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domingo, 20 de diciembre de 2015

Captagon y otras drogas para asesinar sin estrés

Este texto fue publicado en el portal Cannabis.es y esperamos que os guste.

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Captagon y otras drogas para asesinar sin estrés.


Ella se acercó a su hijo y, con cuidado, pasó el cable del cargador de su teléfono móvil alrededor de su cuello. El niño se despertó en ese momento y no entendía qué estaba haciendo su mamá exactamente, pero ella le pidió que se diera la vuelta y se pusiera con la boca hacia abajo en su cama. Una vez que el niño estaba en esa posición, sería más sencillo estrangularle. 

Y así lo hizo: apretó los cables alrededor del cuello de su hijo hasta que éste dejó de moverse, muerto. Una vez asesinado el primero, fue a por el segundo de los hijos. Éste se defendió cuando comprendió que su madre estaba intentando asfixiarle y, aunque no pudo salvar su vida, de esa forma envió a los investigadores un mensaje que señaló a su madre como parricida en forma de arañazos en la cara de la asesina. 

Francisca González, conocida ahora como la parricida de Santomera, había asesinado a sus dos hijos más pequeños (el mayor salió ileso) y había inventado una historia que no encajaba: el asalto a la casa por parte de desconocidos para robar. La policía la dejó en libertad hasta el momento del entierro, tras el cual fue detenida y finalmente se derrumbó confesando: los había matado ella, a sus propios hijos con sus propias manos, porque quería vengarse de su marido a quien acusaba -enferma de celos- de todo tipo de infidelidades conyugales. La mejor forma de hacerle daño era matando a los que eran sus hijos también, comportamiento similar al padre que cortó el cuello de sus dos hijas con una radial, hace unos meses en Galicia, para causar daño a su ex-pareja que le había dejado por un dentista. Y la mejor excusa sobre lo que había hecho, como no, eran las drogas.




La parricida de Santomera no tomó “Captagon” para ser capaz de asesinar a sus hijos con sus propias manos, ella aseguró que se debió a un brutal consumo de cocaína y alcohol. Cocaína, según ella unos 5 gramos esa noche y se agarraba a dicho consumo para explicar que perdió la conciencia de sus actos y que por lo tanto no era responsable de ellos. La asesina dio esos datos en el intento de que, como se había hecho en nuestro país muchas veces, se le redujera la pena por considerar que estaba bajo el efecto de las drogas anulando su libre albedrío. 

Ni el jurado ni los peritos creyeron su versión del asunto, y certificaron que si ella hubiera consumido 5 gramos de cocaína esa noche, habría muerto posiblemente. Ella contestó burlona que eso era falso, y que su marido, que en ese momento era ya acusación particular, la había visto consumir “5, 6, 8 y hasta 10 gramos de cocaína en una noche”. La asesina dijo que ella no era “fría, déspota y calculadora” sino que quien la conocía podría atestiguar que era una persona “muy cariñosa” y una “buena persona”. De sus hijos defendiéndose mientras eran estrangulados por ella, dijo que era “demonios”. Condenada a 40 años de prisión de los que cumplirá 25, el tribunal determinó que ni estaba loca ni las drogas motivaron los crímenes... pero en la memoria colectiva quedó aquella “madre” que asesinó a sus hijos en una orgía de cocaína y alcohol, aunque eso fuera sólo un recurso frente al tribunal.

En los atentados de este verano en Túnez, concretamente en lo referido a Seifeddine Rezgui -el terrorista que se paseó por una playa asesinando personas con un arma automática y sacando fotos con su móvil- se llegó a decir que había cometido la matanza mientras estaba colocado con cocaína. Esos datos salieron de un extraño informe de autopsia que aseguraba, según el periódico inglés que lo publicó, que se habían encontrado restos de un estimulante en el examen post-mortem

Pronto fue publicado que el estimulante era cocaína, aunque esto no se puede asegurar con ningún grado de certeza sin el correcto análisis químico de sus sangre. En realidad no era ningún dato comprobado, sino una especulación ante algo que encontraron, porque en dicho informe no existe una prueba forense para dicha droga. Aún así, los medios publicaron que era “cocaína u otro estimulante de la clase A” (la más restrictiva en UK) sin saber realmente qué era. No es posible saber que una droga pertenece a una clase legal determinada, sin saber de qué droga exactamente estamos hablando, pero eso no importó a la prensa.

De hecho, durante unos días en la prensa, la droga de elección de ISIS para cometer matanzas fue la cocaína que, según el tabloide inglés, se la administraban a los miembros para sentirse invencibles en el campo de batalla. En el mismo artículo se decía que les administraban esas drogas para que no tuvieran conciencia de lo que hacían, para que no lo entendieran. Otra mentira.

Antes de esos atentados de Túnez y de los recientes en París, ya se había hablado del Captagon como droga de elección en la zona de ISIS. ¿Debía sorprendernos? Tras los atentados de París, hemos visto a la prensa española hablando de que el Captagon les permitía matar sin sentir empatía alguna hacia sus víctimas y sin sentir el dolor, lo cual es un nuevo descubrimiento de propiedades farmacológicas en una sustancia tan antigua y tan conocida como es la anfetamina y que, en España y otras partes del mundo, administramos sin problema a niños en edad escolar y a adultos con diagnóstico de Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad o TDAH.




Captagon no es más que uno de los nombres comerciales de un compuesto llamado fenetilina, que se dejó de fabricar en los años 80 en los países de esa zona, y que era una molécula de dextroanfetamina unida químicamente a una molécula de teofilina, un estimulante suave que se encuentra en el chocolate. El objetivo de unir estas dos moléculas (no una de anfetamina y una de cafeína como se ha dicho por ahí) era el de reducir el potencial de abuso asociado a todas las anfetaminas. En la forma de Captagon -o en las otras equivalentes como el Vyvanse que se vende a día de hoy en las farmacias españolas- el compuesto no es activo por sí mismo: es una prodroga que cuando se metabolice en el cuerpo, se convertirá en anfetamina y teofilina, o anfetamina y lisina en el caso del Vyvanse. Este hecho, el que necesite de una metabolización previa para ser activa, hace que sea mucho menos abusable que si fuera anfetamina sola, que sería activa esnifada o inyectada. Mediante la necesidad de esa activación biológica, las formas de consumo más adictivas no tiene posibilidad de realizarse, ya que la droga no causará un rápido efecto al necesitar de la metabolización del cuerpo para activarse primero.

Poco después, y para rematar la jugada, un príncipe saudí fue detenido en el mes de octubre con un cargamento de dos toneladas de pastillas de Captagon. Los medios, como Público por ejemplo, empezaron de nuevo con la “histeria del Captagon” asegurando que las decapitaciones de ISIS se producían bajo el efecto de esta droga, según ellos un dato válido por el análisis de la voz de “John el Yihadista” que demostraba estar bajo sus efectos (conozco muchas pruebas de drogas, pero ninguna por voz). Añadían que las violaciones y las crucifixiones se producían bajo los efectos de esa droga y que era la responsable de la “impavidez de los suicidas y su brutalidad”. 

¿Cómo aparecer con un cargamento de 2 toneladas de pastillas que ya no se producen? Pues porque el nombre de Captagon ha quedado como nombre común para referirse a pastillas con anfetamina o metanfetamina como estimulantes, a veces con un poco de cafeína o de efedrina: dicho de otra forma, a las pastillas de anfetamina del mercado negro en esa zona se las llama Captagon por recuerdo y similitud con el original que pretenden imitar. ¿Dos toneladas de pastillas para matar sin importarte tus actos? Así se vendió la información en occidente, aprovechando la circunstancia para añadir más leña al fuego de unos tarados fanáticos que no necesitan de ninguna droga para causar matanzas.




La misma medicación, un estimulante como la anfetamina, la han recibido prácticamente todos los ejércitos en una guerra desde su descubrimiento como fármaco. Los japones usaban la metanfetamina en la segunda guerra mundial, como los alemanes que usaban diversas combinaciones de estimulantes y anfetaminas también. 

Los alemanes llegaron incluso a desarrollar una pastilla, que no llegó a darse de forma masiva por el final de la guerra, con la que buscaban probar los límites de la resistencia humana al cansancio físico. La formula recibió el nombre de D-IX y era un cocktail de drogas en el que había 5 miligramos de oxicodona (un opioide), 5 miligramos de cocaína y 3 miligramos de metanfetamina por pastilla

Las pruebas determinaron que los sujetos a los que se les administraba el fármaco, eran capaces de hacer marchas sin descansar de 90 kilómetros con 20 kilos de peso a la espalda. También se ha intentado vincular los actos de los soldados alemanes con el consumo de esas drogas, pero lejos del mito y el morbo, lo que se busca con su uso es aumentar el rendimiento, mantener al sujeto en estado de vigilia y evitar el hambre y la fatiga.

Todavía hoy día, el ejercito americano (entre otros) sigue usando anfetaminas para mantener a los pilotos de sus aviones despiertos y atentos, y no hay constancia alguna de que dichos fármacos provoquen a quienes los toman un estado de insensibilidad emocional que les permita matar con menos presión psicológica.

De ser así, estaríamos creando una generación monstruosa ya que son anfetaminas (en liberación rápida o lenta, con otra molécula unida o no) lo que estamos utilizando como medicación para el trastorno de hiperactividad, en niños y adultos. No existe una diferencia clínicamente relevante entre el supuesto Captagon, la Centramina de toda la vida, el Adderall que se vende en USA o el Vyvanse que se vende en nuestras farmacias para estos trastornos. Si además asumimos que lo que se vende como Captagon en el mercado negro no es más que una mezcla de un estimulante como la cafeína con una droga de producción ilegal como la anfetamina, estamos hablando de algo tremendamente similar al “speed” hispano, ese que toman miles y miles de personas en nuestro país, bien sea para salir de fiesta o para aguantar jornadas largas de trabajo.



Una vez más la prensa generalista vuelve a usar las drogas como recurso explicativo para atrocidades que hacen que los seres humanos se vean como monstruos, intentando argumentar que sus acciones están dirigidas por esa terrible droga que han tomado. La prensa está usando la excusa que intentó colar esa madre que asesinó a sus dos hijos, aplicada a los actos de los terroristas. 

Todo esto del Captagon “anti-empatía” no sirve ni como explicación ni como argumentación, pero seguro que ha ayudado a vender más papel a esos medios, manipulando incorrectamente información sobre drogas. Otro gran patinazo de una prensa -vergonzante- acostumbrada a culpar al consumo de drogas de cualquier cosa, desde el canibalismo al parricidio. 

Por desgracia, no será la última vez que lo veamos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Silk Road, reducción de riesgos, reputación y drogas.


Estos dos textos -fundidos en uno ahora- fueron publicados en elbitcoin.org.


Silk Road 
como herramienta de 
reducción de riesgos 
en la compra de drogas.

Al pensar en lo que rodea a una transacción con drogas y dinero, pronto nos falta una tercera palabra en la ecuación: armas. El modelo de negocio de los grandes cárteles y narcotraficantes implica la necesidad de protección armada, por el precio de su producto y lo que ello estimula a otros criminales a intentar robarlo o por la necesidad de protegerse y tener contramedidas adecuadas para las fuerzas de seguridad de cada zona que infectan.




La guerra contra las drogas causa muertos (no las drogas en sí, que es otro área) que nada tenían que ver con las drogas y sus efectos, como podemos ver en un México desangrándose con 60.000 muertos en 6 años: USA compra la cocaína y demás drogas pagando con armamento. Los muertos los ponen los países de tránsito en América, pero no por consumo de drogas sino por sobredosis de plomo.

A nivel del pequeño comprador, el hecho de adquirir drogas tiene distintas relevancias penales en los distintos países. En España no es un delito aunque la tenencia de drogas en lugar público es sancionable administrativamente. En otros países, la compra es un delito y la tenencia es otro delito, al igual que el consumo (de momento es un derecho en España y otros estados) lo que hace que el pequeño comprador, que busca simplemente un abastecimiento para su propio uso, tenga que verse negociando con personajes que -muchas veces de forma imprevisible- pueden reaccionar de forma ilógica y violenta, con resultados imprevisibles al juntarse con armas de fuego y la protección -hecha impunidad- del grupo mafioso.

Que el mercado negro destruye las estructuras del estado, mediante la compra de voluntades y el asesinato, no es necesario que lo argumentemos ya. ¿Pero el usuario final de drogas es cliente o es esclavo de dicho modelo?

La explosión de los mercados anónimos de drogas sostenidos por Bitcoin y Tor en la Darknet está asentándose como paradigma en un nuevo mercado que ya no necesita de la presencia real. Por una parte, el mercado negro tradicional te ofrece la posibilidad de comprobar aquello por lo que pagas en el mismo momento en que entregas el dinero, con lo que eso tiene de bueno y de malo (después de pagar, no antes). Por una parte no necesitas depender de planificación para comprar drogas. Pero por otra parte... ¿qué haces si lo que te venden no es lo que habías acordado, tanto en peso como en calidad? ¿Pones una hoja de reclamación? ¿Amenazas airadamente con denunciar? ¿Sacas tu navaja y trincas al camello poniéndosela en los cojones? Menos la hoja de reclamación he visto de todo en la venta de drogas presencial.




Lo más normal es que si te han engañado, te jodas. Las razones empiezan por tu propia seguridad en ese momento: si te han engañado, mucho miedo no deben tenerte para empezar. Lo mejor es irse lejos de dicha sabandija y no volver. Pero siempre puedes probar suerte con las quejas a gritos...

Silk Road tiene otro método.
Somos los consumidores los clientes del asunto, como debe ser tratado un cliente: comunicación, seriedad, oferta variada. Y además nosotros tenemos la 'espada de Damocles' sobre la cabeza de los vendedores: nada peor que un mal feedback exponiendo las razones de tu descontento. Un mal servicio se traduce en menos negocio, menos cliente y una imagen deteriorada.

Al haber eliminado la parte presencial del asunto, el cliente no se ve nunca forzado a decir que un producto es bueno cuando no lo es ni puede salir de la compra con una bala de más alojada en la cabeza. El trato del vendedor ha cambiado como primera necesidad; se están adaptando al nuevo modelo lejos de la violencia.

Aunque la violencia cotiza también en esos mercados, aunque ahora sea violencia ejercida digitalmente mediante el robo de datos, hackeos y chantajes con Botnets. Pero al usuario final, al simple comprador de drogas para su uso personal (e incluso al comprador de nivel medio que revende a un pequeño grupo) lo peor que le puede pasar comprando en un site así, es que le timen si no hace las cosas bien. 

Cada día es más infrecuente el timador en estos mercados y más frecuentes los vendedores que están luchando por fidelizar clientes porque ese es el futuro de la venta de drogas al por menor, al menos mientras no exista una opción regulada vía estado que permita la adquisición. E incluso si eso llega, los estados tendrán que tener en cuenta que para intervenir en el mercado han de partir de lo que ya existe y olvidarse de que por ser “el estado” van a tener un monopolio más. Eso se acabó.





Hace unos días salió un estudio sobre las características del mercado generado bajo el modelo 'Silk Road' con el título “No sólo un Ebay para drogas: el paradigma de la innovación de grupos criminales en el mercado.” 


El estudio muestra aspectos relevantes sobre el nivel de ventas de unas y otras drogas, las ventas más comunes en volumen y las relaciones generadas en este mercado: datos que los estados deberían estar ya recopilando para saber a qué se enfrentan.

La idea no era nueva; la Global Drug Survey ya hacía hincapié en varios aspectos relacionados como las veces que al ir a comprar cada droga en los mercados tradicionales nos habíamos visto envueltos en situaciones de riesgo con violencia. También lo hacía en otro aspecto que hay que tener en cuenta: Silk Road como reducción de riesgos frente a la policía. La encuesta mundial no dejaba de indagar el número de veces que habíamos sido molestados por la policía al comprar drogas y cuántas de esas ocasiones habían rendido éxito en su búsqueda de drogas. Como dijo hace poco en España la juez Araceli Manjón, 'el mayor peligro asociado al cannabis es la policía', y eso no lo podemos olvidar.



La conclusión final del estudio es que Silk Road es efectivo reduciendo la violencia asociada a los mercados tradicionales de drogas, porque pase lo que pase, el vendedor no podrá atacar al comprador ni verse atacado por él -en un robo por ejemplo- lo que reduce la necesidad de “músculo armado” casi a cero. 

La parte dura de las conclusiones es que, de momento, el comprador “ilustrado” que cuida la calidad de la droga que consume, compra en estos mercados y tiene acceso y costumbre de uso de los medios de pago Bitcoin, es una pequeña porción de la tarta, aún muy pequeña.

Evitar la violencia derivada de una mala gestión -impuesta sobre las drogas que los seres humanos deseamos tomar- es una buena razón para darle una oportunidad a mercados como Silk Road.






La reputación en 
los mercados de drogas.


En febrero de este año, el mercado online de drogas y otros bienes 'Silk Road' sufrió un ataque en el que un hacker o un grupo accedió a las cuentas en Bitcoin del mercado y las vació. 

El hecho caía como una maza en un momento en que el nuevo Silk Road se estaba levantando de nuevo, tras la captura de Ross Ulbricht, su primer dueño y gestor, y la captura de todo el dinero por parte del FBI en dicha operación. En esos días los mercados de drogas que existían, sufrieron todo tipo de problemas, algunos por exceso de usuarios que venían de otros mercados que se cerraban y otros debidos a robos en los que los propios dueños de los mercados se largaban con la caja y lo que había en ella.

La comunidad de usuarios volvía a perder el dinero en sus cuentas y la confianza bajaba a mínimos ante los gestores de dichos lugares. El robo en 'Silk Road' se produjo sobre las cuentas en Bitcoin de los usuarios y sobre las que se usaban para el servicio de escrow

Con dicho servicio el comprador y el vendedor aceptan la autoridad de una tercera parte que controle el correcto desarrollo de la transferencia (pago y envío del pedido) y que efectúe una labor de mediación en caso de que surjan problemas. El prestar ese servicio obliga al mercado a mantener durante semanas en muchos casos el dinero que pasa del comprador al vendedor, siendo un goloso objetivo para todo tipo de ladrones.



Tras el incidente, el nuevo equipo administrador del mercado no volvió a establecer el sistema de escrow por el riesgo que le suponía, pero su actitud fue mucho más inteligente: lejos de huir por haber sido robados, se comprometieron a devolver hasta el último Satoshi.

Y así está siendo: han comunicado que se ha devuelto ya más de la mitad del dinero robado a sus dueños, independientemente de si siguen comprando en dicho mercado o no.

Pero en este tiempo no ha existido un sistema de escrow, con lo que los usuarios deben guiarse por el feedback que otros usuarios dejan en la ficha del vendedor. ¿Qué ha ocurrido sin el escrow para proteger al consumidor de posibles timos? Pues que los usuarios han aprendido que los vendedores valoran más su reputación que cualquier otra cosa en dichos mercados.



No hay escrow actualmente en Silk Road pero si bien era un método que parecía satisfacer al usuario menos acostumbrado y más temeroso, se ha revelado como algo que no parece necesario: el hecho de que tu feedback sobre un vendedor sea malo, hará que pierda mucho más que una venta. Y los buenos vendedores con intención de permanencia, quieren clientes satisfechos que repitan: no pretenden robar 100 dólares sino ganar 1 millón.

La mayoría de los vendedores explican su política de devoluciones y re-envios con absoluta claridad en su ficha y, muchos de ellos, solicitan que si hay algún problema no se les dé una mala puntuación en el feedback sino que se les escriba y se les explique, que ellos se encargarán de arreglarlo a satisfacción del consumidor. Y así parece estar siendo.





Nunca he usado el servicio de escrow de Silk Road y, sin él, no he tenido problema en recibir todo lo que había encargado. Sólo en una ocasión un pedido no llegó, y bastó con hacérselo saber al vendedor que volvió a enviar el pedido, junto con un pequeño detalle por el retraso y los problemas.

Nuestros actos -como compradores o vendedores- marcan nuestra reputación.
Y en mercados como esos, nada vale más que nuestra huella si hemos actuado correctamente, hemos mantenido una buena comunicación con el cliente y hemos dado la cara ante los problemas, resolviéndolos para satisfacción de ambas partes.

Conserva y haz crecer el valor de tu reputación: es lo único que no podrás comprar con dinero.




martes, 19 de junio de 2012

El gran negocio legal. Con drogas, zombis, y sales de baño.


Ayer noche, mirando las últimas ofertas de drogas que se venden en internet, me encontré con una página realmente curiosa.
Esta página vende research chemicals, que quiere decir "productos químicos para investigación". Dicho de otra forma: drogas legales que son ligeras variaciones de otras ilegales y que la gente usa únicamente porque las que realmente quieren usar están prohibidas.
Algunos los llaman "legal highs" o "colocones legales". Cada lenguaje tiene un eufemismo para esas drogas, y otro de ellos -muy de moda estos días- es el de "sales de baño" o "bathsalts" en inglés.

¿Por qué lo de "sales de baño"? ¿Es que las sales de baño colocan?
El origen de ese oscuro término para referirse a una o varias drogas es sólo la consecuencia de un mercado de drogas descontrolado, en el que se venden sustancias legales que -en muchos casos- nunca han sido probadas en humanos ni en animales, bajo la máscara de otros bienes (como abonos o sales de baño) para evitar una fiscalización de la sustancia que se vende.

En otras palabras: un adulto sano no puede comprar 150 mgs de MDMA en una farmacia, pero puede comprar dosis letales de centenares de sustancias infinítamente más peligrosas que la MDMA, si vienen en un envoltorio que pone que son "Sales de Baño" y que no debes comertelas, en el kiosko o gasolinera más cercana (si vive en USA) o a través de internet en cualquier otro lugar del mundo.

¿Y cómo puede ser así? Pregúnteselo a su político favorito.
Seguimos.

Esta página vende 47 productos químicos, de los que 46 son drogas y uno de ellos un precursor para hacer de forma sencilla algunas drogas ilegales. Hasta ahí, nada nuevo. Una más de cientos.

Pero además de research chemicals también vende paquetes con bonitos colores y sugerentes nombres, y los vende vacios. Además a buen precio. Y para rematar el tema, te venden la máquina para darle un cierre profesional a esos paquetes.


Y estas son las maquinitas para montártelo tú mismo en tu casa...



Y digo yo: ¿no sería lo lógico que vendieran cada producto de esos paquetes atractivos con una sustancia identificada?
Eso sólo tiene lógica para quien se quiere drogar sabiendo qué toma y qué dosis toma de una droga identificada, pero no si el asunto va de hacer dinero.

Así que si quiero hacer negocio, sólo tengo que comprarme una maquinita de sellado térmico, encargar unos sobre de esos que valen 8 céntimos de euro, y rellenarlos con... ¿con qué droga los relleno?

Vólvemos a la primera página y miramos las posibilidades que tenemos. ¿Qué drogas nos vende esa misma página para meter en nuestros sobre con colores?


Y un menú así, pero con más drogas, nos aparece para elegir qué meter en esos sobres.
Esa imagen sólo recoge 8, pero hay otras 40 en esa misma web.

¿Qué tienen en común esas drogas? ¿Tienen el mismo efecto, la misma dosis, son similares? NO.
No tienen nada que ver unas y otras, salvo que no están -todavía- prohibidas.
Unas imitan a la MDMA, otras a la anfetamina, otras al LSD, otras al cannabis, otras a la ketamina...
Nada que ver unas con otras. Ni sus efectos, ni sus dosis, ni sus riesgos.
Incluso algunas de ellas están mal identificadas -su estructura muestra que son drogas distintas a las que dicen ser- con lo que incluso siendo el que está organizando el negocio, tienes en tus manos drogas que realmente no sabes en realidad cuáles son.

Pero siguiendo con el negocio, la cosa es vender un producto legal para NO ser usado en seres humanos, aunque de sobra sabemos que el único uso que tienen la mayoría de esas sustancias, es como drogas en seres humanos.

Así que ya sólo nos queda hacer el pedido.
Elegimos unas cuantas de esas drogas, y las mezclamos -o no- en la proporción que se nos ocurra.
Podemos ir probando mediante ensayo y error si las dosis son muy altas y es mejor rebajarlas con algo de azucar. Si vemos que muchos consumidores acaban en el hospital, pues le cambiamos el nombre y el paquete, cambiamos la mezcla y la lanzamos de nuevo.

Es legal. Además, en el paquete dejaremos siempre bien claro que no son para consumo humano...

Con una inversión mínima en dinero, haciendo uso de las lagunas de una ley que prohíbe consumir ciertas drogas para beneficio de otras, y usando como dummies a los usuarios de drogas, podemos montar una negocio totalmente legal!! ¿Quién dijo crisis?

El campo es imenso, vendiéndolo en gasolineras y kioskos, tiendas de ultramarinos locales y similares, podremos colocar nuestros productos en todo el país, y su venta, como son drogas psicoactivas, está asegurada.

¿Qué tienen que ver los zombis en todo esto? Nada, y todo.
Qué mejor publicidad de que existe ese producto y que lo pueden comprar legalmente.
¿Cuántos drogadictos despistados no sabían que podrían comprar drogas más peligrosas que las ilegales en su kiosko?
Un tipo que era un indigente psicótico atacó a otro desfigurándole a mordiscos.
¿Había tomado "sales de baño"? Pues en realidad, nadie lo sabe: no existe un análisis toxicológico aún.
¿Y fueron las drogas las que le volvieron un canibal? Menuda pregunta más poco sincera esa...

Si cogemos a un grupo de seres humanos, con serios problemas sociales, laborales, de salud, de salud mental, que viven debajo de un puente y posiblemente son adictos a cualquier cosa que les haga sentirse un poco bien, y les damos DOSIS DESCONOCIDAS de DROGAS DESCONOCIDAS, podremos encontrarnos cualquier cosa.

¿Y por qué no prohibimos también esas drogas...?
¿Cuáles? ¿Las sales de baño, o los aditivos para plantas? ¿Las de la caja roja con unos labios sensuales o las de la caja azul con un exótico ninja?
No puedes prohibir aquello que no puedes ni nombrar. Y si consiguen prohibirlas, habrá otras 200 drogas, más potentes, menos conocidas, con mayores riesgos, deseando tomar el lugar de las que ya están prohibidas.

¿Y si esas drogas son administradas a personas normales que sólo quieren divertirse?
La pregunta es la misma... ¿cuáles?

La muerte de Gabi Price, una chica de 19 años en UK, es una lección que no deberíamos olvidar.
Gabi murió tras acudir a una rave en el año 2009. Fue una de las 19 muertes que provocaron una histeria masiva con una nueva droga -una imitación de la MDMA- llamada mefedrona.
Similar a la que vemos hoy día con las "sales de baño".

La autopsia no le importaba mucho a la policía, así que decidieron saltársela antes de dar la noticia de que Gabi había muerto por una droga vendida por desaprensivos sin escrúpulos en internet, llamada mefedrona. Y para hacerlo más "vistoso" le inventaron un nombre callejero a la droga: "meow-meow".

Con la muerte de Gabi y otras 18 más se impulsó la prohibición de la mefedrona, que era una sustancia con sus riesgos pero no mayores que las de otras legales, en el Reino Unido que fue seguida por algunos países.
Realmente la mefedrona tenía poco que ver. Gabi Price había muerto por una infección de estreptococos.
De las 19 muertes, sólo 1 de ellas podía ser atribuida a la mefedrona.

Y había relatos tan curiosos como el de un hombre que en mitad de una orgía se había inyectado 4 dosis masivas de mefedrona, que además era diabético, tenía SIDA, daño renal crónico, hipertensión y cardiopatías varias. Pero era más sencillo explicarlo mediante el axioma policial: era un drogadicto... y la muerte, tenía que ser culpa de la droga...

La mefedrona que entonces se prohibió no es tan diferente (en efectos) a otras drogas de las que ahora hablan bajo el epígrafe de sales de baño. Y entonces, como ahora, sus usuarios buscan el efecto de unas cuantas sustancias prohibidas, menos dañinas que las opciones legales que les dejan.

Yo he consumido varias de esas drogas que se suponen que te hacen un zombi.
Nunca he tomado una droga que me vendieran como "sal de baño". Me gusta saber qué droga consumo, porque es mi vida la que está en juego.
Aunque he tomado decenas de ellas, nunca he tenido el menor impulso de comerme a alguien.
Y si lo he tenido, era en la cama.

Hemos forzado a nuestros jóvenes, que quieren drogas, que usan drogas, que van a seguir usando drogas como se han usado en toda nuestra historia, a que las drogas que van a consumir tengan que estar cubiertas por el manto del desconocimiento.

Las sustancias ilegales, como la heroína, cocaína, anfetamina, MDMA, LSD y otras, se ven sujetas a la adulteración, precios y riesgos del mercado negro sostenido por la prohibición.
Las sustancias todavía legales, les ofrecen la posibilidad de elegir lo que consumen y hacerlo con unas medidas de precaución.
Pero una droga que te vendan bajo el nombre de "Ivory Wave", "Ninja Strong" o "Crack Powder" implica drogarse sin saber con qué ni con cuanto.

Debemos afrontar una regulación legal del mercado de las drogas.
Y eso sería lo que estaba pensando este buen señor, el Dr. Perry Kendall, cuando a pesar de no ser un defensor de la legalización de las drogas, pero siendo un alto responsable de la salud pública en Canadá, afirmó hace unos días que el consumo de MDMA puro por parte de adultos puede ser sano y seguro.

http://www.cbc.ca/news/health/story/2012/06/14/bc-ecstasy-adults-safe-health.html

Realmente en Canadá están -de verdad- preocupados por la salud de sus habitantes.
Saben que les gusta divertirse, y que les gusta tomar drogas. Y que eso no va a cambiar.
Pero que por culpa de la prohibición, ya llevan 16 muertos este año por pastillas con PMA y PMMA.

Y se han dado cuenta de que es preferible que tomen MDMA puro y que no mueran, a tener que acumular cadáveres por culpa de drogas que no existirían en la calle de no ser por la prohibición de otras.

Ojalá el buen razonar de los responsables canadienses en materia de drogas se extienda por otros países.