Sirva como introducción para otro texto que vendrá sobre estrategias de reducción de riesgos a la hora de manejar esos compuestos de alta potencia que se encuentran desde hace tiempo en los mercados on-line de drogas.
Hasta entonces, espero que os guste.
...............
El fentanilo.
A lo largo de la evolución humana
hemos atendido nuestras dolencias con los más diversos remedios.
Algunos los habíamos descubierto por ensayo y error, como es el uso
de las plantas medicinales, y otros llegaron a nosotros siendo
amuletos basados en primitivas costumbres derivadas del pensamiento
mágico, como podían ser los remedios curativos basados en supuestas
reliquias de santos.
Eso va cambiando y progresando a lo largo de la
historia según el hombre va ganando un mejor conocimiento de su
entorno y de la materia, dando un gran salto en el siglo XIX con la
aplicación de la química a los remedios naturales usados como
podían ser el opio o la corteza de sauce.
Uno de los grandes hitos y fiascos en
la historia de la Farmacia -y más en concreto de la farmacéutica
Bayer- fue la acetilación de los principios activos de esos dos
remedios naturales, dando lugar a dos hermanas en su nacimiento: la
aspirina y la heroína.
Actualmente Bayer prefiere recordar
simplemente a la aspirina, pero es una cuestión meramente temporal,
ya que su gran fortuna e imperio lo construyó sobre la venta de
heroína que publicitó como un remedio superior a los naturales
morfina y opio y que, además, tenía “la virtud de no causar
ningún tipo de adicción” como se conocía que causaba la morfina.
Huelga decir que la heroína resultó ser tan adictiva o más que la
morfina, y que tras ese fiasco prefirieron centrarse en la aspirina
como analgésico y olvidar el tema de la heroína, aunque a día de
hoy mate menos personas que su hermana la aspirina.
Un poco de memoria gráfica del pasado de la Bayer.
La distintas necesidades en los
distintos momentos históricos han marcado buena parte de la ruta
seguida por lo que entendemos como ciencia, y la síntesis de nuevos
compuestos no ha sido distinta.
Entre las razones que teníamos para
modificar los compuestos naturales se encontraba el hacerlos más
seguros, menos tóxicos, más potentes y el explorar nuevos usos.
Gracias a ese impulso se descubrieron drogas como la LSD que también
parten de precursores naturales. Los precursores naturales junto con
la información transmitida de forma oral en los distintos pueblos y
recopilada por curanderos, chamanes, brujos o médicos según la
cultura, eran la norma general, pero eso hacía a los países
dependientes en muchos casos de materias primas que ellos no tenían
o no podían producir como eran la hoja de coca o el opio.
Los estimulantes pronto fueron sacados
del grupo de los precursores naturales ya que la síntesis completa
de la metanfetamina -aunque inicialmente se partiera de efedrina- y
la de la anfetamina se consiguieron pronto por vías totalmente
sintéticas, pero en el caso del opio que hasta el momento había
sido considerado por los médicos como “la más importante de las
medicinas que Dios nos había dado” seguían siendo dependientes de
las fuentes naturales de morfina y otros alcaloides para su uso y
síntesis de otros compuestos que sirvieran con igual eficacia de
analgésicos narcóticos.
Las grandes guerras del siglo XX fueron
la espoleta definitiva para la búsqueda de fármacos y drogas que no
estuvieran vinculados a fuentes específicas, así como para crear
variantes que pudieran mejorar las fuentes de que se disponían,
consiguiendo drogas más potentes y por tanto más baratas de
costear. El flujo de grandes masas humanas en conflicto por todo el
planeta generaba necesidades especiales como son las propias de las
guerras y al mismo tiempo otras nuevas: los ejércitos habían
aprendido que resultaba mejor causar heridos al enemigo que causarle
muertos, porque los heridos se tienen que atender mientras que los
muertos no cuestan dinero. Un ejemplo de las creaciones derivadas de
esta forma de hacer la guerra y de responder farmacéuticamente es la
metadona, que fue creada en el año 1937 en la Alemania nazi para
resolver los problemas de escasez de opio que sufría el país,
aunque pronto su uso fue abandonado por los efectos tóxicos y
secundarios que mostró durante la fase de pruebas. Tras la 2ª
Guerra Mundial fue robada por los servicios norteamericanos a los
alemanes y pasó a formar parte de los botines de guerra.
Poco más de una década después del
fin de la segunda gran guerra en Bélgica, una pequeña empresa en
manos de una familia de médicos, como era la farmacéutica Janssen,
sintetizó el fentanilo. Paul Janssen con algo más de 30 años,
había sintetizado uno de los opioides sintéticos más potentes que
existen hoy día en uso. Pero no era su primera gran hazaña química
ya que de sus manos también había salido el conocido Haloperidol,
el neuroléptico de mayor uso en todo el mundo durante décadas y hoy
día todavía una de las medicinas consideradas esenciales por la
Organización Mundial de la Salud.
Hoy esa empresa tiene 20.000
trabajadores y está integrada dentro de Johnson & Johnson,
abarcando incontables campos dentro de la farmacia y otras áreas
industriales: ahora son uno de los pesos súper pesados del tinglado
a nivel mundial.
Aquí el señor Paul Janssen,
padre del fentanilo
entre otras criaturas.
El fentanilo era una molécula bastante
simple, que Janssen había logrado en una síntesis química de 4
sencillos pasos partiendo de un precursor que estaba fácilmente
disponible. Pero además el fentanilo tenía unas 100 veces la
potencia de la morfina, lo cual hacía que su síntesis fuera
extremadamente rentable en función al peso y abría sus usos a la
anestesia de forma casi generalizada. A día de hoy el fentanilo está
presente en los quirófanos de todos los hospitales del mundo y es
uno de los anestésicos de primera linea en humanos y animales.
Estructura química del fentanilo.
Pocos años después de su uso como
anestésico en la cirugía, se pudieron ver varios derivados no
fiscalizados del fentanilo en el mercado ilegal. El más notorio fue
el alfa-metil-fentanil que presentaba algunas mejoras claras en
cuanto al farmacocinética del compuesto original y que recibió el
nombre de “China White” en la calle.
Fue rápidamente prohibido
aunque salieron al menos una decena de nuevos compuestos derivados
del fentanilo. En el año 1991 la noticias advertían que en USA se
había detectado una droga que calificaban de 'heroína tóxica' y
que llamaban “Tango & Cash” que se aseguraba tenía 600 veces la
potencia de la heroína. Resultó ser otro derivado del fentanilo que
pronto se dejó de vender como tal por el reguero de muertos que
dejaba a su paso: los traficantes no quieren ataúdes que traigan a
la policía a su negocio sino a clientes satisfechos que repitan una
y otra vez.
El fentanilo inauguró una nueva forma
de prohibir drogas en el mundo, ya que por primera vez en su
prohibición no sólo se prohibía el compuesto, sino la familia de
todos los posibles derivados del mismo a través de una estricta ley
de análogos, que no ha evitado que a día de hoy el fentanilo no
farmacéutico y otros derivados como el acetilfentanil estén
implicados en brotes epidémicos de sobredosis entre usuarios de
opiáceos.
Los nuevos usos médicos y
presentaciones farmacéuticas.
El fentanilo y sus derivados son
potentísimos agonistas de los receptores opioides del cuerpo humano,
causando efectos similares a las endorfinas que el organismo genera
de forma autónoma o a la morfina del opio. Todos ellos actúan sobre
los mismos receptores dentro del organismo, variando principalmente
en cuestiones como la potencia por peso, la velocidad de absorción,
la duración del efecto o la vida media, pero con efectos similares.
Con una potencia 100 veces superior a
la morfina tiene dos usos principales: la anestesia quirúrgica y el
manejo del dolor tanto crónico como agudo. Por razones de seguridad
en su aplicación, durante décadas no estuvo disponible fuera de
quirófanos y entornos hospitalarios o de emergencias bajo manejo de
profesionales, pero en la década de los 90 se desarrolló una nueva
presentación: el parche de fentanilo.
La patente del fentanilo había
caducado ya y el beneficio de las farmacéuticas se ha ido
modificando en su origen: ya no es sólo la droga que suministran,
sino cómo la suministran al paciente. En ese mismo esquema se han
encontrado y encuentran todo tipo de drogas que dejaron de tener una
rentabilidad extra para las empresas debido al fin de la patente,
como las anfetaminas que han pasado a modos de liberación sostenida,
las inyecciones de 15 días a unos meses de efecto de neurolépticos,
o todo tipo de opiáceos y opioides como es el caso del fentanilo con
liberación sostenida o modificada de alguna forma.
Con la presentación en forma de parche
se conseguía -no sin problemas- una administración sostenida de
fentanilo en dosis óptimas para pacientes que sufrían de dolor
crónico o agudo de origen maligno como los casos de cáncer o no maligno
como el dolor crónico de distinta etiología.
Caja de parches de fentanilo de 50 microgramos/hora.
En principio los parches eran una
mezcla en forma de gel de un alcohol con fentanilo que estaba
contenido en un recipiente que permitía la transmisión a través de
la piel, pero este modelo de parche se mostró especialmente
peligroso ya que el más mínimo derrame del interior del parche de
gel podía suponer una sobredosis incluso para un paciente en
tratamiento habitual con el fármaco. Posteriormente el parche de
fentanilo pasó a ser una fina matriz de un polímero en el que se ha
impregnado una resina mezclada con el principio activo y que a la vez
funciona como pegamento sobre la piel: de esta forma la tasa de
absorción del medicamento es una constante en función de la
superficie aplicada y la temperatura de la piel, con variaciones
individuales según la grasa corporal y la zona de aplicación.
Aparte del parche la industria
farmacéutica ha creado otras muchas presentaciones -con nueva
patente y grandes beneficios- para el fentanilo: piruletas de
fentanilo, parches bucales de fentanilo, pastillas de disolución
inmediata con absorción intrabucal e inhaladores de fentanilo
completan la oferta de nuevas formas de administración de la droga a
pacientes legítimos en el uso médico.
Piruleta de fentanilo con una dosis de 1'6 miligramos o 1600 microgramos.
Hay que señalar que el fentanilo
pertenece a esa clase de fármacos en el que una dosis es suficiente
para matar a una persona que no debía usar el fármaco: el fentanilo
no se prescribe a pacientes que no tengan una cierta experiencia con
drogas agonistas opioides como morfina o similares. Tan letal es la
sobredosis de fentanilo que los restos de la droga que hay en un
parche usado bastan para matar a una persona.
Hace unos meses en USA
una niña de 12 años moría tras haber encontrado el parche de
fentanilo que usaba su abuela en la basura, y habérselo puesto sobre
la piel tomándolo por un juguete como una calcomanía infantil,
marchándose a dormir con el parche sobre su piel.
El antídoto es la naloxona, que es el
mismo antídoto para la heroína, morfina, metadona o cualquier otro
agonista opioide, pero cuya distribución es casi nula comparada con
la extensión del número de consumidores de opioides de prescripción
y de los familiares que están cerca de esas medicaciones, y por
tanto ven aumentadas sus probabilidades de tener un percance con
dichas sustancias. A pesar de ser una sustancia de coste despreciable
y de poder administrarse mediante inyección o mediante nebulización,
la difusión de la naloxona como elemento esencial de la reducción
de riesgos en el uso de fármacos es una asignatura pendiente en
todos los países.
El fentanilo como arma química:
combatiendo el terrorismo con drogas.
El 23 de Octubre de 2002 un grupo
terrorista formado por unos 50 integrantes tomaba al asalto un teatro
de Moscú en mitad de una función, cogiendo como rehenes a los
actores y a los espectadores junto con el personal del teatro.
El
asunto pintaba muy mal desde el principio, con terroristas bien
entrenados y fuertemente armados, parapetados entre explosivos y
dispuestos a morir en una demostración de fuerza frente al gobierno
ruso al que le exigían la retirada de todas las tropas de la región
de Chechenia. El grupo terrorista logró hacerse con unos 900 rehenes
ya que de la toma del teatro sólo pudieron escapar unas 90 personas.
Imagen del asalto al Teatro Dubrovka por el comando terrorista.
El secuestro empezó a dilatarse días
y el gobierno de Putin acabó tomando una decisión que, como poco,
estuvo muy mal planificada. Dado que no había forma de asaltar el
teatro donde se encontraban los rehenes sin que los terroristas
hicieran volar todo por los aires con explosivos, se decidió
utilizar un agente químico desconocido: el Kolokol-1. Su estructura
no ha sido declarada aún por los rusos, pero se sabe que es un
aerosol compuesto por un gas anestésico llamado halotano y un
derivado ultra-potente del fentanilo que podría ser hasta 10.000
veces más potente que la morfina.
El agente químico se infiltró por los
conductos de ventilación hasta llenar todo el teatro con una
concentración anestésica de dichas drogas, de manera que
literalmente anestesiaron a todos los ocupantes del recinto con una
dosis masiva de opioides. Eso cayó como una bomba sobre los agotados
cuerpos de aquellos que llevaban 3 días soportando y manteniendo un
secuestro, provocando la muerte de 128 rehenes por causa de las
drogas usadas mientras morían sólo 2 rehenes por la breve reacción
de los secuestradores al ver lo que ocurría.
Cadáveres del interior del Teatro
La falta de suficiente
naloxona a la salida del escenario de crisis, y en los hospitales que
recibieron a las víctimas, fue una de las causas del elevado número
de muertes que dicha acción provocó. Sin embargo el pueblo ruso,
días después, consideraba en un abrumador 83% que Putin había
gestionado bien la crisis a pesar de los muertos: el fentanilo había
entrado con alabanzas en la historia de las armas químicas.
El resultado de la acción de Putin con el kolokol-1 en víctimas inocentes.
Su historia en España.
La mayoría de las personas que no
hayan tenido relación con el fármaco o con un paciente que lo
tomase, es probable que nunca hayan oído hablar del fentanilo.
Incluso entre quienes usan los parches de este fármaco, a veces los
llaman incorrectamente “parches de morfina” y mucha gente lo
entiende así para simplificar y evitar mayores explicaciones.
Sin embargo es más fácil que
recordemos en nuestro país el nombre de Juan Maeso: el anestesista
que transmitió la hepatitis C a casi 300 pacientes en hospitales de
Valencia. Se ha dicho que era un adicto a la morfina pero en realidad
la morfina se le quedaba corta: era adicto al fentanilo.
No todos los yonkis llevan malas pintas;
algunos incluso trabajan
como anestesistas en los quirófanos.
Juan Maeso se inyectaba fentanilo
“Fentanest” usado para anestesia y otros opioides de lotes que
había infectado con el virus de la hepatitis C debido a su uso
repetido con jeringuillas reutilizadas.
Condenado a 2000 años de
cárcel de los que sólo cumplirá unos 20 y a indemnizar a cada
víctima con medio millón de euros, que pagó el estado como
responsable subsidiario, este adicto de alto nivel con la más alta
formación médica posible con respecto a las drogas adictivas, fue
el mayor vector de transmisión individual conocido de una enfermedad
crónica por el negligente uso y cuidado de las drogas y sus
dispositivos de inyección.
A pesar de saber que
estaba contagiando su hepatitis
a los pacientes, seguía usando las mismas jeringuillas
para inyectarse él y a ellos posteriormente.
El anestesista Maeso -como otros muchos
profesionales del ramo, que son el grupo laboral más afectado
por las drogas adictivas- podría haber sido un consumidor de dichas
drogas toda su vida sin haber causado daño a nadie, evitándole a la
historia otro caso en el que el daño causado a terceros no está
ligado directamente al consumo de drogas -como sería un accidente
bajo sus efectos- sino al régimen de prohibición general sobre las
drogas que derivó en ese uso despreocupada y chapuceramente
clandestino por parte de quien debía ser su adecuado gestor, creando
un precedente terrible en la historia de la medicina en España.