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jueves, 29 de septiembre de 2016

Del sombrero mágico de la Farmacia, salen anfetaminas.

Este texto fue publicado en la revista VICE... y esperamos que os guste (el texto, golosos). En la incansable búsqueda de nuevos nichos de mercado, los niños de nuevo son el objeto de deseo, y esta vez es con la común anfetamina de toda la vida, camuflada con una forma que además de darle un dineral por tener patente, no asusta a los papás cuando van a comprarla. Y como ya se sabe que cualquier medicamento resulta más efectivo cuanto más caro es.... o era el placebo? ;)

120 euros por 30 pastillas, se llama robo. 
Y se están especializando en niños.

¿Esto es como lo de los caramelos a la puerta del colegio, pero con papá y mamá comprándolos con receta que le da el médico sonriente?

Viva el TDAH!!
Qué gran descubrimiento para la ciencia (económica) de la farmacia y relacionados, claro.

Todo por los niños, eh?

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La anfetamina regresa:
farmacia y mercado negro hispanos.

Hace unos meses recibí una consulta -de una famosa cuenta de Twitter especializada en música- sobre una droga que -para mi gusto- es la reina de lo que existe ahora mismo en la farmacias españolas: la lisdexanfetamina. ¿Suena a algo? ELVANSE es el nombre. Y sí, anfetamina pura y dura. El “lis” que va delante, indica que es una nueva molécula -por lo tanto patentable y económicamente rentable- formada por una de lisina y una de dextroanfetamina (el isómero más potente y agradable de los 2 que forman la anfetamina común).






Ese es el concepto de pro-droga: una sustancia que no es activa en sí misma, y que se activa en el interior del cuerpo por una determinada ruta metabólica. Esto lo que quiere decir, es que como hasta que no te comes (vía oral) las cápsulas o pastillas de lisdexanfetamina no se convierten en anfetamina de la rica, pues se supone que “no se puede abusar de ellas”. A mí, que me encanta la dextroanfetamina y me gusta -precisamente- por vía oral, me es totalmente indiferente su método anti-abuso: me meto la cantidad que quiero, y tarda en subirte pues como una horita en vez de los 20 ó 30 minutos que tarda en subirte una anfetamina por vía oral.





Para los que conocimos las “Dexedrinas”, que era esta misma droga (sin la lisina, que no aporta nada al efecto) y que se vendía en las farmacias hasta principio de los años 90, es el regreso de una vieja amiga, de una íntima compañera de buenos y malos momentos: nuestras amadas “dexes”. La misma dosis y formato que le dan a los pilotos de los cazas, la famoso “GO! Pill”, que servía igual para un roto que para un descosido. ¿Gripe y estabas jodido? Una dexe y se pasaba. ¿Tenías que currar y llevabas 30 horas de empalmada? Una dexe y a tirar millas. ¿Ibas a salir, a pasártelo como un lemur, y a beber hasta que se secase el río... pero sin emborracharte mucho? 

¡¡La dextroanfetamina era tu mejor amiga!!





Además, no te pone taquicárdico -en el mismo grado que la cafeína- ni nervioso, ni nada molesto o tenso, si la dosis es la apropiada para tu constitución y tolerancia. Pero como desde hace 20 años no las tenemos ya entre nuestras farmacias, la única forma de verlas era en foto o pagando altísimos precios en los mercados de drogas -tipo Silk Road- de la Darknet.

La consulta que me hicieron, versaba sobre esta “nueva” droga (pro-droga siendo estrictos) y su uso de forma lúdica. Pregunté a la persona por la fuente y, amablemente, decidió compartir un pedido conmigo. ¿De qué? De Elvanse, la “anfetamina lisiada” (perdón, con lisina) que ahora venden en farmacias. 

¿En qué cambia con respecto a la Dexedrina? En que no la puedes esnifar ni inyectar, y en que tarda en subir como una hora, en lugar de media hora. Eso es todo.





Por lo demás, la nueva reína de la farmacia hispana en materia de drogas (por sus magníficos efectos, pero sobre todo por su elevadísimo precio) es exactamente igual que nuestra vieja novia. Igual, simplemente ahora tarda unos minutos más en prepararse, y ya. La misma.

¿Y si la quitaron hace 20 años, para qué la ponen otra vez?
Pues para que abusemos de las drogas, todos.

Para empezar, la farmacéutica que cobra un precio posiblemente más de 100 ó 200 veces superior al de coste de fabricación (en muchos productos, gracias a las patentes). Eso hace que, en farmacia y de forma legal -con la receta de un médico psiquiatra -de esos que las recetan sin hacer preguntas estúpidas, si les pagas la consulta- te salga por unos 120 euros la caja.




Para que quede claro que el precio es algo que ponen de forma totalmente independiente, respecto al coste de fabricación del fármaco o droga de turno, en el caso del Elvanse no se han cortado ni un pelo: valen todas las dosis igual en la farmacia, 30 cápsulas de lisdexanfetamina a 120 euros y da igual si es de 30, 50 o 70 miligramos. 

Eso más el precio de la “consulta” al especialista de turno para que se lleve su tajada en el mercado de la droga, y nos permita acceder de forma segura (farmacéuticamente segura) a una excelente sustancia.





Una maravillosa molécula que, en el mercado negro, no se sintetiza: es demasiado trabajo y material necesario separar dos isómeros de una molécula sintetizada, para dejar el más interesante. Se podría hacer -posiblemente sin necesidad de separar nada- llegando a una síntesis que rindiera únicamente dextroanfetamina, pero por los precursores y el proceso a seguir, los químicos del mercado negro lo ven como algo que ni se plantean.




Así que la hay en 3 dosis (30, 50 y 70 mgs por cápsula) pero el precio de 30 capsulitas se te va, entre la parte para el que te lo receta -la otra vía el es mercado negro, totalmente negro- y lo que te mete la farmacéutica, te sale por cerca de 200 pavos la tontería de un botecito de anfetamina de farmacia. La misma que durante décadas se vendió libremente en medio planeta y que se publicitaba su uso contra “el aburrimiento del ama de casa”, entre otras muchas cosas que se entendían como “indicaciones apropiadas” para el uso de anfetamina.




A mi madre, que nunca ha tomado ninguna “droga” más allá de café, tabaco o vino, me contó que la primera anfetamina que vio se la ofreció una profesora suya. Una monja de la orden religiosa del “Amor de Dios” (un colegio católico de señoritas en los años 50-60), en época de exámenes le ofreció -imagino que viéndola apurada en horas para estudiar- con total normalidad, “de la misma forma que actualmente te pueden decir que si quieres un café para estudiar mejor” me dijo, cuando ella me lo contó. Es decir, es la misma cosa que antes una monja daba a una alumna para que estudiase un poco mejor, en una ocasión puntual. La misma con la que toda una generación, que ahora es la que está arriba, sacaron sus carreras a base de anfetamina -dexedrinas y centraminas, principalmente- y no pasó nada grave.






Ahora la prohibición, abusa directamente del precio ridículamente desorbitado que pone a ciertas drogas en la farmacia. Ese “precio de farmacia” sube a cerca de 300 cuando vas al mercado negro. Curiosamente, el mercado negro sí ha sacado partido de que todas las presentaciones valgan igual en farmacia (la única fuente posible y conocida para dicho fármaco), y hacen que la presentación de Elvanse de 30 miligramos no sea rentable pedirla, pero la de 50 y 70 miligramos presentan una diferencia de precio de más de 100 euros. Es decir -en el mercado negro- sin receta- un bote de Elvanse de 70 miligramos y con 30 pastillas, te puede costar hasta cerca de 400 euros (dependiendo de tu fuente y tus tratos, como todo).




Eso sí. Debo decir que me han sorprendido mucho las maneras que he encontrado en el dealer, tanto como para enviar varios cientos de euros -con confianza- a alguien “desconocido” para mí (aunque recomendado) y al día siguiente, tener en mis manos exactamente aquello que habíamos acordado y de la forma que lo habíamos acordado.

Además, durante el proceso -breve- de solicitar “el producto” y acordar cómo iban las cosas, tuve en todo momento confirmación de cada paso que se iba dando, y en qué punto se encontraba. Y también, un servicio de atención al cliente que -puntualmente- comprobó que “el pedido” había llegado tal y como se habló. Dicho de otra manera: profesionalidad y seriedad (accountability, que dicen los ingleses sobre dar la cara).





La droga más interesante que ha salido de la farmacia española, junto con un mercado perfectamente adaptado a las circunstancias y que te trata -como debe ser, por otro lado- como una empresa trataría a un cliente, y con la atención comprensible en una “primera transacción de este tipo”, son los dos grandes descubrimientos. Por fin puedo olvidarme del efecto incompleto -y no anfetamínico en realidad- del metilfenidato, del Rubifen o Concerta que se usa para la misma indicación médica (el más que cuestionable Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o TDAH), y ya puedo tomar una sustancia mucho más efectiva, más segura en su dosis útil (a mi juicio), con menores efectos secundarios molestos y mucho más agradable que me ayuda mejor a trabajar, o a salir de fiesta y beber unas cervezas.

La anfetamina de verdad, la buena, sin haber sido cortada con sacos de cafeína en las manos de algún “dealer” en forma de speed, ha vuelto a nuestras manos y bocas -como el sacramento que, de verdad, sí funciona cuando necesitas energía, claridad y capacidad- y lo ha hecho con su mejor cara: la derecha o dextroanfetamina. Eso sí, recordándonos desde el primer momento mediante un precio que es desorbitadamente alto con respecto a su coste de producción, que el abuso de drogas existe y es real, pero que no es el del que se fuma unos porros: es lo que hace tener el monopolio legal de la distribución de una buena droga que mucha gente usa si está disponible. Y sí. Ya está aquí de nuevo.




Ya está en las farmacias, en los mercados, en Internet, entre nosotros...

Bienvenida -otra vez- vieja amiga.
:)


PD: ¿He dicho ya que están robando a manos llenas con el cuento del TDAH en la mayoría de los casos? ;)
Todo por los niños, sí.
xD



domingo, 10 de abril de 2016

Bitcoin, drogas, blanqueo y el nacimiento de OpenBazaar

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y ahora que ha sido lanzado OpenBazaar, con un texto en el mismo portal de Cannabis.es y también republicado en Elbitcoin.org (con autorización previa), es un buen momento para fundir ambos en un texto largo, pero que no pierde en esencia la linea argumental.

Esperamos que sea de vuestro agrado.

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Bitcoin, drogas y blanqueo.

Bitcoin, la moneda creada por Satoshi Nakamoto (sea quien sea), y el ecosistema que existe alrededor de dicha creación digital, son grandes generadores de titulares “escandalosos” en la prensa común. En este hecho convergen dos razones distintas para que esto ocurra. 

La primera es que la prensa generalista tiende a “crear opinión” según los intereses de sus editores, y no a educar sobre cada aspecto necesario de entender para poder adquirir una visión amplia del asunto. Ejemplos de este comportamiento lo podemos encontrar cuando “informan” sobre drogas, sobre seguridad informática/hacking, sobre la Deep Web, Tor y la ofuscación de IP para navegación segura, la Darknet y actualmente con énfasis en la encriptación de las comunicaciones móviles. En resumen, lo hacen en todos esos mundos donde hace falta una cierta base técnica para poder entender. La otra razón, es que siempre vende más un titular alarmista que uno explicativo: se hace mucho más caso a una voz que grita “¡¡fuego!!” que a una que grita “¡¡información!!”.

En ese escenario complejo, nos sirven una noticia “modelo” en “El Periódico” que dice: “Detenidas 10 personas en Países Bajos por blanquear hasta 20 millones de Euros en Bitcoins”

Para acompañar el titular, añaden que en la operación se incautaron 15 kilos de material para producir -supuestamente, que la policía nunca fue muy despierta para la química- MDMA. Ya tenemos en una sola noticia un grupo criminal, oscuros movimientos en la red oculta a los inocentes ciudadanos, blanqueo de capitales y producción de drogas, todo ello envuelto en esos trágicos Bitcoin, siempre presentes en los delitos de nuevo cuño. Mis felicitaciones al redactor que preparó la noticia, que no se le escapó nada que pudiera añadir algo más de confusión al puré informativo.



Para empezar, la noticia no pierde comba de vincular al Bitcoin con las drogas. ¡¡Cómo no!!
Y lejos de mí intentar desvincular ambas cosas: el mundo de las drogas -a día de hoy- tiene una opción más segura para sus usuarios gracias a la combinación del Bitcoin como método de pago y a Tor como método de seguridad informática sobre identidad IP. Silk Road fue el germen del paradigma y Ross Ulbricht su mártir, sirviendo dos cadenas perpetuas consecutivas más 35 años en una cárcel en USA. 

Sí, Bitcoin tiene que ver con las drogas (como todas, cariño, como todas.... las monedas).

Pero todavía infinitamente menos que el Dólar, el Euro, la Libra, el Yen, o el Rublo. El mercado de la droga mueve cantidades de dinero inmensas, que a veces generan problemas como dónde esconder una casa llena de billetes grandes sin que se note. Y no, no lo hacen con Bitcoin por varias razones: es una tecnología demasiado nueva para que la conozcan y se fíen, su capacidad de reserva de valor se ve afectada por la volatilidad del precio y.... ES 100% RASTREABLE.

Bitcoin te permite abrir una cuenta (o mil) y operar con la moneda sin que nadie sepa quién eres, pero todo lo que se hace desde cualquier cuenta (entradas/salidas de dinero, y las cuentas implicadas en las transacciones) es público y visible. Cierto es que si no puedes vincular una cuenta con una identidad en el mundo físico, de poco vale que sea visible al 100%. 

Pero claro, si llega a suceder que -por la razón que sea- la policía es capaz de determinar de quién es una cuenta, es también capaz de determinar de dónde le ha entrado y dónde ha enviado dinero. Aquí no existe el secreto bancario en las transacciones: todas son públicas. El secreto existe en la identidad de quienes se transfieren los fondos.


¿Qué problema práctico representa eso para el vendedor de drogas/blanqueador de dinero?

Como pasarela de pago -para las drogas o para la miel de las abejas del Cáucaso- el Bitcoin es imbatible en multitud de aspectos. Pero en el momento en que quieras entrar en el juego el dinero fiat (el dinero emitido por los estados, como las monedas ya mencionadas antes) necesitarás que alguien te cambie esos Bitcoin por otra moneda. Es ahí donde está el punto débil del modelo “Bitcoin para Narcos”, que al final si quieres manejar billetes de uso común deben cambiarse (sobre todo si son grandes cantidades) en una cuenta bancaria. La gente no suele llevar 500.000 euros sueltos para cambiarte unos Bitcoin que tienes a mano. Ese paso se realiza en “exchanges” que son sitios totalmente legales donde uno puede comprar y vender Bitcoin. Nadie allí te preguntará de dónde han salido (como tampoco te preguntan de dónde salió tu dinero cuando inviertes en bolsa) pero te pedirán una cuenta bancaria para depositar el dinero en Euro o Dólar. Es decir, mientras te muevas con Bitcoin, estarías relativamente protegido de la mirada indiscreta de HACIENDA (porque es hacienda y no la policía anti-narcóticos los que detectan estas cosas) pero nada más.

Bueno, sí: una cosa más y realmente importante.

Ni el estado más fuerte, ni el gobierno más ladrón ni el juez más poderoso podrán jamás quitarte tus Bitcoin. Son inembargables, indestructibles y a prueba de estados y autoridades intervencionistas. 

Eso sí es una gran característica a considerar, pero no sólo en el mercado de las drogas ilegales sino en la mente de cualquiera que busque un lugar donde colocar un dinero que nadie pueda tocar. Sin las claves secretas que te permiten hacer uso de tu dinero Bitcoin, no pueden hacer nada contra ello, de la misma forma que si no tienen acceso a tu dinero “en metálico” (billetes de Euro o Dólar) no pueden quitártelos.

Por otra parte, los traspasos de valor que se mueven en el mercado de las drogas, suelen encauzarse por métodos mucho más convencionales, como puede ser el conocido HSBC -el banco del que el informático Hervé Falciani se llevó la lista de “clientes” que acabó en manos del CNI español- que tiene algunas características peculiares: es el banco más grande de Europa y sus fondos provienen del latrocinio que los ingleses cometieron en Asia en las malcontadas “guerras del opio”. Estos hermanitos de la caridad, han admitido públicamente “haber sido poco duros con la cuentas que en su banco tenían narcotraficantes, traficantes de armas y terroristas”. Como dice el refrán, “perro no come carne de perro” y entre ladrones y mafiosos pues no se iban a pisar las mangueras, ¿no?
Cada época tiene su forma de explotación salvaje de una población y recursos, y el que al final tiene la llave de la caja es el que más dinero tiene de la última oleada de saqueos y robos, muchas veces santificados en tratados de paz (con sus intocables botines de guerra).

También llama la atención el monto, no más de 20 millones de euros sería la cantidad blanqueada. Cabe recordar que para la hacienda, blanquear es introducir en cauces legales dinero que proviene de cauces “que no han pagado impuestos ya”. Por ejemplo, si yo cobró parte de mi trabajo en Bitcoin y, sin pagar al estado nada, convierto esos Bitcoin en euros para comprar comida, estaría blanqueando dinero. Por supuesto, sería un blanqueo ridículo. Casi tanto como esos 20 millones, cuando los pones al lado de las cifras que se mueven en el tráfico a gran escala de drogas. O cuando los pones al lado de lo que ha trincado Bárcenas, Granados, los de las “Reformas, Cumpleaños y Bodas” del PP, o las multimillonarias tajadas del famoso 3% catalán que han alimentado las arcas del clan Pujol y que bailan en “miles de millones”. Y ninguno usaba Bitcoin.

Para finalizar, una breve reflexión sobre lo que es blanqueo y control del estado. En una agradable comida que tuve hace unos días con un amigo notario, me explicó cómo el estado no buscaba perseguir el delito de tráfico de drogas como un delito de salud pública, sino como un delito económico. Y lo más chocante que me contó fue que muchos “empresarios ilegales” (pueden ser de drogas y/o de cualquier otra cosa) optaban directamente por la “tajada para el estado”. ¿Cómo va la cosa? Pues simple; yo soy un traficante con mucha mucha pasta, y me pongo a comprarme casas y bienes inmuebles para blanquear (hacer legal) mi dinero, pero eso hace que Hacienda (el gran vigilante) se dé cuenta -entre otras cosas porque los notarios están obligados a informarles- de que manejo mucho dinero que no saben de donde sale. ¿Qué cree el lector que hace “el estado”? ¿Investiga para desarticular la trama de venta de drogas (o de trata de blancas) de ese “empresario”? No. Nada de eso. El estado – siempre con ese brazo llamado Hacienda- le llama al orden y le dice: “tronco, esta pasta es mucha pasta, y nosotros no hemos visto ni un duro de todo esto... ¿lo ves normal?”. Entonces el empresario se siente entre amigos -hablan en mismo lenguaje- y sabe que simplemente es cuestión de dinero, que no es nada personal. 

El empresario llega a un acuerdo con Hacienda, que en el peor de los casos es del 35% del dinero detectado, pero el resto se lo queda y -¡tachán!- ha pasado a convertirse en dinero legal. Y si el dinero era de drogas o de prostitución de menores.... “pues oiga, que investigue la policía que para eso está: nosotros ya hemos hechos nuestro trabajo y tenemos lo nuestro”. 

Triste, pero es así; una vez que tienen su tajada, el criminal (y el crimen) le sale rentable al estado, porque paga y calla ya que la otra opción es no pagar e ir al talego.

¿Y hacen todo esto con el Bitcoin? 
Pues no. Lo hacen con dólares y euros, contratos millonarios, petroleo, deportistas de élite, acciones, grandes bienes inmuebles, arte y joyas... pero no especialmente con Bitcoin. Ciertamente Bitcoin ha supuesto un salto de paradigma en la resistencia generada por los usuarios de drogas frente a la guerra contra las drogas, ya que resuelve una serie de problemas asociados con el pago de forma brillante permitiendo nuevos modelos de mercado. Pero dichas transacciones se limitan, por el momento, a ser meras anécdotas -del tamaño de una gota- en el mar embravecido del comercio de drogas ilegales.

Aunque para todo ese “común de los mortales” que aún no conocen Bitcoin -algo que cambiará radicalmente la economía monetaria arrastrada durante siglos- puede resultar mucho más adoctrinante inducirles la asociación de la idea del Bitcoin con la de delincuencia, blanqueo y drogas.

Sin embargo, al sistema no le viene bien que usted sepa que el grupo financiero que realmente prestaba sus servicios al narco, a los traficantes de armas y a los terroristas, era el honorable HSBC. ¿El castigo por ser los silenciosos banqueros de la peor calaña de asesinos mundiales? Una multa y listo, recordad que esto va de dinero; lo de la ética es tan sólo un espejismo sedante.



OpenBazaar: el sistema de libre mercado online definitivo.

El día de ayer, 4 de abril de 2016, es uno de esos días que casi nadie recordará especialmente. Murieron Manolo Tena y Chus Lampreave y era otro “Lunes de Aguas” en Salamanca -tradición que consistía en salir a recibir (cargados de comida, bebida y dinero) a las prostitutas expulsadas de la ciudad durante la cuaresma, y ahora repetimos gustosamente- pero seguramente no es un día de esos que marcarás en tu calendario. Y sin embargo se estaba escribiendo historia y lo hacia a los ojos de todos: ha nacido -por fin- OpenBazaar, el hijo del nuevo paradigma del 100% libre y anónimo comercio online.

Ha nacido sin hacer mucho ruido, y no tiene a grandes empresas detrás apoyando la idea, por una simple razón: no está hecho pensando en las empresas sino en las personas, que son quienes se beneficiarán de su uso en primer lugar.

¿Qué es OpenBazaar? OpenBazaar es una plataforma P2P de comercio anónimo y descentralizado, internacional y sin barreras. Las únicas barreras -como bien indica el programa al instalártelo- son las de la ley local que te afecte y las que te marque tu propia conciencia, pero no hay que olvidar que vivimos en un mundo donde las leyes y las disposiciones sobre mercado y transacciones, están quedando obsoletas día a día con el desarrollo de la tecnología digital en combinación con el pago mediante criptomonedas, en este caso Bitcoin por ser la más sólida y segura de todas (además de la primera realmente sin autoridad central o emisora).



Quienes tengan idea de la historia de los medios de pago online y de los mercados de bienes ilegales, seguramente conocerán Liberty Reserve o les sonará de algo relacionado. Liberty Reserve era una moneda de tipo digital que había sido creada por un tipo llamado Arthur Budovsky, tras una experiencia previa con otra moneda digital llamada GoldenAge que le llevó a la cárcel. Al casarse con una costarricense y tras salir en libertad condicional, fundó Liberty Reserve en Costa Rica, a la que denominaba “un sistema privado de intercambio abierto al público”. En realidad era un tipo que decidía convertirse en emisor de su propia moneda, para no tener que darle explicaciones a ningún estado. Y por supuesto que tuvo éxito: fue el medio de pago digital de primer uso en los mercados online de drogas.

Eso molestó a los USA, quienes decidieron cerrarle el chiringuito a Arthur, y se lo cerraron haciendo uso de una ley que parece no venir a cuento -pero que sabemos que sirve para todo- como es la “Patriot Act” en el año 2013. Además, como USA es así de rencorosa con los que consiguen puentear sus sistema, emitieron una orden de captura contra el fundador, que fue detenido en Madrid en el año 2013, en el aeropuerto de Madrid-Barajas (ahora Adolfo Suarez, creo) cuando intentaba volver a Costa Rica. Fue encarcelado y extraditado de España sin hacer ruido, y la última vez que supe de él, se estaba declarando culpable ante un tribunal usano de haber colaborado en el blanqueo de 250 millones de dólares: le pinta negro al pobre emprendedor monetario.

El problema de Liberty Reserve -como de GoldenAge- es que detrás de la moneda, existía un emisor que hacía de “banco central” a quien dar caza. Con Bitcoin ese problema quedó totalmente resuelto al ser una moneda sin emisor central ni autoridad jerárquica de ninguna clase.

Algo así le ocurre a OpenBazaar frente a Silk Road (la creación de Ross Ulbricht y conocido mercado germinal de drogas y otros bienes en la darknet). Silk Road, como Silk Road II y otros mercados en la red Tor, fueron cazados -aunque el modelo se repitió hasta ser común hoy- porque tenían una persona detrás, que tomaba las últimas decisiones y un grupo de ayudantes -desde moderadores y traductores a médicos y especialistas en seguridad informática- a los que tenía en nómina para que le manejaran la comunidad online que existía alrededor del mercado. Había alguien a quien cazar, aparte de al vendedor y al comprador (si el esfuerzo y las leyes lo permitían en cada país), detrás del sistema: ¿quién es el dueño de este mercado?

En el caso de OpenBazaar, la respuesta a eso es NADIE. O puede ser tú. O vosotros. O todos.
OpenBazaar nace con la vocación de convertirse en la primera realidad digital de mercado 100% libre y autónomo de la historia, aunque existe un grupo de desarrolladores y personas trabajando para darte ese producto final que es el cliente de OpenBazaar. 

El cliente se trata de un sistema distribuido al modo de los conocidos programas P2P de intercambio de música, con lo que el “castigo penal” por alojar una web de venta un bien fuera de los circuitos regulados por la ley no puede aplicarse sobre nadie en concreto, y ni comprador ni vendedor tienen por qué dejar de ser anónimos: de hecho no ser recomienda.

¿Es esto un mercado para drogas?
No. Decididamente OpenBazaar -al contrario que los mercados tipo Silk Road- no nace con ningún especial interés en los mercados de drogas. 




De hecho, sus desarrolladores se manifestaron algunas veces en contra del asunto, e incluso advirtieron que no iban a dejar a los vendedores de drogas “afinar” el sistema a su gusto y antojo. Pero cuando se les preguntó que cómo lo iban a evitar, la respuesta fue el silencio. En realidad es la expresión de una buena voluntad nada más. ¿Por qué? El proyecto originalmente surgió de las manos de un conocido hacktivista iraní llamado Amir Taaki y su “DarkMarket”, pero fue finalmente abandonado y el código se liberó para que la comunidad pudiera hacer uso de él. Los motivos del abandono de Amir fueron más ideológicos -contra el control del proyecto- que técnicos. Como dejó claro Amir: “No estamos aquí para encajar en el sistema, sino para retarlo”. Y su idea había surgido tras la caída del primer Silk Road, para impedir que pudiera volver a pasar.

La cosa es que pasó a manos de otro equipo, liderado por Brian Hoffman, cuyo origen y base radicaba en USA (el entorno del MIT y las agencias federales), que renombraron el proyecto y le dieron “otro sabor”. Ellos mismos tenían un tono cándido cuando decían que “les gustaría que la gente usase su sistema para vender cosas ilegales, pero no inmorales” y daban como ejemplo “leche sin pasteurizar” o “fuegos artificiales”. Lo cierto es que saben que ellos, con un sistema creado para ser autónomo, no pueden impedir que alguien venda drogas ni ningún otro tipo de bien, y que por lo tanto el paradigma de OpenBazaar -desde ayer por la tarde- es un animal vivo y en libertad del que no sabemos cómo será su desarrollo hasta que lo tengamos delante.

Os recomiendo que -si estáis en este mundillo de las nuevas posibilidades del mundo criptodigital- os bajéis e instaléis el programa. Aún tiene fallos y cuestiones a corregir, pero es el momento de coger vuestro nombre (bien sea como cliente o como vendedor de aros para la nariz) y de empezar a observar qué ocurre en un mercado 100% libre de acceso mundial.

Se puede elegir una instalación en castellano, y no resulta nada complicada (básicamente elegir un nombre y algunas opciones). Al momento de haberlo instalado, ya estaba recibiendo privados de los primeros experimentadores en este nuevo área digital, y también estrenando la función de bloqueo para imbéciles y spammers. Hay un aspecto a señalar que no conviene pasar por alto y al que será bueno que nos vayamos acostumbrando: la figura del moderador en las transacciones.

Si bien para comprar o vender sólo hacen falta dos personas, cuando la compra-venta se efectúa en el plano digital y no en el presencial, puede que el comprador no se fíe (de adelantar su dinero) o el vendedor no se fíe (de adelantar su producto) y para posibilitar los primeros contactos comerciales, se recurra a un mediador de prestigio. El mediador, que puede ser cualquiera que lo desee, es alguien que cobra un porcentaje (en mi caso un 3%, a lo catalán) por supervisar que la venta se produce de acuerdo a determinadas condiciones previamente pactadas y a una serie de puntos a los que se comprometen (o no) ambas partes. El ejercicio de esta mediación bajo normas acordadas y por un tercero imparcial de prestigio (la palabra prestigio adquiere un sentido concreto, como buen “juez de mercado” y persona de fiar, ya que se ponen en manos del mediador el sentido final del dinero que hay en juego. Aunque como casi todo -salvo el pago con Bitcoin- en este mercado es opcional, y no tienes por qué necesitar un mediador si tu vendedor es alguien honesto y tú lo eres como cliente.

Es un nuevo paradigma al que acostumbrarse como nos acostumbramos a Ebay en su día, o a Bitcoin posteriormente, que nos permite destapar -por primera vez- la utopía de un mercado totalmente libre, sin interferencia de ningún estado o autoridad, y verla burbujear desde sus primeros momentos de vida llenándose de clientes y vendedores de todas las partes del mundo.

Ayer ha nacido alguien que seguramente te interesará conocer: OpenBazaar.

martes, 1 de diciembre de 2015

¿Qué es Bitcoin y cómo funciona?

Este texto fue publicado en la Revista Yerba.
Esperamos que os guste.

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¿Qué es el Bitcoin y cómo funciona?


Esta sección que ahora os presentamos va a tratar de todas esas grandes ideas y pequeñas cosas que tienen en su esencia -en su génesis y sus posibilidades- la semilla para cambiar el mundo tal y como lo hoy conocemos. 

En esta primera ocasión os vamos a presentar la que muchos piensan que es la idea más revolucionaria -hasta el momento- de la era de Internet: el Bitcoin.

Seguro que es un término que no te resulta extraño del todo, ni al oído ni a la vista. Bit... del mundo digital y coin... de moneda. Ah sí! La moneda digital que sirve para comprar drogas!! Acabamos.....




No, empezamos de nuevo.
El Bitcoin... ¿sirve para comprar drogas? Sí. Es posible que hayas escuchado eso sobre esta moneda, y es cierto; sirve igual que cualquier otra. Igual que el dólar, el euro, la extinta peseta o el dirham marroquí. Es una moneda y sirve para todo lo que sirven las monedas: para comprar, para acumular valor, para realizar transacciones instantáneas sin apenas coste y sin intermediarios entre tú y el emisor... y también sirve para adquirir drogas, o medicinas, armas u ositos de peluche, ordenadores o chocolate belga, libros o metales preciosos, joyas o para hacer microdonaciones a otros (o no tan micro, como quiera el usuario).

Quita de tu cabeza la idea de que el Bitcoin sólo sirve para comprar drogas, si la tenías, porque no es correcta. El Bitcoin es un moneda. Eso lo primero. Comparte características con las distintas monedas del mundo, como son la fungibilidad (sus unidades son plenamente intercambiables), la fraccionabilidad de la moneda (que en el Bitcoin llega hasta una cienmillonésima de unidad), su condición de reserva de valor (aunque la volatilidad asociada a su juventud la hace errática aún para este fin) e incluso puede ser una gran inversión; de hecho si conocemos Bitcoin seguro que también tiene que ver con que su precio pasó -en algo más de dos años- de costar menos de 1 dólar por Bitcoin a costar unos 1.200 dólares. La ganancia es impresionante. Pero también lo es el riesgo: los que compraron a 1.200 dólares, ahora tienen una pérdida de un 80% de su inversión. Eso es la volatilidad: el precio cambiante.




¿Cómo es eso de que la moneda sube y baja de valor? Pues vaya mierda de moneda, ¿no? No.
Todas las monedas suben y bajan de valor. No de valor nominal -el número que ves en el billete- sino de valor real. Cuando los precios suben y no tu salario, cuando el Banco Central que crea el euro imprime más billetes sin que tengamos más riqueza real, o cuando te dan menos moneda extranjera al cambiar en tus vacaciones por el mismo dinero que el año anterior, es que el valor ha cambiado (en esos casos a la baja y desfavorablemente para sus poseedores, pero puede ocurrir al revés). No te asustes. 

Es a veces complejo distinguir entre valor real y nominal. Pensad que no comprabais lo mismo hace 10 años con 5 euros que ahora. El valor nominal se mantiene y mientras el poder adquisitivo del dinero de esos 5 euros -el valor real- se ha hundido. Lo mismo, para bien o para mal, para subir o para bajar, le ocurre al Bitcoin; pero no por las mismas razones.

El euro o el dólar, como las demás monedas, fluctúan y sobre todo desde que se abandonó el patrón oro. Su valor real es algo cambiante y susceptible de ser afectado por las decisiones de unas cuantas personas. Esas fluctuaciones dependen de quien emite el dinero en cada zona, y lo que hagan con sus políticas sobre el mismo y sobre la creación de más moneda (basada en deuda). Si toda la riqueza dentro de la “moneda euro” se pudiera representar con 10 billetes de 1 millón de euros que los tuvieran 10 personas... ¿qué pasaría si “el fabricante de billetes” decide imprimir otros 10 billetes de 1 millón? ¿Ha doblado la riqueza, no? No. No ha hecho nada mas que hundir el valor de su moneda, en concreto depreciarlo a la mitad, porque ahora hay el doble de billetes. Con el mismo billete ya no tienes el mismo porcentaje de la riqueza que había en la “moneda euro” sino la mitad porque hay el doble de billetes.



Cuando un banco central imprime más dinero, discrecionalmente, está robando a todos los que ya tienen billetes. Ellos creían que con esos billetes podrían comprar X cosas. Y no, no van a poder: tendrán que comprar menos, en función de cómo cambie el precio de la moneda por la decisión del banco central de turno. Así te meten la mano en el bolsillo sin que lo notes en la cabeza. Inflación, que lo llaman.

Con Bitcoin sufres de lo mismo que con otras monedas en algunos aspectos, como su valor cambiante, pero no es porque una autoridad central o un inexistente Banco Central del Bitcoin decida producir más o menos moneda: en Bitcoin no existe autoridad central y su producción se fijó matemáticamente en el momento de su creación. 

Bitcoin fue expuesto como idea al mundo el 31 de octubre del 2008, en un texto que su autor publicó en una lista de correo sobre criptografía, explicando lo que sería la nueva moneda. Su creador es Satoshi Nakamoto, un pseudónimo que esconde a la gran mente -o mentes- que desarrolló tan titánica idea y labor.



El primer Bitcoin fue minado el 3 de enero de 2009. La cronología no es casual tratándose de una moneda: el 3 de enero de 1975 fue cuando se abolió de forma efectiva la prohibición -Gold Reserve Act de 1934- para los ciudadanos de tener oro, y la obligación de vender aquel que tuvieras a la reserva controlada por el gobierno -esa que se almacena en Fort Knox- quisieras o no. Con el gran hermano no se juega: el gran y libre gobierno USA volviendo a “permitir” a sus ciudadanos que tuvieran oro en 1975.

¿Has dicho minado? ¿Minar? ¿Minería? Pero no de oro, sino de una moneda digital como Bitcoin... ¿eso cómo va a ser posible si es digital? Minar es el término que se usa para referirse a la actividad que realizan aquellos que ponen a trabajar equipos especializados en asegurar la moneda y sus transacciones. Actualmente dicha actividad requiere de una inversión y un material muy costoso, pero cuando se creó el primer Bitcoin lo podía hacer cualquier ordenador: apenas había competencia ni resultaba tan difícil matemáticamente. Así que no te asustes si escuchas lo de “irse a la mina a trabajar” en el universo Bitcoin: son ordenadores trabajando.

La moneda la crea un desconocido, y la mantienen otros desconocidos. Pues serán ellos los que manden en la moneda, que para algo es suya... ¿no? No. Satoshi Nakamoto -sea quién sea- crea la moneda con su idea y su espíritu sabio le hace compartirla y desarrollarla para todos. Especialmente para que nadie jamás, excepto el consenso de sus usuarios, tenga su control. Ningún gobierno puede hacer nada -a largo plazo- contra Bitcoin. Se podría prohibir Internet en todo el planeta, y aún así no acabarían del todo con esta moneda: resucitaría el mismo día que volviera a funcionar mínimamente sin que se hubiera perdido un sólo céntimo.

¿Cómo es eso? La idea es extremadamente simple y en ello reside su absoluta belleza.
Su creador diseña una moneda que es a la vez un sistema de pagos inmediato y sin necesidad de terceras partes de confianza. No necesitas confiar en quien usa Bitcoin, te paga con él o lo gestiona con su minería, porque sus acciones están “vigiladas” por cientos de miles de puntos en red global de forma automática: todos comprueban lo que se hace en la red y nadie puede “falsificar moneda” o “gastar el mismo billete dos veces” porque todo -absolutamente todo- está anotado y a la vista.



Todo queda reflejado en lo que se denomina Blockchain -o cadena de bloques- que no es más que un libro de cuentas público y visible para todo el mundo. Hasta la más minúscula transferencia, así como la creación de nuevos Bitcoin -de la forma que el protocolo definió- está registrada y a la vista de todos. De gobiernos, de ciudadanos, de empresas, visible para todos: libre acceso a la información 100%.

De Bitcoin se ha dicho que es anónimo, pero no es del todo cierto. Es anónimo en tanto que las cuentas y las transacciones no van asociadas a una identidad nominal como las cuentas bancarias: puedes tener una dirección-cuenta Bitcoin y jamás dar tu nombre. Nadie podrá saber que el dinero que contiene es tuyo... mientras no te pillen tu cartera digital con las claves porque, de ser así, sabrán todo lo que has hecho con ese dinero y con el que haya pasado por tu cartera anteriormente. 

Bitcoin no miente ni oculta: en eso reside su fuerza y belleza. No es manipulable por gobiernos. No es incautable por decisión judicial ni de ningún otro tipo. No se puede producir más del que está predeterminado en el protocolo; es imposible o no sería Bitcoin sino otra cosa. No responde a los criterios de economistas o de multinacionales; Bitcoin sólo responde ante sus usuarios.



Su valor, como el de cualquier bien en un mercado libre, se fija por la oferta y la demanda de dicho bien. Como se trata de un mercado global e instantáneo el que se produce gracias a Internet, su valor es un reflejo constante del uso de la moneda. Y dado que Bitcoin todavía es un niño de 6 años de edad, aún no le conocen y le aprecian como deberían: los primeros que se dieron cuenta del potencial, compraron para multiplicar miles de veces su inversión. La primera compra hecha con Bitcoin en la historia fue pizza. Pizza por valor de 10.000 Bitcoin. Esa pizza hoy día costaría millones de dólares, si se pagase al mismo precio en Bitcoin.

El Bitcoin es al dinero actual -dinero “fiat”, emitido por una entidad o banco central- lo que es hoy un ordenador frente a una calculadora de hace 50 años. Es lo que la televisión en B/N al Internet que vivimos en el 2015 y nos anticipa el futuro. Es el salto de la revolución industrial a la era espacial en 1 sólo paso aplicado al dinero. Porque aunque la palabra sea familiar, el dinero sigue siendo un gran desconocido que todos tenemos en nuestros bolsillos, bien cerca y muy poco conocido.

Bitcoin es una semilla que cambiará el mundo, tal y como lo conocemos. Y en este caso, el protagonista de la historia no es otro más que tú y tus decisiones con respecto a dicha moneda: ya no hay un estado para darte falsa tranquilidad con tus billetes de colores.



Ahora somos conscientes de que estamos solos frente a la terrible situación del perpetuo engaño económico en el que hemos sobrevivido.

Solos pero con Bitcoin: la bala de plata frente a la coacción económica del poder.



lunes, 20 de julio de 2015

Fentanilo: el hermano mayor de la heroína

Este texto fue publicado en VICE.
Esperamos que os guste.

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Fentanilo: más allá de la heroína.


Era mi primer libro comprado como adulto: “Para una fenomenología de las drogas” de Antonio Escohotado. Me lo devoré una y otra vez imaginando cómo sería probar todas esas sustancias que nunca había probado. A esa edad había consumido ya todas las drogas que había en el mercado negro más inmediato (no existía Internet, al menos no como ahora) y de las legales -incluyendo las de farmacia- conocía un par de docenas de especialidades psicoactivas.



Algunas como el éter o el cloroformo me gustaban en su olor de intensa química pero no en sus efectos, la LSD me maravillaba y la tomaba como quien toma Lacasitos, la cocaína no me llamaba mucho por aquel entonces, el speed -y la Dexedrina o la Centramina- me servían para currar jornadas de 12 horas de camarero, la 5-MeO-DMT me daba “yuyu” pero me gustaba, odiaba el popper y los inhalantes, y la heroína, codeína, morfina y opio me ayudaban a relajarme ocasionalmente. Supongo que soy de esas personas extrañas a las que los opiáceos y opioides en lugar de provocarnos una relajación “babosa” nos activan y nos permiten enfrentar mejor los trabajos intelectuales de largo recorrido (no sirven para estudiar un examen la noche antes).

De todas las drogas sobre las que leía en aquel libro de Escohotado, hubo una que me llamó mucho la atención: el fentanilo. Era una sustancia de muy alta potencia que parece que ya se había usado en alguna ocasión para adulterar heroína o para fabricar “falsa heroína”. No sólo se mencionaba el fentanilo, que tiene unas 100 veces la potencia de la morfina. También había alguna mención a la famosa “China White” que lejos de ser simple heroína blanca (clorhidrato de heroína) era un compuesto creado en el mercado negro por un químico clandestino: el alfa-metil-fentanilo. Un pequeño cambio en la molécula que la hacía caer fuera de las listas de prohibiciones en ese momento -como ocurre ahora con los research chemicals legales- pero que rápido solventaron las autoridades incluyéndolo en la más restrictiva prohibición.

No era la primera vez que escuchaba algo sobre una droga de esa familia. De niño recuerdo haber escuchado en el Telediario de TVE como hablaban de una droga que ellos bautizaban como “Tango & Cash” -nombre de una película macarra de la época- y que no era sino una variación del fentanilo. En aquella época -los años en que la FAD aterraba al país con sus campañas en lugar de educar sobre drogas- se vendía mucho lo de comparar “el poder de adicción”. Y habían decidido que esa droga era 600 veces más adictiva que la propia heroína. No 600 veces más potente, sino más adictiva... decían.




Yo me preguntaba, si se suponía que la heroína era el-gran-colocón-superadictivo-que-engancha-a-la-primera, cómo podía ser una sustancia 600 veces “más adictiva” que el jaco. Sabía ya a esa edad que no enganchaba a la primera, que exigía algo más de frecuencia y una predisposición previa al asunto. Pero el mito de algo mucho más potente y más adictivo, como los derivados del fentanilo, se quedó en mi cabeza durante años, pensando que era improbable que tuviera ocasión de cruzarme con esa droga y saberlo: podía encontrarla como adulterante pero no había mercado a mi alcance para ella.

La siguiente vez que escuché hablar de ella fue en uno de los episodios más sucios de la historia de la medicina en España. Seguro que muchos de los afectados de Hepatitis C lo recuerdan: Juan Maeso. El yonky Maeso era el anestesista de un hospital público en Valencia y le gustaban los opiáceos, con especial atención al fentanilo. Los anestesistas son las personas que tienen la llave de la vida y la muerte entre los fármacos de acción inmediata para un ser humano, y unos profesionales con una de las más fuertes formaciones médicas. A Juan Maeso se le olvidó durante 10 años, de 1988 a 1998, que cuando te chutas con una jeringuilla o la metes en un bote con sustancia una vez usada, estás transmitiendo tus posibles virus a quien la use después, y por eso deben ser desechadas siempre. No era por ahorrar, era por no llamar la atención, la razón por la que el yonky Maeso usaba las mismas chutas para pincharse él primero y luego a sus pacientes en la mesa de operaciones. Pero no era tonto, no lo hacía al revés: él no se pinchaba tras usar las chutas en los pacientes o hubiera cogido todos los virus que pasaran por el quirófano.

Y el informe de los genetistas era aplastante: nunca habían encontrado un grupo epidémico donde brotase el virus de la Hepatitis C y se pudiera trazar con tanta cercanía el origen vírico: el 80% de los pacientes había sido infectado por el médico.

Por supuesto fue condenado en un larguísimo juicio a más de 1000 años de cárcel, de los que no cumpliría más de 20 por la ley en ese momento, y una multa de medio millón de euros a cada paciente infectado, que tuvimos que pagar todos los contribuyentes por ser responsable subsidiario el hospital público. Uno de los actos médicos más miserables que he conocido con un personaje igual de miserable, nuestro yonky Maeso.

Tras aquello, sólo una vez más volví a saber del fentanilo y esta vez fue como arma química.
¿Recordáis el asalto y secuestro al teatro en Moscú? El 23 de octubre del 2002 un grupo de 50 asaltantes armados y parapetados con explosivos adosados tomaban al asalto un teatro en mitad de una función. Cogieron 900 rehenes, de los que unos 90 consiguieron escapar en los primeros momentos. Cuando la cosa se fue alargando en una situación de “no hay salida” para los secuestradores y los rehenes, el gobierno de Putin tomó la decisión de tomar al asalto el lugar con tropas especiales, y con medios únicos. Hasta el momento jamás, que se sepa, se había usado el Kolokol-1 en una acción con personal civil. El secreto producto ruso es una mezcla de halotano o alguna variante de dicho gas anestésico y un aerosol de alguna variante del fentanilo, de manera que mediante la simple respiración de un lugar inundado con ese gas (que no huele ni se ve) uno fuera quedando anestesiado en cuestión de minutos.

En principio la idea no era mala. No era la peor de todas al menos. Intentaban entrar sin tener que hacerlo disparando a un lugar abarrotado de rehenes presos durante días. Pero la política de drogas rusa les jugó una mala pasada. Putin dio la orden y se usó el Kolokol-1, que cayó como una bomba en los agotados cuerpos de personas retenidas sin aseo, descanso ni buena alimentación bajo un secuestro, así como en los de sus secuestrados. Apenas se pegaron tiros, pero murieron 192 rehenes como consecuencia del uso de esas drogas. ¿Por qué? Porque Rusia se opone a todo tipo de aproximación racional a las drogas, de manera que no existen programas de metadona o de buprenorfina para desengancharte, y los usuarios de drogas allí no importan nada. Por esa razón, las reservas que tenían disponibles de naloxona -el antídoto del fentanilo y los opiáceos- eran las de uso normal en quirófano, para revertir el efecto de la anestesia. Pero no tuvieron naloxona suficiente para 900 personas, y 192 murieron drogados por su gobierno. ¿Fue la salida menos mala? No lo sabremos.



Y años después, ya con la llegada de los mercados de drogas online, como Silk Road, tuve la posibilidad de acceder a la droga: podía comprar fentanilo.
La primera pega es que -aunque barato en cuanto a cada dosis- es una sustancia que se mide en microgramos: millonésimas de gramo. Así que no resulta buena idea comprar fentanilo en ese estado, puro y en polvo, si no tienes un traje HAZMAT. Una corriente de aire es suficiente para que respires varias dosis mortales. Las únicas formas fiables de fentanilo, a mi entender, son las preparaciones farmacéuticas desviadas del mercado lícito. Vienen en un vial para inyección o en los parches conocidos popularmente como “parches de morfina” aunque no tengan morfina alguna.

Como yo no pensaba inyectarme me quedaban los parches. Y a por ellos fui, Bitcoin en mano, a comprar a la darknet de las drogas. Al cabo de unos días recibí un discreto paquete que contenía el pedido: una caja de 5 parches de 50 microgramos/hora de fentanilo. Caros, porque cada parche contiene en total unos 8 miligramos de fentanilo -varias dosis mortales para un novato- que se puede usar en trozos por vía de la mucosa bucal y también fumado, aparte de su uso correcto sobre la piel, pero cuesta unos 60 euros el parche de 50 mcgs/h en el mercado negro.

El uso correcto no es que carezca de riesgos: hace poco moría una niña que había cogido un parche ya usado de la basura, e imitando a su abuela enferma, se lo había puesto sobre la piel. Se fue a dormir y no despertó jamás. El fentanilo es, sobre todo y ante todo, una sustancia muy peligrosa en su manejo y uso fuera de manos entrenadas.

Los parches son una matriz de un polímero en el que se ha “untado” una mezcla de adhesivo y fentanilo de manera que, por su buena absorción transdérmica y la poca cantidad que hace falta que llegue a la sangre para hacer efecto, son una buena forma de administrar una cantidad constante de la droga. La cantidad de droga en el parche depende de la superficie del mismo, ya que los de diferentes dosis tienen diferentes tamaños en proporción. De esa forma si un parche de 50 mcgs/h tiene unos 8 miligramos en total, una décima de ese parche contendrá una dosis de 800 mcgs: no llega a una dosis letal pero para alguien sin costumbre sería una mala experiencia de sobredosis. Fumar 1/10 de un parche te administra por vía pulmonar -la más rápida de todas- casi la misma cantidad que todo el parche pegado a tu cuerpo durante un día entero, de una sola calada: si no estás muy hecho a grandes dosis de opiáceos es posible que empieces a vomitar en el acto y caigas inconsciente poco después. Para fumarlo, se pega el trozo a usar sobre papel de plata y se aplica calor con un mechero, aspirando el humo con un tubito de papel de plata, al modo de otras drogas como la heroína o la cocaína en base.



Personalmente me resultó un fármaco que al principio califiqué como “opioide psiquedélico” porque cuando lo fumaba, a veces en mitad de una frase o caminando a algún lugar de la casa, me quedaba dormido -pero de pie y sin caer- y con visiones geométricas muy intensas en bellos colores azules y amarillos. Duraban algo menos de un minuto y me despertaba en el mismo sitio, con memoria de lo visto en esos pliegues oníricos. Las primeras veces tienen un color y una intensidad tan vívidas como las primeras veces con heroína u opio en grandes dosis, y no son iguales cuando adquieres tolerancia.

El fentanilo aunque es un opioide produce liberación de dopamina, lo cual hace que quieras redosificarte -como si fuera cocaína- cada poco tiempo, pero sin embargo los efectos opioides no se van tan rápido. Si tuviera que darle un consejo rápido a algún suicida de las drogas que piense probarlo, es lo primero que no lo haga nunca estando solo y que limite antes de empezar a consumir la cantidad que va a usar, encargando a la persona que hace de cuidador que retire el resto para no saltarse el límite en mitad de un estado ya alterado. No es bueno redosificar, pero si alguien quiere entregarse al impulso de hacer, que use porciones mucho más pequeñas que las mencionadas, o se enfrentará al fentanilo como anestésico: es un puto animal como fármaco.

Por supuesto, que a los añadidos de los riesgos de usar opioides se le tiene que sumar el riesgo de caer inconsciente durante breves lapsos, pero no en la forma que la heroína sino mucho más brusca, en los que si te pilla con una tijera (cortando un trozo de parche, por ejemplo) puedes caer sobre ella y metértelas por el cuello sin enterarte. Y así todas las cosas malas que pueden pasar si de repente quedas inconsciente, y anestesiado al dolor. Por eso el lugar más seguro es un asiento o sillón amplio, donde si caes lo hagas en blando, lejos del fuego de los cigarros o velas, sin instrumentos cortantes cerca y vigilado por alguien para que no te hagas daño, o por si hay que llamar a una ambulancia.

Hay quién cree que fumar algo desconocido tiene menos riesgo que esnifar o ingerir algo desconocido: bienvenidos al mundo de las drogas de altísima potencia en las que una calada de humo puede ser suficiente para matar a una persona. Si alguna vez pensaste que la heroína era un fármaco peligroso, no quieras conocer a su “hermano mayor” el fentanilo.

Drogoteca.



Advertencia.
El autor no pretende incitar a nadie al consumo de fentanilo. De hecho, lo desaconseja -como opinión personal- por ser una droga demasiado peligrosa en su manejo y efectos. Su capacidad adictiva no es menor que la de la heroína y ya puede suponer el lector lo que le acarrearía engancharse a algo similar. El fentanilo dentro de una terapia con un médico no conlleva los riesgos mencionados, sino que es similar a la morfina en su gestión como analgésico. Para una descripción mucho más detallada de los riesgos, efectos y peligros, léase este manual con más imágenes y algunos consejos: http://drogoteca.blogspot.com.es/2014/04/fumando-parches-de-fentanilo-reduce.html