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Legalización del cannabis: las propuestas hispanas.
“No existe el porro terapéutico, ni
para el enfermo terminal.” son palabras que resuenan en mi cabeza a
veces. He violado la ley centenares de veces en mi vida, si me atengo
al cannabis y sus asuntos con enfermos al menos algunas decenas de
veces. He cultivado cannabis y he entregado cannabis a enfermos;
desde unos porros para aliviar dolores óseos a un amigo anciano a
medio kilo a otro enfermo para que pudiera tener suficiente para un
año. A veces lo he hecho yo sólo y a veces con algunas personitas
más (amigos delincuentes también) que estaban dispuestas a ayudar,
pasándose la ley por el arco del triunfo y jugándose -a veces- unos
años de cárcel. ¿Y resulta que era todo mentira? ¿No existe el
porro terapéutico? ¿Se hacían pasar por enfermos para darnos pena
y fumarse la cosecha ajena?
Esa bonita frase -junto con otro montón
de sandeces más- la dijo Gonzalo Robles, hace como una década,
cuando era el figurín que el Partido Popular había puesto al frente
del Plan NaZional Sobre Drogas. Nunca quedó claro si, cuando lo
dijo, estaba expresando un deseo personal o lo que el creía una
realidad. No era médico ni tenía experiencia alguna con el tema. Él
era licenciado en “antropología social y cultural” y trabajaba
para/con el PP, porque según se ve en su
currículum lo único que ha sido, desde que terminó de estudiar
antropología, es “político profesional”. Sigue siéndolo a día
de hoy y ha pasado a ocupar desde cargos sobre drogas, como el
mencionado, donde montó la vía legal para poder meter mano el
dinero que la droga movía -lo vendieron al gran público como que
iban a rehabilitar yonkis con ese dinero para “reparar” el daño
que la droga causaba, y coló- a otros como secretario de estado del
PP para Extranjería e Inmigración, o coordinador de la Cooperación
al desarrollo o responsable de participación social: todos esos
temas en los que el PP y el gobierno “brillan por su atención al
ciudadano y por su cuidado a los grupos más desfavorecidos”. Y
aunque él es de Salamanca, ha sido hasta concejal del ayuntamiento
de Madrid.
Gonzalo Robles, el crack charro.
Antes que él, al frente de los temas de drogas por parte del gobierno de turno, estuvo Carlos López Riaño -que sustituyó al entonces juez Garzón tras su berrinche por no obtener de Felipe González lo que le prometió- y que tuvo el coraje de proponer algo que resultaba necesario: abrir
un debate sobre la legalización del cannabis en España. Eso lo
hizo allá por el año 1994, cuando 4 de cada 5 personas encuestadas
estaban en contra y cuando “la droga” era uno de los grandes
referentes de “preocupación” de los ciudadanos -a nivel del
terrorismo- según los datos que nos servía el CIS.
Durante esos años, hubo multitud de
intentos de conseguir por las vías políticas una regulación que
sacase al cannabis de las draconianas listas sobre drogas y del juego
de las sanciones injustas. Los usuarios de cannabis, organizándose
en asociaciones de carácter local (nunca llegó a existir una de
nivel nacional) combatieron las leyes, plantaron cara al asunto,
formaron a muchas personas en el activismo cannábico y se estructuró
una cierta forma de respuesta ante la prohibición estatal. Los
cannábicos fueron consiguiendo logros a nivel local y autonómico.
Por ejemplo los chicos de Pannagh que, dentro del modelo asociativo
para consumidores, fueron objeto de la incautación de su cosecha en
el 2005 y que tras 2 años de lucha, consiguieron que un
tribunal ordenase la devolución de las plantas incautadas. Las
plantas no valían ya para nada, pero el hecho de que el tribunal
ordenase la devolución resultaba un empujón sin precedentes para
los intereses de los usuarios cannábicos. Y desde ese momento, lo
que habían sido asociaciones de personas que se juntaban con un
interés común, que se defendían del estado demostrando que su
actividad les alejaba del mercado negro y no resultaba en perjuicio
para la salud pública se pasó al modelo de los CSC o Clubs Sociales
de Cannabis, que venían a ser el gran salto cualitativo del
asociacionismo activista local al modelo de cliente-no-activista.
Pasamos de asociaciones de un centenar
de personas o menos, que se conocían entre ellas y cuya voluntad era
la del activismo, a CSC con miles de “socios”. En ese momento, lo
que había comenzado siendo una aventura activista para defenderse de
unas leyes injustas, había mutado en una gran mayoría de casos
hasta no tener nada que ver con el activismo y mucho con el negocio
económico.
Cuando este pasado año las autoridades
decidieron meter mano en estos lugares de venta de cannabis, se
encontraron con “juntas directivas de asociaciones” que manejaban
60 cuentas bancarias con algunos millones de euros, derivados de la
venta de cannabis, con curiosos lazos y vínculos entre los “bancos
de semillas de cannabis” y estos centros de venta. Muchos de estos
CSC ni siquiera tienen un cultivo de cannabis asociado con el que
abastecer las necesidades de sus socios: cuando los “socios” son
miles de clientes, el único cultivo que te puede abastecer es el del
mercado negro negrísimo.
Si además vendes derivados del cannabis
como las extracciones y concentrados (BHO, wax, shatter,
etc.) las cuentas todavía se complican más, dada la cantidad de
marihuana necesaria para conseguir un gramo de estos productos. La
venta de semilla de cannabis en España es legal y está registrada
como excepción en las leyes sobre drogas, pero lo que no es legal es
la producción de semilla y eso sigue siendo delito, aunque la
abundancia de bancos de semillas españoles haga a veces olvidar que
ese pequeño detalle. Llegados a este punto, ya no hablamos de
activismo ni de derechos, sino de negocio puro y duro: la venta de
cannabis y derivados con el dineral que mueve.
Ante este panorama, por parte de los
actores políticos, tenemos al PP que sigue con su obtusa postura
negacionista: todo esto es delito y no hay nada que hablar. Tenemos
al PSOE que, dependiendo de lo que le convenga en cada lugar, dirá
una cosa u otra, pero que no hará nada por cambiar la situación.
Teníamos a UPyD que había incluido en su programa el asunto del
cannabis y una tímida alusión a que había que regularlo como
alcohol o tabaco, aunque ya sólo tenga un interés testimonial tras
haber sido engullido por “naranjito Rivera”. Los de Ciudadanos
incluyeron en su programa el asunto del cannabis con un enfoque
regulador, aunque sin demasiado entusiasmo cuando vieron que les
podían atacar por ahí.
Izquierda Unida han sido los únicos que
siempre estuvieron al lado del sentido común y apostando por sacar
al cannabis y sus usuarios del entorno criminal en el que las leyes
les sumergían, y en especial Gaspar Llamazares con sus
intervenciones en la comisión mixta sobre drogas del Congreso y
Senado.
Y nos queda Podemos, que si bien recibieron por activa y por
pasiva peticiones de que atendieran ese asunto, se han hecho los
suecos y se han negado a entrar en el tema. Lo máximo que se ha
conseguido de este “gran partido renovador” es un comentario en
campaña electoral, de su líder Pablo Iglesias que decía haber
charlado del asunto con Mujica -presidente de Uruguay- y que aunque
no estaba en sus prioridades (no lo habíamos notado, eh) es un tema
que “había que trabajarlo”. Una forma “elegante” de pasar
del tema como de la mierda y no quedar muy mal con los fumetas: es lo
bueno del cannabis, que se les olvida todo a sus usuarios.
A la vista de la inacción de la clase
política, las propuestas de regulación han surgido de los propios
colectivos de usuarios. En Navarra, a finales del pasado año, la ILP
conocida como “Tu Papel Importa” consiguió 10.000 firmas (el
doble del requisito legal) para que se pudiera tramitar la
iniciativa, que busca dar seguridad jurídica a los CSC pero que está
limitada por las competencias autonómicas. En Islas Baleares, la
Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC) llegó a un acuerdo con
varios partidos (los que ahora gobiernan en coalición) para que se
desarrollasen futuras propuestas encaminadas a avanzar en este
sentido, aunque escudándose únicamente en “los usuarios
terapéuticos” y sin mención alguna a los usuarios recreativos. Y
ahora en Cataluña se está intentando otra ILP que necesita
conseguir 50.000 firmas para poderse tramitar, y que estaría
igualmente limitada por las competencias autonómicas.
Aunque sin duda, el más brillante de
estos trabajos por el cambio de la realidad del cannabis, es el de
Regulación
Responsable. Este colectivo, formado por los principales grupos
en España con intereses en el cannabis, está trabajando en la
elaboración de una propuesta sólida que abarque todos los aspectos
del cannabis, desde los clubs a las personas que cultivan para su
propio consumo, desde el usuario con necesidades médicas al usuario
que consume por razones lúdicas.
Y dentro de este colectivo, la
propuesta que me parece más interesante y mejor fundada es la
conocido como “A por los 3 kilos!!” en la que, aunque a muchos
les parezca una reivindicación exagerada, se argumenta punto por
punto y en base a las sentencias existentes que han ido haciendo
jurisprudencia en nuestro país, el derecho a cultivar o a disponer
de lo que los jueces han estimado como una cantidad de consumo diario
que llega a los 10 gramos de cannabis por día. Y las cuentas salen
solas: si los jueces estiman que hay quienes consumen 10 gramos al
día sin incurrir en tráfico, eso nos da un total de más de 3 kilos
de marihuana al año por persona, sin ser narcotraficantes.
A muchos les puede sonar exagerado que
alguien consuma 10 gramos de cannabis al día, a otros no. Es cierto
que en el consumo recreativo es raro alcanzar esas cantidades, aunque
para nada es algo imposible. Es raro porque normalmente las personas
no tienen acceso a cantidades que les permitan dicho nivel de consumo
y de gasto si tienen que recurrir al mercado negro. Pero no lo es
tanto en el caso de los usuarios de tipo médico, en los que se
conocen casos en los que el consumo alcanza los 25 gramos de cannabis
al día. Y el grupo de Regulación Responsable aspira a ofrecer una
propuesta de regulación estatal (a diferencia de las distintas
intentonas locales a través de ILPs) para el cannabis que no deje a
nadie fuera y que establezca un sendero sobre el que trabajar, a
nivel estatal.
¿Qué partido tomará la ventaja y
dará la cara para enfrentar la regulación del cannabis a nivel
estatal?
No lo tengo nada claro a estas alturas, porque realmente de
los políticos -los de la casta y la neocasta- no espero nada, ni
siquiera que intenten aparentar inteligencia. Pero que llevamos
décadas con una prohibición sobre el cannabis que causa más daño
social, humano y económico que la propia droga, es algo que no se
puede discutir ya.
Robe Iniesta, maestro de maestros y yonki de pro.
De momento lo mejor, en el fumeteo, es que sigas
aplicando el consejo de Robe Iniesta: “podéis hacer lo que
queráis, estáis en un país libre.... eso sí, que no os vean!”