Este texto fue publicado originalmente en el portal Cannabis.es, y esperamos que os guste... :)
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Enfermedades contemporáneas: PokemonGO
Aunque ya navego la cuarentena de la
vida, por mis gustos e intereses, suelo moverme con gente de todas
las edades. Músicos, hackers, químicos, narcos, bitcoiners,
cultivadores... son grupos transversales, en los que se encuentra
gente unida por un mismo interés más allá de las edades. Tal vez
el más excluyente de todos, sea la música, ya que suele ser
bastante normal que una generacion no entienda -ni comparta- la
música de la anterior o la posterior, en parte como señal de propia
identidad.
También el hecho de trabajar en
asuntos relacionados con las redes y lo digital, es algo que hace que
te mantengas en constante conexión con todo lo que va sucediendo y
te permite seguir subido al tren de los tiempos que corren. Aunque ya
haga más de 20 años que no tengo 20 años, he conseguido esquivar
-hasta este momento- el abismo del neoanalfabetismo digital que me
obligue a escindirme definitivamente de la cresta de ola.
Pero no puedo más y paso; yo aquí me
bajo, carajo.
Mientras yo estaba un par de semanas de
vacaciones en Asturias y el mundo seguía girando, llegaron los PokemonGo. Cuando
me vi en mitad de mi viaje con un copiloto que iba cazando Pokemon
por la autovía, supe que algo serio estaba pasando.
Al acudir a
Internet en busca de información, lo primero con lo que me encontré
fueron artículos de gente que ya estaba muy cabreada con el asunto.
¿Ya? ¿Pero no han sacado la cosa esta de los PokemonGO hace un par
de semanas nada más? Ni un mes de vida y ya era el nuevo vecino
molesta de las aplicaciones para móviles... la cosa prometía!!
La movida es muy simple. Nintendo, que
era una empresa en coma perpetuo (me sorprendió que siguiera viva),
había lanzado una APP gratuita que, usando tu GPS y cámara en el
móvil, convertía tu entorno en un contexto de realidad aumentada en
la que aparecen esos monstruitos llamados Pokemon, y de los cuales
hay más que especies de insectos en el puto planeta. Y con esa APP
tú puedes ir por la calle o cualquier lugar, buscando y capturando
esas preciadas joyas que son esos “monstruitos virtuales”. ¿Para
qué? Paraguaya.
En unas semanas Nintendo ha doblado el
valor de sus acciones y ha conseguido algo increíble: su aplicación
está instalada en más móviles que ninguna otra que no venga por
defecto ya. Es lo más descargado, habiendo superado al propio
Whatsapp como “killer app” para los móviles. Nintendo se ha
convertido en el mayor hacker del planeta y a la vez, en el objeto de
deseo de todos los hackers del planeta.
Conseguir acceso a cualquiera
de los servicios que implante la aplicación en nuestro móvil, será
el próximo pecado inconfesable de las agencias de inteligencia que
pagarán a hackers para que descubran 0-day's. Como vector de ataque
digital, la aplicación de Nintendo, es ahora mismo el Santo Grial, y
además todos sabemos que no estaba preparada para este éxito masivo
y su seguridad está “sin probar a fondo”.
Pero la explosión del fenómeno
PokemonGO ha empezado -muy pronto- a dar muestras de la patología
que explota: el PokeMONGOLISMO. Y sus víctimas, los PokeMONGOLOS. Es
una patología transversal en género y edades, nivel económico o
social, y en todos los estratos puedes encontrar personas afectadas.
Van por la calle como el resto, y tampoco es que se distingan
demasiado en principio porque van -como la mayoría- con el móvil
como un apéndice más de su mano y los ojos clavados en él, pero
mientras que los demás van a algún lugar... ellos pasean cuales
peripatéticos
griegos por el planeta, en continua caza de Pikachu como los
atenienses buscaban la verdad absoluta.
Y claro, uno por la verdad absoluta o
por Pikachu, pues uno hace lo que haga falta porque... ¿qué es tu
vida sin tu propio zoo de monstruitos luchadores digitales? Así que
los PokeMONGOLOS pasean, pero absortos como van sin rumbo exacto pues
causan
accidentes y situaciones de peligro metiéndose donde no deberían
estar haciendo el PokeMONGOLO.
Pero algunas muy serias, como está en
la que un jodido
tarado se paró en una autopista a cazar un bicho de esos,
causando un accidente grave. Cuando veo la foto, no puedo quitarme de
la cabeza al Jarfaiter cantando eso de “Ella quería un pollito de
pitxu... ¡¡y se llevó un
POLLAZO DE PIKACHU!!” y convulsiono en risas mórbidas (cada
uno con su patología, ¿no?).
El sonido kinki del Jarfa me trae de
vuelta a mi barrio, a la dura realidad del paro, la miseria, la
policía apretándote como recaudadores de impuestos medievales, los
galgos, pitbulls y stanford del parque con sus amos: los macarras de
chandal y bardeo, como nueva forma de colisión social. Y vaya si van
a colisionar...
En la plaza contigua a mi casa, una
plaza algo “conflictiva”, han puesto una PARADA POKEMON(gola).
Eso quiere decir que -como por arte de magia- empiezan a aparecer
pardillos hipster por aquí, que no separan los ojos del móvil hasta
que una mano (en la que pone PIKATXUUU!!) les arrea un bofetón y les
quita el móvil, antes de pedirle amablemente la cartera para
indicarle por donde salir de aquí sin más percances, porque en el
fondo son buena gente...
Y para rematarlo, Nintendo, ha puesto
un GIMNASIO POKEMON(golo), en el parque contiguo a mi casa. Un parque
conocido especialmente por la policía, que no son muy amigos de
pasar por allí (sobre todo si no van en grupo) y que es donde nos
criamos la mayoría en este barrio, jugando o robando entre chutas.
Otras épocas y problemáticas similares, pero la misma esencia
navajera destila el lugar.
El lector no formado en PokeMONGOLOGÍA
-como yo- se preguntará qué cojones es un GIMNASIO y una PARADA
POKEMON. La parada es simplemente un lugar en el que “aparecen”
bolas mágicas y polladas de colorines para cazar más bichos -según
“el Adri”, un conocido macarra de estos lares- lo que hace que
grupos de incautos pokemongolos se encaminen -como procesionarias-
hacia esos sitios donde les esperan con cariño.
Y los gimnasios son
otros lugares donde -según me contó mi informante cani, conocido
como Magic Mike (Señor, llévame pronto) en la ciudad y el parque
mencionados- un “cuelga” sus Pokemon y allí se quedan hasta que
venga otro más malote que ellos, se den de hostias y el que gane se
queda con el lugar. Es decir, como un parque virtual dentro de un
parque real. Aquí sí que están frotándose las manos, y si yo
fuera menor de edad, estaría seguramente sacándole filo al
bardeo... ay, qué tiempos!!
Aunque parece que ya ha habido quien ha
sacado partido de la idea, y ha aprovechado estos puntos “calientes”
del universo PokeMONGOLO para hacer caja o simplemente, alguien fue a
tocar los cojones a un lugar que no debía y se encontró lo que no
se esperaba; el primer
muerto debido a los PokenmonGO es un pobre chavalito -que recibió
la llamada de un amigo a las tantas cuando ya estaba metido en la
cama para ir a cazar bichos- y apareció a tomar por el culo cosido a
balazos (había más de 20 casquillos de bala y creo que los Pokemon
no disparan plomo).
Sonará cruel, pero el PokemonGO ha
despertado mi lado más malthusiano, y Darwin no estaba exento de
razón: la selección natural funciona. Y esta APP de Nintendo ha
encendido la chispa de una nueva purga humana (lo que antes hacía la
peste o la guerra, ahora lo hará una APP).
La tontería ha llegado YA muy lejos.
Hoy he tenido que ver una
foto de la policía nazional con unos Pokemon en las redes. A lo
mejor es para que vayan a cazarles, o a saber qué función cumple
Pikachu en el cuerpo de policía. Lo mismo acaba de comisario
honorífico, como Marhuenda.
También he tenido que ver a un montón
de niños sirios -de esos que estamos democratizando a bombazos en su
propia tierra, mientras hacemos de barrera física en su huida, para
que mueran todos ahogados en el mar- que hacían dibujos de esos
putos monstruitos, y no los hacían como el resto de los niños de
planeta, no: ellos lo hacían para
que los miremos y sepamos que están ahí, antes de seguir tirando
bombas que les hagan morir o hervir de odio ante la injusticia, y
no lo hacían para enseñarlo a su papá y que les diera un premio
por colorearlo bien.
Ya hay sitios hablando del PokemonGo
como una más de todas las drogas del ser humano, y no es broma si
nos atenemos a las estadísticas: tiene mucho más éxito que la
heroína, la cocaína o el tabaco si atendemos al número de personas
que quieren repetir y seguir administrándose voluntariamente “la
droga” de turno, a todas ellas bate el PokemonGo. Hasta hay quien
ha definido los 7
pasos de la adicción o PokemonGOmanía que nos acecha como
humanidad y la prestigiosa revista Forbes aprovechó para lanzar un
entretenido reportaje que explica por qué hay un montón de personas
-que antes parecían normales- comportándose por unos muñequitos
virtuales como imbéciles sin criterio, abordando asuntos relativos de los mecanismos de adicción que son comunes a
comportamientos y a sustancias.
Sí, también hay “médicos” (joder
con la casta, qué peña!!) que hablan de los
beneficios del PokeMONGOLISMO para la salud de algunas personas,
y es cierto que puede ser bueno... para aquellos a quien alcanzar el
estatus de PokeMONGOLO sería un “upgrade” y no un “downgrade”.
De todo tiene que haber, y el lema del cuerpo médico es el mismo que
el de la “guardiasiví”: todo por la pasta.
Personalmente, tras una fase inicial de
cabreo con la mierda del jueguecito, creo que estoy empezando a verle
el lado bueno: no voy a dejar ni un mechero sin robar esta tarde en
el CSC.
Gracias, Nintendo, por esta nueva
enfermedad.
PD: No dejéis de escuchar la canción de Charflex, de la LFAM, sobre el jueguecito de los cojones.
"Pokeparada pa' robar a lo gitano..." ;D
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