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La Flakka.
Hace unos tres años -una noche en el
ordenador- me empezaron a llegar imágenes de un tipo arrancando la
cara a otro a mordiscos. En aquel momento me quedé aturdido, porque
no ocurría en un remoto lugar donde se siguiera practicando el
canibalismo: ocurría al lado de una autovía en USA. Fueron las
primeras noticias del que ahora es conocido -muerto ya- como el
“Caníbal de
Miami” y que aunque las drogas no tenían nada que ver en el
asunto, tuve el presentimiento de que algo así iba a ser usado en el
juego mediático contra las drogas y sus usuarios.
Era sencillo el planteamiento. ¿Qué
hay que pueda explicar que una persona coma la cara de otra que está
viva y tenga “resistencia sobrehumana” a las balas? Las drogas,
está claro. Y en USA más todavía. La prensa pronto empezó a
hablar de un drogadicto bajo los efectos de... ¿de qué? Algunos de
los primeros reportes -de vecinos de la zona en las teles locales-
hablaban de crack, pero existe crack suficiente en cualquier ciudad
de USA como para saber de sobra que no provoca canibalismo. Entonces
se buscó otro candidato (se llegó a mencionar hasta el “krokodil
ruso”) y la cosa acabó aterrizando en una oscura denominación:
“bath salts” o sales de baño.
La víctima, antes y después.
¿Qué droga es la sal
de baño? Ninguna, pero algunas de las neodrogas legales que van
supliendo al mercado -sin ser nuevas en realidad- se habían
distribuido bajo ese disfraz, porque aun siendo legales como
sustancias (no prohibidas) presentaba menos problema esa
presentación. También se usó el formato de “abono para plantas”
e incluso el de “inciensos”, pero lo de las sales de baño parece
que gustó más. En una semana podíamos ver en todos los lados
textos sobre las temibles “sales de baño” y muchas veces eran
ilustrados con imágenes de lo que serían sales de baño reales,
aumentando la histeria en un país muy poco ilustrado en drogas y
acostumbrado a asustar a los habitantes como forma de control. Y eso
creó las “sales de baño” como drogas.
Claro, los forenses y la gente “de
ciencias” empezaron a preguntarse cómo era posible que los medios
hubieran determinado que había una droga en el cuerpo del atacante y
además, cuál era. No cuadraba porque no se tenían esos datos aún.
Así que los medios empezaron a especular -porque como sale gratis da
igual- con cuál de las sustancias en concreto podía ser, y la
ganadora que nada tenía que ver, fue la MDPV o
metilenodioxipirovalerona.
Hoy la sustancia ya es conocida como
“droga caníbal” por la gran prensa basura. Semanas después
llegaron los resultados de la autopsia completa: el atacante
“caníbal” murió a balazos y no tenía resto alguno de droga en
su sangre. Nada tenía que ver ninguna droga, pero daba igual: a los
pocos días había todo tipo de vídeos en Youtube sobre la “droga
caníbal” (aunque en ninguno se observa droga alguna) y sobre gente
que había intentando comerse a otros en un ataque de locura
provocado por esa supuesta droga. Gente
como zombis a lo “The Walking Dead” que salían de bajos de las
casas, desorientados y enajenados. Sucios sí, pero zombís no
eran.
Yo hacía
años que había probado la MDPV y reconozco que no me pareció
una buena sustancia para ponerla en las calles: era un estimulante
que te incitaba a redosificarte excesivamente por la ansiedad que
creaba, y cuando subías las dosis el escenario en el que te metías
no era placentero. Probada y desechada para mi uso personal. Aunque
ni yo, ni ninguno de los que habíamos probado la MDPV, hubiéramos
tenido ganas de comernos a nadie a bocados. Era otra fantasía más
de la “war on drugs” pero quedaba marcado en esa memoria
colectiva -del desconocimiento sobre drogas- del público en general.
¿Y qué tiene que ver todo eso con la
Flakka?
Todo y nada: la flakka sólo es el
nacimiento de otro mito inducido por los medios sobre las drogas.
En este caso, la cosa arranca cuando
hace pocos meses alguien cuelga un
vídeo de una persona, una mujer
joven de raza negra, a quien se ve que se pone bajo la lluvia al
lado de una valla, y se mueve, baila, parece agradecer al cielo que
le mande agua y ciertamente tiene un comportamiento algo extraño,
pero nada en principio que no se pueda achacar a la idiosincrasia de
las personas o a otros factores de salud mental. No es la única
persona que disfruta de un buen chaparrón de agua sin miedo, y no
por eso alguien está loco o drogado.
Pero el vídeo se colgó con el
título de “Flocka is destroying USA” y parece que creó escuela.
En poco tiempo, los nuevos sucesos que implicaban a personas con
comportamiento errático empezaban a ser calificados de casos de la
nueva droga, que ya había cambiado su nombre de flocka a flakka, y
algún medio norteamericano ha especulado con que el nombre viniera
de la expresión latina de “la flaca” que todos tenemos en
nuestra memoria musical.
Los medios hablan y muestran gente que
aparecía desorientada o hiperactiva, en un estado mental alterado,
con un discurso incoherente y con fuga de ideas, gente que se quitaba
la ropa y corría por el medio de la calle por la hipertermia que
sufrían, gente con reacciones paranoides de miedo, y de nuevo la
“fuerza sobrehumana” que siempre aparece en los reportes de la
policía de USA para explicar que tal o cual persona tuvo que ser
reducida por un número incontable de agentes, o de balas.
Aunque de momento no tenemos una
confirmación forense de que en ninguno de esos sucesos haya
intervenido una droga, los medios de nuevo han cogido la idea y han
asignado una nueva sustancia candidata, la alfa-PVP o
alfa-pirrolidinovalerofenona, una droga creada hace décadas que
tiene un hermano mayor que a muchos les sonará más: Katovit. El
Katovit era un fármaco estimulante -de la función mental- que
combinaba un principio activo con algunas vitaminas, que los
estudiantes usaron hasta el año 2001 de forma generosa porque, tras
la retirada de la anfetamina de la farmacopea (y mercado negro) en
España, fue el único estimulante de farmacia que se podía
conseguir sin receta. La droga del Katovit era el prolintano, y esta
“nueva droga” rebautizada por los medios como Flakka, es el
prolintano más un solo átomo de oxígeno. De hecho a la alfa-PVP se
le puede llamar químicamente betacetona-prolintano o “katovit
oxigenado”, y para los no entendidos en química es como tener el
mismo coche al que le has cambiado una rueda: hace básicamente lo
mismo con alguna diferencia, para mejor o para peor. Aunque poner un
oxígeno en una molécula no suele aumentar su potencia, sino al
revés; como ejemplo el átomo de oxigeno de la efedrina que al ser
retirado (reducción) se convierte en la mucho más potente
metanfetamina. Es así como se buscan las drogas: se encuentra una
activa, y se explotan las posibles modificaciones en la molécula
para conseguir otros compuestos que hagan más o menos lo mismo, pero
con menos dosis, o mayor duración.
Al prohibirse de forma oficial la MDPV
(y otras similares), una de las muchas que podían venir a ocupar su
puesto era la alfa-PVP porque venía a ser lo mismo sin un grupo
químico (metilenodioxi) y había quedado fuera de la prohibición al
no ser un análogo en sentido estricto para la química. Así que los
vendedores de “legal highs” la cogieron por bandera de reemplazo,
y los medios están haciendo lo propio: reemplazando su antigua
campaña de la “droga caníbal” por una más nueva.
Así que si a partir de ahora escuchas
hablar de “la flakka”, ya no es la conocida canción de Jarabe de
Palo, sino la nueva histeria sobre drogas con propiedades casi
mágicas como la fuerza sobrehumana (aunque al final le detuvieron) o
la resistencia a las balas (aunque al final lo mataron a balazos).
Aunque he consumido muchas veces -y en generosas dosis- el prolintano
del Katovit y la MDPV, no he probado la alfa-PVP y no tengo especial
interés en hacerlo. Pero si lo fuera a hacer, aplicaría el mismo
criterio que con otras sustancias, me informaría, buscaría cómo
analizar la droga y poder tomar la dosis que yo crea correcta: sin
más miedos a escenas caníbales o similares.
Si bien es totalmente cierto que las
actuales campañas contras las drogas se lanzan así desde los
medios, eso no quiere decir que no haya ninguna verdad en ellas. La
hipertermia (que puede llegar a ser
mortal), la ideación paranoide, las alucinaciones no agradables en
las que el sujeto se defiende de enemigos imaginarios o incluso las
de alguien que puede atacar al creerse en peligro, son reacciones
que encajan con lo que sería una dosis muy alta de estimulantes.
No hay apenas diferencia entre lo que es una sobredosis de MDPV y una
de alfa-PVP, drogas viejas desechadas por los viejos laboratorios
farmacéuticos que el mercado de la prohibición ha convertido en las
neodrogas. Sustancias mucho más peligrosas que las drogas clásicas
y que no estarían en manos del gran público que las quiera comprar,
porque nadie compra un sustituto de una droga teniendo a su alcance
la original a la que imitan.
Gracias a la prohibición de las
drogas, ahora cualquier chaval puede acceder a miles de sustancias
que de otra forma no hubiera accedido, pero con menos información,
más mitos, mentiras y secretismo. Las neodrogas como “la flakka”
matan más que las de la vieja escuela, pero lo hacen de forma legal:
un gran avance para la sociedad.
Para saber más sobre esta familia
de sustancias -algunas prohibidas, otras vendidas en farmacia y otras
legales- y tener una imagen visual de la similitud química entre
ellas, aquí
pueden leer un texto del año 2008 sobre el tema del autor.
"Aunque poner un oxígeno en una molécula no suele aumentar su potencia, sino al revés; como ejemplo el átomo de oxigeno de la efedrina que al ser retirado (reducción) se convierte en la mucho más potente metanfetamina".
ResponderEliminarOjo, no es lo mismo "un oxígeno" que un alcohol ("-OH"):
>-OH --> >=O --> >
Es que en este caso, es un simple oxígeno con doble enlace, o cetona.
ResponderEliminarNo es lo mismo, ya.
Y no es un alcohol, sino una cetona. :)
Hola si deverdad quieres apostar que ninguna persona en baleares tiene recetado el cannabis, marihuana !!te equibocas!! yo si la tengo recetada y con dosis diaria,resido en menorca,,saludos,,
ResponderEliminarCreo que sé quién eres: una persona con una alergia especial que hace que no se pueda dar sativex y se trae algo de marihuana de algún país que la tenga en la farmacopea, no?
ResponderEliminarMe han contado que existe un caso así, pero aunque sea correcto, eres la excepción absoluta y no la norma. ¿Eres tú?
Y segundo, por qué coño lo escribes aquí y no en el lugar que corresponde?
;)