Seguro que ninguno de los lectores que por aquí pasan habrá oído hablar jamás de un tal Leo Sternbach. No es un nombre conocido, no está asociado a nada e incluso se podría pensar que suena a nombre de músico.
Pero seguro que todos han oído hablar de una de las mayores contribuciones que la sociedad le debe a este químico: el Valium.
Esa otra palabra ya pertenece a nuestra iconografía cultural y escucharla a todos nos evoca algo, posiblemente diferente y parecido al mismo tiempo, según sea la relación que hemos tenido con esa sustancia. Tal vez la hayamos tomado por orden del médico, o simplemente conozcamos de su existencia a través de la literatura, el cine, la música o el hablar popular.
Leo Sternbach, su creador y creador de otras muchas benzodiacepinas (su familia química) así como de otros cientos de compuestos -su historia cuenta con 241 patentes químicas- era un químico de los de la vieja escuela. Nacido en Opatija, que hoy pertenece a Croacia, pero pertenecía al imperio Austro-Húngaro en el momento de su nacimiento en 1908. Era hijo de un judío polaco que regentaba una farmacia en esa localidad, y fue a estudiar farmacia a Cracovia donde tenía parientes. Con 21 años ya tenía una licenciatura en farmacia, y dos años después obtenía el doctorado en la especialidad de química orgánica, la cual era su pasión.
Tras pasar unos años como ayudante de investigación en la universidad, se mudó a la ciudad de Basilea -en Suiza y en la misma ciudad que trabajaba Albert Hofmann, padre de la LSD- para seguir en la universidad pero poco después fue contratado por una de las empresas farmacéuticas de aquel lugar, la Hoffmann-La Roche como químico e investigador superior.
En 1941, con 33 años, fue trasladado a los USA en una operación de su empresa para poner a salvo a todos sus investigadores de origen judío ante el peligro frente a una Alemania dirigida por Hitler en plena guerra.
Su empresa jamás pudo imaginar que esa sería la mejor inversión de toda su historia.
Sternbach continuó con sus investigaciones en Upper Montclair, New Jersey, donde vivió con su esposa Herta hasta un par de años antes de su muerte en el 2005.
Una muerte que paso desapercibida, pero que se llevaba al hombre que había hecho uno de los mayores aportes a la psicofarmacología de la historia. Y es una historia que también tiene sus entresijos casuales.
La dirección de la empresa, ordenó a Sternbach abandonar el estudio y desarrollo químico de las benzodiacepinas por considerarlo falto de interés. Pero Leo, como buen químico que se había apasionado con una familia de compuestos, siguió con las investigaciones por su cuenta, hasta dar con la primera benzodiacepina que se comercializó en un tiempo record: el clordiacepoxido, o Librium.
Había abierto todo un campo para la medicina.
Hasta el momento los únicos tranquilizantes de los que se disponía eran o bien opiáceos o lo que en aquel momento estaba en su punto álgido de uso: los barbitúricos.
A diferencia de estos, el descubrimiento de Leo, tenía unos margenes de seguridad en su uso increíblemente mayores, y además no provocaba los groseros efectos de desinhibición y conductas temerarias que producían los barbitúricos en cuanto la dosis se excedía ligeramente.
Y tras el clordiacepoxido vino el diacepam, el Valium que convirtió a su empresa en un gigante farmacéutico.
Justo aquello que le ordenaron dejar de investigar, hizo que los laboratorios Roche tuvieran en su poder el medicamento más vendido durante 13 años en los USA, y que aún a día de hoy significa el 28% de la ganancias de esta multinacional de la farmacia. Todo por el placer de investigar de una persona que dedicó su tiempo libre a ello.
Las benzodiacepinas, entre las que se encuentran el diacepam o Valium, el Tranxilium o clorazepato, el Orfidal o lorazepam, y otros 20 ó 30 compuestos, pertenecen al grupo de los tranquilizantes menores. Actúan sobre unas receptores cerebrales llamados receptores GABA, que son los encargados de modular el nivel de alerta y ansiedad de una persona. También los barbitúricos lo hacen, pero a diferencia de las benzodiacepinas que actúan preferentemente en las zonas subcorticales del cerebro, los barbitúricos actúan sobre los receptores en la zona del tallo cerebral, que controla funciones mucho más primarias y por eso su peligrosidad es mucho mayor.
Los médicos las recetan hoy día con total soltura, en parte por el margen de seguridad que ofrecen ya que es muy difícil poder suicidarse usando benzodiacepinas, y en parte por la demanda que tienen frente al estrés por parte de los pacientes.
Junto con el café, el alcohol -que también actúa sobre los receptores GABA- y el tabaco, son una de las muletas de nuestra sociedad. Escohotado las ha llamado drogas-bastón, ya que nos sirven para completar nuestra rutina diaria de forma más cómoda.
Son la pastilla para dormir al insomne, la píldora que tranquiliza al nervioso, la que relaja los músculos de alguien que la tensión acumulada le provoca trastornos, la que hace desaparecer una dermatitis nerviosa o una calva en el pelo provocada por cualquier forma de ansiedad.
Y realmente nuestra sociedad sabe bastante de ansiedad.
Lo que antes se trataba con alcohol de forma casera -tomándose un par de copas- o con barbitúricos, ahora se trata con Valium o sus parientes.
Los barbitúricos nacieron en una sociedad que pretendía demonizar a los opiáceos, y que los pusieron en circulación argumentando que al contrario que estos, no producían adicción.
No sólo la producían, sino que esta era peor y mas difícil de tratar. De hecho, los dos descubridores de los barbitúricos murieron por sobredosis tras años de consumo.
Con las benzodiacepinas pasó algo similar. Se lanzó la idea de que no eran adictivas.
El propio Leo Sternbach comentó una vez que le parecía ridícula la idea de que se hablase de adictividad en las benzodiacepinas, ya que para que algo fuera adictivo tendría que tener un efecto placentero.
Seguramente Leo nunca sufrió de ansiedad, e hizo ese comentario en una época en que la idea de adicción se basaba en la falta de fuerza de voluntad de la persona y de propensión al vicio y al placer.
Pero hoy en día sabemos que hay una sorprendente similitud entre el comportamiento de una madre que al llegar la noche busca mitigar su ansiedad y poder dormir con una de esas pastillas, y el comportamiento de un heroinómano intentando paliar dolor, ansiedad o sufrimiento. Ambos buscan un alivio para un trastorno.
Se ha considerado a las benzos como pastillas que no tienen potencial lúdico, y realmente no son drogas que aporten un placer activo. Aunque a personas que sufren de ansiedad generalizada y no lo saben, o que nunca han podido sentirse en paz y no saben porqué, esos fármacos les proporcionen el placer de una paz que de otra forma no pueden alcanzar.
Yo he visto a algunas personas expresar tras su primera toma de una benzodiacepina, concretamente Tranxilium, que se sentían felices y en paz por primera vez en sus vidas, con una expresión de felicidad en el rostro que les resultaría difícil de creer a muchos farmacólogos.
Años después de que Leo dijera que era ridículo hablar de efectos placenteros y adicción en las benzodiacepinas, él mismo comentó que el Valium era un medicamento con unos efectos secundarios muy agradables y un somnífero bastante bueno, y que por esa razón se tendía a abusar de él... y que por ello su mujer no le dejaba tomarlo!!
Hoy día sabemos que sí son drogas adictivas, pero que usadas correctamente en manos de un buen profesional, presentan pocos riesgos y un manejo sencillo.
No hay casi un mercado negro de benzodiacepinas, y el que hay suele ir dirigido a los consumidores de heroína cuando no tienen otra cosa para consumir, ya que algunas de las benzos más fuertes, como el flunitracepam o Rohipnol, pueden lograr darles algo de alivio frente a un momento de abstinencia o pueden ser usadas para potenciar lo que como heroína les venden en el mercado negro.
No tiene sentido buscar diversión en las benzos, ni mezclándolas con alcohol (que además supone un riesgo importante) ya que sólo puede ocurrir que la persona acabe dormida, o que por el contrario entre en un estado de desinhibición temeraria acompañada de amnesia, y es por lo que hace tiempo algunos delincuentes las usaban para robar, ya que no sentían miedo ni tenían una conciencia clara de la gravedad de sus actos.
También se han usado por las mismas razones para facilitar violaciones, en las que un individuo droga a una víctima para que caiga en un estado de sopor y amnesia, y le permita forzarla sin que la víctima a veces ni recuerde que ha ocurrido.
Por último cabe mencionar un nuevo uso que han encontrado estas sustancias en el uso legítimo de algunas personas. Cada vez más jóvenes (o no tan jóvenes) que pasan el fin de semana tomando estimulantes de todo tipo, como cafeína, anfetamina, MDMA o cocaína, toman después benzodiacepinas para poder "bajarse el pedo" y la sobre-estimulación de su sistema nervioso a la hora de ir a dormir. Antes era una práctica frecuente en los consumidores de cocaína por vía intravenosa, fumada en base libre o como crack, pero ahora y por esa misma razón de frenar la ansiedad y calmar al cuerpo su uso está más extendido.
En cualquier caso, me resulta imposible imaginar hoy día una sociedad sin esos fármacos.
Si ahora las personas que mitigan la ansiedad mediante ellos se vieran privados de los mismos, aparte del síndrome abstinencial que tendrían, se tirarían a conseguir el mismo efecto por otras vías. El ama de casa o el padre de familia mediante el alcohol, y los consumidores de drogas ilegales, mediante el alcohol y los opiáceos, especialmente el más accesible de todos que sigue siendo la heroína.
Así que mientras sigamos viviendo una sociedad ansiógena para muchos, bienvenido sea el Valium para aquellos que buscan la paz.
P.S: Dedico esta entrada a mi amiga Rocio, porque me la pidió ella y por el estupendo libro que me ha regalado: "Colocados. Una historia cultural de la intoxicación." de Stuart Walton.
Buenas a todos.
ResponderEliminarMe ha resultado interesante el recorrido que has realizado sobre las distintas benzos y la clara diferenciación que haces de ellas con respecto a los barbitúricos.
Se lee bastante bien y queda una clara idea del tema, pero creo que puede resultar demasiado superficial.
Cuando digo superficial, me estoy refiriendo a que realizas un recorrido rápido sobre la trayectoria de su creador; después abordas ligeramente su uso y combinación con otras sustancias. Ligando datos científicos con "leyendas urbanas" sobre usos y preferencias. Pero a mi parecer no aterrizas en nada en concreto.
Un saludo...
Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarTienes toda la razón en cuanto a lo que dices de superficial.
Pero recuerda que el objetivo de este blog, es mostrar las cosas más básicas, divertir, y si puede ser, ayudar a comprender un poco más todo este tema.
Por eso no puedo entrar a hablar a fondo del sistema GABAérgico, ni a hablar de las vidas medias de cada benzo, ni sobre otros usos, ni sobre nada que sea demasiado concreto.
Y además, es un esfuerzo para mi hacer eso: me refiero a no centrarme en cada punto. Pero entonces cada entrada tendría mas de 15 páginas. Y justamente tengo que intentar lo contrario, hacerlas más cortas.
Eso si, te pediría que me dijeras que "leyendas urbanas" crees que he utilizado al escribir. No me gusta eso, y si crees que es así te agradezco que me lo digas.
Saludos.
Pues con objeto de ayudar a comprender, paso a relatar una experiencia propia precisamente con estas substancias.
ResponderEliminarEncontrándome bajo tratamiento con antidepresivos (no recuerdo cuáles) y trankimazín, y contando con 18 o 19 años de edad, ingerí en un arranque una gran cantidad de tranquilizantes (una caja completa, puede que dos).
¿Resultado? 1 día en coma, lavado de estómago y tratamiento intensivo con carbón, muchas sondas, y una seman de vacaciones pagadas en la planta de enfermos mentales agudos ("Alguien voló sobre el nido del cuco" es otra película para mí desde entonces).
Cero secuelas, pues la idiotez es congénita, y fuera del hoyo un añito después.
Espero que sirva de ayuda a alguien, e insto al que quiera más detalles a comunicarlo con una entrada en el blog.
Saludetes afectuosos.
vaya chorrada de comentario... qué mierda es el invento este del ego
ResponderEliminarSoy adicto a las benzodiacepinas, y sólo llevo un año aproximadamente,se sabe que son muy adictivas, se dice que más que el alcohol y la marihuana y sin embargo a mí me lo recetaron para el mono del alcohol, actualmente lo que hago es mezclarlo con otras sustancias y abusar de ellas, hay veces que he estado en el hospital por sobredosis y puedo asegurar que son muy muy adictivas, me recetaron de todo tipo de benzodiacepinas diferentes y actualmente estoy con alprazolam y lorazepam, y cuando veía al médico lo consideraba como un "camello legal", y podría mencionar muchísimos efectos secundarios que conllevan estas drogas llamadas benzodiacepinas.Actualmente es la droga de la cuál más me cuesta desprenderme.
ResponderEliminarHola, vendo dichas pastillas por mi profesión de forma legal, pero hasta no hace mucho ni las habia probado, es mas, yo era antiquimica para el cuerpo. Luego de mandarmelas el médico me hicieron bien, luego me habitue pero las pude dejar sin problemas. El principal problema que yo PERSONALMENTE veo en todas estas sustancias es que las necesitamos si queremos mantener o cumplir un estilo de vida, y no me refiero a como nos ven o que deseos tenemos. Me refiero a que si quiero levantarme a las 7 de la mañana y no tengo margen para dormir por cualquier circunstancia, ya sea estres, se hizo tarde trabajando o tuviste un imprevisto o cualquier otro motivo por simple que sea, estas pastillas te ayudan a conciliar el sueño y poder dormir hasta la hora de levantarse. Yo aprendi a dejarlas en vacaciones, que me duermo a las 5 de la mañana o a las 9 de la mañana del dia siguiente, pues no pasa nada. Durmiendo de 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde y tan ancho. Porque aunque la gente que la toma crea que no puede dormir sin ellas, el cuerpo ya por simple agotamiento cae a dormir, la cuestion es que sea cuando te convenga porque con tanto horario y chuminas que cumplir uno no puede amoldarse ni la hora de cagar tranquilo. Igual que esto te digo con los antidepresivos, sino fuera por ellos la de divorcios o cosas graves que saldrian en la televisión. Un antidepresivo es como la pastilla del aguante, te hace aguantar cosas que sin ella ya te hubieran hecho explotar, es una pastilla que yo hubiese prohibido o hubiese puesto mas restricciones para prescribirla, solo en determinados casos que si creo necesarios. Vamos, que las drogas son como el dinero, cuando no lo tienes no tienes gastos, pero consigue un extra y te salen de golpe y porrazo gastos hasta reventar. Las "drogas", al menos las que yo dispenso se podrian eliminar en la mayoria de los casos porque la gente empieza en ellas por los problemas, y te cuentan cada problema que te ries tu por no poder pagar la hipoteca o no tener para las facturas o cualquier cosa mundana que nos pueda pasar a los demas. Simplemente, con esas "drogas", pueden mantener el ritmo de vida con los problemas que tienen, y las benzodiazepinas son las que mejor realizan esa función.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog, se puede hablar de temas serios sin que te salga un troll poniendote una tia en pelotas desmereciendo el post.