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jueves, 3 de marzo de 2016

El péndulo de la Dra.Heroína

Este texto, sobre la epidemia de médicos prescribiendo opioides alegremente en USA que ha acabado creando una epidemia de muertos por sobredosis, fue publicado en el portal Cannabis.es y es el primero de dos enlazados temáticamente. Esperamos que os guste.

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El péndulo de la Dra. Heroína.


¿Cómo explicarle a un lego lo que está pasando en los USA con los opiáceos? ¿Qué hacen contando los muertos por miles debido a sobredosis de opioides recetados por médicos? ¿Por qué caen como moscas grupos locales de usuarios de heroína en USA y de dónde han salido tantos?

Empecemos por aclarar algo: los opiáceos y los opioides -algunos usan los nombres indistintamente aunque no son lo exactamente lo mismo- son en su inmensa mayoría drogas adictivas. Esto quiere decir simplemente que cuando un organismo comienza a tomarlas (da igual por qué vía) y su cuerpo se acostumbra a tener una cierta cantidad de esa droga en sangre, la falta posterior de esa droga -u otra muy similar- que permita mantener ese nivel en la sangre, provoca un síndrome de abstinencia. 





¿Qué y cómo de duro es un síndrome de abstinencia? Pues los hay de muchos tipos y sabores, y dependen de la sustancia que se haya consumido, la dosis y frecuencia de consumo, y la duración del mismo. Muchos de los fármacos que se usan hoy día en la consulta de cualquier médico de cabecera pueden provocar síndromes de abstinencia que harían palidecer al heroinómano más experimentado, así que entendamos el asunto como lo que es en este caso: una cuestión de requerimiento fisiológico en la que el cuerpo lo pide, y si no lo tiene, te castiga con dolores y malestar en distintos grados. Algunos leves pueden ser como un molesto resfriado (con dolores articulares y sólo ganas de meterte en la cama, o de meterte más droga que te quite los síntomas) o estar con cierto malhumor durante unos días, como sufren los fumadores mientras sueñan con cigarros encendiéndose a su alrededor, o con tener menos facilidad para entrar en el sueño como le ocurre a los fumadores de cannabis cuando les falta el porrito de por la noche. Puede ser algo así, o puede ser un cuadro con alteraciones psíquicas serias, alteraciones orgánicas peligrosas que pueden llegar a matar como en el caso del alcohol, o alteraciones del sueño que pueden volver loco al más pintado en el caso de las benzodiacepinas, etc. 

Todo depende de qué, cuánto, cómo y durante cuánto tiempo.

La cosa sigue así. Imagine que va a su médico y para ese dolor de espalda que usted tiene -provocado por una mala postura que suele adoptar junto con falta de ejercicio físico- y que se ha vuelto un problema ya: usted es una persona normal y corriente, que no sabe nada de drogas, y que tiene -pongamos- 58 años. Un ejemplar y patriota padre de familia con bandera en el porche de su casa, que nada en absoluto tiene que ver con las drogas. Y su médico le da una pastilla que puede que, por primera vez en su vida, le alivie de verdad el dolor. Eso está genial, ya que fuera de una función diagnóstica, el dolor no debería tener cabida ni tolerancia en la práctica medica, sea cual sea su origen. Nuestro protagonista “ad hoc” -llamémosle Joe- se siente feliz con esa medicación. Y no le faltan razones, ya que le quita en gran medida el dolor que tiene, le ayuda a dormir mejor y hace más soportables las monótonas noches de pareja en la dilatada rutina conyugal. ¡Casi que hasta hace a la TV divertida, coño!

El asunto es que si Joe sigue así, tomándose suficientes pastillas como mantener todo el día su sangre con droga en ella, acaba siendo un adicto. En este caso sería un adicto yatrogénico al serlo “por causas médicas”. Puede que el caso de Joe sea uno de los que realmente necesitan opioides para tratar su dolor, pero puede que tal vez sólo hicieran falta de forma puntual y no se retiraran después o que, por comodidad, el médico el ver una respuesta positiva del paciente -y seguramente una reticencia a que le quitasen la panacea del bote de pastillas- decidiera simplemente complacer a su paciente, lo cual en sí mismo tampoco ha de ser nada necesariamente malo.





Pero si en ese esquema en el que prescribes con cierta generosidad fármacos que esencialmente hacen lo mismo que la heroína o la morfina, metes a una industria farmacéutica en constante cópula con el legislador y el fiscalizador de las drogas en USA, pues la hemos jodido. 

La pasta de la industria farmacéutica -los que venden las droga legales, básicamente- es tan adictiva como la del narcotraficante, o más en su caso porque “transcurre por cauces de aparente legalidad”, y la cantidad de pasta que se mueve en la rama farmacéutica de la “industria de la adicción” (drogas legales, fármacos de prescripción, servicios sexuales y porno, comida rápida y adictiva, etc.) es muy alta. Así que las farmacéuticas asaltaron a los legisladores por un lado y a los médicos por otro, a unos dándoles pastaza para sus asuntos y a los otros, pues de la misma forma: sólo cambiaba el cómo.

Al médico le controlaban la cantidad de recetas que emitía de cada fármaco y marca, de manera que se le podía “sugerir” (ya saben cómo de elástico es eso de sugerir) que recetase más una u otra, para que le dieran pasta o más pasta. Y coño, si es legal nadie tiene por qué decir que no a un caramelo, ¿no? Así que el médico no es que vaya a empezar a dar heroína en pastillas a todo el que le visite, sino que cuando tenga que tratar un dolor (una causa justificada) estará “más inclinado” a recetar lo que la industria quiera y el legislador le permita. Como al legislador le tienen domesticado a base de pasta para sus campañas y está tranquilo mirando a otro lado, éste no dice ni mu. Y hasta puede presumir de que hay más ciudadanos felices gracias a él, que ya pueden vivir sin dolor.





Así que mientras en USA arrasaban dispensarios de marihuana medicinal, a la vez estaban diciéndole a los doctores -mediante un incentivo perverso en el mercado como son las primas por recetas- que recetasen más y más mórficos. Si alguien en este punto cree que la heroína es mala, pero la morfina es buena, o que la morfina es lo último pero la oxicodona es más suave, que deje de creer nada: todos estos fármacos son en esencia iguales, hacen lo mismo y matan igual. 

Realmente la industria sabía lo que estaba pidiendo -porque conoce la historia de lo que pasó cuando lanzó la heroína como fármaco contra la adicción a la morfina- y los doctores deberían saber lo que estaban haciendo: creando adictos. 

¿Como médico recetabas cannabis? Te mandamos al talego por prácticas contra la salud de tus pacientes. ¿Recetabas cantidades industriales de mórficos adictivos? Te pagamos unas vacaciones en el burdel más cercano: no exagero, las primas en el complejo equilibrio médico-farmacéutico se pagan (aún hoy) de las formas más variopintas.





El resultado de esto, como cualquiera puede imaginar, es que se crean un montón más de adictos y esto es una realidad que no tiene que ver con nada moral: son adictos como lo es un dependiente a cualquier otro fármaco que cree adicción, psicoactivo o no. El número de prescripciones de mórficos en USA (y Canadá, que les sigue de cerca en casi todo) empezó a crecer como si estuviéramos en tiempos de guerra y en poco tiempo, el negocio ya era doble: el sistema te hace adicto, y nosotros te curamos. Entraron en juego las “clínicas contra la adicción” que esencialmente son lo mismo que en España y también se pusieron a hacer caja con la desintoxicación de adictos, mayormente por la vía privada. 

Las farmacéuticas sacaron más presentaciones “modificadas” de fármacos, porque resultaba que la mayoría de los mórficos están descubiertos hace muchas décadas, con lo que no tenían ya patentes para cobrarlos caros y empezaron a experimentar con otras formas de administración: retardada, por piel, sublingual, intramuscular para unos días, por el culo y hasta en una maquinita que viene a hacer lo mismo que esnifar fentanilo (uno de los opioides más peligrosos de manejar) y que te da una dosis instantánea y nasal -o sublingual- de opioide con sabor a rica menta (como un mojito). 

Se especializaron en sacar pasta de vender “nuevas formas de aplicación” que sí generaban patente y se cobran aún mucho más caras, y esto aumentó más el número de usuarios porque aumentaba la presencia y acceso entre la población a estos dispositivos de forma legal, animando con más dinero a los médicos a recetar sus productos. Realmente era (y es) como un juego entre laboratorios a ver quién era capaz de enganchar en más medicaciones a más población, da igual cuales. Si ves la lista de las 100 más vendidas lo entenderás. Y joder, los opiáceos y opioides enganchan: bastante cuando se usan de forma prolongada.





Los ratos de cama entre una industria “lobby mafioso”, untando de dinero un sistema médico-legal como el de USA, acabaron creando una enorme masa de consumidores adictos a estas drogas que no eran tipos en un callejón sino abuelas. Como la que sin querer mató a su nieta al dejar en la basura un parche usado de un fármaco recetado por su médico, que la niña vio y recogió, poniéndoselo en la piel cuando jugaba a imitar a la abuela enferma y muriendo sin despertar horas después. 

O esos casos de hombres mayores que están recibiendo opioides de liberación retardada y que sin explicación, en un ataque súbito de sueño o de droga en sangre, se duermen al volante de su coche. O los que se quedan dormidos sin más porque el médico que les trata les indicó una dosis que para su metabolismo de eliminación era excesiva y acaban en una sobredosis en la cama. Empezó a haber muertos, cada vez más, sobredosis, cada vez más y también más mamoneo al prescribir, trapicheo y mercado negro asociado a las drogas de farmacia. 

La aplastante lógica de la máquina legislativa de USA entró en acción y simplificó el problema con la misma torpeza que ha tratado otros muchos asuntos: “si los opioides matan, quitemos los opioides”. Así que de golpe, a toda una población que contiene un porcentaje muy alto de adictos a algo equivalente a la heroína -sin saberlo muchos de ellos- les quitaron la droga salvo a los casos más justificados. Un buen día les dijeron “no, de esto ya no nos queda, pero le podemos dar una aspirina, si quiere”. Algunos se lo pudieron comer, otros no fueron capaces. Y los que no, acudieron a buscar ayuda al mercado negro (por donde casi todos pasamos, de una u otra forma, al final).

¿Qué les esperaba en el mercado negro? Pues las aberraciones más curiosas que la prohibición de las drogas pudiera crear, desde inhaladores “caseros” de a-saber-qué-fentanilo hasta pastillas falsificadas de oxicodona -una de las grandes en el “top ventas”- que eran falsas y contenían drogas aún más potentes y peligrosas. De todo. Y sobre todo mucha demanda, lo cuál aumentaba el número de estafas en circulación. 




Una demanda hecha de gente como ellos, relativamente nuevos adictos, que habían pasado de una adicción legalmente mantenida y estimulada (lo supieran o no) a tener que lidiar con su dolor, problemas, trabajo y pareja sin algo que les ayudase: no se ven capaces. Y también, como no, están los siempre socorridos “stamp bags” o papelinas de heroína del tamaño aproximadamente de un sello grande que se venden por 10 dólares, lo cual es razonablemente barato como coste mínimo -aunque en Madrid una cantidad similar se vende por 5 euros, y he visto vender hasta 1 euro de heroína (para “manchar” la base de coca)- de manera que casi cualquiera pueda acceder a ello. Aunque la heroína que suelen tener en USA suelen usarla inyectada o esnifada, no fumada. Y eso añade un problema más porque esas vías de administración producen más muertos, ya que la impregnación del organismo con la droga se produce de golpe y no se puede detener.

Y a todo este panorama, que ha ido empeorando con cada decisión y con cada acción tomada, se le añade un nuevo actor que agrava el problema: el fentanilo y sus derivados. Son opioides muy potentes que equivalen a decenas o cientos de veces la misma cantidad de morfina o heroína. Los narcos lo han descubierto y han visto que resulta más fácil sintetizar medio kilo de eso que sembrar, recoger y procesar varias hectáreas de adormidera y transformarla en heroína. 

En muchos casos, la droga que usan no es ni siquiera fentanilo, sino derivados del mismo que -como son legales- no tienen ni que sintetizar, sino que se encargan vía Internet a China. Los narcos del mercado negro han empezado a usar estas superpotentes drogas para fingir las otras, prohibidas o restringidas como la heroína o los mórficos de farmacia, con el resultado añadido de que -de golpe- mueren grandes porcentajes de grupos locales de usuarios de drogas cuando les llega una partida adulterada con estas otras moléculas por sobredosis, principalmente debido a que esnifan o se inyectan de golpe la dosis que creen adecuada, y no calcularon bien. Muertos porque el mercado negro -creado por la prohibición de las drogas- no ofrece datos de pureza.





Mientras en USA sufren una epidemia por uso de opioides (legales o no) que les ha obligado a hacer que la policía se tenga que entrenar a llevar y usar naloxona inyectable -el antídoto de los opioides- debido al elevadísimo número de sobredosis que sufren como sociedad, en Europa las políticas de prescripción de opioides son extremadamente rígidas en general, y aunque poco a poco los médicos se van abriendo a recetar mórficos para dolores severos, el tratamiento de los pacientes con dolor carece de cierta homogeneidad por zonas locales y queda a discreción del médico, quién en el caso europeo sufre otro incentivo perverso pero en sentido opuesto: mejor no recetar mórficos. ¿Por qué?

Tienen la idea -debida a la falta de uso- de que su capacidad adictiva es inmanejable o saben que si prescriben esos fármacos serán mirados con más atención por parte del sistema. O simplemente -como me dice mi propio médico- porque para rellenar una receta de estupefacientes (así se llaman en España) hacen falta más datos, copias y sellos que para comprar una casa. Así que si nadie se lo ordena (lo que equivale a que te lo recete un internista o un traumatólogo como poco) ellos no van a poner en tus manos algo que sólo les puede traer problemas e incordios. ¿Que te quedas con dolor? Díselo a un especialista, que ellos -los de familia o “cabecera” sólo firman y por tus recetas “complicadas de rellenar y peligrosas de emitir” no cobran más, y sí tienen que rendir muchas más cuentas al estado.

El tratamiento del dolor clínicamente con opiáceos parece ser un péndulo que se mueve entre dos posturas extremas, ambas perversamente incentivadas: la de USA con unas tasas altísimas de prescripciones de estas drogas vs. la de Europa que en una mezcla de moralismo y miedo se quedan extremadamente cortas.


Si en el medio está la virtud, ésta queda 
-políticamente en materia de opiáceos-
 en mitad del océano Atlántico.

martes, 19 de junio de 2012

El gran negocio legal. Con drogas, zombis, y sales de baño.


Ayer noche, mirando las últimas ofertas de drogas que se venden en internet, me encontré con una página realmente curiosa.
Esta página vende research chemicals, que quiere decir "productos químicos para investigación". Dicho de otra forma: drogas legales que son ligeras variaciones de otras ilegales y que la gente usa únicamente porque las que realmente quieren usar están prohibidas.
Algunos los llaman "legal highs" o "colocones legales". Cada lenguaje tiene un eufemismo para esas drogas, y otro de ellos -muy de moda estos días- es el de "sales de baño" o "bathsalts" en inglés.

¿Por qué lo de "sales de baño"? ¿Es que las sales de baño colocan?
El origen de ese oscuro término para referirse a una o varias drogas es sólo la consecuencia de un mercado de drogas descontrolado, en el que se venden sustancias legales que -en muchos casos- nunca han sido probadas en humanos ni en animales, bajo la máscara de otros bienes (como abonos o sales de baño) para evitar una fiscalización de la sustancia que se vende.

En otras palabras: un adulto sano no puede comprar 150 mgs de MDMA en una farmacia, pero puede comprar dosis letales de centenares de sustancias infinítamente más peligrosas que la MDMA, si vienen en un envoltorio que pone que son "Sales de Baño" y que no debes comertelas, en el kiosko o gasolinera más cercana (si vive en USA) o a través de internet en cualquier otro lugar del mundo.

¿Y cómo puede ser así? Pregúnteselo a su político favorito.
Seguimos.

Esta página vende 47 productos químicos, de los que 46 son drogas y uno de ellos un precursor para hacer de forma sencilla algunas drogas ilegales. Hasta ahí, nada nuevo. Una más de cientos.

Pero además de research chemicals también vende paquetes con bonitos colores y sugerentes nombres, y los vende vacios. Además a buen precio. Y para rematar el tema, te venden la máquina para darle un cierre profesional a esos paquetes.


Y estas son las maquinitas para montártelo tú mismo en tu casa...



Y digo yo: ¿no sería lo lógico que vendieran cada producto de esos paquetes atractivos con una sustancia identificada?
Eso sólo tiene lógica para quien se quiere drogar sabiendo qué toma y qué dosis toma de una droga identificada, pero no si el asunto va de hacer dinero.

Así que si quiero hacer negocio, sólo tengo que comprarme una maquinita de sellado térmico, encargar unos sobre de esos que valen 8 céntimos de euro, y rellenarlos con... ¿con qué droga los relleno?

Vólvemos a la primera página y miramos las posibilidades que tenemos. ¿Qué drogas nos vende esa misma página para meter en nuestros sobre con colores?


Y un menú así, pero con más drogas, nos aparece para elegir qué meter en esos sobres.
Esa imagen sólo recoge 8, pero hay otras 40 en esa misma web.

¿Qué tienen en común esas drogas? ¿Tienen el mismo efecto, la misma dosis, son similares? NO.
No tienen nada que ver unas y otras, salvo que no están -todavía- prohibidas.
Unas imitan a la MDMA, otras a la anfetamina, otras al LSD, otras al cannabis, otras a la ketamina...
Nada que ver unas con otras. Ni sus efectos, ni sus dosis, ni sus riesgos.
Incluso algunas de ellas están mal identificadas -su estructura muestra que son drogas distintas a las que dicen ser- con lo que incluso siendo el que está organizando el negocio, tienes en tus manos drogas que realmente no sabes en realidad cuáles son.

Pero siguiendo con el negocio, la cosa es vender un producto legal para NO ser usado en seres humanos, aunque de sobra sabemos que el único uso que tienen la mayoría de esas sustancias, es como drogas en seres humanos.

Así que ya sólo nos queda hacer el pedido.
Elegimos unas cuantas de esas drogas, y las mezclamos -o no- en la proporción que se nos ocurra.
Podemos ir probando mediante ensayo y error si las dosis son muy altas y es mejor rebajarlas con algo de azucar. Si vemos que muchos consumidores acaban en el hospital, pues le cambiamos el nombre y el paquete, cambiamos la mezcla y la lanzamos de nuevo.

Es legal. Además, en el paquete dejaremos siempre bien claro que no son para consumo humano...

Con una inversión mínima en dinero, haciendo uso de las lagunas de una ley que prohíbe consumir ciertas drogas para beneficio de otras, y usando como dummies a los usuarios de drogas, podemos montar una negocio totalmente legal!! ¿Quién dijo crisis?

El campo es imenso, vendiéndolo en gasolineras y kioskos, tiendas de ultramarinos locales y similares, podremos colocar nuestros productos en todo el país, y su venta, como son drogas psicoactivas, está asegurada.

¿Qué tienen que ver los zombis en todo esto? Nada, y todo.
Qué mejor publicidad de que existe ese producto y que lo pueden comprar legalmente.
¿Cuántos drogadictos despistados no sabían que podrían comprar drogas más peligrosas que las ilegales en su kiosko?
Un tipo que era un indigente psicótico atacó a otro desfigurándole a mordiscos.
¿Había tomado "sales de baño"? Pues en realidad, nadie lo sabe: no existe un análisis toxicológico aún.
¿Y fueron las drogas las que le volvieron un canibal? Menuda pregunta más poco sincera esa...

Si cogemos a un grupo de seres humanos, con serios problemas sociales, laborales, de salud, de salud mental, que viven debajo de un puente y posiblemente son adictos a cualquier cosa que les haga sentirse un poco bien, y les damos DOSIS DESCONOCIDAS de DROGAS DESCONOCIDAS, podremos encontrarnos cualquier cosa.

¿Y por qué no prohibimos también esas drogas...?
¿Cuáles? ¿Las sales de baño, o los aditivos para plantas? ¿Las de la caja roja con unos labios sensuales o las de la caja azul con un exótico ninja?
No puedes prohibir aquello que no puedes ni nombrar. Y si consiguen prohibirlas, habrá otras 200 drogas, más potentes, menos conocidas, con mayores riesgos, deseando tomar el lugar de las que ya están prohibidas.

¿Y si esas drogas son administradas a personas normales que sólo quieren divertirse?
La pregunta es la misma... ¿cuáles?

La muerte de Gabi Price, una chica de 19 años en UK, es una lección que no deberíamos olvidar.
Gabi murió tras acudir a una rave en el año 2009. Fue una de las 19 muertes que provocaron una histeria masiva con una nueva droga -una imitación de la MDMA- llamada mefedrona.
Similar a la que vemos hoy día con las "sales de baño".

La autopsia no le importaba mucho a la policía, así que decidieron saltársela antes de dar la noticia de que Gabi había muerto por una droga vendida por desaprensivos sin escrúpulos en internet, llamada mefedrona. Y para hacerlo más "vistoso" le inventaron un nombre callejero a la droga: "meow-meow".

Con la muerte de Gabi y otras 18 más se impulsó la prohibición de la mefedrona, que era una sustancia con sus riesgos pero no mayores que las de otras legales, en el Reino Unido que fue seguida por algunos países.
Realmente la mefedrona tenía poco que ver. Gabi Price había muerto por una infección de estreptococos.
De las 19 muertes, sólo 1 de ellas podía ser atribuida a la mefedrona.

Y había relatos tan curiosos como el de un hombre que en mitad de una orgía se había inyectado 4 dosis masivas de mefedrona, que además era diabético, tenía SIDA, daño renal crónico, hipertensión y cardiopatías varias. Pero era más sencillo explicarlo mediante el axioma policial: era un drogadicto... y la muerte, tenía que ser culpa de la droga...

La mefedrona que entonces se prohibió no es tan diferente (en efectos) a otras drogas de las que ahora hablan bajo el epígrafe de sales de baño. Y entonces, como ahora, sus usuarios buscan el efecto de unas cuantas sustancias prohibidas, menos dañinas que las opciones legales que les dejan.

Yo he consumido varias de esas drogas que se suponen que te hacen un zombi.
Nunca he tomado una droga que me vendieran como "sal de baño". Me gusta saber qué droga consumo, porque es mi vida la que está en juego.
Aunque he tomado decenas de ellas, nunca he tenido el menor impulso de comerme a alguien.
Y si lo he tenido, era en la cama.

Hemos forzado a nuestros jóvenes, que quieren drogas, que usan drogas, que van a seguir usando drogas como se han usado en toda nuestra historia, a que las drogas que van a consumir tengan que estar cubiertas por el manto del desconocimiento.

Las sustancias ilegales, como la heroína, cocaína, anfetamina, MDMA, LSD y otras, se ven sujetas a la adulteración, precios y riesgos del mercado negro sostenido por la prohibición.
Las sustancias todavía legales, les ofrecen la posibilidad de elegir lo que consumen y hacerlo con unas medidas de precaución.
Pero una droga que te vendan bajo el nombre de "Ivory Wave", "Ninja Strong" o "Crack Powder" implica drogarse sin saber con qué ni con cuanto.

Debemos afrontar una regulación legal del mercado de las drogas.
Y eso sería lo que estaba pensando este buen señor, el Dr. Perry Kendall, cuando a pesar de no ser un defensor de la legalización de las drogas, pero siendo un alto responsable de la salud pública en Canadá, afirmó hace unos días que el consumo de MDMA puro por parte de adultos puede ser sano y seguro.

http://www.cbc.ca/news/health/story/2012/06/14/bc-ecstasy-adults-safe-health.html

Realmente en Canadá están -de verdad- preocupados por la salud de sus habitantes.
Saben que les gusta divertirse, y que les gusta tomar drogas. Y que eso no va a cambiar.
Pero que por culpa de la prohibición, ya llevan 16 muertos este año por pastillas con PMA y PMMA.

Y se han dado cuenta de que es preferible que tomen MDMA puro y que no mueran, a tener que acumular cadáveres por culpa de drogas que no existirían en la calle de no ser por la prohibición de otras.

Ojalá el buen razonar de los responsables canadienses en materia de drogas se extienda por otros países.


sábado, 24 de enero de 2009

Filtros especiales para extracciones e inyectables.

"Se cometen muchos menos errores
usando datos incorrectos
que no empleando dato alguno"

Charles Babbage


En alguna ocasión se ha hablado aquí de las purificaciones de sustancias, como parte de los pasos que se pueden dar en un consumo orientado a la reducción de riesgos.
Aunque el ejemplo que se puso, gráficamente ayudado, fue con un fármaco que tiene uso lúdico, no representaba el mejor ejemplo de lo que se podría lograr con esos métodos, ya que sus diluyentes al menos son conocidos y no resultan dañinos para la salud (más allá de tupirte las narices si esnifas demasiado yeso de tomarlo sin purificar).

Hay otros casos, en los que el uso de métodos algo más avanzados de purificación de la sustancia deberían ser obligatorios para todo aquel que tenga algo de masa encefálica dentro del cráneo.

Hablo de los inyectables que se preparan partiendo de la heroína, cocaína u otros productos adquiridos fuera del entorno farmacéutico y más concretamente, a aquellos que no están pensados para ser inyectados.

En esta ocasión, y aunque la sustancia que se va a usar como ejemplo gráfico, es la misma (el metilfenidato) se podrá ver como emplear un filtro de 0'45 micrómetros de diámetro (o lo que es igual... 450 nanómetros) en sus agujeros, para filtrar una solución y dejarla "casi" preparada para poderse inyectar y habiendo eliminado todos los restos no solubles y también una buena parte de las bacterias que la muestra original pudiera tener.

¿Bacterias también?

Pues sí.
Las bacterias miden la inmensa mayoría entre los 0'5 micrómetros y los micrómetros.
Este filtro, un "Sartorius" de 0'45 micrómetros, está por debajo del tamaño de la mayoría, con lo cual, la solución que resulta de pasarse por el filtro se puede considerar a casi todos los efectos, una solución estéril.

Esto es un filtro Sartorius (es sólo la marca, hay otros como "Sterijet").



No es más que un pequeño trozo de plástico circular, con dos zonas que en medio contiene un filtro que funciona con la presión de la inyección de una jeringuilla común.
Tiene un enganche en su parte trasera para la jeringuilla y uno en la delantera para que si se quiere, la solución ya filtrada, vaya directamente a un recipiente adecuado a través de un tubo o catéter de plástico.

Las especificaciones del filtro.



En su parte trasera vemos las carecterísticas y sobre todo, ese número que indica qué clase de filtrado vamos a obtener usandolo.
En este caso.... 0'45 micrómentros.

Y comenzamos, con una disolución de "Rubifen" para extraerle el metilfenidato, pero que en este caso podría ser de heroína para inyectarse, o de cocaína (siempre atendiendo a la capacidad de disolución) vamos a pasarla por el filtro.
Aunque se ha dejado reposar, y esta el metilfenidato disuelto y el yeso en el fondo, SIEMPRE quedan partículas de yeso y de otros no solubles, como el polvo y bacterias en ella.
Y aunque no fuera así, en el momento que absorbemos del recipiente donde está para separarlas, siempre se produce movimiento aunque nosotros no lo veamos.

Lo cierto es que yo moví un poco la solución para ver el efecto del filtro mejor...
Lo del vaso es la solución de Rubifen (yeso y mfd).


Ese es el material usado.
El vaso con el producto disuelto, jeringuilla, y un vaso estéril de muestras.

El procedimiento es simple; se carga la jeringuilla con la disolución ya hecha, y se conecta el filtro en la punta de la misma.
Se presiona (sin hacer demasiada fuerza, no es necesario) y por el otro lado, sale el producto en disolución de una forma totalmente limpia: transparente y sin una sola partícula.
Hacía tiempo que no veía yo un agua asi de transparente... y daban ganas beberla (si no fuera porque tenía dentro casi medio gramo de metilfenidato.


La jeringa cargada y a punto para soltar el producto de su filtrado en un vaso, aunque podría ser otro recipiente o incluso un cateter.
Purificar y limpiar de posiles bacterias, tiene muchos usos posibles.


Y aquí el vaso tras una cuantas jeringuillas que recogieron toda la disolución (me pasé con el agua, pero me daba igual porque no tenía prisa).
Luego lo que queda, ya sabéis lo que es: evaporar.

Tened en cuenta que si vais a usarlo como solución inyectable, el proceso acaba aquí, y que no es bueno para inyectarse cualquier agua, sino una solución esteril y además, que esté equilibrada tanto en su ph como en su carga de sales e iones, para que no provoque destrucción celular en las células y tejidos que primero encuentre.
¿Por qué?

Porque cuando en un sistema que está a una cierta concentración de sales, introducir una gran cantidad de fluido que no está a esa concentración, hará que o bien las células tengan que soltar iones para equilibrarse (a través de su membrana osmótica) o bien adquirirlos.

Esto puede hacerlas explotar, y de hecho, para obtener la carga en cromosomas de un nucleo celular, en el laboratorio se usa el agua.
Una gota de agua sobre la celula, la hace explotar por la diferencia de iones entre el interior y el exterior.

Es por eso que no se debe beber el agua destilada: robaría iones de todo el aparato digestivo hasta equilibrarse con el resto del cuerpo.
No es venenosa como piensan algunos. Yo la he bebido en ocasiones, pero no mas de un par de jeringas de 10 mililitros para probar a ver si le saco algún sabor. No más que eso.

Cuando el objetivo sólo era refinar aun más una solución para extraer algo, sólo ya hay que seguir con el proceso habitual.
Primero evaporar con tiempo o al baño maría, sobre una superficie que luego se pueda rascar para extraerlo. Y luego recolectar.

Este es el plato, cubierto de cristales de metilfenidato que obtuve con esta disolución ultrapurificada.


Bien cargado de blanco nuclear... cristales, ñam!!!

Y este el resultado final, en una foto un poco más atrevida que no ha conseguido captar la belleza de algunos de ellos, pero seguro que da una idea y pone los dientes largos, sobre lo que rascando saqué de ese platito.


Esos cristales níveos dan gusto sólo con verlos.

Aunque seguro que otros disfrutan más de lo que les tengo preparados para la próxima entrada. No me resisto a decirlo.

La próxima semana, y para gusto de aquellos que se están iniciando con la química o con las cuestiones de la ciencia más práctica, tendréis una entrevista a un personaje de lo más curioso. Aunque trabaja como educador en Francia, nació en España y ha residido aquí durante casi toda su vida hasta hace unos años que emigró.

No es alguien que haya hecho una carrera de ciencias, pero sin embargo, entre sus pasatiempos, está la síntesis de sustancias, y otras cuestiones más sencillas y prosaicas, como prepararle a su pareja para salir de fiesta medio gramo de cocaína pura extraída por él mismo de la planta de la coca (como quien hace una tortilla), y tratada hasta acabar siendo un clorhidrato de cocaína de la mejor calidad (no sólo no tiene nada que envidiar al producido en Sudamérica, sino que le supera en muchos aspectos, y sobre todo, en pureza y ausencia de adulterantes).

Seguro que devoraréis sus palabras, y que os encantarán las fotos de algún proceso.

¿Quién dijo que la ciencia era aburrida?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Refinado de sustancias: método de solubles o "al agua fría".

"Es totalmente aceptable, para los católicos,
evitar embarazos recurriendo
a las matemáticas,
pero tienen prohibido recurrir
a la física o la química."


Henry-Louis Mencken



De un tiempo a esta parte, en buena medida gracias a las nuevas tecnologías e internet, uno de los perfiles prototipo del consumidor de sustancias psicoactivas y drogas ilegales ha ido evolucionando en algunos casos.


Sigue habiendo un sector de personas que consumen al "viejo estilo", que viene a ser más o menos poniéndose -nunca mejor dicho- en manos de su proveedor, y esperando que lo que les suministre no sea demasiado malo, y que él sepa tratar el producto adecuadamente, y si es necesario, proporcionar información sobre el mismo a sus clientes.

A medida que se crece en el rango de edad, se aumenta en conocimientos sobre el tema, pero también en viejos tópicos ("hay pastillas de MDMA con heroína", o "la cocaína la adulteran con cristales") que nunca han sido ciertos.

Y hay un nuevo perfil, que abarca a gente de diferentes estratos y edades, que buscan información en fuentes científicas, foros especializados, y experimentan con nuevas formas de acceder a sustancias o de asegurarse la pureza de las que consumen. Un consumidor ilustrado, el drogófilo.

Este refinamiento de sustancias, llega en parte de mano de las ONG de reducción de riesgos y de la información sobre composición y adulterantes que ofrecen a todo el que quiera conocer con cierta exactitud aquello que consume (véase la web de la ONG Energy Control o de AiLaket!), y de la comunicación masiva de datos que se produce a través de la red.

Hoy día, con pocos conocimientos especializados o ninguno como en este caso, es posible refinar ciertas sustancias que por norma siempre suelen llevar adulterantes o excipientes (diluyentes), bien provengan del mercado ilegal o del legal, como es el caso de ciertos fármacos que contienen opiáceos como la codeína o estimulantes como el metilfenidato.

También resulta posible purificar sustancias como la anfetamina del speed, la cocaína que en los últimos meses parece llegar adulterada desde su origen con fenacetina (un compuesto hepatotóxico, que se bio-transformaba en el paracetamol), e incluso el "cristal" o MDMA en polvo o roca.
Todo ello con relativa sencillez, sin necesitar de ningún aparato ni material de laboratorio, y usando datos muy elementales que están al alcance de cualquiera en internet.

El método que voy a explicar -fotografías incluidas- es conocido como el de "solubilidad en agua fría". Si bien en nuestro entorno es poco conocido por el general público, en otros como los USA, es más usado por su sencillez y por la dificultad que sufren para adquirir sustancias relativamente sencillas de obtener aquí.

La base teórica de este método, es que una mezcla de dos o más sustancias, puede ser separada por medios físicos (sin reacciones químicas) si una de ellas es soluble en agua y la otra no (u otras), o si una de ellas es muy soluble en agua fría y la otra es malamente soluble en agua fría.

Aplicando este método y por la razón mencionada, se puede separar cocaína en forma de clorhidrato -muy soluble en agua- de la fenacetina que es casi insoluble, MDMA en roca de los otros compuestos que pueda llevar también debido a la excelente solubilidad que presenta la MDMA en agua, y el metilfenidato que contienen fármacos como el Rubifen, Ritalin o Concerta de sus excipientes.

En este caso concreto, se muestra paso a paso una extracción de metilfenidato de sus pastillas de Rubifen, en la presentación de 20 miligramos por pastilla, y con excipientes muy clásicos como el fosfato cálcico dibásico, celulosa microcristalina, almidón y estereato magnésico.

El metilfenidato es un estimulante de acción similar a la cocaína que presenta una solubilidad mayor de 100 miligramos de su sal por cada mililitro de agua presente.
Eso permite que otros compuestos casi insolubles o mucho menos, como el fosfato cálcico -que es la mayoría de su carga- puedan ser retirados y obtener un producto de una pureza cercana a las 15 veces más alta y casi total.

Este es el proceso, que puede ser aplicado con pocas modificaciones a otras sustancias ya mencionadas.


1º Presentación del producto:


El Rubifen de fabricación española, en su presentación de 20 miligramos de principio activo por pastilla, y un peso de 300 mgs por pastilla, dejando la pureza de la sustancia en un escaso 6'7%.
El resto es casi un yeso que tupe los conductos nasales si se esnifa, ya que no es soluble, creando problemas de respiración y moqueos interminables en sus consumidores por vía nasal.


2º Materiales necesarios:


Como se ve, no es mucho y cuesta menos de un par de euros todo lo necesario.
Agua destilada para hacer la disolución, un bote estéril de análisis de venta en farmacias, y una jeringuilla regulada para medir la cantidad de solvente que utilizamos.



3º Preparación:

En una superficie que sea rígida y no deformable, lo mas limpia posible, colocamos el producto para proceder a su pulverización, con el fin de facilitar su disolución. En este caso se usa un trozo de cristal, el plástico que cubría el bote de análisis, y un mechero para ayudarse a machacar las pastillas, preferiblemente rotas con la mano antes.



Aquí cubiertas con el plástico y ya listas para empezar a ser machacadas con el mechero.




4º Producto listo para trabajar con él:

Polvo. Este es el objetivo, hacerlas polvo para trabajar mejor con ellas.





5º Paso al recipiente de solución:

Se vuelca el polvo triturado de las pastillas al lugar donde serán disueltas.




6º Añadir solvente:

Agua. Siempre midiendo la cantidad, se va añadiendo agua o el solvente que corresponda, en la medida que veamos necesaria para cada cantidad de sustancia en bruto.

En este caso, para 2400 miligramos de sustancia en bruto, y 160 miligramos de la sustancia que nos interesa, se usaron 30 mililitros de agua a temperatura ambiente (unos 15 grados).





7º Disolución:

Una vez añadida el agua, se cierra el bote y se agita enérgicamente varias veces hasta conseguir una mezcla totalmente homogénea. El resultado es algo similar a la leche en polvo disuelta en un agua.

Tras agitarlo unos minutos, se deja reposar.
Los solubles quedarán en el agua, y los excipientes insolubles precipitarán al fondo del bote.
De las dos capas formadas, nos interesa aquella que tenga que la sustancia que intentamos refinar, y en este caso es la fase acuosa.



8º Separación de las fases:

Con la jeringuilla, con o sin aguja -eso depende de la habilidad de cada uno- se extrae del bote abierto y reposado, la fase líquida, y se pasa a depositar sobre una superficie lo más amplia posible y al mismo tiempo con una mínima profundidad, de manera que no rebose.


En este paso es aconsejable, sobre todo si no se tiene cuidado al separar las dos fases, filtrar el liquido que llevará partículas en suspensión no-solubles con un pañuelo de tela limpio, o papeles de filtrar adecuados.
Y por supuesto, eso se hace sin aguja siempre.

En este caso se ha usado un tipo de tejido industrial de limpieza que por su porosidad y consistencia resultaba idóneo.



9º Primer resultado:

Ahí está el líquido con la substancia, la disolución buscada.

Esto es lo que obtenemos tras la parte más complicada -es un decir lo de complicado- del procedimiento. Un líquido que ha de evaporarse y dejar de esa forma solidificados los restos de la sal que queremos obtener.

La razón de usar un plato es que cuanto mayor sea la superficie de contacto de la disolución con el aire, más rápido se evaporará. El otro factor que ayuda a acelerar este proceso es la temperatura.

En este caso, y en contra de lo algunos podían imaginar por comparación con la ketamina y la forma en que se cocina, no he querido evaporar el agua en una sartén con fondo anti-adherente, porque el calor es demasiado intenso, y corría el riesgo de descomponer la sal de metilfenidato (está como clorhidrato de metilfenidato), y porque además, el metilfenidato parece ser un compuesto que tiene tendencia a arder (desconozco si lo hace de forma explosiva o sólo se consume como la cafeína pura cuando se le aplica una llama con suficiente calor).

Si se desea acelerar, lo recomendable es usar el "baño maría", de manera que la temperatura ayude al agua a evaporarse, sin llegar nunca a puntos peligrosos, y siempre con vigilancia durante el proceso.

La otra forma, recomendable cuando no se tiene prisa, es la de dejarlo evaporando en un lugar protegido de las corrientes y de la suciedad, durante el tiempo necesario.

El resto que se ve en el fondo del bote de análisis, donde estaba antes la disolución, es el "yeso" que formaban los excipientes, y responsable de que el metilfenidato no siente tan bien como sería de esperar al tomarlo por la vía nasal.



10º Cosecha:

Tras la evaporación, los cristales adheridos a la superficie.

Aquí se observa la mancha blanquecina que ha quedado en el plato usado para la evaporación del agua. Esta formada por pequeños cristales de clorhidrato de metilfenidato.
Llega la mejor parte... del proceso.



12º Raspado:

Con una cuchilla -recomiendo las de los aparatos de rascar la vitrocerámica, de venta en los bazares, y que cuestan sobre 1 euro con varias cuchillas- se raspa cuidadosamente la superficie, de forma sistemática, hasta que se deja limpia de adherencias toda la superficie manchada del plato.


Se junta en el centro todo lo que va saliendo del proceso et voilá.... preciosos cristales blancos y brillantes.



13º Estimación y cálculo de dosis:

En este momento hay que recordar que trabajamos ya con una sustancia purificada, y por lo tanto mucho más potente en relación a la cantidad.

En este ejemplo se usaron 8 pastillas de 20 miligramos de metilfenidato, con lo que "como mucho" habremos obtenido 160 miligramos (aunque el rendimiento de los procesos casi nunca es del 100%).

Así que como regla de ojo, si no disponemos de báscula, lo mejor es calcular su potencia como si fuera la sustancia totalmente pura en la cantidad marcada por el calculo matemático de los miligramos iniciales.

Tras juntarla toda, se procede a picarla con la propia cuchilla, de manera que los cristales que se hayan formado, queden reducidos al mínimo, y no puedan provocar cortes cuando se usen por la vía nasal (por via oral todo este trabajo sería innecesario).

Estimación y tanteo.
Una vez agrupada toda, se procede a hacer dos mitades lo más iguales posibles, y se repite sucesivamente para llegar a calcular (siempre de más) una cantidad segura para una primera prueba.


En este caso, al partir de 160 miligramos de principio activo, se dividió en dos mitades de 80 miligramos, y se volvió a dividir en dos mitades de 40 miligramos (una de ellas), y finalmente se dividió en 3 partes iguales, de manera que cada una tendría cerca de 13 miligramos.

Cada una de esas partes de 13 miligramos se dividieron en 2 partes, que se picaron de nuevo y se dibujaron como líneas.

De esta forma, el máximo que podría haber en una de esas lineas de metilfenidato, serían unos 7 miligramos -y probablemente, debido a la perdida de parte en el proceso, no llegarían a 5- y esa dosis, para esta sustancia es activa pero no peligrosa (o no especialmente peligrosa).

¿Qué queda por hacer? ;)





La linea que se encuentra entre la moneda de 1 euro y la "mina de grafito" sacada de un lápiz, nos permite hacernos una idea estimativa de su tamaño y grosor.
Eso serían sus 7 miligramos de metilfenidato.

Y la prueba del pudding, fue un éxito. La sustancia había pasado todo el proceso sin problema, y al ser usada, no presentaba los problemas que presentaba la preparación farmacéutica y podía ser consumida sin miedo a esos tapones que no hay forma de quitar con un material tan poco agradable como el yeso de las escayolas.

El efecto en este caso, cambió considerablemente.
Limpio, rápido, inmediato. La duración e intensidad aumentó en un 30% al menos, y su sensación en la nariz, al no contener productos abrasivos y ser una sustancia de fácil solubilidad, fue la de algo que te dejaba notar su sabor sin picor (y como baja por la garganta).

Tras esa pequeña dosis de prueba, que sería equivalente a unos 5 miligramos de producto, se repitió a los 15 minutos con otra dosis ligeramente más pequeña, quedando en total consumido algo por debajo de los 10 miligramos nasales.

Tras 3 horas y media de estimulación sostenida (a pesar de la falta de descanso que a día de hoy sufre quien escribe esto), no hay aún sensación de bajada y tampoco ganas de repetir con otra dosis.
Algún momento de cómoda y tranquila euforia sin exaltaciones y mucha capacidad para trabajos que requieran concentración y aislamiento.

Muy similar en todo a la cocaína, sobre todo en su manera de producir la estimulación, aunque ligeramente menos eufórico, es fácil entender porqué en los USA han puesto al metilfenidato en la lista II, al lado de otros narcóticos de larga tradición.

Y de la misma forma, resulta bastante difícil entender como el 75% de los usuarios de esta droga son niños, mientras se prohibe y se condena que un adulto pueda usar ocasionalmente cocaína o anfetamina para estimularse, mantenerse despierto, centrarse en tareas que exijan un esfuerzo o por puro placer.

¿Sabemos a que nos estamos enfrentando mientras cebamos a una y otra generación de niños -los varones 4 veces más que las féminas... ¿es algo cultural esta "enfermedad"?- con un inhibidor de la recaptación de la dopamina?

¿Podemos creer que realmente estos niños y jóvenes, terminaran sus vidas y sus tratamientos sin haber sufrido cambios de caracter, personalidad y estilo de vida debido a una medicación, cuya mejor virtud es la de poder tener alumnos atentos en clase y niños menos revoltosos y más estables en el hogar?

Me cuesta mucho tragarlo.


Espero que el método, simple y sencillo al máximo, sin necesidad de ningún material que sea peligroso en forma alguna, sea aplicado no sólo para esta sustancia, sino que también se comience a usar para otras con mayor toxicidad (el mencionado combo de cocaína y fenacetina) y se asuma por parte de los consumidores más aventajados -y de los que les rodeen- como un paso más en las estrategias de reducción de riesgos y gestión de placeres en el consumo de drogas, que todo usuario que tenga interés por su salud, debería aplicar siempre.
Symposion.