sábado, 17 de junio de 2017

Es la hora: tenemos que matarte.

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es, unos días después del Día Internacional de los Derechos Humanos. Es un relato "novelado" pero basado en hechos, por desgracia, absolutamente reales. El problema moral que se plantea aquí, ya no es siquiera si matar a otro ser humano es correcto o no (fuera de la autodefensa), sino lo atroz de la forma en que aplicamos esas sentencias de muerte y las razones -paradójicas- que han llevado a ello.

Sigo pensando que, en general y como especie, aún no hemos tocado fondo: siempre se puede cavar más bajo.


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Es la hora. No podemos retrasarlo más: hay que hacerlo ya”- se escuchó claramente colarse, como un reptil, dentro del silencio estruendoso que era la naturaleza del medio, alli dentro en la “Cámara de espera”. Al menos, así era la mayor parte del tiempo. 

Cámara de espera” era el nombre del receptáculo, frío y aséptico cual cuarto de baño, únicamente creado para que nadie -salvo el vigilante de guardia- tenga que soportar la desesperación absoluta de un ser, atado de pies y manos por correas de cuero, que va a morir -si tiene suerte- breves instantes después.
La llamábamos la “Cámara de la locura”, porque allí los funcionarios éramos forzados a observarles siempre sin intervenir salvo que el reo encontrase la forma de liberarse, o de intentar quitarse la vida antes del momento legalmente establecido para ello; nadie se puede hacer una idea completa de las cosas que presenciábamos, cuando delante tienes a un ser que espera a que le maten en cuanto le saquen de esa sala. 


Sólo se conocía un caso en que un reo hubiera salido con vida -y siguiera con vida a día de hoy- tras entrar en una de esas salas: el complejo caso de Romell Broom, que aguantó -durante 2 horas- las drogas que le dieron, sin morir. Y fue precisamente su caso el que disparó la revisión de los fármacos usados para matar, sin atender a que el fallo fue una mala colocación de la vía intravenosa -acabó siendo intramuscular- lo que causó que no surtieran efecto las drogas administradas.
Un dolor en mi espalda, tensa como reaccionando a esa frase que ofendía aquel primigenio silencio, me trajo de vuelta a la realidad. Me llegaba -de nuevo- el momento de conducir a un hombre a su muerte: nunca podré explicarme, con suficiente claridad, cómo llegué a ocupar este puesto de trabajo. Y era tarde -de nuevo- para situarme ante tamaños dilemas morales: tenía que llevarle a la sala blindada para que, los testigos por parte de familiares y otros representantes del estado (ya que la prensa no solía ser bien recibida), pudieran observar su muerte como parte de la justicia dictada.
Este reo – condenado por asesinar a una dependienta durante un atraco- estaba relativamente tranquilo. No rezaba ni maldecía, no murmuraba nada, y apenas le escuchaba la respiración: agitada por momentos y calmada a otros. Pensé que era mi día de suerte por no enfrentarme a un mal trago -de nuevo- llevándole a una muerte no deseada, y pensé que tal vez anhelaba este instante.
Entonces una pregunta desbarató el momento: “Oye... ¿con qué me van a matar finalmente?”
Mediante sus abogados, provenientes de grupos de derechos humanos y civiles, había presentado todo tipo de apelaciones y la última versaba sobre las drogas con las que le ejecutarían. En realidad, él había sido una marioneta que firmaba papeles presentados por terceros, sin tener esperanza -ni tal vez deseo- de que le evitasen la pena capital.
Todos los funcionarios en la prisión estábamos al tanto de esa apelación, que cuestionaba la constitucionalidad de matar a una persona con unas determinadas drogas, en lugar de con otras distintas. Y en su esencia nos parecía estúpida, pero la inmensa mayoría deseábamos que prosperase para no tener que participar en más ejecuciones. 
Mi voz se quebró al tener que contestarle -me sentí incapaz de negarle, por derecho, dicha información- aunque podía haber llamado al médico para que se la facilitase. “Midazolam y un mórfico; no es una mala forma de dormir...” - dije, intentando sonar balsámico en mis palabras y evitar toda alusión trágica que empeorase sus reacciones emocionales y, por ende, fisiológicas.
“No funcionará bien. Que te den un 'valium', antes de chutarte una sobredosis de heroína, no basta para que...” -hizo una leve pausa mientras espiraba- “...duermas rápida y tranquilamente.” - sentenció sin alterarse en ningún fonema de la frase.
Agradecí que utilizara el verbo dormir en su contestación y -con un nudo en la garganta- aguanté el tipo sabiendo que su respuesta era cierta: el nuevo método usado, en lugar del tradicional 'Protocolo Chapman' con barbitúricos, no estaba pensado para matar rápida y efectivamente, sino para ayudar a morir -en la cama, con calma- a un paciente en fase terminal. De haber sido yo o cualquier ser querido el condenado, hubiera preferido el pelotón de ejecución.
La agonía, que comenzó instantes después, duró 13 eternos minutos en los que su cuerpo -a pesar del estado de aceptación con que llegó- se defendió de la muerte como pudo, revolviéndose y moviendo los brazos, apretando los puños, tosiendo e intentando aspirar una brizna extra de aire que le mantuviera con vida unos segundos más: algo así nunca habría sucedido con el original “Protocolo Chapman”.
Así ha sido la muerte -en vísperas de la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos- de Ronald Bert Smith: un alcohólico de 45 años con un cargo de asesinato, sobre el que 7 miembros del jurado decidieron que “debía pudrirse en la cárcel” y 5 decidieron que “debía morir”. 

Pero, en un acto sólo permitido por la inexplicable legislación penal de Alabama, el juez del caso decidió pasarse el veredicto del jurado (cadena perpetua) por el arco del triunfo, y le prescribió al reo unas inyecciones para terminar con su vida: pena de muerte como sentencia, que se aplicó hace días, 22 años después de los hechos.
Lejos de entrar en el debate sobre la conveniencia, utilidad, moralidad o cualquier otra consideración sobre la pena de muerte, este texto busca concienciar sobre otro hecho más básico: no estamos matando bien a los condenados. La propia prensa usana, acostumbrada a este tipo de eventos, califica varias ejecuciones ocurridas en los últimos tiempos como “chapuzas y carnicerias”. Y no es para menos, en vista de algunos de los últimos casos.
¿Qué es lo que está fallando? Pues que andan cortos del fármaco más utilizado -y con el que más experiencia se tiene- para matar: el omnipresente pentotal sódico que cualquier veterinario lo tiene a mano y en grandes dosis, al ser el usado en la eutanasia animal. Y también en los hospitales, ya que es el fármaco de preferencia para la inducción del coma -necesario como tratamiento- y el único barbitúrico que se sigue usando en anestesia. O en su defecto, otro barbitúrico: el pentobarbital, al que se le puede dar el mismo uso. 

Los distintos estados en USA, en concreto el sistema penitenciario, se ven cortos de un fármaco del que -en realidad- tienen cantidades ingentes. Están tan cortos de estos fármacos, que las organizaciones que luchan contra la pena de muerte, tienen contabilizadas hasta las dosis restantes.
¿Qué sentido tiene semejante paradoja? Ninguno. Es tan sólo una consecuencia de la suma de dos vectores actuando: la kafkiana guerra contra las drogas y sus obtusas regulaciones más el activismo contra la pena de muerte al fijar como objetivo a las empresas farmacéuticas, que vendían dichos productos al departamento de prisiones. Esto ha llevado a que algunos estados “blinden en contratos secretos” a los proveedores, o que tengan que recurrir a la “síntesis a medida” solicitada a fabricantes conocidos como “compounding pharmacies”, cuyos estándares están por debajo de lo habitual -causa esta de ulteriores recursos a su vez- y se usan sólo en casos muy concretos.
Desde el año 2006, la ley en USA permite a los condenados a pena de muerte cuestionar la constitucionalidad de dicha pena, cosa que hasta entonces no se permitía. Este cambio llevó a establecer todo tipo de recursos legales, para detener o retrasar lo más posible las ejecuciones de los condenados. 

Por un lado, el activismo contra la pena de muerte, aprovechó los errores sucedidos en las ejecuciones para luchar -estilo “todo vale”- contra las mismas. En ese proceder, apuntó contra los fármacos usados, cuestionando el “protocolo Chapman”. Este protocolo -creado por un médico y un cura buscando la forma más efectiva de matar sin causar sufrimiento- fue la aplicación médica y compasiva de los conocimientos disponibles, alcanzando con notable éxito su propósito. El hecho de que fuera cuestionado legalmente, no respondía tanto al protocolo en sí, como a recovecos legales usados y explotados para evitar ejecuciones.
Por otro lado, las empresas que vendían los fármacos usados (curiosamente, sólo las que vendían el barbitúrico) se vieron en el punto de mira del movimiento activista, relacionándoles públicamente con los aspectos más desagradables de una ejecución, a lo que respondieron de la forma más lógica: negándose a vender más drogas para utilizar en ejecuciones. 

Como esas sustancias son vendidas al departamento de prisiones en lugar de a instalaciones veterinarias o médicas, resulta sencillo negarles el acceso -al menos de forma oficial- a la droga. Y como el sistema legal, para adquirir cualquier sustancia que esté fiscalizada por las regulaciones sobre fármacos en USA, tiene una serie de exigencias que cumplir -como que los fármacos sean fabricados con estándares de seguridad para su uso en humanos, aunque estén destinados a matarles- a las prisiones se les hizo cuesta arriba obtener suficientes drogas para matar a sus condenados. 

El caos que todo esto llegó a causar -en el estricto protocolo seguido para matar por orden judicial- hizo que en una ejecución el condenado estuviera más de media hora vivo -tras la final inyección que debía detener su corazón en el acto- porque en realidad fue ejecutado con un compuesto equivocado, que le mató mediante un doloroso envenenamiento en lugar de instantáneamente.
Una de las reacciones, que estos nuevos problemas provocaron, fue que los estados recurrieran a disposiciones legales que abrían nuevas vías para matar o que volvían a instaurar algunas ya en desuso durante décadas. 

Entre las viejas glorias redescubiertas, estaban el pelotón de fusilamiento o la silla eléctrica, autorizados para prever situaciones en que las prisiones no puedan acceder a los fármacos necesarios. 
¿De veras se puede considerar eso un avance, en lo que les espera a los presos, frente al uso de un protocolo que bien aplicado no tiene apenas fallos? ¿La silla eléctrica de nuevo? ¿En serio?
Entre los nuevos protocolos, para matar por parte de los estados, se empezaron a explorar otros compuestos -con una, dos o tres drogas, en un sinfín de variaciones- y se dio permiso para emplear a falta de otras opciones, “la asfixia con nitrógeno”

Se desarrollaron planes para usar propofol -suspendidos a última hora por las presiones del laboratorio europeo que lo fabrica- o fentanilo en dosis masivas, como droga única o combinado, para provocar la muerte combinado de forma rápida e indolora. 

Resulta especialmente paradójico al mencionar el fentanilo, darse cuenta de los problemas que está encontrando el estado para matar a sus condenados, mientras que la misma sociedad es golpeada por una cifra récord de muertes debidas a drogas, tanto legales como ilegales.

Ha quedado suficientemente claro -a estas alturas- que los estado no cederán en desmontar la pena de muerte, allí donde esté implantada, por unas meras complicaciones a la hora de elegir la forma de matar.  Lo seguirán haciendo recurriendo a viejos o nuevos métodos si los activistas, con sus recursos legales y/o sociales, les impiden el uso de uno de ellos. 

Y esos métodos no parecen ser menos traumáticos para los condenados que el antiguo protocolo: un barbitúrico que deje al sujeto inconsciente y anestesiado -en la dosis que sea necesaria por la variabilidad de cada sujeto- seguido de una dosis de un paralizante muscular -que detiene los pulmones y la respiración- rematado con una dosis de cloruro potásico, que paraliza el corazón, produciendo la muerte de forma efectiva y rápida: el 'Protocolo Chapman'.

Si el resultado del activismo contra la pena de muerte en USA es causar un mayor sufrimiento a los que enfrentan su ejecución, tal vez es el momento de replantear la forma en la que se pretende alcanzar el objetivo. 

El fin no justifica los medios y no podemos asumir causar muertes traumáticas, a unos cuantos sentenciados cuales víctimas colaterales, en un proceso “en esencia positivo” como es luchar por acabar con la pena de muerte. 

En ocasiones lo ideal es enemigo de lo bueno; es probable que este sea uno de esos casos.

lunes, 12 de junio de 2017

Bitcoin: profesionales vs. timadores.

Este texto lo publico para agradecer a la gente de Bit2Me su profesional hacer y buen servicio, y para que todas esas personas que no saben dónde comprar o vender Bitcoins, tengan al menos una referencia fiable. Bit2Me es una empresa que hace las cosas bien, llevaba por gente que sabe lo que hace: seguro que hay sitios más baratos, pero no tan seguros como ese. :))

Así mismo lo publico para advertir a toda la gente que ahora entra en este ecosistema de las criptomonedas sobre un timador-estafador, Jesús Corral Pérez, que ha robado a varias personas ya y sobre el que existen denuncias y órdenes de búsqueda, ya que el tipo gusta de jugar al escondite. Simplemente, ha dado con quien no debía: un perro que no va a soltar a su presa y que la cazará con la alegría de todos los estafados por él. :))

Espero que sea útil y os guste.




Bit2Me: 
La importancia del prestigio,
correctamente ganado.


En estos turbulentos días en el mundo de las criptomonedas se ha ganado mucho dinero, por parte de quienes ya estaban dentro. Eso se ha traducido en que las carteras de algunas personas se han visto fuertemente abultadas de repente... ¿y quién le amarga un dulce? Muchos hemos aprovechado para hacer algo de cash y cubrir huecos que teníamos pendientes, pagar alguna deuda y darse algún capricho.

Claro que para hacer eso, todavía, hace falta hacerlo en euros (si vives en Europa) y no es posible -salvo excepciones puntuales- pagar en Bitcoin (menos aún en otras monedas). Aparte, las salvajes tarifas cobradas por los mineros (por encima de 5 euros en muchos casos) debido al cuello de botella derivado del bloqueo ante el límite de 1 MB, han hecho que Bitcoin deje de ser útil en estos momento para efectuar pagos inferiores a 500 euros. Así que me tocó cambiar Bitcoin a dinero fiat, euros. ¿Cómo lo hice? Pues con la gente de Bit2Me, que son de fiar y perfectamente conocidos por nosotros desde sus inicios.

Así que me tiré unos días sacando bloques de 600 euros (el máximo permitido antes, ahora el límite son 400 euros) pero el éxito de Bitcoin había hecho que la demanda que tenían fuera altísima, así que los últimos días del mes habían superado sus propios límites y la opción de sacar dinero vía Hal-Cash (vía cajero de forma inmediata) estaba fuera de servicio. Sólo se podía vender mediante trasferencia bancaria, así que a ello me puse.



Primero hablé con los responsables, en su servicio de atención al cliente en Telegram, y me dijeron que no había ningún problema y me informaron de todas las dudas que pudiera tener. Previamente, había intentado hacer un pago de unos 200 euros, en el que al poner la tarifa de forma equivocada (10 veces más baja del nivel actual) el sistema la aceptó pero no la confirmó (quedó en el mempool esperando para ser rechazada).

Por alguna razón que no soy capaz de entender, mi cartera Electrum, cuando fue a enviar los Bitcoin para la gente de Bit2Me, ignoró la transacción que se encontraba “pendiente de confirmar” (aunque no fuera a ser confirmada). Así que cuando le di la orden de enviarle el pago de una fuerte cantidad para la gente de Bit2ME, mi wallet intentó usar esas monedas y -como es lógico- los mineros detectaron un doble gasto y -esa vez sí- rechazaron esa segunda transacción.

El problema se planteaba cuando por un lado, tenía una 1ª transacción para pagar unas cosas que no se iba a confirmar pero que tardaría al menos 10 días en “morir” y dejar las monedas libres. Y por otro lado, tenía una cartera que estaba dando una orden que, si las primeras monedas dejaban de estar “pendientes de confirmación”, se podía ejecutar... 10 días después.

Así que por un lado, estaba tranquilo. En Bitcoin las monedas siempre vuelven a su dueño original. No me preocupaba el funcionamiento de Bitcoin sino de lo que mi cartera hubiera hecho o haría -esa 2ª transacción- si tenía oportunidad. 

Así que me fui al canal de soporte de Electrum en el IRC de Freenode, y plantee mi duda. Nada. Un semana preguntando, y nadie se atrevía a decirme si cuando “muriera” la 1ª transacción, se efectuaría la segunda. Nadie.

Así que, siendo ese mi miedo y la cantidad de Bitcoin en juego era una cantidad generosa, me di cuenta que si eso ocurría, el dinero se enviaría a la dirección que Bit2Me me dio para hacer el proceso de la “Transferencia vía SEPA”. Así que recé, y me puse en contacto con ellos, para preguntarles si guardaban las claves privadas de todas las direcciones que su sistema ofrecía, aunque no se llegasen a usar en el momento, para asegurarme de que en caso de que la transacción se efectuase 10 o 15 días después, al menos tuvieran acceso, y me dijeron que sí. Yo seguí rezando, para que la transacción no ocurriera y para que si eso ocurría, fuera cierto que tenían las claves.

Y pasaron 10 días de espera angustiosa (no de morirse, pero de unos miles de euros) hasta que ocurrió: el mempool finalmente descartó esa 1ª transacción para pagar en una tienda a la q puse -sin querer- una tarifa (Fee) demasiado baja. Y como temía -sin entender muy bien por qué si el mempool había rechazado totalmente la 2ª transacción al implicar un “doble gasto” no debía de producirse de nuevo- se produjo esa 2ª transacción que había intentado con Bit2Me unos 10 días antes.

Cuando lo vi, inmediatamente, me puse en contacto con ellos. Me atendieron en todo momento con calma, y asegurándome que si los fondos habían ido a parar a una cuenta que su programa hubiera facilitado, ellos tenían acceso a dichos fondos. Ahora, sólo quedaba comprobar que estaba, comprobar que eran míos, y tras asegurar -como es lógico- todas esas base, recibí un envío de los Bitcoin que habían ido a parar a una de las cuentas de Bit2Me, a mi cuenta de Kraken. 

En ese momento, solté el aire que había estado aguantando desde que esos casi 3000 euros se habían quedando “en el hiperespacio de la mempool” y respiré tranquilo.

Me imagino la angustia y la desesperación de quienes, como yo, por una razón u otra pusieron una tarifa baja en la transacción y se quedaron 10 días esperando para poder usar su dinero: las tasas de transacciones no confirmadas se han disparado, tanto como los ingresos (por tarifas) de los mineros. 

Realmente, como usuario de Bitcoin desde hace años y persona que ha iniciado a muchos otros, me da mucha rabia que para que 4 listos puedan seguir ordeñando “la vaca artificial del 1MB como dogma inmutable” hayamos perdido un montón de cualidades , y que de eso estén sacando clara ventaja otras monedas. No es que me importe que haya otras monedas y que exista competencia en el mercado monetario: creo que es una suerte. Me importa que mucho de ese dinero que les está cayendo encima (ha habido momentos en que daba igual en que moneda de los 10 primeras en capitalización de mercado pusieras tus fondos ya que todas subían y subían) esté entrando hacia ellas porque los problemas que la comunidad Bitcoin no ha sabido resolver de forma consensuada estén sirviendo de razón para saltar a otras criptomonedas.



El caso del timador-estafador:
Jesús Corral Pérez , DNI 44810416E
AKA @NexusCrypto 



Yo, pude respirar tranquilo, como digo. Pero semanas antes, había aconsejado a un viejo amigo que ha aparecido en estas páginas, Gorka de “El Jardín de la Alegría” que fue el primer grow-shop que acepto pagos con Bitcoin, que vendiera los BTC que tenía. Le dije también que yo trabajaba con Bit2Me para sacar el dinero, que registrarse era muy sencillo y su servicio funcionaba impecablemente.



Pero él no me hizo caso. Intentó una venta, esta de aquí, con un particular, que resultó ser un conocido estafador del ecosistema Bitcoin y de las criptomonedas: Jesús Corral Pérez, que aquí tiene una sentencia en que fue condenado en rebeldía

Al parecer este tipo, que usa varios nicks como @Mega_Bitcoin o @Nexuscrypto en Twitter, también NexusAKAChus y otros varios, dice trabajar como DJ en Ibiza. Tiene también Facebook desde donde se anuncia para cazar más incautos como que vende material informático y móviles por Bitcoin. 



Es cierto que tiene una residencia -a nombre de una mujer, no de él- en una localidad de las Islas Baleares (Soler). En otras ocasiones el tipo cuando ha de dar un domicilio, fija su residencia en Santiago de Compostela. 

También tiene una página en Blogspot, https://megabitcoin.blogspot.com.es en la que intenta trincar más incautos que, desorientados por la novedad de este mundillo, caen en su trampa.



Fue expulsado de LocalBitcoins por estafador, y existen varios hilos de comentarios en foros de gente que ha sido estafada por él, a lo largo de varios años. Opera con un teléfono que -como no- está a nombre de una mujer.

En esta ocasión, tuvimos la precaución de encargar a unos profesionales que descargasen toda la información que de él existiera en la red y, aunque borró prácticamente todo su Facebook tras esta estafa (tenía fotos de su cara, su gato, su casa, etc.) pudimos hacernos antes con un download completo de todo lo que allí había, y de las relaciones con otras personas (nombre y apellidos, lugar de residencia y conversaciones con el estafador).

Ahora, vamos a iniciar el proceso por la vía judicial. Poner una denuncia por la estafa de este tipejo, y fijar la deuda de forma legal. Luego, cobrarla. Si no la cobra él, ya la cobrará “El Cobrador del Frac” u otros similares (o peores en sus formas, podremos primarles por un trabajo completito) que seguro que saben tratar con gentuza miserable como Jesús Corral Pérez, el timador del Bitcoin. Pero, eso ya es iniciar un proceso que -de haber hecho la venta de esos 0'8 BTC a Bit2Me, tal y como yo le dije, se habría evitado- le va a consumir tiempo, recursos y a generar mala sangre, al menos hasta que pueda tener delante al sujeto, ante un tribunal de justicia.


Por eso, ahora que la demanda de gente que quiere comprar o vender Bitcoin, más que nunca es importante asegurarse de que aquella gente con la que trabajamos, es profesional, conoce el negocio, sabe tratar al cliente y calmarle en caso de tener un problema, y dar la cara hasta el final: en mi caso, a día de hoy y pesar de que su servicio tiene unos costes notables, entiendo que Bit2Me son el mejor servicio para ese tipo de asunto, al menos en España y a día de hoy.

Usadles, usad empresas serias como Bit2Me; no caigáis en manos de estafadores como Jesús Corral Pérez, con un historial de robos y engaños que fue tan largo, que el tipo hizo una página simulando ser una de Bitcointalk.org pero con un dominio falso y llena de malware para que la gente se infectase al buscar información sobre él.

Es un gran momento para las criptomonedas, no dejemos que un julai como el timador ese u otros, lo jodan.

PS: Cualquier información sobre el sujeto, su residencia actual, fotos, datos, etc, es bienvenida. Y si has sido estafado por él, tenemos información que seguramente te interese tener (de cara a poder denuciarle, claro)
;)

martes, 30 de mayo de 2017

El consenso en Bitcoin: hard fork y soft fork.

En estos días de mayor notoriedad de las criptomonedas, muchas personas me han comentado lo difícil que les resulta seguir las noticias de los portales especializados. Es lógico, es un nuevo mundo en el que deben aprender a manejar nuevos conceptos, que tienen repercusión directa sobre su riqueza (cuando hablamos de nuestros ahorros en una moneda).

Términos como "consenso" adquieren nuevas connotaciones -algunos auguran que cuando Bitcoin cruce la barrera de los 10.000 $, el "consenso" se decidirá con balas- y otros como hard fork (divorcio a las malas) o soft fork (separación consensuada, para que nos entendamos) en términos de la criptoeconomía son especialmente importantes.

Este texto que ahora dejo aquí, fue una traducción para el portal ElBitcoin.org de lo que considerabamos un texto crucial y muy explicativo. Sin ser el primer texto que alguien debería leer sobre Bitcoin, es uno de los que -si quiere entender lo que pasa- acabará leyendo.

Aprovechadlo.
:)

PS: Para inversores avanzados... ¿no os parece que tener el ETH a 180 euros cuando -valía 40 € hace 30 días- es demasiada burbuja? ;))
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El mercado del consenso.

De alguna forma, el debate sobre el tamaño del bloque se puede entender como el debate sobre cómo las reglas de consenso en el Bitcoin son determinadas. ¿Deberían estas ser grabadas en piedra y dificultar los cambios -como propone la gente de Bitcoin Core- o debería evolucionar a través de un proceso en el que las decisiones de los operadores de cada nodo individual fueran el voto, como es la propuesta más abierta de BitcoinUnlimited?

A mucha gente le gusta la idea de que las propiedades de Bitcoin sean inmutables, ya que esto les da confianza en sus propiedades como moneda y en especial las que evitan que sea censurado o embargado. Pero esto es una premisa falsa. La idea de que los parámetros del consenso pueden ser “escritos en piedra” con la implementación de un software de referencia, es inherentemente ilusoria.

Ya que nadie puede ser obligado a correr un determinado tipo de software, ni se puede evitar que lo modifique antes de ejecutarlo, las reglas de consenso están definidas en último caso a través de las elecciones de los participantes. 




Entender los factores que motivan estas elecciones, y cómo las decisiones individuales de cada nodo interactúan globalmente para hacer que emerjan propiedades, puede ayudarnos a entender como las reglas de consenso pueden desarrollarse en un futuro. Y tal vez esta comprensión pueda ayudarnos a tener confianza en que las propiedades de un Bitcoin con buenas raíces en el mercado son mucho más sólidas que aquellas pretendidamente “escritas en piedra”.


Por qué los nodos siguen reglas de consenso.

Es cierto que la red Bitcoin, tal y como existe a día de hoy, sigue las reglas de consenso codificadas en el cliente de Bitcoin Core, pero esto representa simplemente uno de los posibles equilibrios estables. La razón porque la que un operador de nodo en particular decide reconocer la validez del bloque, es porque el resto de nodos refuerzan estas reglas. 

Un minero no querrá gastar PoW (acrónimo de prueba de trabajo; energía y/o gasto económico) produciendo un bloque huérfano ya que perderá la recompensa por su trabajo. Un vendedor no querrá vender bienes a cambio de transacciones si los mineros rechazan incluirlas en los bloques y se puede dar la posibilidad de un doble gasto. En estos ejemplo vemos operadores de nodo aceptando o rechazando bloques de acuerdo a las reglas de validación con el fin de lograr el consenso de la red.


¿Pero qué pasaría en el caso de un “soft-fork”? 

En un “soft-fork”, los mineros se coordinan para imponer reglas de validación adicionales, que no existían previamente, tal vez añadiendo propiedades a las ya existentes en Bitcoin. En este caso, la razón por que la que escogerían adoptar esas nuevas reglas de validación sería para cambiar las propiedades del Bitcoin añadiéndole nuevas ventajas o propiedades.

Otro ejemplo a tener en cuenta son los operadores de nodos de Bitcoin Unlimited en la red Bitcoin que eligen ignorar las reglas de validez para el tamaño de bloque. Estos nodos puede aún interoperar de forma no-conflictiva con los nodos de tipo Core, pero si los mineros produjeran una PoW (una cadena de bloques hecha con prueba de trabajo, PoW) de un tamaño mayor a 1 MB, entonces ellos no seguirían dicha cadena ya que el código de Bitcoin Core lo rechazaría. En este caso, la razón para rechazar la regla de 1 MB de tamaño máximo de bloque es intenta influenciar en las propiedades de Bitcoin como sistema. Quieren permitir un mayor tamaño de bloque.

Así que vemos que las motivaciones de los nodos para adoptar unas reglas u otras de validación caen en dos categorías principales:

a) nodos que aceptan las reglas para mantenerse dentro del consenso con otros nodos.

b) nodos que adoptan ciertas reglas de validez para tratar de influir en Bitcoin como sistema.

Si todos los participantes en la red se ponen de acuerdo en las propiedades del sistema que quieren tener, entonces estos dos grupos distintos se alinean y agrupan en sus motivos. Decidir las reglas de validez del bloque que deberían implementarse en los nodos resulta algo simple: descubramos que reglas de validez del bloque conducen a las propiedades globales del sistema que todos coincidimos querer, y que los nodos las implementen.

Resulta posible, en todo caso, que esos dos objetivos no se superpongan. ¿Qué pasa si tú crees que la red debería seguir ciertas reglas, pero el resto de la red no está de acuerdo? Si un grupo se siente muy seguro sobre una propiedad que ello quieren tener, podrían tomar la decisión de iniciar su propio camino y separarse de la red, bien sea con algún sistema de salida, un fork sobre la blockchain o simplemente creando otra moneda alternativa desde cero.

Pero las cosas son mas interesantes y complicadas si los dos objetivos están mas equilibrados. Entonces tenemos una situación donde los motivos están mezclados y pueden equilibrarse entre ellos. 

Este tipo de motivo mixto dinámico fue explorado por Thomas Schelling en su libro “La estrategia del conflicto”. Schelling da un marco teórico para comprender situaciones donde existen incentivos tanto para la competición como para la cooperación. El análisis de Schelling es muy útil para entender las dinámicas de Bitcoin donde una proporción significante de participantes tienen deseos en conflicto sobre cómo la red debería funcionar, pero a la vez tienen un alto incentivo para mantenerse en consenso con el resto de la red.


Motivos mezclados.

Las estrategias con motivos mixtos pueden verse como la combinación de la coordinación de estrategias, donde los intereses son coincidentes y existen estrategias de negociación allí donde son divergentes. La coordinación de estrategias incluye la señalización y convergencia en puntos clave. La negociación incluyen estrategias orientadas a reforzar los acuerdos, normalmente con amenazas creíbles de castigo.

Estas estrategias incluyen riesgos también así como potenciales beneficios. Para comprender las dinámicas de como estas estrategias funcionan, necesitamos entender como los incentivos y la tolerancia al riesgo de los participantes interactúan para dar forma al comportamiento individual, y como estos comportamientos individuales se combinan para hacer emerger propiedades del sistema a escalas mucho más grandes.


Reglas de validez como amenaza de separación.

Que un nodo se una y dé su fuerza a un grupo de reglas de validación es a la vez equivalente a la amenaza de que ese nodo se pueda escindir de los demás nodos si ellos se desvían de las reglas que se comprometieron a mantener. Los nodos influencian la aceptación de las reglas de consenso, tanto si eso significa mantener algunas existente como intentar conseguir otras nuevas, amenazando con separarse de los nodos que no adopten esas reglas, y por lo tanto formar un grupo independiente del resto, que ya no sigue esas reglas. La efectividad de esta amenaza dependerá de varios factores como son:

- El número y la importancia económica de los nodos que quiere separarse.

- El grado en el que la amenaza de separación se comunica al resto de la comunidad.

- El posicionamiento percibido con las antiguas reglas, o el deseo de unirse a las nuevas y separarse.

- La expectativa de viabilidad del nuevo grupo independiente en el mercado. 

Aquí es donde el mecanismo de Daniel Krawisz en su artículo “Quién controla Bitcoin” se manifiesta- En este caso, las predicciones creíbles de las reacciones de los inversores sustituyen a la separación en realidad.


Veamos unos pocos ejemplos:

Ejemplo 1: Regla de validez de tamaño de bloque.

La mayoría de los nodos de la red actualmente aceptan la regla por la que rechazarán bloques mayores de 1MB. Si un minero produjera un bloque mayor de ese tamaño, ellos saben (puede predecir con alto grado de confianza) que será un bloque huérfano que no obtendrá recompensa. 

Incluso si una mayoría de mineros se pusieran de acuerdo para construir una cadena con bloques de mayor tamaño, si los exchanges y usuarios de Bitcoin la rechazasen, perdería su valor. Corriendo sobre software que rechaza los bloques de un tamaño superior, la mayoría económica se compromete a separase de aquellos mineros que produzcan bloques de mayor tamaño. Si esto llegase a pasar, entonces el mercado se colapsaría y se perdería el valor. Pero ya que la amenaza es creíble, los mineros no producirán dicha cadena. Los mineros seguirán al dinero, y la voluntad de la mayoría económica. 

Pero imaginemos que ocurriría si las proporciones dieran la vuelta. ¿Qué ocurriría si la inmensa mayoría de nodos relevantes (exchanges y procesadores de pagos) decidieran correr sobre un software como Bitcoin Unlimited, y dejar de apoyar la regla de 1MB en la validación del bloque?

En este caso, si una minoría económicamente débil decidiera seguir apoyando los bloques de 1MB, sería una acción muy arriesgada para ellos. Haciendo eso aceptan rechazar una cadena que contenga bloques de tamaño mayor a 1 MB incluso si los mineros producen semejante cadena con la mayor prueba de trabajo, lo que causaría daño a la red bajando el valor del Bitcoin. 

En este caso, lo mineros tendrán que sopesar las pérdidas de eficiencia en red frente al beneficio de un tamaño de bloque superior, y el valor que ellos esperan que tal cambio añada a Bitcoin. Si el beneficio esperado creando bloques mayores resulta mas grande que el daño que se espera de la amenaza de una escisión en la red, entonces es posible que elijan producir bloques más grandes.


Ejemplo 2: Regla de los 21 millones de monedas.

Si el tamaño del bloque es determinado por las fuerzas finales emergentes del mercado, qué pasa entonces con algunas reglas más importantes de validación como el límite de inflación y el límite de 21 millones de monedas? ¿Podría este proceso suponer una amenaza para la esencial propiedad de la emisión limitada de Bitcoin?

Consideremos una situación similar a la del último ejemplo. Una mayoría de nodos dejan de adoptar el limite de inflación de Bitcoin, tal vez porque están convencidos de que es necesaria más inflación para mantener los precios (medidos en Bitcoin) de una deflación rápida, o tal vez creen que los mineros necesitan una mayor recompensa por asegurar la red. Pero una minoría de nodos está en desacuerdo. Muchos poseedores de largo tiempo y los creyentes en esta buena propiedad del dinero, rechazarán los bloques que violen la cláusula de emisión limitada aunque esta produzca la cadena más larga. 

Ahora los mineros tienen que asegurarse: si ellos minan “la moneda con inflación”... ¿qué probabilidad tiene la moneda clásica de persistir y mantener su valor?

¿Cómo se medirán ambas monedas en el mercado? ¿Compensarán los riesgos de tal acción frente a sus supuestos beneficios? Si estos riesgos se perciben como significantes para ellos, entonces la vieja moneda y su minoría serán capaces de detener la violación de las normas existentes para la moneda, lo que sirve de “Punto de Schelling” del que resulta difícil desviarse. 

Además, el resto de nodos, al evaluar la situación de una forma similar tendrían que elegir entre apoyar a la moneda “con inflación” y la clásica para evitar el riesgo de una pérdida en valor y una escisión.

Ejemplo 3: SegWit como soft fork

En el caso de un “soft fork” (separación suave), los participantes de la red se coordinan para añadir nuevas reglas de validación que no estaban originalmente aceptadas. Este proceso esta encabezado principalmente por mineros que pueden crear bloques huérfanos y quedarse así sin su recompensa si fallan en aplicar las nueva reglas que no estaban antes en vigor. Los nodos de no-mineros que deciden no unirse a las nuevas reglas, seguirán y aceptarán la cadena más larga, y de esta forma por lo tanto seguirán finalmente el nuevo consenso de los mineros.

El hecho de que los nodos que no acepten las nueva reglas de validación, acabarán finalmente siguiéndolas al reconocer la cadena más larga como la válida, se ve frecuentemente como una razón a favor de los “soft-forks”. En cierto sentido, los mineros pueden usar un “soft fork” para forzar cambios en el protocolo, tanto si los nodos no-mineros consienten o no. Debemos darnos cuenta, en todo caso, que esto viene con algunos de los riesgos de adoptar las reglas del soft fork. 

Si una gran proporción de la comunidad decide no aplicar las nuevas reglas para la validación de bloques, seguirán la cadena más larga pero dejando la puerta abierta a que dichos cambios sean revertidos posteriormente. Las nuevas reglas habrían actuado bajando las garantías de seguridad, de forma similar a los monederos SPV.

En el caso de cambios que producen poco consenso, este riesgo se acentúa. Los nodos que apoyan el soft fork tienen que considerar con seriedad que se pueden quedar aislados del resto de la red si se produce una cadena que viola las nuevas reglas, y la mayoría de la red podría seguir adelante con esa cadena de tamaño superior.

Este riesgo no es puramente académico. De hecho, dicho fallo en el consenso ocurrió en julio de 2015 tras el soft fork BIP 66

El cambio que se implementaba no era discutido, y simplemente ajustaba ciertas reglas sobre la codificación estándar seguida. Lo que ocurrió fue un problema de coordinación entre los mineros. Algunos de los mineros que habían dicho que aceptarían las nuevas reglas, no lo hacían y estaban rechazando bloques que no cumplían con el antiguo estándar. 

Cuando se producía un bloque que violaba las normas, estos mineros continuaban creando por encima de este, haciendo más grande la cadena sobre esos bloques. Lo que esto muestra es que hay riesgos de divergencia del consenso cuando los nodos empiezan a apoyar nuevas normas de validación. Este riesgo sería mayor cuando más controvertido fuera el cambio a aplicar, con un grupo significativamente grande que se niegue a apoyar las nuevas reglas.



Soft forks y hard forks.

Viendo las cosas de esta forma -dándonos cuenta de que apoyar una reglas de validación equivale al mismo tiempo a amenazar con separarte de los nodos que no las apoyen- nos da una nueva forma de mirar a los soft forks y a los hard forks. Un soft fork sucede cuando cuando los nodos apoyan nuevas reglas que no estaban en vigor. Esto aumenta el riesgo de que en los nodos se produzca a una divergencia del consenso con otros nodos y eso potencialmente reducir la seguridad y confianza en las nuevas reglas de validación.

Un hard fork, por el contrario, conlleva un descenso en las amenazas. Los nodos pueden aceptar un hard fork simplemente retirando el apoyo a de una norma. Esos nodos seguirán la mayor cadena de PoW, ya que de dicha forma tienen menor riesgo de caer fuera de la mayoría económica.

Queda claro que cualquiera de los cambios de las propiedades monetarias de Bitcoin pueden lograrse mediante un soft fork igual que con un hard fork. Por ejemplo, un soft fork de extensión de los blocks podría ser usado para aumentar el límite de los 21 millones de monedas. Dado que los hard forks no resultan más peligrosos para Bitcoin y sus propiedades que los soft forks, tiene sentido que los operadores de los nodos prefieran reducir sus riesgos de rechazar la mayor cadena de PoW al relajar las normas de validación, permitiendo eso la posibilidad de cambiar mediante hard-fork la blockchain.


Una visión del futuro.

Un red Bitcoin sana en el futuro debería componerse de múltiple nodos implementando proyectos en competición. Algunos proyectos se especializarían en servir a las necesidades de los mineros o los comerciantes. Otros podrían hacer negocio con los “clientes ligeros” ofreciendo pruebas compactas contra fraudes que les ayuden a asegurar la red. 

Además de competir por las nuevas capacidades, en cualquier caso, tendrían que competir por el consenso deseado de comportamiento. Tenedores e inversores se asegurarán de que se preserve la escasez. Los comerciantes y procesadores de pagos defenderían la facilidad en las transacciones. Los mineros trabajarían para mantener unas tasas que compensen su necesario trabajo.

El resultado de esta visión sería una red Bitcoin donde fallos sobre el consenso accidental fueran muy improbables, y los cambios consensuados que mejoren Bitcoin ocurrirán suavemente. Elecciones finales que coinciden con incentivos individuales se combinarían para producir un resiliente, flexible y confiable sistema.


Conclusión.

La promesa de Bitcoin es que puede proporcionar un dinero “basado en el mercado” que sea resiliente frente a intentos de destruirlo. Para justificar la creencia de que Bitcoin tiene valor, necesitamos tener confianza en que sus propiedades monetarias seguirán siendo tales en el futuro. 

La actual situación, con una aplastantemente mayoritaria implementación dominante, centraliza la confianza y deja las propiedades básicas de Bitcoin susceptibles de cambio. Un futuro donde las propiedades fundamentales del Bitcoin sean defendidas y apoyadas a través de la interacción con los participantes del mercado es la única esperanza para la estabilidad a largo plazo.

La idea de que la comunidad del Bitcoin necesita alcanzar un consenso social previo a realizar cambios sobre el protocolo pierde de vista el punto de cómo se gobierna el sistema. Nadie debería estar al mando, y por lo tanto nadie puede estar en posición de determinar si se ha alcanzado suficiente consenso social. Cualquiera es libre de intentar un hard-fork en cualquier momento, y es cosa del mercado decidir si la propuesta tiene éxito o no. 

No deberíamos buscar refugio en la falsa seguridad de un control vertical, de la presión social y el diseño monocultural. Para ganar confianza en que las fuerzas de los mercados son una fuerte defensa frente a ataques de las propiedades monetarias del Bitcoin, nuestra mejor forma de proceder sería adoptar mecanismos que faciliten un libre mercado en el comportamiento consensuado.




viernes, 26 de mayo de 2017

Confesión: he sido infiel a Bitcoin...

Confesión: he sido infiel a Bitcoin....

Estos días -y escribo sobre caliente aún- se ha vivido una importante entrada de capital en los mercados de las criptomonedas. Y sí, he dicho criptomonedas y no he dicho Bitcoin simplemente. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado?

Independientemente de lo que yo pueda opinar sobre algunas (o muchas) de las criptomonedas existentes, está claro que el mercado reconoce que no sólo está Bitcoin. Lo reconoce a nivel económico (metiendo dinero en ello). Y aunque no me dolería haber guardado el dinero que tenía en Bitcoin, decidí repartirlo en varios lugares. 

Si no hubiese hecho nada, mis ahorros ahora mismo estarían multiplicado por dos. Y en sólo 50 días. No voy a calcular el tanto por ciento anual que sería esa ganancia expresada de esa forma, pero está claro que muy muy muy alto.




Sin embargo, vendí. 
Sí, lo reconozco: yo también tengo miedo!!

Ante el panorama que Bitcoin enfrenta a nivel “macro-cripto-económico” (uff) con el asunto del puto tamaño del bloque y el hard-fork como “Espada de Damocles” encima, decidí romper el cerdito. Mi cerdito se distribuyó entonces de la siguiente forma: 1/3 para mantener en Bitcoin, 1/3 para convertir en metálico, irme de vacaciones con mi pareja y tapar “agujeros” y 1/3 que pasó a reposar en “otras criptomonedas”.


¿Otras criptomonedas?

Ante el panorama de tener que elegir a qué casa me iba a vivir tras el “presunto” divorcio de “papá y mamá”, me tocó mirar el mercado. 

Y lo hice. A fondo. 

¿Cómo? Para empezar, mire la capitalización de todas las criptomonedas. Y entre las 10 primeras, sólo vi una que me sonase “con cierta solidez” además del Bitcoin (que se iba a romper... puto “honey badger”). Y esa era Ethereum, pero como conocía algo de su historia (como su pasado hard-fork que devino en Ethereum y Ethereum Classic como resultado del divorcio) y sus bases teóricas como moneda, pero no mucho más, me puse en contacto con alguien que sí sabía dónde pisaba. Ese era el abogado Alex Gómez de la Cruz, a quien conocí en una “vieja página sobre Bitcoin” discutiendo y bregando con la ignorancia. Le pregunté, en la intimidad de una relación post-coital, qué haría él si fuera yo, como inversor...

La pregunta, lo reconozco, me dolía en cierta manera.
¿Yo? ¿Un vulgar inversor hijo puta que gana dinero sin hacer nada? 

Bueno, dejemos el tema de lo que hace un inversor -poner dinero sobre algo que puede ir bien o puede ir mal- y asumí que eso era lo que iba a hacer, porque hasta ese momento, Bitcoin era simplemente mi refugio económico aunque había resultado una excelente inversión en los años. Alex me dijo: Ethereum, de cabeza. Obviamente, la Ethereum “nueva” y no la “Ethereum Classic” (que salió perdiendo en el divorcio). 

Alex me dio sus razones, a las que escuché como suelo hacerlo: sin hacer como que mucho caso. Como que... 

Realmente estaba sopesando con cuidado lo que una persona muy inteligente, que dedicaba su vida a esto de las criptomonedas, tenía que decirme en una situación que él también comprendía como “de riesgo en Bitcoin” (y sigue siéndolo aunque suba, hasta que no se resuelva el puto bloque y alguna cosa más que tenemos pendiente.... **cuchillos afilándose para pasar por la quilla a los de “Bitcoin Core”, que saldrán perdiendo aquí como haya divorcio).

Es cierto que Alex tenía cierto sesgo: él ya estaba dentro de Ethereum, y desde hace mucho mucho mucho tiempo. Fue de los “early adopters” de la moneda, y aunque es un poco cabezón, no es tonto y no le gusta perder dinero. Así que le hice caso. Y ese 1/3 de mi capital que escondí en Ethereum, se multiplicó por más de 5 en poco tiempo....

Reconozco pues que Alex Gómez de la Cruz, al menos en la intimidad, da buenos consejos y desde aquí se lo agradezco. Un beso, guapah....

Pero no solo hice caso a Alex.

Quise hacer un poco más de búsqueda y dar con una moneda que realmente “tuviera sentido” y no sólo fuera inversión, más allá de Bitcoin. Y tras revisar una y otras vez a las 10 primeras, sólo Monero me parecía confiable. Y decidí entrar en Monero. 

Desde ese día, Monero ha multiplicado por 3 su valor y ha tenido picos de 4 veces su valor, y fue en 50 días. ¿Por qué Monero? Simple: es la única moneda que realmente se preocupa de la privacidad de las transacciones, cosa que para los mercados de drogas (a quienes yo respeto mucho, como indicadores...) es algo importante. Y para mí también. 





No estaba con mi poco dinero en Bitcoin sólo porque sonaba bien: era pseudónima, y para mí eso era mucho. No me podía tocar el dinero ni un juez, ni un estado, ni la puta NSA. Nadie puede bloquear una transacción Bitcoin y anularla. NADIE. 

Y eso no ha cambiado. Pero por definición, todas las transacciones son públicas y visibles, lo que lo hace “rastreable” y yo quiero una moneda que sea “como el dinero en metálico: irrastreable”. Monero parece serlo, y no me importó apostar por la moneda que -al menos- cumplía más o menos mis “gustos” a la hora de “soñar” una moneda.

Así que ahora, que ha parado toda esta locura de subida (chicos, venga, no podéis creer en serio que algo puede multiplicar por 8 su valor en 3 días.... y si creéis eso, haceoslo mirar porque estáis jodidos y nunca os debéis acercar a los mercados de ningún tipo: sois carne de timo) de varios meses, al menos por un instante, me encuentro con que he sacado en metálico el doble de lo que metí en Bitcoin, y aparte tengo una cantidad en Ethereum, otra en Monero, otra en Bitcoin, y otra en Euros. Es decir, muuuuuucho más de lo que tenía...




He vivido -subido en el dragón, nunca mejor dicho- uno de los rallies más espectaculares de Bitcoin (que ha doblado su valor en 1 mes, aunque todo lo que sube demasiado rápido, baja pronto) y de todo el panorama de las criptomonedas, en las que desde ahora soy oficialmente “uno más”. Y lo digo con cierto dolor de haberme “desvirgado” y haber abandonado a la moneda que -en realidad- nunca me ha fallado: Bitcoin...

Aunque reconozco que las nuevas chicas que he conocido (Ethereum y Monero) no están nada nada nada mal. Y me alegro. 

Pero no por haber ganado una interesante cantidad de dinero (que pienso invertir en volver a la universidad, a tocar los cojones de nuevo porque ma'burro), sino porque hacer tiempo comprendí el enorme potencial que se había desatado con la creación del protocolo Bitcoin.

Y aquí el agradecimiento más grande, para el final... ;)

Hace tiempo, escuché hablar de Bitcoin gracias a mi contacto con los mercados de drogas. Cuando busqué información, topé con una “vieja página” (y debo decir que agradablemente “old fashioned”) sobre Bitcoin que seguía incansablemente en pie como el Bitcoin -en buenos y malos tiempos- gestionada por una persona enigmática, de pseudónimo “MAJAMALU” (que a día de hoy, y sin su permiso, he logrado desentrañar totalmente, y aún me estoy riendo) y que aceptó mi petición para una entrevista.

Esa entrevista -jamás publicada- fue el inicio de una relación laboral, que devino en una relación humana (aun con la distancia por su parte del anonimato, que en principio no comprendí y creí un exagerado en ciertas posiciones que, hoy para mí mismo, son básicas). A raíz de esa entrevista que no llegamos a cerrar (porque se hizo eterna e inmensa conversación de mentes), muchos de cuyos frutos han ido quedando plasmado en esa pagina, ELBITCOIN.ORG -sin lugar a dudas, el lugar más serio sobre Bitcoin en castellano- se labró una relación (que también tuvo algún momento tenso y no fue todo romance, aunque fue todo diálogo y consenso) en la que lo que aprendí, trasciende el mero consejo económico y afecta -ya ha afectado- a mi vida de una forma innegable.

Eso, a mi entender, es un acto educativo pleno, sólido, trabajado y capacitador de nuevas habilidades que ha realizado -sobre mí- un tipo que, a día de hoy sé, que no es maestro ni profesor, no es un educador por profesión más que lo pueda ser por forma de ser. Pero hay quien tiene un talento natural -que a veces brilla sólo en contacto con los sustratos adecuados- para enseñar, y yo como maestro que he educado a otros en otras áreas, quiero agradecerle públicamente: no soy un sustrato sencillo, aunque sí sé que soy muy jugoso y que puedo dar mucha guerra.

Así que gracias, Majamalu.

Reconozco que con todo lo aprendido -especialmente a valorar el trabajo- había pensando en venderte (a ti, Majamalu) este texto, pero todavía diría “la mascota” que me lo has pagado y que lo dicho es por interés.

Así que haré de magnánimo yonqui hispano y te lo publico yo, así de altruista y buena persona que soy, por la cara (para que lo puedas frotar a gusto a quien quieras, si dicen algo). Creo que con lo que he ganado -siguiendo las indicaciones de una mente clara como la tuya, en este área y otras- bien puedo sentirlo sobradamente amortizado de antemano.

Y para todos los que se topen, queriendo o sin querer con este texto, que recuerden: lo leyeron antes por aquí. Las criptomonedas son un mundo interesantísimo pero complejo, en el que conviene no pisar sin una buena guía -y con esa palabra me refiero a una persona que sepa lo que hace y dice en este mundillo- porque es un mundo que se presta a engaños para ansiosos y codiciosos. Lo que yo he ganado, lo he hecho leyendo mucho, preguntado lo justo y necesario a las personas adecuadas (pero con la constancias de obtener respuestas) y esperado para confirmar mis observaciones. Y aún ahora, sigo entendiendo que sé poco o muy poco, aunque la mayoría diría que soy un experto.

Las criptomonedas no son mágicas sino lógicas.
Y Bitcoin fue el consejo que nunca me falló.

Gracias.

:))



Drogoteca.

PS: Como una vida sin música no es vida, y este texto "es vida", quiero que quede constancia de la música que lleva.....
:))