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domingo, 6 de diciembre de 2015

Marihuana sintética: los "spice boys"

Este texto fue publicado en la Revista VICE, esperamos que os guste.

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Marihuana sintética

Hubo un tiempo en que, como “drogas legales”, se vendían algunas mezclas de plantas que tenían efectos psicoactivos (suaves y poco relevantes). Plantas como la Damiana o el Loto Azul, servían para que quienes quisieran un poco de excursión psíquica legal intentasen encontrarla sin recurrir a opciones que la ley prohibía. Fue cuando nacieron los “productos herbales” o las mezclas de hierbas para fumar (aunque también las había para tomar oralmente, como el “éxtasis vegetal”) que en su origen no contenían más que plantas que no estaban prohibidas. Pero eso cambió hace casi una década.

En algún momento cercano al año 2006 alguna mente “creativa” pensó que, si bien el cannabis era una droga prohibida en prácticamente todo el planeta, había otras drogas que -en teoría- imitaban el efecto del cannabis y que eran totalmente legales en todo el planeta: los cannabinoides sintéticos. Estos compuestos que actuaban sobre los receptores del cannabis en el cuerpo humano, habían sido desarrollados dentro de la investigación médica, farmacéutica y química pero nunca habían sido probados ni pensados para que la gente hiciera uso de ellos. El primero en ser detectado en mezclas herbales, en el que se añadía a la materia vegetal para convertirla en una droga potente, era el JWH-018.




Las iniciales de ese compuesto, como las de otros muchos, corresponden al químico que los sintetizó en la década de los 90: John W. Huffman. Este buen hombre, un competente químico, presume de no haber roto la ley nunca, ni para una multa de exceso de velocidad, y que la única vez que se vio con la policía, tenía 15 años y fue por un fuego provocado -junto a un amigo- por un experimento de química en la calle. Les dieron un paseo en coche, con luces y sirenas, y tras asustar a los dos jóvenes químicos, les dejaron en casa. Durante muchos años, hay una frase que no quería decir: 


“¡¡FUMEN MARIHUANA!!”.

No la quería decir porque era una invitación a romper la ley, pero se ha hartado de repetir que "quien quiera que tome uno de esos compuestos, es como poco un descerebrado que es está exponiendo a sí mismo a una serie de peligros que ni siquiera se conocen por completo". 

Quien usa esa falsa marihuana o los cannabinoides sintéticos que son su principio activo, se convierte a sí mismo en un conejillo de indias que puede desde sufrir una muerte por fallo multiorgánico a que tenga suerte y no absorba una cantidad realmente peligrosa de compuesto terriblemente peligrosos.

Finalmente, y con el cambio de aires sobre la marihuana en USA, se atrevió a decir que: “los cannabinoides sintéticos son drogas dañinas y peligrosas, mientras que la marihuana o cannabis no lo es y eso nos lleva a la conclusión de que legalizar la marihuana es lo mejor que podemos hacer frente a estas drogas.”

A sus 81 años, ya retirado, sigue recibiendo emails de gente que le pide ayuda para hacer drogas. Directamente borra los emails. También ha recibido correos de personas que se han visto afectadas por familiares que se suicidaron tras tomar las drogas que él creo, y que han terminado siendo la falsa marihuana. Pero cómo dice él: no se puede ser responsable de la estupidez ajena.

En USA la población más afectada son las personas con más bajos recursos. Hay quien compra un paquete de esta falsa marihuana, hace varios “porros” con ello y los vende sueltos en la calle, a un dólar. El precio es ridículamente bajo, y técnicamente no están vendiendo nada que sea ilegal. Aparte, el otro gran nicho de consumidores son aquellos que o bien están en libertad condicional y sujetos a test de drogas, o bien por su trabajo también se ven sometidos a estos controles.

¿Pero qué es lo que te hacen esas drogas? Echémosle un vistazo al relato de uno de sus ex-consumidores.

“Al principio lo fumé durante meses. No era tan malo como ahora. Entonces te podías colocar con cuidado y aunque había casos extraños, parecía que eso sólo le ocurría a los que ya estaban mal de la cabeza. Para mí era una forma barata y legal de fumar porros, porque aunque podía conseguir marihuana no podía pasar las pruebas de drogas si fumaba cannabis, y así comencé a fumar Spice.

Pero hace unos meses las cosas empezaron a cambiar, los efectos eran mucho más fuertes y tenían cada vez más partes incontrolables o en las que no se recuerda que ha ocurrido exactamente. Algunas veces desperté inconsciente en el suelo o me encontraba en un entorno en el que no recordaba como había llegado hasta él. Hasta que me ocurrió aquello.

Esa noche había comprado una de las nuevas marcas que se estaban vendiendo en la gasolinera al lado de mi casa, y al principio todo fue como siempre pero al cabo de unos minutos el efecto empezó a ser desagradablemente intenso y en ese momento pensé que había ido demasiado lejos y que iba a morir. Avisé a mi madre y le pedí que me llevase al hospital, pero el tiempo se me hacía eterno: ella se vestía demasiado despacio y el hospital estaba demasiado lejos.

Nunca me había sentido así, era como estar profundamente enfermo en lo físico y en lo psicológico. Por dentro sentía como si mis entrañas ardieran, no era capaz de retener nada en mi estómago sin vomitarlo en el momento, y es la sensación más cercana que he tenido a que tu propio cuerpo fuera a decirte: se acabó y hasta aquí llegué. Mis pensamientos eran horribles, en los que se mezclaba el miedo hacia todo y todos con una serie de ideas paranoides que me advertían de las maliciosas intenciones de aquellos que me estaban ayudando: realmente querían hacerme daño, o eso creía mi mente.

Ya en el hospital, yo era incapaz de hablar correctamente o de rellenar mis datos en un formulario, así que lo tuvo que hacer mi madre. Según lo entregó, la persona que lo recogió desapareció y volvió con médicos y una camilla en la que me llevaron a una habitación. Pensé que querían hacerme desparecer y destruir mi cuerpo, lo que me hizo intentar huir y defenderme de cualquiera que se intentase acercar, pero es lo último que recuerdo.

Mi madre y los médicos me contaron que había pasado de ese estado de agresividad -donde rompí intentando escapar una puerta de madera a patadas- a un explosivo ataque convulsivo que me dejó inconsciente en el suelo, en donde permanecí catatónico varios minutos hasta que volví a despertar de golpe, para perder la conciencia poco después otra vez. Unas horas después, parecía que todo había terminado.

No volvería a fumar marihuana sintética aunque fuera la única droga disponible en el planeta.”


La revista VICE en UK ha elaborado un excelente documental de título "Spice Boys" sobre los efectos de estas drogas sobre las personas, contado por los propios usuarios.




Los efectos pueden ser tan variopintos como ansiedad, vómitos, miedo, agitación, alucinaciones desagradables, ideas paranoides como ser víctima de algún complot, psicosis, ataques epilépticos, catatonia, parálisis, infartos cerebrales y/o cardíacos y ocasionalmente la muerte tras un fallo multiorgánico. Una joyita de efectos secundarios, y todo eso para intentar conseguir el mismo efecto que el de un buen porro de marihuana. ¿Compensa?

A día de hoy, se han detectado en el mercado unos 140 cannabinoides sintéticos en mezclas herbales, aunque sólo el químico antes mencionado sintetizó más de 450. Por supuesto, según la lógica de la guerra contra las drogas, en cuanto esos compuestos se detectaban se intentaban prohibir, pero lo que se conseguía es que el fabricante variase la fórmula y se saltase la ley con un pequeño cambio químico. Esos pequeños cambios precedidos de prohibiciones estilo ratón-y-gato hicieron que se prohibieran los primeros compuestos usados, y que los que se incluyeran fueran menos conocidos y mucho más peligrosos. Por eso el riesgo que supone esa falsa marihuana: ni siquiera conoces el nombre del compuesto que estás tomando, y el mismo envoltorio o producto, dependiendo de cuando fuera preparado, contendrá una droga u otra.

Y no sólo cannabinoides sintéticos, también se han encontrado opioides -sustancias similares a la morfina- legales de alta potencia en esas mezclas, para aumentar el efecto que producen.

La situación en España es distinta, de momento, a la de otros países como USA o UK que sufren una epidemia de problemas derivados de estos consumos. En UK se ha dado la voz de alarma por el alarmante número de presos que han tenido que ser atendidos por estas drogas, ya que se pueden pasar fácilmente mezcladas con el tabaco y no dan positivo en los test, por eso son las drogas de elección para los presos en UK. 

Con todo esto la Reina inglesa, en un discurso de apertura del parlamento, dejó claro que iban a intentar poner un “blanket ban” o prohibición absoluta contra cualquier sustancia que coloque, como forma de atajar el problema. 

Y nadie parece recordar que es precisamente la prohibición -estúpida e irracional- de una planta esencialmente inofensiva como el cannabis, lo que nos ha traído hasta aquí.

En vista de que UK va a dejar de ser el paraíso de los legal highs (se consumen más donde más duras son las leyes contra las drogas ilegales) los distribuidores ingleses han empezado a poner sus ojos en el mercado español. Tienen un enorme stock que va a ser prohibido en breve, y están buscando salidas para sus productos. En ese intento por seguir haciendo negocio, han implicado a los grow-shop hispanos, que son esos sitios donde se vende semilla de marihuana y todo lo necesario para su cultivo. Están enviándoles -sin ser solicitado- grandes sobre con decenas de muestras de drogas de este tipo, desde los “legal highs” tipo “polvo blanco para esnifar” o las mezclas de falsa marihuana en paquetitos inofensivos con bucólicas imágenes de playas con palmeras, o con icónicos elementos alusivos al cannabis como la cara de Bob Marley. Su objetivo es que sus drogas se vendan “en el entorno del cannabis” ya que les presta su imagen de “droga sana y poco nociva”.

En una feria celebrada en la ciudad de Málaga -en su palacio de congresos dependiente de su ayuntamiento- entre los stands de los bancos de semillas de cannabis y otros productos relativos, se encontraban 2 stands de esta falsa marihuana y otras drogas legales. Uno pertenecía a una empresa llamada “Charge Products” y otro a una llamada “Subidón legal” (subidón LETAL desde entonces). 

Esta segunda "empresa" estuvo incluso animando a través de redes sociales como Twitter a que la gente pasase a probar sus productos, "sanos y seguros y no detectables en los test de drogas" (así lo vendían).



Por desgracia, esta oferta encontró receptores, y un par de chicos que aceptaron la invitación y probaron sus productos, se encontraban instantes después “bailando capoeira por el suelo” para terminar uno con un ataque epiléptico y otro con parálisis

Estos hechos fueron publicados en el periódico El Mundo, sección de Málaga, el 28 de septiembre del 2015.




Aunque existen testigos presenciales, es un asunto sobre el que hay corrido un tupido velo -nadie parece interesado en que se sepa- y poca información contrastable existe de momento, pero podría ser el primer caso -público- de daños derivados del consumo de marihuana sintética en España

A raíz de este lamentable incidente, tanto la organización de dicha feria, como las de otras que se celebran en el país, han dicho que no permitirán ya que esas empresas estén en dichos eventos. Un buen paso, aunque algo tarde: poderoso caballero es Don Dinero.

No quiero dejar sin mencionar la consulta que me hizo una persona hace un mes. Esta persona trabaja en un organismo oficial en una CCAA de España, y recibió una consulta que no supo atender

Desde un centro de menores (donde están bajo tutela del estado) le preguntaban “qué podía ser una droga que se fumaba, tenía efectos parecidos a los del cannabis, era legal, y que no daba ningún resultado en los test de drogas”. Sí, era esa falsa marihuana y los menores de edad en dicho centro la estaban usando, principalmente porque no es detectable en sus test y porque su tenencia o compra no es delito. 

Lo llamaban ingenuamente “tabaco feliz”.

Seguramente hasta que no tengamos algún muerto por estas drogas, no parece que aquí le vayan a prestar mucha atención al asunto. 

De momento lo mejor es que recuerdes que vale más la pena ser un consumidor de drogas ilegales vivo....... que uno de drogas legales pero muerto.



viernes, 9 de octubre de 2015

Cáncer y cannabis: Rick Simpson y su aceite

Este texto fue publicado en Revista Yerba y esperamos que os sea útil y os guste.

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Cáncer y cannabis.


La planta del cannabis es una fuente farmacológica natural con miles de años de uso, que ha ido adaptando su relación con los humanos (como han hecho otras plantas) a través de la selección y la cría de variedades escogidas para distintos fines con razones farmacológicas (de distintos efectos sobre fisiología de la persona) principalmente en ciertas variedades de cannabis -el psicoactivo- y buscando la producción de fibra en otros casos -como el cáñamo no psicoactivo.

En la selección que el cannabis psicoactivo -el farmacológicamente más activo- ha ido teniendo en su cría por el hombre, se seleccionaron ejemplares resistentes y productivos aclimatados a las zonas de cultivo pero al mismo tiempo con necesidad de una buena calidad, que le otorga un valor especial a nivel económico. Variedades más aptas para producir hashís, otras para la yerba. Unas más “cerebrales” y otras más “físicas”. Unas más estimulantes y otras más narcóticas.

Esas diferencias genéticas se expresan en su fenotipo y también en la fitoquímica de la planta. Cambia su coloración y sus pigmentos de una variedad a otra, pero también su principal producto de interés, que son los cannabinoides naturales. Son los responsables de que los efectos psíquicos y fisiológicos cambien de una planta a otra. Los más conocidos son el THC o tetrahidrocannabinol, el CBN o cannabinol y el CBD o cannabidiol.




Los usos terapéuticos que el hombre ha ido dando al cannabis a lo largo de su historia son de lo más variado y nos han llegado -muchos de ellos- a través de las investigaciones de antropología y etnomedicina relacionadas con esta planta, así como de cierta tradición oral que quedó bastante soterrada tras el inicio de la cruzada prohibicionista.

El cannabis se ha usado contra el dolor -con especial mención al de origen neuropático- de todo tipo, para frenar las náuseas y los vómitos, contra la espasticidad, haciendo frente a la anorexia por sus propiedades estimulantes del apetito, para el glaucoma que va dejando ciego aumentando la presión dentro del globo ocular, como ayuda frente a adicciones, ante el insomnio, para la epilepsia -campo en el que está cosechando grandes éxitos en tratamientos con niños resistentes a otros fármacos- o para el prurito o picor derivado de una función deteriorada por daño hepático, por poner algunos ejemplos que son ampliamente conocidos aunque no todos ellos estén soportados por pruebas científicas consistentes. Esta falta de datos realmente fiables, en buena medida, se debe a la prohibición sobre la planta que ha lastrado décadas de investigación y aplicación médica.


Y se ha usado para el cáncer.

Todos sabemos que el cannabis se usa “para el cáncer”; es uno de los “conocimientos asumidos” por el común de la sociedad. Algunas personas, enfermos a los que he facilitado el acceso a una correcta administración, tenían frente al cannabis un miedo similar al que la gente tiene a la morfina. Lo tenían asociado -injustamente- con la imagen de una sustancia tan adictiva y potente que sólo se “autorizaba” a los que iban a morir. Prácticamente el mismo mito que con la morfina, salvo que ésta sí es adictiva y que suele acompañar procesos terminales, recetándose con escasez para problemas de otra índole.

Otras personas piensan -más acertadamente- que se da para mejorar el apetito y reducir las náuseas en personas que, si bien tienen un proceso que es oncológico, necesitan de la ayuda del cannabis para soportar los efectos secundarios -muy groseros en ocasiones- que provocan los fármacos usados en quimioterapia a algunos pacientes (no a todos).



Y existe un grupo, dentro del colectivo global de usuarios de cannabis, que afirman propiedades curativas sobre el cáncer. Dentro de este grupo, hay personas que han mezclado muchas informaciones distintas y se han hecho una idea equivocada de las actuales posibilidades del cannabis en ese campo. Estudios y trabajos que, hace casi 10 años ya, afirmaban la capacidad de los cannabinoides para inducir la apoptosis celular -suicidio celular programado- en células cancerosas del tipo de los tumores pancreáticos, o en los agresivos glioblastomas cerebrales humanos o gliomas en animales como los que estudió el español Manuel Guzmán en un trabajo -conectado originalmente con un estudio de 1974 sobre células cancerosas y cannabis. Dicho estudio se llevó a cabo en un hospital de Canarias donde varios pacientes que habían sido operadores de tumores, fueron preparados para llevar un catéter a la zona operada que posibilitase la administración de los compuestos experimentales, algunos naturales y otros sintéticos y creados por farmacéuticas. Aunque parecía existir más interés por los métodos de administración de compuestos que son lipófilos (se disuelven en grasas pero no en agua) a las distintas zonas de acción de los tumores, sin provocar efectos secundarios graves, pero dentro de un dispositivo totalmente hospitalario y experimental. Fases de lo estudios que, con suerte, consiguen ofrecer algo nuevo y su forma de aplicación con grandes esfuerzos y años de trabajo.

Estos estudios saltaron a los medios hace años cuando se supo que ciertos cannabinoides -administrados en ensayos experimentales- parecían acabar con algunos tipos de células de cánceres que, en muchos casos, una vez diagnosticados su pronóstico suele rápidamente fatal. El que muchos enfermos tuvieran acceso a esa noticia científica les hizo adoptar la esperanza que eso suponía para su enfermedad, pero no para su tiempo: eran estudios experimentales aún y no fármacos aplicables a humanos, por los riesgos y problemas éticos que hacer eso conlleva. Pero muchos enfermos quisieron ver su esperanza en ello, llegándose a ver casos de personas que se ofrecían como cobayas, sin esperanza de sobrevivir pero con la voluntad de servir -al menos- como ayuda a la cura de otras personas con su mismo mal. No es raro si pensamos que muchas de estas personas medían ya el resto de sus vidas en meses o semanas, y sentían que no tenían nada que perder. No eran pacientes siquiera aceptables como cobayas sabiendo que iban a morir, ya que la ética médica y legal del momento ni lo llegaba a considerar. Una paradoja: condenados a una muerte segura pero con el impedimento legal de donar su cuerpo -y su vida- a un estudio médico que salve a futuros pacientes.



Es cierto que los cannabinoides -los que se sacan del cannabis, son unos 85 distintos, pero no sólo ellos- pueden resultar útiles para tratar experimentalmente ciertos tumores con grandes resultados, pero el salto de lo experimental, in vitro o in vivo, a lo clínico es un salto de muchos años y grandes costes. Sobre todo -en este caso- porque los cánceres suelen ser de tipo interno y eso hace complicada la administración efectiva de estos fármacos, sin causar mayores daños que los que se pretenden subsanar.

El cannabis no cura el cáncer. Los compuestos que actúan sobre los receptores cannabinoides -naturales o sintéticos- tienen propiedades útiles sobre algunos tipos de esas formaciones tumorales que llamamos genéricamente cáncer. Pero, como regla general y válida por el momento, el cannabis no cura el cáncer en humanos hasta donde sabemos -científicamente- a día de hoy.


El caso de Rick Simpson y su aceite.

Rick Simpson es un canadiense que en el año 1997 llevaba 25 años trabajando en un hospital como personal de mantenimiento. Su trabajo era cubrir amianto -un material muy tóxico para el ser humano- con una cinta mediante la ayuda de un aerosol que permitía la unión de ambos materiales. La pega es que dicho aerosol era muy tóxico si se producía una inhalación lo suficientemente profunda, y aquello acabó ocurriendo. Rick aspiró una cantidad alta del aerosol y eso le dejó inconsciente en segundos y colgando de unas tuberías que, de haber estado encendida la caldera que las alimentaba, le hubieran causado la muerte por abrasión al estar inconsciente. Cuando despertó, se arrastró como pudo y pidió ayuda, siendo llevado al hospital inmediatamente y tratado con oxígeno por los daños en el sistema respiratorio.

Aunque no era lo único dañado. Rick fue dado de alta en horas y enviado a casa, cuando a los pocos días empezó a sentir un ruido en el oído. El ruido fue in crescendo hasta alcanzar los 93 decibelios de sensación y fue la primera señal de que el gas del aerosol había dañado el sistema nervioso causando daños de tipo neuropático, en los que se envían señales sensitivas o motoras a distintas partes del cuerpo y sentidos que no corresponden con lo que se vive en el entorno, como un ruido insoportable sin origen en el exterior. En pocas horas estaba en el hospital de nuevo y lo trataron con carbamacepina (Tegretol), un fármaco común para dolor y problemas neuropáticos.




Tratado pero no solucionado el problema, Rick en el año 2001 era un zombi por los efectos de la medicación que le daban. Acudió a su médico, el cuál le había denegado, años atrás, el acceso al cannabis terapéutico bajo la premisa de que dañaba el tejido y la función pulmonar al fumarse. Rick le planteó la posibilidad de usar cannabis como aceite para no dañar al pulmón, cosa que el médico aceptó como menos nociva que fumar pero siguió negándose a recetarle cannabis terapéutico. La situación de Rick no parecía tener más abordajes posibles, así que una vez que había explorado lo que la medicina clásica le ofrecía, decidió por su cuenta y riesgo abandonar toda medicación y empezar a tomar únicamente un aceite de cannabis.

El resultado fue notable: el ruido que escuchaba no desapareció pero se hizo tolerable, bajó peso que le sobraba, mejoró su sueño -que estaba muy deteriorado- y bajó su presión sanguínea. El aceite de cannabis se hizo parte de su dieta inmediatamente por la calidad de vida que le aportaba.

Poco después, en el 2003, Rick se enfrentaba a su cáncer. Un melanoma, un cáncer de piel, que en principio se enfrentó con cirugía. Rick tenía 3 puntos peligrosos en su piel, 2 en la cara y 1 en el pecho. Se retiró uno de la cara, que tras la operación no cicatrizaba bien y supuraba pus, y los otros dos se retirarían más adelante. Pero Rick recordó el estudio de 1974 sobre cáncer y cannabis, y ya que lo tenía a mano pensó en darle a sus dos puntos afectados de melanoma una aplicación tópica. Así lo hizo, y las cubrió con venda. A los 4 días cuando retiró los vendajes, las dos zonas afectadas habían hecho desparecer el daño. Tan impresionado quedó que, al cabo de unas semanas, cuando el melanoma que había sido retirado quirúrgicamente se reprodujo, volvió a probar el mismo método y en pocos días estaba curado. Un cáncer de piel.

Lo primero que quiso hacer Rick fue compartir su descubrimiento y acudió a su médico y siendo atendido por su esposa, quien al escuchar hablar de “aceite de cannabis” rápido despachó a Rick diciendo que el doctor ni le daría eso, ni hablaría con él sobre ello, muy alterada. Rick comprendió que estaba solo con su descubrimiento. De ahí trató con el aceite a su madre para problemas de piel crónicos que sanaron rápidamente y pronto estaba compartiendo su conocimiento y su aceite con más de 50 personas para distintas dolencias, siempre de piel y uso tópico. Era sólo cuestión de tiempo que probase con cánceres internos, y así lo hizo, consiguiendo grandes mejorías y aumentos en la calidad de vida de las personas que lo recibían. Hasta que trató con éxito a una mujer con un cáncer de cuello de útero que quiso contarlo a los médicos. La agradecida paciente quiso contarlo y lo hizo ante la “Royal Canada Legion” que es una organización que cuida de los veteranos militares en el país. Pero lo que en principio fue bien, terminó mal con los dirigentes de dicha organización y la cosa empeoró mucho cuando, empeñado en compartir su conocimiento, envió un vídeo a las autoridades sanitarias que provocó una redada en su casa de donde le quitaron más de 1500 plantas de su jardín y fue acusado formalmente de cargos penales por cultivo y tráfico de cannabis, por primera vez.

El juicio en 2007 estaba sentenciado. A pesar de las declaraciones de 48 pacientes que Rick aportaba y no fueron admitidas, a pesar de que no se les dejó testificar, a pesar de que los expertos en cannabis enviados por el gobierno fueron desacreditados suficientemente por él ante la sala, fue condenado. El juez a la hora de imponer la sentencia dijo: “En mis 34 años de experiencia en el sistema legal no he visto jamás un caso como este. No hay intención criminal.” y aceptó que existía una evidencia médica que respaldaba lo que Rick estaba llevando a cabo. Pasó de enfrentar 12 años de prisión a pagar una multa de 2000 dólares, gracias a que el juez había ganado algo de conciencia durante el juicio. Rick, ante la situación que se le planteaba al magistrado le preguntó: “Si su hijo mañana recibiera un diagnóstico de cáncer... ¿le gustaría tener esta opción disponible?” y el juez no pudo sino agachar la cabeza y dar la sentencia menos dañina posible. Aún así Rick afirmó, tras ser condenado, que si alguna vez ser ciudadano de Canadá había significado orgullo para él, esto ya no sería así nunca más. Pero su método se hizo tan popular que, incluso en los mercados de bienes prohibidos que hay en la darknet -como el extinto Silk Road- invisible al Internet normal, es sencillo encontrar en venta preparaciones de este aceite con el nombre comercial de aceite de Rick Simpson.


¿Entonces el cannabis puede curar el cáncer o no? 
¿Qué dice la ciencia?

Pues la ciencia lleva muchos años demostrando que los cannabinoides pueden curar o mejorar varios tipos de cáncer, al menos actuar inhibiendo su crecimiento o incluso provocar su muerte celular o apoptosis. Los cánceres son patologías muy distintas que tienen orígenes y desarrollos totalmente distintos unos de otros, y lo que puede ser bueno para un tipo de células cancerosas puede ser malo para otras. Esto lleva ocurriendo muchos años ya, pero el clima prohibicionista y la íntima relación entre financiación de estudios y autoridades estatales han hecho que los resultados positivos fueran siempre minimizados y desincentivados, buscando siempre justificaciones para mantener la guerra contra las drogas y su hipercostosa maquinaria.

Hasta que este abril, el NIDA o “National Institute on Drug Abuse” de los USA dejó pasar, como correcto, un estudio que reconocía la capacidad de dos compuestos del cannabis, el THC y el CBD, para combatir algunos de los tipos más agresivos de cáncer cerebral. En experimentos con ratones tratados a la vez con radioterapia, no en humanos aún. Pero abre la puerta al aceptar las posibilidades médicas de dichos avances. Parece poca cosa, pero decir NIDA en materia de drogas, es como mentar a la Santa Inquisición en casa de un hereje, o así ha sido hasta ahora: el enemigo más fiel y mejor financiado de todo el prohibicionismo científico. Es un logro, signo de los tiempos, ese paso o descuido por parte del temible NIDA.

Y para rematar la expectación se publicaba a final de mes un estudio realizado en el 2014, llevado a cabo por el Laboratorio de Dermatología experimental del Departamento de Dermatología y Alergia de la Universidad de Bonn en Alemania, que revelaba datos importantes sobre la patogénesis de los cánceres y el rol de los cannabinoides en algunas de ella. Lo primero que comprobaron es que el THC no influía ni tenía que ver en el desarrollo y formación del cáncer del piel químicamente inducido in vitro. Pero al mismo tiempo que el THC resultaba útil para inhibir el crecimiento y desarrollo in vivo de melanomas trasplantados a ratones, actuando de forma antagonista sobre el microentorno protumoral inflamatorio, aplicado de forma tópica (sobre la piel de la zona).




Eso viene a dar la razón -o al menos a sentar las bases para la explicación- sobre los casos de cáncer de piel, u otros problemas de la dermis, y a abrir a los científicos a una vía de administración que para estos compuestos es muy interesante porque se evitan los efectos psicoactivos que tienen sobre el SNC. Es muy posible que de estudios como estos salgan las primeras aplicaciones “científicamente justificadas” para tratar el cáncer de piel con un fármaco que hasta ahora se ha mostrado esencialmente inocuo en su administración transdérmica. Y, tal vez, que abran paso a la evidencia de curación de estos problemas usando una elaboración casera, de una planta que es accesible a cualquiera.

¿Que es lo que no quiere decir esto? No quiere decir que a partir de ahora ya podamos decir que el cannabis cura el cáncer, porque es mentir. Algunos cannabinoides tienen efectos terapéuticos sobre ciertos tumores, pero de la misma forma que en este caso mejoran el diagnóstico del cáncer de piel, en otras lineas celulares de cáncer -como pueden ser el de pulmón y el de mama- los agonistas de los receptores CB1 y CB2 -los cannabinoides- estimulan el crecimiento del tumor, empeorando el pronóstico.

No es lo mismo la planta del café que la cafeína pura, ni sus efectos son iguales en el cuerpo.
Tampoco la planta de cannabis y el cannabinoide THC puro, no son iguales en sus efectos una cosa y la otra aunque compartan un porcentaje de su química.
Si bien parece claro que el cannabis es un remedio para innumerables dolencias, con unos problemas derivados de su uso que son casi nulos frente a los efectos secundarios de otros fármacos, no parece que podamos afirmar que la planta cura el cáncer (con todo lo que eso significa).

La historia también nos enseña que, en ocasiones, los médicos son los últimos en enterarse de algo importante. No hace falta más que recordar cómo los anuncios de tabaco en USA hace 50 años venían con un médico representado que te decía que el tabaco “de tal marca” era sano y seguro. O la vergonzosa historia de la talidomida del laboratorio Grünenthal , recetada para “las molestias del embarazo” como fármaco seguro, que provocó el nacimiento de miles de niños con deformidades físicas y un número incontable de abortos. Y si tengo que contestar con honestidad a la pregunta que Rick Simpson hizo a quienes juzgaban sus acciones por ayudar a otros con sus enfermedades, si yo -o un hijo mío o cualquier amigo o familiar- tuviera un cáncer de piel “accesible” desde el exterior estaría aplicándome aceite de cannabis tan pronto saliera de la consulta del oncólogo que me confirmase el diagnóstico.

Tan serio es el asunto, que en Oregon (USA) a pesar de tener una ley que prohíbe a los estudiantes usar ningún fármaco comprado sin receta (over the counter, OTC) salvo los autorizados -ni un paracetamol sin receta- en una lista hecha por las autoridades, han aceptado cambiar dicha ley en la cámara del estado. ¿Para qué? Pues para permitir que los escolares puedan usar, en horas de colegio, crema protectora contra el sol. ¿Suena de locos, no? Lo es. Sólo es otra consecuencia más de la guerra contra las drogas, el temor a que las escondan incluso estudiantes y hasta en los envases de crema solar. Pero a pesar de su paranoia han votado de forma unánime para permitir que los niños no se quemen con el sol al salir al exterior, y todo debido al cáncer de piel con tasas en creciente aumento.

El cáncer de piel es una forma de cáncer que suele ser tratable y tener un buen pronóstico, aunque en ocasiones es muy agresivo y se extiende por todo el cuerpo haciéndolo intratable. De esta forma, el cáncer de piel llega a matar a 10.000 personas al año sólo en USA; varias veces más que todas las drogas ilegales juntas. Y estamos muy poco concienciados sobre este tipo de cáncer, que aumenta las posibilidades de aparecer con cada insolación no buscada que nuestro cuerpo sufre o con cada exceso de dosis que le metemos a la piel buscando un color más moreno.

El cannabis al fin ocupa el rol destacado que debía haber tenido desde hace décadas dentro de la investigación médica de nuevas terapias, esta vez contra el cáncer de piel y en fases todavía tempranas pero prometedoras, por derecho propio.


DROGOTECA.



martes, 29 de septiembre de 2015

Marihuana Sintética: la muerte se coló en los grow-shops


Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que os guste, sea útil y sirva de advertencia sobre una basura que no tendríamos cerca si el cannabis fuera legal.

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Marihuana Sintética


Recuerdo con cariño la época en que se podía comprar un montón de plantas psicoactivas en los grow-shop de España. No era difícil encontrar corteza de San Pedro (la parte verde que más alcaloide mescalina contiene) o esas “sleeping bags” que se vendían como “ayuda para el sueño” y que por algún mágico efecto te hacían dormir cuando lo que contenían era una dosis de setas con psilocibina, y obviamente la gente no las compraba para dormir ni para ponerlas debajo de la almohada, ni el San Pedro lo usan para “eliminar las radiaciones que emite el ordenador” -se vende con ese mito en muchos lugares- sino que ambas cosas, normalmente, la gente se las comía.


No fueron los únicos productos no cannábicos que vimos durante tiempo en los grows: semillas de rosa lisérgica con la amida del ácido lisérgico, Lactuca virosa para producir “lactuario” (una especie de opio), salvia divinorum, efedra, ayahuasca... etc. Había muchos, hasta que una ley que sacó el gobierno en el año 2004 sobre plantas “tóxicas” dejó las estanterías vacías de todos esos bienes que hasta entonces se podían conseguir sin problema.

Todas estas plantas, eran legales hasta ese momento (su venta) y dejaron de serlo, evitando que se vendieran en Grow-Shops porque, como se dijo en aquel momento, eso causaba alarma social.
Pero todos estos productos tenían una cosa en común, y que comparten con el cannabis o marihuana: ninguno de ellos había matado nunca a un ser humano.

La barrida del 2004 contra las “plantas mágicas” que se podían adquirir con facilidad, aunque se vistió como una ley sobre el medicamento y la botánica, era una bala dirigida a la comunidad psicoactiva del país: “no os vamos a dejar usar drogas, y si son legales las prohibiremos”.
Nada nuevo por otra parte, o nada que no pudiéramos esperar de los políticos que nos quieren y nos cuidan.

Desde entonces, en los grows, apenas se pudo vender nada que no fueran semillas y abonos. Hubo algunas cosas que resistieron (aun lo hacen) como puede ser la psilocibina -ahora en forma de trufas mágicas- y la mescalina del San Pedro, que ahora en lugar de venderse como corteza ya seca, se vende como el cactus vivo, lo que es totalmente legal por motivos ornamentales.

El gobierno de turno, en su afán de que no nos pase nada malo, nos había quitado el acceso a un montón de productos que, sobre todo, no mataban. Como el cannabis. Plantas con miles de años de uso que no mataban.


Superando el bache.

Fue un palo para los grows, porque mucha gente que no es fumadora o usuaria de cannabis, tenía una relación frecuente con el grow, para otras muchas plantas distintas y eso fue un ingreso que rápidamente dejaron de tener.

Por esos mismos años empezábamos a escuchar hablar de los “legal higs”, tal y como les conocemos ahora, porque hasta entonces buena parte de los “legal highs” habían sido esas plantas o semillas que buscaban darte una experiencia psicoactiva sin tener que cruzar la barrera de la ley. Pero eso estaba a punto de cambiar; llegaban los nuevos “legal highs”, que no podían ser esas plantas ya prohibidas, y ahora eran compuestos químicos de nombres impronunciables, con efectos que podían ir desde algo similar a la LSD, como a algo similar a la heroína, como a la cocaína, anfetamina, MDMA... y al cannabis. Y sí, eran legales y la mayoría, lo siguen siendo.

¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo van a prohibir plantas y setas inofensivas relativamente par dar paso a sustancias que imitan las que ya tienen prohibidas? Pues porque -hasta ahora pero no me atrevo a decir si seguirá siendo así en el futuro- nuestro modelo legal y mercantil no opera sobre el mercado mediante prohibiciones, no mediante regulaciones, con lo que lo importante es si la sustancia está fiscalizada (prohibida o controlada) ya que si no es así, la sustancia es legal con nuestra legislación en la mano. Con la nuestra y con la del 99% del planeta.

Pensar que si una sustancia está en una tienda en venta al público, tienes seguridad si la compras y la usas porque “si no fuera segura no la venderían así de fácil”, te puede costar la vida. Y no serías el primero. Estas sustancias, los “legal highs”, tienen su mercado e interés en dos puntos: imitan drogas prohibidas y son legales. Ambos son igualmente importantes, porque el primer punto hace que el consumidor lo quiera como sustituto y el segundo que se sienta confiado dado el status legal del producto.

No paso mucho tiempo tras la prohibición de las plantas hasta que pudimos ver cómo algunos grow shops, empezaban a poner a disposición del público “esas sustancias legales”. En aquel momento, el conocimiento general que se tenía sobre estas drogas, era bastante bajo. Sustitutos legales, que era lo que importaba. Pero eso no tenía por qué ser malo indefectiblemente: la 2C-B entre otras muchas se ha vendido, en algún momento de su historia (antes de ser ilegales) en grow-shops o head-shops.



Pero, POR SUERTE, el estado español está bastante bien surtido de drogas ilegales. Todas esas sustancias prohibidas, aunque lo están, no resultan difíciles de conseguir aquí. No necesitamos sustitutos de la cocaína porque nos tenemos el mercado llena de ella, no necesitamos sustitutos del MDMA por la misma razón y porque resulta sencillo de conseguir, y no necesitamos sustitutos del cannabis porque tendríamos cannabis para abastecer a media Europa (¿o ya lo hacemos?).


La droga más peligrosa del mundo: 
cannabinoides sintéticos.

Antes de que nadie me chille por es afirmación, aclaro que ese apodo se lo han puesto a casi todas las drogas en algún momento dado, pero en este caso creo que es la primera vez que se podría usar sin miedo a estar “equivocándose mucho”.

A diferencia del cannabis, la falsa marihuana o cannabinoides sintéticos, matan y lo hacen con relativa facilidad. Tenemos casos de personas muertas con una sola calada del producto, o fiestas de facultad que se han convertido en un paseo de ambulancias con una veintena de jóvenes hospitalizados. De momento se estima que 1 de cada 8 personas que prueban estas drogas, pasan al menos 1 vez por urgencias graves (sólo una si mueren en esa) de hospital, con cuadros que incluyen delirios, problemas cardíacos, isquemias cerebrales, ataques epilépticos, muerte.... con una sola calada.

En este año, las cifras de atención que va facilitando el centro nacional de toxicología de USA dan miedo y muestran algo que ya está aquí: en enero hubo 359 “envenenamientos”, en febrero 273, en marzo 269 y en abril hemos pasado de 1500 casos. Aunque son drogas que llevan entre nosotros unos años, con mas o menos éxito, está explotando con sus peores propiedades en este momento.

Estas drogas que imitan los efectos del cannabis, tienen su origen en la investigación científica que las creó (para su uso en investigación, nada más) y la prohibición de las drogas. Sin una prohibición sobre el cannabis que te convierta en criminal por producirlo o usarlo, nunca una imitación del cannabis con gravísimos efectos y riesgos para quien lo usa, nunca hubiera tenido un hueco en el mercado. ¿Quién prefiere usar una imitación teniendo el original? Y como todos sabemos, el cannabis seguiría sin haber matado a nadie, como sigue sin hacerlo hoy.


El asunto de los grows hispanos.

Por suerte, la inmensa mayoría de grow-shops en España no venden estas basuras mortales.
Todos ellos tienen acceso a las mismas, existen distribuidores en el país y fuera de él, que les proveen de todas las “neodrogas legales” que quieran. Pero casi ninguno (hay algunos, no sé si por miserables o por imbéciles) se le ocurre vender semejante producto a un cliente. En primer lugar porque los grows no están para vender imitaciones de cannabis, sino para el cultivo del mismo. Y en segundo lugar porque un problema con un cliente y esas sustancias, les traería una cascada de problemas legales que nadie con dos dedos de frente quiere pasar. Y el motivo extra: su cliente se pueden matar -o quedar vegetal en una silla de ruedas- con esos productos que la mayoría no vende.

Si bien a los grows, las distribuidoras (legales) de estas neodrogas (legales) les ofrecen regularmente esos productos, cannabinoides sintéticos (hasta dentro de los líquidos para los cigarros electrónicos) y otras drogas, mi experiencia es que pasan de ellos como de comer mierda. Y bien que hacen, no se complican y no traen nada que mata a una tienda que, como las que pivotan en torno al cannabis, son esencialmente tiendas saludables y con mucho cliente terapéutico.

Pero hace dos días me avisaron de un grow-shop, que estaban volviendo a enviar paquetes con distintos productos, y que ademas de ser cantidad venían varios de cannabinoides sintéticos en su forma de “falsa marihuana”: materia vegetal en la que se ha mezclado el compuesto sintético.

No solo los grows están recibiendo estos “paquetes”, sin pedirlos ni haberse interesado por el asunto, sino que son enviados desde el Reino Unido sin identificación alguna: un sobre acolchado SIN REMITENTE con sello inglés. En estos momentos, Reino Unido está tomando medidas drásticas para luchar contra estas drogas -que fueron mencionadas en el discurso de hace unos días de la reina anunciando el plan contra ellas- y es posible que se enfrente a una prohibición que haga ilegales -allí- todas estas sustancias asesinas. Los productores lo saben, los distribuidores también, y están buscando nuevos mercados donde poder seguir vivos y ganando dinero a costa de producir jóvenes muertos.

En el grow-shop que me informó, “El Jardín de la Alegría” en Salamanca, iban a hacer con el paquete lo que han hecho con otros similares: tirarlo a la basura nada más verlo. Pero en esta ocasión les hizo gracia la variedad y la cantidad, así que me preguntaron si me interesaba... y claro que me interesaba!! Hay que avisar a todos los grows de lo que está pasando, porque con estas drogas, una calada puede ser bastante para quedarte sin hermano, novia o amigo.

En el paquete que está enviando la compañía inglesa, hay 25 paquetes preparados para la venta, de unas 12 especializades distintas, que incluye los siguientes nombres: Sensate, Hooter, Focus, Sirius, Armageddon, Genesis, ReGenesis, Bamboo, Fiji Wave, Fiji Wild, Chillout.
Sólo uno de ellos, da una indicación de su contenido (posible): un sobre con metiopropamina, una pseudoanfetamina legal, pero no indica ni pureza ni dosis ni nada. Solo pone su nombre en rosa, pero nadie te asegura que el compuesto sea ese.

No sólo están buscando nuevos mercados, sino que lo hacen sin importarles nada quien reciba dichos paquetes: muchos de los que lo han recibido, lo han dejado en casa (en otras ocasiones) y han terminado usando “algunas de las drogas que venían”, sin saber cuáles ni cuánto, ya que dentro del sobre sólo está el polvo para esnifar o el producto vegetal para fumar. Ni una indicación en todo el paquete de cómo proceder con eso.

O sí, una bien grande: 
NOT FOR HUMAN CONSUMPTION.




Para terminar, quiero comentar que hace unos días, una persona de la administración, responsable del área de drogas de una comunidad autónoma, me enviaba una consulta sobre una droga que (textualmente) “hace los efectos de la marihuana y es legal”. La consulta venía remitida por una profesional que trabaja con menores en centros especiales (con tutela judicial) porque habían detectado que algunos chicos en un centro, fumaban esa droga pero no daban positivo a los test de THC, y ellos no tenían idea de qué podía ser.

El nombre por el que la llamaban los chicos no podía ser más ingenuo: “tabaco feliz”.
Tabaco feliz a una sustancia que te puede matar con una calada. Y todo esto porque seguimos en un mundo en el que la mejor protección y más segura contra ese tipo de drogas, los cannabinoides sintéticos, es el cannabis pero nosotros lo tenemos prohibido.

Ahora, tú decides: ilegal fumador de cannabis natural, o muerto legalmente por cannabinoides sintéticos.
Elige salud, elige ser ilegal.... al menos en esto.



Drogoteca.



lunes, 29 de diciembre de 2014

Research chemicals y Bitcoin

Este texto fue publicado en ElBitcoin.org y esperamos que os guste.

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Los research chemicals y el Bitcoin.


La estúpida e inquisitorial prohibición sobre las drogas y la consiguiente criminalización de los usuarios ha tenido horribles consecuencias para la humanidad al completo, independientemente de si uno consume drogas -legales o no- y de cuáles consume. Dentro del abanico de horrores que nos ha dejado esa infantiloide política supra-estatista, tenemos a las mafias de narcotráfico, la adulteración, el engaño vendiendo una sustancia por otra, la violencia a la que puedes verte enfrentado en el momento de realizar la compra de las sustancias, o la hipócrita coerción estatal mediante multas, prisión, amputación de miembros, tratamiento psicofarmacológico forzado con reclusión incluida y en algunos países -para alegría de ciertos sectores moralistas y enfermizos- la pena de muerte.




Aparte de esa lista incompleta de grandes logros de la guerra contra las drogas, tenemos a los “research chemicals”. Ese es el nombre con el que cientos y cientos de compuestos se han conocido en los círculos habituales de la psiconáutica. Es el nombre más técnico que usábamos mayoritariamente hace décadas cuando trabajábamos con sustancias que eran prácticamente desconocidas en sus efectos, dosis y riesgos. De ahí su nombre “research chemicals” que quiere decir “sustancias químicas para investigación”.



Todas las sustancias han sido, en algún momento dado, “research chemicals” y todas han tenido que ser probadas de manera que sus efectos y riesgos pudieran ser evaluados más allá de la teoría, primero con animales y luego con humanos -en caso de que los primeros resultados fueran satisfactorios dentro de lo que buscado. La MDMA o éxtasis era un research chemical hace 3 décadas, hasta que lo prohibieron. No es que el prohibir sea lo que hace que algo pierda su condición de “fármaco o droga de investigación” sino que hasta aquel momento de 1985 en que prohibieron la MDMA, esas drogas se prohibían cuando habían alcanzado notoriedad, o bien por su uso o bien por su mal uso y sus consecuencias, de manera que la parte de “investigación” había desaparecido en gran medida, ya que eso solía conllevar que la sustancia había sido tomada por muchas personas distintas, durante un plazo “amplio” de tiempo y que dicho hecho junto con los estudios que se solían hacer antes de prohibir algo -aunque el resultado estuviera determinado desde el principio- hacían a la sustancia “aceptablemente conocida por la ciencia” perdiendo su característica de “research”.

En el panorama internacional de prohibición de las drogas más conocidas, seguras y habituales para el ser humano, llegaron estos nuevos fármacos que tenían como principal propiedad algo que a algunas personas les parece tan importante: ser legales o al menos, alegales. No estar fiscalizados, prohibidos, vigilados... de manera que se pueden adquirir legalmente. Algún inocente lector podrá pensar que si no están prohibidos, será porque no son tan peligrosos como las drogas que siempre -o casi- lo estuvieron (las clásicas heroína, cocaína, LSD, cannabis, anfetaminas y MDMA) pero no hay nada más letal que esa idea. Y hablo de letal de verdad: de contar por centenares las personas que mueren cada año por consumir sustancias totalmente legales y adquiridas de forma legal.




¿Cómo puede ser eso si los defensores de la re-legalización de las drogas argumentan que con sustancias puras y controladas no habría tantas muertes y daños?

Estas sustancias, mientras mantenían el status de sustancias de experimentación -empezando por la forma de referirse a ellas- recibían un cuidado especial por parte de quienes osaban adentrarse a relacionarse con ellas, porque para empezar, tenías que tener formación para saber que eran drogas psicoactivas y poder leer sobre ellas para encontrarlas, comprarlas y usarlas. 

La nomenclatura química no es algo sencillo de recordar, a no ser que pongas mucho interés o porque te va la vida en ella. Y cuando se trataban con ese cuidado, los problemas y muertes derivadas de su uso fueron algo minoritario y bastante puntual -como el caso de un conocido que recibió de un laboratorio en China una sustancia mal identificada por un par de letras, y cuyo error le costó la vida (el caso de la 2C-B-Fly y la 2C-B-DragonFlya pesar de ser un experimentado vendedor de esos productos en internet- porque el círculo de uso se reducía a “los más geeks de las drogas”. 

Los empresarios legales de las drogas, con pocos o ningún escrúpulo, empezaron a poner a disposición del gran público esas sustancias. La cosa cambiaba y pasaba de ser un hobby arriesgado de personas con bastantes conocimientos a “la forma legal de drogarse”. Así entraron rompiendo en el mercado, especialmente en el de países donde la sanción legal al consumo o la tenencia es desproporcionada, como en Reino Unido o USA, ya que el usuario podía conseguir los efectos de drogas prohibidas, incluso decenas de veces más potentes, sin que pudiera ser sancionado legalmente... pero poniendo su vida en juego, para evitar la multa o la sanción.



En su asalto al mercado legal y para no resultar escandalosamente llamativas las empezaron a vender bajo la apariencia de “sales de baño” o “abonos para plantas”, de manera que los controles en las fronteras fueran todavía más flojos, y siempre conscientes de que eran sustancias legales -en UK se llaman “legal highs” o “colocones legales”- pero que no podían ser vendidas para el consumo humano

Eso quedaba en manos del comprador, hacer lo que quisiera con ellas, pero siempre se indicaba que no eran sustancias para consumo humano aunque era una perversión del mercado. 

Para facilitar más el asunto dejaron de llamar a las sustancias por sus nombres químicos, que son los que definen claramente un compuesto, y pasaron a ponerles nombres comerciales, tipo “Spice” o “Bonzai” o “Red Dove” y un envoltorio vistoso con colorines; cualquier cosa valía. Y tanto valía que si una de las drogas que ellos vendían era prohibida, la sustituían por otra que no lo estuviera... aún. 

Una y otra vez riéndose de una ley que nació para ser violada.



El resultado ha sido un montón de jóvenes, con poca experiencia en drogas, intentando no tener problemas con la ley, pero tomando sustancias casi desconocidas en el ser humano y sin el derecho a saber cuáles consumían ni en que dosis, ya que al estar prohibido para consumo humano nadie podía indicar lo contrario. Las drogas más peligrosas, con mucha diferencia, son totalmente legales: compras un paquete con 4 pastillas, o una bolsa con unos polvos, o un líquido en un vial, y lo toman creyendo que el hecho de ser legal en su venta las hace seguras en su consumo.

Un mortal error derivado de pensar que las drogas que están prohibidas lo están por motivos de salud y de protección al ciudadano. Eso no es así, y los amantes de “lo legal” pueden encontrarse en serios problema al dar por supuesta la relación inexistente entre legal y seguro.

Solemos pensar que las drogas y su relación con el Bitcoin se reduce a la darknet y los mercados tipo Silk Road, pero eso no es así en este caso. Los vendedores de estas drogas legales se encuentran en la “surface web” o web visible. Basta con poner “buy research chemicals with bitcoin” para encontrar decenas de páginas donde puedes comprar variedades inimaginables de sustancias hace 20 años, que abarcan desde los opioides (ultrapotentes algunos) como el AH-7921 o el W-15, a estimulantes como la MDPV o “la droga caníbal” bautizada así por la prensa partiendo de una mentira, pasando por psiquedélicos de 48 horas de duración en sus efectos a los cannabinoides sintéticos, que son posiblemente las drogas más peligrosas que hay en el mercado ahora mismo.
El hecho de que muchas personas no quieran ver su cuenta del banco con anotaciones sobre compañías que venden drogas -aunque sean legales- y la circunstancia de que una gran masa de los usuarios de Bitcoin llegaron al mismo gracias a Silk Road y ese tipo de mercados, ha facilitado mucho que esas compañías legales pusieran sus ojos en los usuarios con Bitcoin a pesar de no necesitarlo

Al mismo tiempo, el que un joven que tuviera Bitcoins usados para comprar en Silk Road hace mucho más fácil que aún teniendo acceso a las drogas clásicas prohibidas (mucho más sanas y seguras que la mayoría de los research chemicals legales, aunque sólo sea porque existen patrones de uso conocidos y aceptados) acabe comprando alguna de esas sustancias en alguna web legal.

Para más peligro, estas sustancias son todas de unos precios ridículamente bajos, y con unos 50 dólares en drogas, puedes escoger entre distintas de ellas capaces de matar a varias personas sin gastar más dinero. De momento no se ha dado el caso, pero es cuestión de tiempo que alguien con conocimientos de estas sustancias (basta con saber leer y buscar en Google) pueda usarlas con intenciones criminales, y en muchos de los casos, basta con unos pocos miligramos. Pueden ser consideradas drogas recreativas y como venenos mucho más potentes que el cianuro potásico. Son ambas cosas.

Estas drogas no necesitan a Bitcoin para poder venderse huyendo del control de los prohibicionistas, ya que aprovechan la superioridad de la química y su velocidad frente a la de los cambios legislativos y su torpeza, pero aún sin necesitar de él, no han perdido tiempo en abrir sus puertas a todos esos usuarios que tienen Bitcoin en la cartera.

Recuerda que tomar drogas o no es una elección tuya, pero que también con Bitcoin puedes tener la certeza de qué droga y en qué dosis vas a consumir, como ya contamos en esta web hace tiempo gracias al servicio de análisis de EnergyControl, o al estupendo trabajo de ONGs como AiLaket!

Están en tu mano ambas cosas: comprar drogas y también asegurarte de que un error no acabe con tu vida. 

Ambas cosas las puedes hacer con Bitcoin.

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PS: Acabo de ver una ALERTA DROGAS sobre pastillas con logo SUPERMAN y contenido de PMMA (muy tóxico y letal) vendidas como MDMA.

Tengamos la fiesta en paz. 
Mucho cuidado con las compras de última hora para las drogas de la Nochevieja.