Esperamos que sea de vuestro agrado.
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Bitcoin, drogas y blanqueo.
Bitcoin, la moneda creada por Satoshi
Nakamoto (sea quien sea), y el ecosistema que existe alrededor de
dicha creación digital, son grandes generadores de titulares
“escandalosos” en la prensa común. En este hecho convergen dos
razones distintas para que esto ocurra.
La primera es que la prensa
generalista tiende a “crear opinión” según los intereses de sus
editores, y no a educar sobre cada aspecto necesario de entender para
poder adquirir una visión amplia del asunto. Ejemplos de este
comportamiento lo podemos encontrar cuando “informan” sobre
drogas, sobre seguridad informática/hacking, sobre la Deep Web, Tor
y la ofuscación de IP para navegación segura, la Darknet y
actualmente con énfasis en la encriptación de las comunicaciones
móviles. En resumen, lo hacen en todos esos mundos donde hace falta
una cierta base técnica para poder entender. La otra razón, es que
siempre vende más un titular alarmista que uno explicativo: se hace
mucho más caso a una voz que grita “¡¡fuego!!” que a una que
grita “¡¡información!!”.
En ese escenario complejo, nos sirven
una noticia “modelo” en “El
Periódico” que dice: “Detenidas 10 personas en Países Bajos
por blanquear hasta 20 millones de Euros en Bitcoins”.
Para
acompañar el titular, añaden que en la operación se incautaron 15
kilos de material para producir -supuestamente, que la policía nunca
fue muy despierta para la química- MDMA. Ya tenemos en una sola
noticia un grupo criminal, oscuros movimientos en la red oculta a los
inocentes ciudadanos, blanqueo de capitales y producción de drogas,
todo ello envuelto en esos trágicos Bitcoin, siempre presentes en
los delitos de nuevo cuño. Mis felicitaciones al redactor que
preparó la noticia, que no se le escapó nada que pudiera añadir
algo más de confusión al puré informativo.
Para empezar, la noticia no pierde
comba de vincular al Bitcoin con las drogas. ¡¡Cómo no!!
Y lejos de mí intentar desvincular
ambas cosas: el mundo de las drogas -a día de hoy- tiene una opción
más segura para sus usuarios gracias a la combinación del Bitcoin
como método de pago y a Tor como método de seguridad informática
sobre identidad IP. Silk Road fue el germen del paradigma y Ross
Ulbricht su mártir, sirviendo dos cadenas perpetuas consecutivas más
35 años en una cárcel en USA.
Sí, Bitcoin tiene que ver con las
drogas (como todas, cariño, como todas.... las monedas).
Pero todavía infinitamente menos que
el Dólar, el Euro, la Libra, el Yen, o el Rublo. El mercado de la
droga mueve cantidades de dinero inmensas, que a veces generan
problemas como dónde esconder una casa llena de billetes grandes sin
que se note. Y no, no lo hacen con Bitcoin por varias razones: es una
tecnología demasiado nueva para que la conozcan y se fíen, su
capacidad de reserva de valor se ve afectada por la volatilidad del
precio y.... ES 100% RASTREABLE.
Bitcoin te permite abrir una cuenta (o
mil) y operar con la moneda sin que nadie sepa quién eres, pero todo
lo que se hace desde cualquier cuenta (entradas/salidas de dinero, y
las cuentas implicadas en las transacciones) es público y visible.
Cierto es que si no puedes vincular una cuenta con una identidad en
el mundo físico, de poco vale que sea visible al 100%.
Pero claro,
si llega a suceder que -por la razón que sea- la policía es capaz
de determinar de quién es una cuenta, es también capaz de
determinar de dónde le ha entrado y dónde ha enviado dinero. Aquí
no existe el secreto bancario en las transacciones: todas son
públicas. El secreto existe en la identidad de quienes se
transfieren los fondos.
¿Qué problema práctico representa
eso para el vendedor de drogas/blanqueador de dinero?
Como pasarela de pago -para las drogas
o para la miel de las abejas del Cáucaso- el Bitcoin es imbatible en
multitud de aspectos. Pero en el momento en que quieras entrar en el
juego el dinero fiat (el dinero emitido por los estados, como las
monedas ya mencionadas antes) necesitarás que alguien te cambie esos
Bitcoin por otra moneda. Es ahí donde está el punto débil del
modelo “Bitcoin para Narcos”, que al final si quieres manejar
billetes de uso común deben cambiarse (sobre todo si son grandes
cantidades) en una cuenta bancaria. La gente no suele llevar 500.000
euros sueltos para cambiarte unos Bitcoin que tienes a mano. Ese paso
se realiza en “exchanges” que son sitios totalmente legales donde
uno puede comprar y vender Bitcoin. Nadie allí te preguntará de
dónde han salido (como tampoco te preguntan de dónde salió tu
dinero cuando inviertes en bolsa) pero te pedirán una cuenta
bancaria para depositar el dinero en Euro o Dólar. Es decir,
mientras te muevas con Bitcoin, estarías relativamente protegido de
la mirada indiscreta de HACIENDA (porque es hacienda y no la policía
anti-narcóticos los que detectan estas cosas) pero nada más.
Bueno, sí: una cosa más y realmente
importante.
Ni el estado más fuerte, ni el
gobierno más ladrón ni el juez más poderoso podrán jamás
quitarte tus Bitcoin. Son inembargables, indestructibles y a prueba
de estados y autoridades intervencionistas.
Eso sí es una gran
característica a considerar, pero no sólo en el mercado de las
drogas ilegales sino en la mente de cualquiera que busque un lugar
donde colocar un dinero que nadie pueda tocar. Sin las claves
secretas que te permiten hacer uso de tu dinero Bitcoin, no pueden
hacer nada contra ello, de la misma forma que si no tienen acceso a
tu dinero “en metálico” (billetes de Euro o Dólar) no pueden
quitártelos.
Por otra parte, los traspasos de valor
que se mueven en el mercado de las drogas, suelen encauzarse por
métodos mucho más convencionales, como puede ser el
conocido HSBC -el banco del que el informático Hervé Falciani
se llevó la lista de “clientes” que acabó en manos del CNI
español- que tiene algunas características peculiares: es el banco
más grande de Europa y sus fondos provienen del latrocinio que los
ingleses cometieron en Asia en las malcontadas “guerras del opio”.
Estos hermanitos de la caridad, han admitido públicamente “haber
sido poco duros con la cuentas que en su banco tenían
narcotraficantes, traficantes de armas y terroristas”. Como dice el
refrán, “perro no come carne de perro” y entre ladrones y
mafiosos pues no se iban a pisar las mangueras, ¿no?
Cada época tiene su forma de
explotación salvaje de una población y recursos, y el que al final
tiene la llave de la caja es el que más dinero tiene de la última
oleada de saqueos y robos, muchas veces santificados en tratados de
paz (con sus intocables botines de guerra).
También llama la atención el monto,
no más de 20 millones de euros sería la cantidad blanqueada. Cabe
recordar que para la hacienda, blanquear es introducir en cauces
legales dinero que proviene de cauces “que no han pagado impuestos
ya”. Por ejemplo, si yo cobró parte de mi trabajo en Bitcoin y,
sin pagar al estado nada, convierto esos Bitcoin en euros para
comprar comida, estaría blanqueando dinero. Por supuesto, sería un
blanqueo ridículo. Casi tanto como esos 20 millones, cuando los
pones al lado de las cifras que se mueven en el tráfico a gran
escala de drogas. O cuando los pones al lado de lo que ha trincado
Bárcenas, Granados, los de las “Reformas, Cumpleaños y Bodas”
del PP, o las multimillonarias tajadas del famoso 3% catalán que han
alimentado las arcas del clan Pujol y que bailan en “miles de
millones”. Y ninguno usaba Bitcoin.
Para finalizar, una breve reflexión
sobre lo que es blanqueo y control del estado. En una agradable
comida que tuve hace unos días con un amigo notario, me explicó
cómo el estado no buscaba perseguir el delito de tráfico de drogas
como un delito de salud pública, sino como un delito económico. Y
lo más chocante que me contó fue que muchos “empresarios
ilegales” (pueden ser de drogas y/o de cualquier otra cosa) optaban
directamente por la “tajada para el estado”. ¿Cómo va la cosa?
Pues simple; yo soy un traficante con mucha mucha pasta, y me pongo a
comprarme casas y bienes inmuebles para blanquear (hacer legal) mi
dinero, pero eso hace que Hacienda (el gran vigilante) se dé cuenta
-entre otras cosas porque los notarios están obligados a
informarles- de que manejo mucho dinero que no saben de donde sale.
¿Qué cree el lector que hace “el estado”? ¿Investiga para
desarticular la trama de venta de drogas (o de trata de blancas) de
ese “empresario”? No. Nada de eso. El estado – siempre con ese
brazo llamado Hacienda- le llama al orden y le dice: “tronco, esta
pasta es mucha pasta, y nosotros no hemos visto ni un duro de todo
esto... ¿lo ves normal?”. Entonces el empresario se siente entre
amigos -hablan en mismo lenguaje- y sabe que simplemente es cuestión
de dinero, que no es nada personal.
El empresario llega a un acuerdo
con Hacienda, que en el peor de los casos es del 35% del dinero
detectado, pero el resto se lo queda y -¡tachán!- ha pasado a
convertirse en dinero legal. Y si el dinero era de drogas o de
prostitución de menores.... “pues oiga, que investigue la policía
que para eso está: nosotros ya hemos hechos nuestro trabajo y
tenemos lo nuestro”.
Triste, pero es así; una vez que tienen su
tajada, el criminal (y el crimen) le sale rentable al estado, porque
paga y calla ya que la otra opción es no pagar e ir al talego.
¿Y hacen todo esto con el Bitcoin?
Pues no. Lo hacen con dólares y euros, contratos millonarios,
petroleo, deportistas de élite, acciones, grandes bienes inmuebles,
arte y joyas... pero no especialmente con Bitcoin. Ciertamente
Bitcoin ha supuesto un salto de paradigma en la resistencia generada
por los usuarios de drogas frente a la guerra contra las drogas, ya
que resuelve una serie de problemas asociados con el pago de forma
brillante permitiendo nuevos modelos de mercado. Pero dichas
transacciones se limitan, por el momento, a ser meras anécdotas -del
tamaño de una gota- en el mar embravecido del comercio de drogas
ilegales.
Aunque para todo ese “común de los
mortales” que aún no conocen Bitcoin -algo que cambiará
radicalmente la economía monetaria arrastrada durante siglos- puede
resultar mucho más adoctrinante inducirles la asociación de la idea
del Bitcoin con la de delincuencia, blanqueo y drogas.
Sin embargo, al sistema no le viene
bien que usted sepa que el grupo financiero que realmente prestaba
sus servicios al narco, a los traficantes de armas y a los
terroristas, era el honorable HSBC. ¿El castigo por ser los
silenciosos banqueros de la peor calaña de asesinos mundiales? Una
multa y listo, recordad que esto va de dinero; lo de la ética es tan
sólo un espejismo sedante.
OpenBazaar: el sistema de libre mercado
online definitivo.
El día de ayer, 4 de abril de 2016, es
uno de esos días que casi nadie recordará especialmente. Murieron
Manolo Tena y Chus Lampreave y era otro “Lunes de Aguas” en
Salamanca -tradición que consistía en salir a recibir (cargados de
comida, bebida y dinero) a las prostitutas expulsadas de la ciudad
durante la cuaresma, y ahora repetimos gustosamente- pero seguramente
no es un día de esos que marcarás en tu calendario. Y sin embargo
se estaba escribiendo historia y lo hacia a los ojos de todos: ha
nacido -por fin- OpenBazaar, el hijo del nuevo paradigma del 100%
libre y anónimo comercio online.
Ha nacido sin hacer mucho ruido, y no
tiene a grandes empresas detrás apoyando la idea, por una simple
razón: no está hecho pensando en las empresas sino en las personas,
que son quienes se beneficiarán de su uso en primer lugar.
¿Qué es OpenBazaar? OpenBazaar es una
plataforma P2P de comercio anónimo y descentralizado, internacional
y sin barreras. Las únicas barreras -como bien indica el programa al
instalártelo- son las de la ley local que te afecte y las que te
marque tu propia conciencia, pero no hay que olvidar que vivimos en
un mundo donde las leyes y las disposiciones sobre mercado y
transacciones, están quedando obsoletas día a día con el
desarrollo de la tecnología digital en combinación con el pago
mediante criptomonedas, en este caso Bitcoin por ser la más sólida
y segura de todas (además de la primera realmente sin autoridad
central o emisora).
Quienes tengan idea de la historia de
los medios de pago online y de los mercados de bienes ilegales,
seguramente conocerán Liberty Reserve o les sonará de algo
relacionado. Liberty Reserve era una moneda de tipo digital que había
sido creada por un tipo llamado Arthur Budovsky, tras una experiencia
previa con otra moneda digital llamada GoldenAge que le llevó a la
cárcel. Al casarse con una costarricense y tras salir en libertad
condicional, fundó Liberty Reserve en Costa Rica, a la que denominaba
“un sistema privado de intercambio abierto al público”. En
realidad era un tipo que decidía convertirse en emisor de su propia
moneda, para no tener que darle explicaciones a ningún estado. Y por
supuesto que tuvo éxito: fue el medio de pago digital de primer uso
en los mercados online de drogas.
Eso molestó a los USA, quienes
decidieron cerrarle el chiringuito a Arthur, y se lo cerraron
haciendo uso de una ley que parece no venir a cuento -pero que
sabemos que sirve para todo- como es la “Patriot Act” en el año
2013. Además, como USA es así de rencorosa con los que consiguen
puentear sus sistema, emitieron una orden de captura contra el
fundador, que fue detenido en Madrid en el año 2013, en el
aeropuerto de Madrid-Barajas (ahora Adolfo Suarez, creo) cuando
intentaba volver a Costa Rica. Fue encarcelado y extraditado de
España sin hacer ruido, y la última vez que supe de él, se estaba
declarando culpable ante un tribunal usano de haber colaborado en el
blanqueo de 250 millones de dólares: le pinta negro al pobre
emprendedor monetario.
El problema de Liberty Reserve -como de
GoldenAge- es que detrás de la moneda, existía un emisor que hacía
de “banco central” a quien dar caza. Con Bitcoin ese problema
quedó totalmente resuelto al ser una moneda sin emisor central ni
autoridad jerárquica de ninguna clase.
Algo así le ocurre a OpenBazaar frente
a Silk Road (la creación de Ross Ulbricht y conocido mercado
germinal de drogas y otros bienes en la darknet). Silk Road, como
Silk Road II y otros mercados en la red Tor, fueron cazados -aunque
el modelo se repitió hasta ser común hoy- porque tenían una
persona detrás, que tomaba las últimas decisiones y un grupo de
ayudantes -desde moderadores y traductores a médicos y especialistas
en seguridad informática- a los que tenía en nómina para que le
manejaran la comunidad online que existía alrededor del mercado.
Había alguien a quien cazar, aparte de al vendedor y al comprador
(si el esfuerzo y las leyes lo permitían en cada país), detrás del
sistema: ¿quién es el dueño de este mercado?
En el caso de OpenBazaar, la respuesta
a eso es NADIE. O puede ser tú. O vosotros. O todos.
OpenBazaar nace con la vocación de
convertirse en la primera realidad digital de mercado 100% libre y
autónomo de la historia, aunque existe un grupo de desarrolladores y
personas trabajando para darte ese producto final que es el cliente
de OpenBazaar.
El cliente se trata de un sistema distribuido al modo
de los conocidos programas P2P de intercambio de música, con lo que
el “castigo penal” por alojar una web de venta un bien fuera de
los circuitos regulados por la ley no puede aplicarse sobre nadie en
concreto, y ni comprador ni vendedor tienen por qué dejar de ser
anónimos: de hecho no ser recomienda.
¿Es esto un mercado para drogas?
No. Decididamente OpenBazaar -al
contrario que los mercados tipo Silk Road- no nace con ningún
especial interés en los mercados de drogas.
De hecho, sus
desarrolladores se manifestaron algunas veces en contra del asunto, e
incluso advirtieron que no iban a dejar a los vendedores de drogas
“afinar” el sistema a su gusto y antojo. Pero cuando se les
preguntó que cómo lo iban a evitar, la respuesta fue el silencio.
En realidad es la expresión de una buena voluntad nada más. ¿Por
qué? El proyecto originalmente surgió de las manos de un conocido
hacktivista iraní llamado Amir Taaki y su “DarkMarket”, pero fue
finalmente abandonado y el código se liberó para que la comunidad
pudiera hacer uso de él. Los motivos del abandono de Amir fueron más
ideológicos -contra el control del proyecto- que técnicos. Como
dejó claro Amir: “No estamos aquí para encajar en el sistema,
sino para retarlo”. Y su idea había surgido tras la caída del
primer Silk Road, para impedir que pudiera volver a pasar.
La cosa es que pasó a manos de otro
equipo, liderado por Brian Hoffman, cuyo origen y base radicaba en
USA (el entorno del MIT y las agencias federales), que renombraron el
proyecto y le dieron “otro sabor”. Ellos mismos tenían un tono
cándido cuando decían que “les gustaría que la gente usase su
sistema para vender cosas ilegales, pero no inmorales” y daban como
ejemplo “leche sin pasteurizar” o “fuegos artificiales”. Lo
cierto es que saben que ellos, con un sistema creado para ser
autónomo, no pueden impedir que alguien venda drogas ni ningún otro
tipo de bien, y que por lo tanto el paradigma de OpenBazaar -desde
ayer por la tarde- es un animal vivo y en libertad del que no sabemos
cómo será su desarrollo hasta que lo tengamos delante.
Os recomiendo que -si estáis en este
mundillo de las nuevas posibilidades del mundo criptodigital- os
bajéis e instaléis el programa. Aún tiene fallos y cuestiones a
corregir, pero es el momento de coger vuestro nombre (bien sea como
cliente o como vendedor de aros para la nariz) y de empezar a
observar qué ocurre en un mercado 100% libre de acceso mundial.
Se puede elegir una instalación en
castellano, y no resulta nada complicada (básicamente elegir un
nombre y algunas opciones). Al momento de haberlo instalado, ya
estaba recibiendo privados de los primeros experimentadores en este
nuevo área digital, y también estrenando la función de bloqueo
para imbéciles y spammers. Hay un aspecto a señalar que no conviene
pasar por alto y al que será bueno que nos vayamos acostumbrando: la
figura del moderador en las transacciones.
Si bien para comprar o vender sólo
hacen falta dos personas, cuando la compra-venta se efectúa en el
plano digital y no en el presencial, puede que el comprador no se fíe
(de adelantar su dinero) o el vendedor no se fíe (de adelantar su
producto) y para posibilitar los primeros contactos comerciales, se
recurra a un mediador de prestigio. El mediador, que puede ser
cualquiera que lo desee, es alguien que cobra un porcentaje (en mi
caso un 3%, a lo catalán) por supervisar que la venta se produce de
acuerdo a determinadas condiciones previamente pactadas y a una serie
de puntos a los que se comprometen (o no) ambas partes. El ejercicio
de esta mediación bajo normas acordadas y por un tercero imparcial
de prestigio (la palabra prestigio adquiere un sentido concreto, como
buen “juez de mercado” y persona de fiar, ya que se ponen en
manos del mediador el sentido final del dinero que hay en juego.
Aunque como casi todo -salvo el pago con Bitcoin- en este mercado es
opcional, y no tienes por qué necesitar un mediador si tu vendedor
es alguien honesto y tú lo eres como cliente.
Es un nuevo paradigma al que
acostumbrarse como nos acostumbramos a Ebay en su día, o a Bitcoin
posteriormente, que nos permite destapar -por primera vez- la utopía
de un mercado totalmente libre, sin interferencia de ningún estado o
autoridad, y verla burbujear desde sus primeros momentos de vida
llenándose de clientes y vendedores de todas las partes del mundo.
Ayer ha nacido alguien que seguramente
te interesará conocer: OpenBazaar.