Este texto fue publicado en Cannabis.es al respecto de la falsa pelea que se pretende establecer entre los terapéutico de un compuesto del cannabis frente al otro, una situación que no deberíamos aceptar ya que ambos compuestos pueden tener un uso terapéutico o uno lúdico. La droga que para uno es un placer, para otro es un infierno. El sentido de lo terapéutico es tan subjetivo como la propia percepción.
Esperamos que os guste y os aclare las dudas al respecto.
:)
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Esperamos que os guste y os aclare las dudas al respecto.
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THC vs. CBD: falsa dicotomía.
Hace unos días mi editora me preguntó
mi opinión sobre el “muro” que parece estar levantándose para
separar al THC
del CBD, y básicamente coincidía en dicha apreciación: es cierto
que algo pasa con esos dos compuestos que no era demasiado
comprensible ya que ambos compuestos son cannabinoides naturales que
la planta de cannabis produce, y que para más INRI, tienen
exactamente los mismos átomos -C21H30O2- prácticamente con igual
colocación salvo en un pequeño detalle (que es suficiente para que
el THC sea una cosa y el CDB sea otra distinta, como una mano
izquierda no es igual a una mano derecha... aunque se le parece
muchísimo!).
Me puse a echar un largo vistazo sobre
lo que hay escrito, en concreto de unos tres años a esta parte, y he
podido ver que desde que se ha dado la explosión comercial del CBD
(que se encontraba sin una regulación que le afectase negativamente)
se ha creado -en muchos casos de forma intencionada y tendenciosa- un
artificial muro que sitúa a un compuesto “en el lado bueno” y al
otro “en el lado malo”. Me explico; los vendedores de CBD en
buena parte del mundo, se han apoyado en una serie de hechos para
potenciar sus ventas según lo que el mercado demandase y si al
mercado (por ejemplo al de USA o UK) le viene bien la idea de que el
CBD está alejado de lo que es “la droga marihuana”, pues se
lanza esa idea y se apoya con medias verdades.
Y estas “medias verdades” en
algunos casos llegan a “mentira completa”, pero si atendemos a lo
que ocurre con la publicidad de otros productos (incluidos los
alimenticios, que son los más controlados tras los fármacos) no
parece que lo que los vendedores de CBD estén haciendo sea peor que
lo que hace cualquier otra empresa en el campo de la publicidad.
Vamos a ver algunas de esas “perlas”
cuestionables sobre el CBD y el THC, y las ventajas de uno y otro,
que han sido manipuladas hasta decir algo que sencillamente, no es
verdad.
La primera y más notoria es que “el
CBD es medicinal” y el “THC es lúdico o recreativo”, lo cual
es totalmente falso. Tanto CBD como THC son compuestos activos en el
cuerpo humano, independientemente de si el efecto de uno de ellos es
más agradable o notorio psíquicamente para unas personas que para
otras. Seguramente habrá quien piense que no quiero decir que el THC
es el lúdico y el CBD el medicinal, pero no es eso: ¿qué es lo
lúdico en una persona que sufre de ataques de ansiedad y le das una
buena dosis de THC? ¿Ver cómo tiene un ataque más?
Seguramente, si consultas a una persona
que sufre de ansiedad, huirá del THC y abrazará el CBD como
vehículo para sus momentos de relax y recreativos, ya que le
facilitará la relación con otros gracias a su efecto y no le
inducirá paranoia ni esos pensamientos molestos sobre si te están
mirando o hablando de ti, casi siempre injustificados en realidad. Lo
que es lúdico para unos, puede ser un infierno para otros y
viceversa.
La siguiente “mentirijilla” es una
que seguramente has escuchado muchas veces ya si te has interesado
por estos temas: el THC coloca pero el CBD no te coloca. Dicho así,
y ya que “colocar” es un verbo que habría que definir, podría
colar. Pero cuando se usan términos científicos para el asunto, la
cosa cambia: el THC es psicoactivo y el CBD no es psicoactivo.
¡¡MEEC!! FALSO!!
Tanto THC como CBD son ambos
psicoactivos, pero siendo dos sustancias distintas presentan efectos
y farmacología distintas. El THC es el responsable de la mayor parte
de los efectos psíquicos -de los que somos conscientes- cuando
fumamos cannabis, y el CBD suele ser retratado como un “modulador a
la baja” para el THC. Eso es en parte cierto, ya que el CBD modula
el efecto del THC y lo hace “a la baja” pero para los efectos
psíquicos, ya que para otros (como su capacidad anti-inflamatoria,
por ejemplo) se produce una sinergia que aumenta dichos efectos
únicamente medicinales, entendiéndose estos como “no
psicoactivos”.
Pero mientras el efecto del THC es
claro en la psique de una persona, el del CBD es más difuso y sutil.
A mí me resulta fácil de explicárselo a quien me pregunta usando
la “analogía del Valium”: ¿si tomas una pequeña dosis de
Valium u otra benzodiacepina, te colocas?
A esa pregunta la mayor parte de la
gente -que ha experimentado alguna vez dicho efecto- contesta que no,
que no te colocas con una benzodiacepina y que más bien te hace lo
contrario: quitarte el colocón y relajarte, a veces hasta darte
sueño. Pero “colocar”, no coloca (salvo extraños casos que
pueden darse en un pequeño porcentaje de la población) y sin
embargo todos saben que está haciendo un efecto, y precisamente un
efecto sobre su psique induciendo “calma” al acoplarse como
agonistas a los receptores GABA, los mismo a los que se une el
alcohol (ese que en una dosis pequeña, no nos “coloca” pero en
una dosis mucho mayor puede matarnos). Si un compuesto está
induciendo calma, o provocando relajación al liberar tensiones o,
como ocurre con los niños afectados por epilepsias complejas como el
Síndrome de Dravet, haciendo que pasen de sufrir 30 ataques
epilépticos al día a estar “estables y con muchos menos
ataques”... ¿podemos decir que no es psicoactivo?
Si un compuesto tiene actividad
psíquica, aunque no se pueda identificar puntualmente su efecto
(como ocurre con un antidepresivo, por ejemplo, que has de tomar
durante muchos días para que desarrolle todo su potencial) es
psicoactivo. Incluso los temibles neurolépticos -lo que le dan a
quien sufre un brote esquizoforme o tiene una psicosis tóxica, por
ejemplo- que son llamados “camisas de fuerza químicas” o
“lobotomizadores químicos”, son psicoactivos aunque la actividad
sobre la psique no resulte demasiado agradable (especialmente si
buscas diversión, o colocarte).
Ya que lo de que “el CBD no es
psicoactivo” es algo repetido como un mantra, quise preguntar a
Hugo Madera,
conocido activista hispano, director de un medio cannábico de máxima
difusión desde hace lustros y un defensor de las virtudes del CBD en
sus aspectos medicinales, pero también en los lúdicos y que
actualmente mantiene la web CBDCANNABIS.ORG, dedicada especialmente a
tratar todos los aspectos de la planta del cannabis desde el prisma
del CBD.
Me confirmó que si bien “se dice que
no es psicoactivo” eso no es cierto, sino que más bien parece que
para que tenga una psicoactividad perceptible, tiene que tomarse en
cantidades muy altas para llegar a notarse, y que se experimenta como
una intensa relajación y no como un estimulante mental de tipo
enteógeno como es el efecto habitual del cannabis fumado. Eso mismo
me confirmaron otras personas que habían hecho pruebas con
cantidades medidas (a partir de 400 mgs) de CBD, aunque una de ellas
(que tiene un negocio legal de venta de comestibles con CBD en USA)
en el momento en que vio que la conversación le hacía reflexionar
sobre lo que había dicho de su efecto -que si bien no te ponía
“high” si te daba un “efecto calmante”- y que le señalaba
que si tenía efecto perceptible entonces el CBD era claramente
psicoactivo, prefirió no contestar más (lo de colocarse, aunque sea
relajado, en USA, está muy mal visto y los vendedores temen que les
vinculen con esas ideas, así que prefieren decir que el CBD no
coloca nada).
Después de esa “media verdad” de
que el CBD no tiene efectos, vino la consecuencia inmediata: “el
CBD es bueno y el THC es malo”. Esa idea ha sido muy apoyada por
los sectores que entienden que cualquier efecto psíquico perceptible
es algo con lo que hay que acabar, y aceptan que el CBD tiene un
claro valor medicinal mientras se lo niegan al THC. De entrada,
hablar de buenos y malos cuando nos referimos a “estructuras
atómicas en el espacio” como son las moléculas, suena a chiste de
locos. Ni uno es bueno y el otro malo, ni el que una sustancia tenga
un efecto psíquico es intrínsecamente bueno o malo, y son
divisiones artificiales que tratan de mantener el mercado del CBD
lejos de la batalla “aún no del todo ganada” por la marihuana.
No es de extrañar: desde hace más de un siglo llevan mintiendo
sobre el cannabis, y no pueden reconocer ahora que todo era mentira
sin perder todo un sector “limpio” de potenciales clientes que no
quieren nada que tenga que ver con “marihuana” y sí con algo
totalmente permitido.
Y esto era así hasta hace poco, cuando
la DEA irrumpió en el mercado del CBD con una divertidísima ocurrencia: meter los extractos de cannabis (aparte de los
realizados con su resina, que esos tienen “pena propia”) dentro
de la lista I, la más restrictiva posible, y dejar a una sustancia
como el CBD como “sin aplicaciones medicas con humanos” y con un
“alto potencial de abuso”. Lo nunca visto. Esto lo hizo tras la
recomendación preceptiva de la FDA que no quiso hacerla pública, y
que VICE Magazine les forzó a entregar mediante una FOIA (Freedom of
Information Act, un mecanismo que no tenemos en España por el que
las agencias del gobierno están obligadas a dar la información de
lo que han hecho con el dinero de todos los ciudadanos, respondiendo
con los documentos de forma obligatoria, aunque cara económicamente).
El motivo de estos extraños
movimientos, ya que una agencia como la DEA está hecha para
“reforzar la ley” sin potestad para crearla y su acción ha
generado una encendida respuesta, lejos de responder a cuestiones
morales entiendo que responde a cuestiones meramente económicas.
Tanto la DEA como otras instituciones de la obsoleta guerra contra
las drogas, están buscando cómo mantener su trabajo y agarrándose
a un clavo ardiendo -como es el hecho de incluir en la lista I una
serie de compuestos y extractos de la planta- aunque según ellos,
esto es sólo para poder tener un mejor control y prever las
necesidades ya que no tenían un código para los extractos de
marihuana, aunque sí para la marihuana y para los cannabinoides,
pero de paso dejan los extractos de la planta en la más restrictiva
lista.
Parece que los lobbys que se oponen a
la legalización absoluta del cannabis, y en especial el farmacéutico
que mientras fabricaba fentanilo, financiaba campañas contra la legalización
de la marihuana, están moviendo sus hilos para que estas agencias
que están quedando huérfanas y vacías de función, terminen sus
días siendo colonizadas por intereses ajenos a su función, como es
el caso. Poniendo el acceso a los extractos de cannabis sin THC más
difícil tanto para pacientes como para productores, no están sino
retrasando un poco más lo que ya parece inevitable: que a medida que
el cannabis se haga más y más prevalente en la sociedad, muchos de
los males para los que la BIG PHARMA ha estado vendiendo remedios (a
veces mortales) pasarán a ser tratados directamente por las personas
con cannabis, y eso es algo que cualquiera puede producir en su casa.
El CBD no dará dinero a la industria
farmacéutica y sí que se lo quitará; de hecho ya lo estaba
haciendo gracias a sus condición de sustancia legal -hasta la broma
de la DEA- a diferencia del THC.
Pero todo esto es, volviendo al inicio
de este texto, una falsa dicotomía en la que parece que haya que
tomar partido por uno de los dos compuestos, CBD o THC, y declararse
en coherencia con el compuesto. Esa es la trampa, hacernos bajar a
elegir en una disyuntiva artificiosa, modulada por una historia de
aberraciones morales y legales llamadas “Guerra contra las drogas y
sus usuarios” y que a día de hoy seguimos sufriendo.
No piques: si tienes que elegir algo,
que sea la variedad de cannabis que te sienta mejor a ti para el uso
que le quieras dar.
Elige vida: elige cannabis y que no te
engañen.