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jueves, 21 de julio de 2016

Jeffrey Pendleton: otro jodido negro indigente...

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que no os guste, que os desagrade profundamente y que ello os mueva a hacer algo, a salir de la inacción sorda que permite cosas así o como esta otra de ayer mismo, antes de que una ola de miseria humana aderezada con cadáveres bajo custodia policial, nos alcance también en España.

No hemos tocado fondo aún... y siempre se puede cavar.

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Jeffrey Pendleton: Jodido Negro Indigente.


Hola, me llamo Jeffrey y soy un negro indigente, sin casa ni trabajo, que no tengo derecho a existir. O tal vez sólo tengo derecho a existir... si existo sin tener derechos. 

Eso ha intentado hacerme creer la policía a lo largo de mi vida, daba igual dónde porque la historia era siempre igual: ellos mandan y si no les gusta cómo obedeces -o si no obedeces- se desahogarán contra ti, con una paliza en el calabozo, o usando el sistema legal de forma leguleya para causar intencionalmente daño. A veces también aunque obedezcas, te hacen el saco de los golpes con el que se divierten.

En realidad no soy lo que ellos quieren que sea, y eso no lo han soportado nunca. Pueden hacerme daño físico o pueden echarme encima al sistema, pero no han conseguido romperme y hacer de mí un animal asustado que resultase domesticable y adiestrable para sus fines. De hecho, fui un chico como tú. Tuve una infancia difícil, porque era uno de los muchos hijos de una madre negra soltera en la pobreza de “la pesadilla americana”. Pero nos crió y nos sacó adelante. Terminé el instituto e incluso llegue a recibir formación universitaria. Y hasta me casé con una compañera, pero el matrimonio nos superó a ambos y acabamos -como otros tantas parejas jóvenes- separados al poco tiempo.



La ruptura de la pareja, junto con los empleos de baja calidad a los que podía tener acceso, con salarios miserables y abusos constante, fueron la rampa cuesta abajo que se me presentó como vida y que, a pesar de que no he dejado nunca de luchar, me llevó a tener que perder hasta mi techo y convertirme en un “homeless” más. 

Al principio viví un año en una tienda de campaña, pero aunque intentes mantener una vida normal, vivir en la calle te pasa un factura que no se casa con comodidades como esa. Después, he tenido que sobrevivir como otros muchos, luchando cada día y pidiendo ayuda (ya que trabajo no me dan), pero nunca he cometido un delito porque considero que ser pobre no me da derecho a ello.

Es feo pedir, pero peor es robar, dicen... 
Lo cierto es que a la policía de la pequeña ciudad donde “resido” no le parecía bien que pidiéramos, ellos preferían que nos muriéramos de hambre en la puta calle




Pero a mí que, aunque soy un negro lo soy con inteligencia, formación y coraje, no me parecía bien eso de que unos pistoleros armados a sueldo del estado fueran a forzarnos a desaparecer para su comodidad. Ellos nos acosaron, durante meses, por pedir dinero para comer de forma pacífica en la calle. Mi cartel decía “estoy sin casa y buscándome la vida”, como forma de indicar al viandante, de forma pacífica y no invasiva, que era un ser humano -negro, sí, pero humano a pesar de los maderos y el sistema- solicitando ayuda básica en una situación de extrema necesidad.

Fui detenido, golpeado, insultado, amenazado, robado, sufrí cacheos arbitrarios que incluían  "registro de orificios” (en el que unos policías te sujetan y otro con guantes te mete dos dedos dentro de tu culo y busca dentro, por si escondes una caja fuerte ahí) y todo tipo de humillaciones, que no sirvieron para doblegarme. De hecho me crecí. Y sin miedo les denuncié. 

Yo, el negro indigente, denunciando a la policía de la ciudad. 

Y lo mejor todo, ganando la batalla y forzando a la policía a que dejase en paz a aquellos que tenemos la mala suerte de tener que pedir para sobrevivir. Ellos quisieron llegar a un acuerdo que incluía una nueva política de trato para estas personas, y yo cedí porque había conseguido que ganase la comunidad: todos habíamos ganado con una policía que dejase de perseguir, acosar, robar y violar mendigos por el simple hecho de ser pobres y sin recursos. Incluso tuvieron que pagarme unos cuantos miles de dólares que, obviamente, no disfruté ya que fueron para los abogados que llevaron el caso.

No era la primera vez que me había enfrentado a los abusos policiales, porque ya en otra ocasión había sido denunciado por la policía, encarcelado y encausado, por negarme a obedecer una orden verbal, por la que una pareja de policías decidía prohibirme pasar por una zona de acceso público. ¿La razón? Ja, pues la de siempre, un JNI: jodido negro indigente. 




Pero no quise rendirme y aceptar el castigo, así que planté cara y el asunto sentó un precedente legal sobre la capacidad de la policía a dictaminar, a su antojo, sobre el acceso a lugares públicos. Y también acabaron pactando y entregando otra suma de dinero que, de nuevo, se quedaron los abogados por su trabajo. Y es que ser pobre en USA es muy caro. Me encanta ver -cuando tengo acceso- el programa de John Oliver por sus mordaces y honestos enfoques, y no consigo olvidar el día que contaba nuestra realidad y la de la justicia americana: cómo éramos encarcelados -con el coste que eso supone para el estado y los contribuyentes- por el simple hecho de no tener dinero para pagar los costes legales de la defensa legal que, en teoría es un derecho constitucional, tienen que facilitarte si has de enfrentar un juicio. Todo eso es mentira y sólo sirve para que los ricos que están en sus casas de barrios protegidos, crean que la justicia es igual para todos. Es parte de nuestra pesadilla, porque vivimos en un sistema que mientras considera que eres suficientemente pobre para recibir “bonos para comida”, no eres suficientemente pobre para acceder a la justicia con abogado de oficio. Y a veces creo que es mejor, porque ahora mismo hay 43 estados de USA en los que se te cobran los gastos legales de tu defensa y si no tienes dinero para pagarlos, vas a la cárcel aunque no seas declarado culpable por el juez.

A un amigo que estaba con una enfermedad terminal del pulmón, le detuvieron por no poder pagar los gastos de un juicio anterior y le metieron en la cárcel, pero estaba tan mal que fue llevado al hospital. 

Detenido por no tener dinero, además de la cárcel, le metieron una multa mayor, que si no pudo pagar -ni a plazos- su defensa legal anterior ahora lo haría ya imposible. ¿Cuántas veces consecutivas te pueden detener por no tener dinero para pagarles por la detención anterior, y además volver a facturarte por ello? Sé que al que no sea de aquí y conozca la realidad, esto le sonará a chiste, pero de broma no tiene nada y ésta es la realidad con la que nos hacen vivir.




La última de mis aventuras no elegidas con la policía, ésta desde la que todavía os hablo, se debió a unos gramos de marihuana. Ya sé que es legal en medio país, y que se vende en lujosas tiendas a precios espectaculares, pero la ley nunca fue igual para todos y esto es sólo otra excepción más. Me cogieron con unos porros en una bolsa y, además de quitármelos, mis queridos 'hamigos' de la policía me esposaron, me metieron a golpes -como siempre que pueden- en el coche patrulla y sin dejar de meterme codazos durante el camino, me llevaron al calabozo para presentar cargos contra mí. Fui puesto ante el juez, quien decretó mi libertad bajo fianza de 100 dólares. ¿Bien, no? NO.

Para ti puede que 100 pavos sea algo asequible -y que si no los tienes puedas pedirlos- para evitar entrar en la cárcel. Pero no para mí, no ahora. Al ganar aquel proceso contra la policía, gané el derecho a pedir en la calle pero eso no te pone en un nivel en el que puedas tener 100 dólares para pagar una fianza. Y como dije antes, los pobres vamos a la cárcel por el simple hecho de no tener dinero, aunque eso sea totalmente inconstitucional, ya que de algo hay que mantener el sistema de prisiones privadas y todo el entramado de parásitos que viven de él. Y aunque nosotros no podamos pagar, somos la excusa para que el contribuyente pague: ni siquiera les interesamos para explotarnos, sólo somos cebo en su pesca deportiva de dinero público para fines privados.




La cosa es que aquí estoy, preso, sin nada que hacer y sometido físicamente a los antojos del grupo de carceleros que, se supone, están pagados para cuidarme entre otras cosas. Aunque algo ha debido de pasar en algún momento, porque me siento extrañamente ligero, y con un gran sentimiento de paz. 

Y eso no tiene sentido, porque lo último que recuerdo ahora mismo es que entraron en la celda los carceleros y recuerdo que me dijeron entre risas: “ahora te vas a enterar de lo que es denunciar a la policía, negro de mierda”

Recuerdo un golpe cerca de mi cabeza y un sonido agudo que precedió a mi pérdida de conciencia, y a esta sensación de felicidad que me embriaga ahora en este estado en el que ya no siento dolor, ni odio o rabia, ni miedo, ni nada negativo. Aquella luz -que veo sin abrir mis ojos- es el lugar al que ahora ya me dirijo...





viernes, 24 de abril de 2015

FLAKKA... la neodroga caníbal.

Este texto fue publicado primero en VICE Spain y posteriormente traducido a inglés, italiano y portugués para VICE a nivel internacional, y publicado bajo pseudónimo como Alex Shulmann. Esperamos que os guste.

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La Flakka.


Hace unos tres años -una noche en el ordenador- me empezaron a llegar imágenes de un tipo arrancando la cara a otro a mordiscos. En aquel momento me quedé aturdido, porque no ocurría en un remoto lugar donde se siguiera practicando el canibalismo: ocurría al lado de una autovía en USA. Fueron las primeras noticias del que ahora es conocido -muerto ya- como el “Caníbal de Miami” y que aunque las drogas no tenían nada que ver en el asunto, tuve el presentimiento de que algo así iba a ser usado en el juego mediático contra las drogas y sus usuarios.

Era sencillo el planteamiento. ¿Qué hay que pueda explicar que una persona coma la cara de otra que está viva y tenga “resistencia sobrehumana” a las balas? Las drogas, está claro. Y en USA más todavía. La prensa pronto empezó a hablar de un drogadicto bajo los efectos de... ¿de qué? Algunos de los primeros reportes -de vecinos de la zona en las teles locales- hablaban de crack, pero existe crack suficiente en cualquier ciudad de USA como para saber de sobra que no provoca canibalismo. Entonces se buscó otro candidato (se llegó a mencionar hasta el “krokodil ruso”) y la cosa acabó aterrizando en una oscura denominación: “bath salts” o sales de baño.

La víctima, antes y después.


¿Qué droga es la sal de baño? Ninguna, pero algunas de las neodrogas legales que van supliendo al mercado -sin ser nuevas en realidad- se habían distribuido bajo ese disfraz, porque aun siendo legales como sustancias (no prohibidas) presentaba menos problema esa presentación. También se usó el formato de “abono para plantas” e incluso el de “inciensos”, pero lo de las sales de baño parece que gustó más. En una semana podíamos ver en todos los lados textos sobre las temibles “sales de baño” y muchas veces eran ilustrados con imágenes de lo que serían sales de baño reales, aumentando la histeria en un país muy poco ilustrado en drogas y acostumbrado a asustar a los habitantes como forma de control. Y eso creó las “sales de baño” como drogas.

Claro, los forenses y la gente “de ciencias” empezaron a preguntarse cómo era posible que los medios hubieran determinado que había una droga en el cuerpo del atacante y además, cuál era. No cuadraba porque no se tenían esos datos aún. Así que los medios empezaron a especular -porque como sale gratis da igual- con cuál de las sustancias en concreto podía ser, y la ganadora que nada tenía que ver, fue la MDPV o metilenodioxipirovalerona.

Hoy la sustancia ya es conocida como “droga caníbal” por la gran prensa basura. Semanas después llegaron los resultados de la autopsia completa: el atacante “caníbal” murió a balazos y no tenía resto alguno de droga en su sangre. Nada tenía que ver ninguna droga, pero daba igual: a los pocos días había todo tipo de vídeos en Youtube sobre la “droga caníbal” (aunque en ninguno se observa droga alguna) y sobre gente que había intentando comerse a otros en un ataque de locura provocado por esa supuesta droga. Gente como zombis a lo “The Walking Dead” que salían de bajos de las casas, desorientados y enajenados. Sucios sí, pero zombís no eran.

Yo hacía años que había probado la MDPV y reconozco que no me pareció una buena sustancia para ponerla en las calles: era un estimulante que te incitaba a redosificarte excesivamente por la ansiedad que creaba, y cuando subías las dosis el escenario en el que te metías no era placentero. Probada y desechada para mi uso personal. Aunque ni yo, ni ninguno de los que habíamos probado la MDPV, hubiéramos tenido ganas de comernos a nadie a bocados. Era otra fantasía más de la “war on drugs” pero quedaba marcado en esa memoria colectiva -del desconocimiento sobre drogas- del público en general.

¿Y qué tiene que ver todo eso con la Flakka?

Todo y nada: la flakka sólo es el nacimiento de otro mito inducido por los medios sobre las drogas.
En este caso, la cosa arranca cuando hace pocos meses alguien cuelga un vídeo de una persona, una mujer joven de raza negra, a quien se ve que se pone bajo la lluvia al lado de una valla, y se mueve, baila, parece agradecer al cielo que le mande agua y ciertamente tiene un comportamiento algo extraño, pero nada en principio que no se pueda achacar a la idiosincrasia de las personas o a otros factores de salud mental. No es la única persona que disfruta de un buen chaparrón de agua sin miedo, y no por eso alguien está loco o drogado. 

Pero el vídeo se colgó con el título de “Flocka is destroying USA” y parece que creó escuela. En poco tiempo, los nuevos sucesos que implicaban a personas con comportamiento errático empezaban a ser calificados de casos de la nueva droga, que ya había cambiado su nombre de flocka a flakka, y algún medio norteamericano ha especulado con que el nombre viniera de la expresión latina de “la flaca” que todos tenemos en nuestra memoria musical.

Los medios hablan y muestran gente que aparecía desorientada o hiperactiva, en un estado mental alterado, con un discurso incoherente y con fuga de ideas, gente que se quitaba la ropa y corría por el medio de la calle por la hipertermia que sufrían, gente con reacciones paranoides de miedo, y de nuevo la “fuerza sobrehumana” que siempre aparece en los reportes de la policía de USA para explicar que tal o cual persona tuvo que ser reducida por un número incontable de agentes, o de balas.

Aunque de momento no tenemos una confirmación forense de que en ninguno de esos sucesos haya intervenido una droga, los medios de nuevo han cogido la idea y han asignado una nueva sustancia candidata, la alfa-PVP o alfa-pirrolidinovalerofenona, una droga creada hace décadas que tiene un hermano mayor que a muchos les sonará más: Katovit. El Katovit era un fármaco estimulante -de la función mental- que combinaba un principio activo con algunas vitaminas, que los estudiantes usaron hasta el año 2001 de forma generosa porque, tras la retirada de la anfetamina de la farmacopea (y mercado negro) en España, fue el único estimulante de farmacia que se podía conseguir sin receta. La droga del Katovit era el prolintano, y esta “nueva droga” rebautizada por los medios como Flakka, es el prolintano más un solo átomo de oxígeno. De hecho a la alfa-PVP se le puede llamar químicamente betacetona-prolintano o “katovit oxigenado”, y para los no entendidos en química es como tener el mismo coche al que le has cambiado una rueda: hace básicamente lo mismo con alguna diferencia, para mejor o para peor. Aunque poner un oxígeno en una molécula no suele aumentar su potencia, sino al revés; como ejemplo el átomo de oxigeno de la efedrina que al ser retirado (reducción) se convierte en la mucho más potente metanfetamina. Es así como se buscan las drogas: se encuentra una activa, y se explotan las posibles modificaciones en la molécula para conseguir otros compuestos que hagan más o menos lo mismo, pero con menos dosis, o mayor duración.




Al prohibirse de forma oficial la MDPV (y otras similares), una de las muchas que podían venir a ocupar su puesto era la alfa-PVP porque venía a ser lo mismo sin un grupo químico (metilenodioxi) y había quedado fuera de la prohibición al no ser un análogo en sentido estricto para la química. Así que los vendedores de “legal highs” la cogieron por bandera de reemplazo, y los medios están haciendo lo propio: reemplazando su antigua campaña de la “droga caníbal” por una más nueva.

Así que si a partir de ahora escuchas hablar de “la flakka”, ya no es la conocida canción de Jarabe de Palo, sino la nueva histeria sobre drogas con propiedades casi mágicas como la fuerza sobrehumana (aunque al final le detuvieron) o la resistencia a las balas (aunque al final lo mataron a balazos). Aunque he consumido muchas veces -y en generosas dosis- el prolintano del Katovit y la MDPV, no he probado la alfa-PVP y no tengo especial interés en hacerlo. Pero si lo fuera a hacer, aplicaría el mismo criterio que con otras sustancias, me informaría, buscaría cómo analizar la droga y poder tomar la dosis que yo crea correcta: sin más miedos a escenas caníbales o similares.

Si bien es totalmente cierto que las actuales campañas contras las drogas se lanzan así desde los medios, eso no quiere decir que no haya ninguna verdad en ellas. La hipertermia (que puede llegar a ser mortal), la ideación paranoide, las alucinaciones no agradables en las que el sujeto se defiende de enemigos imaginarios o incluso las de alguien que puede atacar al creerse en peligro, son reacciones que encajan con lo que sería una dosis muy alta de estimulantes. No hay apenas diferencia entre lo que es una sobredosis de MDPV y una de alfa-PVP, drogas viejas desechadas por los viejos laboratorios farmacéuticos que el mercado de la prohibición ha convertido en las neodrogas. Sustancias mucho más peligrosas que las drogas clásicas y que no estarían en manos del gran público que las quiera comprar, porque nadie compra un sustituto de una droga teniendo a su alcance la original a la que imitan.

Gracias a la prohibición de las drogas, ahora cualquier chaval puede acceder a miles de sustancias que de otra forma no hubiera accedido, pero con menos información, más mitos, mentiras y secretismo. Las neodrogas como “la flakka” matan más que las de la vieja escuela, pero lo hacen de forma legal: un gran avance para la sociedad.





Para saber más sobre esta familia de sustancias -algunas prohibidas, otras vendidas en farmacia y otras legales- y tener una imagen visual de la similitud química entre ellas, aquí pueden leer un texto del año 2008 sobre el tema del autor.


martes, 17 de marzo de 2015

Operación Onymous: la policía marcando paquete con un calcetín

Esta narración de lo que fue la Operación Onymous fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.

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Operación Onymous



Hace aproximadamente año y pico, en octubre del 2013 caía el primer gran mercado de drogas ilegales en internet. Fue la caída de Silk Road en su primera versión, dirigida presuntamente -el caso aún no ha sido juzgado en USA- por Ross Ulbricht, conocido como Dread Pirate Roberts. Fue el primer golpe que las fuerzas policiales de un estado asestaron a un mercado de la darknet, una de las partes menos visibles de la deep web o web oculta, que es sólo accesible mediante alguna navegador o programa que nos abra las puertas de la red Tor.

En aquel momento, Silk Road era el paradigma de los nuevos mercados de drogas en internet, y su captura llevó a usar recursos ilimitados ya que suponía una afrenta evidente y una burla a todas las leyes contra las drogas que la policía no podía permitir, sobre todo porque erosionaba la imagen de “presunta utilidad” que tiene dicho cuerpo en materia de drogas. Todo eso llevó a detener a Ross, un joven bien formado, de buena familia con grandes habilidades en tecnología y ciencias que dirigía el gran mercado ilegal. También a que su dinero en Bitcoin fuera atrapado en su captura y a subastarlo poco después de forma legal como FBI y gobierno de USA.




Pocos días después, en la darknet, surgía de nuevo el mismo mercado. O casi. Era Silk Road 2, la versión renovada y mejorada del primero que había caído ante la policía en una caza salvaje. Pero como era de esperar, la policía hizo lo que pudo para infiltrarse en los mercados de droga de la darknet, y lo consiguió. El nuevo Silk Road 2 estaba infectado por la policía desde sus inicios, lo cual no quiere decir que conocieran a su jefe, ya que en estos días todas esas cosas se realizan por ordenador y sin verse las caras, ni tener por qué darse los nombres. Pero quedó infectado entre sus trabajadores, lo cual es ya un riesgo serio que de conocerse daría lugar al cierre inmediato del mercado.

El pago de servicios y drogas en la darknet se realiza con criptomonedas. Son monedas basadas en sistemas criptográficos potentes que no dependen de un emisor o banco central. La más conocida es Bitcoin pero existen cientos más que pueden cumplir la misma función como medio de pago. Y con esas dos cuestiones tecnológicas, el anonimato que puede brindar la red junto con un medio de pago no controlable por los gobiernos, han hecho saltar la banca de las posibilidades.


La “gran operación” anti-anonimato: Onymous 


Europa es un punto neurálgico de actividad en la darknet, secundario sólo a los USA y Rusia. Hace poco, un documento publicado en Volkskrant, uno de los periódicos líder en Holanda, reveló un plan orquestado por varios países europeos y USA, para atacar al tráfico de drogas online en Europa. La Fiscalía General de Holanda trabajaba en un plan llamado ITOM, acrónimo de “Illegal Trade on Online Marketplaces”, que buscaría hacer trabajar de forma conjunta a varias agencias de policía a través de toda Europa y USA. El plan se nutre de fondos de la Unión Europea y también incluye a las agencias Europol y Eurojust. El documento no era una publicación oficial sino un comentario no oficial sobre su plan centrado en 3 puntos que se le dio a un periodista del Volkskrant. Los 3 puntos eran el seguimiento de perfiles para atacar el anonimato, la vigilancia de los envíos de droga por correos y paquetería, y el control del Bitcoin como forma de vincular los fondos con transacciones de drogas por dinero.




De esta forma es como se gestó la operación Onymous, cuyo nombre es un juego de palabras con el concepto de Anonymous y el anonimato en internet. En este punto la policía tiene especial interés: una de sus obsesiones y temores es no poder controlar quién es quién en la red, qué dicen, con quién hablan, y qué hacen. El anonimato y el uso de herramientas que lo proporcionan se ha vuelto una necesidad en la red, aunque los medios se empeñen en presentar a quien usa dichas herramientas como criminales. Tanto interés tenían las policías implicadas en la operación Onymous en que la sensación de anonimato que brinda Tor fuera cuestionada, que se han centrado más en meter miedo que en hacer algo real, usando sus cuentas de Twitter para vacilar y provocar temor a los usuarios de la red Tor.

En la tarde del jueves 6 de noviembre de 2014 se empezaban a conocer las primeras informaciones. Silk Road 2, el relevo de la creación de Ross Ulbricht, había caído junto con su dueño y administrador en San Francisco. Así, el plan conjunto de Europa y USA para combatir la venta de drogas online se cobraba su primera víctima de importancia.

Según avanzaba la tarde, veíamos caer también a otros sites como Hydra, Cloud 9, Alpaca, Cannabis Road y otros cuantos mercados menores. ¿Por qué menores? Porque esta “segunda vez” que la policía -ahora uniendo sus fuerzas entre varios países- atacaba los mercados anónimos de drogas, no ha podido hacer nada contra el que tenía ya el mayor volumen de ventas (y el listado más amplio de productos) en ese momento: Agora.


Versión policial y lo que sabemos en realidad.

La operación fue vendida a los medios como un gran golpe contra la Darknet y sus delincuentes, ya que para los medios de masas el uso de un sistema de anonimización como Tor es prueba de que se tiene la intención de cometer actos ilegales. Pero la cosa se empezó a caer en los días siguientes. Mientras la policía de USA hablaba de 414 webs, la europea hablaba de 50 webs. En realidad el número de lugares incautados está en torno a 27 webs, siendo los demás clones de los lugares incautados -que se encontraban replicados para hacer frente a posibles ataques DDoS o hackeos que pudieran causar un daño a sus servidores principales- junto a algunos sitios de scam y otros de phishing. También parece ser que encontraron en alguno de los servidores incautados algún mercado de drogas que había sido abandonado meses atrás y que no tenían ninguna funcionalidad.

Se presentó como la nueva purga de la darknet contra las drogas, las armas y los asesinatos por contrato, aunque este último punto sigue siendo más leyenda negra para uso policial que realidad. Incluso buena parte del ataque mediático se destinó a hacer mella en la imagen de Tor, aunque no debemos olvidar que es un proyecto que nació en manos del ejército de USA y financiado por ellos. Los detenidos solamente fueron 17 personas en 17 países, y la mayoría fueron liberados bajo fianza.



De los medios empleados en esta ocasión se sabe poco, porque las fuerzas de seguridad no las tienen todas consigo. Mientras que la red es libre, los cuerpos policiales deben ceñir sus procedimientos al corpus legal de cada lugar, y eso parece ser algo que no pueden hacer si quieren dar caza a estos mercados. La policía está vulnerando varias leyes sobre su propio comportamiento que invalidarían judicialmente muchas de las pruebas que obtienen al estar manchadas por un procedimiento no autorizado, como el espionaje masivo de datos o la cooperación extrajudicial con otros países, que también saltándose las normas sobre procedimientos, les han dado acceso y recursos a sus ISP o servidores. En este caso se sabe que el servidor de Silk Road 2 estaba copiado al completo desde hacía meses, por lo que tenían total control de las operaciones que se realizaban en él y de las transferencias económicas a través de bitcoin, que si bien no permite identificar al dueño de una cuenta, todos los movimientos de dinero entre cuentas son totalmente públicos y accesibles para cualquiera con un navegador.

A su administrador, Defcon, le han cazado en el mismo área geográfica que su predecesor Ross Ulbricht aka Dread Pirate Roberts, y parece ser que la investigación de las relaciones sociales mantenidas a través del ordenador han ayudado mucho. Según la información filtrada -que hay que poner en cuestión viendo cómo han mentido al público en el caso similar de Ross- ha cometido errores de bulto, como ir dejando su dirección personal en el servidor donde hospedaba el mercado o conectarse en la misma sesión a su cuenta de Gmail y al servidor que gestionaba, aunque estuviera usando una VPN (una forma de anonimización de la conexión mediante un servidor interpuesto en otro país). Lo cierto es que cuando se ponen tantos recursos a la caza de una persona, el menor error es suficiente para provocar tu captura, pero la cantidad de nuevos objetivos que se multiplican mes a mes y mejoran sus niveles de seguridad hace de ese modelo algo inviable de cara al futuro, si los estados pretenden seguir con una prohibición de las drogas que hace aguas por todos los lados.


Aquí DEFCON, 
administrador de Silk Road 2, 
posando con la policía días antes de ser capturado.


En resumen, la operación ha tenido un carácter mucho más publicitario que efectivo, ya que su irrupción no parece haber causado problemas más que a una decena de personas en todo el planeta, y eso es un número despreciable para las cifras del tráfico de drogas. Parece que la policía, a día de hoy, no puede aspirar a mucho más que a meter miedo porque tecnológicamente están muy por debajo del delincuente medio en internet. Y sobre su pretensión de haber conseguido “revertir” Tor o romper sus sistema, no se puede más que hacer una mueca burlona de desprecio, ya que si eso fuera cierto no tendría sentido que hayan dejado al resto de mercados de drogas en la darknet funcionando mejor que nunca. ¿La policía mintiendo como forma de combatir el nuevo paradigma de la venta de drogas online? Eso parece.

Lo cierto es que si necesitan esparcir miedo como forma de combatir el anonimato en Tor, es que Tor resulta a día de hoy la mejor herramienta, usada correctamente, para aumentar tu anonimato de forma radical y pasar a un nivel en el que rastrear una conexión ya es un paso que parece fuera del alcance del nivel técnico de la policía, cosa que han de suplir saltándose los pasos legales para obtener la información necesaria para sus intereses.


El papá del niño: Blake Benthall alias Defcon.

De nuevo, un joven bien formado y de buena posición, desarrollador de software de vuelo para una compañía de desarrollo aeroespacial, volvía a ser la cabeza más visible del mercado anónimo de drogas en la darknet. Blake Benthall tiene 26 años, y una cuenta en Twitter donde se define -entre otras cosas- como “Bitcoin dreamer”. A grandes rasgos tiene un perfil similar al de su predecesor, pero curiosas diferencias cuando se indaga más.



Orihundo de Houston, Texas, el protagonista en esta ocasión tiene una intensa y tradicional crianza en valores y entorno cristianos. Fue educado en casa y mantenido lejos de los vicios del mundo, hasta el punto que sus amigos comentaban que para ellos era totalmente normal abstenerse del consumo de drogas, incluidos alcohol y tabaco, por una razón de creencias religiosas dentro del entorno conservador evangélico cristiano en el que crecieron. Tal distancia existía en su imagen exterior con respecto a las drogas que sus amigos dicen que era un tema de chiste entre ellos, dado que nadie cuestionaba que las drogas fueran malas y sin lugar a posible debate.

Posteriormente se mudó a Florida donde estudió en el Florida College, una institución cristiana privada. En esa época hizo teatro, tocó en grupos musicales y viajó a lo largo de todo el país conociéndolo y ampliando sus horizontes mentales, mientras trabajaba como programador freelance. Blake disfrutaba de esa vida nómada entre gente desconocida y amigos diferentes, y rechazaba ofertas de trabajo que le hicieran tener que permanecer en un lugar. Pero el tiempo todo lo calma y acabó aceptando una oferta para afincarse en California, concretamente en San Francisco, donde sus compañeros de trabajo estaban entusiasmados de trabajar con alguien tan joven y a la vez tan brillante programador con un altísimo nivel. Finalmente en el año 2013 entra en SpaceX, la compañía aeroespacial, donde tiene como encargar mejorar el software de vuelo. Este trabajo lo mantiene mientras presuntamente gestionaba el mercado de drogas online.

Sus posiciones políticas eran las de un orgulloso liberal pero al mismo tiempo mostraba una profunda preocupación de carácter social que se podía ver en sus cuentas en las redes sociales y en sus acciones, como ir llevando comida puerta a puerta -donde había una casa y no un cartón en el suelo- a personas sin recursos en San Francisco. 

También donaba dinero a organizaciones benéficas e incluso organizaba eventos y mantenía webs relacionadas con proyectos de voluntariado social. Los religiosos y voluntarios que le conocieron afirman su clara y sincera preocupación por las marginados de la sociedad.

La religión parece ser una constante en su vida que no le ha dejado ni siquiera cuando estaba administrando el mercado de drogas más grande visto en el tiempo de vida de internet. En su barrio, tras conocer la noticia, no renegaban de él. Contaban como era una persona muy educada y siempre dispuesta a hacerte un favor.




Una vecina suya de 85 años de edad, que le alquiló una cochera para su auto, comentaba que el joven era encantador, que incluso pasaba momentos con ella leyendo juntos la Biblia, y que siempre estaba dispuesto a llevarla en coche a cualquier sitio. Lo que ha dicho la señora, es que le va a echar mucho de menos. ¿Alguien podría tener esa imagen de un supuesto rey del narcotráfico en las aguas digitales? A Ross Ulbricht le acusaron -no formalmente- de varios actos violentos e intentos de asesinato por encargo que posteriormente no se han podido ratificar y que la policía ni siquiera ha llevado a juicio. Sin embargo, el perfil que se ha filtrado a las redes sobre Blake Benthall no podía ser más sano y menos perjudicado para el lugar donde será juzgado, aunque todavía conocemos demasiado poco como para poder tener un visión completa, de este otro increíble joven con un talento igualmente excepcional. Por si todo eso parecía poco, tras la detención, la iglesia local con la que se encontraba integrado sacó un comunicado expresándole su apoyo y que rezaban por él.


Del ágora la evolución.

El día de la caída de Silk Road 2 ya no era el rey del mercado. Agora, otro mercado anónimo de Tor le había superado en productos y vendedores. Agora era por tanto el objetivo que de haberse podido tomar, se hubiera tomado. Los clientes y vendedores de Silk Road 2 buscaron pronto un nuevo lugar para sus relaciones y Agora fue la opción inmediata. Durante el día de la operación fue posible aún hacer nuevos registros en el mercado anónimo, pero el flujo de nuevos clientes y de vendedores que necesitaban un expositor hizo tambalearse a dicho mercado. Bien por razones de seguridad o bien por razones de incapacidad para manejar un excesivo flujo de clientes al que no estaban acostumbrados, Agora cerró parcialmente los nuevos registros en su web, pudiendo accederse al registro con ayuda de otros ya registrados, pero haciéndolo complejo para nuevos clientes sin conexiones habituales con estos mercados y su mundo.



El siguiente competidor en la lista era Evolution, un mercado con niveles de seguridad y características de alto nivel en las transacciones con método multi-sig, que sirve para evitar problemas de robos por terceras partes y dificulta enormemente los robos de Bitcoin, que parecen ser el mayor motivo de ataque a esos servidores que albergan los mercados de drogas de la darknet. Evolution ya tenía una amplia base de clientes que le hacía ser un firme candidato a perpetuarse, y que no dio muestras de perturbación alguna durante la operación Onymous.

En los días siguiente la tendencia se desplazó finalmente a Evolution, convirtiéndose en el nuevo gran jugador de las drogas online, de momento alabado por casi todos los que entran en contacto con él o lo estaban ya, cansados del nivel en Silk Road 2, que sin ser malo del todo, estaba trufado de malos vendedores intentando dar un palo de 300 dólares y desparecer, que hacían pesada la búsqueda. Al mismo tiempo, Agora ha enfrentado problemas que hacen poder temer a su desaparición, ya que sus administradores se comunicaron con la gente de los foros donde suelen mantener un cierto servicio de “atención al público” sin usar la criptografía PGP que es la base de la seguridad en las comunicaciones de estas personas. También ha habido quejas de los clientes y los vendedores, ya que ha habido problemas con los depósitos en cuenta y los pagos en Bitcoin, y eso es una señal que ha sido determinante en la historia previa de otros mercados cuando eran hackeados o cuando iban a darse a la fuga con todo el dinero que se moviera dentro de su caja en el momento de salir corriendo. Nunca resulta una cuestión que anime a la tranquilidad el hecho de que tus depósitos económicos no estén disponibles en el lugar que los realizas, aunque sea de forma temporal, porque podría esconder una situación mucho más grave.

Como quiera que se desarrollen las cosas a partir de ahora, los mercados y los usuarios van aprendiendo de la experiencia propia y ajena, adoptando prácticas seguras y demandándolas a los mercados online, mejorando de esta forma la seguridad que buscan y permitiéndoles seguir fuera del mercado negro clásico, con los riesgos propios del mismo y minimizarlos. Lo que hace un año era un niño dando sus primeros pasos, ahora ya es un adolescente rebelde que está a punto de ser adulto: el nuevo paradigma en la compra de drogas en la red hoy se llama Evolution.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Falsa Marihuana

Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.

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Falsa marihuana



¿Qué tienen en común la cafeína, la morfina, la cocaína, la mescalina y la psilocibina de los hongos mágicos pero no tiene el THC del cannabis? Todas son sustancias naturales, todas ellas son psicoactivas aunque cada una tiene efectos distintos. Algunas son legales en unos lugares y otras no, pero eso tampoco separa al THC de las demás.

¿Qué es entonces? El THC no tiene nitrógeno en su molécula. Parece una simple curiosidad química, pero no es así. Este hecho está -en parte- en el origen de que algunas de las drogas más nuevas -y peligrosas- que nos encontramos en el mercado legal sean los cannabinoides sintéticos o falsa marihuana.

Molécula de THC.


Cuando la ciencia se dio cuenta de que podía extraer los principios activos de las plantas, formularlos químicamente y reproducirlos o mejorarlos, lo hizo partiendo del primer compuesto de este tipo que estudió: el opio. Del opio sacó la morfina, y de la morfina y su carácter ligeramente alcalino al ser un base débil surgió el término alcaloide

La morfina era un alcaloide, porque cumplía ciertas normas químicas y contenía nitrógeno. Ese tipo de formato, el del alcaloide, a la hora de buscar el resto de principios activos en las plantas funcionó muy bien: la mayoría de los principios activos, especialmente los que afectaban al sistema nervioso central, eran sustancias que contenían nitrógeno.

Diversos alcaloides, nitrogenados.


Así la ciencia fue encontrando los principios activos de las plantas, como la cocaína o los cactus como la mescalina. Y todos eran alcaloides, hasta el punto que todavía hoy son muchas personas que asimilan la palabra alcaloide al concepto de principio activo, y no todos los principios activos son alcaloides ni tienen nitrógeno, y como ejemplo vale el mismo alcohol del vino.

Sin embargo había una planta que se resistía a entregar sus secretos a los químicos: el cannabis. No existía duda alguna sobre la psicoactividad del cannabis y sobre muchos de sus efectos beneficiosos, pero por más que los químicos se empeñaban en buscar no daban con el aislamiento del responsable principal de sus efectos. Hasta el año 1964 que en una universidad israelí, Raphael Mechoulam, un químico orgánico y profesor de química medicinal dilucidó el asunto con el aislamiento y la síntesis parcial -lo que dejaba clara la estructura- del principal constituyente activo del hashís derivado del cannabis: el responsable de los efectos era el THC o Tetrahidrocannabinol. Y no contenía nitrógeno.


Raphael Mechoulam, de tú a tú con la planta. 


Tras el descubrimiento y caracterización del principio psicoactivo esencial del cannabis, venía lo lógico: encontrar su receptor. Todas las drogas que tienen un efecto sobre el cuerpo humano, desde la cafeína a la morfina, de la mescalina al THC, funcionan porque imitan otras sustancias que el cuerpo humano produce y para las que tiene un sistema de receptores.

El siguiente paso por tanto era encontrar el receptor y su ligando endógeno: la sustancia que creaba nuestro cuerpo para activar esos mismos receptores. Con esto no sólo se estudiaban los efectos de una droga, sino que se aprendía sobre los sistemas que regulan el cuerpo humano afectados por esa droga, de donde se podían sacar otras compuestos para usar contra dolencias específicas.

Teniendo un compuesto claro con el que trabajar, el THC, actuar sobre los receptores con otros compuestos fue más sencillo. Tanto que se conocían los receptores CB1 y CB2 y se trabaja con nuevos compuestos sobre ellos (con animales o pruebas de laboratorio) pero todavía no se había encontrado qué compuesto producía el cuerpo humano para dichos receptores hasta que apareció, en un equipo guiado por el mismo profesor de química, la anandamida: el ligando endógeno de los receptores no se encontró y determinó su estructura hasta 1992. Y curiosamente, este ligando sí tenía nitrógeno.

Hasta el final del S.XX no tuvimos demasiado claro el esquema aparentemente simple que nos permitía relacionar un receptor con un compuesto y de ahí estudiar las funciones y acciones que tenía sobre el ser humano en el caso del cannabis. El sistema cannabinoide endógeno, el que regulan los receptores CB1 y CB2 (que de momento sepamos) y que es sobre el que actúa el cannabis, es uno de los más desconocidos, porque es de los últimos en ser descubiertos.

Receptores CB1 y CB2.


Se podría inferir erróneamente que al no conocer profundamente el sistema cannabinoide endógeno, no podemos conocer las consecuencias del consumo de cannabis. Es un error, porque el consumo de cannabis tiene miles de años de uso que lo han probado una planta poco o nada tóxica. Tal vez no conociéramos qué teclas pulsaba el humo de los porros en nuestro interior, pero ya conocíamos lo que provocaba, y no era malo. Ni un muerto en toda su historia es un récord notable.


De la ciencia a la leyes y sus consecuencias

No hace falta exponer la vigente e injusta prohibición que sufre el cannabis, pero sí convendría señalar algunos de los peores males que nos ha traído, y tal vez algunos estén por descubrir. 

En los años 80 la farmacéutica Pfizer experimentó con un compuesto sintético llamado 47,497 -entre otros muchos- que resultaba ser agonista de los receptores CB1 y CB2, algunos de esos compuestos con cientos de veces la potencia del THC, y además con la característica importante de ser agonistas totales, y no sólo parciales como los naturales, de dichos receptores. 

También en otro laboratorio, otro químico creaba y daba sus iniciales a los compuestos agonistas de los receptores cannabinoides: se llamaba John William Huffman y de su laboratorio salieron otros dos de los primeros cannabinoides sintéticos detectados en el mercado, el JWH-073 y JWH-018, que fueron creados en el año 1995.

Estos tres compuestos fueron los que ostentan el dudoso honor de ser los primeros detectados en mezclas herbales que simulaban un producto con propiedades similares al cannabis. Eso ocurría entre el 2008 y el 2009 en Alemania. Era la primera vez que se tenía una respuesta a la pregunta de qué compuesto era responsable de los efectos de la falsa marihuana que se vendía bajo el nombre de Spice o K2.

El padre de las criaturas de la familia JWH.


Hubo una época previa, allá en los años 90, en los que se vendían algunos tipos de “cogollos legales” que eran básicamente una mezcla de algunas plantas con mínima psicoactividad combinada, pero en ningún caso contenían agonistas de los receptores del cannabis ni llevaban añadidos químicos. 

Fue precisamente a esos “cogollos legales” de diversas plantas a los que añadieron estos nuevos -y totalmente desconocidos- productos químicos cuyos efectos imitaban algunos del cannabis pero sus consecuencias negativas iban cientos de veces más lejos. Son de las pocas drogas cuya primera aparición se da en Europa en 2004, en concreto en el Reino Unido, que tiene una de las leyes más represivas contra el cannabis.

Las políticas aplicadas contra el cannabis y sus usuarios, distintas en cada país, pero de momento -salvo honrosas excepciones- todas de tipo represivo crearon un mercado para los productos legales. Nadie en su sano juicio compraría un producto que es imitación de otro, si puede comprar el original. En este caso la diferencia es que el original puede conllevar multas o prisión y el otro, no. Las leyes crean y abren un mercado específicamente para este tipo de sustancias, cuya demanda sería inexistente de poder utilizar las versión segura y natural: el cannabis.

Rápidamente, como se ha hecho con otros compuestos, los legisladores se apresuraron a prohibir dichas drogas, lo que también hace inviable cualquier tipo de estudio con ellas y con seres humanos, pero no imaginaron la respuesta: daba igual qué droga prohibieran porque los vendedores tenían una nueva, sin prohibir, más desconocida y más peligrosa casi siempre esperando para sustituir a la sustancia prohibida. 

Y así sucesivamente. Tú prohíbes, pero la química crea fuera de tu prohibición más y más compuestos. Así ocurrió: tras la prohibición de los primeros cannabinoides, aparecieron otros, mucho más peligrosos y totalmente nuevos con los que los vendedores de esos productos estaban usando de conejillos de indias a sus usuarios, esta vez detectados primero en Japón.

El asunto se estaba mostrando intratable cuando Nueva Zelanda tuvo la ocurrencia de iniciar una regulación legal de las drogas partiendo de las que -todavía- no estaban prohibidas. Para ello primero prohibió cualquier sustancia existente que no estuviera explícitamente permitida y luego aceptó que hubiera un mercado para estos compuestos, en clara desventaja para el cannabis que seguía sufriendo el estigma de la ilegalidad, la persecución y las sanciones económicas. 




Los resultados no se hicieron esperar: la alerta sanitaria provocada por los efectos secundarios de los cannabinoides sintéticos vendidos legalmente y con el permiso del gobierno, hizo que se suspendiera dicho experimento que estuvo mal planificado y alejado de criterios científicos desde el momento de su concepción. Lejos de ayudar, eligieron la peor de las opciones: permitir compuestos sintéticos que no tenían historia de uso sobre el ser humano -afectando además a uno de los sistemas endógenos menos conocidos- frente a la planta de cannabis con su excepcional seguridad histórica.

¿Por qué son tan peligrosos los cannabinoides sintéticos o falsa marihuana?

La primera razón médica es que los compuestos, aunque sean ambos agonistas del receptor CB1 que es el responsable de los efectos psíquicos, actúan de forma diferente sobre esos mismos receptores. Mientras que el natural THC de la planta de cannabis se une al receptor y lo estimula hasta cierto punto al ser un agonista parcial -no lo hace con todos sus efectos ni toda su potencia- la falsa marihuana y sus compuestos son agonistas totales: cuando se unen al receptor lo hacen de una forma que provoca que despliegue todos los efectos que puede desplegar y desconocemos.

Una segunda razón es que, como decía Paracelso, “sólo la dosis hace al veneno” y estos compuestos pueden llegar a ser centenares de veces más potentes que el compuesto original al que pretenden imitar, por lo que con cantidades iguales en peso, se pueden estar consumiendo ciento de veces dosis activas de dichas drogas con un par de caladas de un falso porro.

La tercera razón médica de peso es la enorme ubicuidad de los receptores CB1 en todo el cuerpo humano. En el cerebro humano, el receptor cannabinoide CB1 es el “receptor acoplado a proteínas-G” que más tenemos en nuestra base de control del sistema nervioso -como hizo saber el doctor Nichols en una reciente conferencia- sólo superado por el receptor GABA-A que no pertenece a la misma tipología de receptores. Se podría argumentar que la existencia de receptores CB1 en gran número en el cerebro humano plantea el mismo peligro al usar cannabinoides naturales que sintéticos, ya que eso no varía en función de la droga ingerida. Pero esto no es así, ya que no afectan de la misma forma ni en su intensidad ni en sus efectos aunque usen el mismo receptor los compuesto naturales y los sintéticos.


Nichols, otro químico con grandes manos para hacer drogas.


Un ejemplo de este mismo supuesto lo podemos extraer de las diferencias entre dos conocidas familias de compuestos que actúan con efectos “parecidos”: las benzodiacepinas que son fármacos tipo Valium, y los barbitúricos como el Tiopental o el Pentotal, usados en las ejecuciones que seguían el 'Protocolo Chapman' de inyección letal. Tanto una dosis de Valium como una de un barbitúrico cualquiera se unen a los mismos mismos receptores GABA-A de formas diferentes -también el alcohol común- y en lugares del cuerpo diferentes, ya que cada compuestos tiene sus propias rutas farmacocinéticas y metabólicas. Aunque actúan sobre la misma cerradura, no abren exactamente las mismas cosas. Mientras que ambas familias de drogas son sustancias que relajan, sedan e incluso duermen (también como el alcohol), las benzodiacepinas son drogas con un gran margen terapéutico ya que la distancia entre la dosis mínima activa y la dosis mortal es muy amplia.  , y además el uso frecuente no extiende por tolerancia la dosis necesaria para matar. Los cannabinoides sintéticos vendrían a ser frente al natural y seguro THC lo mismo que son los ultrapotentes y mortales barbitúricos frente a sustancias relativamente suaves como el Valium.


Sobredosis por cannabis y 
sobredosis por cannabinoides sintéticos

Todo fumador, e incluso muchos no fumadores, conoce lo que es una sobredosis por cannabis: puede darte un blancazo, pasar un mal rato de ansiedad que suele irse como vino, tener mucha hambre y dormir profundamente. Todos conocemos bien esos síntomas, incluso los médicos que empezaron a atender a personas que, supuestamente, habían consumido cannabis y que no parecían responder de la forma normal, como otros pacientes lo harían a dicho consumo.

Al principio, las urgencias médicas, se vieron desbordadas por la facilidad que tenían los productores de estas drogas de engañar a los test que buscaban sustancias psicoactivas, burlando cualquier posible freno legal y otorgándole a esas drogas una posición de no-prohibidas ni detectables que las hizo competir contra el natural cannabis en ese aspecto: la gente buscaba evitar positivos en pruebas de drogas realizadas en su trabajo -muy común en USA- o al ir a pedir uno nuevo, así como las pruebas que la policía o los médicos pudieran realizar, ya que el simple consumo de cannabis es delito (al menos aún en la mayoría de los estados). La gente prefería consumir una sustancia desconocida de efectos desconocidos antes que enfrentarse a las consecuencias legales del consumo de cannabis, aunque sea de las sustancias más seguras que conoce la humanidad. 

La ley está lanzando a fumadores de marihuana a convertirse en conejillos de indias con sustancias increíblemente potentes y peligrosas, ya que sin esos enfoques represivos nadie tendría que buscar un “legal high” o “colocón legal” arriesgando su vida cuando lo único que quiere sea un poco de inofensivo cannabis.

Los síntomas que mostraban los pacientes en urgencias tenían poco o nada que ver con el cannabis que los médicos conocían, y aún sabiendo posteriormente que se enfrentaban a versiones sintéticas de agonistas cannabinoides, les costaba creer que se pudiera tratar de imitaciones de cannabis natural por lo exagerado de la sintomatología que veían: una hipertensión desbocada, taquicardias de carrera de galgos, infartos de miocardio, nerviosismo extremo, vómitos, alucinaciones, psicosis tóxica, ataques convulsivos y también epilépticos, psicosis permanente e infartos cerebrales que pueden desde matarte a dejarte ciego, sordo y paralizado de por vida en una silla de ruedas, más o menos consciente de que todavía existes.

Y esos sólo eran los síntomas de las sobredosis en su fase aguda de la falsa marihuana, ya que poco o nada sabemos de su uso crónico, excepto que sus peligros no son ni remotamente parecidos a los de el original natural. 



Otra de las explicaciones que los especialistas ofrecen a la hora de comparar los desmedidos peligros de los cannabinoides sintéticos con los del cannabis natural, es que la planta incorpora sus propios compuestos “moderadores”: no todos los cannabinoides del cannabis tienen efectos psicoactivos, algunos no tienen e incluso algunos sirven para moderar los efectos que produce el principal compuesto activo o THC

Mientras que la planta tiene esa ayuda natural a que las cosas no se desmadren, el consumir agonistas totales sintéticos sin que esos otros cannabinoides “de freno” -que de forma natural están presentes en la planta- nos deja una situación mucho más problemática a la hora de afrontar sus efectos sobre el cuerpo humano.


La situación legal en España y Europa

Para estas nuevas drogas que vienen escondidas bajo la apariencia de falsa marihuana, el campo en nuestro país está totalmente abierto. Son legales, porque no están prohibidas. La única trampa que le piden al vendedor, es que ni lo venda ni lo publicite para consumo en humanos, lo que se arregla con una nota en el paquete que diga eso mismo: NO PARA CONSUMO HUMANO.

Paradójicamente los dependientes de los lugares que venden estas drogas legales, nos cuentan que una gran parte de su clientela sobre esos productos son policías de diversos cuerpos que quieren tomar drogas pero no quieren perder su trabajo por un análisis que dé positivo. Eso deja claro que a buena parte de la policía que pagamos le interesa más la ley del estado que la propia salud.


Aquí un madero de color (los usan para las fotos)
apoyando una "campaña de salvación del mundo
persiguiendo drogas y usuarios".


Algunos países de Europa iniciaron prohibiciones de diversos de estos compuestos, pero se encontraron con que obtenían la misma respuesta que cuando prohibieron otras drogas: el mercado se encargaba de producir otras nuevas, legales, desconocidas en sus efectos y más peligrosas. El mercado nunca ha quedado desabastecido y, por el contrario, son cada día más las sustancias de este tipo a las que se puede acceder legalmente en una tienda o a través de internet.

Lo último en consumo de cannabinoides sintéticos se ha encontrado en UK, concretamente en la ciudad de Glasgow, donde se ha encontrado que hay tiendas donde se venden los conocidos e-liquid para los e-cigs -dispositivos electrónicos para fumar sin combustión- y al mismo tiempo te ofrecen, de forma legal, si te quieres colocar. Si dices que sí, que quieres colocarte, te venden viales de 10 ml, empaquetados y etiquetados correctamente, con nombres como “Blueberry Bud” o “Magic Mushrooms” que contienen una disolución -para usar con estos dispositivos- de los cannabinoides sintéticos.




Antes, compartir un porro era una señal de socialización que no solía implicar un grave riesgo.
Ahora, fumar de algo que no tienes claro qué es, puede ser lo último que hagas en tu vida.
Los cannabinoides sintéticos tienen una especial capacidad para dañar seriamente e incluso matar.

El cannabis, la planta natural y amiga que todos conocemos, no ha matado nunca a nadie.

Elige salud, siempre.