martes, 16 de enero de 2018

SERIE DROGOTEST III: ¿Quién es el responsable de esta chapuza?

Este texto fue publicado en la revista publicitaria gratuita Soft Secrets, y escondido el nombre de su autor dejando un tal Kevin como si lo fuera. Luego -tras una queja- añadieron lo de que el texto era mío. Es el miedo de haber contratado a Drogoteca y de tener que rendir cuentas -por ser calzonazos- a una chiflada que se dedica a llamar a las redacciones a exigirle a los directores que expliquen sus relaciones con un menda.

Da un poco de pena ver a gente que creía digna, doblarse tan rápidamente, cuando les dicen que un autor es "machista" mientras tienes las páginas de tu revista llenas de tías en bolas a cambio de un paquete de 3 semillas...

Le señalan su falta, pero la ponen en la cabeza de otro para que pueda hacer un acto de contricción público. Y el editorcete, asustado y culpable de promocionar su revista con chonis cannábicas en pelotas de bajo coste, olvida todo eso de la verdad y del periodismo para obedecer mansamente a sus amos: y se sigue calificando de periodista.

Chistes del mundillo del cannabis que habrá que ir contando: hay mucho que ajustar este año, porque el dolor no puede esperar... xD

Esperamos que os resulte interesante.
Drogoteca.

PS: El texto anterior, la segunda parte, lo podéis leer aquí: http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-ii-la-quimica-del.html

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El responsable 
de la chapuza 
del drogogotest.

En la pasada edición quedábamos pendientes de revelaros una serie de datos interesantes -algunos realmente llamativos y otros realmente preocupantes- relativos a los estudios que, en teoría, sustentan la validez de los dispositivos usados en los test de control de drogas y conocidos popularmente como “drogotest”. Por lo que hemos podido conocer hace unos días, gracias a la información que las propias autoridades han facilitado, el año pasado se realizaron 75.000 drogotest en nuestras carreteras. El progresivo abaratamiento de los costes de producción de estos dispositivos ha hecho que -para el próximo año- las autoridades se planteen hacer 10 veces más pruebas hasta alcanzar los 750.000 drogotest realizados por ciclo, como han manifestado recientemente.




Junto con este brutal aumento numérico de los drogotest se anuncian mejoras en los dispositivos, que por mucho que hemos buscado, no hemos podido encontrar por ningún lado. En algunos lugares, hablan de que el “nuevo drogotest” permite detectar más sustancias y lo jalean por ser un “desarrollo español”, pero la realidad es que el proceso científico subyacente sigue siendo el mismo de siempre y que la única sustancia “nueva” que detecta es el llamado “Polvo de Ángel” o PCP, que curiosamente nunca ha sido una droga que haya mostrado su presencia en nuestro país y que se lanzó al mercado en 1950 y se retiró del mismo en 1965. Dicho de otra forma: pagamos el coste extra del análisis en busca de una sustancia que ni siquiera existe en el mercado actualmente y que, muy posiblemente, nunca llegó a estar en España en toda la historia de las drogas y su mercado negro.

Según vamos destapando más aspectos de todo lo que rodea a los drogotest, vamos viendo que en contra de lo que la opinión pública o las personas ajenas a este mundo pueden creer confiadamente, no existe una correlación científica que dé validez formal a lo que se está haciendo, en nombre de la seguridad vial y la seguridad de todos

¿Acaso alguien quiere que las carreteras se llenen de inconscientes drogadictos que causen miles de muertes de inocentes? No, por supuesto que nadie responderá que quiere algo así, pero es que dicha presentación del asunto es falaz y tendenciosa además de estar apoyada -cuando aportan algún dato suelto para dar apariencia de estudio- por la manipulación torticera de las cifras estadísticamente obtenidos y de los conceptos en la información ofrecida. Nosotros queremos ofrecer algo de luz sobre las elaboración de los “estudios” con los que se han “validado” las pruebas a las que, ahora ya de forma masiva, se nos está sometiendo y se nos piensa someter en el futuro.






¿Qué se ha estudiado en esos “estudios”?

Pues uno podría suponer -haciendo uso de lo que sería lógico y de la buena fe- que lo primero que se ha estudiado es una correlación que permita vincular la existencia de una determinada cantidad de sustancia (sea THC o sea morfina, da igual) en los fluidos de una persona con encontrarse afectada negativamente para el uso de un vehículo a motor. Pero no es así: no existe una correlación científica que permita inferir la afectación de un sujeto a una droga basándonos en un dato sobre concentración en un fluido.

Alguien puede inteligentemente señalar que eso sí es posible hacerlo en el caso del alcohol, ya que en su caso y debido a su farmacología sí existe una correlación que permite inferir afectación severa. 

Por eso en el caso del alcohol, existe un sistema graduado que permite su uso hasta cierto nivel y lo prohíbe y sanciona más allá del mismo. Con el etanol existe una correlación conocida y no discutida sobre la concentración de alcohol en sangre y su nivel en otros fluidos o incluso en el aire espirado, por la que entre hasta 1 gramo por litro de sangre existe una afectación que puede ser leve (también influida por cuestiones de sexo y tolerancias individuales) que es admitida y no sancionada en la conducción de vehículos, pero que pasando de dicha cantidad uno está borracho y por tanto incapacitado para una conducción segura, y si se va más allá de dicho nivel se pierde la capacidad de estar de pie, consciente, o incluso se produce la muerte por intoxicación etílica.

Eso mismo, con el cannabis y su farmacología, resulta imposible ya que la existencia de una determinada cantidad en sangre no implica afectación negativa. Una persona sin tolerancia al cannabis podría verse fuertemente afectada, para una actividad como es la conducción, simplemente con un par de caladas. Otro individuo que tenga tolerancia al uso del cannabis -por ser un consumidor habitual lúdico o terapéutico- puede tener en su sangre y fluidos concentraciones muy altas en comparación al caso anterior, pero verse en perfectas condiciones y sin afectación alguna.

Lo que en realidad se ha estudiado en los papeles que sirven de justificación legal del proceso, no es si el drogotest sirve para cazar conductores afectados realmente, sino la tasa de capturas de positivos con esos test, la facilidad de uso para el policía, el tiempo que tardan en pasar el test a un sujeto y otras cuestiones que no van al fondo del asunto sino a la comodidad de las fuerzas de policía y su éxito recaudatorio.





Dichos estudios, llamados E.S.T.H.E.R. como acrónimo en inglés de “Evaluación de Dispositivos de Análisis de Fluidos Orales por parte de TISPOL para Armonizar los Requerimientos y Especificaciones en Europa”, se enmarcaron dentro de un programa más amplio conocido como “Proyecto DRUIDA” (acrónimo en inglés de "Conducción Bajo Influencia de Drogas, Alcohol y Medicamentos”) que nace en el seno de la Unión Europea para estudiar textualmente “el uso de drogas o medicaciones que afectan a la capacidad de la gente para conducir de forma segura”. 

Como su nombre ya indica, los realiza TISPOL, que es una organización formada por la policía de tráfico de 20 países miembros europeos, pero curiosamente E.S.T.H.E.R. fue sólo llevado a cabo por 6 de ellos, entre los que se encontraba nuestro país.

En concreto se estudiaron los siguientes dispositivos: Mavand RapidSTAT, Envitec SmartClip, Avitar Drugometer, Innovacon OrAlert, Sun Oraline, Varian Oralab 6, Surescreen Oral Drug Test, Branan Oratec III, Ultimed Salivascreen VI, y el Securetec DrugWipe 5+, en una primera fase. 

En una segunda fase que concluía todo el proceso se estudiaron 3 dispositivos, que conllevan la necesidad de un maquina para leer los resultados: Cozart DDS, Biosensor BIOSENS y Dräger Drug Test 5000. Salvo dos dispositivos que venían de UK y Suiza, todos los demás eran de fabricación estadounidense o alemana.


¿Dónde y cuándo se llevaron a cabo?

Pues la primera fase comenzó en el año 2006 y la segunda concluyó a finales del 2008. Los países que participaron en dicha evaluación de campo (llamarlo estudio es engañoso realmente) fueron Alemania, Bélgica, Irlanda, Finlandia, Países Bajos y España. Los estudios fueron realizados con la tecnología disponible hace una década, partiendo de nociones genéricas sobre relación entre sustancias y afectación, y en zonas con muy distinta normativa vial como es el caso de Irlanda que, hasta hace relativamente poco ni siquiera tenía una normativa sobre alcohol y tráfico, o que cuando se realizó esta prueba no era punible ir bajo el efecto de drogas conduciendo un vehículo. 

Tampoco entre dichos países miembros del grupo que realizaba el estudio, la cosa se repartió de igual forma: mientras que Países Bajos, Alemania y Bélgica incluían 3 equipos por país, Finlandia, Irlanda y España incluían sólo uno.

El dato más llamativo en lo referente a los lugares donde se realizaron las pruebas de campo de los distintos dispositivos, es que algunos de los dispositivos fueron “probados” ni más ni menos que a la salida de un Coffee-Shop (lugar de consumo y venta legal de cannabis) en los equipos de este país. El hecho no fue conocido inicialmente a pesar de tener una clara relevancia sobre los datos obtenidos, ya que si la prueba de campo que debe evaluar la conveniencia de los drogotest para toda una población se realiza a la salida de un lugar en el que específicamente se va a consumir una de las sustancias perseguidas -en este caso el THC del cannabis y/o sus metabolitos- es lógico concluir que los datos no representan a la realidad sino que buscaban satisfacer intereses de tipo comercial.

Los datos del programa E.S.T.H.E.R que se hicieron de esa forma chapucera, consiguiendo mayores tasas de resultados positivos en cannabis, si bien no fueron inicialmente difundidos se acabaron conociendo (algo que era de esperar por otra parte) en el contexto de la competición comercial -reñida y acalorada- por parte una de la empresas que competían por hacerse con las adjudicaciones (hablamos de pruebas para toda la población europea, lo cual es un pastel enorme del que todas quieren coger algo) que lo reveló en un documento público. 

La empresa que lo reveló es la que presentaba uno de los dispositivos que resultó ganador -el DrugWipe de Securetec- y ella hizo notar lo alto de su rendimiento en lo que llamó “la vida real” frente a los competidores que habían obtenidos datos “en el coffee-shop holandés”, lo cual parece un comportamiento más que razonable de cara a lo justo de los datos que otros habían falseado de esa forma.




Lo cierto es que esa empresa ganó un parte del pastel: doy fe porque he tenido la “fortuna” de pasar uno de sus test, en el que curiosamente acertó en la presencia de cannabis/THC pero falló estrepitosamente en el de morfina/opiáceos a pesar de la alta dosis que consumo a diario, por prescripción médica como paciente con dolor crónico.

Como persona que consume legalmente desde hace años varias de las sustancias (opiáceos y benzodiacepinas, por ejemplo) que dan positivo en dichos drogotest, nunca he obtenido una explicación satisfactoria de por qué cuando me han sometido a dichas pruebas la única droga que en mi organismo aparecía era el THC del cannabis.

¿Milagros de la química? Milagros de la “química comercial a medida del cliente”, tengo que suponer por el momento: en el mismo informe se señala que se ha mejorado el producto y que se dispone de datos secretos sobre la detección de THC que están disponibles bajo petición privada. Todo muy transparente.





¿Quién fue el responsable 
en España
 de esa evaluación 
de drogotest?

Seguramente el bienintencionado lector querrá pensar que a la cabeza de dicha evaluación se encontraba una persona con la formación adecuada, y en teoría así fue si por formación adecuada se requiere un policía con rango de comisario, pero con nula formación en el campo de las ciencias de la salud, sanitarias o biológicas. Al acudir a los datos que facilita el programa E.S.T.H.E.R. encontramos que el representante de nuestro país en todo este asunto, fue el máximo responsable de la sección de tráfico para los Mossos d'Escuadra, pero que provenía de la Policía Nacional. Su nombre, el cual puede sonar al lector es Sergi Pla I Simon.





Sergi Pla comenzó su carrera en los Mossos d'Escuadra en 1996, al pasar a dicho cuerpo tras haber servido en el CNP desde el año 1980. En los Mossos fue jefe de la División Central de Seguridad Ciudadana y posteriormente de la División de Recursos Operativos. A partir del año 2004 se encarga del despliegue de dicho cuerpo en el área del Besòs en Badalona. En el año 2007, Joan Saura le designa como jefe de la División de Tráfico y en el año 2009 le nombra comisario. Es un amplio currículum en “lo policial” pero sin sostén en otras áreas, como pueden ser las científicas, que hubieran mejorado ostensiblemente los resultados aportados por el equipo que nos representaba.

Sin embargo, lo que hace que el lector haya podido caer en la cuenta de quién es esta persona, es el hecho de que saltó desgraciadamente “a la fama de la opinión pública” por ser el responsable del brutal desalojo que se llevó a cabo por parte de las fuerzas de policía en Plaza Cataluña, el 27 de mayo de 2011, en lo que fue uno de los hechos más notorios del Movimiento 15M y que provocó que una organización como Amnistía Internacional incluyera el suceso, de forma detallada, en su resumen anual y recomendara acciones legales contra lo que allí se pudo ver por parte del comportamiento salvaje de unas desatadas fuerzas de policía -bajo el mando de este agente- que reprimieron una reunión pacífica con violencia innecesaria.




Las terribles imágenes que pudimos presenciar en todos los medios del país, mostraron a una policía sin contención alguna, golpeando manifestantes que ejercían sus derechos de forma pacífica sentados en el suelo y también a personas cuyo único “delito” era ser un transeúnte más en la calle, sin número identificativo visible y que cuando se les exigía daban contestaciones como que “lo llevaban en el culo”. Aquella vergonzosa actuación policial (vale con acudir a Youtube para verlo) fue uno de los detonantes más claros en la expansión viral y reactiva del 15M, y provocó la solidaridad de cientos de miles de personas en el país, que respondieron tomando las calles de sus ciudades. El responsable policial de aquella actuación era Sergi Pla. La actuación policial se justificó inicialmente como algo necesario “por labores de limpieza e higiene”.

Se leyeron titulares en la prensa de todo el país con frases tan contundentes como “los Mossos desalojan 'a palos' Plaza Cataluña” (Diario Público), “el brutal desalojo de los indignados lleva a sus responsables ante el juez” (El País), “Así 'limpiaron' los Mossos” (con toda la ironía en el 'limpiaron', del Diario 20 Minutos) y que otros medios nada sospechosos de afinidad con movimientos de ese estilo, como son el ABC o El Mundo, contaban como aquella “operación de higiene y limpieza” había causado más de 100 heridos (herido es todo aquel que requiere asistencia médica, pero seguramente hubo muchos más que no la pidieron).

La imagen que la mayoría de las personas retienen de este policía, es la que nos proporcionó el programa “Salvados: Poli bueno, poli malo.”, de La Sexta, en el que el periodista Jordi Évole le tuvo enfrente y le cuestionó -con su certero ojo- sobre la falta de transparencia que se podía palpar cuando era imposible saber qué policía había hecho qué en una mala actuación, por la falta de un identificativo que permita señalarle claramente en caso de necesidad judicial. La respuesta del agente fue sencilla, y es que si el juez quería saber algo que se lo preguntase a él (cómo jefe en ese hipotético caso) y que él se lo diría. El argumento lo apoyó diciendo que si los ciudadanos no llevábamos el número de DNI “tatuado en la frente”, la policía no tenía por qué llevar un número identificativo visible.

La mención que hacemos a la respuesta que dio este policía, sobre que ya le daría él la información al juez si se la pedía, no es casual. Meses después, en la huelga general del 14M, una mujer que era profesora de informática y gestora de actividades culturales, sufrió la mutilación de un ojo por el impacto de “pelota de goma” lanzada por integrantes de los cuerpos de policía bajo el mando de este agente. La mujer se llamaba Esther Quintana. La reacción de la policía fue negarlo todo, y decir que no era posible porque allí nunca se había disparado. Posteriormente y gracias a un vídeo que grabó un ciudadano, se demostró que sí se habían efectuado disparos en esa zona. La policía defendió entonces que no era posible reventarle un ojo a una persona con dicho armamento, pero ninguno se presentó voluntario para que pudiéramos hacer la prueba, y a Esther Quintana le habían mutilado un ojo por estar ejerciendo su derecho a la huelga o paseando por la calle sin más.

Esther tuvo que desarrollar una lucha leonina en los tribunales para poder sentar a los responsables, y como quienes lanzan esos proyectiles contra las personas eran policías, el juez tuvo que pedir la información referente al cuerpo correspondiente. Precisamente, fue este policía quien “frenó los informes de los disparos efectuados el 14M” cuando el juez los pidió. ¿El motivo? No los consideró relevantes. El escándalo -haber “frenado” información para un caso judicial siendo quien tenía que entregarla- se solventó haciéndole dimitir, mientras quedaba el eco de su respuesta en el programa de Évole: “que me pregunte el juez a mí y ya contestaré yo”. En el mes diciembre de ese mismo año, Sergi Pla dimitía del cargo de jefe policial que ostentaba.




¿Quién nos dice que los informes que España envió en la evaluación de los drogotest no habían sido “peinados” con su particular criterio de lo que es o no relevante? ¿Resulta este perfil el adecuado para un jefe de equipo evaluador de una cuestión tan técnica como los drogotest? Parece razonable pensar que hubiera sido preferible, a todas luces, un profesional con otra clase de perfil (médico, sanitario, social) o que, al menos, sus informes hubieran sido enviados tras una revisión (que incluyera nombre y firma) de algún especialista menos violento. Las perlas que dejó, haciendo uso del titular del ElPeriodico.Com, incluían cosas como que “Ghandi habría pillado” porque considera no pacífico estar sentado si la policía le da la orden de que se vaya, o que la violencia ejercida por la policía era legal y que la policía siempre ganaba.

El error fue pedirle peras al olmo, y la seguridad vial de todos es la que se comerá los frutos equivocados: 750.000 drogotest para este nuevo año.



SIGUIENTE TEXTO DE LA SERIE:
http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/02/recurreitor-la-mejor-respuesta-contra.html 

domingo, 7 de enero de 2018

¿Crisis de sobredosis por opioides? Negocio para la farmacia.

Este texto fue publicado hace más de un año en el dominio Cannabis.es y esperamos q os ayude a comprender que no todos los que parecen buenos, en esta historia de los opioides en USA, lo son. A veces la abuelita ya no existe y es el lobo con su camisón pero ni el lector ni nadie se da cuenta hasta que es demasiado tarde...

Demasiadas veces, y en demasiados campos.

*.*.*

Nuevos fármacos, nuevos presos, nuevos negocios...
(Vivitrol y coleando).

Puede sonar algo fuerte -entrar con la pierna por delante y a la rodilla- este título por el que he optado para encabezar este texto, que será desagradablemente veraz, pero necesario. Todos los esfuerzos que se puedan hacer para alertar a la población de cómo se les está mintiendo y usando -en las peores formas de entender dicha palabra- para ser simplemente “ganado al que ordeñar económicamente”, son pocos a estas alturas.


 La farmacia como enemigo público de primer orden
Desde esta web hemos denunciado -una y otra vez- lo que la  BIG PHARMA hace y es: esos tipos -con mucho dinero y ningún escrúpulo- que prefieren ver morir a hombre, mujeres y niños por millones en beneficios, antes que bajar sus precios. Si no les das dinero, no les interesa tu bienestar: no seas tonto y creas que trabajan por tu salud, ya que no es así.
Ante este panorama, en el que el enfermo (y también el no-enfermo) es el objetivo de la voracidad farmacéutica -en su faceta de negocio que mueve muchos millones- debemos empezar a formarnos en áreas que antes considerábamos restringidas a médicos y farmacéuticos: nuestra salud y sus remedios. Evidentemente, no se puede esperar que todo el mundo esté capacitado para saber que la “viagra femenina” es un absoluto timo y un peligro para la salud de quien la usa, o que los fármacos que le estamos dando a los niños con la excusa de la gran enfermedad “creada e inventada para las masas” del TDAH, son exactamente los mismos por los que metemos en la cárcel a adultos que los utilizan -también de forma correcta, pero además, de forma libre y consciente- y que las nuevas grandes salvadoras contra la "epidemia de opioides" que nos llegan de manos de las farmacéuticas son la naloxona y la naltrexona (también la buprenorfina pero de otra forma y ya se han dado cuenta del timo económicoy que en realidad son dos viejas conocidas, que no traen ninguna cosa , pero “las están peinando” para que sean presentadas masivamente como un recurso necesario, en un volumen tan disparatado como el de los opioides. Han logrado una ciudadanía con 2 millones de adictos (sólo en USA) y una población reclusa -hasta en cárceles privadas- que está enganchada a los opiáceos en un histórico récord del 15% de los reclusos. Genios.
Olé. Lo han clavado estos narcos legales de la BIG PHARMA a la hora de conseguir tener una clientela rehén, y con la bendición de los poderes del estado, a quienes compran de la misma forma que -por ejemplo- Boiron ha comprado una cátedra de homeopatía en una facultad de Medicina, para darse brillo y lustro mientras dicha facultad ha prostituido su metafórico ojete por pasta, simple y llanamente. Es todo culpa del papel moneda, que engrasa que te cagas...
¿Qué más puedo decir? Si son los mejores hay que reconocerlo, y punto.
Primero han enganchado a una buena tajada de la población (transversal, de jóvenes a ancianas) a tomar drogas de alta potencia narcótica (y por lo tanto, ADICTIVA) como la morfina, el fentanilo y otras similares, asegurándose así la clientela; si era moralmente correcto, como veréis, es algo que no importa en esta historia. Posteriormente, cuando esa criminal acción ha empezado a rendir muertos -que no eran “yonquis” sino población común- se han llevado las manos a la cabeza e incluso han susurrado un cierto “mea culpa” pero era sólo fachada: estaban preparando la segunda fase. Comprobaron que se les empezaban a matar los clientes, algunos quedándose dormidos mientras iban conduciendo y otros en casita, cuando no se lo esperaban (porque a diferencia de estos usuarios nuevos, los viejos usuarios de drogas saben lo que hacen en mayor grado que estos nuevos “enganchados por la farmacia”) así que dijeron que tal vez se les había ido la mano con las prescripciones y con el “estímulo que habían imprimido al mercado”, pero que estaban trabajando en una rápida solución.
Cabe recordar que “solución”, para la industria farmacéutica de la época, fue lanzar la heroína como un fármaco no-adictivo y que, además, era capaz de hacer perder todo el interés por la morfina a los morfinómanos. ¿No hace falta que explique lo que pasó, verdad?
Estimulando el mercado, como eufemismo de “vamos a usaros como a ganado hasta que os exprimamos en vida, de niños a ancianos”, y funciona. En USA y Canadá se lo creen todo, y no es extraño ya que los medios de comunicación que dibujan su realidad, pertenecen todos a los mismos bolsillos que invierten en esos pelotazos “farmacéuticos”, con nivel del escándalo moral, pero que se olvidan pronto de la memoria colectiva. Los ciudadanos no pueden saber lo qué pasa, porque el mismo que les está robando es quién les hace de guía, en un entorno en el que han sido -previamente- privados de conocimientos que les permitan darse cuenta de lo que está sufren y lo que le están haciendo... a sus hijos, hermanos, padres, abuelos... a todos.
Y vamos con “la solución”  AKA remedio mágico: la naltrexona. Un fármaco de los años 70 y que se lleva usando décadas, y es de todo menos nuevo. Naltrexona, además de la naloxona que llevan promocionando años ya. ¿Por qué? Como todo: porque da dinero. Ahora mismo tanto naloxona, como naltrexona -la nueva invitada, que no es tan nueva- son fármacos de abuso: el abuso que comete la BIG PHARMA al aumentar cientos de veces sus precios, si motivo alguno, salvo el interés económico.
Por supuesto, la solución -que no lo es en realidad- representa ingresos desmedidos para la industria farmacéutica, y esta vez lo hacen mediante el asalto a las arcas públicas, vendiéndole a los estados ingentes cantidades de los antagonistas opioides a precios que superan con creces el mayor de los márgenes del narcotráfico en las drogas clásicas.
Ellos lo bordan, mirad: “No solo para los médicos: la droga antídoto para las sobredosis de opioides -naloxona- está siendo lanzada a las masasAsí de claro calificaba -la revista de temas médicos- STAT el asunto de la naloxona, dándonos datos como que en la última década el uso de naloxona (la demanda de la misma) se ha multiplicado por 4, sin contar el actual momento con el pico que se está viviendo en la adquisición de este recurso. En Ohio incluso están animando a los ciudadanos a que lleven naloxona encima -para tratar posibles sobredosis que encuentren en su quehacer- y en Carolina del Norte y Pensilvania, se ha emitido una orden por la que la naloxona se puede adquirir libremente en farmacias. También en Carolina del Norte y Nuevo México se está dando naloxona a todos los presos que salen de prisión, ya que las sobredosis en ellos son desgraciadamente frecuentes y en especial en las primeras 48 horas tras su salida de prisión.
Desde el lobby de la BIG PHARMA se desea “penetrar presupuestariamente” y de forma completa a la policía, pero ahora el objetivo se ha ampliado y apuntan a otros profesionales como pueden ser el personal de los aparcamientos, guardias de seguridad y otros miembros relevantes de las comunidades. Naloxona y cursos de entrenamiento, que vienen de mano de la misma industria que fabrica la sustancia, la misma que cobra a cargo de los presupuestos generales salidos del bolsillo de todos, y la misma que ha creado un problema que ellos mismos califican de “epidémico” y que ahora requiere de una solución que -oh, casualidad- nos trae la BIG PHARMA.
¿Pero de verdad que a nadie más le suena sospechoso todo esto?
El último gran asalto al bolsillo ha comenzado con la “nueva” medicación -vendida como panacea- para un sistema penitenciario saturado y que, como ya hemos dicho, es la naltrexona de toda la vida y no es una mágica solución. Lanaltrexona, es un antagonista opioide que bloquea los receptores, haciendo que el consumo de opioides resulte inútil, y no causan efecto alguno en la persona. En nuestro país se ha usado y se usa para los tratamientos “libres de drogas” en los que resulta preferible, para el paciente, saber que aunque consuma no va a conseguir efecto alguno. Se puede comprar en la farmacia “casi sin receta”. Digo casi porque en teoría no te pueden dar nada sin ella, pero al no tener efecto alguno psicoactivo (o tenerle incluso negativo) ni posibilidad de abuso, la dan. Yo obtuve una caja llena de botellas de dicho fármaco por menos de 80 euros. La naltrexona es barata y accesible; siempre lo ha sido. Y se consume por vía oral (la naloxona no es activa por vía oral y para ello se usa naltrexona, aunque es la naloxona el antagonista usado en sobredosis vía inyección o nebulizador nasal). Ahora, la industria farmacéutica ha obrado su magia y, de una molécula que no les daba prácticamente ningún beneficio (como les ocurría con la naloxona), han creado “nuevas presentaciones” que les permiten cobrar LO-QUE-LES-SALGA-DEL-HUEVO por viejas sustancias; la patente ya no sólo es el compuesto y su química, y con ese enfoque juegan. En este caso, han creado una inyección intramuscular profunda -una aguja larga de cojones y ya- que te deja el cuerpo (vía culito y pinchazo) impregnado de naltrexona durante un mes, haciendo inútil consumir heroína, fentanilo o  morfina. Eso sí, otras drogas como la cocaína  y los  barbitúricos o el  alcohol  y la  anfetamina, te seguirán haciendo efecto. Si lo que quieres es “drogarte” lo harás, aunque no sean con una en concreto.
Naltrexona y similares sólo sirven para los opiáceos y opioides, pero tiene un gran “público potencial”: los presos que salen de las cárceles a quienes se les ha comenzado a facilitar un par de chutes de naloxona, por si tienen ese mismo día una sobredosis (algo tremendamente normal a día de hoy ya que salen como saldría un toro encerrado y sin tolerancia porque no han tomado opiáceos en meses y, entre las ganas y el mayor efecto con menor cantidad, suelen irse para el otro barrio). Con la naltrexona -y su duración “reformulada” de un mes y por el injustificable precio (robo) de 1000 dólares, ahora podrán tener un bloqueo para opioides de más duración, que una vez inyectado la persona no podrá hacer nada para revertirlo.
Yo, como usuario de opiáceos y opioides, agradezco la existencia de algo que me puede salvar la vida. Pero no puedo evitar preguntarme si realmente el número de consumidores justifica tan salvaje aumento de dispensación de estos fármacos. A pesar de esas leyes para que cualquier ciudadano y sin explicación pueda comprar estos fármacos, creo -como usuario- que nos iría mejor si reformasen las leyes que convierten en un acto criminal el uso de drogas (en España es un derecho, aunque limitado en el espacio público) y que eso acabase con el mercado negro... de una santa vez.
Y aunque suene conspiratorio, tengo que rendirme al final ante la evidencia: mercado negro y farmacia se complementan y se necesitan para justificar muchas de sus acciones. Llevo mucho tiempo preguntándome cómo pudo llegar la W-18 a la calle, o con los nuevos muertos en Canadá, quién sintetizó carfentanil con el peligro que eso supone. Y siempre me viene la BIG PHARMA a la cabeza (son los que pueden, eso no se hace en un garaje con 4 matraces) que es la que al final sale siempre ganando. Es muy arriesgado decir que ellos los sintetizaron y lo pusieron en el mercado, para aumentar la histeria con la epidemia de opioides y el número de muertos, así que lo dejo en una “ida de pelota mía” pública (pero ahí queda).
Ahora, cuando veo que les van a vender naltrexona a 1000 dólares por inyección -bajo el nombre de “Vivitrol”- vuelvo a pensar por dentro: “¡¡joder, qué putos genios!!” ¿Qué narco es capaz de conseguir eso y que, además, se lo vaya a pagar el estado y a presentarle ante todos como un salvador de la sociedad y las drogas? No excluyo que le den la medalla del congreso de los USA o algo así, sobre todo si hacen donaciones como los fabricantes de fentanilo allí. Esto de la  BIG PHARMA es nivelón a la hora de prepararla gorda, y no lo de Pablo Escobar o El Chapo Guzmán.
Han construido una cárcel alrededor de toda una sociedad, que asiste incrédula a la violación de sus propios derechos elementales, sin llegar a ser conscientes de lo que está sucediendo, ni de quién es el agresor y quién es la víctima.
Volviendo al título de este texto, habrá que repensar con quién nos estamos jugando la salud.



lunes, 1 de enero de 2018

SERIE DROGOTEST II: La química del drogotest.

Este texto fue publicado en la revista Soft Secrets dentro de la serie Drogotest, bajo el pseudónimo "Drogodogo" (al parecer mi trabajo era bien recibido pero no que firmase con mi nombre, pero aún así el proyecto me resultaba inicialmente interesante y acepté usar "Drogodogo"), y esperamos que os guste y os ilustre.

Este 2018 va a ser un año complicado en todos los aspectos del cannabis, y los que más lo vamos a sufrir somos los usuarios y cultivadores. La persecución policial del cannabis, la engañosa imagen que la "prensa seria" da del asunto, la también engañosa imagen que la "prensa especializada" (prensa cannábica) da también de los "avances" producidos en la evolución legal (cómo nos venden la moto), y el asalto económico al bolsillo del ciudadano vía drogotest, son algunos de los frentes que sufrimos y que no tienen pinta de mejorar, salvo tal vez el asunto del drogotest ahora llevado hasta el Tribunal Constitucional y pendiente de resolución.

Mis mejores deseos para dicha iniciativa: hay que acabar con esa perversión que policía y estado nos venden como seguridad vial aprovechándose de la falta de conocimiento en estas áreas de la mayoría de la gente.
Y pronto.

Empezamos este 12º año de blog, y esperemos que en el 13º podamos decir que ha muerto el monstruo en alguna sala del Constitucional.

El primer texto de esta serie, publicada íntegra en Soft Secrets España, lo podéis leer aquí:
Serie Drogotest I.


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Como ya comentamos en el número anterior, el desembarco de los drogotest en nuestro país -especialmente de la forma en que se está produciendo en estos momentos en que grandes cantidades de estos dispositivos están siendo adquiridas por las policías municipales de pueblos y ciudades- no se debe a cuestiones meramente relacionadas con la seguridad vial y la necesidad de rebajar el número de accidentes, sino a un objetivo claramente recaudatorio en el que se obvia la función de control por seguridad y se prima la de “acertar con el positivo”, provocando esto que los usuarios de cannabis (y también sus acompañantes o quienes convivan con ellos, según me indicó la policía en una de sus incursiones con drogotest sobre mi persona) sean el target preferente en la caza del “ciudadano dopado”.




Apuntando con precisión, el abogado -especialista en derecho y drogas- Héctor Brotons, señalaba en la pasada edición que la constitucionalidad de este Real Decreto Legislativo 6/2015 de 30 de octubre que aprobaba el texto refundido sobre la Ley de Tráfico, está abierta y puesta en cuestión desde que un juez advirtió que un par de artículos (los esenciales) no podían ser garantizados por el drogotest, ya que este determina la presencia de droga en el organismo pero no la afectación del mismo y en la misma ley se observa cómo el consumo queda permitido a otros, sancionando solo la afectación si es determinable. Eso sitúa -como bien dice el jurista- en el “principio del fin” el momento de esta ley: es sólo cuestión de tiempo que otros afectados de forma injusta por esta norma se rebelen contra ella y apelen a su inconstitucionalidad para poder defenderse de forma justa.





Y vamos a ver, sin más dilación, cómo se “estira” la química -hasta casi lo infinito- para hacer la magia que suena bien en todos los sistemas de recaudación: que llueva dinero, que para eso se invierte primero...


¿CUÁNDO DARÉ POSITIVO EN UN DROGOTEST?

Vamos con la pregunta del millón -o de los 1000 euros y 6 puntos- para ir aclarando las cosas. Dar positivo en un drogotest, de tipo reactivo como los usados hoy día por las policías, no equivale a estar afectado por una droga y tampoco haberla consumido de forma directa, ya que lo que se detecta es la presencia de un compuesto similar al buscado (de ahí los falsos positivos químicos de esos test, no son 100% exactos y necesitan análisis posteriores). 

Al menos en dos ocasiones, la propia policía me ha confirmado que han vivido casos en que los acompañantes daban positivo también sin ser consumidores y tampoco podían hacerse cargo del coche, ya que para ello debían estar “legalmente limpios” de toda molécula prohibida o parecida en sus cuerpos, y el drogotest decía que no era así.

Darás positivo en un drogotest cuando en tu cuerpo, bien sea por consumo crónico o puntual, elegido o inadvertido, prescrito por un médico o no prescrito, existan cantidades detectables de alguna sustancia buscada. En el caso que nos ocupa, el cannabis, los límites de detección comenzaron estando establecidos en 30 nanogramos por cada mililitro de saliva como concentración mínima para que se iniciara el procedimiento, dentro del cual se realizaba una segunda toma que conllevaba una segundo análisis para determinar la cantidad exacta y, de esta crucial forma, vincular de forma presuntamente objetiva esa tasa con una afectación concreta.

¿Y qué es un nanogramo? Pues un nanogramo es la millonésima parte de un miligramo, y en un grano de sal habrá unos 50.000 nanogramos, para que te hagas una idea. 

Es una medida muy pequeña, pero como podremos observar las hay mucho menores, como el picogramo con el que ya nos amenazan desde algunas instituciones de rol colaboracionista con estos neo-recaudadores: una milésima parte de un nanogramo como nuevo campo de juego para el nivel de detección... ¿eres siquiera capaz de imaginarlo?

Hace unas semanas se publicaba en los periódicos locales de Salamanca una noticia que advertía de la enorme inversión que estaban realizando desde la policía del Ayuntamiento de Salamanca y la Universidad de Salamanca (USAL), para adquirir una maquinita conocida como “espectrómeto de masas de triple cuadrupolo” y que vale 215.000 euros nada más. Digo nada más, porque eso se paga con 215 multas simplemente... a 1000 euros la multita: ¿vais pillando cómo va el asunto?






Volviendo a nuestra querida planta, el límite de 30 nanogramos, que si bien no era algo ideal -ya que no implica una afectación tampoco- parecía ya suficientemente sensible, de repente -y en especial desde hace una década- se les quedó pequeño. 

De ahí se saltó en pocos años a una sensibilidad 3 veces más grande, con lo que se empezaron a detectar muchos más positivos químicos que nada tenían que ver con la realidad de lo perseguido por una ley de seguridad vial: 10 nanogramos por mililitro de saliva. ¿Y qué supone esto? Un engaño, ya que se está forzando la química y los análisis para conseguir tasas de sancionados que alimenten económicamente las arcas de los que disponen estas pruebas usadas de forma indiscriminada y torpe.

Si antes resultaba posible dar positivo por THC en un control de drogas, simplemente por haberse fumado un porro la noche antes (en el caso del THC, su naturaleza química le hace ser muy lento de eliminar del cuerpo aunque no presente efecto alguno), ahora esa posibilidad se volvía tremendamente real. Los gráficos con los que los vendedores de estos aparatos se mostraban “legítimos” indicando que sólo perseguían ciertos consumos inmediatos y relacionados temporalmente con la conducción resultaban venirse abajo de golpe, ya que el periodo ventana del que hablaban de 6 horas, quedaba extendido ampliamente por el aumento de precisión del drogotest.

Pero eso ocurría antes del año 2010, y el límite de 10 nanogramos por mililitro se les volvió a quedar pequeño, ya que si aumentaban el nivel de detección para el THC perdían clientes porque recaudaban menos, así que en una clara estrategia empresarial y que nada tiene que ver con la seguridad vial, rebajaron aún más el nivel para pillar a más inocentes ciudadanos (inocentes porque no violaron ningún precepto ni el positivo en el test implicaba afectación alguna, ahora ya menos que antes) y lo dejaron en los "oficiosos pero no oficiales" 5 nanogramos por mililitro de saliva.

Sin embargo es público -por los informes emitidos de su propia mano empresarial- que el producto es capaz de detectar concentraciones tan bajas como 2'1 nanogramos por mililitro de saliva, mientras la Unión Europea recomiendo fijar el punto de corte para el cannabis en 27 ng/ml.

Hablando claro: hoy día si eres sometido a un drogotest traidor, podrás dar positivo en THC con 15 veces menos cantidad de THC que hace 10 años con la misma prueba

Si en origen se afirmaba que estos test sólo afectaban a un periodo no superior a las 6 horas en su detección, es bastante lógico comprender que este periodo posible de detección en saliva se haya ampliado también de forma descomunal, y más si atendemos a errática naturaleza de los principios activos del cannabis en los diferentes organismo humanos. 

Si antes decían 6 horas, ahora es razonable pensar que abarcan más de 24 horas dada la farmacocinética del THC. ¿Daré entonces positivo con el porrito de buenas noches al día siguiente? Sí, es muy probable que así sea si el test que te aplican resulta ser de los de última adquisición por parte de las policías.

Y también tu pareja puede dar positivo si estaba en la misma habitación y respiraba el mismo aire, ya que el nivel de detección bajado hasta esos límites de la química extrema es capaz de detectar lo indetectable hace unos años. Pero no olvidéis que lo que detectan no es la afectación, y eso es lo que originalmente persigue la ley de seguridad vial, ahora abierta en su constitucionalidad.


¿POR QUE EL DROGOTEST 
NO ES FIABLE 
NI PARA INDICAR EL TIEMPO?


El cuerpo humano es una maquina químicamente muy compleja, que por ello sus procesos biológicos y químicos resultan diferentes en diferentes sujetos, si bien dentro de ciertos patrones generales que nos unen como especie. 

La forma de metabolizar las distintas sustancias en nuestros organismos varía por cuestiones de idiosincrasia individual derivadas de la dotación genética, del medio en que se encuentra y de sus circunstancias puntuales como “bio-laboratorio”. 

En dicho laboratorio humano se realizan millones de reacciones químicas al segundo, que van desde el intercambio de gases realizado en los pulmones y que nos permite seguir respirando a la transformación del alimento en energía y nuevos bloques para construir tejidos, y que se afectan unos a otros indefectiblemente. 

Por eso, existen alimentos que pueden interaccionar con algunos fármacos o drogas, aumentando o disminuyendo su efecto al aumentar o disminuir las concentraciones disponibles en los fluidos corporales. También esto puede ocurrir entre distintos fármacos, o incluso sin el concurso de un agente externo -bajo fiebre o enfermedad- y en muchas otras circunstancias en que nuestro cuerpo decide actuar de otra forma, como puede ser ante una noticia traumática en el que nuestro propio comportamiento se ve alterado, y eso tiene un correlato bioquímico.

Por ello, la eliminación del THC -y la velocidad y tiempos a la que esto ocurre en tu cuerpo- no tiene porque nada que ver con la de otra persona, y se ve afectada por factores que no se pueden ni medir ni tener en cuenta a la hora de evaluar una conducción bajo la influencia de una droga, como es el caso.

Esto quiere decir que la ley afecta de forma distinta a mujeres que a hombres, a usuarios puntuales que a usuarios crónicos, a usuarios lúdicos o terapéuticos, e incluso a grupos tan llamativos como personas más gordas y personas más delgadas, ya que el tejido adiposo o graso juega un papel fundamental en la cadena de eliminación de los metabolitos del THC. 

Las diferencias químicas entre personas, convertidas en diferencias prácticas ante las leyes sancionadoras: esto no puede obviarse si se pretende legislar con justicia y no con arbitrariedad.

Esto ha llevado a que los fallos que no reconocen los propios interesados -las policias de cada país en su estudio ESTHER, que afirman que el producto tiene un 100% de aciertos- se hayan visto expuestos por boca del propio “Omsbudman” o “Defensor del Pueblo” en Finlandia con una realidad bien distinta que mostraba que “como mínimo un 10% de los positivos eran falsos” (ya sólo a nivel químico y sin entrar en lo incorrecto de lo detectado). 

Esto se produjo tras recibir cientos de quejas de ciudadanos-víctima sancionados injustamente y usando el test como base para un castigo que afirmaban que los resultados estaban fuera de toda lógica, y el Instituto Nacional de Salud finés se encargó de comprobar que los resultados no tenían demasiada validez científica haciéndolo notar en su preceptivo informe y señalando así mismo lo errático de los resultados para cannabis, cocaína y opiáceos que quedaban al desnudo cuando se aplicaban análisis de calidad y no drogotest rápidos y poco fiables como los actuales test rápidos usados por la policía.

En el propio mensaje emitido por el representante finlandés se aconseja a los cuerpos de policía que usen dicho aparato que no confíen demasiado en él a la hora de establecer una “conducción bajo la influencia” o afectación de drogas, ya que el aparato se entiende allí que es un aporte indiciario pero no probatorio y es el policía quien evalúa la afectación para el tráfico. Y resulta obvio que si el drogotest es un saquito de errores y falsos positivos químicos, que no sirven para establecer con certeza una conducción afectada por las drogas allí, tampoco lo son aquí en nuestro país por mucho que los que “hicieron sus propios estudios” al respecto se empeñen en repetirlo.


De hecho, la aportación hispana a dicho estudio, vino de la mano de un conocido policía -especialmente de unos años a esta parte, por su apoyo a la violencia usada contra ciudadanos en las fuerzas de policía- y cuyo currículum no es precisamente el de un científico, ni tampoco el de una persona que inspire confianza alguna, pero llegamos al final y eso os lo contaremos el próximo número.


PS: Acabo de ver que la revista Soft Secrets, esta REPUBLICANDO mis textos en digital, pero que está cambiando el autor por alguien totalmente desconocido, de nombre "Kevin", y que nada tiene que ver con la realidad.




Si es porque les da miedo que les relacionen con Drogoteca -de ahí lo del nick Drogodogo que tuve que usar- el miedo es libre...

Pero no la legislación al respecto.
Que se atengan.


 


PS: El siguiente texto, de esta serie, lo podéis encontrar aquí... http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-iii-quien-es-el.html

jueves, 30 de noviembre de 2017

To trade or not to trade: el dilema del poseedor de Bitcoin

Este texto fue una reflexión personal, publicada en la web sobre Bitcoin de ElBitcoin.ORG hace unas semanas, en lo referente al tema del trading (andar comprando y vendiendo criptomonedas). Creo que contiene algunas reflexiones que son de lo más acertado y que según pasa el tiempo, veo que más fundamento tienen.

Espero que os guste y os sea útil en este proceloso mundo del Bitcoin y las criptomonedas... ;)

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To trade or not to trade.



Cuando uno pasa el suficiente tiempo en el universo Bitcoin, tarde o temprano se llega a enfrentar a este dilema. El trading, la actividad de comprar y vender moneda a cambio de otra, es esencial a la hora de fijar el valor de la moneda en un momento dado, ya que a diferencia de otros usuarios (como quienes usan Bitcoin en un mercado de la darknet para adquirir un determinado bien, pero no “retiene” la moneda) los traders son quienes evalúan -con sus compras y ventas- el precio real de una moneda o un valor en el mercado.



Mi primer contacto con el trading -con control directo e inmediato de mis monedas frente a otras varias- fue hace pocos meses. Por suerte, y digo suerte porque eso fue en gran medida, sucedió justo antes de la burbuja que vivimos en la primavera. En previsión del fork de Bitcoin, y preocupado por ese dinero -que iba ganando en valor con el tiempo, hasta ser una variable imposible de no tener en cuenta- quise proteger lo que hasta ese momento había guardado en Bitcoin, y busqué otras posibles monedas para una mala situación -esperaba- en Bitcoin. Suerte fue que, si bien mi predicción de fork iba muy anticipada, el conjunto de decisiones lo tomase en esos días: mutipliqué varias veces aquello que coloqué en otras monedas, porque tuve la suerte de pillar ese momento.

Los planteamientos generales de mi decisión eran “buenos”, porque derivaban de un análisis de largos plazos que no buscaba dinero rápido sino protección. Pero el hecho que temía, el fork, no se produjo hasta meses después y aunque Bitcoin no se había inflado de precio tanto como otras monedas en ese tiempo, había doblado prácticamente su valor: me había equivocado, pero había acertado. 

Darme cuenta de ese hecho de forma tan tajante (mi predicción era errónea, al menos en ese momento) me ayudó a no creerme -por efecto de la suma de dinero ganada con la suerte del momento- un experto en el tema, capaz de predecir tan espectaculares escenarios de crecimiento. Esa ocasión fue suerte, y lo tuve muy claro desde el principio.

Aunque yo ya he tomado la SANÍSIMA decisión de no asesorar a nadie ni ayudar a nadie -sin cobrar por mi tiempo- con el tema de las criptomonedas (es muy pesado cargar con todo lo que la gente no sabe e intentar que comprendan todo esto con un muro de desconocimiento delante, defendido por otro de prejuicios detrás) mantengo un pequeño grupo de Telegram en el que varios personajes, compartimos cripto-asuntos. 

[[Actualización: dicho grupo aunque sigue siendo privado, ha abierto un "supergrupo" (así lo llama Telegram) para quienes tengan dudas y quieran charlar sobre estos temas. En enlace de acceso para la Cripto-escuela de Salamanca es este: https://t.me/joinchat/BG_IqkwgfFi8adD_W0Ok7A ]]

En él hay algún ilustre entrevistado de esta web (ElBitcoin.org) y otras personas totalmente desconocidas que se han ido “agregando” en momentos distintos: personas con formación en Bitcoin muy distinta, pero todos dentro del límite del usuario de nivel medio, como máximo (como yo). En el grupo, que paso de ser “Cryptoboyz & Girlz” a “Escuela de Salamanca” (recuerdos a Palamedes) nos echamos una manita y nos ayudamos.




Y todos nosotros -todos sin excepción- hemos caído en el trading. ¿Por qué? Está claro que cuando llevas un tiempo en esto, ciertas noticias sabes que van a tener repercusión (positiva o negativa) y sueles ver que puedes tomar ventaja de lo que va a suceder (si eres capaz de interpretar bien el escenario y su resultado en un momento puntual). 

Yo suelo decir que, con esto de las criptomonedas, pasa algo similar a lo que ocurre con algunas partículas observadas con el prisma de la física cuántica: puedes determinar su vector de dirección y velocidad o su posición exacta, pero no ambas cosas a la vez. 

Puedes acertar en el escenario y errar en la conclusión, y puedes hacer la jugada inversa también (lo que sería acertar de casualidad, como yo). Lo que está claro es que es también, el trading de criptomonedas y de otros valores, un campo probabilístico y no determinístico. Si eres muy de la mecánica clásica y te da “yuyu” eso del gato vivo-muerto, a lo mejor esto te supera. Si quieres saber lo que tienes y cuánto vale con una precisión pre-establecida, lo tuyo es la moneda fiat y no la criptomoneda (al menos, de momento).



Todos hemos visto la posibilidad de ganar dinero rápido, y hemos tentado a la suerte con diferente fortuna. Lo único que nos salvaría a todos (hablo especialmente del grupo mencionado, pero puede ser aplicado a otros muchos fuera de él) de nuestros propios errores en el trading, es que hablamos de un mercado en un brutal alza. En alza hasta el punto de que a veces da impresión de que “da igual en qué inviertas, porque todo sube siempre”: ojo, esto no es así y aunque lo sea -temporalmente- llegaremos en breve al momento en que no sea así.

No todo sube siempre, ni todo sube, pero es cierto que -de los principales criptovalores- si se mira su precio 1 año atrás son todo ganancias, en cualquiera. Y este mercado “inflado de interés” por un lado y que, por otro, va llegando a nuevos niveles de adopción de las criptomonedas, es un mercado que tiende a perdonar errores a todo el mundo porque los valores de referencia siguen subiendo

Pero no conviene fiarse, al menos demasiado, de las dotes de “speculatori” que nos han salido repentinamente, ya que lo nuestro no es invertir sino que todos nosotros (en el grupo) trabajamos en campos totalmente alejados de lo que serían los mercados de inversión. Somos meros aficionadillos, de momento, con mucha suerte.

Y tal vez sea ese el problema, hoy a señalar: exceso de suerte. Todos nosotros, en distintos grados pero todos, hemos entrado en el juego de comprar en un momento y vender en otro, para sacar provecho de la diferencia. Y debo reconocer que, a pesar de nuestra ausencia de experiencia previa, no se nos ha dado tan mal. Pero ahora debo considerar que la simple inercia de unos mercados fuertemente ascendentes ayudó mucho. 

Hasta gente tan ajena a este mundo, como resulta ser mi madre, me dio una cantidad para invertirla en su nombre. Cuando le pregunté qué quería que hiciera con ello, si “jugar en los mercados” o “hacer una buena inversión y dejarla quieta”, me contestó lo primero: jugar con ello, hacer trading activo. Cuando -extrañado- le pregunté cómo me daba esa respuesta, me dijo que no era mucho dinero [nota del autor: si yo lo hubiera tenido la primera vez que miré el precio Bitcoin, ahora tendría 100 Bitcoins, que hoy día equivalen a una comprar una muy buena casa, en mi país]. Ese tipo de actitud en una persona que es ajena a este mundo y cuya principal fuente de información son “los mass media” y alguna cosa que me escucha decir a mí, da una importante señal de lo que al personaje medio, que aún no ha entrado en esto de las criptomonedas, le atrae: no es la calidad del dinero, sino las ganancias rápidas haciendo trading.


Y nuestro “trading” que comenzó siendo “la necesidad de realizar un par de movimientos lógicos de compra y venta” ante una situación puntual (incluso forzada), acabó siendo “cazar al dragón durante horas y días”, persiguiendo estadísticas de precio en los mercados, para sacar provecho rápido de la volatilidad en las monedas y los diferentes exchanges. 

Uso a propósito la expresión “cazar al dragón”, porque es la que se usa en inglés, a modo de “slang” o jerga, para estar persiguiendo y aspirando el humo que se evapora de una pequeña cantidad de cocaína base, o heroína (o ambas, speedball), que se evapora con la llama de un mechero sobre papel de plata. 

Realmente las sensaciones, comparando el “juego” que se establece entre la persona y la actividad en este caso, pueden llegar a ser bastante similares a las del yonqui dándole fuego a la “cola del dragón”, pero eso es una visión subjetiva del asunto y, entiendo que poco común, ya que si bien hay mucha gente que hace trading de criptomonedas, no hay tanta que se entregue a esos otros placeres del consumo de psicoactivos.

A este punto quería finalmente llegar, antes de ofrecer un consejo basado en la experiencia tenida haciendo trading con criptomonedas: placer, consumo

Hay algunas personas -la inmensa mayoría- a quienes les das una inyección de heroína y no les resulta agradable. Otras quedan maravilladas y -de poder conseguirla- se hacen adictas a esa droga. Donde puse heroína, puede poner usted mismo cualquier otra sustancia (cocaína, cannabis, hongos psilocibes, mescalina, MDMA, anfetamina, morfina, etc.) y otras cuantas actividades humanas: comer, dormir, masturbarse, besar, ligar, jugar a las cartas, ir de compras, echar dinero a las tragaperras, trabajar sin descanso aun teniéndolo, follar o jugar a la lotería, al ajedrez o a los videojuegos en una consola.

Tal vez usted no lo sepa, pero las drogas prohibidas hacen efecto en el cuerpo humano porque imitan a otras sustancias que tenemos en nuestro interior, y que se manifiestan -haciendo su función, de forma normal, o desajustada- en las diversas relaciones bioquímicas de los comportamientos. 

Cuando come, usted segrega endorfinas (una molécula de efectos similares a la heroína o morfina). También cuando acaba de tener un orgasmo, o cuando llora. También las segrega su cuerpo de forma automática cuando usted sufre un daño (como un hueso roto). 

Cuando usted está a punto de ganar lo lotería, porque sólo falta número y si es el suyo se convertiría en millonario, usted segrega dopamina como un loco. Pero también lo hace cuando va ganando en la consola mientras compite con su pareja o amigo, y también lo hace cuando está jugando al poker con dinero o a las maquinas tragaperras, bingo, casino o ruleta: en los juegos de azar, usted segrega dopamina de la misma forma que lo hace el cerebro de un cocainómano cuando consume y consume esta droga. Y así podríamos seguir con distintas actividades, emociones y comportamientos que surgen en el complejo ser humano.




¿Pero esto no iba de trading? Sí, y aquí terminamos.

Dentro del grupo -en el que me incluyo- hay hombres y mujeres, profesionales de todos los campos (del derecho a la seguridad privada, pública, sanitarios, autónomos, freaks sin oficio claro pero todos con un mismo interés: Bitcoin y su mundo) que tienen intereses muy distintos, motivos diferentes, y razones que no tienen nada que ver para estar en este cripto-fregao. Sin embargo, al principio, todos pensábamos que las ideas de los demás y sus motivaciones (más allá del ganar dinero, que es común) serían iguales a las nuestras. Y no, eso es de lo primero que hemos comprendido: somos personas distintas que compartimos información y razonamientos, pero que tomamos decisiones distintas en función de los mismos datos: el trading no es una ciencia exacta.

Y la otra gran cosa que descubrimos, algunos antes (yo posiblemente) y otros más tarde, pero que todos sin excepción han calificado el cripto-trading como una actividad “muy adictiva”. 

Todo ellos, en distintos grados, conocen bien las drogas. Algunos sólo el cannabis y alguna anfetamina, otros cocaína y heroína, otros MDMA y speed, otros tabaco y alcohol. Todos conocen las drogas y conocen el aspecto adictivo de muchas de ellas, y varios de ellos son profesionales con relación directa con estos asuntos de las drogas y las adicciones. Y a pesar de su formación, y de que nadie se acerca al trading -eso de mirar velas rojas y verdes que bajan y suben, embobados para que se pueda hacer la compra que se te ha antojado... si puedes y el mercado te deja- pensando que puede ser una actividad “de alto riesgo” y no sólo económicamente: es una peligrosa adicción.

En realidad, el estar frente a gráficas de colorines, que suben y bajan, cálculos sesudos, fórmula magistrales a aplicar, momentos a cazar a tiempo y todo con el control de tus manos, tu dinero y la acción directa de tu voluntad sobre tus monedas, es muy parecido a un juego de azar; incluyendo las consecuencias de la ludopatía. A veces se gana dinero, genial, porque eso es un refuerzo positivo que hace que la persona repita la acción. A veces se pierde, y eso que a muchos les sirve para medir mejor y tal vez retirarse del juego, a ciertos personajes (es un fenómeno que se da en los compradores de drogas en el mercado negro) no les funciona como un aversivo que les aleje del trading, sino que les funciona de “refuerzo aleatorio” (también con los animales se usa, para mantener adiestramientos a lo largo del tiempo) que no elimina ni tiende a eliminar el comportamiento.

En resumen, creo que el trading es una actividad que, si bien puede dar altos rendimientos, también puede provocar intensas pérdidas. Y una que no solemos evaluar adecuadamente: la de nuestro tiempo

Nuestro tiempo y su rendimiento es en sí mismo, cuando lo usamos adecuadamente, nuestra mejor “Proof of Work” o PoW. Es cierto que es “relativamente fácil” ganar dinero en el trading, una vez que uno le echa horas y aprende las habilidades básicas. ¿Pero cuántas horas? ¿Cuántas le puedes echar tú para que dicha actividad te resulte rentable? Si eres una persona que -por su trabajo, o ausencia de trabajo- pasa por su tiempo pegado a un ordenador con conexión a Internet, pues es posible que hacer trading sea una actividad más -provechosa económicamente- que pueda incorporar a su rutina.

Pero fuera de esa tipología de persona, es muy probable que el trading de criptomonedas no sea una actividad hecha para ti. Hace un tiempo recibí el mejor consejo sobre trading que me han dado hasta la fecha: “no hay decisión sobre criptomonedas que compense una noche en vela”. Y es cierto, no lo hay. 

La mayoría de la gente no dispone de 10 horas para estar pegado a un ordenador leyendo información y analizando mercados, porque además del Bitcoin tienen vida. Y todo esto lo escribo sabiendo que, en breve y debido a los futuros forks de Bitcoin que parecen venirnos encima, no tendré más remedio que ceder a mis impulsos y echar un vistazo al asunto; es posible que acabe picando de nuevo y dejándome más riqueza de mi propia PoW en tiempo, que la que pueda ganar haciendo movimientos entre unas y otras monedas.

Valora bien tu tiempo antes de dedicarlo a otras cosas.
Y recuerda que te lo avisamos aquí: el trading de criptomonedas es altamente adictivo.