, follar o jugar a la lotería, al ajedrez o a los videojuegos en una consola.

Tal vez usted no lo sepa, pero las drogas prohibidas hacen efecto en el cuerpo humano porque imitan a otras sustancias que tenemos en nuestro interior, y que se manifiestan -haciendo su función, de forma normal, o desajustada- en las diversas relaciones bioquímicas de los comportamientos. 

Cuando come, usted segrega endorfinas (una molécula de efectos similares a la heroína o morfina). También cuando acaba de tener un orgasmo, o cuando llora. También las segrega su cuerpo de forma automática cuando usted sufre un daño (como un hueso roto). 

Cuando usted está a punto de ganar lo lotería, porque sólo falta número y si es el suyo se convertiría en millonario, usted segrega dopamina como un loco. Pero también lo hace cuando va ganando en la consola mientras compite con su pareja o amigo, y también lo hace cuando está jugando al poker con dinero o a las maquinas tragaperras, bingo, casino o ruleta: en los juegos de azar, usted segrega dopamina de la misma forma que lo hace el cerebro de un cocainómano cuando consume y consume esta droga. Y así podríamos seguir con distintas actividades, emociones y comportamientos que surgen en el complejo ser humano.




¿Pero esto no iba de trading? Sí, y aquí terminamos.

Dentro del grupo -en el que me incluyo- hay hombres y mujeres, profesionales de todos los campos (del derecho a la seguridad privada, pública, sanitarios, autónomos, freaks sin oficio claro pero todos con un mismo interés: Bitcoin y su mundo) que tienen intereses muy distintos, motivos diferentes, y razones que no tienen nada que ver para estar en este cripto-fregao. Sin embargo, al principio, todos pensábamos que las ideas de los demás y sus motivaciones (más allá del ganar dinero, que es común) serían iguales a las nuestras. Y no, eso es de lo primero que hemos comprendido: somos personas distintas que compartimos información y razonamientos, pero que tomamos decisiones distintas en función de los mismos datos: el trading no es una ciencia exacta.

Y la otra gran cosa que descubrimos, algunos antes (yo posiblemente) y otros más tarde, pero que todos sin excepción han calificado el cripto-trading como una actividad “muy adictiva”. 

Todo ellos, en distintos grados, conocen bien las drogas. Algunos sólo el cannabis y alguna anfetamina, otros cocaína y heroína, otros MDMA y speed, otros tabaco y alcohol. Todos conocen las drogas y conocen el aspecto adictivo de muchas de ellas, y varios de ellos son profesionales con relación directa con estos asuntos de las drogas y las adicciones. Y a pesar de su formación, y de que nadie se acerca al trading -eso de mirar velas rojas y verdes que bajan y suben, embobados para que se pueda hacer la compra que se te ha antojado... si puedes y el mercado te deja- pensando que puede ser una actividad “de alto riesgo” y no sólo económicamente: es una peligrosa adicción.

En realidad, el estar frente a gráficas de colorines, que suben y bajan, cálculos sesudos, fórmula magistrales a aplicar, momentos a cazar a tiempo y todo con el control de tus manos, tu dinero y la acción directa de tu voluntad sobre tus monedas, es muy parecido a un juego de azar; incluyendo las consecuencias de la ludopatía. A veces se gana dinero, genial, porque eso es un refuerzo positivo que hace que la persona repita la acción. A veces se pierde, y eso que a muchos les sirve para medir mejor y tal vez retirarse del juego, a ciertos personajes (es un fenómeno que se da en los compradores de drogas en el mercado negro) no les funciona como un aversivo que les aleje del trading, sino que les funciona de “refuerzo aleatorio” (también con los animales se usa, para mantener adiestramientos a lo largo del tiempo) que no elimina ni tiende a eliminar el comportamiento.

En resumen, creo que el trading es una actividad que, si bien puede dar altos rendimientos, también puede provocar intensas pérdidas. Y una que no solemos evaluar adecuadamente: la de nuestro tiempo

Nuestro tiempo y su rendimiento es en sí mismo, cuando lo usamos adecuadamente, nuestra mejor “Proof of Work” o PoW. Es cierto que es “relativamente fácil” ganar dinero en el trading, una vez que uno le echa horas y aprende las habilidades básicas. ¿Pero cuántas horas? ¿Cuántas le puedes echar tú para que dicha actividad te resulte rentable? Si eres una persona que -por su trabajo, o ausencia de trabajo- pasa por su tiempo pegado a un ordenador con conexión a Internet, pues es posible que hacer trading sea una actividad más -provechosa económicamente- que pueda incorporar a su rutina.

Pero fuera de esa tipología de persona, es muy probable que el trading de criptomonedas no sea una actividad hecha para ti. Hace un tiempo recibí el mejor consejo sobre trading que me han dado hasta la fecha: “no hay decisión sobre criptomonedas que compense una noche en vela”. Y es cierto, no lo hay. 

La mayoría de la gente no dispone de 10 horas para estar pegado a un ordenador leyendo información y analizando mercados, porque además del Bitcoin tienen vida. Y todo esto lo escribo sabiendo que, en breve y debido a los futuros forks de Bitcoin que parecen venirnos encima, no tendré más remedio que ceder a mis impulsos y echar un vistazo al asunto; es posible que acabe picando de nuevo y dejándome más riqueza de mi propia PoW en tiempo, que la que pueda ganar haciendo movimientos entre unas y otras monedas.

Valora bien tu tiempo antes de dedicarlo a otras cosas.
Y recuerda que te lo avisamos aquí: el trading de criptomonedas es altamente adictivo.



lunes, 27 de noviembre de 2017

SERIE DROGOTEST: ¿Cómo funciona y qué es?

A finales del año 2016, inicié esta serie en la Revista Soft Secrets, con la que fuimos repasando de forma exhaustiva todos los aspectos relativos a las pruebas de drogas en carretera, desde su funcionamiento a la compleja historia que existe detrás de su desarrollo y de los "estudios" (por ser generoso y llamarles algo que no sea un insulto) que se suponen que los fundamentan.

Cuando acepté el encargo, no esperaba que fuera a encontrarme tanta mierda. Tras haberme pasado meses leyendo textos relativos a los drogotest en España, tengo claro que si no hay una serie de artículos en la portada de algún periódico explicándole a los ciudadanos "el fraude de los drogotest" pero no sólo en su defectuoso uso y mal funcionamiento, sino la de mierda que hay detrás asociada a las compras de estos dispositivos y las elecciones relativas a estos asuntos, y que se ha extendido por toda España cuando las policías locales -con el beneplácito de los ayuntamientos- han visto en el drogotest la máquina perfecta para recaudar dinero salvajemente, y a ella se han entregado.

Y como todos estamos concienciados de que en la carretera no se puede conducir cuando no se está en condiciones, y eso implica a la mayoría de las drogas en las primeras horas de consumo al menos (pero no a todas ni a todas las personas), nadie se atreve a levantar mucho la voz, no siendo que además de la sanción administrativa le caiga también la sanción social...

No es coña; hace poco leí un estudio que explicaba que la primera razón para no beber alcohol al volante en un país del norte de Europa, eran no ya las sanciones y multas, sino la sanción social (lo mal que la gente lo ve y percibe). Y eso, claro, se consigue con educación y no con represión.

Aquí está el inicio de la serie cuyo último capítulo, el sexto, sale en la revista de este mes. Esperamos que os guste y os aclare las ideas sobre este asunto, turbio y poco claro como forma de que el ciudadano no pueda defenderse de una agresión calculada y premeditada como es el drogotest usando a la española.

--


¿Qué es y cómo funciona un drogotest?

Iniciamos en Soft Secrets una serie de artículos -con datos e información exclusiva- sobre uno de los instrumentos de represión y extorsión económica más empleado contra los usuarios de cannabis: los test de drogas -usados por las distintas policías del estado (por seguridad, dicen)- y conocidos coloquialmente como “drogotest”. Teníamos la seria sospecha de que el asunto de los test de drogas sobre el cannabis, resultaban en miles y miles de sanciones totalmente injustas y en daños causados por falsos positivos. Ellos, en base a esos test, retienen tu coche y pasas a ser propuesto para sanción mientras te ves forzado a dar tus fluidos corporales, sin importar si tu madre está muriendo y vas al hospital o si nace tu hija y vas al parto.

Así que soltamos a Drogodogo, uno de los sabuesos más obstinado que conocemos, tras la pista de este asunto -que huele realmente mal- y volvió impresionado de todo lo que encontró y sigue encontrando, especialmente ahora que existe un plan para dotar a todas las policías locales de España con estos instrumentos de recaudación coercitiva del estado. Los drogotest son vendidos a las instituciones como “una maquina segura para recaudar grandes cantidades de dinero de los usuarios de cannabis especialmente” -es lo que son- mientras que las instituciones que los adquieren, nos las venden al gran público como un ímprobo esfuerzo por darnos seguridad en la carretera, siendo totalmente falso como iremos probando a lo largo de esta serie.

Somos cientos de miles los sancionados cada año en España por la simple tenencia de un canuto (aunque incluso les vale que el grinder tenga restos) y, desde el último cambio en las regulaciones y sanciones relativas al tráfico de vehículos, también por haber consumido horas o días antes (incluso por haber estado sentado respirando al lado de un fumador) aunque no tengamos el menor rastro de efecto. 

Este punto, encontrarse bajo sus efectos de forma incapacitatoria para la conducción, era un requisito para poder ser sancionado, que el gobierno del Partido Popular se encargó de eliminar con la modificación del código que sufrimos hace un par de años. Desde ese día, no es necesario que estés afectado por cannabis o THC y, aunque la policía reconozca -a mí me lo puso la propia Guardia Civil de Tráfico, por escrito tras hacerme el test y emitir la “propuesta para sanción de 6 puntos y 600 euros” de multa- que estás en perfecto estado para la conducción, da igual: serás sancionado. 




¿Qué sentido tiene sancionar a alguien que la propia Guardia Civil -suponemos que capacitados para reconocer esas cosas- admiten que estás bien y te entrega el coche para que sigas conduciendo? ¿Nos hemos vuelto locos? No. Es que no es por seguridad, es por recaudación...

Una compleja recaudación, que en vista de los resultados, está siendo más que interesante de aplicar, para rellenar -a base a asaltos sin ética alguna- las arcas públicas, vaciadas previamente -también- a base de asaltos. Desde Soft Secrets estamos dispuestos a exponer a la luz, con sus propios documentos -disponibles a todo el público- y con algunos “no tan disponibles” que hemos conseguido y que son “material sensible” (del que esperamos conseguir mucho más). 

Como no somos amigos de lanzar opiniones sin respaldo claro -buscamos manejar exclusivamente datos- os iremos explicando, desde ahora y en las sucesivas entregas, todo lo que está implicado en el proceso del “drogotest” en sí mismo (su funcionamiento, sus fallos, sus trampas, sus malas intenciones, etc.) y también de las cuestiones que son ajenas al proceso “técnico” en sí mismo, y que constituyen un flagrante engaño a toda la ciudadanía es víctima del mal uso -intencional- de estos drogotest. Por último -antes de meternos de lleno a destripar la fraude económico y moral de estos drogotest- queremos hacer notar que encontrar información relevante -sobre este preciso asunto que, sin embargo, nos afecta a todos- es complejo porque está “enterrada” entre datos poco útiles y cuando existen estudios, que podrían aportar datos capitales, resultan provenir de “parte interesada” o realizados por “científicos en nómina mediante subvención” o directamente los cuerpos de policía que quieren usarlos, y para más INRI dichos resultados no se encuentran disponibles al gran público, pero son un argumento clave en los dossier con los que seducen a las administraciones, en una compleja historia de amor por el dinero público y el poco que queda aún en el bolsillo del ciudadano-víctima.

Empecemos, pues, por el principio: ¿qué es un drogotest exactamente? Un drogotest es un dispositivo preparado para que se produzca en él una reacción química, al contacto con nuestra saliva o sudor, que denotará si en el fluido usado hay una “cantidad suficientemente alta para ser detectada” de la droga que sea, en este nuestro caso, el THC del cannabis.

Los drogotest más usados ahora mismo por las distintas FFCCSE son dos modelos distintos, conocidos como el Dräger 5000 y el DrugWipe, del que existen distintos modelos “ajustados oportunamente” a las necesidades de cada lugar. Para entendernos mejor, el Dräger 5000 era el modelo “antiguo” y cuyo coste resultaba -supuestamente- algo prohibitivo, por lo que aunque sigue en nuestras carreteras este armatoste con impresora (su mejor funcionalidad) iremos viendo cómo se extingue poco a poco, dando paso a su competidor barato.  

Por el contrario, el DrugWipe -sea de la marca y modelo que sea, porque ya existen varias en dura competencia- resulta bastante asequible económicamente y va a ser el método de detección de drogas en carretera que se extenderá en pocos meses por las policías de prácticamente todo el país, con especial énfasis en las policías locales o municipales (en futuras entregas, explicaremos el porqué de ese y otros detalles).




Los drogotest actuales funcionan mediante una serie de reacciones químicas dentro del tipo de análisis conocido como inmunoensayo. Fue una técnica que ganó el premio Nobel y que tenía un alto grado de precisión (cuando es aplicada correctamente y en comparación con lo que eran los estándares de la época) pero que -como todos los test de tipos reactivos- tiene un margen de errores conocidos como “falsos positivos”, en los que otra molécula que no es la buscada, produce una reacción similar a la esperada para la droga. 

Estos falsos positivos, por los que cualquier ciudadano pasa a verse envuelto dentro de un proceso en el que se le retiene, se le priva del derecho a conducir y, como ya hemos dicho, procan cosas como que aunque pase un día y esté en perfecto estado para conducir (en caso de que no lo estuviera 24 horas antes) tampoco le devolverán el coche porque su cuerpo seguirá dando positivo, hasta que presente a otra persona que se haga responsable -legalmente- de la retirada del mismo, previo pago de la parte de “sanción” que corresponde a la grúa y retención del automóvil, y que va “aparte” siendo pagada tanto si el análisis final determina que era una sustancia prohibida, como si determina lo contrario. 

Aunque es cierto que -en caso de un falso positivo- tendríais el derecho a pleitear para que os devuelvan dicho dinero, los posibles costes legales superan con mucho el daño económico causado, de manera que es algo que posiblemente quede en la más absoluta teoría sin aplicación práctica.

Este porcentaje de errores de los drogotest, conocidos como “falsos positivos” oscila sobre 2% de casos -datos ofrecidos en la revista “Autopista”, septiembre del 2012- y el algo menos del 5% (el producto Wipe asume un “éxito” superior al 95%, que es otra forma de decir lo mismo) y no varía esencialmente entre uno y otro método de análisis (no existe un test de este tipo que no tenga un margen de fallos, es inherente al propio método), a pesar de notables las diferencias técnicas entre ambos dispositivos. 

Dicho de otra forma: de cada 50 personas a las que inmovilizan su coche, una o dos personas según sus datos lo son “en falso positivo”. 

También al contrario ocurre: puedo dar fe -médicamente probada- de que los 2 controles que yo he pasado -y en los que el THC dio positivo, no dieron a opiáceos, lo que resulta “imposible” siendo paciente en tratamiento crónico de morfina desde hace lustros, ni a benzodiacepinas, ni en una de las ocasiones, a anfetamina farmacéutica (composición garantizada) que había tomado 2 horas antes, y cuyo pico plasmático (el valor más alto de la droga en el cuerpo) debía estar ocurriendo durante el test

A pesar de que en las 2 ocasiones referí que en los resultados FALTABAN DROGAS que debían estar presentes, obtuve respuestas vagas, como “será que tomas poca morfina”. Este punto esconde serios defectos, que nos ponen en riesgo a todos por primar la caza económica en lugar de la caza del peligro en la carretera, y que expondremos en el futuro.

Como los falsos positivos iban a ser el primer problema evidente, las empresas se adelantaron convirtiendo el obstáculo en ventaja: “nos preocupamos porque no te culpen injustamente y, en caso de que des positivo, tomaremos una muestra de saliva para analizarla 'bien analizada' en nuestros laboratorios especializados”. Ese segundo análisis, que realmente es el que puede probar que tienes una determinada droga en tu cuerpo, es el que tiene validez técnica y su resultado impera sobre el previo, pero con unos costes que disparan mucho la factura. Sin embargo, este segundo contra-análisis, es tan necesario legalmente como económicamente rentable para las empresas implicadas: ¿de todo este asunto quiénes nos ayudan a cuadrar las cuentas? Los que dan positivo y pagan desorbitadas multas al final.

Así que, manos a la obra, los fabricantes de estos test rápido se dieron cuenta de que la policía les demandaba una “mayor tasa de recuperación económica” (más pasta para sus arcas), estas empresas no rebajaron sus costes: rebajaron -aún más- los límites de detección de la primera droga por numero de detecciones para que se atrapase a más ciudadanos. Sí, efectivamente: la base del sistema de costes de este farragoso asuntos somos los usuarios de cannabis.

Esto que había sido una sospecha, ampliamente extendida entre los afectados cannábicos, ha dejado de serlo para volverse evidencia, de forma objetiva e inapelable, utilizando los propios datos que estas empresas manejan y que será objeto de un profundo análisis. Somos el gran premio, como en la lotería de Navidad: el gordo de los recaudadores de los caminos, porque nosotros (con el THC) ya no fallamos.

En el año 2005, la primera revisión de estos test más ligeros, situaba la cifra de corte para la detección del THC en 30 ng/ml (30 nanogramos por mililitro de fluido) y así está recogido en la red, pero en el propio material que Dräger maneja podemos ver como ese umbral necesario para dar positivo, se dividió por 3 al cabo de 5 años situándose en 10 ng/ml, y actualmente sus propios prospectos y material, nos indican que su gran capacidad de detección contra el cannabis, ha bajado -al menos- hasta el 5% en su caso y, gracias a la pista que se le escapó a un policía municipal mientras me realizaba la prueba, he podido comprobar que el límite actual es de 2'1 ng/ml, encontrándose este dato en varios estudios existentes en la red y ahora también en Wikipedia. Pregunte al policía el límite de detección y me dijo orgulloso “eso sí que lo sé: 2 nanogramos”, pero cuando le pregunté que 2 nanogramos por qué cantidad, ya no supo responder más: ¿serían gramos, serían litros, serían decímetros cúbicos? ¡Qué más da, si te hemos cazado! ¿O no?

Ese es el nivel de un policía especialmente formado, en un curso de 20 horas que incluye toda la teoría y práctica que parece ser que es la necesaria para cumplir con la ley. Ah, y por supuesto, a estas alturas, ya debéis imaginar quienes dan -y cobran- esos cursos de formación: las misma empresas. Todo queda entre amigos.




Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos y vosotros -los cannábicos- lo pagáis. 
No es por seguridad, es por recaudación: no es nada personal, sólo son negocios... ;))


*.*.*

La siguiente parte de esta serie (compuesta por varios textos), la podéis leer aquí: http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-ii-la-quimica-del.html