Este sábado 31 de agosto es el Día
Internacional de la Prevención de las Sobredosis. Seguramente los medios internacionales tal vez lo mencionen y los nacionales (en
España) lo hagan poco o nada. Depende de cuánta tontería tengan
para rellenar este sábado en sus ediciones en papel y en la red, a
cada cuál más descuidada en la información sobre drogas y salud,
incluyendo a los fármacos. No es conspiranoico pensar que los
laboratorios farmacéuticos tampoco se sienten muy cómodos hablando
del tema, puesto que sus productos matan por sobredosis varias veces
más personas que todas las drogas ilegales juntas.
La aspirina mata más que la heroína
en USA. La hepato-toxicidad del paracetamol o acetaminofen causa más
muertes que las drogas ilegales en muchos países. Y ahora en USA
están teniendo una epidemia de muertos por sobredosis de opiáceos y
opioides. ¿Ahora?
En el año 1999 USA contabilizó 4.030
muertos por sobredosis con opioides en sangre. En el año 2010 la
cifra de muertos en la misma situación era de 16.651 lo que son más
de 4 veces más. ¿Qué está pasando? Una industria farmacéutica
descontrolada que se mide sólo por parámetros económicos tiene de
rehén a buena parte de la población de USA. ¿Cómo? Con sus
drogas, exactamente igual de adictivas (o más) que la estigmatizada
heroína: morfina, oxicodona, hidrocodona, fentanilo, etc.
Si alguien se pregunta cómo han
llegado hasta eso, lo han hecho con un 110% más de ventas en 10
años, administrándote tus opiáceos en pastillas, parches,
inyecciones, nebulizadores, pegatinas bucales y hasta piruletas. Sí,
son un éxito en el mercado negro: el 58% de las sobredosis contienen
cocaína en sangre, pero el 33% de las sobredosis contienen
fentanilo, que es un opioide sintético de uso común hoy día en tratamiento del dolor.
Pero lo mejor, es que son un éxito en
el mercado legal de las drogas. Varios estados de USA permiten a los
médicos comprar medicamentos y vendérselos a los pacientes ellos
mismos. Es curioso ver como el precio de ciertos analgésicos
opioides subía más de un 50% por pastilla en la consulta del doctor
mientras en la farmacia las mismas pastillas bajaban de precio.
El negocio no sólo está en el
enganche físico y psicológico que produce el consumo prolongado de
esas drogas, sino también en el desenganche, efectuado con un
antagonista oral como la naltrexona o con un agonista como la
buprenorfina o la metadona (que es como mantener a un bebedor de vino
con chupitos de ginebra para que no tenga un síndrome de
abstinencia). Éstas a su vez son también drogas que proporciona la
industria farmacéutica y que el sistema administra en masa a sus
ciudadanos.
La cosa es que las farmacéuticas y el
sistema en USA tienen a un montón de población como rehenes en una
guerra de beneficios. Yo soy de los que prefiero los opioides al
alcohol, pero por elección propia. La gente que tienen de rehén, no
son distintos de tu padre o tu abuela, tu hermano o tu hijo, o tú
mismo.
Que podemos ser cualquiera es la razón
por la que este Día Internacional de la Prevención de la Sobredosis
no hable solamente de yonkis que se chutan drogas que compran en
sitios poco salubres (y que estarían mejor comprándolas en una
farmacia, sin ninguna duda) sino que se centre también en todos
aquellos que por tratamientos médicos o por otras razones tienen que
usar opiáceos y opioides, y eso potencialmente es toda la sociedad
(y no sólo USA).
Seguramente a nadie le dirá nada el
nombre de Destiny Spitler. Fue la última víctima mortal menor de 13 años en USA por sobredosis de un opioide. En este caso legal.
Algunos puede opinar que si no hubiera tomado nada, nada le hubiera
pasado, que hubieran vigilado mejor los dueños sus medicamentos para
que no se los robasen.
Pero esta víctima no había robado
nada, no había tomado nada, no sabía que estaba introduciendo en su
cuerpo una potentísima droga narcótica. Y se fue a dormir... y no
despertó. Era una niña de 12 años que había cogido de la basura
un parche ya usado de fentanilo. Lo había usado su abuela, para el
dolor en una pierna, y una vez usado lo había tirado a la basura. La
niña lo cogió y se lo pegó jugando, porque son cómo una pegatina
transparente, a imitar un acto paliativo que había visto en un
adulto de su familia más cercana.
La población consumidora de drogas
ilegales (heroína principalmente) son también objetivo de las
acciones de un día como hoy, pero quiero dejar claro que son sólo
unos cuantos más en el grupo al que afectan estas cosas. En nuestra
farmacopea, tenemos varios preparados de opioides que resultarían
mortales con una sola dosis para un adulto sin tolerancia a los
opioides, y en algunos momentos de nuestras vidas, nuestras familias
o nosotros tenemos que tratar con ellos.
Hay una sustancia, la naloxona, que es
muy barata. Mucho. Y que necesita de muy poca dosis para hacer
efecto. Y su efecto es que revierte al instante los efectos de todos
los opioides y opiáceos narcóticos, permitiendo sobre todo respirar
a quien se estuviera muriendo de una sobredosis. Está en casi todos
los hospitales y debería estar en cualquier puesto de salud que
tenga un carro de emergencias, como otros compuestos que son
antídotos o agonistas para otras drogas como las benzodiacepinas o
los barbitúricos, aunque estos últimos ya casi no se recetan en
comparación a hace unos años.
Hay sólo dos formas de hacer que la
naloxona ejerza sus efectos en el cuerpo, y en ambos casos no pasa
por el estómago pues se desactiva. Tiene que ser con una inyección,
normalmente intravenosa, o mediante un nebulizador que haga que entre
por la vía de la mucosa nasal, o lo que sería bastante similar a
hacer efectiva cualquier droga usando la nariz y pulmones para
meterla en el cuerpo.
La primera opción, la naloxona intravenosa,
existe en España en las salas de emergencias o en las UCIs y salas
de reanimación post-quirúrgica donde se usan opioides.
La segunda
opción, el nebulizador con naloxona, mucho más sencilla de usar por
personal no entrenado y formado para inyectarle una sustancia en vena
a un paciente en emergencia por sobredosis de opioides, no existe en
España.
Sin embargo existe fuera de España.
Se llama NARCAN-Nebulizer y los equipos de médicos y paramédicos de
algunos lugares lo administran mediante nebulización (existe también
como nombre comercial para la naloxona IV), ya que hay estudios
suficientes que demuestran su utilidad para revertir incluso
sobredosis de metadona mientras la persona tenga un rastro de
respiración.
El efecto de la naloxona no es eterno, y se desvanece
en unos cuantos minutos progresivamente, pero son esos minutos que
distan entre el descubrimiento de una persona entrando en sobredosis
por opioides y la pérdida total de respiración que conducirá a la
muerte en los que una persona con conocimientos básicos (como puede
ser poner una mascarilla e insuflar un determinado preparado que
contenga naloxona) puede actuar y salvar la vida en lo que una unidad
de emergencia llega a tu casa. Sin tener que ser un médico o una
enfermera con una jeringuilla IV y la sangre fría para cargarla e
inyectar correctamente a un familiar en sobredosis.
¿Sabrías poner una mascarilla y
bombear aire a una persona? Es muy probable que prácticamente
cualquiera esté capacitado para llevar a cabo semejante acción.
¿Por qué no tenemos un KIT DE
EMERGENCIA, cuyo coste no sería mayor que unos euros, para aquellas
personas que usan opioides de forma legal o no?
¿Tan complejo
logísticamente, caro, o poco interesante le resulta a la industria
farmacéutica promover (si ellos quieren, lo hacen) un producto así
que evite que sus rehenes se mueran?
¿O prefieren no asustar y
seguir sacando brutales beneficios de nuevas formulaciones con
opioides que no hacen nada nuevo, pero tienen patente?
Ese kit de emergencia no tendría
patente. Costaría lo que el material y poco más. La naloxona está
fuera de patente y es una sustancia que se encuentra entre los
Medicamentos Esenciales protegidos por la OMS. ¿Protegidos?
Nombrados como tal al menos.
Tal vez a la industria farmacéutica
no le interesa. Ni a la de USA, ni a la de Europa.
La principal razón que los
especialistas en dolor, que usan generosamente opioides y opiáceos,
argumentan para no recetar morfina (el más común y simple
medicamento) es que la morfina los pacientes la asocian con la
muerte, mientras que otras drogas que hacen lo mismo, no tienen ese
estigma. Y además están en continuo “rejuvenecimiento de
patentes” alterando los medios usados para la administración. Es
decir, dan dinero. La morfina no tanto ni de lejos.
La sobredosis está ahí, y su
prevención cuando se manejan opioides u opiáceos no ha de ser una
misión imposible. De hecho, una preparación básica para usar una
mascarilla con nebulizador es bastante para salvar una vida y
aguardar la llegada de emergencias que atiendan adecuadamente el
caso.
Basta con una sustancia, legal, que
existe en todos los países, y que evitaría buena parte de las entre
70.000 y 100.000 muertes al año que estima la OMS que se producen
por sobredosis únicamente de opioides.
La naloxona salva vidas.
La naloxona es barata.
La naloxona no tiene problemas de
patentes.
Crear un kit con naloxona tendría un
coste muy bajo del que se pueden beneficiar tanto la población que
recibe medicación opioide como aquellos que usan opioides u opiáceos
de otras formas.
¿A qué esperan?
Sábado 31 de Agosto de 2013
Día
Internacional de la Prevención de la Sobredosis.
PS: Quiero agradecer a David Kroll, que escribe sobre drogas, educación y salud en la revista FORBES la mención a este texto y su autor que ha dejado al final de su artículo http://www.forbes.com/sites/davidkroll/2013/08/31/how-to-prevent-16000-u-s-deaths-this-year/ en dicha revista.
A hat tip goes to my Spain-based Twitter follower @Drogoteca for pointing me to their blogpost on International Overdose Awareness Day.
The Google Translate function does an adequate job if you don’t read Spanish well.
Thanks a lot, David Kroll. Muchas gracias.
miral payoooo.... que lo sacan en forbes..... jaaaaa....
ResponderEliminarCongratulations tío! ;)