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sábado, 12 de enero de 2008

Droguemos a los ciudadanos desde niños. Larga vida al metilfenidato.

Estaba leyendo un blog que me parece interesante, http://drogohezi.blogspot.com/
y que en su último post trataba de forma inteligente y bien informada de la problemática que esta suponiendo el uso del metilfenidato - Ritalín (y otros) en niños.
Me he puesto a escribir un comentario sobre el tema, que hacía tiempo quería tocar, pero incluyéndolo en una entrada pendiente sobre las empresas farmacéuticas, y me he dado cuenta de que sería una buena entrada para esta página.

No sólo buena, sino MUY NECESARIA para aquellos padres que buscan información sobre la "recomendación" que muchos colegios hacen de que den ciertos fármacos a sus hijos, profesores que presionan, o incluso (y conozco directamente el tema) colegios privados concertados que se niegan a matricular a un niño para el curso siguiente si los padres no aceptan darle cierto tratamiento farmacológico que básicamente sirve para facilitarle la vida a algunos desalmados, inútiles, ignorantes y cómodos fulanos y fulanas, que por desgracia tienen el título de maestro, y ejercen como tal (al menos eso creen los padres).

Este tipo de gentuza no son, ni mucho menos, todos/as los maestros/as, pero cada vez parece que es más sencillo encontrar varios de esta clase: los que no saben QUÉ es un niño.

El problema de la medicación innecesaria a los menores de edad está adquiriendo proporciones colosales. Antidepresivos, benzodiacepinas, neurolépticos, y ahora anfetaminas camufladas como el metilfenidato, más conocido como Ritalín.

En nuestro país comienzan a oírse algunas primeras voces en los colectivos de padres que tiene capacidad de pensamiento crítico, y se oponen a esa facilidad con la que quieren algunos meter psicofármacos a niños de 7 años.

No se puede generalizar, pero muchos de los maestros y profesores han descubierto que un niño activo, no nervioso sino juguetón (de los que molestan), con una dosis de anfetamina modificada como es el ritalin, cuyo mecanismo de funcionamiento es tremendamente parecido al de la cocaína, resulta convertirse en un niño feliz, quieto y atento.

Y adicto. Como con casi cualquiera de las drogas psicoactivas recetadas legalmente.

Se pone el grito en el cielo cuando se habla del uso de cocaína o anfetamina por parte de adultos libres con pleno derecho y capacidad, y de lo peligroso que resulta interferir en su sistema dopaminérgico (sobre el que principalmente actúan estas drogas).


Es la famosa teoría del secuestro del sistema de recompensa, mediado por la dopamina (entre otros neurotransmisores).

Se habla de como incluso una década después se pueden distinguir las reacciones de dos cerebros, uno que haya sido consumidor y otro que no, por las técnicas de imagen actuales.
¡Lo cual es cierto! Y sin embargo ahí están dándoselo a cerebros que están sin formar aún.

Muchos maestros, con la PATÉTICA Y VERGONZOSA formación que tienen, no les importa hablar con los padres, elaborar un informe con el equipo psicopedagógico de zona o del centro, y si dan con médico de cabecera poco interesado o muy saturado, tendrá sin problema su dosis diaria de cocaína en versión tragable.

Además tendrían que saber que este tratamiento, no cura el supuesto trastorno. Simplemente "parchea" algunos de sus síntomas.

Y eso sólo en el caso de que se recete a un niño que realmente lo tiene (dicho trastorno).
Pero el mercado manda, la comodidad también, y la incultura farmacológica reina, ante unos padres que no dudan en darle al niño todo aquello que un tío con bata blanca diga.

En USA no solo se utiliza el ritalin para este trastorno, sino también la anfetamina, de nombre adderall, que es una mezcla de dextroanfetamina (su isómero más activo) y anfetamina racémica. Una anfetamina potenciada en si misma, por así decirlo, pero anfetamina pura y sin "camuflar".

Allí hace tiempo que son muchas las organizaciones de padres que se han negado en redondo a dar a sus hijos lo que los colegios solicitaban, que como dije iba desde anfetas a neurolépticos.

Es decir, la infancia se mide con parámetros de adultos.
¿Un niño revoltoso, juguetón, travieso?
Hiperactivo. Eso si no le cuelgan el cartel de "niño problemático".

No es un niño sano, es un niño con trastorno.
¿De qué? ¿Trastorno de juventud? ¿Trastorno de infancia?

Yo me pasaría las noches sin dormir si mi hijo, fuera un niño quieto, calmado, que no me diera nunca guerra, que nunca hiciera nada movido por su curiosidad, que no se saltase ninguna norma... en definitiva, que no pareciera un niño.

Esto ocurre ahora con el ritalin, pero ocurrirá en el futuro con otros fármacos.
Por un lado, las empresas queriendo vender y presionando, y en otro los maestros que no tienen sueldos ni reconocimiento social, y no quieren líos en clase, además de ser la escoria de la formación universitaria.
Y niños cada vez menos educados en lo esencial por parte de quien debe hacerlo: sus padres y familiares.

La bomba está lista, señores.

Nos preocupamos desmesuradamente -con razón también- de qué médico pediatra atiende a nuestro hijo, pero nos importa un huevo que profesor o profesores le están educando, y pasando con él o ella más horas al día que sus padres.

De seguir así la cosa, los maestros querrán a una clase de obedientes robots por el milagro del efecto paradójico de los estimulantes, que convierten a casi cualquier chiquillo en personas anormalmente tranquilas, atentas y no molestas para el conjunto.
Los padres contentos de que sus hijos sean "buenos estudiantes" aunque no sean niños.

Y las farmacéuticas aplaudiendo mientras se les caen los billetes de sus ganancias entre los dedos.


De momento los resultados de un sistema socio-educativo que no da reconocimiento a los educadores, un salario acorde con la ENORME RESPONSABILIDAD que conlleva su trabajo, y con una planificación que se ha olvidado de lo que es la educación y se ha diseñado observando sólo aspectos teóricos de lo que sería el supuesto desarrollo psicológico de un joven libre en una situación ideal e inexistente, deseoso de aprender, y con ganas de recibir más y más formación sobre las áreas que fueran de su preferencia. Y poniendo al educador al mismo nivel que el educando.

El resultado de ese tipo de educación, que se diseñó sin atender a los profesionales de la enseñanza con décadas de experiencia, vocación, y con errores también porque nadie es perfecto, lo estamos viendo día a día. Vale con escuchar hablar a chicos de 14, 16, 18 o 20 años, verles escribir, o comprobar su capacidad de lectura y comprensión, para llevarse en la mayoría de los casos, las manos a la cabeza. Eso en este país.

Pero podemos ir tomando nota de los resultados de la educación de modelo USA (con bien de anfetaminas para los niños) en uno de los últimos informes mundiales:

- Un tercio de los adultos jóvenes en USA no sabe indicar hacia dónde está el Noroeste.

- Menos del 40% de los estudiantes mayores de secundaria saben leer correctamente.

- En Misisipi se hizo una prueba estándar estatal que reveló que sólo un 18% de los alumnos era capaz de leer correctamente, así que hicieron un examen especial de nuevo para Misisipi, con el nuevo resultado que indicaba que el 89% leían correctamente (así seguían obteniendo fondos federales).

- Una quinta parte de los usanos no saben localizar su propio país en el mapa.

- La mitad de los estudiantes no eran capaces de situar la ciudad de New York en el mapa.

- Incluso después del Katrina, un tercio de los estudiantes no eran capaces de señalar el estado de Louisiana.

- Sólo el 29% de los usanos sabe decir cuál es el océano Pacífico.

- El 58% no sabe donde está Japón.

- El 69% no sabe donde está Inglaterra.

- Los estudiantes usanos sacaron una nota inferior en conocimientos matemáticos a los de Francia, Alemania, España, Inglaterra, Italia, Japón, y Canadá.

- El resultado de la comparación entre países, situó a los USA sólo por delante de los estudiantes mexicanos en conocimientos.

Esos son los resultados de un país que generosamente decreta trastornos, síndromes, enfermedades creadas por marketing y tiene una educación íntimamente ligada a la farmacología.
Y ya es jodido que estén peor de lo que andamos aquí... no comprendo como lo han logrado, porque es algo cada vez más difícil.

El que crea que no necesita un mínimo de cultura farmacológica, médica, y pedagógica si además tiene hijos, que despierte ya!!!

O será tarde cuando se den cuenta de en qué han convertido a sus cachorros.

¿Y aún así siguen estas mismas organizaciones y empresas atreviéndose a hablar de los peligros a largo plazo del consumo de cantidades moderadas y ocasionales -o excepcionales- de MDMA?

Con razón los políticos, de uno y otro lado, no tienen el menor interés en educar sobre fármacos y drogas, ni a los padres ni a los alumnos.

Podrían comenzar a tomar decisiones por si mismos... ¿Cómo van a arriesgarse a algo así?


P.S: Casi se me olvida... aunque con retraso (del 11 de Enero)...

¡¡¡Felices 102 años, Mr. Albert Hofmann!!!
Y un millón de gracias... de todo corazón.


domingo, 4 de noviembre de 2007

Polimorfismos genéticos y medicación individualizada.

Hace unos días, en la anterior entrada y sus comentarios, hablábamos de qué variables había que tener en cuenta a la hora de dosificar un fármaco. En un comentario yo hacía mención a las más habituales y aplicables a día de hoy.

Y hacía también una mención a las que serían de esperar al día de mañana, en un futuro que yo pensaba más lejano. Esas eran las variables que dependían de la carga genética de cada individuo, sus genes, y de las consecuencias de las diferentes expresiones a nivel proteico de ese material.
Genotipo y fenotipo, que son los que nos llevaban a hablar de terapias individualizadas en función de los polimorfismos genéticos que en cada persona provocasen que las medicaciones y otras drogas provocasen reacciones diferentes, o de diferente intensidad, duración y efectos secundarios.

Aunque ese hecho es conocido y estudiado desde hace mucho tiempo -al menos desde que se fueron descifrando partes de nuestro genoma- no parecía probable que se llegasen a aplicar sus descubrimientos dado que para ello, hacían falta estudios genéticos de los receptores de cada medicación, y esto de momento acarrea unos costes que son demasiado fuertes como para que eso se extienda a toda la población de consumidores de fármacos.

Aunque esta opción es a todas luces la que se seguirá cuando económicamente sea viable, de momento pocos estudios prácticos se habían llevado a cabo, y casi siempre habían estado centrados en los aspectos genéticos de ciertas patologías, y en la investigación y lucha contra el cáncer.

Pero hoy me alegra traer a esta página una buena noticia, que lo será aún más si pasa de ser una excepción a una costumbre.

El servicio de Bioquímica Clínica y el de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario "Virgen Vega" de Salamanca, ha comenzado a desarrollar un estudio médico para adaptar, en base a nuestra carga y expresión genética, la medicación que se le da a pacientes psiquiátricos.

De momento se han tomado como muestra para el estudio a dos grandes grupos, uno formado por pacientes que son tratados con neurolépticos o antipsicóticos, y otro compuesto por personas que reciben medicación antidepresiva.

Al frente del estudio esta la doctora e investigadora María Isidoro García, con amplia experiencia en otros estudios de las diversas expresiones genéticas, y que ya puede poner en marcha gracias a la llegada de material puntero en investigación, como es una plataforma de genotipado de alto rendimiento.

Tal vez alguien se pregunte que relación tiene esta noticia con el contenido habitual de esta página. Por un lado, ya estamos hablando de fármacos, y más concretamente de fármacos psicoactivos.
Pero además, lo que a algunos -los mas curiosos en esto de la farmacofilia- nos puede interesar, es que dicho estudio está básicamente centrado en el citocromo P450 y sus subtipos.

¿Qué es eso del citocromo?
Los citocromos son estructuras proteicas que cumple diversas funciones en el metabolismo animal y vegetal. Desde procesos como la fotosíntesis en las plantas a procesos como la acumulación de energía química en la ATP (adenosina trifosfato) animal, que es nuestra mayor moneda de intercambio energético.
Otros de esos citocromos tienen funciones enzimáticas, catalizando modificaciones químicas en diversas moléculas de todo tipo.

Pero el citocromo P450 y sus variantes, son de especial relevancia para los consumidores de psicofármacos, ya que son responsables de la metabolización y desactivación de más del 90% de los productos con actividad psíquica.
De esta forma, cualquier cambio en su estado, función, inhibición o potenciación, tiene como resultado que una sustancia sea más o menos activa, tenga más o menos efectos secundarios, y pueda oscilar entre provocar una sobredosis o no resultar útil para el fin que era administrada.

Y esto cobra mayor relevancia aún cuando se trata de medir las interacciones entre distintos fármacos, o entre fármacos y ciertos alimentos que actúan aumentando o incapacitando la actividad enzimática de este importante desconocido.

Este estudio nos dará sin lugar a dudas más información sobre la delicada relación de ciertos genes, como se han expresado, y las consecuencias prácticas sobre ello.
Todo esto, claro, basándose en estudios genéticos, que si ahora no son la norma, en el futuro sí lo serán, y posiblemente un ordenador que se conecte a un chip donde tengamos nuestra estructura genética almacenada nos diga que tomar, o que evitar tomar.

Yo hablaba hace unos días de futuro, pero aunque faltan muchos estudios en ese aspecto, es algo disponible ya, pero con la eterna traba económica.

Más datos sobre el estudio.
Con una pequeña muestra de ADN de la persona, y tras ser sometida a una multiplicación de la misma por la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y secuenciada, esta sera colocada en un pequeño chip que será leido por un ordenador, que traducirá mediante un software específico las implicaciones que ese ADN tenga con respecto a el citocromo P450 y subtipos.

Para eso se usará el "Amplichip cyp450" de los laboratorios Roche, que podéis ver en ese link junto con una explicación de su utilidad y objetivos. La versión en inglés de la web da alguna información más, como por ejemplo sobre que substratos actúa dicho citocromo y algunas de sus variaciones o mutaciones.

Después de haber visto tan cerca el uso de estas nuevas tecnologías, me inclino por pensar que tal vez en menos de dos décadas, sean de uso común. Y que las próximas generaciones de psiconautas no sólo tendrán que leer y buscar información sobre dosis y pureza de sustancias, sino que podrán estar mejor preparados disponiendo de su información genética y con medios para acceder a saber como esta les influye con una u otra substancia, mejorando la reducción de riesgos asociados al consumo y la calidad de sus experiencias.

Y me gustaría terminar esta entrada aquí, con una buena noticia nada más.
Pero creo que no debo dejar de hablar de un tema que ha afectado a toda la familia de usuarios de enteógenos: la prohibición total de venta de hongos psilocibios (con psilocibina/psilocina) en los Países Bajos.

La noticia ha caído como un jarro de agua fría hace unos días, haciéndose eco de ella los medios con su habitual desinformación en este tipo de asuntos.
Casi todos ellos han dado la noticia como si fuera la consecuencia del trágico suceso en el que una chica francesa menor de edad, se había arrojado por un puente en Amsterdamn tras consumir, entre otras cosas, supuestamente estos hongos.

La verdad es que ese hecho no ha tenido mucho que ver en su prohibición, que era algo perseguido por ciertos sectores conservadores, proclives al manejo de drogas desde el punto de vista de la prohibición en lugar de apoyar la reducción de riesgos.

Uno de los argumentos esgrimidos es que las llamadas a ambulancias y asistencias a hospitales por malos viajes (ya que no hay casos de muerte por esos hongos) habían pasado de 70 en el 2005 a 128 en el 2006.
Pero no parecía importarles que 9 de cada 10 casos era protagonizado por un turista, en su mayoría de origen inglés. Y además, esto ocurría curiosamente, desde que se clasificaron como droga tipo A (equivalente a las peores condenas penales) en el Reino Unido.
Es decir, la política de educación y tolerancia ha dado sus frutos en Holanda, que consumía miles de kilos de hongos frescos cada año.
Pero el mal uso de algunos turistas que huyendo de la prohibición en su país los buscaban allí ha acabado por darles una excusa a los legisladores para complacer al resto de fracasados países que con la prohibición como bandera, no les queda sino envidiar la ausencia de problemas que tienen los ciudadanos holandeses con respecto a las drogas.

He estado atento a los cambios que eso podía producir en la venta de hongos a través de internet, y aunque se han hecho eco de la noticia, prácticamente siguen estando disponibles donde antes lo estaban.

Personalmente no creo que esta prohibición vaya a afectar a los hábitos de consumo de los amigos de las setas. A día de hoy y como dijo Escohotado, la oferta es tan amplia y accesible, que el consumo ya no se elige en función de su legalidad. Es sólo la fachada de la "guerra perdida contra las drogas".

Pero sí soy consciente de que precisamente los menos experimentados, los menos informados y por lo tanto los más vulnerables, si se ven privados de un acceso fácil y sin criminalizar a estas setas, pueden inclinarse por otras opciones que les sean más cómodas, a la hora de comprar.

Y en lugar de acceder a una sustancia cuyos efectos son, dentro de los enteógenos clásicos, unos de los más benignos y de menor duración, pasen a vérselas con otras drogas cuyos efectos son más duraderos, intensos, desconocidos en su totalidad por ser research chemicals como el DOB, o imposibles de dosificar con certeza por su status y presentación, como la LSD.

Para el profano todo esto puede sonar parecido, pero no se equivoquen porque no lo es.
Es un paso atrás en detrimento de los derechos y la salud de muchas personas.

domingo, 4 de marzo de 2007

Cuerdos entre locos

Ese es el título de un libro apasionante que estoy leyendo, escrito por Lauren Slater, una doctora en psicología que a su vez, en la infancia, fue una enferma mental. La traducción la ha hecho Concha Cardeñoso y la supervisión técnica, el psicólogo e investigador José Carlos Bouso, que ha sido de momento el único que ha podido trabajar con MDMA en psicoterapia de forma legal en nuestro país.

Es un libro que está resultando apasionante, y que narra los experimentos psicológicos del S.XX que más repercusión tuvieron. Desde los famosos experimentos de Stanley Milgram en que personas normales "electrocutaban" a otras por petición de un supuesto investigador, y de los que muchos habrán oído hablar, a otros menos conocidos para el gran público.

Quiero comentar el capítulo que da título al libro, y que narra la prueba a la que sometió David Rosenhan a la psiquiatría institucional a principios de los años 70. Eran los años en que en la psiquiatría reinaba el psicoanálisis como instrumento para etiquetar todo tipo de trastornos, y al mismo tiempo cuando algunas importantes voces, como el gran Thomas Szasz se levantaban con la bandera de la anti-psiquiatría, con un clásico ya como es "El mito de la enfermedad mental", en el que se cuestionaba toda esa corriente de enfermedades de nuevo cuño, de las que no tenían (ni tenemos aún hoy) una base fisiológica que permitiera calificarlas como enfermedad. Al igual que el bacilo de Koch produce la tuberculosis, no tenemos aún más que leves indicios, que son desechados una y otra vez, para justificar la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

Pero hay una gran diferencia hoy en día: tenemos fármacos que actúan sobre los síntomas. Y eso será el final de este comentario.

Voy a resumir rápidamente lo que hizo David Rosenhan.
Convenció a 8 amigos suyos, sanos física y mentalmente, para que perdieran un mes de sus vidas intentando ver que pasaba si acudían a una institución psiquiátrica y decían que desde hacía unas semanas, escuchaban una voz que decía "zas".
Nada más. No tenían que fingir ningún otro síntoma, y tenían que indicar al cabo de unos días, que el problema había desaparecido.
Rosenhan eligió esa palabra, "zas", porque no había ninguna referencia a ella en la literatura médica.

El resultado da miedo.
Todos sus amigos, y él mismo, que también participó, fueron internados.
A todos ellos se les diagnóstico como esquizofrénicos, excepto a uno, que le diagnosticaron un trastorno maníaco-depresivo.
La estancia media en las instituciones fue de 19 días. La más corta de 7 días y la más larga de 52.

El alta médica se les dio a todos por remisión temporal de los síntomas.
Actualmente y en parte gracias al revuelo que provocaron los estudios de Rosenhan, en USA no se puede internar a nadie contra su voluntad, si no tiene tendencias suicidas u homicidas.

El estudio publicado en Science, provocó mucho malestar en los ámbitos psiquiátricos. Hubo feroces respuestas contra él.
Y un famoso hospital psiquiátrico se ofreció para que durante unos meses, Rosenhan enviara tantos pacientes "falsos" como quisiera, convencidos de que ellos sí podrían detectarlos. Ese fue el acuerdo.
Al cabo de 3 meses, el hospital escribió a Rosenhan contándole que había detectado a 41 pacientes "falsos" con un alto grado de probabilidad.
Rosenhan acababa de ganar en su hipótesis por goleada: en los 3 meses de prueba, no había enviado a ningún paciente.

Pero hay una segunda parte en este capítulo. La autora del libro, pone a prueba el sistema, ya que Robert Spitzer, que es un psiquiatra formado en el psicoanálisis y que fue quien se enfrentó con más dureza contra el estudio de Rosenhan, le aseguraba que eso hoy día no ocurriría.

Y la autora repite la prueba, pero en lugar de ser internada, consigue que en 8 ocasiones que realiza el proceso, con el mismo e único síntoma que los del experimento original - escuchar la palabra "zas"- le recetan 25 fármacos antipsicóticos y 60 antidepresivos.

El enfoque de la psiquiatría institucional hace 40 años era el del etiquetamiento de la enfermedad (supuesta) e ingreso.
El cambio de paradigma y los nuevos fármacos, que permiten que pacientes que antes tenían que estar atados, puedan llevar una vida aceptablemente mejorada, parece que es lo que cambia el resultado del experimento.

Ahora los psiquiatras recetan para controlar, síntomas y estados, pero si atendemos a lo que le recetaron a la escritora (y psicóloga), era un diagnostico implícito de "psicosis depresiva", un cuadro que es realmente grave y peligroso para quien lo sufre.

La trampa volvió a funcionar.

¿Hasta dónde el enfoque (o moda) dentro de la medicina determina la enfermedad del paciente?
¿Cuál es la actual vigencia de la enfermedad mental, cuando sólo tenemos síntomas pero seguimos sin conocer su base fisiológica?

Esa apertura de puertas de las instituciones que "contenían" a los locos, a los diferentes, a los enfermos, vino dada por un cambio de paradigma, por un mayor interés por la calidad de vida de los pacientes y un humanismo aplicado, pero sobre todo por la aparición de drogas como los neurolépticos que permitieron cambiar la camisa de fuerza física por un corsé mental.
Mejor alguien adormilado o incapaz de pensar con fluidez que, esa persona, con cadenas y atado a una pared en una sala llena de pacientes como él en un entorno insano y desnaturalizado de por sí. Lo admito como cierto y mal menor.

Pero seguimos sin tener un tratamiento curativo para algo que llamamos enfermedad, y de la que sólo tenemos síntomas... indicios.


P.S: Aunque mi intención era originalmente actualizar el blog cada pocos días, veo que es más difícil de lo inicialmente previsto. Pero seguiré de momento intentando que haya como poco una entrada nueva cada semana, y si las musas y las circunstancias lo permiten, que sean dos o tres, tal vez más cortas a cambio.
La proxima entrada hablará de como alguien recibe una vocación, una curiosidad que guiará su vida, a través un poco de azucar en un zumo.