Otra de esas mentiras que sirven para rellenar periódicos: fuera de Rusia seguimos sin poder encontrar al famoso krokodil...
Espero que os guste.
Symp.
-----------------------------------
Krokodil: el hijo caníbal de la prohibición rusa.
Los antecedentes de la historia.
En el verano del año 2012 saltó la
noticia a nuestras queridas televisiones: un hombre bajo el efecto de
una droga desconocida estaba atacando y comiéndose vivo a un
indigente que vivía bajo un puente. La policía tuvo que disparar
hasta matar al atacante, que resistía los impactos de las balas
hasta que... dejó de aguantarlas. Pero el policía, traumatizado por
lo que había visto, tuvo que causar baja médica en el servicio.
Toda la dantesca escena había sido
grabada por una cámara de seguridad de un lugar cercano. Y el
espectáculo que hizo de aquel suceso la televisión de los USA fue
el creador de una nueva etiqueta en el confuso mundo de las drogas:
las sales de baño o “bath salts”. Ese era el nombre de la
terrible droga que había ingerido el atacante, convirtiéndole en un
zombi caníbal que arrancó la cara de otra persona a mordiscos.
Como tertulianos en nuestra hispana
televisión, un inmenso puñado de drogabusólogos y supuestos
expertos en el tema, saturaron durante días la información sobre el
suceso (que no había duda de que era algo terrible) e inventaron
todo aquello que realmente desconocían. De hecho, el atacante no
estaba bajo el efecto de ninguna droga, pero aquel suceso sirvió
para marcar a fuego en la mente del público norteamericano el
peligro de “esa nueva droga llamada sales de baño” y que además
era legal y fácilmente adquirible.
Realmente bajo el norteamericano
epígrafe de “sales de baño” (“bath salts”) encontraron
cabida toda las drogas que, la mayoría de los mortales, no sabían
que existían en el mercado como opciones legales. Como no guardaban
ninguna relación estructural ni farmacológica entre ellas, era un
nuevo “cajón de sastre” para las sustancias no fiscalizadas en
los USA, y a la vez un nuevo concepto con el que “informar” al
público no especializado ante la descomunal cantidad de información
sobre química y farmacología que implicaban esas sustancias.
La atención que esa puesta en escena
(de datos mal apilados y falsos) generó en el publico de los USA,
implantó la sensación de enfrentarse a un nuevo tipo de peligro
venido del “mundo de las drogas”, como otros que habían
enfrentado históricamente bajo el estado de prohibición. Fue tal la
inicial histeria propagada por los medios que pronto empezaron a
aparecer “imitadores caníbales” con o sin drogas en otros
lugares, hasta el punto que el prestigioso Centro de Control de
Enfermedades (CDC) de los USA tuvo que emitir un comunicado a la
población, asegurándoles que no había ningún brote epidémico ni
tampoco ninguna clase de virus, sustancia ni patógeno conocido que
convirtiera a las personas en zombis resistentes a las balas ni en
caníbales. No sabemos a quién decidió el público hacer más caso,
si a los científicos o a las televisiones y sus habituales actores.
Vale la pena mencionar que se impulsaron decenas más de
prohibiciones sobre toda clase de drogas todavía no fiscalizadas
gracias a toda esa mascarada que era falsa en su mayor parte, y que
nada tuvo que ver con ninguna droga. Pero parió las “sales de
baño” como droga en los medios y en varias leyes.
La semilla de un gran reportaje en el
nacimiento de la criatura.
Unos meses antes la revista digital
VICE MAGAZINE, que cubre todo tipo de temas extraños y crudos en
todo el planeta, realizó un estupendo documental http://www.vice.com/vice-news/siberia-krokodil-tears-full-length sobre una nueva
forma de drogarse que había aparecido en Rusia. El nombre que los
usuarios daban a la sustancia era Krokodil y resultaba ser una
variación química de la codeína que los propios adictos, de las
zonas más deprimidas económica y socialmente del país, cocinaban
en sus casas con medios precarios y un entorno carente de cualquier
higiene. Es decir, sintetizaban una droga partiendo de otra con los
reactivos necesarios y poco más que algo de fuego para calentar. Y
sin más, se lo inyectaban.
Estructura de la codeína
Todos los usuarios del krokodil ruso
provenían de la heroína intravenosa, que se extendió por el país
en los años 80 cuando las restricciones sobre la población se
hacían más elásticas gracias a la “perestroika y la glasnot”
(apertura y transparencia) que llevaron a cabo los últimos gobiernos
de la extinta URSS. La vieja Rusia de aquellos años negaba tener la
existencia de ningún problema de drogas con su población, ya que
según decían las autoridades, en la URSS no existían las drogas.
También negaban la existencia de un número significativo de
enfermos de SIDA y seropositivos, aludiendo a que “en la URSS no
existían desviaciones homosexuales ni usuarios de drogas”.
Era una gran forma de no destinar
recurso alguno a esas bolsas de población: negando su existencia.
Estructura de la desomorfina,
compuesto activo del krokodil
También, la mayoría de los usuarios
del krokodil casero, dicen que les da igual que les graben, porque en
un par de años estarán ya muertos, en un medio donde no existe
trabajo accesible y la gente sobrevive ocupando casas en un entorno
tan hostil como el invierno ruso que frenó a Hitler y Napoleón. Se
consideran a sí mismos una población abandonada a su suerte para
morir, sin recurso alguno al que acudir en un paisaje de miseria y
desolación, y en el que “esa droga que les acelera la muerte
comiéndoselos en vida” es tan sólo un factor más a considerar
entre las causas que han llevado al nacimiento y uso de semejante
monstruo entre población rusa usuaria de drogas.
La cuna del monstruo.
A la mayoría de las personas
-consumamos drogas o no- nos parece poco razonable inyectarte una
mezcla que sabes que va a causarte una necrosis hasta perder todos
los tejidos y cartílagos de la zona, quedar con el hueso visible y
la carne circundante, putrefacta. No parece una buena idea, incluso
siendo aventureros o temerarios como otros lo han sido antes que
nosotros.
¿Qué hace que alguien encuentre como
“la menos mala” la opción de inyectarse krokodil frente a
cualquier otra? Intentemos imaginarnos en la piel de un adicto a
opiáceos, obligado a mantener su hábito para no enfrentarse a un
síndrome de abstinencia inicial (con fuertes síntomas físicos) y a
una apatía psíquica muy prolongada, si supera la primera fase de
una desintoxicación “a lo bruto”. La mayoría de ellos están
fichados por la policía por pequeños robos y trapicheos, casi todos
han pasado por la cárcel en varias ocasiones, y no existen
perspectivas laborales ni vitales para ellos tras el derrumbe de
ciertas áreas dentro de la muerta URSS. La asistencia médica es
precaria y la asistencia social es nula. Dicho de otra forma:
abandonados a su suerte en algún punto de Rusia.
Antes se inyectaban heroína,
proveniente de la extensa frontera asiática de la URSS con varios
países productores y de tránsito, pero la bajada de sus condiciones
de vida e ingresos, junto con una mayor presión contra las drogas en
su país, ha convertido a la heroína en una opción lujosa a la que
la mayoría no puede permitirse acceder, así que recurren a otro
compuesto y a la ayuda de la química para burlar la prohibición
sobre la heroína.
La codeína -el principal precursor
para cocinar krokodil- en Rusia se vende barata y prácticamente sin
pedir ningún tipo de receta, y los reactivos para cocinarla de forma
casera parece fácilmente disponibles para personas que no tienen
disponibles -ni cubiertas- otras necesidades mínimas básicas. Los
pasos químicos a dar para convertir la codeína en desomorfina -la
sustancia activa presente en el krokodil- se van aprendiendo y
enseñando entre las comunidades de yonkis como parte de las
estrategias de supervivencia y mantenimiento del consumo de opiáceos,
en un entorno hostil que no ofrece ayuda ni esperanzas. Y no son
complicados de aprender, juzgando por el nivel de conocimientos y
materiales de aquellos que los llevan a cabo, como se pudo observar
en el documental hecho por VICE.
Pero en ese cuadro falta la principal
razón que lleva a un adicto a opiáceos a consumir venenos
desesperados: la falta de mejores opciones. Ni en la antigua URSS ni
en Rusia se permiten los tratamiento de mantenimiento. Dicho de otra
forma: allí no permiten el uso de metadona -ni de buprenorfina u
otros compuestos agonistas de los receptores opioides- para ayudar a
los consumidores de opiáceos del mercado negro a salir del mismo. No
existen otra opción que la de “afrontar” una desintoxicación
más o menos paulatina -quienes se lo puedan permitir- o la de saltar
al vacío de la incertidumbre de un síndrome de abstinencia a
opiáceos y posterior mantenimiento de esa opción abstemia. Las
mismas razones que a cada persona llevaron a consumir opiáceos de
una forma crónica, son las que muestran lo inútil de forzar a un
dependiente químico a permanecer en una abstinencia no deseada, y
menos si eso implica altas dosis de sufrimiento físico y psíquico.
Mientras el resto del planeta utiliza opciones que permiten
reintegrar a la persona, como los casi-universales tratamientos con
metadona o los novedosos tratamientos de mantenimiento con heroína
que se aplican en otras partes del mundo, incluidas algunas
comunidades de nuestro país.
La creación del mito.
A mediados y finales del año 2013, la
prensa no especializada empieza a lanzar noticias sobre el Krokodil,
al que apodan de “heroína caníbal” por la necrosis que produce
inyectárselo en los tejidos. Se comienza a hablar de algunos casos
de usuarios de krokodil en los USA, disparándose una histeria
desinformativa en los medios del mismo calibre que la creadora del
mito de las “sales de baño” y los zombis caníbales del verano
del 2012.
Los medios más amarillistas de los
USA, en prensa y TV, se lanzan a hablar de la nueva droga creada para
destruir a la juventud y que ellos presentan dentro de una ecuación
muy distinta a la de la situación rusa. La lógica que subyace
dentro de los anuncios alarmistas al respecto es la de que “su
placer debe compensar al daño” aumentando la leyenda negra en
torno a dicha droga.
Lo cierto es que a día de hoy, los
medios de toda América están dando noticias sobre el krokodil sin
que exista un sólo informe de un laboratorio toxicológico que
confirme su presencia desde el año 2004 en que el compuesto activo
del krokodil -que no es lo mismo que esa mezcla impura y letal de
sustancias- fue detectado en dos muestras por forenses en USA. Los
medios nos intentan volver a hacer la jugada que nos mostraron con el
“caníbal de Miami” y las nuevas drogas llamadas “sales de
baño” y en esta ocasión, el “vector del mal” es el Krokodil.
Pero sin informes forenses en ningún país de los que están
hablando del peligro de la droga, desde Canadá hasta Argentina. Todo
el mundo habla de él aunque nadie excepto los mismos rusos, que ya
mostró VICE hace 3 años, han visto al krokodil.
Las fotos que se están usando, en
muchos de los casos, pertenecen a personas con gangrena en los
miembros periféricos -similares a las causadas por el ergotismo- que
nada tienen que ver con las imágenes reales (mucho más crudas) de
los consumidores rusos de krokodil. Pero la alarma de la droga
caníbal ya está en juego en los medios.
Imágenes de la perdida de la falange distal
de un dedo anular por una gangrena periférica...
pero no por consumo de krokodil.
La realidad detrás de toda la leyenda
negra.
El krokodil es una mezcla de varios
reactivos químicos con codeína que se ha hecho reaccionar para
obtener desomorfina. Aunque los medios digan que es el consumo de
desomorfina lo que produce la necrosis en los usuarios, lo cierto es
que la desomorfina es una droga inventada en los años 30 que ha sido
usada como otros tantos opioides sintéticos sin el menor problema en
entornos terapéuticos. No es ni más peligrosa ni menos que la
morfina. Lo que convierte al krokodil en un despropósito peligroso
es que la inyección de la disolución que contiene la desomorfina
sintetizada caseramente, lleva incluidos sustancias como yodo o
fósforo rojo, entre otros reactivos y subproductos resultantes de la
reacción química. El efecto de la desomorfina es el de una morfina
de duración más corta y que produce menos depresión respiratoria, a dosis equipotentes. Si
se ha dejado de utilizar en entornos clínicos, es porque ha sido
sustituida por otros compuestos más nuevos, con otras propiedades en
duración y con patentes en activo que producen más dinero.
Si la desomorfina sintetizada en el
proceso de fabricación casera del krokodil fuera posteriormente
purificada y limpiada del resto de productos no deseados, sería una
droga similar a la morfina o la heroína, sin ningún riesgo distinto
al de esas conocidas sustancias. Pero esa opción en un entorno de
miseria y carencia de recursos, es algo que no parece viable de
manera suficiente como para que los usuarios de opiáceos
intravenosos en Rusia no se vean abocados a opciones como el
krokodil. Uno de los hijos de la prohibición de las drogas que nunca
habrían visto las calles de no ser por la mezcla explosiva de la
prohibición más salvaje, el apetito humano por dejar de sufrir, y
el abandono a su suerte de una importante parte de la población.
No es probable que veamos krokodil
fuera de un contexto tan radical como el de su origen ruso, en el que
se dé la mezcla perfecta para que un veneno semejante pueda salir
adelante. Es importante resaltar que el consumo del krokodil está
asociado a la propia producción y consumo por parte del usuario, no
pareciendo que tenga cabida en la oferta de productos del mercado
negro, por lo desproporcionado de sus daños.
Sin embargo veremos como su leyenda
-mal contada y omitiendo las verdades necesarias como con las “bath
salts”- seguirá esparciéndose por los medios de distintos países,
pasando a formar parte del arsenal de contenidos alarmantes y
escalofriantes de las corrientes más prohibicionistas, sin
recordarle al lector en la mayoría de las ocasiones que, ese
monstruo que pudre la carne de quien lo usa, jamás hubiera existido
si las posiciones más radicales del prohibicionismo en la guerra
contra las drogas no hubieran llevado a Rusia a ser de los pocos
países que no cuentan con terapias de mantenimiento con metadona
para los adictos a opiáceos.
Un articulo estremecedor. Muchas gracias por ofrecer una visión diferente.
ResponderEliminarMás que diferente, la visión intentó ser realista, hablar con datos y no inventarse historias.
ResponderEliminarPero no me extrañaría que llegasemos a ver historias sobre el krokodil en España.
Tarde o temprano algún intento de periodista lo aprovechará, como hicieron con la MDPV y la droga caníbal, a pesar de que se sabía de hacía años que no había relación alguna con el hecho que le da el nombre.
Todo se usa en verano. Ya le llegará.
Al MDPV le ha costado años.... ;)
Hola buenas aver yo solo quiro hacer una pregunta cuanta cantidad de cocaina debes de tomar para dar ppsitivo en una prueba de drogas que hacen ahora en la autopista.
ResponderEliminarPues al final, llego kokrodril a España, según los medios desinformativos. Y en verano, como apuntaba Symp!
ResponderEliminarPor cierto Anónimo, el drogotest te pilla con que te hayas metido una raya en los dos dias anteriores al test. Ya no te digo si te pusiste como el kiko. Hasta una semana o más, se comenta por ahí.