lunes, 12 de diciembre de 2016

Fidel Castro: un dictador menos contra el cannabis.

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es tras la muerte del dictador en Cuba, y lo dejamos aquí con la absurda esperanza de que, en el futuro, nadie siga a ningún tirano ni se haga camisetas con asesinos.

Esperemos que os guste, pero si no es así, nos da bastante igual: tenedlo claro, comunistas y rojos de diversos pelaje.

Disfrutad, uno menos.
:)

PS: No queremos pasar esta ocasión sin RECLAMAR LA LIBERTAD DEL GRAFFITERO CUBANO "EL SEXTO", PRESO DESDE LA MUERTE DEL DICTADOR POR UN GRAFFITI
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Uno menos: Cuba verde y libre.



Ya se murió el burro que traía la vinagre.
Ya lo llevó Dios de esta vida miserable...




Que tururururú, que tururururú...
Que tururururú, que la culpa la tienes tú!!

Estiró el pescuezo, arrugó el hocico...
Y, con el rabo tieso, murió de improviso.


La letra no es mía, ni la música -la malaostia sí- porque hasta donde yo sé, son de Víctor Jara con una canción tradicional. Tal vez alguno diga: “ah sí, Víctor Jara...”
La mayoría no le conoceréis, pero vuestro padres o abuelos sí. Víctor era -sobre todo- un maestro chileno y que no se callaba ante las injusticias -como otros maestros, los 43 de Ayotzinapa que eran todos estudiantes de “la normal” (el antiguo nombre de las escuelas de magisterio) y “desaparecieron sin dejar rastro a manos de la policía y los cárteles de drogas en México”- y que además le gustaba el teatro y lo dirigía y para colmo, tocaba la guitarra y cantaba...


Claro, si cantas bonito para “el régimen” no tendrás problemas. Eso era así antes y ahora, o que miren las entrevistas del recientemente difunto Javier Krahe. Pero Víctor Jara no solía estarse calladito y solía molestar: era maestro, coño!! Y por eso, un buen día le trincaron, le llevaron a torturar un ratito -esta gente del dictador Pinochet que se lo tomaban todo muy a pecho- y luego le pegaron un tiro en la cabeza y muerto el perro, se acabó la rabia. Es lo malo de las dictaduras, que si eres amigo del dictador y sus secuaces, puedes vivir bien. Pero no pinta igual para el que tiene ideas distintas sobre cómo hacer las cosas, los derechos humanos y menudencias de esas. A ese le dan “lo suyo”.
En Rusia “te purgaban” y desaparecías o te pagaban un tren a Siberia con billete de vuelta para 30 años después. En Corea del Norte, depende del día: si no ponen nada bueno en la TV, te echan a 120 perros hambrientos mientras hacen a tu mujer presenciarlo (ya que pone un marido, que lo vea en primera fila, como en “La Voz”) o te mandan a un campo de trabajos forzados (como los de los nazis alemanes pero sin gas en las duchas) hasta que se te quiten las ganas de opinar.
Es como cuando el protagonista de la serie “Padre de Familia” coincide en un episodio con Hitler e, intrigado por dicha figura histórica, le pregunta qué hace... y si hace “cosas nazis”. 


Pues eso, en este caso, todos estos hacen “cosas de dictadores”. Y de hecho, en España, sufrimos uno durante unas décadas; y el muy cabrón palmó en la cama (grrrr).
¡¡Y se ha muerto otro más: alegría!!
Algo que toda la humanidad debe celebrar, siempre, la muerte del tirano, porque estos no se marchan con unas urnas de nada (cabe mencionar que Pinochet es una excepción a esta norma, y que se fue tras unas elecciones) sino que se agarran hasta el final, en este caso cediéndole el bastón de mando a su hermanito Raúl; todo queda en casa.
Sin embargo, esto que puede parecer tan obvio dicho así, no lo es.
Y si no lo creéis, mirad la que le han montado al bueno de @Hackbogado en Twitter por decir una verdad: “que era un dictador, y que uno menos”. Es que como ellos son “comunistas” pues no van a hacer fuego amigo, aunque eso sea negar la existencia de algo similar a un cerebro en su morfología.
Para muchos, Fidel Castro es un personaje cuyos valores son dignos de imitación y tal. En concreto, por su papel en la llamada “revolución cubana” que pasó de ser una esperanza para el pobre, a convertirse en la cárcel del desposeído de todo ya. Pasó de ser “la perla del Caribe” a “la isla de la resistencia contra el imperialismo” con una obstinación ideológica propia de un creyente. Esto resulta curioso, cuando resulta que la revolución cubana no era “intrínsecamente comunista” sino que eso fue un “añadido” con el que Castro tuvo que tragar y que no le hacía mucha gracia. Luego, cuando comía gracias al “comunismo de los misiles rusos y la guerra fría” tuvo más cercanía y así se mantuvo hasta ahora.
No voy a entrar en el salvaje e injusto castigo que USA ha infligido a Cuba durante décadas, que es incuestionable, y que es -en buena medida- responsable de una parte de los males que asolan la isla y que ha sobrevivido gracias al turismo, principalmente. Lo que es una mierda lo es aquí y allí, y USA ha sido el pie que apretaba el cuello de un tipo que ya de por sí no respiraba nada bien, con su conocido embargo. No creo que USA sea un país al que admirar, pero al menos no es una dictadura.
¿Cuba una dictadura?
Sí. Una dictadura. Y quien no lo quiera ver, cegado por la ideología o por un póster del Che Guevara observándole desde la pared, que repiense las cosas un poquito. Y ya que aparece el Che por aquí -compañero de Fidel en esa revolución que acaba de morir un poco más- me gustaría apuntar un par de cosas curiosas de ese gran hombre
Hay quien tiene una idea extraña de que -de alguna mágica forma- el Che representa a la justicia y la libertad humana. Por un lado, tenía un extraño placer en matar, que reconoció en frases como “me encuentro en la selva cubana, vivo y sediento de sangre” y en actos como pegarle un tiro a un tipo con quien tuvo un problema, y quitarle sus cosas: “ahora son mías”. 
O a un campesino acusado de dar información, a quien ejecutó mientras decidía si era o no culpable, rematando con un “tenía que pagar el precio” como modo de ejemplo para otros. Aunque no siempre mataba, y a veces sólo simulaba ejecuciones como modo de tortura.

¿Alguien ha dicho ISIS? Seguimos.
Le nombraron jefe de la prisión donde se ejecutaba a los “enemigos de la revolución” (sea lo que sea eso) y animó a los jóvenes a matar sin tonterías, para sacar adelante su mundo ideal sin detenerse en nimiedades:
“Los jóvenes deben abstenerse de cuestionamientos ingratos de los mandatos gubernamentales. En su lugar, tienen que dedicarse a estudiar, trabajar y al servicio militar.
¡Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa, es criminal pensar como individuos!”
Me da la impresión de que el Che Guevara también hubiera prohibido los MEME en Internet.
Para dejar un testimonio suyo, sobre eso de matar, tengo un par. En uno le cuenta a su padre que descubrió pegándole un tiro en la cabeza a un tipo y robándole sus cosas, que le gustaba matar. En otro, que lo de matar era un acto ejemplarizante y necesario (cosa que servía para justificar sus acciones, obviamente).
Tampoco le caían bien los periodistas, los jueces que insistían demasiado en procesos judiciales, ni los gays; para estos últimos creó un resort vacacional en un lugar llamado Guahanacabibes, donde la máxima era “el trabajo os hará hombres”, no muy lejana a aquella ironía de aquel campo de concentración alemán donde se leía “el trabajo os hará libres”. Así “curaba” a los gays el Che cuando no estaba presenciando fusilamientos -le subía la moral- en la prisión. Luego, le faltó la sangre en una Cuba ya controlada por Castro, y se piró a por más sangre de mercenario por el planeta.
Castro no perdió comba de estos adelantos del Che y lo de los campos de concentración, yo mismo puedo recordar cómo fueron usados contra homosexuales, usuarios de drogas y enfermos de VIH/SIDA en los años 80. En cuanto a lo que nos ocupa, las drogas y su política tras la muerte del dictador en Cuba, teniendo en cuenta que al mando sigue su hermanito Raúl, nada nuevo se ha de esperar. Es más, en una de las últimas cumbres latinoamericanas, los mendas cubanos se despacharon a gusto diciendo que allí no había ni una planta de marihuana ni droga alguna, y que eso era -como no- porque si tenían que darle matarile a los narcos y drogadictos, se lo daban. Vamos, un estilo muy “colonial” y similar al de Filipinas con el encantador Duterte, que 4000 muertos le parecen muy pocos y quiere otros 40.000 en este año (incluyendo escuelas y fábricas en sus escuadrones de la muerte).
Por supuesto que en Cuba hay drogas: cocaína y marihuana principalmente, para el turista. Ellos, como mucho, se intoxican con alcohol y benzodiacepinas. Es cierto que los cubanos no toman drogas (si no les invitan) pero porque elprecio de las mismas, para su nivel de vida, es desmedido. Pero, en el campo, sí que hay producción de yerba y alcohol ilegales, tolerado por zonas.
Cuba mantiene una oposición más ideológica que de otra clase contra las drogas. Básicamente, su posición está heredada -directamente- de los postulados oficiales rusos. Eso hasta que la antigua Unión Soviética desapareció -dejándoles huérfanos de ideas y dinero- y se quedaron como estaban en ese momento: enemigos a muerte de las drogas, como la URSS que durante años y años no tenían ciudadanos drogadictos, homosexuales, ni parados... o al menos ese era el discurso oficial y se acabó el preguntar más, por los huevos del Zar.
En Cuba, ni había ni hay usuarios de drogas. Lo del SIDA, pues ya hace años admitieron que sí existía en la isla... pero “traído por el turismo sexual al que les obligaba el embargo”. ¡Como si no supieran lo que son los condones, o el intercambio de jeringuillas! Y más teniendo un buen sistema de salud (al menos en lo educativo, formativo y preventivo) como sí que tiene Cuba.
La política de drogas en Cuba, guste o no, ha sido una vergüenza en la que se metía preso a un tipo con una planta pero a los turistas se les vendía -y vende- de todo, con el conchaveo de la policía. Eso finalmente conduce a que sea el mercado negro de la droga el que pague el sueldo de los policías, y eso miren a dónde conduce: ¿les suena México? Castro era una momia que vegetaba en chandal y Raulito le va a la zaga: mientras vivan esos, en Cuba no cambiarán nada en esta materia.
Y cuando lleguen los cambios, será cuando llegue el dinero y la apertura a ciertas drogas, como la ya todopoderosa marihuana, que no cabe duda de que entrará y pondrá sus garras en Cuba -de forma masiva y no poco a poco- y lo hará en manos de empresas norteamericanas. Al igual que el resto de los países, es poco probable que Cuba vaya a adoptar leyes de permiso para el autocultivo, de manera que se estarán condenando a ser deficitarios y compradores, inclinando en su contra la balanza de pagos con USA. La otra opción, que sería ideal que algún partido -en el futuro, claro- político cubano tomase por bandera, es la de legalizar la producción y venta de cannabis de manera que Cuba se convirtiera en el paraíso del fumeta (adiós prostitución asociada a la pobreza) ya que con su clima, se lo puede permitir y sería un reclamo turístico de primer orden que genera riqueza para toda la cadena implicada en su producción y elaboración. Algo que, también, debería estar haciendo España desde hace al menos una década en lugar de andar poniéndole impuestos al sol.
Que la isla caribeña se convirtiera en una “Jamaica sin reggae pero sabrosona”, sería además la prueba de que Cuba, al fin, es libre. Pero libre de verdad; tan libre que se pueda gritar bien alto que Cuba es VERDE!!


hasta nunca, Fidel
tanta paz lleves como dejaste donde estuviste.

sábado, 10 de diciembre de 2016

BioTrial, experimento mortal imitando al cannabis.

Este texto fue publicado en la Revista Soft Secrets -en su edición de papel, al menos (no lo veo por otro lado de momento)- cuando ocurrieron los sucesos por los que hubo un muerto y varios heridos en unos experimentos médicos, en un laboratorio francés, con una nueva droga que actuaba sobre el sistema cannabinoide.

Paradójicamente, los investigadores buscaban una sustancia que provocara hambre, diera sueño y aliviara el dolor. Buscaban algo sintético -pero legal y patentable- que hicieron lo mismo que el cannabis hace sin poner ninguna vida en riesgo. Ahora se ha sabido, que además, de entre los inhibidores de acción similar que podían haber probado, escogieron uno con un perfil de riesgos increíblemente elevado con respecto a otros.

También -ahora- hemos conocido que en experimentos con perros, esa misma droga había matado ya unos cuantos en fases iniciales de ensayo.
Genial todo, eh? Un muerto y 5 heridos lo atestiguan...

Otra víctima más de la estúpida guerra contra las drogas.
Lo que buscaban lo tenían ya, sin matar a nadie: cannabis.

:P




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BioTrial: el experimento mortal.


El viernes 15 de enero se hacía pública la desgracia: un hombre en muerte cerebral y cinco heridos más en un ensayo clínico de una nueva droga sintética, llevado a cabo en Francia. El primer ingreso hospitalario se produjo el día 10 de enero y resultó ser el más grave. 




El ensayo clínico se suspendió al día siguiente, pero se tardó unos días en informar públicamente de lo ocurrido y se eligió el viernes para hacerlo, posiblemente buscando reducir los daños que esto podía generar en el mercado de valores relacionados con ensayos farmacéuticos.

En un primer momento la ministra francesa de sanidad, Marisol Touraine, informó del asunto someramente y las especulaciones se dispararon. Una de las primeras fue que la droga que estaban probando era un derivado del cannabis, un bulo difundido inicialmente por algunos medios franceses -que obtuvo cierto eco extra por lo polarizante que resulta el tema del cannabis con la severa legislación francesa al respecto- mientras la compañía farmacéutica hacía lo posible por no revelar el compuesto públicamente. 

Horas después, la ministra tenía que desmentir que el cannabis tuviera relación alguna con este caso, aunque es posible que como en otras cuestiones, el hecho de que exista una contranarrativa -o una corrección a la inicial- no implica que vaya a ser atendida con el mismo interés que lo fue la noticia en un primer momento.




La compañía en cuestión se llama Biotrial y estaba probando un compuesto suministrado por la compañía portuguesa Bial. El compuesto había pasado las fases de experimentación animal exigidas antes de darle una nueva droga a un ser humano, habiéndose llegado a probar hasta con chimpancés. 

Tras la fase animal, se encontraba en la “Fase I” de experimentación con humanos, que busca establecer -entre otras cosas- los márgenes seguros de uso. Se inició el experimento con 128 participantes, de los que 90 tomaron el compuesto en su primera etapa. De esos 90, todos voluntarios sanos, a 8 de ellos se les pasó al siguiente nivel, y se aumentaron las dosis. 

Presuntamente se doblaron las dosis, pero en estos momento los datos exactos siguen siendo retenidos por la empresa farmacéutica. De esos 8, por suerte 2 habían recibido un placebo pero los 6 restantes resultaban heridos y uno de ellos terminaba muerto, finalmente, una semana después. 

Todos eran varones sanos de entre 29 y 48 años, voluntarios pagados por la empresa farmacéutica a quienes daban 1.900 € de “gratificación” por las molestias derivadas de participar en el experimento.

La comunidad científica, a lo largo de ese fin de semana, exigió conocer realmente los datos del estudio que -curiosamente- no estaban inscritos en el registro correspondiente para poder ser accedidos. La compañía se hacía la sueca, aunque afirmaban estar colaborando con las autoridades para todo lo que fuera necesario (no tenían otra opción ya que se ha abierto un proceso judicial por homicidio). 

Finalmente, Christopher Southan, un farmacólogo e investigador de la Universidad de Edinburgo y también Stephan Alexander, farmacólogo molecular de la Universidad de Medicina de Nottingham, identificaron el compuesto como BIA 10-2474. Poco después, la empresa confirmaba que el compuesto era BIA 10-2474.


¿Qué es BIA 10-2474?

BIA 10-2474 es el nombre en código del compuesto 3-(1-(cyclohexyl(methyl)carbamoyl)-1H-imidazol-4-yl)pyridine 1-oxide. En esencia, es un Inhibidor de la enzima Amidohidrolasa de Ácidos Grasos o, en inglés, Fatty Acid Amide Hydrolase (FAAH). 





No es, en sentido estricto, un cannabinoide ya que no es un agonista de los receptores CB1 ni CB2. Pero funciona sobre los mismos sistemas y de una forma finalmente similar. Mientras que los cannabinoides sintéticos son moléculas que imitan a los cannabinoides endógenos, la BIA 10-2474 actúa aumentando los niveles de anandamida -el principal cannabinoide endógeno- como consecuencia de “desactivar” el mecanismo que controla que el nivel de este compuesto en nuestro cuerpo, no llegue a niveles que resulten peligrosos. 

Este mecanismo, como en otros casos, se basa en la degradación enzimática por la que grandes moléculas llamadas enzimas se encargan de romper las moléculas que les sirven de sustrato, en este caso la anandamida que produce el cuerpo humano. Al eliminar este mecanismo de control, el nivel de anandamida sube y se producen los efectos derivados de ello que eran buscados con intención terapéutica. 

Pero si el nivel sigue subiendo, sin que el sistema encargado de controlar esa subida esté disponible, ¿qué ocurrirá? La respuesta a esa pregunta es lo que en el ensayo de Rennes han descubierto: la desregulación del sistema endocannabinoide humano produce daños similares a los de los cannabinoides sintéticos, incluyendo muertes.

Estos compuestos, que en lugar de funcionar como agonistas de los receptores funcionan como inhibidores de los sistema de control enzimáticos, han sido también hallados en el mercado de “legal highs” para drogas de tipo recreativo en las combinaciones de compuestos que hay en la mal llamada “marihuana sintética”. 

¿Por qué? Porque funcionan para provocar efectos similares a los del cannabis, y de hecho eso mismo buscaban también los responsables de ese estudio: un compuesto que provocase efectos similares a los del cannabis, pero que no fuera cannabis ni derivado suyo, para no tener problemas con la ley y conseguir rápido un producto vendible en el mercado farmacéutico.


La legislación prohibicionista provoca muertos; 
la ley mata también en ensayos clínicos.

Cabe destacar un aspecto de toda esta historia, y es que lo que el laboratorio Biotrial buscaba con estas pruebas era un producto que -en esencia- hiciera lo mismo que ya sabemos que hace el cannabis, y de forma inofensiva para la salud del usuario: que produjera analgesia o alivio del dolor, que mejorase el apetito de esas persona así como su estado de ánimo, y que ayudase con los problemas derivados de la degeneración neurológica tanto en enfermedades raras como conocidas.

¿Y qué sentido tiene buscar una nueva droga que haga lo mismo que otra vieja y que es inocua, como el cannabis? Pues básicamente la razón es la misma por la que se creó la “marihuana sintética”: no verse afectado por la legislación anti-cannabis. Todos estos ensayos pasan por comités de bioética que los autorizan -o no- y lo que no iban a autorizar es un estudio similar pero con cannabis, ya que la ley en Francia se lo pone casi imposible: el cannabis, a efectos legales, es una droga “peligrosa y adictiva” que no puede ser administrada a seres humanos.... dice la ley. 



Y la ley no dice nada de usar compuestos nuevos que buscan imitar el prohibido cannabis, así que en la búsqueda de fármacos útiles que actúen sobre el sistema endocannabinoide se ven privilegiados los cannabinoides sintéticos que cualquier compuesto que proceda de la planta, origen que además lo hace no-patentable y mucho menos rentable para el mercado.

El hombre que entró con muerte cerebral en el hospital y murió días después, así como sus compañeros, son víctimas de la guerra contra las drogas de la misma forma que lo son los muertos por “marihuana sintética”. Sin dicha guerra y sus leyes, nadie hubiera iniciado un estudio para conseguir un producto que provocase los mismos resultados que el cannabis, teniendo cannabis como opción terapéutica. 

La prohibición sobre el cannabis no sólo mata personas, sino que lastra de forma notable el desarrollo e investigación científicos en áreas de la salud, primando perversamente el desarrollo de fármacos sintéticos frente a la segura opción natural.


Ante este caso se hace patente que la despenalización total del cannabis es una cuestión de salud pública, también para quienes -como estos participantes del estudio- nada tienen que ver con el mundo cannábico.

domingo, 27 de noviembre de 2016

RAP KINKI (I): JARFAITER

Este texto que ahora retoco y publico, fue ya sacado en su día en el portal Cannabis.es y en la web especializada en música Rock (sí, como lo lees) www.MANERASdeVIVIR.com, que hizo una excepción magistralmente justificada por su autor; merece la pena leer la explicación de por qué mete algo de "rap" en una web de rock, cuando esa música "hace daño a los oídos" de la mayoría de rockeros... o así era hasta ahora.

Yo, aprovecho la circunstancias para declarar que ya iré atizando uno a uno a los más ilustres representantes de kinkeo -quincalleros- musical de nuestro entorno, a ver si consigo que pasen todos y alguno más. También aprovecho para agradecer a "El Coleta" el buen trato y lo amable que ha sido cada vez que me he puesto en contacto con él, y que le tengo ya "cazado" para hacer algo. También muy amablemente otro ilustre kinki como es Javier Petaka también abrió la puerta a esa posibilidad, y si no he avanzado más en esos menesteres es por exceso de asuntos (no todos buenos, no todos malos).




Así que hoy dejo esto para el Jarfa (y el Denom que tocaba con Jarfaiter, pero que no pretendo incluirle yo en estilo alguno ni etiqueta alguna, simplemente le menciono porque también me gusta y estuve en sus conciertos) a quien tengo que volver a escribir un email al correo que me dijo, porque me da a mí que no lo mira demasiado (muy sano, por otra parte).

Sin más, y para que sirva como introducción a un espacio para esta otra forma de música que algunos llaman quinqui o kinki, os dejo con un vídeo de Javier Petaka donde aparecen figuras como Nasta o El Coleta (lo mejor de cada casa se ve allí) y que también encaja perfectamente en el espíritu de esta entrada.

Esperamos que os guste, con ella abrimos la puerta a toda esta panda de mangantes sacando brillo al micro...

;)



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JARFAITER.

¿Y quién coño es Jarfaiter

Llevo media tarde pensando cómo plantear esto, porque es complicado hablar de alguien que hay mucha gente que no conoce y otra mucha gente que le conoce musicalmente “demasiado bien” (entre los que -por suerte- me incluyo).
Creo que lo mejor es aprovechar que él mismo sabe presentarse solito -y ya lo ha hecho- para dar una clara idea de quién es, para quien no le conozca, aún.




“¡¡Jarfaiter!! El sonido que te aplasta...
Basta, de modernos con gafas de pasta.
Kinkis en el parque haciendo sparring...
¡¡Fuck Mario Casas y que viva “el Pirri”!!
Tú vete pa' Chueca, pa' la discoteca.
Nosotros en la calle -chacho- como “Las Grecas”.
Catando manteca, la garganta seca...
No soy un ejemplo a seguir, muñeca.
Mucho bocazas habla de Jarfaiter;
mucha maricona -primo- mucho hater.
Por Internet no paran de amenazarme...
¡¡Sabéis dónde estoy, coño, venid a pegarme!!”

No es su último trabajo (tiene ya un tiempo) pero sigue teniendo la vigencia del carácter que exhibe: el de un kinki. Seguramente todo el mundo ha escuchado la palabra y tenga una idea de la clase de personaje a quien se refiere, pero es posible que no imagine el origen -antiguo y curioso- del término. 

Proviene de la palabra “quincalla” que viene del francés antiguo y nace de la onomatopeya del ruido del metal: “clincaille” o en español, “clin-clin”. De ahí derivó -finales del siglo XVII- en “quincallero” o “quinquillero” para referirse a esas personas que “andaban haciendo ruido con los metales” y que ahora llamaríamos chatarerros y metaleros

Eso se terminó acortando en la voz “quinqui” (me lo llamaba mi abuela desde que hice 8 años) y que -ahora- actualiza su grafismo en “kinki”. Según mi abuela, los quinquis eran los que viajaban de forma nómada viviendo de la quincalla y los trapos, y que no eran casi nunca bien recibidos en los lugares por donde pasaban, dado su carácter pendenciero poco dado a respetar normas y convenciones sociales, como la propiedad privada. Muchas veces, por donde pasaban, eran como los hijos del caballo de Atila y arrasaban, con miseria y hambre como únicas banderas: su fama les precedía y la ruina les perseguía, pero uno no elige dónde nace.
Los tiempos han cambiado, pero esas dos banderas no. Ahora, los quinquis o kinkis, no van en carro ni dependen de un caballo. O sí: van en carro -cabalgando la vida- y dependiendo de sus caballos. ¡Cómo ha cambiado todo para seguir todo tan igual! 

Sigamos pues. ¿Es Jarfaiter un kinki? Pues nos volvemos a echar un vistazo a su curro y tenemos una pieza -deliciosa, dentro de un trabajo llamado “Malianteo Criminal” en el que explora ritmos y sonidos, del otro lado del charco- que nos da unas cuantas pistas (y curiosamente hoy cumple 2 años desde su publicación): Rial Kinki.
“Déjate vendiendo flow, so julai... ¡Ay! Rial Kinki for life!!
Quiso joderme -de verdad- alguno de por ahí y bajé con la katana, como un samurai...

De yonki tengo poco, te estás equivocando. 
Como se me cruce el cable, no respondo.
Si a la cara me coméis la polla... qué me estás contando??
Por ahí te han dicho: “ten cuidado con el Olmo, que la cara loco no la lleva de adorno”.
Mentalidad bélica, cuchillos, trastorno... noches con “mi rumanita” practicando porno.
Recuerdo cuando era un mocoso sin metas; tú robabas latas pa' pintar, yo Negrita.
Salía pa' pegarme; violencia gratuita. Dormía en portales, como una puta rata...”
Una infancia complicada, que le forzó a ser más duro que la vida que le tocaba jugar para sobrevivirla con dignidad, y le dio contacto forzado con el lado más oscuro del sistema -el lado de la prisión y la eterna penitencia para los familiares del preso, incluidos sus hijos- y que también le mostró el lado más crudo de las drogas en su propia familia (“recuerdo a mi tío pidiéndome 'chito' pa' bajar a Valde desde Embajadores”) le hizo ser, usando sus palabras de nuevo, “un experimento sociológico, el resultado de un conjunto de finales trágicos que han desarrollado, en mí, un problema psicológico”. 


Y en su último vídeo y tema, se reafirma: 
Soy un puto buscavidas, 
para que te enteres.”

Las fuentes de las que bebe son las de aquellos que tenían que salir “a buscarse la vida” con el hambre de la mañana y el llanto de las tripas vacías en los niños, y “que con el agua al cuello, le echaron dos cojones”

Héroes de la supervivencia -con finales trágicos también en su inmensa mayoría- que pavimentaron la infancia y juventud de una generación, y que son la banda sonora de esas vidas realmente complicadas y oscilantes entre el talego o la tumba -“Música taleguera, escucha ramera; oros, chándal y riñonera. Espera, fiera.... Que te damos cera!!”- como las de El ToreteEl Jaroel Pirri, o el Pera. 

Este último es un poco la vergüenza del grupo: se vendió al enemigo y eso -en la calle- no se perdona nunca. El Pera fue el ejemplo de “delincuente marginal famoso”,-que sirvió de propaganda social ansiolítica- mostrando su sumisión a la policía, terminando sus días como profesor -pa' los picoletos- de “conducción evasiva” y bajo nómina y mando de la Guardia Civil: “antes muertos que acabar como el Pera”, dice el Jarfa y tiene toda la razón.
Y con ese historial, más un montón de cosas que -lógicamente, al no ser un bocas- no cuenta, pues un buen día se dio cuenta que o se ponía a escribir, o iba a acabar reventándole la cara a alguien (o con ella reventada por alguien, esto va así y nunca se sabe). Se puso a contar lo que eran sus vivencias y lo tuvo muy claro desde el principio, sobre todo en este “ANTIHÉROE” -su primer trabajo ya a nivel totalmente profesional, que salió hace un año- en su primer tema:
Si no has crecido entre robos y 'puñalás', 
normal que no te guste... porque no lo entenderás. 


¿Por qué no te vas a escuchar a los demás, 

y me dejas a mí en paz? Hijoputa... ¡¡qué asco das!!

Lo completa con su forma de plantear la lucha social -colisión para ser exactos- con la misma delicadeza que tendría con un madero en las manos.
“¡Menos pulir estrofas y más ir a la manifa!

A tirarle piedras a la puta policía 
y al perroflauta que te raya si la lías.

¿Desde cuándo dan órdenes los hippies? 
¡¡Vete con tus malabares a la guardería!!

Está a punto de estallar una carnicería 
tú vas a acabar sin dientes en comisaría.

Para el próximo día, yo me lo pensaría...”

Se preguntará el buen ciudadano que por qué hay que tirarles piedras a la policía, y las respuestas las encontramos de nuevo en su música: 

¿Quieres saber el motivo de mi ira? 

Tengo comprobado que la ley es mentira: 
no me detienen... me pegan y se piran!!

¿No les parece un motivo justo para odiar a la policía? Pues a mí sí, miren, tal vez porque yo también me he llevado algunas... de la que no me dieron copia en papel, sino en carne. Y me han “requisado” todo tipo de cosas, de las que no he recibido ni un documento por su retirada ni información alguna sobre su destino y situación legal. Y de los billetes no dan recibí, no (especialmente la policía local de mi ciudad, que “ha limpiado” mi coche 2 veces). 

He soportado a un polizía nazional de mi ciudad, que me robó -por la cara- un bate de béisbol del maletero del coche y, ya de paso, aprovechó para exigirle a uno de los pasajeros del coche “la mitad del dinero robado el día anterior en ese asunto a pachas” (era un timador de camioneros que acabó en el hospital con muchos huesos rotos, a manos de los camioneros) mientras el ladrón fumaba “speedball” (cocaína y heroína) en plata negociando -a la baja- la mordida con el terrorista armado. Madero, a ti te espero, hijo de puta. 

La verdad es que para odiar a la policía, cada cual puede elegir entre la variopinta paleta de opciones que nos sirven y no hace falta extenderse: nos sobran los motivos, que dice Sabina.
Seguramente el retrato robot del joven músico podría ser aplicado -sin cambios- a muchos jóvenes en nuestro país. Jarfaiter labró su suerte y encontró -dedicándose a plasmar su mundo en su música- la salida del laberinto. 
Pero para otros muchos -como él- la bifurcación del camino sólo tiene dos direcciones: talego o tanatorio.
Con este currículum, el tipo se ha ganado el respeto. Sólo nos quedaba comprobar si en directo daba la talla o era sólo espejismo. Así que cuando nos enteramos de que tocaba el viernes 5 de agosto en el Shikillo Festival, en un escenario gratuito en la hermosa localidad de Candeleda (Ávila) que además es su tierra, no lo dudamos. Desayuné una anfetamina -con abuso, de precio por las farmacéutica- y con el Acelera” (la Guardia Civil me la come entera) de Jarfaiter sonando en mi buga marronero (en serio, el mío atrae a la pasma) con 15 gramitos de yerba y conduciendo con ganas, nos plantamos en un par de horitas en Candeleda (Ávila).




¿Dónde tocará este hombre?
Ahí. Ahí estaba tocando: encima del cuartel de la Policía Local...
Así que aparqué en zona prohibida -a la puerta de la policía- saqué los porros y el grinder y nos fuimos a trabajar un rato a la zona de la barra, a por algo de riego que veníamos secos (el calor era la leche y eran las 12 de la mañana con un sol “como pa' derretir cera”). 





Siendo un tipo muy cívico como soy, y siendo las chicas de Protección Civil además de guapas muy simpáticas, pues me acerqué a preguntarles si pasaría algo si me liaba un canuto allí mismo, o si mejor me abstenía (nunca sabes de qué pie cojea la pasma en cada lado) y lo hacía de tapadillo. 



Me dijeron que ningún problema y allí nos pusimos. En 3 minutos había pasado ya un tipo a ofrecernos dinero a cambio de yerba. Respuesta: "trinca este cogollo, pírate de aquí y no me molestes más". ¿No plantan allí o qué?




No debían plantar mucho (o se habían fumado ya toda) porque a veces tenía la impresión de que sólo nosotros estábamos fumando porros como si no hubiera un mañana (como siempre, digo) y quedó confirmada cuando Denom, que también cantaba con Jarfaiter sobre el escenario, gritó: “¿pero qué pasa? ¿aquí no se fuma o qué?” y le contesté: ¡¡eh!! toma...



¡Buen ojo! Denom trincó -al primer vuelo- mi trompeta de Green Poison y no la soltó (tengo fotos de toda la secuencia, y el tipo sabe colocárselo de todas las formas para protegerlo y seguir fumando mientras canta) y cuando me había olvidado del canuto, apareció uno -creo que de la organización- y me pegó una voz para devolverme la chusta con un par de caladas aún. 





Todo un detalle que no olvidase que se lo habían rulado. Gracias por la vuelta (aunque hubiera estado mejor con menos uña, primo, pero entiendo que estaba muuuu rica... verdad? ;D)





El concierto fue una fiesta, a la que ayudó un escenario que por su posición servía de corte a la luz de la justiciera solana y así su sombra “empujaba” al público hacia adelante. 



Pensé que era “el escenario más agradecido posible de cara al músico” pero no hay -por desgracia- muchas ocasiones en las que haya conciertos a las 12 del mediodía. 





Terminó -con la gente pidiendo más y más, porque nos lo estábamos pasando realmente bien- con algunos de los temas más “revoltosos pero de revuelta” y Jarfaiter acabó tirándose al “mosh” formado al ritmo criminal de “Yomada - (no apto para bujarrillas sensibles)” que es un tema con propiedades psicoactivas (singing!!everybody!!) para algunos...





Fin de conciertazo con foto de recuerdo, de la que merece la pena destacar la belleza de la primera fila (y es que entre ver maromos o ver chonis en primera fila, me quedo con lo segundo sin pensarlo).




También cómo se comen al Jarfaiter con los ojos, cosa de la que tengo constancia en varias fotos... vamos, que el tipo triunfa.






Seguro que este detalle le encanta a todas esas perras envidiosas que se dedican a ladrar (sólo en la red, a los conciertos no tienen pelotas para ir) en los comentarios que dejan cada vez que Jarfaiter saca un tema en Internet.




Con el puto caloraco que soltaba Lorenzo tras el concierto, nos fuimos a refugiarnos a un lugar encantador llamado La Barranca. 




No sólo el precio era acorde a lo ofertado, el servicio aceptablemente bueno, el trato amable y la comida rica, sino que no se opusieron -con ninguna vehemencia, vamos- a que me liase un canutito allí mismo tras la comida.





Allí me lo clavé a caraperro con un rico café antes de volvernos a casita en una cómoda tarde noche que terminó en el bar de Manolo Chinato, en Puerto de Béjar.




En definitiva, no importa si no habéis escuchado hablar de él o si -como mi parienta- le odias con toda vuestra alma musical, porque ni es pose ni va en broma: chuparéis Jarfaiter para largo, perras... 


;D

Y aquí el vídeo que JARFAITER ha sacado hace unas horas... ;D


"Dicen que la cabra acaba tirando pal monte...
Te juntas con los mayores, te perviertes..."

;)



domingo, 16 de octubre de 2016

Zolpidem AKA "Stilnox", el fármaco mágico contra el insomnio.


Este texto fue publicado en la revista VICE y narra una serie de experiencias personales con un conocido fármaco, de nombre Zolpidem y de marca Stilnox. Aparte de lo gracioso que puede haber en él, es en sí mismo una llamada de atención a esas dolencias que -sin esperarlo- un fármaco recetado para una cosa distinta, surte un buen efecto.

En mi caso, no sólo podría citar al zolpidem y su acción sobre una situación que no se superaba ni con dosis altas de benzodiacepinas (no era el cuánto sino el cómo o el dónde) pero podría mencionar otras, como fue una experiencia posterior con un conocido fármaco para arritmias y extrasístoles: el sumial o propanolol. Y aunque tiene que ver, esa es otra historia.

Esperamos que esta os guste y que sirva -a quien busque- para encontrar algo más allá de lo habitualmente presentado sobre esté curioso fármaco.

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ZOLPIDEM AKA STILNOX AKA ZOLPIDEM


No recuerdo con exactitud los años que tenía la primera vez que un doctor de la seguridad social me recetó por primera vez una mágica caja de “Stilnox” o Zolpidem, pero fue una de esas drogas que llegan a tu vida para quedarse y, lo que es mejor aún, para hacerlo sólo con beneficios y sin problemas asociados a su uso. Y se quedó hasta hoy día.

Conocí de bastante joven el tema de los drogas de receta -aparte de lo que se vendía en la calle, centramina y dexedrina desde que empecé a currar en bares de copas- y no por nada heroico ni llamativo: unos buenos cuernos -merecidos debo añadir- que me puso mi novia de aquella época me dejaron jodido, muy jodido. Me di cuenta cuando llevaba 4 días sin salir de la habitación, sin hambre y, mucho más sintomático, sin ganas de cascármela o llamar a mi amante.





Fui al médico de cabecera -honestamente preocupado, nunca me había pasado eso de no estar ni para hacerme una paja hasta entonces- y sin ánimo de conseguir sacarle ninguna droga le conté cómo me encontraba. DEPRESIÓN, me dijo. Y me dijo también que no me preocupase, que era lo normal si me ponían los cuernos, y que aunque parecía el fin del mundo la cosa mejoraría con los días y unas pastillas. Así conseguí mi primer antidepresivo “Prozac” y mis primeras benzodiacepinas “Sedotime”. Al cabo de 3 meses, me había olvidado de la depresión, de mi chica (que volvía a ser mi chica pero yo ya me estaba tirando a otras, mala pata, Soraya) y de todos los males. De todos, menos del insomnio.

¡Con lo bien que había dormido los primeros días con el Sedotime! La tolerancia lo volvió poco efectivo para la inducción al sueño, pero muy útil para mantenerlo. Así que acudí al médico de nuevo, que me empezaba a caer cada vez más simpático (el mejor profesional que tuve en la sanidad pública, sin bromear) y le conté que no dormía otra vez. Así que empezamos a probar con toda la lista de benzodiacepinas que hay en el puto vademecum. Lexatin para ir tanteando, Valium para ver si al relajar musculatura mejoraba, Tranxilium por si era ansiedad generalizada, y así hasta el hardcore Rohipnol, que no conseguí que me recetase más que un par de veces porque aterrizó en el mercado el Stilnox.

Stilnox o Zolpidem fue la primera de una familia nueva: las drogas-Z (Z-drugs). No son benzodiacepinas en sentido estricto, aunque actúan sobre los mismos receptores, y parecen causar mucha menos adicción siendo estupendas para la inducción al sueño. Sólo para eso, para el inicio del sueño, para arrancar a dormir... por eso hay que tomarlas directamente en la misma cama, y no andar paseándose por ahí al WC o a la cocina.

Al principio fue como descubrir el paraíso. Te tomabas una pastilla metido en la cama y joder... te dormías!! Ya sé que hay quien dice que dormir con pastillas es muy fácil, pero eso es porque realmente no sabe lo que es el insomnio. ¡¡Era un milagro una pastilla que funcionase sin ser un cañonazo para elefantes!! No dejaba resaca, no provocaba adicción en sentido estricto (la tomo durante meses y si se me olvida llevarla a un viaje, no tengo un síndrome de abstinencia) y funcionaba en menos de 15 minutos. Increíble pastillaca.





En el prospecto, como de costumbre en ansiolíticos e hipnóticos, decía que esas pastillas no se deben usar más de unas semanas y bla bla bla y que no se puede tomar más que una y bla bla bla. Llevo tomándolas 20 años y cuando tomo, me tomo 2 pastillas de 10 mgs. He tomado cientos de veces 3 pastillas y alguna experimental vez 4 o 5. Normalmente no tomo más que 2. Obviamente soy tolerante pero sigue siéndome útil para inducirme el sueño, y no me ha causado jamás ningún tipo de problema de ninguna clase. Mi médico lo sabe -son con receta- y no es ningún problema.

Pero sin embargo, he conocido efectos increíbles con esta droga. Algunos de ellos, me dieron la vida en uno de los momentos más críticos de una brutal agorafobia -que no se resolvía porque tenía una causa orgánica que costó encontrar, en plan “Dr.House”- en los que era incapaz de pisar la puerta de la calle y dar unos pasos sin sufrir un ataque de pánico, con un aparatoso cuadro sintomático que podía parecer hasta un infarto. Nadie se explicaba como un tipo que se había metido en los peores lugares de algunas ciudades africanas a hacer cosas bastante cuestionables en el plano legal, de repente tenía miedo a los días nublados, al ruido de los coches o a los semáforos en rojo que no te dejan pasar.




Esa situación me obligó a reestructurar mi vida para poder terminar mi carrera, seguir con mis relaciones y actividades (sólo tenía problema en la calle y en sitios cerrados como un aula o un cine) y no cronificar una enfermedad que me aseguraban que era “para toda la vida ya”. Fueron 7 años de “para toda la vida ya”, en los que aproveché para volver a meterme en informática -seguridad y hacking- y aprender a hacer muchas cosas sin salir de casa demasiado. Y sin embargo, el Stilnox o Zolpidem conseguía lo que ningún fármaco conseguía conmigo: eliminar el miedo irracional y los mecanismos de ansiedad anticipatoria que desataban mi problema.

No era capaz de bajar la basura a la calle, pero sí era capaz de tomarme mi Stilnox -tras más de 5 años ya tomándolo cuando todo empezó- coger la bici, salir por la ciudad a montar como un loco y a disfrutar de que, durante una o dos horas, no tenía ningún agobio por estar fuera de casa. Nunca entendí por qué era capaz de lograrlo cuando decenas de otros fármacos no eran capaces ni de arañar el problema. Era magia, lo descubrí sin querer y nunca supe por qué era así.

Alguien podrá decir que si el Stilnox me funcionaba por qué no seguir tomándolo todo el tiempo, pero entendía que era como estar de MDMA: si lo intentabas alargar con más y más, dejaba de funcionar. Así que, cada noche, antes de dormir, durante algún tiempo salí con la bici por la ciudad, “puesto de Stilnox”. Por lo demás, a mí el Stilnox no me hace efectos demasiado groseros (luego explicaré por qué esta palabra) sino que lo peor que puede pasar es que la amnesia anterógrada que suele provocar, me haga difícil recordar qué paso anoche si no me das una pista... pero si me la das, lo recordaré.

Me ha pasado, en estos años usando Stilnox para dormir, que me han follado y no me acordaba al día siguiente, lo cual se tomaron fatal, pero en realidad no me acordaba de nada. De hecho, me quedé dormido en mitad del polvo y apuntando al cielo... no entiendo cómo ella no se enteró hasta el día siguiente en que me hizo un comentario y vio mi cara de “no tengo ni puta idea de qué me hablas”. Ya cuando me dijo “¿Te la chupan así tan a menudo que no lo recuerdas?” ya vi que estaba irremediablemente abocado a tener que preguntar si realmente me la chupó y que eso se entendería muy malamente.

También he tenido la suerte de descubrir sus virtudes como alterador del pensamiento común, por así decirlo. Recuerdo que una vez, puesto de Stilnox, escribí un texto sobre cómo hacia que te parecieran geniales algunas ideas que no lo eran tanto, pero que no era descabellado del todo lo que te hacía ver: que tenía su punto para ser usado a la hora de escribir. No fui capaz de volver a encontrar el texto, porque no soy capaz de recordar dónde lo puse. Sí, era el Stilnox, pero no dejó de merecer la pena por no encontrarlo (aunque sigo buscando años después). Este punto merecería un capitulo aparte, y es complejo de explicar lo que puede hacer el Stilnox a la forma en que pensamos sin convertirnos a la vez en borrachos o imbéciles. Es muy interesante.




Sin embargo, no todo es oro con el fármaco. Por ejemplo, un buen amigo mío y yonki de pro, cuando le comenté una vez sobre mi uso de Zolpidem, me dijo algo así como que “si me gustaba la violencia”. No lo entendí. Nunca he sido violento con ese fármaco y, desde que soy adulto, con ninguno salvo una mezcla de benzos y alcohol catastrófica en una ocasión hace 20 años. Y cuando le pregunté a qué venía semejante comentario, me dijo que la gente que él conocía que tomaban Stilnox y salían a la calle, perdían el control de lo que pasaba y acababan dándose de hostias de mala manera, sin querer y queriendo. La persona que me lo decía es uno de los mayores expertos en el tema de drogas en el país, y hablaba de cosas que había visto él bastante truculentas con Stilnox, tanto que no lo quería probar ni regalado. ¿Al revés que mi experiencia? Pues sí, totalmente al revés.

Hay otras dos experiencias personales que resultan de interés en el caso del Stilnox. La primera es que cuando el diario El País publicó un reportaje -bastante infundado y totalmente alarmista- sobre una supuesta ola de consumo de Stilnox y un mercado negro del mismo, a todos los que nos recetaban Stilnox nos empezaron a llegar peticiones de gente que quería probar la droga: hasta ese día, nadie había dicho nada. A raíz de ese reportaje, un compañero de piso -alguien tranquilo, un informático gallego muy calmado siempre- me pidió Stilnox y me dijo que varios amigos suyos lo habían probado y que le habían contado cosas increíbles.

Le pregunté cuántas quería. Se comió 5 de golpe.
Al cabo de media hora no hacía más que reírse, pero sólo porque se sentía extraño. Estuvo en ese estado unas horas más y no pasó nada. No volvió a repetir como droga lúdica. Parecía no tener interés alguno para provocar alucinaciones como decía el reportaje, aunque cualquiera de estos fármacos -hasta el Valium o un fármaco para la tos- puede provocarlas a ciertas personas. No hubo en ese caso nada increíble que contar.

Hasta que me llegó una experiencia que no me esperaba, con tantos años de uso y de haberla visto usar. Mi pareja de ese momento, una inteligente y guapa abogada preparándose oposiciones para juez que había caído en Salamanca con una buena beca, me pidió una para dormir. Me las había pedido muchas veces y las conocía. Se la di y nos fuimos a la cama. Pero me levanté, a mear o a la cocina, no recuerdo bien pero al volver la desperté (aunque habían pasado un par de minutos simplemente) sin querer. Y entonces todo empezó como si fuera una película de terror: mi pareja, con la que dormía desde hacía más de un año, me miraba como si no me conociera... y muy asustada sin poder decir palabra.

Yo pensé que me estaba vacilando, hasta que vi que del miedo se echaba a llorar, aterrorizada.
Le pregunté -cuando me di cuenta de que no era broma lo que pasaba- qué sentía, y sin decir nada, alargó su mano para tocar mi ojo.... un supuesto tercer ojo que me había salido en mitad de la frente. Lo tocó como si tocase el ojo de Dios, y se llevó la mano a la boca sin decir nada y como sonriendo: yo me acojoné muchísimo y creí que tenía delante un brote psicótico. Si en ese momento empieza a hablar en arameo y le da vueltas la cabeza, no hubiera sentido tanto miedo.

Cuando fui capaz de hacer que articulase algunas palabras con sentido, me dijo que tenía un ojo en mitad del la frente, y cuernos... más cuernos. No suyos, sino cuernos de monstruo de dibujos animados que me salían alegremente de la cabeza. A veces me miraba y se despollaba de risa, cuando veía que el troll en el que me había convertido no se la iba a comer. Pero otra veces, volvía a tomar consciencia de que estaba alucinando con los ojos abiertos (ella nunca tomó ninguna droga, ni cannabis) y se aterrorizaba. También me acojoné cuando ya no era yo sólo el que estaba mutando, sino que la habitación se comenzaba a convertir en un lugar lleno de cascadas de color salmón, que al caer contra el suelo se hacían la música más bella que jamás hubiera oído, según decía.

¿Qué hacer en ese caso?
Por un lado, yo ya había visto que no parecía un brote esquizoforme y por otro, lo único que podía hacer era darle calmantes pero no me pareció bien, si con un hipnótico estaba en el barril psiquedélico la chica.... mejor no darle nada. Así que ya que era mi novia, estábamos en la cama, no podíamos dormir porque yo estaba pendiente de ella y ella estaba recorriendo Andrómeda sin moverse de mi lado, pues hice lo que otras muchas noches: me bajé al pilón como un bendito.

Pim pam pim pam, y aquella cascada de salmón rosa ya eran chorros arcoiris en 2 minutos. Pero ella lo tomó con gusto -yo lo hacía de forma terapéutica, para relajarla y eso- y me trincó la cabeza tras correrse. Y me dijo: “...más....por favor...” y no me soltaba de las orejas, así que pensé que estaría mejor obligado a seguir dándole placer que asustado por su estado, así que me entregué a un largo rato de musculación lingual, que ya no es necesario ilustrar más.

Stilnox al final -entre orgasmo y orgasmo- hizo el efecto deseado y ella durmió. Por suerte, a la mañana siguiente recordaba todo (el miedo fija fuertes recuerdos) ya que no me hubiera creído de no ser así. La cosa le encantó al parecer, sobre todo cómo acabó dormida entre colorines, músicas celestiales y un troll usado como esclavo sexual. Sin embargo no volvió a tomar nunca más una de esas pastillas aunque se las recetó el médico posteriormente (esas y una prima química llamada Zopiclona). A mí el susto no me lo quitó nadie, y raro es que yo le dé a alguien una pastilla para dormir, aunque me la pidan mucho, desde entonces.




De todo esto, el protagonista común es el Zolpidem, una droga que además de ser un gran inductor para dormir, es capaz de obrar milagros -para mí lo fue- como el que he contado en el que me anulaba la agorafobia contra la que otros fármacos no hacían nada, o como los que hace un tiempo pudimos ver en VICE sobre personas con serios daños cerebrales. No tenemos una explicación clara, pero ahí está Zolpidem con su poca peligrosidad y lo que es capaz de obrar en casos sin otros tratamientos útiles.

Y dicho esto, noto desde hace media hora el efecto de los 20 mgs que tomé antes de empezar a escribir, así que va siendo hora de irse la cama o de salir de paseo con la bici... ;)