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lunes, 27 de noviembre de 2017

SERIE DROGOTEST: ¿Cómo funciona y qué es?

A finales del año 2016, inicié esta serie en la Revista Soft Secrets, con la que fuimos repasando de forma exhaustiva todos los aspectos relativos a las pruebas de drogas en carretera, desde su funcionamiento a la compleja historia que existe detrás de su desarrollo y de los "estudios" (por ser generoso y llamarles algo que no sea un insulto) que se suponen que los fundamentan.

Cuando acepté el encargo, no esperaba que fuera a encontrarme tanta mierda. Tras haberme pasado meses leyendo textos relativos a los drogotest en España, tengo claro que si no hay una serie de artículos en la portada de algún periódico explicándole a los ciudadanos "el fraude de los drogotest" pero no sólo en su defectuoso uso y mal funcionamiento, sino la de mierda que hay detrás asociada a las compras de estos dispositivos y las elecciones relativas a estos asuntos, y que se ha extendido por toda España cuando las policías locales -con el beneplácito de los ayuntamientos- han visto en el drogotest la máquina perfecta para recaudar dinero salvajemente, y a ella se han entregado.

Y como todos estamos concienciados de que en la carretera no se puede conducir cuando no se está en condiciones, y eso implica a la mayoría de las drogas en las primeras horas de consumo al menos (pero no a todas ni a todas las personas), nadie se atreve a levantar mucho la voz, no siendo que además de la sanción administrativa le caiga también la sanción social...

No es coña; hace poco leí un estudio que explicaba que la primera razón para no beber alcohol al volante en un país del norte de Europa, eran no ya las sanciones y multas, sino la sanción social (lo mal que la gente lo ve y percibe). Y eso, claro, se consigue con educación y no con represión.

Aquí está el inicio de la serie cuyo último capítulo, el sexto, sale en la revista de este mes. Esperamos que os guste y os aclare las ideas sobre este asunto, turbio y poco claro como forma de que el ciudadano no pueda defenderse de una agresión calculada y premeditada como es el drogotest usando a la española.

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¿Qué es y cómo funciona un drogotest?

Iniciamos en Soft Secrets una serie de artículos -con datos e información exclusiva- sobre uno de los instrumentos de represión y extorsión económica más empleado contra los usuarios de cannabis: los test de drogas -usados por las distintas policías del estado (por seguridad, dicen)- y conocidos coloquialmente como “drogotest”. Teníamos la seria sospecha de que el asunto de los test de drogas sobre el cannabis, resultaban en miles y miles de sanciones totalmente injustas y en daños causados por falsos positivos. Ellos, en base a esos test, retienen tu coche y pasas a ser propuesto para sanción mientras te ves forzado a dar tus fluidos corporales, sin importar si tu madre está muriendo y vas al hospital o si nace tu hija y vas al parto.

Así que soltamos a Drogodogo, uno de los sabuesos más obstinado que conocemos, tras la pista de este asunto -que huele realmente mal- y volvió impresionado de todo lo que encontró y sigue encontrando, especialmente ahora que existe un plan para dotar a todas las policías locales de España con estos instrumentos de recaudación coercitiva del estado. Los drogotest son vendidos a las instituciones como “una maquina segura para recaudar grandes cantidades de dinero de los usuarios de cannabis especialmente” -es lo que son- mientras que las instituciones que los adquieren, nos las venden al gran público como un ímprobo esfuerzo por darnos seguridad en la carretera, siendo totalmente falso como iremos probando a lo largo de esta serie.

Somos cientos de miles los sancionados cada año en España por la simple tenencia de un canuto (aunque incluso les vale que el grinder tenga restos) y, desde el último cambio en las regulaciones y sanciones relativas al tráfico de vehículos, también por haber consumido horas o días antes (incluso por haber estado sentado respirando al lado de un fumador) aunque no tengamos el menor rastro de efecto. 

Este punto, encontrarse bajo sus efectos de forma incapacitatoria para la conducción, era un requisito para poder ser sancionado, que el gobierno del Partido Popular se encargó de eliminar con la modificación del código que sufrimos hace un par de años. Desde ese día, no es necesario que estés afectado por cannabis o THC y, aunque la policía reconozca -a mí me lo puso la propia Guardia Civil de Tráfico, por escrito tras hacerme el test y emitir la “propuesta para sanción de 6 puntos y 600 euros” de multa- que estás en perfecto estado para la conducción, da igual: serás sancionado. 




¿Qué sentido tiene sancionar a alguien que la propia Guardia Civil -suponemos que capacitados para reconocer esas cosas- admiten que estás bien y te entrega el coche para que sigas conduciendo? ¿Nos hemos vuelto locos? No. Es que no es por seguridad, es por recaudación...

Una compleja recaudación, que en vista de los resultados, está siendo más que interesante de aplicar, para rellenar -a base a asaltos sin ética alguna- las arcas públicas, vaciadas previamente -también- a base de asaltos. Desde Soft Secrets estamos dispuestos a exponer a la luz, con sus propios documentos -disponibles a todo el público- y con algunos “no tan disponibles” que hemos conseguido y que son “material sensible” (del que esperamos conseguir mucho más). 

Como no somos amigos de lanzar opiniones sin respaldo claro -buscamos manejar exclusivamente datos- os iremos explicando, desde ahora y en las sucesivas entregas, todo lo que está implicado en el proceso del “drogotest” en sí mismo (su funcionamiento, sus fallos, sus trampas, sus malas intenciones, etc.) y también de las cuestiones que son ajenas al proceso “técnico” en sí mismo, y que constituyen un flagrante engaño a toda la ciudadanía es víctima del mal uso -intencional- de estos drogotest. Por último -antes de meternos de lleno a destripar la fraude económico y moral de estos drogotest- queremos hacer notar que encontrar información relevante -sobre este preciso asunto que, sin embargo, nos afecta a todos- es complejo porque está “enterrada” entre datos poco útiles y cuando existen estudios, que podrían aportar datos capitales, resultan provenir de “parte interesada” o realizados por “científicos en nómina mediante subvención” o directamente los cuerpos de policía que quieren usarlos, y para más INRI dichos resultados no se encuentran disponibles al gran público, pero son un argumento clave en los dossier con los que seducen a las administraciones, en una compleja historia de amor por el dinero público y el poco que queda aún en el bolsillo del ciudadano-víctima.

Empecemos, pues, por el principio: ¿qué es un drogotest exactamente? Un drogotest es un dispositivo preparado para que se produzca en él una reacción química, al contacto con nuestra saliva o sudor, que denotará si en el fluido usado hay una “cantidad suficientemente alta para ser detectada” de la droga que sea, en este nuestro caso, el THC del cannabis.

Los drogotest más usados ahora mismo por las distintas FFCCSE son dos modelos distintos, conocidos como el Dräger 5000 y el DrugWipe, del que existen distintos modelos “ajustados oportunamente” a las necesidades de cada lugar. Para entendernos mejor, el Dräger 5000 era el modelo “antiguo” y cuyo coste resultaba -supuestamente- algo prohibitivo, por lo que aunque sigue en nuestras carreteras este armatoste con impresora (su mejor funcionalidad) iremos viendo cómo se extingue poco a poco, dando paso a su competidor barato.  

Por el contrario, el DrugWipe -sea de la marca y modelo que sea, porque ya existen varias en dura competencia- resulta bastante asequible económicamente y va a ser el método de detección de drogas en carretera que se extenderá en pocos meses por las policías de prácticamente todo el país, con especial énfasis en las policías locales o municipales (en futuras entregas, explicaremos el porqué de ese y otros detalles).




Los drogotest actuales funcionan mediante una serie de reacciones químicas dentro del tipo de análisis conocido como inmunoensayo. Fue una técnica que ganó el premio Nobel y que tenía un alto grado de precisión (cuando es aplicada correctamente y en comparación con lo que eran los estándares de la época) pero que -como todos los test de tipos reactivos- tiene un margen de errores conocidos como “falsos positivos”, en los que otra molécula que no es la buscada, produce una reacción similar a la esperada para la droga. 

Estos falsos positivos, por los que cualquier ciudadano pasa a verse envuelto dentro de un proceso en el que se le retiene, se le priva del derecho a conducir y, como ya hemos dicho, procan cosas como que aunque pase un día y esté en perfecto estado para conducir (en caso de que no lo estuviera 24 horas antes) tampoco le devolverán el coche porque su cuerpo seguirá dando positivo, hasta que presente a otra persona que se haga responsable -legalmente- de la retirada del mismo, previo pago de la parte de “sanción” que corresponde a la grúa y retención del automóvil, y que va “aparte” siendo pagada tanto si el análisis final determina que era una sustancia prohibida, como si determina lo contrario. 

Aunque es cierto que -en caso de un falso positivo- tendríais el derecho a pleitear para que os devuelvan dicho dinero, los posibles costes legales superan con mucho el daño económico causado, de manera que es algo que posiblemente quede en la más absoluta teoría sin aplicación práctica.

Este porcentaje de errores de los drogotest, conocidos como “falsos positivos” oscila sobre 2% de casos -datos ofrecidos en la revista “Autopista”, septiembre del 2012- y el algo menos del 5% (el producto Wipe asume un “éxito” superior al 95%, que es otra forma de decir lo mismo) y no varía esencialmente entre uno y otro método de análisis (no existe un test de este tipo que no tenga un margen de fallos, es inherente al propio método), a pesar de notables las diferencias técnicas entre ambos dispositivos. 

Dicho de otra forma: de cada 50 personas a las que inmovilizan su coche, una o dos personas según sus datos lo son “en falso positivo”. 

También al contrario ocurre: puedo dar fe -médicamente probada- de que los 2 controles que yo he pasado -y en los que el THC dio positivo, no dieron a opiáceos, lo que resulta “imposible” siendo paciente en tratamiento crónico de morfina desde hace lustros, ni a benzodiacepinas, ni en una de las ocasiones, a anfetamina farmacéutica (composición garantizada) que había tomado 2 horas antes, y cuyo pico plasmático (el valor más alto de la droga en el cuerpo) debía estar ocurriendo durante el test

A pesar de que en las 2 ocasiones referí que en los resultados FALTABAN DROGAS que debían estar presentes, obtuve respuestas vagas, como “será que tomas poca morfina”. Este punto esconde serios defectos, que nos ponen en riesgo a todos por primar la caza económica en lugar de la caza del peligro en la carretera, y que expondremos en el futuro.

Como los falsos positivos iban a ser el primer problema evidente, las empresas se adelantaron convirtiendo el obstáculo en ventaja: “nos preocupamos porque no te culpen injustamente y, en caso de que des positivo, tomaremos una muestra de saliva para analizarla 'bien analizada' en nuestros laboratorios especializados”. Ese segundo análisis, que realmente es el que puede probar que tienes una determinada droga en tu cuerpo, es el que tiene validez técnica y su resultado impera sobre el previo, pero con unos costes que disparan mucho la factura. Sin embargo, este segundo contra-análisis, es tan necesario legalmente como económicamente rentable para las empresas implicadas: ¿de todo este asunto quiénes nos ayudan a cuadrar las cuentas? Los que dan positivo y pagan desorbitadas multas al final.

Así que, manos a la obra, los fabricantes de estos test rápido se dieron cuenta de que la policía les demandaba una “mayor tasa de recuperación económica” (más pasta para sus arcas), estas empresas no rebajaron sus costes: rebajaron -aún más- los límites de detección de la primera droga por numero de detecciones para que se atrapase a más ciudadanos. Sí, efectivamente: la base del sistema de costes de este farragoso asuntos somos los usuarios de cannabis.

Esto que había sido una sospecha, ampliamente extendida entre los afectados cannábicos, ha dejado de serlo para volverse evidencia, de forma objetiva e inapelable, utilizando los propios datos que estas empresas manejan y que será objeto de un profundo análisis. Somos el gran premio, como en la lotería de Navidad: el gordo de los recaudadores de los caminos, porque nosotros (con el THC) ya no fallamos.

En el año 2005, la primera revisión de estos test más ligeros, situaba la cifra de corte para la detección del THC en 30 ng/ml (30 nanogramos por mililitro de fluido) y así está recogido en la red, pero en el propio material que Dräger maneja podemos ver como ese umbral necesario para dar positivo, se dividió por 3 al cabo de 5 años situándose en 10 ng/ml, y actualmente sus propios prospectos y material, nos indican que su gran capacidad de detección contra el cannabis, ha bajado -al menos- hasta el 5% en su caso y, gracias a la pista que se le escapó a un policía municipal mientras me realizaba la prueba, he podido comprobar que el límite actual es de 2'1 ng/ml, encontrándose este dato en varios estudios existentes en la red y ahora también en Wikipedia. Pregunte al policía el límite de detección y me dijo orgulloso “eso sí que lo sé: 2 nanogramos”, pero cuando le pregunté que 2 nanogramos por qué cantidad, ya no supo responder más: ¿serían gramos, serían litros, serían decímetros cúbicos? ¡Qué más da, si te hemos cazado! ¿O no?

Ese es el nivel de un policía especialmente formado, en un curso de 20 horas que incluye toda la teoría y práctica que parece ser que es la necesaria para cumplir con la ley. Ah, y por supuesto, a estas alturas, ya debéis imaginar quienes dan -y cobran- esos cursos de formación: las misma empresas. Todo queda entre amigos.




Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos y vosotros -los cannábicos- lo pagáis. 
No es por seguridad, es por recaudación: no es nada personal, sólo son negocios... ;))


*.*.*

La siguiente parte de esta serie (compuesta por varios textos), la podéis leer aquí: http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-ii-la-quimica-del.html 


martes, 15 de agosto de 2017

Alba - Bautismo

Este cuento corto, que fue el inicio de una serie que publicó algún capítulo en el portal Cannabis.es, es un relato de ficción en la que se camuflan muchos elementos verdaderos. Dada la naturaleza de lo narrado, dichos datos están convenientemente ofuscados. Por desgracia la historia tiene más de real de lo que a cualquiera nos gustaría, además ocurrió en estas fechas del 15 de agosto y la España cañi, y es simplemente un vehículo para contar cosas que no se pueden contar de otra forma (como que se venda la marihuana robada a los cultivadores en una casa cuartel, u otras peores).

Sin más, aquí quedáis, en manos de Alba.

Habrá más.

:))




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BAUTISMO


“Jodida puerca...” dijo, antes de escupirme a la cara y mientras iniciaba el movimiento de desabrocharse el negro cinturón de cuero de hebilla dorada que señalaba donde tenía que meterle una estaca a ese hijo de puta, para que dejase de ensuciar este mundo.

“Ya sabes lo que toca, zorrita...”

En un instante recobré una cierta consciencia de todo lo que me había llevado allí. A estar jodida, a sentir esa náusea, a verme inerme ante una mole grasienta y apestosa de malas intenciones. No porque quisiera follarme; no tenía problema alguno. Quería hacerlo cuando yo no quería.

Y el hijo de puta había aguantado los dos codazos en la cara, tras la patada en los huevos; estaba muy jodida. Me venía a la cabeza la película “Lamatanza caníbal de los garrulos lisérgicos” con Cesar Strawberry y el gran Manquiña, pero no me hacía ni puta gracia aquello. Me había metido en la boca del lobo yo sola, en el León rural y profundo de la España cañí. Lo que menos esperaba es que un tarado me fuera a violar en una jodida iglesia de pueblo, en las fiestas patronales de la Virgen de Agosto.

Por supuesto que ya había pasado por alguna iglesia. No por muchas, pero me contaron que el bautismo no me sentó bien: parece que tragué algo de agua y que -sin malicia por mi niñez- escupí al cura a la cara, cuando me giró y pronunció un extraño hechizo católico por el que me pasaba a llamar Alba

Como la mañana, la blanca, la pura... la mayor hija de puta del reino de Dios, es lo que debió pensar aquel cura. Aunque de eso hacía ya 19 años.

Volvía a estar allí y -esta vez ya me habían dado las hostias- me querían dar los Santos Óleos, pero a brochazos en el perineo. No tenía fuerzas y la rodilla que el bastardo había incrustado en mi costado, me tenía doblada por la mitad: me podía poner con el culo en pompa como una perra y partírmelo en cuatro sin que yo pudiera defenderme ya. Y en ello estaba el tipejo, cuando se escucharon unos pasos que pisaban el mismo suelo de lápidas que nosotros.





Recuerdo como aquel picoleto emitió una especie de gruñido imperativo -con esa altanería de paleto que suelen gastar en ciertas zonas rurales- preguntando quién andaba ahí. A su pregunta no escuché respuesta alguna, sino más pasos acercándose.

El tipo echó mano a su canana. Y acarició el cierre, abriéndolo con la delicadeza que no me estaba dedicando precisamente a mí, mientras deslizó la pistola en su mano derecha. En ese momento los pasos se detuvieron. El tipo graznó, algo más asustado, pero fingiendo más aplomo -el que le daba la pipa, claro- que la vez anterior.

“¿Quién coños anda ahí? Sal que te vea o te voy a buscar, rata!!”

Y esa fue la primera vez que escuché su voz: “Yo soy el Padre Heredia.”

El tipo saltó hacia atrás y deslizó rápido la pistola en la canana, mientras se le escapaba un cómico gesto que bailaba a medio camino entre santiguarse y el saludo marcial.

“¡Padre! Qué susto nos ha dado. Hemos venido yo y una amiga a charlar aquí, un poco más apartados, usted ya me entiende...”

“Claro cabo, por supuesto que le entiendo...”

Su voz sonaba tan ambigua ahora como grave y pesada antes. No era capaz de discernir si mientras decía eso, estaba frotándose la polla por encima de la sotana o simplemente se estaba achantando ante la situación. El cabo tampoco alcanzó a ver qué tono portaba la frase y volvió a probar suerte.

“Bueno, Padre, si no se le ofrece nada más... si quiere usted, me deja las llaves y yo le cierro la iglesia. Queda en buenas manos...”

“Toda suya, cabo...”


Sonó inquietante. Si no es por las llaves que le lanzó, hubiera creído que hablaban de mí. El cura añadió, sin acercarse más en ningún momento, que saldría por la puerta de la sacristía porque tenía que recoger unas cosas para un enfermo que necesitaban la Extrema Unción con la extrema urgencia habitual de la muerte.

Me iba a dejar allí sola, pero ya estaba acostumbrada a no meter a terceras personas en líos por mis asuntos, y a pagar -a veces muy caro- mi atrevimiento y falta de sentido común. Pude haberle pedido ayuda pero no lo vi claro, y no quise hacerlo. Escuché cerrarse la puerta y, como si fuera un gatillo, eso disparó al cerdo sobre mí. La conversación con el cura me había permitido ganar tiempo y recuperar el aire, aunque no me resistí. No tenía tanta fuerza.

Así que siendo pragmática: ¿qué podía hacer? Relajarme; necesitaba pensar. Estiré mi mano y noté su polla dura, así que la cogí y empecé a jugar con ella. El viejo alcohólico dio un brinco y mugió “...a esta putita le va la marcha, eh?” mientras yo me entregaba al placer de ser violada por un abusador con placa. Me seguía dejando hacer, pero con mi mano lo que evitaba era que me violase aunque él paleto armado creía que yo jugueteaba, cachonda perdida aplastada por semejante marrano con forma humana. Pero vi que no podía seguir mucho así y que tenía que decidirme: ¿qué hacer?

Me tiré a sus labios y los besé al mismo tiempo que con la cintura me frotaba contra su ombligo, como si estuviera en mitad del orgasmo más incontrolable de mi vida, y le pasaba la lengua por esa asquerosa boca putrida, hasta que él introdujo aquella masa de carne con sabor ocre a tabaco negro y coñac en mi boca. Era como una serpiente molesta paseándose por tus papilas gustativas, de la misma forma que el caballo de Atila dejaba yermo el suelo a su paso. Un plato exquisito, que no soportaba ya más...

Lo siguiente que recuerdo fue un tirón intenso y cómo mis mandíbulas chocaban entre sí, mientras mis uñas se hincaban con fuerza en las pelotas del picoleto, y notar el calor de la sangre chorreando en mi mano...

Y cómo casi me trago la mitad de su puta lengua; la escupí tan rápido como la rabia me permitió abrir la boca. Mientras, el tipejo gritaba ahogándose en sangre mientras no sabía si llevarse las manos al escroto, que le había abierto como un calcetín dado la vuelta, parándome en la uretra: mis dedos no llegaban a clavarse más.

Pero el cabrón se levantaba y estaba sacando su arma. No tuve tiempo para pensar: di una patada a un viejo cepillo de limosnas, clavándole al mismo tiempo mi tacón para fracturarlo y cogiendo -casi al vuelo- uno de los trozos más astillados de los pedazos que saltaron. Según me volví se lo clavé en el abdomen y se escuchó un grito lacerante en mitad de la casa de Dios: el violador cayó sobre sus rodillas y, como si fuera un diagrama de flujo expandiéndose, una mezcla de orina y sangre empezó a fluir de su perforada vejiga. Estuve por un instante -atónita- observándole pero pronto me di cuenta de que me iba a comer hasta los marrones de “el Lute” y que tenía que correr, sin mirar atrás...

Busqué instintivamente algo con lo que rematarle: peor que una condena era un psicópata como ese persiguiéndote. “No quiero moribundos que me busquen” era lo que resonaba en mi cabeza mientras abría un pequeño portón que contenía una botella y un cáliz, y cogía la botella del cuello para romperla y dar muerte al violador antes de huir para salvar mi pellejo. Una voz se escuchó -tajante y asertiva- detrás mío: “No. No rompas esa botella.”

Me quedé petrificada y -cual esposa de Lot mirando lo que no debía- como una columna detenida en medio de un giro sobre su eje, botella en mano. Aquella voz -que ya me sonó familia- continuó: “Deja la botella sobre el altar. Y vuélvete...”

Obedecí. Sabía que estaba cazada y que no tenía opción: no sabía qué me apuntaba por detrás y lo iba a descubrir en el acto. Dejé temblorosamente la botella sobre el altar. Miré instintivamente a los ojos del Crucificado que tenía de frente, presidiendo la escena, y sentí dolor. Me volví despacio, inicialmente mirando con el rabillo del ojo -con lo que no pude ver nada salvo el color rojo de la sangre por mi cara- pero según me sentía observada por aquel personaje, agachando la cabeza.

“Ecce homo” dijo, sin alterar su voz.

“Ecce mulier”, pensé yo.

Así era: ahí estaba. 
Expuesta y dolorida; al quedarme quieta todo empezó a dolerme. Asustada y a punto de matar a un hombre, en natural defensa propia, que había intentado violarme y al que no podía dejar con vida ya. Mis ojos marrón miel debieron contrastar con el rojo metálico de la sangre, porque cuando mi cabeza se irguió, sus ojos azul tormenta observaban -impertérritos- los míos.

“¿Qué ha pasado?” me dijo. No supe qué contestar, pero la expresión de mi cara junto con la dantesca escena debía dar algunas pistas, sin olvidar que mi ropa hecha jirones debió indicarle lo que allí había pasado. Buscando una respuesta que darle, me había hundido en mis pensamientos, cuando el goteo de la orina por la herida de aquel depredador me hizo reaccionar. Mi rostro debió explotar en un gesto asesino de ira, mientras notaba mis puños apretarse hasta hacerse de granito y mis dientes chocar hasta chillar como tizas sobre pizarras.

“No. Aquí no. Cógele de los pies.” me dijo y -de nuevo- volví a obedecer sin cuestionar nada.
Ahí le vi claramente por primera vez: era el cura de antes. El Padre Heredia, había dicho que se llamaba. Lo confirmó -el cabo- antes de que aquel sacerdote le dejase inconsciente de un puñetazo y le cargase -a peso muerto- por los sobacos.

¿Qué coños hacía con un cura en una iglesia sacando a un picoleto moribundo hacia el cementerio que había detrás? 

¿Por qué nadie llamaba a la policía? 
¿Qué hacía yo llevándole por los pies?

Cruzamos con el peso todo el cementerio y llegamos a una caseta con útiles, palas y picos y material de jardineria principalmente. Allí le dejamos caer a plomo; a mí el pánico me daba fuerzas de flaqueza aunque el cura respiraba intenso, pero no nervioso. Y mirándome fijamente me preguntó: “¿Cómo comenzó todo esto?”

“Marihuana... yo sólo quería un poco de yerba para fumar, porque me dolían los ovarios y tiene que bajarme la regla...” contesté a la vez que me escuchaba y las palabras parecían tan falsas que ni a mí me sonaban reales aún siendo la verdad.

“¿Te vendía él?”, inquirió.

“No. Un amigo me dijo que en la Casa Cuartel de la Guardia Civil de este pueblo, había comprado yerba en varias ocasiones. Al parecer se la roban a los cultivadores y la venden ellos y...” expliqué antes de que me interrumpiera con un “¿Y qué cojones hacéis en mi puta iglesia?”

Extrañamente avergonzada, como una niña reñida por el maestro, contesté: “me dijo que en fiestas no la podían tener en la Casa Cuartel porque venían muchos mandos superiores a la fiesta grande de la localidad, y que tenía un pequeño depósito en la iglesia. Me convenció y piqué... Lo siento.”

No sabía qué decir, ni qué sería lo siguiente cuando el Padre Heredia despertó al inconsciente Guardia Civil -a bofetones de mano abierta y revés- y cuando tenía su atención, le susurró cerca del la oreja lo siguiente: “Cuidaremos de tus hijos y tu familia, para que no sufran como tú...”

Los ojos del cabo se abrieron y clavaron en los del cura, e intentó decir algo. Pero sin lengua lo tenía clarinete, y sonó como un trombón ahogándose. Lo siguiente fue un movimiento -brusco- en el que la mano izquierda del sacerdote, que sostenía al tipo por el cuero cabelludo se disparó hacia fuera arrastrando la cabellera con ella, mientras la mano derecha -que le agarraba con fuerza la cabeza, ligeramente por debajo de la sien- girase en sentido contrario.

Rompió su cuello con la misma paz que se abre una botella de agua.

Yo estaba muerta de miedo, y ya casi convencida de que me tocaba a mí cuando el cura me lanzó una pala -que me sacudió en el vientre y la cara- mientras sarcástico me decía: “Si esperas que cave yo solo, tenemos un problema ¿eh?”

Terminar el agujero y taparlo -repartiendo la tierra sobrante- nos llevó dos horas. Creía que iba a morir, pero de agotamiento. Esas dos horas, no las narro: nadie me creería. El cura era un hombre de pocas palabras. Me llevó después a su casa, me ofreció ropa limpia que agradecí como nunca aunque daba la impresión de haber vuelto al siglo XX de una hostia, y me metió en la ducha. Curó mis heridas, me dio de cenar. Lavó los platos. 

Puso música: ¿“Lecciones de moderación” decía aquel estribillo?





Me dijo que le acercase una caja -de madera, labrada a mano- que tenía bajo unos libros de química en alemán. Obedecí. ¿Lo que nunca hacía con nadie, lo hacía con ese desconocido? Al abrirla, toda la estancia cambió de golpe su olor y parecía haber caído en mitad de una montaña de Kush. Él notó mi mirada en sus manos: debía notarla como si fuera el más poderoso Jedi intentando que la yerba volase hasta mí.

Lio despacio. Ni me miró. Se lo encendió y se lo lo estaba acabando, clavándoselo a cara de perro; yo me moría de ganas, pero no me atrevía a pedirle nada. Nada más. 

Entonces me miró sonriendo, como un niño pequeño travieso, y me pasó la caja de aquella yerba. Yo lie como si me fuera la vida en ello y justo antes de que me encendiera aquel costoso porro, me dijo:

“Ya sabes la lección: si quieres yerba, plántate.


Nos sobran cerdos para fabricar abono.”

domingo, 30 de julio de 2017

Policía sin ética; ética para yonquis.

Este texto fue publicado hace tiempo en el portal Cannabis.es y abordaba el problema de la rampante drogofobia y falta de respeto a los derechos humanos por parte de la policía de medio planeta a la hora de tratar a los usuarios de drogas.

La cosa no ha mejorado desde entonces.

Esa línea en la que algunos deciden que un yonqui no es un ser humano... esa: drogofobia y policía.




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¿Imaginas leer en la portada de un periódico “ASESINADA UNA PUTA, ANOCHE, EN IRÚN”?
Yo no. No lo imagino. Y mirad que le tengo gato a la mierda de la prensa “seria” pero aún -debe ser por viejo y porque ya chocheo- creo que hay ciertas líneas que, aunque sea por mera estética, la prensa no va a cruzar. Esa sería una, por ejemplo: referirse a una prostituta como puta, centrando la atención más en ello que en su asesinato.
Pero a la fuerza ahorcan, y empiezo a creer que todo es ya posible en un juego de prensa-todo-vale, donde hasta el posible escándalo que pueda generar un mal titular, un enfoque claramente tendencioso o el amarillismo mas chirriante, son también objetivos -secundarios- porque un “escandalito” siempre genera visibilidad y polarización.
Hace unos días, en Ohio (USA), se produjo un suceso desagradable y triste. En Ohio ocurrió uno, y luego fue elevado a la enésima potencia de la viralización mundial. El hecho al que me refiero, fue la toma, por parte de un policía, de unas fotografías realizadas -sin consentimiento ni derecho alguno- a dos personas que estaban inconscientes en un coche (una de ellas siendo el conductor) y en el que se encontraba un niño de corta edad en el asiento trasero.
¿Qué hacen dos personas inconscientes, con un niño como pasajero, en un coche en movimiento? Pues puede que sea por una amplia variedad de razones que oscilan desde la borrachera común al ataque cardíaco. Nadie lo sabe, al menos cuando está sucediendo, y tampoco el policía que llega al lugar y actúa: ¿proteger y servir? ¿a quién, al ciudadano? ¡¡CHISTACO!! Seguro que alguno piensa que me voy por los cerros de Úbeda cuando -para quien conozca ya la noticia- esto tiene las letras muy gordas -tanto como las puso nuestra "prensa seria"- pero que, como yo soy un sátiro vicioso, estoy escribiendo esto para defender o justificar mi uso de heroína y otras drogas. 

Y no es el caso...


Observa este vídeo, en el que un hombre (¿PUEDO DECIR “UN NEGRO”?) está, igual que en la noticia que nos ocupa, prácticamente inconsciente en un coche en movimiento por una vía pública. Observa cómo es manejado el asunto por VARIOS POLICÍAS.

Observa cómo se acercan con cuidado, con las armas fuera, mientras otros les “cubren” con más armas desde posición segura.


Observa cómo gritan a ese hombre que está casi inconsciente, le ordenan que pare el coche y que salga con las manos en alto.


Observa cómo le apuntan con varias armas a su cuerpo.


Cómo -por no hacerles caso a los señores policía- sacan el bote de gas pimienta y le echan un poco de picante en su vida, para darle alegría a sus comidas.


Observa cómo le vuelven a echar.


Observa cómo ya, envalentonados al ver que no parece ser capaz de moverse demasiado, se atreven a abrir la puerta del conductor (sin dejar de apuntarle con armas de fuego).


Observa cómo entonces, con la puerta abierta, le disparan con una pistola eléctrica o TASER. 


Observa cómo después de gritarle, amenazarle, gasearle, y electrocutarle un ratito, esos policías echan la bronca a un hombre, ya en el suelo y rodeado, cuyo único pecado es estar sufriendo un derrame cerebral...


Como suena, el tipo estaba en mitad de un ataque, bastante incapacitante, que suele evolucionar a mortal. Y ya, no hizo nada más para recibir dicho trato. Pero como somos la policía (esta vez en USA) pues amenazamos, gaseamos y disparamos cables con pinchos que conducen altas corrientes eléctricas a un hombre que, obviamente, lo que necesitaba simplemente era ayuda. Y sí, ese hombre podía estar también borracho, drogado con heroína, cansado de no dormir en 3 días, o con una reacción negativa a un medicamento o una alergia que le estuviera causando asfixia... nadie puede saberlo.
¿Alguien cree que le vienen bien el gas pimienta y las descargas eléctricas a los a derrames cerebrales? Y encima le echaron la bronca por no obedecerles: con 2 cojones esa policía.
Ahora, situados en este punto, volvamos a nuestro asunto: dos personas, conductor y copiloto, que no responden de forma consciente en un coche. Llega la policía y lo primero que hace -nada de sacarles del coche, y ejecutar maniobras básicas de seguridad para sus vidas, noooo... que eso va a ser mucho trabajo- es sacar unas fotos del asunto, para subirlas a las redes sociales y demostrar así “lo dura que es su profesión y lo que tienen que enfrentar por culpa de las drogas”. Como si se saca la chorra y le aplauden, así de a gusto se quedó el policía, con su acción ejemplarizante y sin derecho alguno, que además viola claramente los más elementales derechos a la intimidad y la privacidad. El policía además, se permite el lujo de trincar por la cabeza a la copiloto, para que su cara salga mejor en la foto...
¿Te imaginas que la policía te encontrase borracho en un portal y te hicieran fotos sujetándote partes del cuerpo para que se te viera mejor y así mostrar lo dura que es su vida profesional? Pues eso mismo. Pero además, con un niño consciente, despierto, atento y presenciando todo, en el asiento de atrás. Y sí, además subieron las fotos sin pixelar ni quitar la cara del ese menor de edad en dicha horrible situación, ya que sale bastante bien en cámara y queda terrorífico para el “cuadro general” que se quiere conseguir.
¿Los derechos del menor? ¿Y a mí qué cojones me cuentas, si yo soy policía? Aquí todo vale, porque es CONTRA LAS DROGAS, y si hace falta joder a un niño para proteger a los niños, pues se hace: si total, el puto crío ese iba a acabar como sus padres, así que es un sacrificio necesario, una víctima de las drogas (pero no de mi cámara y mis intenciones...¿eh?) que puedo y debo exponer al mundo. Y esperad, que para eso está la prensa con su sana visión.
Y llegó. La prensa de USA se echó encima de la noticia, que para ellos se convirtió en otro ejemplo de lo malas que son las drogas y lo que son capaces de hacer: que los padres se droguen delante de los hijos hasta quedar inconscientes y conduciendo. ¿Acaso eso no es suficiente prueba de la depravación moral que produce tomar drogas, joder? ¿Es que nadie piensa ya en los niños, por el amor de Dios?
La madre, por cierto, es una chica que trabaja bailando y que había dejado al niño con su abuela, y que ahora quiere recuperar a su hijo (dado a otra familia por los servicios sociales). Ella también sufre la drogofobia asfixiante: se la cuestiona por su pasado, aunque haga años que no consume droga alguna, y jamás consumió heroína.
En España, como no podíamos ser menos, llegó la mente viva y profunda del editor de “El Confidencial” *** (prensa seria, dicen) y en un alarde de ignorancia, mala prensa y falta de ganas de hacer un mínimo de trabajo, se permitió titularlo todo -publicando incluso la cara del niño, sin pixelar- como “la historia de la foto de los PADRES YONQUIS...
conficendial
¿Cómo? ¿Perdón? ¿YONQUIS?
¿Y por qué no un titular hablando de lo colorido de la Marcha del Orgullo MARICÓN? ¿O de la problemática de los “MORACOS Y SUDACAS” en el país? Noooooo, eso no..... que está mal visto, pero lo de los yonquis... tiene un pase y hasta gracia, eh? Pues se llama DROGOFOBIA y es de esas enfermedades -nacidas del núcleo de la intransigencia- en las que el agente patógeno no se alberga en quien lo sufre, que es simple víctima (da igual si es porque toma drogas, ejerce la prostitución, su opción sexual es la homosexualidad, o porque nació en un lugar distinto o con un color distinto) circunstancial: el yonqui, el moraco, la puta, el maricón.... y sus pecados de no querer ser como tú.
Todo lo demás, los derechos del niño, de los fotografiados, de todos los ciudadanos pisoteados en esa miserable acción a manos de un policía, quedaban justificados cuando se sabía que “había acertado” (ya que en el lugar no había pruebas de consumo de drogas ni restos o marcas que pudieran hacerle pensar eso) porque al darles -cuando ya vinieron los servicios de emergencias- “la droga que es el antídoto de la heroína”, dicha medida se mostró eficaz para devolverles a la vida. Así que la cosa estaba clara, ¿no? Si administras naloxona a alguien inconsciente y recupera la consciencia, es que estaba puesto de heroína y a punto de morir: así que moralmente todo se hizo por una buena causa, y además, correcta como prueban esos hechos y el que los dos adultos fueran detenidos por “conducción bajo influencia de drogas”.
Sin embargo, esos dos adultos no eran los padres del niño. Era su abuela, la copiloto, y el novio de esta el hombre que conducía (o intentaba conducir) sorprendidos ambos por una sobredosis de opioides u opiáceos. ¿Eso nos permite concluir que estaban cometiendo un delito? Tampoco. Os sorprendería saber que una de las formas más comunes de morir en USA por culpa de una sobredosis, es de gente que tomaba la medicación que les había mandado el médico y se quedan dormidos -sin darse cuenta- al volante de su coche. Y no hablo de yonquis como yo, que nos gusta drogarnos y lo hacemos sin escondernos ni vergüenza alguna, sino de gente corriente que le dolía la espalda y el médico le recetó una cosa muy buena, hasta que se quedaron dormidos al volante.
¿Sobredosis, accidentes u homicidios negligentes... todo para el beneficio económico de las empresas farmacéuticas? Pues sí. Al igual que los coches, los fármacos y su formato se piensan para poblaciones concretas, y se valoran sus pros y sus contras en grandes números. Y al igual que con los coches, se valoran esas “víctimas colaterales” que se estrellarán contra un árbol al quedarse dormidas VS. El coste económico de las demandas derivadas de ello. ¿Suena horrible o es que no me expliqué bien? Esto no es nuevo, ni pertenece sólo a la BIG PHARMA: leed y temblad con la ética para empresas... historia viva!!
Sin embargo, el grado de descaro ya es absoluto. Antes, estas cosas se hacían con cierto silencio y procurando mantener la formas de cara al público y su peligrosa opinión. Ahora ya no. Ahora llega una empresa que vende fentanilo -droga 100 veces más potente que la heroína, la que mató a Prince en un ascensor hace meses- y que es en realidad el principal asesino de la crisis de opioides que asola USA y Canadá, y dona 500.000 dólares para que el cannabis NO sea legalizado (o lo sea pero de forma mucho más lenta). ¿A qué viene eso? ¿Se han vuelto locos? ¿Qué les hemos hecho los fumetas a esta gente, cojones? En justicia podemos decir que el narco ha donado medio millón de “farmadólares” (en este caso, “fentadólares”) para mejorar su posición en un mercado de drogas complejo.
Nada chavales, no es por nosotros.
En realidad la marihuana y el cannabis -o la cocaína absorbida analmente en una lavativa de LSD- se la traen floja flojísima. Ellos sólo quieren dinero: no es nada personal, simplemente son negocios. Los muertos que vamos dejando en el camino, son daños previamente valorados en una proyección empresarial. Y pueden hacerlo, porque ellos venden medicinas que curan y salvan, y no drogas que matan... como la marihuana, que para algo somos la BIG PHARMA.
*** No debemos omitir que parece que esta vez, quejarse y levantar la voz, tuvo cierto efecto y consiguió que “El Confidencial” modificase el vergonzoso titular, pero Internet tiene memoria y esos fallos (si es que fue un fallo o simple drogofobia destapada que se escapó) dejan ver la carencia de calidad humana en la prensa española en el trato de todo lo relacionado con drogas y sus usuarios.
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No olvidéis proteger a los niños de las drogas, y de sus padres yonquis...

lunes, 12 de junio de 2017

Bitcoin: profesionales vs. timadores.

Este texto lo publico para agradecer a la gente de Bit2Me su profesional hacer y buen servicio, y para que todas esas personas que no saben dónde comprar o vender Bitcoins, tengan al menos una referencia fiable. Bit2Me es una empresa que hace las cosas bien, llevaba por gente que sabe lo que hace: seguro que hay sitios más baratos, pero no tan seguros como ese. :))

Así mismo lo publico para advertir a toda la gente que ahora entra en este ecosistema de las criptomonedas sobre un timador-estafador, Jesús Corral Pérez, que ha robado a varias personas ya y sobre el que existen denuncias y órdenes de búsqueda, ya que el tipo gusta de jugar al escondite. Simplemente, ha dado con quien no debía: un perro que no va a soltar a su presa y que la cazará con la alegría de todos los estafados por él. :))

Espero que sea útil y os guste.




Bit2Me: 
La importancia del prestigio,
correctamente ganado.


En estos turbulentos días en el mundo de las criptomonedas se ha ganado mucho dinero, por parte de quienes ya estaban dentro. Eso se ha traducido en que las carteras de algunas personas se han visto fuertemente abultadas de repente... ¿y quién le amarga un dulce? Muchos hemos aprovechado para hacer algo de cash y cubrir huecos que teníamos pendientes, pagar alguna deuda y darse algún capricho.

Claro que para hacer eso, todavía, hace falta hacerlo en euros (si vives en Europa) y no es posible -salvo excepciones puntuales- pagar en Bitcoin (menos aún en otras monedas). Aparte, las salvajes tarifas cobradas por los mineros (por encima de 5 euros en muchos casos) debido al cuello de botella derivado del bloqueo ante el límite de 1 MB, han hecho que Bitcoin deje de ser útil en estos momento para efectuar pagos inferiores a 500 euros. Así que me tocó cambiar Bitcoin a dinero fiat, euros. ¿Cómo lo hice? Pues con la gente de Bit2Me, que son de fiar y perfectamente conocidos por nosotros desde sus inicios.

Así que me tiré unos días sacando bloques de 600 euros (el máximo permitido antes, ahora el límite son 400 euros) pero el éxito de Bitcoin había hecho que la demanda que tenían fuera altísima, así que los últimos días del mes habían superado sus propios límites y la opción de sacar dinero vía Hal-Cash (vía cajero de forma inmediata) estaba fuera de servicio. Sólo se podía vender mediante trasferencia bancaria, así que a ello me puse.



Primero hablé con los responsables, en su servicio de atención al cliente en Telegram, y me dijeron que no había ningún problema y me informaron de todas las dudas que pudiera tener. Previamente, había intentado hacer un pago de unos 200 euros, en el que al poner la tarifa de forma equivocada (10 veces más baja del nivel actual) el sistema la aceptó pero no la confirmó (quedó en el mempool esperando para ser rechazada).

Por alguna razón que no soy capaz de entender, mi cartera Electrum, cuando fue a enviar los Bitcoin para la gente de Bit2Me, ignoró la transacción que se encontraba “pendiente de confirmar” (aunque no fuera a ser confirmada). Así que cuando le di la orden de enviarle el pago de una fuerte cantidad para la gente de Bit2ME, mi wallet intentó usar esas monedas y -como es lógico- los mineros detectaron un doble gasto y -esa vez sí- rechazaron esa segunda transacción.

El problema se planteaba cuando por un lado, tenía una 1ª transacción para pagar unas cosas que no se iba a confirmar pero que tardaría al menos 10 días en “morir” y dejar las monedas libres. Y por otro lado, tenía una cartera que estaba dando una orden que, si las primeras monedas dejaban de estar “pendientes de confirmación”, se podía ejecutar... 10 días después.

Así que por un lado, estaba tranquilo. En Bitcoin las monedas siempre vuelven a su dueño original. No me preocupaba el funcionamiento de Bitcoin sino de lo que mi cartera hubiera hecho o haría -esa 2ª transacción- si tenía oportunidad. 

Así que me fui al canal de soporte de Electrum en el IRC de Freenode, y plantee mi duda. Nada. Un semana preguntando, y nadie se atrevía a decirme si cuando “muriera” la 1ª transacción, se efectuaría la segunda. Nadie.

Así que, siendo ese mi miedo y la cantidad de Bitcoin en juego era una cantidad generosa, me di cuenta que si eso ocurría, el dinero se enviaría a la dirección que Bit2Me me dio para hacer el proceso de la “Transferencia vía SEPA”. Así que recé, y me puse en contacto con ellos, para preguntarles si guardaban las claves privadas de todas las direcciones que su sistema ofrecía, aunque no se llegasen a usar en el momento, para asegurarme de que en caso de que la transacción se efectuase 10 o 15 días después, al menos tuvieran acceso, y me dijeron que sí. Yo seguí rezando, para que la transacción no ocurriera y para que si eso ocurría, fuera cierto que tenían las claves.

Y pasaron 10 días de espera angustiosa (no de morirse, pero de unos miles de euros) hasta que ocurrió: el mempool finalmente descartó esa 1ª transacción para pagar en una tienda a la q puse -sin querer- una tarifa (Fee) demasiado baja. Y como temía -sin entender muy bien por qué si el mempool había rechazado totalmente la 2ª transacción al implicar un “doble gasto” no debía de producirse de nuevo- se produjo esa 2ª transacción que había intentado con Bit2Me unos 10 días antes.

Cuando lo vi, inmediatamente, me puse en contacto con ellos. Me atendieron en todo momento con calma, y asegurándome que si los fondos habían ido a parar a una cuenta que su programa hubiera facilitado, ellos tenían acceso a dichos fondos. Ahora, sólo quedaba comprobar que estaba, comprobar que eran míos, y tras asegurar -como es lógico- todas esas base, recibí un envío de los Bitcoin que habían ido a parar a una de las cuentas de Bit2Me, a mi cuenta de Kraken. 

En ese momento, solté el aire que había estado aguantando desde que esos casi 3000 euros se habían quedando “en el hiperespacio de la mempool” y respiré tranquilo.

Me imagino la angustia y la desesperación de quienes, como yo, por una razón u otra pusieron una tarifa baja en la transacción y se quedaron 10 días esperando para poder usar su dinero: las tasas de transacciones no confirmadas se han disparado, tanto como los ingresos (por tarifas) de los mineros. 

Realmente, como usuario de Bitcoin desde hace años y persona que ha iniciado a muchos otros, me da mucha rabia que para que 4 listos puedan seguir ordeñando “la vaca artificial del 1MB como dogma inmutable” hayamos perdido un montón de cualidades , y que de eso estén sacando clara ventaja otras monedas. No es que me importe que haya otras monedas y que exista competencia en el mercado monetario: creo que es una suerte. Me importa que mucho de ese dinero que les está cayendo encima (ha habido momentos en que daba igual en que moneda de los 10 primeras en capitalización de mercado pusieras tus fondos ya que todas subían y subían) esté entrando hacia ellas porque los problemas que la comunidad Bitcoin no ha sabido resolver de forma consensuada estén sirviendo de razón para saltar a otras criptomonedas.



El caso del timador-estafador:
Jesús Corral Pérez , DNI 44810416E
AKA @NexusCrypto 



Yo, pude respirar tranquilo, como digo. Pero semanas antes, había aconsejado a un viejo amigo que ha aparecido en estas páginas, Gorka de “El Jardín de la Alegría” que fue el primer grow-shop que acepto pagos con Bitcoin, que vendiera los BTC que tenía. Le dije también que yo trabajaba con Bit2Me para sacar el dinero, que registrarse era muy sencillo y su servicio funcionaba impecablemente.



Pero él no me hizo caso. Intentó una venta, esta de aquí, con un particular, que resultó ser un conocido estafador del ecosistema Bitcoin y de las criptomonedas: Jesús Corral Pérez, que aquí tiene una sentencia en que fue condenado en rebeldía

Al parecer este tipo, que usa varios nicks como @Mega_Bitcoin o @Nexuscrypto en Twitter, también NexusAKAChus y otros varios, dice trabajar como DJ en Ibiza. Tiene también Facebook desde donde se anuncia para cazar más incautos como que vende material informático y móviles por Bitcoin. 



Es cierto que tiene una residencia -a nombre de una mujer, no de él- en una localidad de las Islas Baleares (Soler). En otras ocasiones el tipo cuando ha de dar un domicilio, fija su residencia en Santiago de Compostela. 

También tiene una página en Blogspot, https://megabitcoin.blogspot.com.es en la que intenta trincar más incautos que, desorientados por la novedad de este mundillo, caen en su trampa.



Fue expulsado de LocalBitcoins por estafador, y existen varios hilos de comentarios en foros de gente que ha sido estafada por él, a lo largo de varios años. Opera con un teléfono que -como no- está a nombre de una mujer.

En esta ocasión, tuvimos la precaución de encargar a unos profesionales que descargasen toda la información que de él existiera en la red y, aunque borró prácticamente todo su Facebook tras esta estafa (tenía fotos de su cara, su gato, su casa, etc.) pudimos hacernos antes con un download completo de todo lo que allí había, y de las relaciones con otras personas (nombre y apellidos, lugar de residencia y conversaciones con el estafador).

Ahora, vamos a iniciar el proceso por la vía judicial. Poner una denuncia por la estafa de este tipejo, y fijar la deuda de forma legal. Luego, cobrarla. Si no la cobra él, ya la cobrará “El Cobrador del Frac” u otros similares (o peores en sus formas, podremos primarles por un trabajo completito) que seguro que saben tratar con gentuza miserable como Jesús Corral Pérez, el timador del Bitcoin. Pero, eso ya es iniciar un proceso que -de haber hecho la venta de esos 0'8 BTC a Bit2Me, tal y como yo le dije, se habría evitado- le va a consumir tiempo, recursos y a generar mala sangre, al menos hasta que pueda tener delante al sujeto, ante un tribunal de justicia.


Por eso, ahora que la demanda de gente que quiere comprar o vender Bitcoin, más que nunca es importante asegurarse de que aquella gente con la que trabajamos, es profesional, conoce el negocio, sabe tratar al cliente y calmarle en caso de tener un problema, y dar la cara hasta el final: en mi caso, a día de hoy y pesar de que su servicio tiene unos costes notables, entiendo que Bit2Me son el mejor servicio para ese tipo de asunto, al menos en España y a día de hoy.

Usadles, usad empresas serias como Bit2Me; no caigáis en manos de estafadores como Jesús Corral Pérez, con un historial de robos y engaños que fue tan largo, que el tipo hizo una página simulando ser una de Bitcointalk.org pero con un dominio falso y llena de malware para que la gente se infectase al buscar información sobre él.

Es un gran momento para las criptomonedas, no dejemos que un julai como el timador ese u otros, lo jodan.

PS: Cualquier información sobre el sujeto, su residencia actual, fotos, datos, etc, es bienvenida. Y si has sido estafado por él, tenemos información que seguramente te interese tener (de cara a poder denuciarle, claro)
;)