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sábado, 19 de marzo de 2016

La sobredosis como negocio legal.

Este texto es el segundo temáticamente enlazado de dos textos sobre el asunto de los opioides en USA y fue originalmente publicado en el portal Cannabis.Es, esperamos que os resulte interesante.


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Los muertos por sobredosis cotizan en bolsa.


Martha salió de la consulta del médico con cierta prisa porque no llegaba bien de tiempo a recoger a su hijo Stevie de la escuela. A Steve -el padre y marido- le habían cambiado el turno en la fábrica por necesidades de servicio y ese mes tenían sus rutina habitual totalmente desajustada. El dolor de espalda se había hecho más presente en el día a día de Martha, en buena parte porque ese mes la carga de ejercicio que su cuerpo afrontaba había crecido para poder “llegar a todo”. Y tal y como le dijo su médico, acudió a él cuando el dolor aumentase de forma general.

El doctor había revisado la medicación que ya tomaba Martha, que tenía su tratamiento con parches de fentanilo de 25 mcgs/H y morfina -como medicación para el dolor puntual no controlado- si era necesaria. En vista de lo que Martha le contó, el doctor decidió probar a aumentarle la dosis de fentanilo y le recetó parches de 50 mcgs/H. Le dio las indicaciones habituales y la despachó con cierta amabilidad para su apretado horario. Martha llevaba ya meses con ese tratamiento y, en principio, no debía suponer ningún problema nuevo. Esa misma tarde al llegar a casa, ella comenzó con la nueva dosis indicada por el médico. Y siguió haciendo cosas, porque desgraciadamente la vida no se detenía cuando la espalda le hacía ver las estrellas de dolor.

Pasaron un par de semanas y Martha toleraba bien el tratamiento, pero el exceso de cansancio le pasó factura. Empezó a toser y a tener un ligero dolor de cabeza: “ya está aquí el resfriado por llegar mojados a casa la tarde del parque infantil”. Como era viernes, prefirió ir a trabajar y a recoger a Stevie, pensando en “descansar el catarro” durante el fin de semana. Aguantó como pudo el día y el sábado ya estaba con una ligera fiebre y los pulmones mucho más afectados, que le hicieron quedarse entre la cama y el sofá. Steve tomó el control, de la casa y de Stevie, para que ella pudiera descansar, y salieron a hacer compras juntos. Cuando volvieron horas después, a Martha le había subido la fiebre hasta casi 38 grados y se encontraba peor, con dolor articular e intenso malestar general, con lo que pensaron que sería una gripe en lugar de un resfriado. Martha se puso un nuevo parche, tras ducharse para bajar un poco la fiebre, pero no tenía ganas de cenar y se fue a la cama tras tomar otro analgésico, buscando alivio a sus dolores en articulaciones, y un “Valium” que la ayudase a dormir bien. Steve no quiso molestarla y la dejó descansar: había sido una dura semana para ella.




Martha no despertó nunca más: murió de una sobredosis de opiáceos/opioides. El parche de fentanilo que tenía puesto -con el aumento de la temperatura corporal por la fiebre- empezó a liberar mucho más compuesto del que debía en el cuerpo de Martha. Y su tejido graso, el principal depósito de esta droga en el cuerpo humano, que estaba destruyéndose en parte para afrontar la infección y la falta de alimentos, liberó parte del que había ido acumulando durante semanas de uso, lo que junto con una dosis más de medicación para el dolor y otra medicación depresora de la respiración, fue demasiado para el agotado cuerpo.

Este caso -que es sólo un ejemplo- es el retrato modelo de muchas de las sobredosis que están matando gente en USA. Podemos cambiar el nombre de la persona, los opioides recetados y las dosis, pero la imagen sería la misma: alguien que muere haciendo un uso de los fármacos según lo pautado por su médico. 

¿Hay también sobredosis "de yonkis"? Sí claro, y más que habrá con los volantazos en las políticas de drogas: gran parte de esos “yonkis” son antiguos pacientes que, como contábamos hace poco aquí, se han hecho adictos de la mano de un médico. 

¿Pero acaso importa cómo haya llegado a la sobredosis una persona cuando es la vida lo que está en juego? No, entre otras -algunas perversas- razones, porque todas pueden ser un negocio para los mismas farmacéuticas que han enganchado a la gente a los opioides.


La oferta y la demanda; el mercado de salvar vidas.


Aquí lo primero que hay que hacer es presentar al lector a la protagonista de la historia: la naloxona.

Es la “droga mágica” que sirve de “antídoto”, para la mayoría de opiáceos y opioides, cuando se sufre una sobredosis. Quienes la conocemos de primera mano y la hemos visto actuar, tenemos motivos para llamarla “mágica”: salva a un persona con depresión respiratoria profunda yendo hacia la muerte en cosa de unos segundos (aplicada correctamente y a tiempo). Es un antagonista opioide que libera -bloqueando él mismo- los receptores opioides que están siendo estimulados causando los efectos de la sobredosis.




Es una droga fuera de patente (su coste es sólo el de fabricación), la síntesis es simple y el precio de producción -dadas las dosis usadas- es ridículamente bajo permitiendo ventas a nivel de mayorista con precios de menos de ½ dólar USA por dosis de naloxona. Además se encuentra en la “Lista de Medicaciones Esenciales” de la OMS, por lo que su existencia y provisiones -como algo normal y rutinario- no deberían resultar nada nuevo. Digamos que si fuera un animal, estaría en una lista de especies a proteger.

Y llegó el mercado. ¿Cuál? El USA y Canadá, ni más ni menos, con su estrategia de crear primero la epidemia de usuarios adictos a opioides y luego presentar nuevas soluciones para “ese nuevo problema que sufrimos como sociedad”. Lo contábamos hace unos días en este portal, cómo el revolcón -inmoral e ilegal- de masajes con billetes desde la industria farmacéutica al legislador y los médicos, ha puesto en grave peligro a toda la sociedad dado lo indiscriminado de sus prácticas para ganar dinero.

Ahora sus prácticas incluyen el “mercado de la sobredosis” y aunque ya se encuentran bajo investigación, gran parte del eco mediático que recibe el actual problema de la “epidemia de los opioides en USA” se debe a que, en este momento -ya desde hace tiempo pero ahora más descaradamente- a las propias farmacéuticas les interesa que se saque. Aunque a ellas les toque hacer un cierto “acto de contrición público” en el peor de los casos, está justificando la compra masiva de “antídotos” para esas sobredosis, ya que se está formando a la policía, bomberos e incluso profesores en algunas zonas, dado el tamaño del problema. Eso, al final, se traduce en números que suben y bajan en compañías que cotizan en bolsa. ¿Y qué os voy a contar? Paso de aburriros, ya os lo imagináis: la naloxona pasó de costar medio dólar -durante casi 50 años- a costar hasta casi 1.000 dólares por un par de inyecciones

Como es el caso del autoinyector “Evzio”, que son dos inyecciones precargadas cuyo coste no debería pasar en farmacia de 5 dólares (siendo generosos con todos). Lo de querer cobrar casi mil dólares por “dos chutas con naloxona”, sí que es “NIVEL GRAN NARCO” en drogas y no lo que hacía el Chapo Guzmán. ¡A la gran farma-industria no le dan clase aprendices!

Existe también un dispositivo llamado “Narcan” que permite la administración de naloxona de forma intranasal (con una especie de nebulizador), cosa más sencilla de hacer por parte de alguien que inyectar en una vena, y cuyo precio pasó en 3 semanas -hace más de un año- de 27 a 42 dólares sin razón que lo justifique, salvo el casoplón de 13 cuartos de baño del presidente de la compañía. 

La sobredosis cotiza en bolsa: bienvenidos al mercado manipulado por regulaciones “ad hoc”. Ahora imaginad lo que siente el presidente y los accionistas cuando lo que ven es el mercado potencial de USA para que la policía, bomberos, médicos y paramédicos en las calles, lleven todos kits de naloxona -vendidos por ellos- y estén entrenados en su uso, en cursos que ellos también pueden impartir. ¿Sabéis el pedazo negocio que eso? Los muertos -que las farmacéuticas generamos enganchándoles- en realidad son lo de menos, víctimas colaterales como se dice ahora. Y todo para salvar vidas americanas. Son unos genios estos narcos de “la gran farma”; normal que les encante lo de la guerra contra las drogas con el dineral que les está dando.

Pero por no acabar este segundo texto sobre el asunto de los opioides -y sus negocios y muertos asociados- en USA de una forma realista y pesimista, voy a recuperar el brillante diseño que hizo Morten Gronning Nielsen, un joven ingeniero de una escuela de Copenhage, y cuyo precio, sumando los componentes, se podría llevar a mercado por menos de 50 euros. No, no hablamos de una simple jeringuilla precargada, atentos al brillante invento que -de momento- nadie ha parece querer desarrollar y vender.



Se trata de un monitor de pulso y oxigenación que cualquiera puede llevar puesto en su brazo -si está consumiendo opiáceos u opioides de forma que pueda sufrir una sobredosis- y que cuando detecta que el oxígeno en sangre y las pulsaciones de la persona han bajado, tras emitir una alarma sonora avisando, inyecta en el brazo de la persona una dosis de naloxona de forma automática permitiéndole salir de la sobredosis antes de que sea irreversible. Se trata de un invento brillante que, hasta donde sé, ha pasado totalmente desapercibido.



Aquí una prueba de cómo funcionaría usando una naranja partida para que se pueda ver la difusión de la sustancia coloreada a tal fin, que muestra como un poco de ingenio y recursos que están al alcance, se pueden encontrar soluciones creativas y realmente avanzadas por poco dinero: no necesita de terceras personas y funciona aunque caigas inconsciente, lo que lo hace mejor que cualquiera que las otras opciones en multitud de casos.




Su diseño es la evidencia viva de que cobrar 1.000 dólares por un par de jeringuillas precargadas que apenas cuestan 5 dólares de fabricación, es algo que debería etiquetarse como “terrorismo farmacéutico” con la complicidad del legislador -omnipotente siempre en esto de las drogas- en el que el objetivo es toda la población.

El problema de la “epidemia de opioides” en USA y Canadá fue creado artificialmente en un movimiento mafioso de la industria farmacéutica, lubricado para que entrase bien con dinero a médicos y políticos y que, cuando ha empezado a rendir muertos, ellos han sabido convertirlo en una bendición para su negocio y evitar pagarlo como una desgracia por haber sido los responsables en último término de muchas de las muertes, de sus clientes legales con receta médica.

No soy nadie para saber cuál será la clave que acabe con un problema creado para ganancia de de estas “empresas de la salud”, pero estoy seguro de que la solución no pasa por usar y pagar más productos de los que crearon el problema; 
cuidado con las farmacéuticas, 
que las carga el diablo.


lunes, 20 de julio de 2015

Fentanilo: el hermano mayor de la heroína

Este texto fue publicado en VICE.
Esperamos que os guste.

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Fentanilo: más allá de la heroína.


Era mi primer libro comprado como adulto: “Para una fenomenología de las drogas” de Antonio Escohotado. Me lo devoré una y otra vez imaginando cómo sería probar todas esas sustancias que nunca había probado. A esa edad había consumido ya todas las drogas que había en el mercado negro más inmediato (no existía Internet, al menos no como ahora) y de las legales -incluyendo las de farmacia- conocía un par de docenas de especialidades psicoactivas.



Algunas como el éter o el cloroformo me gustaban en su olor de intensa química pero no en sus efectos, la LSD me maravillaba y la tomaba como quien toma Lacasitos, la cocaína no me llamaba mucho por aquel entonces, el speed -y la Dexedrina o la Centramina- me servían para currar jornadas de 12 horas de camarero, la 5-MeO-DMT me daba “yuyu” pero me gustaba, odiaba el popper y los inhalantes, y la heroína, codeína, morfina y opio me ayudaban a relajarme ocasionalmente. Supongo que soy de esas personas extrañas a las que los opiáceos y opioides en lugar de provocarnos una relajación “babosa” nos activan y nos permiten enfrentar mejor los trabajos intelectuales de largo recorrido (no sirven para estudiar un examen la noche antes).

De todas las drogas sobre las que leía en aquel libro de Escohotado, hubo una que me llamó mucho la atención: el fentanilo. Era una sustancia de muy alta potencia que parece que ya se había usado en alguna ocasión para adulterar heroína o para fabricar “falsa heroína”. No sólo se mencionaba el fentanilo, que tiene unas 100 veces la potencia de la morfina. También había alguna mención a la famosa “China White” que lejos de ser simple heroína blanca (clorhidrato de heroína) era un compuesto creado en el mercado negro por un químico clandestino: el alfa-metil-fentanilo. Un pequeño cambio en la molécula que la hacía caer fuera de las listas de prohibiciones en ese momento -como ocurre ahora con los research chemicals legales- pero que rápido solventaron las autoridades incluyéndolo en la más restrictiva prohibición.

No era la primera vez que escuchaba algo sobre una droga de esa familia. De niño recuerdo haber escuchado en el Telediario de TVE como hablaban de una droga que ellos bautizaban como “Tango & Cash” -nombre de una película macarra de la época- y que no era sino una variación del fentanilo. En aquella época -los años en que la FAD aterraba al país con sus campañas en lugar de educar sobre drogas- se vendía mucho lo de comparar “el poder de adicción”. Y habían decidido que esa droga era 600 veces más adictiva que la propia heroína. No 600 veces más potente, sino más adictiva... decían.




Yo me preguntaba, si se suponía que la heroína era el-gran-colocón-superadictivo-que-engancha-a-la-primera, cómo podía ser una sustancia 600 veces “más adictiva” que el jaco. Sabía ya a esa edad que no enganchaba a la primera, que exigía algo más de frecuencia y una predisposición previa al asunto. Pero el mito de algo mucho más potente y más adictivo, como los derivados del fentanilo, se quedó en mi cabeza durante años, pensando que era improbable que tuviera ocasión de cruzarme con esa droga y saberlo: podía encontrarla como adulterante pero no había mercado a mi alcance para ella.

La siguiente vez que escuché hablar de ella fue en uno de los episodios más sucios de la historia de la medicina en España. Seguro que muchos de los afectados de Hepatitis C lo recuerdan: Juan Maeso. El yonky Maeso era el anestesista de un hospital público en Valencia y le gustaban los opiáceos, con especial atención al fentanilo. Los anestesistas son las personas que tienen la llave de la vida y la muerte entre los fármacos de acción inmediata para un ser humano, y unos profesionales con una de las más fuertes formaciones médicas. A Juan Maeso se le olvidó durante 10 años, de 1988 a 1998, que cuando te chutas con una jeringuilla o la metes en un bote con sustancia una vez usada, estás transmitiendo tus posibles virus a quien la use después, y por eso deben ser desechadas siempre. No era por ahorrar, era por no llamar la atención, la razón por la que el yonky Maeso usaba las mismas chutas para pincharse él primero y luego a sus pacientes en la mesa de operaciones. Pero no era tonto, no lo hacía al revés: él no se pinchaba tras usar las chutas en los pacientes o hubiera cogido todos los virus que pasaran por el quirófano.

Y el informe de los genetistas era aplastante: nunca habían encontrado un grupo epidémico donde brotase el virus de la Hepatitis C y se pudiera trazar con tanta cercanía el origen vírico: el 80% de los pacientes había sido infectado por el médico.

Por supuesto fue condenado en un larguísimo juicio a más de 1000 años de cárcel, de los que no cumpliría más de 20 por la ley en ese momento, y una multa de medio millón de euros a cada paciente infectado, que tuvimos que pagar todos los contribuyentes por ser responsable subsidiario el hospital público. Uno de los actos médicos más miserables que he conocido con un personaje igual de miserable, nuestro yonky Maeso.

Tras aquello, sólo una vez más volví a saber del fentanilo y esta vez fue como arma química.
¿Recordáis el asalto y secuestro al teatro en Moscú? El 23 de octubre del 2002 un grupo de 50 asaltantes armados y parapetados con explosivos adosados tomaban al asalto un teatro en mitad de una función. Cogieron 900 rehenes, de los que unos 90 consiguieron escapar en los primeros momentos. Cuando la cosa se fue alargando en una situación de “no hay salida” para los secuestradores y los rehenes, el gobierno de Putin tomó la decisión de tomar al asalto el lugar con tropas especiales, y con medios únicos. Hasta el momento jamás, que se sepa, se había usado el Kolokol-1 en una acción con personal civil. El secreto producto ruso es una mezcla de halotano o alguna variante de dicho gas anestésico y un aerosol de alguna variante del fentanilo, de manera que mediante la simple respiración de un lugar inundado con ese gas (que no huele ni se ve) uno fuera quedando anestesiado en cuestión de minutos.

En principio la idea no era mala. No era la peor de todas al menos. Intentaban entrar sin tener que hacerlo disparando a un lugar abarrotado de rehenes presos durante días. Pero la política de drogas rusa les jugó una mala pasada. Putin dio la orden y se usó el Kolokol-1, que cayó como una bomba en los agotados cuerpos de personas retenidas sin aseo, descanso ni buena alimentación bajo un secuestro, así como en los de sus secuestrados. Apenas se pegaron tiros, pero murieron 192 rehenes como consecuencia del uso de esas drogas. ¿Por qué? Porque Rusia se opone a todo tipo de aproximación racional a las drogas, de manera que no existen programas de metadona o de buprenorfina para desengancharte, y los usuarios de drogas allí no importan nada. Por esa razón, las reservas que tenían disponibles de naloxona -el antídoto del fentanilo y los opiáceos- eran las de uso normal en quirófano, para revertir el efecto de la anestesia. Pero no tuvieron naloxona suficiente para 900 personas, y 192 murieron drogados por su gobierno. ¿Fue la salida menos mala? No lo sabremos.



Y años después, ya con la llegada de los mercados de drogas online, como Silk Road, tuve la posibilidad de acceder a la droga: podía comprar fentanilo.
La primera pega es que -aunque barato en cuanto a cada dosis- es una sustancia que se mide en microgramos: millonésimas de gramo. Así que no resulta buena idea comprar fentanilo en ese estado, puro y en polvo, si no tienes un traje HAZMAT. Una corriente de aire es suficiente para que respires varias dosis mortales. Las únicas formas fiables de fentanilo, a mi entender, son las preparaciones farmacéuticas desviadas del mercado lícito. Vienen en un vial para inyección o en los parches conocidos popularmente como “parches de morfina” aunque no tengan morfina alguna.

Como yo no pensaba inyectarme me quedaban los parches. Y a por ellos fui, Bitcoin en mano, a comprar a la darknet de las drogas. Al cabo de unos días recibí un discreto paquete que contenía el pedido: una caja de 5 parches de 50 microgramos/hora de fentanilo. Caros, porque cada parche contiene en total unos 8 miligramos de fentanilo -varias dosis mortales para un novato- que se puede usar en trozos por vía de la mucosa bucal y también fumado, aparte de su uso correcto sobre la piel, pero cuesta unos 60 euros el parche de 50 mcgs/h en el mercado negro.

El uso correcto no es que carezca de riesgos: hace poco moría una niña que había cogido un parche ya usado de la basura, e imitando a su abuela enferma, se lo había puesto sobre la piel. Se fue a dormir y no despertó jamás. El fentanilo es, sobre todo y ante todo, una sustancia muy peligrosa en su manejo y uso fuera de manos entrenadas.

Los parches son una matriz de un polímero en el que se ha “untado” una mezcla de adhesivo y fentanilo de manera que, por su buena absorción transdérmica y la poca cantidad que hace falta que llegue a la sangre para hacer efecto, son una buena forma de administrar una cantidad constante de la droga. La cantidad de droga en el parche depende de la superficie del mismo, ya que los de diferentes dosis tienen diferentes tamaños en proporción. De esa forma si un parche de 50 mcgs/h tiene unos 8 miligramos en total, una décima de ese parche contendrá una dosis de 800 mcgs: no llega a una dosis letal pero para alguien sin costumbre sería una mala experiencia de sobredosis. Fumar 1/10 de un parche te administra por vía pulmonar -la más rápida de todas- casi la misma cantidad que todo el parche pegado a tu cuerpo durante un día entero, de una sola calada: si no estás muy hecho a grandes dosis de opiáceos es posible que empieces a vomitar en el acto y caigas inconsciente poco después. Para fumarlo, se pega el trozo a usar sobre papel de plata y se aplica calor con un mechero, aspirando el humo con un tubito de papel de plata, al modo de otras drogas como la heroína o la cocaína en base.



Personalmente me resultó un fármaco que al principio califiqué como “opioide psiquedélico” porque cuando lo fumaba, a veces en mitad de una frase o caminando a algún lugar de la casa, me quedaba dormido -pero de pie y sin caer- y con visiones geométricas muy intensas en bellos colores azules y amarillos. Duraban algo menos de un minuto y me despertaba en el mismo sitio, con memoria de lo visto en esos pliegues oníricos. Las primeras veces tienen un color y una intensidad tan vívidas como las primeras veces con heroína u opio en grandes dosis, y no son iguales cuando adquieres tolerancia.

El fentanilo aunque es un opioide produce liberación de dopamina, lo cual hace que quieras redosificarte -como si fuera cocaína- cada poco tiempo, pero sin embargo los efectos opioides no se van tan rápido. Si tuviera que darle un consejo rápido a algún suicida de las drogas que piense probarlo, es lo primero que no lo haga nunca estando solo y que limite antes de empezar a consumir la cantidad que va a usar, encargando a la persona que hace de cuidador que retire el resto para no saltarse el límite en mitad de un estado ya alterado. No es bueno redosificar, pero si alguien quiere entregarse al impulso de hacer, que use porciones mucho más pequeñas que las mencionadas, o se enfrentará al fentanilo como anestésico: es un puto animal como fármaco.

Por supuesto, que a los añadidos de los riesgos de usar opioides se le tiene que sumar el riesgo de caer inconsciente durante breves lapsos, pero no en la forma que la heroína sino mucho más brusca, en los que si te pilla con una tijera (cortando un trozo de parche, por ejemplo) puedes caer sobre ella y metértelas por el cuello sin enterarte. Y así todas las cosas malas que pueden pasar si de repente quedas inconsciente, y anestesiado al dolor. Por eso el lugar más seguro es un asiento o sillón amplio, donde si caes lo hagas en blando, lejos del fuego de los cigarros o velas, sin instrumentos cortantes cerca y vigilado por alguien para que no te hagas daño, o por si hay que llamar a una ambulancia.

Hay quién cree que fumar algo desconocido tiene menos riesgo que esnifar o ingerir algo desconocido: bienvenidos al mundo de las drogas de altísima potencia en las que una calada de humo puede ser suficiente para matar a una persona. Si alguna vez pensaste que la heroína era un fármaco peligroso, no quieras conocer a su “hermano mayor” el fentanilo.

Drogoteca.



Advertencia.
El autor no pretende incitar a nadie al consumo de fentanilo. De hecho, lo desaconseja -como opinión personal- por ser una droga demasiado peligrosa en su manejo y efectos. Su capacidad adictiva no es menor que la de la heroína y ya puede suponer el lector lo que le acarrearía engancharse a algo similar. El fentanilo dentro de una terapia con un médico no conlleva los riesgos mencionados, sino que es similar a la morfina en su gestión como analgésico. Para una descripción mucho más detallada de los riesgos, efectos y peligros, léase este manual con más imágenes y algunos consejos: http://drogoteca.blogspot.com.es/2014/04/fumando-parches-de-fentanilo-reduce.html

viernes, 29 de agosto de 2014

SOBREDOSIS


Recuerdo la primera tarde que pisé una facultad - de Medicina- para recibir algo de formación decente sobre la farmacología de la adicción. Eramos chicos y chicas tímidamente opinando de drogas y fumando -sí, fumando tabaco como perros- a las puertas de un aula enorme de la facultad de Medicina.

Al entrar, la profesora, que parecía una mujer algo neurótica -pero era ciertamente un cerebrito en su campo- y estrambótica, de esas que si no la conoces te daría miedo preguntarle por la calle qué hora es por si te empieza a gritar sin motivo alguno, empezó a hablar del siglo XVIII y de secar páncreas de cerdo, de hacerlos polvo una vez secos y venderlos como "droga" (aunque era un concepto que no existía como actualmente) a la gente de esa época. La cosa sonaba rara.

Dijo que la mayoría de la gente que probase esa droga, el páncreas de cerdo seco y en polvo, se sentiría mal y no les gustaría. No servirían como clientes. Pero que habría otro grupo de la población a quien esa droga les haría sentirse "mejor que nunca" y seguramente querrían seguir consumiéndola, de la misma forma que hay un porcentaje de la población actual que tras probar los opiáceos como la heroína, hay un grupo de personas que quieren seguir consumiéndolos, y así hacen.

Terminó su presentación diciendo que hoy en día, a los primeros (los del páncreas del cerdo seco) les llamamos diabéticos y les tratamos con insulina, pero a los segundos les llamamos drogadictos y les tratamos con medidas de represión de su comportamiento: penales, legales, sociales y médicas.

Más de 20 años después, tras una noche de concierto con Extremoduro, deliciosa, llena de drogas, charlas y buen rollo, me despertaba en una casa en Arenas de San Pedro, Ávila, con mi pareja gritándome y una chica convulsionando a mi lado. Era la primera sobredosis -de las de vida o muerte- que tenía delante, y no había tenido ni tiempo de despegar los ojos. Ni sabía que era una sobredosis, realmente...

Una mujer de 30 y pocos años convulsionaba salvajemente sobre una cama (menos mal), yo la cogí y la coloqué de lado, por si había vómito. La persona convulsionaba de forma violenta, pero mantenía un "cierto contacto visual" -estaba con los ojos abiertos como si no pudieran abrirse más, como si quisiera hablar con ellos, y fijos en mí que estaba frente a ella- y a la vez "boqueaba" como si le faltase el aire, como un pez muriendo fuera del agua, como si quisiera respirarlo todo a la vez y no pudiera. El cuadro daba miedo, yo creía que tenía a alguien muriéndose en mis brazos.

Manda huevos!! Tantas drogas, tanta fiesta, tanta hostia, e íbamos a tener una muerte por una sobredosis de insulina??? Sí, era insulina. La persona era diabética, cosa que todos los que íbamos sabíamos, pero en un arranque de estupidez, se levantó con la boca seca (un síntoma que algunos diabéticos suelen achacar al exceso de azúcar y la necesidad de insulina) y se inyectó una cantidad de insulina del doble de lo normal que se suele inyectar, sin hacerse primero una prueba de azúcar para conocer su nivel en sangre. Y para rematarlo se metió de nuevo en la cama, sin comer nada... 

El azúcar, la glucosa, en el cuerpo de la chica, que sólo había tomado 1 coca cola en todo el concierto y nada más en 15 horas, cayó en picado. Sólo la suerte hizo que hubiera alguien dormido a su lado que notó las convulsiones y reaccionó, o seguramente hubiera muerto. Nos hubiéramos despertado con una amiga muerta en la habitación (o en la misma cama). La cosa no terminó ahí: estábamos en una casa alquilada donde no sabíamos ni donde estaban los vasos, y estábamos intentando darle azúcar disuelto en agua en un "vaso de sidra" (muy grande y de cristal muy fino) que debido a las convulsiones era imposible, porque rompía el cristal con la boca. Al final, bloqueándole todo el cuerpo con los brazos y manteniéndola erguida pero con la cabeza bloqueada, pudimos conseguir que tomase algo de agua con azúcar... que en poco más de un minuto había surtido efecto.

La reacción del servicio de emergencias, coordinada por el 112 al teléfono fue impresionante. Tuvimos la suerte de que en el pueblo había una base de emergencias médicas y en menos de 7 minutos (eternos) teníamos a la ambulancia con una médico y dos enfermeras, que atendieron todo el asunto de forma magistral, tras el susto pasado, daba gusto verlas actuar, hacer un electrocardiograma en el lugar, unas pruebas de glucosa, etc... (la chica sólo había subido a 42 de azúcar al llegar ellos, y a 56 cuando se fueron -tras comprobar que estaba bien- cuando los valores normales están entre 90 y 110).

Realmente fue la primera vez que me sentí orgulloso de vivir en un país que tenía medios para responder ante algo así, y que existía dicha coordinación. Y me seguiría sintiendo orgulloso si hoy no hicieran 2 años del Real Decreto que retiraba la prestación sanitaria a los inmigrantes sin papeles en mi país, algo que me hace sentir una profunda vergüenza.

Pero basuras políticas aparte, la reacción de las emergencias en Arenas de San Pedro fue impecable. Si en lugar de una sobredosis de insulina, hubiera sido de morfina o de un opioide, seguramente le hubieran salvado la vida igual con unas cuantas dosis de naloxona. Por suerte en España, la naloxona es algo común en centros de emergencias y el el antídoto por excelencia en las sobredosis con opioides (recetados por el médico o comprados en el mercado negro, da igual) desde nuestra "epidémica" relación con la heroína en los salvajes años 80 y restos en los 90. Y en España, haber consumido una droga, hasta la muerte si quieres, no es delito.

No ocurre igual en otro países, como USA, donde en muchos lugares a quien observa una sobredosis (sea de un opioide o de otra droga) se le plantean diversos problemas en lugar de llamar a emergencias sin pensar nada más. Si quien llama ha consumido drogas, puede ser imputado criminalmente. Si quien llama no ha consumido drogas, no le pasará nada legalmente, pero estará metiendo a su "amigo" o a quien esté viendo en sobredosis (o en algo que uno pueda creer que lo es) en un lío, ya que tras salvarle la vida llamando a emergencias, tendrá problemas legales por haber consumido una droga, lo cual provoca un mayor número de casos en que no se llama a emergencias para no implicar a nadie legalmente.

Dado el brutal aumento en el consumo de opioides (recetados por el médico) en USA que hemos visto en estos 10 últimos años, y en el repunte de la heroína allí, por su barato precio y por estar más fácilmente disponible que los fármacos de prescripción, la sobredosis está de moda de nuevo. La variedad de consumo es brutal, tanto por lo que el mercado lícito produce como lo que el ilícito trae: heroína con fentanilo o derivados del fentanilo ultrapotentes que sirven para adulterar la droga, en muchos casos con mortales consecuencias. La reína de las drogas opioides allí es la oxycodona que por el recorte en su prescripción está haciendo que el mercado de la heroína resurja para cubrir los huecos que esta deja en una población, que para bien o mal, quiere seguir consumiendo opiáceos y la historia nos ha enseñado que lo harán, de una u otra forma, mientras quieran.

Este día 31 de agosto es el Día Internacional de Prevención y Recuerdo de la SOBREDOSIS.
No hacen distinción por drogas, aunque la más llamativa y evitable es la de los opioides, y es en buena medida en donde centran sus esfuerzos: en que haya más naloxona disponible para los usuarios de opioides y opiáceos, así como sus compañeros y familiares. En este año, los laboratorios han vuelto a poner sus ojos en la naloxona, al menos en USA. Han sacado un nuevo producto llamado Evzio que es un inyector manual de naloxona, que obviamente tiene la desventaja de que ha de ser inyectado por alguien que se dé cuenta de que la persona sufre una sobredosis (no son tan llamativas como las de insulina, simplemente te quedas dormido... y adiós).

Lo más remarcable del dicho asunto es lo bello que debe ser tener una sobredosis de opiáceos en vista de cómo lo anuncian. Dan ganas de tomar opiáceos para tener una sobredosis y que te lo chuten en la pierna...


Si me dan una rubia así con el aparato, me compro 3.

De todas formas no me parece el mejor de los inventos o soluciones que han aparecido en este último año. La mejor, al menos la más creativa y audaz es un auto inyector de naloxona que detecta cuándo entras en sobredosis mediante la medición de tus constantes y la saturación de O2 en sangre.

Lo ha diseñado Morten Groenning y ha puesto a disposición de todo el mundo el proceso de fabricación junto con los costes asociados de lo que sería el aparato para que no superase las 20 libras de coste total -siendo el mayor coste el de la naloxona precargada en una jeringa- en su web que merece la pena visitar a fondo,  http://groenning.me/heroin-antidote-injector/ donde encontramos también el diseño de cabinas controladas para autoconsumo de drogas, que resulta cuando menos avanzadas y curiosas para su tiempo.



Tiene también imágenes con una prueba de concepto donde se puede observar el funcionamiento del mismo sobre una naranja partida a la mitad.



La ventaja obvia -además del bajo coste- es que no dependes de la asistencia de nadie para poder salvarte de una sobredosis con un aparato que costaría menos de 30 euros. El nombre del invento es INVIO y desde luego merece un vistazo, mientras haya cifras de muertes por sobredosis tan fácilmente evitables con una correcta distribución de naloxona, que es un producto muy barato.

La imagen con todas las partes y su precio es suficiente para que nadie diga que intentar salvar vidas es demasiado caro.



Inventos que sí están bien pensados. Otra cosa es que no interesen.
Esto sí es que es un WEARABLE de esos y no las google glasses...

Esperemos que algún día, el Día Internacional de la Sobredosis sea por fin algo que no haya que celebrar para concienciar a nadie.

lunes, 14 de abril de 2014

Fumando parches de fentanilo... reduce riesgos!! Guía con fotos


Esta es la segunda parte del anterior post, que por razones de tamaño no entraba bien si no se dividía.
Espero que sea un manual de reducción de riesgos que resulte útil, en el manejo del fentanilo o de otras sustancias similares.

Espero que os guste.




GUÍA DE REDUCCIÓN DE RIESGOS
EN EL CONSUMO RECREATIVO
DE PARCHES DE FENTANILO


1- Lee y busca información sobre la sustancia, el producto concreto que tienes y certifícala mediante análisis si te es posible: busca todo lo existente al respecto, dosis, interacciones, efectos secundarios y las experiencias de otros que hayan descrito los efectos de la sustancia. Lee en muchas y distintas fuentes hasta poder hacerte con una idea que no esté influida sólo por una persona o grupo. Sé crítico en esa selección de información y conservador a la hora de aplicarla: siempre es preferible pecar de menos que de más cuando se trata de opioides.



Parche de 25 microgramos/hora que 
contiene unos 4'1 miligramos de fentanilo.


Y si no tienes la certeza de que el compuesto es aquel que tú crees y en las dosis que tú crees, tomar un compuesto sin analizar es un acto con cierto grado de suicidio implícito o de desprecio a la vida por parte de quien lo realiza. Seguir vivo depende de que no tomes la cantidad equivocada de la droga que no debías, y eso sólo lo puedes hacer mediante los análisis que ofrecen grupos de reducción de riesgos en drogas como AiLaket! en muchas ocasiones (no hay muchos grupos así en el estado).



Diviendo el parche una vez, trozos de 2 aprox. miligramos cada uno.


En este caso con el fentanilo -no con otra molécula de la familia por muy parecida que sea- debes saber que la dosis mínima habitual es de unos 50 microgramos por vía IV o IM (inyección, para dolor agudo o inducción de sedación/analgesia) para un adulto aunque se usa también en pediatría a dosis mucho más bajas, por la proporción del peso y con la necesaria individualización de cada paciente a ese fármaco. Pero dosis más bajas son activas también. 

Los parches actuales de matriz plástica y adhesivo de fentanilo (la presentación que hemos comprado en Silk Road) vienen en dosificaciones de 12, 25, 50, 75 y 100 microgramos de liberación a la hora (entendidos como cantidad expresada en base libre, que con moléculas así de potentes tienen importancia esos detalles) cuando el parche se pone sobre la piel. La vida media del compuesto oscila entre 3 y más de 8 horas dependiendo de la bioquímica de cada uno, pero por norma general su efecto es más corto que el de otros opiáceos como la morfina o la semi-sintética heroína.



Un trozo de parche con 2 miligramos, 
una mitad con 1 miligramo 
y 3 trozos con 1/3 de miligramo 
o 333 microgramos aprox. de fentanilo


La liberación expresada en el parche es una medida sólo útil para quienes lo van a usar en su forma transdérmico, ya que quien vaya a usarlo de otra forma, ha de contar con cantidades distintas.

El parche es una superficie plástica impregnada que libera en proporción a la superficie del mismo y de piel que toca, pero en el parche no hay la cantidad exacta que debe liberar en 2 o 3 días de uso transdérmico sino mucha más, para que la liberación esos días sea un asunto constante y que no se vaya reduciendo a medida que pasan el tiempo que ha de funcionar.



Otro parche de 25 mcgs/h.


Lo cierto es que cada fabricante de parches de fentanilo hace sus parches con una cantidad distinta (no suelen variar demasiado pero es importante saberlo) en el total que pone en el producto.

En este caso, buscamos el prospecto del esta presentación y vemos que cada parche de 25 microgramos a la hora trae 4'12 miligramos en total y el de 50 microgramos a la hora trae el doble, un total de 8'25 miligramos.


Divisiones de 1/2 parche, 
1/4 de parche y 
3 trozos de 1/12 de 
parche de 25 mcgs/h.


El antídoto, es como en los demás opioides, la naloxona IV, IM o nebulizada ya que no es activa por vía oral. Y al tratar con una sustancia como esta es muy recomendable que esté a nuestro alcance en manos de una persona que tiene el material y la pericia técnica como para utilizarla en una emergencia mientras llama a una ambulancia (siempre se avisa a personal médico tras la administración de naloxona ya que su efecto se va en pocos minutos).


Un trozo de 1/4 de parche de 25 microgramos/h y otro de 1/12.




2- Busca el lugar, el momento y las personas adecuadas: algo imprescindible con todas las nuevas drogas que vayamos a probar. En función del tipo de droga, el efecto esperado, los riesgos asociados y un grado extra sobre incertidumbres que siempre pueden ocurrir, debemos buscar el grupo o la persona con quien la tomaremos. 

Nunca es bueno probar una droga por primera vez sin supervisión de otras personas con cierta experiencia o, al menos, con ciertos conocimientos para saber cómo reaccionar si hubiera un problema. 




Trozo de 333 microgramos totales 
de fentanilo en parche 
sobre papel de plata 
listo para ser fumado

Hay que encontrar al canguro o canguros que nos den confianza para hacerlo y que al mismo tiempo puedan tomar el control y actuar si lo vieran necesario, y eso lo podemos encontrar en nuestro grupo de confianza. La persona o personas que escojamos tienen que saber qué droga y en qué dosis la vamos a tomar y la mayor cantidad de información útil que pueda servirles para reaccionar ante un problema.



El mismo trozo que había pegado 
en la foto anterior, ya fumado.


Es normal que muchas personas no quieran decir a nadie que toman drogas, o ciertas drogas, pero el riesgo que se asume quien se ponga a experimentar con fentanilo sin una cierta supervisión hasta que pueda decir que conoce a fondo es muy alto. En el mejor de los casos no necesitaremos a nadie, es cierto. Pero en otros podremos necesitar una ambulancia. 

¿Cuánto valoras tu vida? Cuenta siempre con una persona que esté ejerciendo la función de control, por tu propio interés, hasta que sepas con qué te estás metiendo exactamente.



Parche de 50 microgramos/hora 
que es el doble de grande 
en superficie que el 
de 25 microgramos/hora


El lugar también tiene su importancia. Encuentra un sitio donde no puedas ser molestado, donde no estés accesible para otros que no saben -ni tienen por qué saber- si estás colocado o no, y donde no haya materiales con los que te puedas hacer daño cuando estés bajo el efecto de un droga psicoactiva. 

Es bueno que el sitio nos haga sentir cómodos porque eso influirá en la experiencia y cosas como poder contar con nuestra música o nuestro cómodo WC pueden tener una importancia especial en esos estados.



Trozos con distintas dosificaciones de parches de fentanilo.


El momento acaba siendo un acuerdo entre las opciones y las posibilidades. Pero de todas formas recuerda que aunque un momento parezca el perfecto para experimentar con una droga, hasta el último instante eres un adulto capaz de decidir no tomarla, sin que eso represente ningún problema. Si por la razón que sea no quieres hacerlo, sea el momento que sea, siempre puedes (y debes) parar.



Manejando un parche de 50 microgramos/hora de fentanilo


Elige en función de la hora, de las llamadas habituales al móvil (un problema que antes no existía) y de todas esas mismas variables que tendrías que mirar para elegir qué 4 o 5 horas puedes tomarte para desaparecer para el mundo. Haz que todo lo que no es la sustancia en sí misma, sea algo pensado para darte tranquilidad y hacerte sentir cómodo durante la experiencia.


3- Prepara el material y retira el que no deba estar cerca de ti: llegado el momento prepara el material que vayas a necesitar, como en este caso se va a fumar el fentanilo sobre plata necesitaremos pues papel de plata, mecheros, unas tijeras para cortar las dosis y poco más. En este punto cabe mencionar lo especialmente interesante que resulta tener unas tijeras de punta sin pico, que no puedan clavarse.



Cortando el de 50 microgramos a la mitad.


Al estar consumiendo opioides es normal quedarse cabeceando o dormitando bajo sus efectos, y si eso ocurre mientras tienes unas tijeras en las manos (porque estabas cortando algo, como un parche) y caes inconsciente sobre ellas, puedes desde que no pase nada a sacarte un ojo, metértelas por el cuello o seccionarte un vaso sanguíneo y morir en pocos instantes. 

Esto que parece un consejo menor no debe ser tomado a la ligera usando un anestésico: son frecuentes los accidentes debidos a que la persona que estaba bajo los efectos y consumiendo se queda dormida de pie y en mitad de una frase, con todo lo que ello puede implicar de catástrofe.



Medio parche de 50 microgramos/h que equivale a uno de 25 microgramos/h.


Consideraciones similares se podrían hacer a todo uso de elementos peligrosos, punzantes o cortantes, grandes bultos, explosivos, combustibles, cocinas y laboratorios, otras drogas y alcohol, benzos y agonistas GABA especialmente -drogas depresoras del SNC- ya que no van nada bien con los opioides, vehículos, etc. Bajo el efecto de drogas así, debemos tener lejos todo material peligroso, porque nada bueno puede salir de mezclar ambas cosas.




Sujetando un trozo de parche para extraer el fentanilo.


Es un buen consejo tratándose de tijeras y consumo de fentanilo tener ambas cosas en sitios separados. Las dosis se pueden preparar en un lugar previamente y consumirse en otro.

Fíjate unos límites previamente (una vez que empiezas es más difícil) y dáselos a conocer a quien está a tu cuidado, incluso pactándolos previamente, para que no te deje consumir más allá de lo planeado en un primer momento.




Raspando ligeramente 
la superficie pegajosa del parche 
se despega la mezcla que 
contiene el fentanilo.


4-Entrando en contacto con la sustancia: siempre que probemos una sustancia nueva, y con más motivo cuanto más nueva sea en su estructura química y menos características podamos inferir previamente de otras sustancias análogas, debemos hacer una prueba de alergia

Nadie sabe si es alérgico a una sustancia, el veneno de un animal o una comida hasta que no entra en contacto con el producto.


Esa linea más oscura 
que cruza el parche 
es el pegamento de fentanilo 
que vamos retirando


La alergia es una reacción por la que el producto que consumimos provoca en el cuerpo la liberación de una serie de mecanismos inmunitarios que, lejos de ayudarnos, pueden poner en peligro nuestra vida y, dependiendo de la severidad de la alergia y la cantidad de alérgeno, matarnos en pocos minutos si no contamos con remedios y material para actuar. Las alergias matan (independientemente de cuál sea el alérgeno) por un choque anafiláctico y colapso orgánico, si no se tratan adecuadamente y rápido por personal entrenado.




El pegamento de fentanilo extraído 
ya fuera del parche, 
con un color oscuro.


Para evitar tomar una dosis activa de una droga que no sabemos si puede resultar un alérgeno para nosotros, tomamos como prueba una dosis NO ACTIVA para ver cualquier tipo de reacción que indique una reacción alérgica. En este caso, como la presentación es la de un parche, cortaremos una dosis ínfima, algo así como un trozo de 1 milímetro por 1 milímetro de parche (milímetro, no centímetro) y lo pondremos adherido sobre nuestra piel. 



Esa bolita oscura contiene unos 2 miligramos de fentanilo.


La cantidad de sustancia que el parche de ese tamaño liberará en nuestro cuerpo es insuficiente para provocar un efecto debido a la droga en sí misma, por lo que un fuerte enrojecimiento e hinchazón de la zona donde pusiéramos el parche al cabo de un hora o así sería la mejor señal de que ese parche contiene un alérgeno para nosotros (que puede ser el principio activo o no serlo y ser un excipiente, pero el riesgo es el mismo para nuestra salud). 

Si tienes una respuesta positiva en una prueba de alergia a una droga o a una mezcla preparada, nunca puedes tomarla, porque supondrá tu muerte, con casi toda seguridad, ya que ingerirás una cantidad masiva de alérgeno al consumirla.



Fumando un trozo de pegamento de fentanilo sobre plata.


En caso de que la prueba de alergia no presente ninguna reacción, entenderemos que en principio no estamos ante un alérgeno peligroso para nosotros y podremos seguir adelante con nuestro experimento.


El trozo de pegamento de fentanilo, 
ya fumado sobre plata.


5- Rutas y formas de administración: para empezar dejar claro que, aunque es posible extraer el fentanilo y usarlo inyectado, no aconsejamos que nadie bajo ningún concepto pruebe a inyectarse a sí mismo, o a otros, fuera de unas instalaciones hospitalarias con el material y personal adecuado. 



Estirando un trozo de 
pegamento de fentanilo...
tiene consistencia, eh?


El fentanilo es un opioide tan potente que no se administra a quien no tiene una larga experiencia con otros opioides, y sus riesgos fuera de un hospital son más parecidos a los de un anestésico general que a los de un simple agonista opioide.



Otro foto de consumo de fentanilo fumado.


De la misma forma que no recomendamos que nadie use derivados del fentanilo inyectados, lo mismo aconsejaríamos de otras sustancias, como puede ser el propofol, que nada tienen que ver con esa familia química, cuyos riesgos en la administración fuera de hospital lo hacen inadmisible (para el público en general) como droga recreativa.



Un trozo de parche de fentanilo 
sujeto sobre esparadrapo 
para que sea más fácil 
retirarle el principio activo 
mediante el raspado suave.


Pregúntenle a Michael Jackson –y eso que contaba con material de emergencia y un médico para él solito- que ni sus precauciones y su riqueza fueron suficientes para salvarle de que se quedase dormido para siempre, entre los 'sueños eróticos del propofol'.





Extrayendo hasta el borde 
el pegamento de fentanilo 
de ese trozo de parche.


Descartada toda vía con jeringuillas, nos quedan dos posibles vías: la oral/bucal y la pulmonar/inhalada.

Como estamos hablando de parches farmacéuticos de fentanilo, es posible recortar un trozo de parche con una cantidad conocida de principio activo. 

La operación es una simple regla de tres con el total contenido en el parche, la superficie total y la cantidad que deseamos tomar que nos darán como resultado los milímetros cuadrados (si operamos en esa unidad de medida) que necesitamos tomar. 

Si no sabes lo que es una regla de tres, deja de leer esto, no te acerques a las droga y busca alguien que te enseñe aritmética básica.



En la punta de la navaja, 
el resultado con un euro al lado 
para ver su tamaño.


Si recortamos un trozo del parche para usarlo por la boca debemos recordar que el 85% del fentanilo se destruye al pasar por el hígado si lo tragamos, así que el objetivo es que la dosis que hayamos decidido tomar pase por nuestra mucosa bucal, sin ser tragada. 

Masticando el parche y dadas las condiciones del medio (la boca) el principio activo se liberará mucho más rápido que cuando está sobre la piel (por la saliva y el calor) y parte irá a nuestro estómago con la saliva y otra parte será absorbido por la mucosa.



Intentando cortar en trozos 
el pegamento de fentanilo extraído.


El principio es el mismo que el de un secante de fentanilo o de otro compuesto análogo, pero teniendo en cuenta que del parche, por cómo está hecho, tardará más en liberarse (como ocurre con las piruletas faramacéuticas de fentanilo). Sirva como referente que cuando se venden secantes en Silk Road, dicen contener 200 microgramos (sin análisis que lo certifique no se puede aseverar).
Puede servir como dosis inicial, pero seguramente la mitad también serviría.



El resultado, 3 trozos desiguales.


Los efectos por vía oral, cuando se alcanza una dosis suficiente, son similares a los de otros muchos opioides, que anulan del dolor, disipan preocupaciones, relajan, producen una depresión general en el cuerpo en la que todo se ralentiza, y no sus efectos difieren apenas de otros compuestos como la morfina o la oxicodona. 

La mayor diferencia frente a otros opioides es que el fentanilo no suele producir estreñimiento sino que en ocasiones provoca diarrea. Lo opuesto a sus compañeros mórficos. Esto se debe a que el fentanilo apenas tiene acción sobre la motilidad intestinal, y al no reducirla el bolo alimenticio no llega a perder tanta agua como para producirse el estreñimiento.



Partir una sustancia que 
es pegajosa y pequeña, como un moco, 
no da para precisiones.


La otra vía es la pulmonar, vía que no se debe despreciar por su potencia y velocidad de efecto, y que tampoco presenta excesiva complejidad para usarse de forma casera. 

La forma más común de fumar los parches de fentanilo es recortar previamente el trozo o trozos que queramos en las dosis adecuadas, y posteriormente pegarlos (retirándoles el trozo de plástico protector) en un trozo de papel de plata, al estilo de los 'chinos' de heroína. Se les aplica calor con un mechero por debajo del papel de plata provocando la evaporación de los compuestos existentes.



Fijaos lo finos que son los parches de fentanilo.


Hay algunos textos que dicen que no es posible fumar fentanilo porque se destruye con el calor. Desconozco los porcentajes que se pueden destruir o no por calor, según si está en forma de base, de clorhidrato, de citrato, etc. Pero no tengo duda alguna de que el fentanilo que hay en los parches, fumado aplicándole calor sobre una superficie (la que sea) o en una pipa adecuada, es plena e intensamente activo: tanto como para poder dejarte inconsciente con una sola calada. Y mi impresión es que aunque la absorción pulmonar nunca es del 100%, no es mucho el producto que se puede destruir al aplicarle el calor y ser evaporado, por los efectos percibidos.



A veces las provisiones 
vienen de donde uno menos se lo espera, eh? ;)


6- Reducción de daños dentro del consumo pulmonar de fentanilo: al aplicar un trozo de parche sobre el papel de plata, aplicamos el pegamento que tiene el principio activo y también la matriz de polímero plástico. No he buscado estudios sobre la salud en cuanto a las ventajas o desventajas de fumar polímeros plásticos (como una bolsa de la basura) pero tengo claro que sus efectos sobre las vías respiratorias no pueden ser de ninguna forma buenos, ni para garganta ni para pulmones, ni para el resto del organismo al estar fumando lo que sale de la descomposición por combustión de un polímero plástico. Y mientras que en una dosis de parche puede haber -por ejemplo- 200 microgramos de fentanilo, a lo mejor hay 30 veces más de plástico, pero al fumarlo de esa forma, fumas todo lo que allí se produce. Un daño claro y algo que se puede evitar con poco trabajo y sin material especial.



Pegamento de fentanilo 
extraído de un trozo 
de parche con unos
2 miligramos de compuesto.



Con cuidado y buenas manos, podemos separar la capa adhesiva que contiene el fentanilo del parche de su matriz de plástico. De esta forma nos ahorramos fumar un montón de compuestos nada sanos y seguramente cancerígenos, o al menos reducimos su número de una forma apabullante.

Basta con poner el parche o una sección previamente cortada de él en función de la dosis final sobre una superficie dura e ir suavemente raspando su cara interna (la que tiene el pegamento) de forma repetida y en la misma dirección.



Debemos extremar el cuidado 
al tratar drogas así, 
porque en un trozo de ese tamaño 
hay suficiente fentanilo para matar 
a un humano o a tu mascota si lo ingiere.



Esto tiene que hacerse con el cuidado necesario para no atravesar el plástico, por eso no es buena idea usar elementos con punta, sino elementos lisos y no demasiado afilados. Nos puede valer una pequeña navajita o un cuchillo que no sea de sierra, para raspar hasta acumular todo el pegamento en una pequeña bolita, cuyo mayor parecido es con un moco de la nariz.


Recomiendo cortar previamente el parche en dosis intermedias, porque no es igual de preciso tener que hacer varios trozos de un parche plástico que tener que hacerlos de un moco pegajoso, con lo que a la hora de dosificarlo agradeceremos que se haya hecho sabiendo cuánto es el tope máximo de principio activo por cada trozo cortado y “pelado”. Dicho de otra forma: cuanta droga hay en ese moco.

Una vez realizado este procedimiento, obtendremos lo que llaman 'fenta-glue' o pegamento de fentanilo y que se puede usar para fumarlo sin tener que fumar la matriz de polímero plástico.



Fumando unos trozos de pegamento de fentanilo.


Llegados a este punto hay que incluir una reflexión para todos los que entren en contacto con estas drogas. Si en un “moco” del tamaño de una lenteja pequeña puedo juntar suficiente cantidad de algo como para matar a una persona, niño o adulto, a una mascota o a mí mismo, deberemos comportarnos con la responsabilidad que se deriva de estar manejando algo así de peligroso: máxima seguridad y nunca niños o animales cerca cuando manipulemos estas sustancias. 

Como adultos que somos, con nuestros actos tenemos derecho a poner en peligro nuestras vidas pero sólo si no ponemos en peligro la de terceross ajenos a nuestra actividad.


7- Efectos, efectos secundarios, primeras veces, tolerancia-adicción, experiencias de usuarios, combos con otras drogas y miscelánea diversa.

Si a pesar de haber leído todo lo anterior sobre estas drogas como el fentanilo, piensas usarlas y asumes el riesgo que supone usarlas, este relato te puede ser útil.

Los efectos del fentanilo, en una descripción rápida, son aquellos mismos de la heroína o de otros opioides similares, de forma mucho más potente que estos. Cabe destacar que el fentanilo es el opioide capaz de crear tolerancia a sus efectos más rápido: la dosis que hoy te puede tener horas cabeceando, en pocos días no te hará casi nada. Aunque como cada sustancia tiene sus propias peculiaridades.

Las primeras veces que se consume fentanilo fumado tiene una cualidad especial la experiencia. Tal vez sea parte de la expectativa pero hay facetas de su efecto que no se vuelven a repetir cuando el uso se hace crónico. 

Una de esas facetas que me sorprendió fue su capacidad para inducir estados entre la anestesia opioide y un mundo de visiones geométricas, de colores azules y amarillos predominantemente en mi caso, con relativamente poca cantidad del producto. 

En aquellos momentos, el término opioide psiquedélico me parecía divertidamente acertado. Ahora no creo que se le pueda poner dicho nombre, aunque reconozco que tiene algunas capacidades que no he visto en ningún otro opiáceo u opioide y sí las había encontrado en las mezclas orales de opio y hashís.

Como se ve en las fotografías, normalmente las dosis usadas para ser fumadas sobre plata rondaban los 350 microgramos en su peso bruto en el parche. Eran aproximadamente 1/12 (una doceava) parte de un parche que contiene 4 miligramos. El fentanilo tiene una dosis letal media (LD50) para humanos de 0'03 mg/kg. 

Eso quiere decir que para un humano de 70 kilos, una dosis de 2 miligramos, le da un 50% de probabilidades de salir vivo.
¿Cuánto son 2 miligramos en un parche? Pues en este tipo de parches, el principio activo que hay en medio parche de 25 mcgs/h o uno de 12 mcgs/h.

Por supuesto hablamos de dosis activas, contables, en sangre. Dos miligramos de fentanilo, que serían mortales para cualquier niño y para algunos adultos, si se ingieren y van al estómago, quedarán reducidos (por suerte) a unos 300 microgramos en su metabolismo hepático, y eso provocará un gran colocón pero no le matará.

En cuanto a la vía pulmonar, es difícil cuantificar la cantidad que estás absorbiendo del fármaco y cuánta se puede estar destruyendo o perdiendo al espirar el aire inhalado. Aunque existen inhaladores de fentanilo, no se pueden extrapolar sus datos a esta situación porque la forma de administración aunque es pulmonar también no es comparable. Pero tened en cuenta siempre que sus efectos duran como poco unas 2 horas (puede que hasta 3 ó 4) aunque el efecto máximo se nota sobre unos pocos minutos tras haber fumado un trozo. El efecto en general llega tan pronto como exhalas los vapores inhalados (igual que en el caso de heroína o cocaína). Este pico temprano de los efectos hace que la persona tienda a redosificar repetidas veces, sin ser muy consciente (o nada consciente) de que va acumulando fentanilo en su sangre.

A diferencia que con la heroína, que vas fumándola pero puedes ir viendo como progresivamente vas metiéndote más en un estado de semisueño y cabeceo, con el fentanilo esa progresión no queda tan fácilmente a la vista. Más bien tiende a ocurrir que en un inadvertido momento, en que tu cuerpo ha alcanzado una cantidad determinada de fentanilo en su sistema, se comporta como el anestésico que es, dejándote fuera de combate... por unos minutos, unas horas, o para siempre (eso dependerá de la dosis, entre otras cosas).

Por decirlo de otra forma, hay dos maneras de consumir el fentanilo: una sería buscando un cierto estado opioide en el que estar activo y disfrutando del mismo, y la otra es la que te lleva directamente a la inconsciencia fisiológica.

Lo lógico es utilizar la cantidad dispuesta previamente y no hacer excepciones posteriores cuando se está bajo el efecto de la droga, pero por experiencia he visto que la tendencia a redosificar con una nueva calada de la droga es muy alta y es bastante sencillo llegar a quedar inconsciente, con un cigarro metido en una oreja o en el pelo, o con las tijeras sosteniendo tu cuello... hablamos de situaciones que son tanto o más peligrosas que las del efecto fisiológico de la droga y que no se deben despreciar, situaciones en que podemos matarnos o provocar un incendio. 

La necesidad de una persona que esté al cuidado y control de nosotros es máxima cuando nos acercamos a drogas de esta potencia las primeras veces, y puede salvarnos la vida su presencia.

Otra cosa que refieren los fumadores de fentanilo son los fuertes vómitos y náuseas que provoca, que muchos asocian y atesoran como las primeras veces que les ocurrió cuando consumieron heroína. Es cierto que el fentanilo, en cuanto sobrepasas una cierta cantidad, estimula el vómito hasta vaciar tu estómago, tu vesícula biliar y cualquier otro órgano vaciable de tu interior. Y es cierto. Este es uno de sus mayores peligros.

El fentanilo provoca vómitos intensos y repetidos que no permiten tener nada en el estómago. Si esto nos ocurre cuando estamos inconscientes debido al efecto del fentanilo, podemos morir por asfixia al aspirar nuestro vómito

Es recomendable tener el estómago totalmente vacío antes de fumar fentanilo para evitar situaciones de peligro de muerte. Esto es una de las principales cuestiones a vigilar por quien esté cuidando a la persona, que no quede dormido boca arriba y que pueda asfixiarse con el vómito.

¿A qué grado de inconsciencia se llega fumando fentanilo? A uno muy alto. Es un anestésico, y mata con relativa facilidad. Nunca lo olvides.
Por mi experiencia si alguien te toca o te llama (y no estás en sobredosis) te despiertas aunque te puedes volver a dormir en unos segundos, pero seguramente con mayores dosis esto no sea así.
¿Cómo saber si una persona está dormida o está a punto de morir por una sobredosis de fentanilo?


Trozo de pegamento de fentanilo 
dispuesto al lado de un tubo
 sobre plata para ser fumado.


Es una notable pregunta ya que es frecuente que los usuarios de fentanilo fumado caigan en esos estados de inconsciencia, normalmente en la cama, y que con la frecuencia uno aprende a ver venir y adquiere cierto manejo sobre ellos (siempre limitado). 

Pero para el cuidador puede ser un problema decidir si ha de llamar a una ambulancia tras administrarte la naloxona si es que la tiene disponible, o si por el contrario estás en uno de los lugares oníricos que recorres bajo los efectos del fentanilo.

Como consumidores siempre hay tener que tener en cuenta que la persona a nuestro cuidado debe tener la última palabra si es de nuestra confianza y tiene las instrucciones oportunas (si no es así, no merece la pena como cuidador). 

Y siempre que una persona está en un estado de inconsciencia en que no responde a estímulos (que te agarren, que te griten, que te den un par de tortas como último recurso de prueba) se debe avisar a una ambulancia y procurar mantener al paciente en una posición tumbado sobre su costado y de lado, para que en caso de vómito las vías aéreas estén despejadas y no se provoque las asfixia. 

El control y la vigilancia ha de ser constante. En caso de que esta situación se haya provocado por el abuso de un opioide (el que sea) y si disponemos de el antídoto naloxona, bien en forma inyectable o en forma de nebulizador y sabemos cómo usarlo, es el momento de hacerlo para salvarle la vida a la persona sin olvidar de llamar al 112 inmediatamente después y mantenerse al lado de la persona procurando mantenerla lo más despierta posible, con todo tipo de estímulos molestos que sirvan para aumentar su nivel de activación y ayuden a evitar morir dormido.

En caso de duda siempre es preferible pecar de excesiva protección que de lo contrario: si no estás seguro, llama a los servicios de emergencia. Nada te pasará a ti o a la persona por nada de lo que estáis haciendo. Esto no es como los USA donde en muchos lugares la gente no llama a las ambulancias para no ser detenidos y encarcelados después, por ser consumidores de drogas. Esto todavía no es USA y la vida de una persona no está por encima de sus conductas con las drogas.


En cuanto a combinaciones de fentanilo con otras drogas, está totalmente desaconsejado mezclar fentanilo con otros opioides, benzodiacepinas, barbitúricos, agonistas GABA, alcohol y otros depresores. El efecto sinérgico potenciará los efectos de ambas drogas, moviendo lo que sería una intoxicación de nivel X a ser una intoxicación de nivel 10 veces mayor.

La mayoría de las muertes en las que hay opioides implicados, cuentan también con benzodiacepinas y alcohol en la mayor parte de los casos. El uso de benzodiacepinas es especialmente peligroso y desaconsejado (incluso para los que tienen tolerancia a las mismas) en la mezcla con fentanilo. Mezclarlas conduce a la muerte con facilidad.

La mezcla de fentanilo con estimulantes presenta características similares a otros ejemplos de 'speedball' bien sean con cocaína o con anfetamina u otro estimulante, en los que los límites habituales de ambas drogas se exceden con el apoyo y efectos de la mezcla de estimulante y depresor. 

Es una práctica peligrosa sobre todo cuando los efectos del estimulante son de duración más breve que los del depresor, porque cuando el efecto del estimulante desaparezca nos veremos sobrepasados por el efecto del opioide que aún tenemos activo en nuestro cuerpo y en ese momento podemos encontrar una sobredosis que antes no hubiéramos visto venir.

No puedo hablar de la combinación de fentanilo con disociativos, psiquedélicos y entactógenos porque la desconozco. Lo más psiquedélico que he tomado junto con el fentanilo es cannabis.

El cannabis se merece un apartado en este punto. Si bien es una droga que comparte acciones depresoras sobre el SNC y es evidente que potencia los efectos del fentanilo -se tome por la vía que se tome- como ocurre con otros opioides, tiene la ventaja que ser un estupendo antiemético (evita los vómitos).

A la hora de probar por primera vez algo no recomiendo nunca que se mezclen dos sustancias, pero posteriormente y si la persona tiene experiencia con el cannabis, podrá aprovechar sus características para evitar convertir la experiencia en un cuadro de vómitos que no lo hacen nada agradable. La mejor forma, según mi experiencia, de usar el cannabis para evitar los vómitos no es fumar a la vez que se fuma la otra sustancia, sino haber fumado previamente y haber dejado que los efectos psicoactivos se desvanecieran en su mayor parte o totalmente antes de fumar. 

De esta forma los vómitos pueden ser evitados y además, es necesaria menor cantidad del opioide para conseguir los mismos efectos.



Si ya estamos vomitando tras haber fumado fentanilo, lo mejor es dejar de consumir durante al menos un par de horas y no intentar fumar nada más en ese estado porque en un primer momento el efecto del cannabis al aumentar sinérgicamente la potencia del fentanilo, aumentará los vómitos. En cuanto al tabaco/nicotina, no he notado interacción alguna ni tampoco un cambio en el apetito a la hora de consumir nicotina.

El fentanilo fumado de esta forma, a pesar de su potencia, es una sustancia que pide redosificar varias veces, y cada vez de forma menos consciente de su acumulación en nuestro cuerpo. Bajo los efectos del fentanilo es muy común saltarse las normas establecidas por nosotros mismos en cuanto a los límites marcados previamente a su consumo. 

La figura de un cuidador al que respetemos (y se pueda hacer respetar si nos ponemos tontos) es esencial para no caer en una espiral de redosificaciones de dosis sucesivas que han llevado a muchos usuarios de esta droga a morir. Y no eran "novatos que no sabían lo que hacían". De hecho el fentanilo sólo debe ser consumido por aquellos que tienen una amplia y fuerte tolerancia previa al uso de narcóticos agonistas opioides. 

Si crees que no puedes morir porque una sustancia determinada la consumes fumada, te equivocas: matarse usando fentanilo de forma recreativa, fuera del control y las pautas de un especialista, es bastante sencillo. 

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Symp.
Cuidaos. Sos queremos.

PS: Muchas gracias a David Nutt y al Comité independiente de científicos que están en @Drug_Science por la difusión del anterior artículo. Thanks a lot!! :)