Al parecer, mucha gente que hace años que no sabe nada de estas drogas, me dicen que las conocieron en Ibiza o en Mallorca, y que se vendían legalmente siempre, en especial a los extranjeros que eran quienes la buscaban.
Pues ya está aquí, y para todos. :P
Esperemos que el texto os guste y os sea útil.
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Marihuana sintética:
muerte con 1 calada
Un día como hoy, hace aproximadamente
un año, un chico joven se disponía a pasar un buen rato con sus
amigos en su tiempo libre. Era un chico guapete, surfero, con sus
tattoos y sus colegas. Un proto-adulto de 19 años de edad, todavía
sin suficiente capacidad legal para poder comprar unas cervezas con
sus amigos.
Era un chico de origen difícil pero
que había tenido la suerte de encontrar una familia que le quisiera,
ya que era adoptado como sus hermanos, y que por sus fotos, imágenes
y recuerdos, parecía ser alguien feliz disfrutando de la vida. ¿Qué
es lo que tiene que hacer -si no- un chico de 19 años? Quedó con
sus amigos, mientras estaba en tratamiento en un centro para personas
con problemas de alcohol y otras drogas, y buscó como pasarlo bien
sin cruzar la barrera de la ley para no tener problemas. Eso mismo
fue lo que le mató horas después.
Connor Eckhardt, el desafortunado protagonista
de esta historia, decidió comprar uno de esos “legal highs” que
se venden, de forma legal, en multitud de lugares de los USA.
Gasolineras, kioskos o “convenience stores” que tienen un poco de
todo son los principales puntos de venta en ese país. En este caso,
la compra se realizó en una tienda “especializada” en esos
productos y en parafernalia para el consumo: una “smoke shop”
local. El producto comprado se llamaba “Mr.Marley” en alusión al
conocido cantante de Reggae, Bob Marley, y sus efectos ya que su
imagen está vinculada indefectiblemente al cannabis y al consumo de
marihuana.
Sabemos qué buscaba Connor.
Buscaba algo legal que le hiciera
sentir lo mismo que unos porros de cannabis.
Algo que en Amsterdam se resuelve con
una planta esencialmente no tóxica, en USA se resuelve con una droga
sintética y mortal, pero legal. Sí, ya sé que insisto mucho en lo
de legal, pero es que a este chico le mató querer ser “demasiado
legal” a la hora de divertirse.
La cosa es que un chavalote de 19 años,
que a pesar de todo parecía ser esencialmente feliz, acabó
encontrando la muerte mientras buscaba relajarse y disfrutar con un
porro, o algo parecido (y legal). Connor cogió un poco del producto
que había comprado, que en apariencia es una hierba seca a la que se
le pueden dar aromas y sabores, y lo puso en su pipa o en el bong.
Agarró el mechero, lo acercó dándole fuego a la muestra mientras
aspiraba el humor hacia sus pulmones...
Connor murió de una calada.
Muerto por una sola calada de un
producto legal que había comprado horas antes en una tienda legal,
que en esencia prometía ser como el ilegal cannabis o marihuana
(ilegal en algunas zonas pero legal en otras a día de hoy). Muerto
por consumir un producto que también se vende legalmente en España
y que se ofrece a los grow-shops de forma casi regular. Algunos
grow-shops de nuestro país los venden también, pero por suerte son
una minoría en extinción que creo que hay que
denunciar públicamente.
¿Una sola calada es suficiente para
matarte? Sí, puede serlo. No sólo de estos productos “legales”
que dicen imitar al cannabis, sino de muchas sustancias y drogas, una
calada es suficiente para matarte en ocasiones. Aunque este detalle
es anecdótico en este momento, porque no creo que nadie haga mucha
diferencia entre una sustancia que te puede matar de una calada, y
una que te puede matar con 10 caladas; eso es sólo una cuestión de
dosis y concentración.
La cuestión es que el chico no era
químico, no había decidido experimentar con drogas sin explorar en
humanos, ni sabía nada de concentraciones y purezas. El joven sólo
fue a comprar un producto legal para divertirse, que de forma
objetiva estaba vendido para ser consumidor como si fuera cannabis
burlando un par de cuestiones de ley, como indicar que no se vende
para consumo humano. Una mentira, como creer que la pornografía se
vende por la libertad de expresión estética y no para masturbarse,
pero que debe ser suficiente como “disclaimer” para evitarse
ciertos problemas derivados de vender esas cosas como los muertos que
provocan, al menos en USA.
Una sola calada dijeron sus amigos, que
le vieron sufrir un daño irreversible que le dejó muerto,
cerebralmente, mientras en el hospital sus padres adoptivos y sus
hermanas le cuidaban durante 4 días en espera de aprovechar algunos
órganos para trasplantes, como finalmente sucedió. Lo cierto es que
los médicos del hospital no pudieron identificar la sustancia que
había matado a Connor, pero el hecho de que hubiera testigos, que el
cuerpo no tuviera restos de otras drogas y que aún conservaba en el
bolsillo en paquete del producto, en esta ocasión fueron buena
prueba de que el monstruo era peor de lo esperado: ni siquiera podía
ser detectado por los análisis toxicológicos del hospital
californiano.
¿Quién mató a Connor Eckhardt?
Partiendo de que la última
responsabilidad frente a cualquier acto -de consumo de drogas u otro
tipo de decisión con riesgos- es de quien lo ejecuta, Connor se
mató a sí mismo.
Pero Connor no estaba en mitad de un
comportamiento autodestructivo -al estilo del que puede tener un
alcohólico o un adicto a ciertas drogas- que implicase ese riesgo.
Connor no estaba participando en carreras de coches ilegales a 200
kms/h, ni asaltando gasolineras con un pasamontañas, no era un
practicante de deportes extremos ni quería buscar los límites de su
existencia mediante el uso de drogas.
Connor se quería fumar un porrito con
los amigos, seguramente echarse una risas mientras escuchaban música
y charlaban de sus cosas o de las chicas que les gustaban. Connor no
quería morir. Ni merecía morir.
A Connor le mató una ratonera hecha
con leyes absurdas que, mediante paredes oportunamente colocadas en
esta inhumana guerra contra las drogas, le condujeron hasta ese
producto legal. Un auténtico producto-consecuencia, de esta guerra
que perdió el referente científico nada más empezar. Le mató una
nefasta política de salud pública que, mediante incentivos
perversos derivados de la intervención prohibicionista, ha colocado
esos productos en las estanterías de muchas tiendas. Productos que
sólo tienen justificada su existencia desde el punto de vista
mercantil en que son un “imitador ", y nadie compra
una imitación peligrosa cuando tiene acceso libre al original.
Si Connor hubiera tenido acceso a la
planta de cannabis, es bastante razonable pensar que no hubiera
recurrido a estos productos. Algo similar a lo que, por suerte,
ocurre en España: la abundancia de cannabis y marihuana entre la
población ha servido de freno a la entrada de esos productos en el
mercado. Son accesibles por internet como en todo el mundo, pero aquí
no parece motivar mucho el que sean “legales” como ventaja sobre
el cannabis. Nadie busca una imitación cuando tiene acceso a un rico
hashís o a una buena marihuana, y eso en este punto es una cuestión
de salud pública.
A más cannabis, menos muertos.
Pues sí, menos muertos cuantos más
porros (de cannabis). ¿Por qué esta afirmación?
Sin entrar en lo positivo o negativo de
la conducta, es algo innegable que el ser humano busca periódicamente
embriagantes con los que alterar su estado de consciencia. Desde la
Biblia, con el árbol prohibido del Génesis o la borrachera de Noé
y las uvas -en la que acabó en pelotas, algo muy humano- o el primer
milagro de Cristo por orden de su madre la virgen, abasteciendo de
más droga la fiesta de boda que se había quedado sin vino.
Realmente desde mucho antes, pero sirve para coger la idea.
Si aceptamos que es un hecho -la
búsqueda de un psicoactivo- y queremos operar sobre el conjunto de
la sociedad encauzando ese impulso, deberíamos hacerlo hacia la
sustancia menos dañina posible para obtener el efecto buscado. Un
criterio puramente farmacológico y científico. No entro a debatir
los males de alcohol y tabaco, legales, pero parece claro que esas
dos opciones no bastan a nuestra sociedad y la tercera droga más
consumida es el cannabis. Y ojala fuera la primera en lugar de una de
esas dos, si atendemos a criterios de salud pública.
El cannabis es una planta, ilegal hic
et nunc, esencialmente no tóxica y con miles de años de uso humano
común ya que no es una planta que pueda matar -o causar daño- con
facilidad como las solanáceas psicoactivas, legales. Desde una
perspectiva científica nadie puede negar que es virtualmente
imposible achacar una sola muerte al cannabis, mientras que los
muertos de las drogas hoy legales los contamos por millones. Esto no
quiere decir que sea una planta totalmente inofensiva: es un droga,
es una planta psicoactiva, y tiene efectos sobre la percepción que
pueden ser agradables o no para el sujeto. No todas las drogas están
hechas para todos.
La otra opción en este punto del
asunto -la gente que busca los efectos del cannabis- es prohibirles
el acceso y sancionar duramente su comercio y producción. Nadie se
extrañará de que dichas medidas entorpezcan la adquisición de la
planta, y que además ponen ya en peligro legal a quien osa hacerlo.
Es el modelo que se ha manejado hasta ahora, en todo el mundo
prácticamente, y que se está desmoronando a pesar de seguir
plenamente vigente en España. Podemos también cerrar más el cerco
mediante controles de orina a los trabajadores, de manera que
recurrir al cannabis sea mucho más complejo y costoso. Y lo hemos
logrado.
A la vez que un mercado de productos
-poco o nada útiles- para enmascarar el consumo de drogas ilegales,
que van desde limpiadores bucales para los test de saliva a bebidas
especiales para los test de orina, ha surgido la otra opción: ¿para
qué enmascarar una sustancia ilegal en vez de tomar una legal que no
detectan? Según me han comentado varios grow-shops, los principales
compradores de estos productos son personas del ejército, las
fuerzas y cuerpos de seguridad, vigilantes jurados y otros similares
que por su trabajo se ven en la necesidad de pasar estas pruebas.
Si
me guardan el secreto, el único producto que realmente sirve ante un
buen análisis de orina, es una orina limpia de drogas detectables. Y
por esa vía -aparte de un cierto tráfico de orina limpia- se
origina el consumo de las opciones legales, especialmente por
aquellos a los que las normas actuales les inciden más.
Los cannabinoides sintéticos.
Dentro de la cada vez más variada
oferta de drogas legales -que incluye cosas tan poco aconsejables
como la NEUROTOXINA PCA (para-cloro-anfetamina)- adquiribles mediante
internet o por petición a un distribuidor legal, tenemos productos
de todo tipo: psiquedélicos, opioides, benzodiacepinas, anfetaminas
substituidas, disociativos y también cannabinoides sintéticos.
Estos compuestos legales en su mayor
parte (se prohíben cíclicamente algunos y se lanzan otros) son el
resultado de la investigación médico-farmacéutica, lo que no
quiere decir que hayan sido probados en humanos siquiera. Son
compuestos que, en la complicada búsqueda del ligando endógeno
-anandamida- que tenía que existir en un sistema cannabinoide
humano, se usaron para comprobar -mediante reacciones sobre muestras
concretas y animales- cuáles eran y para qué servían los
receptores naturales del cannabis en el cuerpo humano y en otros
mamíferos por lo común de algunos sistemas bioquímicos.
Pero confundir los términos en este
caso es riesgo de muerte; que algo venga de la industria de la
investigación médico-química no quiere decir que sea para uso en
humanos. Menos aún para uso como droga recreativa. De hecho el
nombre con que originalmente se denominaba a estos compuestos para
experimentación era el de “research chemicals” o “sustancias
químicas en investigación” y resultaba el más ajustado a la
realidad, ya que quien se arriesga a tratar con estas sustancias,
está actuando como conejillo de indias voluntario con sustancias de
efectos virtualmente desconocidos.
El que estas drogas para
experimentación científica llegasen a manos de un consumidor que no
sabe lo que hace, sólo puede explicarse como consecuencias directas
de la prohibición.
Haber prohibido el 95% de las drogas clásicas
conduce a que se exploren recurrentemente las opciones legales que
brinda la química, con consecuencias tan imprevistas como letales.
En este caso, la prohibición sobre una sustancia virtualmente
benigna, abre un gran mercado para drogas que de otra forma nadie
hubiera querido ni probar. Exactamente igual ocurre con sustancias
como la PMA frente a la MDMA, los derivados legales del fentanilo
frente a los opiáceos naturales, o con la familia de la NBOMe frente
a los psiquedélicos tradicionales como la LSD o la mescalina. Con
una política torpe y obtusa, basada en creencias en lugar de en
ciencia, hemos despejado el solar para que estas neodrogas se
instalen en nuestro mercado.
A nivel orgánico los cannabinoides
sintéticos son moléculas que actúan sobre los mismos receptores
que lo hace el cannabis, pero no lo hacen de la misma forma. Mientras
que el cannabis y los cannabinoides naturales son agonistas parciales
de esos receptores, los cannabinoides sintéticos son agonistas
totales de ellos, lo que provoca una diferencia de efectos notable.
En concreto sería muy similar a comparar las benzodiacepinas -tipo
valium- usadas para ansiedad y sueño, con los barbitúricos que
también se usaban para dichos trastornos. Ambas familias de
compuestos actúan sobre receptores GABA, pero lo hacen de distinta
forma, intensidad y en distintos lugares, haciendo que matarse con
valium sea algo realmente difícil de lograr -incluso intentándolo
voluntariamente- pero que los barbitúricos sean el fármaco de
elección para suicidas como Marilyn Monroe o para aplicar la
inyección letal. Y ambos actúan sobre el mismo receptor, siendo
ambos fármacos gabaérgicos aunque no tengan que ver en sus
peligros. De la misma forma, casi punto por punto, ocurre con los
cannabinoides sintéticos, haciendo que el conocimiento general de
que el cannabis es inofensivo, se traslade por nomenclatura a sus
primos asesinos.
¿Qué hacer llegados a este punto?
Personalmente no soy nada amigo de
prohibiciones, incluso de estas letales sustancias. Me explico. No
creo que deban ser prohibidas por peligrosas, ya que no representan
un peligro más que para quienes se acercan a ellas. Creo que la
prohibición sólo ayuda a crear mitos sobre drogas superpotentes y
maravillosas, simplemente porque no son accesibles.
Dentro de los experimentos relativos a
estas sustancias, está el abordaje mixtoultralegalizador-panprohibicionista de Nueva Zelanda que acabó en catástrofe. La verdad es que me he pasado con el nombre, pero es que
mientras se sacaba una ley que decía que todo era droga -cualquier
sustancia o dispositivo que no estuviera permitido, estaba
literalmente prohibido- a efectos de criminalización, el estado
abría una regulación legal para estas sustancias que acabaron
siendo vendidas en tiendas con control estatal.
Así pues mientras se
mantenían draconianas sanciones para lo relativo al benigno
cannabis, era el estado y sus comisiones reguladoras las que -tras un
presunto protocolo científico- daban cabida y mercado a estas
mortales drogas.
Seguramente no haya usted oído hablar de esto, pero
ocurrió hace menos de 2 años, aunque el experimento terminó
pronto, dados los efectos de las drogas que el estado permitía
vender.
El modelo neozelandés fracasó porque,
aunque pretendía configurarse con premisas científicas, dio por
sentado que todas las drogas ya prohibidas anteriormente eran malas y
que no merecía la pena echarles un vistazo para cambiar su situación
legal.
De hecho era muy mala idea hacer algo así, ya que Nueva
Zelanda actúa a modo “avanzadilla experimental australiana”
empujada por las políticas de otros. Y nadie inicia un experimento
para que le vengan a cuestionar sus cimientos argumentales. Así que
se asumía que las drogas ya prohibidas lo eran por motivos
científicos y lo único que les quedaba era experimentar alguna
salida “creativa” a la encajonada situación de desgaste en la
guerra contra las drogas.
Realmente ha sido el experimento sobre
salud pública más grave ocurrido en la última década, pero se
vendió a la gente como una política vanguardista en la que el
estado iba a tomar el control de la situación de las drogas para
bien de sus ciudadanos.
El método prohibicionista no parece
ser el mejor a aplicar, a pesar de todo, ya que no debemos olvidar
que tratamos con un problema que hemos creado con nuestro abordaje
poco sensato del asunto. Y la química ha demostrado estar a años
luz de la ley, con una capacidad funcional de prohibir bastante
limitada, porque en el trámite se han creado otros análogos peores.
En un terco empecinamiento, la reina de Inglaterra en su discurso
oficial ha anunciado un nuevo plan para acabar con todas las
neodrogas que asolan, legalmente, su país. No es para menos, porque
el paraíso de los “legal high” es precisamente el lugar donde
tener un “ilegal high” sale más caro: de nuevo otra consecuencia
de la prohibición insensata.
Los propios científicos ingleses y
entre ellos David Nutt, el antiguo asesor oficial sobre drogas del
gobierno, han levantado la voz para decir que una prohibición “sobre
todas las sustancias psicoactivas” o “blanket ban” acabaría
por hundir toda investigación en el cerebro humano en dicho país,
sin contar con los nuevos problemas para determinar lo que es o no
psicoactivo a efectos legales y los agujeros derivados de un intento
tan complejo de prohibición absoluta (y tan costoso si pretenden
realmente intentarlo en un mundo donde,si quieres, compras las drogas
desde tu ordenador).
¿Tiene entonces solución este
problema? Sí, claro que la tiene. Sólo hay que recordar por qué
hemos llegado hasta aquí, por qué los jóvenes ingleses son
llevados en manadas a los hospitales, por qué algunos mueren y otros
quedan permanentemente dañados, por qué esas sustancias de nombres
exóticos como JWH-018 o APICA o ADB-FUMINACA están al alcance de
gente que no sabe qué son: porque hemos prohibido el cannabis.
Salir de esta situación exige razonar
sin prejuicios y entender que, llegados a este punto, el cannabis es
una barrera natural frente a estas drogas.
La propia existencia de
abundante cannabis fácilmente accesible es la mejor prevención
frente a estas nuevas sustancias, que buscan imitar los efectos de la
planta. Ya lejos de ser una exigencia justa y razonable de un
colectivo que no daña a nadie con su uso, es además una cuestión
de salud pública. En estos momentos ya no vale decir “es que de
eso yo no sé” y seguir sosteniendo la prohibición. Ya no vale si
hablamos de decisiones que afectan a la salud del conjunto, porque
los años transcurridos bajo “el paraguas protector del
prohibicionismo” se han mostrado como el mejor acicate para la
proliferación de opciones legales y letales al mismo tiempo.
¿Y qué hacer como individuos?
Pues dentro de nuestras posibilidades,
para quien quiera “fumarse unos porros”, favorecer el autocultivo
como opción -alegal pero no ilegal- porque la existencia de la
propia planta evitará que estas drogas letales tengan fácil entrada
en la esfera de quien cultiva su propia droga para uso propio. No se
confunda, unas matas de cannabis no convierten a nadie en heroinómano
o alcohólico, y en este caso pueden salvar vidas.
Yo no sé usted, pero creo que en este
caso es preferible que cuando su hijo, hermano, pareja o madre se
fume un porro, sea de algo ilegal -aún- llamado marihuana, y no de
la imitación legal.
La vida y salud de su ser querido se lo
agradecerá, aunque no lo sepa.
Drogoteca.
Una verdaderalastima lo que le ocurrió a este pobre muchacho. Y una gran lástima también la velocidad con la que olvidamos trágicos sucedos como el que nos cuentas, el cual puede salvar la vida a mas de un consumidor nobel. Espero que gracias a tu recordatorio, mas de una persona se abstenga de coquetear con los cannabinoides sintéticos, así como otras sustancias de dicha indole. Yo también aprendí la lección hace unos años con este tipo de fatídicas sustancias hará unos años y no puedo sin mas dar gracias por no haber sufrido el mismo final que el muchacho de la noticia.
ResponderEliminarGracias por seguir manteniendo activo tu blog, y gracias por seguir compartiendo información util en él.
Un gran saludo
me hhhhhhhhas aacojonao. ¿una kalada y namaste te vas al otro barrio? Sabes de alguien que te pueda informar de como comprar bitcoins?
ResponderEliminarMe encanta responder a anónimos que no dejan forma de contacto. :))
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